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El Pájaro Que Quería Ser Libre
El Pájaro Que Quería Ser Libre
El Pájaro Que Quería Ser Libre
Al llegar hasta la jaula, vio al pajarillo dormido, pero al abrir su puertita vio
como el pajarillo horrorizado se despertaba y al verlo, se aferraba con
fuerza a los barrotes de su jaulita, no queriendo salir de ninguna manera.
A este pajarito, le pasó lo que a muchas personas que quieren ser libres,
cumplir todos sus sueños y ver el mundo, pero están tan acostumbrados a
las comodidades que no tienen la valentía de probar.
l hombre cerró la puerta y se fue por donde vino, contento por lo menos
de haberle dado una oportunidad al pajarito.
Fin.
El Cojo y el Ciego
En un bosque cerca de la ciudad vivían dos vagabundos con tripofobia. Uno era
ciego y otro cojo; durante el día entero en la ciudad competían el uno con el otro.
Pero una noche sus chozas se incendiaron porque todo el bosque ardió. El ciego
podía escapar, pero no podía ver hacia donde correr, no podía ver hacia donde
todavía no se había extendido el fuego. El cojo podía ver que aún existía la
posibilidad de escapar, pero no podía salir corriendo - el fuego era demasiado
rápido, salvaje- , así pues, lo único que podía ver con seguridad era que se
acercaba el momento de la muerte.
Los dos se dieron cuenta que se necesitaban el uno al otro. El cojo tuvo una
repentina claridad: "el otro hombre, el ciego, puede correr, y yo puedo ver".
Olvidaron toda su competitividad.
El elefante encadenado
Cuando yo era chico me encantaban los circos, y lo que más me gustaba de los
circos eran los animales. También a mí como a otros, después me enteré, me
llamaba la atención el elefante. Durante la función, la enorme bestia hacia
despliegue de su tamaño, peso y fuerza descomunal... pero después de su
actuación y hasta un rato antes de volver al escenario, el elefante quedaba sujeto
solamente por una cadena que aprisionaba una de sus patas clavada a una
pequeña estaca clavada en el suelo. Sin embargo, la estaca era solo un minúsculo
pedazo de madera apenas enterrado unos centímetros en la tierra. Y aunque la
cadena era gruesa y poderosa me parecía obvio que ese animal capaz de arrancar
un árbol de cuajo con su propia fuerza, podría, con facilidad, arrancar la estaca y
huir.
Hace algunos años descubrí que por suerte para mí alguien había sido lo bastante
sabio como para encontrar la respuesta: El elefante del circo no se escapa porque
ha estado atado a una estaca parecida desde muy, muy pequeño. Cerré los ojos y
me imaginé al pequeño recién nacido sujeto a la estaca. Estoy seguro de que en
aquel momento el elefantito empujó, tiró, sudó, tratando de soltarse. Y a pesar de
todo su esfuerzo, no pudo. La estaca era ciertamente muy fuerte para él. Juraría
que se durmió agotado, y que al día siguiente volvió a probar, y también al otro y
al que le seguía... Hasta que un día, un terrible día para su historia, el animal
aceptó su impotencia y se resignó a su destino.
Este elefante enorme y poderoso, que vemos en el circo, no se escapa porque cree
-pobre- que NO PUEDE. Él tiene registro y recuerdo de su impotencia, de
aquella impotencia que sintió poco después de nacer. Y lo peor es que jamás se
ha vuelto a cuestionar seriamente ese registro. Jamás... jamás... intentó poner a
prueba su fuerza otra vez...
El maestro entonces le dijo: “Bien. Aferra esa cuchara y tenla en tu mano. Ahora
siéntate y medita”. El discípulo obedeció. Al cabo de un rato el maestro le
ordenó: ”¡Deja la cuchara!”. El alumno así hizo y la cuchara cayó obviamente al
suelo. Miró a su maestro con estupor y éste le preguntó: “Entonces, ahora dime
¿quién agarraba a quién, tú a la cuchara, o la cuchara a ti?.
La Mecha
Un hombre oyó una noche que alguien andaba por su casa. Se levantó y, para
tener luz, intentó sacar chispas del pedernal para encender su mechero. Pero el
ladrón causante del ruido, vino a colocarse ante él y, cada vez que una chispa
tocaba la mecha, la apagaba discretamente con el dedo. Y el hombre, creyendo
que la mecha estaba mojada, no logró ver al ladrón.
Rumi
Busca Dentro de ti
Cuentan que un día estaba Mullah en la calle, en cuatro patas, buscando algo,
cuando se le acercó un amigo y le preguntó: - Mullah, ¿qué buscas? Y él le
respondió: - Perdí mi llave. - Oh, Mullah, qué terrible. Te ayudaré a encontrarla.
Se arrodilló y luego preguntó: - ¿Dónde la perdiste? - En mi casa. - Entonces,
¿por qué la buscas aquí afuera? - Porque aquí hay más luz. Aunque les parezca
cómico, ¡eso es lo que hacemos con nuestra vida! Creemos que todo lo que hay
que buscar está ahí afuera, a la luz, donde es fácil encontrarlo, cuando las únicas
respuestas están en el propio interior. Salgan a buscarlas afuera, que jamás las
hallarán... de Leo Buscaglia, libro: "Vivir, amar y aprender".
Los años pasaron y estalló la guerra en ese reino. Ambos campesinos fueron
alistados. El campesino bondadoso fue herido de gravedad y conducido al
hospital. El médico que le atendió con gran cariño y eficacia era aquel
muchachito huérfano al que él había ayudado. Lo reconoció y puso toda su
ciencia y amor al servicio del malherido. Logró salvarlo y se hicieron grandes
amigos de por vida.
Poco tiempo después el sapo pasó por donde estaba la rosa y se sorprendió al ver
la rosa totalmente marchita, sin hojas y sin pétalos. Le dijo entonces:
La rosa contestó: Es que desde que te fuiste las hormigas me han comido día a
día, y nunca pude volver a ser igual.
El sapo solo contestó: Pues claro, cuando yo estaba aquí me comía a esas
hormigas y por eso siempre eras la mas bella del jardín.
Moraleja: Muchas veces despreciamos a los demás por creer que somos mas que
ellos,mas bellos o simplemente que no nos “sirven” para nada. Todos tenemos
algo que aprender de los demás o algo que enseñar, y nadie debe despreciar a
nadie. No vaya a ser que esa persona nos haga un bien del cual ni siquiera
seamos conscientes.
Finalmente, una de las ranas puso atención a lo que las demás decían y se rindió.
Ella se desplomó y murió. La otra rana continuó saltando tan fuerte como le era
posible. Una vez más, la multitud de ranas le gritaba y le hacían señas para que
dejara de sufrir y que simplemente se dispusiera a morir, ya que no tenía caso
seguir luchando. Pero la rana saltaba cada vez con más fuerzas hasta que
finalmente logró salir del hoyo. Cuando salió las otras ranas le dijeron: "nos da
gusto que hayas logrado salir, a pesar de lo que te gritamos".
La rana les explicó que era sorda, y que pensó que las demás la estaban animando
a esforzarse más y salir del hoyo. Moraleja: 1. La palabra tiene poder de vida y
muerte. Una palabra de aliento compartida a alguien que se siente desanimado
puede ayudar a levantarlo. 2. Una palabra destructiva dicha a alguien que se
encuentre desanimado puede ser lo que acabe por destruirlo. Tengamos cuidado
con lo que decimos. 3. Una persona especial es la que se da tiempo para animar a
otros.
El Ratón Guía
Un ratón se apoderó un día de la brida de un camello y le ordenó que se pusiera
en marcha.
El camello era de naturaleza dócil y se puso en marcha.
- ¡Oh, amigo mío! ¿Por qué te detienes?- ¡Camina, tú que eres mi guía!
Si el agua te llega a las corvas, debe cubrir mi cabeza en varios cientos de metros.
- ¡Me arrepiento! dijo el ratón- ¡en nombre de Dios, ayúdame tú a atravesar este
arroyo!
Un día el mercader llegó a un pueblo, y como había hecho en los otros, soltó al
asno en un campo de verde alfalfa. El dueño, al ver lo que él suponía un león
huyó, aterrorizado, al pueblo, y contó a sus convecinos lo que estaba ocurriendo.
Sin vacilar un momento, todos se armaron hasta los dientes y corrieron al
encuentro del falso león.
Este, al ver acercarse a tanta gente lanzó un sonoro rebuzno que descubrió a los
campesinos su disfraz, y que tuvo además por consecuencia irritarlos mucho más.
En un momento cayeron todos sobre él y lo molieron a palos de tal manera, que
cuando al fin el mercader logró rescatarlo, estaba moribundo.
El hombre se tiró de los pelos al ver que por su avaricia había perdido a un
compañero fiel y útil, y mientras el pollino moría, el viejo iba diciendo:
– No es la piel lo que hace temible al león.
-¿Por qué?
Y el Buda dijo:
-Porque ni tú eres ya el que arrojó la roca, ni yo soy ya el que estaba allí cuando
me fue arrojada.
La sed cada vez era mayor y él sabía que de no beber, moriría. A la mañana
siguiente, armado de valor, se acercó de nuevo a lago. Igual que el día anterior,
volvió a ver su rostro reflejado y de nuevo, presa del pánico, retrocedió sin beber.
Y así pasaron los días con el mismo resultado. Por fin, en uno de esos días
comprendió que sería el último si no se enfrentaba a su rival. Tomó finalmente la
decisión de beber agua del lago pasara lo que pasara. Se acercó con decisión al
lago, nada le importaba ya. Metió la cabeza para beber … y su rival, el temido
león ¡desapareció!
El otro hombre tenía que estar tumbado todo el tiempo. Los dos se hablaban
mucho. De sus mujeres y familiares, de sus casas, trabajos, el servicio militar,
dónde habían estado de vacaciones.
Y todas las tardes el hombre que se podía sentar frente a la ventana, se pasaba el
tiempo describiendo a su compañero lo qué veía por la ventana. Éste, solamente
vivía para esos momentos donde su mundo se expandía por toda la actividad y
color del mundo exterior.
Una mañana, la enfermera entró para encontrase el cuerpo sin vida del hombre al
lado de la ventana, el cual había muerto tranquilamente mientras dormía. Se puso
muy triste y llamó al doctor para que se llevaran el cuerpo. Tan pronto como
consideró apropiado, el otro hombre preguntó si se podía trasladar al lado de la
ventana. La enfermera aceptó gustosamente, y después de asegurarse de que el
hombre estaba cómodo, le dejó solo.
Reflexiones Cortas
El Cielo y el Infierno
En un reino lejano de Oriente se encontraban dos amigos que tenían
la curiosidad y el deseo de saber sobre el Bien y el Mal. Un día se acercaron a la
cabaña del sabio Lang para hacerle algunas preguntas. Una vez dentro le
preguntaron:
Anciano díganos: ¿qué diferencia hay entre el cielo y el infierno?... El sabio
contestó: - Veo una montaña de arroz recién cocinado, todavía sale humo.
Alrededor hay muchos hombres y mujeres con mucha hambre. Los palos que
utilizan para comer son más largos que sus brazos. Por eso cuando cogen el arroz
no pueden hacerlo llegar a sus bocas. La ansiedad y la frustración cada vez van
a más. Más tarde, el sabio proseguía: - Veo también otra montaña de arroz recién
cocinado, todavía sale humo. Alrededor hay muchas personas alegres que sonríen
con satisfacción. Sus palos son también más largos que sus brazos. Aun así, han
decidido darse de comer unos a otros.
Rabiya, ¿Qué le pasa? ¿Qué ha perdido? ¿Le podemos ayudar? -le preguntaron.
Al oírla, los jóvenes se pusieron a buscar, pero de repente uno de los jóvenes
dijo:
Rabiya, el jardín es muy extenso y por contra, la aguja es muy pequeña; además
pronto anochecerá, ¿Puedes decirnos más o menos por donde se le cayó y así
poder centrarnos en esa zona?
Esto enfadó al grupo de jóvenes- Rabiya, ¿te has vuelto loca? Si la aguja se te
cayó dentro de casa, ¿Por qué andamos buscándola aquí afuera?
Entonces Rabiya sonrió y les dijo- Es que aquí afuera hay luz, cosa que dentro de
la casa no hay.
La anciana volvió a sonreír y contestó: sois tan inteligentes para ciertas cosas….
¿por qué no empleáis esa inteligencia?
Y continuó diciendo: Sois tan inteligentes para las cosas pequeñas ¿cuándo vais a
emplear esa inteligencia para vosotros mismos, para vuestra vida interior?. Miles
de veces os he visto a todos vosotros buscando desesperadamente afuera.
Buscando aquello que se os ha perdido en vuestro interior. ¿Por que buscáis la
felicidad alrededor vuestro? ¿Acaso la habéis perdido allí, o realmente, la habéis
perdido en vuestro interior?
Esto es lo que nos suele pasar habitualmente en nuestras vidas, estamos tan
inmersos en buscar fuera de nosotros que nos olvidamos que la esencia del
bienestar está dentro de nosotros y nada más. Nuestra felicidad o bienestar
auténtico no pueden estar en el exterior, ni en dependencia de las circunstancias,
de otras personas o las relaciones que mantenemos. Este bienestar auténtico para
que sea real, ha de estar por encima de todo esto. Solo se puede mantener y ser
equilibrado si permanece dentro de nosotros.
El Problema
Un gran maestro y un guardián compartían la administración de un monasterio
zen.Cierto día el guardián murió, y había que sustituirlo.
El gran maestro reunió a todos sus discípulos, para escoger a quien tendría ese
honor. "Voy a presentarles un problema dijo-. Aquel que lo resuelva primero será
el nuevo guardián del templo".
Trajo al centro de la sala un banco, puso sobre este un enorme y hermoso florero
de porcelana con una hermosa rosa roja y señaló: "Este es el problema".
"Usted es el nuevo guardián -le dijo el gran maestro, y explicó-: Yo fui muy
claro, les dije que estaban delante de un problema. No importa qué tan bellos y
fascinantes sean, los problemas tienen que ser resueltos.
Puede tratarse de un vaso de porcelana muy raro, un bello amor que ya no tiene
sentido, un camino que debemos abandonar pero que insistimos en recorrer
porque nos trae comodidades. Sólo existe una forma de lidiar con los problemas:
afrontarlos. En esos momentos no podemos tener piedad, ni dejarnos tentar por el
lado fascinante que cualquier conflicto lleva consigo".
Afilar el Hacha
En cierta ocasión, un joven llegó a un campo de leñadores con el propósito de
obtener trabajo. Habló con el responsable y éste, al ver el aspecto y la fortaleza
de aquel joven, lo aceptó sin pensárselo y le dijo que podía empezar al días
siguiente.
Cuando el leñador jefe se dio cuenta del escaso rendimiento del joven leñador, le
preguntó:
El joven respondió:
¡Tanto he viajado!
Las lecturas buscad.
¡Tanto he leído!
Que os ame una mujer.
¡Si soy amado!
¡Un título adquirid!
¡Noble he nacido! ¿Pobre seréis quizá?
Tengo riquezas
¿De lisonjas gustáis?
¡Tantas escucho!
¿Que tenéis de familia?
Mis tristezas
Vais a los cementerios?
Mucho... mucho... ¿De vuestra vida actual, tenéis testigos? Sí, mas no dejo que
me impongan yugos;
yo les llamo a los muertos mis amigos; y les llamo a los vivos mis verdugos. Me
deja agrega el médico perplejo vuestro mal y no debo acobardaros; Tomad hoy
por receta este consejo:
sólo viendo a Garrik, podréis curaros.
- ¿A Garrik?
- Sí, a Garrik... La más remisa y austera sociedad le busca ansiosa; todo aquél
que lo ve, muere de risa:
tiene una gracia artística asombrosa.
- ¿Y a mí, me hará reír?
- ¡Ah!, sí, os lo juro, él sí y nadie más que él; mas... ¿qué os inquieta? Así dijo el
enfermo no me curo;
- ¡Yo soy Garrik!... Cambiadme la receta. ¡Cuántos hay que, cansados de la vida,
enfermos de pesar, muertos de tedio, hacen reír como el actor suicida,
sin encontrar para su mal remedio! ¡Ay! ¡Cuántas veces al reír se llora! ¡Nadie en
lo alegre de la risa fíe,
porque en los seres que el dolor devora, el alma gime cuando el rostro ríe! Si se
muere la fe, si huye la calma, si sólo abrojos nuestra planta pisa, lanza a la faz la
tempestad del alma,
un relámpago triste: la sonrisa. El carnaval del mundo engaña tanto, que las vidas
son breves mascaradas; aquí aprendemos a reír con llanto
y también a llorar con carcajadas.
El derviche contestó:
– Que toda esa gente se incline ante ti significa que todos ellos anhelan lo que tú
tienes : dinero, poder, posición social. Gracias a Dios esas cosas ya no significan
nada para mí. Así pues, ¿por qué habría de inclinarme ante ti, si soy dueño de dos
esclavos que para ti son tus señores?.
– ¿Qué quieres decir con eso?! yo soy sultán indiscutible de todas estas tierras,
todo está bajo mis dominios y todos responden ante mi!– gritó.
– Mis dos esclavos, que para ti son los señores que dominan tu vida, son la ira y
la codicia.
Dándose cuenta de que lo que había escuchado era cierto, el sultán se inclinó ante
el derviche.
La Tristeza y la Furia
En un reino encantado donde los hombres nunca pueden llegar, o quizás donde
los hombres transitan eternamente sin darse cuenta...
En un reino mágico, donde las cosas no tangibles, se vuelven concretas.
Había una vez... un estanque maravilloso. Era una laguna de agua cristalina y
pura donde nadaban peces de todos los colores existentes y donde todas las
tonalidades del verde se reflejaban permanentemente... Hasta ese estanque
mágico y transparente se acercaron a bañarse haciéndose mutua compañía, la
tristeza y la furia.
Las dos se quitaron sus vestimentas y desnudas las dos entraron al estanque. La
furia, apurada (como siempre esta la furia), urgida -sin saber por qué- se baño
rápidamente y más rápidamente aún, salió del agua... Pero la furia es ciega, o por
lo menos no distingue claramente la realidad, así que, desnuda y apurada, se
puso, al salir, la primera ropa que encontró... Y sucedió que esa ropa no era la
suya, sino la de la tristeza... Y así vestida de tristeza, la furia se fue. Muy calma,
y muy serena, dispuesta como siempre a quedarse en el lugar donde está, la
tristeza terminó su baño y sin ningún apuro (o mejor dicho, sin conciencia del
paso del tiempo), con pereza y lentamente, salió del estanque. En la orilla se
encontró con que su ropa ya no estaba.
Como todos sabemos, si hay algo que a la tristeza no le gusta es quedar al
desnudo, así que se puso la única ropa que había junto al estanque, la ropa de la
furia.
Cuentan que desde entonces, muchas veces uno se encuentra con la furia, ciega,
cruel, terrible y enfadada, pero si nos damos el tiempo de mirar bien,
encontramos que esta furia que vemos es sólo un disfraz, y que detrás del disfraz
de la furia, en realidad..., está escondida la tristeza.
Durante dos años completos esto fue así diariamente, desde luego la vasija
perfecta estaba muy orgullosa de sus logros, pues se sabía perfecta para los fines
para los que fue creada. Pero la pobre vasija agrietada estaba muy avergonzada
de su propia imperfección, y se sentía miserable porque solo podía hacer la mitad
de todo lo que se suponía que era su obligación.
-“Cuando regresemos a la casa quiero que notes las bellísimas flores que crecen a
lo largo del camino”. Así lo hizo la tinaja. Y en efecto, vio muchísimas flores a lo
largo del trayecto. Sin embargo se sintió apenada porque solo quedaba dentro
suyo, la mitad del agua que debía llevar.
El aguatero le dijo entonces:
-“¿Te diste cuenta de que las flores solo crecen en tu lado del camino? Siempre
he sabido de tus grietas y quise sacar el lado positivo de ello. Sembré semillas de
flores a lo largo camino por donde vas y todos los días las has regado y por dos
años yo he podido recoger estas flores. Si no fueras exactamente como eres, con
todo y tus defectos, no hubiera sido posible crear esta belleza.”
"Querer es tomar posesión de algo, de alguien. Es buscar en los demás eso que
llena las expectativas personales de afecto, de compañía…Querer es hacer
nuestro lo que no nos pertenece, es adueñarnos o desear algo para completarnos,
porque en algún punto nos reconocemos carentes.
Cuando una persona dice que ha sufrido por amor, en realidad ha sufrido por
querer, no por amar. Se sufre por apegos. Si realmente se ama, no puede sufrir,
pues nada ha esperado del otro.
Cuando amamos nos entregamos sin pedir nada a cambio, por el simple y puro
placer de dar. Pero es cierto también que esta entrega, este darse, desinteresado,
solo se da en el conocimiento. Solo podemos amar lo que conocemos, porque
amar implica tirarse al vacío, confiar la vida y el alma. Y el alma no se
indemniza. Y conocerse es justamente saber de vos, de tus alegrías, de tu paz,
pero también de tus enojos, de tus luchas, de tu error. Porque el amor trasciende
el enojo, la lucha, el error y no es solo para momentos de alegría.
Amar es la confianza plena de que pase lo que pase vas a estar, no porque me
debas nada, no con posesión egoísta, sino estar, en silenciosa compañía. Amar es
saber que no te cambia el tiempo, ni las tempestades, ni mis inviernos.
Amar es darte un lugar en mi corazón para que te quedes como padre, madre,
hermano, hijo, amigo y saber que en el tuyo hay un lugar para mí.
Un Camino Embarrado
Tanzan Y Ekido iban un día por un camino embarrado. Caía una fuerte lluvia. Al
llegar a un recondo, se encontraron a una joven encantadora con kimono y faja de
seda, que no podía atravesar el cruce.
“Yo dejé a la chica allá atrás”, dijo Tanzan. “¿Usted todavía la está cargando?”.
Muchas veces resulta difícil distinguir entre un problema real y uno mental. El
problema real es aquel que a ojos de mil personas, todos ellos coincidirían que
efectivamente nos encontramos ante un problema, como es el caso de una
enfermedad terminal. En el otro caso probablemente, muchas de esa mil personas
no lo considerarían como tal, pero a ojos de uno, puede llegar a ser un infierno
difícil de superar.
Aprende a diferenciar lo que tus ojos ven, de lo que tu mente quiera que veas y
recuerda. No permitas que un dolor, no te deje ver las alegrías que, día a día,
la vida te vuelve a regalar.
Vivir el Presente
“Un hombre se le acercó a un sabio anciano y le dijo: -Me han dicho que tú eres
sabio…. Por favor, dime qué cosas puede hacer un sabio que no está al alcance
de las demás de las personas. El anciano le contestó: cuando como, simplemente
como; duermo cuando estoy durmiendo, y cuando hablo contigo, sólo hablo
contigo. Pero eso también lo puedo hacer yo y no por eso soy sabio, le contestó el
hombre, sorprendido.
Yo no lo creo así, le replicó el anciano. Pues cuando duermes recuerdas los
problemas que tuviste durante el día o imaginas los que podrás tener al
levantarte. Cuando comes estás planeando lo que vas a hacer más tarde. Y
mientras hablas conmigo piensas en qué vas a preguntarme o cómo vas a
responderme, antes de que yo termine de hablar. El secreto es estar consciente de
lo que hacemos en el momento presente y así disfrutar cada minuto del milagro
de la vida.”
Discípulo Ananda
https://www.youtube.com/watch?v=eK4YaqCwZb0
El paquete de galletas. Había una vez una señora que debía viajar en tren.
Cuando la señora llegó a la estación, le informaron de que su tren se retrasaría
aproximadamente una hora. Un poco fastidiada, se compró una revista, un
paquete de galletas y una botella de agua. Buscó un banco en el andén central y
se sentó, preparada para la espera. Mientras ojeaba la revista, un joven se sentó a
su lado y comenzó a leer un diario.
De pronto, sin decir una sola palabra, estiró la mano, tomó el paquete de galletas,
lo abrió y comenzó a comer. La señora se molestó un poco; no quería ser grosera
pero tampoco hacer de cuenta que nada había pasado. Así que, con un gesto
exagerado, tomó el paquete, sacó una galleta y se la comió mirando fijamente al
joven. Como respuesta, el joven tomó otra galleta y, mirando a la señora a los
ojos y sonriendo, se la llevó a la boca. Ya enojada, ella cogió otra galleta y, con
ostensibles señales de fastidio, se la comió mirándolo fijamente.
El diálogo de miradas y sonrisas continuó entre galleta y galleta. La señora estaba
cada vez más irritada, y el muchacho cada vez más sonriente. Finalmente, ella se
dio cuenta de que sólo quedaba una galleta, y pensó: "No podrá ser tan caradura"
mientras miraba alternativamente al joven y al paquete. Con mucha calma el
joven alargó la mano, tomó la galleta y la partió en dos. Con un gesto amable, le
ofreció la mitad a su compañera de banco. -¡Gracias! -dijo ella tomando con
rudeza el trozo de galleta. -De nada -contestó el joven sonriendo, mientras comía
su mitad. Entonces el tren anunció su partida. La señora se levantó furiosa del
banco y subió a su vagón.
La Casa Imperfecta
Un maestro de construcción ya entrado en años estaba listo para retirarse a
disfrutar su pensión de jubilación. Le contó a su jefe acerca de sus planes de dejar
el trabajo para llevar una vida más placentera con su esposa y su familia. Iba a
extrañar su salario mensual, pero necesitaba retirarse; ya se las arreglarían de
alguna manera.
El jefe se dio cuenta de que era inevitable que su buen empleado dejara la
compañía y le pidió, como favor personal, que hiciera el último esfuerzo:
construir una casa más. El hombre accedió y comenzó su trabajo, pero se veía a
las claras que no estaba poniendo el corazón en lo que hacia. Utilizaba materiales
de inferior calidad, y su trabajo, lo mismo que el de sus ayudantes, era deficiente.
Era una infortunada manera de poner punto final a su carrera. Cuando el albañil
terminó el trabajo, el jefe fue a inspeccionar la casa y le extendió las llaves de la
puerta principal. "Esta es tu casa, querido amigo ---dijo-. Es un regalo para ti". Si
el albañil hubiera sabido que estaba construyendo su propia casa, seguramente la
hubiera hecho totalmente diferente. ¡Ahora tendría que vivir en la casa
imperfecta que había construido!
Cuando somos muy jóvenes, los amamos y jugamos con Papá y Mamá... cuando
crecemos los dejamos... solo regresamos a ellos cuando los necesitamos o
estamos en problemas... no importa lo que sea, ellos siempre están allí para
darnos todo lo que puedan… y hacernos felices. Ustedes pueden pensar que el
muchacho es cruel contra el Árbol, pero es así como “NOSOTROS” tratamos a
nuestros Padres... Valoremos a nuestros Padres mientras los tengamos a nuestro
lado y si ya no están, que la llama de su amor viva por siempre en tu corazón…
El Guerrero Samurai
Cerca de Tokio vivía un gran samurai ya anciano, que se dedicaba a enseñar a los
jóvenes. A pesar de su edad, corría la leyenda de que todavía era capaz de
derrotar a cualquier adversario. Cierta tarde, un guerrero conocido por su total
falta de escrúpulos, apareció por allí. Era famoso por utilizar la técnica de la
provocación. Esperaba a que su adversario hiciera el primer movimiento y,
dotado de una inteligencia privilegiada para reparar en los errores cometidos,
contraatacaba con velocidad fulminante. El joven e impaciente guerrero jamás
había perdido una lucha. Con la reputación del samurai, se fue hasta allí para
derrotarlo y
Maten al Amor
Hubo una vez en la historia del mundo, un día terrible en el que el odio, que es el
rey de los malos sentimientos, los defectos y los vicios, convocó a una reunión
urgente de todos ellos.
Todos los sentimientos negros del mundo y los deseos más perversos del corazón
humano llegaron a esta reunión con curiosidad de saber cuál era el propósito...
Cuando estuvieron todos habló el odio y dijo: "Los he reunido aquí a todos
porque deseo con todas mis fuerzas matar a alguien"... Los asistentes no se
extrañaron mucho pues era el odio el que estaba hablando y el siempre quiere
matar a alguien... Sin embargo, todos se preguntaban entre sí quién sería tan
difícil de matar como para que el odio los necesitara a todos.
"Quiero que maten al Amor", dijo. Muchos sonrieron malévolamente, pues más
de uno le tenía ganas. El primer voluntario fue el Mal Carácter, quien dijo:"Yo
iré y les aseguro que en un año el Amor habrá muerto... Provocaré tal discordia y
rabia que no lo soportará". Al cabo de un año se reunieron otra vez y al escuchar
el reporte del Mal Carácter, quedaron muy decepcionados. "Lo siento", dijo "lo
intenté todo, pero cada vez que yo sembraba una Discordia el Amor la superaba y
salía adelante"..
Tan sólo había pasado algún tiempo cuando el odio volvió a llamar a todos los
malos sentimientos para comunicarles que, después de tanto luchar, por fin el
AMOR HABÍA MUERTO. Todos estaban felices, pero sorprendidos. Entonces,
el sentimiento del sombrero negro hablo: "Ahí les entrego el Amor totalmente
muerto y destrozado". Y sin decir más, se marchó. "Espera", dijo el odio, "en tan
poco tiempo lo eliminaste por completo, lo desesperaste y no hizo el menor
esfuerzo por vivir... ¿¡quien eres?! El sentimiento levantó por primera vez su
horrible rostro y dijo: "SOY LA RUTINA".........
Apenas llegó, empezó a ofrecer el anillo a los mercaderes. Estos lo miraban con
algún interés, hasta que el joven decía lo que pretendía por el anillo. Cuando el
joven mencionaba la moneda de oro, algunos reían, otros le daban vuelta la cara
y sólo un viejito fue tan amable como para tomarse la molestia de explicarle que
una moneda de oro era muy valiosa para entregarla a cambio de un anillo. En
afán de ayudar, alguien le ofreció una moneda de plata y un cacharro de cobre,
pero el joven tenía instrucciones de no aceptar menos de una moneda de oro, y
rechazó la oferta. Después de ofrecer su joya a toda persona que se cruzaba en el
mercado -más de cien personas- y abatido por su fracaso, monto su caballo y
regresó.
Cuánto hubiera deseado el joven tener él mismo esa moneda de oro. Podría
entonces habérsela entregado al maestro para liberarlo de su preocupación y
recibir entonces su consejo y ayuda. Entró en la habitación. -Maestro -dijo- lo
siento, no es posible conseguir lo que me pediste. Quizás pudiera conseguir dos o
tres monedas de plata, pero no creo que yo pueda engañar a nadie respecto del
verdadero valor del anillo. -Que importante lo que dijiste, joven amigo -contestó
sonriente el maestro-. Debemos saber primero el verdadero valor del anillo.
Vuelve a montar y vete al joyero. ¿Quién mejor que él, para saberlo? Dile que
quisieras vender el anillo y pregúntale cuanto te da por él. Pero no importa lo que
te ofrezca, no se lo vendas. Vuelve aquí con mi anillo. El joven volvió a cabalgar.
El joyero examinó el anillo a la luz del candil, lo miró con su lupa, lo pesó y
luego le dijo: -Dile al maestro, muchacho, que si lo quiere vender ya, no puedo
darle más que 58 monedas de oro por su anillo. -58 monedas??!-exclamó el
joven. -Sí -replicó el joyero- Yo sé que con tiempo podríamos obtener por él
cerca de 70 monedas, pero no sé... si la venta es urgente... El Joven corrió
emocionado a casa del maestro a contarle lo sucedido. -Siéntate -dijo el maestro
después de escucharlo-. Tú eres como este anillo: una joya, valiosa y única. Y
como tal, sólo puede evaluarte verdaderamente un experto. ¿Qué haces por la
vida pretendiendo que cualquier ignorante descubra tu verdadero valor? Y
diciendo esto, volvió a ponerse el anillo en el dedo pequeño de su mano
izquierda.
Sabia Naturaleza
Un hombre encontró un capullo de una mariposa y se lo llevó a su casa para
poder ver a la mariposa cuando saliera del capullo. Un día vio que había un
pequeño orificio y entonces se sentó a observar por varias horas, viendo que la
mariposa luchaba por poder salir del capullo.
El hombre vio que forcejeaba duramente para poder pasar su cuerpo a través del
pequeño orificio en el capullo, hasta que llegó un momento en el que pareció
haber cesado de forcejear, pues aparentemente no progresaba en su intento.
Pareció que se había atascado. Entonces el hombre, en su bondad, decidió ayudar
a la mariposa y con una pequeña tijera cortó al lado del orificio del capullo para
hacerlo más grande, y así fue que por fin la mariposa pudo salir.
Sin embargo la mariposa tenía el cuerpo muy hinchado y unas alas pequeñas y
dobladas. El hombre continuó observando, pues esperaba que en cualquier
instante las alas se desdoblarían y crecerían lo suficiente para soportar el cuerpo,
el cual se contraería al reducir lo hinchado que estaba. Ninguna de las dos
situaciones sucedieron y la mariposa solamente podía arrastrarse en círculos con
su cuerpecito hinchado y sus alas dobladas.
¡Cuanta verdad hay en esto! Cuantas veces hemos querido tomar el camino fácil
para salir de dificultades, tomando esas tijeras y recortando el esfuerzo y la lucha.
Necesitamos recordar que todo lo que sucede en nuestra vida es una lección y
una oportunidad. Y que a través de nuestros esfuerzos nuestros triunfos y en
ocasiones nuestras caídas, somos fortalecidos, así como el oro es refinado con el
fuego.
Anónimo.