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Material Extra de Cirugia
Material Extra de Cirugia
Material Extra de Cirugia
Trauma cardíaco.
El corazón puede ser afectado tanto por heridas penetrantes como por
traumatismos contusos. El traumatismo penetrante generalmente es debido a
heridas por armas blanca, armas de fuego o de tipo iatrógeno; en el traumatismo
cerrado o contuso el mecanismo puede ser o un golpe directo sobre el precordio o
indirecto con punto de entrada del trauma en otra parte del cuerpo, como en una
caída de una altura, la desaceleración de un accidente automovilístico, etc.
Desde el punto de vista clínico las manifestaciones de un trauma penetrante del
miocardio pueden ser las de un colapso circulatorio por pérdida de sangre (shock
hemorrágico) o por taponamiento cardíaco (shock obstructivo), por acumulación de
sangre en la cavidad pericárdica (hemopericardio) o la conjunción de ambos. El
trauma cerrado o contuso, por su parte cursa, generalmente, con dolor precordial,
disnea, disrritmias, soplos, shock cardiogénico y taponamiento cardíaco. Es decir,
se parece bastante al cuadro de infarto agudo del miocardio y de hecho se trata de
manera similar.
El diagnóstico de un trauma cardíaco es esencialmente clínico, sobre todo
tratándose, del traumatismo penetrante, pero de igual forma lo es en el cerrado o
contuso. Pueden ser auxiliares en el diagnóstico: RX de tórax, EKG (ECG),
ecocardiograma, ventriculografía con radioisótopos, TAC (Tomografía axial
computarizada), RM (Resonancia magnética), estudios de laboratorio, sobre todo en
el trauma cerrado, con la determinación de algunas enzimas cardíacas, como la
troponina, etc., la pericardiocentesis y la pericardiostomía. Hay que tomar en cuenta
que la herida cardíaca es una grave emergencia que puede comprometer la vida del
individuo por lo que el uso de recursos diagnósticos paraclínicos dependerá
particularmente de la condición de inestabilidad o estabilidad hemodinámica del
paciente.
El tratamiento está dirigido a recuperar la condición hemodinámica del paciente que
se hace simultáneamente mientras se están realizando las aproximaciones
diagnósticas.
El trauma penetrante se trata con resucitación con líquidos, oxigenoterapia,
administración de sangre si es menester, manejo del taponamiento cardíaco y por
supuesto el manejo quirúrgico dependiendo del mecanismo y magnitud del trauma.
El primero en reparar una herida cardíaca, de forma exitosa, fue el cirujano alemán
Ludwig Rehn en 1896. El abordaje hacia el corazón es lógicamente a través de la
pared torácica, sea una esternotomía media (Duval, 1897) o una toracotomía
anterolateral izquierda (Spangaro, 1906). La reparación casi siempre consiste en
una sutura directa a la laceración cardíaca.
El trauma contuso o cerrado se trata generalmente con resucitación con líquidos,
sangre si es necesario, oxigenoterapia, analgésicos, etc. (similar al manejo de un
infarto agudo del miocardio). Monitoreo estricto del paciente en una unidad de
cuidados intensivos (UCI). Si no responde a medidas convencionales,
eventualmente podría requerir la intervención quirúrgica.
Lesiones del diafragma.
El diafragma, el músculo de fibras estriadas que se encuentra en el tronco,
dispuesto de manera transversal y que separa las cavidades torácica y abdominal y
que actúa predominantemente en la respiración. Puede ser víctima de distintos tipos
de patologías, tanto de naturaleza congénita como adquirida y pueden variar desde
defectos hasta neoplasias.
Con mucho, las lesiones más frecuentes del diafragma son las hernias y las
eventraciones.
Una hernia es un defecto de una pared o de una separación corporal que se
encuentra como delimitante de una cavidad o un espacio y que permite,
generalmente, el paso a través de dicho defecto del contenido de la cavidad o del
espacio en cuestión.
En el diafragma, la hernia puede ser tanto congénita como adquirida.
Dentro de las hernias congénitas se pueden considerar: la hernia de Bochdalek,
que aparece como un defecto en la porción póstero lateral del diafragma,
particularmente del lado izquierdo, ya que el lado derecho tiene una protección
natural que es el hígado y además el proceso de cierre del tabique transverso que
representa el diafragma, durante el período embriológico, se verifica más temprano
en el lado derecho que en el izquierdo, por lo que hay mayor predisposición a la
presencia de este tipo de hernia en este último lado. También la hernia congénita
puede ocurrir en la parte anterior del diafragma, es decir, en relación con sus
inserciones esternales, más hacia el lado derecho que hacia el izquierdo, aunque se
puede presentar en cualquiera de los lados. Este tipo de hernia llamada
paraesternal o retoresternal, es conocida como hernia de Morgagni, cuando es
hacia el lado derecho y cuando es hacia el lado izquierdo se le llama de Larrey.
En la hernia de Bochdalek se produce el paso del contenido del abdomen, por su
mayor presión, al interior de la cavidad torácica, particularmente, estómago y/o
intestino.
Las manifestaciones clínicas que por lo general están presentes al nacimiento se
caracterizan, sobre todo, por la gran dificultad respiratoria del recién nacido
afectado, pudiéndose acompañar de otras manifestaciones correspondientes a otras
anomalías congénitas concomitantes como anomalías cardíacas o del mismo
aparato digestivo. En el examen físico, el paciente puede presentarse con un
abdomen escafoideo, es decir, como si estuviera excavado o vacío debido al paso
de las vísceras digestivas al interior del tórax, también se pueden escuchar ruidos
hidroaéreos en el interior del tórax, correspondientes al peristaltismo de las vísceras
herniadas.
El diagnóstico se hace basado en la clínica y con el auxilio de estudios de imágenes
como la radiografía simple de tórax y con el uso de medio de contraste por vía de
una sonda nasogástrica que revela la presencia de las vísceras digestivas dentro
del tórax.
El tratamiento es quirúrgico, una vez el paciente es estabilizado desde todos los
puntos de vista. Se aborda, por lo general, por el abdomen y se reduce el contenido
herniado, cerrando el defecto diafragmático y drenando el tórax con tubo de pecho
bajo sello de agua.
El pronóstico dependerá del estado de desarrollo y compromiso pulmonar del
paciente, si hay otras patologías congénitas concomitantes y el estado de las
vísceras herniadas.
La hernia de Morgagni Larrey es menos frecuente que la de Bochdalek y aunque
pueden pasar igualmente vísceras abdominales al interior del tórax, las
manifestaciones son menos comunes y menos dramáticas. El tratamiento es
quirúrgico y más o menos similar al de Bochdalek.
Otra afección del diafragma es la eventración que consiste en una debilidad en
una parte o en todo el diafragma, aunque por lo general es unilateral sobre todo del
lado izquierdo, que permite la elevación del mismo con el desplazamiento
ascendente del contenido abdominal pero sin penetración a la cavidad torácica
porque no hay un defecto. Puede ser congénita o adquirida. Se implica como causa
del trastorno a la lesión del nervio frénico (parálisis), sea durante el parto, durante
una cirugía o como consecuencia de una infiltración neoplásica.
Clínicamente puede haber dolor torácico, dolor abdominal, dificultad respiratoria,
vómitos y otras manifestaciones gastrointestinales y todas las manifestaciones
dependiendo del grado de afectación diafragmática. El diagnóstico se hace
regularmente por la clínica y los estudios de imágenes como RX, tomografía y
resonancia magnética.
El tratamiento es quirúrgico y consiste en la plicatura, que es suturar la porción
eventrada sobre el diafragma sano.
Las hernias hiatales se refieren a alteraciones relacionadas con el esófago y su
paso por su orificio (hiato) diafragmático. Se clasifican en dos: la hernia deslizada
(tipo 1) que es cuando tanto la unión gastroesofágica (cardias) y parte del estómago
en continuidad, pasan al tórax a través del hiato esofágico y la tipo 2 o
paraesofágica cuando una parte del estómago o todo él pasan hacia el tórax a
través del hiato, permaneciendo la unión gastroesofágica en el interior del abdomen.
Las más comunes en frecuencia son las tipo 1 y sus manifestaciones están
relacionadas con el reflujo gastroesofágico, siendo su diagnóstico y manjeo similar a
esta entidad; de hecho, la hernia deslizada es una de las causas más frecuentes del
reflujo gastroesofágico.
La paraesofágica o tipo 2, menos frecuente, puede ser asintomática o dar síntomas
como consecuencia de la compresión: obstrucción con dolor abdominal, vómitos,
sangrado digestivo hasta complicarse con una estrangulación del estómago
herniado y las secuelas que implica.
El diagnóstico debe ser sospechado por la clínica y confirmarlo con estudios de
imágenes, sea la serie gastroduodenal, la tomografía, etc. o los estudios de
endoscopía. Una vez hecho el diagnóstico el tratamiento es siempre quirúrgico por
las complicaciones que puede implicar.
El diafragma también puede lesionarse como consecuencia del trauma tanto
cerrado como penetrante del tórax y del abdomen. La llamada rotura
diafragmática, que podría diagnosticarse de forma aguda durante el evento inicial
pero puede pasar desapercibida y presentarse las manifestaciones clínicas días,
semanas, meses y aún muchos años después del incidente que lo originó. En esta
última situación el paciente podría quejarse de manera recurrente de dolor
abdominal, náuseas, vómitos, constipación, dificultad respiratoria, dependiendo de
la víscera o las vísceras que se hayan herniado a través del defecto creado como
consecuencia del trauma y la cantidad de vísceras afectadas.
El diagnóstico es clínico y generalmente se confirma con estudios de imágenes, RX
simple de tórax, uso de radiografías con medio de contraste, TAC, etc.
El tratamiento es quirúrgico y consiste en reducir las vísceras herniadas y el cierre
del defecto creado como consecuencia del trauma. El abordaje será torácico o
abdominal o combinado, dependiendo del tiempo de evolución; mientras más tiempo
ha transcurrido habrá más adherencias de las vísceras herniadas con el interior del
tórax. Sin embargo, el abordaje dependerá mucho de la experiencia del cirujano.
En cuanto a la afección neoplásica, el diafragma es poco asiento de esta alteración.
En rarísimas ocasiones se puede presentar una lesión primaria del mismo que es un
rabdomioma o su variante maligna, el rabdomiosarcoma, más bien la afección del
diafragma no es de el mismo como tal sino el compromiso de su cobertura serosa,
sea pleural, pericárdica o peritoneal por siembras gravitacionales o por difusión
linfática de neoplasias malignas en alguna de las serosas mencionadas o de
órganos ubicados en el tórax o el abdomen.
Cánceres viscerales más comunes del aparato digestivo.
No se incluye el del esófago por haber sido tratado de forma individual en otra clase.
Cáncer de estómago.
Es frecuente, sobre todo, en el oriente (Japón) y en algunos países
latinoamericanos como Chile, entre otros.
La variedad más común es el adenocarcinoma, aunque pueden existir otras
variedades como el tumor estromal maligno, anteriormente conocido como
leiomiosarcoma, también el linfoma primario. Sin embargo, la mayoría de las
características descritas en todos los órdenes se refiere de manera particular al
adenocarcinoma.
Se puede presentar en cualquier sexo, aunque se señala que es ligeramente más
frecuente en el varón que en la mujer. La edad es otro factor que ha variado, pues
se señalaba que era una enfermedad de organismos envejecientes, no obstante, es
cada vez más frecuente su incidencia en individuos de 40 años o menos. Se han
implicado factores múltiples en su etiología, incluyendo: alimenticios, ambientales,
hereditarios, etc.
Desde el punto de vista clínico, sus manifestaciones son muy escasas o ninguna en
los estadios iniciales, por lo que cuando aparecen síntomas y/o signos ya la
enfermedad ha progresado bastante. Son manifestaciones: anemia, pérdida de
peso, dolor abdominal, vómitos, masa en epigastrio, hemorragia digestiva
(hematemesis, melanemesis, melena, hematoquecia), sangre oculta en heces y
otros hallazgos a la exploración como el signo de la hermana María José, signo de
Irish, anaquel de Blumer, ganglio de Virchow, etc.
El diagnóstico es tanto por la clínica, pero se confirma por los hallazgos
endoscópicos (clasificación de Bormann, clasificación japonesa, etc.) y que se
precisa con la biopsia que se obtiene a través de ella. La serie gastroduodenal con
bario se utiliza aún, pero ya ha sido en cierta forma sustituida por la endoscopía.
Otros recursos como la sonografía endoscópica, TAC y RM se utilizan para el
estadiaje (conocer el estadio de la enfermedad), basado esto último en los criterios,
generalmente, del TNM (tamaño del tumor [por extensión a través de las capas del
órgano], nódulos o ganglios linfáticos afectados y las metástasis o extensión
sistémica de la enfermedad).
También se utiliza el laboratorio general así como el específico en la determinación
de marcadores tumorales como el CEA (antígeno carcinoembrionario), entre otros.
El tratamiento del cáncer gástrico con gastrectomía total o subtotal, dependiendo de
cual tercio del estómago esté comprometido, pudiendo acompañarse o no disección
ganglionar concomitante, dependiendo de la extensión de la enfermedad. Por lo
general, se acompaña de tratamiento coadyuvante, que puede ser radio y/o
quimioterapia, esta última casi siempre se incluye en cualquier protocolo de manejo
de este tipo de cáncer, así como otras modalidades de tratamiento sistémico:
inmunoterapia, etc.
Cáncer de colon y recto.
Es el cáncer más común del tracto digestivo. La mayoría es adenocarcinoma, pero
igual que en el estómago y en otras partes del tubo digestivo puede aparecer el
tumor estromal maligno, que en realidad es un sarcoma y otras variedades.
Su incidencia es mayor a medida que aumenta la edad, pero como se dijo para el
cáncer gástrico, no es infrecuente ver el cáncer colorrectal en individuos menores de
40 años, es decir, en adultos jóvenes, sobre todo, si está asociado a alguna
enfermedad polipidoidea hereditaria, como el síndrome de Turcot, el síndrome de
Gardner, la poliposis heredofamiliar, etc. Los fenómenos dietéticos, inflamatorios y
otros han sido culpados de su etiología.
Ambos sexos, por igual, pueden ser afectados.
Las manifestaciones clínicas son peculiares si se trata del lado derecho o del lado
izquierdo. Así en el derecho encontramos: anemia, sensación de masa, sangre
oculta positiva, molestias postprandiales, debilidad general. Los síntomas
obstructivos no se presentan hasta etapa final muy avanzada, debido a que el
diámetro del colon de ese lado es mayor y las lesiones tienden a crecer de manera
exofítica, es decir, sin proyección hacia la luz sino hacia fuera, por lo que dan más
sensación de masa que los del lado izquierdo.
Los del izquierdo, incluyendo a los del recto, tienden a dar manifestaciones de tipo
obstructiva más tempranamente en su evolución. Así, una de las manifestaciones
principales será el cambio de los hábitos defecatorios, aparece constipación cuando
antes no existía, el calibre de las heces cambia, se hacen más finas o se evacuan
en porciones muy pequeñas y redondeadas (como bolitas), puede haber
hematoquecia también. La aparición de una masa puede también estar presente,
pero en un estadio muy tardío.
El diagnóstico se sugiere por la clínica, así como estudios de imágenes como la
enema o el colon baritado, pero se confirma con la endoscopía
(rectosigmoidoscopía y/o la colonoscopía) que permite no solo la apreciación directa
de la lesión sino la toma de biopsia para la precisión del diagnóstico. Otros estudios
sirven para determinar el estadio del cáncer como en otros órganos del aparato
digestivo tales como la sonografía endoscópica, la TAC, la RM, entre otros para
comprobar la extensión bajo el mismo criterio TNM que mencionamos en el cáncer
de estómago y en otras partes de la economía corporal. El laboratorio puede ser útil,
sobre todo con la determinación de marcadores tumorales como en otros cánceres
digestivos y de otras partes del cuerpo.
El tratamiento del cáncer de colon necesariamente implica la extirpación quirúrgica
como modalidad primara, con resecciones variables que pueden eliminar la lesión
local (muy pocas veces empleada) hasta las hemicolectomías derecha o izquierda,
resección del transverso, del recto, etc. dependiendo, como se dijo, de la
localización y la extensión de la enfermedad, así como la resección concomitante de
los linfáticos. Igual que en otras partes del cuerpo, dependiendo de la extensión, la
afección del órgano en si (en el caso del colon y recto se utilizan las clasificaciones
de Duke o de Aster Coller) y las metástasis se utilizan la radioterapia y/o la
quimioterapia, sobre todo esta última y se ensayan en la actualidad con otros
cánceres del cuerpo la inmunoterapia y la terapia inhibidora de la angiogénesis
(propiedad de formación de vasos sanguíneos de los tejidos, particularmente los
malignos).
Cáncer de páncreas.
Generalmente surge de los acinos pancreáticos, por lo que es un adenocarcinoma.
Pueden existir también tumores de las células endócrinas, pero son mucho menos
frecuentes. Puede aparecer en la cabeza, que son los más frecuentes o en el
cuerpo y la cola del órgano.
Se ha asociado igual que otros cánceres con diversos factores predisponentes y
etiológicos, entre ellos irritantes como el alcohol, la inflamación crónica, los quistes
neoplásicos, entre otros.
Afecta ligeramente más a los hombres que a las mujeres. La edad, generalmente es
hacia los 60, pero como se dijo en otras condiciones anteriores, no es raro verlo a
los 40 o menos.
Las manifestaciones son muy variables y cuando están presentes, casi siempre el
cáncer ya ha progresado bastante en su desarrollo. Pueden ser desde dolor
abdominal vago, crónico, pérdida de peso, dispepsia, etc.
La manifestación cardinal es la ictericia, sobre todo, presente en prácticamente
todos los de cabeza, puede haber prurito también. La ictericia es una manifestación
común que se presenta en otros cánceres que aparecen en el mismo sitio que el de
la cabeza de páncreas como en el de duodeno (que afecta la segunda porción del
duodeno), el de colédoco inferior y el de la ampolla de Vater, por lo que se ha dado
en llamar a estas cuatro entidades cánceres periampulares. Con todo, el de la
cabeza de páncreas es el más común.
El diagnóstico se hace en base a la clínica y a los estudios de imágnes: serie
gastroduodenal, cpre (colangiopancreatografía retrógrada endoscópica), TAC, RM,
colangioresonancia, entre otros. Debe confirmarse por biopsia, siendo esta última de
muy difícil comprobación por la adquisión de muestra tisular, debido a la ubicación
difícil del páncreas en el retroperitoneo, lo que hace necesario que en muchas
ocasiones se apele a la laparoscopía o a la misma laparotomía exploratoria para la
obtención de muestra de tejido para biopsia..
El cáncer de páncreas, tanto de la cabeza como del cuerpo y cola es de muy mal
pronóstico.
Cuando se puede está indicada la resección quirúrgica, para los de la cabeza del
páncreas está indicada la resección pancreaticoduodenal (operación de Whipple) y
para los de cuerpo y cola está indicada la pancreatectomía distal.
Siempre está indicado el tratamiento coadyuvante, generalmente, quimioterapia.
Como se dijo, es un cáncer de muy mal pronóstico. Con muy escasa sobrevida a los
cinco años de control.
Síndrome de Leriche.
Es un cuadro caracterizado por impotencia (generalmente coeundi), claudicación
sobre todo a nivel de las nalgas y atrofia de los músculos glúteos así como también
puede coexistir déficit irrigatorio en las extremidades inferiores.
Se debe a la oclusión de la aorta distal, su bifurcación y las ilíacas comunes o
primitivas por la arteriosclerosis.
El tratamiento quirúrgico como la endarterectomía, el bypass (puente) aorto femoral
o potencialmente el stent endovascular son las modalidades más aplicadas.
De nuevo el gran problema está representado por la enfermedad de base que es la
arterioesclerosis.
Enfermedades de grandes vasos
Disección aórtica aguda es una separación que se produce en el interior de las
capas de la aorta, sobre todo la torácica, aunque puede extenderse hasta la
abdominal, como consecuencia de un desgarro de la íntima con una debilidad o
lesión de la capa media, desarrollándose una falsa luz y como consecuencia un
“doble barril” es decir dos luces por donde discurre el torrente sanguíneo, una que
es la luz verdadera del vaso y la otra, como se dijo, una falsa, por donde también
circula la sangre por una distancia variable hasta que luego puede reentrar o no al
lumen normal.
Su etiología puede ser diversa: hipertensión arterial, que es la más importante,
síndrome de Marfan (afección del tejido conectivo), coartación de la aorta, necrosis
quística de la capa media, enfermedades valvulares del corazón, etc.
Esta enfermedad ha sido mal llamada “aneurisma disecante de la aorta”, pero en
realidad no hay tal aneurisma, sino como se dijo una disección entre las capas
íntima y media de la aorta, no una dilatación por enfermedad de la pared arterial
como ocurre en el aneurisma.
Dependiendo de cuales segmentos de la aorta torácica estén afectados, se ha
clasificado la disección aórtica aguda, de acuerdo a dos nomenclaturas: la de
DeBakey y la de Stanford.
La primera (DeBakey) reconoce tres tipos de disección aórtica aguda: I, II y III
L a tipo I involucra tanto la aorta ascendente como la descendente. La tipo II
compromete la aorta ascendente y la tipo III implica sólo la aorta descendente, es
decir, debajo de la subclavia izquierda.
La de Stanford divide la patología en dos tipos: A y B.
El Stanford A es cuando está comprometida la aorta ascendente,
independientemente si pudiera estar comprometida también la aorta descendente,
es decir, que en esta clasificación pueden estar incluidas tanto la tipo I como la II de
DeBakey.
En el tipo B de Stanford está afectada la aorta descendente, o lo que es lo mismo,
se corresponde con el tipo III de DeBakey.
Clínicamente la disección aórtica aguda se presenta como un dolor torácico súbito,
muy fuerte, desgarrante, el paciente siente como que algo se desgarra en el interior
de su pecho, siendo percibido como un dolor más fuerte que el infarto del miocardio,
con frecuencia irradiado hacia la espalda, en algunas ocasiones extremas, pudiera
verse una coloración violácea en la espalda en sentido axial, vertical. Al examen
físico pueden encontrarse una gama diversa de signos, tales como evidencias de
taponamiento cardíaco, soplos, alteraciones del electrocardiograma,
desvanecimiento del paciente, alteración de los pulsos periféricos, manifestaciones
isquémicas en otras partes del cuerpo, etc.
El diagnóstico se realiza generalmente con la clínica ayudada por estudios de
imágenes tales como la RX de tórax, la ecocardiografía (sobre todo transesofágica),
TAC y sobre todo la aortografía.
El tratamiento depende del tipo de disección, en los tipos I y II DeBakey (Stanford A)
es quirúrgico, que puede incluir desde el cierre de los desgarros en la íntima en los
casos más simples hasta un procedimiento bastante complejo, el de Edwards,
donde se reemplaza la aorta ascendente con un injerto sintético, reemplazo valvular
y reimplantación de la coronarias.
La de DeBakey tipo III (Stanford B) se trata desde el punto de vista médico con el
control de la hipertensión arterial, a menos que la disección haya producido una
ruptura importante de la aorta o determine oclusiones importantes de los vasos
colaterales
El control médico de la presión arterial del paciente, si sobrevive, será de por vida,
como lo es habitualmente en la hipertensión arterial ordinaria.
Celulitis y linfangitis
La primera consiste en una inflamación, de origen infeccioso, que afecta al tejido
celular subcutáneo como resultado de la invasión de este por bacterias,
generalmente, estafilococos y estreptococos y que tiene como factores
desencadenantes traumatismos, picaduras, enfermedades sistémicas
inmunodepresoras (diabetes, sida, etc.), medicamentos inmunodepresores, etc.
La afección no es exclusiva de la pared abdominal, puede ocurrir en otras partes del
cuerpo. Clínicamente hay dolor, eritema, calor en el área afectada. Puede haber fiebre
y malestar general. El diagnóstico es en base a la clínica y los datos de laboratorio.
El tratamiento es esencialmente manejo local con fomentos de calor y desde el punto
de vista sistémico el uso de antibióticos.
La linfangitis por su parte, es una inflamación de los vasos linfáticos que puede ser
consecuencia de una infección estreptocócica o estafilocócica o de una celulitis.
Clínicamente hay dolor local, ganglios aumentados de tamaño (dolorosos o no) en la
región inguinal o en la axilar, dependiendo de la zona afectada, se pueden apreciar
también en muchas ocasiones unas líneas rojas, expresión del proceso inflamatorio
de los vasos linfáticos, fiebre, malestar general. El diagnóstico se fundamenta en la
clínica y los datos de laboratorio.
El tratamiento es la aplicación de fomentos de calor local y el uso de antibioticoterapia
sistémica.
Absceso
Es el resultado de la acumulación de pus en un sitio específico de la pared abdominal,
pudiendo ser resultado de cualquiera de los procesos anteriores y muy eventualmente
ser la expresión de un proceso inflamatorio intraabdominal como una apendicitis
complicada o una diverticulitis, entre otros.
Las manifestaciones son las clásicas de: tumefacción, dolor, calor, enrojecimiento.
Puede haber manifestaciones sistémicas como la fiebre.
El diagnóstico es esencialmente clínico, pudiendo recurrirse en algunas
circunstancias a la punción para comprobar la presencia del pus.
El tratamiento esencial es el de cualquier absceso en cualquier localización de la
economía: incisión y drenaje. Se puede acompañar en algunos casos de
antibioticoterapia, pero lo antes establecido es lo primordial.
Difusas: son las que pasan a través de defectos o anillos amplios. Las posibilidades
de incarceración en ellas es mucho menor. Ejemplos: hernia inguinal directa, hernia
incisional o postoperatoria.