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Journalsauthors, PROSTITUCIÓN FEMENINA
Journalsauthors, PROSTITUCIÓN FEMENINA
Journalsauthors, PROSTITUCIÓN FEMENINA
ACCESS
PROSTITUCIÓN
FEMENINA Y GÉNERO EN
EL CONTEXTO COLOMBIANO: UN ESTADO
DEL ARTE (2010-2019)
FEMALE PROSTITUTION AND GENDER IN THE COLOMBIAN CONTEXT: A STATE OF
THE ART. (2010-2019)
Alejandra Celis LozanoI, Sandra Milena Cristancho GómezII, Nubia Valero AcevedoIII,
María Mercedes Lafaurie VillamilIV
Universidad El Bosque
Resumen
Introducción: desde el enfoque de género, la prostitución de las mujeres se explica como una expresión del modelo patriarcal.
Este enfoque puede aportar elementos sustanciales para la comprensión y el abordaje a la prostitución femenina, de cara a la
realidad colombiana, donde se carece de estudios documentales en esta línea conceptual. Método: se realizó un estado del arte
de la investigación teórica y aplicada sobre la prostitución femenina, con lectura de género, en el periodo 2010-2019. Resultados:
de los estudios analizados, varios situados en Bogotá, se ocupa especialmente la academia. Los autores coinciden en que
I Magíster en Salud Sexual y Reproductiva, Universidad El Bosque. Bogotá, Colombia. Contacto: acelisl@unbosque.edu.co. ORCID: https://orcid.org/0000-0002-2809-0816 https://scholar.
google.com/citations?view_op=new_articles &hl=es&imq=Aleja+Celis+Lozano#
II Magíster en Salud Sexual y Reproductiva, Universidad El Bosque. Bogotá, Colombia. Contacto: scristanchog@unbosque.edu.co. ORCID: https://orcid.org/0000-0002-1022-0424 https://
scholar.google.com/citations?view_op=new_articles &hl=es&imq=SANDRA+MILENA+CRISTANCHO+GOMEZ
III Magíster en Salud Mental Comunitaria, Universidad El Bosque. Bogotá, Colombia. Contacto: nvaleroa@unbosque.edu.co. ORCID: https://orcid.org/0000-0002-6088-1255 https://scholar.
google.com/citations?view_op=list_works&hl=es&user=g9G0MUQAAAAJ
IV Magíster en Igualdad y género en el ámbito público y privado, Universidad Jaume I. Profesora Maestría en Salud Sexual y Reproductiva, Universidad El Bosque. Integrante del grupo de
investigación Cuidado de la Salud y Calidad de vida. Bogotá, Colombia. Contacto: lafauriemaria@unbosque.edu.co ORCID: http://orcid.org/0000-0002-5993-740X. https://scholar.google.es/
citations?user=9m3FLrYAAAAJ&hl=es
rev.colomb.cienc.soc. |Vol. 12 | No. 1 | pp. 279-309 | enero-junio | 2021 | ISSN (En línea): 2216-1201 | Medellín-Colombia
280 Alejandra Celis Lozano, Sandra Milena Cristancho Gómez, Nubia Valero Acevedo y María Mercedes Lafaurie
Villamil DOI: https://doi.org/10.21501/22161201.3356
la prostitución se deriva de la intersección entre desigualdades de género e injusticia social, y causa violencias de género y
estigmatización. Políticas sociales para erradicarla, legalización y empoderamiento de las mujeres surgen como opciones para
hacerle frente. Conclusión: para nutrir la política pública se requiere avanzar en la comprensión de los aspectos subjetivos
implicados en este estilo de vida, profundizar en los discursos, construcciones y significados de género, e incluir la realidad de
quienes están inmersas en la modalidad “prepago”.
Palabras clave
Prostitución; Género; Estudios sobre las mujeres; Derechos humanos; Colombia.
Abstract
Introduction: According to the gender perspective, the prostitution of women is explained as an expression of the patriarchal
model. This approach can provide substantial elements for the understanding and approach to female prostitution, facing the
Colombian reality, where there is a lack of documentary studies in this conceptual line. Method: a state of the art of theoretical and
applied research on female prostitution was carried out, with a gender reading, in the period 2010-2019, based on 18 studies.
Results: Rendering to the studies analyzed, several located in Bogotá, the academy is especially concerned. The authors agree
that prostitution stems from the intersection between gender inequalities and social injustice and causes gender violence and
stigmatization. Social policies to eradicate it, legalization, and empowerment of women emerge as options to face it. Conclusión:
Concerning the above, to nurture public policy, it is necessary to advance in the understanding of the subjective aspects involved in
this lifestyle, deepening the discourses, constructions, and gender meanings and including the reality of those who are immersed
(women) in the “prepaid” modality.
Keywords
Prostitution; Gender; Studies on women; Human rights; Colombia.
Las protagonistas de la prostitución han sido y siguen siendo esencialmente las mujeres, a pesar de que hoy
constituye una práctica en la que se ven también incluidos los hombres y las mujeres transgénero. Como ejemplo
de ello, en veinte localidades de Bogotá se halló que, según identidad de género, el 92.4 % de las personas que
ejercen la prostitución son mujeres, 6.3 % son mujeres transgénero y 1 % hombres (Secretaría Distrital de la
Mujer, 2015). El estigma y la exclusión derivados de esta actividad recaen sobre las mujeres de manera particular
como resultado de los mandatos de género propios del modelo patriarcal que imponen un orden moral diferente a
las mujeres y a los hombres (Sevilla Casas, 2003; Lamas, 2016).
Dados los cambios económicos y tecnológicos que han sobrevenido con la globalización, la prostitución es hoy
un fenómeno creciente, marcado por la movilidad y la multiplicidad, que se ve acompañado de otras variantes
subterráneas del comercio sexual —como la pornografía, el turismo sexual y la trata de personas— y cuya
incidencia de difícil cuantificación (Tirado Acero, 2010). Según Cobo Bedia (2014), la prostitución ha dejado de
ser un fenómeno social reducido y encapsulado para convertirse en una potente industria global que moviliza
cuantiosas sumas de dinero anualmente. Cobo Bedia (2016) afirma que cuando las políticas económicas
neoliberales se aplican globalmente, la prostitución pasa de ser solo una práctica patriarcal a convertirse también
en un sector económico relevante de la economía internacional y, especialmente, de la economía ilícita. La
prostitución de hoy es un negocio global interconectado en el que las mafias de la economía criminal tienen en sus
manos el control de todo el proceso (Cobo Bedia, 2014). La prostitución, además, se ha expandido y diversificado
en un ámbito de explotación y precarización cada vez más legitimado por el mismo sistema poscapitalista
(Gómez-Suárez & Verdugo-Matés, 2015). El nuevo orden global del mercado del sexo evidencia una estructura
sexista, clasista y racista, según el análisis realizado por Hurtado
Saa (2014), quien encuentra que la relación entre género, poder, sexualidad y mercado permea las relaciones
sociales tanto entre hombres y mujeres como entre países ricos y pobres. La situación de las mujeres y niñas en el
ámbito internacional precipita las condiciones que llevan a que el trabajo sexual sea en su mayor parte
desempeñado por este grupo poblacional (Tirado Acero, 2014).
Como lo exponen Betancur Betancur y Marín Cortes (2011), la prostitución suele ser definida como el
intercambio comercial de sexo por dinero. No obstante, señalan los autores, se trata de una realidad asociada a las
particularidades de los contextos, que conlleva un cruce de coordenadas en un mundo complejo donde convergen
diversas subjetividades. Tirado Acero (2011) afirma que esta práctica se ve estrechamente ligada a las estructuras
culturales y a las dinámicas económicas, políticas e ideológicas de la sociedad en que se presenta.
En el abordaje a la prostitución femenina surgen diversidad de miradas y argumentos mediante los que se
busca ofrecer una aproximación a su comprensión y abordaje, ninguno de los cuales escapa de un
posicionamiento ideológico y político. Frente a esta realidad se han venido estableciendo sistemas jurídicos que se
mueven entre la perspectiva prohibicionista, que la asume como algo ilegal; la abolicionista, que la ve como
inaceptable moralmente, si bien no busca reprimir a quien la ejerce, y la reglamentarista, que se centra en la
problemática social, de salud pública y de derechos humanos que representa, y busca implementar estrategias para
minimizarla. A las anteriores tendencias se suma la laboralista, que busca reconocer el trabajo sexual como una
actividad laboral más, partiendo de su carácter inextinguible y recurrente (Tirado Acero, 2010; Tirado Acero,
2011).
En Colombia se considera la prostitución como una actividad comercial lícita en la que se requiere el
cumplimiento de las siguientes condiciones: ser ejercida por mayores de edad, ser voluntaria, consciente y
realizada bajo las normas legales vigentes (Corte Constitucional, 2017). A partir de la Sentencia de la Corte
Constitucional T-629 de 2010V (Corte Constitucional, 2010), se ha venido generando un nutrido debate frente a la
eventual legalización del trabajo sexual en Colombia, con lo que esta actividad sería considerada un trabajo como
cualquier otro, enmarcado en el sistema laboral (Tirado Acero, 2011). En la última década han surgido en el país
estudios en las ciencias sociales que buscan hacer aportes a la discusión desde diferentes marcos de referencia.
Según lo observan Planas Gonzales y Gutiérrez Velasco (2018), a partir de un estado del arte de la investigación
sobre el tema, en que se consideró el contexto internacional, Colombia es uno de los países con mayor interés en
el estudio de este fenómeno.
Entre los estudios recientes que permiten hacer una aproximación a la prostitución de mujeres en Colombia,
desde los datos descriptivos, se pueden reportar tres especialmente importantes: el estudio Comportamiento
sexual y prevalencia de infección por VIH en mujeres trabajadoras sexuales, realizado por el Mecanismo
Coordinador de País del Fondo Mundial de lucha contra el Sida, la Tuberculosis y la Malaria (2013), el informe
Homicidios en mujeres en situación de prostitución
durante los años 2004 a 2013 realizado por el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses (2014) y
el estudio Acercamiento al fenómeno de la prostitución en Bogotá de la Secretaría Distrital de la Mujer (2015).
El estudio realizado por el Mecanismo Coordinador de País-Colombia (2013) en cinco ciudades de Colombia
(Medellín, Barranquilla, Bogotá, Bucaramanga y Cali) concluye que en promedio las trabajadoras sexuales tienen
32 años de edad, son solteras, se hallan en los estratos socioeconómicos más bajos (1, 2 y 3), y su nivel educativo
máximo está en la secundaria. Reporta el estudio que el maltrato y abuso se presentan en una proporción
considerable de mujeres trabajadoras sexuales; el tipo de maltrato verbal es el más frecuente, aunque un número
superior al 30 % reportó también maltrato físico, siendo el cliente el principal agresor. Informa este estudio que,
entre las mujeres encuestadas, más del 90 % reportó haber consumido alguna sustancia psicoactiva. La edad
V Se puede revisar en https://www.corteconstitucional.gov.co/relatoria/2010/t-629-10.htm
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promedio en que iniciaron su desempeño en el trabajo sexual fue los veintidós años. Acerca del tiempo dedicado
la práctica, se estableció que es de 5,2 días a la semana y el número semanal promedio de clientes es diecisiete.
El reporte del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses da cuenta del feminicidio de 238
mujeres dedicadas a la prostitución reportados entre 2004 y 2013, concentrado sobre todo en mujeres jóvenes:
28,6 % entre 20 y 24 años, 21.42 % entre 25 y 29 años, y el 9 % entre niñas y adolescentes. En cuanto a la
escolaridad, el 50 % tenían nivel de básica primaria, un 19 % básica secundaria y solo el 2 % educación media.
Murieron por acción de armas de fuego cerca de la mitad de las mujeres, en tanto el 36 % por armas corto
punzantes. En las vías públicas se hallaron el 42.4 % de los casos; el 56 % de los feminicidios fueron cometidos
por un agresor desconocido. Entre los agresores se encuentran sus parejas, los clientes y otras mujeres dedicadas a
la prostitución.
El estudio de la Secretaría Distrital de la Mujer de Bogotá (2015) fue realizado con 1.995 personas de quienes,
como ya se ha mencionado, cerca del 95 % son mujeres. Un 39.9 % tienen entre 18 y 26 años, 48,3 % tienen entre
27 y 45 años, mientras 9.8 % son personas adultas que superan los 46 años; el 50.4 % ejercen la prostitución en
establecimientos, en tanto el 39.2 % en la calle; el 37,2 % alcanzaron el nivel de secundaria, pero no la
terminaron; por otra parte, una de cada cuatro personas terminó la secundaria y cerca del 10 % manifestaron tener
estudios de educación superior. Un 89,1 % cuenta con algún tipo de afiliación a salud.
El informe reporta que el 61 % han sido víctimas de violencia física en el ejercicio de la actividad. Entre el 83
% y 87 % han intentado salir de la actividad. Estos datos se compararon con aquellos obtenidos en 1991 por la
Cámara de Comercio de Bogotá y se hallaron elementos en común que se mantienen. Destaca la Secretaría
Distrital de la Mujer de Bogotá que las constantes halladas en los datos hacen pensar que la prostitución
constituye un sistema complejo que se mantiene a través del tiempo, en el cual se ejerce una variedad de formas
de violencia contra las mujeres. La acumulación de violencias y vulnerabilidades que hace referencia a la posición
subordinada de las mujeres en la
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estructura social, lleva a esa entidad a cuestionar argumentos frecuentemente asociados con la práctica de la
prostitución, como que se trata de una actividad ejercida por libre decisión. De igual modo, el estudio soporta que
la prostitución se adaptada a los cambios sociales, culturales y económicos.
Según Fuller (2017), el enfoque de género puede ser definido como una forma de entender la vida social que
permite reconocer las diferencias en los roles y tareas que realizan las mujeres y los hombres, al igual que las
asimetrías e inequidades en el modo como se relacionan. Asimismo, permite identificar las causas que las
producen para formular medidas orientadas a eliminar brechas sociales producidas por la desigualdad entre
mujeres y hombres. El enfoque de género busca observar, estudiar y transformar diferencias de tipo cultural,
económico y político en la construcción de la condición social de las personas que causan desigualdades, y se
revierten en situaciones de discriminación y exclusión social. Este enfoque responde a la necesidad de estimar y
valorar la realidad desde una mirada centrada en la justicia e igualdad. De una parte, intenta controlar desventajas
y de otra, promueve la igualdad de oportunidades con especial énfasis en el empoderamiento de las mujeres como
titulares de derechos (Faúndez & Weinstein, 2012).
La prostitución de las mujeres se suele analizar y explicar, desde el enfoque de género, como una expresión del
patriarcado. Tal cual lo expone Aragón García (2015), al hablar de patriarcado se hace referencia a un sistema
sociopolítico soportado sobre la base de la superioridad de los hombres y la subordinación femenina. Las
diferentes posiciones sociales que ocupan los hombres y las mujeres se ven determinadas por realidades que
tienen un carácter variable en el espacio y en el tiempo, entre las que se pueden reconocer aquellas de tipo
histórico, religioso, económico y cultural. Según lo señala la autora, el control de la sexualidad ocupa un lugar
preponderante en este contexto rela- cional, marcado culturalmente, toda vez que la capacidad reproductora de la
mujer representa un gran desafío a la supremacía masculina pues, viéndose excluido del control de ese espacio de
poder, el varón lo conquista a través del sometimiento sexual de la mujer. La relación sexualidad-dominación,
según lo expone Aragón García (2015), proyecta una idea del macho como poseedor de una potencia sexual
incontrolable y, como consecuencia de ello, la necesidad de someter o poseer a la mujer, haciendo manifiestos
estereotipos que dan por hecho una hipersexualización de los hombres y su necesidad de contar con mujeres para
controlar dicha energía. La masculinidad hegemónica, como una expresión del poder masculino, se ve
estrechamente relacionada con la prostitución donde se conjugan privilegios tradicionalmente asignados a los
hombres: de género, sexuales y económicos, entre otros (Ranea Triviño, 2016). La prostitución en este momento
histórico neoliberal posee la función de reforzar la sensación de poder y dominio propia de la masculinidad
hegemónica a través del uso misógino de la sexualidad (Gómez-Suárez, et al., 2016).
Ulloa Ziaurriz (2011) plantea que, como modelo social imperante, el patriarcado avanza y se transforma a la
par con la globalización, el crimen organizado y el modelo económico neoliberal; y da pie a fenómenos como el
comercio sexual, que se expresa en la prostitución y la pornografía.
Según lo señalan Castellanos Torres y Ranea Triviño (2014), las estructuras patriarcales interactúan con las
restantes estructuras de poder, llevando a las mujeres, especialmente a aquellas de las clases bajas y a las
inmigrantes, a situaciones de mayor vulnerabilidad frente a los hombres.
Señalan Moran y Farley (2018) que la pobreza, el racismo y el sexismo están inexorablemente conectados en
la prostitución El comercio sexual, según Lamas (2016), refuerza la desigualdad de carácter sexista y apoya la
percepción de las mujeres como objetos sexuales y como personas inferiores socialmente a los hombres. De
Armas Pedraza y Vanegas Ahumada (2014) añaden que las estrategias ideológicas que surgen del patriarcado
conllevan, entre otras situaciones, a la naturalización de las relaciones de dominación que llevan a las mismas
mujeres a posicionarse simbólica y estructuralmente en un lugar de subordinación, lo cual se hace visible en los
ámbitos de la prostitución. En su lógica de dominación, el modelo patriarcal ha enseñado a los varones a lograr su
satisfacción sexual objetualizando a las mujeres como cuerpos “comprados” al servicio de sus deseos, según lo
señalan Delgado Álvarez y Gutiérrez García (2012). De acuerdo con lo expuesto por la Comisión de Derechos de
la Mujer e Igualdad de Género del Parlamento Europeo (2014), la prostitución y la explotación sexual de las
mujeres y niñas representan un obstáculo para la igualdad entre mujeres y hombres. La explotación en la industria
del sexo es causa y consecuencia de la desigualdad de género que perpetúa la idea de que el cuerpo de las mujeres
y las niñas está en venta.
Por ser un modelo explicativo crucial para el análisis de la prostitución como fenómeno social, que afecta de
manera especial a las mujeres, el enfoque de género puede aportar elementos sustanciales para su comprensión y
referentes para su abordaje de cara a la realidad colombiana. Aunque en Colombia hay interés investigativo en el
fenómeno, existe una carencia de estudios documentales en esta línea conceptual que aborden realidades inmersas
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en el contexto colombiano; se ha llevado a cabo un estado del arte de la investigación teórica y aplicada sobre
prostitución ejercida por mujeres, teniendo en cuenta los avances surgidos de estudios recientes que dejan ver el
enfoque de género en su abordaje. La búsqueda se centró en los últimos 10 años y el estudio se ha realizado con
apoyo de documentos seleccionados a partir de bases de datos y de repositorios institucionales. Este trabajo ha
pretendido recoger, organizar y analizar los principales desarrollos conceptuales, los planteamientos centrales y
propuestas que surgen frente al fenómeno, con lo que se busca hacer nuevos aportes a la comprensión de esta
realidad desde una mirada de género.
Método
El estado del arte es un tipo de investigación documental que analiza la producción sobre un área definida
(Molina, 2005). Según Gómez Vargas et al. (2015), el estado del arte es una metodología de investigación
cualitativo-documental de carácter crítico-interpretativo que revisa la representación bibliográfica producida,
trascendiendo el conocimiento acumulado. Se le puede ver como el proceso mediante el cual se investiga sobre lo
investigado. Conlleva un análisis crítico de tipo hermenéutico sobre su objeto de estudio e implica una indagación
de nuevos sentidos, superando el ámbito descriptivo de la información (Guevara Patiño, 2016). En la construcción
del estado del arte se lleva a cabo un proceso de contextualización, ordenamiento e interpretación de la infor-
mación, que conlleva dos grandes momentos, según lo proponen Londoño Palacio et al. (2016):
En el proceso llevado a cabo se partió de una búsqueda de la literatura escrita en español e inglés. Los criterios
para la inclusión de documentos fueron los siguientes: estudios científicos tanto teóricos como aplicados en
ciencias sociales y de la salud que aborden la prostitución ejercida por mujeres en el contexto colombiano, que
dejen ver dentro del análisis de los datos un enfoque de género, publicados entre enero de 2010 y diciembre de
2019. Atendiendo a criterios de exclusión, se descartaron documentos no estructurados científicamente y aquellos
que estuvieran orientados a la trata de mujeres con fines de prostitución, la prostitución forzada, la pornografía, la
explotación sexual infantil y el comercio sexual vía webcam, así como aquellos estudios que no ofrecieran datos
relevantes para la investigación. Se tuvo en cuenta las siguientes bases de datos: Ciencias sociales y Humanas
(CUC), Dialnet, Redalyc, Scielo, Humanidades y Ciencias sociales, ScienceDirect, UNESCO, Latindex, Lilacs,
Researchgate y Clacso, además de repositorios institucionales.
Los siguientes descriptores, organizados mediante operadores booleanos, orientaron la búsqueda, filtrada a
partir de las fechas establecidas: prostitución, trabajo sexual, comercio sexual, mujer, prepaguismo, prepago,
trabajadora sexual, género, perspectiva de género, enfoque de género, análisis de género, Colombia.
Se utilizó para el análisis documental la técnica de fichaje que proponen Montero y Hochman (2005), con lo
que se logró extraer de cada documento la información relevante para el estudio. De igual modo se elaboraron una
matriz bibliográfica y una matriz analítica de contenido, tal cual lo sugieren Gómez Vargas et al. (2015).
Siguiendo a estos autores, el plan de análisis consistió en dos tipos de lectura: la lineal que implicó la revisión
consecutiva de la información obtenida en las fuentes bibliográficas, y la transversal que llevó a la comparación
de las fuentes a partir de las categorías aplicadas para identificar coincidencias, ampliaciones, divergencias y
vacíos del conocimiento, dando pie al proceso hermenéutico-interpretativo.
Resultados
El análisis realizado ha sido dividido en cuatro bloques. El primero está orientado a caracterizar los estudios
realizados a la luz de la afiliación de los autores, las fechas de producción y las metodologías empleadas. El
segundo realiza un recorrido en torno a la conceptualización sobre la prostitución desarrollada por las y los
autores. El tercero se centra en los planteamientos principales surgidos a partir de los hallazgos de los diferentes
estudios y su lectura de género; y el cuarto expone las alternativas y propuestas que surgen desde los autores para
enfrentar esta realidad.
En el proceso fueron obtenidos, en un primer momento, 48 documentos de los cuales fueron seleccionados un
número de 18 que cumplían con los criterios de inclusión: seis trabajos de grado (cuatro de pregrado y dos de
posgrado), nueve artículos científicos, un informe técnico, una ponencia y un libro, como se describe en la Tabla
1.
Tabla 1
Descripción de los estudios según fecha, afiliación y tipo de documento
Tipo de
Autores Título Fecha Afiliación
documento
Percepción del riesgo frente a las infecciones de Universidad de Córdoba, Maestría en
transmisión sexual de trabajadoras sexuales de Salud Pública; EPS Salud Total,
Valencia Jiménez et al. algunos establecimientos de la ciudad de 2011 Artículo
Universidad El Bosque,
Montería Especialización en Salud Familiar
- Córdoba (Colombia)
Relatos de vida de mujeres que ejercen la Artículo
Salamanca et al., prostitución; factores psicosociales y 2011 Universidad Católica de Colombia,
perspectivas a futuro Especialización en Psicología Clínica
Universidad Pedagógica y
Tecnológica de Colombia, Maestría en
Condiza Plazas & Pobreza y prostitución en Boyacá, Colombia: una
2012 Derechos Humanos; Universidad Artículo
Hernández Reyes mirada desde los derechos humanos
Nacional de Colombia, Maestría en
Psicología
Escenarios de vulneración de derechos sexuales
Universidad de La Salle, Facultad de Artículo
Cruz Castillo et al. y reproductivos en mujeres que ejercen 2013
Trabajo Social
prostitución
Universidad de Los Andes, Maestrías
Female Sex Workers in the City of Bogotá: From Artículo
Correa Salazar et al. 2014 de Antropología, Psicología y
Stigma to Empowerment
Economía.
Mujeres que han ejercido la Prostitución en el
Universidad de Granada. Erasmus Tesis doctoral
barrio Santafé, en Bogotá, Colombia: un análisis
Vargas Ramírez de la exclusión social desde el trabajo social 2014 Mundus. Master en Estudios de las
Mujeres y de Género (España)
Acerca del origen de los estudios, según la afiliación de los autores, en dieciséis casos surgieron de la
academia, uno surgió de un centro de investigaciones y otro de una Organización No Gubernamental (ONG). Dos
de los trabajos provienen de universidades extranjeras, cuatro de universidades públicas y diez de universidades
privadas. Las disciplinas de donde emergieron son trabajo social, sociología, psicología, antropología, economía,
enfermería y derecho, incluyendo también trabajos surgidos en el ámbito de los derechos humanos, los estudios de
mujeres, la salud pública y las ciencias sociales.
De los dieciocho estudios analizados, doce son de tipo cualitativo, dos son teóricos de tipo análisis documental,
uno reporta una experiencia participativa de inclusión social, uno contempla con enfoque mixto, uno es de tipo
cuantitativo de corte descriptivo y otro está basado en un análisis de situación. Los estudios cualitativos
estuvieron orientados por los siguientes modelos teóricos: hermenéutico-interpretativo (cuatro), etnográfico (tres),
teoría crítica del discurso (dos), fenomenológico (uno), constructivista (uno) y descriptivo (uno). Como
instrumentos fueron tenidos en cuenta las entrevistas semiestructuradas, la historia de vida, los grupos de
discusión, los grupos focales, los talleres participativos y los diarios de campo. Participaron en los trabajos de
investigación aplicada mujeres ejerciendo la prostitución. En algunos estudios, además de ellas, también fueron
entrevistados otros actores sociales como mujeres ex trabajadoras sexuales, informantes clave de la comunidad,
funcionarios del Estado que laboran con la población dedicada a la prostitución o profesionales del trabajo social.
Los estudios surgieron en los siguientes periodos: 2010-2014 (siete) y 2015-2019 (once). Dos terceras partes
de los trabajos fueron realizados en Bogotá, mientras que los restantes se realizaron en Antioquia, Boyacá,
Córdoba, Valle del Cauca y Santander. Diecisiete de los trabajos son escritos en español y uno en inglés.
Los investigadores se centraron especialmente en la experiencia vivida y la mirada de las mujeres sobre la
prostitución, bien sea como el estilo de vida en el que se hallan inmersas, como modo de subsistencia o como
trabajo. La violencia de género y sexual ejercida sobre las mujeres dedicadas la prostitución, su vida afectiva y
familiar ocuparon igualmente la atención de los investigadores, así como su salud. Los derechos de las mujeres
dedicadas a la actividad y los argumentos en torno a la legalización o no de la prostitución en Colombia también
son tratados en algunos estudios.
La prostitución suele ser vista por los autores como un fenómeno complejo y diverso en sus expresiones
(Izquierdo Acosta, 2018; Laverde Rodríguez, 2015; Condiza Plazas & Hernández Reyes, 2012) que surge como
resultado de factores interrelacionados y de la interacción entre determinantes sociales de tipo estructural, como
las desigualdades de género y la exclusión social (López Peña, 2015; Vargas Ramírez, 2014; Morales Martínez &
Lozano Pérez, 2016; Pineda Ramírez & Castillo Jiménez, 2017). López Peña (2015) señala que la exclusión
afecta el ejercicio de ciudadanía de las mujeres dedicadas a la prostitución y, con ello, diferentes dimensiones de
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su calidad de vida. Según lo expone Vargas Ramírez (2014), en la prostitución se entrecruza la opresión en las
relaciones de género con las condiciones de clase y sexo; se legitima socialmente, como un hecho derivado de un
proceso de dominación propio del patriarcado.
Se describe también la prostitución como un fenómeno en franca expansión, cuya proliferación se ve atada a la
globalización, al capitalismo salvaje y a realidades como las migraciones, la pobreza y la violencia sociopolítica
(Vargas Ramírez, 2014; Izquierdo Acosta, 2018). Algunos autores conciben la prostitución como la intersección
entre el patriarcado y el mercantilismo propio de la modernidad (Cruz Castillo et al., 2013; Vargas Ramírez, 2014;
Laverde Rodríguez, 2015; Izquierdo Acosta, 2018). Desde esta perspectiva, se la describe como expresión de una
cultura contemporánea de la mercantilización del cuerpo femenino concebido como objeto (Cruz Castillo et al.,
2013; Vargas Ramírez, 2014; Padilla Palomino & Gerena Vargas, 2015; Morales Martínez & Lozano Pérez,
2016). Otros investigadores consideran que la prostitución se deriva del desequilibrio en la organización social del
trabajo, y está asociada a situaciones económicas y políticas que afectan de manera particular a las mujeres en su
También se destaca la exclusión en el acceso a la salud de las mujeres que ejercen la prostitución (Vargas
Ramírez, 2014; López Peña, 2015), así como se señala su imposibilidad de acceder a alternativas de mejoramiento
social a través de la vivienda propia y otras oportunidades que suelen ser concedidas por el Estado a otros grupos
sociales (Vargas Ramírez, 2014; López Peña, 2015; Laverde Rodríguez, 2015).
En la Tabla 2 se presentan los aspectos más destacados de la lectura que hacen los autores a la prostitución
aplicando una lectura de género. De igual modo, se registra el lugar donde fueron realizados cada uno de los
estudios:
Camayo et al. (2018) La condición de género de las participantes refleja inequidad y violencia, además de relaciones Palmira, Valle del
familiares conflictivas, desamor y soledad. Si bien muestran niveles aceptables de autocuidado Cauca.
genital, las mujeres dejan de lado otras esferas del autocuidado como su salud mental, afectada por
la tristeza y la depresión; hecho que hace frecuente el uso de psicoactivos.
De acuerdo con lo que concluyen los trabajos analizados, además de la pobreza, los ámbitos familiares
conflictivos y violentos hacen parte de los aspectos contextuales que precipitan el ingreso de las mujeres a la
prostitución (Vargas Ramírez, 2014; Morales Martínez & Lozano Pérez, 2016), la violencia sociopolítica
(Izquierdo Acosta, 2018) y el narcotráfico (Morales Martínez & Lozano Pérez, 2016). Las condiciones adversas
de tipo intrafamiliar, los malos tratos y el abuso sexual in- trafamiliar obligaron a las mujeres a dejar sus hogares a
edades tempranas, siendo frecuente en sus historias de vida las uniones maritales y las maternidades precoces
(Salamanca et al., 2011; Vargas Ramírez, 2014; Camayo et al., 2018). Relata una de las participantes del estudio
desarrollado por Laverde Rodríguez (2015): “desde los quince años y medio me fui de la casa.. .me trataban mal
(p. 109).
López Peña (2015) señala que la interacción entre el sistema capitalista y el sistema patriarcal genera, en el
contexto de la prostitución, condiciones apropiadas para que se desarrolle la violencia por razones de género.
Según lo que reportan los estudios, en la prostitución se congregan prácticamente todas las formas de violencia de
género contra las mujeres (López Peña, 2015; Morales Martínez & Lozano Pérez, 2016; Condiza Plazas &
Hernández Reyes, 2012). Estas violencias comprenden desde aquellas de tipo estructural, como la falta de
oportunidades, de acceso a la educación y al trabajo en condiciones de igualdad (Vargas Ramírez, 2014; Laverde
Rodríguez, 2015; López Peña, 2015; Pineda Ramírez & Castillo Jiménez, 2017), hasta las violencias directas de
tipo físico y psicológico, ejecutadas frecuentemente por los diferentes actores que hacen parte de su entorno in-
mediato (Bohórquez Farfán, 2014; López Peña, 2015; Laverde Rodríguez, 2015; Izquierdo Acosta, 2018). Se
destacan también la violencia simbólica, responsable de la estigmatización que las marca
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y las infravalora (Laverde Rodríguez, 2015), la violencia económica de la que pueden ser víctimas las mujeres por
parte de quienes las contratan y de su pareja, y la violencia sexual de que son objeto tanto en el ámbito de la
prostitución como en el ámbito familiar (López Peña, 2015).
Entre los principales perpetradores de las violencias que se ejercen contra las mujeres dedicadas a la
prostitución se destacan sus clientes (Cruz Castillo et al., 2013; Correa Salazar et al., 2014; Izquierdo Acosta,
2018; Laverde Rodríguez, 2015; López Peña, 2015), sus parejas, sus familias (Cruz Castillo et al., 2013; López
Peña, 2015) e incluso sus compañeras (Laverde Rodríguez, 2015; López Peña, 2015), sin dejar de lado el abuso
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policial (Cruz Castillo et al., 2013; Correa Salazar et al., 2014; Vargas Ramírez, 2014; Izquierdo Acosta, 2018).
propósito de la violencia que los clientes ejercen contra ellas, esta es la intervención de una de las mujeres que
hizo parte del estudio realizado por Laverde Rodríguez (2015) en la zona de alto impacto de Bogotá: “Ellos hacen
lo que no pueden hacer con las mujeres.. .ellos saben que a la mujer no la van a tambalear ni a insultar, ni le van a
decir '¡esta puta!'” (p. 119).
Según los hallazgos de un estudio amplio realizado en la Localidad de los Mártires de Bogotá por Cruz
Castillo et al. (2013), los derechos asociados a una concepción de sexualidad libre y de desarrollo autónomo son
aquellos que son menos conocidos y practicados por las mujeres participantes. Se tiene la idea de que estos
derechos solo son aquellos que se ejercen mediante acciones de protección sexual en el ejercicio de la
prostitución, mas no se consideran los que están relacionados con el ámbito del desarrollo integral de la vida
sexual de ellas como mujeres. Por ejemplo, es mínimo su autocuidado y su ejercicio de derechos en su vida sexual
y reproductiva en pareja.
En los contextos de la prostitución es relevante la estigmatización y discriminación de las que son objeto las
mujeres dedicadas a la actividad (Condiza Plazas & Hernández Reyes, 2012; Vargas Ramírez, 2014; Correa
Salazar et al., 2014; Laverde Rodríguez, 2015; Padilla Palomino & Ge- rena Vargas, 2015). Esta realidad
representa un problema de salud pública que limita el acceso a oportunidades sociales, a la salud y a contar con
vivienda y con posibilidades laborales deseadas (Vargas Ramírez, 2014; Correa Salazar et al., 2014). Vargas
Ramírez (2014) incluye este relato de una participante en su estudio:
No he tenido ayudas para vivienda porque no tenía trabajo y así es muy difícil que lo tengan a uno en cuenta. En eso si siempre me he sentido excluida
porque uno no puede tener un subsidio o ayuda cuando se trabaja en la calle. (p. 70)
Algunos autores señalan que la estigmatización a las mujeres que realizan actividad sexual paga es producto
del control que ejerce la sociedad sobre el cuerpo femenino y de la transgresión de los mandatos culturales
hegemónicos que ellas protagonizan (Correa Salazar et al., 2014; Izquierdo Acosta, 2018; Laverde Rodríguez,
2015; Morales Martínez & Lozano Pérez, 2016). El rechazo a las mujeres dedicadas a la prostitución también se
relaciona, tal como lo expone Laverde Rodrí-
guez (2015), con el hecho de que en la actividad se presenta una trasgresión de los roles de género
atribuidos al sexo femenino, al utilizar ellas su sexualidad y la ventaja biológica presente en su
corporalidad como herramienta para la obtención de beneficios económicos.
La estigmatización, que impone a las mujeres categorías muy diferentes a las del hombre para
juzgar el trabajo sexual y les atribuye condiciones como la inmoralidad y el desmerecimiento (Co-
rrea Salazar et al., 2014; Padilla Palomino & Gerena Vargas, 2015; Morales Martínez & Lozano
Pérez, 2016; Bermeo Arciniegas, 2017), adquiere forma en el modo como son tratadas las mujeres,
naturalizado por ellas mismas, en el entorno en que se desenvuelven; y esto, según Laverde Ro-
dríguez (2015), facilita su exclusión y la violencia contra ellas. He aquí la intervención de una de las
mujeres que estuvieron incluidas en el trabajo de este investigador: “el hombre puede ser gay y
puede ser lo que sea, pero el hombre es hombreóla misma familia de uno y los hijos de uno lo
desprecian a uno y lo discriminan” (p. 114).
Para escapar de la discriminación, para no afectar sus relaciones significativas e incluso para
evitar perder a sus hijos la clandestinidad es un elemento común del ejercicio de la prostitución en el
día a día de las mujeres (Condiza Plazas & Hernández Reyes, 2012; Bermeo Arciniegas, 2017).
Como estrategias de defensa han utilizado el ocultamiento de su realidad por un largo tiempo a sus
familias, que puede representar varios años de mentiras sobre su verdadera actividad laboral
(Valencia Jiménez et al., 2011; Vargas Ramírez, 2014). Morales Martínez & Lozano Pérez (2016)
incluyen en su trabajo esta narración de una participante: “ellos no saben que yo trabajo en esto, y
tampoco quiero que se enteren; es mejor así, yo sé que no sería un buen ejemplo para mis hijos” (p.
79).
Si bien hay mujeres que reconocen que la actividad les ha ayudado a salir a flote a ellas y a sus
hijos (Castelblanco López et al., 2016) y que algunas mujeres quisieran ver su actividad aceptada y
reconocida (Correa Salazar et al., 2014; Laverde Rodríguez, 2015; Morales y Hernández, 2016),
también sucede que las mujeres ven a menudo la prostitución como un estado de decadencia y
marginación en medio de un mundo que les resulta hostil y violento (Laverde Rodríguez, 2015;
Castelblanco López et al., 2016; Bermeo Arciniegas, 2017). En la narración recogida por Castel-
blanco López et al. (2016) se refleja la mirada sobre el quehacer de una mujer captada en el barrio
Santafé de Bogotá:
yo quiero salir de eso, quiero trabajar, pero un trabajo bien, no el regalarme en las esquinas, eso no es un trabajo, yo digo eso es uno
no valorarse, no importarle la vida de uno, revolcarse con cualquiera, pero pues el hambre y la situación de mi hijo me han llevado a
eso. (p. 97)
Como argumento para continuar vinculadas a la actividad es frecuente hallar, según lo reportando
en los estudios, que los ingresos que perciben las mujeres con la prostitución superan ostensible-
mente aquellos que pueden obtener realizando otras actividades a las que pueden acceder (Laverde
Rodríguez, 2015; Morales Martínez & Lozano Pérez, 2016; Castelblanco López et al., 2016). Inclu-
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so algunas ven ventajas como mayor libertad en el manejo del tiempo (Bermeo Arciniegas, 2017); también
consideran que esta labor las exime de otras condiciones de sometimiento laboral en las cuales, además, perciben
menos ingresos. Así lo expresa una participante del estudio realizado por Morales Martínez & Lozano Pérez
(2016) en Cáceres, Antioquia:
Yo antes de venirme para acá, trabajaba en una casa de familia como sirvienta, pero la verdad me toco aguantar mucho y me pagaban muy poquito, en
cambio acá me gusta lo que hago y me rinde más el tiempo y gano lo que yo quiera. (p. 27)
Dejar la prostitución atrás se convierte en algo remoto, no solo por la dependencia del dinero, sino también por
la exclusión y discriminación hacia ellas en otro tipo de escenarios laborales; además, las opciones que les ofrecen
no responden a sus necesidades (Cruz Castillo et al., 2013). En varios casos las mujeres reportan haber hecho
intentos por dejar atrás la prostitución sin tener éxito debido a las realidades económicas y sociales que han
debido enfrentar (Laverde Rodríguez, 2015; Castelblanco López et al., 2016). Se encuentran en una situación de
“entrampamiento” de la cual ven difícil salir, tal como lo describe Izquierdo Acosta (2018). Bermeo Arciniegas
(2017) interpreta tanto el ingreso a la prostitución como la imposibilidad para dejarla atrás como el producto de un
patrón aprendido en que interactúan temores, inequidades y violencias que llevan a las mujeres a no ver para sí
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mismas otras actividades posibles y a aceptar de manera pasiva su condición dentro de la prostitución. Veamos
cómo una participante del estudio realizado por Vargas Ramírez (2014), en el Barrio Santafé de Bogotá, se
expresa acerca de la realidad que vive:
Como tal en un proyecto futuro no he podido pensar, siempre nos ha tocado vivir al diario, mirar cómo conseguir la comida del día, eso es lo que siempre
me ha tocado, entonces pensar en el futuro es difícil. (p. 70)
La salud, la alimentación y el descanso se ven postergados con frecuencia en el diario vivir de las mujeres
dedicadas a esta labor (Condiza Plazas & Hernández Reyes, 2012; Vargas Ramírez, 2014; López Peña, 2015). A
pesar de sentirse vulnerables frente a las ITS, algunas no siguen las conductas preventivas necesarias para
proteger su salud. Mujeres participantes en un estudio realizado en Montería, Córdoba, por Valencia Jiménez et
al. (2011) consideran que el condón debe proveerlo el hombre. En Bogotá, algunas no se protegen por razones
económicas, como lo hallaron Melo- Barbosa et al. (2019). Varios de los estudios reportan que hábitos como
fumar, o consumir alcohol y drogas psicoactivas van de la mano con la actividad de prostitución (Cruz Castillo et
al., 2013; Salamanca et al., 2011; Correa Salazar et al., 2014; Bohórquez Farfán, 2014; Laverde Rodríguez, 2015;
López Peña, 2015; Castelblanco López et al., 2016; Camayo et al., 2018).
De acuerdo con López Peña (2015), la realidad vivida por las mujeres dedicadas a la prostitución se asocia a la
soledad y a estados emocionales que como el estrés y la depresión afectan a menudo su cotidianidad. Esta es una
narración reportada por esta autora en su estudio:
Una compañera que conozco hace años me comentó que no sabe qué hacer con su vida pues ella consume SPA -Sustancias psicoactivas- y tiene cuatro
hijas de las cuales dos viven con la mamá y las otras dos están en el ICBF y pues ella quiere cambiar para recuperarlas, pero no se siente capacitada. (p.
93)
Camayo et al. (2018), a partir de su trabajo con mujeres de Palmira, Valle del Cauca, informan acerca de vidas
inestables, marcadas por el maltrato, el desamor y la soledad, donde se ve altamente comprometida la salud
mental. La pérdida de la autoestima y la desesperanza derivadas del sexismo presente en el trato que reciben se
suman al estrés permanente vivido por las mujeres dedicadas a la actividad sexual paga, de acuerdo a lo hallado
por Cruz Castillo et al. (2013). Según lo señala López Peña (2015), es posible relacionar, de manera directa o
indirecta, cada una de las desigualdades sociales en salud —expresadas en necesidades básicas insatisfechas en
este grupo humano— con las diferentes formas de violencia de género en contra de estas mujeres y viceversa.
Tres grandes marcos se visualizan al revisar las alternativas propuestas por los autores para enfrentar la realidad
de las mujeres dedicadas a la prostitución. El primero se centra en la construcción de políticas sociales efectivas
que disminuyan las brechas sociales que precipitan en las mujeres su ingreso a la prostitución y que atiendan las
necesidades de este grupo humano de manera efectiva, con miras a mejorar su condición y su acceso a
oportunidades sociales. El segundo aboga por la normativización de la prostitución desde una perspectiva
laboralista. El tercero enfatiza en el empoderamiento de las mujeres para que sean agentes de su propio desarrollo,
luchen por sus derechos y su emancipación, y desvirtúen la mirada de victimización que se teje sobre su realidad.
Entre las alternativas que se exponen, relacionadas con la construcción de política pública, está la propuesta de
Bermeo Arciniegas (2017), quien hace un llamado a que esta sea estructural, integral y capaz de disminuir
desigualdades por razones de género para que logre impactar de tal modo el contexto social que se desvirtúen los
determinantes que abocan a las mujeres a la prostitución.
López Peña (2015) considera esencial la distribución equitativa de la riqueza y el poder, de tal modo que se
provea la igualdad social en toda la población, sin distinción alguna. Propone empeñarse decididamente en la
búsqueda del mejoramiento de las condiciones de vida de las mujeres en ejercicio de la prostitución para
disminuir las desigualdades sociales, especialmente en la salud y en razón del género. De otra parte, sugiere
romper las contradicciones existentes en la actual legislación colombiana frente al ejercicio de la prostitución
proponiendo posiciones jurídicas que permitan y amplíen la acción del Estado frente a las mujeres dedicadas a la
actividad sexual paga mediante las políticas públicas. Melo-Barbosa et al. (2019) sugieren la construcción de
políticas públicas de atención en salud a la mujer incluyentes e integrales que minimicen el estigma so-
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bre este grupo humano que perciben las mujeres en los servicios a los que asisten. Insisten en la importancia de
identificar afecciones en salud mental y enfermedades crónicas no transmisibles dejando atrás la idea de que este
grupo humano solo requiere atención en salud sexual.
Laverde Rodríguez (2015) señala que legalizar el trabajo sexual puede repercutir en el reconocimiento de los
derechos de las mujeres trabajadoras sexuales, ayudarlas a superar la estigmati- zación y aportar al
reconocimiento de la autonomía femenina sobre el cuerpo. Así se impactarían las relaciones de poder asimétricas
en el contexto de la actividad sexual paga. Sugiere considerar esta opción, no sin tener en consideración la
importancia de legislar partiendo del reconocimiento del contexto, de las particularidades de la actividad y de los
actores implicados. Se hace necesario también visibilizar a los clientes como demandantes de los servicios y como
posibles vulnerado- res de los derechos de las mujeres, así como reconocer la capacidad de agencia de las
trabajadoras sexuales. Pineda Ramírez y Castillo Jiménez (2017) proponen la construcción de una política pública
que abarque varias fases y permita el verdadero control material del Estado frente a este fenómeno para prevenir
el engaño o trata de personas; reconocen la prostitución como una actividad libre, en que las mujeres sean quienes
decidan acogerse a cumplir disposiciones reglamentarias como registros y controles sanitarios, pago de aportes a
la seguridad social y pago de impuestos. Esto iría de la mano con la reglamentación de los establecimientos, los
cuales tendrían que aceptar ubicarse únicamente en zonas de tolerancia, con el acompañamiento y vigilancia de
policía, y la Alcaldía, además del cumplimiento de la ley laboral.
En contravía con las anteriores posturas está la de Forero Montoya (2018), quien realiza un análisis jurídico
sobre el escenario de la posible legalización. Concluye que el “reconocimiento de ciertas garantías negociales”
(p.7) puede conducir a que se vean soslayados principios y derechos como la misma dignidad humana. El
reconocimiento de los derechos laborales de las trabajadoras sexuales, según su aproximación, no contrarresta
necesariamente los fenómenos de cartografías de economía precaria y de falta de oportunidades reales en que se
hallan inmersas las mujeres. Por su parte, Cruz Castillo et al. (2013), desde una postura abolicionista, cuestionan
la idea de que la prostitución sea una expresión de libertad y de ejercicio de derechos por parte de las mujeres que
la ejercen, cuando los escenarios de donde provienen y donde se desarrollan sus vidas son espacios de vulneración
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7 los
permanente de derechos. Por ello es necesario erradicar la dependencia y explotación salarial por parte de
proxenetas, la subordinación y violencia que es ejercida hacia las mujeres en ejercicio de prostitución, dando fin a
los abusos sufridos en su vida cotidiana, al ser reconocidos sus derechos, no como prostitutas, sino como
personas. Según lo exponen, una mirada holística del problema social buscaría una salida posible y una respuesta
contundente a aquellas mujeres que quieren tener otras alternativas de vida.
Izquierdo Acosta (2018) hace un llamado a reconocer que si bien en todos los casos comparte expresiones de
opresión patriarcal, la prostitución como una práctica posee diversas manifestaciones según su intersección con la
raza, la etnia, la clase, la orientación sexual y el momento his-
tórico; es preciso considerar las múltiples subjetividades implicadas en su ejercicio para evitar la
homogenización de las mujeres dedicadas a esta actividad, aspecto en el cual coinciden Condiza
Plazas & Hernández Reyes (2012) y Correa Salazar et al. (2014). En la línea del empoderamiento,
Izquierdo Acosta (2018) considera necesaria la lucha política de las mujeres por su autonomía y por
su integridad, en contra de las violencias y de la opresión sexual, que requiere ser iniciada en el
cuerpo como lugar. La autora hace un llamado a superar los usos y formas impuestos por el
patriarcado, a deconstruir aquello que hasta ahora ha sido normalizado y dado como inalterable por
la tradición, como es el caso de la prostitución.
Cambiar la mirada del déficit y la victimización por una que reconozca a las mujeres como
sujetos de derechos, teniendo en cuenta sus voces como modo de comprender la realidad en la que
viven es la propuesta de Bermeo Arciniegas (2017). Condiza Plazas & & Hernández Reyes (2012)
destacan que para la teoría crítica de los derechos humanos las mujeres que ejercen la prostitución
no son sujetos pasivos, sino sujetos que luchan por su emancipación. Correa Salazar et al. (2014)
sugieren, para minimizar la estigmatización de que son objeto las mujeres, poner en práctica
procesos participativos de empoderamiento a través de su formación en estrategias comunicativas y
creadoras. Exponen las autoras que la forma más apropiada y coherente de generar un cambio es
incluir a la población en cada etapa del proceso, que implicaría investigación, análisis, recolección
de datos y construcción de políticas, entre otras.
DISCUSIÓN
Intentar abordar la prostitución como fenómeno social ligado al género es una ardua tarea de la que
no han escapado los autores cuyos trabajos fueron analizados, quienes muestran énfasis diversos de
acuerdo con los marcos disciplinares desde donde derivan sus resultados, algunos más
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centrados en aspectos sociológicos, otros en aspectos culturales y otros más enfocados en asuntos de salud pública
o de los derechos humanos. Sin embargo, y a pesar de los diferentes tipos de aproximación implementados,
coinciden los autores en que la prostitución es un fenómeno derivado de las desigualdades de género en la
sociedad, atado estructuralmente al patriarcado, al que se llega sobre todo por circunstancias como la pobreza y la
falta de oportunidades, precipitado a menudo por contextos conflictivos y por condiciones críticas de tipo
intrafamiliar. De igual modo, hay acuerdo en que implica vivencias dolorosas para las mujeres como la exclusión
social, la es- tigmatización y las violencias de género causadas especialmente por clientes y otros actores que
circulan en el escenario. Es un estilo de vida en el que son pocas las oportunidades de ver resueltas sus
necesidades primordiales (que incluyen el descanso y el esparcimiento) y con frecuencia ven expuesta de manera
permanente su salud e integridad. En ellas se ve especialmente afectada la salud mental por el estrés, la depresión
y el frecuente consumo de sustancias psicoactivas y alcohol. También hay acuerdo en que de la prostitución es
difícil escapar por las presiones sociales y económicas a las que pueden verse abocadas las mujeres al dejarla
atrás, aunque con frecuencia se percibe la actividad como inmersa en contextos de violencia y marginación.
Ahora bien, en lo referente a cómo enfrentar esta realidad, se visualizan posturas antagónicas, las cuales se
mueven entre el abolicionismo y la laboralización. En el primer caso, mediante la implementación de políticas
sociales orientadas a erradicar el fenómeno por la vía de la igualdad de género y la emancipación de las mujeres
frente a un destino evitable y, en el segundo, mediante la legalización, que impactaría las relaciones de poder
entre las mujeres y sus clientes, rescatando con ello su autonomía sexual. En ningún momento las propuestas
ingresan en el prohibicionismo como opción, ya que es claro que todos los autores buscan favorecer y apoyar a las
mujeres para que se vean liberadas de las diversas formas de opresión y de violación de los derechos humanos. Y
es que, tal cual lo expone Heim (2011), la preocupación sobre los derechos de las mujeres es un aspecto en que
suelen coincidir los autores que aplican miradas feministas al fenómeno de la prostitución, más allá de sus
posturas abolicionistas o legalistas. Al analizar la prostitución, según lo señala Cedres Ferro (2018), se parte de un
consenso entre las posiciones abolicionistas y regu- lacionistas respecto a que su consumo, particularmente por la
población masculina, surge a partir de la construcción de una sexualidad centrada en el modelo hegemónico de la
masculinidad. En cuanto a la divergencia entre las dos posturas, los argumentos en contra del abolicionismo están
fundados, entre otras razones, en que sus puntos de vista pueden desconocer la autonomía de las mujeres sobre su
sexualidad y su diversidad. En contra del regulacionismo se indica que sus planeamientos desestiman a la
prostitución como una práctica estructuralmente violenta que hace imposible la agencia de las mujeres.
Las políticas públicas, como vehículo para lograr cambios estructurales orientados a cerrar brechas de género,
surgen en el centro de las alternativas, pues se comprende que los determinantes de esta realidad obedecen a la
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condición de las mujeres en la sociedad y en especial a la de aquellas que se encuentran en mayor vulnerabilidad
económica y social. Estas políticas tendrían que
responder a las necesidades de las mujeres y aportar alternativas reales a quienes desean dejar la
actividad atrás. Otras posiciones conciben las políticas públicas como pilar para el mejoramiento de
la situación de las mujeres dedicadas a la prostitución, quienes requieren muy especialmente ser
protegidas por el Estado contra la violencia y estigmatización. Ahora bien, en algunos casos se
propone que estas políticas estén orientadas a que el Estado cuente con vías legales para disponer de
una mayor amplitud de acción frente a la prostitución en aras de mejorar la calidad de vida de las
mujeres, en tanto que en otros se sugiere mayor control del contexto mediante acciones policiales y
de carácter sanitario, así como la legalización de la actividad como medida para otorgar un estatus
diferente a las mujeres y con ello minimizar la exclusión en que se ven inmersas. Otros puntos de
vista proponen políticas públicas orientadas a ver garantizados los derechos de este grupo humano
relacionados con el ejercicio de ciudadanía y con su capacidad de agencia.
Resulta interesante en este punto mencionar la recién desarrollada Política pública de actividades
sexuales pagadas 2020-2029, para Bogotá, que apuesta por la superación de las medidas de control
sanitario y policial, buscando desde una postura garantista de derechos “modificar las condiciones
sociales, económicas y culturales que desencadenan las situaciones de vulnerabilidad, desigualdad y
discriminación” (Consejo de Política Económica y Social del Distrito Capital, 2019, p.4)
materializadas en este ámbito. Esta política surge de un proceso iniciado en 2016 que contempló,
entre otras, una caracterización de la población y una “fase de participación y agenda pública de su
formulación” (Consejo de Política Económica y Social del Distrito Capital, 2019, p.14), buscando
responder a la realidad de las personas que realizan actividades sexuales pagas en la ciudad, de
quienes el 96.5 % son mujeres (Consejo de Política Económica y Social del Distrito Capital, 2019).
Esta sería la única política pública vigente específicamente para esta población en el territorio
colombiano.
Escuchar la voz de las mujeres, empoderarlas para el ejercicio de sus derechos y dejar en sus
manos herramientas y recursos para que sean capaces de luchar contra la violencia patriarcal que
viven en su día a día, dejando a un lado el proteccionismo y la victimización como manera de
abordar su realidad, es otra de las ideas-fuerza que surge de los trabajos realizados. Siendo la au-
tonomía de las mujeres la esencia de los procesos de cambio a favor de su posicionamiento en la
sociedad, resulta imperioso, según lo expuesto, escuchar las voces de las mujeres dedicadas a la
actividad sexual paga y abrir espacios para que participen en la toma de decisiones sobre los asuntos
que les competen. La victimización les resta capacidad de decisión a las mujeres que ejercen
actividad sexual paga. Según lo expuesto por Cabrera (2019), en cualquier política pública debe ser
atendida la opinión de las trabajadoras sexuales, plasmar su voz y reconocer sus problemas. Desde el
análisis de Cedres Ferrero (2018), el núcleo de la discusión en torno al trabajo sexual parece radicar
en abandonar un análisis que se centre exclusivamente en la victimización de la trabajadora sexual
pero que considere las condiciones concretas del ejercicio del trabajo sexual.
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Superar los mandatos patriarcales a través de la lucha de las mujeres por su autonomía, deconstruir la
prostitución como un destino inevitable para el sexo femenino y abrir nuevos caminos a la superación de la
opresión y las violencias de género, desde el reconocimiento del cuerpo como potencial político, representa una
línea de intervención propuesta que se fundamenta en la capacidad de transformación de las mujeres y que se
presenta como reto sugerente para las nuevas generaciones. Siguiendo a Lagarde y de los Ríos (2005), es en la
raíz de la construcción de lo femenino, ceñida a los mandatos de género, donde tal vez podamos explicarnos la
prostitución y proponer el cambio.
CONCLUSIONES
Es escasa la producción de investigaciones en Colombia sobre la prostitución de las mujeres que se den a la tarea
de reconocer la mirada de género como una dimensión para el análisis de este fenómeno. De los estudios
analizados se ocupa especialmente la academia, con una amplia centralidad en la capital de país por cuanto dos
terceras partes de los estudios hallados han sido realizados en Bogotá, lo que constituye una limitación de este
estudio. Priman las aproximaciones cualitativas orientadas a conocer sobre todo la perspectiva de las mujeres que
provienen de los estratos más bajos; se deja casi siempre excluida de este tipo de estudios la actividad sexual paga
desarrollada en contextos sociales altos, que en Colombia se suele denominar como “prepago”. Explorar la
realidad de quienes se ven inmersas en esta modalidad representa un vacío de la investigación que es necesario
solventar, al igual que resulta importante el desarrollo de estudios que profundicen en las realidades locales
propias de las diferentes regiones del país, de tal modo que sea posible contar con un marco de referencia más
amplio para la comprensión del fenómeno, dada la escasa existencia de estudios que se constató en este recorrido.
Se devela en las vidas de las mujeres dedicadas a la prostitución, según los análisis realizados, una violación
permanente de sus derechos reflejada en situaciones de estigmatización, discriminación y exclusión; los
escenarios donde se desenvuelven son espacios generadores de diversas formas de violencia de género, lo que
conlleva una significativa afectación de su salud mental. Esto implica la imperiosa necesidad de construir
estrategias capaces de romper paradigmas sociales, económicos y culturales que, en estrecha interacción con las
construcciones de género derivadas del patriarcado, perpetuán este estado de cosas, para lo cual es necesario
considerar un marco de análisis que dé respuesta a la complejidad del fenómeno.
Queda planteada en la investigación la necesidad de ahondar en mayor medida en las experiencias de vida y en
los significados atribuidos por las mujeres al ejercicio de la prostitución, así como en sus construcciones de
género e identidad, de tal modo que sea posible avanzar en la comprensión de los aspectos subjetivos implicados
en este estilo de vida, al que se acogen cada día más mujeres en el país.
Con miras a aportar elementos para nutrir la política social, es imperativo hallar coordenadas de género que
ayuden a explicar por qué, a pesar de los riesgos para su integridad, las violaciones de derechos humanos y la
precariedad en la calidad de vida que la caracteriza, la prostitución resulta ser una forma de subsidiar necesidades
económicas y un estilo de vida que se encuentra en franca expansión entre las mujeres colombianas. Explorar los
argumentos, los discursos y los sentidos que surgen desde las narrativas de las mujeres sobre su transcurrir en la
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1 hu-
prostitución, así como profundizar en los escenarios y los contextos desde el prisma del género y los derechos
manos, son importantes tareas en las que se requiere avanzar. Abordar a profundidad las violencias de género, el
sexismo y el estigma que experimentan en su diario vivir representa una tarea relevante para contar con referentes
para avanzar en la defensoría, y en el empoderamiento de las mujeres que se dedican a la actividad sexual paga
para contar con un marco amplio para la toma de decisiones y el diseño de políticas estatales.
CONFLICTO DE INTERESES
Las autoras declaran la inexistencia de conflicto de interés con institución o asociación comercial de cualquier
índole.
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