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Temas Misión 2023

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Temas misión 2023

Kerigma vocacional
Introducción.
En los últimos tiempos se ha visto la necesidad de hacer una nueva cultura
vocacional que muestre el verdadero significado de la vocación y que sea
incluyente y evangelizadora, es decir, que el mensaje vocacional abarque todas
las vocaciones que Dios hace en la Iglesia y para que sea verdaderamente
evangelizadora que no sólo se centre en la vocación sacerdotal o religiosa, sino en
difundir la buena noticia de la vocación; esto es el “kerigma vocacional” proclamar
el llamado de Dios para todos, hacer ver que la vida del hombre ha sido creada
por Dios en un acto infinito de amor y que por ello tiene un sentido objetivo que es
necesario descubrir, la vida es un regalo de Dios que nos da para darlo a los
demás y cuando se da se es verdaderamente libre y se pone al servicio de los
demás en un estado de vida de acuerdo a la vocación específica a la cual Dios
llama.
La intención de estos temas en tres días, es sembrar en nuestra familia parroquial
de Nuestra Señora de la Merced la semilla de la nueva cultura vocacional
incluyente y evangelizadora, por lo tanto lo que se busca es que los niños,
adolescentes, jóvenes y adultos de las capillas designadas reciban el anuncio de
la “buena noticia vocacional” en sus vidas y esto se traduzca en frutos de
conversión y de búsqueda de la voluntad de Dios para ellos. Así podrán escuchar
el llamado que Dios les hace y responder con valentía a su vocación cumpliendo
la misión encomendada por Dios a favor de la Iglesia, con esto buscamos la
unidad y la participación de los laicos con su comunidad parroquial.
Mensaje:
Tu vida no es resultado de la casualidad o de un error, se ha originado en el amor
y ha sido creada por Dios. Por ello puedes estar seguro de que eres incondicional
y definitivamente amado. Este amor originario ha impreso en tu existencia un
orden, según el modelo de Cristo. Tu vida tiene un sentido objetivo que necesitas
descubrir poco a poco. Se trata de un don que no se agota en ti mismo, porque se
ordena a los demás. Desarrollar ese don es tu tarea. Cuando asumes este
designio y esta dirección, podrás servir de una manera más libre y plena en la
vocación que tú elijas para tu vida.
TEMA 1: La vocación como una invitación.
Dinámicas.
Niños: cuando yo estaba en la panista de mamita.
Jóvenes: la baraja de la vida.
Adultos:
Ver: se puede iniciar con preguntas sobre el tema para tener un diagnóstico de lo
que las personas saben del tema.
El término “vocación” tiene muchos significados dependiendo del contexto en que
se use. Quizá el más común, fuera de los ambientes cristianos, es cuando se
emplea para designar una forma de realización de la persona, sobretodo en el
ámbito profesional. Para los cristianos tiene muchísimos sentidos. Así, por
ejemplo, se habla de vocación cristiana como aquella condición de vida
compartida por todos los bautizados. El término también se aplica a las diferentes
formas de vida cristiana o “vocaciones específicas”. Incluso se habla de “vocación”
para designar la intervención de Dios que llama a algo específico. En todos los
casos está bien empleado. De ahí que sea conveniente educar al Pueblo de Dios
en la comprensión acerca de la riqueza de matices que la palabra encierra.
Juzgar: se fundamenta lo que se afirma desde la Biblia o la doctrina social de la
iglesia, en las tres invitaciones o llamadas de Dios en nuestra vida (a la vida, a
formar parte de una familia con el bautismo y a hacer una elección de vida).
1. La vocación fundamental a la vida (ser persona).
La primera palabra que Dios pronunció sobre el ser humano fue una llamada:
¡vive!: “Y dijo Dios: hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza” (Gn 1,26).
La existencia de cada persona es fruto del amor creador del Padre, de su voluntad
eficiente, de su palabra creadora. El acto creador del Padre tiene la dinámica de
una invitación, de una llamada a la vida. El hombre viene a la vida porque es
amado, pensado y querido por una Voluntad buena que lo ha preferido a la no
existencia, que lo ha amado antes de que fuese, conocido antes de formarlo en el
seno materno, consagrado antes de que saliese a la luz (cf. Jer 1, 5; Is 49, 1–5;
Gal 1, 15).
Al principio de la vida humana no está ni la casualidad, ni la contingencia, ni el
azar, sino la presencia de un Dios que nos piensa y nos ama. En este sentido la
vida tiene un valor sagrado y encuentra su sentido pleno cuando se comprende
como un don de Dios. Y por ser un don, conlleva también la responsabilidad de
emplear el don en algo digno y bello.
Solo cuando la vida humana se entiende como un don, que se agradece
profundamente –“gracias, Señor, por la vida”–, solo entonces se pone en juego la
vida para compartirla con los demás, para donarse, para entregarse a los demás.
Este es el sentido fundamental de la vida que, posiblemente, tiende a olvidarse o a
esconderse en nuestra cultura actual.
2. La vocación común (ser persona en Cristo).
La segunda palabra que Dios pronunció sobre el ser humano fue otra llamada:
¡vive con los demás!: “Y creó Dios al hombre a su imagen; a imagen de Dios lo
creó; varón y mujer los creó. Y los bendijo Dios y les dijo: sean fecundos” (Gn
1,27-28). Desde su origen, el ser humano está llamado al encuentro con los
demás y con Dios.
En la encarnación del Hijo de Dios en la persona de Jesucristo, se dio a conocer a
la humanidad el misterio de un Dios que es familia, relaciones de amor entre el
Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. La vocación al encuentro con Dios, en Cristo, se
nos descubre como una llamada al encuentro y a la relación con tres Personas.
Así, por el bautismo los cristianos entramos en la danza de las relaciones
trinitarias y en un diálogo de amor con un Dios que es Amor (1 Jn 4,8), y que nos
ha amado primero. En este sentido, la vocación cristiana es un don de la gracia
que se da a vivir en el contexto de la fe bautismal; esta es la vocación común y
fundamental de todos los cristianos. Las vocaciones específicas son ya un
desarrollo de la gracia bautismal. De ahí que, si no se vive la vocación bautismal,
difícilmente se llega a comprender el significado y el valor de las vocaciones
específicas.
El aspecto fundamental de la vocación bautismal es la conciencia que adquiere el
cristiano de saberse discípulo misionero de Jesucristo. En este sentido, la
promoción de las vocaciones específicas no puede desentenderse de la
promoción de la vida cristiana. Al contrario, será el impulso de la vida cristiana lo
que ayudará a madurar y elegir alguna de las formas de vida cristiana o vocación
específica. Y la vocación cristiana es esencialmente seguimiento de Jesucristo.
3. Vocaciones específicas.
La vocación a la vida y a ser persona, va desplegando sus mejores posibilidades
en la llamada a ser plenamente persona en Cristo, por el bautismo; y la vocación
específica es el desarrollo de la gracia bautismal, un modo de recorrer aquel
camino que conduce a cada cristiano a vivir la plenitud del amor.
Se pueden describir cuatro niveles de comprensión de la vocación:
 Primero, el nivel humano: solo Cristo muestra al hombre lo que es el
hombre y le descubre la grandeza de su vocación (Gaudium et spes, n. 22).
 Segundo, el nivel cristiano: No me eligieron ustedes a mí, fui yo quien los
elegí a ustedes, y los he destinado para que vayan y den fruto abundante y
duradero (Jn 15,16).
 Tercero, el nivel de la vocación específica que define y caracteriza la vida
cristiana concretamente: vocación laical, vocación religiosa consagrada y
vocación de los ministros ordenados.
 Cuarto, el nivel institucional, que se refiere a que las vocaciones cristianas
específicas pertenecen a una institución concreta: un Presbiterio, una
Orden o Congregación religiosa, una Familia, etc
a) Vocación laical.
A los laicos les corresponde vivir de lleno la vida secular, tanto en cada una de las
actividades y profesiones como en las condiciones ordinarias de la vida familiar y
social con las que su realidad está tejida. Es allí donde están llamados por Dios a
cumplir una misión, guiándose por el espíritu de las bienaventuranzas, de modo
que, igual que la levadura, contribuyan desde dentro a la transformación del
mundo, para que muestren a Cristo a los demás.
La vocación de los laicos es, pues, la de ser discípulos misioneros que buscan el
Reino de Dios y su justicia (Mt 6,33) en la realización de su condición cristiana, y
tratan de organizar todos los asuntos de la vida social según el espíritu del
Evangelio. . El campo de su actividad es la política, lo social, la economía, la
cultura, las ciencias, el arte, los medios de comunicación, la educación, etc. (cf.
Pablo VI, Evangelii nuntiandi, n. 70).
Algunos ejemplos de formas de vida cristiana laicales:
o Matrimonio-viudez.
o Familia-maternidad-paternidad.
o Soltería.
o Profesionalidad (educación, sanidad, política, economía, cultura, etc.).
o Virginidad consagrada (vírgenes laicas consagradas).
o Misión “ad gentes” (misiones donde la Iglesia aún no está implantada).
o Vida comunitaria (comunidades de base, fraternidades seglares, etc.).
o Etc.

b) Vocación al ministerio ordenado.


Todo bautizado recibe el regalo, a través del sacramento del agua y del Espíritu,
de ser hijo de Dios Padre en el Hijo. Existe una vocación común para todos los
discípulos de Jesucristo que nos abre, a su vez, a la misión. Así, en Cristo, cada
bautizado es profeta, es rey y es sacerdote. Es profeta porque anuncia la
presencia del Dios vivo que conduce la historia; es rey porque da paso con su vida
al reinado del amor de Dios en el mundo; y es sacerdote porque celebra y
participa en los signos sacramentales que hacen posible la propia santificación y
por los que se da gloria a Dios. A este sacerdocio se le conoce como sacerdocio
común de los fieles.
El ministerio ordenado en cualquiera de los tres grados del sacramento del Orden
–obispos, presbíteros o diáconos– se configura con Cristo, Cabeza, Pastor y
Siervo de la Iglesia. La misión del ministro ordenado es la de practicar la caridad
pastoral, apacentar el pueblo de Dios por medio de la predicación, los
sacramentos, etc.
Algunos ejemplos de formas de vida cristiana del ministerio ordenado:
o Celibato por el reino de los cielos (no es esencial para el ministerio
ordenado).
o Matrimonio-viudez-paternidad y ministerio ordenado.
o Profesionalidad (comunicaciones, educación, etc.).
o Trabajo en equipo (clero secular).
o Vida común (fraternidades sacerdotales).
o Misión “ad gentes” (misiones donde la Iglesia aún no está implantada).
o Etc.

c) Vocación a la vida religiosa consagrada.


A la vida consagrada se la sitúa en la estela de la vida y la santidad de la Iglesia;
es una forma de vida cristiana para vivir la plenitud del amor en bien de todo el
Cuerpo de Cristo (Lumen Gentium,n. 43). En este sentido, la vocación a la vida
consagrada consiste en una respuesta de amor, desde la capacidad humana, al
amor con que un discípulo o una discípula de Jesucristo se han sentido
inmensamente amados.
La vida consagrada ha brotado en la Iglesia como un don del Espíritu Santo, a
modo de un prisma que irradia la única luz de Cristo con distintos colores y
matices. Como vida cristiana, su propósito es seguir a Jesucristo según las huellas
que marcaron sus pisadas en la historia y que se recogen en los evangelios. Y su
horizonte de vida es el de vivir la plenitud del amor en el encuentro diario con el
Señor.
Un elemento específico de la vida religiosa es que la persona hace un don de su
propia vida a Dios, para consentir que el Señor tenga la exclusiva de su corazón.
Y esta donación de sí se expresa a través de la profesión de los consejos
evangélicos.
Algunos ejemplos de formas de vida cristiana de los religiosos consagrados:
o Vida comunitaria (varios viviendo en una misma casa).
o Vida eremítica (en soledad).
o Vida contemplativa (monjes y monjas de clausura).
o Vida activa-apostólica.
o Vida mixta (combina la contemplación y el apostolado).
o Profesionalidad (en el campo de la educación, la sanidad, las
comunicaciones, etc.).
o Etc.
Actuar: se da la breve explicación de la armonía de las vocaciones específicas y
se les pide que hagan un compromiso desde la situación de vida que quieren o
que ya viven, para prestar un mejor servicio a los demás en nuestra iglesia.
Armonía de las vocaciones específicas
Cada una de las vocaciones cristianas específicas tienen su cometido y finalidad
propios como formas de seguir a Cristo. Y cada vocación comprende un camino
en el que se profundiza y desarrolla la gracia bautismal. Un elemento importante
de la “cultura vocacional” es hacer comprender al Pueblo de Dios que todas las
vocaciones cristianas tienen la misma dignidad y que, por lo tanto, ha de darse
una complementariedad entre ellas. Es hermoso comprender a la Iglesia como
una armonía vocacional, en la que todos tienen algo importante que aportar y en la
que no se oponen unos ministerios a otros, sino que se integran en un único
Pueblo de Dios y se complementan en orden a la edificación de ese pueblo.
TEMA 2: Eres incondicionalmente amado (el amor).
Ver:
El amor de Dios no tiene las deficiencias de los amores humanos. No obedece al
capricho, no cambia con el tiempo o la circunstancia. No depende de la respuesta
del hombre. Es un amor fiel, irrenunciable, incondicional. Un amor que permanece
en todas las circunstancias, más allá del propio comportamiento del pueblo,
tristemente se hizo popular esa imagen de Dios que se representaba como un ojo
enorme que nos vigila y ve en particular nuestros pecados. Como si fuese un
carcelero o un policía. Como si se tratase de quedar bien con él o de ganar su
beneplácito.
Pero esta imagen es falsa, es una proyección de ciertas conciencias escrupulosas,
de un conflicto de culpa. La imagen verdadera de Dios, como hemos podido
comprobar, va mucho más allá. Esta imagen deformada de Dios señala hacia un
conflicto que es frecuente en el ambiente juvenil. El de quien se percibe no amado,
el de quien no tiene una seguridad en los demás. Se trata de un problema severo
de la pérdida de la confianza.
Juzgar.
El amor es uno de los conceptos más complejos del mundo y tal parece que nadie
lo comprende. Según unos estudios realizados en el continente americano el 98%
de las personas no pueden definir ¿qué es el amor?
Muchas de las personas cuando se les interroga sobre el tema dicen que es un
sentimiento, pero no es así, el amor es causa de un sentimiento pero no es un
sentimiento, porque no se puede ordenar que se tenga una emoción, por ejemplo:
 No puedes ordenarle a alguien que se sienta bien o que tenga ciertos
sentimientos sobre otra persona.
 Si el amor fuera una emoción Jesús no nos hubiera dicho amansen los
unos a los otros, esposos amen a sus esposas, esposas amen a sus
esposos…
 Como si mamá pudiera decirte ¨ve a la escuela hoy lo vas a disfrutar¨, ella
puede hacerte ir a la escuela, pero no puede hacer que lo disfrutes.
En el evangelio encontramos un relato en que tratan de acorralar a Jesús y le
preguntan maestro ¿Cuál es el mandamiento más grande de todos? Tratando de
ponerle una trampa, pero Jesús respondió:
¨Amaras al señor tu Dios con todo tu corazón, mente y alma, amaras a tu prójimo
como a ti mismo¨
¿Pero no se supone que no se debe amar uno mismo?
Actividad: se cuestiona a los participantes, pueden responder levantando su
mano o dando un paso al frente.
o A quien de ustedes alguna vez sus padres les definieron el amor.
o En la Iglesia donde asistes, recuerdas que alguna ocasión les definiera el
amor.
o A alguno de ustedes sus padres u otra persona les enseño como se deben
amar.
Efesios 5, 28-29
28. De la misma manera, el marido debe amar a su esposa como ama a su propio
cuerpo. Pues un hombre que ama a su esposa, en realidad demuestra que se
ama a si mismo.
El problema a todo esto es que el hombre no sabe cómo marce a sí mismo.
29. Nadie odia a su propio cuerpo, sino que lo alimenta y lo cuida tal como Cristo
lo hace con la Iglesia.
Lo contrario al odio-el amor.
La definición Bíblica de amor es: alimentar y cuidar. Alimentar es llevar a la
madurez, crecer en lo humano, en lo físico, en lo mental, en lo espiritual y en las
relaciones. Cuidar es resguardar (proteger).
Actuar.
Se les pide hacer un compromiso de acuerdo al tema.

Tema 3: Tu vida tiene sentido.


Ver.
El sentido existe en la propia vida de manera objetiva pero es necesario
encontrarlo. Esto quiere decir que tu vida tiene un significado y un valor en sí
misma. Y este significado se funda precisamente en su origen, que es el amor.
Desde el modelo de Cristo, que no ha venido para los sanos, sino para los
enfermos, que valora toda la vida y a todas las personas, comprendemos que todo
hombre posee una amabilidad objetiva, o sea, que es digno de ser amado por lo
que es, y que toda vida tiene un significado que le pertenece y la marca en lo más
profundo de su ser- Pero este sentido objetivo de tu existencia necesitas
descubrirlo, reconocerlo, identificarlo poco a poco. Y conocido, siempre de un
modo parcial, deberás apropiarlo, es decir, hacerlo tuyo, sentirlo como parte de la
apropiación de ti mismo. Este proceso de conocimiento, apropiación y expresión
del sentido de tu vida es un ejercicio que siempre es necesario hacer y se hace
especialmente agudo cuando pasad por una crisis, de cualquier tipo que sea. Por
eso hay que decir que la felicidad es más un camino que una meta. Me
experimento feliz en la medida en que voy descubriendo el significado de mi
existencia y en la medida en que me esfuerzo, en medio de todas las dificultades,
por ponerlo en práctica.
El problema es que muchos niños, jóvenes y adultos han perdido el sentido de la
vida o les especialmente difícil encontrarlo. Se pierde el sentido cuando no hay
capacidad de creer y de confiar, cuando uno vive en la impresión de que todo
parece un engaño. Entonces la persona se refugia en el fragmento intentando una
felicidad imposible. En muchos ambientes juveniles el sentido es como agua en el
desierto, un elemento escaso que es importante rescatar. Por eso parece
especialmente urgente proponer un camino educativo que ayude a recuperar el
sentido de la vida.
No se puede vivir sin saber para qué, para quién, o hacia dónde avanzas. Quizá
son demasiadas preguntas, pero es necesario responderlas. Las personas que
sufrieron el terrible sin sentido de los campos de concentración, en medio de ello
supieron encontrar un sentido, porque lo necesitaban para sobrevivir. Ese sentido
de vida fue algo original y distinto de lo que había esperado nunca. Quizá estaba
referido a un pequeño significado. Por ejemplo, un esfuerzo por hacer la pena más
ligera a los compañeros, o el sentido de subrayar en medio de todo la propia
dignidad. Pero les hizo descubrir el poder grande que tiene nuestra capacidad
racional, es decir, la capacidad de dar un significado a las cosas. No podernos
comparar la situación de muchos jóvenes a un campo de concentración, pero sí es
cierto que la falta de sentido que hoy se extiende como una epidemia se debe a
las limitaciones objetivas que todos vivimos. Quizá es en medio de esas
limitaciones donde podemos dar un significado original a lo que somos y hacemos
y sobre todo al futuro. Desde este punto de vista no nos extrañe que muchos
jóvenes se debatan entre el sentido y el sinsentido. Que experimenten por un lado
el anhelo y la esperanza de algo mejor, pero al mismo tiempo sientan el dolor y la
frustración de una realidad que no responde a sus esperanzas.
Hallar el sentido de la vida depende más de una actitud de las personas que de la
realidad misma. Porque hemos dicho que el sentido está allí, pero es necesario
descubrirlo. Esta actitud se puede llamar “apertura”. Consiste en mantener abierto
el oído para escuchar la música que la realidad ofrece y aprender a bailar con ella.
No es fácil conseguir esta actitud, porque se nos presentan muchos argumentos
fáciles para fundamentar una duda y una visión escéptica de la realidad y del
futuro. Hemos insistido en que el sentido se descubre poco a poco, por ello es
posible ejercitarse en la búsqueda del sentido.
Juzgar.
Esta cuestión puede plantearse de distintas formas. Tal vez alguien se pregunte:
“¿Por qué estamos aquí?” o “¿Qué propósito tiene la vida?”. La Biblia indica que
nuestro propósito en la vida es llegar a ser amigos de Dios. Para comprender
mejor este asunto, veamos algunas verdades fundamentales que revelan las
Escrituras.
Dios es nuestro Creador. La Biblia dice: “Es [Dios] quien nos ha hecho, y no
nosotros mismos” (Salmo 100:3; Revelación [Apocalipsis] 4:11).
El Creador tiene un propósito para todo lo que ha hecho, incluida la humanidad
(Isaías 45:18).
Dios nos creó con una “necesidad espiritual”, la cual incluye el deseo de hallarle
sentido a la vida (Mateo 5:3). Él quiere que satisfagamos ese anhelo (Salmo
145:16).
Satisfacemos nuestra necesidad espiritual cuando nos esforzamos por conocer a
Dios y ser sus amigos, algo que no está fuera de nuestro alcance. De hecho, la
Biblia nos hace esta invitación: “Acérquense a Dios, y él se acercará a ustedes”
(Santiago 4:8; 2:23).
A fin de ser amigos de Dios, debemos cumplir con el propósito para el cual nos
creó. La Biblia deja claro cuál es ese propósito: “Para esto fue creado el hombre:
para temer y amar a Dios y obedecer sus mandatos” (Eclesiastés 12:13, versión
de Ángel Sánchez, nota; lenguaje actualizado).
En el futuro, cuando Dios elimine el sufrimiento y conceda vida eterna a todos sus
amigos —aquellos que le sirven con lealtad—, se verá totalmente cumplido el
propósito de Dios para la humanidad (Salmo 37:10, 11).
Actuar.

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