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Kathleen Gough - Los Nayar y El Matrimonio

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Denis Kerleta Olovchich

UPV/EHU (2022-2023)

Resumen-comentario: “Los nayar y la definición de matrimonio” de Kathleen Gough


en Polémica sobre el origen y la universalidad de la familia
Tras haber leído el artículo de Kathleen Gough, me resulta muy difícil encontrar una
definición de matrimonio que, según nuestra autora, sea “única, escueta, con el fin,
simplemente, de poder aislar el fenómeno que queremos estudiar” (Gough, 1984: 77) pues, la
dificultad misma reside en el hecho de que la palabra matrimonio, sumándole las variaciones
socio-culturales, nos lleva a tierra de nadie como quien diría puesto que, el matrimonio es
algo maleable allá donde se dé y que depende de las condiciones materiales así como del
poder que nos encontremos ya que, en mi opinión, el matrimonio no es nada sin el contexto
que lo engendra. El pensamiento de la clase dominante, la mayoría de veces, produce un tipo
ideal en cuanto a convenciones sociales como lo son el matrimonio, la familia o lo que fuera
y se diluye en la sociedad como si de un movimiento orgánico se tratara. Evitaré centrarme
en una crítica de esta envergadura pues, me haría falta recopilar diversos casos etnográficos
para poder contrastar la esfera del poder con la esfera de lo cotidiano, de la vida de las
personas que conforman la sociedad y que a su vez, dan por “natural” el tipo ideal de formas
de relaciones que predominan en determinados contextos histórico-socio-culturales a partir de
relaciones de poder en manos de unos pocos. Si me centrara en ello, perdería de vista el
objeto de este texto, aun así he de añadir que un análisis marxista de las relaciones de
parentesco ha de ser vuelto a la discusión para con las cuestiones que plantea la obra
“polémica sobre el origen y la universalidad de la familia” y de alguna forma crear, como a
Dona Haraway le encomendaron, un «diccionario marxista del parentesco» -si se me permite
la analogía-; de existir esto que he comentado, me alegra saber de su hipotética existencia.
Volviendo a lo que nos concierne, si una relación entre dos, tres, cuatro, X personas está
mediatizada por un proceso social, ritual y simbólico, podemos decir -en mi caso- que es
un matrimonio pero, el valor de esto que digo reside en el hecho de tomar la palabra
matrimonio como un proceso, como un verbo y no como algo estático y en suspenso sobre el
aire que se da espontáneamente. El matrimonio se vive constantemente si se es parte de uno y
conforma legalmente uniones -idealmente- estables pero, en un ejercicio reflexivo propio
para poder extraer de toda la información que poseemos sobre el tema un punto en común
para poder atribuir el hecho de que un matrimonio sea un matrimonio, no consigo encontrar
un denominador común más que lo comentado previamente (subrayado en negrita); ya no
porque haya prole de por medio sino que, por el simple hecho de que como mínimo X
individuos buscan un reconocimiento de su situación como pareja/unidad “matrimonial”
unida mediante un lazo “más oficializado” digamos, una relación entre individuos que a ojos
de Dios sea real, que ha vistas del Estado sea legal y que a vistas de las personas sea
representativo. Si para Kathleen Gough
“El matrimonio es la relación establecida entre una mujer y una o más personas, que
asegura que el hijo nacido de la mujer en circunstancias que no estén prohibidas por
las reglas de la relación, obtenga los plenos derechos del status por nacimiento que
sean comunes a los miembros normales de su sociedad o de su estrato social”
(íd.:105-106)
hace que el niño(a) sea legítimo tanto para la sociedad nayar como para la casta a la que
pertenece reproduciendo así «el estado actual de las cosas», el estado actual de la estructura
de poder y jerarquía (visión aristotélica por antonomasia); es decir, como quien diría “naces
Denis Kerleta Olovchich
UPV/EHU (2022-2023)

rata y mueres siendo rata/ naces obrero y mueres siendo obrero/ naces brahmán y mueres
siendo brahmán/etc”. Aun así, no me detendré en la descripción que nos da Kathleen Gough
acerca de la sociedad nayar ya que, me cuesta entender el mundo que nos describe pues la
cultura hindú, o mejor dicho, lo que conocemos de ella está contaminada por la historia, el
contacto cultural y es muy difícil sacar en claro conclusiones intrínsecas a los integrantes de
los pueblos nuer en estado “puro”. Por ello es indispensable desarrollar un análisis exhaustivo
del impacto colonial en India, del proceso colonizador, de la actual situación India y del
entramado jerárquico que “tienen montado” y, muy importante, de su historia. Lo que sí he
podido sacar en claro es que, el matrimonio y concretas uniones matrimoniales entre personas
son más significativas que otras, de mayor importancia que, por ejemplo, la relación que tiene
una persona con su vecino o en el caso de los nuer, más importante la alianza ascendiente o
descendiente dependiendo la casta a la que se alude.
A modo de conclusión, podría argüir que el matrimonio como acto es universal, pero lo que
representa, así como de las cargas y privilegios que supone son diversos en contenido, por
ello me veo en la tesitura de argüir que, para con la sociedad nayar, lo que se prima es la
obtención de poder, pero sobre todo y superestructuralmente se trata de mantener el status
quo, de mantener «el estado actual de las cosas», de naturalizar la opresión y el dominio.

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