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Buzani Palafox Dulce Pamela. 20/02/23

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Buzani Palafox Dulce Pamela.

20/02/23
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Necesidad y escasez en la pobreza.

Cuando decimos que una persona es pobre, lo que asociamos en


principio es que carece de lo indispensable para vivir. La escasez es el
primer elemento inmanente a las personas pobres, porque aceptamos
que le faltan los recursos suficientes para subsistir.
Así, por ejemplo, una jefa de familia, un adulto mayor, un estudiante o un
indigente que no disponen de lo necesario para comer, ir a la escuela,
vestirse,realizar algún deporte, proveer a la familia, comprar
medicamentos y un largo etcétera, serían pobres por no poseer eso que
resulta necesario para satisfacer sus necesidades básicas.
Desde nuestro punto de vista, una persona pobre sería aquella que tiene
escasez de recursos para vivir y desarrollar librey conscientemente sus
deseos, anhelos y capacidades en un determinado tiempo y espacio
(retomaremos esta idea la próxima semana).
Cuando releemos “Lo que dicen los pobres: Evaluación del impacto de
los programas sociales sobre la percepción de los beneficiarios”
(Sedesol: 2003), encontramos que los pobres consideran que los apoyos
sociales del gobierno ayudan muy poco para resolver su situación. Y que
se es pobre por causas de nacimiento (12 por ciento) y falta de
oportunidades (27 por ciento).
Durante el ciclo de vida de las personas existen distintas necesidades,
deseos, anhelos y requerimientos propios de la edad y los roles de vida.
Una persona joven y estudiante no tendrá las mismas exigencias que un
adulto mayor enfermo, evidentemente, pero el común denominador de
ambos serían los recursos requeridos para poder satisfacer sus
necesidades que, desde su nacimiento o por falta de oportunidades, han
sido pospuestas.
En el sistema de mercado en el que vivimos, el dinero es el recurso que
permite a las personas satisfacer sus necesidades, en la mayoría de los
casos. Y la forma cómo se accede al dinero es mediante el trabajo
remunerado. Este sistema considera que la escasez sólo puede ser
superada mediante el ingreso que generan las propias personas, porque
las instituciones son incapaces de otorgar apoyos sociales a todos los
pobres en todo momento.
Todas las recomendaciones de los organismos internacionales coinciden
en que la fórmula para reducir la pobreza de fondo es mediante el
fomento económico y el empleo. En este sentido, las dificultades a
vencer se encuentran en el mercado laboral, en los salarios e, incluso, en
eliminar las restricciones a las que se enfrentan los grupos vulnerables
(mujeres, jóvenes, discapacitados y migrantes, entre otros).
La pobreza desde este punto de vista parte de un sistema en el que la
carencia o la escasez se vuelve un problema que cada quien debe
resolver con el empleo, con su propio trabajo. En ese sistema, a las
instituciones públicas se les exige que se modernicen y organicen
internamente para aliviar la pobreza, siendo eficientes en la cobertura y
selección de las personas más pobres, en proveer educación y
facilidades para generar desarrollo económico, pasando por
presupuestos públicos más eficientes, basados en resultados,con
mecanismos de monitoreo y evaluación robustos.
Sin embargo, en este sistema aún los que logran tener empleo no están
exentos de la posibilidad de seguir siendo pobres o que puedan caer en
la pobreza por alguna situación externa o emergente, debido a que en un
contexto de competencia desleal son comunes los trabajospoco dignos y
con salarios bajos.
Por eso, la pregunta sería: ¿Acaso somos nosotros mismos quienes
alimentamos el sistema de la escasez,generando más barreras o
dificultades para acceder a nuestras necesidades, deseos, anhelos y
requerimientos?
¿Es posible que nosotros mismos también seamos corresponsables al
crearnos más necesidades, deseos, anhelos y requerimientos que nos
encadenan a la pobreza indefinidamente?
Entonces ¿Sería posible y deseable crear un sistema distinto al de la
escasez?

Específicamente, las personas en situación de pobreza toman todas sus


decisiones en un contexto de escasez, mientras que las no pobres no lo
hacen necesariamente.La escasez, o percepción de escasez, se refiere a
tener o no los recursos (monetarios o de otra índole) necesarios para
satisfacer nuestros deseos. Bajo esa definición es posible decir que todo
mundo sufre de escasez en al menos una dimensión: no se tiene dinero
suficiente para comprar el coche que se desea o no se tiene el tiempo
suficiente para hacer todas las actividades que queremos realizar en
vacaciones, por poner dos ejemplos. Sin embargo, no es lo mismo
pensar o decir “no tengo dinero suficiente para comprar un coche” que
“no tengo dinero suficiente para comprar la comida”, o “no tengo
suficientes vacaciones para ver todo lo que quiero ver” que “no tengo
suficiente tiempo para cuidar a mi hijo enfermo”. La diferencia es que en
el caso de la primera opción de cada una de las comparaciones se hace
referencia a una situación sobre la cual las personas pueden optar por
ajustar sus deseos, mientras que en el segundo caso se trata de
situaciones o necesidades sobe las cuales no se puede hacer un ajuste.
Y es a estas últimas a las que más se enfrentan los pobres.

Sendhil Mullainathan y Eldar Shafir, en su libro Escasez:¿Por qué tener


tan poco significa tanto?, publicado en español por el Fondo de Cultura
Económica, resumen buena parte de la investigación más reciente sobre
los efectos que tiene la escasez en la toma de decisiones. Esta
investigación apunta a que la escasez distorsiona en dos sentidos la
percepción de la realidad. Por un lado, provoca “visión de túnel”: la visión
de túnel es cuando la persona en cuestión sólo se concentra en resolver
aquella situación más urgente para cuya resolución carece de recursos
suficientes; es decir, enfrenta escasez. Esto tiene un lado bueno, pues
genera un bono de “productividad” en la resolución del problema en
cuestión. Es decir, ante un contexto de escasez, somos más cautelosos y
racionales en nuestras decisiones, buscando desperdiciar lo menos
posible los recursos. El lado malo es que quedan fuera de la atención de
la persona elementos menos urgentes, pero no menos importantes. La
visión de túnel a su vez distrae recursos cognitivos: la persona no deja de
pensar en aquello que tiene que resolver en un contexto de escasez,, lo
que deja menos recursos cognitivos disponibles para otras actividades.
La visión de túnel, por tanto, cobra un impuesto cognitivo. Estas
distorsiones no son voluntarias, son reacciones al ambiente de escasez. 

La literatura ha identificado que dichas distorsiones aparecen en


múltiples ámbitos de escasez.  Piénsese, por ejemplo, en la persona que
tiene que pagar la renta en una semana y no tiene suficiente dinero.
Olvidará que en dos días tiene una cita con el médico o la cancelará
(visión de túnel), o incluso hará a un lado otras cuentas pendientes.
Explorará todas las opciones posibles y optará por pedir un préstamo a
una muy alta tasa de interés (“luego veré cómo lo pago», pensará). Antes
de ir a solicitar ese préstamo, prestará menos atención en el trabajo, o se
enojará con mayor facilidad con su familia, pues no deja de pensar en la
renta (impuesto cognitivo). La situación posiblemente resulte familiar,
todos hemos enfrentado escasez de tiempo o de dinero. La cuestión es
que los pobres las enfrentan permanentemente. Vale la pena parafrasear
a Mullainathan y Shafir: la investigación reciente sugiere que no es que
los pobres sean diferentes a los no pobres, es que la pobreza hace
actuar diferente a las personas.

Si la escasez afecta de manera tan acuciada los procesos cognitivos, es


necesario considerar otras dimensiones de la pobreza; la temporal,
particularmente. La investigación que hay sobre el tema para
México2apunta a que los hogares que son pobres en términos
materiales,  también son usualmente pobres de tiempo. Es decir, de las
24 horas del día, la mayor parte de su tiempo se distribuye entre el
trabajo no doméstico y el trabajo doméstico, dejando sólo una mínima
parte para actividades de descanso o recreativas individuales o con la
familia. Esto implicaría que las personas en situación de pobreza no sólo
se enfrentan a las restricciones materiales, sino que también sufren de
una fuerte escasez temporal, agravando los efectos arriba señalados. 

Los sesgos cognitivos que se han identificado como inducidos por la


escasez son particularmente graves para los pobres, porque son sesgos
que hacen más difícil la superación de la pobreza. La visión de túnel
implica que se prefiere aquello que resuelve necesidades urgentes, pero
que no necesariamente las resuelve de manera permanente. Esto
implica, por ejemplo, que se adquieran préstamos para salir al paso, sin
considerar que con cada nuevo préstamo se incrementa la cantidad de
deuda total a pagar en el futuro y, por tanto, se incremente la escasez
futura de dinero. En lugar de resolver el problema, la escasez hace tomar
decisiones que, como mencionan Mullainatan y Shafir, hacen que en un
futuro se incremente la escasez. Para las personas en pobreza esto
implica que los sesgos cognitivos provocados por la escasez empujan a
decisiones que generan mayor pobreza en el futuro.3

Y muchas veces las consecuencias no se quedan en una generación. Si


la escasez absorbe buena parte de los flujos cognitivos de los padres
pobres, éstos tendrán una menor disposición a interactuar con sus hijos,
o simplemente no tendrán el tiempo libre para hacerlo. Las
investigaciones sobe desarrollo infantil temprano apuntan a que los
estímulos tempranos que reciben los niños afectan de forma persistente
su desarrollo posterior. Si los padres pobres estimulan menos a sus hijos
como consecuencia de su propio agotamiento cognitivo causado por la
pobreza, sus hijos a su vez tienen una mayor probabilidad de desarrollar
menos sus habilidades cognitivas, lo que al interactuar con la pobreza
vuelve más difícil que salgan de ella. 

Vale la pena recalcar que las distorsiones cognitivas asociadas a la


escasez ocurren lo quiera o no la persona y no tienen que ver con la
capacidad cognitiva, afectan cómo se usa dicha capacidad. Son
reacciones de la mente humana al contexto en que tiene que decidir.
Basta pensar, por ejemplo, en cómo se comporta cuando se tiene una
entrega de trabajo urgente ¿No se es acaso más distraído en lo que se
hace? ¿No se cometen más errores en cosas no relacionadas a lo
urgente? ¿Esos errores  y esa distracción son intencionales? Ahora vale
imaginar que siempre se está en ese estado, y que todas las decisiones
son cruciales. Eso es la pobreza, un contexto de escasez permanente en
el cual hay que tomar decisiones vitales. Y ese contexto, al empujar a los
pobres a ciertas conductas, les estaría haciendo actuar de forma tal que
sigan siendo pobres aun en contra de sus deseos. Los pobres no siguen
siendo pobres porque quieren, es la pobreza la que no les permite dejar
de serlo.

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