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La Creación Del Estado Franquista. Fundamentos Ideológicos Y Apoyos Sociales (1939-1975)

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Historia de España. IES El Tablero (Córdoba).

Curso 2020-2021

15. LA CREACIÓN DEL ESTADO FRANQUISTA. FUNDAMENTOS


IDEOLÓGICOS Y APOYOS SOCIALES (1939-1975)
INTRODUCCIÓN

La victoria en la Guerra Civil permitió a Franco establecer una dictadura personal, institucionalizada
durante la contienda y reafirmada en sus casi cuatro décadas de vigencia. Las ideas del dictador eran 1
muy simples, derivadas del pensamiento militar y tradicionalista del siglo XIX: unidad del Estado,
orden y jerarquía, a lo que se unía un intenso catolicismo y un fuerte rechazo del comunismo y de
todo tipo de asociaciones de izquierda. Aconsejado por su cuñado Serrano Suñer, consciente de la
importancia de crear un estado con unas instituciones y una ideología que los respaldase, fue
configurando un régimen progresivamente.

Así, adaptándose en cada momento a las circunstancias, el régimen franquista se mantuvo hasta la
muerte del Generalísimo. Aunque su duración hace difícil una definición única de la etapa, puede
afirmarse que en todo instante Franco se apoyó en distintos sectores del bloque dominante, lo que
no evitó enfrentamientos entre las "familias" que lo integraban, que ganaron o perdieron influencia
en distintos momentos, mas siempre sujetas a la dirección del Caudillo. Esto ayuda a explicar que,
fallecido aquél, fuera imposible la pervivencia del sistema, iniciándose el proceso democratizador
que los tiempos y la sociedad española requerían.

1. APOYOS SOCIOPOLÍTICOS, FUNDAMENTOS IDEOLÓGICOS Y BASES JURÍDICAS DEL FRANQUISMO

1.1. Apoyos sociopolíticos

Las llamadas "familias", institucionalizadas o no institucionalizadas, coincidían en lazos ideológicos


comunes que incluían una visión compartida ante la necesidad del alzamiento militar del 36, la
desconfianza hacia cualquier sistema político que diera cabida a las ideologías de izquierda, el
autoritarismo, la lealtad a Franco o un acendrado catolicismo. Las familias institucionalizadas fueron
varios. Por un lado, se encuentra el Ejército, defensor del régimen y su ordenamiento legal y cuya
cúpula compartía la ideología del dictador (anticomunismo, centralismo, rigor en el mantenimiento
del orden público); como parece lógico siempre fueron altos mandos los ocupantes de las carteras
militares. Por otro lado, la Falange, cuya ideología, defensora de una síntesis entre el patriotismo
tradicional y un autoritarismo de talante fascista, fue la base del pensamiento franquista en las
décadas de los 40’ y 50’, aunque diluida dentro del Movimiento Nacional y con mucho más peso en
los años iniciales del régimen; tradicionalmente de ella se eligieron los ministros de Agricultura y
Trabajo.

También, la Iglesia Católica, que legitimó la guerra civil y que desde el Concordato de 1953 ratificó su
papel primordial en la enseñanza y la vida intelectual, a la vez que numerosas dignidades
eclesiásticas se integraban en instituciones tan importantes como las Cortes o el Consejo del Reino;
de sus organizaciones destacaron la Asociación Católica Nacional de Propagandistas entre 1943 y
1957 - Educación y Asuntos Exteriores prácticamente se reservaron a sus miembros- y desde la
última fecha el Opus Dei, con el que se identificaron la mayoría de los llamados tecnócratas.

Dentro del régimen hubo también "familias" no institucionalizadas, integradas por elementos que
mantenían principios ideológicos compartidos; así destacan los monárquicos, tanto carlistas como
donjuanistas; estos últimos se alejaron de su apoyo inicial tras el Manifiesto de Lausana (1945) hacia
posiciones de monarquía democrática, aunque la solución de la "monarquía franquista", encarnada
en el príncipe Juan Carlos, acabaría haciéndose realidad años después, cuando este último en 1948
viene a ser educado dentro del régimen. Asimismo, los tecnócratas, que son una figura surgida en la
década desarrollista de los 60’; pensaban que la política ideológica quedaría sustituida por el
Estado de
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bienestar propiciado por el desarrollo económico y sólo posible en un régimen autoritario


"modernizado". Por otro, los franquistas puros o integrales, liderados durante muchos años por el
almirante Carrero Blanco y definidos por su plena adhesión a la figura del Generalísimo; su apuesta
por la inalterabilidad del régimen les llevaría a formar a la muerte del Caudillo el “bunker”, el grupo
más opuesto al proceso democratizador.

Además de estas “familias” Franco contó mayoritariamente con el apoyo –o al menos el


consentimiento- de buena parte de la sociedad española; la oligarquía terrateniente, industrial y 2
financiera siempre estuvo al lado del Caudillo, así como el funcionariado y unas clases medias cada
vez más amplias, favorecidas por el desarrollismo constante de los años 60’, aunque también fue en
esa década cuando obreros, estudiantes o parte de la Iglesia influida por el Vaticano II comenzaron
una verdadera oposición interior al régimen.

1.2. Principios ideológicos

En cuanto a su ideología el Franquismo se cimentó en principios como: el nacional-patriotismo, una


visión unitaria y tradicionalista del país que imbuyó al régimen de ideas presentes en todas sus
etapas, como disciplina, austeridad, autoritarismo, virilidad, represión…; el nacional-sindicalismo,
entendido como la aportación de contenido ideológico al Franquismo desde la doctrina falangista,
que además abundaba en ideas como la España imperial, la ética de la violencia, la exaltación del
líder, el paternalismo social o el adoctrinamiento político de jóvenes, universitarios y mujeres (OJE,
SEU, Sección Femenina); el nacional-catolicismo, derivado del apoyo casi incondicional de la Iglesia a
los sublevados en la guerra civil y que hizo de la defensa de las facetas más tradicionales de la
religión y moral católicas algo consustancial a una España que se autoproclamaba “reserva espiritual
de Occidente”; la conspiración judeomasónica, idea recurrente en el pensamiento del Caudillo con la
que justificaba cualquier ataque a su régimen y que hacía de judíos y masones culpables de la
introducción del liberalismo en nuestro país; y, el anticomunismo, de modo que cualquier opositor a
la Dictadura era tildado de “rojo” por unos dirigentes que afirmaban la superioridad de la
“democracia orgánica” sobre la debilidad de cualquier sistema democrático parlamentario.

1.3. Leyes fundamentales

Todas estas ideas subyacen en la fundamentación jurídica del Franquismo, especialmente en sus
Leyes Fundamentales, siete textos que, a falta de Constitución, representan el mayor rango del
ordenamiento normativo y que fueron apareciendo según las necesidades políticas del régimen. En
primer lugar, se halla el Fuero del Trabajo (1938), una ley muy intervencionista en materia
económica y laboral, que recoge elementos propios del sindicalismo vertical y que prohibió
taxativamente el derecho de huelga; en segundo lugar, la Ley Constitutiva de Cortes (1942) que
recogía la creación de unas Cortes al estilo de las viejas monarquías hispánicas, con carácter
esencialmente consultivo y carentes iniciativa parlamentaria, compuestas por procuradores natos,
otros nombrados directamente por el Jefe del Estado y otros representantes de la Administración
Local, la Organización Sindical y el tercio familiar; en tercer lugar, el Fuero de los Españoles (1945)
suponía una Declaración de derechos y, sobre todo, de deberes de los ciudadanos, susceptible de
suspenderse si así lo estimaba oportuno el gobierno y todo dentro de un sistema político autoritario
y confesional que sólo permitía derechos limitados; en cuarto lugar, la Ley de Referéndum nacional
(1945) pretendía aparentar la existencia en el país del sufragio universal estableciendo la posibilidad
de someter a plebiscito las cuestiones de Estado que les fueran propuestas por el Generalísimo; en
quinto lugar, la Ley de Sucesión en la Jefatura del Estado (1947) confirmaba a Franco como Jefe de
Estado vitalicio, le reservaba el derecho de nombramiento de su sucesor y creaba los Consejos del
Reino y de Regencia; en sexto lugar, la Ley de Principios del Movimiento Nacional (1958) fijó las
ideas rectoras del ordenamiento jurídico franquista en los inicios del desarrollismo, aunque su
carácter técnico le supuso escasa repercusión en
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la vida política del país); en séptimo lugar, la Ley Orgánica del Estado (1966) coordinaba las Leyes
Fundamentales ya vigentes, ejerciendo la función de una pseudo-constitución, por lo que fue
aprobada en referéndum, y pretendía modernizar de cara al exterior la imagen del país, aunque
definía una vez más al régimen como una democracia orgánica; separó por primera vez la Jefatura
del Estado de la Presidencia del Gobierno, si bien ésta no se cubriría de modo efectivo hasta 1973.

2. EVOLUCIÓN HISTÓRICA DEL RÉGIMEN


3
2.1. España durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945)

La evolución histórica del régimen cuenta con una primera etapa de consolidación de la dictadura,
influida toda su actuación por el inicio de la Segunda Guerra Mundial. En una España destrozada
por los efectos de la guerra civil y claramente dividida entre vencedores y vencidos, comienza un
proceso de reafirmación del carácter autoritario del régimen, a la vez que se consolidan las alianzas
internacionales con las naciones que habían ayudado a Franco en la contienda. Las cartillas de
racionamiento eran el ejemplo de una escasez paralela a una intensa persecución de los derrotados,
con miles de españoles depurados, encarcelados e incluso ejecutados en aplicación de la dura Ley de
Responsabilidades Políticas de II-1939. El protagonismo político del Caudillo se reafirmaba con la Ley
de Reorganización de la Administración Central del Estado (8-VIII-1939) en unos años marcados por
el predominio ideológico de la Falange Española Tradicionalista y de las JONS, que tenía en el llamado
“gobierno de la victoria” tal vez al hombre más influyente y cercano al Generalísimo en aquellos
momentos, su propio cuñado Ramón Serrano Suñer.

Cuando estalla la Segunda Guerra Mundial la deprimida situación justifica que el gobierno de Franco
proclame su neutralidad, aunque los triunfos iniciales de Alemania llevan a la sustitución de la
neutralidad por una no beligerancia favorable a los países totalitarios que antecede a la entrevista de
Hendaya (23 de octubre de 1940), en la que Franco y Hitler firman un protocolo secreto que preveía
una posible participación militar española en la guerra una vez que se hubiera alcanzado con ayuda
germana el grado de preparación necesario. Aunque esta intervención no se produjo, la germanofilia
de algunos sectores de la sociedad española era evidente, lo que se plasmó en 1941 el contingente
de voluntarios de la División Azul que combatió en el frente ruso. Pero las derrotas del Eje cambiaron
la política española; en octubre de 1943, Franco volvió a la neutralidad, retiró la División Azul y trató
de mejorar sus relaciones con los países aliados; pero este pretendido y progresivo distanciamiento,
sin embargo, no daría fruto, pues en la Conferencia de Yalta (II-1945) ya se advirtió un aislamiento
internacional por la anterior vinculación con las potencias totalitarias.

En otro orden de cosas a lo largo de los años 40’ el Movimiento Nacional, liderado por miembros de
la Falange, despliega por toda España sus organizaciones, aunque nunca gozó del poder omnímodo
de los partidos únicos en los regímenes totalitarios, dado el ascendiente de otros grupos como el
Ejército, la Iglesia y los grandes empresarios. Con Carrero Blanco en la subsecretaría de Presidencia
se aprobaron leyes “maquilladoras” del régimen, como la de Cortes de 1942, y se reguló la educación
superior unos años después con la Ley de Ordenación Universitaria, todo ello en un ambiente cultural
controlado por la censura que vigilaba cualquier atisbo de inmoralidad, anticlericalismo,
republicanismo, comunismo, etc.

En materia económica el gran objetivo fue conseguir la autarquía, interviniendo el Estado en todos
los procesos y adoptándose medidas como las Leyes de Protección Industrial de 1939, la creación de
la RENFE y del INI, se nacionalizaron Iberia, Telefónica, Endesa, Seat, etc., o, en materia agrícola, las
actuaciones del Servicio Nacional del Trigo y del Instituto Nacional de Colonización. Con la restricción
de los productos procedentes del exterior y el racionamiento interno es fácil explicar la extensión del
mercado negro, que se desarrollaba en medio de un claro estancamiento económico que afectaba
sobre todo a las clases más populares a pesar de la legislación social impulsada por el ministro José
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Antonio Girón de Velasco con acciones como la implantación en 1943 del Seguro Obligatorio de
Enfermedad.

Finalizaremos este breve repaso señalando el duro control sobre cualquier oposición interior, como
la actividad del maquis, con la estricta aplicación de normas como la Ley de Represión de la
Masonería y el Comunismo (1940) o la Ley de Seguridad del Estado (1941) y en el exterior la
constitución en México del gobierno de la República en el exilio presidido por Martínez Barrio.
También debemos señalar el alejamiento temporal de los monárquicos donjuanistas tras la 4
publicación del Manifiesto de Lausana en 1945.

2.2. Del aislamiento internacional a la consolidación del Franquismo (1946-1956)

2.2.1. Evolución política del régimen

Con la finalización de la Segunda Guerra Mundial el régimen se debatió entre el aislamiento


internacional y la consolidación del Franquismo. España debe soportar un aislamiento internacional
auspiciado incluso desde la recién creada ONU; pero desde 1947, con el inicio de la “guerra fría”,
cambia paulatinamente esta situación, como muestran los acuerdos económicos firmados ese año
con Estados Unidos, la visita a España de Eva Duarte o la reapertura de embajadas cerradas a la
conclusión del conflicto.

Franco colaboró a este cambio impulsando una aparente liberación del régimen; en estos años se
desarrolla la democracia “orgánica”, se aprueban el Fuero de los Españoles, la Ley de Enseñanza
Primaria, la de supresión del saludo fascista o las Leyes de Cortes, Referéndum y Sucesión a la
Jefatura del Estado, o se deja la política exterior en políticos próximos a la democracia cristiana
entonces triunfante en Europa Occidental, como muestra la designación como ministro del
presidente de Acción Católica, Alberto Martín Artajo.

Esta línea se continuaba con el nuevo gobierno de 1951, al que se incorporaban ministros de talante
más aperturista, como el de Comercio (Manuel Arburúa) o el de Educación (Joaquín Ruiz-Giménez);
será ahora cuando el fin del aislamiento internacional consolide la España franquista, iniciándose la
apertura al exterior y la liberalización económica que permitirá un notable crecimiento industrial, si
bien hacia 1956 podemos constatar problemas que frenan esta recuperación y una intensificación de
la oposición al régimen.

El ingreso en varios de sus organismos preludiará la admisión de España en la ONU ya en 1955;


además el Vaticano reconoce una vez más al régimen de Franco con el Concordato de 1953, año en el
que también se firman los convenios de defensa y ayuda económica con los Estados Unidos. A lo
largo de los 50’ va a cambiar la estructura económica. El sector industrial desplaza al agrícola en el
primer lugar del PIB y las rentas nacional y per cápita ascienden notablemente, aunque en 1956 el
panorama se ensombrece por el aumento de los precios, el déficit de la balanza de pagos o el
agotamiento de las divisas, con lo que resurge la conflictividad social.

En los años 50 se fue abandonando la autarquía y el aislamiento de los años 40 (ingreso en la ONU,
FMI y Pacto de Madrid con EEUU). Pero el fin del aislamiento y los primeros síntomas de
recuperación pusieron de manifiesto las tensiones entre las familias del régimen. La crisis estudiantil
de 1957 lleva a un cambio de Gobierno: se sacan a los falangistas y se llama a Mariano Navarro Rubio
(Ministro de Finanzas) y Alberto Ullastres (ministro de Comercio), próximos al Opus Dei y muy
influidos por los cambios que se estaban produciendo en Europa. Antepusieron la eficiencia a la
ideología política y fueron estos tecnócratas los que impusieron medidas económicas acordes con el
capitalismo occidental, entonces en expansión.
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2.2.2. La oposición languidece

En cuanto a la oposición, tras fallidos intentos de coordinación como el Pacto de San Juan de Luz
(1948), las relaciones con los monárquicos mejoran con los acuerdos adoptados entre Franco y don
Juan sobre el futuro del príncipe Juan Carlos y el PCE pierde bastante de su capacidad de actuación
hasta su reorganización en el Congreso de Praga de 1954; en el interior, se aprecia la aparición de
una nueva oposición articulada a través de medios obreros católicos como las Hermandades Obreras
de Acción Católica y Juventud Obrera Católica, los sindicatos oficiales en los que se han infiltrado 5
obreros que no comulgaban con el régimen y los ambientes intelectuales y universitarios favorecidos
por el aperturismo propiciado por Ruiz-Giménez.

2.3. La etapa desarrollista (1957-1969)

2.3.1. Política económica

En la década de los 60’ el desarrollo económico será el argumento utilizado por el régimen para su
legitimación, ahogando a una oposición cada vez más amplia, pero todavía muy débil, y procurando
en todo momento la integración europea. En efecto, los 60’ se caracterizan por un gran crecimiento
económico, motivado por el cambio de directrices adoptado por el nuevo gobierno de 1957 e
impulsado por los llamados "tecnócratas", defensores de planteamientos económicos más liberales
entre los que sobresalen el Secretario General Técnico de la Presidencia de Gobierno, Laureano
López Rodó, y los ministros de Hacienda, Mariano Navarro Rubio, y de Comercio, Alberto Ullastres.

Tras distintas medidas de saneamiento como la apertura al capital extranjero, la reforma fiscal o la
elevación de los tipos de interés para frenar la subida de los precios y controlar la inflación, en VII-
1959 se aprueba el Plan de Estabilización, base del “milagro español” de estos años y cuyas medidas
permiten la modernización económica, acercándose a las de las naciones europeas desarrolladas y
creciendo a un ritmo anual medio del 7%, el segundo más alto del mundo tras Japón. Aunque con
sombras evidentes, este crecimiento del nivel de vida de los españoles acarreó hondos cambios
sociales y culturales, conformando una sociedad mucho más moderna, urbana y abierta, cambio al
que también contribuyen decisivamente los influjos que vienen del extranjero, a través del turismo, y
de los medios de comunicación, en especial la televisión que había comenzado sus emisiones en
España en 1956.

Esto viene acompañado de la modificación del sistema educativo en 1968 y de los efectos
beneficiosos de la Ley de Prensa de 1966, impulsada por Fraga Iribarne y de mayor tolerancia que las
anteriores.

2.3.2. Evolución política del régimen

A pesar de todo, en el ámbito político los sectores inmovilistas se mantenían con fuerza, como
prueba, por ejemplo, la creación en 1963 del Tribunal de Orden Público (TOP). La institucionalización
del sistema prosigue con la Ley Orgánica del Estado de 1966, que en modo alguno supuso la
desaparición del autoritarismo del régimen. De hecho, los círculos inmovilistas se consolidan con el
nombramiento de Carrero Blanco como Vicepresidente en IX-1967. En los últimos 60’ se incrementan
la conflictividad social y las tensiones en la universidad, a la vez que en VIII-1968 ETA comete sus
primeros atentados. Pero, tras los escándalos de corrupción en el Gobierno y el envejecimiento de
Franco se abrió el debate sobre la continuidad de la dictadura.

Dentro del régimen se fue produciendo una ruptura entre los llamados “aperturistas” partidarios de
reformar el sistema para ir acercándose progresivamente a un modelo parlamentario, y los
“inmovilistas”, opuestos a cualquier tipo de cambio. En 1969 el escándalo MATESA –caso de
corrupción en el que se vieron implicadas instituciones públicas– provocó una crisis de gobierno.
Franco cesó a
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los ministros tecnócratas y a sus oponentes, (aperturistas) y formó un nuevo gobierno homogéneo
con Carrero Blanco en la vicepresidencia y once ministros del Opus Dei; fue el “Segundo
Franquismo”, donde se desarrolla el desarrollismo. A su vez, en 1969 Franco nombró al príncipe Juan
Carlos de Borbón su sucesor a título de rey, de acuerdo con la Ley de Principios del Movimiento
Nacional, lo que podía entenderse como la instauración de una monarquía que mantuviese el
sistema político vigente después de su muerte.

En política exterior la dictadura franquista intentó acercar España a Europa: en 1962 se solicitó la 6
entrada en la CEE y en 1970 se firmó el Acuerdo Preferencial. España fracasó en su intento de
recuperar Gibraltar y en 1969 cerró la verja con el Peñón; la colonia de Guinea Ecuatorial se
independizó en 1868. En los últimos años las relaciones exteriores de España fueron difíciles por el
aislamiento internacional de la dictadura a causa de su política de represión, así como por la caída de
las dictaduras de Portugal y Grecia.

2.3.3. La oposición se empieza a organizar

Finalmente, el movimiento opositor muestra como hito fundamental el Congreso de Munich de VI-
1962, en el que participa tanto la oposición interior como la exterior y que el régimen calificaría de
"contubernio" -políticos moderados (Gil Robles, democristiano, y Joaquín Satrústegui, liberal) y
personalidades apartadas del régimen por su aperturismo (Joaquín Ruiz-Giménez)-; también cabe
destacar los conflictos universitarios de mediados de la década, como la “capuchinada” de Barcelona,
el incremento de la conflictividad obrera con la consolidación de varias organizaciones sindicales
clandestinas, la formación de grupos opositores en el seno de la Iglesia -dirigida por el cardenal
Tarancón, el clero catalán y vasco, que se acercó al nacionalismo, y los sacerdotes obreros y los
cristianos por el socialismo-, el crecimiento de los nacionalismos -ETA comenzaba sus actuaciones
terroristas con el asesinato Melitón Manzanas, jefe de la Brigada Social de Policía de San Sebastián,
en 1968- y la consolidación de grupos democráticos como el Frente de Liberación Popular, Acción
Democrática, Democracia Social Cristiana o el Partido Socialista del Interior de Tierno Galván.
También en esta etapa se inscribe un hecho de la historia negra española: el fusilamiento en 1963 del
dirigente comunista Julián Grimau, acusado de delitos cometidos en la guerra civil. Destacó el
movimiento obrero a través de sindicatos clandestinos, pero con influencia creciente: USO, cristiano,
CC.OO., comunista y liderado por Marcelino Camacho, UGT, socialista, dirigido por Nicolás Redondo,
ELA-STV, nacionalista vasco. Las huelgas, aunque prohibidas, fueron frecuentes desde 1967 en las
áreas industriales. A su vez, el movimiento estudiantil universitario se revitalizó a partir de 1969,
unido a las huelgas de profesores no numerarios desde 1972.

2.3.4. Repercusiones sociales

Los cambios económicos influyeron en la sociedad española que empezó a experimentar cambios
significativos. La sociedad española de los años 40 y 50 estuvo marcada por el atraso y la pobreza,
pero el crecimiento económico de los años 60 que provocó la emigración masiva de la población rural
y la concentración de la población en las grandes ciudades fueron variando el modo de vida y la
mentalidad de los españoles. También contribuyó a esto la apertura al exterior, sobre todo gracias al
contacto con los turistas que llegaban masivamente al país. Además, se dio un espectacular
incremento de la población, lo que obligó a multiplicar el número de escuelas e institutos. Otra
importante novedad fue el acceso de la mujer al trabajo. En definitiva, la estructura social española
durante los 60 presenta un predominio de la clase obrera que se especializa y accede a la propiedad;
una clase media en ascenso y una clase dominante más reducida en número. La clase media
aumentó en esta década numéricamente y era la que tenía una mentalidad más abierta y dinámica.

2.4. La crisis del Franquismo (1969-1975)


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Al iniciarse los 70’ España entra en crisis política, económica y social. Era un país de economía
próxima a la de los países europeos desarrollados, pero con grandes desequilibrios internos; al
estallar en 1973 una crisis económica internacional no estaba en condiciones de afrontarla,
originándose un descenso del nivel de vida y de la capacidad adquisitiva de los españoles.
Aperturismo e inmovilismo se dan la mano en el gobierno nombrado en octubre de 1969, en el que el
hombre fuerte es Carrero Blanco, pero en el que se integran políticos de talante bien diferente, como
Torcuato Fernández Miranda o Enrique García Rama; en junio de 1973 Franco designa por primera
vez a un Presidente de Gobierno, Carrero Blanco, quien significaba para el Caudillo una garantía de 7
estabilidad de cara al futuro, aunque todo quedará frustrado tras su muerte en atentado etarra el 20
de diciembre 1973, justo el mismo día en el que se iniciaba el Proceso 1001 contra dirigentes de
Comisiones Obreras.

Muerto Carrero, el Generalísimo se inclinó por las facciones más derechistas nombrando Presidente
de Gobierno a Carlos Arias Navarro; este anunció en un discurso el 12 de febrero de 1974 la
liberalización del régimen con la regulación del derecho de asociación política (espíritu del 12 de
febrero), provocando la división dentro de las fuerzas franquistas: los aperturistas, de Pío Cabanillas,
partidarios de las reformas desde dentro; y los inmovilistas, llamados el bunker, de José Utrera,
opuesto a cualquier reforma. Este plan fracasa tras la condena a muerte al anarquista Puig Antich, el
arresto domiciliario del cardenal Añoveros, el cese de Díez-Alegría, Jefe del Estado Mayor y la
aprobación de la Ley de Asociaciones Políticas; el grupo democristiano TÁCITO, junto a de Manuel
Fraga y José María de Areilza, denunciaron esta Ley como una operación de marketing.

La oposición política tradicional siguió liderada por el PCE, dirigido por Santiago Carrillo, el cual lideró
la Junta Democrática en 1974; el PSOE, dirigido por Felipe González desde el congreso de Suresnes
(Francia) en 1974, lideró la Plataforma de Convergencia Democrática en 1975. Dentro de los grupos
nacionalistas hay que distinguir la tendencia moderada –PNV en el País Vasco y CDC y ERC en
Cataluña- y la tendencia terrorista ETA. Dentro de los grupos terroristas se distinguieron tres: ETA
(Euskadi Ta Askatasuna: Euskadi y Libertad), el FRAP (Frente Revolucionario Antifascista y Patriótico),
y los GRAPO (Grupo Revolucionario Antifascista Primero de Octubre), de extrema izquierda.

La precaria salud del dictador coincide con la paulatina descomposición del régimen; si a nivel
internacional la “marcha verde” es esencial para la retirada española del Sahara, en el interior ETA
sigue golpeando con fuerza, sumándose a sus acciones las de otros grupos como el FRAP y el GRAPO.
Tampoco la oposición desaprovechó la oportunidad para cobrar nuevos bríos; así los comunistas son
los principales valedores de la Junta Democrática (1974), mientras que los socialistas, liderados por
Felipe González desde el Congreso de Suresnes de ese mismo año, impulsan en 1975 la Plataforma
de Convergencia Democrática. Para detener la oleada terrorista, Franco aprobó en agosto de 1975
una ley antiterrorista muy dura, por lo que tres miembros de la FRP y dos de ETA fueron ejecutados,
originando una fuerte reacción internacional. La respuesta fue organizar una manifestación en la
Plaza de Oriente como prueba de adhesión al Caudillo, la última aparición de Franco en público.

El Franquismo se apagaba con la vida de Franco; el endurecimiento del régimen, palpable en la Ley
Antiterrorista de 1975 sólo servía para ganarse repulsas internacionales. Desde mediados de octubre,
es notorio el empeoramiento de la salud del Generalísimo; el 21 de octubre las autoridades
reconocen la grave enfermedad de Franco. Nueve días después y en base a la Ley Orgánica, D. Juan
Carlos asume la Jefatura del Estado. Finalmente, Franco muere el 20 de noviembre de 1975, dando la
noticia Arias Navarro ante las cámaras de televisión. Se desarrolla la “operación Lucero”, un plan de
emergencia para garantizar la seguridad del régimen en esas circunstancias. Miles de españoles,
durante los días 21 y 22, visitan la capilla ardiente en el Palacio Real, y no en el Pardo, que había sido
su lugar de residencia. Inmediatamente, las Cortes proclamaban rey a don Juan Carlos de Borbón;
con éste en el trono y los restos del Generalísimo descansando ya en el Valle de los Caídos,
comenzaría el considerado hasta ahora modélico proceso de la transición democrática española.

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