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Abortp Interrumpido

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COLEGIO DE BACHILLERES DEL ESTADO DE

SAN LUIS POTOSI


PLANTEL 06

TEMA:

ABORTO
INTERRUMPIDO
Integrantes:
Joanna Martínez De La Torre
Kamila Salazar Torres

Grado: 2° grupo: EV

Fecha: 25 de abril del 2023

Introducción
La práctica del aborto acompañó a la humanidad desde épocas inmemoriales. Es el método más
antiguo conocido por el hombre para terminar un embarazo no deseado.

El aborto es la interrupción de la gestación en las primeras 20 semanas o la expulsión del producto


de la concepción que pesa menos de 500g. Es necesario diferenciar el aborto provocado o inducido,
en el cual existe la intención de producirlo, del aborto espontáneo en el que no existe ese propósito.

Existen reportes en Cuba que en 1642 Frai Bartolomé de las Casas describía que la cantidad de
trabajo impuesto por los Españoles a las indias las inducía a realizarse abortos. Al igual que las
indias Americanas utilizaban varas de olmo resbalosos para insertarlas en el canal cervical como
abortivo.

En 1846 Recamier inventa la legra uterina, la cual permite el abordaje de la cavidad del útero
marcando una nueva orientación en la terapia ginecológica. Ya en 1895 Althauser introduce el uso
de la cureta en Alemania, que más tarde se amplió y popularizó en toda Europa. Por el año 1927
Rykov realiza la interrupción del embarazo por aspiración al vacio que se retoma en 1958 en China
por Wu Wu.

En el mundo millones de mujeres arriesgan sus vidas y su salud para poner fin a embarazos no
deseados. Cada día se efectúan aproximadamente 55 000 abortos en condiciones de riesgo y cerca
del 95 % de ellos se realizan en países en vías de desarrollo que conducen a la muerte a más de 200
mujeres diariamente.

Muchos de ellos son realizados en condiciones de riesgo por lo que representan un porciento
significativo de todas las muertes maternas.

Anualmente 600 000 mujeres pierden la vida en el mundo por causas relacionadas con el embarazo,
lo que supone aproximadamente una muerte materna por minuto, descontando las que quedan
excluidas de las estadísticas debido al subregistro existente.

Si se tiene en cuenta que más de15 millones de adolescentes entre los 15 y 19 años tienen hijos cada
año y que entre el 88 y 98 % de las muertes maternas son perfectamente prevenibles según los
acuerdos del Cairo y Beijing, los gobiernos deben dar una atención especial a los adolescentes con
la finalidad de facilitarles el libre acceso a los servicios de salud sexual y reproductiva para evitar
situaciones catastróficas.

En América latina, según los datos del Alan Gutt Macher Institute,5 unos 4 millones de mujeres
ponen en riesgo sus vidas para interrumpir un embarazo no deseado. En Brasil constituye la 3ra
causa de muerte materna, en Colombia se estima que es la 2da causa, mientras que en Chile y
Guyana es la principal. El problema es que a pesar de las prohibiciones que se establecen en algunas
legislaciones, se sigue practicando el aborto sin que existan las condiciones mínimas indispensables
para realizar este peligroso proceder.

Es difícil conocer la problemática real del aborto en la adolescencia, en nuestra región, ya que en la
mayoría de ellos como el aborto es ilegal o tienen serias restricciones, se obtienen subregistros. Solo
en Cuba, Puerto Rico, EUA y Canadá se puede contar con estadísticas confiables.
El aborto en la adolescencia constituye un elemento fundamental que afecta la salud reproductiva de
este sector de la sociedad. Si bien es cierto que se ha logrado disminuir la mortalidad relacionada
con este procedimiento, no se puede asegurar lo mismo de la morbilidad.

Las complicaciones inmediatas que más se reportan al respecto son la sepsis, los abortos
incompletos, las hemorragias, las perforaciones uterinas, las complicaciones anestésicas y más
tardíamente aparecen las enfermedades inflamatorias pélvicas, el dolor pélvico crónico, la
infertilidad secundaria y el embarazo ectópico. Estos problemas de salud van a limitar la
productividad femenina dentro y fuera del hogar y también afecta las relaciones sexuales.

Por las características de los problemas de salud de los adolescentes, las acciones de promoción y
prevención adquieren una mayor relevancia. La aplicación del enfoque de riesgo pude enriquecerse
con la promoción de factores protectores en el orden individual, familiar y comunitario.

En Cuba ese proceder nunca ha sido considerado como método de planificación familiar, existen
servicios seguros y ha sido determinante en el comportamiento de la fecundidad presentando una
tendencia ascendente en el grupo de mujeres menores de 20 años.

En nuestro criterio hay mucho más por hacer en cuanto al aborto en la adolescencia en Cuba,
aunque nuestros índices son buenos cuando los comparamos con el mundo, pero nada es suficiente
si podemos evitar que se llegue al aborto sin el desarrollo de los programas de planificación
familiar.

La vía idónea para proveerle ayuda a los adolescentes y garantizar su desarrollo armónico e integral
es brindarle una sólida educación moral, asegurarle una adecuada y sincera relación con sus
progenitores, una atmósfera de respeto y camaradería en el seno de la familia y la escuela e incluir a
estas todos los aspectos relacionados con su sexualidad. Esta tarea es responsabilidad nuestra, de las
familias y de la sociedad en su conjunto y en esta dirección es en la que se debe trabajar para lograr
el objetivo de reducir el aborto en la adolescencia en nuestro país.

La participación de la población joven en las transformaciones sociales es decisiva para un mejor


futuro, las nuevas generaciones constituyen una fuerza significativa para el desarrollo, más en esta
época donde en muchos países del mundo decrece la natalidad y aumenta la esperanza de vida.
El embarazo interrumpido, comúnmente conocido bajo el nombre de aborto, consiste en la
interrupción del embarazo antes de las 22 semanas de gestación, es decir, antes de que el feto o
embrión tenga por peso menos de 500 gramos. En otras palabras, el aborto es la culminación de un
embarazo antes de que el feto sea capaz de vivir independientemente fuera del vientre de la madre.
Tipos de embarazo interrumpido. La Organización Mundial de la Salud reconoce la existencia de
dos tipos de aborto, el denominado espontáneo y el inducido.

En el caso del primero, se hace referencia a la interrupción del embarazo de forma espontánea y
natural sin el uso de medicamentos o la realización de alguna intervención quirúrgica después de la
implantación del feto y antes de que éste pueda vivir de forma independiente. En el segundo, se
habla de la interrupción del embarazo pero a través del uso de medicamentos o intervenciones
quirúrgicas antes de que el feto pueda valerse por sí mismo fuera del vientre de su madre.

El aborto inducido puede ser seguro o inseguro, y a su vez legal o ilegal dependiendo de las
condiciones en las que se realice. En el caso del aborto legal, éste se realiza bajo las leyes
despenalizadoras del país donde se practica existiendo centros sanitarios con las condiciones de
higiene adecuadas y permisos para llevarlo a cabo. No obstante, el aborto ilegal suele ser realizado
en contra de algunas de las leyes del país donde se practica y usualmente en entornos de riesgo e
insalubres para la madre y el feto.

A continuación se presentan las principales causas y consecuencias, así como ventajas y desventajas
de ambos tipos de aborto, espontaneo e inducido. Aborto espontáneo Generalmente este tipo de
aborto suele producirse en el primer trimestre de la gestación, ocurriendo en el 20% de la mayoría
de los embarazos. De ahí que el aborto natural sea bastante común en las mujeres embarazas, sobre
todo en las primerizas. Si bien son muchas las causas que pueden originar la pérdida del embarazo,
a continuación se presentan las más comunes:

Edad avanzada Las mujeres de edad avanzada suelen ser más propensas a concebir un bebe con
alguna anormalidad cromosómica, lo que representa un gran factor de riesgo. Generalmente, el 70%
de las causas se debe a que el óvulo fecundado posee un número anormal de cromosomas, haciendo
imposible que el embarazo pueda seguir un curso normal. Historial previo de abortos. La presencia
de un historial de abortos que ya involucre al menos dos pérdidas anteriores seguidas, hace poco
probable que en el siguiente intento el embarazo pueda llegar hasta el final. Enfermedades y
afecciones crónicas. Hablamos de algunas tan comunes como la obesidad, diabetes, problemas con
la coagulación de la sangre, enfermedades del sistema inmunológico y afecciones hormonales.

Así como problemas uterinos o cervicales como malformaciones congénitas del útero, la tenencia
de un cuello uterino débil o fibromas uterinos. Igualmente, si la madre posee infecciones como
VIH, rubeola, sarampión o algún tipo de virus, las probabilidades de un embarazo exitoso
disminuyen. Consumo de estupefacientes. El consumo habitual de drogas, aunado a la bebida y el
cigarro, suelen ser considerados factores que influyen en este tipo de abortos. No obstante, a pesar
de las diferentes causas anunciadas anteriormente, en la mayoría de los casos no existe una causa
que explique en un 100% la interrupción espontánea del embarazo.

El aún no nacido como paciente, se pueden hacer varias objeciones. La primera y más relevante es
sobre el estatuto de paciente del embrión o feto. Claro, la conclusión "el médico respeta la vida del
feto", derivada de las premisas "el médico respeta la vida de todo paciente" y "el feto es un
paciente", se invalida si la segunda premisa del silogismo es falsa. Si no hay paciente, no hay
obligación ética de respetar su integridad ni buscar su salud.

Si bien es cierto que es fácil captar en un niño o adulto aquella interioridad que nos orienta para
fundamentar el respeto que merece, debemos reconocer que esa captación se dificulta —y muchas
veces se oscurece por completo— en las primeras etapas de la vida humana. El embrión humano
permanece alejado del alcance de una adecuada consideración, dificultad que se debe a varios
factores:

1. Al ser nuestra primera aproximación hacia la realidad una aproximación mediante los órganos de
los sentidos, nuestra primera captación de otro ser humano es a través de lo semejante. Captamos
como humano algo que se nos parece, y todo ser humano cuya figura humana se desdibuja se nos
presenta como algo distinto. Es necesario por lo tanto un esfuerzo de la inteligencia para captar en
ese viviente intrauterino a un individuo de nuestra especie.

2. Es preciso aceptar que esas primeras etapas de la existencia están bastante fuera de nuestro
alcance sensitivo. A diferencia del desarrollo humano desde el nacimiento hacia adelante, al cual
estamos habituados a observar día a día, lo que ocurre al interior de la madre no se presenta
fácilmente a nuestros sentidos, incluso ella misma solo siente a su hijo en etapas bastante avanzadas
del embarazo, y solamente en algunas de sus cualidades sensibles, como el crecimiento y
movimiento. La ultrasonografía ha posibilitado apreciar al embrión dentro del útero materno, pero
la imagen entregada está muy alejada de como captan naturalmente nuestros sentidos y es difícil
entenderla sin una capacitación previa.

3. No tenemos experiencia propia de esas primeras etapas vitales, así como tenemos de la niñez o
adultez. Solo tenemos referencia de nuestro nacimiento y primeros años de vida por el relato de
nuestros familiares. Esa falta de vivencias de esos primeros estadios de nuestra existencia
probablemente facilite la consideración de los embriones y fetos humanos como seres extraños.

Además de esas apreciaciones propias de la experiencia, la dificultad más radical se debe a que
aquella realidad individual, a la cual pertenecen la intimidad, la inteligencia, la libertad y la
capacidad de realizar actos propios, y que nos caracteriza como humanos, no existe en el embrión
sino como potencialidad, y luego no puede ser reconocida como algo perteneciente en ese momento
a él. Debemos por tanto ser capaces de reconocer solo en el orden de un grupo de células o en un
organismo a veces desemejante en el aspecto a nosotros, el ser de un sujeto cuya naturaleza se está
recién desplegando.

Muchas veces entonces se nos hace difícil reconocer que el embrión es una persona, constituido por
una interioridad de naturaleza racional o inteligente, es decir humana. Desde que aparece a la
existencia en algún momento después de la unión de ambos gametos, de la madre y del padre, esa
naturaleza racional se va desplegando en el tiempo, constituyendo progresivamente los órganos
necesarios para ejercer plena y actualmente su inteligencia y libertad, facultades que en un
comienzo existen solo en estado de posibilidad. El hecho de no ejercer las operaciones propiamente
humanas, por tenerlas en estado potencial, no determina que no exista un sujeto de naturaleza
racional. Eso solo indica que las operaciones más propias del hombre y que lo especifican como tal,
no se expresan por falta de desarrollo de los órganos corporales necesarios para el ejercicio de
aquellas funciones.
Es justamente la naturaleza personal del embrión lo que funda el estatuto de paciente para él. No se
necesita una petición de ayuda de su parte para que un médico le otorgue los cuidados que requiere
y asegure que su desarrollo se complete adecuadamente, o para que, expuesto a una situación de
riesgo o enfermedad, le realice las acciones médicas necesarias para su mejoría. Un médico obstetra
que ha logrado aprehender la bondad poseída por el ser humano desde su aparición a la existencia,
podrá ser el médico que, enfrentado a una mujer embarazada, considere en ese mismo instante que
tiene a dos pacientes: la madre, que habitualmente le solicita sus cuidados para ella y para su hijo, y
ese hijo que es su paciente aún sin solicitarlo, ya que no lo puede hacer.

De lo anterior se desprende la incoherencia de toda acción realizada por un médico cuyo fin sea
provocar la muerte del embrión, u otra que arriesgue innecesariamente su existencia. La naturaleza
personal de este, su condición de vulnerabilidad y su imposibilidad de solicitar ayuda lo convierten
en uno de los seres humanos más necesitados de la acción de un médico.

Parece necesario analizar, en el contexto de las acciones terapéuticas, las diversas acciones que un
médico puede realizar en una mujer embarazada, intentar determinar en qué consisten y cuáles son
las implicancias éticas de cada una.

En primer lugar hay que decir que la interrupción de un embarazo es una acción que busca que el
proceso normal de una gestación no alcance su término natural. Entendida así, como concepto
general, su calificación ética va a depender de lo que realmente se está haciendo en cada caso.

Tenemos interrupciones del embarazo absolutamente lícitas, realizadas a diario en todas la


maternidades del mundo como herramienta terapéutica, destinadas a proteger la salud de la madre,
del recién nacido o de ambos. Son aquellas realizadas frente a una patología materna o fetal que
indica al médico que es mejor adelantar el parto por algún problema de salud. Habitualmente se
realizan cuando el feto está suficientemente maduro para vivir fuera del útero y no representan
ningún problema ético, ya que buscan siempre el bienestar de ambos.

Existen sin embargo otras situaciones en que la posibilidad de interrumpir un embarazo provocaría
en el médico tratante, en la madre y en los familiares un dilema, ya no de carácter técnico, sino de
un orden totalmente distinto, que los obligaría a una reflexión sobre los principios y fines que guían
su actuar. Actualmente se nombran como posibles razones los problemas psicológicos transitorios
de la mujer embarazada, las angustias y trastornos graves por gestaciones producto de violación, los
embarazos con fetos con patologías de diversa gravedad, o las patologías maternas que van desde
leves, moderadas, hasta las con riesgo vital.

Frente a tan variadas causales invocadas, debemos distinguir cuáles serían las que se adecuan a los
fines de la medicina, siendo por tanto obligatorias para un médico realizar —pues constituyen parte
de las acciones propias de la especialidad— y cuáles serían aquellas que un médico debiera realizar
nunca, puesto que constituyen verdaderamente lo que debemos entender por "aborto provocado".

Para la discusión actual intentaremos precisar cuáles de las interrupciones de un embarazo,


derivadas de las motivaciones descritas, constituyen lo que habitualmente se entiende y
entenderemos como "aborto provocado o inducido", y cuáles son las interrupciones de un embarazo
que un médico debiera siempre realizar, ya que están destinadas a cumplir los objetivos de la
profesión médica, es decir, buscar la salud de sus pacientes. Para ello será necesario describir y
fundamentar tanto lo que el médico realmente hace en cada una de esas situaciones como el sentido
de los términos que empleamos, y si ellos se correlacionan adecuadamente con lo que el médico
realmente está haciendo.

Es importante señalar lo que se entiende por "aborto", palabra que expresa significados diversos, de
connotación ética indiferente o negativa. Hablamos en el lenguaje médico de "aborto" cuando se
pierde una gestación "naturalmente" y también cuando se lo provoca voluntariamente4. En segundo
lugar, cuando se define "aborto provocado" a menudo se confunde el concepto o la idea que se
quiere denotar con esa expresión con los criterios y signos que hemos establecido para reconocerlo
como tal en una situación particular.

La idea, concepto o definición es algo abstracto, y su elucidación es una tarea estrictamente


filosófica. Un criterio concretiza la idea en un mundo físico y su determinación correspondería a la
filosofía y a la ciencia, y un signo o test verifica la realización concreta del criterio, y en su
determinación y realización concreta participarían la ciencia empírica y la práctica. Tanto los signos
como los criterios pueden tener distintos grados de sensibilidad y/o especificidad para demostrar su
validez en detectar la presencia de la idea en una realidad concreta. Por ejemplo, no toda alza de
transaminasas en la sangre (signo) nos indica una infiltración de polimorfonucleares en el intersticio
hepático (criterio) provocado por una inflamación hepática o hepatitis (idea). Tampoco toda
sustracción de algo ajeno (criterio) es un hurto (idea).

Entendemos como "aborto": "la interrupción de un embarazo antes de la viabilidad fetal". La idea,
concepto o definición de viabilidad fetal es "la capacidad de un recién nacido de sobrevivir fuera
del útero materno". Los criterios que ocupamos actualmente para determinar si un feto o recién
nacido es viable son: una edad gestacional igual o mayor a 23 semanas o un peso igual o mayor a
500 gr. Los signos son varios, entre ellos unas ciertas medidas realizadas mediante ultrasonografía o
una medición del tiempo transcurrido desde la última menstruación de la mujer.

La definición, concepto o idea no ha cambiado en el tiempo y difícilmente lo hará. Siempre hemos


entendido y siempre entenderemos lo mismo por viabilidad. Sin embargo, los criterios sí cambian,
en este caso han cambiado y probablemente cambiarán aún más a medida que el avance del
conocimiento médico y las aplicaciones tecnológicas lo permitan. No hace mucho el criterio de
viabilidad eran 28 semanas o 1.000 gr. de peso; y ya en algunos lugares se habla de 20 semanas de
gestación. Por otro lado, también los signos han cambiado; hace 40 años los únicos signos que
teníamos eran el tiempo de amenorrea y la medición de la altura uterina, con sensibilidades y
especificidades muy diferentes al test ecográfico actual.

Lo anterior tiene una relevancia no menor para el análisis ético de las acciones. El lenguaje debe
reflejar adecuadamente la realidad de esas situaciones y las definiciones deben apuntar lo más
rigurosamente posible a lo que se entiende por lo que se intenta definir. Si definimos por ejemplo —
con los criterios actuales y como algunos lo hacen— el aborto provocado como "la interrupción de
un embarazo antes de las 23 semanas o antes de que el feto pese 500 gr" y la viabilidad fetal
también en esos rangos de tiempo gestacional y peso, toda interrupción antes de ese tiempo de
gestación o ese peso sería un aborto provocado. Sería por tanto ilegal en nuestro país y éticamente
ilícito, ya que se estaría intentando la muerte de ese feto. La realidad es distinta y, desde la
perspectiva del actuar médico, en muchas situaciones clínicas nosotros realizamos interrupciones
del embarazo comprendidas en lo expresado en esas definiciones, que no son ilegales en nuestro
país y tampoco vulneran nuestras obligaciones hacia nuestros pacientes.

Los criterios y signos tienen una utilidad operacional, nos sirven para tomar decisiones. No
podemos decidir con los conceptos, ya que estos tienen existencia solo en nuestra mente. No existe
la viabilidad fetal, no existe la capacidad de sobrevivir fuera del útero. Lo que existen son fetos que
al nacer sobreviven y otros que no lo hacen. Nosotros observamos todos esos casos individuales y,
en una inicial abstracción de todos ellos, establecemos que existe una relación entre su edad
gestacional y su peso con la sobrevida fuera del útero; a mayor edad gestacional y a mayor peso
existe mejor posibilidad de sobrevivir. En una abstracción más profunda, concebimos algo original,
la idea de viabilidad, que nos permite entender de lo que hablamos cuando nos referimos a esa
capacidad que tienen algunos fetos de sobrevivir.

Es evidente para nuestras observaciones que esa capacidad es progresiva y gradual, y que,
dependiendo de los cuidados que otorguemos a los recién nacidos, habrá posibilidad de potenciarla.
Sin embargo, la consideración de los costos de sufrimiento, emocionales y pecuniarios, ponderados
con las posibilidades de éxito, nos hace razonable intentar esfuerzos terapéuticos de distinta
intensidad en cada caso particular, juicio conocido en ética médica como juicio de
proporcionalidad(6): a algunos con mayor posibilidad de éxito, les ofreceremos toda la capacidad
tecnológica disponible, a otros parte de esa capacidad y a otros solo los cuidados dignos mínimos.

Para ello nos sirven los criterios y los signos: para reconocer la presencia de aquellos en cada caso
particular. Es teóricamente posible que un recién nacido de 22 semanas o quizá de menos edad
sobreviva si le aplicamos todos los recursos tecnológicos disponibles, y es perfectamente
imaginable que eso será cada vez más probable en algunos decenios más. También sabemos que
algunos sobre esa edad gestacional no lo harán, pero en un aquí y ahora tenemos que hacer un corte,
y el que tenemos son 23 semanas y 500 gr. Para reconocer que un feto dentro del útero tiene esa
edad y ese peso, contamos con la ultrasonografía como test, con sus naturales posibilidades de error.

Los conceptos son ideas abstraídas de la realidad. En esta solo existen numerosos casos, todos
distintos entre sí, y nuestro entendimiento logra captar de toda esa particularidad de hechos
individuales lo que unifica a algunos de ellos, constituyendo rasgos comunes o universales, como
serían, por ejemplo, la movilidad y capacidad de desplazamiento de todos los mamíferos, y los
rasgos necesarios, es decir, aquellos que los constituyen esencialmente, como la posesión de
glándulas mamarias. Así el concepto y definición de "mamífero" tiene que incluir necesariamente la
capacidad de lactar, pero no la de desplazamiento, ya que esta es común a muchos otros animales.
Conclusión
En el tema del aborto provocado y específicamente en el llamado aborto terapéutico, hay que ser
muy cuidadoso. Es un tema en el que intervienen aspectos valóricos que surgen de posiciones
antropológicas diversas. Además, es un problema en el cual todos tenemos derecho a opinión, ya
que excede del ámbito privado de los ciudadanos y, por lo tanto, compromete el tipo de sociedad en
la que queremos vivir. Es interesante y de especial relevancia incorporar a esa discusión la
perspectiva de la profesión médica y específicamente la de los médicos, a quienes nos corresponde
la atención de la mujer embarazada, por la responsabilidad que tenemos de efectuar las
intervenciones sobre ellas y sobre el hijo que gestan.

La profesión médica, como toda profesión, tiene un compromiso hacia la sociedad. Este
compromiso se vincula con aspectos de los que el médico tiene que hacerse cargo, y que tienen que
corresponder no solo con las intervenciones que es capaz de realizar, sino que, con mayor
relevancia, con las que se adecuan a los fines de la profesión médica. Los problemas que los
pacientes presentan a la consideración de un médico han cambiado con los años, dependiendo de los
avances del conocimiento científico y de las posibilidades tecnológicas. El médico no debe realizar
intervenciones sin el consentimiento informado de su paciente, y no está obligado a realizarlas
cuando considera que con ello vulnera los fines de la medicina. Habitualmente en la interacción
médico-paciente esto no constituye un problema, ya que en la gran mayoría de los casos los
objetivos del paciente y del médico coinciden. En escaso número de situaciones puede haber una
dificultad, que se resuelve habitualmente exponiendo las razones de la petición por parte del
paciente y las razones de la reticencia del clínico para efectuar algún procedimiento. Esto es lo que
corresponde en una adecuada relación entre ambos.

La obstetricia y la medicina materno-fetal, en plena concordancia con los fines de la profesión


médica, busca que una mujer embarazada y su hijo terminen el proceso de embarazo y parto en las
mejores condiciones de salud posibles. Para ello se cuenta con numerosos recursos diagnósticos y
terapéuticos. Uno de ellos es la interrupción del embarazo, cuando consideramos que continuar la
gestación arriesga la salud de uno de ellos o de ambos. Siempre debemos ocupar esta herramienta
terapéutica para esos fines y nunca buscando otros ajenos.

Sin duda este recurso se puede utilizar para resolver diversos otros problemas que alguna paciente
puede presentar, algunos banales y otros secundarios a condiciones de extrema seriedad, pero en
definitiva su utilización buscaría objetivos diametralmente opuestos al deber de un médico. Es el
caso de interrumpir un embarazo o utilizar cualquier otro recurso con el fin de procurar la muerte de
un embrión o feto.

Es fácil confundir lo que cada acción médica significa y muchas veces se oscurece la delimitación
de si una acción realizada por un médico está en concordancia o no con lo que debe realizar. Para
eso la precisión de los conceptos y acciones es fundamental.

Debemos entender como aborto provocado toda intervención que busca que un embrión o feto
implantado sea eliminado. Esa intención es lo que especifica éticamente la acción.

Los criterios para establecer si una interrupción de un embarazo se adecua al concepto de aborto
provocado no pueden ser entonces ni la edad gestacional ni el peso fetal. Si lo que establece el
concepto de aborto provocado es la intención del médico, los únicos criterios son que este se
responda las siguientes preguntas en cada caso particular: mi intervención ¿busca que este feto
muera? ¿Estoy haciendo mis mejores esfuerzos para que sobreviva? Si la respuesta a la segunda
pregunta es afirmativa, puede estar seguro que está efectuando una acción lícita y acorde a su deber
como médico. Para un observador externo, y ya que las intenciones del médico están dentro de sus
íntimos pensamientos, la manera como realiza la intervención puede dar luces e incluso servir como
signo de que los criterios están presentes; el trato respetuoso al recién nacido y el otorgarle los
cuidados proporcionados a su condición y dignidad reflejarán su verdadera intención, aunque su
segundo paciente no logre sobrevivir.
Bibliografías
 https://elheraldoslp.com.mx/2018/05/11/embarazo-interrumpido-tipos-y-causas-y-

consecuencias/

 http://scielo.sld.cu/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1727-81202009000200010

 https://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1726-569X2016000200003

 https://www.plannedparenthood.org/es/temas-de-salud/aborto/pensando-tener-un-aborto/

que-necesito-saber-sobre-el-aborto

 https://espanol.nichd.nih.gov/salud/temas/pregnancyloss/informacion/causa

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