El Subterraneo Habitado o Los Letingbergs o Sea Timancio y Adela Novela Original
El Subterraneo Habitado o Los Letingbergs o Sea Timancio y Adela Novela Original
El Subterraneo Habitado o Los Letingbergs o Sea Timancio y Adela Novela Original
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EL SUB,TERRÀNEO HABITADO
1TIMASGIO Y 'ABELA.
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Esta novela, adornada con dos láminas, es
propiedad de D. Tomas Jordan, y se hallará
¿ 8 reales en rústica y iO en pasta, en su al
macén de papel, calle de la Concepcion Ge-
rdnima, esquina á la plazuela de las Monjas.
En el mismo se hallarán también de venta
las siguientes:
La Celina, novela helveciana, con la de
-EZ Impío y Amelia, á 6 reales en rústica y
á 8 en pasta.
La Filósofa en el Tajo ó la Casita en la
Presa, á 6 reales eu rústica y á 8 en pasta.
1 J
P.aJS
TIMANCIO Y ADELA.
NOVELA ORIGINAL,
Óc). oi^úLiLue^ l/Lewito nAoqinttc.
/
pues eran muy suficientes para nuestro con al ver dos marineros que con el esquife se
sumo en dos dias á lo menos. Llegamos á la dirigían á nosotros ! Llegan en fin á la orilla,
orilla dónde estaba nuestro parapeto. Encen y nos ordenan que subamos á bordo... ¡ Con
dimos fuego nuevamente, las desplumamos, qué gusto dejamos aquella isla! Apenas nos
y quitándolas las tripas las asamos perfecta vimos dentro de la canoa empezamos á abra
mente , y las comimos con sumo placet sin zarnos mutuamente y á darnos mil parabie
echar de menos la sal y demas adherentes de nes. .El mar dulcemente agitado, guarnecía
nuestras cocinas. de blancas espumas todas aquellas playas dan
Desde luego resolvimos elevar una de las do un vivo realce al color azulado de las on
lanzas ó azagayas 'que dejaron caer los Caribes das. El sol con sus rayos formaba en la su
al huir del pistoletazo y ver caer muerto su perficie de las aguas unas como estrellas, que
compañero; y al estremo de la lanza colocamos doradas y brillantes andaban como inquietas
un pañuelo blanco con el objeto de llamar la e iban siempre delante del esquifé que nos
atención de los viageros.que cruzasen aquellos llevaba á la nave. Llegamos al gran buque,
mares. y tuvimos muy buena acogida en la bondad
Tres dias pasamos en este estado, y ai del capitán. Desplegó el bagel todas sus ve
principio del cuarto, descubrimos un navio. las al viento favorable, é iba rompiendo las
El capitán diviso' nuestra señal, y envió á aguas con soberbia magestuosa. Las ondas ar
buscamos inmediatamente con su esquifé. rojaban espuma viéndose atropelladas de la
Era .veneciano, y hacia viages á la isla dé arrogante proa , y al abrigo del voluminoso
Chipre. ¡ Qué placer nos causó fa vista de buque venían murmurando quejosas á buscar
aquella nave! ¡qué alegría! ¡qué gozosa asilo en la popa, la que por contentarlas las
íntimo se hizo dueño de nuestros corazones dejaba espacio anchuroso. A poco rato nos
lió
mandó el capitan entrar èri SU cuarto, y nos
obligó á que le refiriésemos los pormenores nocido le arrebataba hácia el joven Carlitos,
de nuestro naufragio,lo que verificó Robi en en términos que le amaba como si fuese hijo
nuestro nombre. Nos preguntó si eramos hi suyo.' ¡ Este es el Iénguage mudo de la natu
jos de Robi, y habiéndole contestado éste que raleza ! Bien lejos de conocer yo la causa que
no eramos parientes, le dijo que éi*se llama produbia esta inclinación1,1 iba cobrando ya
ba Pablo Robi, y nosotros Garlos y Timan- cierto odio, y olvidando los beneficios a que
cio. No pudo menos de chocar al capitan el èra deudor áRobi. Los celos se hicieron fuer
que le ocultásemos nuestros apellidos, y nos tes* en mi corazón desde donde disparaban
preguntó la causa ; pero no le contestamos de dardos penetrantes que trastornaban toda mi
otro modo, que diciéndole que no habiamos máquina intelectual, y hacian desaparecér la
tenido noticia de nuestros padres, y que tiem razón dejándome á veces póseido de un deli-*
po llegaría en que le refiriésemos los porme rio cruel.
nores de nuestra historia; mas por entonces le Me determiné á reconvenir á Adela sobre
suplicábamos no nos obligase á hacerlo... Ad lo que había observado, y me contestó fran
miró la firmeza de Adela, á quien como todos camente á los argumentos que la puse, di
tenia por Garlos, y no obstante saber esta ciendo: cvTú solo eres dueño de mi alvedrio,
fingir perfectamente, concibió á poco tiempo de mi voluntad, de mi corazón, y de todas
el capitan sospechas vehementes, que dio á mis potencias: no te quede la menor duda,
conocer mas adelante. Timancio... ¡Los Cielos son buen testigo! pero
Cada dia crecia el carino que Robi mani te confieso que una afinidad recíproca é in-
festaba hacia Adela, no teniendo reparo en cOibprensible me arrebaté-hacia ese anciano:
decir delante de mí, que un impulso desco esta inclinación es puramente natural , y muy
diversa de la que nos ttpé á ambos. Oigo con
ixS
corazop ¡humanó con una sutileza impercep
mucho gusto sus consejos , y todas sus pala
tible., desde allí mueve nuestra máquina sin
bras suenan en mis oidos con una dulzura
que no?otro3 lleguemos á notar los esfuerzos
que me agrada sobre manera. No temas que
que hace para lograrlo; por esta razqn puede
yo sea frágil á pesar de todo en manifestarle
ser-amor lo que sientes, y solo falta para que
el enigma de nuestro viage. Podrá muy bien
produzca los estragos de una pasión,, darle
que llegue á concebir algunas dudas con el
buena acogida alimentándolo pon la corres
tiempo acerca de mi disfraz; pero aseguro
pondencia recíproca. Adela apuraba los restos
que ahora cree que me llamo Carlos, y que
de su imaginación para e?nvencerme de lo
soy hermano tuyo: por esta misma razón no
contrario; pero no había, tazones Capaces de
le es estrado el que nos una la misma volun
persuadir mi fantasía., . Ydeu.do que todos sus
tad y carino. Su edad avanzada es un obstá
esfuerzos eran inútiles, prorumpia en lloros
culo que puede combatir hasta destrpir las
que no dejaron de conmover mi sensibilidad
dudas que te ocurran aperca de esta inclina
por el pronto; ma§ obstinado en mi capri
ción que advierto hacia el viejo Robi.
cho, llegué luego á cometer la indiscreción
A no haber tenido noticias positivas mi
de revestirme de cierto.airc.de gravedad , que
hermapo el marqués muchos anos ha de la
á Adela la costó muchos disgustos, y solo sir
muerte de mi padre, el cual pereció en un
vió para ponerla en ej cas,o d.e. manifestarme
combate naval, dudaría... pero esta es ilusión:
alguna indiferencia producida también por los
dieron fé de su muerte...'Yo misma la he leí
continuados desaires, con que pagaba yo sus
do, y no me queda la menor duda__ Yq la
ofert.as alagüenas. No obstante estar bien per
replicaba á estas sencillas razones que no lle
suadido de que ejía mp amaba, cabía en mi
gue á mirar bajo su verdadero aspecto, di-
imaginación la idea de que podía amar á otro.
cie'ndola: re Adela, el amor se introduce, en el
y éste tan absurdo recuerdo era tfii ‘veneno ¿ importunarme haciéndome ver que mi h'er^
que roía mis entrañas poniéndoine'en un es mano Cárlos era un jdven de muy bellas’
tado de frenesí, que me conducía al borde cualidades. Estas sencillas reflecsiones que de
de los mayores precipicios. Entonces esperi- bían’ despertar mi agradecimiento , prodúciáii1
menté' el rigor de los celos, y después lloran^- el mas negro rencor contra Robi , quien me
¿lo sus inevitables estragos , conocí que es el parecía usaba de estos disfraces1 para ticültar
mal de peor especie que puede atacar á los el amor que tenia á Adela, y por consigdiéri-
mortales. Ellos nos infunden ideas bien age1- te dudaba también de la fidelidad de ésta.Mé
ñas de nuestros sentimientos; y ellos mismos encerraba bajo cubierta, y algunas veces mé
nos separan con estrepitosa violencia de lo iba á la bodega donde me acogía á la Oscuri
que mas amamos. Perturban la razón; tras dad dé un rincón , y allí desahogaba midlma
tornan el juicio, y nos' porten al nivel de los de los remordimientos que la oprimían.
mayores desenfrenos. Mi rencor para con Ro- Pasaba una vida que era mas penosa que
bi crecia al paso que él se insinuaba mas en los horrores de la muerte: reducido al cortó
nuestro favor. Llegó á conocer este venerable recinto de nuestro buque, no podía separar
ánciano la indiferencia tan notable qué yó le me del mal que me - aquejaba.. .Tenia ratos
mostraba, atribuyéndolo á estupidez, (bien de desesperación, cuya causa nadie compren
que todo lo contrario habia esperimentado día ; ..solo Adela estaba enterada de todo; y
en muypocos dias antesjh Le decía á veces á á nadie podia manifestarlo. Venia á consolar
¡Adela que , á pesar de sér mas joven , qué’ yo me cuando nadie nos veia, que era muy rara
manifestaba mayor talento, y que se persua vez, y yo desatendía con crueldad sus súpli
día que con el tiempo seria un hombre mu cas. Todos admiraban la situación de los que
cho mas útil ¡i la sociedad. A mí venia á ratos nos tenían por hermanos; pero ninguno ati*
w
Vaba con los motivos que nos habiareducido
de que estaba sumamente cargado.,. Enfurecido
á ella. Unos juzgaban seria efect,o de d)s,en-
me levanto prorumpiendo en dicterios contra
alones sobre intereses de familia; otro?, senti
Robi. •. se quedó inmóvil este y sin acertar á ar-
mientos por la pérdida de alguna, alhaja, en
ticular palabra en su defensa. Iba á pasarlo
nuestro naufragio y solamente el capitán
yo con mi espada... pero Adela detuvo , mi
concibió sospechas sobre lo verdadero. Para
j» saber positivamente el enigma que nos, uniq% brazo suplicándome con sus lágrimas mirase
B trazó una trama horrorosa... .Sin manifestar lo que hacía: entonces, Robi trató de eyitqr
Una catástrofe ausentándosé de mi vista,
nos cosa alguna acerca de .W pensamientos,
¡Cuánto mas hubiera valido que me manlfcSr
dispuso un narcótien,,. el c,ual, dljqelto ,ep
tase, el autor verdadero de aquel atentado
virio , debía suministrarnos para ,• satisfacer
¡Se hqbiera salvado sin duda Robi; y yq^
m criminal cnriqsida^.. Una; manapa |lamó 4
corriendo el velo de mi temeridad-, hubiese
Robi con g,rau. sigilo.encargándole, nos obse
descubierto la razón.., 1 Mas su destino es-,
quiase cop una copa de aquel licor que hacia
taba decretado y nuestra, desgracia prevista,
¡fe i muchos anos tenia embotellado y era sumamen-
Esto me confirmaba mas y mas en las, sospe-
te esquisito. El buen viejo , sin oir mas ra-
chas vehementes que había- concebido contra,
!%}'• '. zones, tomó la copa y corrió presuroso, á ha
este- buen viejo. Voy colérico al cuarto .def
cernos partícipes de aquel obsequio.,, bien
capitán y le hago relación de lo que habja,
ageno.dej veneno que contenia: llega á, no?o,*
sucedido. El me aseguró que castigaría con
tt°S y pos le ofreció qon el mayor encareci
severidad aquel delito que debía mirarse á,
miento. Trató de quitarme el maf humor ha,’
bordo bajo el- aspecto de un homicidio. Man
cióndoipe probarlo ej primero; mas, al m°*
dó en seguida arrestar y poner incomunicado
mentó qn®. lo, guste, conocí el-sabor del opio
SÍ inocente Robise le formó sumaria, y sen-
w4 tro barcos de piratas.. i Aquí principiaron los
terició á muerte.; Qué perfidia! ¡qué mal« remordimientos.. .los temores.. .los sobresal
tíád tari ecsecrable...! El capitán, por ocultar tos... nuestra ruina era inevitable, y la suer
su delito, hace cuípáhlé al inocente Robi¡y te del que sobreviviese muy desgraciada... 1
sin oiEsü defensa , le séritenCia á la última Un marinero se llega á mí y me entrega una
feria. Yo, creyéndole único autor dél críriien carta cerrada diciéndome que Robi, es.tando
qrie ababo de referir, y que confirmaba mis en la prisión cuando él se hallaba de centinela,
recelos, depuse contra su inocencin, y mi se la habia entregado previniéndole, que no
declábabion sirvió de apoyo á su infame juez. me la diese hasta el punto de separarnos. La
Al ottíbdia, llegada la noche, fué atado y dr- abro impaciente y leo con el mayor asombro!
rojadá al mar aquella inocente víbtinta sacri Amado Timando, muero inocente::: El
ficada al furor criminal del capitari y al espí éapitan es vuestro enemigo y quien me entregó
ritu terrible de mis celos. Adela, por no des la copa para que bebieseis, la cual os presenté
agradarme , sofocaba el sentimiento eri cuanto sin saber lo que contenia. Muero por salvaros
la era posiblej pero de cuando en cuando sd y porque el capitán no me deja defenderme...
le ibdn algunos sollozos profundos. El cielo, Unicamente os ruego, que cuidéis de vuestro
enojado, no tardó en cubrirse de nubes ne hermanito Cárlos á quien amo como si fuese
gras y espesas que nos amenazaban , ponien hijo mió. Si la casualidad os condujese á Vie-
do á nuestra vista el castigo á que éramos na, pasad á, casa del marques de Riobil...
áctéedores. Llegó lá noche, y una niebla Decidle que su padre , en los últimos alientos
muy densa nos rodeaba , de modo que no sa de su vida os lo dejó encargado: y á la nina
bíamos dónde nos; hallábamos. Así navegamos Adela, su hermana, que deje'á su cargo cuan
largo trecho ', sin saber por dónde , hasta que do de orden de nuestro Emperador me separé
al amanecer nos hallamos rodeados por cua'
t
I2Ó
de ellos, C'otitadléiini desgracia, si es que aun
los piratas el gancho a* nuestro barco , hacían
iiive, y entregadla el adjunto retrato que es
úna carnéceria de los marineros... pedazos de
el de su desgraciado padre y vuestro mejor
sus miembros recien cortados brincaban sobre
amigo t=El marqués de Riobil.
las tablas y la sangre corría á mezclarse Con
Juzgad cómo me quedaría al leer esta fu
las aguas de aquellos mares. Sin acordarme
nesta carta.. .Yo Labia sido, de un modo in
de nada me precipito en medio de ellos...con
directo^ el asesino del padre de Adela priván
mi espada á diestra y siniestra repartía tajos
dola del objeto mas digno de su carino. Yo la
y estocadas, haría que cargando 'sobre mí una
había martirizado antes con mis crueles rece
turba de aqüellos asesinos me hicieron caer
los, y ya no me consideraba digno de ecsistir.
al agua. Entonces como no témia la muerte,
Si se lo manifestaba á Adela, que esperaba
y antes por el contrarío deseaba viniese áter
/ impaciente saber el contenido de aquella car
minar mis infortunios , me fuá mas fácil huir
ta , moriría de sentimiento en el mismo ins
de sus garras» Un pedazo del palo de la me
tante que lo Supiese, y era añadir otra vícti
jana hapiá! íá corta distancia del barco... ya
ma á mis criminales desaciertos. Ella notaba
me sentía falto de respiración... las congojas de
mi confusión y mé hacia instancias para que
la muerte me asaltaban, y 'veía muy prdcsimo
se lo refiriese ; pero yo permanecía pensativo
elinátánte de espiar mis ceguedades... el agua
sin responderla y con la vista fija en el sue
se me introducía por boca y narices; pero revoU
lo. Estando en este estado lamentable un rui
cándome en Jas olas pude asirme a'l palo que
do estrepitoso , acompañado de una gritería
he dicho. Luchando con las oías sobre aquel
terrible, nos obligó á ecsaminar la causa que
madero bien pronto me oculté de la Vista dé
lo próducia: me asomo á la cubierta y veo
los piratas. Mas ¿ pata qué quería yo vivir?
con indecible sorpresa, que habiendo echado
Adéla, víctima indudablemente de aquéllos
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hombres,. quienes destrozando sus delicadas «ústa opuesta que no tarde' én descubrir bien
Carnes... ¡ ay cielos 1 cogerían el fruto de su de acerca'.»; Arribé á ella, y en el momento
virginidad respetado por mí mismo! Oprimida, comencé á correr como frenético por aquel de
y violentada por la monstruosidad de aque sierto. Ya no podía resistir á tantos vaibenes
llos hombres $ me parecia oirla que me lla de fortuna.» Confuso , afligido , desesperado
maba en su socorro! No me es posible pinta salgo por aquellos montes y bosques, abando
ros los terrores de este suceso. ¿. A poco rato nado á la tristeza que me roia y despedazaba
un estruedo espantoso llamó mi atención, y las entrañas. Mi alma se hallaba en un caos,
luego vi una nube densa de humo que se ele tenebroso:: :1a luz de la razón se me había
vaba de aquel sitio. ¡ Que' me queda que es retirado del todo; y si alguna vez aparecía,
perar ! Probablemente habiéndose pegado lue era para hacer mas patentes los horrores
go al almacén de la pólvora todos han volado de que me hallaba cercado.. Las desgracias es
por los aires. Adela,ya no ecsiste;: ñhDespe- taban tan fijas en mi memoria, que a cual
did, Dios mió, un rayo fulminante que pon quier parte que volvía los ojos no veia delan
ga te'rmino á la vida de este infeliz 1 Pero el te de mí otra cosa. Cual hombre solitario
ciel<¡> no me oia por mas que repetía estas es- que en campiña rasa y noche tempestuosa,
presiones. Ultimamente le rogaba, que hu perseguido, de la lluvia y de los vientos::.:
biese conservado la pureza de Adela hasta cercado de. lobos ... en medio de barrancos y
aquel mismo instante; y si alguna cosa me precipicios, cuando los relámpagos le ciegan,
tranquilizaba en parte, era el saber que su los truenos le atemorizan, los rayos conti
trage podía defenderla de cualquiera tentativa nuamente llueven y los vé caer por uno y
por parte de aquellos bárbaros. Yo fluctuaba otro lado, y sin acabar de morir á cada mo
sobre aquel madero que me conducía á la mento muere; así me veia yo .por estos valles
y montes. Los sitios mas escondidos y tristes me guardé unas y otras: me separé de la ori
eran los que mas apetecía. Me bajé poco des lla del mar y seguí recorriendo aquellos va
pués á la orilla del mar, y andando por la lles hasta que descubrí un bosque sumamente
costa, hallé á corto trecho un cadáver seco, espeso formado por los árboles dejados al des
•denegrido y sus facciones tan desfiguradas, cuido. Allí me fui embreñando poco á poco
que no podía formarse idea de ellas ::: á un hasta lo mas interior de él. Allí creí que estaba
lado había un fusil muy sucio; ecsaminé uno la perpetua morada de la noche: la cuna de la
y otro con la mayor serenidad, pues los hor melancolía: el pais del pavor; y en la frase de
rores de que estaba poseída mi alma, eran su los poetas el reino de Pluton. Allí no se veian
periores á los que podían inspirarme el re sino fúnebres cipreses , matorrales espesos,
trato de la muerte en un sitio tan estraviado. selvas enredadas y una enmarañada breña.
Tomé el fusil por si me era útil en lo suce Allí se oía el mochuelo gimiendo á compás:
sivo, le registré y halle' estaba servible, pues el feo murciélago y la nocturna lechuza: gri
lo mas puerco era lo esterior del canon. Re taban las ranas ; silvaban las serpientes y
gistré también el cadáver por ver si le hallaba hervían todas las demas sabandijas 5 y en me
municiones y algún documento que me su dio de todos estos horrores mi corazón pal
ministrase nociones acerca de su persona. En pitaba embalsamado en melancolía y no me
efecto, hallé en un bote de hoja de lata doce cabia en el pecho.
cartuchos muy bien acondicionados, los que A corta distancia distinguí una espaciosa
me reservé con mucho esmero. Le encontré gruta aue por el pronto me pareció morada
una cartera de hule que contenia varias apun de algunas fieras.... animado de mi desespe
taciones, y entre ellas una, cuyo contenido ración , me interné en ella para buscar una
■ao pude entender , y llamo' mas mi atención: aventura que pusiese término á mi vida que
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la miraba como carga insoportable á mis fuer ticular, bien que mi entendimiento no estaba
zas morales, En efecto, sin reparar en los en disposición de conocer los . riesgos que ma
riesgos á que me esponia, andaba de priesa cercaban, y por otra parte el ir bien armado,
por encontrar el fin de aquella cueba: cuanto me daba cierto valor que aumentaba mi re
mas adelantaba, tanto mas largo me parecía solución. Ya estaba cansado de andar por
aquel camino oscuro. Habría andado ya co aquella infernal caberna, pero resolví no pa
mo media legua bajo de tierra cuando tube rar hasta encontrar el fin ; y á proporción
que trepar por un gran despeñadero que ha- que caminaba, la luz se iba haciendo mas
bia dentro de ¡a misma gruta, el cual for perceptible hasta que habiendo llegado á una
maba como una especie de tapia que inter pequeña altura que formaba la tierra en lo
ceptaba el paso á otro menos arriesgado. Solo interior de quel espacioso subterráneo, veo
distaba el corto espacio de una vara este pe con asombro una porción de hombres desnu
ñasco del pavimento de la bo'beda que for dos y cubiertos de una mezcla que no me fue
maba la cueba, por cuyo estrecho pasé con dado analizar por entonces : al momento que
bastante apuro. El descenso de aquel enorme me divisaron, empezaron á gritar al rededor
peñasco por el otro lado, no fue menos ar de mí, y uno de ellos fue tan atrevido que
riesgado y peligroso: pero al fin mi temeridad me escupió' en la cara. Entonces yo irritado y
venció' todos los inconvenientes, y continué' sin temor alguno, le saludé con un terrible
mi camino sin ver desde alli mas que una bofetón á que me contestó con tan sober
confusa luz á lo lejos. bio cachete en las espaldas que me obligó
Estoy seguro que aquel sitio hubiese ins á caer en.tierra. Me incorporé, y levantando
pirado espanto al hombre de mayor serenidad las barras de mi fusil disparé un tiro sin in
pero yo lo miraba bajo un aspecto muy par- tención de herirle.... Lo mismo fue sentir este
J34
estrepitoso estruendo que resonó en todo el
subterráneo, que á porfía se postraban á mis
pies, poniendo la cabeza en el suelo y los
Brazos en el cuello. \Quépasmado y fuera de
mí me hallaba yo entonces! Conociendo que
aquella era una señal de veneración, les hice
varias demostraciones para que se levantasen
y á la primera que comprendieron, obedecie
ron sin detención conduciéndome con el ma
yor respeto hasta lo mas claro del subterrá
neo en donde me cogieron sobre sus hombros
y me llevaron basta el lado opuesto de mi
entrada, desde donde dejaba verse por entre
un prolongado callejón formado por dos enor
mes montanas de arena, un gran pedazo de
mar. En este sitio, la naturaleza habia for
mado una gran claraboya que daba luz á Jo
restante del subterráneo, habia un estanque
de agua dulce rodeado de piedras de conside
rable tamaño, y á la derecha un especie de
trono rústico, construido sin duda desde mu
chos siglos antes. Me colocaron en e'l, y de
allí á poco vino un anciano cuyo rostro es-
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taba adornado con barbas que le llegaban
hasta el pecho, y postrándose á mis pies me
entregó una concha de gala'pago llena de un
licor que probé y no dejó de agradarme, el
cual reanimó mis sentidos , pues hacia ya
cerca de dos dias que no había tomado ali
mento^ Este anciano después que le devolví
la concha vacía, me besó los pies y dando
brincos se retiró poniéndose al frente de los
demas que en gran número admiraban mi
presencia. Todos estos hombres eran de una
estatura de cuatro pies el mas alto, pero de
una fuerza muy superior á la de los europeos.
De alli á peco me trajeron unas como azana
horias de esquisito gusto que devoré con pla
cer; pero creció mi asombro al ver que el
mismo anciano que antes me había servido la
concha de aquel esquisito licor, se volvia á
postrar de nuevo en la base de aquel informe
trono, y llenando su concha de agua del es
tanque, me roció con ella por tres ó cuatro
veces. A la verdad, que como yo no estaba
para burlas ni sufrir obsequios de esta espe-.
cié, callé de muy mala gana.... Un ademan De trecho en trecho habia grandes nichos,
involuntario que quise hacer levantando las donde dormían aquellas familias saivages. En
manos, fue para ellos una úrden que íes man cada una de estas celdillas, cabían únicamen
daba retirarse.... En efecto , todos desapare te dos de ellos y yo de ningún modo podía
cieron dejándome en aquella situación que entrar sin hacer un esfuerzo violento. Todos
me parecía, parte de un suceso que estaba so estos habitantes estaban barnizados con una
nando. Mis remordimientos volvieron á asaltar especie de lodo, que una vez seco, les servia
me y mis desesperación era continua. A una de preservativo contra la inclemencia á que
distancia que no conocía de mi patria, no. estaban espuestos, y de la molestia de algunos
tenia lugar en mi imaginación las esperanzas insectos. Entre aquellos nichos dejaba verse
de volver á ella.... y ya era preciso olvidar lo uno muy superior á todos por su estraordina-
que habia sido y hacerme cuenta de que aca ria magnitud. Este era el sitio donde habi
vaba de nacer en un mundo nuevo, á cuyos taba el Kagrrek ó encargado del gobierno del
habitantes debía poner la ley y hacerme res subterráneo. Estando ecsaminando esta con
petar de todos ellos. Esta idea me obligaba á cavidad que parecía mas bien obra del arte que
formar nuevos planes y á hechar mano de- producto, de la naturaleza, me sorprendieron
mis conocimientos para captarme el amor y unas voces que oí muy de cerca. Dubek, Du-
el respeto de aquellos hombres que Iá divina bek deeian esforzándose, y al instante me
providencia ponía bajo mi dirección. Me bajé encontré rodeado de una multitud de hom
del trono y empecé á andar por todo el sub bres de aquella raza , colocados en la ridicu
terráneo; cuando hallaba alguno de aquellos, la posición acostumbrada. Después me guia
séres particulares, se postraba inmediatamen ron á un espacioso recinto del mismo subter
te en tierra hasta que yo me alejaba bastante. ráneo, al cual pasamos por debajo de un ares
natural muy magnífico del que pendían ver al trono de que tengo hablado. Me ofre
des plantas con cierta simetría, que servían cieron con sumo respeto huevos de tortugn,
de un gracioso adorno. Aquel sitio era donde una concha con aquel licor de tan buen gus
cultivaban sus azanahorias que conocían con to, y me volvieron á rociar con agua. No pa
nombre de lebiegs, y donde en grandes oyos rece sino que ecsigian sacrificios de mi resig
las depositaban para conservarlas frescas de nación en pago de la buena acogida que me
un ano para otro. Este era su principal ali dispensaban. Me era sumamente incomodo
mento , y algunos huevos de tortugas que este raro obsequio, Llegó la noche y habien
cogian á la orilla del mar. Noté en aquel si do pronunciado en alta voz, el que hacia de
tio que no liabia árboles de ninguna especie gefe, estas palabras: Egrinelle las Kel, se
ni arbustos, bien que la mayor parte del retiraron todos á sus nichos respectivos sin
subterráneo carecía de la presencia del sol que mostrarse quejosos Este hombre era el mis
es quien vivifica las plantas. A su lado cercado mo que me había servido el alimento, y el
de piedras, había un grande deposito de ca que hacia entre ellos oficios de sacerdote.
dáveres de su especie; unos carcomidos y Restablecido un admirable silencio en tocio
otros mas recientes. Estos restos de su espe el subterráneo , yo solo apetecía descansar
cie supe después que eran de los cuerpos que aunque me creía incapaz de conciliar el sue
morían naturalmente , cuyas almas creian no por entonces. Aquel anciano me indicó
ellos que pasaban al estanque de que hablaré mi lecho que estaba contigüo al suyo, pero
después y se dejaban ver en forma de ranas. mas elevado; se componía de una porción de
Visto aquel sitio, al que suministraba no pieles muy finas, las que lo hacían bastante
muy abundante luz la claraboya principal, mullido, de modo que á pesar de las cavila
nos retiramos y me condujeron de nuevo ciones que me mortificaban cedí al cansancio
140
141
y nte rendí al sueno. La noche, que allí du
de este modo conservaban inalterable el res
raba seis horas solamente, la pase' de un sue
peto que me tenian.
ño del cual desperté como asombrado. Ya el
Poco á poco fui notando particularidades
6ol dejaba caer perpendicularmente sus ar
siendo mi principal cuidado indigar los dog
dientes rayos por la claraboya principal. y
mas de la religión que seguían, el orden
todos mis huéspedes estaban puestos boca
de su gobierno y todo lo demas que me pu
abajo como adorándole. Cuando me presenté
diese ser útil para mis planes.
en medio de ellos, se levantaron y postraron
No tardé mucho en saberlo todo á punto
de nuevo. Después supe que á mi me tenían
fijo. Este sacerdote ó Kag-rrek, animado de
por hijo del sol. Acabada esta ceremonia que
una respetuosa obediencia me lo refirió' sin omi
fue acompañada de varios gritos y saltos de
tir la mas pequeña clásula. Luego que estuve
alegría, me sirvieron nuevamente ios mismos
enterado de la pronunciación de su idioma,
alimentos que el dia anterior; y de este modo
le hacia varias preguntas como ecsigiendo sa-
continuamos por espacio de ocho dias, en
tisfacion del desempeño de los cargos que
cuyo tiempo pude comprender el significado
tenia. Me dijo que muchos soles habían pa
de algunas de las voces que usaban y á pesar
sado sin que se cumpliese la gloria de ver al
que me costaba un trabajo ímprobo el pro
hijo de su dios que era el sol: que vivían
nunciarlas , conseguí hacerme entender de
siempre con la esperanza de que bajase yo de
ellosde modo que me era ya mas llevadero
la región de mi padre: que muy gustosos se
su trato y menos molestas sus costumbres.
entregarían á la egecucion de mis preceptos,
Y o tenia mis conversaciones con el Kagrrek,
y que todos trabajarían para mantenerme- Yo
y por medio de éste hacia entender al pue
le contestaba que tenia drden de mi padre
blo mi voluntad cuando llegaba el caso , y
para dejarlos luego; pero si ellos se portaban
14« , M3
con humildad y obedecían y ciegamente mis el momento en que nacían cuidaban sus ma
órdenes, aun vería si mi padre quería acce dres de hacer una señal en el brazo derecho
der á sus ruegos. Esta esperanza le lisonjeó á sus hijos con el canto agudo de urja piedra
mucho y me miraba con un semblante ala- cada vez que al cabo de seis meses venia el
güeno: de modo que estendida esta voz entre sol á alumbrarles, y de este modo contando
ellos , creció el respeto que antes me te el número de las cicatrices, sabian fijamente
nían. cuando se hallaban en disposición de escoger
Yo les dejaba sumergidos en el error con el mugeres. Cada una de éstas, tenia el cuidado
objeto de que acostumbrados á obedecerme de alimentar sus hijos hasta que’ ellos por sí
pudiese en lo sucesivo hacerles conocer el podían hacerlo, en lo que se anticipaban so
verdero Dios, autor de la naturaleza, é in- bremanera. Ninguna de ellas, sopeña de ser
nundar en sus corazones las mácsimas de mo castigada por el sol, podia cohabitar con otro
ral cristiana, que despojándoles déla ferocidad hombre no siendo su marido, ni éste con
que les caracterizaba, les constituyese en se otra muger que las suyas.
res cultos capaces de estender su industria a Ninguno debía tirar piedra ni inmundicia
países mas fértiles. Supe que su religión se al estanque donde se hallaban las almas de
reducía á venerar y respetar el sol, el cual sus compañeros difuntos. Debían creer todos
dejaba verse en aquel sitio seis meses al ano. que el sol mandaría su hijo á reconocer mas
Trabajaban todos cierto rato al cabo del de cerca aquel sitio, y según las faltas qu e
dia en el sitio donde cultivaban sus lebigs. hubiesen cometido, les privaría mas ó menos
'Era una de sus primeras obligaciones elegir tiempo de irse con él y estarían mas ó menos
cada uno dos mugeres cuando llegase á cum en el estanque lavándose de estas faltas - Que
plir treinta soles de edad, para cuyo fin desde éstas almas se retiraban con el sol y se iban
145
i44 ttel sol. Este sacerdote era el único que se
á las regiones de su Dios hasta qué volvía, y
distinguía en tener cuatro mugeres, las que
entonces ellas mismas lo anunciaban con sus
cultivaban la tierra para mantenerle.
graznidos en los que se percibían estas síla-
Todos los dias al salir el sol, llamaba el
vas: rag rag, que entre ellos significa per-
Kag-rrek á susLectingbers, diciendo en,alta
don.
voz Dubek, Dubek ges mak let; que quiere
En Europa también las ranas cantan de
decir el sol el sol; hijos, adoradle. Estas vo
este modo, y como es prodiedad de este an
ces corrían de uno á otro y todos llegaban á
fibio permanecer oculto mientras dura el
la claraboya principal donde se postraban se
ivierno en que el sol aleja'ndose les priva del
gún costumbre. Después se entretenían en sa
calor que las anima ; he aquí de donde dos
lir á buscar hasta la orilla del mar, por el
Letingbers deducían la ida de sus almas á la
estrecho callejón de que he hablado, huevos
región del sol cuando e'ste astro se ocultaba
de tortuga que había eu abundancia, y luego
de aquel, pais.
cultivaban toda la tierra, ya ahuecándola con
Lo mismo era llegar el tiempo de la ve
unas piedras largas y estrechas que formaban
nida del sol, y que las ranas lo anunciaban
una punta muy delgada, ya cogiendo agua
saltando y sacando sus cabezas fuera del agua,
en la boca de la que filtraba en abundancia
que todos se preparaban á recibirlo y postra
por un lado del subterráneo, la que deposi
dos en tierra lo adoraban. Después tenían va
taban en una oya que hacían al rededor de
rias danzas acompañadas de gritos con que
cada planta. Jama's hubo entre aquellas gen
procuraban divertir al Dios. No les era per-
tes uno que repugnase el trabajo, ni que se
mido qíiitarse unos á otros las lebiegs que
escusase de contribuir á aumentar los bienes
habían tomado para su alimento. Todos de
en que todos tenían igual parte. Todas su»
bían respetar al Kag-rrek como á un ministro
146
riquezas se reducían á la cosecha de los li-
hers el pudor, y todas sus acciones denotaban
bigs, á la provision de hukues ó huevos de
algunos rasgos de virtud que la naturaleza
tortuga y al licor que fabricaban mezclando
les imprimid sin duda.
estos dos artículos con agua y dejándoles fer
Los hombres eran , como he dicho,
mentar, al que daban el nombre de Tayga.
de una estatura de cuatro pies y medio con
Las mugeres estaban enteramente desnu
corta diferencia : su rostro del mismo color
das á escepcion de »un pequeño Blek ó delan
qué él de las mugeres; tiraba á bazo, y aun
tal que llevaban colgado de la cintura, y que
que no tan desproporcionadas sus facciones,
era fabricado con primor por ellas mismas
no eran nada agradables. Hubiesen sido fero
de los cabellos de sus madres, hermanos y
ces con el que hubiese tratado de oprimirlos;
abuelos que conservaban como la joya mas
pero muy humanos conmigo que les trataba
rica de su herencia.
con afabilidad. Entre sí no tenían riñas, por
Estas mugeres eran por lo general mas
que no había riquezas que disputar, y todos,
altas que los hombres : su cabeza estaba ador
poseídos de un sumo respeto, obedecían a 1
nada con hermosos cabellos, que á la mayor
Kag-rrek. No usaban armas ofensivas ni de
parte cuando estaban tendidos les cubría toda
fensivas, ni tampoco habia ocasión de valerse
ía /espalda: sus ojos eran hermosos y muy es-
dé ellas.
presivos, pero sus mejillas muy abultadas :
En los dias que ellos celebraban sus fies
su nariz muy ancha y aplastada, y su barba
tas en obsequio del sol, presidia el Kag-rrek
sumamente angosta , formaba un conjunto
la función siguiente. Convocados todos por
estravagante : sus dientes eran semejante al
el mismo, según costumbre , se reunían bajo
marfil en la blancura, y se notaba en ellos
la gran claraboya donde los espectadores se sen
mucha igualdad. Dejaba verse en las Leting-
taban én tierra con las piernas cruzadas co-
148
too hacen los chinos : formaban un círculo, de sus pies, apoyadas en las del con
y en medio salían, los mas. jóvenes y robustos» trario , hacían esfuerzos terribles para ven
daban principio á la función con un baile derle de mddo‘qüe llegaban á sudar y á aca
tan estravagante, que no pude menos de pro- lorarse, hasta qúe! ¿1' toas valeroso decidía la
rumpir en risa la primer vez que lo presen contienda hecHándose sobre sí al otro con
cié. Saltaban, sin; orden ni concierto;unas ve-, qui ¡n peleaba. Aun no era ésta prueba sufi
ces se tendían á la larga: otras formaban ca ciente para aclamarle victorioso, era preciso
denas que deshacían con mucha velocidad qué, poniéndose en píes, se decidiese á puñeta
para ir á abrazarse unos con otros: ya se co zos V bajó el supuesto Üe qué no habían de
gían de las manos y daban algunas vueltas pegarse más que en la espalda; pites el que
en esta forma: ya salía uno] de ellos al cen ttiviése la poca precaución de dar en la cara
tro del círculo, y bailaba el solo al compás ó pecho de sn contrario, era tratado de ven
del palmoteo que tocaban los otros, ejecu cido , aunque húbieré salido vencedor en la
tando tan raras cabriolas,, que por su estra primer lucha. Este último desafio duraba a
ñeza me divertían. Acabada esta danza salían veces larso rato, hasta que viendo elKag-rrek
las mugeres á ejecutar lo mismo que habían que se acaloraban demasiado , les mandaba
hecho los hombres, llevando siempre en bra separarse, á cuya orden obedecían puntual
u zos á sus tiernos hijos. Jamás vi bailar una mente y se diferia la decisión de esta última
pareja de amh^íf seesos al mismo tiempo. Des prueba para el día siguiepte j mas cuando des
pués de ,terminada esta segunda parte de la de luego se notaba el mas valeroso se les de
fiesta salieron dos jóvenes á probar sus fuer jaba hasta que se viese rendido el contrario.
zas ; se colocaron en tierra frente uno de otro; De este modo ejercitaban sus fuerzas los Le-
se cogieron las manos, y poniendo el uno las tingbers en obsequio de su dios; y era lo mas
admirable, que acabada esta escena se halla se atreviese á poner un pie dentro del agua.
ban tan amigos como antes, y sin señal deí El mar le tenian muy de cerca y nunca osa
mas pequeño rencor: tal era la, intención, con ron entrar en él; hé aquí la causa de que
que lo hacían, que sufrían gustosos los golpes permaneciesen reducidos á tan estrechos lí
tremendos que se daban, creyendo estar obli mites. Guando había alguna borrasca y las
gados á divertir á su ídolo ryhae,fer en su ob olas furiosas dejaban verse mas de cercarse
sequio todos estos sacrificios. horrorizaban retirándose á lo interior de su
Cada vez que descubrían el sol después subterráneo, llamando al sol en su ausilio.
de los seis meses de ausencia echaban una ,. No conocian el fuego artificial ; y así es
piedra en un lado del subterráneo, de modo que las noches y la temporada que el sol se
que contando el número de éstas, podían sa-' absentaba de aquel pais, no tenian otra luz
ber los años que habían transcurrido desde, la que la eseasa que recibían de una aurora bo
fundación de esta ceremonia. Lo, que puedo real , cuyo resplandor se introducía en el sub
decir úuicamente en obsequio de la verdad es, terráneo por la parte del mar. Esta luz era
que había un gran número de ellas. , suficiente para que se pudiesen distinguir los
Las dos mugeres que cada hombre tenian, objetos por su volúmen y no por sus colores,
alternaban sumisamente y con la mayor ar y forma respectiva.
monía á disfrutar del lecho conyugal. Este La enfermedad que mas les mortificaba
placer lo miraban como propiedad á que ca era una calentura periódica, conocida entre
da una tenia igual derecho , y ambas amaban nosotros conel nombre de terciana. Esta fie
á su esposo con suma ternura. bre era su mayor enemigo y la,que hacia gran
No conocían ninguno de aquellos habi de, estrago en ellos, particularmente cuando
tantes el arte de nadar, y no había uno que habia mucha humedad en el subterráneo. No
conocían antídoto alguno para libertarse de lian de sus ahugeros los safes y se reunían éii
esta epidemia; y era bien raro el que llegaba el sitio donde se criaban las lebigs, y arran
á una edad media sin haber sido asaltado dé1 cándolas las devoraban. Yo prometí á mis
la murec, nombre que le daban'S esta calen- huéspedes acabar con aquella raza de anima
tuia; bien que aquel sitio carecía! de toda meí-1 les , á cuyo fin me puse en espera con mi fu
dicina. En los demas dolores -que les acome sil. La primer noche, en solos dos tiros, iba-
tían procedían á su curación dé urí modo müy té ocho. Cuando los Letingbers vieron aque
raro. Cogían la parte doliente / la compri- lla mortandad brincaban ’de contentos, se
raian fuertemente hasta que el dolor cal postíaban á mis pies, y talé besaban la rójiif,1
maba. 1 'í ¡ ¡ Sl-, dándome gracias porque les quitaba aqüelldá
También se criaban una especie de* ratcí- enemigos que infestaban su habitación y ro
ries de una magnitud admirable; diabia baban él producto de ‘su trabajo. Los desh
nos de una vara de longitud y unos tres pal -1 ilaron y me regalaron Sus pieles. De esta mis
mos de diámetro. Los Letingbers los distin- ma espeéié eran las que mé Servían dé léclío;
guian con el nombre de safes. Estos animales y entre eíloFsé juzgaban como don precioso.
hediondos les hacian un grande éstrago ensos' Seguí exterminando los safes asquerosos. Al
lebigs ó azanaorias, y se comían los bultúes cabo de ocho dias había muerto utios treinta;
d huevos de tortuga que tenían prevenidos y no quedándome más que' dos cartuchos;
para su consumo.' Tenían grande aversión f me fue precisó recurrir á otro remedio.
estos sa es, y a pedradas solían matar algunos^ Ya habían pasado veinte dias que yo mé
pero se multiplicaban considerablemente y los hallaba en el subterráneo .y1 entendía'con al
comían la mitad de sus provisiones. Por las guna facilidad el idioma dé aquellas gentes.
noches, ínterin dormían los Letingbers, sa- Su pronunciation era muy fuerte y daban
chasquidos con, la lengua para hablar , que algún tanto , y sentándose en tierra con las,
fue lo que mas repugnaba la mia al imitarles. piernas cruzadas, me esperaban impacientes.
Les ensene,a cazar las tortugas que salían Tratando yo de llevar adelante mi intento *
á depositar sus huevos fuera del , mar sobra bajé al valle que habia visto, y habiendo for
aquellas piedras. Un día cogimos tres bas mado un acecito de leña seca , me volví á su
tante grandes, y quise pasmarlos de nuevo bir por donde habia descendido; pero con la
tratando de encender lumbre q¡ara comerlas, precaución de no dejar jamás mi fusil y mis
Ciadas. A este fin, subiéndome-jjor, aquellas cartuchos. Apenas me divisaron de nuevo en.
montanas, de a ven qu e ellos consideraban co- lo alto de aquellas montarlas de arena, car
mo j?,Wccesi^es y.;Tl¿e su Kag-rrek.no les gado de mi leña , empezaron á gritar y saltar
poftqitia pasar creyendo, que poj^í qtro lado de contentos : , todos se pusieron al pie de la
estaban rodeadas Ae^ar; Llegué á lo tpas ele» montaña, y con los brazos abiertos me espe
vafio‘lo ellas, desde donde descubrí un pajs raban que llegase. Llegué al fin, y en sus
por todo alrededor , sumamente,, fértil,, y ame hombros me condujeron dentro del subterrá-i
no. Mis observadores me suplicaban que me neo. Mostraban cierta repugnancia a tocar la
bajase y qup no. fuese tan pronto al reino de leña que yo habia conducido dudándo lo qug
mi padre dejándolos á ellos cuando, mas rae seria. Por último, colocando mi leña en un
amaban. Ví con asombro que algunos de lado., hice traer las tortugas. Con un poco de
ellos se daban de puñetazos en la cabeza-para pólvora estregué un pedacito de uii camisa, el
demostrar su sentimiento. Esta accjon me es- cual pude encender colocándolo dentro de la
cit-o ,1a compasión y me obligó á, asegurarles cazoleta de mi fusil, y disparando un fogo-
que volvería al instante, que me esperasen en gonazo (¡qué admiración les causó la vista de,
aquel sitio. Con esta esperanza se serenaron este fenómeno!) veíanlo arder con compla-
cencía y recibían pTaceí al notar la impresión practicaban para criarlos. No usaban de los car-
del caíonco artificial. Todo lo que yo hacía rites que hay en Europa; donde colocando el
les daba motivo para admirar mas y’ mas mi niño cuando apénas puede sostenerse, gravita
poder y mi sabiduría. Encontraron todos de perpendicularmente sobre sus débiles piernas
un gusto ésquisito las tortugas asadas, y siem «oda la naole de su cuerpo, y las obliga á tor
pre me estaban haciendo preguntas acerca del cerse de un modo irreparable.
fuego y sus propiedades, á que yo satisfacía Hecho cargo de las costumbres de los le-
Conciérte reserva. tingbers, traté ilustrarla con mis conocimien
Las mugeres, durante su embarazó ', no' tos y sacarles del error en que estaban su
pádeclah las incomodidades que’ías”de nues- mergidos. A ’este fia llamé al Kag-rrek, quien
, *r°..Pa’s.’ Jurilas dégó él caso cié que sé sus me pareció bastante racional y de un genio
citase fá cuestión de sP convendría" salvar e{ algo mas intrépido que el de los de su raza;
feto S costa de sii madre o' vice-vérsa.'No ha le creí mas á propósito para el caso, porque
bía parteras o comadres que las molestasen, era quien me demostraba mas amor, y con
y soló se las ausiliaba, con el alimentó para quien por su dignidad podía familiarizarme
darles'‘vigor. ' • 1,1,1 ' • '• °X '-'"i ■ ’ ' sin que á la vista de los demas se-degradase
CÍüarido sus hijos estaban ya en disposición mi potestad.
de ejercitarse en andar , los dejaban en tierra Empecé por decirle que si ellos querían
adonde ya á rastra, ya de rodillas ejercitaban les prometía llevarlos al reino de mi padre, y
sus fuerzas y daban elasticidad á siís nér- que para esto no tenían que hacer otra cosa,
♦ vios.Nó había un Legt/nberg contrahecho ;to- que seguirme. Al principie ine manisfestó
dos eran derechos y bien formados, yydétri- cierta desconfianza; pero no tardó en conve
buía esta perfección al método que sus1 madres nir en lo que acababa de proponerle, que-
■
dando encargado de inclinar los ánimos de' man^cierón considerando la variedad de flores
sus amigos á que me siguiesen. Como estaban y. plantas; las diversas clases dé animales cua
éstos obligados por sus leyes particulares* á drúpedos, volátiles y algunos reptiles. A esta
obedecer ciegamente al Kag-rrek, accedieron última producción de la naturaleza animada,
gustosos con tal que éste fuese delante. manifestaban cierto temor no infundado por
Al dia siguiente , puse en práctica mi un instinto particular.
proyecto , pues á no hacerles ver su equi* Bajamos al otro lado y recorrimos muy
voca rutina prácticamente, no hubiera po contentos aquellos rústicos jardines. Vimos á
dido yo desterrar de su entendimiento un er lo lejos una manada de gacelas, á las que dis
ror de tanto siglos. Habiendo salido el sol y paré un tiro, y maté dos de ellas. En seguida
egecutado las ceremonias acostumbradas en su encendí luego, y habiéndolas asado, las co
obsequio , les invité á que me siguiesen; su mimos con mucho gusto. Al Kag-rrek, que
bimos la montana de arena y yo parecía un era mi confidente, se le saltaron las lágrimas
pastor que llevaba tras sí por las cumbres de gozo; cosa en ellos tan rara, que el senti
miento mas cruel, ni la alegría mas íntima,
mas escarpadas una manada de cabrás. Al
liabian conseguido hasta entonces.
descubrir'mis Letingbers aquellos valles tan
fértiles y amenos, creyéndose ya en la región Después de nuestro rancho tuve la opor
del sol, gritaban y se abrazaban dando saltos tunidad de poder decir al Kag-rrek que el sol
de alegría...Veían un sinnúmero de objetos era solamente un ástro, al que el Dios ver
desconocidos, y para su vista muy preciosos. dadero gobernaba y hacía venir á alumbrar
Notaron la gran estension del mar ; admira á los mortales: que este Dios regía la luna,
ban el verde colorido y la frondosidad de los las estrellas , y tenia dada su ley á los .hom
bres: que éstos debían temerle, venerarle y
bosques de que no tenían idea. Absortos per-
i6o i6r
hacer en todo su voluntad. Les hice en todo á nuestro subterráneo precedido de mi comi
una pintura en compendio de todas las*atri-
tiva, en cuyos entendimientos habia logrado
buciones del Todopoderoso. Quedo' el buen introducir el priiher rayo de la luz de la ver
viajo atónito al oir mi esplicacion; mas co dad.
mo hasta entonces habían salido ciertas mis Todos los dias salíamos á la misma hora
promesas y vaticinios, no dudó en creer lo á hacer varias escursiones por aquellos val les
que yo le decía , y me preguntó, si po y bosques frondosos sin encontrar obstáculo
dría llevarlos á la mansión de este Dios, que nos lo impidiese , y .cada vez encontra
cuya grandeza admiraba. A lo que le con ban los Letingbers objetos dignos de su ad
testé que solo nos era dado gozar de su pre miración. Yo no descuidaba el principal, que
sencia después de muertos y purificados de era el de la instrucción de aquellos salvajes,
nuestras culpas. Desde entonces pasaba largos procurando sacarles de su miseria y de los lí
ratos instruyéndole en la verdadera sabiduría; mites oscuros y pequeños de su patria , para
y este .anciano transmitía inmediatamente sus cuyo fin no cesaba de transmitirles mis co
nuevos conocimientos á los Letingbers , en nocimientos para que adquiriesen una idea
quienes los deseos de disfrutar de este nuevo verdadera de. la religión, principal base de la
placer de llegar á participar de la presencia sociedad. Ya rendian sus cultos al verdadero
de Dios ( quien seguramente iluminó mi en Dios, y marchaban bajo el precepto que les
tendimiento para hacerles conocer su grande habia impuesto. Ninguna ceromonia de lasque
za ) Ies ponía en el caso de practicar ciega se hacían antes en obsequio del sol se practi
mente todo aquello que yo les ordenaba en caban en el dia, y solamente les obligué á que
obsequio del Autor del Empíreo. puestos de rodillas y levantándo su vista al
Antes que el sol llegase al ocaso me retiré cielo, ofreciesen al verdadero Autor sus almas y
accioùes pidiéndole les iluminase con su di de muy buen gusto y bastante nutritivas, con
vina gracia. ¡Acaso á este ser incomprensible las que nos. alimeútámos prefiriéndolas á las
qué descubre desde su elevado trono hasta los lebigs y bukues con que antes se alimen
arcanos mas recónditos de nuestros corazones, taban.
recibiría con mayor complacencia estas senci Trasladado nuestro campamento á aquel
llas ofertas de aquellas almas inocentes que desierto, cada uno habitaba su choza respec
las golpes de pechos de alguuos hipócritas de tiva , y había formado un especie de aduar en
Alemania ! el que mandaba el Kag - rrek. Este anciano,
Por las varias correrías que hice por aque á pesar de que tenia el mando y recordaba mis
llas selvas, conocí que no había riesgo en pe órdenes ¡á los Letingbers, no les escedia en
netrar hasta lo mas escondido de ellas. 'Sala- riquezas, de modo que desde entonces se veía
menté nos retirábamos’¡al subterráneo ¡para obligado á trabajar para mantenerse como el
pasar ;en él la noche, y por las mañanas tíos mas infeliz. . r - ’
salíamos á buscar comida ¡y distraernos por Guando ya tenia yo en buen estado la
aquellos valles. Les hice.construir chozas don instrucción de aquella colonia y me prometía
de pudiesen guarecerse de las intemperies y ser el segundo autor de su felicidad, me sentí
de las pocas fieras que habitaban en aquel asaltado por los deseos de . volver á mi patria,
desierto. - Todos los dias subia á un pequeño cerro des
Ya miraban con horror el subterráneo qué de donde se descubría una gran estension de
les había servido de cuna , y no apetecían mar por ver si alcanzaba mi vista á divisar
otra cosa que habitar en el nuevo país , <al alguna embarcación. A pocos dias de repetir
que sé-trasladaron de hecho todos los Leting- mis intentos descubrí ¡ qué gozo! un barco
bers. Allí descubrí unas especies de batatas con pabellón holandés. Mi alegría fue igual á
lá de mis Letingbers ctiando descubrieron su ron con sumo gusto. Nos embarcamos y los
nuevo mundo. Entonces, cuando mas cerca restantes se quedaron rogándome-que volvie
estaba el buque, dispare' mi fusil, á cuyo se pronto y no les abandonse.
tiro fijando la atención el capitán, me descu Ya di principio á la última época de mi
brió', y como viese que le hacia señas para vida. Llegamos al bergantín desdo donde veía
que abordase,> hecho la lancha al agua y tres mos á todos los Letingbers á la orilla del mar
marineros llegaron á la orilla, saltando uno con los brazos levantados y gritando. El ca
de ellos en tierra. Mis Letingbers se ’asusta pitan nos recibió muy placentero asombrado
ron al pronto, mas viendo que yo abrazaba por la presencia de los jóvenes salvajes que
á aquel hombre, quisieron hacer ellos lo mis yo conducía. Me insto' á que le refiriese mi
mo con grande asombro del marinero, quien aventura, y qué casualidad me había propor
no podia figurarse; que aquel país estuviese cionado encontrar con aquellos hombres in
habitado entonces, pues jamas se había ad civilizados , de cuya eesistencia no habían
vertido vestigio alguno de racionales en él. dado noticia los viageros mas curiosos. Le re
Me dispuse a partir, para cuyo fin les traté ferí esactamente mi último naufràgio con to
de engañar diciendo que aquellos venían en do lo demas que dejo dicho á cerca de los
aquella casa ambulante que hábiamos des Letingbers, y manifesto el mayor gusto en
cubierto para decirme de parte de Dios lo oir mi narración prometiéndome toda su pro
que debía hacer para el arreglo y felicidad tección hasta dejarme en las costas del mar
de todos los Letignbers. No quedaron muy Báltico, desde donde podía regresar á mi pa
satisfechos de esta razón; pero por él temor de tria. Yo acepté su promesa y le manifesté mi
desagradarme, no me lo impidieron : invité agradecimiento.
ú dos jovenes á que me siguiesen; y lo hicie Ya renacían en mi pecho las esperanzas
del volver al seño de mí familia para pasar el tonces de tan considerables peligros, no me
resto de mis dias al lado de mis padrinos y abandonaría en lo futuro.
terminar mi esistencia cerca del túmulo de El cielo que tan irritado se mostró en mi
mis desgraciados padres. Esta era mi única es primer viaje, veia con placer mi regreso á Ale
peranza y la que disminuía el sentimiento que mania, de modo que no tuvimos el mas pe
por otra-parte oprimía mi corazón, al dejar queño contratiempo. Durante nuestro viaje,
aquellos infelices cuando mas útil podía ser el capitán se divertía en hacer varias pregun
les mi dirección; pero acaso habie'ndoles seña tas á mis dos Letingbess, y yo no pensaba
lado el camino verdadero, la luz de la razón en Otra cosa que en la muerte de Adela y en
les guiaría por él hasta llegar á la perfección mis padrinos. Tardamos un mes en llegar al
de la obra, cuyos cimientos puse por mi pro golfo Báltico sin que en nuestro viaje sufrié
pia mano y el ausilio del Criador. Si yo su semos la incomodidad mas pequeña. Saltamos
piera que asi habia sucedido, ¿ qué placer en tierra y sentí una violenta conmoccion al
podría competir con el mió, al considerarme poner el pie en el suelo de mi patria : ya
-autor de un beneficio tan grande hecho á la alentaba con libertad y mi corazón se desaho
hümanidad ? gaba en alegría. Quería el capitán quedarse
Desplegó el bajel sus velas y caminábamos con uno de mis Letingbers., pero estos jóve
con mucha ligereza sobre el líquido elemen nes se amaban en estremo y hubiese sido el
to. Pregunté ai capitán qué distancia nos se separarlos darles á ambos la muerte. Por úl
paraba de Alemania, y me dijo que unas mil timo, me los dejó y le prometí el cuidar de
y quinientas leguas. Grande espacio era el ellos como si fuesen hijos míos. Este buen
que teníamos que atravesar y todo él un puro hombre que en nada se parecía al que manr
riesgo; pero quien me habia sacado hasta en daba la embarcación que ocasionó mi des-
gracia y la de Adela, asesinando impune sin separar sus ojos de mi semblante. Les.
mente al padre de ésta, me regaló un volsillo mandé de nuevo que le llamasen y que sino
con cien doblones para que pudiese regresar yo mismo me tomaría la libertad de penetrar
á Viena con mis dos salvajes, á los cuales ya en su gavinete. Entonces entraron con el reca
les habíamos puesto traje europeo antes de do cuya contestación tardo en salir largo rato,
desembarcar. En fin, nos separamos del capitan durante el cual mis Letingbers me refirieron
y demas compañeros de tripulación dándonos la novedad que Ies causaba el ver la pobla
repetidos abrazos deala mas ingènua amistad ción y las casas tan bien adornadas por den
y deseándonos mùtuamente mil felicidades. tro, la habitaciones , los coches, los caballos
Mis Letingbers se admiraban á cada paso y "todo lo demas, de suerte que no sabían
que notaban particularidades nuevas, y cuan donde se hallaban ni lo que les sucedía. Sa
do llegamos á Viena traté de buscar la casa lid Rindelle á la puerta del gavinete y al
de mi antiguo huésped, el barón de Rinde- momento que le observé , me arroje a sus
lie, y en efecto, habiéndola encontrado, lla brazos.... él lo reusaba, mas cuando pronun
mé y pregunté por su señoría. Ninguno de cié mi nombre me abrazó prorrumpiendo en
los criados que antes tuve á mi servicio me sollozos que indicaban su sensibilidad a las
conocía, porque no me habia afeitado en seis impresiones del gozo de que estaba poseído,
meses, y la barba me desfiguraba bastante: ¿ Gomo es posible ? Timando.... Tiempo ha
mi traje era muy diverso, y mi pronuncia que para mí no ecsistias-... Tu tan repentina
ción se habia alterado. Encargué dijesen al como inesperada ausencia, me habia dictado
harón que un amigo suyo deseaba verle. Al las ideas mas funestas, las cuales han sido
oir los criados pronunciar este nombre á un corroboradas después por noticias acerca de tn
hombre de mi clase , se quedaron parados muerte. Pero aun te veo, aun tengo el pía-
cer de respirar en los brazos de mí mejor de la verdad me habia traído aquellos dos jó
amigo.... ¿ Y esos jóvenes , son africanos? No venes que eran de los habitantes que pobla
querido varón.... íe dije, te referiré la histo ban, aquel sitio. Acabada la relación de mi
ria de mis viajes y aventuras para que que historia me proporcionó nuevo traje , me ra
des satisfecha tu curiosidad enteramente. Pues pé la barba y ya parecía otro hombre. Mi
bien, entremos en el gavinete y me darás fusil, mis vestidos, y mi cartera con los pa
ese gusto. peles que estrage del volsillo de la chaqueta
En efecto., nos sentamos todos y yo ca del cadáver que hallé en la costa, se guar
sualmente ocupé la silla en la que me apo daron con mucho esmero y la carta con el
yaba para escribir los villetes á Adela, En la retrato del desgraciado Riobi , que aun la
misma estaba sentado cuando recibí su últi conservaba yo con gran cuidado a pesar de
mo aviso causa de todos mis infortunios. Este que en mi último naufragio se desfiguró en
recuerdo me inmutó, y el varón no dejó de teramente porque llegó á mojarse. A los dos
notarlo, pero no le di tiempo á que me pre jóvenes que jamás querían separarse de mi
guntase la causa, dando principio á mi his lado, también se Ies compuso lo mejor que
toria de la cual reservé lo que me pareció se pudo. Llegó la noche y cenamos tempra
oportuno hasta que yo estuviese al corriente no perfectamente.
de la que debía interesarme. Se mostró asom ¿ Cómo podéis figuraros mi querido lector,
brado al oir sucesos que jamas habían llegado que yo dejase pasar mucho tiempo, sin tratar
de indigar la situación de mis padrinos, y lo
á su noticia. La descriocion del subterráneo
de los Letingbers la hubiese oido como fabu que habia ocurrido después de la muerte de
losa á no haberle asegurado ser yo mismo Oslit ? Esperaba con ansia el momento de
quien la había descubierto, y que en prueba tener proporción de preguntar al varón a
cerca de estos estrenaos; y por ultimo, des tiempo*él marqués, despechado por su des
pués de la cena le dije ¿ que si sabia algo de honor, se había muerto de un pistoletazo, y
uai casa ? y me contestó que al cabo de me que sus haciendas se hallaban en poder de
dio año de mi ausencia, mi padrino había un familiar de la casa llamado Milt.
muerto de una fiebre pútrida, y que mi ma Mucho me alegré de que todos permane
drina permanecía viuda en su casa. No dejó ciesen en una equivocación tan notable, y
de causarme sentimiento esta noticia, porque que itti honor no hubiese padecido alteración
después de haber perdido á mi Adela que era en su concepto para poderme presentar sin re
el mayor tesoro que poseía, solamente podía bozo en todas partes, jactándome interiormen
hallar consuelo en mi desgracia al lado de te de haber omitido al barón la primer parte
mis padrinos , y ya este consuelo no podía de mis aventuras cual fue el desafio con Os
ser completo. lit; la fuga con Adela y todo lo demás. Lle
Le insté rae dijera si estaba en Viena á gó la hora de acostarnos, y ordené que pusie
la sazón el duque de Oslit, y si se había ca sen um colchón á lea .pies de mi cama para
sado con madama Adela la hermana del mar que se acostasen mis dos Letingbers, hasta que
ques de Riobil; a que me contestó que ca se fuesen familiarizando con los demas do
sualmente cuando yo me ausenté, el duque mésticos. En toda la noche pude dormir dos
había también desaperecido con Adela y un minutos, estrañando la cama que era muy
criado llamado Itmo : que este suceso había buena. Catorce meses había que mi cuerpo
sido divulgado por toda la ciudad, siendo por no descansaba sobre cama de esta espe
largo tiempo el objeto de las conversaciones cie. Al otro dia, salí á recorrer la ciudad
en las tertulias y paseos; y que nadie sabia con el barón, y cuantos conocidos hallábame
el paradero de unos ni otros. Que á poco daban parabienes por mi regreso, lo que me
confirmaba en lo que el varón me habiá dicho. Tal pérdida á llorar en él retiro
Ocho dias hacia que había llegado á Viena . Voy de una celda humilde y penitente,
y ya traté de marchar á Viiepine, á casa de Sin que por eso hallar alivio cuente
mj madrina para consolarla en su viudez,, y A la pena mortal en que suspiro.
servirla de apoyo en su avanzada edad. A Dios á Dios, ¡ohíSii Timancio amado,
Una tarde me salí solo á pasear , y diri Que para siempre te ha perdido Adela:
giéndome fuera de la ciudad, fui á sentarme Y solo el pensamiento la consuela
bajo unos cipreses qpe había junto al conven De morir presto, pues que la has dejado!
to conocido con el título de las Arrepentidas. r' /'..Qicyaíi jrn'):••••’. :;i ' . ,-i
Esta era una casa dedicada al culto de la Pu Oir esta canción , y no poder contener
rísima Concepción , dónde se retiraban algu án torrente de lágrimas que sobrevino á mis
nas señoras nobles á terminar sus dias sepa ojos, fué todo uno. Un impulso violento me
radas del. siglo. No profesaban, y podían sa arrebataba hacia aquel sitio, y aun mi cora
lirse con la misma facilidad que habían entra zón me indicaba medios para entrar á ver la
do. Estando en aquel sitio elevado ini'espí alma angelical; que da producía. ¿ Qué será
ritu en mis melancólicas meditaciones, oí una esto 2 decid yo : jamás me he visto atacado de
voz que entonaba esta lúgubre canción con esta especie de sentimiento hasta ahora. ¡Qué
un estilo muy triste. sensación tan íntima, y qué temblor tan cruel
•se apodera dé; mis nervios! ¿Será posible que
Desde el aciago instante en que afligida, esta voz baya causado tal trastorno en mi
En el mar de mi suerte borrascoso naturaleza2 ¿Si el amor$ por medio de la
Mi bien perdí, mi amante y mi reposo, «simpatía, querrá perseguirme de nuevo? No,
Puedo decir que se acabo mi vida. ao le daré entrada : conozco, por desgracia,
prácticamente I03 estragos que causa en el sin que en ello tuviese parte mi voluntad.
corazón del hombre... Yo estoy fuera de mí... Salí fuera de la ciudad y ya descubría el con
estoy loco... lo mejor será alejarme de este
vento... unos impulsos naturales me arrebata
sitio... Me retiré en efecto á casa del barón,
ban hácia él con una fuerza irresistible.. Cedí,
y no quise manifestarle cosa alguna de lo que
en fin, á la voz de la naturaleza, y mis ace
me liabia pasado porque no se me burlase.
lerados pasos me Conducían debajo de los ex
Pasé lo restante del dia, según costum
preses... Sentóme á meditar aquellos miste
bre; y á la noche me encerré en mi cuarto
rios, cuyo desenlace esperaba; y á poco oiga
con mis dos Letingbers: allí me llevaron la
entonar la misma canción que la tarde ante
cena, rae acosté, y el barón entró á darme
rior... Pero ¿cómo me quedaría al oir que
conversación un rato; pero se retiró luego y
era dirigida á mí la letra de aquellos versos
me dejó solo como yo apetecía. Una impa
preciosos ? ¿ Es Adela quien los pronuncia
ciencia intolerable de que estaba poseído,, no
por ventura? No puede ser.;, no. .es ilusión.
me permitía conciliar el sueño, y solo miti
¿Cómo haberse salvado de los piratas ni de
gaba esta agitación interior pensando en el
la esplosion del barco en donde la dejé? Pero
convento de aquella tarde , y en la voz que
tranquilízate corazón mió por un momento,
de él había salido y llegado á mis oidos para
para escuchar de nuevo la canción que repi
causar tan vivas impresiones en mi alma.
ten ... ¡ Ah 1 con claridad percibo su nombre
Madrugué á la mañana siguiente sin ha
y el mió...]Cielos! ella es: reconozco su
ber dormido en toda la noche. Mi impacien
voz, y sin poder contenerme grito Adela... 1
cia- iba creciendo con el dia... Llegó la hora
Adela...! Entonces paró la voz por un rato,
en qúe la tarde anterior salí á paseo, y ya no
como para cerciorarse de si habían pronunciado
pude contenerme... Maquinalmente andaba
su nombre; y á poco , entonándola de nuevo,
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crecieron mis sospechas. Acabado el primes sirvió para desahogar algún tanto mi corazón,
verso 0/ que los sollozos no la dejaban prose y para llamar la atención de la hermana por
guir : entonces sí que no me detuve... Fu tera preguntándome con un tono mas apaci
rioso de contento, y sin saber lo que hacía, ble...¿quién es esa Adela? Iba á contestarla,
voy á la porteria y digo que me saquen á mi cuando una campanilla, tocada a toda priesa,
Adela. La que hacía de portera reprendió mi la ordenó subiese inmediatamente, lo que ve
atrevimiento, y me dijo que me reportase y rificó dejándome con la palabra en la boca.
tratase aquella casa con mayor respeto. A lo ¡Cruel incertidumbre! La contestación pri
que la repliqué, que aquella joven , creyendo mera de la portera me aseguraba que no ha
que yo había muerto, se habia retirado al bía en aquel convento Adela alguna, y me
convento llena de pesar, y que no se detu daba á entender mi fatal equivocación; y la
viese un instante en anunciarla que su her pregunta que acababa de hacerme, vivificaba
mano Timancio estaba en la portería, y que mis recelos agradables. La buena vieja tar
vería bien pronto como era cierto lo que le daba en bajar, y yo advertía un rumor inte
acababa de decir. Qué hermano, ni qué dian rior en el convento que me llenaba de sobre
tre , me respodió la vieja: vos, caballero, á saltos. El ruido crecía, los gritos se aumen
habéis perdido el juicio, ó queréis burlaros taban, carreras de una á otra parte; alboro
de mí por un medio tan estravagante... Idos to, chillidos', confusión, horror...! ¡Ay!
con Dios, y no volváis á perturbar la tran •muy poco me faltaba para desfallecer... Todo
quilidad de este retiro. Considerad cómo me el ruido cesa de repente , y yo absorto me
quedaria': inmóvil, sin levantar la vista per puse á contemplar sobre lo que habia oido
manecí algunos segundos no sabiendo lo que sin poder atinar con la causa verdadera. Ya la
me sucedía, y al fin prorumpí en llanto que portera bajaba con mucha lentitud y pensa-
í So
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