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No Me Lo Creo 9

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El imperio romano

b) El Dominado (siglos III y IV).

También ha sido llamado Bajo Imperio. En esta fase los emperadores se transforman
en monarcas absolutos, toda ficción de república desaparece. El Senado mantuvo un
carácter de institución asesora; los emperadores llegaron al extremo de hacerse
adorar como dioses. Los principales emperadores fueron Septimio Severo, Caracalla,
Alejandro Severo, Aureliano, Diocleciano, Constantino (el primer emperador
cristiano), Juliano y Teodosio.

Marco Aurelio fue sucedido por su hijo Cómodo, el cual gobernó en forma excéntrica
y con despreocupación por la administración y la política exterior. Su
derrocamiento y asesinato (192 d.C) marcó un punto de dislocación del Imperio, pues
a partir de ahí comenzó la intervención del ejército en la elección de los
emperadores. En la guerra civil que siguió a la muerte de Cómodo, el ejército apoyó
Septimio Severo, quien empeñó las fuerzas de Roma en la guerra contra el Imperio
Parto, al cual venció, saqueando su capital Ctesifonte; Severo tuvo una actitud
hostil hacia el Senado, al que persiguió duramente; así mismo, comienza la política
de favorecer económicamente al ejército como un medio de conservar el trono. Severo
fue sucedido por Caracalla (211), quien mandó matar a su hermano Geta y realizó
ejecuciones masivas entre los partidarios de este; pero también reconoció, como
consecuencia de una lógica evolución social, la cualidad de ciudadano romano a
todos los hombres libres del imperio. Alejandro Severo, que sucedió un tiempo
después a Caracalla, tuvo que hacer frente a la agresión del renacido Imperio
Sasánida de los persas, el que había reemplazado al Parto en Irán; fue el primer
emperador romano que tuvo cierta tolerancia hacia el cristianismo, y representó los
últimos restos de autoridad civil sobre el ejército. A partir de su asesinato
(235), la Monarquía cae en manos de los generales y Roma se precipita en un confuso
período que duró unos sesenta años y que ha sido denominado la "Crisis del siglo
III". La mayoría de los emperadores tuvieron el carácter de "emperadores-soldados"
y su reinado fue efímero, siendo en la mayoría de los casos, derrocados y
asesinados por su sucesor o los soldados.

Durante la crisis del siglo destaca la figura de Aureliano (asesinado en 275), el


cual puso coto a las incursiones germánicas en territorio romano y logró la unidad
del Estado al reintegrar al dominio imperial las provincias de la Galia, la cual se
manejaba en forma autónoma a consecuencia de los desórdenes generados.

La crisis será superada por Diocleciano, el cual intentó dar al Imperio una
administración más ágil, creando el sistema de la Tetrarquía imperial. Mediante
este sistema se dividió al Estado en cuatro partes, a cargo de "césares" y
"augustos" que tenían el deber de ayudarse y sucederse mutuamente. Pero el sistema
fracasó debido al desarrollo del principio dinástico. A la muerte de Diocleciano su
sistema naufragó en medio de la guerra civil, guerra de la cual salió vencedor
Constantino el Grande.

A Diocleciano se lo recuerda, también, por haber desencadenado la mayor de las


persecuciones en contra de los cristianos, persecución que fracasaría y haría
comprender a Roma la necesidad de transigir con el nuevo poder que representaba la
religión de Cristo.
b) El Dominado (siglos III y IV).

También ha sido llamado Bajo Imperio. En esta fase los emperadores se transforman
en monarcas absolutos, toda ficción de república desaparece. El Senado mantuvo un
carácter de institución asesora; los emperadores llegaron al extremo de hacerse
adorar como dioses. Los principales emperadores fueron Septimio Severo, Caracalla,
Alejandro Severo, Aureliano, Diocleciano, Constantino (el primer emperador
cristiano), Juliano y Teodosio.
Marco Aurelio fue sucedido por su hijo Cómodo, el cual gobernó en forma excéntrica
y con despreocupación por la administración y la política exterior. Su
derrocamiento y asesinato (192 d.C) marcó un punto de dislocación del Imperio, pues
a partir de ahí comenzó la intervención del ejército en la elección de los
emperadores. En la guerra civil que siguió a la muerte de Cómodo, el ejército apoyó
Septimio Severo, quien empeñó las fuerzas de Roma en la guerra contra el Imperio
Parto, al cual venció, saqueando su capital Ctesifonte; Severo tuvo una actitud
hostil hacia el Senado, al que persiguió duramente; así mismo, comienza la política
de favorecer económicamente al ejército como un medio de conservar el trono. Severo
fue sucedido por Caracalla (211), quien mandó matar a su hermano Geta y realizó
ejecuciones masivas entre los partidarios de este; pero también reconoció, como
consecuencia de una lógica evolución social, la cualidad de ciudadano romano a
todos los hombres libres del imperio. Alejandro Severo, que sucedió un tiempo
después a Caracalla, tuvo que hacer frente a la agresión del renacido Imperio
Sasánida de los persas, el que había reemplazado al Parto en Irán; fue el primer
emperador romano que tuvo cierta tolerancia hacia el cristianismo, y representó los
últimos restos de autoridad civil sobre el ejército. A partir de su asesinato
(235), la Monarquía cae en manos de los generales y Roma se precipita en un confuso
período que duró unos sesenta años y que ha sido denominado la "Crisis del siglo
III". La mayoría de los emperadores tuvieron el carácter de "emperadores-soldados"
y su reinado fue efímero, siendo en la mayoría de los casos, derrocados y
asesinados por su sucesor o los soldados.

Durante la crisis del siglo destaca la figura de Aureliano (asesinado en 275), el


cual puso coto a las incursiones germánicas en territorio romano y logró la unidad
del Estado al reintegrar al dominio imperial las provincias de la Galia, la cual se
manejaba en forma autónoma a consecuencia de los desórdenes generados.

La crisis será superada por Diocleciano, el cual intentó dar al Imperio una
administración más ágil, creando el sistema de la Tetrarquía imperial. Mediante
este sistema se dividió al Estado en cuatro partes, a cargo de "césares" y
"augustos" que tenían el deber de ayudarse y sucederse mutuamente. Pero el sistema
fracasó debido al desarrollo del principio dinástico. A la muerte de Diocleciano su
sistema naufragó en medio de la guerra civil, guerra de la cual salió vencedor
Constantino el Grande.

A Diocleciano se lo recuerda, también, por haber desencadenado la mayor de las


persecuciones en contra de los cristianos, persecución que fracasaría y haría
comprender a Roma la necesidad de transigir con el nuevo poder que representaba la
religión de Cristo.
b) El Dominado (siglos III y IV).

También ha sido llamado Bajo Imperio. En esta fase los emperadores se transforman
en monarcas absolutos, toda ficción de república desaparece. El Senado mantuvo un
carácter de institución asesora; los emperadores llegaron al extremo de hacerse
adorar como dioses. Los principales emperadores fueron Septimio Severo, Caracalla,
Alejandro Severo, Aureliano, Diocleciano, Constantino (el primer emperador
cristiano), Juliano y Teodosio.

Marco Aurelio fue sucedido por su hijo Cómodo, el cual gobernó en forma excéntrica
y con despreocupación por la administración y la política exterior. Su
derrocamiento y asesinato (192 d.C) marcó un punto de dislocación del Imperio, pues
a partir de ahí comenzó la intervención del ejército en la elección de los
emperadores. En la guerra civil que siguió a la muerte de Cómodo, el ejército apoyó
Septimio Severo, quien empeñó las fuerzas de Roma en la guerra contra el Imperio
Parto, al cual venció, saqueando su capital Ctesifonte; Severo tuvo una actitud
hostil hacia el Senado, al que persiguió duramente; así mismo, comienza la política
de favorecer económicamente al ejército como un medio de conservar el trono. Severo
fue sucedido por Caracalla (211), quien mandó matar a su hermano Geta y realizó
ejecuciones masivas entre los partidarios de este; pero también reconoció, como
consecuencia de una lógica evolución social, la cualidad de ciudadano romano a
todos los hombres libres del imperio. Alejandro Severo, que sucedió un tiempo
después a Caracalla, tuvo que hacer frente a la agresión del renacido Imperio
Sasánida de los persas, el que había reemplazado al Parto en Irán; fue el primer
emperador romano que tuvo cierta tolerancia hacia el cristianismo, y representó los
últimos restos de autoridad civil sobre el ejército. A partir de su asesinato
(235), la Monarquía cae en manos de los generales y Roma se precipita en un confuso
período que duró unos sesenta años y que ha sido denominado la "Crisis del siglo
III". La mayoría de los emperadores tuvieron el carácter de "emperadores-soldados"
y su reinado fue efímero, siendo en la mayoría de los casos, derrocados y
asesinados por su sucesor o los soldados.

Durante la crisis del siglo destaca la figura de Aureliano (asesinado en 275), el


cual puso coto a las incursiones germánicas en territorio romano y logró la unidad
del Estado al reintegrar al dominio imperial las provincias de la Galia, la cual se
manejaba en forma autónoma a consecuencia de los desórdenes generados.

La crisis será superada por Diocleciano, el cual intentó dar al Imperio una
administración más ágil, creando el sistema de la Tetrarquía imperial. Mediante
este sistema se dividió al Estado en cuatro partes, a cargo de "césares" y
"augustos" que tenían el deber de ayudarse y sucederse mutuamente. Pero el sistema
fracasó debido al desarrollo del principio dinástico. A la muerte de Diocleciano su
sistema naufragó en medio de la guerra civil, guerra de la cual salió vencedor
Constantino el Grande.

A Diocleciano se lo recuerda, también, por haber desencadenado la mayor de las


persecuciones en contra de los cristianos, persecución que fracasaría y haría
comprender a Roma la necesidad de transigir con el nuevo poder que representaba la
religión de Cristo.
Artículo principal: Imperio Romano
El Imperio fue la tercera etapa del desarrollo de la Antigua Roma y en que la
principal institución política del Estado fue la Monarquía imperial, formada por el
emperador, sus ministros, consejeros y gobernadores provinciales. La evolución de
la Monarquía imperial en Roma tuvo dos etapas:

a) El Principado (siglos I y II d. C.)

También ha sido llamada esta etapa Alto Imperio. En esta etapa los emperadores
mantuvieron la ficción de la existencia de la República, dejando funcionar algunas
instituciones como el Senado, los Comicios y los cónsules. Pero el emperador se
reservó el derecho de comandar los ejércitos y proponer los candidatos a las
magistraturas y al Senado. El más importante emperador del Principado fue Augusto.
Augusto consolidó la Monarquía imperial; él fue el "Princeps", es decir, el primero
de los ciudadanos, pero también el "Imperator", es decir, el jefe supremo de las
fuerzas armadas, por lo tanto, el verdadero detentador del poder político supremo;
también recibió los títulos de "Pontífice Máximo" y "Padre de la Patria". Augusto
gobernó directamente las provincias "imperiales" (aquellas fronterizas y con
presencia militar) mediante sus legados, y en forma indirecta las "senatoriales"
(las más interiores y pacificadas) a través de la gestión del Senado.

Durante el largo reinado de Augusto la cultura romana llegó a su apogeo. Augusto


reforzó las fronteras del Imperio (los ríos Rin y Danubio fueron el límite Norte, y
los ríos Éufrates y Tigris el límite Este). Terminó con la política de “el mundo
para Roma” e impulsó una nueva: “Roma para el mundo”; en otras palabras, terminó
con la explotación y abuso a que estuvieron sometidas las provincias durante la
República y favoreció el progreso de las mismas. Augusto favoreció las artes y las
letras, protegiendo a poetas y literatos: Horacio, Virgilio, Livio, etc.
Augusto murió en el 14 d. C. y fue sucedido por su sobrino Tiberio. Bajo el
gobierno de Tiberio fue crucificado en Palestina Jesús de Nazareth (33 d. C.). El
cristianismo, la nueva religión fundada por Jesús, hizo progresos decisivos en el
siglo I, alcanzando a la misma Roma gracias a la predicación de los apóstoles Pedro
y Pablo, quienes pronto morirían víctimas de la primera persecución decretada por
el emperador Nerón. El cristianismo predicaba la igualdad entre los seres humanos y
negaba la divinidad de los emperadores, el culto a Roma y la mera existencia de los
dioses paganos. A pesar de que Roma era tolerante con las religiones extranjeras,
la actitud de los cristianos sería considerada disolvente para el Estado; en breve,
el cristianismo se atraería la hostilidad de las autoridades imperiales.

Los emperadores que sucedieron a Augusto llevaron al Imperio a su máxima extensión


territorial. Claudio conquistó Britania (s.I d.C), y Trajano (siglo II d.C)
conquistó Dacia (actual Rumania) y Mesopotamia.

La monarquía imperial fue ejercida por sucesivas dinastías: durante el siglo I d.C
el Imperio fue gobernado por la dinastía Julio-Claudia, a la que perteneció
Augusto, y descendiente de la más antigua aristocracia patricia de Roma. Pero con
el correr del tiempo accedieron a la Monarquía dinastías de origen no del todo
itálico y provincial (como, por ejemplo, los Antoninos y los Severos). La forma de
designar al sucesor del emperador era mediante su preparación previa, su
consagración por el Senado y el ejército, fuese en vida o después de muerto su
antecesor; durante el siglo II se practicó el sistema de adopción del personaje más
capaz; esta última forma dio excelentes gobernantes. En el peor de los casos la
sucesión fue mediante el derrocamiento y el asesinato (ej: el asesinato de
Calígula).

Roma fue gobernada por una serie de emperadores destacados, recordados la mayoría
por su buen juicio, humanitarismo y sus políticas progresistas en beneficio de la
ciudad y sus provincias: Tito, Trajano, Adriano, Antonino Pío, Marco Aurelio.
Durante el gobierno de Vespasiano (s. I d.C) Roma destruyó el Templo de Jerusalén y
posteriormente su hijo Tito tuvo que afrontar las consecuencias de la erupción del
Vesubio que sepultó Pompeya y otras ciudades de la bahía de Nápoles. Trajano (s.II
d.C) llevó los límites del Imperio a su máximo; a partir de él Roma se dedicará a
consolidar y defender sus conquistas. Adriano (s.II d.C) estabilizó las fronteras y
su gestión se caracterizó por las grandes obras públicas (ej: el muro que lleva su
nombre en Britania). Antonino Pío (s.II. d.C) consolidó la Paz Romana. Marco
Aurelio (finales del siglo II), el "emperador filósofo", se vio en la necesidad de
combatir a los bárbaros del otro lado del Danubio, derrotándolos en forma
inapelable.

Otros emperadores, como Calígula, Nerón y Domiciano, todos del siglo I d.C, se
caracterizaron por su crueldad y locuras. Intentaron imponer un concepto de
absolutismo imperial de carácter divino, prematuro para la mentalidad todavía
republicana de los romanos, lo que provocó la reacción en el Senado, en el pueblo y
en el ejército. Fueron derrocados: Nerón se suicidó, mientras que Calígula y
Domiciano murieron asesinados.

b) El Dominado (siglos III y IV).

También ha sido llamado Bajo Imperio. En esta fase los emperadores se transforman
en monarcas absolutos, toda ficción de república desaparece. El Senado mantuvo un
carácter de institución asesora; los emperadores llegaron al extremo de hacerse
adorar como dioses. Los principales emperadores fueron Septimio Severo, Caracalla,
Alejandro Severo, Aureliano, Diocleciano, Constantino (el primer emperador
cristiano), Juliano y Teodosio.

Marco Aurelio fue sucedido por su hijo Cómodo, el cual gobernó en forma excéntrica
y con despreocupación por la administración y la política exterior. Su
derrocamiento y asesinato (192 d.C) marcó un punto de dislocación del Imperio, pues
a partir de ahí comenzó la intervención del ejército en la elección de los
emperadores. En la guerra civil que siguió a la muerte de Cómodo, el ejército apoyó
Septimio Severo, quien empeñó las fuerzas de Roma en la guerra contra el Imperio
Parto, al cual venció, saqueando su capital Ctesifonte; Severo tuvo una actitud
hostil hacia el Senado, al que persiguió duramente; así mismo, comienza la política
de favorecer económicamente al ejército como un medio de conservar el trono. Severo
fue sucedido por Caracalla (211), quien mandó matar a su hermano Geta y realizó
ejecuciones masivas entre los partidarios de este; pero también reconoció, como
consecuencia de una lógica evolución social, la cualidad de ciudadano romano a
todos los hombres libres del imperio. Alejandro Severo, que sucedió un tiempo
después a Caracalla, tuvo que hacer frente a la agresión del renacido Imperio
Sasánida de los persas, el que había reemplazado al Parto en Irán; fue el primer
emperador romano que tuvo cierta tolerancia hacia el cristianismo, y representó los
últimos restos de autoridad civil sobre el ejército. A partir de su asesinato
(235), la Monarquía cae en manos de los generales y Roma se precipita en un confuso
período que duró unos sesenta años y que ha sido denominado la "Crisis del siglo
III". La mayoría de los emperadores tuvieron el carácter de "emperadores-soldados"
y su reinado fue efímero, siendo en la mayoría de los casos, derrocados y
asesinados por su sucesor o los soldados.

Durante la crisis del siglo destaca la figura de Aureliano (asesinado en 275), el


cual puso coto a las incursiones germánicas en territorio romano y logró la unidad
del Estado al reintegrar al dominio imperial las provincias de la Galia, la cual se
manejaba en forma autónoma a consecuencia de los desórdenes generados.

La crisis será superada por Diocleciano, el cual intentó dar al Imperio una
administración más ágil, creando el sistema de la Tetrarquía imperial. Mediante
este sistema se dividió al Estado en cuatro partes, a cargo de "césares" y
"augustos" que tenían el deber de ayudarse y sucederse mutuamente. Pero el sistema
fracasó debido al desarrollo del principio dinástico. A la muerte de Diocleciano su
sistema naufragó en medio de la guerra civil, guerra de la cual salió vencedor
Constantino el Grande.

A Diocleciano se lo recuerda, también, por haber desencadenado la mayor de las


persecuciones en contra de los cristianos, persecución que fracasaría y haría
comprender a Roma la necesidad de transigir con el nuevo poder que representaba la
religión de Cristo.

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