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Debate Expo
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quedaron en nada a través de varios procedimientos parlamentarios. Ahora, por impulso del
gobierno laborista (socialista) este 17 de octubre, junto con las elecciones al Parlamento, se
votará un referéndum para legalizar la eutanasia y el suicidio asistido en este país.
No está claro que gane. En mayo de 2018, el Parlamento portugués votó contra la
eutanasia: incluso los comunistas votaron contra ella. También en el parlamento
de Finlandia en verano de 2018 se rechazaba la eutanasia. La Asociación Médica
Mundial reiteraba en 2019 que “no es ética” y “debe ser condenada por la
profesión médica”. Durante los últimos años de debate social, los defensores de la vida
han ido usando distintos argumentos: algunos, contra todo tipo de eutanasia o suicidio
asistido; otros contra la propuesta concreta sometida a referéndum y su falta de controles
(que son, esencialmente, imposibles).
Buena parte de estos argumentos, resumidos en Nueva Zelanda en el Centro de Bioética
Nathaniel, son aplicables a la realidad de la eutanasia en cualquier país, y se basan en lo
que conocemos por sus aplicaciones ya estudiadas en Bélgica, Holanda, Oregón y más
recientemente Canadá y Victoria (Australia).
Las normas supuestamente llenas de controles para escasos supuestos muy extremos de
pacientes terminales, enseguida se amplían para prácticamente cualquiera que lo pida y
algunos que no lo piden (niños, incapacitados, enfermos eliminados porque algún pariente
suyo dice que “él lo preferiría así”, etc…)
2. Con la eutanasia legal, el Estado dice que hay vidas eliminables… y que
matándose nos ayudan a todos
La eutanasia legal dice a la sociedad (y a los enfermos y vulnerables) que hay vidas que
valen menos, las de los eutanasiables, que hay vidas, en general, que no valen. Más aún:
mantenerlos vivos cuesta dinero y esfuerzo y atención. Si se eutanasian, ahorran costes al
Estado y a sus familias. Muertos son mejores para todos, quieren que entendamos. Así, el
“derecho a morir” se convierte enseguida en “el deber de morir”. No hay ningún tipo de ley
de eutanasia que pueda evitar este deber (“es mejor que me mate, para ayudar a mi familia
y la sociedad”), no hay control que lo evite… excepto la total prohibición de esta práctica.
3. Muchos piden morir por dolor y soledad: ¡pero eso se arregla con cuidados paliativos,
no matando!
En Nueva Zelanda la Asociación Médica NZ, la Asociación de Médicos de Cuidados
Paliativos y la Asociación de Enfermeras de Cuidados Paliativos se han declarado contra la
eutanasia. La Asociación Médica Mundial dijo en 2019 que “no es ética” y “y debe ser
condenada por la profesión médica”.
La Asociación Médica de EEUU se reafirmó en 2019 en que “es incompatible con el papel
del médico como persona que cura” y que la eutanasia legal es “difícil o imposible de
controlar”. Todos dicen que casi siempre se pide la eutanasia por miedo al sufrimiento, por
dolor mal atendido, por soledad y dolor psíquico… todo eso se puede tratar con eficacia
con la medicina actual.
Los médicos son personas que decidieron dedicar su vida a cuidar y sanar y acompañar… o
al menos era así antes de la eutanasia legal. Con la eutanasia legalizada, ¿seguiremos
llamando médicos o medicina al siniestro “arte” de matar enfermos o ayudarles a
suicidarse? ¿Qué pensarán los nuevos médicos de sí mismos? ¿Cuántos pensarán que tienen
no sólo la capacidad técnica de matar, sino la capacidad de decidir, sugerir, impulsar,
animar, conducir a sus pacientes, hacia la eutanasia? ¿Cuántos lo harán si reciben primas de
aseguradoras o de empresas sanitarias que buscan siempre una gestión más eficaz,
ahorrando costes? Ningún control evitará eso, sólo la total ilegalización.
En Canadá se aprobó para pacientes terminales, pero en apenas 2 años el Tribunal Supremo
de Quebec dijo que, para no “discriminar”, debía aplicarse también a enfermos no
terminales, como discapacitados. A veces se aprueba insistiendo en que la pida el enfermo,
pero pronto se amplía a que la pida un pariente, o un juez que considera que es “el mejor
interés del enfermo” (caso Charlie Evans) o alguien que dice que el enfermo hace años le
comentó que estaba a favor de la eutanasia. Y si la pide tu compañero de habitación en el
hospital, ¿por qué no tú? El Nathaniel Center resume: “una vez legalizado, no es posible ni
racional limitarlo a grupos de personas con condiciones específicas”. Si es un derecho,
cualquiera puede pedirlo.
Si no podemos enfadarnos porque nuestra abuela pidió la eutanasia, mis padres (o mis
hijos) tampoco tienen por qué enfadarse o sentirse dañados si yo me suicido pese a estar
sano. Simplemente, entenderé que “algunos suicidios están bien”. Tan bien, que hasta los
médicos lo apoyan y los políticos lo alaban. Ese es el mensaje que transmite la eutanasia,
especialmente a muchos jóvenes y personas que piensan en el suicidio.
En muchos casos, quizá la mayoría, quien pide la eutanasia en realidad está pidiendo ayuda
contra su depresión, a menudo ligada al miedo o la soledad; las tendencias suicidas se
pueden y deben tratar desde la ciencia médica y psíquica
En Nueva Zelanda calculan que 1 de cada 10 ancianos sufre abusos físicos o psíquicos, son
maltratados. Muchos más sufren soledad. A esta población tan frágil y vulnerable, ¿quién
les protege de ser conducidos a la muerte por eutanasia? Y cuanto más cueste mantener a
los ancianos, mayores serán las presiones.
Con la eutanasia ilegal, estas presiones al suicidio, simplemente, no existen o son tan
burdas que enseguida se detectan y castigan. Con la eutanasia legal, serían cotidianas y
extendidas. En Bélgica y Holanda, después de 15 años de práctica eutanásica y decenas de
miles de casos, apenas 2 personas han sido llevadas a juicio por eutanasia mal aplicada y al
final nadie ha sido condenado: eso demuestra que el control es escaso, un paripé.
10. ¿Y si se mata con eutanasia a alguien que no quería, aunque sea sólo a uno?
Muchos países, como Nueva Zelanda, abolieron la pena de muerte para evitar que se
matase a nadie por crímenes que no cometió, por errores de distinto tipo (identificaciones,
burocracia, etc…) La muerte es tan grave e irreversible que el mero riesgo de matar a un
inocente se vio suficiente para abolir este castigo. Por el mismo principio, para estar seguro
que no haya ni una eutanasia injusta y no pedida, sólo hay un método: prohibir toda
eutanasia.
En una sociedad sin eutanasia local, donde el suicidio se ve como algo difícil, casi
impensable, todo orienta a la persona a apostar por la vida y superar sus dificultades. Pero
cuando se legaliza la eutanasia, cuando se abre la opción de matarse, que se vende como
“salida fácil”, muchas personas que con perseverancia y coraje habrían muerto de muerte
natural dando ejemplo a sus semejantes serán más bien tentadas de matarse, como hacen
otros a su alrededor.