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Debate Expo

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En 2012, 2015 y 2017, distintos intentos de legalizar la eutanasia en Nueva Zelanda

quedaron en nada a través de varios procedimientos parlamentarios. Ahora, por impulso del
gobierno laborista (socialista) este 17 de octubre, junto con las elecciones al Parlamento, se
votará un referéndum para legalizar la eutanasia y el suicidio asistido en este país.

 No está claro que gane. En mayo de 2018, el Parlamento portugués votó contra la
eutanasia: incluso los comunistas votaron contra ella. También en el parlamento
de Finlandia en verano de 2018 se rechazaba la eutanasia.  La Asociación Médica
Mundial reiteraba en 2019 que “no es ética” y “debe ser condenada por la
profesión médica”. Durante los últimos años de debate social, los defensores de la vida
han ido usando distintos argumentos: algunos, contra todo tipo de eutanasia o suicidio
asistido; otros contra la propuesta concreta sometida a referéndum y su falta de controles
(que son, esencialmente, imposibles).
Buena parte de estos argumentos, resumidos en Nueva Zelanda en el Centro de Bioética
Nathaniel, son aplicables a la realidad de la eutanasia en cualquier país, y se basan en lo
que conocemos por sus aplicaciones ya estudiadas en Bélgica, Holanda, Oregón y más
recientemente Canadá y Victoria (Australia).

Las normas supuestamente llenas de controles para escasos supuestos muy extremos de
pacientes terminales, enseguida se amplían para prácticamente cualquiera que lo pida y
algunos que no lo piden (niños, incapacitados, enfermos eliminados porque algún pariente
suyo dice que “él lo preferiría así”, etc…)

1. El tema no es cómo ser compasivos, sino cómo proteger a los vulnerables

Tanto la pro-eutanasia como la anti-eutanasia dicen que están contra el sufrimiento


extremo, todos se declaran “compasivos”. Todos están de acuerdo en combatir el
sufrimiento. Pero una ley de eutanasia consiste en matar personas (o ayudar a que se maten
ellas en el suicidio asistido). ¿De verdad esta ley de eutanasia protege a los vulnerables e
impide que se los dañe y mate? También hay que ser compasivo con ellos, con los que casi
nadie protege. Es un tema que afecta a toda la sociedad. No hay que mirar sólo el efecto en
uno o dos años, sino el efecto a largo plazo contra multitud de vulnerables.

2. Con la eutanasia legal, el Estado dice que hay vidas eliminables… y que
matándose nos ayudan a todos

La eutanasia legal dice a la sociedad (y a los enfermos y vulnerables) que hay vidas que
valen menos, las de los eutanasiables, que hay vidas, en general, que no valen. Más aún:
mantenerlos vivos cuesta dinero y esfuerzo y atención. Si se eutanasian, ahorran costes al
Estado y a sus familias. Muertos son mejores para todos, quieren que entendamos. Así, el
“derecho a morir” se convierte enseguida en “el deber de morir”. No hay ningún tipo de ley
de eutanasia que pueda evitar este deber (“es mejor que me mate, para ayudar a mi familia
y la sociedad”), no hay control que lo evite… excepto la total prohibición de esta práctica.

3. Muchos piden morir por dolor y soledad: ¡pero eso se arregla con cuidados paliativos,
no matando!
En Nueva Zelanda la Asociación Médica NZ, la Asociación de Médicos de Cuidados
Paliativos y la Asociación de Enfermeras de Cuidados Paliativos se han declarado contra la
eutanasia. La Asociación Médica Mundial dijo en 2019 que “no es ética” y “y debe ser
condenada por la profesión médica”.

La Asociación Médica de EEUU se reafirmó en 2019 en que “es incompatible con el papel
del médico como persona que cura” y que la eutanasia legal es “difícil o imposible de
controlar”. Todos dicen que casi siempre se pide la eutanasia por miedo al sufrimiento, por
dolor mal atendido, por soledad y dolor psíquico… todo eso se puede tratar con eficacia
con la medicina actual.

4. La eutanasia legal dificulta invertir en cuidados paliativos y contra el dolor

Aunque el arsenal médico contra el dolor, la angustia emocional y el miedo es


increíblemente grande, aún debe crecer y mejorar, y, sobre todo, debe llegar a más
personas. Con la eutanasia legalizada, no se invertirá dinero ni recursos en cuidados
paliativos ni en otros muchos campos que afectan al final de la vida. En cambio, mientras
está ilegalizada, la sociedad se ve forzada a invertir y esforzarse en estos campos, haciendo
avanzar la ciencia y la cobertura médica. Un ejemplo está en la eutanasia en Canadá
(informe oficial del Gobierno): sólo un 28% de los técnicos de eutanasia consultó a un
experto en paliativos respecto a un caso, sólo un 6% se molestó en hablar con un psicólogo.
Con eutanasia legal, hay prisas por matar, no por cuidar o explorar mejores cuidados y
tratamientos.

5. La eutanasia daña al oficio médico

Los médicos son personas que decidieron dedicar su vida a cuidar y sanar y acompañar… o
al menos era así antes de la eutanasia legal. Con la eutanasia legalizada, ¿seguiremos
llamando médicos o medicina al siniestro “arte” de matar enfermos o ayudarles a
suicidarse? ¿Qué pensarán los nuevos médicos de sí mismos? ¿Cuántos pensarán que tienen
no sólo la capacidad técnica de matar, sino la capacidad de decidir, sugerir, impulsar,
animar, conducir a sus pacientes, hacia la eutanasia? ¿Cuántos lo harán si reciben primas de
aseguradoras o de empresas sanitarias que buscan siempre una gestión más eficaz,
ahorrando costes? Ningún control evitará eso, sólo la total ilegalización.

6. Lo hemos visto en todos los países: la eutanasia nunca se queda en casos


extremos, enseguida se amplía

En Canadá, en apenas 3 años de eutanasia legal, se ha doblado el número de víctimas a la


que se aplica. En Holanda, donde empezó siendo para casos “extremos”, ahora se quiere
aplicar a cualquiera que considere “acabado su ciclo vital”, o quien, simplemente, declare
estar triste y que ya no quiere la vida. Una reciente propuesta holandesa quiere poder matar
a mayores de 75 años sanos (que “lo pidan”, se supone) y a menores de 12 años
“terminales” (aunque no lo pidan, basta que lo pida un adulto “responsable”).  
En Bélgica casi se ha triplicado en 10 años (de 954 eutanasias en 2010 a 2.655 en 2019, y
creciendo). En Bélgica se sabe que en 2019 al menos unos 450 eliminados (un 17%) no
eran personas en estado terminal, es decir, no tenían enfermedades que les estuvieran
acercando rápidamente a la muerte.

En Canadá se aprobó para pacientes terminales, pero en apenas 2 años el Tribunal Supremo
de Quebec dijo que, para no “discriminar”, debía aplicarse también a enfermos no
terminales, como discapacitados. A veces se aprueba insistiendo en que la pida el enfermo,
pero pronto se amplía a que la pida un pariente, o un juez que considera que es “el mejor
interés del enfermo” (caso Charlie Evans) o alguien que dice que el enfermo hace años le
comentó que estaba a favor de la eutanasia. Y si la pide tu compañero de habitación en el
hospital, ¿por qué no tú? El Nathaniel Center resume: “una vez legalizado, no es posible ni
racional limitarlo a grupos de personas con condiciones específicas”. Si es un derecho,
cualquiera puede pedirlo.

7. La eutanasia legalizada favorece el suicidio

Si no podemos enfadarnos porque nuestra abuela pidió la eutanasia, mis padres (o mis
hijos) tampoco tienen por qué enfadarse o sentirse dañados si yo me suicido pese a estar
sano. Simplemente, entenderé que “algunos suicidios están bien”. Tan bien, que hasta los
médicos lo apoyan y los políticos lo alaban. Ese es el mensaje que transmite la eutanasia,
especialmente a muchos jóvenes y personas que piensan en el suicidio.

En muchos casos, quizá la mayoría, quien pide la eutanasia en realidad está pidiendo ayuda
contra su depresión, a menudo ligada al miedo o la soledad; las tendencias suicidas se
pueden y deben tratar desde la ciencia médica y psíquica

8. La eutanasia no es una opción “libre”, casi siempre va ligada a depresión…


y la depresión puede tratarse

La eutanasia se basa en el deseo de morir, un deseo suicida, y a menudo -quizá casi


siempre- va ligado a la depresión, que causa pensamientos suicidas. La solución no es
matar al enfermo -aunque lo pida- sino tratar la depresión. Hay numerosos estudios que
muestran que cuando se trata la depresión de los que piden eutanasia en países donde es
legal, la inmensa mayoría cambia de opinión y deja de pedirla… suponiendo que no le
hayan matado antes, porque como vemos no hay ninguna obligación de que un psiquiatra
examine el caso.

9. En un país donde ya se abusa de los ancianos ¿quién los protegerá si hay


eutanasia legal?

En Nueva Zelanda calculan que 1 de cada 10 ancianos sufre abusos físicos o psíquicos, son
maltratados. Muchos más sufren soledad. A esta población tan frágil y vulnerable, ¿quién
les protege de ser conducidos a la muerte por eutanasia? Y cuanto más cueste mantener a
los ancianos, mayores serán las presiones.
Con la eutanasia ilegal, estas presiones al suicidio, simplemente, no existen o son tan
burdas que enseguida se detectan y castigan. Con la eutanasia legal, serían cotidianas y
extendidas. En Bélgica y Holanda, después de 15 años de práctica eutanásica y decenas de
miles de casos, apenas 2 personas han sido llevadas a juicio por eutanasia mal aplicada y al
final nadie ha sido condenado: eso demuestra que el control es escaso, un paripé.

10. ¿Y si se mata con eutanasia a alguien que no quería, aunque sea sólo a uno?

Muchos países, como Nueva Zelanda, abolieron la pena de muerte para evitar que se
matase a nadie por crímenes que no cometió, por errores de distinto tipo (identificaciones,
burocracia, etc…) La muerte es tan grave e irreversible que el mero riesgo de matar a un
inocente se vio suficiente para abolir este castigo. Por el mismo principio, para estar seguro
que no haya ni una eutanasia injusta y no pedida, sólo hay un método: prohibir toda
eutanasia.

12. La eutanasia hace más contagioso el suicidio y más difícil la superación

En una sociedad sin eutanasia local, donde el suicidio se ve como algo difícil, casi
impensable, todo orienta a la persona a apostar por la vida y superar sus dificultades. Pero
cuando se legaliza la eutanasia, cuando se abre la opción de matarse, que se vende como
“salida fácil”, muchas personas que con perseverancia y coraje habrían muerto de muerte
natural dando ejemplo a sus semejantes serán más bien tentadas de matarse, como hacen
otros a su alrededor.

Al final, esta cultura de la muerte hace barato y fácil el matar y el matarse.

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