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U1 Introducción A Las Corrientes Psicopedagógicas
U1 Introducción A Las Corrientes Psicopedagógicas
U1 Introducción A Las Corrientes Psicopedagógicas
Facultad de Humanidades
Carrera de Psicopedagogía
contemporáneos
Ricardo E. Maquieira
Marzo, 2012
Relaciones
sustanciales
Investigación
básica/aplicada
Desarrollo Cultura
Intervención
clínica
Intervención
escolar
Naturaleza
Naturaleza del del
cambio Enseñanza conocimiento
Aprendizaje
Las definiciones acerca de la naturaleza del hombre: ¿Existe algo que pueda
llamarse “naturaleza humana” o el hombre no es más que el producto de sus construcciones
histórico culturales?; ¿la naturaleza de la mente se reduce a relaciones neurobiológicas
intracerebrales? En este sentido, precisamente, García Albea (2011) plantea que
actualmente existe una “neurocultura” que parte del hecho de que “encontrar un correlato
neuronal de una función mental, se toma como una prueba suficiente y definitiva para su
explicación...” (p. 578). En el fondo, los trabajos teóricos psicológicos de los últimos años
radicalizaron sus posturas darwinistas para referirse al ser humano y sus procesos mentales
(Damasio, 1994; Dennett, 1995; de Waal, 2005; por nombrar sólo algunos).
Dentro de los problemas centrales de esta época está el del conocimiento de lo real y
los planteos relacionados: ¿existe una realidad fuera de su conocimiento?; ¿se la puede
conocer tal cual es?; ¿el sujeto conoce porque está innatamente predeterminado o porque es
producto del aprendizaje? ¿Los fines de la educación son “de la educación” o del docente,
de la escuela, del sistema educativo? ¿Están relacionados con la trasmisión de la cultura,
del desarrollo de todas las potencialidades humanas, o de un proyecto personal de vida libre
y comprometido con su comunidad? ¿Existe algo que pueda llamarse “naturaleza humana”
o el hombre no es más que el producto de sus relaciones sociales?
Las respuestas fundamentarán explícita o implícitamente las derivaciones acerca de
los objetivos de investigación, el abordaje clínico o la intervención didáctica dentro de la
escuela.
La subjetividad de la persona que padece alguna dificultad exige una epistemología
que dé cuenta de su complejidad y no esté apoyada solo en investigaciones teóricas que
producen esquemas de trabajo fabulosamente1 analíticos, que nunca terminan de integrar
los distintos fenómenos que experimenta la persona (González Rey, 1993, 2003, 2006).
Con gran frecuencia, las diferencias en los abordajes teórico/clínicos son
irreconciliables porque, además, todavía expresan de forma empecinada el dualismo
cartesiano mente/cuerpo que ha caracterizado a la psicología y que Vigotsky denuncia en El
significado histórico de la crisis de la psicología (1927). Sobre todo, omiten una
consideración realista e integral del hombre.
En este trabajo trataremos de relacionar las corrientes actuales en psicología de la
educación con el concepto de complejidad y autoorganización que expone Sanguinetti en
un conciso y pertinente artículo (2010). En éste, propone “una base ‘biofilosófica’ (…)
para poder comprender mejor la vida humana, en especial las relaciones entre las
personas y las comunidades sociales”.
Sin embargo, no pretendemos hacer una correlación biunívoca entre los instantes
epistemológicos propios del desarrollo de los conceptos de complejidad y autoorganización
por un lado y la convivencia “anárquica” de distintas corrientes psicoeducativas, por otro.
Nos vamos a centrar en dos de los problemas que se reeditan en los debates actuales
de la psicología educativa como marco teórico general de sus investigaciones, en los
enunciados fundamentales que la sustentan, son: la ausencia o presencia de dualismo
(mente-cuerpo, naturaleza-cultura, objetividad-interpretación); y la posibilidad de tener una
relación idealista o empirista (como supuesta oposición) entre el sujeto y el objeto de
conocimiento y sus posibles mediaciones.
La consideración del dualismo afecta directamente a la naturaleza del cambio
psicológico en cuanto que puede ser atribuible –haciendo una gran síntesis- al desarrollo de
estructuras mentales, a la influencia decisiva del ambiente o a algún tipo de relación
dialéctica entre ambos. Durante la segunda mitad del SXIX, los psicólogos que postulaban
la introspección como método de análisis psicológico fueron perdiendo sucesivas batallas
hasta que, con el auge del Conductismo en América y la Reflexología en Rusia, la
“objetividad” triunfó casi para siempre. Esto “resolvió” el problema del dualismo
eliminando uno de sus polos: la mente. De hecho, el mismo Vigotsky se vio seducido por lo
que él llama la rama materialista de la psicología (1927, 395). Pasarían muchos años hasta
que los autores “no dualistas” reconocieran la posibilidad de investigar científicamente los
procesos internos del pensamiento (incluyendo las relaciones entre representaciones y los
estados intencionales), cuando de la mano de la metáfora de la computadora, la psicología
anglosajona cortara la cinta para reinaugurar los estados mentales que habían sido larga y
negligentemente repudiados. Sanguinetti lo expresa muy bien con su concepto de
“reduccionismo eliminativista” y recurriendo a la frase de Davies “no es más que” (2006,
citado en Sanguinetti, 2010). De esta manera, todo lo propio del sentido común, incluso la
atribución de estados intencionales, “no son más que” actividades corticales y deben ser
descartadas por precientíficas.
Sanguinetti señala que de esta manera cambia la epistemología de la explicación
científica quedando reducida al establecimiento de causas materiales, lo que transforma
definitivamente la consideración ontológica del objeto identificando el todo con alguna de
sus partes.
Piaget ya venía trabajando en la psicogénesis de las operaciones lógicas, pero su
trabajo no tuvo el mismo impacto canónico y hegemonizador en psicología como lo tuvo en
1
Ndel A: Usamos esta palabra en el sentido de “gran trabajo de investigación estadística” y de “ficción que
disimula parte de la verdad”.
el ámbito de la educación (lo que no deja de ser una paradoja, ya que, al momento de
convivir con el último conductismo y la primera psicología cognitiva, su teoría “servía”
más como explicación del cambio que como promotora del cambio educativo). Sin
embargo, la teoría piagetiana la veremos más adelante.
La naturaleza del cambio implica compromisos ontológicos con la realidad y con el
hombre y, al mismo tiempo, define acciones muy concretas y poco especulativas con
respecto al desarrollo y el aprendizaje. Es decir que, las diferentes respuestas a este
interrogante -que por otra parte la filosofía ha tratado de responder a lo largo de toda su
historia-, son fundamentales para la psicología de la educación.
2. El cambio psicológico
2.2 El conductismo
Siguiendo con el análisis de las teorías acerca del cambio psicológico, el
Conductismo es un claro ejemplo de simplismo y negación de la complejidad.
Durante toda la primera mitad del siglo XX, el conductismo inaugurado por
Watson, como paradigma de las investigaciones psicológicas dominantes, no había
soportado básicamente, mayores modificaciones teóricas que la noción de
condicionamiento operante introducida por Skinner (cf. del Río, 1990, 35).
Para los conductistas, la psicología debe ocuparse de estudiar las relaciones
funcionales del hombre con su entorno, por medio de una metodología científica centrada
en la conducta observable, teniendo como presupuesto filosófico la continuidad filogenética
de las especies, por la que solo hay diferencias de grado entre la especie humana y las
demás y, fundamentalmente, desestimando la concepción dualista mente-cuerpo de acuerdo
al reduccionismo que veíamos en #1.
La terca simplicidad se le sumó la falta de sencillez al tener que proponer
complicados encadenamientos de estímulos y respuestas para sostener sus principios
fundamentales. Esto llevó a que entrara en crisis por tres razones:
2
Eco (1992) distingue a la semiosis como fenómeno, de la semiótica como discurso teórico acerca de los
fenómenos semiósicos.
3
De hecho, en la actualizada noción de “prolepsis” investigada por Stone (cf. Addison Stone, 1993), el sujeto
no solo intuye esa mentalidad ajena, sino que adopta su propia perspectiva.
4
Ndel A: Usamos esta palabra en el sentido de “gran trabajo de investigación estadística” y de “ficción que
disimula parte de la verdad”.
no tecnológico. Puede que los técnicos nunca lleguen a construir máquinas que piensen,
pero eso es independiente de que podamos decidir la cuestión de si es o no un error
conceptual decir que un artefacto podría, en sentido literal, pensar.”
Y en el capítulo siguiente, el autor se dedica con gran entusiasmo a especular sobre
la posibilidad de construir máquinas que piensen, refutando los argumentos contrarios.
Diferente es la posición de los psicólogos cognitivos, quienes adhieren a una versión
más blanda de la metáfora computacional, basada en los componentes fijos de los
ordenadores (procesador, memorias, entrada y salida de información) ya que el criterio
último de justificación es la verificación empírica que aporta el estudio experimental. Por lo
tanto, la simulación tiene un valor complementario, heurístico.
De esta manera, descubren en la analogía, concepciones diferentes y operativas, que
permiten un estudio experimental en asuntos que el conductismo había desestimado por
“mentalistas”.
2.3.2 Narratividad
Dentro de esta corriente, se produce una segunda revolución cognitiva, liderada por
psicólogos que están mucho más atentos a los procesos culturales, a la psicología popular y
a fenómenos que habían sido ignorados (como los afectos). Este tipo de estudios están
sostenidos casi hegemónicamente por el método experimental y, muchas veces, alejados de
la metáfora computacional, como en el caso de las investigaciones sobre narratividad.
Carretero (1997, 161) afirma que la narratividad “se está configurando como la metáfora
básica sobre la manera en que los humanos generamos conocimiento”, siendo éste un
producto social, producido a su vez en un contexto social y cultural.
Las diversas narraciones que compartimos dentro de la cultura familiar, escolar y
social, han sido consideradas de gran importancia para la comprensión de los fenómenos
mentales. De hecho, el psicoanálisis está construido sobre mitos que sirven como metáforas
paradigmáticas de procesos psicológicos individuales y sociales.
Proponen a las diferentes narrativas como fuentes para el estudio del conocimiento
humano. Incluso el estudio de las historias y creencias, como explicación del
funcionamiento humano, que configuran una psicología popular: “Consta de una teoría de
la mente, la propia y la de los demás, una teoría de la motivación (...) se ocupa de la
naturaleza, causas y consecuencias de aquellos estados intencionales –creencias, deseos,
intenciones, compromisos- despreciados por el grueso de la psicología científica en su
esfuerzo por explicar la acción del hombre desde un punto de vista que esté fuera de la
subjetividad humana...” (Bruner, 1990, 29).
Sanguinetti, siguiendo a Arecchi, afirma que las relaciones semánticas ya son un
nivel más alto de complejidad “en el que el sistema, en su conjunto, se va adaptando al
ambiente variable y a las operaciones de las demás instancias interactivas”.
Bruner (1990) usa la expresión “biología del significado” para explicar el acceso a
los significados de los niños. Postula la existencia de un sistema protolingüístico para entrar
en tratos con el lenguaje. Él mismo se encarga de distinguir este sistema de la concepción
de Chomsky, por la que la adquisición del lenguaje se activa cuando la información
lingüística externa se ajusta a una estructura profunda subyacente a todas las lenguas.
Bruner no acuerda del todo con esta tesis fundamentalmente gramatical, y habla de una
predisposición prelingüística, de naturaleza selectiva, orientada a ciertos significados para
los que estamos innatamente sintonizados y buscaríamos de un modo activo:
“...estos significados existirían de un modo primitivo, como representaciones
protolingüísticas del mundo, cuya plena realización dependería del instrumento cultural
que es el lenguaje”. Esta representación innata es un conjunto de predisposiciones para
construir el mundo social de un modo determinado y para actuar de acuerdo con tal
construcción (...) una forma primitiva de psicología popular.” (Bruner, 1990, 80).
Es decir que, para este autor, el niño está predispuesto en forma innata para
organizar la visión de sí mismo, de los demás y del mundo, como base de los significados
personales y también, como posibilidad de cohesión cultural. Y esta organización se
construye sobre la base de narraciones y procedimientos interpretativos.
3. El conocimiento psicológico
Como decíamos al principio, el otro problema que está en el centro de todas las
concepciones de la Psicología educativa es el de la naturaleza del conocimiento. A lo largo
de la historia de la filosofía se sucedieron respuestas diversas acerca de la existencia de la
realidad la posibilidad de conocerla, el acceso a la verdad de las cosas.
Durante el siglo XX aparecen hipótesis acerca de la mente, el conocimiento, los
modelos de investigación, que constituyen un nuevo paradigma científico: el
constructivismo.
3 El constructivismo
5
Citado por Miras (1996: 44) y Aznar Minguet p. 20)
6
“...est impossible de dissocier la logique de sa propre construction.” (Gillièron, 1996, 23).
(...) con lo cual lo único que puede hacerse es constatar las contradicciones de un número
de tesis fundamentales sin que la ciencia tenga el más mínimo interés en solidarizarse con
ellas.” (Piaget, 1970, 124).
7
Piaget habla más de interaccionismo que de constructivismo en su obra, para diferenciarse de las posturas
reduccionistas del conductismo: “Piaget, bien sûr, pensait en termes de construction, parlait de construction et
constructivité, mais il utilisait rarement le terme en ‘isme’, meme tardivement” (Gillièron, 1996, 20).
5. Consideraciones finales
6. Bibliografía