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Taller Ética y Valores

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Taller ética y valores

1. Escribe como titulo en el cuaderno: La disciplina y su importancia

2. Dibuja o pega en el cuaderno la siguiente imagen

3. Escribe el siguiente texto en el cuaderno

LA DISCIPLINA

La disciplina es un valor que se aprende y se cultiva, no se nace con él. Es mucho más que
estar calladito en clase y ser obediente. Una persona disciplinada habla por sí misma, se
deduce lo responsable que es para organizar su tiempo, sus actividades y está al
pendiente de cumplir con sus obligaciones. Su palabra es sinónimo de garantía y
credibilidad ante los demás.

La disciplina es un entrenamiento que corrige, moldea, da fortaleza y perfecciona. Su misión


es formar buenos hábitos y establecer una serie de reglas personales que te comprometan
contigo mismo para alcanzar un ideal. La disciplina es probablemente el único camino que
existe para llegar a las metas más altas y ambiciosas. La persona que posee el valor de la
disciplina es aquella que cumple con sus obligaciones, haciendo un poco más de lo
estrictamente necesario, al grado de sacar adelante su trabajo y todo aquello en lo que ha
empeñado su palabra.
4. Lee el siguiente cuento sobre el valor de la disciplina

El robot que quería tocar el violín

P47-52 era un robot muy especial. P47-52 no solo sabía hacer de todo, sino que era
capaz de pensar. El famoso inventor Hugo Piensaengrande había conseguido
dotar a su robot de inteligencia artificial. P47-52 era tan listo que por sí mismo había
conseguido aprender a hablar, leer y escribir en varios idiomas, incluido en ruso y
en chino. P47-52 también había aprendido a conducir, a cocinar y a muchas cosas
más.

Un día, P47-52 escuchó en la televisión algo que despertó su curiosidad. -Padre,


¿qué es eso que suena? -preguntó P47-52 a Hugo Piensaengrande. -Es música -
contestó el inventor. -Sí, eso lo sé. Pero, ¿qué instrumento está tocando el músico?
-preguntó el robot. -Es un violín -respondió el inventor. -Quiero aprender a tocar el
violín -dijo P47-52. -Está bien. Te compraré un violín -dijo el inventor.

Al día siguiente, Hugo Piensaengrande le llevó al robot lo que le había pedido.


También le llevó varios libros y unos vídeos para que aprendiera, igual que había
hecho otras veces en las que a Hugo se le había antojado aprender algo nuevo.
Pasaban los días y Hugo no avanzaba con el violín. Por mucho que se esforzaba,
de aquel instrumento solo conseguía arrancar sonidos que más parecían maullidos
de gato enfadado que cualquier otra cosa que pudiera llamarse música.

-Tal vez deberías dejarlo, P47-52. Parece que el violín no es lo tuyo -le dijo un día el
inventor al robot. -Quiero tocar el violín. Y no voy a parar hasta que lo consiga -dijo
el robot. -No recuerdo haberte programado para ser un cabezota -dijo el inventor.
El robot se quedó pensativo. Si su padre, el gran inventor, el que le había dado la
vida, le decía que no podía tocar el violín tal vez fuera cierto. Entonces se le ocurrió
una idea. -¿Por qué no me programas para tocar el violín? -dijo el robot. -Eso no
puedo hacerlo. Tocar el violín o cualquier otro instrumento musical es mucho más
que tocar las notas que hay escritas en una partitura. También se necesita oído,
sensibilidad, ritmo y otras cualidades… -Humanas -le interrumpió el robot. -Eso es,
P47-52 -dijo el inventor-. El violín no es para ti.

P47-52 se pasó las semanas siguientes viendo vídeos de violinistas y escuchando


música, pero sin decir una sola palabra. -¿Qué te pasa, P47-52? -preguntó el
inventor. -Estoy triste. Quiero tocar el violín, pero tú dices que no puedo. Me siento
un inútil -dijo el robot. -No digas tonterías. Eres un robot, no puedes tener
sentimientos -dijo el inventor-. Además, no eres un inútil. Puedes hacer otras muchas
cosas. -Tal vez creas que como mi inteligencia es artificial no puedo sentir. Pero sí
siento. Tal vez para ti sean sentimientos artificiales, pero para mí no lo son. El inventor
se quedó con la boca abierta. -Voy a investigar una cosa. Unos minutos después,
Hugo Piensaengrande volvió al lugar donde había dejado al robot. -He hecho
cálculos nuevos y, ¿sabes una cosa? Creo que puedo modificar tu software para
que puedas tocar el violín. P47-52 se puso muy contento. -Gracias, padre.
Ese mismo día, Hugo Piensaengrande hizo lo prometido P47-52 retomó sus prácticas
con el violín. Y no solo consiguió sacar buen sonido a su violín, sino que se convirtió
en un verdadero maestro. Años después, el robot preguntó al inventor: -Padre,
¿qué modificación hiciste en mi software para que pudiera tocar el violín? -
Ninguna, P47-57. -Entonces, ¿qué ha pasado? -Solo necesitabas creer en ti mismo
y tener la suficiente fuerza de voluntad como para conseguir tus sueños.

5. Soluciona las siguientes preguntas en el cuaderno

A partir del dibujo, la definición y el cuento, ofrece una explicación con tus
palabras de lo que significa para ti la disciplina

¿Por qué la disciplina es algo fundamental para poder alcanzar las metas y
sueños que nos proponemos?

¿Cuáles son las consecuencias de no tener disciplina en nuestra vida diaria?

¿En qué momentos te has caracterizado por desarrollar el valor de la


disciplina?

¿En qué momentos consideras que no has aplicado como debe ser el valor
de la disciplina?

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