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Cabello Y Lapiedra Luis Maria - Ciudad Rodrigo Cuarenta Y Ocho Ilustraciones

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EL ARTE EN ESPAÑA

CIVD\D RODRIGO
I
C EL ARTE EN ESPAÑA
EDICION THOMAS
*Bajo el patronato de la Comisaria %egia del
Turismo y Cultura Artística
N.° 13
EL ARTE EN ESPAÑA
BAJO EL PATRONATO DE LA COMISARÍA REGIA
DEL TURISMO Y CULTURA ARTÍSTICA

CIUDAD RODRIGO
Cuarenta y ocho ilustraciones con texto de

Luís M.^ Cabello y Lapledra


Arquitecto del Ministerio de I. P, y Bellas Artes

HIJOS DE J. THOMAS
c. Mallorca, 291 - BARCELONA
RESERVADOS LOS DERECHOS DE
PROPIEDAD ARTÍSTICA Y LITERARIA
CIUDAD RODRIGO

p< N un apartado rincón de España, sobre una eminencia cercana a


Portugal, en la parte Occidente de la Península y bajo un
horizonte delicioso y prolongado en medio de aleares y pmtorescas
campiñas, levántase erguida y noble Ciudad Rodrigo, a la que el río
Agreda fertiliza sus floridas praderas, esmaltando sus márgenes de
auríferas arenas.
Opuestas versiones y distintos criterios existen entre los histc*
riadores acerca del origen de esta población. Según una tradiciói;
poco aceptable, fué primero colonia griega constituida en su mayoi
parte por escultores y fundidores emigrados de su país, que atraí.ios
l5or la riqueza mineral de nuestro suelo, sentaron su planta en esta
región, la que recibió el nombre de <fMirobriga» por ser genérico-
de tales pobladores el de «Mirones». Más tarde en la España roma-
na la encontramos con el nombre de «Augustobriça» (Ciudad de
Augusto) después de haber sometido a tal dominación a los Cánta-
bros y Gallegos que la poblaron, y por último la historia nos la
muestra poblada y reedificada nuevamente por el Conde D. Rodrigo,
obedeciendo a las órdenes y mandatos del Rey D. Fernando 11 de
León, no sólo para contener los juveniles bríos del de Portugal,
sino con el fin y objeto de constituir al propio tiempo una plaza
fuerte, centro de operaciones de todos sus vastos y atrevidos
proyectos. Llamábase entonces «Aldea de Pedro Rodrigo», cam-
biando luego este dictado por el de «Ciudad» que hoy ostenta y por
el que se la conoce.
Envuelta por amplia cintura de murallas, con el castillo de don
Enrique de Trastamara en uno de sus extremos, sucesivamente y por
las. necesidades de los tiempos, han perdido aquéllas su histórico
carácter, y reconstruidas a trozos, abiertos fosos, distintos de los
en que su origen tuvieron, y formando terraplene^, solo sirven hoy
de paseo a sus habitantes. Distínguense tres puertas únicas que se
conservan, de las nueve que existieron en el siglo xvii; tales sonv
las del « Conde », « Santiago » y de la « Colada », que dejan^ntrevei
iasgos ai'quîteclônïc<5&»()îen iîaracténslîcos. de la época de su îun-
¿ación que fué en los postreros años del siglo xu de nuestra era.
Ofrece ¡a Ciudad aspecto señorial y en la disposición más bien
casual, que obedeciendo a geométricos trazados, de sus calles y
plazas, nótase claramente la influencia de la civilización predomi-
nante en los tiempos de su origen, presentándose a la contempla-
ción del viajero, en las varias casas fabricadas de sillería, detalles
mil, escudos y blasones que denotan el arte que tanto cundió ei»
Castilla más particularmente que en el resto de España, durante el
siglo xvn y entre varios monumentos dignos de estudio y observa-
ción que pudieran citarse, están: la Casa Consistorial en la Plaza
Mayor y en donde un tiçmpo estuvieron también las tres columnas
augustales descubiertas en 1557, que determinan los puntos limítro-
fes del territorio y fueron adoptadas por armas de Ciudad Rodrigo
O). Una majestuosa fachada de fines del siglo xv con curiosas ven-
tanas que ocupan gran parte del lado izquierdo de la referida Plaza.
El Palacio de los Condes de Montarco que ofrece un ejemplar del
más depurado gusto de los palacios del siglo xv. Los del Conde de
Canillero y otros que ofrecen íntegras muestras de las centurias
XVI y XVII. Dos casas de un solo piso con la puerta de entrada en el
ángulo de sus fachadas que transportan el ánimo a épocas más
remotas; la antigua capilla ojival del Consejo, contigua al palacio
municipal del siglo xvn; y en otro orden de ideas: la Colegiata de
Cerralbo, comenzada en 1587 y terminada en 1685, merced a las
iniciativas del primer arzobispo de Burgos D. Francisco Pacheco y
D.^ Leonor de Velasco y la Iglesia de San Pedro con sus ábsides de
Breaduras de ladrillo. Todo este conjunto unido a la fisononjía de la
Ciudad tan adecuada a los tiempos medioevales en cuya época cris-
talizó, hacen de Ciudad Rodrigo un recinto histórico e interesante,
que ni Avila, ni Toledo mismo, pueden ofrecer y solo comparable,
en menor escala, con el aspecto que Segovia, Tudela y Sigüenza.
en las que por múltiples circunstancias, que no son del caso hacer
patente.^, no se han acometido las modificaciones de carácter mo-
dernísimo, Que las demás referidas ciudades y otras, han procurado.,
Pero la atención del aritsta y del viajero, fíjase desde luego en
la Catedral, situada en otra plaza de la ciudad y cuya traza, dispo-
sición y detalles, claramente demuestran que nos hallamos en pre-
sencia de un monumento del siglo xii, supuesto que, aün cuando no
se sabe de una manera exacta la época del comienzo de las obras,
es lo cierto, que siendo la fecha de fundación de la Catedral, poste»
rior a la de 160, en que Fernando II de León creó el Obispado, es
1

casi seguro que su erección comenzase en época no lejana. Sin


embargo, investigaciones practicadas permiten señalar como fecha
más exacta la de 1 170, si bien el monumento debió de terminarse ya
mediado el siglo xm.
(J) Desarmarías las tres históricas columnas por reciente re*
forma de la casa Ayuntamiento conséroanse sus restos en tas afue^
ras de la ciudad. Existió el propósito por parte del celoso Alcalde
D, Clemente Velasco, tan amante de la ciudad y de las tradiciones
de levantar cor: ellas un monumento que perpetuara el Sitio y aefen^
sa de Ciudad Rodrigo de J8W, pero no pasó de proyecto tan acerto*
da idea. ^N. del

6
trazó su planta y dirigió las obras en suá principios un obscura
Arquitecto, llamado Benito Sánchez, cuyos mortales restos se con-
servan en el Claustro del templo mirobrigense.
La planta de la Iglesia^ es de tipo románico y afecta la forma de
tres naves, con sus tres absides semicirculares; ocho robustos pila-
res de núcleo cuadrado con tres columnas adosadas en sus frentes
y rematadas con simbólicos capiteles — en los cuales la fauna y la
tlora, juegan importante papel sostienen los arcos formeros y
transversales que constituyen sus bóvedas de crucería, presentando
el sistema de la cúpula contrarrestada con torrecillas, seguido en*
Zamora y Toro, cuyo dato con la presencia de ciertos detalles,
como la iniciación del triforio, inducen a clasificar esta Iglesia,
como punto de enlace entre las de los tipos galaicos y salmantinos.
Dos épocas constructivas bien marcadas se presentan en esta
Catedral, la borgoñona, predominante en la época en que se trazó
la planta y la aquitania, que simultáneamente se empleó con aquélla
en las márgenes del Tormes. De aquí, que los nervios diagonales'
nacen sin apoyo en los ángulos de las naves bajas y en lus de la
principal, donde se ha disimulado el defecto constructivo con esta-
tuillas de santos o apóstoles del mismo modo que se observa en la
vecina Catedral vieja de Salamanca, no existiendo la unidad de con-
cepto y ejecución que por doctos escritores se le ha querido atribuir. .

Nótase claramente la diferencia de época y estilo no tan sólo


por lo que apuntado íjueda, sino al estudiar con la detención debida
las ventanas de las naves bajas y las de la nave principal, que pre-
sentan bien distinta disposición y trazado; las de la nave mayor
son de un arte gótico desarrollado, sun anchas, rasgadas y en
armonía con las proporciones de la bóveda; boceladas y guarneci-
das en el luneto, se subdividen en cuatro arcos con círculos lisos
en sus cerramientos. Las de las naves laterales, son triples, estando
diáfana la del hneco central de mayores dimensiones que las otras
dos, simplemente decorativas (y que se hallan tabicadas) presentan-
do todas tres en su alféizar, distintas columnillas que inician otras
tantas archivoltas, en las cuales, asi como en los capiteles, puede
apreciarse una prolija y delicada labor marcadamente románica.
> Y no tiene nada de extraño que así sea, porque si comenzada la
Catedral en 1170 se tardaron treinta y cinco años en su construc-
ción, no es gratuito suponer una larga paralización en las obras y
que sobreviniera la mudanza en la segunda mitad del siglo ^m. Por
esta causa y razón también el arte de siglos posteriores ha dejado,
como acontece en todas nuestras Catedrales, huellas que desdicen
del robusto y grandioso estilo arquitectónico adbptado en su primit
tiva estructura, tal sucede con la capilla mayor o ábside central —
que si considerada aisladamente pudiera ser digna de aprecio por
ser reflejo de un período de arte español, si bien a mi entender, de
no mu]^ depurado gusto, y que se construyó por iniciativa y bajo los
auspicios del Cardenal Tavera — está sirviendo de ridicula vesti-
menta a la. primitiva traza, según la frecuente aberración del
siglo xvi. Presenta medias columnas estriadas con sus bases y
capiteles corintios, ostentando una completa y deslumbrante cruce»
ría dorada que contrasta con la severa y bien trazada de las otras
naves mencionadas, sobre un friso sin razón de Sj^r, el que se hallan
escritas las preces de la Consagración.

7
También el Coro, que está situado en el centro de la nave según
la costumbre implantada desde final del siglo xiii en todas las Cate-
drales y que impide admirar la grandeza del conjunto, deja entrever
rasgos platerescos y góticos calados que en combinación con pilas-
tras y medallones de estuco, tanto complacieron a Ponz y sus se-
cuaces, y mucho peores seguramente que las obras churriguerescas
que anteriormente debieron existir y de nada habría que admirarse,
si no se conservara en él la notable sillería que al comienzo del
siglo XVI labró Rodrigo Alemán, sólo comparable en mérito con las
que este artífice ejecutó para Plasencia y Zamora. Lo mismo las
paciencias de todos los siiiales, que los respaldos de las sillas altas
y pasamnnos, contienen muchas escenas indescriptibles pero reve-
ladoras de una fresca fantasía y fácil ejecución, demostrando todas
estas tallas como otras coetáneas de los siglos xv y xvi, que aque-
llos imagineros sentían inspiraciones tan poco pulcras unas veces,
como atrevidas y burlonas en otras ocasiones.
El exterior de la Catedral presenta del mismo modo trasuntos
fieles de la época de su fundación. La puerta llamada de las Cade-
nas que sirve de ingreso a la nave del crucero es puramente romá-
nica como lo demuestran las columnas que guarnecen sus costados,
los relieves y esculturas que la componen y la serie de nichos que,
constituyendo ciega arquería en cuya traza campea la ojiva, sirven
para la acertada disposición de rica imaginería que constituye el
exacto carácter de tan típica portada con la serie de clavos, dier.-
tes, florones y otras labores, genuinamente románicas, que prestan
al ornato conveniente a la bien estudiada estructura, así como los
capiteles de las columnas exentas que forman aquellos nichos, her-
manos gemelos de los de la portada.
, La escultura que armon'*za tan peregrino conjunto, labrada toda
*

con aquel candor y misticismo, que tanto caracterizó el ideal del


duodécimo siglo — al cual D. Ramón Pascual Diez, canónigo de
Ciudad Rodrigo y amigo de Ponz, denominaba de «rusticidad anti-
gua», en la carta que le escribió, haciendo la descripción del mor.u-
Hiento de que me ocupo — contribuye a la mayor riqueza de esta fa-
chada, en la cual sabiamente combinadas la arquitectura y la escul-
tura resulta la más notable y digna de mención por todos conceptos.
El çiglo XVI dejó desdichados rastros también de su arrogante
fantasía en esta fachada del crucero al abrir la nueva claraboya
respetando pór fortuna las primitivas ventanas ojival la mayur y de
transición la lateral, con sus triples columnas en las jambas y sus
labradas archivoltas de variada y prolija labor, afeando por demás
tan elefante y armónico conjunto, el aditamento de pesada y barro-
ca Capilla, cuyo testero avanza, ostentando las pilastras y columnas
características de aquella época decadente '

La puerta de las Amazuelas, enfrente de la reseñada, está


constituida con arcos de medio punto lobulado uno, y sin dintel: en
alguno de sus detalles recuerda la puerta del obispo de la Catedral
de Zamora y en otros como en la labor del arco referido a las ven-
tanas del simulado triforio del interior de la Iglesia.
Otra joya oculta por un pesado cuerpo de edificio que sirve de
basé a la torre, ideado en tiempos del clasicismo español de media-
dos del pasado siglo, en 1765, por el Arquitecto D. Juan de Sagarvi-
naga, existe en la Catedral de Ciudad Rodrigo.

8
Me refiero a la soberbia portada roftiánica cuya archivolta se
halla ornamentada con las efigies de los doce Apóstoles y cuyas
repisas son capiteles sencilla y toscamente labrados, los cuaies",
4si como los ricos doseletes y las demás figuras que la adornanl
hallábanse embaduznados y maltrechos para desgracia del arte por
un mal entendido revoco que los cubría y el cual, mediante detenida
labor ha desaparecido, pudiendo presentarse a los ojos del turista
con todos sus encantos. Una grande estatua de la Virgen con el
Niño en brazos, colocada sobre el típico mamel, divide la puerta en
dos medios puntos y completan el magnífico conjunto varios pasajes
de la vida del Redentor y de la Virgen minuciosamente esculpidos;
recordando esta puerta, por su disposición y traza a otras de monu-
mentos religiosos españoles, notables para la historia de la arqui-
tectura^ como acontece, por ejemplo, con la de la Colegiata de
Toro, aún cuando la manera y el estilo son propios y peculiares de
esta que nos ocupa, que no tiene igual en España.
La circunstancia de estar situada en el eje de la nave mayor y
algún otro vestigio que existe en las fachadas como las dos venta-
nas que se descubren a la izquierda y en el zócalo de trebolada
arquería defatafr a la puerta de que se há hecho mérito como la de
ingreso directo al templo.
• , La obra de Sagarvinaga absorbe con su magnitud la mirada del
viajero, sin otro mérito para suerte del arte nacional que haber ser-
vido de baluarte en 1810 cuando la invasión francesa, pues gracias
a tan formidable parapeto no snfrió la interesante portada descrita
los deteriorosxónsiguientes. a juzgar por las señales que aquella
fábrica presenta del bombardeo.

La Catedral de Ciudad Rodrigo en lo principal de su estructura


como indicado queda, es un monumento románico de transición muy
notable, pero el Clauistro es a mi juicio lo más interesante que se
conserva en el amurallado recinto de la augusta Mirobriga.
Por una puerta situada en la nave lateral izquierda del templo
se sale al Claustro, digno de ser visitado y conocido, porque perte-
neciendo al período ojival, preséntase sin embargo como variado y
rico modelo de esta arquitectura desde sus primeros albores, hasta
finalizar el siglo xv, pudiéndose apreciar en algunos de sus deta-
lles la influencia del arte del siglo xvi en sus comienzos.
Muy poco o casi nada existe escrito referente a esta parte
notable de la Catedral, y lo <iue lia llegado a mis manos está tan
lleno de contradicciones que no es fácil resolver las contrarias ooi-
niones de los diversos escritores -que del Claustro de dudad Ro-
Irigo se han ocupado, sin que jas dudas hayan podido esclarecerse
por datos o antecedentes del Archivo Catedral, pues en él, apenas
si existen vestigios de cuanto pueda tener -relación con la historia
del Monumento, arquitectónicamente considerado.
Ponz, en su «Viaje de España» (tomo XII). para nada se ocupa
de este Claustro al hablar de su Catedral, bien es cierto que para
hacerlo con la incorrección y poco respeto con que de ia arquitec-
tura del templo nus habla, valiérale más no haberío mencionado;
sólo en la carta que se transcribe én éi citado tomo de la obra de

9
Ponz, misino por el canónigo de aquella Catedral don
dirîfTÎda al
Ramón Pascual Diez, se habla de pasada del Claustro objeto de
estudio y en los lacónicos términos siguientes:
«El Claustro tiene dos tramos de la fundación, contiene mil
>fig:uras extrañas y el sepulcro del Arquitecto en la forma que
lusted ha dicho.
»Los otros dos tramos son del tiempo de la Capilla Mayor; sobre
>la puerta que da ingreso al patio se ven dos bustos y son del fabri-
»quero D.Juan de Villaf ranea y del Arquitecto Güemez.»
Este comentario ha servido de base para la controversia enta-
blada acerca de quien fuera el Arquitecto que trazó la Catedral y si
fué el propio Benito Sánchez, como por mi parte he opinado y sos-
tenido antes de ahora, autor a la vez de las dos más antiguas naves
del Claustro. Mientras Llaguno en su obra Noticias de los Arqxii-
fectos u de la Arquitectura en España, considera que fué Benito
Sánchez, el enterrado en el Claustro, el que ejecutó y trazó la
Catedral en 1170, coincidiendo esta fecha con la época en que las
obras de aquella comenzaron, opinión que emite también Celso
Gomis, comentarista de Ciudad Rodrigo en el Butlleti del Centre
Excursionista de Catalunya; el insigne cronista y docto escritor de
grata memoria D. Felipe B. Navarro, en su interesante estudio
acerca del Monumento que nos ocüpa, publicado en 1900 e igno-
rando por nuestra parte los motivos fundamentales que tan erudito
escritor tendría para exooner su parecer, sostiene de plano, sin
rodeos, que fué Benito Sánchez, quien deió rastros de su talento en
el trazado y aparejo de las bóvedas de la Iglesia, pero que no inter-
vino para nada en la disposición y trazado del Claustro, opinión
que no se explica sólidamente a nuestro iuicio, si se medita que el
enterramiento del Maestro Sánchez, se encuentra en el Claustro,
obra según el señor Navarro, mucho más posterior, si bien tampoco
todo él del siglo xiv como equivocadamente dicho escritor supone,
¿Si Benito Sánchez intervino y dirigió las obras de la Iglesia,
como opina Navarro, siendo autor solamente de su traza y no de la
del comienzo del Claustro, cómo se halla enterrado en el recinto
de este último?
Más en lo firme, ciertamente, parece estar Quadrado en la obra
España sus Monumentos y Artek, al manifestar la posibilidad de
que Benito Sánchez fuese el Maestro que trazara las dos primeras
naves del Claustro, deduciendo tan sólo del sentido textual del
epitafio dedicado allí mismo a su memoria, que no fué el primer
Arquitecto de la Catedral, deiando entrever que pudo muy bien
intervenir en ella, como al hablar del Claustro, dicho autor corro-
bora al decir «que su fachada occidental es casi coetánea del tem-
ólo*, viniendo al estudio del Monumento y nuestras investigaciones
llevadas a cabo a estar de acuerdo en esta última opinión y en con-
tra de las ya expresadas, las cuales respetamos desde luego.
> Y no existe motivo para suponer otra cosa, supuesto Que como
ej período de eiecución de las obras de la Catedral fué desde me-
diados del siglo XII hasta bien entrado el xni, en cuyas fechas coin-
ciden todos los autores, dado este tiempo en construirse y siendo a
nuestro entender, por detalles que se desnrenden de su estudio, la
primera calería del Claustro, o sea, la de Occidente, muv de princi-
pios del iiii, bien pudo suceder que Benito Sánchez, autor de ella y

lO
1

de los comienzos de îa siguiente orientada al mediodía, lo fuese


también de las últimas obras en la Iglesia ejecutadas; tales como
las nervaturaaí y el cerramiento por anillos concéntricos de la bó-
veda central y los plementos normales a los arcos diagonales en las
naves menores?, con cuyos elementos y otros varios de las naves del
Claustro mencionadas, parece descubrirse alguna semejanza, tanto
más, cuanto'' que aparece, la ojiva perfectamente desplegada lo
mismo dentro del templo, en sus bóvedas y arcos de comunicación,
aue en las dos galerías del Claustro a aue se alude.
La nave occidental de éste subdivide los arcos de sus ventana-
les en tres de forma trebolada, empleando cilindricas columnàsy
capiteles de marcado carácter románico y de cuyas composiciones
iconísticas se ha ocupado minuciosa y erudicamente el señor Se-
rrano Fatfgati en alguno de sus múltiples escritos acerca del Arte
Monumental Español, y aún cuando en este Claustro aparecen tre-
pados rosetones de tres y cuatro lóbulos, todavía el aspecto de
dicha nave claustraftiené más de bizantina que de gótica.
Algo más avanzada de estilo se nos presenta la orientada al
mediodía; el calado de los ventanales es tan genuino ya del arte
ojival que sirve de dato interesante y fidedigno para fijar la época
de su construcción, no siendo gratuito suponer que fuese de los
comienzos del siglo xin.
En el encuentro de estas dos galerías de! Claustro que se des-
cribe, cuyas fachadas han sido objeto de restauración por parte del
que esto suscribe, hállase debajo de un calvario y toscamente es-
culpido el nombre de Benito Sánchez, maestro de la obra, con la
leyenda:
AQUI YAZ BENITO SANCHEZ
MAESTRE QUE FUE DESTA OBRA E DIOS
LE PERDONE AMEN.

Las dos naves del Norte y Oriente, construidas más tarde y


siguiedo las tradiciones de la decadencia ojival (últimos del
siglo xiv), no son menos interesantes y atrevidas. Pedro Güemez
fué el Arquitecto que las trazó y su busto en unión del de el Canó-
nigo fabriquero de la Catedral D.Juan de Villafranca (no Villafañe),
como equivocadamente dice Quadrado), campean dentro de sendos
medallones en la sobre puerta de salida al patio y en cuya compo-
sición se descubren los albores del Renacimiento.
Los arcos de cada una de estas galerías se hallan divididos en
cuatro menores con columnas bocetadas y sin capitel; en los cala-
dos se ha perdido la esbeltez y elegancia de los antiguos y los
contrafuertes exteriores desproporcionados y de excesiva masa;
contrastan con. los de época anterior, teniendo por remate unos
pináculos más bien colocados por imitación estética que por exi-
gencias de la estética.
El interior de las naves, a pesar de las centurias transcurridas,
hállase en bastante buen estado de conservación, tal cual sillar
deteriorados por efecto de humedades del suelo y de los muros; tal
cual otro sillarejo de la plementeria descompuesto a causa de gote-
ras abandonadas, contribuyen a un feo aspecto y deplorable estado
de abandono, causas suficientes para una total restauración si a

1
ella fuera posible atender como es debido y la importancia del mo-
nuir.ento exige.
Tales son ligeramente descritos la Catedral y Claustro de
Ciudad Rodrigo, cuya contemplación admira y cuyo conjunto resul-
ta página notable y bien interesante de la Historia Monumental del
Arte Espaílol.

Luís M.^ Cabello Lapiedra.

IS
CIUDAD RODRIGO
\ Traduit par M. PíerrelParis,
Directeur de V École de Hautes Études Hispaniques

DANS un coin reculé de PEspagne, sur une éminence voisine du


Portugal, à l'occident de Péninsule, et sous un horizon dé-
la
licieux qui se prolonge au milieu de gaies et pittoresques cam-
pagnes, se dresse, orgueilleuse et noble. Ciudad Rodrigo, dont le
rio Agreda fertilise les prés fleuris, émaillant ses rives de sables
aurifères.
Des versions opposées et des opinions diverses existent entre
les historiens au sujet de l'origine de cette ville; on a dit sans aucu-
ne raison qu'elle fut d'abord unë colonie grecque constituée surtout
par des sculpteurs et des fondeurs émigrés de leur pays qui, attirés
par la richesse minière de notre sol, s'établirent dans cette région;
elle aurait reçu le nom de «Mirobriga», parce que le nom générique
de tels colons était «Mirones». Plus tard, selon une tradition plus
acceptable, nous la retrouvons avec le nom d'«Augustubriga» (Ville
d*Auguste), après que furent soumis à la domination romaine les
Cantabres et les Galiciens qui l'avaient peuplée. Enfin l'histoire
nous la montre repeuplée et réédifiée par le Comte D. Rodrigo
obéissant aux ordres et instructions du roi D. Fernando II de Léon,
non seulement afin de contenir les élans juvénils du roi de Portugal,
mais pour constituer à cette occasion une place forte qui serait un
centré d'opérations pour ses vastes et hardis projets. Elle s'ap-
pelait alors «Aldea de Pedro Rodrigo», et changea ensuite cette
désignation pour celle de «Ciudad» qui lui est restée et sous la-
quelle un la connaît aujourd'hui.
La ville est entourée d'une ample ceinture de murailles, avec le
château d'Henri de Transtaniare à l'une de ses extrémités; ces mu-
railles ont peu à peu, par suite des nécessités du temps, perdu leur
caractère historique. Reconstruites par tronçons, bordées de nou-
veaux fossés distincts de ceux qui existaient à l'origine, et formant
des terre-pleins, elles ne servent plus aujourd'hui que de promenade
'
aux habitants. On ne distingue plus que trois portes qui se sont
conservées, des neuf qui existèrent au XVIIème siècle; ce sont
celles du Comte, de Saint- Jacques et de la Colada, qui laissent en-

i3
trevoir des restes bien caractérisés de l'époque de leur fondation,
80it les dernières années du Xllème siècle de notre ère.
La ville offre un aspect seigneurial, et dans la disposition plutôt
fortuite que répondant à un plan géométrique de ses rues et de ses
places, on retrouve clairement l'influence de la civilisation qui pré-
aomlnait aux temps de son origine. Le voyageur y peut observer,
dans les maisons construites en pierres de taille, mille détails, écus
et blasons, qui dénotent l'art si florissant surtout en Castille, pen-
dant le XVlIeme siècle. Parmi les divers monuments dignes d'étude
et d'observation l'on peut citer: la Casa Consistorial sur la Plaza
Mayor, où se trouvaient aussi autrefois les trois colonnes augusta-
les découvertes en 1557 qui marquaient les points limitrophes du
territoire, et furent adoptées pour armes de Ciudad Rodrigo (1); une
majestueuse façade de la fin du XVème siècle, avec de curieuses
fenêtres qui occupent une grande partie du côté gauche de la place;
le Palais des Comtes de Montarco qui montre un exemple du plus
pur style des palais du XVème siècle; celui du comte de Canillero,
et d'autres encore, qui sont des modèles parfaits de l'architecture
du XVIème et du XVlIème siècles; deux maisons à un seul étage,
avec la porte d'entrée sur l'angle, qui nous ramènent à des époques
plus reculées; l'antique chapelle ogivale du Conseil, contigüe au
palais municipal du XVIIème siècle. Dans un autre ordre (Tidées,
citons: la Collégiale de Cerralbo, commencée en 1587 et terminée
en 1685 grâce à l'initiative du premier archevêque de Burgos, don
Francisco Pacheco, et de doria Leonor de Velasco; et l'Église de
Saint Pierre avec ses absides à arcatures de briques. Tout cet en-
semble, joint à la physionomie de la ville qui a si bien gardé l'aspect
du Moven-âge, époque à laquelle elle s'est cristallisée, donne à
Ciudad Rodrigo un intérêt historique que ne peuvent offrir ni Avila
ni Tolède même, seulement comparable, à une échelle moindre,
à celui de Ségovie, Tudela et Sigiienza, et cela par suite de multi-
ples circonstances, qu'il n'y a pas lieu d'exposer ici, et qui ont fait
ue ne sont pas intervenues des modifications de style ultra-mo-
erne dont ont souffert les villes ci-dessus mentionnées et d'autres
encore.
Mais l'attention de l'artiste et du voyageur se fixe surtout sur
fa Cathédrale située sur une autre place de la ville, et dont le plan,
la disposition et les détails démontrent clairement que nous sommes
en présence d'un monument du Xllème siècle; car, bien que nous ne
sachions pas exactement la date pù la construction fut commencée,
comme nous savons de source sure que la date de la fondation de la
Cathédrale est postérieure à 1160, année de la création de l'évéché
par Fernando II de Léon, il est quasi certain que l'érection débuta à
une époque assez proche. D'ailleurs des recherches effectuées per*
oiettentde proposer pour la date la plus exacte l'an 1170» bien que

^(1) Déplacées lors d'une récente transformation de ta Mairie,


les trois colonnes^ historiques sont conservées en tronçons a ujt en-
virons de la ville. Le zélé Alcalde D. Clemente Velasco, si amoureux
de la cité ei de ses traditions, avait formé le projet d'élever avec
elles un monument pour perpétuer le souvenir du siège et de la dé*
fense de Cludai Rodrigo en 1810, mais cette excellente idée en est
restée là.

14
îe moîiirment ne dût se terminer que vers le milieu du XlIIème siècle*
Le plan tut dresse et les travaux furent commencés d*abord par
un oDscur architecte appelé Benito Sánchez, dont les restes mortels
sont conservés dans le Cloitre de l'Église.
Le plan est de type roman, et il affecte la forme d'une triple nef
avec trois absides semi-circulaires; huit robustes piliers de noyau
quadrangulaire avec trois colonnes adossées sur leurs faces et cou-
ronnées de cnapiteaux symboliques, où la flore et la faune jouent
un rôle important, soutiennent les arcs formerets et transversaux
qui constituent ses voûtes en croisée d'ogive; l'ensemble présente
le système de la coupole contrebutée par des tourelles, tel qu'il fut
appliqué à Zamora et à Toro, et ce tait, joint à la presence de cer-
tains détails, comme l'innovation du tnforium, conduit à classer
cette église comme un point de transition entre celles du type gali*
cien et célles du type salmantin.
Deux écoles architecturales bien marquées se présentent dans
cette cathédrale, la bourguignonne, qui prédominait à Tépoque où
lut tracé le plan, et l'aquitaine, qui régna simultanément avec elle
sur les bords du Tormès. De là vient que les nervures diagonales
s'élèvent sans appui aux angles des nefs basses et de la net princi-
pale, où l'on a dissimulé ce défaut de construction au moyen de sta-
tues de saints ou d'apôtres, comme on l'observe également dans la
vieille cathédrale de Salamanque, sa voisine; par conséquent l'unité
dé conception et d'exécution, que de doctes écrivains ont voulu
lui attribuer, n'existe pas.
On reconnait clairement la différence d'époque et de style non
seulement à ce que nous venons de noter, mais à l'étude attentive
des fenêtres des nets basses et de la nef principale qui présentent
des dispositions et des plans divers. Celles de la grande nef sont
du style fleuri; elles sont larges, découpées, et en harmonie avec
les i)roportions de la voûte; moulurées et ornées à la lunette, elles
se divisent en quatre arcs avec des cercles lisses à leurs* sommets.
Celles des nefs latérales sont triples; l'ouverture centrale est seule
diaphane; elle est de plus grande dimension que les deux autres»
simplement décoratives (elles se trouvent cloisonnées). Toutes les
trois présentent dans leur embrasure différentes colonnettes ser-
vant de départ à autant d'archivoltes, et où l'on peut, ainsi qu'aux
chapiteaux, admirer un abondant et délicat travail purement roman.
Il n'y a là rien d'étonnant, puisque, si la cathédrale fut commen-
cée en 170, la construction en dura plus de trente cinq ans; il est
1

permis de supposer que l'œuvre resta assez longtemps paralysée^


et que des changements y furent apportés dans la seconde moitié
du Xlllème siècle. Pour cette même cause et cette même raison
l'art des siècles postérieurs a aussi laissé, comme dans toutes nos
cathédrales, des traces de la décadence du vigoureux et grandiose
art architectural adopté à l'origine de la construction. C'est ce qwi
est arrivé avec la Grande Chapelle ou abside centrale, qui, consi-
dérée séparément, pourrait être digne d'admiration, com.me té-
moignage d'une certaine époque de l'art espagnol, de goût assez
impur, à mon avis. Construite sur l'initiative et sous les auspices du
Cardinal Tavera, elle sert de ridicule revêtement au plan primitif,
selon l'aberration si fréquente au XVIème siècle. Elle présente des
demi-colonnes striées à bases et chapiteaux corinthiens et une

x5
iraste et brillante série de nenmre? dorées qui contraste avec la
sévérité et la pureté de lignes des autres oefs^au dessus d'une frise
qui n*a pas sa raison d'être, et qui porte écrites les prière» de la
Consécration.
De même le Chœur, qui est situé au centre de la nef selon la
coutume régnante depuis la fin du XlUème siècle dans toutes les
catliédrales, et qui empêche d'admirer la grandeur de Tensemble,
laisse entrevoir des détails plateresques et des dentelles gothiques
qui, combinés avec des pilastres et des médaillons de siuc, on: telle-
ment plu à Ponz et à ses suivants. Tout cela est pourtant bien plus
mauvais que les œuvres churrigueresques qui devaient exister an-
térieurement, et il n'y aurait là nullement à s'étonner, si l'on n'avait
pas conserve les remarquables sialies qu'au commencement au
XVlème siècle sculpta Rodrigo Alemán, et dont le mérite peut être
seulement comparé à celui des stalles qué cet artiste exécuta pour
Plasencia et Zamora. De même les patiences de toutes les stailesr
d'honneur, les dossiers de tous les sièges hauts et les accoudoirs,
contiennent beaucoup de scènes impossibles à décriré^inais qui ré-
vèlent une fraîche imagination et une exécution facile; tous ces
bois sculptés, comme leurs contemporains du XVème et du
XVlème siècles, prouvent que ces imagiers avaient des inspirations
parfois assez peu nobles, mais parfois aussi hardies et spirituelles.
L'extérieur de la cathédrale présente également des témoigna-
ges fidèles de l'époque de sa fondation. La porte appelée des Ctiai-
fies (de las Cadenas), qui sert d'entrée à la nef du transept, est pu-
rement romane, comme le démontrent les colonnes qui en garnissent
les côtés, les bas-reliefs et les statues qui la décorent et la série de
niches qui, constituant des arcades pleines, de tracé ogival, servent
à la parfaite application d'une riche ornementation. Ainsi s'affirme
nettement le caractère de ce portail typique, avec la série de têtes
de clous, de dents, de fleurons et autres motifs purement romans,
qui sont le décor convenable à la construction bien étudiée, et il
en est de même des chapiteaux des colonnes détachées qui îorment
ces niches, sœurs jumelles de celles de la façade.
La sculpture qui vient s'harmoniser avec ce bel ensemble, tra-
vaillée avec cette naïveté et ce mysticisme qui caractérisent si bien
l'idéal du XUème siècle (cet idéal que D. Ramon Pascual Diez, cha-
jiioine de Ciudad Rodrigo et ami de Ponz, appelait «rrusticité antique»
dans la lettre où il lui écrivait une description du monument dont je
Voccupe), cette sculpture contribue à la plus grande richesse et sé«
vérité de cette façade, que la savante conibmaison de la ^îculpture
et de l'architecture rend la plus remarquable et la plus digne do
mention sous tous les rapports.
Le XVlème siècle laissa aussi de fâcheuses traces de son enva-»
hissante fantaisie dans cette façade du transept, quand on ouvrit la
nouvelle clairevoie. Par bonheur on respecta les fenêtres primiti-
ves, la plus grande ogivale, la latérale de transition, avec les triples
colonnes des jambages et les archivoltes de travail touffu et varié.
Pourtant cet ensemble élégant et harmonieux est enlaidi par Tad-
Îonction d'une lourde chapelle barroque dont le front avance, fai-
sant étalage d :s colonnes et des pilastres caractéristiques de cette
époque de décadence.
La porte des 4/7/a^íí^/a5. eo face de la précédente» est consti-
tuée par des arcs en plein cintre, l'un d'eux lobulé et sans linteau;
par quelques uns de ses détails, elle rappelle la Porte de VBoêque
de la Cathédrale de Zamora, par exemple par le travail de Parc qui
se rapporte aux fenêtres du triforium simulé à Tintérieur de Téglise
Un autre joyau, caché par un pesant corps d'édifice qui sert de
base à la tour, conçu au temps du classicisme espagnol du milieu
du XVIIIème siècle, en 1765, par l'architecte D.Juan de Sagarvina-
ga, existe dans la Cathédrale de Ciudad Rodrigo.
C'est le superbe portail pseudo-roman dont l'archivolte est ornée
'

des images des douze Apôtres, et dont les consoles sont des chapi-
teaux simplement et rudement travaillés. Ceux ci, de même que les
riches doselets et les autres figures qui le décorent, avaient été bar-
bouillés et abîmés, au grand dommage de Tart, par un malencontreux
badigeon qui les couvrait» et qui, à la suite d'un grattage attentif a
disparu, si bien que l'œuvre peut se présenter aux yeux du touriste
dans tout Sun attrait. Une grande statue de la Vierge avec l'Enfant
Jésus entre ses bras, placée sur le socle typique, divise la porte en
deux cintres; le magnifique ensemble se complète de diverses scè-
nes de la vie du Sauveur et de la Vierge minutieusement sculptées.
Cette porte rappelle par sa disposition et son plan d'autres monu-
ments religieux espagnols, importants pour l'histoire de l'architec-
ture, par exemple la Collégiale de Toro, bien que la façon et le style
de celui qui nous occupe lui soient propres et si particuliers qu'il
n'y a rien de tel en Espagne.
Le fait que cette porte est située dans l'axe de la grande nef, et
quelques autres vestiges qui subsistent dans les façades, comme
les deux fenêtres que l'on voit à gauche et sur le socle à arcades
trilobé,démontrent qu'elle a servi d'entrée directe à l'église.
L'œuvre de Sagarvinaga accapare par sa grandeur le regard du
touriste, sans autre mérite en faveur de l'art national que d'avoir
servi de protection en 1810, au tem^js de l'invasion française, car
grâce à ce formidablé rempart l'intéressant portail qu'on vient de
décrire ne souffrit pas les dommages qui le menaçaient, si Ton en
iuge par les traces que le bombardement a laissées sur les murs.
* *

La Cathédrale de Ciudad Rodrigo, dans l'essentiel de sa struc-


ture, comme. nous l'avons dit, est un monument roman de transition
très remarquable. Mais le cloître est, à notre jugement, ce qu'il y a
de plus intéressant dáns l'enceinte des murs de l'auguste Mîrobriga.
Par une porte située dans la nef latérale gauche de l'Église, on
passe au cloître, très digne d'être visité et connu parce que, appar-
tenant à la période ogivale, il se présente pourtant comme une va-
riante et un riche modèle de cette architecture depuis son aurore
iusqu'à la fin du'XVème siècle, et laisse apercevoir dans quelques
uns de ses détails l'influence de l'art du XVIème siècle à ses débuts.
Il reste très peu, ou, pour mieux dire, il ne reste presque rien
d'écrit relativement à cette partie remarquable de la Cathédrale, et
ce que eu entre leô mains est si plein ae contradictions qu'il est
i'ai
difficilede concilier les opinions opposées des divers écrivains qui
se sont occupés du cloître de Ciudad Rodrigo. Les doutes n'ont pu
être dissipés par des documents des Archives de la Cathédrale,
parce qu'il n'y reste que très peu de chose pouvant avoir quelque

17
relation avec Fhîstoîre du monument, en ce qui en concerne Varchîtec-
ture. Ponz, dans son Voyage en Espagne (tome XII) ne s'occupe pas
de ce cloître quand il parle de la Cathédrale, et certainement, pour
le faire avec la même incorrection et le peu de sérieux qu'il met à
nous parler du tempîe, il vaut mieux qu'il ne l'ait pas mentionné.
Seulement dans la lettre transcrite dans le volume précité, et que
lui adressa le chanoine de cette Cathédrale D. Ramon Pascual Di<*z,
il est'question en passant du Cloître que nous étudions, dans les

termes laconiques suivants:


«Le cloître conserve deux travées de l'époque de la fondation;
il contient mille figures étranges et le sépulcre de l'architecte en la
forme que vous avez dite.
»Les deux autres travées sont du temps de la Grande Chapelle;
sur la porte qui donne accès au patio se voient deux bustes qui sont
ceux du constructeur/ D. Juan de Villaf ranea, et de Tarchitecie
Güemez».
Ce texte a servi de base â la controverse établie sur ridentitè
de l'architecte qui traça le plan de la Cathédrale. Fut-ce proprement
Benito Sánchez, comme je l'ai pensé et soutenu jusqu'à présent, et
fut-il à la fois l'auteur des deux plus anciennes travées du cloître?
Tandis que Llaguno, dans son œuvre: Notes sur les architectes et
Carçhitecture en Espagne, considère que Benito Sánchez, celui qui
fut enterré dans le cloître, fut vraiment celui qui dessina le plan de
la Cathédrale en 1170, cette date coïncidant avec celle où îestra^
vaux furent commences, et c'est aussi l'ooinion de Celso Gomis»
chroniqueur de Ciudad Rodrigo, dans le Bulletin de la Société de
Touristes de Catalogne, — le distingué chroniqueur et docte écri-
vain si regretté, D. Felipe B. Navarro, dans son intéressante étude
sur le monument en question, publiée en 1900, sans que nous sa*
chions d'ailleurs en ce qui nous concerne les raisons sur les quelles
il s'appuie, soutient formellement, sans hésitation, que ce fut Be-
nito Sáncnez qui laissa le témoignage de son talent dans le tracé
et l'appareillage des voûtes de l'Église, mais qu'il n'intervint en
rien dans la disposition et le plan du cloître. Cette opinion n'est pas
çolide, à notre jugement, si l'on songe que la tombe de Maître Sán-
chez se trouve dans le cloître, œuvre, selon M Navarro, de beau»
coup postérieure, et même tout à fait hors du XlVème siècle, mal-
gré la suppositioii erronée de notre auteur.
Si Benito Sánchez intervint dans l'œuvre de TEglise et la diri-
gea, comme le pense Navarro, étant seulement l'auteur du plan et
non du commencement de la construction du cloître, comment a-t-il
ûu être enterré dans l'enceinte de ce dernier?
Dans son Espagne» ses Monuments et ses Arts, Quadrado esi
certainement plus dans le vrai quand il exprime la possibilité que
Benito Sánchez ait fait le plan des deux premières travées du cloî*
tre, et déduit seulement du sens textuel de Tépitaphf* dédiée à sa
mémoire qu'il ne fut pas le premier architecte de la Cathédrale; il
laisse entrevoir qu'il put très bien intervenir dans la construction,
puisque, en parlant du cloître, l'auteur affirme «que sa façade occi-
dentale est quasi contemporaine de l'église;» l'étude du monument
et nos recherches nous ont amené à être d'accord avec sur ce
dernier point, et à rejeter les autres, que pourtant nous devons exB-
miner avec déférence.
i8
Et îî n'y a pas de raison pour supposer autre chose: comme fa
Dériode d'exécution des œuvres de la Cathédrale dura du milieu du
Xllème siècle jusqu'au delà des toutes premières années du XlIIème
(dates acceptées par tousles auteurs); comme ce temps fut employé
à la construire, et que d'autre part selon nous, d'après des details
qui se rapportent à son style, la première galerie du cloître j celle
ae l'occident, est du commencement même du Xllïème, il a bien pu
se faire que Benito Sánchez, auteur de cette paierie et de la pre-
mière partie de la suivante, orientée vers le midi. Tait été aussi des
derniers travaux exécutés dans l'Église, par exemple les nervures
et la clôture par anneaux concentriques de la voûte centrale et les
remplissages normaux auX arcs diagonaux dans les nefs secondai-
res, car ces éléments et divers autres des nefs citées du cloître
laissent apparaître quelques ressemblances, d'autant plus que Togi-
ve se montre parfaitement développée aussi bien dans l'église, dans
ses voûtes et ses arceaux de communication, que dans les deux ga-
leries en question du cloître.
La nef orientale de ce cloître subdivise les arceaux de ses baies
en trois ouvertures de forme trilobée, oij sont employées des colon-
nes cylindriques à chapiteaux de pur style roman dont les composi-
tions figurées ont été étudiées avec minutie et érudition par M. Se-
rrano Fatigat i dans un de ses multiples travaux sur Part monumen-
tal espagnol; et même lorsque dans ce cloître apparaissent de
grosses rosaces à trois ou quatre lobes, toujours l'aspect de la nef
claustrale tient plus du roman que du gothique.
Les galeries orientale et méridionale révèlent un style plus
avancé; la découpure des baies est si purement ogivale qu'elle sert
de donnée intéressante et décisive pour fixer l'époque de la cons-
truction, et il n'est pas téméraire de supposer que ce fut le commen-
cement du XlIIème siècle.
Au croisement de ces deux galeries du cloître, dont les façades
ont été l'objet d'une restauration confiée à l'auteur de ces pages,
on trouva sous un calvaire, et grossièrement gravé, le nom de Be-
nito Sánchez, maître de l'œuvre, avec ces mots:
CI-GÎT BENITO SÁNCHEZ
QUI FÛT MAÎTRE DE CETTE ŒUVRE ET DIEÜ
LUI PARDONNE. AMEN.
Les deux galeries du Nord et de l'Est, construites plus tard, et
suivant les traditions de la décadence ogivale, (dernières années
du XlVème siècle) ne sont ni moins intéressantes ni moins hardies.
Pedro Gûèmez fut l'architecte qui en dressa le plan, et son buste,
ioint à celui du chanoine fabricien de la Cathédrale, D. Juan de
Villaf ranea in<>n Villafane. comme le dit Quadra do par erreur) sont
placés dans de simples médaillons sur la porte de sortie au patio
dont la composition révèle l'aube de la Renaissance. ^
Les arceaux de chacune de ces galeries sont divisés en quatre
plus petits avec des colonnes épannelées et sans chapiteau; dans
les»dentelures s'est perdue la finesse, et l'élégance d'autrefois, et
les contreîurts extérieurs, disproportionnés et de masse excessive,
contrastent avec Ceux de l'époque antérieure, ayant pour couronne-
ment des pinacles plutôt placés là par imitation esthétique que par
nécessité statique.

19
L'intérieur des nefs, malgré les siècles, se trouve en assez bon
état de conservation, bien que telle ou telle pierre de taille dégra-
dée par l'effet de l'humidité du sol et des murs, telle ou teïic pierre
de la vofite, décomposée par le fait de gouttières négligées, contri-
buent à donner un vilain aspect et révèlent un état de déplorable
abandon; ce seraient des causes suffisantes pour amener à une res-
tauration totale, s'il était possible de l'entreprendre avec tout le
soin dû à un monument de cette importance.
Tels sont, sommairement décrits, la Cathédrale et le Cloître de
Ciudad Rodrigo, dont la contemplation excite Tadmiration, et dont
l'ensemble constitue une page importante de l'histoire monumen-
tale de l'Art espagnol.

Luis M.^ Cabello Lapifdra.

20
CIUDAD RODRIGO
Ttanslafed by Royall Tyler,
Editar of the Spanish Calendars of State Papers,
Public Record Office, London

I
N a remote corner of Spain, on a height near the Portuguese
border in the western part of the Peninsula, Ciudad Rodrigo
stands up nobly, backed by an enchanting horizon and surrounded
by pleasant country, watered by the river Agreda.
Historians are at variance as to the origin of the town. One ver-
sion would have it that it was once a GLreek colony of sculptors and
metal-workers who, attracted by Spain's mineral wealth, esta-
blished themselves in this region, which recieved the name Miró-
briga, derived from Mirones, the generic appellation of its foun-
ders! Later, in Roman times, we find it called Augtistóbriga, (i. e. city
of Augustus), after its Cantabrian and Galician inhabitants had
been conquered; and finally, history reveals it rebuilt and repeopled
by Count Don Rodrigo who, under the orders of King Fernando II of
Leon, made it a barrier against the restless activities of the Por-
tuguese soveVeign and also a centre for the execution of his Own
ambitious undertakings. At that time it was called Aldea (vil lage) de
Pedro Rodrigo, a name exchanged in time for that of Ciudad (city),
which it still bears.
) The walls surrounding it, at one end of which stands the Castle
of Don Enrique de Trastamara, have been modified by the chan-
ging needs ot successive ages, thus losing their historic character.
Today, partly rebuilt and skirted by open, terrace-like moats, quite
different from the original oqes, they furnish a promenade for the
townsfolk. Seven gates existed in the XVIIth century, and only three
remain now, called the Conde, the Santiago and the Colada gates,
all of which preserve traces, in their structure, of the latter part of
the Xllth century, when they were first built.
The city has a lordly appearance, and the hai)hazafd, irregular
lines of its streets and squares are eloquent of the influences that
were predominant at the time of its origin. Many are the houses
built of quarried stone, and in them the traveller will find a thou*

ai
Rand interesting details, shields and heraldic emblems, that Illus-
trate an art more productive in Castile in the XVIIth century than
elsewhere in Spain; and several monuments deserve individual
notice: The Towa Hall in the Plaza Mayor, where were once pre-
served the three cojumns. discovered in 1557, which mark the city
limits and were adopted by Ciudad Rodrigo as its arms (1), has a
majestic façade of the late XVth century with curious windows
running along the greater part of the left-hand side of the Square
The Count of Montarco's palace is a tasteful example of XVth cen-
tury domestic architecture, and that of the Count of Canillero,
among others, shows well-preserved work of the XVIth and XVIIth
centuries, while a couple of one storied houses with doors in the
angles of their façades recall an earlier period. Next to the muni-
cipal palace of the XVIIth century, we find the Gothic Chapel of the
Council; and a word should also be said for the Collegiate Church
of Cerralbo, begun in 1587 and finished in 1685, thanks to the first
archbishop of Burgos, Don Francisco Pacheco, and Doña Leonor de
Velasco, and for the Church of San Pedro, with its brick-arcaded
apses. These features, with others of pronounced medieval charac-
ter, combine to give to Ciudad Rodrigo an appearance of greater
age than Avila or even Toledo, a hoary aspect ovly rivalled by
Segovia, Tudela and Sigüenza, which cities have for varions rea-
sons escaped the modem improvements that have defaced Toledo
and Avila, as well as so many others.
The travel ley s attention, however, is at once claimed by the
Cathedral, situated in another square, whose plan and details pro-
claim it a monument of the Xllth century. It is true that the exact date
of the beginning of the work is unknown, but it cannot be earlier
than 1160, in which year Fernando II of Leon founded the bishopric,
and is very probably to be placed soon after that date. Researches
undertaken permH us to mention 1170 as a likely approximation,
although the building was not to be completed until the middle of
the Xlllth century.
An obscure architect named Benito Sánchez, whose remains lie
buried in the cloister, was the author of the plan and directed the
works.
The plan of the Church, with its nave and aisles and three semi-
circular apses, is Romanesque. Eight massive square piers, with
three applied columns, topped with capitals enriched with leaf and
figure designs on their faces, sustain the cross and diagonal ribs of
the vaulting, which is of the cupola-like type, with corner supports
in the shape of turrets, adopted in the cathedral of Zamora and the
collegiate church of Toro. This fact, with certain other details,
such as the introduction of the triforium, induces us to classify this
church as the meeting-point of the Galician and Salmantine types.
Two distinct periods are found face to face here: the Burgun-
(Ï) A recent restoration of the Town Hall caused the columns to
be taken down, and their remains are preserved outside the city.
The zealous and enthusiastic mayor. Don Clemente Velasco, formed
apian to use them to erect a monument to the siege and defense of
Ciudad Rodrigo in 1810, which was unfortunately neoer carried out.
(Author's note.)

22
dian durîner which the pían was traced, and the Aquîtanean, into
which the Burgundian is found merging at Salamanca, this explains
why the cross-rips, in the Salmantine style» are without supports in
the piers, a defect which is masked in the nave with small statues
of apostles. Certain writers have erred in their belief that unity of
desien and execution was to be found in this construction.
i The point just referred to is not the only indication of a diffe-
rence of style and period; an attentive sludy of the lights in the
rave and the aisles will reveal that they have little in common. The
clerestory is fully developed Gothic; its broad lights harmonise
with the proportions of the vault and are filled with tracery with
circles at the heads. The windows in the aisles, on the other hand,
are triple, though the central light, which alone has not been
blockedrup. is larger than the other two. All three lights are of
broad internal splay and are furnished wiih carved archivolts and
capitals of a delicate and rich Romanesque style.
It is not at all strange that this shouM be so. for if the Cathedral
was begun in 1170 and thirty-five years of building ensued, there
may well have followed a lengthy period of inaction, after which,
In the secondhalf of theXIIIth century, came the change of style. As
generally happens in Spanish cathedrals, still later ages have left
here traces little in harmony with the robust architecture of the
early structure, for the central apse was transformed in the XVIth
century by Cardinal Tavera and. though perhaps worthy of atten*
tion in it.self as an illustration of a period of Spanish art, is not among
its happiest products. It presents fluted columns with Corinthian
capitals and bases, and a very elabbratiby groined and gilt vault
clashing with the sober covering of the nave and aisles — under
which runs round a purposeless friese, the inscriptions in which are
taken from the prayers of consecration.
The choir, following a custom that prevailed in all SnanisTi
cafedrals from the end of the Xllllh century onwards, is in the
middle of the nave, and prevents us from admiriner the interior in
nil its grandeur. It contains Plateresaue and Gothic derails, com-
bined with stucco pilasters and medallions that delighted Pons and
his followers and are doubtless mtich worse than the Churrigue*
resque details which they replaced. Indeed, it would not merit our
Attention were it not for the remarkable choir-stalls carved by
Rodrigo Alemán at the beginning of the XVIth century, which are
only to bf» compared with the s«me artist's work at Plasencia and
Zamora. The misericords, the backs of the stalls and the arm<?
contain manv scenes that are qir'te indescribable, but are certainly
the nroduct of a vigorous imagination and great technical skill. Thi.s
work. like more of the period, reveals in the sculptors of the time à
fantasy that expresses itself with facility in obscene and burlesque
'zreations. ^

The exterior of the Cathedral also presents unmislakaTJie sif»n®


of the time of its foundation. The Puerta de tas Cadenas, or Chain.
Hoor, which leads into the northern arm of the transept, is wholly
Romanesque, with the shafts in its jambs, its decorative carvinfî
and the blind arcading, in which the pointed arch appeals, and
ivhich forms a perfect frame for rich sculpture. Variou.s types of
ornament, nail-head, dentil, scrolls and other of RomauesQUP «iba

25
racter, as well as the capitals of the detached shafts, twin sisters
of those of the porch itself, that form the niches, supply the neces-
sary pdornment, and combine to form an excellent and typical door-
way of the period.
The sculpture is a product of the candor and mystical spirit
characteristic of the Xllth century — a time referred to, in. conne-
xion with this very monument, as «antique rusticity» by Don Ramón
Pascual Diez, canon of Ciudad Rodrigo, in a letter to his friend
Pons — and makes for the effect of splendour and severity that is
so notably achieved in this façade.
Unhappily, the XVIth century has left traces of its arrogant
fancy in the new light which was opened in the transept, though
fortunately the two earlier windows, one Gothic and the other,
with shafts in the iambs and carved archivolt, trasitional, were left.
Moreover, the addition of a heavy chapel, which thrusts out its
Baroque pilasters and columns, has done much to spoil this elegant
and harmonious front.
Opposite the one just described, the door called de lasAmazue-
las consists of arches one of which is round and lobed, and recalls
the Bishop's door (south transept) of Zamora Cathedral in some of
its details, and the openings in the sham triforium of the nave in
others.
Ciudad Rodrigo Cathedral contains another iewel, hidden by
the heavy structure forming the base of the tower, which was
designed in 1765 by the architect Donjuán de Sagarvinaga.
I refer to the superb Romanesque western porch, whose archi-
volt, the orders of- which start from roughly carved capitals, is
adorned with images of the Twelve Apostles. All this sculpture, as
well as the canopies and other decorative features, was thickly
plastered over with whitewash, which careful labour has now
removed, thus enabling the visitor to admire the work in all its
beauty. A large statue of the Virgin, with the Child in her arms,
stands on the dividing shaft, on either side of which is a found-
headed arch, and several minutely sculptured scenes from the lives
of the Saviour and His Mother complete the whole, whose design
recalls that of other similar monuments in Spanish churches, such
as that in the collegiate church of Toro, though the one now before
our eyes is unique in its perfection and has no equal in Spain.
The fact that this door is placed in the exact centre of the nave,
as well as traces still existing in the other façades, such as the
two windows in the one on the left and at the base ofthclobcd
arcading, show that it must have been the main entrance to the
church.
Sagarvinaga's work attracts the traveller's eye because of its
size, though its only merit is to have served as a stronghold
during the French invasion of 1810, and to have protected the inte-
resting porch inside from the damage which, to judge by the scars
still to be seen on the outer walls, the bombardment might have
inflicted.

Ciudad Rodrigo cathedral is in its main lines, as we have


Romanesque and Transition church of note; but the
already said, a

24
cloister iMittoy Qiunioor the tm^t iateiesfing Imtldlog wîfhîo tfie
cuy walls; ^

A
aoQrway in the ief t aisle gives onto ^his cloister, which is
wotmy or study inv;Jtoat it illustrates much ot tiie development of
Viotniç art trom it$aîegiunings aown to the XVin century, and also
X
presents some ol iflp teataf es oír the Q,rt of tne Vlth ceniurv in its
inapi«nc««
'Lime or nothing has appeared on the subject in pri|it, and what
I have seen is so tuU ot coniradicuonâ ihat it is no easy matter to
^reconcile tne warring views of the writers wno have approachea it,
ivioreover» tne Àrcnives of the Cathedral nave f urnisned no expla^
íiation» tor iney contain practically nothing of value on the archi*
tcciural History of tne dunamg.
Ponz^ in nis l^iaje ae n'spu/ia {YoX,^l)f says not a word ahota
mis cluister wneii ueaang witn icis^ catttedrai; and it is true that it
woula have been better tu nave remained altogetner silent, rather
man to have handled tne matter with the. lack of respect apparent
waen he speaks of the architecture of the church itself. However,
in a letter printed in the above-mentioned volume, aua written to
Fonz by Don Kamón Fascuai üi^, canon otthe cathedral, the cioiS"
ter IS referred0 in tne f ollowiiig laconic terms:
«Two sides of the cloister are or the time of the foundaiiom
»They are full of strange figures, and contain the tomb of the archi-
»t^ci, aa you stated.
»The other two sides are contemporary with the Capilla Mat/of
e. the choir proper at the east end). Over the door that opens
»mto the court are to be seen two busts, one of the airector ot the
»wor.K, Donjuán ae YUlafranca, and the ..other of the architect^
»Uiiemez.»
Í ni» commentary has given rise to a controversy as Co Who was
the architect of tne Catheural, and whether tsenito tíánchez waa
author of the church iiseli and oi the two earlier sides of the clois*
1er, an opinion. 1 have already defended. Now, Llaguno, m his Noti-
cias de los Arquitectos u ^a Arquitectura en España, holds that
tíeuito Sánchez, wno ties buried in the cloister, designed the cathe^
ural in 117U, a date which coincides with the beginning of the buih
diug of the church; and Celso Ciomis^vvnospealcs of Ciudad Rodrigo
m tue Butlleti del CMre Excursionista de Catalunya, espresses tue
bamc View. On the other hand, that distinguished witer> tne late Uon
Feupe t5. Navarro, in his interesting paper on the cathedral pu*
ülished in 19uU; states flatly, for reasons unknown to us, that benito
Sanchez lett a record ot his talent in the closing in of the vaults ot
the church, but that he hàd nothing whatever to do with designing
.the cloister, in our opinion this assertion rests on no solid grounds,
if one remembers that Sanchez's tomb is in the cloister» which
Señor Navarro says is much later, though it certainly is not all oi
the XlVth century, as he erroneously supposes.
Ir Benito Sanchez directed the building or the church, as Ra-
varro supposes, and was not the author of the earlier pare Of the
cloisier, how does he happen to be buried in the cloister?
Quadrado seems to be nearer the truth, in i:5pa/îa, 5ws íwo/zíí-
memos y Artes, when he refers to the possibility that Benlto- San-
chez designed the two earii^ sides of the clpister» although* solely

2b
Oïï theíjround of a textual interpretation of the epitaph dedicated
to Iws memory, he infers that he did not build the church. Nonethe-
Jcss, he admits that he may have worked on it, for he says that
«the west side of the cloister is almost contemporary with the
ciiurcM». The result of our own studies and investigations leads us
to ran^e ourselves on the side of this opinion, and agair.st the
-others quoted, wnich we nonetheless respect.
' indeed there is no reason to suppose anything else, for taking
for granted, as all the writers do, that the cathedral was building
from the middle of the Xllth century until well on in the Xlllth, anU
as study of the monument has led us to believe that tne oldest, that
is the western, wing of the cloister is of tne oeginning of the Xlllin,
it may well be that Benito Sanchez built it and part of the next in
age. the southern wing, and was also the author of the later por-
tions of the church, such as the ribbing and upper portions of the
central vaults and the parts corresponding to the diagonal arches
in the aisle vaults, features which t>eem to have some relation w;[li
certain points in the cioister, especially when it is considered that
the fully-developed pointed arch is to be found inside the church, in
the vaults and main arches, and also in the two wings of the cloister
alluded to.
The western wing of the cloister has its lights subdivided into
three trefoil arches, with round columns and capitals of a marked
Romanesque type, which have been minutely discussed by Señor
Serrano Fatigati in several of his writings on Spanish monumental
art; and although the floral three or four-leafed form appears here,
this wing still* has a Romanesque, rather than a Gothic, appear-
ance.
The southern wing is of a rather more advanced style; the
design of the windows is so genuinely Gothic that it supplies a
trustworthy means of dating this part of the structure, which may
not unreasonably be taken to be of the early years of the Xlllth
century.
At the point of meeting of these two wings of the cloister, the
outer face of which has been restored on the initiative of the writer
of these lines, there is to be found, rougnly cut under a crucifix, the
name of Benito Sánchez, master of the works, with the foUowing
inscripjtion:
AQUI YAZ BENITO SANCHEZ
MAESTRE QUE FUE DESTA OBKA E DIOS
LE PERDONE AMEN. (I)

^
The northern and eastern sides were built later, in conformiiy
with the traditions of decadent Gothic (late XlVth century), but are
no less interesting and daring. Pedro (Jiiemez was the arcnitect,
and his bust, with that of Canon Donjuán de Villafranca (not Villa-
fane, as Quadrado mistakenly has it), director of the work, are to
be seen m medallions over the door leading out into the court, in
the style of which the dawn of the Renaissance appears.

( 1) Here lies Benito Sánchez, once master of the works here.


May God have mercy on him. Amen, •

26
The arches of these wings have four lights in each ofthem, the
shafts are moulded anU without capitals, the design has lost the
elegance of the earlier work, and the disproportionately heavy
buttresses, the pinnacles crowning which seem to have been added
for the appearance rather than for any structural reason, are in
strons: contrast with the Xlllth century work.
the inner part of the wings, in spite of the lapse of time, is
fairly well preserved. A stone here and there damaged by the damp,
rotting away because of some ruined rain-pipe, gives an ugly air of
abandonment, and affords ample pretext for a thorough-going res-
toration, were it possible to undertake one on the scale demanded
by the importance of the monument.
Such, in brief, are the cathedral and cloister of Ciudad Rodrigo,
an admirable group of buildings of notable import in the history of
Spanish monumental art.

Luis Cabello La piedra.

87
Casa- A Y UNTAMIENTO. Detalle FIôtel de Ville. Détail
The Town-hall. Detail
Palacio di.l Makquks de Palais nu Maríjuis de
LOS Aliarks. Detalle los Altares. Détail
de la íialería del patio de la galerie du patio
Palace of the Marquis de los Altares. Detail of the
court-yard gallery
5
6

Dl.TALLE DE AN'líGUA CASA Se- DÉTAIL d'l'NK ANTIQUE MAISON SEIG-


ñokial, hoy propiedad dei. neukiale, aujourd'hui propriété
Marqués de i. os Altares du Marquis de los Altares
r3e'i ail oi an old mansion, now belonging to the

Marquis de los Altares


Palacio de Montarco. Portada Palais de Montarco. Façade
The Montarco Palace. Doorway
I'AHKOyUIA DE SaN AnDHÉS. PaROISSE DE SaINT AnDRÉ.
Puerta lateral Porte latérale
CnuRCir OF St. Andrkw. Side door
Catedral. Detalle de la Cathédrale. Détail de
Puerta de las Cadenas la Porte des Chaînes
Cathedral. Detail of the Door of the Chains
Catedral. Fachada DE LA CATriÉDRALE, Façade de
PUERTA DE LAS AmAZLELAS LA PORTE DES AmAZUELAS
Cathedral. Façade of the Amazlelas door
14
Catedral. Portada románica Cathédrale. Porte romane
llamada de la virgen dite de la vierge
Cathedral. Romanesque Porch called Our Lady
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.hû O

Mí** y,c^ <'a.'^

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17
19
(>ATEDKAL. Cathédrale.
Detalle del interior Détail de l'intérieur
Cathedral. Detail OF the interior
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Catedral. Detalle del crucero. Cathédrale. Détail du transept
Cathedral. Detail of the transept
Catedral. Disposición de la Cathédrale. Disposition de la
BÓVEDA de la Capilla Mayor voûte de la Chapelle Majeure
Cathedral. Plan of the vault of the Chancel
25
Catp:dral. Detalle de la Cathédrale. Détail des
Sillería del Coro STALLES du ChŒUR
Cathedral. Detail choir-stalls
27
Catedral. Nave del Evangelio Cathédrale. Nef de l'Evangile
Cathedral. The aisle. Gospel side
Catedral. Nave de la Epístola Cathédrale. Nef de l'Epître
Cathedral. The aisle. Epistle side
* Vi
C/3 O
< hJ

id C/5
Û

3 «5
31

d-AUSxao DE LA Cat.de.al. Cloître d| la Cathf.orale Angle


ANGÜLO N. Siglos xii v xni, nord. (x„eme et x.uBMe s.è.les),
DESPUÉS DE RESTAURADO APRES LA RESTAURATION
restoration,
Cathedral cloister. North side after
XII and XIII centuries
32

< 5

< < o
33

•J Q 2
Claustro de la Catedral. Cloître de la Cathédrale.
Detalle de una de las ventanas DÉTAIL d'une des BAIES
Cathedral cloister. Detail of a window
36

Catedral. Detalle del Cathédrale. Détail


INTERIOR, Sobrepuerta DE l'intérieur. Dessus de la
DE INGRESO AL CLAUSTRO PORTE d'entrée du ClOÎTRE
Cathedral. Detail of the interior. Frame of the entrance
door leading into the cloister
37

Catedral. Claustro. Cathédrale. Cloître.


Detalle de uno de los Détail de l'une des
ventanales al interior baies à l'intérieur
Cathedral cloister. Detail of an interior light
Catldral. Claustro. Cathédrale. Cloître.
Nave del Mediodía Galerie méridionale
Cathedral cloister. South side
Catedral. Claustro. Detalle CxTUÉnRAi.h. Ci.oí iré. Détail
DE LA NAVE DEL MEDIODÍA DE LA GaLERIE MÉRIDIONALE
Cathedral cloister. Detail of the south side
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48
EL ARTE
EDICIONES DE
EN ESPAÑA VULGARIZACIÓN
Propagar el conocimiento de los tesoros artísticos
de nuestra patria, es lo que nos mueve a publicar
esta Biblioteca de vulgarización del Arte nacional,
que tiende, por lo económico de su precio, a que
llegue a todas las manos. Es tanto lo que aún posee-
mos, y tan importante, que es de conveniencia que
se sepá, por los que no lo tengan averiguado, que
nuestro país es todo él un museo, rico, variado, ge-
neroso para cuantos a su estudio se dediquen. Para
demostrarlo, y para que esta demostración llegue
fácilmente a todas partes, emprendemos la publica-
ción de una serie de tomitos en los cuales se reco-
jerá, con abundancia de reproducciones y acompa-
ñado de breve texto, lo más saliente de antiguas
construcciones seculares; de los pintores y escultores
que gozan de nombradía universal y de cuanto en
los museos españoles dice el abolengo de industrias
artísticas nacionales.
Obras publicadas:
L - LA CATEDRAL DE BURGOS.
2. - GUADALAJARA- ALCALA DE HENARES.
3. - LA CASA DEL GRECO.
4. - REAL PALACIO DE MADRID.
S
:
6. - ALHAMBRA. ^
6. ~ VELAZQUEZ EN EL MUSEO DEL PRADO.
'

8 7. - SEVILLA.
S ESCORIAL
; 9. - MONASTERIO DE GUADALUPE.
; 10. -EL GRECO.
! U. - ARANJUEZ.
s 12. - MONASTERIO DE POBLET
i 13. - CIUDAD RODRIGO

i En prensa:
5 GOYA EN EL MUSEO DEL^PRADO
S LA CATEDRAL DE LEÓN ^
g PALENCIA. - CATEDRAL DE SIGÜENZA
S Bstabledmieiito editorial Thomas, Mallorca, 291, Barcelona

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