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Importancia Abogado

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Comentario

Importancia social del abogado

Planteamiento del problema

Un abogado tiene como misión, agotar todas las instancias a su alcance con la
finalidad de celebrar convenios que eviten llegar a litigios de mayor magnitud, y de esa
forma, dar cumplimiento al objetivo primordial de las leyes: la sana convivencia entre
hombres y mujeres. La importancia social del abogado (licenciado en derecho) es
indispensable a fin de que exista un orden regulado por la ley, como producto del
derecho.

A través de este tema, se intentará mostrar un panorama más amplio de la labor


del abogado para comprender las repercusiones que tiene su actuar dentro de la
sociedad.

Investigación y argumentación

Etimología

De acuerdo a Bejar (1999), el término abogado procede del término “abogar”.


Señala que de acuerdo al Diccionario Etimológico de la Lengua Castellana,
etimológicamente debiera escribirse como fue escrito en la antigüedad: “avogar”, del
latín advocare, compuesto de ad y vocare, llamar, cuyo radical es vox, vocis, la voz; es
decir, se refiere al que lleva la voz de otro en un juicio o en los tribunales, para hacer
valer su derecho.

Abogado es una palabra que se romanceó hacia el siglo XII, precedente del latín
advocatus, que es participio de advocare. Antes se decía “vocero” en castellano, como
avoué en francés. En el foro romano, advocatus, era el llamado, el invocado para
apoyar a una de las partes como testigo o consejero.
Comentario

Según el Diccionario Jurídico Mexicano (citado en Bejar, 1999), la abogacía


significa profesión y actividad del abogado (advocatus, de ad: a y vocare: llamar, o sea,
abogar), quien al ejercerla debe actuar en favor de los intereses que tiene confiados; de
las causas más nobles, por su importancia para lograr la paz y el bienestar social.

De acuerdo a Saracho (n.d.), la palabra abogado procede del latín advocatus que
derivó de la expresión latina “ad auxilium vocatus”, que significa “el llamado para
auxiliar”. En Roma, el acusado solicitaba un experto en materia jurídica para que lo
defendiera y lo representara. Actualmente, la figura del abogado es aquella persona,
licenciada en Derecho, que ejerce de modo profesional la defensa judicial de las partes
en juicio y en toda clase de procesos judiciales y administrativos. Además de
representar a las partes, suele asesorar y dar consejo.

Antecedentes

El derecho es tan importante, como la razón de la existencia social misma, pues


la propia evolución nos ha mostrado que las necesidades humanas, empezando por la
sobrevivencia, solamente han sido solventadas por la fuerza que da el agrupamiento de
los individuos. Desde hace siglos, teólogos y filósofos debaten su distinción o unidad
con la moral y, actualmente, bajo supuestos de libertad e igualdad derivados de la
Ilustración, la discusión se centra en determinar los derechos humanos universales en
un mundo global, pero con grandes distingos culturales y abismos de desigualdad
social (Granados, 2013).

Según Granados (2013), o se llega a un consenso mundial y local sobre las


condiciones mínimas de dignidad para convivir, que imponga su obligatoriedad en una
ley, o la violencia y descomposición social se encargarán de hacer patente cuán
vulnerable es la condición de la especie humana. Tan relevante es el Derecho que el
organismo creado después de la Segunda Guerra Mundial para evitar un nuevo
Holocausto, la Organización de las Naciones Unidas (ONU), le ha dedicado tanta
Comentario

atención como a ninguna otra profesión en foros, asambleas y promoción de la


conducta ética de los profesionales del Derecho con declaraciones no vinculantes, pero
que orientan las actividades que impactan directamente en la búsqueda del bien
(cualquiera que sea la perspectiva que se tenga).

De acuerdo a Bejar (1999), la importancia del abogado, no puede juzgarse de


forma general ni abstracta, sino que es necesario insertarla dentro de una estructura
social y solidaria con el proyecto de nación que desean los ciudadanos. No se puede
disociar al abogado de la estructura social en virtud de que, en su actuación, el jurista
no debe optar por una posición individualista y conservadora, sino más bien, debe
transformarse en agente de cambio con vocación de servicio y de convertirse en un
gestor permanente de justicia, en cualquier ámbito de impartición de la misma.

Para Saracho (n.d.), la abogacía debe ejercerse en un régimen de libre y leal


competencia, a través del asesoramiento y el auxilio jurídico de derechos o intereses,
ya sean públicos o privados, mediante la aplicación de los materiales jurídicos (la
ciencia y las técnicas jurídicas), de tal forma, que la abogacía adquiera un carácter
utilitario y finalista. Estas ciencias han de ser utilizadas de acuerdo a la concordia, a la
efectividad de los derechos y a la protección de las libertades individuales, ya que la
abogacía es y debe ser, sin lugar a dudas, una profesión autónoma e independiente
que ofrezca a la sociedad un servicio profesional incompatible con actividades que
supongan menoscabo a la integridad, la independencia, la dignidad y la justicia que le
son consustanciales.

Protector de la moral y el derecho natural

De acuerdo a Saracho (n.d.), la relación abogado cliente se debe regir por los
principios de la buena fe, la probidad y la discreción, los cuales garantizarán la más
idónea y rigurosa defensa de los derechos e intereses de los ciudadanos. Asimismo, el
abogado debe mantener siempre y en todo momento escrupulosa confidencialidad
Comentario

acerca del caso y su cliente. Por encima de todas las cosas, el abogado debe actuar de
manera ética.

Saracho establece también que el deber primordial del abogado es cooperar con
la justicia, asesorando, conciliando y defendiendo los intereses que le sean entregados
con el mayor celo, guardando siempre el secreto profesional. El abogado debe
contribuir de forma activa a mejorar e incrementar la calidad de la justicia, elevándola a
una mayor agilidad y eficacia.

Bejar (1999), afirma que si hay alguna profesión que pueda utilizarse como
modelo para toda sociedad, es precisamente la del abogado, porque requiere del
conocimiento profundo de la razón y de la equidad, para alcanzar el más elevado de los
valores a los que aspira un conglomerado social y todos y cada uno de los integrantes
que le nutren y vitalizan: una apasionada entrega en aras de la justicia.

El abogado es factor de cambio y debe hacer del derecho un instrumento útil


para el progreso y desenvolvimiento de la humanidad; recoger las situaciones
cambiantes; estar atento a nuevas necesidades, a nuevas convicciones, a los nuevos
datos morales y sociales que se despiertan en la conciencia colectiva y a las
aspiraciones de los hombres. La profesión del abogado implica dignidad, rebeldía,
conciencia y lealtad. Dignidad del hombre para el hombre; rebeldía contra la
dependencia, la sumisión, la arbitrariedad y la injusticia; conciencia republicana y
nacionalista; y por último, lealtad para estar allí, para servir, comprender, hacer, guiar,
orientar, en la construcción permanente de la patria (Bejar, 1999).

De acuerdo a Chinchilla (2013), la Deontología Jurídica comprende las reglas del


deber y, como tal, tiene la misión de regular el proceder correcto y apropiado del
abogado en su ejercicio profesional. Esta función la realiza desde el ámbito de los
llamados códigos deontológicos, los cuales regulan toda la actividad de la abogacía, y
que a su vez, se nutren, indiscutiblemente, de la Moral y la Ética.
Comentario

La deontología no es más que la ética profesional aplicada, donde sus


contenidos normativos son de acatamiento obligatorio para todos los abogados a los
cuales se dirigen. Existen muchos principios rectores de la Deontología Profesional,
entre los cuales destacan la justicia, la independencia profesional, la libertad
profesional, la ciencia y conciencia, así como la probidad profesional.

La deontología es “aquella parte de la filosofía que trata del origen, la naturaleza


y el fin del deber, en contraposición a la ontología, que trata de la naturaleza, el origen y
el fin del ser”. Por ello, los códigos deontológicos reglamentan de forma estricta los
deberes de los miembros de una misma profesión. En el caso concreto del ejercicio de
la abogacía, existe por parte de los colegios profesionales de abogados,
reglamentación acerca del proceder correcto de estos profesionales, donde se requiere
su estricto cumplimiento de lo preceptuado, de lo contrario, podría generar
responsabilidad disciplinaria, civil y, en algunos casos, penal.

Esta tendencia de crear cuerpos normativos deontológicos profesionales está


recogida en el ámbito de la Unión Europea, la cual promulgó el Código Deontológico de
los Abogados de la Unión Europea, cuyo artículo 1, identificado como el “Preámbulo”,
incorpora el apartado “2”, acerca de “La naturaleza de las reglas deontológicas”, donde
señala en el punto “1” lo siguiente:

“1.2.1. Las reglas deontológicas están destinadas a garantizar, mediante la


aceptación vinculante, libremente consentida por aquellos a quienes se les
aplican, la correcta ejecución por parte del Abogado de su indispensable función,
reconocida como esencial en todas las sociedades civilizadas. La inobservancia
de estas normas por el Abogado debe tener como consecuencia, en última
instancia, una sanción disciplinaria”.

Por su parte, el Estatuto General de la Abogacía de España recoge la obligación


de cumplimiento de las normas deontológicas profesionales, indicando de manera
específica en su artículo 1.2 que: “En el ejercicio profesional, el Abogado queda
Comentario

sometido a la normativa legal y estatutaria, al cumplimiento de las normas y usos de la


deontología profesional de la Abogacía y al consiguiente régimen disciplinario colegial”.

En este mismo Estatuto General de la Abogacía en su Título III acerca de los


“Derechos y deberes de los Abogados”, señala en el artículo 31, la citada obligación del
abogado en el cumplimiento de las normas en general, incluidas las deontológicas,
como sigue: “Artículo 31. Son también deberes generales del Abogado: a) Cumplir las
normas legales, estatutarias y deontológicas, así como los acuerdos de los diferentes
órganos corporativos”.

Por lo tanto, resulta evidente que existe una sensible tendencia mundial a
consagrar, en forma específica y clara, las reglas correspondientes al campo de la
deontología profesional de la abogacía, así como regular de manera específica la
obligación de los abogados de respetar dicha normatividad.

El ejercicio de la abogacía reclama, de forma irremediable, un proceder ético que


respete las reglas deontológicas establecidas por cada Colegio Profesional en los
diferentes países del mundo. El respeto a estos códigos deontológicos brinda un
elevado estatus de respeto, confianza y credibilidad en el profesional en Derecho, lo
que facilita una relación de mayor confianza y seguridad entre el cliente y su abogado.

Labor del abogado en México

De acuerdo a Bejar (1999), el ejercicio de la profesión relacionada con las


ciencias jurídicas se realiza tanto en la Judicatura (ministros, magistrados, jueces,
secretarios, actuarios) como en el Foro (abogados con ejercicio libre de la profesión que
representan a sus clientes en diversas áreas, o bien, empleados del sector empresarial)
y desde luego, como agente del Ministerio Público o Representante Social en las
Procuradurías de Justicia, incluidas la General de la República, la del Distrito Federal,
las de cada Estado, la de Justicia Militar, la Federal del Consumidor, de la Defensa del
Trabajo, Defensa del Medio Ambiente, etc., así como laborar de Defensor de Oficio.
Comentario

El abogado lleva a cabo funciones técnicas en todas las dependencias


gubernamentales de los tres poderes: Ejecutivo, Legislativo y Judicial; y de los tres
niveles de gobierno: Federal, Estatal y Municipal; sin olvidar las empresas
descentralizadas y organismos paraestatales.

Para alcanzar la calidad de Notario Público, es indispensable el título de


abogado, así como un sinfín de requisitos a cubrir, en virtud de que al convertirse en
fedatario público, contribuye a dar seguridad jurídica a las partes que intervienen en la
celebración de un contrato, convenio o cualesquier acto jurídico, porque se garantiza la
legalidad, imparcialidad, y el adecuado asesoramiento que vela en todo momento por
los intereses de las partes que intervienen en los negocios que le son confiados a su
cuidado.

Asimismo, un abogado también puede dedicarse a actividades académicas como


la docencia jurídica y la investigación del derecho en escuelas o facultades relativas y
en los centros de estudio correspondientes.

Bejar opina que las generaciones actuales de abogados deben hacer un


esfuerzo para que México borre todo vestigio de dependencia y participe de forma
creativa en la configuración de una nueva sociedad internacional. Se deben alentar
nuevas ideas, ilusiones y actitudes para hacer frente a una realidad distinta, de cara a
los derechos y obligaciones que surgirán del Tratado de Libre Comercio de América del
Norte. La globalización se esparcirá y los estudiosos de las normas y las instituciones
jurídicas, habrán de cumplir una vital participación.

De acuerdo a Granados (2013), México se apega a las disposiciones dictadas


por la ONU relativas a la ética y conducta de los profesionales del derecho en sus
países afiliados. Son varios los pronunciamientos específicos para las principales
funciones de los profesionales del Derecho. En el Octavo Congreso de las Naciones
Unidas sobre Prevención del Delito y Tratamiento del Delincuente de La Habana, en
Comentario

1990, se declararon los Principios Básicos sobre la Función de los Abogados, que se
refieren a los profesionistas dedicados al asesoramiento legal independiente, en la
defensa de las libertades y derechos de los ciudadanos como agentes de la
administración de justicia.

En dicho Congreso, se emitieron las directrices sobre la función de los fiscales,


que dispone que estos funcionarios serán personas de probidad moral e idóneas, con
formación y calificación adecuada, para cumplir con imparcialidad, firmeza y prontitud
sus funciones primordiales de respetar y proteger la dignidad humana, defender los
derechos humanos y contribuir a garantizar el debido proceso y el buen funcionamiento
del sistema de justicia penal.

En el Sexto Congreso se adoptaron los Principios Básicos Relativos a la


Independencia de la Judicatura, que obliga a los Estados a garantizar la independencia
judicial y proclamarla en la Constitución o la Ley, para que los jueces resuelvan los
asuntos con imparcialidad, basándose sólo en los hechos y el Derecho, sin influencias,
alicientes, presiones, amenazas o intromisiones de cualquier sector o motivo. De esta
forma, la labor del abogado mexicano se ve enriquecida y libre de obstáculos para
ejercerse de manera justa y plena.

De acuerdo a Madrazo (1989), abogado de profesión, la modernización de


México supone la modernización de su orden jurídico, y ese es el gran reto para la
presente generación de abogados. Los abogados deben forjarse un esquema mental
moderno, estar abiertos al cambio y ser capaces de interpretar de manera precisa las
vertiginosas modificaciones de la realidad mundial y nacional. A los abogados les
corresponderá intervenir en la creación de normas jurídicas mediante las cuales se
impulsen nuevas realidades, se enderecen las ya existentes o se reconozcan las que se
han generado pero son ignoradas por el orden jurídico.
Comentario

Se requieren juristas que haciendo progresar la ciencia del derecho mediante la


generación de conocimiento nuevo, privilegien la reflexión sobre los retos y problemas
nacionales, que aporten soluciones creativas y novedosas y propongan a partir del
derecho, soluciones viables y vanguardistas que permitan ensanchar el horizonte e
impidan reincidir en probados errores.

Madrazo opina que la suerte de los abogados será sin duda la misma que la del
país: “trabajar por y para México es hacerlo para nosotros mismos; es labrar la patria
del futuro, es construir la casa de nuestros hijos”.

Emisión de juicos

De acuerdo a Bejar, la importancia social del abogado no puede juzgarse de


manera abstracta; el jurista no debe optar por una posición individualista y
conservadora, sino debe transformarse en agente de cambio con vocación de servicio y
de convertirse en un gestor permanente de justicia, en cualquier ámbito de impartición
de la misma.

Para Saracho, la abogacía debe ejercerse en un régimen de libre y leal


competencia, a través del asesoramiento y el auxilio jurídico de derechos o intereses,
ya sean públicos o privados, mediante la aplicación de los materiales jurídicos (la
ciencia y las técnicas jurídicas), de tal forma, que la abogacía adquiera un carácter
utilitario y finalista. La abogacía es y debe ser, sin lugar a dudas, una profesión
autónoma e independiente que ofrezca a la sociedad un servicio profesional
incompatible con actividades que supongan menoscabo a la integridad, la
independencia, la dignidad y la justicia que le son consustanciales.

Según Granados, el derecho es tan relevante que la Organización de las


Naciones Unidas (ONU), le ha dedicado tanta atención como a ninguna otra profesión
en foros, asambleas y promoción de la conducta ética de los profesionales del Derecho
Comentario

con declaraciones no vinculantes, pero que orientan las actividades que impactan
directamente en la búsqueda del bien.

Bejar establece un concepto ambiguo sobre la importancia de la labor del


abogado, ya que por un lado opina que puede resultar abstracto tratar de comprender
su labor, y por otro lado, se concreta a puntualizar que debe transformarse en agente
de cambio para la impartición de justicia. Saracho decreta que la abogacía debe ser
una profesión independiente que no debe estar sujeta a presión de ningún tipo para
ejercerse libre y justamente. La opinión de Granados es ciertamente la que expone de
mejor manera la importancia social del abogado, puesto que de este dependen las
formas que han de seguirse en los procesos litigiosos y la conducta ética que debe
guardar. Si un abogado no puede garantizar un proceso digno y justo, se estaría
conduciendo ciertamente a un problema mayor, que desestabilizaría la paz social. En
mi opinión es el punto de vista más ilustrativo sobre este tópico.

En cuanto a su labor como protector de la moral y el derecho natural,


Saracho define cómo debe darse la relación abogado cliente (bajo los principios de la
buena fe, la probidad y la discreción). Asimismo, señala que el abogado debe
mantener siempre y en todo momento una escrupulosa confidencialidad acerca del
caso y su cliente, privilegiar el secreto profesional, incrementar la calidad de la justicia,
y por encima de todas las cosas, el abogado debe actuar de manera ética.

Bejar afirma que si hay alguna profesión que pueda utilizarse como modelo para
toda sociedad, es precisamente la del abogado, porque requiere del conocimiento
profundo de la razón y de la equidad, para alcanzar el más elevado de los valores a los
que aspira un conglomerado social: la justicia. La profesión del abogado implica
dignidad, rebeldía, conciencia y lealtad. Dignidad del hombre para el hombre; rebeldía
contra la dependencia, la sumisión, la arbitrariedad y la injusticia; conciencia
republicana y nacionalista; y por último, lealtad para estar allí, para servir, comprender,
hacer, guiar, orientar, en la construcción permanente de la patria.
Comentario

De acuerdo a Chinchilla se enfoca en la Deontología Jurídica, la cual comprende


las reglas del deber y, como tal, tiene la misión de regular el proceder correcto y
apropiado del abogado en su ejercicio profesional. Esta función la realiza desde el
ámbito de los llamados códigos deontológicos, los cuales regulan toda la actividad de la
abogacía, y que a su vez, se nutren, indiscutiblemente, de la Moral y la Ética.

La deontología no es más que la ética profesional aplicada, donde sus


contenidos normativos son de acatamiento obligatorio para todos los abogados a los
cuales se dirigen. Existen muchos principios rectores de la Deontología Profesional,
entre los cuales destacan la justicia, la independencia profesional, la libertad
profesional, la ciencia y conciencia, así como la probidad profesional.

La opinión de Saracho se inclina primordialmente a la ética que debe mantener el


abogado en cuanto al desarrollo de su conducta en el ejercicio de su profesión. Bejar
ensalza la profesión del abogado como modelo a seguir, en virtud de que su ideal es la
justicia, y con cuatro palabras engloba todo su actuar: dignidad, rebeldía, conciencia y
lealtad. Chinchilla, en cambio, expresa que la conducta del abogado se rige por la
deontología jurídica, por lo que su opinión resulta un tanto ortodoxa, muy del estilo
normativo.

De acuerdo a lo anterior, me parece que la opinión de Bejar es la que mejor se


apega a ilustrar de mejor manera la labor del abogado como protector de la moral y el
derecho natural. Se apega a la moral cuando pone la profesión de abogado como
ejemplo a seguir por el tipo de ideales que persigue. Defiende el derecho natural
cuando señala que la profesión de abogado implica dignidad, rebeldía, conciencia y
lealtad, ya que defiende principios universales como la dignidad, la justicia y la defensa
de la patria.

En cuanto a la labor del abogado en México, Bejar señala los diferentes


ámbitos en los que puede desenvolverse el abogado. Comenta que las generaciones
actuales de abogados deben esforzarse para que el país borre todo vestigio de
Comentario

dependencia y participe de forma creativa en la configuración de una nueva sociedad


internacional. Opina que se deben alentar nuevas ideas, ilusiones y actitudes para
hacer frente a una realidad distinta, de cara a los derechos y obligaciones que surgirán
del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, ya que la globalización se
esparcirá y los estudiosos de las normas y las instituciones jurídicas, habrán de cumplir
una vital participación.

De acuerdo a Granados, México se apega a las disposiciones dictadas por la


ONU relativas a la ética y conducta de los profesionales del derecho en sus países
afiliados.

Según la opinión de Madrazo, la modernización de México supone la


modernización de su orden jurídico, y ese es el gran reto para la presente generación
de abogados. Los abogados deben forjarse un esquema mental moderno, estar
abiertos al cambio y ser capaces de interpretar de manera precisa las vertiginosas
modificaciones de la realidad mundial y nacional. A los abogados les corresponderá
intervenir en la creación de normas jurídicas mediante las cuales se impulsen nuevas
realidades, se enderecen las ya existentes o se reconozcan las que se han generado
pero son ignoradas por el orden jurídico.

El punto de vista de Granados me pareció muy interesante, puesto que comenta


que la forma de regirse de los abogados tanto en México como en otras partes del
mundo, gira en torno a disposiciones emitidas por la Organización de las Naciones
Unidas. Sin embargo, resultan también de llamar la atención que tanto Bejar como
Madrazo coinciden en su pensamiento en dos aspectos: los abogados deben ser
creativos en la resolución de problemas a fin de modernizar el sistema jurídico; y por
otra parte, el papel de los abogados resultará preponderante debido a la cambiante
situación mundial (globalización).

En este caso, me parece que la opinión de los tres autores resulta muy
interesante, y en el caso de los dos últimos, también coincidente, por lo que no puedo
Comentario

estar en contra de sus opiniones sino remarcar que es de vital importancia que el
abogado esté a la vanguardia para que pueda estar a la altura de lo que los tiempos
modernos demandan de su profesión.

Conclusión

Como se ha podido observar en el desarrollo del tema, las opiniones de los


autores varían un poco entre sí pero convergen en los puntos más importantes: la labor
del abogado resulta de vital importancia a fin de que la sociedad pueda avanzar hacia
un mundo más cordial y civilizado. El abogado debe pugnar por la paz social, siempre y
en todo momento, por lo que habrá de buscar el mejor arreglo evitando llegar a la
confrontación. Su lucha debe encausarse a cumplir con los ideales de igualdad y
justicia, que van ligados con los valores contenidos tanto en el derecho como en la ética
y la moral; puesto que precisamente una de sus encomiendas más importantes es
convertirse en guardián de la moral y el derecho natural.

La importancia social de la labor del abogado es tan trascendente que,


organizaciones como las Naciones Unidas, son las que dictan el rumbo de sus
instituciones en los diferentes países afiliados. Los códigos de conducta y ética de los
abogados de todo el mundo se rigen por diversos foros y congresos llevados a cabo en
esta Organización.

En México, los abogados tienen un campo de acción muy vasto; pueden ejercer
casi en cualquier ámbito. Lo que cabe resaltar es que con el paso del tiempo muchos
de ellos se conforman con terminar una carrera y ejercerla sin seguirse preparando, y
los autores coinciden en que los tiempos que se viven no permiten quedarse
estancados, se deben continuar preparando para enfrentar los cambios continuos que
se presentan y que la modernidad exige.

Al tener presentes cada una de las áreas que conforman el ejercicio de la


profesión de abogado y la importancia de llevarlas a cabo, estamos dando el primer
Comentario

paso para convertirnos en futuros profesionistas que acaten su labor apegados a los
ideales del derecho, con rectitud, moral y ética.

Concordando con Jurgen Habermas, el Derecho se puede considerar como la


mejor ciencia social que existe, ya que ésta trata de unir la moral con la realidad social,
otorgándole seguridad y legitimidad, lo cual es esencial para la convivencia común.
Comentario

Referencias

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Granados, J. (2013). La importancia de ser abogado. Recuperado agosto 02, 2013.
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