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Lectura Sobre El Patriarcado 25 Mayo
Lectura Sobre El Patriarcado 25 Mayo
Lectura Sobre El Patriarcado 25 Mayo
Todas las sociedades construyen modelos muy arraigados del ser mujer y del ser hombre.
Estos modelos se han elaborado con el tiempo, son inculcados en la familia, enseñados
en las escuelas, transmitidos por los medios de comunicación, y aunque son cambiantes,
casi nunca, son cuestionados.
La cultura latinoamericana fomenta estos modelos y promueve determinados
comportamientos, expectativas, valores, normas e impone necesidades que condicionan
y limitan formas de ser, pensar, sentir y actuar, para mantener el orden dentro de estos
mandatos. Bajo la misma lógica, se condenan y sancionan otros comportamientos que
son vistos como “fuera de lo normal”. Con ello se establece un sistema de relaciones entre
hombres y mujeres. Un sistema donde ellos son dominantes y toman las decisiones,
mientras ellas están subordinadas a esta forma de dominio.
Cuando las mujeres insurgen y se liberan para asumir sus propias vidas, sus proyectos,
con frecuencia surgen los conflictos y muchas veces enfrentan a las diferentes caras de
la violencia basada en género. Esta forma de organización social donde los hombres son
los que toman las decisiones y concentran el poder, por ejemplo: en las instituciones, en
el parlamento, las empresas y en la casa -en todas partes-; donde la figura de autoridad
es el padre, el esposo o el compañero, siendo las mujeres limitadas al trabajo doméstico
y cuidado de los/as hijos/as como su función primordial, se ha llamado patriarcado. Éste
es un sistema que está presente en todas las sociedades y es jerárquico, discriminatorio
y la causa de las desigualdades.
No obstante, el éxito y permanencia de este sistema patriarcal reside en que es visto como
“natural” y normal. Cada día más mujeres estudian, trabajan dentro y fuera del hogar,
producen y reproducen la vida con sus cuidados, atenciones y tareas domésticas en sus
dobles, triples y hasta cuádruples jornadas de trabajo. La cultura del cuidado y la salud
tiene rostro femenino. En los hospitales, clínicas y centros de salud, la mayoría del
personal de asistencia es también femenino. También en la educación, la mayor parte de
las maestras, educadoras, cuidadoras, asistentes y auxiliares docentes son mujeres. En
algunos segmentos de los servicios sociales las mujeres son las proveedoras,
prolongando la tradicional división sexual del trabajo a nuevas esferas de la sociedad. En
otros segmentos menos tradicionales, también.
Cada día más mujeres son economistas, médicas, ingenieras, arquitectas, matemáticas,
científicas, están presentes tanto en ramas técnicas como en el ejército, la aeronáutica o
el parlamento. Cada día hay mayor incursión femenina en nuevas áreas del quehacer
humano. No obstante, mientras más incorporadas están las mujeres a la sociedad, más
se incrementa la violencia de género. Tristemente cada día mueren a manos de sus
esposos, novios o concubinos, actuales o anteriores; asimismo, se han incrementado los
feminicidios, en la medida que se visibilizan como saldos de la violencia contra las
mujeres.
El siglo XX fue testigo de grandes cambios a favor de los derechos de las humanas. Dado
el caso, los derechos humanos no son universales si no se aseguran en sus expresiones
femeninas. Dichos cambios se lograron tras siglos de luchas contra la explotación y
dominación patriarcal que todavía prevalece en todos los países del mundo. El movimiento
feminista y los estudios de género han contribuido a construir un pensamiento crítico,
aportando investigaciones y herramientas conceptuales para comprender y transformar la
sociedad, erradicando las desigualdades e inequidades entre hombres y mujeres. Todavía
hay un camino que andar para la construcción de una sociedad sin inequidades, ni
discriminación por género, clase, etnia o edad.