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Fragmento de Novela

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Lee atentamente el siguiente fragmento de novela:

20.000 LEGUAS DE VIAJE SUBMARINO


Julio Verne, Fragmento (1869)
El comandante Farragut era un buen marino, digno de la fragata que
capitaneaba. Su navío y él formaban una unidad, en la que él era el
alma. Sobre el asunto del cetáceo no tenía ninguna duda y no permitía
que abordo se pusiera en entredicho la existencia del animal; el
monstruo existía y él iba a liberar a los mares de su presencia.
Los demás oficiales de la fragata compartían la opinión de su jefe.
Había que oírlos hablar; calcular las probabilidades de un encuentro y
verlos observar la vasta extensión del océano.
El único desvelo de la tripulación era encontrar al unicornio marino,
arponearlo, subirlo a bordo y descuartizarlo. Además, el comandante
Farragut había prometido una recompensa de 2.000 dólares al primero
que viera al monstruo…
La Abraham Lincoln iba equipado con el más moderno utillaje de
pesca y no carecía de ningún medio destructivo. Y, además contaba
con una baza muy especial: a bordo iba Ned Land, el rey de los
arponeros. Este canadiense nacido en la provincia francesa de
Quebec, poseía una destreza sin par en su poderoso oficio. A su gran
habilidad en el manejo del arpón se unían otras cualidades: audacia,
astucia y sangre fría. Aunque no era comunicativo, pronto me cobró un
gran afecto. Poco a poco, empezó a disfrutar de la charla en nuestra
lengua común. A mí me agradaba escuchar sus aventuras en los
mares polares. Estos relatos nos acercaron hasta convertirnos en
grandes amigos. Sin embargo, algo nos separaba. Durante una
magnifica velada, tres semanas después de nuestra partida, me
confeso que él no estaba convencido de la existencia del cetáceo…
-Ned-le dije- , ¿Cómo es posible que un ballenero como usted no
pueda aceptar la existencia de los cetáceos gigantes?
- Que el vulgo crea en monstruos antediluvianos que campan por el
interior del globo, pase. Pero que tales quimeras las admita el
astrónomo o el geólogo no es comprensible- y Ned siguió su
explicación-. De igual manera, un ballenero no puede creer
semejantes patrañas.
Entonces recurrí a los datos matemáticos y dije:
-Si existen vertebrados gigantescos de varios metros de longitud y un
grosor proporcional a ese tamaño, debemos concluir que su estructura
ósea y la potencia de su organismo son capaces de soportar la
presión de las grandes profundidades.
-Según eso- respondió Ned-, esos gigantes marinos deberían estar
fabricados con planchas de acero de ocho pulgadas de grosor.
Así es, Ned. Piense en los destrozos que puede producir una masa
semejante, lanzada con la velocidad de un expreso contra el casco de
un navío.
-Si… en efecto… quizá…-contestó el canadiense, abrumado por la
explicación, pero sin querer dar su brazo a torcer. – Pero, si no
existen, testarudo arponero, ¿Cómo explica usted el accidente del
Scotia? – Pues… ¡Que no es verdad!- exclamo el canadiense.
Aquel día no insistí más. El agujero en el casco del Scotia no se podía
negar. Y como no se había hecho solo ni lo habían producido rocas
submarinas ni otros ingenios, había que atribuirlo, necesariamente, al
arma perforante de un animal. …
El 20 de Julio atravesamos el trópico de Capricornio y el 27 del mismo
mes la línea del Ecuador. La fragata se internaba así en los mares
centrales del Pacífico y en el escenario donde el gigante había
actuado últimamente.
Ya no se vivía a bordo. Ya nadie comía ni dormía. Toda la tripulación,
durante tres meses, observó incesantemente el océano. Pero el
esfuerzo fue inútil. Nada vimos que se pareciera al narval gigante. Y,
entonces el desaliento se apoderó de todos los ánimos. Los hombres
de abordo se sentían estúpidos y estaban furiosos.
El 2 de Noviembre, el comandante tuvo que prometer que, si en el
plazo de tres días, el monstruo no había aparecido, el timonel daría
tres vueltas de rueda y la fragata regresaría al puerto. La promesa
revitalizó los ánimos de los marineros, pero llegó la noche del 4 de
Noviembre y, al dar las ocho en medio del silencio general, se alzó
una voz, era la voz de Ned Land que gritaba:
-¡Eh, eh! ¡Allí está la cosa! ¡A sotavento!
La tripulación entera se precipito hacia el arponero. Todos divisamos
el objeto que señalaba con la mano. El mar aparecía iluminado desde
el fondo. El monstruo sumergido, a varias toesas de la superficie,
desprendía un resplandor muy intenso. Aunque la fragata se alejó a
toda máquina del monstruo, el gigante marino se acercó a la fragata a
una velocidad superior, envolviéndonos en su polvareda luminosa.

1. ¿Qué opinas del texto que acabas de leer?


Me pareció muy entretenido porque había drama amistad.
2. Escribe algunas palabras desconocidas del texto búscalas en el
diccionario y escribe su significado.
Ninguna
3. Describe el lugar en donde ocurren los hechos.
Hace mucho frío hay nieve paramos |
4. Inventa un posible final para esta novela, resúmelo aquí.
Y ned land ve el monstro y le dan 2.000 dolares
5. Realiza un cartel invitando a tus amigos a leer esta novela
completa.

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