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Informe Sobre La Tierra

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Informe sobre la tierra

Introducción
Según el Génesis: "En el principio Dios creó los cielos y la tierra. Ahora bien,
resultaba que la tierra se hallaba sin forma y desierta y había oscuridad sobre
la superficie de la profundidad acuosa; y la fuerza activa de Dios se movía de
un lado a otro sobre la superficie de las aguas" (capítulo 1, versículos 1 y 2).
Esta situación, referida a nuestro planeta y desde el punto de vista del relato
sagrado que estamos considerando, corresponde a un tiempo anterior al
surgimiento de cualquier forma de vida.
Si leemos detenidamente el capítulo 1 del Génesis, veremos que los primeros
seres vivientes terrestres que se mencionan pertenecen al reino vegetal, y no
se habla de ellos hasta bien entrado ya el Tercer Día Creativo.
Por tanto, se supone que los dos primeros Días Creativos, cuya duración
ignoramos pero que sospechamos debieron haberse extendido al menos por
muchos miles de años, entraban dentro de lo que pudiéramos denominar LA
TIERRA PREBIÓTICA, es decir, la etapa de la historia natural de nuestro
planeta anterior al aparecimiento de la vida en él.
Pues bien, todavía más remoto en el pasado que el Primer Día Creativo debió
ser el periodo mencionado en el Génesis con las siguientes palabras: "La tierra
se hallaba sin forma (es decir, informe) y desierta y había oscuridad sobre la
superficie de la profundidad acuosa".

Desarrollo
(La creación del universo) se explica lo siguiente: «Cuando Moisés escribió
las primeras palabras del Génesis no hay evidencia alguna de que él supiera
más de astronomía de lo que era común en su época, es decir, lo que la
gente entendía que son la "tierra" (en minúsculas) o suelo plano que pisan
los pies del hombre y los "cielos" o todo aquello que podía verse sobre el
aire y hacia arriba (respecto a la tierra firme). Tampoco los devotos
antepasados de Moisés, de quienes quizá él recibió una porción más o
menos grande del atesorado relato ancestral del Génesis, debieron poseer
lógicamente mejores y más adelantadas nociones del cosmos, a juzgar por
el legado intelectual que transmitieron y por los hallazgos arqueológicos
antiguos que se han descubierto. Así, pues, lo que Moisés declaró en las
primeras palabras del Génesis fue, a todas luces, que la tierra que pisan
nuestros pies y los cielos que ven nuestros ojos tuvieron un comienzo o
principio en la corriente del tiempo, o sea, que son elementos creados y no
han existido siempre»
En consecuencia, cuando Moisés escribió que "la tierra se hallaba sin forma
y desierta y había oscuridad sobre la superficie de la profundidad acuosa"
(Génesis, capítulo 1, versículo 2, primera parte), dicha "tierra" debe ser,
según el artículo G005 supra citado: «El "suelo" que pisan nuestros pies, y
también el que pisó Moisés y sus ancestros, [...] una fina capa que recubre a
la denominada "corteza" terrestre. Su espesor es mínimo en comparación
con el de la "corteza", pero a él está ligada la vida en general y la existencia
del hombre en particular».
Así, pues, el que el "suelo" terrestre estuviera "sin forma" (informe) da a
entender que carecía de los elementos que habitualmente componen un
paisaje: montañas, valles, ríos, lagos, playas, bosques, vegetación,
poblados, manadas de animales, bandadas de aves, etc. Nada de esto
existía, o sea, ninguna cosa que un pintor paisajista pudiera dibujar en un
cuadro. Tal vez por ello, el versículo sigue diciendo que "la tierra (el
suelo)" estaba "desierta"; pues, como sabemos, un "desierto" constituye un
paisaje muy pobre, especialmente si lo único que hay es arena y nada más.
El versículo también dice que "había oscuridad sobre la superficie de la
profundidad acuosa". Por lo tanto, cabe preguntarse: ¿Qué "profundidad
acuosa" era ésa, y qué "oscuridad" es la que menciona el texto?
El vocablo hebreo para "profundidad acuosa" es "thehóhm", que también
puede significar "aguas agitadas" u "océano primitivo". En griego el
término es "abýssou", que se traduce "abismo"; y en latín, que en este caso
es tributario del griego, es "abýssi". Éstos son, por orden decreciente de
antigüedad, los idiomas en los que nos ha llegado el Génesis.
Para tratar de averiguar algo más respecto a ello, nos vemos obligados a
buscar información en las fuentes geológicas que explican la cosmogonía
terrestre, pero con la precaución de no dar pábulo a teorías arbitrarias y
dogmáticas que colisionan contra el registro sagrado.
El universo material.
Con auxilio de la Wikipedia, podemos decir que el Universo Material es la
totalidad del espacio y del tiempo que pertenecen al dominio de la materia,
así como todas las formas de materia, energías e impulsos, y también las
leyes y las constantes físicas que las gobiernan.
Las observaciones astronómicas más recientes indican que el Universo
Material tiene una edad de aproximadamente 14 mil millones de años, y
por lo menos 93 mil millones de años luz de extensión. El evento que se
cree que dio inicio a dicho universo se denomina Big Bang (Gran
Explosión): un instante en el que toda la materia y la energía del universo
observable pasó de estar concentrada en un punto cuasi adimensional (o
singularidad cósmica de densidad infinita) a expandirse inflacionariamente
creando el espacio y el tiempo del susodicho universo.
Después del Big Bang, el Universo Material comenzó a expandirse para
llegar a su condición actual, y, al parecer, lo continúa haciendo. Los
últimos datos astronómicos han demostrado que esta expansión se está
acelerando, y que la mayor parte de la materia y la energía de dicho
universo es fundamentalmente diferente de la observada en la Tierra, y
además no es directamente observable. Por este motivo, se les denomina
"materia oscura" y "energía oscura". Por otra parte, la imprecisión de las
observaciones actuales ha limitado las predicciones científicas sobre el
destino final del susodicho universo.
Los experimentos sugieren que el Universo Material se ha regido por las
mismas leyes físicas, constantes a lo largo de su extensión e historia. La
fuerza dominante en las grandes distancias cósmicas es la Gravedad, y la
Relatividad General es actualmente la teoría más exacta en describirla. Las
otras tres fuerzas fundamentales (nucleares débil y fuerte, y
electromagnetismo), y las partículas en las que actúan, son descritas por el
Modelo Estándar. Este universo tiene por lo menos tres dimensiones del
espacio y una del tiempo, aunque experimentalmente no se pueden
descartar dimensiones adicionales muy pequeñas. El espacio tiene una
curvatura media diminuta, de manera que la geometría euclidiana es, como
norma general, exacta en todo el susodicho universo.
Durante la era más temprana del Big Bang, se cree que el Universo
Material era un caliente y denso plasma. Según avanzó la expansión, la
temperatura cayó a ritmo constante hasta el punto en que los átomos se
pudieron formar. En aquella época, la energía de fondo se desacopló de la
materia y fue libre de viajar a través del espacio. La energía sobrante
continuó enfriándose al expandirse el mencionado universo y hoy forma el
fondo cósmico de microondas. Esta radiación de fondo es remarcablemente
uniforme en todas direcciones, circunstancia que los cosmólogos han
intentado explicar como reflejo de un periodo temprano de inflación
cósmica después del Big Bang.
Hasta hace poco, la primera centésima de segundo tras el inicio del Big
Bang era más bien un misterio, impidiendo a los científicos describir
exactamente cómo era el Universo Material más primitivo. Los nuevos
experimentos en el RHIC, en el Brookhaven National Laboratory, han
proporcionado a los físicos una luz en esa cortina de alta energía, de tal
manera que pueden observar directamente los tipos de comportamiento que
pueden haber tenido lugar en ese instante. En estas energías, los Quarks
que componen los protones y los neutrones no estaban juntos, y una mezcla
muy densa supercaliente de Quarks y Gluones, con algunos Electrones, era
todo lo que podía existir en los microsegundos anteriores a que se enfriaran
lo suficiente para formar el tipo de partículas de materia que observamos
hoy en día.
Los rápidos avances acerca de lo que pasó después aportan mucha
información sobre la formación de las galaxias. Se cree que las primeras
galaxias (protogalaxias primitivas) eran débiles "galaxias enanas", que
emitían tanta radiación que separarían a los átomos gaseosos de sus
electrones. Este gas, a su vez, se estaba calentando y expandiendo, y tenía
la posibilidad de obtener la masa necesaria para formar las grandes galaxias
que conocemos hoy. Dichas galaxias primigenias (protogalaxias
primigenias o primitivas) iniciarían su formación unos mil millones de años
después del Big Bang, o hace aproximadamente 13·109 años.
La cronología cosmogónica, según los datos científicos disponibles
actualmente, quedaría esquematizada así, a grandes rasgos:
– Hace aproximadamente 14·109 años dio comienzo el Big Bang.
– Hace aproximadamente 13·109 años dio comienzo la formación de proto
galaxias primitivas .
– Hace aproximadamente 5·109 años dio comienzo la formación del
Sistema Solar, al presente formado básicamente por el Sol y sus planetas,
entre los que se encuentra la Tierra.
– Hace aproximadamente 4'5·109 años dio comienzo la formación del
planeta Tierra.
– Hace aproximadamente 2·109 años dio comienzo la formación del
océano primitivo, que aparentemente coincide con lo que el Génesis llama
"la profundidad acuosa".

El Universo observable (o visible), que consiste en toda la materia y


energía que podía habernos afectado desde el Big Bang, dada la limitación
de la velocidad de la luz, es ciertamente finito. La distancia (más
exactamente, "distancia comóvil"; véase el artículo G007, "Antes del
principio", página 3) al extremo del Universo visible ronda los 46 500
millones de años luz en todas las direcciones desde la Tierra. Así, el
Universo visible se puede considerar como una esfera perfecta con la Tierra
en el centro, y un diámetro de unos 93 000 millones de años luz.
En nuestro Universo las distancias que separan los astros son tan grandes
que, si las quisiéramos expresar en metros, tendríamos que utilizar cifras
extremadamente grandes. Debido a ello, se utiliza como unidad de longitud
el año luz, que corresponde a la distancia que recorre la luz en un año en el
vacío (unos 300 000 kilómetros por segundo).
Actualmente, el modelo de Universo Material más comúnmente aceptado
es el propuesto por Albert Einstein en su teoría de la Relatividad General,
en la que ofrece un universo "finito pero ilimitado", es decir, que, a pesar
de tener un volumen medible, no tiene límites; de forma análoga a la
superficie de una esfera, que es medible pero ilimitada (sin límites
definibles). En otras palabras, el Universo Material no tiene cotas
espaciales, de acuerdo al modelo estándar del Big Bang, pero sin embargo
debe ser espacialmente finito (compacto). Esto se puede comprender
utilizando una analogía en dos dimensiones, como hemos dicho: la
superficie de una esfera que no tiene límite, pero tampoco tiene un área
infinita. Es una superficie de dos dimensiones, con curvatura constante en
una tercera dimensión.
El Universo observable actual parece contener una densidad masa-energía
equivalente a 9,9 × 10-30 gramos por centímetro cúbico. Los
constituyentes primarios parecen consistir en un 73% de energía oscura,
23% de materia oscura fría y un 4% de átomos. Así, la densidad de los
átomos equivaldría a un núcleo de hidrógeno sencillo por cada cuatro
metros cúbicos de volumen. La naturaleza exacta de la energía oscura y la
materia oscura fría sigue siendo un misterio. Actualmente se especula con
que el Neutrino (una partícula muy abundante en nuestro universo), tenga,
aunque mínima, una masa. De comprobarse este hecho, podría significar
que la energía y la materia oscuras no existen (esto es, corresponderían a la
multitud de neutrinos).
Durante las primeras fases del Big Bang, se cree que se formaron las
mismas cantidades de materia y antimateria. Materia y antimateria deberían
eliminarse mutuamente al entrar en contacto, por lo que la actual existencia
de materia (y la ausencia de antimateria), en nuestro universo, supone una
violación de la simetría CP (véase Nota abajo), por lo que puede ser que las
partículas y las antipartículas no tengan propiedades exactamente iguales o
simétricas, o puede que simplemente las leyes físicas que rigen nuestro
universo favorezcan la supervivencia de la materia frente a la antimateria.
En este mismo sentido, también se ha sugerido que quizás la materia oscura
sea la causante de la bariogénesis (véase la misma Nota, abajo) al
interactuar de distinta forma con la materia que con la antimateria.

NOTA:
En física de partículas, la violación CP es una violación de la simetría CP,
que representa un papel importante en cosmología. Esta violación puede
explicar, por ejemplo, por qué existe más materia que antimateria en
nuestro Universo. La violación CP fue descubierta en 1964 por James
Cronin y Val Fitch, quienes recibieron el Premio Nobel por este
descubrimiento en 1980.
La simetría CP se basa en la composición de la simetría C (de carga) y la
simetría P (de paridad) . La primera afirma que las leyes de la física serían
las mismas si se pudiesen intercambiar las partículas con carga positiva con
las de carga negativa. La simetría P dice que las leyes de la física
permanecerían inalteradas bajo inversiones especulares, es decir, el
universo se comportaría igual que su imagen en un espejo. La simetría CP
es una suma de ambas. La interacción fuerte, la gravedad y el
electromagnetismo tienen simetría CP, pero no así la interacción débil, lo
cual se manifiesta en ciertas desintegraciones radiactivas.
En cosmología física, la "bariogénesis" es el término genérico utilizado
para referirse a los hipotéticos procesos físicos que produjeron una
asimetría entre bariones (éstos son básicamente los neutrones y los
protones, aunque también otras partículas inestables o de vida muy corta,
pero todas ellas constituyen la materia de nuestro universo o materia
bariónica, la cual puede dar átomos de todo tipo, y, por tanto, cualquier tipo
de materia. Su contraria es la materia no bariónica, que puede estar
formada por neutrinos o electrones libres, o incluso por especies extrañas
de materia oscura no bariónica, tales como partículas supersimétricas,
axiones o agujeros negros) y anti-bariones durante los primeros instantes de
la creación del universo material, resultando en cantidades elevadas de
materia ordinaria residual en nuestro universo hoy en día.
Es de notar que, si no fuera por la disparidad observada entre bariones y
anti-bariones, es cuestionable que realmente existiera materia que
permitiera vida capaz de observarla. Éste es un argumento común
presentado en respuesta a preguntas del tipo "¿Por qué el universo es así?",
conocido como el Principio Antrópico.
El principio antrópico (de "anthropos", que significa "hombre", en griego)
es un principio que se suele enunciar como sigue: "El mundo es
necesariamente como es porque hay seres humanos que se preguntan por
qué es así". Es decir, nuestro universo tiene que ser consistente con la
existencia del ser humano. En otras palabras: "Si en el Universo Material se
deben verificar ciertas condiciones para nuestra existencia, dichas
condiciones se verifican ya que nosotros existimos".

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