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Encuentros de Esperanza
Encuentros de Esperanza
Encuentros de Esperanza
Encuentro No. 1
“Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que, según su gran misericordia y por la
Resurrección de Jesucristo de la muerte, nos ha hecho nacer de nuevo para una esperanza viva” (1 Pe
1, 3)
1. INTRODUCCIÓN AL ENCUENTRO
1.1. Invocación
Iniciamos nuestro encuentro, en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
• V: Gracia y bendición a todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de Jesucristo.
• R: Porque Dios es fiel y Él nos llamó a la Esperanza en su Hijo Jesucristo nuestro Señor.
1.3. Ambientación
El animador tiene preparado en el sitio de encuentro un altar con un crucifijo, una Biblia, un cirio y una hoja
carta que tenga escrito: Es tiempo de la Esperanza. Se abre en torno al signo el siguiente diálogo: ¿Qué
frutos espero recoger este año para mi vida? ¿Qué sentimientos despierta en mí hacer este itinerario? ¿Qué
expectativas en mi vida personal tengo para vivir este año de la esperanza?
El autor dirige esta carta a los cristianos convertidos del paganismo. En ella, después de dar gracias a Dios
por habernos salvado mediante Jesucristo (1,3-12), va desarrollando algunos aspectos de la vida cristiana
derivada del Bautismo: la llamada a la santidad (1,13-2,10), la conducta ejemplar del cristiano en medio del
mundo (2,11-3,12), la paciencia en las tribulaciones, grandes o pequeñas (3,13-4,19) y, finalmente, el buen
comportamiento de los presbíteros hacia los fieles y viceversa (5,1-11).
Concluye detallando algunas de las circunstancias en que se escribe la carta (5,12-14). El escritor sagrado
utiliza en su saludo el nombre que Jesús le había impuesto: Pedro (v. 1) es la traducción griega de la palabra
aramea «Kefa», que significa piedra. Se presenta como «apóstol de Jesucristo», es decir, como testigo
cualificado de la vida y obras del Señor (cfr. Ga 2,9). La «dispersión» designaba originariamente a los judíos
residentes fuera de Palestina. Pero aquí el sentido es más profundo: San Pedro se dirige a los elegidos «que
peregrinan en la diáspora», es decir, a los cristianos, que forman ahora el nuevo pueblo de Dios y que viven
en esta tierra como caminantes hacia su patria definitiva, que es el Cielo (cfr. Sal 39,13; 119,19)
San Pedro desarrolla lo enunciado en el v. 2 señalando los motivos que tienen para consolarse y perseverar
en la fe: han sido salvados por Dios en Cristo. El cristiano ha nacido de nuevo y es revestido de una gran
dignidad. Dios Padre, con su elección, ha destinado a los bautizados a una herencia maravillosa en el Cielo
(vv. 3-5); para conseguirla son necesarios el amor y la fe en Cristo a pesar de las tribulaciones (vv. 6-9); el
Espíritu Santo, que había anunciado en el Antiguo Testamento la salvación como fruto de los padecimientos
de Cristo, proclama ahora su cumplimiento a través de quienes predican el Evangelio (vv. 10-12). En estos
versículos aparece la función del Espíritu Santo como causa y guía de la actividad evangelizadora de la
Iglesia. La esperanza de la salvación obrada por Cristo otorga al cristiano la alegría en medio de las
dificultades y es fruto de la misericordia por la cual somos redimidos.
2.4. El Papa Francisco nos enseña
“La esperanza en la misericordia de Dios abre los horizontes y nos hace libres, mientras la rigidez cierra los
corazones y hace mucho mal. La esperanza es esta virtud cristiana que nosotros tenemos como un gran don
del Señor y que nos hace ver lejos, más allá de los problemas, los dolores, las dificultades, más allá de
nuestros pecados. Nos hace “ver la belleza de Dios”. Papa Francisco, Homilía en Santa Marta, 14 de
diciembre 2015.
2.5. Oremos con la Palabra
Oremos con las palabras del Salmo 42. Al terminar de leer si alguno quiere hacer una oración espontánea a
partir de una frase del salmo lo puede hacer, todos nos unimos diciendo: R/ Mi esperanza esta puesta en ti
Dios mío.
“Como ciervo sediento en busca de un río, así, Dios mío, te busco a ti. Tengo sed de Dios, del Dios de
la vida. R/
¿Cuándo volveré a presentarme ante Dios? Día y noche, mis lágrimas son mi alimento, mientras a
todas horas me preguntan: « ¿Dónde está tu Dios?» R/
¿Por qué voy a desanimarme? ¿Por qué voy a estar preocupado? Mi esperanza he puesto en Dios, a
quien todavía seguiré alabando. ¡Él es mi Dios y Salvador! R/
De día el Señor me envía su amor, y de noche no cesa mi canto ni mi oración al Dios de mi vida. Le
digo a Dios, mi defensor: « ¿Por qué me has olvidado? ¿Por qué tengo que andar triste y oprimido por
mis enemigos?» R/
Hasta los huesos me duelen por las ofensas de mis enemigos, que a todas horas me preguntan: «
¿Dónde está tu Dios?» R/
¿Por qué voy a desanimarme? ¿Por qué voy a estar preocupado? Mi esperanza he puesto en Dios, a
quien todavía seguiré alabando. ¡Él es mi Dios y Salvador!” R/
4. PARA NUESTRO PRÓXIMO ENCUENTRO: El animador tiene preparada una ponchera (palangana) para lavar las
manos con una toalla y una vela por cada miembro de la pequeña comunidad. Una caja de fósforos o encendedor.
Encuentro No. 2 “Cristo murió una vez por nuestros pecados, el justo por los injustos para
llevarlos a ustedes a Dios: sufrió muerte en el cuerpo y resucitó por el Espíritu” (1 Pe 3, 18)
1.3 . Ambientación
El animador tiene preparada una jofaina (palangana) para lavar las manos con una toalla y una vela por
cada miembro de la pequeña comunidad. En un ambiente de fraternidad, el animador lee el siguiente texto:
“Jesús se levanta de la mesa, se quita sus vestidos y, tomando una toalla, se la ciñó. Luego echa agua en una
jofaina y se puso a lavar los pies de los discípulos y a secárselos con la toalla con que estaba ceñido. Llega a
Simón Pedro; éste le dice: «Señor, ¿tú lavarme a mí los pies?» Jesús le respondió: «Lo que yo hago, tú no lo
entiendes ahora: lo comprenderás más tarde». Le dice Pedro: «No me lavarás los pies jamás». Jesús le
respondió: «Si no te lavo, no tienes parte conmigo». Le dice Simón Pedro: «Señor, no sólo los pies, sino hasta
las manos y la cabeza». Jesús le dice: «El que se ha bañado, no necesita lavarse; está del todo limpio. Y
ustedes están limpios». Palabra del Señor, Gloria a ti Señor Jesús.
Terminado el texto, cada uno pasa y se lava las manos y se seca las manos en la toalla y toma su vela.
Al lavarse todos, con la vela apagada, la enciende el animador y de la luz del animador encienden todos su
vela. Con las velas encendidas, rezamos el Credo de los Apóstoles. Terminado, apagamos las velas y
dialogamos: ¿Somos conscientes de nuestro Bautismo? ¿Somos testigos de la esperanza? ¿Qué tiene que
ver mi bautismo con ser testigos de la Esperanza?
2 .3 . Meditemos la Palabra:
Recordando ahora el ejemplo de sufrimiento dado por Jesús, Pedro pone de relieve los efectos redentores de
su muerte y resurrección. Al padecer injustamente el cristiano imita, en alguna forma, a Jesucristo, el Justo
por excelencia, que murió por todos los pecadores. Su muerte, padecida una vez por todos (en contraste a los
sacrificios repetidos de la ley antigua), era señal de purificación de aquellos cuya unión con Dios había sido
rota por el pecado.
Pedro termina este sublime pasaje Cristológico con los artículos de una antigua confesión de fe: la
ascensión, el sentarse a la derecha del Padre y la sumisión a El de toda clase de espíritus. Las aguas del
diluvio son figura de las del Bautismo: como Noé y su familia se salvaron en el Arca a través de las aguas,
ahora los hombres se salvan a través del Bautismo, por el que son incorporados a la Iglesia de Cristo (vv.
20-22).
2 .4 . El Papa Francisco nos enseña
“Todos sabemos que vivir es caminar, vivir es andar por distintos caminos, distintos senderos que dejan
su marca en nuestra vida. Por la fe sabemos que Jesús nos busca, quiere sanar nuestras heridas, curar
nuestros pies de las llagas de un andar cargado de soledad, limpiarnos del polvo que se fue impregnando
por los caminos que cada uno tuvo que transitar. Jesús no nos pregunta por dónde anduvimos, no nos
interroga qué estuvimos haciendo. Por el contrario, nos dice: “Si no te lavo los pies, no podrás ser de los
míos”. Si no te lavo los pies, no podré darte la vida que el Padre siempre soñó, la vida para la cual te creó.
Él viene a nuestro encuentro para calzarnos de nuevo con la dignidad de los hijos de Dios. Nos quiere
ayudar a recomponer nuestro andar, reemprender nuestro caminar, recuperar nuestra esperanza,
restituirnos en la fe y en la confianza. Quiere que volvamos a los caminos, caminos que conducen a la
esperanza, a la vida, sintiendo que tenemos una misión. Papa Francisco, Homilía en Santa Marta. 27 de
septiembre de 2015.
2 .5 . Oremos con la Palabra
Oremos con las palabras del salmo 27. Al terminar de leer si alguno quiere hacer una oración espontánea a
partir de una frase del salmo lo puede hacer, todos nos unimos diciendo: Rta/ En Dios pongo mi esperanza
Señor es mi luz y mi salvación; ¿A quién temeré? El Señor es la fortaleza de mi vida; ¿de quién tendré
temor?
Cuando los malhechores vinieron sobre mí para devorar mis carnes, ellos, mis
adversarios y mis enemigos, tropezaron y cayeron. R/
Una cosa he pedido al Señor, y ésa buscaré: que habite yo en la casa del Señor todos los días de mi
vida, para contemplar la hermosura del Señor, y para meditar en su templo. R/
2 .6 . Contemplemos la Palabra
• Compromisos y actitudes que nos deja la Palabra
√ Compartamos en la pequeña comunidad sobre ¿qué aspectos de nuestra vida personal necesitan ser
lavados por la esperanza de Cristo?
3. Oremos por Nuestra Diócesis de Montería
Oh Santísima Trinidad, misterio de unidad y amor, te damos gracias por nuestra Iglesia particular de Montería,
que al recibir la misión del Padre: anuncia, celebra, ama y vive la palabra de Dios y los sacramentos en la fe.
Que la fuerza de tu Santo Espíritu nos ayude a comprometernos como verdaderos discípulos misioneros en la
acción pastoral de la Iglesia, que busca la construcción del reino de Dios, en comunión y conversión.
Que tú presencia guie la evangelización en cada una de nuestras comunidades, buscando siempre la mayor
gloria para ti y la salvación para todos los hombres y mujeres que peregrinamos de la mano de Jesucristo
camino, verdad y vida. Amén
El animador de la comunidad tiene preparada una mesa con una biblia abierta y una semilla germinando en
un vaso plástico con agua, o una planta que está retoñando.
Encuentro No . 3 La esperanza que se convierte en proyecto de vida
(2 Pe 1,5-12)
“Hermanos, esfuércense por asegurar su vocación y elección. Si obran así, no tropezarán nunca.” (2
Pe 1, 10)
1 . INTRODUCCIÓN AL ENCUENTRO
1 .1 . Invocación
Iniciamos nuestro encuentro, en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
• V: A todos los que Dios amó y llamó a ser discípulos suyos, que se encuentran en la Iglesia de
Cartagena.
• R: Gracia y paz a ustedes de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo, nuestra
esperanza.
• 1 .2 . Canto: Yo edifiqué
Yo Edifiqué una Casa Y esa casa no se cae
Yo Edifiqué una Casa Porque está sobre la Roca
Sobre la Roca la Edifiqué Paséate Nazareno, Nazareno
Y Era Cristo La Roca Paséate.
Y Era Cristo La Roca Paséate Nazareno, Nazareno
Sobre la que Yo Edifiqué Paséate.
• Y esa casa no se cae
1.3 . Ambientación
El animador de la comunidad tiene preparada una mesa con una biblia abierta y una semilla germinando en
un vaso plástico con agua, o una planta que está retoñando. En torno al signo dialogamos: ¿Cómo debe ser
mi crecimiento en la vida como testigo de la esperanza? ¿Mi proyecto personal de vida contempla ser hombre/
mujer de esperanza?
1 .4 . Enseñanza principal del encuentro
Esfuércense por reafirmar su vocación y su elección, que es el proyecto de vida de un discípulo de
Jesús y es posible por el ejercicio de las virtudes.
2 . PASOS DE LA LECTURA ORANTE
• Memoricemos la Palabra
“Hermanos, esfuércense por asegurar su vocación y elección. Si obran así, no tropezarán nunca.” (2 Pe 1, 10)
2 .3 . Meditemos la Palabra:
Jesús nos participa de su vida en el Padre y participar de la vida divina excluye, por definición, esa
descomposición moral de la muerte espiritual que la pasión o la concupiscencia introducen en el mundo. Por
eso los cristianos deben esforzarse para ser dignos de tan gran promesa. Ellos ya tienen la fe. Su fe, sin
embargo, debe ser completada por aquellas virtudes que son sus frutos naturales. La primera de éstas, es la
firmeza moral nacida y a su vez confirmada por las creencias religiosas. El progreso en el valor moral asegura
el progreso en la sabiduría práctica de los corazones puros.
2 .4 . El Papa Francisco nos enseña
“Hoy es un lindo día para pensar en esto: el mismo Dios, que llamó a Abraham y lo hizo salir de su tierra
sin que supiera a dónde debía ir, es el mismo Dios que va a la cruz, para cumplir la promesa que había
hecho: Es el mismo Dios que en la plenitud de los tiempos hace que aquella promesa llegue a ser una
realidad para todos nosotros. Y lo que une aquel primer momento a este último momento es el hilo de la
esperanza; y lo que une mi vida cristiana a nuestra vida cristiana, de un momento al otro, para ir siempre
hacia adelante – pecadores, pero adelante – es la esperanza; y lo que nos da paz en los feos momentos,
en los momentos peores de la vida es la esperanza. La esperanza no decepciona, está siempre allí:
silenciosa y humilde, pero fuerte”. Papa Francisco, Homilía en Santa Marta, 17 de marzo de 2016.
2 .5 . Oremos con la Palabra
En un clima de mucha oración y recogimiento, vamos a leer suavemente el siguiente aparte del Salmo 1
(Sal1, 1-3), si alguno quiere hacer oración espontánea a partir del salmo lo puede hacer:
Bienaventurado el hombre que no anda en consejo de los malvados,
ni anda en camino de pecadores, ni se sienta en silla de escarnecedores…
será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto a su tiempo, y su hoja no se
marchita; y todo lo que hace prospera. Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo…
2 .6 . Contemplemos la Palabra
• Compromisos y actitudes que nos deja la Palabra
√ ¿Cómo se vive la esperanza cristiana en nuestras familias, ya que está es el gran proyecto de Dios
para dar esperanza a todos los hombres y mujeres?
El animador prepara una cartelera con anuncios de periódicos de la actualidad, noticias de esta semana en
curso. Llevar dos tijeras.