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El Cuadro de Primer Grado.
El Cuadro de Primer Grado.
El Cuadro de Primer Grado.
El objetivo tenido en miras al confeccionar este trazado ha sido presentar una visión de conjunto que
permita obtener una comprensión integral de la tarea que debe realizar el Aprendiz Masón y de los medios
con que cuenta para hacerlo.
Asimismo, generar la masa crítica de conocimientos que posibilite una profundización esclarecida de cada
uno de los elementos que integran el Cuadro del Primer Grado.
Cabe señalar que el presente artículo se realiza sobre la base del cuadro de Aprendiz correspondiente al Rito
de Emulación, conforme las imágenes incorporadas.
Y, a fin de evitar malos entendidos en muchos HH.·. de mi país, es necesario aclarar que la principal
estructura masónica de Argentina presenta como pertenecientes a los grados simbólicos del
R.·. E.·. A.·. A.·. cuadros de logia que no se compadecen con los empleados internacionalmente en este Rito.
Como ejemplo basta con citar aquí que fue remplazado el Cuadro de Aprendiz de dicho Rito Escocés por el
Cuadro del Rito de Emulación previamente exhibido.
La principal tarea del Apr.·. masón es comenzar la construcción de su Templo Interior y el Cuadro del Primer
Grado es el plano perfecto de la edificación ideal que debe ejecutar.
Aunque el neófito no logre percibirlo, en éste cuadro inicial se encuentra velada la obra completa que, en el
plano individual, un masón debe llevar a cabo. Luego, a medida que recorre los distintos grados, la
masonería le va ofreciendo los recursos necesarios para progresar en el levantamiento de su Santuario
Personal.
Esa sola argumentación es más que suficiente para reconocer a la temática que aquí nos ocupa como uno de
los puntos fundamentales de estudio y reflexión para los Aprendices Masones. Y también para los HH.·. que
habiendo avanzado en la carrera masónica deciden volver a analizar estos temas con una mayor capacidad
de comprensión.
Una de las primeras instrucciones que imparte la Masonería a los HH.·. que comienzan a transitar su camino
iniciático es que los Aprendices están impedidos de ingresar al Templo, debiendo trabajar fuera del mismo
en el espacio que se denomina Porche, Pórtico o Patio.
La imposibilidad simbólica de ingresar al Templo evoca una realidad propia de las construcciones materiales,
dado que nadie puede entrar en una edificación inexistente. De ahí que los Aprendices que recién están
empezando sus obras se vean obligados a trabajar en el exterior, a las imaginarias puertas del futuro Templo
Interno que habrán de elevar para la gloria del GADU y la eventual divinización de sus personas.
El saberse excluidos del recinto sagrado en razón de sus serios defectos personales origina una fuerte
conmoción emocional en quienes logran comprender las consecuencias negativas que genera su pobre
interioridad, lo que les lleva a tomar conciencia de la necesidad de conocer y corregir las graves deficiencias
espirituales, morales y psíquicas que los afectan.
Esa limitación simbólica que les impide el acceso al espacio sagrado obra también como una muy seria
advertencia a futuro. Les hace saber a los HH.·. que aunque les haya sido franqueado el paso al interior del
Templo Masónico, y en un futuro logren aumentos de salarios, jamás podrán ingresar en su Templo Interior
sino consiguen construirlo previamente. Y lo que es más importante aún, como veremos más adelante, los
pone sobre aviso que el Espíritu Santo no podrá trabajar en el interior de un Templo inexistente.
Pues, entonces, se hace imperioso meditar hasta llegar a contestarnos acertadamente ¿Qué significa
construir nuestro Templo Interior?
Desde las perspectivas espiritual y moral (que incluyen necesariamente la determinación del virtuosismo
medio en nuestras sociedades) considero que construir nuestro Templo Interior impone llevar nuestra
dimensión personal a un nivel de claro destaque por sobre el común de las personas.
Las características y exigencias que encierra la evolución humana determinan que este tipo de superación
solo la pueden liderar las elites espirituales y morales (los interiormente mejores) mientras que las masas
(los sujetos vulgares) quedan privadas de tales posibilidades y, generalmente, dificultan el progreso de la
humanidad con sus comportamientos viciosos.
En mi opinión, construir nuestro Templo Interior implica elevar nuestra espiritualidad y nuestra moralidad al
punto en que sean compatibles con la dignidad que exige una morada para el Espíritu Santo. Espíritu de Dios
que, como sabemos, tendremos que acoger y seguir con docilidad si queremos que actúe en nosotros y nos
transforme hasta divinizar nuestro ser.
De todo lo expuesto precedentemente se desprende que la alegoría de la construcción del Templo Interior
nos hace saber que somos responsables de generar las condiciones propicias para que en nuestra
interioridad se pueda producir la fusión de la Naturaleza Divina con la naturaleza humana, conforme los
designios del plan del G.·. A.·. D.·. U.·..
A fin de indicar los pasos a seguir en el comienzo de la construcción de nuestro Templo Interior, el cuadro
del primer grado traza su diseño mediante Ornamentos, Muebles, Joyas, Herramientas y un Arma Blanca.
En consecuencia, todos esos elementos se convierten en puntos esenciales de investigación y debate dentro
de la masonería. Por lo que los enunciaré y, sintéticamente, los trataré de explicar a continuación; previo
aclarar que las interpretaciones simbólicas son de carácter estrictamente personal y, por ende, se pueden
presentar diferentes opiniones sobre un mismo símbolo, aún cuando en muchos casos existan criterios
coinciedentes.
El pavimento mosaico es un piso en forma de damero blanco y negro sobre el cual se levanta el Altar del
Templo y nos ofrece una compleja y rica simbología.
Representa el mundo extramuros, concientizando al Aprendiz que trabaja en el pórtico del templo.
Asimismo, recordando a todos los masones las características del mundo profano y que en éste se deben
desenvolver la mayor parte de sus vidas sin perder los atributos que caracterizan a los buenos masones.
El pavimento mosaico enseña que en ese ámbito se da la manifestación dual emergente de los pares de
opuestos. Y son los pares de contrarios sobre los que el iniciado debe desarrollar su existencia,
manteniéndose equidistante de ellos, sin exaltarse ante los éxitos, ni hundirse ante las desventuras.
La conciliación de los opuestos es uno de los motivos que deben estimular la reflexión del Aprendiz,
llevándolo a considerar las relaciones que se deben establecer entre la igualdad -uno de nuestros principios-
y las diferencias naturales existentes entre los hombres.
El piso con forma de damero (también llamado piso ajedrezado) es uno de los símbolos de la cosmovisión
dualista de la masonería (bien-mal; espíritu-materia; luz-oscuridad, hombre-mujer; consciente-inconsciente;
racional- irracional, verdadero-falso; teoría-praxis; piedra bruta-piedra pulida, frío-calor; etc.). Y representa
la armonía que debe reinar en las Logias a pesar de los diferentes pensamientos políticos, sociales o
religiosos de sus miembros.
2°) El ARA.
Como fue expuesto en el punto anterior, el Ara se eleva desde los cuadros blancos y negros del pavimento
del templo.
Etimológicamente el vocablo Ara significa Altar o Piedra de los Sacrificios.
El altar es un símbolo antiquísimo en todas las religiones y era destinado al sacrificio de los animales durante
el servicio religioso.
El altar del Templo Masónico se denomina Ara y se encuentra situado en el punto medio del mismo.
Precisamente por marcar su centro señala también el eje del templo, representando la posibilidad de
interacción (alto-bajo, ascendente-descendente, espiritual-material) que existe entre el cielo y la tierra;
aquel representado en forma simbólica en el techo de la logia.
El Ara constituye el lugar sagrado por excelencia dentro del Templo Masónico, pues a su frente se realizan
los actos más solemnes, tales como juramentos, consagraciones, afiliaciones y otros, siendo imprescindible
para el trabajo masónico.
Es el símbolo de lo invisible, que él expresa formal y sensiblemente. Y a él mira simultáneamente toda la
Logia, tanto el Oriente como los otros puntos cardinales.
Sobre el Ara se coloca el Volumen Sagrado de la Ley, una Escuadra y el Compás, que -como sabemos-
constituyen las Tres Grandes Luces de la Masonería. (Me referiré a ellas en el punto 4° siguiente)
Deberemos responder ante el G.·. A.·. D.·. U.·. por nuestras conductas.
Por esas razones se suele decir que mientras circulemos dentro del círculo no nos equivocaremos en
nuestras acciones.
Las dos líneas paralelas entre las que se ubica el círculo representan a Moisés y Salomón, tratándonos de
recordar que siempre debemos seguir por la senda de la Rectitud y de la Justicia.
También representan a San Juan Bautista y a San Juan Evangelista, que son los Patrones de la Masonería
Especulativa.
Por último, recordemos que dentro de la simbología masónica las Paralelas representan la conducta justa,
recta y fraternal que el Masón debe observar en sus relaciones masónicas y en su vida profana. (Personal,
Familiar, Social y Profesional)
Las tres grandes luces de la masonería, o luces mayores, en orden de importancia son: El Volumen Sagrado
de la Ley, el Compás y la Escuadra.
EL Volumen Sagrado de la Ley, en la Masonería de occidente -salvo excepciones- es la Biblia. Se entiende por
tal el conjunto de libros conformado por el Antiguo y el Nuevo Testamento.
Dicha colección también es denominada Sagradas Escrituras, por contener, según la tradición milenaria, la
revelación dada por Dios a los hombres para sostener su fe, guiar su conducta y obtener su salvación.
Y esa misma Tradición enseña con toda claridad que las Sagradas Escrituras han sido dadas por Dios a toda la
humanidad, es decir a todos los hombres sin acepción de personas de ningún tipo.
En las páginas Bíblicas se ha inspirado el Ritualismo Masónico, donde se encuentran referencias al Antiguo y
al Nuevo Testamento. Así los HH.·. se pueden nutrir con bellas leyendas y parábolas de un profundo
contenido moral y espiritual.
El Volumen Sagrado de la Ley simboliza la Palabra Divina, el Verbo o la Verdad Suprema (escrita en nuestro
corazón, en nuestra conciencia) e ilustra sobre los rasgos únicos que caracterizan y distinguen a la naturaleza
humana del resto de las especies animales.
Las otras dos grandes luces (El Compás y la Escuadra) se ubican encima de la Biblia.
b) El Compás sobre el Ara.
El compás abierto representa un ángulo. Esto significa que dos líneas distintas parten de un mismo punto y
cuando más se alejan de su origen más se separan. Es la dualidad en el hombre: Su espíritu y su materia.
El punto central de la unión de ambas líneas corresponde al Oriente o sea al mundo de la Luz, de la Verdad,
de la Vida Espiritual. Significa que la Fuente de la Creación permanece eternamente y en estado de unidad
invisible.
El punto central del compás simboliza también la posibilidad de que se produzca la unión del Espíritu Divino
con el espíritu de un hombre. Nos muestra así lo que debería ser el objetivo central de nuestra vida.
La parte opuesta al punto del compás corresponde a Occidente, representa la oscuridad, la falsedad y la
materia. Y es una única expresión aunque sea transmitida en dos columnas distintas.
De modo que el Aprendiz debe progresar caminando desde occidente (la apertura del ángulo del compás)
hasta el oriente (el punto superior, fijo y único del compás). Expuesto de forma explícita, el Aprendiz debe
comenzar la restauración de su naturaleza dañada con miras a retornar al estado del hombre anterior a la
caída original, con la finalidad de poder alcanzar en este mundo la unión con el G.·.A.·.D.·.U.·. y ser salvo
para la eternidad.
En consecuencia el símbolo del compás también se debe interpretar como la conjunción del Cielo, de la
Divinidad y del Espíritu con la tierra, la humanidad y la materia. Expresa la unión de lo superior con lo
inferior. El Verbo que se ha hecho carne.
En sentido moral el compás simboliza el enfrentamiento entre la luz y las tinieblas. Es decir, la lucha del bien
y el orden contra la maldad y el caos.
La escuadra es lo inverso del compás. Mientras el compás representa al espíritu manifestado en la materia,
en el cuerpo, la escuadra -cuyo punto central es hacia abajo y sus dos ángulos se elevan hacia el cielo-
representa al hombre inferior que si logra ponerse bajo el dominio de lo superior se eleva nuevamente a su
origen, al G.·. A .·. D.·. U.·..
El simbolismo de la Escuadra se relaciona con la materia o componente natural del Universo y del Hombre,
además de representar todo aquello que se encuentra afectado y limitado por los dos parámetros
fundamentales de su manifestación: el tiempo y el espacio.
La disposición de la escuadra sobre el compás no es un hecho casual. Por el contrario, simboliza que la
materia, el instinto y la ignorancia están dominando al espíritu, a la inteligencia y a la razón del recién
iniciado.
Asimismo, le pone sobre aviso que una dimensión humana vulgar en un entorno desfavorable suele
distorsionar los dictados de la conciencia o, incluso, suavizar su voz hasta llegar a silenciarla por completo.
Pues, entonces, el aprendiz masón debe orientar su trabajo a revertir el libertinaje de su carnalidad
desenfrenada, sometiéndola al imperio de su espiritualidad.
Del Ara se eleva una escalera. La misma simboliza la denominada “Escalera de Jacob” que ha recibido su
nombre del relato contenido en las Sagradas Escrituras (Génesis 28,11-19).
Conforme la narración Bíblica, Jacob se durmió usando una piedra como almohada y vio en sueños una
escalera que se elevaba de la tierra hasta el cielo con ángeles subiendo y bajando por ella. Cuando se
despertó, Jacob, fue presa del temor e interpretó que se encontraba en un lugar santo que era la puerta del
cielo. Impulsado por lo ocurrido erigió en ese sitio un altar utilizando para ello la misma piedra que le
sirviera de almohada.
En simbología masónica esta escalera enseña la posibilidad de progreso interior que tiene el ser humano
siempre que decida ascenderla mediante el desarrollo de las virtudes que representan sus escalones.
En la misma se destacan tres virtudes imprescindibles para el crecimiento espiritual, las que son veladas tras
otras tantas figuras, a saber:
A. Una Cruz Latina: Simboliza la Virtud Teologal de la Fe, en el marco de una esclarecida creencia en
Dios.
C. La Mano y el Cáliz: Simboliza la Virtud Teologal de la Caridad, que nos guiará y permitirá amar al G.·.
A.·. D.·. U.·. por sobre todas las cosas y, a través Suyo, amar a nuestros prójimos como a nosotros
mismos. (En la primera imagen del cuadro de primer grado, en lo que es una variante frecuente, la
virtud de la caridad está representada por un corazón. El sentido de este símbolo es el mismo que
el de la Mano y el Cáliz que se puede observar en la segunda imagen)
Una de las conclusiones posibles sobre la interpretación conjunta de las tres representaciones precedentes
nos enseña que la fe en el G.·. A.·. D.·. U.·. nos da la esperanza de alcanzar la redención y la salvación del
alma mediante la práctica de la caridad.
No debe pasar inadvertido que la cúspide de la escalera llega al empíreo, y que éste se encuentra velado a
los ojos profanos por las nubes de la ignorancia.
Al final de la escalera emerge la estrella de siete puntas, la luz perfecta a la que aspiramos, ubicada en un
firmamento que reproduce en sus extremos al Sol y la Luna; y junto a ésta destellan las siete pequeñas
estrellas.
A la Estrella de siete puntas se le han asignado variados significados, según sean las diferentes perspectivas
empleadas para su análisis.
Desde una óptica cristiana las siete puntas de la estrella representan los siete dones que concede el Espíritu
Santo y que más adelante enuncio y explico brevemente.
Los dones del Espíritu Santo son hábitos sobrenaturales infundidos por Dios en las potencias del alma para
recibir y secundar con facilidad las mociones del propio Espíritu Santo al modo divino o sobrehumano.
Si recibimos dones del Espíritu Santo habremos de aprovecharlos en la medida en que decidamos ser dóciles
a Su Voluntad.
La vida moral está sostenida por los dones del Espíritu Santo. Completan y llevan a su perfección las virtudes
de quienes los reciben. Hacen a los fieles humildes y obedientes para aceptar con prontitud las inspiraciones
divinas.
Por la moción divina de los dones, el Espíritu Santo, habitante en el alma, conduce nuestra vida
sobrenatural. La razón humana pierde el gobierno y es el Espíritu Santo mismo quien actúa como regla,
motor y causa principal única de nuestros actos virtuosos; poniendo en movimiento todas nuestras
posibilidades sobrenaturales hasta llevarlas a su pleno desarrollo.
Los siete dones del Espíritu Santo son: Sabiduría, Inteligencia, Consejo, Fortaleza, Ciencia, Piedad y Temor de
Dios. (Conforme las enseñanzas de los Padres de la Iglesia).
Don de Inteligencia: Es una gracia para comprender la Palabra de Dios y profundizar las verdades
reveladas.
Don de Consejo: Ilumina la conciencia en las opciones que la vida diaria le impone, sugiriéndole lo
que es lícito, lo que corresponde, lo que conviene más al alma.”
Don de Fortaleza: Fuerza sobrenatural que sostiene la virtud moral de la fortaleza. Para obrar
valerosamente lo que Dios quiere de nosotros y sobrellevar las contrariedades de la vida. Para
resistir las instigaciones de las pasiones internas y las presiones del ambiente. Supera la timidez y la
agresividad.
Don de Ciencia: La ciencia se define como un conocimiento cierto adquirido por el razonamiento;
pero en Dios está sin razonamiento y por una simple visión. El don de ciencia -que es una
participación de la ciencia de Dios-, es una luz del Espíritu Santo que ilumina el alma para hacerla
conocer las cosas humanas y dar sobre ellas un juicio exacto, en relación a Dios y en cuanto son
ellas.
Don de Piedad: Sana nuestro corazón de todo tipo de dureza y lo abre a la ternura para con Dios
como Padre y para con los hermanos como hijos del mismo Padre. Produce un sentimiento de
fraternidad universal para con todos los hombres en cuanto son hermanos e hijos del mismo Padre.
Don de Temor de Dios: Espíritu contrito ante Dios, conscientes de las culpas y del castigo divino,
aunque dentro de la fe en la misericordia del Altísimo. Temor a ofender a Dios y humilde
reconocimiento de nuestra debilidad. Sobre todo: Temor Filial. El alma se preocupa de no disgustar
a Dios, amado como Padre, de no ofenderlo en nada, de "permanecer" y de “crecer” en la caridad
(cfr Jn 15, 4-7).
En la cultura judía el número siete desempeña un papel fundamental en la fonética y es el que domina el
ciclo del año. Cada siete días es su sabbat; el séptimo mes es sagrado; el séptimo año es un año sabático. El
año del jubileo era determinado por el número siete, multiplicado por siete. La fiesta de los Azimos (pan)
duraba siete días, lo mismo la festividad de la Pascua judía. También se habla de los siete frutos de Israel,
siete cielos, siete cámaras del paraíso, siete categorías de las almas judías y los siete pastores de Israel
(Abraham, Isaac, Yacob, Moisés, Aarón, David y Salomón).
Los esotéricos denominan al siete como número del destino. Según ellos este número evoca a las personas
que están solas la mayor parte del tiempo y que, a diferencia de otras, disfrutan de la soledad por su
condición de filósofos y soñadores. En numerología este número concierne más al conocimiento y al
desarrollo espiritual que a la parte material de la vida.
Las siete pequeñas estrellas se sitúan junto a la luna en la bóveda celeste y como emblema encierran
diversos significados, a saber:
Las Ideas Divinas, que nos descubren el mundo de la Realidad y de la Verdad, ideas salvadoras
que nos revelan el Plan del G.·. A.·. D.·. U.·. y nos inspiran y orientan en todas las etapas de
nuestra existencia.
También simbolizan las Siete Virtudes, los Siete Pilares de la Sabiduría, las Siete Pléyades, los Siete
Planetas Sagrados y los Siete Hermanos que hacen una Logia perfecta, número sin el cual ningún
aspirante puede ser iniciado legalmente en una Orden Masónica Regular.
Las columnas de los tres órdenes arquitectónicos griegos (Dórico Jónico, y Corintio) se levantan sobre el
pavimento alrededor del Altar formando una escuadra.
La columna jónica representa la sabiduría y está asociada al Venerable Maestro. La columna dórica
representa la fuerza y está asociada al Primer Vigilante. La columna corintia, finalmente, representa la
belleza y está asociada al Segundo Vigilante.
Las tres columnas simbolizan que en Dios encontraremos la sabiduría, la fuerza y la belleza necesarias para
hacer las buenas obras que caracterizan a los masones dignos.
Las tres columnas legadas por la arquitectura griega soportan las tres pequeñas luces de la masonería, o
luces menores, que deben iluminar nuestro Templo y permitir que la sabiduría proyecte y guíe nuestros
trabajos, la fuerza los impulse y la belleza los adorne.
Las tres pequeñas luces representan el Sol, la Luna y el Venerable Maestro. El Sol alumbra a los obreros
durante el día, la luna lo hace durante la noche y el Venerable Maestro durante todo el tiempo en que se
trabaja en la logia.
A. El Sol: El Sol o Gloria del Señor es el que gobierna el día y nos nutre con sus rayos bienhechores e
imprescindibles para nuestra vida. Representa la Razón que ilumina la Inteligencia. Significa:
Principio, Iniciación, Vigilia, Apertura, Futuro, o sea, todo aquello que comienza o que se está por
hacer.
B. La Luna: La Luna gobierna la noche velando el descanso. Representa la imaginación que reviste las
ideas de una forma adecuada. Significa Reposo, Descanso, Clausura, Fin, Pasado… o sea todo
aquello que denote lo hecho.
En una interpretación cristiana, que algunos encuentran su origen en los tiempos en que las Logias de
Constructores interactuaban con las Comunidades Benedictinas, el Sol simboliza al Dios Trino que con Su Luz
ilumina a la humanidad y la Luna representa a la Iglesia que, al carecer de luz propia, sólo puede iluminar
refractando la luz del Altísimo.
Otro punto de vista sobre la determinación de las tres pequeñas luces de la masonería enseña que éstas
son: El V.·. M.·., el 1er. Vig.·. y el Seg. Vig.·..
Las tres joyas móviles son la Escuadra, el Nivel y la Plomada. Se dicen que son joyas móviles porque pasan de
los Venerables y Vigilantes salientes a los entrantes.
Sobre la base de cada columna de arquitectura griega se encuentra apoyada la joya móvil que indica el
oficial que la custodia. Así nos encontramos con que al pie de la columna jónica está la Escuadra del
Venerable Maestro, al pie de la columna dórica está el Nivel del Primer Vigilante y al pie de la columna
corintia está la Plomada del Segundo Vigilante.
Es importante destacar dos aspectos particulares que caracterizan dichas joyas:
El primero, es que las joyas móviles no tienen luz propia, por lo tanto, el impacto simbólico de las
mismas debería generar una impronta o imagen masónica en la mente, el corazón y el espíritu de
los Oficiales que las portan con pleno conocimiento de que son sus propias luces las que deben
refractar sobre aquellas.
El segundo, es que los signos que distinguen a los masones se basan en las joyas móviles: La
posición horizontal (el Nivel), la posición vertical (la Plomada) y la intersección de las posiciones
anteriores forma la posición en ángulo recto (la Escuadra).
a) La Plancha de Trazar:
La Plancha de Trazar del Grado de Aprendiz se encuentra delimitada en un cuadro. En el mismo se hallan
delineados todos los Símbolos y Alegorías, a fin de que los Hermanos Aprendices sean instruidos en el
conocimiento exacto de las Artes Masónicas en el grado que poseen.
Es obligatorio que esta Plancha de Trazar permanezca descubierta durante todo trabajo masónico en Logia
de Aprendices.
b) La Piedra Pulida:
Junto al sitial del Primer Vigilante se encuentra la Piedra Pulida. Es un cubo de piedra labrada, sólo apta para
ser tratada con la Escuadra y el Compás.
Representa la perfección que podemos alcanzar mediante nuestros esfuerzos (La experiencia adquirida, una
educación sólida y una conducta moralmente irreprochable), más los dones y gracias recibidos
gratuitamente del G.·.A.·.D.·.U.·..
La piedra pulida también nos hace empezar a reflexionar sobre el estado en el que debe llegar el hombre a
la etapa final del ciclo vital.
c) La Piedra Bruta:
Al pie del sitial del Segundo Vigilante se encuentra la Piedra Bruta, que es un trozo de roca sin labrar. Vale
decir un pedazo de bajío conservado en su estado tosco y natural, tal como que fue extraído de las canteras.
Como dijimos al principio, el Aprendiz debe comenzar a construir su Templo Interior. Y vemos aquí que ha
de empezar su trabajo con el labrado de las piedras brutas que una vez pulidas podrá utilizar en su obra.
Las herramientas con que cuenta el Aprendiz Masón para su labor son el mazo, el cincel y la regla plegable
de 24 pulgadas.
a) El Mazo:
El mazo alude a la fuerza de voluntad que se requiere en el camino de reflexión y transformación que inicia
el Aprendiz.
Representa la fortaleza, la templanza y la tenacidad inclaudicable del buen masón.
En masonería, de manera simbólica, se da el mazo al aprendiz para que comience el trabajo de convertir su
piedra bruta en piedra cúbica. Y se considera que esta herramienta es específica del que comienza porque el
aprendiz en el taller representa la fuerza de la ilusión, de las ganas de trabajar, de la necesidad imperiosa de
saber, de la inquietud y de los primeros pasos en la Logia.
b) El Cincel:
El cincel simboliza la inteligencia, por su capacidad para direccionar la fuerza. Permite que ésta se aplique
eficaz y puntualmente sobre el lugar deseado. Es una herramienta claramente pasiva frente al carácter
activo del mazo.
Es muy importante esa observación porque nos hace comprender que el cincel es el complemento del mazo.
Y que la fuerza debe ser aplicada con inteligencia para producir resultados beneficiosos.
c) La Regla de 24 Pulgadas:
La regla de 24 pulgadas, o del método, es un elemento equilibrante o compensatorio entre los dos
anteriores. Representa la capacidad de valoración, orden y medida que debe adquirir quien desbasta la
piedra a mazo y cincel.
Esta nos enseña la rectitud y la justa medida que debemos observar en todas las cosas de nuestra vida.
Asimismo que debemos ser prudentes al establecer nuestros prioridades.
Tiene las mismas divisiones que el día. De esta forma nos recuerda que tenemos que medir y administrar
con prudencia y eficiencia nuestro tiempo, de modo que podamos atender debidamente todas las
obligaciones que nos son propias y cuyo cumplimiento habrá de honrar nuestra condición de masones.
Las cuatro borlas que están ubicadas en las esquinas del Templo representan las cuatro virtudes cardinales
(Prudencia, Justicia, Fortaleza y Templanza); las que junto con las tres virtudes teologales (Fe, Esperanza y
Caridad), abordadas en el punto 5°) precedente, conforman las siete cualidades que distinguen el corazón de
todo buen Masón.
Las virtudes naturales fundamentales han sido definidas en el Diccionario de la Real Academia Española del
siguiente modo:
Prudencia: “Virtud que consiste en discernir y distinguir lo que es bueno o malo, para seguir o huir de ello.
Discernimiento, buen juicio.” (Permite distinguir entre el bien y el mal y optar por el bien).
Templanza: “Virtud que consiste en moderar los apetitos y el uso excesivo de los sentidos, sujetándolos a la
razón.”
La Guardilla Dentada es el límite físico del pavimento mosaico blanco y negro que adorna el piso del templo.
Es también el lindero emblemático que separa a la Logia del mundo exterior y de sus profanas influencias.
Demarca un “ámbito sagrado, seguro, y apto” para realizar la obra de perfeccionamiento moral y espiritual
que persiguen los masones.
La Guardilla Dentada también representa simbólicamente los planetas que en sus revoluciones forman un
hermoso círculo alrededor del Sol expresado por el Ara, lugar sagrado donde el Espíritu de Dios se haya
presente cuando los HH.·. se reúnen en Su Nombre y trabajan para Su Gloria
La Guardilla que nos ocupa incluye entre sus finalidades alegóricas la de recordar a los Masones que sus
conductas fuera de la Logia deben estar enmarcadas dentro de las enseñanzas recibidas en el Taller y que,
en consecuencia, sus comportamientos deben ser virtuosos y ejemplares tanto para sus HH.·. como para los
demás miembros de la sociedad que los observan desenvolverse en sus actividades profanas.
15°) LA ESPADA.
En una primera mirada, una espada en medio de herramientas propias de los canteros puede parecer un
elemento extraño. Máxime en el R.·. E.·. A.·. A.·. en el que las espadas son asignadas en Logia al V.·. M.·. y a
una minoría de oficiales para el cumplimiento de tareas específicas, a diferencia de otros ritos en los que
cada hermano porta la suya.
No obstante, a poco de profundizar en el estudio de este símbolo, resulta obvio que la espada es la
“herramienta” del soldado.
Así la simbología en cuestión nos enseña que el verdadero masón, además de ser un constructor, es un
soldado y no cualquier soldado. Un soldado del G.·.A.·.D.·.U.·. que en todo momento debe trabajar para su
Gloria, tanto dentro como fuera del templo.
Al continuar desvelando los misterios escondidos tras la Espada surge que la lucha entre el bien y el mal que
se libra en este mundo es la consecuencia directa de acontecimientos acaecidos en el mundo espiritual.
Y, con sus dos filos, nos revela que la guerra moral y espiritual que se libra en este mundo tiene dos únicos
bandos en puja. Las milicias del Dios Creador y Regulador del Universo que defienden la virtud y la búsqueda
de la perfección humana y las tropas de satanás, que esparcen y estimulan los vicios y las pasiones que
esclavizan a los hombres y los alejan de la posibilidad de reintegrar sus seres.
Por lo tanto, implícitamente, la Espada nos coloca ante la disyuntiva de elegir entre servir a Dios o servir a
satanás, sin otra opción real a nuestro alcance. Para los buenos masones no hay duda posible.
Además, esta representación nos alerta que la lucha entre el bien y el mal nos persigue y alcanza en nuestra
cotidianidad. Nos hace saber que estamos obligados moral y masónicamente a aprender a manejar con
eficiencia nuestros pensamientos, sentimientos, palabras y acciones, de modo que podamos observar un
comportamiento virtuoso hasta en las situaciones más complicadas. Y, específicamente, que debemos
capacitarnos para realizar las conductas que distinguen a los verdaderos masones.
La Espada también simboliza a las fuerzas espirituales que en la vida ayudan a quienes permanecen fieles a
sus ideales y obligaciones, a pesar de la posición difícil y de las circunstancias en apariencia negativas en que
se encuentren.
IV) EPÍLOGO.
Con lo hasta aquí expuesto han quedado sucintamente desarrollados los elementos que integran el cuadro
del primer grado. Y, con ello, concretados los objetivos previstos para este trabajo y previamente descriptos
en la parte inicial.
Luego de estudiar detenidamente el Cuadro del Primer Grado es posible resignificar la conocida frase
“Eterno Aprendiz” descubriendo que una de sus razones de ser radica en que recorrer el camino velado tras
la simbología del grado de Aprendiz lleva toda la vida.
Como corolario del estudio simbólico realizado incluiré a continuación una hermosa oración masónica -de
autor anónimo- que alimenta las fuerzas que demanda la construcción del Templo Interior.
Gran Arquitecto del Universo que me permitiste, como Masón, vislumbrar un pálido destello de Tu Luz al
ingresar en los “Misterios”.
Ayúdame, pues, a iluminar los caminos que abriste para mí, para aquellos que ahora acompaño y para otros
que tal vez un día me seguirán.
Que yo pueda reflejar sobre el golpe de tu mallete y el perfecto desbaste de tu cincel, para que toda mi
individualidad discurra sin equívocos a Tu Voluntad.
Enséñame la humildad en la crítica, sobre todo al ser criticado, para que a través de mí, todos entiendan y
acepten que la humildad es una de Tus esencias.
Para que yo pueda aceptar a los demás como son, aunque eso me parezca una tarea muy ardua, el viaje más
penoso o la taza más amarga.
Dame antes de la sabiduría de Salomón la paciencia de Jób, para que mi palabra sea siempre proferida para
bien de la Humanidad.
Soy una piedra bruta, bien lo sé, pero no inanimada, pues puedo moverme. Indícame la dirección de Tú
golpe, cincela mis asperezas y asiéntame en la construcción del Templo Universal que deseas y contra cuyas
Columnas tantos luchan con insensata ceguera.
Amplía mi conocimiento, refuerza mi fe y mi coraje y haz resonar mi alegría. Dame la convicción de mis
ideales, alimenta mi cuerpo y ábreme Tú insondable camino.
Pues solo así podré ser justo y perfecto. Y en el día en que me presente delante de ti, en el momento de la
Iniciación en el Oriente Eterno, que mis manos, sino llenas, estén encallecidas del trabajo efectuado por
amor a Ti, como mis ojos, sino ciegos por Tú Luz, al menos dirigidos en tu dirección.
Que yo pueda también, antes de cruzar las Columnas en dirección al Oriente Eterno, mirar la marca de todos
mis pasos y actos sin avergonzarme de lo poco que haya caminado y hecho.
Que la piedra bruta desbastada, gracias a Ti, llegue a ser de utilidad para la construcción de mi Templo
Interior y del Templo Universal.
Endópecles.
http://piedrabruta.blogspot.com.ar/2008/09/oracin-al-gran-arquitecto-del-universo.htmle