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Ensayo NIA 500

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República Bolivariana de Venezuela

Universidad Bicentenaria De Aragua


Vicerrectorado Académico
Facultad De Ciencias Administrativas Y Sociales
Escuela De Contaduría Pública
Unidad Curricular: Auditoría II

NIA- 500: EVIDENCIA DE


AUDITORÍA

Facilitadora: Autor:
Medina Leonora Guaita Jesús C.I: 27.256.516

San Félix, Marzo del 2021


Los resultados obtenidos en los procesos de auditoria aplicados dentro de las
organizaciones, no tendrían ningún sentido sin la existencia de evidencias, razón
por la cual su obtención constituye un proceso esencial dentro de cualquier
auditoria. Dada la relevancia de este tema, se pretenda destacar desde una
perspectiva teórica, los diferentes parámetros que establece la NIA-500 sobre qué
es considerado como evidencia, es decir, cuales son los requisitos, características
y/o formalidades a tener en cuenta, la cantidad y calidad de la misma, así como
también los diferentes mecanismos para su obtención. A su vez también se
versará la importancia de éste proceso en el ejercicio profesional de la Contaduría
Pública.

Para entrar en contexto, inicialmente conviene definir lo que se entiende por


evidencia de auditoria, que en palabras de Farfán (2018) es “la
información/documentación utilizada por el auditor para alcanzar las conclusiones
en las que basa su opinión” (p.1). Tomando como punto de partida este
argumento, una evidencia desde una perspectiva personal, puede catalogarse
como la base que respalda y demuestra de forma coherente y razonable cada una
de las afirmaciones a las que ha llegado el auditor, motivo por el cual gran parte
del trabajo de auditoria se concentra en el proceso de obtención, evaluación y
documentación de las mismas. En este sentido, la NIA-500 norma las evidencias
derivadas de la auditoria de los estados financieros, a modo de estandarizar los
medios probatorios que corroborarán o con contradecirán las distintas aserciones
que yacen en los elementos de los estados financieros auditados.

Para que una evidencia pueda cumplir con su propósito, de acuerdo con la NIA-
500 “ésta deberá ser suficiente y adecuada” (p.426). Es decir, que la cantidad de
la evidencia aportada sea lo suficiente como para sustentar sin mayor
inconveniente las aseveraciones del auditor y que además el contenido de las
mismas inspire confianza y sea relevante con respecto a las afirmaciones.
Asimismo, vale enfatizar que la “cantidad de evidencia” dependerá de la valoración
del auditor, respecto al riesgo de auditoria, porque cuanto mayor sea el riesgo,
mayor será la cantidad de evidencia a requerir.

Sentado lo anterior, conviene precisar que los dos parámetros anteriores, son
establecidos con la finalidad de alcanzar lo que se conoce como “seguridad
razonable” conceptualizada por Calderón (2017) como “un grado de seguridad
alto, aunque no absoluto” (p.1). En otra palabra, este grado de seguridad, reduce
el riesgo de auditoría a un nivel aceptablemente bajo, confiriéndole al auditor el
beneficio de alcanzar conclusiones razonables sobre las cuales basar su opinión.

Habiendo esbozados los requerimientos que deben cumplir las evidencias de


auditoria, es menester destacar la génesis de las mismas. En este sentido, gran
parte de las evidencias se obtienen cuando el auditor aplica uno o varios
procedimientos de auditorías que le propicien resultados. Zambrano (2012)
sustenta que los procedimientos "pueden ser aplicados a sistemas contables,
documentación y el contacto con clientes, proveedores y terceros” (p.1). De lo
anterior también hay que recalcar que las evidencias tendrán mayor seguridad
siempre y cuando provengan de fuentes diferentes o de naturaleza distinta,
otorgándole en consecuencia mayor calidad a las evidencias, término que se
encuentra estrechamente vinculado con la propia relevancia y fiabilidad de la
fuente.

Continuando con este recorrido, la NIA-500 señala que los procedimientos para
obtener evidencias de auditoría pueden incluir “la inspección, observación,
confirmación, el recálculo, reejecución y procedimientos analíticos (p.428). Como
se puede apreciar existen una amplia gama de procedimientos a elegir, no
obstante, sin menoscabar la importancia de estas herramientas, en la práctica por
lo general los auditores apelan por inspecciones y confirmaciones externas. En las
inspecciones el auditor somete a escrutinio una serie de registros y/o documentos
cuya confiabilidad depende la propia naturaleza de la fuente. Por su parte, en las
confirmaciones externas, la evidencia se obtiene mediante una respuesta escrita
proveniente de un tercero, que permite constatar de manera independiente la
veracidad de las cifras de saldos contables, o en su defecto, la existencia de
acuerdos y/o convenios que mantiene la entidad auditada.

Cabe acotar que en todo proceso de obtención de evidencias, debe primar la


calidad, dado que a mayor calidad, menor será la cantidad de evidencias
requeridas para respaldar las aserciones y esto a su vez incrementará la eficiencia
del trabajo de auditoria aplicado. Al respecto Bonilla (2016) comenta que “para que
una evidencia sea de calidad de esta debe ser relevante y fiable” (p.1). Por lo tanto
la calidad depende de que la evidencia guarde concordancia con los fines que
persigue la auditoria y que además su procedencia sea plenamente confiable.

En un mismo orden de ideas, resulta interesante destacar que como parte del
proceso de obtención de evidencias, el auditor suele precisar de la información
generada por un experto en dirección, que es una persona especializada en un
campo distinto al de la contabilidad y la auditoria, cuyo conocimiento sirve como
base para la preparación de los estados financieros. La principal premisa que
explica la necesidad de este experto en las labores de auditoria, es precisamente
mitigar el riesgo de incorreción material en los elementos de los estados
financieros. Ahora bien, no se debe dejar de lado que éste experto debe
irrefutablemente, cumplir con una serie de requisitos, dada la importancia de su
labor, dentro de los cuales destacan: competencia, capacidad e independencia
mental, todos estos condiciones permitirán otorgarle mayor valor agregado y
fiabilidad a la información que esta persona genere.

Hasta este punto, ya se ha abordado gran parte del proceso que engloba la
obtención evidencia, sin embargo, un tema que no se podía dejar pasar, son los
elementos sobre los que se aplican los procedimientos para obtener evidencias.
Básicamente estos elementos representan el estrato de la población a examinar.
En palabras de Farfán (2018) “un auditor puede hacer una selección de: todos los
elementos, de una parte especifica de ellos o aplicar un muestreo” (p.5). De lo
anterior se desprende que la elección de estos medios de selección dependerá de
los riesgos de auditoria y/o las incorrecciones materiales que puedan presentarse.
No obstante, en la práctica suele aplicarse el muestreo, puesto que es una técnica
bastante eficiente, ya que permite obtener evidencia sobre una muestra y en base
a ello generar conclusiones para toda la población. De esta manera se simplifica
el trabajo, cuando la población objeto de estudio es significativamente extensa.

Todas las apreciaciones estudiadas permiten claramente deslindar desde una


perspectiva personal, el por qué es importante en el ejercicio de la Contaduría
Pública, conocer los parámetros que norma las NIA-500 en el proceso de
obtención de evidencias. En este sentido, este proceso más allá de ser importante,
su dominio constituye una responsabilidad en el ejercicio de la auditoria, dado que
su correcta implementación permitirá obtener una evidencia de calidad, confiable,
eficaz y suficiente, que eventualmente minimice los riesgo de auditoría y brinde
una base sólida que permitirá alcanzar conclusiones razonables en las que el
auditor podrá fundar su opinión, sin ningún tipo de errores.

Al hacer un último miramiento a las consideraciones estudiadas se concluye


que las evidencias son elementos cruciales dentro de la auditoria, pero no se debe
dejar que lado que su confección no es tan sencilla, puesto que requiere un criterio
profesional bien definido, enmarcado dentro de las NIA, que realmente permita
diseñar y aplicar procedimientos de auditoria asertivos, que contribuyan a
determinar si ha obtenido evidencia de auditoria suficiente y adecuada y así
disminuir el riesgo de auditoria a un nivel aceptablemente. También se pudo
apreciar que existe un gran cúmulo de técnicas y procedimientos que brindan al
auditor un soporte para poder encontrar evidencia de auditoria fiable, pero sin
llegar a la seguridad total, pues, aunque los procedimientos y técnicas estén
aplicados de manera correcta siempre existirá un margen de error aceptable.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Bonilla, M. (2016). La Evidencia de Auditoria. AUDITOOL. Disponible en:


https://www.auditool.org/blog/auditoria-externa/772-la-evidencia-de-
auditoria, consultado 2021, Marzo 20.

Calderón, V. (2017). La Seguridad Razonable. AUDITOOL. Disponible en:


https://www.auditool.org/glosario/seguridad-razonable, consultado 2021,
Marzo 21.

Farfán (2018). NIA 500, Evidencia de Auditoria, lo que todo Auditor necesita
saber. AUDITOOL. Disponible en: https://www.auditool.org/blog/auditoria-
externa/5948-nia-500-evidencia-de-auditoria-lo-que-todo-auditor-debe-
saber, consultado 2021, Marzo 20.

Norma Internacional De Auditoría 500. Evidencia de Auditoría. (NIA- 500).

Silva, D. (2020). Aplicación de las Normas Internacionales de Auditoria 500,


501 y 505 relacionadas con la evidencia de auditoria en la firma UG
CONSULTING S. A para auditoría realizada en el periodo de Enero a
Mayo del 2017. Trabajo de Grado para optar al título de licenciado en
Contaduría Pública y Finanzas. Managua: Universidad Nacional Autónoma
de Nicaragua.

Zambrano, R. (2012). La Obtención de Evidencias de Auditoría. Instituto de


Barcelona de Estudios Financieros. Disponible en:
http://aulavirtual.afige.es/webafige/visordoc2.aspx?
doc=686154&a=0&dmo=CAU, consultado 2021, Marzo 21.

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