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Para Usted Que Quiere Ser Dirigente

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ROBERTO H.

PIERSON

Para U sted
que Q uiere
Ser D irig e n te

E d icio n e s

M in iste ria le s
Para Usted
que Quiere Ser
D irigente
E n fo q u e e sp iritu a l, p ro m o cio n a l y de relaciones hum anas

a la a d m in istra ció n y el liderazgo en la iglesia

Roberto H . Pierson

Asociación Ministerial
Asociación General de la Iglesia Adventista del Séptimo Día
Silver Spring, M D 20904

Los fondos para esta serie han sido provistos por


J.A. Thomas & Associates, Inc.
Atlanta, Georgia
Créditos Bíblicos:
A menos que se indique otra cosa, los textos bíblicos citados en esta obra
han sido obtenidos de la Versión Reina-Valera, revisión de 1960. Usados con
permiso de las Sociedades Bíblicas en América Latina.

Publicado por la
Asociación M inisterial de la
Asociación General de la Iglesia Adventista del Séptimo Día
12501 Old Columbia Pike
Silver Spring, M D 20904

© 1998 Ministerial Association


Printed in the U.S.A. by: Pacific Press® Publishing Association
Nampa, Idaho 83687-3186
Indice

Crédito de Educación Complementaria.................... 4


Prólogo.......................................................................... 5

Capítulo 1 «Por qué necesita dirigentes la iglesia?.................... 7


Capítulo 2 ¿Reúne usted las condiciones necesarias?............... 15
Capítulo 3¿'Sabe usted a dónde va y por qu é ? .............................. 29
Capítulo 4¿'Cómo se lleva usted con la gente?............................. 41
Capítulo 5¿Puede usted en realidad d irig ir a la gente?............... 49
Capítulo 6¿Puede usted ponerse en el lugar de los demás?...... 61
Capítulo 7¿'Qué clase de presidente de junta es usted?............. 69
Capítulo 8¿Conoce usted la técnica de las decisiones?.............. 79
Capítulo 9 «Es usted un prom otor?............................................... 87
Capítulo 10 ¿Cómo distribuye usted su tiem po?........................ 97
Capítulo 11 ¿'Cómo actúa usted en una situación d ifíc il? ............105
Capítulo 12 ¿Es usted capaz de soportarla crítica?......................111
Capítulo 13 ¿"Confía usted en sus colaboradores?.......................119

Apéndice A: La oración de un adm inistrador...........125


Apéndice B: Usted es el que preside............................ 126
Solicitud de registro de U E C ........................................ 127
Prólogo

E N T O D A EPOCA Dios ha confiado a seres humanos talentosos y


dedicados, serias responsabilidades relacionadas con la marcha de su
iglesia en el mundo. Dirigidos por Cristo, la cabeza invisible de la iglesia,
hombres y mujeres consagrados han proporcionado vida y dirección a la
causa de Dios, y han servido en ella con fe e incansable energía.
Las disposiciones divinas realizadas por dirigentes espirituales, en
base a los consejos de las Escrituras y las instrucciones del espíritu de
profecía constituyeron desde el mismo comienzo una parte integral de la
Iglesia Adventista. E l modelo de organización ideado y los requisitos
exigidos para ser dirigentes, han resistido la prueba del tiempo. Ahora
que nuestras actividades se han extendido hasta los confines del planeta,
ahora que la amenaza de división y fragmentación del esfuerzo avanzan
atrevidamente junto a la iglesia, existe la necesidad de fortalecer la estruc­
tura de la iglesia. Es necesario promover, y no frenar, los atributos de un
dirigente genuino. Existe la necesidad de preparar a los obreros del Señor
en el arte y la ciencia del verdadero liderazgo evangélico.
E l autor de PARA U D . Q U E Q U IER E SER D IR IG E N T E escribe
respaldado por una larga experiencia como obrero en la viña de Dios.
Después de ingresar en el ministerio evangélico en 1933, como pas­
tor y evangelista de la Asociación de Georgia-Cumberland, Roberto H .
Pierson inmediatamente compartió con otros su celo por la salvación de
las almas, participando en la dirección de las actividades de los obreros
voluntarios. Poco después, en 1935, la División Sudasiática lo invitó a
servir como pastor y director de actividades laicas en la U nión de la India
Oriental, donde permaneció hasta el año 1939. Sin embargo, su habilidad
para seleccionar a los hombres a fin de prepararlos e inspirarlos a alcanzar
nuevas realizaciones para Cristo, se hizo aún más evidente cuando,
posteriormente (hasta 1942), se desempeñó como presidente de la Unión
de la India Meridional.
Después de servir durante la guerra como pastor en la ciudad de
Washington y como evangelista radiofónico en la ciudad de Nueva \b rk,
a mediados de la década del 40 fue promovido al puesto administrativo
de mayor responsabilidad en las uniones de las Indias Occidentales y del
Prólogo

E N T O D A EPOCA Dios ha confiado a seres humanos talentosos y


dedicados, serias responsabilidades relacionadas con la marcha de su
iglesia en el mundo. Dirigidos por Cristo, la cabeza invisible de la iglesia,
hombres y mujeres consagrados han proporcionado vida y dirección a la
causa de Dios, y han servido en ella con fe e incansable energía.
Las disposiciones divinas realizadas por dirigentes espirituales, en
base a los consejos de las Escrituras y las instrucciones del espíritu de
profecía constituyeron desde el mismo comienzo una parte integral de la
Iglesia Adventista. El modelo de organización ideado y los requisitos
exigidos para ser dirigentes, han resistido la prueba del tiempo. Ahora
que nuestras actividades se han extendido hasta los confines del planeta,
ahora que la amenaza de división y fragmentación del esfuerzo avanzan
atrevidamente junto a la iglesia, existe la necesidad de fortalecer la estruc­
tura de la iglesia. Es necesario promover, y no frenar, los atributos de un
dirigente genuino. Existe la necesidad de preparar a los obreros del Señor
en el arte y la ciencia del verdadero liderazgo evangélico.
E l autor de PARA U D . Q UE Q U IER E SER D IR IG E N T E escribe
respaldado por una larga experiencia como obrero en la viña de Dios.
Después de ingresar en el ministerio evangélico en 1933, como pas­
tor y evangelista de la Asociación de Georgia-Cumberland, Roberto H .
Pierson inmediatamente compartió con otros su celo por la salvación de
las almas, participando en la dirección de las actividades de los obreros
voluntarios. Poco después, en 1935, la División Sudasiática lo invitó a
servir como pastor y director de actividades laicas en la U nión de la India
Oriental, donde permaneció hasta el año 1939. Sin embargo, su habilidad
para seleccionar a los hombres a fin de prepararlos e inspirarlos a alcanzar
nuevas realizaciones para Cristo, se hizo aún más evidente cuando,
posteriormente (hasta 1942), se desempeñó como presidente de la Unión
de la India Meridional.
Después de servir durante la guerra como pastor en la ciudad de
Washington y como evangelista radiofónico en la ciudad de Nueva \brk,
a mediados de la década del 40 fue promovido al puesto administrativo
de mayor responsabilidad en las uniones de las Indias Occidentales y del
6 PARA U S T E D Q U E Q U IER E SER D IR IG E N T E

Caribe, que para entonces estaban en rápida expansión, donde sirvió hasta
1950. En ese año, el Congreso de la Asociación General lo llamó a la
presidencia de la División Sudasiática.
Luego vino un intervalo de cuatro años de servicio en su patria,
como presidente de asociación; primero en la de Kentucky-Tenesí y luego
en la de Texas. En 1956 regresó al campo misionero para hacerse cargo
de la presidencia de la División Transafricana.
El Congreso de la Asociación General realizado en Detroit, en junio
de 1966, lo invitó a ocupar el cargo de dirigente máximo de la Iglesia
Adventista.
E l pastor Pierson practicó en el transcurso de los años hasta su
muerte, los principios que aquí deja establecidos. Sus conceptos manan
de la fuente de su propio trabajo como dirigente capaz, consagrado y res­
ponsable. En este libro comparte el talento de la conducción o liderazgo
que surge de una estrecha comunión con el Maestro de la humanidad.

-W alter R. Beach
Capítulo 1

"Escoge tú. . . varones de virtud, temerosos de D ios... y ponlos sobre el


pueblo porjefes de millares, de centenas, de cincuenta y de diez” (Exodo 18:21).

Necesita
D irigentes la Iglesia ?
¡El Congo recibió su libertad... y se embriagó con ella! La anarquía
se desató tan sólo pocas horas después que Bélgica otorgó la soberanía a
su populosa colonia del Africa Central. Tropas amotinadas, provistas de
armas modernas, se lanzaron ciegamente al pillaje. La cerveza y la sangre
fluyeron en abundancia. Como resultado de esto, padecieron seres perte­
necientes a todas las razas.
Los misioneros, sitiados y amenazados, quedaron atrapados en un
vórtice de terror. Finalmente, cientos de esas víctimas se salvaron al ser
sacadas de ese país por los transportes de la Fuerza Aérea Norteamericana.
Muchos de ellos llegaron a Salisbury, Rhodesia del Sur, únicamente con
lo que llevaban puesto. Sus hogares habían sido saqueados. El dinero,
los muebles, la ropa, los efectos personales — prácticamente todo lo que
poseían— había sido destruido o robado.
Algunos de los misioneros refugiados, verdaderos pioneros de Dios,
no tenían una organización que los respaldara en el campo, y a su llegada
no encontraron a ningún compañero de trabajo esperándolos. N o sabían
a dónde ir en busca de techo y abrigo. E l futuro se les presentaba triste e
incierto. Muchos regresaron posteriormente a su país de origen y dejaron
la obra de sus respectivas misiones en una condición precaria.
Los misioneros adventistas tenían perspectivas más halagüeñas.
Sabían que sus amigos los estarían esperando en el aeropuesto. Tenían
confianza en Dios y en la organización de su iglesia. Sabían que “ los
hermanos” les proporcionarían lo necesario para satisfacer sus necesidades
inmediatas, y que les ayudarían a planear su futuro. E l trabajo en las
misiones que habían abandonado, había quedado a cargo de obreros
africanos capaces, de acuerdo con un plan preestablecido.
“ Gracias a Dios por la organización de nuestra iglesia — repetían
una vez y otra nuestros obreros— , ¡Cuán agradecidos estamos por contar
con una iglesia que tiene un sistema establecido de funcionamiento!”
PARA U S TE D Q U E Q U IER E SER D IR IG E N T E

Esta organización, promovida por el Espíritu Santo, pudo socorrer


a los obreros que se hallaban desvalidos y en una situación desastrosa.
Dirigentes responsables habían establecido planes para cubrir una posible
emergencia. Durante los días de incertidumbre y tensión que precedieron
a la iniciación de las hostilidades, los diferentes niveles de la organización
se habían mantenido en comunicación. Los planes de emergencia se
llevaron a cabo con toda la eficacia permitida por los medios de com uni­
cación primitivos y las condiciones confusas que reinaban en el primer
momento. Los obreros sabían a dónde debían ir. Recibieron orientación
acerca de los mejores medios y las rutas más adecuadas para llegar a su
destino. Se habían adoptado las precauciones necesarias para atenderlos
a su llegada. Una organización que contaba con la bendición de Dios
había trazado los planes, y había dispuesto los fondos necesarios para
hacer frente a la crisis.
Esto ocurre repetidamente, a medida que se presentan situaciones
críticas en distintas partes del mundo. Cada miembro y obrero que m ilita
en el movimiento adventista debería decir: “ Gracias a Dios por la organi­
zación de nuestra iglesia”.
Sin embargo, la función principal de la administración adventista
consiste en proporcionar planes y disposiciones que aseguren el bienestar
y el crecimiento de la iglesia bajo condiciones más normales. Por esto, en
tiempo de paz, también deberíamos decir: “Gracias a Dios por la organi­
zación de nuestra iglesia”.
Un m inistro de otra denominación visitó a dos dirigentes de una de
nuestras asociaciones de Sudáfrica, con el fin de tratar la adquisición de
un templo y sus dependencias ubicados en el centro de Johannesburgo.
Teníamos interés en venderlo e irnos a una zona menos congestionada.
A l Sr. Blank le agradó nuestra propiedad. Estaba bien ubicada para
sus propósitos. Tenía las dimensiones adecuadas. Aun el precio era
conveniente. Pero había un problema: la obtención de los fondos.
— Uds. comprenden — explicó el Sr. Blank—- que no tengo una
junta misionera en los Estados Unidos para que me envíe los fondos.
— ¿Cómo reúne usted los recursos necesarios para llevar a cabo sus
proyectos? — le preguntó el pastor Coetzee.
— Escribo cartas a mis amigos de m i país — replicó el ministro— .
También escribo artículos para diferentes periódicos norteamericanos
explicando las necesidades de mis congregaciones. Espero y oro para que
los miembros de la patria lean mis artículos y me envíen el dinero que
me permita llevar a cabo m i obra.
N o deseo restarle importancia a este método de escribir artículos y
tener esperanza. Estaría bien que los adventistas aprendiéramos lecciones
de confianza en Dios de estos hermanos que mantienen sus misiones
¿POR Q U E N E C E S ITA D IR IG E N T E S L A IGLESIA? 9

por “ fe” . Sin embargo, personalmente agradezco a Dios por una organiza­
ción eficaz mediante la cual él obra para proporcionar a sus obreros
fondos, planes y disposiciones que les permitan llevar a cabo su obra en
los países lejanos. Esta organización se adapta a las necesidades de la
obra en todas partes del mundo. Funciona bien en las grandes asociaciones
y en las complejas instituciones de los países que sirven de bases misio­
neras. Sirve adecuadamente a la causa en los pujantes campos misioneros
donde abunda toda clase de problemas.

Una organización establecida por Dios


E l profeta Ezequiel recibió una visión de los cielos abiertos junto al
río Quebar. Contempló una escena de esplendor deslumbrante: “visiones
de Dios” (Ezequiel 1:1). Vio majestuosas criaturas vivientes en medio de
carbones encendidos, relámpagos y ruedas dentro de otras ruedas (Eze.
1:5-16).
Cuando la mensajera del Señor describe la “ organización de Dios” ,
se refiere a la visión de Ezequiel.

La rueda dentro de otra rueda, la semejanza de criaturas vivientes


relacionadas con ellas, todo le parecía a l profeta intrincado e inexpli­
cable. Pero la mano de la sabiduría in fin ita se ve entre las ruedas, y el
orden perfecto es el resultado de su obra. Cada rueda trabaja en perfecta
armonía con cada una de las demás.1

“ Estoy segura de que el Señor ha obrado en la organización que se


ha ideado” 2, escribió la autora citada. “ Dios dio testimonio tras testimo­
nio sobre este punto” 3. Este sistema de organización... fue edificado por
una labor sobria y cuidadosa”4.

"Que nadie albergue el pensamiento de que podemos prescindir de la


organización. Esta nos ha costado mucho estudio y muchas oraciones
en demanda de sabiduría, de manera que sabemos que Dios ha
contestado, para erigir esta estructura. Ha sido edificada por su
dirección, en base a mucho sacrificio y conflicto”5.

La organización que rige en la Iglesia Adventista ha sido ideada de


acuerdo con la orden dada por Dios a su pueblo en los días del Exodo.

“Elgobierno de Israel se caracterizaba por la organización más cabal,


tan admirable por su esmero como por su sencillez. E l orden tan
señaladamente puesto de manifiesto en la perfección y disposición de
todas las obras creadas por Dios se veía también en la economía”.*’
10 PARA U S TE D Q U E Q UIERE SER D IR IG E N T E

La organización de Israel nació por necesidad, en los días de Moisés.


Este dirigente de Dios estaba sobrecargado con los problemas del pueblo
“ desde la mañana hasta la tarde” (Ex. 18:13).
— ¿Por qué te sientas tú solo, y todo el pueblo está delante de ti
desde la mañana hasta la tarde? — preguntó Jetro, el suegro de Moisés.
— Porque el pueblo viene a mí para consultar a Dios. Cuando tienen
asuntos, vienen a mí; y yo juzgo entre el uno y el otro, y declaro las orde­
nanzas de Dios y sus leyes (véase Ex. 18:14-16).
— N o está bien lo que haces — le advirtió Jetro— . Desfallecerás del
todo, tú, y también este pueblo que está contigo; porque el trabajo es
demasiado pesado para ti; no podrás hacerlo tú solo.

Luego Jetro trazó un sistema de autoridad delegada que ha sido


ú til para el pueblo de Dios hasta el momento presente.

“Escoge tú de entre todo el pueblo varones de virtud, temerosos de


Dios, varones de verdad, que aborrezcan la avaricia; yponlossobre el
pueblo porjefes de millares, de centenas, de cincuenta y de diez. Ellos
juzgarán a l pueblo en todo tiempo; y todo asunto grave lo traerán a
ti, y ellosjuzgarán todo asunto pequeño. Así aliviarás la carga de sobre
ti, y la llevarán ellos contigo” (Exo. 18:21, 22).

“Moisés se destacaba como el caudillo visible que Dios había desig­


nado para administrarlas leyes en su nombre. Posteriormente, se escogió
de entre los ancianos de las tribus un consejo de setenta hombres para
que asistiera a Moisés en la administración de los asuntos generales de
la nación. En seguida venían los sacerdotes, quienes consultaban al
Señor en el santuario. Había jefes, o príncipes, que gobernaban sobre
las tribus. Bajo éstos había jefes de millares, jefes de cientos, yjefes de
cincuenta, y cabos de diez’, y por últim o, funcionarios que sepodían
emplear en tareas especiales”.7

Pablo nos dice que en los tiempos del Nuevo Testamento la iglesia
prim itiva adoptó un sabio sistema de organización parecido al mencio­
nado. Cristo mismo, la Cabeza de la iglesia, “ ha colocado los miembros
cada uno de ellos en el cuerpo, como él quiso” (1 Cor. 12:18). Con el fin
de promover los diferentes aspectos del programa de la iglesia, Cristo
dotó a los hombres de dones y talentos, con lo cual constituyó una
organización encargada de proclamar su Evangelio “ a toda nación, tribu,
lengua y pueblo” (Apoc. 14:6).

Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo.


¿POR Q U E N E C E S ITA D IR IG E N T E S L A IGLESIA? 11

Hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo” (1 Cor.


12:4,5).

“ Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en par­


ticular. Y a unospuso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles, luego
profetas, lo tercero maestros, luego los que hacen milagros, después los
que sanan, los que ayudan, los que administran, los que tienen don de
lenguas” (1 Cor. 12:27, 28).

De manera que las ruedas dentro de otras ruedas, las cuales Dios se
ha propuesto que sirvan como un vehículo de orden y poder en su iglesia,
deben girar sin estorbos, y la función de unas debe complementar la de
las otras.

Organización de la últim a iglesia de Dios


En los primeros días del movimiento adventista, nuestros padres
espirituales no se convencieron fácilmente acerca de las bendiciones de
tener una organización. Elena G. de W hite escribió:

A medida que aumentaba nuestro número, resultaba evidente que sin


alguna form a de organización seproduciría una gran confusión, y la
obra no adelantaría con éxito...

Sin embargo, entre nuestro pueblo había quienes la resistían


definitivamente. Los adventistas de los primeros tiempos se oponían a
la organización, y la mayor parte de los adventistas tenían las mismas
ideas. Buscamos a l Señor con ferviente oración a fin de comprender
su voluntad, y su Espíritu nos dio luz, diciéndonos que debía haber
orden y cabal disciplina en la iglesia, y que la organización era esencial2

En la iglesia del remanente Dios tiene sus diez, sus cincuenta, sus
cien y sus mil. La primera unidad de organización en el sistema adventista
está constituida por la iglesia local. Cuando un grupo de buscadores de
la verdad acepta el mensaje adventista y es bautizado, se hacen los arreglos
necesarios en la asociación para organizarlo como una iglesia local.
La segunda unidad en la organización de la iglesia es la asociación
local o campo misionero. En algunos países la expresión “ misión” no
goza de buena reputación, porque se la asocia con el colonialismo. En
tales países se utilizan las expresiones “ campo” o “ sección” o bien algún
otro término apropiado.
Una asociación local o misión es “ una agrupación de iglesias en un
estado, provincia o territorio local” .' Actualmente hay cerca de 450
12 PARA U S TE D Q UE Q UIERE SER D IR IG E N T E

asociaciones y misiones locales en el mundo. Cada una es administrada


por dirigentes y por una junta. Asociados con ellos y a cargo de funciones
importantes, están los directores departamentales, los pastores, los
evangelistas, los profesores, los colportores, el personal de oficina y los
obreros de instituciones.
La tercera unidad de organización es la unión, sea ésta autónoma o
financieramente dependiente. Una “ un ió n ” es “ una agrupación de
asociaciones o campos misioneros dentro de un territorio mayor” .1" Es
administrada por dirigentes ayudados por obreros departamentales y
otros, en forma muy similar a la requerida por una misión o asociación
local. Algunas uniones tienen a la vez misiones y asociaciones en su
territorio. Por ejemplo, la U nión Sudafricana tiene seis asociaciones lo­
cales y seis campos locales o misiones.
La cuarta unidad de la administración adventista es la división. “Las
divisiones son sectores de la Asociación General, con responsabilidades
administrativas que se les han asignado por zonas geográficas.11
Once de estas divisiones administrativas constituyen la iglesia en
todo el campo mundial. Se sabe muy poco acerca de la obra en dos de
estas divisiones, debido a las condiciones políticas reinantes. Pero lo que
se oye decir de vez en cuando revela que el Señor cuida a los suyos y que
los dirigentes nacionales están haciendo lo mejor posible, no sólo para
sostener la obra sino también para extender el mensaje del advenimiento.
La quinta unidad en la organización de nuestra iglesia es, por
supuesto, la Asociación General, “ que es el cuerpo general que comprende
a la iglesia en todas partes del mundo” .12 E l M anual de la iglesia dice lo
siguiente acerca de la posición que ocupa la Asociación General en el
programa m undial de la iglesia:

La Asociación General... está autorizada por sus estatutos a crear


organizaciones subordinadas que promuevan los intereses específicos
en diversas secciones del mundo; y se entiende, por lo tanto, que todas
las organizaciones e instituciones subordinadas en todo el mundo
reconocerán a la Asociación General en congreso, y ala Junta Directiva
fuera de las épocas de congreso, como la más alta autoridad entre
nosotros, después de Dios”.H

La mensajera del Señor dice también que la Asociación General


constituye la autoridad más elevada de la iglesia en el mundo:

Se me mostró que el ju ic io de ningún hombre debería someterse al


ju ic io de ningún otro hombre. Pero cuando elju ic io de la Asociación
General, que constituye la autoridad más elevada que Dios tiene sobre
¿POR Q U E N E C E S ITA D IR IG E N T E S L A IGLESIA? 13

la tierra, sepone en ejecución, la independencia y elju icio privados no


deben mantenerse, sino que deben ser sometidos”.'4

Se necesitan dirigentes
Tal vez el lector haya escuchado la historia de Samuel y las avispas.
Samuel y un amigo guiaban despreocupadamente su carreta por un
camino de la campiña. De vez en cuando, uno de los jóvenes tomaba un
látigo y lo hacía restallar contra los bordes colgantes de las ramas, haciendo
volar las hojas que caían poco a poco a tierra. De pronto pasaron peligrosa­
mente cerca de un nido de avispas que colgaba de uno de los árboles.
¿Por qué no das un latigazo a esas avispas, Samuel? — preguntó su amigo.
— ¡No, señor! — replicó Samuel— , ¡No seré yo quien lo haga! ¡Esas
avispas están organizadas!
Samuel conocía muy bien la eficacia de la organización. Ocurre lo
mismo con la iglesia remanente de Dios. La organización cuidadosa más
los dirigentes consagrados, contribuyen al éxito en la ganancia de las almas
y a su conservación en la verdad.
“ Una m ultitud de hombres sin organización es una turba” . El mismo
grupo de hombres debidamente organizado y conducido por dirigentes
capaces, puede ser convertido en una fuerza eficaz para la lucha o en
una próspera industria. En el caso del movimiento adventista, bien podría
apresurar o retardar el cumplimiento de la tarea dada por Dios y el re­
torno de nuestro Señor.
Los cinco niveles administrativos de la Iglesia Adventista, según se
detallaron en párrafos anteriores, requieren conducción. Y aquí es donde
vosotros podéis estar implicados.
Los muchos miles de iglesias adventistas esparcidas por todo el
mundo necesitan dirigentes. Estas unidades funcionarán eficazmente para
Dios sólo en la medida en que cuenten con ancianos, diáconos, diaconisas,
secretarios, tesoreros, directores misioneros, directores de escuela sabática
y sociedad de jóvenes, y otros dirigentes consagrados. Pensad en el desafío
que presenta la dirección de todas esas iglesias. Sólo en esta primera
unidad administrativa, la iglesia m undial posiblemente requiere más de
150.000 dirigentes. Necesitamos saber lo que Dios espera de los dirigentes
de su iglesia remanente. Necesitamos saber cómo ejercer una dirección
eficaz para él en estas horas finales de la historia.
Con cerca de 550 uniones, asociaciones y misiones en todo el mundo,
que requieren administradores y directores departamentales y miles de
pastores, maestros y otros dirigentes, ¡pensemos en la demanda de d iri­
gentes denominacionales que esto significa!
Y esto no es todo. La Asociación General y las más de 700 institu­
ciones médicas, educacionales y de publicación esparcidas en todos los
14 PARA U S TE D Q U E Q U IER E SER D IR IG E N T E

Y esto no es todo. La Asociación General y las más de 700 institu­


ciones médicas, educacionales y de publicación esparcidas en todos los
países, también necesitan dirigentes y obreros consagrados.
¡Qué desafío! ¿Reúne usted las condiciones necesarias para ser un
dirigente? Probablemente podrá contestar con mayor conocimiento
cuando haya leído el próximo capítulo.*37

1Elena G. de White, Testimonios p ara los m inistros, pág. 216


2 White, Fundamentals o f C hristian Education, pág. 254
3 ,Testimonios p ara los m inistros, pág. 26
-

4 , Joyas de los testimonios, tomo 3, pág. 406


-

3------, Testimonios para los m inistros, pág. 24


6 ,Patriarcasy profetas,pág.374
-

7Ib íd .
“ General Conference B ulletin, 29 de enero de 1893.
7M anual de la iglesia, pág. 46, Edic. 1963.
10Ib id .
11 Ib id .
12Ib id .
13Id., pág. 47
14 Elena G. de White, Testimonies fo r the Church, tomo 3, pág. 492

Educación
Asignatura

C om plem entará
1. ¿Quéprecedente bíblico hay para la organización de la iglesia
contemporánea?

¿Necesitamos un precedente bíblico para validarla?

2. Identifique las 5 unidades de la organización de la Iglesia


Adventista.

¿Son todavía necesarias?

3. ¿Qué diferencia hay entre "organización” y


“adm i nistración ” ?
Capítulo 2

“Lo que... visteis en mí, esto haced” (Fil. 4:9).

¿Reúne Usted las


Condiciones Necesarias?
Es un dínamo en forma humana. Cada día que paso con él m i vida
se enriquece. Eleva mis conceptos. Amplía mis horizontes. Estimula mi
pensamiento. Me hace querer ser un hombre más grande y mejor — y
querer completar más rápidamente la obra de Dios.
M i amigo es un verdadero dirigente, porque los dirigentes genuinos
siempre afectan en esta forma a los que se asocian con ellos. Inspiran y
estimulan a los hombres. La mensajera del Señor lo explicó correctamente
en los siguientes términos: “ El espíritu que manifieste el director será en
gran parte reflejado por el pueblo” .1El espíritu del verdadero dirigente
es contagioso. Pronto todos los que lo rodean comparten su carga y su
entusiasmo. E l grupo está deseoso de seguirlo, de convertir sus sueños
en los suyos propios: de apartar las barreras que estorban su paso hacia
las estrellas.
Los hombres son más importantes que los métodos, más esenciales
que los planes y las disposiciones administrativas. El éxito de cualquier
organización o proyecto depende más del factor humano que del presu­
puesto o de cualquier otro factor. Si una asociación, un campo o una
institución cuentan con la debida clase de dirigentes, crecerán y se desarro­
llarán a pesar de los obstáculos y los problemas.
¿Así que usted desea ser un dirigente? Eso está muy bien, pero
¿reúne usted las condiciones necesarias? ¡Estúdiese a sí mismo!

U n verdadero dirigente cristiano es un hombre espiritual


N o he conocido a otra persona como el Dr. Robinson. Es un hombre
bueno, uno de los mejores cristianos que yo haya conocido. De hecho, es
tan bueno que la gente se aprovecha de él.
El Dr. Robinson aceptaba literalmente las palabras de nuestro Señor:
16 PARA U S T E D Q U E Q U IER E SER D IR IG E N T E

“ E l que tiene dos túnicas, dé al que no tiene” (Lucas 3:11). Lo he visto


compartir sin vacilación lo que poseía con los menos afortunados que él.
A veces he pensado que pertenecía más al otro mundo que al nuestro.
En realidad es un hombre espiritual, un hombre de Dios.
E l Señor utiliza a hombres como m i amigo médico, creo yo, para
recordarnos a nosotros, que formamos el resto de la humanidad, que no
debemos olvidar el aspecto espiritual de nuestro liderazgo o dirección de
la obra de Dios. Puede ser que no todos hayamos sido cortados con la
misma tijera que él, pero cada dirigente cristiano verdadero debe ser
espiritual. ¿Qué quiero decir con “ espiritual” ?
Noé era un dirigente espiritual. N o era un visionario. N o era un
hombre débil o acomodaticio. Era un administrador de primera clase.
Tuvo a su cargo uno de los contratos de construcción más grandes del
mundo antiguo. Era un dirigente de los hombres y de los animales. Era
un hombre con profunda percepción espiritual. “ Con Dios caminó Noé”
(Gén. 6:9).
Esto ocurrió unos cuatro m il años atrás. ¿Y qué podemos decir de
los hombres de nuestra era espacial?
El pastor Preston había pasado el fin de semana en una escuela de
misión. A l despedirse él y su esposa, estrechó calurosamente la mano del
director.
— -¿'Podemos orar juntos antes de retirarnos? — preguntó.
Cuando se levantaron había lágrimas en los ojos del director.
— Pastor — dijo— , tal vez le sorprenda a usted oirme decir que
hace cerca de treinta años que estoy en el campo misionero, y que ésta es
apenas la segunda vez que uno de nuestros hermanos visitantes ha orado
con nosotros. Esto significa mucho para nosotros.
Orar con un obrero una vez no hace espiritual a un dirigente, pero
un dirigente espiritual formará el hábito de orar con sus obreros o con los
miembros cuandoquiera que los visite.
U n dirigente espiritual acepta a Jesús como su modelo. Aprende
del Salvador el poder de la bondad y la magia de la comprensión. N o ha
encontrado en su Maestro ningún rasgo de aspereza o rudeza, y con su
ayuda el dirigente espiritual ha librado su propia vida de los rasgos
anticristianos. Como su Maestro, el dirigente espiritual enfoca todos los
problemas con un espíritu de amor y en la forma como Cristo los habría
encarado. N o es extraño que otros lo amen y lo busquen para recibir
consejo y para orar con él.
N o se llega a ser un dirigente espiritual por nacimiento, por figura­
ción social ni por educación. La espiritualidad no es derramada sobre
una persona por una comisión administrativa o por una junta de iglesia.
La dirección espiritual se recibe mediante el poder del Espíritu Santo, a
¿REUNE U S TE D LAS C O N D IC IO N E S NECESARIAS? 17

través de la oración, de las lágrimas y de la confesión del pecado. Requiere


una gran dosis de sacrificio y un esfuerzo por investigar la propia vida.
Pero únicamente en la medida en que nos convirtamos en obreros
espirituales puede nuestro liderazgo producir el impacto espiritual que
es tan importante para el éxito.

E l dirigente cristiano genuino es un hombre de visión


Cierta vez oí decir al pastor Walter R. Beach: “Visión es lo que separa
a los hombres que hacen algo de los que no hacen nada” . ¡Qué acertada
definición del término!
Frente a obstáculos y oposición, al orgullo y el prejuicio, al vino y la
mundanalidad, el mensaje dado por Cristo a sus seguidores fue: “Alzad
vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega”
(Juan 4:35). Su mensaje constituyó un desafío para su fe y una prueba
para su ánimo frente a una tarea difícil.
¡Qué mensaje para los obreros que trabajan en la causa de Dios en
la actualidad! “ ¡Alzad vuestros ojos! ¡Elevad vuestra mira! ¡Extended
vuestro horizonte!” M il novecientos años después, la mensajera de Dios
para la iglesia remanente repitió las palabras del Señor:

“Oh, cómo meparece oír la admonición día y noche: Avanzad; añadid


nuevo territorio...; dad a l mundo el últim o mensaje de advertencia.
No hay tiempo que perder’”.2

“ Donde no hay revelación divina, el pueblo se pone desenfrenado”


(Prov. 29:18 V M ), escribió Salomón. Es verdad que el rey sabio hablaba
de la revelación o visión profética, y sin embargo es igualmente cierto
que la iglesia de Dios de hoy necesita dirigentes inspirados: hombres
que hayan captado la visión de la obra terminada en esta generación.
Cuando esta visión no los estimula, el pueblo ha de perecer sin lograr
llegar hasta el reino. La iglesia remanente necesita dirigentes que man­
tengan la mirada puesta en lo alto.
Tener visión o perspicacia, según el diccionario, es tener un discerni­
miento o previsión inusitados, y un entendimiento de notable penetración.
U n dirigente con visión ve a las almas en las ciudades y los países
que ahora parecen tenebrosos. Ve edificios de iglesia donde ahora hay
tan sólo terrenos desocupados. Para el obrero con visión no hay Alpes, no
hay Andes, no hay Everests. Su fe valiente e inconmovible supera todos
los obstáculos. Campañas de evangelismo, escuelas, hospitales, clínicas y
edificios de iglesia surgen bajo la magia del toque del Maestro cuando el
hombre de fe y visión acepta las promesas e invita al Dios omnipotente a
que las cumpla.
18 PARA U S TE D Q U E Q UIERE SER D IR IG E N T E

¡Por cierto que hay problemas! ¡Por cierto que existen obstáculos!
Pero éstos no alejan de su propósito a los hombres de visión santificada.
Con la fortaleza de Dios avanzan para realizar sus planes a pesar de los
impedimentos que desanimarían a una persona menos intrépida.
La visión constituye un descontento divino. Es una cualidad santi­
ficada que Dios implanta profundamente en el corazón del hombre que
no se conforma con sus realizaciones del pasado. Se siente impelido a
avanzar continuamente, intentando y realizando con la fortaleza del cielo
grandes cosas para Dios. La visión nunca hará que un hombre deje de
alcanzar el blanco que se había propuesto. De algún modo luchará hasta
obtener la victoria, aunque tenga que rodear los obstáculos o bien pasar
por encima o por debajo de ellos.
Hay una verdad estimulante que debería abrirse paso en forma
candente hasta el corazón de cada obrero que trabaja en la causa de Dios:
una organización pocas veces consigue hacer más de lo que sus dirigentes creen
que puede realizar. Sólo raramente las realizaciones de una iglesia son
mayores que las de su pastor. Una asociación o un campo misionero
difícilmente exceden la medida de fe manifestada por sus dirigentes. La
obra avanza con un dirigente. Pero con otro dirigente, la obra se estanca
en el mismo campo. El factor determinante bien podría ser la medida de
visión santificada que exhiba el dirigente.
¡Oh Dios, concédenos visión! ¡Concédenos el poder para elevar la
mirada y para levantar nuestros blancos! ¡Tanto depende de ello! Danos
obreros cuyos ojos se eleven hacia el cielo, por encima de los cerros estériles
de la experiencia ordinaria y las realizaciones comunes. ¡Qué honor!
¡Cuán grande es nuestro desafío! ¡Qué asombroso día de oportunidad!
Resulta estimulante la siguiente declaración del Dr. Frank Lauback:

E l cielo tiembla por temor de que resultemos demasiado insuficientes


y lleguemos demasiado tarde, por temor de que nuestros hábitos
imperfectos nos lim iten cuando Dios nos insta a realizar grandes cosas
. . . Temo por algunos. . . que no tienen fuego n i visión. . . que
comienzan a considerar demasiado d ifíc il realizar un plan, o a creerlo
insólito, o prematuro si no se lo vigila debidamente, o demasiado in ­
form al, o demasiado grande. E l tipo de hombres aficionados a aplicar
losfrenos, el tipo de hombres que actúan con lentitud... puede arruinar
el programa de Dios. Vosotros, los que tenéis escasafe, quitad el pie del
fre n o ... ¿Quién oyó decir alguna vez que Dios nos está deteniendo?
E l llora por nosotros así como lloró por Jerusalén. No tenemos nada
que temer; no caeremos cuando Dios nos empuje. Os diré qué debemos
temer: temamos nuestra condición actual, temamos el no ser bastante
buenos, el no tener suficiente calor, el no ser suficientemente empren-
¿REUNE U S T E D LAS C O N D IC IO N E S NECESARIAS? 19

dedores, el no tener suficiente am plitud de miras para satisfacer las


necesidades de esta hora espléndida.
E l dirigente cristiano genuino conoce la Palabra y confía en ella
Los primeros dirigentes del movimiento adventista eran hombres y
mujeres de la Palabra. Escudriñaban las Escrituras para comprender la
voluntad de Dios para ellos. Pasaban noches enteras en oración investi­
gando la verdad.
¡Qué ejemplo para aquellos de nosotros que tenemos el gran p rivi­
legio de edificar sobre los fundamentos que ellos establecieron tan
firmemente! En una descripción de los dirigentes de la iglesia de Dios, la
sierva del Señor dice:

Deben ser. . . estudiantes inteligentes de la Palabra, capaces también


de enseñar a otros, sacando de su tesoro cosas nuevas y viejasJ

Un administrador fácilmente puede dejarse absorber a tal grado


por la tarea de resolver problemas y dirigir la obra, que llegue a a carecer
de tiempo para dedicarse al estudio de la Biblia. Cuando un dirigente
está demasiado ocupado para dedicarle cada día tiempo a Dios y a su
Palabra, está más ocupado de lo que el cielo alguna vez se propuso que
estuviera. ¿Cómo podemos mantener una estrecha relación con nuestro
gran Dirigente, si nuestros ojos y oídos no están constantemente alerta
para captar sus órdenes de marcha?
Cuando estamos demasiado ocupados para estudiar, este hecho
pronto se refleja en nuestra predicación. Presentamos sermones “ adminis­
trativos” en lugar del reconfortante mensaje evangélico, que estimula los
corazones de los hombres y proporciona alimento a sus almas.
E l pastor Walter E. M urray dijo una vez: “Algunos administradores
tienen la tendencia a interesarse menos en la predicación de lo que se
interesaban en ella cuando eran pastores o cuando estaban dedicados a
alguna otra actividad en la obra del Señor” .
Es conveniente que como dirigentes nos controlemos con frecuencia
a fin de asegurarnos de que no relegamos el estudio de la Biblia y la
preparación de sermones a un lugar de importancia secundaria en nuestro
activo programa.

E l dirigente cristiano genuino es hum ilde


¡Nunca olvidaré ese espectáculo! A hí estaba de rodillas un obrero
que ocupaba una posición elevada en la iglesia de Dios, lavando los pies
de un compañero de trabajo que pocos días antes había dicho cosas falsas
y mal intencionadas contra él. “ Eso es lo que se flama cristianismo en
acción — pensé al observar la escena. He aquí un verdadero dirigente de
20 PARA U S T E D Q U E Q UIERE SER D IR IG E N T E

Israel” .
U n dirigente cristiano genuino, tal como su gran Ejemplo, es hu­
milde. Piensa únicamente en los demás, y está dispuesto a postergarse a
sí mismo en bien de los otros.
Cristo dijo una vez a sus oidores: “ E l que es mayor de vosotros, sea
vuestro siervo. Porque el que se enaltece será humillado, y el que se
hum illa será enaltecido” (Mat. 23:11, 12).
Pablo dice: “ Dios no hace acepción de personas” (Gál. 2:6). “Porque
el que se cree ser algo, no siendo nada, a sí mismo se engaña” (Gál. 6:3).
Diótrefes debió ser un hombre orgulloso y ambicioso, porque Juan
lo describe como alguien “ al cual le gusta tener el primer lugar” (3 Juan
9). La obra de Dios de entonces y de ahora puede prescindir de Diótrefes
y de todos los que se le parezcan. Somos todos hombres insignificantes
ocupados en una tarea grandiosa, y únicamente el mensaje que llevamos
nos engrandece en cualquier sentido que tenga esta palabra. Los verda­
deros dirigentes de Dios, como su gran Modelo, son hombres humildes.

E l dirigente cristiano genuino es paciente


“ N o nos preocupamos demasiado cuando las mejillas del pastor
W hite comienzan a ponerse rojas — me dijo cierta vez un obrero— . Y
aunque su cuello suba un poco de color no es demasiado malo, pero
cuando sus orejas comienzan a ponerse rojas, ¡entonces cuidado! ¡Se le
ha terminado la paciencia, y debemos prepararnos para lo que venga!”
El trabajo del dirigente confronta a la persona con situaciones exas­
perantes. La gente no se mueve con suficiente rapidez. O bien se mueve
demasiado rápidamente. N o comprende con suficiente penetración los
problemas y los planes. N o hace lo que se le indica. N o hace nada a
menos que se le ordene. La gente no colabora, es irrazonable, y algunas
veces hasta carece de buen juicio.
“Todo hombre sea pronto para oir, tardo para hablar, tardo para
airarse” (Santiago 1:19), aconseja el apóstol Santiago. Perder la calma y
decir lo que uno se sentiría tentado a decir bajo la presión y la tensión, es
un lujo que ningún obrero cristiano puede permitirse. La pérdida de la
calma le ha impedido a más de un dirigente cristiano en potencia colocarse
a la plena altura de sus posibilidades. ¡Nadie se siente cómodo cuando
las orejas de un dirigente comienzan a ponerse rojas!

E l dirigente cristiano genuino es bondadoso y comprensivo


Cierta vez visité una estación misionera aislada en compañía del
presidente del campo. Cuando nuestro automóvil se detuvo frente a la
casa de la misión, un grupo de niños acudió a todo correr compitiendo
por llegar primero junto a m i amigo. Una niñita de aspecto serio permane-
¿REUNE U S T E D LAS C O N D IC IO N E S NECESARIAS? 21

ció asida de su mano la mayor parte del tiempo que estuvimos en la misión.
Era evidente que tenía un gran concepto de su “ tío” . Todos mis esfuerzos
por captar algo de su atención resultaron fallidos.
Esta persona es conocida en todo su campo, tanto por los adultos
como por los niños, como un dirigente bondadoso y comprensivo. Y eso
es cierto. Lo sé; he trabajado con él, y he ganado mucho por haber viajado
y por haberme relacionado con él.
“ Sed benignos unos con otros, misericordiosos” (Efe. 4:32), escribió
el apóstol Pablo. “Vuestra gentileza sea conocida de todos los hombres.”
(Fil. 4:5). Sólo cuando Cristo mora en el corazón, puede un dirigente ser
bondadoso y comprensivo.

Si Cristo vive en nosotros, seremos sufridos, bondadosos y prudentes,


alegres en medio de los enojos e irritaciones.4

Pablo dice: “ En la enseñanza mostrando integridad, seriedad” (Tito


2:7). Este es un buen consejo para los dirigentes cuando los obreros o los
miembros acuden a ellos con problemas que podrían juzgar de poco
monto, especialmente al final de un recargado día de trabajo. La m ani­
festación de comprensión y bondad en tales circunstancias, indica que
son dirigentes cristianos genuinos.
La Sra. de W hite escribió:

Si Cristo vive en nosotros, seremos sufridos, bondadosos y prudentes.5

E l que es cristiano tendrá palabras bondadosas para sus... asociados.


Será bondadoso, cortés, amable y lleno de simpatía. . . Hablará con
suavidad. . . Entre los hijos de Dios no mora el espíritu de aspereza.6

Cuando nos sintamos tentados a emplear nuestra autoridad para


“ darle su merecido” a alguien que nos ha perjudicado, sería conveniente
que siguiésemos el ejemplo del poeta italiano Tasso. Cuando alcanzó la
cumbre de su carrera, se halló en condiciones de vengarse de un hombre
que lo había perjudicado enormemente años atrás.
— N o deseo despojarlo — dijo el poeta— , y sin embargo hay algo
que desearía tomar de él.
— ¿Su honor, su riqueza, su vida? — le preguntaron a Tasso.
— N o — contestó benévolamente— . Lo que deseo tomar de él
procuraré obtenerlo mediante el ejercicio de la bondad, la paciencia y la
clemencia. ¡Le quitaré su malevolencia!

La bondad es una luz consoladora que penetra en los corazones


22 PARA U S T E D Q U E Q U IER E SER D IR IG E N T E

entristecidos, los ilum ina con esperanza y gozo... y luego se va.


La bondad es una preocupación desinteresada, con obras generosas y
amigables, inspirada por el deseo de ayudar aun hermano en necesidad.
La bondad es el olvido de nuestras propias aspiraciones mundanas, el
olvido de todo, menos de los clamores de nuestro prójim o necesitado.
La bondad es un guía amante que nos muestra cómo debemos vivir,
un tesoro que cuanto más lo usamos, más tenemos de él para dar.
— N ick Kenny

Demetrio es un personaje bíblico de quien conocemos muy poco.


Sin embargo debió haber sido muy bondadoso y comprensivo, porque el
apóstol Juan registra lo siguiente de él: “Todos dan testimonio de Deme­
trio. . . y también nosotros damos testimonio (3 Juan 12).
Señor, haz que haya más Demetrios entre nuestros dirigentes en
todos los niveles.

E l dirigente cristiano genuino es responsable y determinado


E l siguiente es un episodio trivial, pero ilustra mi punto de vista. E l
Hno. Kivuku acababa de ser nombrado secretario-tesorero de una misión.
El presidente de su campo, que durante un tiempo había estado revisando
el trabajo, lo estaba poniendo en posesión de su cargo.
-—Aquí están las llaves de la caja fuerte — le dijo sonriendo— . Las
va a necesitar en su trabajo.
E l Hno. Kivuku retrocedió alarmado.
— N o me obligue a tomarlas — se lamentó— . ¡Alguien podría
matarme!
% no sé qué concepto de su trabajo tenía aquel tesorero, o quién
pensaba él que debía encargarse del dinero, pero su primera reacción fue
evadir la responsabilidad.
Muchas personas que buscan empleo no están dispuestas a cum plir
la responsabilidad que éste lleva aparejada. Son gimnastas administra­
tivos. U n amigo mío dijo acertadamente en relación con esto: “ Sus ejerci­
cios favoritos son esquivar los problemas, pasar por encima de las deci­
siones y pasar el bulto a otros” .
La Hna. W hite, al aconsejar al Hno. A concerniente a su fracaso en
llevar responsabilidades, le dijo:

Usted no ha estado dispuesto a llevar responsabilidades. Tiene la


tendencia natural a evitarlas... Debe llevar cargas en conexión con la
obra de Dios.

E l exceso de comodidad y la tendencia a evitar la responsabilidad han


¿REUNE U S T E D LAS C O N D IC IO N E S NECESARIAS? 23

convertido en debiluchos y enanos a aquellos que deberían haber sido


hombres responsables, de poder moral y de poderosafib ra espiritual.7
Un dirigente no puede ser ni un debilucho ni un enano.

E l que obre de acuerdo con la capacidad que le ha sido confiada,


llegará a ser un sabio edificadorpara el Maestro, pues está en la escuda
de Cristo aprendiendo a realizar las obras de Dios. No rehuirá el peso
de las responsabilidades, pues comprenderá que cada uno debe exaltar
la causa de Dios hasta el lím ite de su capacidad, y estará dispuesto a
soportar la presión de la obra. Sin embargo, Jesús no perm itirá que
sea aplastado su siervo bien dispuesto y obediente. No es el hombre
que lleva pesadas responsabilidades en la causa de Dios el que necesita
vuestra compasión, pues esfie l y leal al cooperar con Dios, y mediante
la unión del esfuerzo divino y humano se completa la obra. E l que es
objeto de compasión es aquel que rehúye las responsabilidades, que no
comprende el privilegio al cual es llamado.8

¿Desea usted ser un dirigente? Entonces escuche este consejo inspi­


rado: “Vivid, entonces, teniendo el debido sentido de la responsabilidad,
no como hombres que no conocen el significado y el propósito de la vida,
sino como quienes son sabios” (Efe. 5:15). “Tus ojos miren lo recto, y
diríjanse tus párpados hacia lo que tienes delante” (Prov. 4:24), dijo el
rey sabio. “N o te desvíes a la derecha ni a la izquierda” (Prov. 4:27).

Cuidad de que vuestro fundam ento esté seguro; luego edificad


firm em ente, y con esfuerzo perseverante, pero en am abilidad,
mansedumbre y amor.9

Aceptad vuestra responsabilidad, fijad vuestro rumbo, y avanzad


con unidad de propósito: esto constituye la marca distintiva del verdadero
dirigente. Cuán sabiamente lo expresa esta pequeña posdata:

Quien una vez dijo con toda sabiduría:


“Asegúrese de que tiene razón y luego avance",
bien pudo haber añadido:
‘¡Cuando sabe que no la tiene, deje de insistir!”
— Autor desconocido

E l dirigente cristiano genuino debe ser valeroso


Un grupo de rebeldes avanzaba sobre nuestra estación misionera
de Bigobo, en el sur del Congo, dejando tras de sí una estela de carnicería
y destrucción. E l humo de las poblaciones incendiadas cada vez se
24 PARA U S TE D Q U E Q UIERE SER D IR IG E N T E

E l dirigente cristiano genuino debe ser valeroso


U n grupo de rebeldes avanzaba sobre nuestra estación misionera
de Bigobo, en el sur del Congo, dejando tras de sí una estela de carnicería
y destrucción. E l humo de las poblaciones incendiadas cada vez se
aproximaba más a nuestra misión. El pastor Simeón Mahune, director
de la misión, estaba frente a una decisión angustiosa. ¿Debería escapar a
la selva con los demás obreros y sus familias, dejando la propiedad de la
misión librada a los caprichos de las tropas que obraban bajo el influjo de
drogas enloquecedoras? Decidió firmemente que no lo haría.
Cuando llegaron los rebeldes, fueron recibidos a las puertas de la
misión por los pastores Mahune y Kasam. Se necesitaba verdadero valor
para hacer frente a esa turba que bailaba y gritaba desenfrenadamente, y
para rogar a los cabecillas que no destruyeran la propiedad del Señor.
¡Pero su valor salvó la estación! En cincuenta kilómetros a la redonda,
todas las poblaciones y todos los edificios estaban en ruinas. Otras misiones
también fueron destruidas. Solamente Bigobo permaneció sin ser tocada,
como monumento al poder protector de Dios y a la intrepidez de dos
dirigentes misioneros que rehusaron escapar frente al peligro y la amenaza
de muerte.
Nuestro liderazgo debe ser valeroso, en consonancia con los tiempos
en que vivimos y digno del pueblo que Dios nos ha llamado a conducir.
Cuando el dirigente pierde el valor, la causa está perdida.
E l espíritu de profecía dice:

Se necesitan hombres firm es que no esperen a que el camino se les


allane y quede despejado de todo obstáculo, hombres que inspiren
nuevo celo a los débiles esfuerzos de los desalentados obreros, hombres
cuyos corazones irradien el calor del amor cristiano, y cuyas manos
tengan fuerzas para desempeñar la obra del Maestro f"

¿Reveses? ¡Algunas veces! ¿Frustraciones? ¡Probablemente! ¿Proble­


mas? ¡Ciertamente! — hasta que el Señor venga— . ¿Dificultades?
¡Muchas! ¿Pero desánimo o derrota? ¡Nunca! Nada de esto cuando el
Dios a quien servimos va delante de nosotros.

No hemos de consentir en que lofuturo con sus dificultosos problemas,


sus perspectivas nada halagüeñas, nos debilite el corazón, haga
flaquear nuestras rodillas y nos corte los brazos. . . Cualquiera que
sea nuestra condición, si somos hacedores de su Palabra, tenemos un
Guía que nosseñale el camino; cualquiera quesea nuestra perplejidad,
tenemos un buen Consejero.11

Abrahán Lincoln dijo cierta vez: “ U n árbol se mide mejor cuando


está caído” . ¿Cuál es su estatura de dirigente cuando hay problemas?

E l dirigente cristiano genuino es íntegro


Veintidós personas se preparaban para el bautismo. Nunca antes en
CREUNE U S TE D LAS C O N D IC IO N E S NECESARIAS? 25

la historia de nuestra obra en esa difícil comarca había habido perspectivas


tan animadoras. Pronto se organizaría una activa iglesia en la ciudad
capital.
Pero entonces recibieron el golpe.
Circuló la noticia de que el predicador era infiel a su esposa. Una
joven de la comunidad quedó esperando familia. Una oscura noche el
predicador desapareció, dejando desconsolados y sin recursos a su esposa
y a sus hijos. “ Errará por lo inmenso de su locura” (Prov. 5:23). En verdad,
como dice el rey sabio, había dado “ a los extraños tu honor” (Prov. 5:29).
Fue algo lamentable.
Poco después llegó un nuevo pastor para reemplazar a su hermano
caído. Comenzó a trabajar activamente con el propósito de reunir los
restos de una obra que una vez había parecido prometedora. Tan sólo
cuatro o cinco personas aún estaban dispuestas a abrir sus puertas al nuevo
dirigente. E l resto de la gente declaró: “ No queremos saber nada con una
religión que produce esta clase de engaños” . La oración y la perseve­
rancia salvaron alrededor de la mitad de los simpatizantes. Las prom i­
sorias perspectivas habían sido desbaratadas por la debilidad de un
dirigente. Hasta hoy pende un aire de difamatoria sospecha sobre nuestra
obra en aquella ciudad. ¿Quién puede medir la pérdida de fe, la desilusión,
la disminución de la confianza, los quebrantos familiares, el desperdicio
de los fondos de Dios, que siguieron a la caída de un dirigente?
N o es extraño que el apóstol Pablo escribiera: “ Para que aprobéis lo
mejor, a fin de que seáis sinceros e irreprensibles para el día de Cristo,
llenos de frutos de justicia que son por medio de Jesucristo, para gloria y
alabanza de Dios” (Fil. 1:10,11).
“ Purificaos los que lleváis los utensilios de Jehová” (Isa. 52:11), es
el ruego del profeta evangélico. El apóstol Pablo insta: “Absteneos de
toda especie de mal” (1 Tes. 5:22). Si una persona juega con fuego es
muy probable que se queme. “ ¿Tomará el hombre fuego en su seno sin
que sus vestidos ardan? ¿Andará el hombre sobre brasas sin que sus pies
se quemen?” (Prov. 6:27, 28). Los dirigentes de Dios deben ser limpios,
hombres y mujeres de impecable integridad.

E l dirigente genuino es leal a su Dios, a su iglesia y a sus hermanos


Los jóvenes que sirven en el ejército prestan un juramento de lealtad.
Hubo un tiempo cuando los reclutas del ejército británico juraban lealtad
a su rey sosteniendo una moneda que tenía su efigie. Habían “ tomado la
moneda del rey” , y al hacerlo así prometían ser leales hasta la muerte.
Como dirigentes y obreros en la causa de Dios, hemos “ tomado la
moneda del rey” . Y al hacerlo así nos hemos entregado a él para siempre.
26 PARA U S T E D Q U E Q U IER E SER D IR IG E N T E

Pablo dice: “ Estad firmes, y retened la doctrina que habéis aprendido” (2


Tes. 2:15). El Señor resucitado nos habla por medio de la pluma del
Revelador: “ Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida”
(Apoc. 2:10). N o debería haber ni la más mínima sombra de variación.
Nuestra vocación de cristianos y obreros es para toda la vida. Dios exige
nuestra lealtad y la recompensará abundantemente.
Debemos ser leales a quienes están “ por encima” o “ por debajo” de
nosotros. “ La fidelidad a Dios entraña fidelidad al hombre” . E l incidente
que David protagonizó con Saúl cuando éste dormía en la caverna, ilustra
nuestra fidelidad a los escogidos de Dios. David podía muy bien quitarle
la vida al rey, pero rehusó hacerlo. D ijo: “Jehová me guarde de hacer tal
cosa contra m i señor, el ungido de Jehová, que yo extienda m i mano con­
tra él; porque es el ungido de Jehová” (1 Sam. 24:6).
Dios requiere que en nuestros días manifestemos una lealtad sim i­
lar a los dirigentes de la iglesia. Cualquier persona que sea desleal a sus
dirigentes y a sus compañeros en la obra es indigna de la posición de
confianza que tiene.

Dios llam a a personas de fid e lid a d inquebrantable. En caso de


emergencia no tiene lugar para gente de dos caras. Quiere obreros que
coloquen sus manos sobre un trabajo equivocado y digan: “Esto no
está de acuerdo con la voluntad de Dios’’13

E l permanecer de pie en defensa de la verdad y la justicia cuando la


mayoría nos abandone, el pelear las batallas del Señor cuando los
campeones sean pocos, ésta será nuestra prueba. En este tiempo,
debemos obtener calor de lafrialdad de los demás, valor de su cobardía,
y lealtad de su traición.14

[D ios] espera de cada uno que manifieste lealtad.13

Que Dios nos haga dirigentes leales a Dios y a nuestros hermanos.

¿Estamos a la altura de la tarea?


A l contemplar las exigencias de la obra que tenemos delante, sea
que estemos comenzando el ascenso hacia la dirección o que hayamos
llevado responsabilidades durante muchos años, sin duda nos sentiremos
inclinados a exclamar con el apóstol: “Y para estas cosas, ¿quién es
suficiente? (2 Cor. 2:16). Sólo en la medida en que aceptemos la
certidumbre de la respuesta que dio Pablo a su propia pregunta, podemos
atrevernos a avanzar como dirigentes: “Todo lo puedo en Cristo que me
fortalece” (Fil. 4:13). E l es nuestra única esperanza.
¿REUNE USTED L A S C O N D IC IO N E S N E C E S A R IA S ? 27

Hemos de mantenemos cerca de nuestro gran D ire c to r " 16

H ijos Buenos para la H ora del Señor

Señor, haznos h ijo s bondadosos,


Llenos de cortesía y am or.
Señor, haznos pacientes y hum ildes,
Virtudes éstas d e l Creador.

Señor, lle n a nuestras vidas


de poder, em puje y valor.
Que podam os hacerfre n te a la tarea
En la hora d e l Señor.

N o es tiem po de cobardía
N i de estar ansiosos, o e l desánimo temer.
Es momento de avanzar sin miedo,
iSeñor, llena nuestras vidas de PO DER!
Roberto H . Pierson.
9 --, Consejosp a ra lo s m aestros, pág. 52
1Elena G. de White, Servicio cristiano, pág. 221 10-- , E l m in iste rio de curación, pág. 497
2 White, Evangelismo, pág. 61 "Id ., pág. 192
3— - Obreros evangélicos, pág. 427 ---,
12 L a educación, pág. 72
4 , E l ministerio de curación, pág. 388 3---, M ensajes selectos, tom o 2, pág. 153
-

5Ibid. ---
' Testim onios p a ra la Iglesia, t. 5, pág. 128
6 , My Life Today, pág. 196 ---, Profetas y reyes, pág. 129
-

1----- , Testimoniesfo r the Church, t. 3, pág. 495 --- Testimoniosp a ra los m inistros, pág. 440
8----- , Mensajes selectos, tomo 1, pág. 441

Educación
— Asi gnat ur a ^ -

1. ¿CreeustedqueelEspíritu deDios essiempre evidente en /a


vida de un dirigente espiritual?

Com plem entará Si asíes¿en quéformassemanifiesta?

¿Quécualidades de liderazgo espiritualson imposibles de


encontrar en los dirigentes comunes?

2. E l escritor afirma que “una organización raras veceslogra


más de lo que sus dirigentes creen quepuede”. ¿Estáusted
de acuerdo? ¿Por qué?
Capítulo 3

Sé de dónde he venido y a dónde voy (Juan 8:14).

iSabe Usted a Dónde Va


y por Qué?

¡Ser una tortuga con dos cabezas es una experiencia enloquecedora!


Hace pocos años un pescador encontró precisamente esa monstruosidad
en los pantanos de Luisiana. Un biólogo de un colegio de Misisipí, que
examinó esa tortuga, informó que cada cabeza era capaz de dirigir la
acción de medio cuerpo en forma enteramente independiente de la otra.
E l pobre Haroldo — tal fue el nombre que le dieron a la tortuga de
dos cabezas— con frecuencia se encontraba en las situaciones más
frustradoras. Mientras una cabeza y una mitad de su cuerpo deseaban
más que nada dorm ir una siestecita bajo el cálido sol del sur, la otra cabeza
y la otra mitad sentían hambre y querían ir en busca de alimento. Con
una mitad durmiendo y la otra mitad arrastrándose, el pobre Haroldo
pasaba la mayor parte de su tiempo andando en círculos.

1. Im portante objetivo de la administración: operar


una organización eficaz

Ya se trate de una tortuga o de una sociedad de jóvenes, de una


iglesia o de una asociación, un par de cabezas que no colaboran conducen
al desastre. Lo normal es que exista una sola cabeza. En una iglesia o
una asociación debe haber alguien que coordine y aconseje a los que
hacen funcionar la institución. A menos que la organización cuente con
una cabeza, empleará mucho tiempo andando en círculos, lo mismo que
el pobre Haroldo.
En la sociedad de jóvenes misioneros voluntarios, la cabeza está
representada por su director; en la iglesia por el pastor, en una asociación
o misión por el presidente.
30 PARA U S T E D Q U E Q U IER E SER D IR IG E N T E

Si usted es presidente de cualquier organización de la iglesia,


permítame referirle una pequeña historia para que la importancia de su
posición no tome proporciones indebidas ante sus propios ojos.
Un niñito llegó corriendo casi sin aliento a donde estaba su madre.
— ¡Mamá! ¡Mamá! ¡Me eligieron presidente del club de niños!
— ¡Qué bueno! ¡Cuánto me alegro! — le dijo cariñosamente su
madre— . Cuéntame cómo te eligieron para ese honor tan grande.
— Verás, mamá — le contó G uillerm ito, con algo más de compos­
tura— . Querían que fuera secretario, pero no sé escribir. Luego querían
que fuera tesorero, pero no sé contar. ¡Así que me eligieron presidente!
Ahora que todos nosotros los presidentes, los pastores y los dirigentes
hemos encontrado nuestra perspectiva debida, podemos proceder con la
consideración de nuestros objetivos como administradores y dirigentes
cristianos. Deseamos mantener una organización eficaz, funcional. A fin
de cum plir este objetivo es necesario sincronizar el trabajo de diferentes
departamentos, instituciones y oficinas. Diversos autores han escrito sobre
los aspectos técnicos de la dirección y la administración denominacionales.
Nos limitaremos aquí a tratar algunos de los aspectos menos complicados
y más obvios de la tarea de promover una organización eficaz.

Coloqúense las personas apropiadas en los lugares debidos


E l pastor Estudioso era un pastor de primera clase, sociable y
visitador infatigable. Sus sermones revelaban profundidad espiritual y
discernimiento de las necesidades de la grey. Atendía bien los negocios
de su iglesia. Sus feligreses lo amaban.
Nunca he podido comprender por qué los miembros de la junta de
su asociación supusieron que el pastor Estudioso llegaría a ser un buen
director del Departamento de Jóvenes. Le asignaron ese cargo. H izo lo
mejor que pudo, pero los hermanos pronto descubrieron que tenían “ un
tarugo cuadrado en un agujero redondo” . N o tenía el entusiasmo, la
imaginación, la exuberancia ni la resistencia física necesarias.
Ubicar a hombres y mujeres adecuados en posiciones claves es un
problema importante en la tarea de conducir una organización eficaz,
sea ésta una iglesia o una asociación. Los antecedentes del dirigente, su
educación, su experiencia, su personalidad, su trato con la gente, su
lenguaje y su adaptabilidad, son todos factores determinantes; deben ser
estudiados con cuidado por los responsables de tomar decisiones.
Una persona puede tener todas las calificaciones necesarias para
ser un anciano eficaz y sin embargo como dirigente de los jóvenes resultar
un fracaso. Otro puede desempeñarse en forma excelente como director
del Departamento de Educación, pero fallar lamentablemente en el de
Actividad Misionera. He conocido a evangelistas dinámicos y fructíferos
¿SABE U S TE D A D O N D E VA Y POR QUE? 31

cuyo período de servicio se ha acortado cuando se los designó pastores


de iglesia. ¡Ubiquemos a la gente adecuada en los lugares debidos!

Cada uno debería saber lo que se espera de él


Luego, estas “ personas adecuadas” deben saber qué se espera de
ellas. Sea que el programa se lleve a cabo en una iglesia, en una institución
o en una asociación, los obreros y los miembros deben saber claramente
qué parte les corresponde. Algunos dirigentes dejan estos detalles librados
al azar, y los resultados son un fracaso completo o un éxito parcial.
Si un pastor debe visitar en una fecha determinada a los funcionarios
de una ciudad para obtener permiso de recolección, hay que decírselo. Si
una hermana ha de responsabilizarse de recoger ropas y otros artículos
en una zona determinada, el dirigente debe informarle exactamente cuál
es su territorio, quiénes la ayudarán, cuándo y dónde se entregarán los
artículos recolectados, y cualquier otro hecho importante para el buen
desempeño de su tarea.
Muchos planes han fracasado sencillamente porque el dirigente no
aclaró a sus colaboradores qué es lo que se esperaba de ellos.
Luego (¿necesito decirlo?), después de explicar a cada obrero lo
que se espera de él hay que esperar que cada obrero o miembro haga
exactamente lo que se le ha asignado — y no menos que eso. Esto no siempre
resulta fácil, pero es un desafío del liderazgo; y espero que en este libro
usted halle elementos que le faciliten la consecución de este objetivo.

Búsquense personas compatibles para que trabajen juntas


Cierto dirigente me dijo que dos personas que no se llevaban bien y
que trabajaban en la misma oficina o institución debían ser dejadas ju n ­
tas para que saldaran sus diferencias. Francamente no creo en esa filosofía.
Es indudable que hay ocasiones cuando no es posible realizar ajustes
inmediatos de personal con el fin de aliviar tensiones y aumentar la
eficacia de una organización, pero hágase esto cuandoquiera que sea
posible. Coloqúense juntas personas que sean compatibles. La vida es
demasiado corta y las úlceras son demasiado dañinas para obrar de otro
modo. N o se obligue a Pablo y a Bernabé a trabajar juntos en la misma
estación misionera o en el mismo departamento de una asociación por
más tiempo del que sea indispensable.

Trabájese en estrecha relación con la junta


E l dirigente que desee tener éxito debe trabajar estrechamente
relacionado con la junta de la iglesia, de su institución o de la asociación.
Antes de que se lleven a la práctica los planes en la iglesia, en la institución
o en la asociación, éstos deberían analizarse cuidadosamente, y aprobarse
32 PARA U S T E D Q U E Q UIERE SER D IR IG E N T E

o modificarse por acción de la junta o de la comisión correspondiente.


Esto da un respaldo de autoridad al programa y asegura el apoyo necesario
cuando las cosas no marchan bien o cuando es necesario más énfasis.
¡Antes de llevar los planes a la iglesia o al campo, llévelos a su junta!

N o organice exageradamente
N o hace mucho oí una historia interesante. Dos muchachos constru­
yeron una embarcación que debía ser propulsada a vapor. Para darle una
mayor apariencia de “ autenticidad” instalaron en ella el pito de un gran
barco de vapor obsequiado por un amigo.
Llegó el día de la botadura. La pequeña caldera estaba bien provista
y el vapor tenía buena presión. Cuando estuvieron listos para iniciar su
prim er viaje por la laguna, los muchachos tiraron la cuerda del enorme
pito. Este lanzó un estruendoso sonido. Pero hubo una sola dificultad.
Se requirió tanto vapor para hacer sonar el pito que no quedó suficiente
para mover la embarcación.
A veces organizamos con exceso. Instalamos tantas ruedas que la
máquina se desbarata. La organización de la iglesia o del campo puede
hacerse en forma tan complicada que confunda a los miembros y a los
obreros. Se requiere tanto vapor para hacer sonar el pito que no hay
suficiente para impulsar el programa.

La organización no debe ser excesiva, para evitar que los obreros


lleguen a ser como D avid dentro de la armadura de Saúl; para que su
potencial de trabajo no se desgaste en cosas rutinarias; para que no se
parezcan a una poderosa máquina que no tiene suficiente poder para
hacerla funcionar. Que la maquinaria sea sencilla y que el poder del
Espíritu Santo sea abundante. Para lograr esto debe haber mucha
oración y serena confianza en Dios.1

2. Mantener un programa bien equilibrado

E l pastor Unilateral era un hombre bueno, un organizador eficaz.


Bajo él todo prosperaba. Sabía cómo resolver los problemas financieros
de su campo. La mayor parte de sus obreros lo respetaban mucho. Se
había iniciado en la obra trabajando en el magisterio.
E l programa educacional del campo al que pertenecía el pastor
Unilateral había progresado. Sus escuelas recibían subvenciones liberales
para construcción y equipo. E l creía en la obra educacional.
Pero además de buenas y bien equipadas escuelas, la asociación del
pastor Unilateral también necesitaba otras cosas: un vigoroso programa
de publicaciones, más escuelas sabáticas filiales, algunos programas de
¿SABE U S T E D A D O N D E V A Y P O R Q U E ? 33

radio, nuevos edificios de iglesia, y veintenas de esfuerzos evangélicos.


Para decirlo con las palabras de nuestro Señor: “ Esto era necesario hacer,
sin dejar de hacer a q u e llo ” (M a t. 23:23). U n segundo objetivo m ayor de
una eficiente a d m in istra ció n de la iglesia, es entonces, planear y m antener
u n p ro g ra m a bien e q u ilib ra d o en todos los niveles.

Préstese a te n ció n a cada d e p a rta m e n to de la iglesia


E l program a de una iglesia o de una asociación que esté d o m inado
p o r la obra de beneficencia en d e trim e n to de la educación cristiana, no
está bien e q u ilib ra d o . U n a asociación puede tener grandes reservas en el
banco, su capital operativo puede sobrepasar en m ucho el cien p o r ciento
a utorizado ; pero si se está descuidando el evangelismo de los jóvenes,
entonces estamos ante u n triste cuadro de unila te ra lid a d .
U n program a bien e q u ilib ra d o , sea en la iglesia local, en una in s titu ­
ció n o una asociación, in c lu irá cada departam ento, a cada obrero y a
cada m ie m b ro . D io s nos ha p ro porcion ado m isericordiosam ente diversos
talentos. A lg u n o s cantan en form a adm irable. O tros son oradores. Estos
son maestros. A q u é llo s son extrovertidos. O tros introvertidos. A lgunos
b rilla n en p ú b lico . O tros trabajan más efectivam ente entre telones. Estos
trabajan con excelencia en la obra de la escuela sabática. A q uéllos son
dirigentes natos de la ju v e n tu d . A lg u n o s sirven para ayudar. O tros son
poderosos en la oración.
¡Q ué program a podría tener usted en su iglesia, en su asociación,
en su cam po m isionero, si se tom ara el tiem po y tuviera cuidado de aprove­
char todos los diversos talentos que D io s ha colocado a su disposición!
T endría predicadores voluntarios, dirigentes de escuelas sabáticas filiales,
colportores evangélicos, oradores del program a de tem perancia, maes­
tros, secretarios de prensa, recolectores, obreros del program a de bene­
ficencia, intercesores — de todo— , si tan sólo usted quisiera u tiliz a r a
sus hom bres. Y así tendría un program a bien e q u ilib ra d o .
¿Cóm o se desempeña usted en este sentido? ¿Tiene una visión u n i­
lateral? Si quiere ser u n poderoso dirig e n te para D ios, interésese genuina-
m ente en todos los departam entos de su obra.

3. Para p ro m o ve r u n pro g ra m a b ie n p la n ific a d o

C ie rta vez asistí a la ju n ta de una u n ió n . Sentado alrededor de la


mesa había u n c o n ju n to de obreros dedicados y agradables. A m aban al
Señor. Trabajaban duram ente. Pero cuando analizam os los resultados
del program a del trabajo del año anterior, descubrim os núm eros que
dejaban m u ch o que desear.
Por alg ú n m o tiv o las cosas no habían fu n cio n a d o bien. E l núm ero
34 PARA U S T E D Q U E Q U IE R E SER D IR IG E N T E

de esfuerzos evangélicos realizados era im presionante. Pero los resultados


no estaban en consonancia con el trabajo y los fondos invertidos. La
cam paña de la Recolección había sido p rom ovida satisfactoriamente, pero
había fracasado. Lo s congresos locales no habían p ro p o rc io n a d o el
m á xim o de bendiciones espirituales al campo.
A l estudiar ju n to s esta situación, p ro n to descubrim os cuál era la
razón del fracaso. Los dirigentes no habían pasado suficiente tie m p o
pla n ifica n d o . L a campaña de Recolección había co in cid id o con el período
destinado a celebrar congresos locales. D esafortunadam ente los obreros
que se necesitaban en ambos program as no eran m ellizos.
Las campañas de evangelism o se habían acortado para p e rm itir que
ciertos obreros clave colaboraran en los cam pam entos de los jóvenes. E l
resultado de esto fue desastroso para la ganancia de almas. Los cam pa­
m entos tam bién sufrieron, porque no se d io a los obreros tiem po suficiente
para prepararse en fo rm a debida. Se pusieron demasiadas actividades en
m u y pocos meses. Por el co n tra rio , otras partes del año habían te n id o
pocas actividades. U n a cuidadosa p la n ific a ció n habría p o d id o e lim in a r
los conflictos y habría m ejorado los resultados. Cada dirigente de la iglesia
debería conocer m u y bien este tercer im p o rta n te objetivo de la a d m in is ­
tra ció n eclesiástica: p ro m o ve r un program a bien p lanificad o.

P la n ifiq u e las actividades del año


M u c h o antes de la te rm in a ció n del año, u n dirigente capaz analizará
cuidadosam ente el program a de la iglesia para los doce meses siguientes.
Los program as ocasionales o de gran envergadura, tales com o confe­
rencias evangélicas, escuelas bíblicas de vacaciones, Recolección, cursillos
de preparación y cam pam entos de jóvenes, deberían ser correctam ente
d istrib u id o s a lo largo del año. D eberían escalonarse convenientem ente
para evitar conflictos de personal y otras dificultades.
E n la D iv is ió n Sudafricana, las campañas de evangelismo del verano
d u ra n desde noviem bre hasta m arzo. M ie n tra s los evangelistas llevan a
cabo sus campañas, los adm inistradores celebran sus juntas de fin de
año. A lg u n o s días feriados del mes de a b ril p roporcion an o p o rtu n id a d
para celebrar reuniones de obreros. M a yo y ju n io son meses dedicados a
la Recolección. D u ra n te ju lio y agosto veintenas de reuniones de reaviva-
m ie n to exigen la atención de los dirigentes. E n la ú ltim a parte de agosto
y septiem bre, y d u ra n te algunos días de vacaciones, los dirigentes de
jóvenes llevan a cabo sus program as. A sí p la n ific a n las actividades d u ­
rante el año.
E n las In d ia s O ccidentale s acostum brábam os d isp o n e r en una
m ism a noche el com ienzo de todos los esfuerzos del evangelismo laico:
lo llam ábam os el día “ E ” . E l m ism o espíritu de e q uipo que in ducía a
¿SABE U S T E D A D O N D E V A Y P O R Q U E ? 35

re a liza r una acción concertada que hacía exitosa y agradable la Recolec­


ció n , se m anifestaba en las campañas de evangelismo laico. U n mes de
enero, en la U n ió n de las In d ia s B ritánicas Occidentales, iniciam os más
de cien esfuerzos laicos en u n solo d o m in g o de noche.
O tro día d o m in g o dedicam os diecisiete nuevas iglesias adventistas
en la isla de Jamaica. U n décim octavo c u lto de dedicación tu vo que ser
cancelado debido a la in u n d a c ió n causada p o r el desborde de u n río.
D u ra n te semanas y meses habíam os planeado y trabajado para que ese
gran día fuese una realidad. C o n la ayuda de obreros de la A sociación
G eneral, la d ivisió n , la u n ió n y la asociación local, nueve equipos llevaron
a cabo una cerem onia de dedicación en la m añana y otra en la tarde en
distintos lugares de la isla previam ente asignados. Todo el plan resultó
u n éxito. E s tim u ló el interés y el deseo de mayores logros. Las congrega­
ciones trabajaban en dem anda de u n blanco de fin id o . C o nsiguie ro n su
objetivo m ediante la p la n ific a c ió n cuidadosa y el trabajo duro.
C iro fue el que d ijo : “ H a c e r dos cosas al m ism o tie m p o es lo m ism o
que no hacer n in g u n a ” . E l d irig e n te sabio p la n ifica rá las actividades del
año distribuyénd olas acertadam ente a lo largo de los meses. A sí su p ro ­
gram a fu n cio n a rá suavemente. Evítense los conflictos mayores.

4. E s tim u la r el e s p íritu de u n id a d y com pañerism o c ris tia n o


Según los historiadores, en la ú ltim a parte de su reinado, C arlos
Q u in to encontró tantos problem as para lograr que los hombres trabajaran
ju n to s, que fin a lm e n te se vio obligad o a re n u n cia r lle n o de desánimo.
Pasó sus ú ltim o s días en u n m onasterio. A llí, el enferm o m onarca re u n ió
seis relojes de p éndu lo. C o n otros cinco ayudantes, pasó m u ch o de su
tie m p o p ro c u ra n d o co n se g u ir que los seis p é ndu los se m o vie ra n al
unísono. Todos com enzaban ju n to s , pero p ro n to algunos hacían “ tic ”
m ientras otros hacían “ tac” . E l m onarca m u rió con una m ente dese q u ili­
brada p ro curand o conseguir que los hom bres y los relojes colaborasen.
A ctu a lm e n te u n o de los mayores problem as que co n fro n ta n a los
dirigentes de la iglesia consiste en conseguir que sus seguidores m archen
al unísono. Esto requiere u n espíritu de u n id a d y com pañerism o cristiano
entre los obreros y los m iem bros: ta l es nuestro cuarto objetivo. Sin esto,
c u a lq u ie r progreso ha de ser superficial.

D e s a rro lle u n e s p íritu de e q u ip o


C u a n d o era m uchacho y estudiaba en la escuela p ú blica, pasaba
buena parte de m i tie m p o en las canchas de fú tb o l, de béisbol y de
básketbol. E l atletism o era m i vida. Es induda ble que pasé demasiado
tie m p o en esa actividad, pero a p rendí una lección im portante: el valor
del espíritu de equipo.
36 PARA U S T E D Q U E Q U IE R E SER D IR IG E N T E

Los astros atléticos pueden tener su lu g a r en el éxito del deporte


c o m p e titivo , pero es el e quipo el que gana. A l té rm in o de la jornada
atlética, los campeones pertenecerán al g ru p o de jugadores que se han
c o n stitu id o en un equipo bien coordinad o y que consigue que cada u no
de sus m iem bros esté dedicado a obtener el éxito de todos.
E n la obra del Señor ocurre lo m ism o. A lg u n o s campos, algunas
asociaciones, algunas instituciones han desarrollado un esprit de corps firm e
y encom iable. Los obreros están unidos p o r el am or y la lealtad a su causa.
T ie n e n u n sentido de pertenencia. Esrw e quipo. E l program a en el campo
o en la in s titu c ió n es suyo y ellos son los responsables de su éxito.
E l presidente de una u n ió n en la que trabajé, tom aba las precau­
ciones necesarias para que nunca olvidásemos que “ nuestra” u n ió n era
la m e jo r del m u n d o . D ebíam os ser cabeza y no cola, porque teníamos
una m is ió n que c u m p lir, u n destino, si es que eso suena m ejor. Eram os
obreros p rivilegiado s porq u e pertenecíamos a ese equipo. Su liderazgo
entusiasta nos u n ía en u n com pañerism o cristiano. Eso desarrolló entre
nosotros u n concepto de servicio, una lección que jamás espero olvidar.
In fu n d ía a rm onía y progreso en aquella u n ió n . U n verdadero espíritu de
e q u ip o cristiano hará lo m is m o en c u a lq u ie r iglesia, asociación o u n ió n .

E l d irig e n te debe d a r el e je m p lo
E l espíritu de e q u ip o — el e sp íritu de u n id a d y com pañerism o—
no se produce p o r casualidad. E l d irig e n te que es cond ucido p o r D io s debe
buscar d ecididam ente ese e sp íritu . Ya sea en una iglesia, en una asociación
o en una in s titu c ió n , el e sprit de corps de los m iem bros o del personal
a d m in is tra tiv o reflejará en gran m edida el e spíritu de los dirigentes. (N o
se sorprenda si lee esta m ism a filo so fía en varias partes de este lib ro ,
p o rq u e yo no sólo creo en ella sin o q u e ta m b ié n creo qu e es m u y
im p o rta n te .) C o m o h o m b re de D io s, el d irig e n te cristiano debe trabajar
y orar en favor de la u n id a d . Su e jem plo m u y bien puede d e te rm in a r la
m edida de c o m u n ió n cristiana que prevalezca en una in stitu ció n o campo.
A h o ra bien, ¿cómo puede u n d irig e n te lo g ra r la co n fia n za y la
cohesión entre sus obreros?

C o m é n te lo en re u n io n e s especiales
Se lla m ó a un nuevo d irig e n te a u n cam po donde abundaban los
problem as personales, donde había discusiones y frustraciones con dem a­
siada frecuencia. ¿De qué habló en su p rim era serie de juntas, en las
reuniones con los obreros y en los cultos? ¿Del desafío de una tarea sin
term in a r? ¿De las necesidades del progreso en la obra de D ios? Sí, habló
de estos temas im portantes, pero más que nada habló de 1 C o rin tio s 13.
Se extendió m ucho acerca de cóm o el E s p íritu de Jesús debería refle-
¿SABE U S T E D A D O N D E V A Y P O R Q U E ? 37

jarse p o r ig u a l en los sacerdotes y en el pueblo. In stó a tener la u n id a d


que nace de la c o m u n ió n con D ios. L a respuesta fue m u y anim adora.
C o n frecuencia se in v ita a los dirigentes a hablar ante las juntas de
las iglesias y de las asociaciones, o ante reuniones de obreros y feligreses.
Tales ocasiones p ro p o rcio n a n oportunidades m aravillosas para predicar
ta n to com o para practicar la u n id a d y el com pañerism o cristiano — para
ayudar a m o d e la r el pensam iento, para desarrollar el carácter adecuado
de los m iem bros y los obreros.

¡C oncédale lu g a r en sus cartas y b o le tin e s!


E l c a p ítu lo once trata del im p o rta n te arte de e scrib ir cartas en
relación con la obra del d irig e n te cristiano. C uando llegue a él, léalo
cuidadosam ente. N uestras cartas tienen más que ver con el éxito de los
obreros que lo que algunos piensan. Las cartas que salen de su o ficina
edificarán o de stru irá n el espíritu de u n id a d y com pañerism o cristianos
en su cam po. U n a a los obreros m ediante las cartas que escribe y los
boletines que publica.
E studie cuidadosam ente las epístolas de Pablo. E l anciano apóstol
sabía cóm o escribir cartas calculadas para crear u n id a d entre las iglesias
p rim itiv a s . Si u n d irig e n te q u ie re te n er éxito, sus m ie m b ro s deben
apoyarlo a él y a su program a.

Posdata
A ntes de c o n c lu ir este im p o rta n te tema de la unidad , quisiera reco­
m endar la cuidadosa consideración de algunas palabras llenas de sabidu­
ría del apóstol Pablo: “ D e la n te de vosotros h ab lo con com pleta fra n q u e z a . A
vuestra espalda h ab lo de vosotros con p ro fu n d o o rg u llo ” (2 Cor. 7:4). Leamos
varias veces esta declaración y luego p ra ctiq u e m o s lo que enseña.

5. O p e ra r sobre u n a base fin a n c ie ra segura

M ás de u n d irig e n te d in á m ico , que en otras cosas ha te n id o éxito,


ha te rm in a d o destrozado en los escollos del fracaso financiero. E l e p itafio
más co m ú n que se ha escrito para esas carreras frustradas es el siguiente:
“ Si hubiese p o d id o m antenerm e den tro de m i presupuesto, habría. . . ”
M u c h o s d irig e n te s — especialm ente a d m in is tra d o re s — tie n e n
diferentes grados de responsabilidad en lo que atañe al d in e ro del Señor.
A los tales, Pablo les dice: “ E l que gobierna, hágalo con s o lic itu d ” (Rom.
12:8).

E l apoyo a su p ro p ia u n id a d
Los adventistas, “ desde la iglesia local hasta W a s h in g to n ” , cooperan
38 PARA U S T E D Q U E Q U IE R E SER D IR IG E N T E

en base a u n sistema de presupuesto. Es u n sistema seguro cuando es


m anejado p o r m anos seguras. C ierta vez oí que un aspirante a dirigente
le decía a o tro obrero: “ Si yo fuera presidente de esta asociación no
pasaríamos necesidad hasta que hubiésemos gastado el ú ltim o centavo” .
C o n o cié n d o lo com o lo conozco, estoy seguro de que decía la verdad. A
él nun ca le p reocupó u n presupuesto. Sé perfectam ente que en sus
finanzas personales no había escasez hasta tanto gastara el ú ltim o centavo.
Después de eso se lam entaba p id ie n d o que la tesorería le adelantara una
sum a de d in e ro antes del día de pago. Este obrero nunca alcanzó la
deseada cum bre del liderazgo a que aspiraba.
Las norm as y los estatutos de la A sociación G eneral, destinados a
re gular el trabajo, dicen que los dirigentes:

. . .deben ser responsables de m an ten e r sus gastos a l m ín im o posible,


consistente con e l o b je tiv o de re a liz a r la obra, dando así ejem plo de econom ía
y e vita n d o a l m ism o tie m p o las c rític a s y la p é rd id a de la c o n fia n za .2

A l planear u n presupuesto, en p rim e r té rm in o hay que anotar las


entradas. E n el caso de la iglesia local, esto p or lo general incluye fondos
en custodia com o los destinados a los gastos de la iglesia y de la escuela
sabática, cuotas escolares y otras ofrendas que ingresan periódicam ente.
E n una asociación, las entradas están constituidas m ayorm ente por los
diezm os entregados p o r las iglesias, el interés p ro d u cid o p o r los valores
in ve rtid o s, algunas veces p o r las subvenciones de las organizaciones
superiores, entradas en concepto de d in e ro en custodia, y p o r otras
ofrendas autorizadas p o r la ju n ta de la asociación. Las in stitu cio n e s
educacionales y médicas, y el departam ento de publicaciones dependen
de cuotas, ventas y subvenciones.
E l a d m in is tra d o r de una iglesia, una asociación o una in s titu c ió n ,
debe en p rim e r té rm in o estim ar sus entradas para el año siguiente antes
de establecer el presupuesto de sus gastos. A l hacer el presupuesto para
u n nuevo año, conviene seguir el plan más seguro de estim ar las entradas
en poco p o r debajo de las del año anterior. Si en los doce meses pasados
h u b o alg ú n aum ento inesperado en los diezm os o alguna otra entrada
fuera de lo c o m ú n , el presupuesto para el nuevo año debe trazarse
suponiendo que esas entradas no se habrán de producir.
Después de haber establecido las entradas sobre una base realista,
hay que anotar los gastos probables. E n una iglesia local éstos pueden
in c lu ir los gastos de a lq u ile r, sueldo para el guardate m plo o la persona
que hace el aseo, m ateriales de lim p ie z a , electricidad, sueldo del maestro
en caso de que haya escuela, y m ateriales para la escuela sabática y otros
departam entos.
¿SABE U S T E D A D O N D E V A Y P O R Q U E ? 39

Las asociaciones deben pagar a sus obreros el sueldo y los gastos,


subsidios de a lq u ile r y otras regalías. T am bién deben hacer frente a gastos
de o ficin a , a las campañas de evangelism o, al program a de los departa­
m entos, a la e d ifica ció n de iglesias y a m uchas otras actividades. E l diez
p o r cie n to de los diezm os que recibe una asociación va a la u n ió n y, de
acuerdo con una p la n ific a c ió n establecida en base al m o n to to ta l de los
diezm os q u e ingresan, o tro porcentaje va a la A sociación G eneral.
E l colegio, el p ro g ra m a de L a Voz de la Esperanza, de Fe Para H o y,
y tal vez otras valiosas o rganizacio nes que sirven a todas las asociaciones
de una u n ió n , reciben c ie rto p o rc e n ta je d el d ie z m o , p ro ceden te del
presupuesto de la asociación. L u e g o , u n porcentaje variable del d ie zm o
se envía al fo n d o de ju b ila c ió n de la A so cia ció n G e neral para ayu d a r a
m a n te n e r a obreros dedicados q u e ahora ya están ju b ila d o s . E n algunas
partes del m u n d o es frecuente q u e se envíe u n po rce n ta je m a yo r del
d ie z m o de la asociación a las o rganizaciones superiores para atender estos
diversos proyectos y propósitos.

A p o y o a la o b ra m is io n e ra m u n d ia l
E l p ro g ra m a escolar en cierta isla se desarrollaba con d ific u lta d e s .
E l d ire c to r d e l D e p a rta m e n to de E d u c a c ió n , el pastor A rre g la to d o , estaba
p o r v is ita r esa is la , de m o d o q u e le p e d í q u e p ro c u ra ra re s o lv e r el
p ro b le m a . Se trataba de la m is m a a n tig u a h is to ria : la cuota q u e pagaban
los a lu m n o s n o c u b ría los gastos.
M i c o la b o ra d o r regresó u n p a r de semanas después y e n tró en m i
o fic in a con u n a a m p lia sonrisa.
— B u e n o , p a s to r— c o m e n z ó a d e cir— , hem os re su e lto el p ro b le m a
en la isla.
— ¡M a ra v illo s o ! — e xclam é— . Siéntese y cu é n te m e c ó m o lo h iz o .
— F u e en re a lid a d a lgo m u y s e n c illo — m e aseguró— . N o c o m p re n ­
do c ó m o es q u e n o p e n s a ro n antes en esa idea.
— Siga, siga — lo a n im é , ansioso de co n o ce r esa nueva fo rm a de
e q u ilib r a r los p re supue stos de las escuelas.
— M u y s e n c illo : les d ije q u e d ie ra n m enos o fre n d a para la escuela
sabática y m ás p ara la escuela de la iglesia. Les e x p liq u é q u e las o fre n d a s
de la escuela sabática ib a n fu e ra de su c a m p o , y q u e n o era n e c e s a rio .. .
E v id e n te m e n te el p a s to r A rre g la to d o n o tó u n c a m b io en m i e x p re ­
s ió n : de la ale g ría al desenca nto.
— ¿ Q ué pasa, pasto r? — p re g u n tó — . E stá re s u e lto el p ro b le m a de
la escuela. A h o ra p o d rá n satisfacer to d o s sus gastos, y . . .
A fo r tu n a d a m e n te el p a s to r era u n h o m b re de D io s , y m ie n tra s
a n a liz á b a m o s ju n to s este a s u n to — el desafío de satisfacer las necesidades
de los países de u ltr a m a r ta n to c o m o las de n u e s tro p ro p io ca m p o — q u e d ó
40 PARA U S T E D Q U E Q U IE R E SER D IR IG E N T E

a los m iem bros para que aceptaran u n m odo diferente y m e jo r de re­


solver los problem as financieros locales.
D is m in u ir nuestros donativos destinados a otros campos necesitados
no fom enta la prosperidad local. H e estado sentado a ambos lados de la
mesa, com o presidente de asociación en los Estados U n id o s y com o
m isio n e ro en los campos de u ltram ar. Por eso sé lo que digo. Pensar que
podem os ayudarnos d ism in u ye n d o nuestras ofrendas para las m isiones,
para los program as de La Voz de la Esperanza y los de televisión, para
algún colegio o c u a lq u ie r otro proyecto valioso que no sea de nuestro
cam po, significa que algo le ha o c u rrid o a nuestra visión y a nuestra
com prensión del sistema de finanzas establecido por D ios.

L a obra m isionera lo c a l avanzará m acho más en todo sentido cuando


se m a n ifie s te u n e s p íritu m ás lib e ra l y abnegado en fa v o r de la
p ro spe rid ad de las m isiones extranjeras; p o rq u e la prospe rid ad de la
obra m isionera lo c a l depende m ayorm ente, bajo D ios, de la in flu e n c ia
re fle ja de la obra evangélica hecha en los países lejanos.1 *3

L a fuerza del m o v im ie n to adventista es e l E va n g e lio a todo e l m undo.


E l tra b a jo debe te rm ina rse en todo e l m u n d o p a ra que te rm in e en nuestro
p ro p io país. E l d irig e n te adventista que ve únicam ente su propia iglesia,
su p ro p ia in s titu c ió n , su p ropia estación m isionera, su propia asociación,
su p ropia u n ió n , está perdiend o la gran em oción que surge cuando se es
una parte del m o v im ie n to m u n d ia l que m archa hacia una gloriosa victoria
en u n fu tu ro m u y cercano. Si hem os de c o n d u c ir a nuestro p ueblo
triu n fa lm e n te algún día a través de las puertas de perla y p o r las calles de
oro, debemos g u ia rlo ahora para que ayude a fin a n c ia r el program a en
to d o el m u n d o . Este es u n o de los o b je tivo s de la a d m in is tra c ió n
adventista. Q u ie ra D io s bendecir a cada u no m ientras cum ple su parte
com o d irig e n te que se esfuerza p o r alcanzar este propósito de liderazgo.

1S. L. Brengle, The S oul W inner's Secret, pág. 75


1G eneral C onference W orking P o lic y (1993-1994), pág. 445
3 Elena G. de W hite, Testim onies, tom o 6, pág. 27

Educación
—— A s ig n a tu ra

1. E x p liq u e p o r quéfracasan algunos buenos program as y planes.


¿Q ué m edidas to m a ría s i se enco ntra ra sobreorganizado?
Complementaria 2. D escriba cóm o m a n te n d ría e l e sp íritu de u n id a d y com pa­
ñerism o en su iglesia.
C a p ítu lo 4

P orque n in g u n o de nosotros vive p a ra s í (Romanos 14:7).

¿Cómo se Lleva Usted


con la Gente?

D u ra n te los ú ltim o s tre in ta años he te n id o el p riv ile g io de trabajar


“ bajo” algunos de los mejores dirigentes denom inacionales. M is presi­
dentes de d iv is ió n , de u n ió n y de asociación han sido com prensivos y
capaces — hom bres de visión. Los secretarios y los tesoreros que han
estado “ sobre” m í, han sido hom bres eficientes, que no sólo sabían cu id a r
el d in e ro de D io s sino tam bién cóm o tra ta r a los obreros de D ios. Estoy
p ro fu n d a m e n te endeudado con ellos.
N o sólo se trataba de dirigentes dedicados, sino que tam bién sabían
orar, planear y prom over: eran hom bres que sabían llevarse bien con sus
“ subo rd in a d o s” . Sabían cóm o e s tim u la r lo m e jo r que había en cada
obrero.
(D iscúlpem e el lector por escribir entre com illas las palabras “ bajo” ,
“ sobre” y “ subordinados” . N o creo que tengamos subordinados en la obra
de D ios. Tam poco creo que una persona trabaje “ ba jo ” o “ sobre” otra.
Todos trabajam os ju n to s en la m ism a obra de D ios. Trabajam os unos con
otros. A lg u n o s tienen distritos o parroquias más grandes que otros.)
Las relaciones cordiales entre los obreros son esenciales para el suave
fu n c io n a m ie n to de los diversos departam entos de la iglesia. M a n te n e r
un espíritu de solidaridad que in fu n d a valor y confianza a los obreros,
constituye u na verdadera necesidad. L a p le n itu d de la bendición de D io s
no puede descansar sobre su obra cuando los integrantes de c u a lq u ie r
a d m in is tra c ió n trabajan con descontento o se sienten infelices; cuando
hay fria ld a d o fric c ió n entre los obreros o los m iem bros.
¿C uál es el secreto para llevarse bie n con otros? C reo que se
encuen tra en una de las epístolas de Pedro: “ Pues para esto fuisteis
llam ados; p o rq u e ta m b ié n C ris to padeció p o r nosotros, dejándonos
ejem plo, para que sigáis sus pisadas” (1 Pedro 2:21).
Jesús es nuestro E je m p lo en la conducta hum a n a . “ Y no tenía
42 PARA U S T E D Q U E Q U IE R E SER D IR IG E N T E

necesidad de que nadie le diese te stim o n io del hom bre, pues él sabía lo
que había en el h o m b re ” (Juan 2:25). M u c h o antes que los psicólogos
m odernos in u n d a ra n los mercados del m u n d o con libros destinados a
enseñar cóm o in f lu ir en la conducta hum ana, Jesucristo, p o r precepto y
ejem plo, dejó a sus seguidores u n precioso legado acerca del tem a de las
relaciones personales. Las verdaderas relaciones hum anas cristianas no
requie re n m etodología psicológica carente de sinceridad. N o debe haber
servilism o n i adulación. U n a personalidad atractiva no es más que el
resultado de la experiencia in te rio r con C risto Jesús.

N o podem os o btener y p ose erla in flu e n c ia que é l tu v o ; ¿pero p o r qué


no podem os educam os a f in de acercarnos ta n to com o sea fa c tib le a l
M od elo , p a ra p o d e r te ne r la m a yo r in flu e n c ia p o sib le sobre la gente?1

Tres im portantes p rin c ip io s de interacción personal emergen de esta


declaración inspirada. E n p rim e r té rm in o , Jesús es nuestro E je m p lo . E n
segundo lugar, a u nqu e nun ca podam os esperar ejercer la in flu e n c ia que
él poseyó, deberíamos p ro c u ra r parecemos a él lo más posible. E n tercer
té rm in o , no debemos re h u ir el esfuerzo p o r “ ejercer la m ayor in flu e n c ia
posible sobre la gente” . E n otras palabras, debemos practicar nuestra
profesión cristiana hasta el m á xim o posible, y siempre debemos convertirla
en el elem ento subyacente del servicio eficaz.
Considerem os algunos p rin c ip io s destinados a enseñar la conviven­
cia con otros, establecidos y practicados p o r nuestro Salvador durante su
m in is te rio terrenal. Jesús se id e n tific ó estrecham ente con los intereses y las
necesidades de sus semejantes.
Siglos antes que los m odernos psicólogos “ descubrieran” este con­
cepto básico de in f lu ir en la conducta de otros, Jesús enseñó a los hombres
la fo rm a de allegarse a aquellos a quienes esperaban ganar para el reino.
O íd le hablar a sus discípulos acerca de las necesidades de las m u ltitu d e s
y de su preocupación p o r su bienestar: “ Tengo com pasión de la gente,
p o rq u e ya hace tres días que están conm igo, y no tienen qué com er; y
enviarlos en ayunas no q u ie ro , no sea que desmayen en el ca m in o ” (M at.
15:32).
Jesús com prendía las necesidades de la gente. M anifestó su simpatía.
H iz o provisión para la satisfacción de sus necesidades. La sierva del Señor
escribió: “ E n todo m o m e n to y lugar, m anifestaba am ante interés p o r los
hom bres” .2E sto explica p o r qué las masas se agolpaban ju n to a él.
Los afligidos que venían a él sentían que vinculaba su interés con
los suyos com o u n am igo fie l y tie rn o , y deseaban conocer más de las
verdades que enseñaba. E l cielo se acercaba. A nhelab an perm anecer en
su presencia, y que los acom pañara de c o n tin u o el consuelo de su am or.3
¿ C O M O SE L L E V A U S T E D C O N L A G E N T E ? 43

Jesús atrajo a los hom bres hacia sí porque se interesó personalm ente
en ellos. Se in te rio riz ó de las esperanzas, las alegrías y los problem as de
sus vidas cotidianas. A nhelaban estar en su com pañía, porque él mostraba,
sin dar lu g a r a dudas, que encontraba placentera su com pañía.
Tam bién el apóstol Pablo expuso su concepto acerca de las relaciones
hum anas. “ N o altivos, sino asociándoos con los h u m ild e s ” (Rom . 12:16),
aconsejó a la iglesia que había en Roma. N u e stro interés en los demás no
debe lim ita rse a los que sirven “ sobre” nosotros. Debem os preocuparnos
igu a lm e n te de los asuntos de la gente “ h u m ild e ” . A yu d a r únicam ente a
a quello s que están en c o n d ic ió n de devolver nuestro favor es hacer
política. N i Jesús n i Pablo se a d h irie ro n a esta filosofía.
Pablo apreció el interés que los creyentes filipenses m anifestaron
p o r su bienestar. “ E n gran m anera me gocé en el Señor de que ya al fin
habéis revivid o vuestro cuidado de m í” (F il. 4:10). ¿No estim am os ta m ­
bién nosotros a los que m anifiestan interés en nuestro bienestar?
E l consejo insp ira d o insta a los obreros de hoy a seguir el ejem plo
de Jesús y de Pablo.

E l e jem plo de C risto, a l vincu larse con los intereses de la h u m a n id a d ,


debe ser seguido p o r todos los que p re d ica n su P alabra y p o r todos los
que han re cib id o e l E va n g e lio de su g ra c ia .4

C onviene que recordem os que no tenem os que m anifestar interés


en las necesidades, las esperanzas, las enfermedades, las aflicciones y los
p ro b le m a s de nuestros com pañero s en la obra y feligreses. Q u e lo
m anifestem os o no es u n a cuestión optativa. Pero si deseamos c u ltiv a r
relaciones cordiales con otros, si seguimos verdaderam ente el ejem plo
de Jesús, nos interesarem os en las necesidades de quienes nos rodean.
Esta actitu d pagará abundantes dividendos en térm inos de almas ganadas
y de relaciones satisfactorias en el trabajo.

Jesús evitó ofe n d e r


H ace u n tie m p o conversaba con u n am igo m ío a q u ie n sus obreros
tie n e n en elevada estima. Estaba interesado en conocer el secreto de su
m agnífica in flu e n c ia . Sabía, p o r cierto, que el factor más im p o rta n te era
su estrecha relación con el Señor. N o me sorprendió su respuesta:
— U n a cosa puedo decirle — re p licó pensativam ente— , y es que no
me im presiona m ucho la preferencia que tienen ciertas personas de hablar
con “ franqueza” . M uchos quedan ofendidos y deshechos p o r lo que algu­
nos lla m a n franqueza. Personalm ente, creo que hasta donde sea posible
deberíamos tra ta r de evitar ofender a los demás.
H ace dos m il años, Jesús, nuestro E je m p lo , dem ostró este p rin c ip io .
44 PARA U S T E D Q U E Q U IE R E SER D IR IG E N T E

A I a n a liz a r con Pedro el pago del im puesto del tem plo, Jesús d ijo : “ Sin
em bargo, para no ofenderles, ve al mar, y echa el a n zu e lo ” (M at. 17:27).
Conocéis bien el resto de la historia. Jesús procuró, cuandoquiera que
fue posible, evita r ofende r a la gente.
A veces arrem etem os despiadadam ente y nos ponem os en situa­
ciones delicadas. H a b la m o s “ con toda fra n q u e za ” . N o nos andamos con
rodeos. E n nuestro papel de valientes cruzados de la franqueza, ig n o ra ­
mos los sentim ientos de los demás. Insistim os con placer en nuestro p u nto
de vista y nos aferram os tenazm ente a nuestra posición cuando otros no
concuerdan con nosotros. Sabemos de qué estamos hablando. Tenemos
razón. Por lo ta n to las cosas deben hacerse com o nosotros pensamos.
¿Cuál es el resultado de esta actitud? Tan sólo prom over el resentim iento.
L a calm a de los demás es puesta a prueba. Los espíritus sensibles quedan
heridos. La fria ld a d o el a lejam iento pueden echar a perder las relaciones
entre los obreros.
N o era ésta la m o d a lid a d de Jesús. “ Para no ofenderles” , d ijo el
M aestro. Isaías escribió acerca de nuestro Salvador: “ N o contenderá”
(M a t. 12:19). Tam poco nosotros, com o obreros suyos, debemos “ con­
te n d e r” n i ofender innecesariam ente. “ D e toda m anera amable y sumisa,
Jesús p ro cu ra b a agradar a a q u e llo s con quiene s tra ta b a ” .5 Si todos
siguiésemos su am able ejem plo, ¡qué m u n d o adm irable sería el nuestro!
L a sierva del Señor escribió:

E n cu anto os sea posible, q u ita d toda causa defa ls a aprensión. E v ita d


la a pariencia de m a l. H ace d cu anto podáis, sin s a c rific a r los p rin c ip io s
cristia n o s p a ra c o n c ilia ro s con los dem ás}

Jesús a tra jo a la gente m ostrándose a m ig o


H ace años trabajé estrecham ente relacionado con u n obrero que
sabía m u ch o de interacción hum ana. N o era el predicador más destacado
del cam po, pero era u n am igo de los obreros. Esto tenía más im portancia.
C u ando estrechaba la m ano de una persona, ésta sabía que él la apreciaba.
Su sonrisa contagiosa reconfortaba el corazón. Su presencia rezum aba
calor y am istad. Esta co rd ia lid a d constituía u n “ ábrete sésamo” para los
corazones de sus asociados. H a b ía a p re n d id o de Jesús u n p rin c ip io
im p o rta n te de relaciones hum ans.
“ E l am or expresado en su m irada y su to n o [de C risto ] atraían a él
a todos aquellos que no estaban endurecidos p o r la in c re d u lid a d ” 7, es el
te stim o n io in sp ira d o de la m ensajera del Señor. Veamos al M aestro reu­
n id o con un joven dirigente a qu ie n anhelaba co n d u cir a su reino. ’’E n to n ­
ces Jesús, m irá n d o le , le a m ó ” (M arcos 1 0 :2 ). E stoy seguro que e l a m o r que
s in tió Jesús se m an ifestó en su rostro. La a ctitu d del Señor no era fría n i
¿C O M O SE L L E V A U S T E D C O N L A G E N T E ? 45

rechazante. A traía a los hom bres hacia sí p o r su disposición amigable.


¿Cóm o recibim os a los que visita n nuestros hogares y oficinas?
C u a n d o en nuestro e scritorio se am ontona el trabajo urgente y la conver­
sación de nuestro visitante parece triv ia l, ¿podemos seguir m anifestando
co rd ia lid a d hacia él? ¿O bien m anifestam os u n p o q u ito de irrita ció n ?
¿Somos un p o q u ito fríos con las visitas que proceden de estratos más
h u m ild e s y de menos influ e n cia ?
H ace un tie m p o tuve ocasión de visita r a u n m in is tro de u no de los
nuevos gobiernos africanos. H a b ía m uchos que esperaban. E l nunca me
había visto antes. N o sabía cóm o me recibiría. Pero no tuve que esperar
m u ch o para saberlo. C u a n d o su secretaria me in tro d u jo en su espacioso
despacho, él se levantó de su enorm e escritorio y se adelantó a recibirm e
con la m ano extendida y una cordial sonrisa en el rostro. Se sentó conm igo
frente a su escritorio con toda in fo rm a lid a d . Su amable recepción me
h iz o sentir a gusto.
In s tin tiv a m e n te sentí agrado p o r ese hom bre y confié en él. ¿Por
qué? D e b id o a su actitu d calurosa y am igable. A u n q u e no es adventista,
es cristiano, y su conducta así lo m anifestaba. Sentí que hablaba con un
am igo, con u n o que sim patizaba con m i problem a. E l apóstol habla de la
m anera com o los creyentes de G alacia lo habían recibido. “ M e recibis­
teis com o a u n ángel” (G ál. 4:14). Es evidente que los gálatas reconfor­
taron a Pablo con su hospitalidad. Tam bién nosotros manifestamos aprecio
p o r quienes nos reciben com o los gálatas recibieron a Pablo, ¿no es así?
“Am aos los unos a los otros con am or fra te rn a l” (Romanos 12:10),
exhortó el apóstol Pablo cuando escribió a los creyentes de Roma. E l trato
caluroso y am igable tiene la v irtu d de ro m per las barreras y fo m e n ta r la
confianza y el respeto m utuos. Puede ser que esto no resulte fácil cuando
algunas personas m a n tie n e n la distancia o parecen u n poco bruscas con
nosotros, pero si hablam os “ siem pre con gracia” (C ol. 4:6), com o Pablo
am onestó a los colosenses, tarde o tem p rano se derretirá el h ie lo y nos
sentirem os m u tu a m e n te atraídos.

Jesús consideraba los s e n tim ie n to s de los demás


C risto “ siem pre fue bondadoso y considerado con los demás” . Siglos
antes de que él viniera personalm ente al m undo, Isaías predijo lo siguiente
acerca de él: “ N o quebrará la caña cascada, n i apagará el pábilo que
hum eare” (Isa. 42:3).
Jesús nunca añadió la paja que quebrantaría el á n im o de una per­
sona vacilante, u o p rim iría su corazón d o lo rid o . Estaba co n tinua m e nte
en contacto con los tentados y desanimados, pero nunca les im puso cargas
adicionales en té rm in o s de crítica descomedida o censura. Tuvo cuidado
de no quebrar la caña cascada y de no apagar el pábilo hum eante.
46 PARA U S T E D Q U E Q U IE R E SER D IR IG E N T E

C u a n d o la gente que lo rodeaba sentía ham bre, Jesús la alim entaba.


C u a n d o estaba cansada, le p ro p o rc io n a b a reposo. C u a n d o estaba
desanim ada, la estim ulaba. Y cuando estaba a flig id a , la consolaba. Jesús
fue considerado con las necesidades y los sentim ientos de sus asociados.
L a mensajera del Señor escribió acerca del M aestro: “ N u n c a fue
áspero n i p ro n u n c ió innecesariam ente una palabra severa, n i ocasionó a
u n alm a sensible una pena in ú til.7 Por eso la gente lo amaba.
H ace algunos años asistí a u n im p o rta n te congreso de una u n ió n
africana. D u ra n te una de las sesiones dedicadas a los negocios, surgió u n
problem a de relaciones hum anas. Por unos cuantos m in u to s se im puso
una actitud de extrem ism o racial. Pero entonces se levantó u no de nuestros
obreros africanos y derram ó aceite sobre las agitadas aguas.
— H ace m uchos años, durante la depresión — com enzó a decir— ,
las subvenciones que procedían del extranjero quedaron drásticam ente
reducidas. Los sueldos, que ya eran bastante bajos, fueron reducidos aún
más. Los obreros encontraron extrem adam ente d ifíc il v iv ir con sus magras
entradas. M u ch o s se vie ro n obligados a sa lir de la obra para trabajar en
sus tierras o en alguna otra cosa a fin de sustentar sus numerosas fam ilias.
M uchas veces, cuando yo me esforzaba p o r v iv ir con m is escasos recursos,
estuve tentado a hacer lo m ism o. ¿Y saben p o r qué no lo hice?
E l anciano hom bre de D io s se detuvo. Todos esperamos ansiosa­
m ente.
— P erm anecí en la obra d u ra n te esos días difícile s — e xplicó— ,
debido a la a ctitu d considerada, com prensiva y cristiana de los obreros
europeos. E llo s ta m b ié n pasaban p o r dificu ltade s financieras, pero h ic ie ­
ro n todo lo posible p o r ayudarnos. ¡Su consideración me in d u jo a perm a­
necer en la obra del Señor!
Sí, la consideración rom pe las barreras. Es una cualidad cristiana.
L a sierva del Señor nos aconseja:

C o n te m p lad a Jesús com o vuestro G u ía y vuestro M o d e lo .. . E stu d ia d


en qué fo rm a podéis ser considerados con los demás ta l com o é l lo
era. . . A s í podréis crecer "en todo en A q u e l que es la cabeza, esto es,
C ris to ” ; podéis re fle ja r su im agen y ser aceptados p o r é l a su ve nida .8

C uando se conoce a Jesús m ed ia n te la fe y se lo lle v a a l sa n tu a rio


in te r io r d e l a lm a , e l E s p íritu S anto m o d e la rá e l c a rá c te r a la
semejanza de C risto. D ia ria m e n te se aprenderán lecciones en la escuela
de C risto. E l cris tia n o b rilla rá com o una lu z en m edio de las tin ie b la s
m orales d e l m un do . Será tie rn o de corazón y considerado con los
sentim ie n tos de los dem ás.9
¿C O M O SE L L E V A U S T E D C O N L A G E N T E ? 47

“ U n cristiano. . . será. . . considerado con los demás”.10 L a conside­


ración cristiana de los sentim ientos y los problem as del p ró jim o , c o n tri­
b u irá en gran m edida a m ante n e r una interacción hum ana cordial con
las personas que nos rodean.

1 Elena G. de W hite, Testim onies, tom o 2, pág. 618


2 W hite, E l D eseado de todas las gentes, pág. 66
'•Id ., pág. 220
4 Id ., pág. 126
5 Id ., pág. 64
6 W hite, E l m in is te rio de cu ra ció n , pág. 386
7 ------ •, E l Deseado de todas las gentes, pág. 219
8 ------ , Signs o f the Times, 1" de ju lio , 1897
9 ,M y L ife Today, pág. 193
-

l0-------, E l cam ino a C risto, pág. 12


11 ,The Y outh's In s tru c to r, 5 de diciem bre de 1883
-

12 ,Id ., 20 de septiembre de 1894


-

13 ,M y L ife Today, pág. 193


-

--------------------------------- A s ig n a tu ra
1. S i seguim os e l e jem plo de jesús, ¿podem os esperar ejercer la
m ism a in flu e n c ia que é l poseía? E x p liq u e .

S J IS S í 2. ¿Trataba Jesús de la m ism a fo rm a con todos?

3. ¿>En q ué fo rm a s debe u n buen d irig e n te com prender a la


gente y las d iferen cias in d iv id u a le s e ntre ello s con e l f in de ser
e ficaz?
C a p ítu lo 5

Y com o queréis que hagan los hom bres con vosotros,


así ta m b ié n haced vosotros con ellos (Lucas 6:31).

¿Puede U d. en Realidad
D irig ir a la Gente?

U n d irig e n te debe saber d irig ir. Si desea tener éxito, en p rim e r


té rm in o debe ganar la confianza y el apoyo de sus hom bres. Debe ser
capaz de in s p ira r y de e stim u la r a aquellos a quienes sirve.
¿En qué fo rm a podem os ob te n e r la m a yo r colaboració n de los
feligreses y los obreros? E l estudio con oración de algunos p rin cip io s
cristianos nos ayudará a contestar esta pregunta.

P ra c tiq u e la regla de oro


E l pastor B la ck había pasado más de un cuarto de siglo en el cam po
m isionero. Estaba calificado profesionalm ente para el cargo que ocupaba.
H a b ía servido en fo rm a fie l y aceptable. E n c o n tra r u n reem plazante
idóneo n o era tarea fá cil para la ju n ta de la m isión.
E n la carta en que pedía retorno perm anente a su patria, me escribió:
“ Siento dejar este cam po m isionero. M i esposa y yo hemos apreciado
m u c h o nuestro tra b a jo en distin ta s partes de esta u n ió n d u ra n te los
pasados 5 años. L a m ayor parte de esos años nuestra relación con los
demás ha sido cordial y satisfactoria. Pero los dirigentes actuales de nuestro
cam po no saben cóm o tra ta r a sus colaboradores. Por lo ta n to pedim os
que nuestra licencia sea cam biada p o r u n retorno perm anente. Podemos
se rvir al Señor en nuestra p atria d u rante diez o qu in ce años más” .
Esos adm inistrado re s p e rd ie ro n a una buena fa m ilia p orque no
habían aprendid o los p rin c ip io s ru d im e n ta rio s del liderazgo cristiano.
Jesús m ism o lo expresó en estas palabras: “ Y com o queréis que hagan los
hom bres con vosotros, así tam bién haced vosotros con ellos” (Lucas 6:31).
L a sierva del Señor dice que esto abarca “ toda la esfera de nuestras
obligaciones m u tu a s” .1 Si se practicara sinceram ente la regla de oro, no
habría problem as personales que zanjar, y en las iglesias no habría malos
50 PARA U S T E D Q U E Q U IE R E SER D IR IG E N T E

entendidos que solucionar. Todo a d m in is tra d o r y todo pastor sabe cuán


d ifíc il es tra ta r con los problem as personales. Los obreros y los m iem bros
no se pueden llevar bien. N o pueden trabajar ju n to s. C hocan sus perso­
nalidades. Ideas y m étodos conflictivos de trabajo causan a flicción. Todas
estas incom prensio nes y aflicciones desaparecerían si nosotros, com o
adventistas cristianos, practicásemos la regla de oro.
Si otros se apro xim a n a nosotros con los puños apretados, es n a tu ­
ral que respondamos apretando los nuestros. Si otros nos reciben con los
brazos abiertos, nos resulta fácil a b rir tam bién nuestros brazos. Si otros
nos hablan bondadosam ente, p o r lo general les contestamos con bondad.
Si nos tratan ásperamente, respondemos en form a semejante. N uestro
cuociente de relaciones hum anas se m id e por la form a com o tratam os a
otros. Atraem os o repelemos m ediante nuestras actitudes y nuestros actos.
U n hom bre acaudalado m u rió dejando la m ayor parte de sus bienes
a u n g ru p o de am igos del pueblo. A su heredero legal debían darle
solam ente la parte que “ ellos q u is ie ra n ” .
E l g ru p o de beneficiarios in fo rm ó al ju e z que el heredero recibiría
la décim a parte.
— Y nosotros — d ije ro n — retendrem os las otras nueve partes para
nosotros.
— Entonces — declaró el ju e z— podéis to m a r la décim a parte y
dejar el resto al heredero. Según el testam ento, él debía re cib ir la parte
que os agradara a vosotros.
Para consolidar relaciones cordiales con aquellos a quienes d ir i­
gim os, sigamos el consejo de Jesús: “ Y com o queréis que hagan los
hom bres con vosotros, así tam bién haced vosotros con ellos” (Lucas 6:31)

Aprovechad toda o p o rtu n id a d p ara c o n trib u ir a la fe lic id a d de aquellos


que os rodean, co m p a rtie n d o con ellos vuestro afecto. Las palab ras
bondadosas, las m ira da s de sim p a tía y las expresiones de aprecio serán
p a ra m uchas personas que lu ch a n s o lita ria s , com o un vaso de agua
fr ía p a ra un a lm a sedienta. U na p a la b ra de e stím u lo y una acción
bondadosa h a rá m u c h o p a ra a liv ia r las cargas que descansan
pesadam ente sobre hom bros cansados.2

Y m ientras tratam os a otros en esta form a, nos sentirem os atraídos


hacia ellos, la am istad se fortalecerá y nuestra in flu e n c ia para el bien
com o dirigentes se acrecentará notablem ente.

Aproveche to d a o p o rtu n id a d para ayu d a r a sus obreros


Participaba en una ju n ta de u n ió n . U n o de los m iem bros procuraba
sacarle al tesorero una prom esa de ayuda para cierto proyecto, pero no le
¿ P U E D E U S T E D E N R E A L ID A D D IR IG IR A L A G E N T E ? 51

estaba ye n d o m u y b ie n . F in a lm e n te , cansado de tra ta r de hacerle


com prende r su p u n to , le contó una h istoria interesante que no olvidaré
m u y pronto.
C ie rto día u n conejo que saltaba p o r el bosque cayó en u n agujero.
P or m u ch o que se esforzaba no podía salir. P id ió ayuda a gritos. U n rato
después pasó u n león y lo m iró en el agujero.
— ¡Señor león, tenga la bondad de ayudarm e a salir! — exclam ó el
conejo desvalido.
— L o siento — re p licó el león— , pero no tengo cóm o ayudarte.
D ic ie n d o esto siguió su cam ino. N o dem oró m u ch o en llegar u n
leopardo. E l ta m b ié n dem ostró m ucha sim patía pero no ofreció n in g u n a
ayuda.
A l o ír los gritos de socorro del conejo, acudió un hipopótam o.
— ¡Señor h ip o p ó ta m o , ayúdeme a salir! — exclam ó el conejo.
— L o siento — re p lic ó el h ip o p ó ta m o — , pero no poseo m edio
a lguno para ayudarte.
M ie n tra s se internaba p o r u n sendero de la selva, se d io vuelta y le
g ritó al conejo:
— Si tuviera una cuerda y u n canasto, entonces sí podría ayudarte a
salir.
E l pastor africano te rm in ó su relato añadiendo: “A h o ra , herm ano
tesorero, la pró xim a vez que vaya a m i estación m isionera tenga la bondad
de llevar u n canasto y una cuerda para ayudarm e a s a lir” .
Los dirigentes son hom bres que, si están en condiciones de hacerlo,
ayudan a sus colaboradores cuando éstos tienen necesidad.
¿Nos hemos encontrado alguna vez con algún d irig e n te que actuó
com o si pensase que era parte de una buena a d m in istra ció n el contra­
rrestar todos los pedidos con m uchas objeciones? A fortu n a d a m e n te esa
clase de gente es m u y rara en la obra de D ios, pero algunas veces u n
obrero tiene la desgracia de encontrarse con alguien así.
C ie rto día, al salir de m i o ficin a me encontré con el pastor G oodm an.
E n seguida me d i cuenta que estaba m u y agitado.
— ¡N u n ca más volveré a la o ficin a de ese hom bre! — me d ijo — .
Trata a todos com o si fueran niños. Ya estoy cansado de esto.
E l pastor G oo d m a n , m ie m b ro de la ju n ta a d m inistrativa, era u no
de nuestros obreros más sim páticos y talentosos. N o rm a lm e n te sus
relaciones públicas eran excelentes; es decir, con todos, menos con el
tesorero.
— ¿Cuál es el problem a? — pregunté.
— H e te n id o o tro cam bio de palabras con el tesorero — explicó— .
Pregunta, insiste y objeta hasta que ya no lo puedo soportar. Por m í, que
se guarde hasta el ú ltim o centavo de su dinero.
52 PARA U S T E D Q U E Q U IE R E SER D IR IG E N T E

P osteriorm ente me enteré de lo que había o c u rrid o . E l pastor


G ood m a n había id o a ver al tesorero para presentarle u n pedido razo­
nable. Pero ta l com o me lo había im aginado, éste lo había rechazado
con una serie de objeciones y preguntas.
O cu rre qtie nuestro herm ano es u n buen tesorero. V ig ila cuidado­
samente los bienes de la asociación. Pero no ha aprendido una lección
im p o rta n te : u n a d m in is tra d o r tiene dos form as para decir no. A lgunos
adm inistradores inteligentes pueden decir no con tanta gracia y tacto que
el peticiona nte se avergüenza de haber pedido u n favor. A u n q u e se va sin
el din e ro , se va con respeto y buena v o lu n ta d hacia el dirigente.
O tros protectores del din e ro , no tan inteligentes, dicen no, antes de
considerar razonablem ente el pedido. L o hacen con tanta falta de tacto
que despiertan u n fuerte resentim iento. E n lu g a r de p ro cu ra r ayudar a
los obreros, esas personas aparentem ente se enorgullecen de decir no,
aún antes de d is c u tir el problem a. Lá stim a , p or ellos y p o r la obra.
E l rey sabio ha dicho: “ N o te niegues a hacer el bien a q u ie n es
debido, cuando tuvieres poder para hacerlo” (Prov. 3:27).
H ace m uchos años tuve la buena fo rtu n a de com enzar a trabajar
bajo la d ire c c ió n de d irig e n te s de asociación que conocían el pleno
significado de este pasaje. C u a n d o surgían problem as, buscaban toda
o p o rtu n id a d posible para ayudar a los obreros. M i p rim e r tesorero ha
seguido esta ú til conducta d urante sus m uchos años de servicio. O jalá
que aum enten sus im itadores.
Los dirigentes tie n e n num erosas o p ortunid ades para negarse “ a
hacer el b ie n ” . C o m o presidente de una Junta o com isión, el d irigente
puede in c lin a r la balanza en favor de u n pedido razonable. C uandoquiera
que pueda favorecer a otro suavizándole el cam ino, descubrirá que el
consejo del sabio será m u y provechoso: “ N o te niegues a hacer el bien a
q u ie n es d e b id o ” . Pablo expresa este m is m o pensam ien to d icie n d o :
“ Según tengamos o p o rtu n id a d , hagamos bien a todos” (G ál. 6:10).
Estos dirigentes merecerán y recib irá n pleno apoyo y cooperación
de sus obreros y m iem bros.

Sea cuidadoso con las prom esas


H ace años me tocó predicaren una iglesia de las Indias Occidentales.
Antes de pasar al p ú lp ito , estábamos en la sala pastoral haciendo los
preparativos. Después que los com pletam os, el pastor de la iglesia me
d ijo :
— Pastor, ¿por qué no nos ayuda a co m prar algunos m uebles para
nuestra sala pastoral? U d . ve que está m u y vacía.
— B ueno, ¿por qué no? — re p liq u é sonriendo, sin pensarlo m ucho.
Eso fue todo lo que dije.
52 PARA U S T E D Q U E Q U IE R E SER D IR IG E N T E

P osteriorm ente me enteré de lo que había o c u rrid o . E l pastor


G ood m a n había id o a ver al tesorero para presentarle u n pedido razo­
nable. Pero ta l com o me lo había im aginado, éste lo había rechazado
con una serie de objeciones y preguntas.
O curre q iie nuestro herm ano es u n buen tesorero. V ig ila cuidado­
samente los bienes de la asociación. Pero no ha aprendido una lección
im p o rta n te : u n a d m in is tra d o r tiene dos form as para decir no. A lgunos
adm inistradores inteligentes pueden decir no con tanta gracia y tacto que
el peticiona nte se avergüenza de haber p e dido u n favor. A u n q u e se va sin
el din e ro , se va con respeto y buena v o lu n ta d hacia el dirigente.
O tros protectores del din e ro , no tan inteligentes, dicen no, antes de
considerar razonablem ente el pedido. L o hacen con tanta falta de tacto
que despiertan u n fuerte resentim iento. E n lu g a r de p ro cu ra r ayudar a
los obreros, esas personas aparentem ente se enorgullecen de decir no,
aún antes de d is c u tir el problem a. Lá stim a , p o r ellos y p o r la obra.
E l rey sabio ha dicho: “ N o te niegues a hacer el bien a q u ie n es
debido, cuando tuvieres poder para hacerlo” (Prov. 3:27).
H ace m uchos años tuve la buena fo rtu n a de com enzar a trabajar
bajo la d ire c c ió n de d irig e n te s de asociación que conocían el ple n o
significado de este pasaje. C u a n d o surgían problem as, buscaban toda
o p o rtu n id a d posible para ayudar a los obreros. M i p rim e r tesorero ha
seguido esta ú til conducta d urante sus m uchos años de servicio. O jalá
que aum enten sus im itadores.
Los dirigentes tie n e n num erosas opo rtunid ades para negarse “ a
hacer el b ie n ” . C o m o presidente de una Junta o com isión, el dirigente
puede in c lin a r la balanza en favor de u n pedido razonable. C uandoquiera
que pueda favorecer a otro suavizándole el cam ino, descubrirá que el
consejo del sabio será m u y provechoso: “ N o te niegues a hacer el bien a
q u ie n es d e b id o ” . Pablo expresa este m ism o p e n sam ien to d icie n d o :
“ Según tengamos o p o rtu n id a d , hagamos bien a todos” (G ál. 6:10).
Estos dirigentes merecerán y re cib irá n p leno apoyo y cooperación
de sus obreros y m iem bros.

Sea cuidadoso con las promesas


H ace años me tocó predicar en una iglesia de las Indias Occidentales.
Antes de pasar al p ú lp ito , estábamos en la sala pastoral haciendo los
preparativos. Después que los com pletam os, el pastor de la iglesia me
dijo :
— Pastor, ¿por qué no nos ayuda a c o m p rar algunos m uebles para
nuestra sala pastoral? U d . ve que está m u y vacía.
— B ueno, ¿por qué no? — re p liq u é sonriendo, sin pensarlo m ucho.
Eso fue todo lo que dije.
¿ P U E D E U S T E D E N R E A L ID A D D IR IG IR A L A G E N T E ? 53

Varios meses después me encontraba en la m ism a iglesia, con el


m ism o pastor, en la m ism a sala pastoral todavía desprovista de muebles.
C u ando term inam os los preparativos y esperábamos la entrada del coro,
el pastor me vo lvió a recordar:
— D íg a m e pastor, ¿cuándo va a traernos los m uebles que nos
p ro m e tió c o m p ra r la ú ltim a vez que estuvo aquí?
¿Cómo? ¿Yo había p ro m e tid o muebles? Realm ente no los había
p ro m e tid o , pero el pastor pensó que sí; y no fue fácil convencerlo de lo
contrario.
H a ce r promesas que no podem os c u m p lir constituye una tram pa
que todo d irig e n te debería evitar. U n a promesa hecha debe cum plirse a
c u a lq u ie r costo. Esto lo aprendí p o r el ca m ino d ifíc il.
C o m o presidente de una asociación de los Estados U nidos, estaba
ansioso de persuadir a tantos médicos com o fuera posible para que fueran
a v iv ir a nuestro cam po. U n m édico, su esposa y su encantadora h ijita
v in ie ro n para ver qué posibilidades había.
C la rita , la h ija , se enam oró de nuestro p e rrito C h ih u a h u a que u n
am igo nos había regalado. Varias veces expresó su deseo de poseer un
p e rrito com o el nuestro.
—-C la rita , si persuades a tu p a p ito para q ue venga a nuestra
asociación, yo te conseguiré un p e rrito com o éste — le p ro m e tí liv ia n a ­
m ente.
E l m é d ico y su fa m ilia se establecieron en nuestra asociación.
Estábamos felices de tenerlos. Todo iba m u y bien excepto que yo había
olvid a d o c u m p lir la promesa que en form a casual había hecho a C la rita .
Pero ella no se había olvidado. L a p ró xim a vez que la vi, me dijo :
—-Pastor Pierson, ¿cuándo voy a tener m i p e rrito C hihuah ua?
Pocos días después descubrí cuál era el precio de los cachorritos
C h ih u a h u a , y com o que estaba fuera de m i alcance, tuve que darle a
C la rita m i p ro p io p e rrito . A p re n d í “ p o r las m alas” que u n d irigente
cristia n o debe ser cuidadoso al hacer promesas. E n ese caso valía la pena
c u m p lir la promesa. E l doctor, su esposa y C la rita eran una in flu e n c ia
positiva para la asociación.

H a y que pelear con la a rm a d u ra p ro p ia


E l pastor D e ta lle era el nuevo presidente de la asociación. Era un
o rg a n iza d o r cabal. Creía que cada obrero debía planear cuidadosam ente
su program a, y estaba dispuesto a ayudar a todos con los detalles. “ Esté
a llí a tal hora. Vaya allá en ta l fecha y haga esto y lo otro. Regrese a las
cinco, tom e su cena, y cu m p la este com prom iso a las siete y m edia” . Ya
podemos im a g in a r que los obreros de la asociación no recibieron con
entusiasm o este program a. Por buenas razones, este buen presidente
54 PARA U S T E D Q U E Q U IE R E S ER D IR IG E N T E

descubrió en el congreso siguiente que le habían asignado otro trabajo.


U n d irig e n te sabio dejará que sus hom bres luchen con su propia
arm adura, que lleven a cabo su program a en la form a com o m e jo r les
convenga. U n D a v id generalm ente encuentra d ifíc il o im posible pelear
con la arm adura de Saúl. L a sierva del Señor dice:

N a d ie debe co n se n tir en ser com o una m á q u in a , que fu n c io n a con la


in te lig e n c ia de o tra persona. D io s nos ha dado capacidad p a ra pensar
y obrar, y s i actuam os con cu id ad o y buscamos a D io s que es la fu e n te
de la sa bidu ría, estaremos en condiciones de lle v a r nuestras c a rg a s j

H om bre s que a través de su egoísmo se han to rn a d o estrechos y fa lto s


de perspicacia, piensan que es p riv ile g io suyo recargar a las m ism as
personas a quienes D io s está u tiliz a n d o p ara d ifu n d ir la lu z que é l les
ha dado. P o r causa de planes opresivos, los obreros que deberían estar
lib re s en D io s han sido trabados con restricciones p o r a quellos que tan
sólo eran sus colaboradores. Todo esto lle v a e l se llo de lo h um an o y no
de lo d iv in o . Es in ve n ció n d e l hom bre y conduce a la in ju s tic ia y la
opresión. L a causa de D io s está lib re de toda m ancha de in ju s tic ia .
Ñ o busca ve n ta ja p riv a n d o a los m ie m b ro s de su fa m ilia de su
in d iv id u a lid a d o sus derechos. E l Señor no aprueba la a u to rid a d
a rb itra ria , n i tam poco sancionará la m ín im a m uestra de egoísmo o
exceso. E l aborrece todas estas p rá ctica s.4

Es sorprendente ver lo que pueden realizar algunos de nuestros


colaboradores, a u nqu e no hagan las cosas exactamente com o nosotros
las haríamos.

C o n s u lte con sus colaboradores


Roboam acababa de ser coronado rey de Israel. Jeroboam y m uchos
otros representantes del p ueblo acudieron al nuevo d irigente p id ie n d o
con fe rvo r que derogara algunas arbitrariedades e injusticias de su padre
Salom ón.
“ Idos, y de a q u í a tres días volved a m í” , les dijo.
D u ra n te esos tres días el nuevo soberano consultó con los ancianos
estadistas de su padre. “ Si tú fueres hoy siervo de este pueblo y lo sirvieres,
y respondiéndoles buenas palabras les hablares, ellos te servirán para
siem pre” . Las palabras siguientes refieren la triste historia del p rim e r
e rro r que com o d irig e n te com etió Roboam . “ Pero él dejó el consejo que
los ancianos le habían dado” . Roboam buscó el consejo de gente sin
experiencia. C o m o resultado, “ Israel se apartó de la casa de D a v id hasta
h o y ” (1 Reyes 12:5-19).
¿ P U E D E U S T E D E N R E A L ID A D D IR IG IR A L A G E N T E ? 55

E n los días de Roboam los ancianos aconsejaron sabiamente a su


d irigente. E n los días de Esdras el profeta buscó ayuda de u n joven y la
enco n tró . E l p u e b lo de Israel había apostatado, y Esdras procuraba
atraerlos hacia D io s m ediante u n reavivam iento genuin o. “ E n este caso
Esdras consultó con el n ie to de E lia s ib (Johanán). La sagacidad para dar
consejos no siem pre se encuentra con la edad avanzada” .5
U n d irig e n te sabio buscará a m p litu d de consejos en lo que atañe a
asuntos im p o rta n te s. Lo s jóvenes y los viejos p o d rá n c o n trib u ir con
sugerencias útiles.
E l rey sabio declara: “ D o n d e no hay dirección sabia, caerá el pueblo;
mas en la m u ltitu d de consejeros hay seguridad” (Prov. 11:14). “ O irá el
sabio, y aum entará el saber, y el ente n d id o a d q u irirá consejo” (Prov. 1:5).
“ Expuse en privado a los que tenían cierta re putación” , escribió una
vez el apóstol Pablo a los m iem bros de G alacia e xplicando p o r qué había
llevado a Bernabé y a T ito con él en u n viaje a Jerusalén. Q uería “ estar
seguro de que lo que había hecho y lo que me proponía hacer era acep­
table para ellos” (G ál. 2:2). Pablo era u n d irig e n te inteligen te. Creía en
el v a lo r de la práctica de p e d ir consejo a los herm anos. A sí m antenía su
confianza.
D e paso, debo m e n c io n a r que puede re su lta r peligroso re c ib ir
m uchos consejos. Prueba de esto lo encontré en u n relato que leí hace
algunos años. C u a n d o un anciano indígena estaba construyendo una
canoa de u n gran tro n co que excavaba, se le acercó u n hom bre y le d ijo :
“Jefe, pienso que es dem asiado ancha para el largo que tie n e ” . D e m odo
que el in d io la h iz o más angosta.
Poco después v in o otro h om bre y le d ijo : “Jefe, me parece que la
popa está dem asiado ancha” . Entonces el anciano la h iz o más angosta.
V in o u n tercer hom bre, y observó al indígena que excavaba el tronco.
L o m iró detenidam ente y le d ijo : “ L a proa está demasiado arqueada” .
Entonces el indígena la enderezó.
C u a n d o fin a lm e n te te rm in ó su canoa, la llevó al río cercano, pero
ésta se volcó. L a sacó del agua y la dejó en la playa, buscó o tro tronco y
com enzó de nuevo a excavarlo. U n a vez más v in o u n hom bre y ofreció
su consejo, pero esta vez el indígena le contestó, señalando el adefesio
que había en la playa: “ ¡Esa canoa que está allá es la de todos! ¡La canoa
que está aquí, es la del in d io !” 6
Es bueno buscar varios consejos, siem pre que separemos el trig o de
la paja y podam os seguir adelante con el proyecto.

Aseguraos que vuestros fu n d a m e n to s sean seguros; luego e d ific a d con


firm e z a y perseverancia, y a la vez con bondad, m ansedum bre y am or, p a ra
que vuestra casa perm anezca fir m e .1
56 PARA U S T E D Q U E Q U IE R E SER D IR IG E N T E

N o tem a a d m itir que a veces se equivoca


“ P o rq u e todos ofende m o s m uchas veces” (S ant. 3:12) escribe
Santiago. Sólo los débiles tem en a d m itir que se han equivocado.
E l pastor V oorsitter era el presidente del com ité de una in s titu c ió n .
E n consulta con los demás m iem bros se había aprobado hacer u n agre­
gado a la casa de uno de los m iem bros del personal. Era un trabajo urgente
que debía term inarse antes de las lluvias. C o m o había fondos, a u to rizó
al d ire cto r de la in s titu c ió n que com enzara el trabajo. Todo marchaba
bien, excepto que no había un acuerdo fo rm al de la ju n ta que autorizara
el gasto de esa cuantiosa suma de dinero. E l trabajo quedó te rm in a d o a
su debido tiem po. L le g ó el día de re n d ir cuentas. Los m iem bros de la
ju n ta , sabiendo que el presidente con frecuencia enfatizaba la necesidad
de que la ju n ta aprobara todos los gastos de esa índole, hicieron preguntas
pertinentes y bochornosas cuando se tra tó el tema.
E l pastor V oorsitter pasó a p rim e r plano, aunque hubiera preferido
que la tierra lo tragara. H a b ía una sola form a elegante de salir del paso:
a d m itir el e rro r com etido y exponerse a la m isericordia de los hermanos.
Y así lo h iz o . Los herm anos fu e ro n com prensivos. E l episodio
te rm in ó bien. Si él hubiera tratado de disculparse o justificarse, habría
salido de la prueba con u n castigo.
Si alguna vez cometemos a lg ú n error, que es posible que así sea,
debemos a d m itirlo honestam ente y de buena gana. Es a d m ira b le lo
generosos que son los herm anos cuando a d m itim o s nuestros errores.

P e rm ita que otros reciban el cré d ito


¿Hemos notado lo ansiosas que están algunas personas de re cib ir
todo el crédito? ¿Y p o r qué no dejar que lo reciban? Después de todo,
no im p o rta q u ié n reciba el crédito si el trabajo se realizó.
Tom em os com o ejem plo el caso de los interesados de La Voz de la
Esperanza. A veces los obreros vacilan en atenderlos porque piensan que
no van a re c ib ir el crédito p o r los bautism os. Por supuesto que la m ayor
parte de ellos no lo adm iten abiertamente, aunque algunos sí lo han hecho.
¡Sería lam entable que algunas almas no fueran adm itidas en el reino
debido a que nosotros nos interesam os más en el crédito que en las
conversiones! A fo rtu n a d a m e n te hay pocos obreros de esta clase.
U n d irig e n te que concede a sus obreros el crédito de u n trabajo
bien hecho, aunqu e él m ism o haya pa rticipado en buena m edida en él,
será bien apreciado. “A m aos los unos a los otros con am or fraternal; en
cuanto a honra, p refiriéndo os los unos a los otros” (Rom. 12:10).

Conceda u n a segunda o p o rtu n id a d


D u ra n te el p rim e r período que trabajó en el cam po m isionero, Juan
¿P U E D E U S T E D E N R E A L ID A D D IR IG IR A L A G E N T E ? 57

M arcos no resultó un obrero de éxito. C uando tuvo dificultades con u n


falso profeta lla m a d o Bar-jesús en la isla de C h ip re , Juan M arcos decidió
regresar p rem aturam en te a Jerusalén. Pablo consideró desertor al joven
m isionero.
Bernabé, sin em bargo, era un d irig ente capaz de dar una segunda
o p o rtu n id a d a sus hombres. Posteriorm ente Bernabé ayudó a Juan Marcos
a rehabilitarse com o m isionero.

Veta en é l cualidades que lo ca p a cita ría n p a ra ser u n obrero ú t il p a ra


C risto ... B a jo la b e n d ició n de D io s y la sabia enseñanza de Bernabé,
se tra n s fo rm ó en un valioso o brero.8

E n la causa de D io s hay m u ch o lu g a r para obreros com o Bernabé,


hom bres capaces de conceder una segunda o p o rtu n id a d a los obreros.
E lena de W h ite escribió:

L o s obreros co m e terá n errores, p e ro vosotros debéis d a rle s u na


o p o rtu n id a d de c o rre g ir sus errores, y aprender a ser cautos, dejando la
obra en sus m anos.9

Jesús fue el g ran R estaurador, y su m in is te rio fue u na obra de


restauración.
“ E l E s p íritu de Jehová el Señor está sobre m í, p orque me u n g ió
Jehová; m e ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar
a los quebrantados de corazón, a p u b lic a r libertad a los cautivos, y a los
presos apertura de la cárcel... a consolar a todos los enlutados; a ordenar
que a los afligidos de S ión se les dé g lo ria en lu g a r de ceniza, óleo de
gozo en lu g a r de lu to , m a n to de alegría en lu g a r del espíritu angustiado...
para g lo ria suya” (Isaías 61:1-3).
E l m a yo r D irig e n te de todos los tiem pos v in o a p ro p o rcio n a r co n ­
suelo a los quebrantados, a proclam ar libertad para los cautivos, a lib e rta r
a los encarcelados y a consolar a los enlutados.
E l profeta evangélico p re d ijo la obra de la iglesia rem anente en estas
palabras: “ Y serás llam ado... Restaurador de calzadas para h a b ita r” (Isa.
58:12).
Debem os ser “ restauradores” . ¡C on cuánta urgencia se necesita este
m in is te rio en el m u n d o ! A u n en nuestro p ro p io pueblo hay personas
quebrantadas de corazón, hogares destruidos, vidas deshechas y carreras
malogradas. D io s pide que sus dirigentes sean restauradores de la fe,
restauradores de la esperanza, restauradores del gozo, del á n im o y de la
confianza.
C u a n d o u n m ie m b ro o u n obrero fracasa, ta m b ié n su d irig e n te
58 PARA U S T E D Q U E Q U IE R E SER D IR IG E N T E

pa rticip a de ese fracaso. N u e s tro deber consiste en restaurar al que ha


tropezado. Pablo recom ienda a los dirigentes: “ Restauradle con espíritu
de m ansedum bre” (G ál. 6:1). L a sierva del Señor, com entando acerca de
Isaías 58, dice que esta es “ la obra que D io s requiere que su pueblo haga
en este tiem po. Es una obra encom endada p or é l” .10
Jesús es nuestro e jem plo en liderazgo. D io s nos ha encom endado
que edifiq u e m o s a los hom bres y no que los quebrantem os o los destru­
yamos. ¿Qué m o n u m e n to m ayor podríam os dejar en u n cam po que un
obrero fuerte a q u ie n hayam os ayudado a sobreponerse al e rro r o al
desánimo?
¿Q uién sabe? A lg ú n día nosotros m ism os podríam os necesitar que
se nos concediese una segunda o p o rtu n id a d . Santiago nos advierte que
si somos duros e in fle xib le s en nuestro trato con los demás, algún día
encontrarem os poca sim patía entre los herm anos. “ Porque ju ic io sin
m isericordia se hará con aquel que no hiciere m ise rico rd ia ” (Sant. 2:12).
Seamos d irig e n te s com o B ernabé y dem os a los hom bres una
segunda o p o rtu n id a d cuando sea posible. A l hacerlo, podríam os salvar
a m uchos Juan M arcos para la obra de D ios.

N o p id a que o tro haga lo que U d . puede pero no quiere hacer


E l pastor Bergen es u n presidente de u n ió n . Tam bién evangelista.
S irv ió m uchos años com o d ire cto r departam ental. A ú n puede m arcar el
paso a sus obreros en una cam paña de la Recolección.
E l pastor Bergen no se conform aba con d irig ir sus juntas, super­
visar el program a de evangelism o que había trazado para otros, sino que
era el p rim e ro en ponerse al frente de las actividades. L a salvación de las
alm as era algo que llevaba dentro de sí.
Cada año se bautizab an m iles de personas en el campo del pastor
Bergen.
¿Cuál era la razón? E l pastor Bergen decía: “ Vamos” en lu g a r de
decir: “ Vaya U d .” Los obreros lo seguían p o rque él participaba en lo más
d u ro de la batalla.
C ierta vez me encontraba ayudando a recolectar en el cam po del
pastor Bergen. Se advertía la ausencia de u n o o dos dirigentes, pero no
la del presidente de la u n ió n . A llí estaba él para encargarse de su te rrito rio
ju n ta m e n te con el resto de nosotros. E sto explica p o r qué esa u n ió n
sobrepasó ese año su blanco con una cantidad considerable. A h o ra bien,
no todos somos com o el pastor Bergen. D io s no ha concedido a cada
dirig e n te el talento de la predicación evangélica o la capacidad de re u n ir
grandes sumas en la Recolección. Pero un verdadero dirig e n te nunca le
pedirá a u n obrero que haga algo que é l sea capaz de hacer p ero que no
q u ie re hacerlo. Debem os ejercitar hasta el m áxim o nuestros dones. C om o
¿ P U E D E U S T E D E N R E A L ID A D D IR IG IR A L A G E N T E ? 59

dirigentes estaremos al frente de las actividades y no sólo dando órdenes


que otros hagan el trabajo por nosotros.
C u a n d o se trate de dar con sacrificio, el verdadero d irig e n te estará a
la cabeza. E l m arcará el paso. E l llevará su parte de la responsabilidad, y
a veces algo más que su parte.
E l verdadero d irig e n te siem pre dice: “ ¡Vamos!” , pero nunca dice:
“ ¡Vaya usted!”

A poye a sus obreros


¿Le han sacado alguna vez a usted la alfom bra debajo de los pies?
¿Llevó usted alguna vez a la práctica u n plan pensando que tenía el pleno
apoyo de su dirigente y luego descubrió que no era así? Es una experiencia
amarga; parece que el m u n d o se desm oronara alrededor de uno.
U n a joven que se había graduado com o maestra de escuela p rim a ria
tuvo que enseñar durante u n año en u n colegio secundario. A sí lo dispuso
el director, forzado p o r las circunstancias. Ya podemos im a g in a r algunos
de los problem as que encontró esa maestra. C u a n d o una profesora trata
a u n a lu m n o de secundaria en la m ism a form a com o trata a un o de
p rim a ria , es seguro que tendrá problem as. Esto o c u rrió varias veces. E l
d ire cto r se enteró de esta situación. ¿Qué hizo? P udo haberse vuelto con­
tra ella, pero no lo h iz o ; se m a n tu vo leal a la maestra, y posteriorm ente la
envió de vuelta a su p ro p io campo.
Si este d ire cto r no hubiera apoyado a su maestra en m edio de la
d ific u lta d , habría perdido su confianza. E lla habría perdido su in fluencia .
B ien habría p o d id o desanimarse en su trabajo de maestra y retirarse de
la obra.
U n verdadero d irig e n te cristia n o apoya a sus obreros cuando hay
problem as y cuando no los hay. A causa de esto, sus obreros lo apoyarán
lealm ente en todas las vicisitudes de su liderazgo.
T e rm in o este ca p ítu lo acerca del d irig e n te y de sus colaboradores
citando una de las mejores declaraciones que he encontrado acerca de
este asunto, un legado de u n a u to r desconocido: “ Tengamos corazones
que nunca se endurezcan, tem peram entos que nunca se cansen, y un
toque incapaz de la s tim a r” .

N u n c a fracasaremos si seguimos esta fó rm u la al tra ta r con los que


trabajan “ b a jo ” nosotros.

' Elena G. de W hite, L a educación, pág. 132 6 Cheer, mayo de 1961


2 W hite, M y L ife Today, pág. 165 7 W hite, Consejos p a ra los m aestros, pág. 52
3 , E l m in iste rio de curación, pág. 398
8 ------ , Hechos de los apóstoles, págs. 123, 124
-

A------ , Testim onies, tom o 7, pág. 179 9 ------ , Testim onios p a ra los m in istro s, pág. 305
5 The P u lp it C om m entary, Esdras 10:6,7 10 ,Testim onies,tom o 6,pág.265
-
60 PARA U S T E D Q U E Q U IE R E SER D IR IG E N T E

Educación
— —— Asi gnat ur a ________________________

1. A usted se le ha asignado una nueva iglesia. D escriba los


Complementan^ pasos que dará p a ra ganarse la co n fia n za y e l apoyo de los
líderes de su congregación.

2. U no de sus d irigentes de iglesia ha fa lla d o . ¿Q ué h a ría usted


p a ra d a r a esa persona una segunda o p o rtu n id a d ?

3. E v a lú e la e fe c tiv id a d de su lid e ra z g o a c tu a l con los 10


p rin c ip io s que e l a u to r describe. ¿C óm o evalua ría su capacidad
de d ir ig ir ? ¿E n q ué necesita m e jo ra r?

L id e ra z g o C onsagrado

“ M i corazón es para vosotros, jefes de Israel, para los que vo lu n ta ria ­


m ente os ofrecisteis entre el pueblo. L o a d a Jehová” (Jueces 5:9).

Un dirigente ama a sus hombres y a su pueblo. E l am or enseña cómo hacerlo.


Un dirigente no es un asalariado. Se entrega p o r los hombres, y p o r la obra.
Un dirigente no es suspicaz; m anifiesta confianza en sus hombres, y con esto
logra el éxito.
Un dirigente se ide n tifica con sus obreros y con su pueblo.
Un dirigente visita a sus obreros y se queda con ellos.
Un verdadero dirigente lleva en su corazón y en sus hombros a los débiles.
Cuando surgen las dificultades, e l dirigente está presente para hacerlesfrente.
Un dirigente se anticipa a las necesidades, y sirve.
Una persona egoísta no merece ser dirigente.
Un dirigente considera su trabajo como una vocación y no como un trabajo.
Un dirigente es modesto y sincero; nunca es ostentoso.
D irig e sin que los demás se den cuenta que lo hace.
Un dirigente es valiente cuando enfrenta la oposición.
C onvierte el agua fría en va pory sigue adelante.
Inspira a los demás y rebosa de entusiasmo.
Un dirigente es eficaz; se m antiene a l día. Siempre va a la vanguardia.
Un dirigente jam ás culpa a los demás.
N inguna persona que no haya aprendido a obedecer puede ser dirigente.
L a grandeza de un dirigente está en su capacidad de servir.
Debe ser amigable, entusiasta, perseverante.
¡Debe ora r y trabajarI
— A. W Staples
C a p ítu lo 6

M e senté donde ello s estaban sentados (E ze q u ie l 3:15).

¿Puede U d. Ponerse en
el L u g a r de los Demás ?

E l m o v im ie n to adventista es m u n d ia l. D io s está reuniend o sus joyas


de toda trib u , lengua y pueblo. La obra no te rm in a rá en A fric a antes que
te rm in e en Texas. N o te rm in a rá en D e lh i antes que te rm in e en N ueva
York y en H o n g K ong. U n d irig e n te nunca debe perder esta visión de
una obra m u n d ia l.
E n países donde la p re d ica ció n del E va n g e lio produce magros
resultados, es fácil que los adm inistradores desarrollen una visión localista
de la obra, que sientan que las necesidades de sus campos son las mayores.
L o sé, porq ue he trabajado en tales países. Los dirigentes que trabajan
en zonas donde la gente responde con m ayor facilidad, pueden sentir del
m ism o m odo. Pueden sostener que el desafío de mantenerse a la a ltura
de las oportunid ades que D io s les presenta exige que una buena parte de
los fondos sea enviada a sus campos. L o sé, p orque tam bién he trabajado
en tales países.
D o n d e esté nuestro cam po de labor, nos in clin a m o s a pensar que
las necesidades son mayores allí. O lvid a m o s al obrero o al dirig e n te que
trabaja en el país vecino o al o tro lado del m u n d o . Puede ser que luche
con problem as aún mayores que los nuestros. Si pudiéram os ver las cosas
desde sus puntos de vista, seríamos más generosos, más tolerantes y más
com prensivos. L a “ grandeza” de u n d irigente se m ide p o r su capacidad
de colocarse en el lu g a r de otro.
E l apóstol Pablo habla de este asunto tan im p ortante. “ N o m ira n d o
cada u n o p o r lo suyo p ro p io , sino cada cual tam bién p o r lo de los otros”
(F il. 2:4). E l D r. W and traduce las palabras de Pablo de este m odo:
“ Refrenaos de p ro m o ve r vuestros propios intereses, pero prom oved los
intereses de los demás” (F il. 2:4).
E l pastor B litz , u n buen am igo m ío, d irig ía con todo d in a m ism o el
program a de su departam ento. H acía m archar todas las actividades que
62 PARA U S T E D Q U E Q U IE R E SER D IR IG E N T E

tom aba en sus manos. A lcanzaba marcas im presionantes. E ra el o rg u llo


y el gozo de los d irig e n te s d e p a rta m e n ta le s de las o rg a n iza cio n e s
superiores. Pero d io cuantiosos dolores de cabeza al presidente y al
tesorero de su asociación.
— Esos hom bres carecen de visió n — me d ijo más de una vez el
H n o . B litz — . L o ú n ic o que piensan es en gastos, gastos, y más gastos.
¿Cómo podremos te rm in a r la obra con dirigentes com o éstos, que siempre
van arrastrando los pies?
— Bueno, am igo m ío — le dije con to n o con cilia d o r— , tal vez algún
día U d . se sentará donde ellos están sentados, y entonces com prenderá
m ejor.
Estamos agradecidos p o r nuestros obreros emprendedores y tam bién
p o r los piadosos adm inistradores que d irig e n la obra en general y que
m an tie n e n las cosas en debido e q u ilib rio .
A lg u n o s meses después el pastor B litz se encontró sentado en la
silla del presidente de una pequeña asociación que luchaba por sobrevivir.
Sonreí para m is adentros y esperé a ver qué o curriría. Todo se in ic ió con
m u c h o em puje. E l paso del program a de la asociación era realm ente
acelerado. ¡A q u í vamos hacia el progreso! ¡N o más arrastrar de pies! Todo
fue adm irable m ientras d u ró la “ lu n a de m ie l” . Pero llegó el día de re n d ir
cuentas. D ebo decir, en beneficio de m i am igo, que aprendió m u y pronto.
N o tardó en poner las cosas bajo co n tro l.
— C on frecuencia me acuerdo de lo que U d . me d ijo — me confesó
más tarde— . A h o ra estoy sentado del o tro lado del escritorio del presi­
dente y com prendo de qué me hablaba U d .
Luego, con gesto socarrón, contin u ó : “ Creo que tam bién sería bueno
que cada a d m in is tra d o r p u d ie ra trabajar p o r u n tiem po com o dirigente
departam ental. Entonces todos nos entenderíam os m e jo r” .

Póngase en el lu g a r de la o tra persona


H e pensado m uchas veces en la declaración del pastor B litz . ¿Cuán
eficaz sería el trabajo que realizam os los adm inistradores, si se cam biaran
los papeles y tuviéram os que c u m p lir los blancos de Recolección o de
inscripción a la Escuela Radiopostal? A lgunos probablem ente tendríam os
que esforzarnos hasta el m á xim o . Y p o r otra parte, ta m bién algunos
obreros serían más com prensivos si p u d ie ra n sentarse durante u n tie m p o
en la silla de los adm inistradores.
E z e q u ie l d ijo : “ M e senté donde ellos estaban sentados, y a llí perm a­
necí... a tó n ito entre ellos” (Eze. 3:15). C u a n d o U d . y yo nos sentamos
donde otra persona se sienta, es induda ble que quedamos “ atónitos” frente
a sus problem as, sus preocupaciones, sus frustraciones y sus am biciones.
“ Si vuestra alm a estuviera en lu g a r de la m ía ” (Job 16:4), com prenderíais
62 PARA U S T E D Q U E Q U IE R E SER D IR IG E N T E

tom aba en sus manos. A lcanzaba marcas im presionantes. E ra el o rg u llo


y el g o zo de los d irig e n te s d e p a rta m e n ta le s de las o rg a n iza cio n e s
superiores. Pero d io cuantiosos dolores de cabeza al presidente y al
tesorero de su asociación.
— Esos hom bres carecen de visión — me d ijo más de una vez el
H n o . B litz — . L o ú n ic o que piensan es en gastos, gastos, y más gastos.
¿C ó m o podrem os te rm in a r la obra con dirigentes com o éstos, que siempre
van arrastrando los pies?
— B ueno, am igo m ío — le d ije con to n o con cilia d o r— , tal vez algún
día U d . se sentará donde ellos están sentados, y entonces com prenderá
m ejor.
Estamos agradecidos p o r nuestros obreros emprendedores y tam bién
p o r los piadosos adm inistradores que d irig e n la obra en general y que
m an tie n e n las cosas en debido e q u ilib rio .
A lg u n o s meses después el pastor B litz se encontró sentado en la
silla del presidente de una pequeña asociación que luchaba por sobrevivir.
Sonreí para m is adentros y esperé a ver qué o cu rriría . Todo se in ic ió con
m u ch o em puje. E l paso del program a de la asociación era realm ente
acelerado. ¡A q u í vamos hacia el progreso! ¡N o más arrastrar de pies! Todo
fue adm irable m ientras d u ró la “ lu n a de m ie l” . Pero llegó el día de re n d ir
cuentas. D ebo decir, en beneficio de m i am igo, que aprendió m u y pronto.
N o tardó en po n e r las cosas bajo c o n tro l.
— C o n frecuencia me acuerdo de lo que U d. me d ijo — me confesó
más tarde— . A h o ra estoy sentado del o tro lado del escritorio del presi­
dente y com prendo de qué me hablaba U d .
Luego, con gesto socarrón, co n tin u ó : “ C reo que tam bién sería bueno
que cada a d m in is tra d o r pudiera trabajar p o r u n tiem po com o dirigente
departam ental. Entonces todos nos entenderíam os m e jo r” .

Póngase en el lu g a r de la o tra persona


H e pensado m uchas veces en la declaración del pastor B litz . ¿Cuán
eficaz sería el trabajo que realizam os los adm inistradores, si se cam biaran
los papeles y tuviéram os que c u m p lir los blancos de Recolección o de
inscripción a la Escuela Radiopostal? A lg u n o s probablem ente tendríam os
que esforzarnos hasta el m á xim o . Y p o r otra parte, ta m bién algunos
obreros serían más com prensivos si p u d ie ra n sentarse durante u n tie m p o
en la silla de los adm inistradores.
E ze q u ie l d ijo : “ M e senté donde ellos estaban sentados, y a llí perm a­
necí... a tó n ito entre ellos” (Eze. 3:15). C u a n d o U d . y yo nos sentamos
donde otra persona se sienta, es indudable que quedamos “ atónitos” frente
a sus problem as, sus preocupaciones, sus frustraciones y sus ambiciones.
“ Si vuestra alm a estuviera en lu g a r de la m ía ” (Job 16:4), com prenderíais
¿ P U E D E U S T E D P O N E R S E E N E L L U G A R D E L O S D E M A S ? 63

m e jo r m is problem as; y si yo m ira ra las cosas a través de vuestros ojos,


ta m b ié n com prendería m u ch o m e jo r los vuestros. E l té rm in o “ em patia”
[aprehensión directa del estado de á n im o de otra persona] debiera ser
una palabra notable en el vocabulario de c u a lq u ie r d irigente cristiano de
éxito, y ta m b ié n una experiencia dia ria en su liderazgo. N o llegaremos a
ser dirigentes eficaces m ientras no podam os proyectarnos en la situación
de otra persona. N o olvidem os que somos d irig e n te s y no conductores.
Las actitudes y las reacciones de los dirigentes m undanos no deben
fo rm a r parte del liderazgo de la Iglesia A dventista. La traducción que el
D r. M o ffa tt hace de las palabras de Job describe acertadamente cuán
cínicas pueden ser algunas personas: “ Los hom bres que están a sus anchas
se b u rla n del desafortunado; cuando u n hom bre vacila, recibe golpes”
(Job 12:5). C o n frecuencia, los demás cuentan m u y poco en la lucha ciega
de la h u m a n id a d p o r alcanzar la cum bre.
E l apóstol Pablo refleja la a c titu d em pática del verdadero dirigente
cristiano: “ ¿Quién enferma, y yo no enfermo? ¿A quién se le hace tropezar,
y yo no me in d ig n o ? ” (2 Cor. 11:29). U n dirig e n te g e n u in o no es un
asalariado. A m a de veras a sus hom bres. Se id e n tifica con sus esperanzas,
sus gozos, sus chascos y sus problem as. A provecha cada o p o rtu n id a d para
acom pañarlos en el cam po. Fortalece a los débiles e in sp ira a los fuertes.
C u a n d o sobreviene la adversidad, suaviza el golpe. N o es u n jefe sino un
herm ano.

E l e je m p lo de la em p a tia d iv in a
Isaías registra una hermosa profecía acerca del m in is te rio de C risto:
“ E n toda angustia de ellos él fue angustiado, y el ángel de su faz los salvó;
en su a m o r y en su clem encia los re d im ió , y los trajo, y los levantó todos
los días de la a n tigüe dad” (Isa. 63:9).
M uchos siglos antes de convertirse en criatura hum ana en el pesebre
de Belén, nuestro Salvador p a rticip ó de la experiencia de su pueblo. S ufrió
con él. Se regocijó con él. ¡Qué buen ejem plo de em patia divin a ! D u ­
rante su m in is te rio terrenal el M aestro vo lvió a proyectarse en las necesi­
dades y las vicisitudes de la h u m a n id a d . Y co n tin ú a haciéndolo hoy.
“ C ie rta m e n te lle v ó él nuestras enferm edades, y s u frió nuestros
dolores; y nosotros le tu vim o s p o r azotado, p o r herido de D io s y abatido.
M as él h e rid o fue p o r nuestras rebeliones, m o lid o p o r nuestros pecados;
el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fu im o s nosotros
curados” (Isa. 53:4, 5).
E l com entario insp ira d o de E lena de W h ite acerca de estas palabras,
describe gráficam ente cóm o Jesús se colocó en el lu g a r del hom bre:

C risto fu e tratad o com o nosotros merecemos a f in de que nosotros pudiése-


64 PARA U S T E D Q U E Q U IE R E SER D IR IG E N T E

mas ser tratados como é l merece. Fue condenado p o r nuestros pecados, en los
que no había participado, af in de que nosotros pudiésemos serju stifica d o s p o r
su ju s tic ia , en la cu a l no habíamos participado. E l s u frió la m uerte nuestra, a
f in de que pudiésemos re cib ir la vida suya. Por su llaga fu im o s nosotros curados.1

E n su m in is te rio em pático, C risto nos ha dejado u n “ eje m p lo ” para


que sigamos en “ sus pisadas” (1 Pedro 2:21). “ Sed todos de u n m ism o
sentir, compasivos, amándoos fraternalm ente, misericordiosos, amigables”
(1 P edro3:8). La mensajera del Señor escribe: “ E n vuestro trato con otros,
poneos en su lugar. C om p re n d e d sus sentim ientos, sus dificultades, sus
chascos, sus gozos y sus pesares” .2

Siéntate donde tu herm ano se sienta, am igo m ío;


conoce bien sus preocupaciones, sus males y sus temores;
cam ina p o r donde él va con paso vacilante;
soporta sus pruebas, sus dolores y sus lágrim as.
In c lín a te bajo el peso de sus cargas, soporta sus
tentaciones crueles y violentas;
recibe, tam bién, e l im pacto del dardo satánico
que perfora la arm adura de tu herm ano.
Entonces, am igo m ío, comprenderás la m agn itu d de
sus días dolorosos; se enternecerá tu corazón y estará
menos in clin a d o a cu lp a r y más p ro n to a alabar.

Si podem os p a rtic ip a r de la experiencia de nuestros colaboradores,


andarem os p o r el ca m in o del verdadero liderazgo cristiano.

L a le tra de la ley
Los adventistas creemos en norm as y procedim ien tos. Tenemos
norm as y procedim ien tos para las finanzas y las relaciones hum anas.
Tenemos un c o n ju n to de norm as para d ir ig ir nuestros departam entos e
instituciones. Los concilios de prim avera y de otoño aum entan constante­
m ente el c o n ju n to de norm as. Esto hace su rg ir otra cuestión estrecha­
m ente relacionada con la em patia: ¿Es posible ju s tific a r a u n dirigente
que no aplica la letra de la ley? A nalicem os este p u n to .
Pablo, escribiendo a los creyentes de F ilip o s, d ijo : “Vuestra m odera­
ció n dése a conocer a todos los hom bres. E l Señor está cerca” (F il. 4:5).
Esta palabra “ m oderación” tiene interesantes connotaciones en d ife ­
rentes versiones del N u e vo Testam ento. U n estudio de ella aclara nuestro
in te rro g a n te . R o n a ld K n o x traduce: “ D a d prueba a todos de vuestra
cortesía” . L a versión N e w E n g lis h B ib le nos presenta este herm oso
pensam iento:
¿ P U E D E U S T E D P O N E R S E E N E L L U G A R D E L O S D E M A S ? 65

“ Q ue vuestra m agnanim idad se m anifieste a todos” .


W illia m Barclay, profesor de Id io m a del N u e vo Testam ento en la
U n ive rsid a d de Glasgow, declara que la palabra “ m oderación” es una de
las más difícile s de tra d u c ir de todas las palabras griegas. Luego explica
cóm o los griegos m ism os em pleaban el té rm in o “epieikeia”. “ D ecían que
epieikeia debería u tiliza rse en los casos cuando la estricta ju sticia se vuelve
in ju s tic ia debido a su carácter general” .
Necesitam os norm as y procedim ientos en nuestro program a de la
iglesia. La posibilidad de acudir al M a n u a l de la iglesia o al lib ro de normas
y procedim ien tos denom inacionales, en busca de consejo para decisiones
difíciles, significa m u ch o para los adm inistradores y los pastores. Pero
Pablo en su carta a los filipenses lla m a la atención a ciertas excepciones a
las norm as y procedim ien tos generales. “ Q ue vuestra m a g n a n im id a d se
m a n ifie ste ” . “ Vuestra gentileza sea conocida de todos los hom bres” ,
leemos en otra version. Según Barclay: “ U n hom bre posee la cualidad
de epieikeia cuando sabe en qué m o m e n to no a plicar la letra estricta de la
ley, cuando sabe en qué m o m e n to debe relajar la ju sticia e in tro d u c ir la
m ise rico rd ia ” .3
E n u n cam po donde trabajaba, uno de nuestros obreros jóvenes
com etió u n serio error. L a ju n ta estaba p o r despedirlo. Pero el joven
c o m p re n d ió su e rro r y se a rre p in tió . P id ió que se le concediese otra
o p o rtu n id a d .
Las norm as habrían ju s tific a d o la destitución del trabajo de este
joven. Pero la ju n ta to m a n d o todo en consideración y com o su e rro r no
era de carácter m oral, decidió ejercer epieikeia — tolerancia, m a g n a n i­
m id a d , m isericordia, paciencia, gentileza, o com o queram os llam arlo.
N o pensábamos en estas palabras agradables en ese m o m e n to , pero
pensábamos en el fu tu ro de ese joven y en su a rrepentim ien to; p o r lo
tanto, le concedim os otra o p o rtu n id a d .
M e alegro porque los m iem bros de la ju n ta supieron en qué m o ­
m ento no ap lica r la letra de la ley. M e satisface saber que com prendie ro n
que en ciertas ocasiones hay algo que está p o r encim a de la justicia. H a n
tra n scu rrid o varios años, y este obrero ha ju stifica d o la fe que la ju n ta
tu vo en él. Está llevando a cabo en fo rm a adm irable la obra que le con­
fia ro n . C o m o dos años después de la decisión de esa ju n ta , me encontré
con ese joven en u n congreso en su nuevo cam po de labor. M e rodeó con
su brazo y m e d ijo : “ G racias, pastor, p o r haberm e concedido otra o p o rtu ­
nidad. E l Señor me está bendicie ndo en m i trabajo y estoy decidido a
seguir haciendo lo m ejor, para ju s tific a r la fe que la ju n ta tu vo en m í. Esa
vez, yo estaba tan avergonzado y tan desanimado que Satanás perseveraba
en decirm e que debía abandonarlo todo y retirarm e. Ustedes, mis herm a­
nos, me salvaron con la form a com prensiva com o me tra ta ro n ” . L a m a n i-
66 PARA U S T E D Q U E Q U IE R E SER D IR IG E N T E

festación de e p ie i\e ia pagó dividendos en este caso.


E n su m in is te rio terrenal, el Salvador con frecuencia fue más allá
de las exigencias de la ju sticia . C u a n d o los judíos le llevaron a una m u je r
sorprendida en el pecado, bien p u d o condenarla y quebrantarla, y hasta
p e rm itir que fuera apedreada o m uerta de acuerdo con la ley de Moisés;
pero Jesús conocía el corazón de la m ujer. Sabía las circunstancias que
habían rodeado su caída. Sabía la b endita recuperación que realizaría.
Sabía que ese era el m o m e n to de ejercer “ g e n tile za ” , epieikeia. Fue más
allá de la justicia.
N i Pablo n i Jesús enseñaron que el pecado debía ser condenado o
ignorado. C o m o dirigentes de la iglesia, no debemos errar acerca de este
pu n to . L a experiencia de A cán ilu s tra gráficam ente las terribles conse­
cuencias de tener pecado en el cam pam ento. La mensajera del Señor
nos aconseja que enfrentem os con fid e lid a d el pecado, aún cuando afecte
a los hom bres más elevados de nuestra iglesia.
Pero las circunstancias varían. H a y veces cuando la ju sticia puede
ocasionar más daño a la iglesia que la aplicación de epieikeia, “ gentileza” .

E n lo que atañe a la ju s tic ia , no hay n i uno solo de nosotros que no


merezca otra cosa que la condenación de Dios, pero D ios va más a llá
de la ju s tic ia . Pablo establece que la señal que debe d is tin g u ir a l
cristiano en su relación personal con sus semejantes, ha de ser que
conozca cuándo in s is tir en la ju s tic ia y cuándo no in s is tir en ella, y
que siem pre haga recordar que existe algo que está p o r encim a de la
ju s tic ia , y que hace a l hom bre semejante a D ios.4

¿Por qué com o dirigentes cristianos debemos m anifestar esta actitud


de gentileza y m agnanim id ad? E l m ism o apóstol contesta esta pregunta:
“ E l Señor está cerca” . Estam os esperando la venida de Jesús, p o r lo tanto
deberíamos parecem os a él tan to com o sea posible. Debem os estar listos
para encontrarnos con él.
O tra razón, y una m u y real para los que con frecuencia tienen la
reputación, y probablem ente, en ocasiones, hasta el destino eterno de los
hom bres en sus m anos, es que se nos ha encom endado salvar a los
hom bres, y no aplastarlos. Si seguim os al M aestro, elevarem os a los
hom bres y no los pisotearemos.
Debem os e nfrentar con firm e za el pecado, aunque a veces produzca
d o lo r y anim osidad. N o podemos evitarlo, es la ú nica conducta que po­
dem os seguir. Pero com o esto es verdad, ¿no debiéram os entonces
aprovechar toda o p o rtu n id a d posible y descubrir en qué m o m e n to cerrar
el lib ro de norm as y procedim ientos, y ju n to con Pablo y Jesús ejercer la
epieikeia, o sea la m isericordia ?
¿ P U E D E U S T E D P O N E R S E E N E L L U G A R D E L O S D E M A S ? 67

Q ue D io s nos convierta en hom bres m agnánim os, en dirigentes


capaces de ver las cosas a través de los ojos de los demás. B ien podemos
nosotros ser amados p o r nuestra gentileza y m isericordia com o tam bién
respetados p o r nuestro pujante d in a m ism o. *1

1Elena G. de White, E l Deseado de todas la s gentes , págs. 16, 17


2 White, E l discurso m aestro de Jesucristo, pág. 109
3 W illiam Barclay, The L e tte r to the P h ilip p ia n s, pág. 94
4 Ihíd.

Educación
■. A s ig n a tu ra _

1. ¿H ay ta l cosa como compasión p o lític a ?

Describa alguna ocasión en su vida cuando algún dirigente


de iglesia tuvo que tener consideración especial hacia usted.
¿H a devuelto esa m ism a consideración a alguien más?

2. ¿Es posible que esas po lítica s dentro de la iglesia puedan


ser aprobadas p o r D ios para m antener la unidad? D é un
ejem plo.
C a p ítu lo 7

Am aos los unos a los otros con am or fra te rn a l; en cuanto a honra,


prefiriéndoos los unos a los otros. E n lo que requiere diligencia, no
perezosos; fe rvie n te s en e spíritu, sirvie n d o a l Señor (Rom anos
12: 10, 11).

de Presidente
Usted?

L a adm inistración del m o vim ie n to adventista se efectúa mayorm ente


m ediante ju n ta s y com isiones. Somos u n pueblo dem ocrático. Creemos
en la m u ltitu d de consejos y en la acción concertada. Tenemos juntas de
asociación y de u n ió n , ju n ta s de iglesia y de escuelas. Establecem os
com isiones y subcom isiones. ¡E l proceso no parece no tener fin !
Si el lector es m ie m b ro activo de la Iglesia A dventista, es posible
que en este m om e n to sirva com o presidente o sea m ie m b ro de alguna
ju n ta . Si es así, com prenderá la im p o rta n cia de saber cóm o d ir ig ir las
deliberaciones de un g ru p o de feligreses y de obreros. Su ju n ta o com ité
debería fu n c io n a r suave, arm oniosa y eficazm ente.
Q u ie n desee ser presidente de éxito debe saber cóm o m anejar las
situaciones delicadas, sin actuar con excesivo rigor. D ebería saber cóm o
to m a r determ inaciones y delegar responsabilidades sin dar la im presión
de estar e m p u ja n d o o apresurando indeb id am ente a la ju n ta para que
tom e decisiones prem aturas.
G ra n parte del éxito de una ju n ta depende de su presidente. La
conducta y la actuación de las juntas refleja el espíritu de sus dirigentes,
ta l com o la ley de u n país refleja el e sp íritu de sus legisladores.
L a atmósfera en que fu n cio n a una ju n ta es de suma im portancia.
Ese g ru p o de hom bres y m ujeres que se reúnen en el nom bre del Señor
deben ser d irig id o s p o r el E s p íritu Santo.

C uando e l E s p íritu de D io s descanse sobre vosotros, no habrá


sentim ientos de envidia o celos a l exam inar la posición ajena. N o habrá
un espíritu de acusación y c rític a .1
70 PARA U S T E D Q U E Q U IE R E SER D IR IG E N T E

E l apóstol Pablo describe acertadam ente el e sp íritu que debiera


prevalecer entre los m iem bros de la iglesia que p a rticip a n en una ju n ta :
“Am aos los unos a los otros con a m o r fra te rn a l; en cuanto a honra,
p re firié n d o o s los unos a los otros. E n lo que requiere d ilig e n c ia , no
perezosos; fervientes en espíritu, sirvie n d o at Señor” (Rom . 12:10,11).
Los m iem bros de una ju n ta reflejan en gran m edida el espíritu del
dirigente. Si el hom bre que se sienta en la silla directiva ama con am or
fraternal, es probable que los m iem bros que sirven con él, realicen su
obra con ese m ism o espíritu. Si es generoso y respetuoso, ta m bién sus
m iem bros m anifestarán el espíritu de “ preferirse unos a otros” . Entonces
llevarán a cabo la obra de D io s con valor, co n fianza y espíritu fervoroso.

U n presidente debe saber a dónde se d irig e


A brahán L in c o ln d ijo cierta vez: “Antes que una persona salga hacia
un lugar, p rim e ro debe saber dónde se encuentra” . U n presidente de
ju n ta no sólo debe saber dónde se encuentra sino tam bién hacia dónde se
dirige. Jesús m ism o declaró: “ Sé de dónde he venido y a dónde vo y” (Juan
8:14).
C ie rto d irig e n te me hablaba de u n o de sus obreros. “ Ese hom bre
sabe a dónde va — d ijo con voz llena de calor y confianza— . Además
sabe cóm o llegar a llí y qué hacer una vez que llegue” .
T odo presidente eficaz ta m b ié n debe saber “ a dónde va, cóm o llegar
allá y qué hacer una vez que llegue” . Debe trabajar ju n ta m e n te con su
secretario para asegurarse de que todo esté listo para la re u n ió n . Debe
considerar los problem as y los planes. Las cartas, las norm as, los hechos,
los datos, y c u a lq u ie r o tro m a te ria l im p o rta n te para la agenda deberían
estar bien organizados.
E l presidente, desde su p u n to ventajoso com o d irigente, está en
posición de p ro p o rcio n a r valioso consejo y dirección. N o debe soslayar
los problem as y las situaciones com prom etedoras, sino que com o posee
hechos im portantes, debe presentar planes y propone r soluciones. Antes
de in c lu ir un tem a en la agenda, debe considerarlo cabalm ente y buscar
la ayuda d iv in a en oración.
Eso no significa que el presidente tiene todas las respuestas, que
d o m in a toda discusión, que su v o lu n ta d es suprema. Pero todo dirigente
que es d ig n o de lle va r el n om bre de presidente, pastor o director, debe
ser u n hom bre previsor. D ebe estar preparado para presentar sus ideas
en el m om e n to p ro p icio .
¿Necesito a ñ a d ir que los dirigentes deberían resolver c u a lq u ie r
diferencia radical o de o p in ió n acerca de u n tem a antes de llevarlo a la
junta ? Es lam entable cuando el presidente, el secretario o el tesorero
están en desacuerdo delante de los demás m iem bros de la ju n ta .
¿ Q U E C L A S E D E P R E S ID E N T E D E J U N T A ES U S T E D ? 71

C onozca las reglas p a rla m e n ta ria s básicas


A lg u ie n d e fin ió un com ité com o “ u n g ru p o de personas que guardan
m in u ta s * y pierden horas” . N o habría necesidad de desperdiciar esas
horas, si el presidente poseyera un co n o cim ie n to aceptable de las reglas
parlam entarias y supiera cóm o im p e d ir que su ju n ta se enredara con
propuestas y discusiones desordenadas. D e este m odo el secretario tendría
menos m in u ta s para archivar.
E n años recientes ha habido quienes no han hecho m ucho énfasis
en la letra de los reglam entos parlam entarios com o se hacía antes. A pesar
de esto, hay ciertos p rin cip io s básicos que todo presidente debiera conocer
cabalm ente. Debería saber que las propuestas tienen p rio rid a d . Si quiere
sa lir de una situación com prom etedora, debería saber cóm o tra ta r las
propuestas adicionales o las enm iendas, y cóm o enm endar las propuestas
controvertidas. Para evitar la pérdida de esas horas, un d irig e n te debería
conocer bien los métodos correctos de d ir ig ir el debate. O casionalm ente
surgen alteraciones del orden y el presidente debe saber qué hacer en
esos casos. Además, debería saber cóm o presentar propuestas al círculo
de la ju n ta y cóm o y cuándo retirarlas, si es necesario.
N o es posible tra ta r en este lib ro las com plicaciones de los reglam en­
tos parlam entarios, pero hay libros en inglés com o los siguientes: P a rlia ­
m entary Practice y R obert’s Rules o f O rder Revised p o r H e n ry M . Robert,
que pueden ser de u tilid a d .

P e rm ita que los m ie m b ro s de la ju n ta expresen sus o p in io n e s


E l presidente de una de las asociaciones de m i u n ió n tenía d ific u l­
tades con sus obreros. P or u n tie m p o n o pude entender cuál era la causa,
hasta que asistí a una de sus juntas.
N o té que u n m ie m b ro de la ju n ta com enzaba a presentar u n asunto
o a re a liza r una propuesta. Antes de que hubiera te rm in a d o de hablar, el
presidente lo in te rru m p ía . E sto o cu rría con frecuencia. A u n cuando
algunos m iem bros todavía tenían asuntos para presentar o preguntas que
fo rm u la r, m i am igo los in te rru m p ía abruptam ente, m anifestaba cuál era
la d e te rm in a ció n que deseaba que se tom ara y pedía que se la propusiera
y se tom ara votación. D e este m odo se aprobaban m uchos asuntos, pero
no satisfactoriam ente. A lg u n o s m iem bros quedaban frustrados y se sen­
tían descontentos porque se les había im p e d id o p a rticip a r en el debate.

“E n ninguna asociación deben introducirse precipitadam ente proposi­


ciones sin dejar a los demás que exam inen cuidadosamente cada uno
de los puntos que sepresentan. Se han presentado y votado muchísimos
asuntos que im plicaban m ucho más de lo que se anticipaba y de lo
E n inglés, “ m in u ta s ” y “ m in u to s ” se escriben igu a l. (N . del Tr.)
72 PARA U S T E D Q U E Q U IE R E SER D IR IG E N T E

que los votantes hubiesen concedido si se hubiesen tom ado el tiem po


de exam inar todos sus aspectos.2

Conceda a m p lia o p o rtu n id a d de h a b la r a los m iem bros de su ju n ta .


N o los asfixie.

Sepa cuándo c ris ta liz a r el p e n sa m ie n to de su ju n ta


Por supuesto que tam bién está el otro extrem o. A lgunos presidentes
pe rm ite n que sus m iem bros hablen sin cesar dando vueltas al m ism o
tema.
C o n o cí a u n presidente cpie así lo hacía. D aba buenos consejos.
C u ando hablaba, decía algo. Pesaba sus palabras y hablaba resueltamente.
Q ue yo sepa, nunca tuvo que retractarse de alguna declaración m al hecha.
Pero u n o de los m iem bros de su ju n ta se quejaba diciendo: “ P ro­
longa innecesariam ente sus juntas. ¿No podría usted sugerirle que apre­
sure el proceso para poder c u b rir todos los puntos de la agenda?”
U n presidente capaz sabe en qué m o m ento el g ru p o ha analizado
cabalm ente el p ro b le m a , y en qué m o m e n to som eter la propuesta a
votación. Se da cuenta cuando los m iem bros com ienzan a re p e tir sus
conceptos. Este es el m o m e n to de lle v a r con tacto la p ro p o s ic ió n a
votación.
Si los m ie m b ro s exigen una nueva d iscusión después de haber
considerado el asunto desde todos los ángulos, el dirigente puede sugerir:
“ Bueno, hermanos, este es un tema interesante. Sin duda podríam os pasar
una m añana entera a n a lizá n d o lo ; pero tenemos una agenda larga y el
tie m p o pasa m u y rápidam ente. A h o ra bien, después que hable el H n o .
Blanco, ¿no podríam os someter a votación este asunto para aprobarlo o
desaprobarlo, según ustedes estimen conveniente? Por lo general las juntas
aceptan esta clase de in d ica ció n . Y así el presidente puede ayudar a sus
m iem bros a c ris ta liz a r su pensam iento y a lograr una conclusión satis­
factoria.

A p re n d a a postergar sus planes y o p in io n e s


U n presidente de la A sociación G eneral presidía una ju n ta de la
cual yo form aba parte. A nalizába m os diversos aspectos de cierto p ro b le ­
ma. C om o todo buen dirigente debería hacerlo, nuestro presidente ofreció
una sugerencia que pensaba que solucionaría la situación. Sin embargo,
al c o n tin u a r el análisis, era evidente que la m ayor parte de los m iem bros
favorecían una solución diferente.
Después que el presidente p e rm itió que todos hablaran, sonrió y se
som etió a la v o lu n ta d de los herm anos. “ Sé cuándo las opiniones están
en contra mía, - d ijo - . Resulta claro que prefieren u n plan diferente del
¿Q U E C L A S E D E P R E S ID E N T E D E J U N T A ES U S T E D ? 73

m ío. Llevem os a la práctica lo que hemos estado analizan do y yo iré con


ustedes” .
Sentí m ucha sim patía p o r ese dirigente. Estoy seguro de que los
demás m iem bros de la ju n ta tam bién lo apreciaron. Si el presidente de la
A sociación G eneral considera que es ú t il postergar su o p in ió n algunas
veces, p o r cierto que ustedes y yo podrem os hacer lo m ism o.
Para algunas personas es d ifíc il ceder en un punto. Es casi im posible
separarlos de sus ideas. A lgunos presidentes procuran im p o n e r sus puntos
de vista a la ju n ta . C o n esa a ctitu d pierden el respeto de los m iem bros de
la ju n ta , y algunas veces hasta su puesto. U n presidente inte lig e n te sabrá
cuándo y cóm o someterse a la v o lu n ta d de la m ayoría en asuntos que no
im p lic a n p rin cip io s.

C ó m o hacer fre n te a la o p o sició n


C ie rta vez A b ra h á n L in c o ln presentó a su gabinete u n p la n que él
deseaba m ucho que se llevara a cabo. D esafortunadam ente, los in te g ra n ­
tes de su gabinete no estuvieron de acuerdo con él. C uando se som etió a
votación ese asunto, L in c o ln quedó solo.
C u a n d o a n u n ció el resultado, el presidente L in c o ln d ijo : “ Siete no,
y un sí. G ana el sí” .
N osotros no podem os hacerlo. Puede que seamos presidentes, pero
no lo somos de los Estados U n id o s. Trabajam os con m iem bros de ju n ta y
a veces ellos no concuerdan con nosotros. A veces pueden contrariarnos,
a m e n u d o en un com ité.
U n d irig e n te in te lig e n te n o debe sentirse afectado p o r esto. N o debe
ig n o ra r la oposición com o algo in d ig n o de considerarse. Tam poco debe
o b lig a r a sus opositores a hacer su vo lu n tad .
“ G racias a D io s p o r m is enem igos — le d ijo cierta vez u n am igo a
R. H . W e n tla n d — . M e han im p e d id o com eter una cantidad de errores.
M is amigos me p e rm ite n seguir adelante equivocado, pero m is enemigos
me dicen directam ente cuán necio soy. Por eso digo: ‘Gracias a D io s por
m is enem igos’” .
H a y una sola form a de hacer frente a la oposición: con el espíritu
del Maestro. Por cierto que esto no descarta la defensa de nuestros puntos
de vista con lógica y vigor. E l Señor nos ha dado u n cerebro, y espera que
lo usemos. Reunamos nuestros hechos y nuestros datos, pero en la presen­
tación y en la defensa, no olvidem os que Pablo d ijo que debíamos amarnos
con am or frate rn a l y al m ism o tie m p o tener u n espíritu fervoroso. N o
sigamos insistiendo después de haber p e rd id o el debate.
Si la oposición ha sido desleal o poco cristiana, recordemos que el
Señor se encarga de los que nos tratan injustam ente. N o debemos to m a r
la venganza en nuestras propias manos.
74 PARA U S T E D Q U E Q U IE R E SER D IR IG E N T E

E studiad la historia de José y de D a niel. E l Señor no im p id ió las


in trig a s de los hombres que procuraban hacerles daño; pero hizo
redundar todos aquellos ardides en beneficio de sus siervos que en medio
de la prueba y del co n flicto conservaron su fie y le altad}

E l D io s de José y de D a n ie l todavía vive. H o y cuidará a sus dirigentes


ta l com o los c u id ó hace siglos.

U n presidente debe m e d ia r y negociar


T al vez nos haya tocado estar en juntas donde los integrantes se han
d iv id id o en dos grupos, con puntos de vista aparentem ente irre c o n c ilia ­
bles. A u n q u e el debate se desarrolla en u n plano elevado, parece im posible
llegar a u n acuerdo.
M uchas veces el presidente posee la solución de esas situaciones
tan delicadas. C o n la b e n d ició n de D io s, debe abrirse paso a través del
problem a fo rm u la n d o preguntas, haciendo sugerencias, p id ie n d o ayuda
de otros m iem bros, hasta conseguir la co n c ilia ció n de los puntos de vista
divergentes.
C u a n d o L u d w ig E rh a rd era M in is tro de E conom ía en A le m a n ia
O ccidental, d io esta d e fin ic ió n de lo que es el acom odo:

Es e l arte de d iv id ir una to rta de ta l m odo que todos crean que


recibieron la porción más grande*

Probablem ente, com o adm inistradores cristianos, no definirem os


el acom odo, el acto de transar, com o lo h iz o el m in is tro alem án; sin em ­
bargo, estaremos de acuerdo en que la solución a una disputa debe dejar
satisfechos a todos, aunqu e esto no nos haga saltar de alegría.
E l esfuerzo de m e d ia r en las diferencias pone a prueba la capacidad
y la paciencia del presidente más que n in g u n a otra cosa. N o puede to m a r
p a rtid o abiertam ente. Si m anifiesta irrita c ió n o si trata de im ponerse p or
la fuerza, está condenado al fracaso. C u a n d o hay intereses delicados en
juego y no se llega a un acuerdo, nada ayuda más que enviar u n pequeño
“ cie lo g ra m a ” al gran M e d ia d o r, p id ie n d o el rá p id o c u m p lim ie n to de
Santiago 1:5: “ Si a lguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a
D io s, el cual da a todos abundantem ente y sin reproche, y le será dada” .
¡C u á n to a liv io se e xp e rim e n ta cu a n d o esta prom esa es c u m p lid a y
hom bres y mujeres excelentes vuelven a tener u n idad de parecer y avanzan
ju n to s una vez más!
“ Tened ta m b ié n vosotros paciencia” dice Santiago (5:8). E l Señor
nos ayudará a resolver las situaciones más difíciles, y nos capacitará para
g lo rific a r su n om bre y prom o ve r sus intereses. C o n la ayuda de D ios,
i Q U E C L A S E D E P R E S ID E N T E D E J U N T A ES U S T E D ? 75

aprendam os a abrirnos paso a través de los desacuerdos de una ju n ta .

H a s ta u n p residente puede equivocarse


Los obreros de una estación m isionera consideraban la conveniencia
de in sta la r u n ariete h id rá u lic o para bom bear agua desde u n río cercano.
U n ex d ire cto r de la estación, que en ese m om ento trabajaba com o
d irig e n te de una o rg a n iza ció n superior, estaba seguro de que el ariete
h id rá u lic o no serviría.
— Si se pudiera in sta la r a q u í u n ariete con éxito — d ijo el ex d irec­
to r rebosando suficiencia p ro p ia — , yo ya lo habría instalado.
Los herm anos de la estación lo instalaron, y trabajó perfectam ente.
P roporcionaba u n grueso cho rro de agua clara y fresca para satisfacer las
necesidades de la estación. M uchos años después, yo m ism o usé esa agua.
— ¿Y qué d ijo el ex d ire c to r cuando se enteró de que el ariete había
funcionado? — pregunté.
— O h , él es una buena persona — re p licó m i am igo— . Recibió la
n o ticia con buen h u m o r y se alegró p o rque se había resuelto nuestro
p roblem a del agua.
N o siem pre podem os tener razón. Es m e jo r no estar absolutam ente
seguros de nosotros m ism os en lo que atañe a ciertos temas y situaciones.
Desdecirse frente a q u in c e o veinte dirigentes no es la experiencia más
agradable para u n presidente. Podríam os evitarla recordando que aun
u n a d m in is tra d o r de elevado rango puede equivocarse ocasionalm ente.

C oopere con los p ro c e d im ie n to s de la d e n o m in a ció n


Según las norm as y los procedim ientos denom inacionales, los planes
de construcción deben ser aprobados p o r la ju n ta encargada, antes de
in ic ia r el trabajo de construcción.
E l pastor M ira n d a conocía m u y bien esta disposición. Im a g in e n m i
sorpresa cuando cierto día recibí unos planos que me envió, y menos de
una semana después, la fotografía del e d ificio term inado. ¡Qué rapidez!
¿O lo haría p o r arte de magia? N i lo u n o n i lo otro, p o r supuesto.
C reo fervientem ente que las cosas deben hacerse con p ro n titu d . M e
m olestan los estorbos y las dilaciones. Pero los dirigentes d e n o m in a cio ­
nales han establecido norm as que d irig e n los proyectos de construcción,
basadas en años de experiencia.
V o lví a m ira r la fotografía. N o estaba bien centrada. Esto tam bién
era extraño, porq u e el pastor M ira n d a era un buen fotógrafo.
Poco después visité a m i am igo presidente, y me m ostró el nuevo
e d ificio . Los albañiles y los carpinteros habían realizado u n buen trabajo.
E l e d ific io tenía u n departam ento añadido que n o había sido in c lu id o en
los planos originales. ¡N o era de extrañar que la fotografía no estuviera
76 PARA U S T E D Q U E Q U IE R E SER D IR IG E N T E

bien centrada! ¡C u á n to m e jo r hubiera sido que el pastor M ira n d a se


hubiese a te n id o a las norm as y hubiese enviado los planos para ser
aprobados antes de in ic ia r el trabajo de construcción!
C o m o presidentes de ju n ta s que actuam os en diversos niveles,
deberíamos sentirnos m oralm ente obligados a respetar las norm as de la
deno m in a ció n .

C u m p la los acuerdos de su ju n ta
N o tratem os de fru stra r la voluntad de nuestra ju n ta aunque estemos
en condiciones de hacerlo. C onozco u n presidente que aprendió esta
lección a las malas. E n diversas ocasiones su ju n ta plenaria no aprobó los
planes que él presentó. P osteriorm ente, cuando la m ayor parte de sus
hom bres había regresado a sus respectivos trabajos, el presidente convocó
a los m iem bros que vivían cerca de la o ficin a , e h iz o aprobar sus planes
de todos modos. Ya podemos im a g in a r lo que le o c u rrió en el congreso
siguiente.
U n presidente consecuente cum ple las resoluciones de su ju n ta , y
lo hace de buena gana, identificán dose con las resoluciones adoptadas.
“ S iento q u e la ju n ta no haya aprobado su p edido — le decía el
presidente B ro w n a uno de sus obreros— . Personalmente, yo estaba a
favor de la rem odelación de su casa, com o usted lo había solicitado. Q uise
ayudarlo, pero los herm anos pensaron que no debía hacerse ese trabajo,
puesto q ue la asociación ya había realizado una extensa renovación hace
cuatro años. L o siento, pero usted sabe que debemos respetar las deci­
siones de los herm anos” .
¿N o nos parecen fa m ilia re s esas palabras? ¿Q uién era el presidente
B ro w n ? P udo haber sido usted. Sin em bargo, espero que no. U n dirigente
responsable se id e n tifica con las decisiones de su ju n ta y las apoya. Asum e
su parte de responsabilidad p o r los resultados de c u a lq u ie r resolución,
sea que fru stre o satisfaga a las personas afectadas.
¡C um plam os las resoluciones de nuestra ju n ta con fid e lid a d y gozo!

D io s d irig e las ju n ta s
“ Es a dm irable cóm o el Señor d irig e a los herm anos” , solía decirm e
el pastor Spicer cuando yo era pastor de su iglesia en Takom a Park. ¡Cuán
cierto es esto! N o siem pre aprueban lo que nosotros deseamos, pero con
el tie m p o , p o r lo general, se dem uestra que era m e jo r así. ¡C uán a d m i­
rablem ente prospera D io s los planes aprobados p o r las juntas!
O tro dirigente y yo pensábamos que el pastor B la ck debía ser elegido
para cierto cargo a d m in is tra tiv o . Sus calificaciones y m uchos años de
experiencia recom endaban su p ro m o ció n . E ra posible lograrlo. Pensába­
mos que tenía to d o lo que el cam po requería. Y de hecho, lo tenía todo,
¿ Q U E C L A S E D E P R E S ID E N T E D E J U N T A ES U S T E D ? 77

menos el apoyo de la com isión de nom bram ientos. ¡Ellos querían al pas­
to r W h ite !
M i am igo y yo lucham os p o r lo que pensamos era lo m ejor, pero
cuando se contaron los votos, el pastor W h ite salió elegido. Y creámoslo
o no, realizó u n trabajo excelente. C u a n d o pienso en e llo ahora (gene­
ralm ente nuestra m ira d a retrospectiva es más clara que nuestras ojeadas
al fu tu ro ), m e p re g u n to p o r qué n o apoyé al pastor W h ite desde el
com ienzo. Sí, es ad m ira b le cóm o el Señor d irig e a los herm anos aun
cuando siguen una conducta diferente de la que nosotros propugnam os.
“ E n la m u ltitu d de consejeros hay seguridad” (Prov. 11:14). Gracias
a D io s p o r las juntas. Si servimos com o presidentes de juntas y comisiones,
tenemos una gran responsabilidad. Q ue el Señor nos ayude a ser capaces
y m agnánim es. La sierva del Señor nos ofrece este excelente consejo:

E n todas nuestras reuniones adm inistrativas. . . queremos que Jesús esté a


nuestro lado como guía y consejero. . . S i se practicase más la verdadera
oración, si se diese más solemne consideración a los asuntos de im portancia,
cam biaría el tono de nuestras reuniones adm inistrativas, y se elevaría.5*1

' Elena G. de White, M ensajes selectos, tomo 1, pág. 481


2 White, Testim onies, tomo 9, pág. 278
3 ,E l m in is te rio de curación, pág. 387
-

4 R eader's D ig e st (inglés), mayo de 1959


5 White, O breros evangélicos, pág. 461

Educación
———— — A s ig n a tu ra ..........

1. ¿Tiene usted conocim iento práctico de lo que son las reglas


parlam entarias?
ComplementarcP

Prescriba en las situaciones siguientes:

S itu a c ió n P ro ce d im ie n to

Qué hacer para:

a. D e te rm in a r un quorum :

b. Considerar una propuesta:

c. L le v a r una propuesta a votación:


78 PARA U S T E D Q U E Q U IE R E SER D IR IG E N T E

e. E nm endar una propuesta polém ica:

f. L im ita r e l debate:

g. C olocar una propuesta “sóbrela mesa” :

h. Q u ita r una propuesta “de la mesa” :

j . Term inar una ju n ta :

2. ¿Cómo sabe usted cuando D ios d irig e la decisión de una ju n ta ?


C a p ítu lo 8

D eteim inarás asim ism o una cosa, y te seráfirm e ,


y sobre tus cam inos resplandecerá lu z (Job 22:28).

¿Conoce U d. la Técnica
de las Decisiones ?
L a vida está com puesta p o r decisiones: ¿Qué me pondré? ¿Aceptaré
esta invitación? ¿Com praré naranjas o manzanas? ¿ A lquilaré o edificaré?
A lg u n a s decisiones debemos tom arlas de in m e d ia to y otras podem os
postergarlas hasta disponer de tie m p o para estudiarlas.
L a vida eterna se gana o se pierde a fuerza de decisiones. “ E n u n
solo m om ento pueden tomarse resoluciones que determ inen para siempre
el destino personal” .1L a decisión de c u ltiv a r cierta am istad, con el tiem po
puede p ro p o rc io n a r al com pañero para toda la vida. E l e jem plo o la
in flu e n c ia de ese com pañero de toda la vida bien puede d e te rm in a r “ para
siem pre el destino personal” .
Los dirigentes de la causa de D io s deben to m a r decisiones, m uchas
de ellas cada día. Si nos causa te m o r hacer decisiones, no aceptemos un
puesto de responsabilidad. U n a persona no puede seguir com o verdadero
dirigente si siempre está esquivando deberes y responsabilidades, y poster­
gando las decisiones. L a sierva del Señor escribió:

L a causa de D ios requiere hombres capaces de ver rápidam ente y de


actuar instantáneamente en el m om ento debido y con poder. S i esperáis
ju s tip re c ia r cada d ific u lta d y resolver cada incertidum bre con que os
encontréis, llevaréis a cabo m uy poco.2

E l té rm in o “ d e c id ir” sig n ifica “ fo rm a r ju ic io sobre una cosa. . .


determ inar, resolver” .3 L a obra de D io s requiere dirigentes que posean
esta h a b ilid a d .

Algunas veces es aún más excusable to m a r decisiones equivocadas, que


mantenerse continuam ente en una posición de inseguridad, vacilando
e inclinándose una vez en una dirección y luego en o tra .4
80 PARA U S T E D Q U E Q U IE R E SER D IR IG E N T E

Por cierto que se com eten errores. A todos nos pasa. Pero con la
ayuda de D io s podemos avanzar, llevando la responsabilidad, sea para
bien o para m al, p o r el proceder que hayamos elegido. N o hay duda que
conocemos ciertos p rin c ip io s que ayudan a to m a r decisiones. Repasa­
remos algunos de ellos.

Tenga claro el p ro b le m a en su m ente


A ntes de hacer una decisión im p o rta n te , analice bien el problem a.
Asegúrese de que lo com prende bien. A clare su mente. Aparentem ente
esto es tan sencillo que con frecuencia se lo pasa p o r alto.

O re fe rv ie n te m e n te p id ie n d o sabiduría
E l a d m in is tra d o r cristiano no tiene p o r qué actuar p o r su propia
cuenta. T ie n e acceso a sabiduría sin lím ite . “ Si alguno de vosotros tiene
falta de sabiduría, pídala a D io s, el cual da a todos abundantem ente”
(Sant. 1:5).

Cuando e l que lleva responsabilidad desee sabiduría más que riqueza,


poder ofam a, no quedará chasqueado. E l ta l aprenderá del gran Maes­
tro no sólo lo que debe hacer, sino tam bién el m odo de hacerlo para
re c ib ir la aprobación d iv in a .5

E n 1961, 29 obreros adventistas nos encontrábam os atrapados en­


tre dos ejércitos que luchaban en E lisa b e th ville , K atanga. A ú n después
de ser liberados m ilagrosam ente del p e lig ro in m e d ia to , de todos modos
quedam os en una situación precaria. Teníam os que hacer una decisión
de vida o m uerte. E n tales circunstancias se debe tener la seguridad de
que se cuenta con la dirección del Señor.
E l pastor C . L . Torrey, el D r. M . H . Schaffner y yo nos arrodillam os
para p e d ir la sabiduría de D io s. Por todas partes oíamos las descargas de
los cañones. E n m edio de nuestra oración, alguien golpeó a la puerta. L .
C . R obinson, u n o de nuestros m isioneros, estaba a llí con la respuesta de
D io s. Debíam os c ru z a r u n terreno abierto para ir al aeropuerto, a riesgo
de caer en una emboscada. S in em bargo, la otra alternativa era perm ane­
cer donde estábamos y probablem ente s u frir una suerte peor que la m ism a
m uerte. Teníam os cinco m in u to s para decidir. E l Señor que envió la
respuesta ta m b ié n nos im p re sio n ó con la idea de salir. M ientras co n d u ­
cíamos los vehículos p o r la zona infestada de peligro, un g ru p o de ángeles
nos co n d u jo hacia la seguridad. ¡C uán preciosas son las promesas del
cielo! D io s nos había concedido no sólo la sabiduría para hacer una
decisión sino tam bién la fuerza para llevarla a cabo.
¡C u á n to necesitan los dirigentes cristianos la in s tru c c ió n d ivina,
¿ C O N O C E U S T E D L A T E C N I C A D E L A S D E C IS IO N E S ? 81

p a rticu la rm e n te en m om entos de d ific u lta d ! ¿En qué otra form a podrían


g u ia r bien al pueblo de D ios? Ya se trate de unos pocos creyentes de una
iglesia local, o de m illa re s de una organizació n superior, necesitamos la
d irección de D ios. Debemos o ra r antes de hacer decisiones im portantes.

O bte n g a todos los datos relacionados con el caso


E l señor W R. V a il cuenta una d ivertida historia acerca de u n in s ­
p ector de fe rro c a rril. M ie n tra s avanzaba p o r el vagón m arcando los
boletos, se acercó a una pasajera a cuyo lado iba sentado u n n iñ o de nueve
años. L a señora le entregó un solo boleto.
— T ie n e que pagar tam bién p o r el n iñ o — le in fo rm ó , m u y serio.
— N o , no lo haré — le contestó ella.
Después de haber d iscu tid o unos m in u to s, el inspector insistió:
— ¡Pero él es dem asiado grande para via ja r sin boleto!
— L o siento, pero no pagaré p o r él — replicó la m ujer.
— ¡Tendrá que hacerlo! ¿Qué edad tiene el niño? — preguntó el
hom bre.
— ¡Q ué sé yo! — repuso la señora— . Tendrá que preguntarle a él
m ism o. ¡E n m i vida había visto a este niño!
E l inspector había com etido el m ism o e rro r que algunos dirigentes
com eten. T o m ó una decisión apresurada sin tener claros los hechos.
“ N o juzguéis según las apariencias — d ijo Jesús cuando los judíos
lo acusaron de quebrantar el sábado— , sino juzgad con justo ju ic io ” (Juan
7:24).
H ace algunos años visitaba las oficinas de una m isió n , y u no de sus
dirigentes v in o a plantearm e u n problem a.
—-¿Sabe pastor? — me d ijo — , acabamos de hacer u n descubri­
m ie n to bochornoso.
— ¿De veras? — re p liq u é — . ¿De qué se trata?
— Bueno, hace años los herm anos q uerían este terreno para edificar
unas oficinas. C o n ese p ropósito en vista tu vie ro n que p e d ir a algunos de
los m oradores que desocuparan la propiedad. Pensaron que esa gente se
estaba adueñando de nuestra propiedad. C o n stru ye ro n las oficinas, y
ahora he descubierto que m is antecesores e d ifica ro n parte del e d ific io en
el terreno de esas personas, y no en el nuestro.
E ra una situación embarazosa. A ños atrás, alguien había hecho una
decisión equivocada porq u e no conocía todos los hechos pertinentes. Su
sucesor ahora estaba frente a u n problem a delicado. A fo rtunad am ente
u n fu n c io n a rio com prensivo ayudó a solucionarlo.
A ntes de hacer decisiones im portantes, obtenga los hechos. Si la
decisión im p lic a finanzas, consiga datos y reciba consejos del tesorero de
la iglesia, del de la asociación, o de alguna otra persona que entienda los
82 PARA U S T E D Q U E Q U IE R E SER D IR IG E N T E

negocios y conozca la situación. Si el asunto atañe a u n departam ento,


analícelo detenidam ente con su director. “ E n la m u ltitu d de consejeros
hay seguridad” (Prov. 11:14).

R udyard K ip lin g d ijo una vez:

Tengo seis siervos m uy honrados


(me han enseñado todo lo que sé):
Sus nombres son Q ué, Por qué, C uándo,
C óm o, D ó n d e y Q u ié n ” .

Sería bueno que los dirigentes m e m o rizaran este pensam iento. ¡Po­
dría salvarlos de muchas tram pas que encuentran al hacer decisiones!
Si querem os m antener elevado nuestro “ cuociente de é xito ” , ¡haga­
mos decisiones sólo cuando tengam os todos los hechos! H agam os buen
uso de los “ seis siervos honrado s” de R udyard K ip lin g .

Escriba los hechos y estudíelos cuidadosam ente


Puede que les parezca u n poco raro, pero cuando tengo que to m a r
una decisión im p o rta n te , que no es m u y urgente, me gusta anotar, en
colum nas paralelas, todos los argum entos a favor y en contra. Por supuesto
que algunas de esas ventajas y desventajas tienen m ayor peso que otras.
Usted puede tener seis ventajas contra diez desventajas; pero las seis
pueden pesar más que las diez. C onsidere el problem a y pese los hechos,
to m a n d o en cuenta toda la situación. E sto le ayudará a descartar los
factores sin im p o rta n c ia y apreciar el verdadero fondo del asunto.
Es cierto que este proce d im ie n to puede seguirse sólo cuando se trata
de un asunto grave y cuando se cuenta con tie m p o suficiente para resol­
verlo. Pero vale la pena porq u e nos cond u cirá a una decisión correcta.

C o n fíe en su experiencia
U n hom bre con m uchos años de experiencia tiene gran ventaja en
hacer decisiones. Puede y debe e xam inar el pasado. “ C uando estuve en
C hicago me encontré con este m ism o problem a. ¿Cómo lo resolví allá?
¿Salieron bien las cosas entonces? ¿Cuál es la diferencia entre m i p ro b le ­
ma actual y el que tuve en Chicago? ¿Qué debería hacer diferente?”
E n cierto cam po trabajé con u n com pañero que había pasado varios
años en la C h in a . C u a n d o se presentaban problem as en la ju n ta , ya
sabíamos q u e el H n o . B ro w n in ic ia ría sus observaciones d ic ie n d o :
“ B ueno, cuando estaba en la C h in a , h icim o s esto y lo o tro ” . A lgunos de
los m iem bros de la ju n ta se cansaron u n poco de o ír hablar acerca de
cóm o se hacían las cosas en la C h in a veinte años atrás. N o estaban m u y
¿ C O N O C E U S T E D L A T E C N IC A D E L A S D E C IS IO N E S ? 83

seguros de que hubiese alguna semejanza entre la C h in a y el cam po en


el cual trabajábamos.
N o obstante esta experiencia de la C h in a , usted puede encontrar
semejanza entre su pasado y la situación actual. E vite las tram pas en las
que cayó en el pasado. Aproveche su pasado; éste puede ayudarle a re­
solver el problem a que enfrenta hoy, p o r supuesto, siem pre que el pasado
no esté dem asiado lejano.

Ensaye u n p la n p ilo to
U n estudio hecho p o r la D iv is ió n Transafricana reveló que necesita­
ban 1.300 nuevas iglesias. Esto constituía u n trem endo problem a que
requería am plias decisiones. L a ju n ta de la d ivisió n estudió métodos que
habían resultado provechosos en otros campos, tales com o en los Estados
U n id o s y en las Indias Occidentales. Se trataba de un program a de edifica­
ción que im p lica b a a la división, la u n ió n , el campo local y la congregación
en u n p la n de ayuda m u tu a .
¿Serviría este p la n en el A frica? Antes de lanzarnos de lleno a una
cam paña de recaudar fondos que abarcaría 17 países, nos lim ita m o s a
establecer u n p la n p ilo to . Esta decisión de probar p rim e ro nuestro plan
en cierta zona d u ra n te u n año o dos, nos p e rm itió descubrir algunas
debilidades y hacer los ajustes necesarios. E l resultado fue un program a
eficaz de edificación de iglesias en toda la D iv is ió n Transafricana.
A veces es bueno p robar los nuevos program as con u n plan p ilo to
antes de d e c id ir in v e rtir grandes sumas de d in e ro y tie m p o en proyectos
dem asiado ambiciosos.

C o n s ú lte lo con la a lm ohada


E l liderazgo eficaz requiere la capacidad para hacer decisiones sin
dem ora. Pero algunos problem as necesitan tiem po, y es necesario con­
sultarlos con la alm ohada. A suntos com plicados con extensas im p lic a ­
ciones requieren decisiones y consejos serios. U n d irigente no perderá la
confianza de sus herm anos si ocasionalm ente pide tiem po antes de to m a r
una decisión. Puede decir: “ H e rm a n o , este es u n problem a serio. P erm í­
tam e algunas horas para m e d ita r y o rar p o r este asunto” .
Es asombroso cóm o la oración, los consejos, y unas pocas horas de
sueño con frecuencia hacen resaltar diversas facetas del problem a. D es­
pués, con la dirección del E s p íritu Santo, la solución resulta fácil y clara.

C onvérselo con a lg u ie n de c o n fia n za


C ierta vez, cuando era obrero joven, recibí una llam ada telefónica
de u n m in is tro de más edad que tenía u n cargo de responsabilidad en
nuestro campo.
84 PARA U S T E D Q U E Q U IE R E SER D IR IG E N T E

— ¿Puede v e n ir a la estación d u ra n te algunos m inutos? — decía la


voz al otro extrem o de la línea— . M e gustaría conversar con usted.
Q u in c e m in u to s después me encontraba cam inando en el andén de
la estación, escuchando todo lo referente al problem a que tenía m i am igo.
H a b ló y habló. Yo no decía nada; sólo podía escuchar. ¿Qué sabiduría
tenía yo para ofrecer una solución provechosa en u n asunto tan im p o r­
tante?
A l cabo de una hora, m i preocupado am igo a m in o ró el paso, se
vo lv ió hacia m í con una sonrisa, extendió su m ano y me d ijo : “ Gracias
por haber venido. Realm ente me ayudó m u ch o h a b la r de este asunto con
usted” .
¿ H ablar de este asunto conm igo? Yo apenas había d ich o una que
otra palabra. Sin embargo, era u n oyente en q u ie n m i am igo podía confiar.
E l acto de descargar su corazón, de h ablar del asunto, le había ayudado a
colocar las cosas en su perspectiva correcta y a ver la solución.
Sí, a veces resulta ú t il a n a liza r las dificultade s con u n am igo. Pero
asegúrese que la persona con q u ie n habla sea de confianza absoluta; de
otro m odo le puede resultar peor que antes.

C u a n d o no está seguro
A l com ienzo de este ca p ítu lo m encioné la experiencia de E lisabeth-
ville . D u ra n te esos días espantosos que pasamos refugiados en las oficinas
de la u n ió n , estábamos en m e d io de las líneas de fuego de los ejércitos de
las N aciones U n id a s y de K atanga. N uestros edificios recibían descargas
de los grandes cañones y eran rociados p o r las balas de las am etralladoras.
Estábamos en el lu g a r más peligroso de la ciudad.
L a M is ió n M etodista, situada en el otro extrem o de la ciudad, nos
ofreció refugio. Pero vacilam os aceptarlo p o r diversas razones. E n p rim e r
lugar, era dem asiado riesgoso trasladar a 29 hom bres, m ujeres y niños a
través de una zona lle n a de soldados dispuestos a disparar a todo lo que
se movía. H asta la C ru z Roja vaciló en llevar a cabo esa empresa. Además,
los edificios de la M is ió n M etodista estaban en una zona que probable­
m ente sería atacada más tarde. Por otra parte, teníam os todas nuestras
pertenencias y nuestro e q u ip o en el lu g a r donde nos encontrábamos.
Vacilam os d urante cuatro horas. A lg u n o s nos em pujaban a llevar a
cabo la empresa. O tros pensaban que era u n disparate a llevarla a cabo.
U n cónsul nos aconsejó p o r teléfono que saliéramos a c u a lq u ie r costo.
O tro nos d ijo que no.
— Quédense donde están — nos in d ic ó — . N o com etan la locura de
correr el riesgo de salir.
— Están en el peor lu g a r de la ciudad — in sistió otro— , ¡Salgan
inm ediatam e nte!
¿ C O N O C E U S T E D L A T E C N I C A D E L A S D E C IS IO N E S ? 85

Los que teníam os que to m a r la decisión, recibíam os u n verdadero


bom bardeo de consejos. Pero desafortunadam ente nuestros consejeros
nos daban indicaciones conflictivas.
A lg u n o s de nosotros habíam os aprendido con los años que si no se
está razonablem ente seguro en cuanto a la conducta que debe seguirse,
es m e jo r no hacer n in g u n a decisión arrebatada.
Esperamos un día o dos. Después descubrimos que habíamos hecho
bien en quedarnos. A u n q u e hubiésemos te nido éxito en llegar a nuestro
nuevo destino, habríam os estado peor que antes.
Si no está ra zo n a b le m e n te seguro de que cierta decisión es la
correcta, espere u n poco. C o n el tie m p o puede aclararse la conducta que
debe seguir.

U ste d es responsable a n te los demás


A l hacer decisiones, los dirigentes adventistas deben recordar su
re sponsab ilidad ante sus colaboradores, ju n ta s o com ités. N o somos
dictadores; no actuam os p o r nuestra p ropia cuenta. E l día de re n d ir
cuentas llegará inevitablem ente. Debem os to m a r en cuenta los sentim ien­
tos y las reacciones posibles de nuestros colaboradores. N o im p o rta cuán
elevado sea nuestro cargo.

A cepte los resultados de sus decisiones


Después de haber hecho una decisión, acepte con d ig n id a d la res­
p o nsab ilidad p o r los resultados. Si las cosas salen m al, ¡no trate de echar la
culpa a otrosí H ágales frente, porque todos cometemos errores. C uando
nos hayamos equivocado, es m e jo r a d m itirlo . Después de esto, con la
ayuda de D io s y de nuestros colaboradores, podemos p ro cu ra r enm endar
la situación. T a n to el Señor com o los herm anos son adm irablem ente
com prensivos con los dirigentes que actúan con franqueza y h u m ild a d
cuando las cosas salen m al.
U n dirig e n te que acepta su responsabilidad, que es h u m ild e cuando
sus decisiones re s u lta n correctas y c a rita tiv o con o tro s cu a n d o las
decisiones de ellos son equivocadas, encontrará com prensión cuando
llegue la hora de reconocer que sus propios consejos fueron equivocados. 1

1Elena G. de White, E l m in is te rio de curación, pág. 408


2White, Testim onies, tomo 3, pág. 497
3 W ebster 's T h ird N ew In te rn a tio n a l D ic tio n a ry
4 White, Testim onies, tomo 3, pág. 497
5----- , P rofetas y reyes, pág. 21
C a p ítu lo 9

D i a los hijos de Israel que marchen (E xodo 14:15).

¿Es U sted u n Prom otor?

Pueda ser que yo haya nacido con una gota de sangre m isionera en
m is venas. Por otra parte, pu d o haber sido sólo una aversión congénita
p o r cosechar grosellas. D e c u a lq u ie r m odo, a m u y tierna edad descubrí
inconscientem ente u n o de los p rin c ip io s básicos de la pro m o ció n : S i se
ofrece incentivo suficiente, otros ayudarán a re a liza r el trabajo, pero hay que
lo g ra r que la gente quiera p a rtic ip a r en el program a.
Por alguna razón extraña, conocida sólo p o r los niños pequeños,
nunca fu i u n buen p a rtid a rio de cosechar grosellas, de lim p ia r la huerta
o de cortar el pasto en los calurosos días del verano. M i antipatía p o r esos
trabajos en p a rtic u la r era m u y aguda cuando los demás chicos del vecin­
d a rio se reunían para ju g a r béisbol.
Sin em bargo, la ventaja estaba de m i parte. Yo era el dueño de casi
todo el e q u ip o de béisbol. N o podían ju g a r sin m i pelota, sin m i bate y
sin m i guante. A q u í es donde se h iz o evidente el in s tin to de prom oción.
D escubrí que m is jóvenes amigos estaban dispuestos a ayudarm e a cortar
el césped, a desmalezar, y hasta a cosechar grosellas, estim ulados p o r el
in c e n tiv o de d is fru ta r de u n juego después del trabajo. M e ayudaban a
tra b a ja r p o rq u e rea lm e n te q u e ría n hacerlo: ¡porque el in c e n tiv o era
suficientem ente grande!
Pocos años después tuve que hacer fre n te a o tro gran trabajo:
alcanzar m i p rim e r blanco de la Recolección anual. Esto o cu rrió durante
los años de la depresión, alrededor de 1930. La obra no ofrecía muchas
oportunidades. L a gente no tenía m u cho dinero. Pero el presidente de la
asociación in s is tía en que todos (in c lu s o R oberto P ie rs o n ), debían
alcanzar su blanco de la Recolección. La tesorería necesitaba fondos con
urgencia. N u n c a o lvidaré esa p rim e ra re u n ió n de obreros. ¿Qué sabía yo
de la Recolección? M i única experiencia la había obtenid o durante una
salida realizada en el colegio. Ese episodio desm oralizador aún estaba
fresco en m i mente. Los organizadores de la campaña evidentem ente me
habían considerado poco p rom etedo r y me habían enviado a la parte
más pobre de su te rrito rio . Estuve a la altura de sus expectativas. A u n q u e
88 PARA U S T E D Q U E Q U IE R E SER D IR IG E N T E

hice lo m e jo r posible y trabajé cabalm ente m i te rrito rio , v o lví al colegio a


la caída de la tarde con la suma de diez centavos y una lata de puré de
manzanas.
Esta ig n o m in io s a experiencia a n te rio r no consolaba m i espíritu
pe rtu rb a d o m ie n tra s perm anecía sentado en esa p rim e ra re u n ió n de
obreros. Además, pensaba en todo el resto del trabajo que debía hacer:
enseñar en una escuela de iglesia, preparar un program a de radio d ia rio ,
atender dos iglesias distantes, a 150 k iló m e tro s una de la otra, y dar
conferencias los dom ingos de noche. Y ahora me daban u n blanco de
Recolección. ¡Q ué perspectiva para u n joven pastor de los días de la
depresión!
D e alguna manera los diez centavos de Tenesí y el puré de m anzana,
la m aleza de Io w a y las grosellas, se m ezclaron para p ro d u c ir u n cuadro
som brío. Por m i experiencia pasada sabía que no podría hacer solo el
trabajo. A q u í es donde las grosellas y la m aleza entran en el drama.
D e cuánta b endició n son para la causa de D io s los fieles m iem bros
de la Iglesia A dventista, y p a rticu la rm e n te para u n joven e inexperto pas­
to r y maestro de G eorgia, en los días de la depresión. Todos los m iem bros
de la iglesia, a quienes D io s bendiga, colaboraron. N u n c a olvidaré cóm o
salvaron de la desgracia, y tal vez del o lvid o, a este joven predicador.
Esos m iem bros de las iglesias de C o lu m b u s y A lb a n y querían hacer
su parte en la campaña de la Recolección. Querían en p rim e r lugar, porque
amaban al Señor y les alegraba ver cóm o avanzaba su obra. Tam bién
querían porque deseaban que su d is trito fuera u n ejem plo de servicio
para el resto de la asociación. Adem ás, al m ira r retrospectivam ente,
sospecho que querían apoyar a ese “ n iñ o predicado r” que la asociación
había enviado a trabajar entre ellos.
¿El resultado? Todos trabajam os con dedicado entusiasm o y alcan­
zamos el blanco de la Recolección en u n tie m p o récord. ¡Y todos d is fru ­
tamos de la experiencia!
E l presidente H a rry T ru m a n d ijo cierta vez que el desafío del puesto
más elevado de la nación consistía en que se debía ser, en gran m edida,
un buen fu n c io n a rio de relaciones públicas. E l presidente debe hablar
bondadosa y persuasivamente a los que lo rodean y rogarles que cum plan
con su deber sin que parezca rogar. ¿No es, después de todo, persuadir a
la gente a c u m p lir con su deber sin que se la fuerce, lo que persigue la
p ro m o ció n cristiana?
Los m iem bros de iglesia deben sentir deseo de hacer la vo lu n ta d de
D ios. D eben querer p a rtic ip a r en su obra. N o podemos fo rz a r a nuestros
m iem bros a que p a rticipen. N o podemos obligarlos a d is trib u ir nuestras
publicacio nes, a dar estudios bíblicos y a ganar almas. N o podemos
e m p u ja r a nadie para que alcance su blanco de la Recolección, o que
¿ES U S T E D U N P R O M O T O R ? 89

haga su p a rte en el p ro g ra m a de ben e fice n cia . T a m p o co podem os


o b lig a rlo s a c o n tr ib u ir fin a n c ie ra m e n te . N o debemos serm onear, n i
m u ch o menos reprender a nadie. Debemos hacer que nuestros m iem bros
quieran hacer todo eso en form a vo lu n ta ria .
¿Qué congregación del m u n d o posee los incentivos que tenemos
los adventistas? E l a m o r a C risto nos estim ula a actuar. N u e stro gozo
consiste en agradar a A q u e l que nos am ó y m u rió para salvarnos. E l Sal­
vador, nuestro C om pañero de todos los días, vive hoy y nos ayuda en
m om entos de necesidad. E l es nuestro gran M édico y poderoso Proveedor.
E l contesta nuestras oraciones. In te rcede p o r nosotros en las cortes
celestiales. Y vendrá p ro n to com o Rey de reyes.
¿N o deberían estos p e n sa m ie n tos co n m o v e r nuestras alm as y
hacernos actuar com o obreros celosos para él? ¿No debería el mensaje
adventista, tan lle n o de amor, tan p le tó rico de urgencia, co nstreñir al
pueblo de D io s para que quiera te rm in a r su obra y apresurar su venida?
N u e stro problem a com o dirigentes consiste en saber cómo colaborar
con el Señor en la tarea de in s p ira r a nuestros obreros y m iem bros para
que quieran hacer su obra. H a y ciertos p rin c ip io s de p ro m o ció n cristiana
que nos ayudarán y al m ism o tie m p o tornarán más placenteras ciertas
tareas desagradables. A c o n tin u a c ió n analizarem os algunos de ellos.

D ebem os poseer u n e nfoqu e e s p iritu a l


N uestra ju n ta analizaba los program as de los departam entos desti­
nados a los sábados especiales del calendario denom inacional.
— C reo que necesitamos proteger cuidadosam ente el servicio de
adoración — d ijo u n orador, hom bre de vasta experiencia— . Ese tiem po
debiera usarse sólo para predicar la Palabra.
— Estoy de acuerdo— d ijo otro— . Parte de la prom oción de nuestras
actividades departam entales no es adecuada para la atmósfera de adora­
ción que debería caracterizar el servicio divin o .
O tros m anifestaron pareceres similares. A lgunos estuvieron en desa­
cuerdo. "Yo me lim ité a escuchar. C o m o ex pastor de iglesia, sabía bien de
qué estaban hablando. Yo ta m b ié n apreciaba la reverencia y la d ig n id a d
durante el servicio del sábado de m añana.
C o m o tam bién había servido d urante años com o d irig e n te departa­
m ental, c u a lq u ie r cosa que reflejara u n reproche a esta im p o rta n te fase
de la obra del Señor, me molestaba.
F in a lm e n te dije: “ La p ro m o ció n de los program as departamentales
de la iglesia en el sábado, puede realizarse con u n espíritu de adoración y
reverencia. Ese debiera ser nuestro blanco” .
C reo que la p ro m o c ió n de las actividades de los departam entos
puede y debe ser espiritual. S in duda que algunas prom ociones menos-
90 PARA U S T E D Q U E Q U IE R E SER D IR IG E N T E

caban la d ig n id a d del servicio del c u lto d iv in o ; p o r lo tanto, podrían


llevarse a cabo otro día en algún otro lugar.
C o m o obreros y dirigentes de la iglesia, ¿cómo podemos hacer que
nuestras campañas de p ro m o ció n sean espirituales? E n p rim e r lugar,
nosotros m ism os deberíamos ser espirituales. C o m o d ijo E lena G . de
W h ite : “ Debéis ser buenos antes que podáis obrar el b ie n ” .1Las personas
a quienes procuram os d ir ig ir e in s p ira r deben ver que hemos estado con
Jesús. D eben tener la seguridad de que somos lo que deseamos que ellos
sean. N uestra conducta fuera del p u lp ito dará poder a nuestras actividades
de p ro m o ció n realizadas desde el p u lp ito . N ada m e jo r que una conducta
consecuente para a firm a r la confianza en nuestra buena fe espiritual.
L a p ro m o ció n no debiera ser in c o m p a tib le con la e spiritualida d. Es
una lástim a que en ciertos lugares, esta palabra haya a d q u irid o u n tin te
negativo. “ P ro m o c ió n ” es una buena palabra. Procede de dos térm inos
latinos que s ig n ifica n “ m over hacia adelante” . L a obra de D io s en estos
ú ltim o s días realm ente necesita moverse hacia adelante.
Según Webster, “ p ro m o v e r” significa “ c o n trib u ir al crecim iento, al
ensancham iento o a la prosperida d” 2 de c u a lq u ie r proyecto u o rg a n i­
zación. ¿Qué m ayor servicio podría u n obrero o d irigente de la iglesia
prestar a la causa de D io s que c o n trib u ir a su crecim iento e sp iritual, al
aum ento de su feligresía y a su prosperidad financiera? ¡Esto es exacta­
m ente lo que debería lo g ra r la p ro m o c ió n cristiana adventista!
¿Qué significa la p ro m o c ió n espiritual?
U n sábado de m añana asistí a los servicios de una de nuestras iglesias
grandes de Texas. E ra el día que lanzaban la campaña de la Recolección.
M i corazón se lle n ó de gozo m ientras escuchaba al pastor y a un
d irig e n te m isio n e ro llenos del E s p íritu , e s tim u la r a los herm anos a un
trabajo decidido. D u ra n te el servicio m isionero, el dirigente presentó los
planes en fo rm a entusiasta pero digna. C u a n d o te rm in ó , todos sabían lo
que se esperaba de ellos y cóm o debían p a rtic ip a r en el plan general.
E l pastor predicó con a u to rid a d u n serm ón que estim ularía a cual­
q u ie r congregación en u n sábado de m añana. D escribió el cuadro de
una obra te rm in a d a . Su lla m a m ie n to estableció cla ra m e n te que se
esperaba que cada herm ano desempeñara una parte im p o rta n te en el
apresuram iento de ese día feliz. P id ió que se realizara una reconsagración
e sp iritu a l para el proyecto que estaban p o r iniciar.
Esos dos hom bres eran p ro m o to re s espirituales. Su p ro m o c ió n
estaba de acuerdo con los elevados ideales del verdadero servicio de
a d o ra ció n . U sa ro n u n ca rte l para señalar el b lanco, e n tre g a ro n los
m ateriales, y p id ie ro n la p a rticip a ció n de los m iem bros; pero todo se h izo
con decencia y orden. É l servicio elevó y e stim u ló a la congregación.
Esto es verdadera p ro m o ció n esp iritu a l.
¿ES U S T E D U N P R O M O T O R ? 91

D e todas las campañas de la Recolección que he d irig id o , dos de las


más cortas, más agradables y de más é xito, fig u ra ro n entre las más
espirituales. E n Belice, C entroam érica y en G eorgetow n, de la isla G ra n
C a im á n , decidim os alcanzar nuestros blancos en una semana. A la vez
llevam os a cabo u n reavivam iento d urante toda la semana.
D u ra n te el día recolectábamos y en la noche nos reuníam os en la
iglesia. Después de q u in c e m in u to s de actividad m isionera durante los
cuales escuchábamos relatos de incidentes, señalábamos el avance de la
campaña en u n cartel y dábamos prem ios. Todos nos reuníam os con gozo
para celebrar u n servicio de reavivam iento espiritual. L uego regresábamos
a nuestros hogares, cansados, pero refrigerados espiritualm ente. E n am ­
bos lugares pasamos los blancos en u n tie m p o récord. ¡L a prom oción y la
espiritu a lid a d no necesitan ser incom patibles!
E l objeto de la p ro m o c ió n cristiana debería consistir en te rm in a r la
obra. ¡Q ué día a d m irable será cuando todo obrero, d irig e n te de iglesia y
m ie m b ro capte esta visió n ! ¡Q ué conm ovedor lib ro de “ los hechos” de
los ú ltim o s días se escribirá entonces!
C o n cuidadosa preparación y con m ucha oración, podemos colocar
a D io s en p rim e r lu g a r en nuestra p ro m o ció n . Este aspecto de nuestro
m in is te rio tendrá poder, p o rq u e estará d ig n ifica d o , lle n o del E s p íritu e
ilu m in a d o con m u ch o entusiasm o. Entonces avanzará la obra de D io s y
su pueblo se regocijará con una tarea bien hecha.

D ebem os atrevernos y o b ra r

M uchos a quienes D ios ha ca lificado para hacer un excelente trabajo,


realizan m uy poco, porque intentan poco. M iles pasan p o r la vida
como si no tuvieran objeto definido p o r e l cual v iv ir, n i norm a que
alcanzar.3

E l p ro m o to r cristiano de éxito debe ser u n dirigente con visión. Debe


soñar y llevar sus sueños a la realidad. Una congregación pocas veces realiza
más de lo que su dirigente piensa que puede hacer. Sus realizaciones para
C risto están lim ita d a s p o r su falta de fe en el poder de D ios, o p o r el triste
e jem plo de u n d irig e n te sin visión. H e a q u í u n verso alusivo:

Gracias a D ios p o r los que sueñan, p o r quienes se atreven a beber


de m anantiales más nobles que la fu e n te de la aldea.
Que trepan las agrestes cumbres para hacer una pausa y m editar,
contem plando de la cim a e l am p lio panoram a.
— A .A . Esteb
92 PARA U S T E D Q U E Q U IE R E SER D IR IG E N T E

Después de haber soñado con nuestro p lan, y de haber captado


nuestra visión, debemos avanzar sin vacilación. E l Señor que nos d io la
visió n nos capacitará para tran sfo rm a rla en una realidad. Ya sea que se
trate de re u n ir fondos, de e d ifica r una nueva iglesia, de u n am bicioso
program a de colportaje, o de algún o tro esfuerzo estim ulante, y hasta de
una fo rm id a b le cam paña de la Recolección, c u a lq u ie r cosa que sea,
ganaremos, si la encaramos llenos de confianza en nuestro D ios.

N o pensemos en el fracaso
C u a n d o el valeroso p ro m o to r cristiano haya u n cid o su carro a una
estrella, no debe m ira r hacia abajo. E l fracaso es u n té rm in o que debe
sacar de su diccio n a rio .

Los que trabajan para C risto nunca han de pensar, y m ucho menos
hablar, acerca defracasos en su o b ra *

C o n m ucha frecuencia entonam os la endecha de la derrota cuando


deberíamos cantar el h im n o de la victo ria . A lg u ie n d ijo : “ N o im p o rta
qué hayam os pensado que somos incapaces de hacer, estamos en lo
cie rto ” . E l d irig e n te nunca debe pensar en el fracaso, n i m ucho menos
hablar de él. Si querem os ser prom otores espirituales de éxito, edificar
espiritualm en te, a u m e n ta r nuestra feligresía y prosperar en nuestras f i­
nanzas, nuestra visión debe traducirse en una serena confianza y en una
firm e d e te rm in a ció n de tener éxito en nuestras empresas para D ios.
Pensad en que tendréis éxito con la ayuda de D ios. Pablo dice: “ Cada
u no esté plenam ente convencido en su p ropia m ente” (Rom. 14:5). Esto
se aplica ta n to a lo relacionado con el liderazgo com o a las dificultades
doctrinales. Si no creemos en nuestro p ro p io program a, ¿cómo podemos
esperar que otros se entusiasm en con él? A nadie le gusta codearse con el
fracaso.
N o es presunción o im p ie d a d establecer nuestros objetivos en un
plano elevado y luego decidir, con la ayuda de D ios, obtener el éxito.
¿No podem os decir con Pablo: “ Todo lo puedo en C ris to que me fo rta ­
lece” ? (F il. 4:13). ¿Es pecar de presunción decir que ganaremos almas
m ediante la gracia de Dios? ¿No ha d ich o nuestro Salvador: “ Os haré
pescadores de hom bres” ?
¿Se nos podría c u lp a r de tener exceso de confianza o de poseer un
entusiasm o im p ío si decidim os alcanzar nuestros blancos de la Recolec­
ción y de ofrendas de escuela sabática? Después de todo, ¿no ha declarado
D io s que “ los caudales de las naciones vendrán a t i ” (Isa. 60:5) y que se
nos acusa de robarle si no llevam os fie lm e n te ofrendas liberales a su
tesorería? (M a l. 3:8, 9).
¿ES U S T E D U N P R O M O T O R ? 93

P la n ific a c ió n cuidadosa y cabal


L o lla m a ro n a ú ltim a hora para hacerse cargo de un servicio espe­
cia l. C u a n d o el o brero presentó al pastor que debía hablar, le p id ió
disculpas p o r haber in te rru m p id o su program a de trabajo a fin de asistir
a esa cita de ú ltim a hora.
— N o necesita disculparse — le d ijo el honrado predicador cuando
co m e n zó a h a b la r— . N u n c a p la n e o u n p ro g ra m a regular. C u a n d o
com ienzo el día, hago lo que el E s p íritu me induce a realizar.
C reo sinceram ente en que somos guiados p o r el E s p íritu ; pero
ta m b ié n creo que los dirigentes deberían planear su trabajo y llevar a
cabo sus planes. Pero no creo que u n dirig e n te de la iglesia sea capaz de
p rom over con éxito u n program a sin haber trazado sus planes cuidadosa­
mente.
L a palabra “ P la n ” es corta, pero con grandes posibilidades. Procede
del té rm in o la tin o planus, que sig n ifica “ cosa pla n a ” . G eneralm ente una
cosa plana, a u nqu e se extienda p o r kiló m e tro s, puede verse desde el
p rin c ip io hasta el fin . Los planes para la obra de D io s deberían ser ig u a l­
m ente claros.
M ás de un d irig e n te de iglesia p ro m is o rio ha fallado p orque no
trazaba planes. L a mensajera del Señor d ijo :

M uchos jam ás alcanzarán un n iv e l superior. . . debido a su fa lta de


fije z a de propósito y a la la x itu d de sus hábitos.5

E l hom bre o la m u je r que d irija a la iglesia en u n proyecto para


D ios, dependiendo sólo de la in sp ira ció n del m om ento, está destinado al
fracaso. U n p ro m o to r de éxito pensará con m ucha an ticip a ció n en los
detalles de su program a. Estará preparado para las contingencias y tendrá
planes adicionales. H e visto fracasar a algunas personas, sim plem ente
p o rq u e su p la n ific a c ió n no contem plaba un posible fracaso en alguno de
sus aspectos. L a enferm edad, u n cam bio de ú ltim o m om ento, circuns­
tancias inevitables — éstas y otras emergencias pueden su rg ir y desbaratar
el esquema m e jo r trazado. Es la m ism a antigua historia: “ Por fa lta r u n
clavo se perdió una herradura; p o r fa lta r la herradura, se perdió u n caballo;
p o r fa lta r u n caballo, se p e rd ió u n caballero; p o r fa lta r u n caballero, se
perdió una batalla; p o r fa lta r una batalla, se perdió u n re in o ” .
Por lo tanto, nuestros planes deben in c lu ir reem plazantes para los
que puedan fa lta r y disposiciones adicionales para lo im previsto. C uando
se trata de alcanzar u n blanco financiero, hagamos planes de sobrepasarlo
cóm odam ente. Esto asegurará el éxito, a pesar de alguna em ergencia que
pueda surgir. A lg u ie n d ijo acertadam ente: “A p u n ta tu arco a las estrellas,
porq u e así alcanzarás de fijo las copas de los árboles” .
94 PARA U S T E D Q U E Q U IE R E SER D IR IG E N T E

Las personas, los lugares, los procedim ientos, los m ateriales y el


tiem p o , son todos im portantes. N o olvidem os que la p la n ifica ció n eficaz
nos conducirá en fo rm a segura al éxito en nuestro liderazgo en la iglesia
a c u a lq u ie r nivel.

¡O rg a n ice !
D ebe haber u n lu g a r para cada u n o y cada u n o debe estar en su
lugar. H o m b re s y m ujeres clave deben ser asignados a posiciones im p o r­
tantes, y deben saber ío que se espera de ellos. Luego debemos o rganizar
a los feligreses en equipo . E n m uchos casos los equipos integrados por
pocas personas realizan más que los grupos numerosos. C oloquem os en
ellos a obreros eficaces y a otros menos eficaces. E q u ilib re m o s la fuerza
de los equipos hasta donde sea posible. Pongamos al frente de cada g ru p o
a u n d irig e n te activo y capaz, y démosle u n secretario, si es necesario.
L a p la n ific a c ió n cuidadosa de u n p rogram a ta m b ié n provee u n
com ienzo dinám ico. Puede ser u n serm ón lle n o del E sp íritu , presentado
p o r el pastor o el d irig e n te laico designado, precedido p o r lo general de
un program a eficaz con la p a rticip a ció n de varios dirigentes laicos. N o
im p o rta qué procedim ien to elijam os, debemos asegurarnos que los planes
trazados con cuidado y oración nos p e rm ite n in ic ia r la cam paña con u n
program a lle n o del E s p íritu y rebosante de interés.

M a n te n g a el p rogram a fu n c io n a n d o al m á x im o
E n 1964, Peter Snell, gran corredor neozelandés, corrió la m illa en
menos de cuatro m in u to s en D u rb á n , Sudáfrica. A lgunos atletas locales
que com petían con S nell p a rtie ro n con la velocidad de u n relám pago. A l
com ienzo u n o o dos de ellos corrían adelante del cam peón m u n d ia l. Pero
cuando llegaron a m ita d de cam ino, los que habían p a rtid o velozm ente
com enzaron a cansarse. N o p u d ie ro n m antener ese paso agotador. Poco
a poco se fueron rezagando. ¡Ya sabemos q u ié n ganó! Por supuesto, el
que no sólo planeó su carrera, sino que ta m b ién llevó a cabo sus planes.
Podemos tra za r m u y bien todos nuestros planes, in ic ia r nuestro
proyecto con estrépito, pero eso es sólo el com ienzo. H a y que m antener
el interés en la a ctivid a d . A lg u ie n tie n e que m a n te n e r el program a
fu n cio n a n d o plenam ente hasta que se alcance el blanco. A co n tin u a ció n
damos algunas sugerencias útiles:

H ag a que el p rogram a parezca fá c il


Debe presentarse el program a de trabajo com o algo fá cil y el blanco
com o una tarea no d ifíc il de alcanzar. N o nos atrae el trabajo d ifíc il. Si el
cam in o parece largo y áspero, pensamos dos veces antes de in ic ia r el viaje.
Si una tarea nos parece fá cil, estamos dispuestos a hacerla. N o vacilam os
¿ES U S T E D U N P R O M O T O R ? 95

cuando se trata de seguir u n cam ino corto y bien pavim entado que nos
conduce al éxito.
E n la p ro m o ció n p ú b lica y personal, por lo tanto, conviene em pe­
queñecer las dificu lta d e s y las preocupaciones. E lim in e m o s el aspecto
cansador de una cam paña, dando al program a u n m a tiz agradable y un
blanco fá c il de alcanzar. Lancem os u n proyecto y no una cam paña.
O frezcam os a nuestros m iem bros una b e n dició n en vez de una carga. E l
M aestro d ijo : “ Porque m i yugo es fácil, y ligera m i carga” .

E xpresiones sinceras de aprecio


N o es o bligació n expresar aprecio p o r u n trabajo bien hecho. Pode­
mos alcanzar nuestro blanco sin agradecerle a nadie. H e trabajado con
dirigentes cuya filosofía, aparentem ente, les p rohibía m anifestar encom io
o g ra titu d . Pero las personas así no in sp ira n n i e stim ulan a otros para
que realicen grandes cosas para D ios.
S i alguien ha prestado servicios notables, debemos m anifestar nuestro
aprecio. Esto no sólo anim a a esa persona sino la in spira a superarse más
todavía. N o dé por sentado el servicio de los demás. Unas cuantas palabras
sinceras de aprecio no cuestan nada, pero pagan ricos dividendos. N o
me refiero a la adulació n vulgar, sino al elogio bien m erecido. A yuda a
m antener felices a los obreros y prom over el program a sin inconvenientes.

¡L o que vale es el fin !


La parte más em ocionante de c u a lq u ie r carrera es la te rm inación.
Observem os cóm o se enardecen las m u ltitu d e s cuando los com petidores
entran en el tra m o fin a l y lu ch a n p o r ser los prim eros en llegar a la meta.
Todo lo demás queda olvidado. Esto m ism o ocurre en la carrera espiritual
y en la obra de D io s. T a l com o lo destaca el apóstol Pablo, sólo los que
llegan a la meta reciben una corona. Y en una cruzada de la iglesia, lo
más im p o rta n te es una te rm in a c ió n victoriosa.
Terminemos con rapidez. N a d a d ism in u ye más el interés y el e n tu ­
siasmo de u n g ru p o de obreros que u n program a de trabajo o una cam ­
paña dem asiado largos. Los prom otores eficaces saben que una iglesia
e sp iritu a l y bien organizada puede llevar a cabo en dos semanas, la m ism a
cantidad de trabajo que una iglesia m a l organizada en dos meses. A veces
las iglesias p rolonga n la cam paña de la Recolección y nunca alcanzan
sus blancos. O tras veces la fin a liz a n rápidam ente. U n liderazgo inspirado
es lo que establece la diferencia.
Term inem os com pletam ente. Q u ie ro decir con esto que debemos
a lca n za r nuestro blanco com pleto. N o nos confo rm e m o s con m enos.
Alcancem os totalm ente el objetivo, y recorramos la segunda m illa . Por
supuesto que encontrarem os obstáculos y dificultades. ¿Pero qué im -
96 PARA U S T E D Q U E Q U IE R E SER D IR IG E N T E

gamos hasta no haber te rm in a d o la tarea. Sólo los dirigentes débiles no


alcanzan los blancos. (Véase E l m iniste rio de curación, págs. 397-402).

E l hom bre puede m oldear las circunstancias, pero nunca debe p e rm itir
que ellas le am olden a él. Debemos valem os de las circunstancias
como de instrum entos para obrar.6

Terminemos definitivam ente. N o insistam os en la campaña una vez


que hayamos alcanzado el blanco y que todos hayan hecho su parte.
Presentemos u n buen program a para celebrar la victoria. P ronunciem os
palabras de aprecio. E n tre g u e m o s las palm as de la v ic to ria . L u e g o
em prendam os la tarea siguiente.
Que nuestros miem bros queden deseosos y no hastiados. U n pastor am igo
m ío conocía el secreto de esta fó rm u la mágica. Los niños de su iglesia
preguntaban ansiosamente: “ Pastor, icuándo vendrá la cam paña de la
Recolección otra vez? N os gusta salir y trabajar. ¡Es tan d iv e rtid o !” Este
pastor term inaba rápidam ente. Term inaba com pleta y d e finitivam en te.
D ejaba a sus m iem bros deseosos y no hastiados.
Los expertos en pro m o ció n han escrito m ucho acerca de las actitudes,
los métodos y enfoques. Todo esto es im porta n te ,p ero no lo más im portante.
U n a vez más q u ie ro destacar lo que d ije al com ienzo: la conducta fu e ra
d e lp ú lp ito proporcionará poder a la prom oción que hacemos desde e lp ú lp ito .
Todos los p rin c ip io s de p ro m o ció n que el m u n d o ha desarrollado
hasta u n elevado grado de excelencia no pueden reem plazar el poder del
E s p íritu Santo en nuestras vidas. Esta es nuestra m ayor necesidad: el
re a viva m ie n to de la piedad p rim itiv a . V olvám onos al Señor de todo
corazón; entonces, y sólo entonces, llegaremos a ser la clase de prom otores
consagrados que él desea tener en esta hora fin a l de la historia. *1

1Elena G. de White, E l discurso m aestro de Jesucristo, pág. 104


2 W ebster 's T h ird N ew In te rn a tio n a l D ic tio n a ry .
3 White, Lecciones p rá c tic a s d e l gran M aestro, págs. 310, 311
4 --------------- •, O breros evangélicos, pág. 19
5 , Testim onies, tomo 4, pág. 411
-

6 , E l m in is te rio de curación, pág. 399


-

Educación
' A s ig n a tu ra

1. ¿Es la prom oción in co m p a tib le con la e s p iritu a lid a d ?


D efienda su respuesta.
Com plem entan/ 2. E lija uno de los program as prom ocionales de su iglesia y
bosqueje una estrategia para lo g ra r el éxito.
C a p ítu lo 10

Aprovechando bien el tiem po (Efe. 5:16).

¿Cómo D istrib u ye Usted


su Tiem po?

L a diferencia entre sabios y necios, entre ricos y pobres, entre santos y


pecadores, entre los que se salvarán y los que serán condenados,
generalm ente no se debe tanto a la diferencia en las circunstancias y a l
com ienzo que tuvieron en la vida, como a la diferencia en e l empleo
de su tiem po. Los unos lo aprovechara?! para el propósito que tenían
en vista; los otros lo desperdiciaron. Los unos fu e ro n avaros de los
m inutos; los otros derrocharon los días, los meses y los años.'

C u a n d o leí p o r p rim e ra vez esta declaración del Sr. Brengle, un


d irig e n te del E jé rc ito de S alvación, me pareció u n ta n to irre a l, pero
posteriorm ente, cuando m edité en ella y la com paré con la Palabra de
D io s y el espíritu de profecía, quedé convencido de su validez.
La sierva del Señor ha declarado que el tie m p o es u n don de D io s .2
Además, dice:

E l v a lo r del tiem po sobrepuja todo cóm puto. C risto consideraba


precioso todo m om ento, y así es como hemos de considerarlo nosotros.3

E l tie m p o no nos pertenece: es de D ios. Es u n talento que él nos ha


concedido. U n día tendrem os que re n d irle cuentas a D io s p or la form a
com o hemos u tiliz a d o nuestras horas y m in u to s.
D e n in g ú n o tro talento que él nos haya dado requerirá más estricta
cuenta que de nuestro tie m p o .4

N o debe desperdiciarse el tie m p o


“A provechando bien el tie m p o ” (Efe. 5:16), recom ienda Pablo. “ Por­
que los días son m alos” . Los adventistas bien podrían añadir: “ Porque
son cortos: porq u e el tie m p o casi ha te rm in a d o y Jesús está p o r v e n ir” .
98 PARA. U S T E D Q U E Q U IE R E SER D IR IG E N T E

“ N o tenemos tie m p o para p e rder” .5 L u e go la mensajera del Señor


e stim u la nuestro p ensam ien to con la sig u iente declaración práctica:
“ Q u ie n pierda una sola hora cada día, ¡cuánto tiem po habrá desperdiciado
en el transcurso de u n año!6 E s tim u la d o p o r estas palabras inspiradoras,
me puse a sacar cuentas. U n a persona que malgasta siquiera 20 m in u to s
cada día, está perdiendo una gran parte de la vida. A provechando esos
m in u to s, una persona que viva setenta años podría realizar una cantidad
de cosas: E ducación , d o m in io de u n id io m a extranjero, aprender a tocar
u n in s tru m e n to m usical, o escribir algunos libros. Pensemos ta m bién en
todo lo que podría leer d u ra n te más de 8.000 horas perdidas, y en el
placer y en la superación personal que podría obtener.

Saque el m a yo r provecho de su tie m p o


C uántas veces decim os: “ Q uisiera tener tie m p o para hacer muchas
cosas que tengo pendientes” . A veces hasta podem os haber codiciado
secretamente los logros de otros que siem pre parecen tener tie m p o para
hacer muchas cosas. E n realidad, todos tenemos la m ism a cantidad de
tiem po: 24 horas p o r día. C u ando D io s concedió este don, obró im p a rcia l-
m ente con todos, ricos y pobres, cultos e incultos. A nosotros nos corres­
ponde d e c id ir cóm o em plearem os los días, las horas y los m in u to s; si los
inve rtire m o s sabiamente o si los desperdiciaremos.
A lg u ie n ha dicho: “ N uestros días son com o valijas idénticas, todas
de la m ism a m edida; pero algunas personas pueden poner más en ellas” .

E l tiem po es un m ila g ro d ia rio . Despertáis en la m añana y ¡oh


m a ra v illa ! Vuestra bolsa queda autom áticam ente llena con v e in ti­
cuatro horas del tejido sin m anufactura r del universo de la vida. Es
vuestro. Es la más preciosa de las posesiones. N adie os lo puede quitar,
y nadie recibe más n i menos de lo que recibís vosotros. E n ese ám bito
no existe la aristocracia de la riqueza n i la aristocracia del intelecto.
E l genio no es recompensado n i p o r una sola hora extra a l d ía .7

S i supiéram os apreciar cada m om ento y dedicarlo a cosas buenas,


tendríam os tiem po para hacer todo lo que necesitamos hacer para
nosotros mismos o para los demás.8

¡Q ué declaración! Entonces, lo que necesitamos no es más tiem po,


sino sabiduría para usar juiciosam ente el que D io s nos ha concedido.
Debem os aprender a conservar los m in u to s que de otro m odo podrían
desperdiciarse en empresas in ú tile s . “Atesorem os los m o m e n to s” .9 Si
cuidam os bien nuestros m in u to s , las horas se cuidarán solas.
P la n ifiq u e su tie m p o
¿ C O M O D IS T R IB U Y E U S T E D S U T IE M P O ? 99

H asta donde sea posible, conviene considerar lo que se debe hacer en


todo el día. Anotem os los diferentes deberes que debemos re a liza r y
dediquemos cierto tiem po para c u m p lir cada uno de ellos. Seamos
minuciosos, pulcros y prestos.11

Si querem os u tiliz a r lo m e jo r posible nuestros días, debemos p la ­


nearlos, y luego c u m p lir nuestros planes. O casionalm ente vemos gente
que parece re a liza r m u ch o sin m anifestar cansancio. H ace años conocí a
u n hom bre así. Tenía grandes responsabilidades en la iglesia. Llevaba a
cabo una enorm e cantidad de trabajo. C onstantem ente lo requerían com o
o rador en las reuniones de obreros, en los ejercicios de graduación, en
las dedicaciones de iglesias y en otros servicios especiales. Sin embargo,
cu a ndo quiera que entraba en su o ficin a , me saludaba cordialm ente y
parecía tener sobrado tie m p o para ch a rlar conm igo.
— ¿Cóm o lo hace? — le pregunté u n día.
— ¿Hace qué? — replicó, u n poco sorprendido.
— ¿C ó m o hace usted para re a liza r ta n to trabajo sin agitarse nunca
y sin estar tenso? ¿Cuál es su secreto? M e gustaría saberlo.
M i am igo se detuvo a reflexionar.
— N o creo que haya n in g ú n secreto en p a rtic u la r — m u rm u ró — .
P rocuro p la n ific a r m i trabajo y usar hasta el ú ltim o m in u to .
H a b ía d ich o bastante. Y yo aprendí su “ secreto” .

La mensajera del Señor escribe:

Es deber de todo cristiano a d q u irir hábitos de orden, m inuciosidad y


p ro n titu d .12

¿Nuestro deber? Sí, eso es lo que ella dice: hay que “ a d q u irir hábitos
de orden, m in u c io s id a d y p ro n titu d ” .

U n d irig e n te sabio no se lim ita a i r de u n lado a otro durante todo el


día atendiendo cu a lq u ie r problem a que pueda surgir. Traza su plan cuida­
dosamente. H ace una lista de varias cosas que desea hacer durante el
día. E lena de W h ite nos aconseja que si hacemos una lista de cosas
pendientes, y tacham os cada tarea co n fo rm e la vayamos re a liza n d o ,
sentiremos satisfacción y tra n q u ilid a d .

Con tacto y método, algunos realizarán tanto trabajo en cinco horas


como otros en diez.11
A provechem os cada m in u to
100 PARA U S T E D Q U E Q U IE R E SER D IR IG E N T E

“A p rovecha ndo bien el tie m p o ” (Efesios 5:16), escribió el apóstol


Pablo a los creyentes de Efeso. D io s espera que hagamos el m e jo r uso
posible de cada m in u to si querem os c u m p lir lo que el cielo ha planeado
para nosotros.

Unos pocos m omentos a q u í y unos pocos a llí, que podrían desper­


diciarse en charlas sin objeto; las horas de la m añana tan a menudo
malgastadas en la cama; el tiem po que pasamos viajando en los tranvías
o e l tren, o esperando en la estación; los m omentos que pasamos en
espera de la com ida, o de aquellos que llegan tarde a una c ita ; si se
tuvie ra un lib ro en la m ano y se aprovecharan estos fragm entos de
tiem po en estudiar, leer o en pensar cuidadosamente, ¡cuánto podría
realizarse/ H

U n d irig e n te de la A sociación G eneral me d ijo que la m ayor parte


de sus escritos (y son m uchos) los realizaba m ientras volaba de u n país a
otro o m ientras esperaba la llegada de los aviones.
“ C o rre g í la m a yo r parte de m i ú ltim o lib ro m ientras volaba de
W a s h in g to n a una ciudad donde tenía u n com prom iso — d ijo — . Antes,
cuando viajábam os en barco, era posible escribir m ucho más de lo que se
puede ahora, cuando se viaja en a vió n ” . Sería menos fatigoso para este
am igo m ío seguir la corriente y perder esos preciosos m in u to s y horas
leyendo periódicos, revistas insustanciales u observando ociosamente a
la gente que va y viene p o r el aeropuerto.
Pero hace m uchos años que este d irig e n te de la A sociación G eneral
ha aprendid o a usar cada m in u to y hora en la m ejor form a posible. Todos
podem os im ita rlo con provecho. Podemos p la n ific a r nuestro trabajo,
prep a ra r nuestros sermones, y m e jo ra r nuestra m ente en más de u n
sentido d urante las horas que de otro m odo se desperdiciarían.
T o d o fu tu ro d irig e n te debe apre n d e r a aprovechar “ cada o p o r­
tu n id a d ” (C ol. 4:5).

Trabaje con d ilig e n c ia


C ie rta vez observaba a u n g ru p o de presos que trabajaban en el
aeropue rto de S alisbury, Rhodesia. E ra evidente q ue re a liza b a n u n
“ trabajo forza d o ” . A l paso que trabajaban, dem orarían meses en te rm in a r
su obra. N o tenían puestos en el trabajo n i su corazón n i sus músculos.
A h o ra bien, n in g u n o de nosotros es u n preso, pero podemos caer en
el m ism o erro r de hacer nuestro trabajo con desgano. L a B ib lia dice:
“ Todo lo que te vin ie re a la m ano para hacer, h azlo según tus fuerzas”
(E cl. 9:10).
E l apóstol Pablo destaca u n aspecto im p o rta n te en el liderazgo de
¿ C O M O D IS T R IB U Y E U S T E D S U T IE M P O ? 101

éxito cuando nos recuerda que debemos ser “ fervientes en e sp íritu ” (Rom.
12:11). M e agrada la tra d u cció n de estas palabras de Pablo que hacen la
N ew English B ib le y la versión del D r. W eym outh. Debem os trabajar “ con
energía incansab le, con a rd o r de e s p íritu ” . “ Tened vuestro e s p íritu
encend ido” . ¡Q ué fo rm a a dm irable y o p ortuna de expresar la d ilig e n te
aplicación al deber! Debem os dedicarnos con “ energía incansable” , y con
nuestro “ e sp íritu e n cend ido” .
“ N o hay excusa para hacer le n ta y chapuceram ente el tra b a jo ,
cu a lq u ie ra sea su clase” .15Y a c o n tin u a ció n la sierva del Señor hace una
descripción de las personas chapuceras, y prescribe el rem edio para ese
defecto:

Por su manera de tra b a ja r lenta y llena de dilaciones, se dan m ucho


trabajo p o r cosas m uy pequeñas. Pero todos los que deseen pueden
vencer esos hábitos de m orosidad y excesiva m eticulosidad. Tengan los
tales un propósito definido en su obra.16

Veamos ahora el siguiente consejo, especialmente práctico para los


dirigentes:

Decidan cuánto tiem po se requiere para hacer una tarea determ inada,
y entonces dediqúese todo esfuerzo para te rm in a r el trabajo en ese
tiem po. E l ejercicio de la vo lu n ta d hará más diestras las manos.17

A proveche esos m o m e n to s dorados


¿Nos gustaría que alguien pusiera una pepita de oro en nuestras
m anos cada vez que esperamos u n avión, u n tre n o un autobús? M uchos
se enriquecerían m u y p ronto. Pero en realidad eso es lo que nos ocurre.
L a m e n sa je ra d e l S e ñ o r d ijo : “ C ada m o m e n to es de o ro ” .18 Esos
m om entos, esos m in u to s , esas horas que gastamos esperando, pueden
ser de oro p u ro para nosotros, si tan sólo los aprovechamos.
A lg u ie n calculó que cada persona gasta por lo menos u n año de su
vida esperando. Pensemos en esto: 8.760 horas, 525.600 m in u to s que nos
pertenecen para superarnos. ¡C uántos libros podríam os leer! ¡C uánto
podríam os hacer si usáramos provechosam ente esos m om entos de oro!
La p ró xim a vez que vayamos al aeropuerto, a la estación o a la ter­
m in a l de autobuses, llevem os u n buen libro.

U tilic e las horas p ro d u ctiva s


Perdemos tie m p o tratando de resolver problem as difíciles o re a li­
zando nuestras tareas creativas, cuando nuestro cerebro está cansado.
Podríam os a h o rrar m uchas horas si en vez de e llo realizáram os nuestras
102 PARA U S T E D Q U E Q U IE R E SER D IR IG E N T E

tareas más difícile s durante las horas más productivas. L a m ayor parte
de la gente se siente más creadora y alerta durante las horas de la m añana.
Aprovechem os esa ventaja. Si todavía no tenemos el h ábito de dedicarnos
de lle n o a las tareas más difícile s del día d urante las horas de la mañana,
tratem os de hacerlo. D ejem os para la tarde las tareas más ru tinarias.
“ Si se em botare el h ie rro — d ijo el sabio— , y su filo no fuere
am olado, hay que a ñ a d ir entonces más fu e rza” (E cl. 10:10).

A h o rre tie m p o
U n a persona necesita algo de la tienda. N o está segura dónde puede
com prarlo. Sube a su a u to m ó v il, llega a la ciudad y va de tienda en tienda
buscándolo. Todo eso tom a tiem po que podría ahorrarse para otros propó­
sitos más im portantes. ¿Por qué no hacer algunas llam adas telefónicas
antes de salir? Por lo m enos así se e lim in a ría n ciertos lugares que no
venden lo que necesitamos.
Esta es sólo una pequeña sugerencia de las m uchas otras form as en
que u n dirig e n te ocupado puede ahorrar tiem po. C u a lq u ie r obrero puede
descubrir recursos adecuados que se adapten a su necesidad.
C onozco u n obrero que tiene dos ejemplares de u n m ism o lib ro
que usa con frecuencia: u n o en la biblioteca de su casa y el o tro en su
oficin a . C u a n d o tiene necesidad de usarlo, no pierde tie m p o yendo a
buscarlo donde se encuentre. D e la m ism a form a, otros obreros pueden
tener dos juegos de herram ientas, in stru m e n to s y equipos en lugares
convenientes, para a h o rra r m uchas horas cada mes.
E l sistema de archivos que he establecido me ahorra más tiem po
que n in g u n a otra cosa. H ace años, cuando era u n joven presidente en la
In d ia del Sur, los obreros acudían con frecuencia en busca de m aterial
para sermones. E n esas ocasiones yo pasaba una hora o más buscando en
m is m a l organizados archivos los textos, las citas del espíritu de profecía,
las ilustraciones o algún o tro m a te ria l que me pedían. Luego lo colocaba
en u n sobre y lo entregaba al obrero.
Este p ro ce d im ie n to era u n buen trabajo m isionero, pero me tom aba
m ucho tiem po. D e c id í ahorrar esas horas archivando el m aterial en form a
perm anente, en sobres que estaban listos en c u a lq u ie r m o m e n to para
prestarlos a m is obreros. A sí establecí u n sistema que a través de los años
se ha convertido en u n archivo de m u ch o contenido, con sobres y tarjetas,
cuyo fácil m anejo no sólo me ha ahorrado horas, sino posiblem ente meses,
dura n te el ú ltim o cuarto de siglo.
M ie n tra s trabajaba en la obra de la radio, en N ueva \o r k , en 1943 y
1944, tenía que preparar u n serm ón de 2.500 palabras todos los días,
menos el sábado. Adem ás de esto tenía que contestar la correspondencia
y atender otros trabajos relacionados con las emisiones radiofónicas. Esto
¿ C O M O D IS T R IB U Y E U S T E D S U T IE M P O ? 103

fue posible sólo con la ayuda de u n archivo bien organizado que contaba
con unos 700 temas fácilm e n te ubicables. U n buen sistema de archivo
constituye una necesidad para cada líder.
U n d irig e n te ta m b ié n puede a h o rrar tie m p o haciendo dos cosas a
la vez. ¿Nos parece extraño? L o hacemos todos los días. Escucham os las
noticias m ientras tom am os el desayuno o el alm uerzo. Resolvemos un
problem a o com ponem os una poesía m ientras nos afeitamos.
Todo obrero necesita con frecuencia ciertos núm eros de teléfono,
direcciones, fechas y otros datos. M antengam os esta in fo rm a c ió n en un
lu g a r de fá cil acceso. A sí ahorrarem os horas y m ucha frustración.
P robablem ente usted nunca ha dejado las llaves dentro de su a u to ­
m ó v il. A m í me ha o c u rrid o eso en más de una ocasión, cuando he salido
apurado de m i vehículo para atender algún com prom iso. A l volver he
descubierto que las puertas y las ventanillas estaban bien cerradas y m is
llaves habían quedado adentro. H e perd ido m in u to s y ta l vez hasta horas,
p ro curand o a b rir la puerta con u n alam bre o esperando la llegada de
algún m ecánico. A h o ra ahorro m u ch o tie m p o y desesperación, porque
m antengo una llave en m i b illetera o en o tro lu g a r fuera del auto. Tener
d u p lic a d o s de las llaves de la o fic in a o de la casa, ta m b ié n puede
ahorrarnos m in u to s y horas que se pueden aprovechar en otras cosas
más útiles que sim plem ente esperar y quejarse.

R edim a el tie m p o
Pablo dice en su carta a los efesios: “ R edim iendo el tie m p o ” . E lena
G . de W h ite hace el siguiente co m e n ta rio de estas palabras: “ Se nos
amonesta a re d im ir el tiem po. Pero el tie m p o desperdiciado no puede
recuperarse jamás. N o podem os hacer retroceder n i un solo m om ento.
L a ú nica m anera en la cual podemos re d im ir nuestro tie m p o es aprove­
chando lo más posible el que nos q ueda” .19
E l día de ayer se fue para siempre. Pero gracias a D io s que nos
queda hoy y la promesa del m añana. Usemos en la m e jo r form a posible
los m in u to s que el cielo nos ha dado y que todavía son nuestros.
‘Aprovechad vuestro tiem po, y vuestro tie m p o os m ejorará” , exhorta
u n a u to r desconocido. “ D io s p roporcion a oportunidades — dice la sierva
del Señor— ; el éxito depende de cóm o las u tilic e m o s ” .20Luego, com o si
quisiera dejarnos una m uestra condensada de su consejo sobre este tema
tan im p o rta n te , escribe: “A l hacer uso del tie m p o ... m ire todo cristiano a
D io s y pídale que lo d ir ija ” .21

R e d im iría el precioso tie m p o perdido,


Y v iv iría más p o r esa causa—
usándolo para los que todavía no conocen
104 PARA U S T E D Q U E Q U IE R E SER D IR IG E N T E

a m i buen Salvador.
C onducié n d o lo s al D io s perdonador,
que apagó la sed de los perdidos,
con la preciosa sangre de Jesús.
M is talentos, dones y gracias, Señor,
Recibe en tus benditas manos;
Y déjam e v iv ir para p redicar tu Palabra,
D e d ic a r cada m om e n to precioso de m i vida
A n u n c ia n d o al A m ig o del pecador.221

1 S. L. Brengle, The S oul W inner’s Secret, pág. 29


2 Elena G. de White, Testim onies , tomo 9, pág. 38
3 W hite, P alabras de vida d e l gran M aestro, pág. 277
4 Ib id .
5 Ib id .
6 White, Testim onies, tomo 4, pág. 412
7 The Voice o f P rophecy News, agosto de 1963
8 White, E l m in is te rio de c u ra ció n , pág. 159
9 , P alabras de vid a d e l g ran M aestro, pág. 279
-

10 Cheer, Noviembre de 1960


11 White, C onducción d e l niño, pág. 115
12 --------------- , P alabras de vida d e l g ran M aestro, pág. 279
13 Ib id .
14 Id ., pág. 324
15 Id ., pág. 323
16 Ib id .
X llb id .
18 , Testim onies, tomo 9, pág. 117
-

19 , P alabras de vida d e l gran M aestro, pág. 277


-

20 --------------- , Testim onies, tomo 5, pág. 321


21 , E l m in is te rio de curación, pág.159
-

22 S. L. Brengle, The S oul W in n e r’s Secret, pág. 32

Educación
— — — —— A s ig n a tu ra ..

Describa form as específicas en que usted puede:

Complementad# a. H acer e l m ejor uso de su tiem po.

b. P lanear su tiem po.

c. A h o rra r algún tiem po.


C a p ítu lo 11

Pero el Señor estuvo a m i lado, y me dio fuerzas (2 T im . 4:17).

¿Cómo Actúa U sted en una


S ituación D ifíc il?
Es m uy fá c il gozar
S i la vida parece ideal.
Pero el líd e r más digno
H ace fre n te a l m aligno
aunque en todo parezca irle m al.

Si leemos estos sim ples versos con le n titu d y m editación, vemos que
contiene n más verdad que poesía, una verdad ú til para los que quieren
ser dirigentes.
“ N o se puede hacer to rtilla sin ro m p e r algunos huevos” , d ijo un
sabio desconocido. Esto quiere decir que nadie realiza algo en la vida sin
encontrar oposición y dificultades. “ E l precio del progreso es la d ific u lta d ” ,
d ijo C harles F. K e tte rin g , de la G eneral M otors.
¿Se irrita usted o se le eriza n los cabellos cuando encuentra cierto
grado de oposición? ¿Cóm o actúa usted cuando hay problemas? C om o
dirig e n te debe estar preparado para hacerles frente y encarar la oposición.
N os ahorrarem os no pocos quebrantos m entales y fatigas e sp iri­
tuales si recordamos constantemente este consejo que procede de la plu m a
inspirada:

Cuando tratem os de aconsejar o am onestar a cualq u ie r alm a en cuya


experiencia haya sobrevenido una crisis, nuestras palabras tendrán
únicam ente el peso de la in flu e n cia que nos hayan ganado nuestro
pro p io ejem plo y espíritu. Debemos ser buenos antes de obrar el bien.
N o podemos ejercer una in flu e n cia transform adora sobre otros hasta
que nuestro p ro p io corazón haya sido h u m illa d o , refinado y enterne­
cido p o r la gracia de C risto” .1

P or lo visto, el m o m e n to de re a liz a r nuestra pre p a ra ció n para


106 PARA U S T E D Q U E Q U IE R E SER D IR IG E N T E

en fre n ta r los problem as y la oposición inherentes a todo liderazgo, es


durante nuestra c o m u n ió n d ia ria con D ios. Si no hemos descuidado nues­
tros ejercicios devocionales diarios, el Señor nos ayudará a superar las
frecuentes “ pruebas” y el “ examen fin a l” .
P odrían escribirse varios capítulos útiles con directivas provechosas
para los dirigentes que hacen frente a la oposición y que tienen que ver
con problem as. Pero a q u í nos lim ita re m o s a ofrecer sólo algunos p rin c i­
pios básicos.
1. N o olvide que usted es cristiano. U n d irig e n te cristiano no puede
u tiliz a r ciertos m étodos que con frecuencia son aprobados p o r el m undo.
N o somos políticos astutos, lógicos, fríos, n i com erciantes endurecidos.
Somos seguidores del Señor Jesucristo, y nuestra conducta debe repre­
sentar este hecho a u n q u e estemos som etidos a grandes exigencias y
presiones.
O tros pueden aprovecharse de una situación; Jesús no lo hizo. Usted
y yo no podemos hacerlo. O tros pueden e xig ir hasta la ú ltim a ventaja;
Jesús no lo h iz o . U sted y yo no podem os hacerlo, si es q ue somos
verdaderos dirigentes cristianos. “ La caña cascada no quebrará, y el pábilo
que hum ea no apagará” (M a t. 12:20).
2. h a cortesía, la comprensión y e l tacto son im perativos. Estos atributos
nunca son más necesarios que cuando u n a persona se encuentra en
tensión. E l d irig e nte cristia n o nunca actúa con rudeza, no es irrazonable
n i áspero al tra ta r con los que no concuerdan con él. Los problem as no
se resuelven p o r la fuerza. Se llega a u n acuerdo cuando el E s p íritu de
C risto suaviza los nervios en tensión y calm a los ánim os enardecidos.
Escriba estas tres letras en una ta rje tita y m anténgalas a la vista
cuando trate con u n p ro b le m a d ifíc il: C . C . T. Si su tem peram ento
com ienza a subir, m ire la ta rje tita y recuerde que la cortesía, la comprensión
y el tacto darán mejores resultados que si descarga sobre la otra persona
palabras duras y egoístas. “ Sed todos de u n m ism o sentir, compasivos,
amándoos fraternalm ente , m isericordiosos, am igables” (1 Pedro 3:8).
3. E nfrente la oposición y los problem as teniendo a m ano todos los hechos
pertinentes. “ Prepara tus labores fuera, y disponías en tus campos, y después
edificarás tu casa” (Prov. 24:27). Jesús estuvo de acuerdo al decir: “ ¿Quién
de vosotros, q u e rie n d o e d ific a r una torre, no se sienta p rim e ro y calcula
los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla?” (L u c. 14:28).
C u á n bochornoso y exasperante es saber que nuestra posición o
solución es lógica y realizable, y sin em bargo no ser capaces de presentar
los hechos necesarios para apoyarla. C o n esto damos a la oposición una
ventaja p o r carencia de elem entos de ju ic io . L a m ayor parte de los
problem as pueden resolverse satisfactoriam ente si se tienen a m ano los
hechos y las cifras, y si las personas im plicadas son razonables.
¿ C O M O A C T U A U S T E D E N U N A S IT U A C IO N D IF IC IL ? 107

4. E l consejo del sabio: H able suavemente cuando elfu r o r suba. A lgunas


personas co nfund en el calor con la lu z , y el vo lu m e n de la voz con el
alie n to de la com prensión. Pero esta desafortunada com binación es una
receta para las incom prensiones.
“ L a blanda respuesta q u ita la ira; mas la palabra áspera hace subir
el fu ro r” (Prov. 15:1). Si podemos m antener bajo el to n o de nuestra voz y
h ablar sin encono cuando las discusiones se tornan demasiado excitantes,
estaremos en ca m in o hacia las soluciones positivas, sea que tratem os con
una ju n ta o con personas individua le s.
5. E v ite el sarcasmo como la lepra. “ N u n c a respondas al necio de
acuerdo con su necedad, para que no seas tú tam bién com o é l” (Prov.
26:4). “ Los com entarios irreflexivos pueden ocultar una dolorosa punzada
para alguna persona. N uestra agudeza cáustica puede caer sobre una
h e rid a abierta. V ig ile m o s nuestra lengua con m u c h o c u id a d o ” .2 E l
sarcasmo nunca ha ganado una discusión, nunca ha silenciado la oposi­
ción, nunca ha resuelto un problem a. P rim ero hiere y luego echa sal en
las heridas. Recordad que “ el herm ano o fendid o es más tenaz que una
ciudad fu e rte ” (Prov. 18:19).
6. Escuche atentam ente los puntos de vista de los demás. L a persona
que tiene un problem a y la que m anifiesta oposición, por lo menos piensan
que son sinceras. Piensan que su posición es tan lógica y sostenible com o
la nuestra. U n d irig e n te ju sto debe saber escuchar. E l arzobispo Fenelón,
en sus Lettres S piritu e lle s, ofrece el siguiente buen consejo a los que
pretenden aconsejar a otros: “ H a b la d poco, escuchad m ucho; procurad
m u ch o más co m prende r los corazones y adaptaros a sus necesidades an­
tes que a b rum arlos con vuestros conocim ientos. M ostrad que poseéis
una m ente abierta. . . N u n c a habléis más de lo necesario” .
E l Señor nos d io una lengua y dos oídos. Usemos pues nuestros
oídos dos veces más que nuestra lengua. Es una buena filosofía. Si todos
la aceptáram os, los p roblem as se resolverían con más fa c ilid a d y la
oposición desaparecería más amistosamente.
“ O irá el sabio, y a u m e n ta rá el saber, y el e n te n d id o a d q u irirá
consejo” (Prov. 1:5).
7. N o interrum pa cuando otro está hablando. C ierta vez trabajé con
u n obrero a q u ie n le resultaba d ifíc il refrenarse el tie m p o suficiente para
p e rm itirm e que te rm in a ra lo que estaba diciendo. E ra perspicaz, conocía
todas las respuestas. ¿Por qué tenía que escuchar a u n herm ano? Era
capaz de ver el fin de nuestro ra zonam ien to antes que hubiésemos te rm i­
nado de hablar. ¿Para qué perder tiem po? Los demás debían escuchar la
voz de la autoridad . D e m odo que generalm ente escuchábamos, pero no
lo hacíamos con gozo.
S o lu cio n e s p o r in te rru p c ió n , acuerdos p o r m e d io del sile n c io
108 PARA U S T E D Q U E Q U IE R E SER D IR IG E N T E

forzado: n i unas n i otros resuelven nada. Esas tácticas producen irrita ció n .
Siem pre hay que p e rm itir que la otra persona exprese sus pensa­
m ientos. U n d irig e n te cristiano debe dar a los demás la m ism a m edida
de cortesía que desea para sí m ism o.
8. M id a cuidadosam ente sus palabras. A lg u n a s personas h ablan
im prem editada m ente. C o m o d ijo en fo rm a acertada Seeker, “ p rim e ro
hacen, después piensan, y luego se arrepienten para siem pre” .
“ N o entres apresuradam ente en p le ito , no sea que no sepas qué
hacer al fin , después que tu p ró jim o te haya avergonzado” (Prov. 25:8).
A lg u ie n d ijo que es m e jo r quedarse callado y dejar que los demás
piensen que u n o es to n to , antes que a b rir la boca y co n firm a rlo .
9. Persuada y no discuta. H a y una gran diferencia entre la persua­
sión y la discusión forense. L a p rim e ra m antiene la conversación a un
nivel elevado. L a persuasión cristiana no estim ula las emociones negativas
cuando se ve confrontad a con u n pensam iento claro y una presentación
directa. Ofrece los hechos en fo rm a clara y lógica. Pero suaviza el razona­
m ie n to con la cortesía.
D u d a m o s que el m éto d o de la discusión haya resuelto m uchos
problem as o zanjado muchas diferencias de parecer. Está demasiado cerca
de la disputa. D e Jesús se d ijo que “ no contenderá” (M at. 12:19). Tam poco
lo harán los dirigentes que p ro cu ra n parecerse a él.
10. N o se aproveche de su posición. A veces un d irigente se siente
tentado a respaldarse en el prestigio de su cargo para tratar sum ariam ente
con los que se oponen a él, sin to m a r en cuenta los hechos im portantes.
E l apóstol Pablo advierte: “ N in g u n o busque su p ro p io bien, sino el del
o tro ” (1 Cor. 10:24). E l verdadero d irig e n te cristiano no se aprovechará
del cargo que ocupa. Frente a la oposición debe actuar con ju sticia y
honestidad.
11. F orm ule algunas preguntas im portantes. M uchas veces el dirigente
que trata con ciertos problem as puede c ris ta liz a r el pensam iento de todas
las personas im plicadas, fo rm u la n d o preguntas im portantes. Este m étodo
tam b ié n ayuda a averiguar ciertas verdades sin hacer acusaciones. Puede
in tro d u c ir asuntos difícile s usando estas tres palabras sencillas: “ ¿Quiere
usted decir. . . ? ” Las preguntas form uladas con sabiduría y bondad - n o
un severo in te rro g a to rio -, han resuelto m uchos problem as y silenciado
poderosa oposición.
12. M anifieste reconocim iento a quien lo merece. C uando u n dirigente
reconoce honesta y sinceram ente las co n trib u cion es de los demás, su
propia fe se afirm a , a la vez que ayuda a convencer a los opo-sitores que
el d irig e n te desea que las diferencias se resuelvan en form a satisfactoria
y justa.
13. Sea im p a rc ia l en su ju ic io . “ N o harás in ju s tic ia en el ju ic io , n i
¿ C O M O A C T U A U S T E D E N U N A S IT U A C IO N D IF IC IL ? 109

favoreciendo al pobre n i com placiendo al grande; con ju sticia juzgarás a


tu p ró jim o ” (Lev. 19:15).
14. N o juzg u e apresuradamente. L a ju n ta de una in s titu c ió n se reunió
cierta vez para ju z g a r la conducta de ciertos m iem bros del personal.
Escucharon el te stim o n io de una o dos personas, y luego el presidente
lla m ó a los que habían sido acusados y procedió a amonestarlos severa­
mente. T odo esto sin darles la o p o rtu n id a d de hablar. A lg u n o s m iem bros
de la ju n ta objetaron este p rocedim ien to. Esto c o n fu n d ió al presidente.
L a in ju s tic ia del p ro ce d im ie n to am argó a los acusados. Y cuando una
investigación más a fo n d o reveló que eran inocentes, nadie se s in tió fe liz.
C u a n d o no se poseen todos los hechos pertinentes, es d ifíc il so lu ­
cio n a r una d ific u lta d en form a justa.
15. Sea paciente bajo la oposición y la violencia. “ D e espíritu prudente
es el hom bre e n te n d id o ” (Prov. 17:27). “ E l que tarda en airarse es grande
de e n te n d im ie n to ; mas el que es im paciente de espíritu enaltece la ne­
cedad” (Prov. 14:29). “ M as tenga la paciencia su obra com pleta, para que
seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa a lguna” (Prov. 11:12).
Si usted es u n d irig e n te , in e vita b le m e n te encontrará oposición,
especialm ente si tiene ideas propias, si está trazando planes definidos
para el progreso, si es d ig n o de lle va r el nom bre de d irigente. Tendrá que
vérselas con problem as casi cada hora de cada día de trabajo. Esta es la
razón p o r la cual la iglesia necesita dirigentes. A lg u ie n debe ser respon­
sable de dar las soluciones.
C u a n d o surjan problem as y oposición, enfréntelos en el te m o r de
D io s y con la seguridad de triu n fa r m ediante la fortaleza d ivina. N o se
desanim e. L a causa de D io s necesita hoy dirigentes fuertes, valerosos y
consagrados en todos los niveles adm inistrativos.

Cuando las cosas anden m al, como a veces sucede,


Cuando e l cam ino que transitam os parezca m uy em pinado,
Cuando los fondos sean bajos y las deudas elevadas,
Cuando queramos sonreír pero sólo podam os suspirar,
Cuando la preocupación nos presione,
Descansemos si debemos, pero no nos detengamos.
— A u to r desconocido 1

1Elena G. de White, E l discurso m aestro de Jesu cristo, págs. 108, 109


2 ¡0 0 P ra ye r M eeting Talks. pág. 328
C a p ítu lo 12

N o juzguéis, para que no seáisjuzgados. Porque con e lju ic io con


que juzgáis, seréisjuzgados, y con la m edida con que medís,
os será m edido (M ateo 7:1,2).

¿Es U sted Capaz de


Soportar la C rítica?

Si usted es u n dirigente d ig n o de llevar ese nom bre, va a ser criticado.


Acostúm brese a ese hecho. N o siem pre puede agradar a todos. A veces lo
c ritica rá n directam ente y con caridad cristiana. Esto a veces es ú til. Sin
em bargo, con más frecuencia harán observaciones desagradables a su
espalda, y esto puede ser p e rju d ic ia l.
“ N a d a es más fá cil que c ritic a r destructivam ente -d ic e u n a utor
desconocido-. N o se necesita talento, n i abnegación, n i inteligen cia, n i
carácter para dedicarse al negocio de las quejas” .
Jesús, a u nqu e era el D io s -H o m b re perfecto, ta m b ié n fue objeto de
severa crítica. “ V in o el H ijo del H o m b re , que come y bebe, y dicen: H e
a q u í u n hom bre c o m iló n , y bebedor de vin o , am igo de publícanos y de
pecadores” (M a t. 11:19).
C ris to d ijo de Juan el Bautista: “ E n tre los que nacen de m u je r no se
ha levantado o tro m a yo r que Juan el B a u tista ” (M ateo 11:11). ¿Pero
alababan su vida virtuosa todos los que se relacionaban con Juan? D e
n in g ú n m odo. “ D e m o n io tie n e ” (M a t. 11:18), decían algunos de sus
críticos.
A h o ra bien, si el perfecto Jesús y el casi perfecto Juan tu vie ro n que
soportar la crítica, usted y yo no tenemos esperanza de escapar de ella.
Por lo tanto, com o dirigentes cristianos, debemos saber cóm o hacerle
frente, pero ¿de qué form a?
N o olvidem os que cierta clase de crítica nos hace bien. Ya sabemos
cuál es. Por ejem plo, cuando nuestras esposas nos dicen que predicam os
demasiado largo, o en voz demasiado alta, o demasiado baja, o que nuestro
mensaje carece de vita lid a d . H acem os bien en escuchar esas sugerencias.
112 PARA U S T E D Q U E Q U IE R E SER D IR IG E N T E

N o se apresure a descartar la crítica


A veces la crítica no viene de una fuente m u y afectuosa. Puede
originarse en personas que no persiguen lo m e jo r para nosotros. ¿Qué
debemos hacer entonces? ¡Escuchemos de todos modos! N o la descar­
temos. P reguntém onos honestam ente: “ ¿Hay algo de verdad en lo que
se dice? ¿Puede enseñarme una lección esta experiencia desagradable?”
H ace años escuché este serm ón condensado de labios de u n p re d i­
cador desconocido: ‘A ctuáis con inteligencia si hacéis que vuestros críticos
sean los guardadores de vuestras alm as” . D u ra n te años he m a n te n id o a la
vista esta declaración. Este consejo me ha ayudado m uchas veces. E q u i­
vale a decir: “ N o se apresure a descartar la crítica ” .

A p re n d a de ella
C ie rta vez u n p o lític o viajaba en el m ism o tren con u n amargo
opositor. L a conversación que m a n tu v ie ro n distó m ucho de ser cordial.
— H asta su voz me fastidia — le d ijo su com pañero de viaje— . ¡Se
oye com o si frotara los dientes de u n tenedo r en u n plato!
E l p o lític o quedó sorprendido. C u a n d o se h a lló solo, siguió pen­
sando en la cru e l observación. ¿Sería verdad? N in g u n o de sus amigos se
lo había dicho, así que decidió investigar.
— G u ille rm o — le d ijo pocos días después a u no de sus colegas-— ,
q u ie ro que me digas la verdad: ¿Se hace c h illo n a m i voz a veces?
— B ueno. . . este. . . ¿a qué te refieres? -— p reguntó G u ille rm o ,
vacilante.
E l p o lític o le contó el in cid e n te del tren que le había o c u rrid o la
semana anterior.
-—Q u ie ro saber la verdad, G u ille rm o — le exigió.
— B ueno, E n riq u e — com enzó a decir lentam ente su am igo— , la
verdad es que te hace falta educar u n poco tu voz.
¿Cuáles fue ro n los resultados? U n notable m e jo ra m ie n to de su voz,
una presentación p ú b lica más eficaz y m ayor prestigio personal.
Fue Teodoro L eschetizky el que d ijo : “ Podemos aprender m ucho
de las cosas desagradables que la gente dice” .
C u a n d o seamos objeto de la crítica, escuchemos y luego aprenda­
mos de nuestros detractores.

C onsidere la fu e n te
C arlos F isher era u n c rítico abierto de la iglesia y de la asociación.
Su pasatiem po favorito, al parecer, consistía en critic a r destructivam ente.
E l pastor, los dirigentes de la asociación y de la iglesia, eran todos blanco
de sus descomedidas observaciones.
C ie rto día, F is h e r y o tro m ie m b ro en q u ie n él había in flu id o ,
¿ES U S T E D C A P A Z D E S O P O R T A R L A C R IT IC A ? 113

decidieron la n za r una cam paña abierta contra la organización. Estaban


bien seguros de que la m ayor parte de la iglesia local los seguiría. D e
m odo que a lq u ila ro n u n salón. C o m enzaron , según ellos, “ su campaña
de reaviva m ie n to ” para la iglesia. A l p rin c ip io tu vie ro n buena asistencia.
Pero cierto día, u n m ie m b ro que iba tarde a la escuela sabática, pasó
ju n to a u n cam po de deportes. Q uedó sorprendido al ver a una persona
conocida en el lu g a r que estaba reservado para los jueces.
“ N o — se d ijo a sí m ism o — , no puede ser que sea el H n o . Fisher el
que entrega prem ios a los deportistas el sábado de m añana” .
Pero era el H n o . Fisher. Esto puso fin a su cam paña de reaviva­
m iento. C u ando los m iem bros de la iglesia descubrieron que el reavivador
y crítico necesitaba él m ism o ayuda e spiritual, lo abandonaron sin vacilar.
Siem pre conviene considerar cuál es la fuente de la crítica que se
nos hace. A lgunas veces la gente critica porque ella m ism a tiene algo que
ocultar.

Los propios pensamientos m alignos de los hombres y mujeres, a veces


se convierten en el c rite rio para ju z g a r a otros.1

E l culpable del m a l es el p rim e ro que lo sospecha. Trata de o c u lta r o


disculpar el m a l de su p ro p io corazón condenando a o tro .2

“ Si yo fuera presidente de esta asociación — m e escribió cierta vez


u n obrero— , tendríam os u n excelente program a en m archa. H aríam os
más evangelism o. B autizaríam os más almas. E dificaríam os más iglesias.
Pero ¿qué podemos esperar m ientras siga en su cargo el actual presidente?
N i siquiera sabe lo que ocurre en el campo. Si yo fu e ra .. . ”
N i siquiera me molesté en te rm in a r la carta. N o tenía n in g ú n interés
en los grandiosos planes de este herm ano, porque sabía que nunca llegaría
a ser presidente. Sus herm anos en la fe, que lo conocían tan bien como
yo, se encargarían de que eso no ocurriera. N a d ie q uiere a u n hom bre
con una p lu m a cáustica com o presidente de una organización.
Sí, consideremos la fuente. A lgunas veces las expresiones de censura
provienen de corazones llenos de o rg u llo y de celo. Esa crítica p o r lo
general no es constructiva, y afortunadam ente pocos le prestan atención.

N o se disguste p o r e llo
Jorge M o o r d ijo cierta vez que el pastor debía tener “ la paciencia de
u n b u rro, la h u m ild a d de u n cordero y la p iel de u n rin oceronte” . ¡Blanco
d ifíc il, p o r cierto! E l salm ista dice lo m ism o, pero con u n lenguaje más
herm oso: “ M u ch a paz tienen los que am an tu ley, y no hay para ellos
tro p ie z o ” (Sal. 119:165).
114 PARA U S T E D Q U E Q U IE R E SER D IR IG E N T E

L a crítica daña, ofende, enoja, contribuye a la producción de úlceras.


Pero el h ijo de D io s — el d irig e n te cristiano— , tiene acceso a una Fuente
de fortaleza que rem ediará el daño, suavizará la ofensa, calm ará el enojo
y evitará las úlceras. Esa fuente es C risto . E l am or a él y a su ley puede
m antenernos en perfecta paz bajo la crítica más punzante.

S i A quel que lee en los corazones pudo soportar a l que, como é l sabía,
iba a entregarle, ¡con cuánta paciencia debemos nosotros tam bién
soportar a los que yerran Is

E l hom bre másfu e rte es aquel que, aunque sensible a l u ltraje, refrena
sin embargo la pasión y perdona a sus enemigos. Los tales hombres
son verdaderos héroes.4

C u a n d o venga la crítica — y vendrá inevitablem ente— , no p erm ita


que ella lo perturbe. Sea u n o de los héroes de D ios.

Recíbala con b o nda d


H a ce algunos años, u n famoso educador p ro n u n c ió palabras duras
contra u n clérigo que era tan célebre com o él. Los periodistas, presintiendo
una n o tic ia sabrosa, co rrie ro n al estudio del pastor. Estaban seguros de
que su lengua ingeniosa daría una respuesta a la a ltura de las circuns­
tancias. Pero queda ro n chasqueados.
“ E l profesor Fulano es u n hom bre em inente — d ijo el clérigo después
de escuchar lo que el o tro e ru d ito había d ich o de él— . Respeto su ju ic io .
T al vez debo volver a e xam inar m i mensaje y m is m étodos; y si encuentro
c u a lq u ie r error, haré todo lo posible p o r c o rre g irlo ” .
Los periodistas quedaron asombrados. H a b ía n venido a presenciar
una batalla. E n cam bio e ncontraro n a u n hom bre sereno que hablaba
bondadosam ente de su crítico.
A sí es com o la B ib lia enseña a e n fre n ta r la crítica. E l apóstol Pablo
amonestó a los rom anos a actuar bondadosam ente con sus acusadores,
“ pues haciendo esto, ascuas de fuego am ontonarás sobre su cabeza” (Rom.
12:20, 21).
L a bondad, más que nada, acallará la lengua del crítico. ¿Por qué
no ponerla a prueba la p ró xim a vez?

H a b le b ie n de su c rític o
A consejar a u n d irig e n te que hable bien de su crítico a p rim e ra vista,
parecería una gran necedad. Pero vuelva a pensar en ello. Eso es lo que
Jesús d ijo y enseñó. “ Bendecid a los que os m a ld ice n ” (M a t. 5:44), d ijo el
Salvador en su Serm ón del M o n te .
¿ES U S T E D C A P A Z D E S O P O R T A R L A C R IT IC A ? 115

¿Qué c rític o no q u e d a ría desconcertado p o r nuestras palabras


bondadosas? L a m ensajera del Señor amonesta:

Pensad en las buenas cualidades de aquellos a quienes tratáis, y fija o s


lo menos posible en susfaltas y errores. Cuando sintáis la tentación de
lam entar lo que alguien haya dicho o hecho, alabad algo de su vida y
carácter5

“ H e rm a n o s, no os quejéis unos contra otros, para que no seáis


condenados” (Santiago 5:9), nos recuerda el apóstol Santiago.
¿Por qué no c o n fu n d ir y silenciar a los críticos hablando bien de
ellos?

O re p o r los que c ritic a n


Jesús sabía cuál era el m étodo más eficaz para tratar con sus persegui­
dores. O raba p o r ellos (Lucas 23:34). N o s aconseja que hagamos lo
m ism o. “ O ra d p o r los que os u ltra ja n y os persiguen” (M at. 5:44). E l
poder de D io s ha transform ado a más de un crítico en u n sólido defen­
sor. La p ró xim a vez que seáis criticados, orad por el que os critica.

N o p e rm ita que la c rític a lo detenga


G oethe, el gran filósofo alem án, d ijo cierta vez:

Una persona no sepuede proteger n i defender de la crítica. Debe actuar


a pesar de ella, y la c rítica desaparecerá poco a poco.

Es u n buen consejo, ¿verdad? ¡Debemos actuar a pesar de la c rític a !


Después que u n d irig e n te haya escuchado la crítica, la haya evaluado
cuidadosam ente y considerado su origen, cuando tenga la certeza de que
la censura carece de fu n d a m e n to , debe descartarla y seguir adelante. N o
se retire abatido. Siga haciendo lo m ejor posible, a pesar de ella.

E l que desea tener éxito no debe tem er a la crítica — escribió una


colum nista de reputación nacional— . E l m iedo a la crítica es el beso
de la m uerte en el romance de las realizaciones.6

¡N o deje que la crítica lo detenga! Los dirigentes deben actuar a


pesar de los consejos espinosos que salen a su encuentro.

O lvíd e la
Ibam os en a u to m ó v il p o r u n cam ino p o lvo rie n to en las hermosas
m ontañas de Ruanda. C uando pasábamos por una callejuela de una aldea
116 PARA U S T E D Q U E Q U IE R E SER D IR IG E N T E

africana, u n perro nos salió al encuentro ladrando furiosam ente. N os


persiguió u n rato la d ra n d o con la m ism a intensida d. ¿Qué hicim os?
¿Detenernos y d is c u tir con él? ¡Nada de eso! C o n tin u a m o s nuestro viaje.
F inalm ente se cansó y quedó atrás envuelto en el polvo de nuestro desdén.
Este es el m e jo r m étodo que u n dirigente puede em plear en la crítica:
ignorarla. Si se detiene a d is c u tir con cada crítico que le sale al paso, no
le quedará tie m p o para hacer nada más.
A b ra h á n L in c o ln d ijo una vez: “ Si tratara de leer, y m u ch o menos
de contestar toda la crítica que se me hace y todos los ataques que se me
d irig e n , esta o fic in a estaría cerrada para todos los demás propósitos” .
Este gran presidente norteam ericano describió a co n tin u a ció n cóm o
enfrentaba la crítica. Vale la pena que cada d irigente lea con frecuencia
sus palabras: “ H a g o lo m e jo r que puedo; todo lo m e jo r que puedo. Y
pienso seguir haciéndolo hasta el fin . Si el fin de todo m uestra que yo
estaba equivocado, n i diez ángeles que ju ra ra n que yo he obrado bien,
cam biarían las cosas. Si el fin de todo dem uestra que he estado en lo
correcto, entonces lo que ahora se dice contra m í no significará nada” .
C u a n d o nosotros, com o dirigentes cristianos, hayamos hecho lo
m e jo r q u e podem os, no nos queda nada más p o r hacer. E ntonces
podemos o lv id a r la crítica y proseguir haciendo lo m e jo r que sea posible.

C oloqúese usted y a sus crítico s en las m anos de D io s


Después de todo “ D io s ju z g a rá ” (R om . 2:16). Es n a tu ra l que com o
d irig e n te cristiano deba preocuparm e p o r las actitudes de los que me
rodean; pero al fin a l, com o d ijo el apóstol Pablo: “ E l que juzga es el
S eñor” (1 Cor. 4:4). N uestra recompensa más codiciada debería ser oirle
decir: “ B ien, buen siervo y fie l. . .; entra en el gozo de tu Señor” (M at.
25:21). C uando hemos hecho honestamente nuestra parte, podemos dejar
el resto con D ios.
Y ya que hemos hablado de D io s com o Juez, se nos recuerda que él
tam bién tratará eficazm ente con nuestros críticos. Escuchemos esta decla­
ración inspirada:

Todo aquel que haya condenado o desalentado a otros será llevado en


su propia experiencia a la senda en que hizo andar a los demás; sentirá
lo que sufrieron ellos p o r la fa lta de sim patía y ternura que les
m anifestó.7

Todos conocemos hom bres que no han respetado a sus hermanos.


Los han criticado duram ente, y luego in te rv in o D ios y ellos fueron puestos
en el m ism o ca m in o cru e l en que habían hecho andar a otros. A p re n ­
die ro n dem asiado tarde lo que significa echar sal en las heridas abiertas.
¿ES U S T E D C A P A Z D E S O P O R T A R L A C R IT IC A ? 117

N o se deje e n tra m p a r
B o lto n H a ll escribe: “ E xa m in é a m i herm ano con el m icroscopio
de la crítica, y dije: ‘ ¡C uán pequeño es!’ Luego, m iré en el espejo de la
verdad, y d ije : ‘ ¡C óm o se parece a m í!’”
A l p ro cu ra r defendernos con éxito de nuestros críticos, no caigamos
nosotros en la tram pa diabólica de c ritic a r a los demás. “ H erm anos, no
os quejéis unos contra otros” (Santiago 5:9), nos dice el apóstol Santiago.
L a paráfrasis inglesa de P h illip s dice, en Santiago 4:11: “ N u n c a se
despedacen entre ustedes, m is herm anos” .

Los que trabajan fervorosam ente no tienen tiem po para fija rs e en las
fa lta s ajenas. N o podemos v iv ir de las cáscaras de lasfa lta s o errores de
los demás.8

Los dirigentes cristianos “ no pueden d e b ilita r más su in flu e n c ia y


su estatura, que cuando se dedican a debilitarse los unos a los otros” .9 U n
d irig e n te es fuerte sólo cuando puede aceptar sabiamente la crítica, y
cuando p o r la gracia de D io s ejerce d o m in io p ropio y resiste toda tentación
a criticar.

N o busques e l e rro r n i el m al;


S i lo haces, lo hallarás;
Como mides a l vecino,
A sí él te m edirá.
Busca el bien y la alegría,
Que p o r cierto encontrarás;
S i a l espejo le sonríes,
Tu sonrisa a llí verás.
— A u to r desconocido 1
*9
7
6
5
4
3
2

1Sabbath S chool Lesson Q u a rte rly, No. 236, 1954, pág. 14


2 Elena G. de White, E l discurso m aestro de Jesucristo, pág. 107
3White, E l m in is te rio de curación, pág. 394
4 , Joyas de los testim onios, tomo 1, pág. 603
-

5 , E l m in is te rio de curación, pág. 392


-

6“ Dear Abby” , Asheville (N.C.) C itizen, 11 de Sept. de 1964


7 White, E l discurso m aestro de Jesucristo, pág. 115
* -------, E l m in is te rio de curación, pág. 392
9-------, Carta 16, 1886
C a p ítu lo 13

N o perdáis, pues, vuestra confianza (Hebreos 10:35).

¿Confía Usted en
sus Colaboradores?

“ ¡C uán satisfactorio es estar nuevam ente de vuelta con los obreros


de D io s, después de todos aquellos años solitarios de a isla m ie n to !” d ijo
u n hom bre de edad que ocupaba el puesto frente a m í en la mesa de un
hotel. Asistíam os a una ju n ta de u n ió n . Después de tre in ta años de
aislam iento de sus herm anos, este d irig e n te de Israel p o r fin había vuelto
a “ casa” . R epetidam ente expresó el gran gozo que sentía porque otra vez
podía estar en c o m u n ió n con “ los herm anos” .
A n te rio rm e n te había llevado pesadas responsabilidades en la causa
de D ios. H a b ía sido presidente de una gran u n ió n . Pero de p ro n to surgie­
ro n incom prensiones y sus colegas echaron sombras sobre su liderazgo.
Desapareció la co n fia n za y no pasó m ucho tie m p o antes de que este
agobiado d irig e n te perdiera la capacidad de soportar la carga. Se h iz o a
u n lado. E l m ism o no me reveló estos detalles. Estaba dem asiado gozoso
con su restaurada c o m u n ió n con “ los herm anos” . U nos amigos me con­
ta ro n después toda la historia.
¡Q uién puede conocer las horas solitarias, los quebrantos de corazón,
las batallas contra la am argura, que este hom bre de D io s tuvo que soportar
durante tre in ta años! ¡Todo p o rq u e la confianza había sido destruida!

Satanás... sabe que si él puede hacer que el herm ano v ig ile a l herm ano
en la iglesia, alguno se sentirá tan descorazonado y desanimado que abandonará
su puesto del deber.1

H ace u n tie m p o llevé a cabo una serie de reuniones de reaviva-


m ie n to en una de nuestras iglesias. Veinte años antes dos herm anos en
esa iglesia habían p e rd id o la confianza el u n o en el otro. D u ra n te esos
largos años apenas si se habían hablado. Se criticaban el u no al otro frente
a amigos com unes. ¡S ituación terrible! D iv id ió la iglesia. O casionó un
120 PARA U S T E D Q U E Q U IE R E SER D IR IG E N T E

p e rju ic io indecible a la causa. U n día el E s p íritu de D io s p ro d u jo un


m ilag ro . Estos dos m iem bros distanciados se reconciliaron. ¡Qué b e n d i­
ción experim entó toda la iglesia cuando se restauró la confianza!

L a co n fia n za es necesaria
E n u n d ia rio sudafricano le í las siguientes palabras: “ L a confianza
es nuestra necesidad” . S ir E d g a r W h ite h e a d , que para entonces era el
p rim e r m in is tro de Rhodesia del Sur, había usado esas palabras en un
discurso ante el C lu b de Rotarios de Salisbury. Esa frase me lla m ó m ucho
la atención. L a confianza es en realidad nuestra necesidad com o obreros
de la causa de D io s. M ie n tra s leía esa declaración, recordé estas palabras
del apóstol Pablo: “ N o perdáis, pues, vuestra co n fia n za ” (H eb. 10:35).
V ivim o s en tiem pos de tensión y d ificu lta d . D e b id o a la desconfianza
manifestada a n ive l in te rn a cio n a l, el m u n d o se estremece en m edio de
una guerra fría. Parece que no existe una base para la confianza entre las
naciones. C u a n d o u n o q u ie re algo, el o tro se opone. Se in c rim in a n
m utu a m e n te y contiend en de m anera in te rm in a b le . Es te rrib le que esto
ocurra entre estadistas, pero es aun peor cuando sucede entre los m ie m ­
bros y los obreros de la causa de D io s . E l m o v im ie n to adventista es
internacional. Reúne a diversas razas y a personas de carácter y disposición
diferentes. C o m o seguidores del Señor Jesucristo, debemos m anifestar
confianza m utua.
E l mensaje de D io s para cada u n o de nosotros com o obreros, p a rti­
cularm ente a m edida que nos acercamos al fin es: “N operdáis, pues, vuestra
confianza’’ (H e b . 10:35). N o debemos p e rm itir que la desconfianza y la
sospecha se in tro d u z c a n en nuestras filas. Q ue no haya im p u g n a ció n de
los m otivos, n i falta de fe entre los que llevan los vasos del Señor en estos
tiem pos solemnes.
D ia ria m e n te rogamos a D io s que nos u tilic e en la expansión y la
te rm in a c ió n de su obra en el lu g a r de su viña donde trabajam os. D io s
contesta estas oraciones, pero la sierva del Señor in d ica que la confianza
m u tu a entre los herm anos es una co n d ició n :

E l éxito de nuestra obra depende de nuestro am or a D ios y de nuestro


am or a nuestros semejantes. Cuando hay acción arm oniosa entre los
m iem bros in d ividua le s de la iglesia, cuando hay am or y confianza
manifestados p o r el herm ano hacia el herm ano, habrá fu e rza y poder
proporcionados en nuestra obra}

¿Qué es la confianza?
C o n fia n za es s in ó n im o de fe. Si confiam os en una persona, tenemos
fe en su sinceridad. A u n q u e no siempre estemos de acuerdo con sus puntos
¿ C O N F IA U S T E D E N SUS C O L A B O R A D O R E S ? 121

de vista y la m anera com o hace las cosas, aún podemos seguir confiando
en ella. L a confianza no hace que una persona apruebe, sin exam inarlas,
las acciones de otros, pero la hace caritativa cuando se ocupa de ellas.
N o podem os e xig ir la confianza com o u n derecho. A u n nuestra
posición en la obra de D io s puede e xig irla sólo en form a condicion al.
Debem os merecerla. L a confianza engendra confianza. C onstituye una
de esas cualidades mágicas, com o el amor. C u a n to más la m anifestam os
hacia los que nos rodean, más acrecentada vuelve a nosotros. L a confianza
es una calle de dos vías y se necesitan dos para que anden p o r ella.

M anifestem os un espíritu de confianza e n ... nuestros herm anos.1

U n asiento de c u a tro patas


L a confianza podría compararse a u n asiento de cuatro patas; no
puede pararse cuando falta una de ellas. Las cuatro “ patas” sobre las
cuales está edificada la verdadera confianza cristiana son: el te m o r de
D io s, el am or p o r los herm anos, la fe y la com prensión. C u a n d o estos
cuatro elementos están presentes en el corazón, entonces inevitablem ente
hay confianza , con la m ism a seguridad com o el día sigue a la noche.

E l te m o r de D io s
“ E n el te m o r de Jehová — d ijo el sabio— , está la fuerte co n fia n za ”
(Prov. 14:26). E l te m o r de D io s está estrechamente relacionado con la
confianza. T anto es así que sin él dejaría de e xistir la confianza cristiana.

Cuando los hombres dejen de depender de los hombres, cuando hagan


de D ios su eficiencia, se m anifestará más confianza m utua. Nuestra fe
en D ios es excesivamente débil y nuestra confianza m utua es demasiado
exigua.4

Esta confianza se basa en el te m or de D ios. Si amamos a D ios tendre­


mos confianza en los herm anos. Si le tememos, nuestra confianza m u ­
tua será poderosa. N o podem os tem er sinceram ente a D io s y abrigar al
m ism o tie m p o desconfianza en nuestros corazones. G eneralm ente, si nos
separamos del Señor ta m b ié n nos alejamos los unos de los otros.
Si los cristianos com ienzan a perder fe en sus semejantes, deberían
e xam inar sus corazones. D e scu b rirán que su fe en D io s tam bién está
d ism in u ye n d o . Se ha em botado el filo de su am or a D ios. Esto puede
o c u rrir en fo rm a casi im perceptible . ¡C uánto necesitamos que el fuego
de nuestro p rim e r am or siga ardiendo vivam ente! La verdadera confianza
se fund a m e n ta sólidam ente sobre el te m o r de D ios. M ás que nada, Jesús
en el corazón ayuda a engendrar fe y confianza m utuas.
122 PARA U S T E D Q U E Q U IE R E SER D IR IG E N T E

A m o r p o r los herm anos


L a segunda pata de este asiento de la confianza es el am or p o r los
herm anos. Tristem ente, los m iem bros de iglesia de la antigua C o rin to
carecían de confianza m u tu a . D e m odo que Pablo les envió un mensaje.
Su prim e ra epístola a los co rin tio s in clu ye el capítulo 13, que constituye
u n m edio excelente para engendrar confianza. E n él prescribe un antídoto
contra la sospecha y la desconfianza: “ L o que vosotros los creyentes
necesitáis, es el a m o r de C risto m anifestado en los unos para los otros” .
M e agrada leer este capítulo bienaventurado en las diversas versiones
del N u e v o Testam ento. U n a de m is favoritas es la paráfrasis inglesa de J.
B. P h illip s . N otem os sus expresiones inspiradoras de confianza:

Este am or del que hablo es m uy lento para perder la paciencia: busca


la manera de ser constructivo. N o es dom inante: Tampoco está ansioso
p o r im p re s io n a r n i a lie n ta ideas in fla d a s acerca de su p ro p ia
im portancia.

E l am or tiene buenos modales, no busca para sí una ventaja egoísta.


N o es afectado. N o guarda un registro del m a l recibido, n i se goza de
la m aldad de la gente. Todo lo contrario, se goza con todos los rectos
cuando la verdad prevalece.

E l am or no conoce lím ites en su capacidad para soportar, su confianza


es ilim ita d a , su esperanza nunca decae; puede soportar cualquie r cosa.
Es, en efecto, la única cosa que aún permanece cuando todo lo demás
ha caído (1 Cor. 13:4-8 P h illip s ).

Pablo d ijo que el “ am or no se goza de la in ju s tic ia ” . C o n esto d io en


la tecla de la confianza desfalleciente. O tra tra ducción dice: “ E l a m o r...
no m antiene una estadística del m a l” . Pensemos u n m om ento en esto. E l
am or no m antiene una estadística del m al. A q u í es donde generalm ente se
o rig in a la desconfianza. E l corazón carnal, lle n o de sospechas, com ienza
a co n ta b iliz a r todos los males reales o im a g in a rios que ha recibido. Esta
in flu e n c ia perniciosa carcome la confianza lo m ism o que u n cáncer. Por
el co n tra rio , el am or de C risto expulsa de la m ente tales pensamientos.
E l am or y las sospechas no pueden coexistir en u n corazón entregado al
Señor.
C u a n d o nos sorprendemos llevando estadísticas del m al, es decir,
m anteniendo u n registro de las ofensas in flig id a s por nuestros compañeros
en la obra, necesitamos orar p id ie n d o la dulce in flu e n c ia suavizadora del
am or de D ios. Sólo esto puede contrarrestar eficazm ente el deterioro de
la confianza.
¿ C O N F IA U S T E D E N SUS C O L A B O R A D O R E S ? 123

L a fe
L a tercera pata que sostiene el asiento de la confianza es la fe. Es
im p o sib le crear confianza cuando falta la fe. W ebster define la “ fe” com o
“ la serena confianza en la inte g rid a d , la veracidad y la justicia... de una
persona o cosa” .5 C u a n d o tenemos confianza en una persona, tenemos
fe en ella; creemos en su sinceridad, su integridad , su veracidad y su
justicia. L a fe y la sospecha no pueden v iv ir en el m ism o corazón.
Pablo tenía poderosa fe en los creyentes de Tesalónica. “ Tenemos
co n fia n za respecto a vosotros en el S eñor” (2 Tes. 3:4), escribió. Los
creyentes de Tesalónica ta m b ié n creían en Pablo. La fe inspira fe. Es
bueno que expresemos una sincera confianza m utua. Ejerce un efecto
saludable en las relaciones hum anas. L a sierva del Señor escribe:

S i estáis en com unión con C risto, estim aréis a cada ser hum ano como
él lo estima. Sentiréis hacia otros e l m ism o am or profundo que C risto
ha sentido p o r nosotros. Entonces podréis ganar y no ahuyentar, atraer
y no repeler a aquellos p o r quienes él m u rió !'

¡C uán acertadamente describe esta declaración la acción refleja que


la confianza ejerce cuando una persona tiene fe en otra! L a expresión de
esta confianza no debe dejarse para el lecho m o rtu o rio . Debe suavizar la
senda áspera y a liv ia r el corazón cargado de las personas con quienes
nos asociamos diariam ente.

L a c o m p ren sió n
La cuarta pata que soporta el asiento de la confianza es la com p re n ­
sión: la fe liz h a b ilid a d de saber in te rp re ta r la situación de la otra persona
y de fo rm a r ju icio s acertados concernientes a sus problemas. L a com pren­
sión capacita a u n d irig e n te para captar los problem as de los demás y
ayudarles con sim patía a resolverlos.
E n cierta ocasión asistía al servicio con los creyentes europeos de
N a iro b i. U n entusiasta d ire cto r m isio n e ro p id ió vo lu n ta rio s para que
salieran esa tarde a to m a r inscripciones para la escuela bíblica p o r corres­
pondencia. M e avergüenzo de a d m itirlo , pero no bien propuso el plan,
presentí que me sobrevendría u n d o lo r de cabeza. Pensé en todo el trabajo
de la ju n ta en la que particip a ría esa noche. Pensé en el program a recar­
gado de la semana siguiente.
“ D e todos modos — me dije a m í m ism o — , no esperan que yo salga
a tra b a ja r” . Ya sabemos cóm o se siente u no a veces cuando se le pide que
haga el trabajo de otra persona, ¿verdad? Casi me había convencido de
que podía pasar im p u n e m e n te la tarde descansando en m i hotel.
Pero p o r fo rtu n a lo pensé dos veces. ¿Cómo podía com prender los
124 PARA U S T E D Q U E Q U IE R E SER D IR IG E N T E

sentim ientos y los problem as de esos excelentes obreros, a menos que


participara en sus labores? ¡C uánto me alegro de haber salido con ellos!
L la m a r a las puertas, hablarle a la gente de nuestro program a de radio y
orar con ella constituyó una b e n d ició n para m i propia alma. Tam bién
estoy seguro de que m i p a rticip a ció n con los creyentes ayudó a edificar
su confianza en el liderazgo de la iglesia.

E n la co n fia n za está nuestra forta le za


E l profeta evangélico nos recuerda: “ E n q u ie tu d y en confianza será
vuestra fortaleza” (Isa. 30:15).

Cuando los hombres m anifiesten confianza en sus semejantes se


acercarán m ucho más a la posesión de la mente de C risto,7

N o nos hagamos pesados, y alberguemos dudas y fa lta de confianza


en nuestros hermanos. N o debemos h e rir nuestras alm as ju n ta n d o los
cardos y las espinas, sino que en su lu g a r debemos re u n ir las rosas, los
lirio s y los claveles, y expresar su fra g a n cia en nuestras palabras y
actos.

Q ue D io s nos una a obreros y m iem bros, con corazones llenos de


am or y de confianza m u tu a . Sólo entonces, dice la sierva del Señor, “ ha­
brá fuerza y poder proporcionados en nuestra obra p o r la salvación de los
hom bres” . Entonces, tam bién descansará sobre nosotros la bendició n de
D io s y su obra p ro n to será term inada.

1Elena G. de White, Testim onios p a ra los m inistros, pág. 189


2Id ., pág, 187
1Id ., pág. 508
4tó „ pág. 217
5 W ebster ’s N ew In te rn a tio n a l D ic tio n a ry , segunda edición
6 White, P alabras de vida d e l g ran M aestro, pág. 180
7 ----, Testim onios p a ra los m inistros, pág. 189
* Id ., pág. 502
, Id ., pág. 188

Educación
— —— Asi gnat ur a

1. Id e n tifiq u e las cuatro “patas” del asiento de la confianza.


¿ C uál significa m ayor desafio para usted? E xplique.
Com plem entad/

2. ¿En qué form as tangibles puede usted expresar o m ostrar


confianza en su congregación? ¿En los dirigentes denom ina-
dónales? Bosqueje p o r lo menos tresform as espedficas.
oberto H .

R
P ierson ha pres­
tado servicios a
la Iglesia
A d v e n tis ta en
p rá cticam e n te cada aspecto de
la vida y d ire cció n de la obra
en ca lid a d de pastor, evange­
lis ta , d irig e n te d e pa rta m e n ta l,
a d m in is tra d o r a n iv e l de
asociación, u n ió n y d iv is ió n , y
presidente de la A sociación
G eneral. Fue u n líd e r m u y
apreciado que, a través de sus
largos años de m in is te rio ,
p ra cticó los p rin c ip io s de
liderazgo que se han
consignado en esta versión
a ctualizada de la obra o rig in a l,

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