Dossier 28 Elcarnaval
Dossier 28 Elcarnaval
Dossier 28 Elcarnaval
Irreverencia, exaltación de la
sexualidad y de la buena
mesa, subversión de la
jerarquía. Ésas son las
características del carnaval, la
fiesta anárquica por
excelencia, que hunde sus
raíces en las Saturnales
romanas y define su perfil
durante la Edad Media,
sobreviviendo a las presiones
de los poderes políticos y
espirituales. En febrero, el
mundo se vuelve del revés
durante unos días. Les
presentamos la historia y los
mil rostros de este ejercicio
colectivo de libertad, que
precede a los rigores de la
Màscaras de carnaval (por J. Gutiérrez Solana, Madrid, colección particular). Cuaresma
En previsión del
rigor de la
Cuaresma, durante
el periodo de
carnaval los
banquetes eran una
actividad cotidiana.
La tradición tiene
un significado
mágico: el consumo
de lo que queda de
las provisiones del
invierno es una
reminiscencia de
los ritos para
propiciar la
fertilidad y la
abundancia futuras.
Detalle de la Fiesta
campesina (por
Pieter Aersten, siglo
XVI, Viena,
Kunsthistorisches
Museum). El pase
del dossier es uno
Un festín para
de los disfraces que
nunca faltan en los
carnavales
venecianos: Il
dottore. Se trata de
una máscara
E
N LA ACTUALIDAD, LOS RITOS DEL CAR- Adiós a la carne año 965, donde se menciona como carnelevare a lia” del ayuno –éste, por ejemplo, es el significa-
naval son los de una sociedad laica y Pero, ¿cuál es la historia del carnaval? Si pres- uno de los tres momentos del año previsto para el do de la expresión alemana Fastnacht– se convir-
consumista, en la que se cultiva sobre to- cindimos del antiguo problema de los orígenes re- pago de las rentas a una abadía. Otros términos tió muy pronto en un período de duración varia-
do lo que se puede comprar o vender: motos, que hunden sus raíces en diferentes prácti- usados a partir esta fecha son carnisprivum y car- ble, de pocos días a muchas semanas, entre ene-
viajes a las localidades que prometen los festejos cas paganas de muy variada procedencia –es su- nislevamen, procedentes ambos del latín tardío y ro y marzo, durante el cual se busca realizar todo
más espectaculares (Río de Janeiro, Venecia, Cá- perficial la simple identificación con las Saturna- que insisten en la idea de la privación de la carne. aquello que en Cuaresma no será posible hacer.
diz, Santa Cruz de Tenerife), productos y servicios lias romanas–, el carnaval, tal y como nosotros lo Este mismo concepto está confirmado también en En torno a este núcleo inicial, se desarrolla una
ligados a las fiestas de la semana que precede al conocemos, es indiscutiblemente un producto de la otras lenguas vulgares europeas. serie de comportamientos folclóricos de origen
martes de carnaval –desde la discoteca a los dul- Edad Media. precristiano, con los se mezcla todo tipo de in-
ces y los vinos espumosos–, vestidos y disfraces Analicemos en primer lugar, el nombre: abando- Placer sin freno fluencias: abundante alimentación, olvido de al-
especialmente creados para los niños. Existe una nadas ya reconstrucciones etimológicas de todo ti- En un principio, el término designaba simple- gunas prohibiciones –o comportarse como si se
referencia mítica en todos los actos que se reali- po, como carrus navalis –alusiva al carro naval de mente el día, o los días, que precedían al princi- hubieran olvidado– y celebración del paso de las
zan en la fiesta de carnaval, referencia que es la diosa Isis–, o ¡carne, vale! –fórmula clásica ima- pal período de penitencia previsto por el cristia- estaciones. Además de propiciar la posibilidad de
evocada de una manera más o menos directa tan- ginativa de adiós a la carne–, debemos reconocer nismo, la Cuaresma, presente en el calendario li- comer, hacer el amor y divertirse antes de afron-
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DOSSIER
comportamientos–. Durante las semanas provisiones del invierno, y con ello se in-
de penitencia que le siguen hasta la Pas- tenta propiciar la fertilidad y la abundan-
cua no estará permitido, siguiendo los cia futura.
preceptos de la Iglesia, comer carne y En algunos casos, como en Nurem-
otros alimentos que exciten los sentidos. berg, los festejos ciudadanos del carna-
Del mismo modo, las normativas ciuda- val son competencia de la corporación período para ritualizar el paso, no sólo de una
danas, recogiendo los preceptos religio- de carniceros, lo que confirma parcial- época del año a otra, sino también de una deter- A BASTONAZOS
sos, ordenan cesar la actividad de los ma- mente la importancia de la carne en es- minada condición, clase o edad, a otra.
taderos. Durante el carnaval y las sema-
nas que le precedían, se producía un
considerable aumento en el consumo de
carne, celebrándose numerosos festines y
banquetes; es el caso del jueves lardero y
te período del año. Desde 1459 en ade-
lante, los carniceros de Nuremberg se
encargan de organizar desfiles de dis-
fraces y de carrozas enormemente es-
pectaculares.
Luchas entre facciones
El carnaval se convirtió en la ocasión preferida,
especialmente en Italia, para celebrar combates
rituales, en los que se ponían en evidencia las lu-
D esde el siglo XII, especialmente
en las ciudades italianas centro-
septentrionales, el carnaval es el
momento propicio para la realización de
luchas rituales entre circunscripciones
no en el mismo período y, todavía antes,
en algunas regiones del África septen-
trional romana. Dado que el área de di-
fusión parece coincidir con el de la do-
minación romana, es probable que el
chas entre los diferentes partidos de una misma diferentes, cuya finalidad es establecer el origen de esta costumbre haya que bus-
ciudad –los barrios, los distritos u otras formas de predominio de unas sobre otras. carlo en las luchas rituales entre partes
circunscripción, de una manera no muy diferente En lugar de armas de guerra, se usa- diferentes de la ciudad, ya habituales en
a lo que hoy en día sucede con el Palio de Siena–, ban bastones, piedras o los propios pu- la propia Roma al inicio de la edad im-
o entre categorías diferentes de ciudadanos –los ños; a pesar de ello, los encuentros so- perial.
milites contra los populares–, o también de nobles lían producir víctimas y desórdenes, En cualquier caso, la finalidad inicial
entre sí, que llevaban a cabo un juego en el que hasta el punto de inducir a las autorida- de todos estos comportamientos era,
lo importante era demostrar la valentía. des a reglamentarlas o intentar supri- probablemente, una forma de adiestra-
Esta costumbre es la causa de que durante la mirlas. miento periódico de las milicias ciudada-
celebración del carnaval comiencen a producirse, Es lo que sucede, por ejemplo, en nas, según un ritual que con el paso del
dependiendo de los casos, verdaderas batallas en- muchas ciudades de Umbría y de Tosca- tiempo perdió para la comunidad su ver-
tre circunscripciones ciudadanas, que se enfren- na entre 1100 y mediados del siglo XIV. dadero sentido y que, como sucedió en
tan a pedradas, bastonazos o puñetazos. Es un Se trata, sin embargo, de comporta- casos similares presentes en otras socie-
fenómeno inicialmente tolerado por las autorida- mientos que tenían precedentes en los dades –la Grecia clásica y también mu-
des municipales, que se intentó reglamentar poco siglos anteriores. Podemos encontrar su chas sociedades primitivas de época más
a poco, cuando no reprimir, para evitar los riesgos rastro en la Rávena bizantina del siglo reciente–, servía para subrayar el paso
de orden público que conllevaba su realización. VII, en otras partes del Imperio bizanti- de una estación a otra del año.
También sucede, sobre todo en las ciudades que
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DOSSIER
Necios, feos,
rrían calles y plazas en busca de buñuelos y dulces. aprendizaje a través del cual los jóvenes deben pa- da ciudad de Francia inventa su propia fiesta. Ello
En Perigueux, el martes de carnaval, la ciudad sar antes de llegar al matrimonio comprende toda motiva que el reino del Carnaval, que hace su apa-
distribuye panceta ahumada a los pobres; en otros una serie de indecencias y gestos obscenos. rición en el siglo XIII, tenga sus maestros, sus re-
lugares, como en Amiens, las autoridades ciudada- La Abadía de los Necios, la gran confraternidad glas y su lenguaje.
nas ofrecen vino y platos típicos a todos aquellos de Rouen en el siglo XVI, establece que en los días
que participan en el carnaval y a los músicos que de carnaval, ocultos tras las máscaras, los jóvenes El rey de los solteros
locos
Exaltación de los placeres,
iniciación a la sexualidad, burla
del orden y la jerarquía, el
carnaval es un canto a la
abundancia y un desafío al poder
Martine Grinberg En esta Riña entre
Investigadora del CNRS de París el Carnaval y la
Cuaresma, de 1559,
U
NA POESÍA DE SIGLO XIII DESCRIBE el obeso don
el combate entre las personificaciones de Carnal, montado en
dos estaciones del año. Dos señores se un barril,
enfrentan en una extraña lucha, de un la- representa a los
do Cuaresma, odiado por la gente pobre y amado por protestantes,
los poderosos, moviliza sus tropas, integradas por di- mientras que la
ferentes especies de peces, como anguilas, arenques figura compungida
o ballenas armadas con espadas hechas con un len- y macilenta, con
guado; de otro, Carnicería (Carnaval), adorado por una colmena sobre
sus súbditos porque siembra la abundancia, tiene en la cabeza,
torno a sí las carnes, los alimentos condimentados representa a los
con salsas, los quesos y las tortas rellenas de carne católicos (por Pieter
de cerdo. La ardorosa batalla siembra la muerte has- Bruegel el Viejo,
ta que Navidad acude en ayuda de Carnicería y lo lle- Viena,
va a la victoria. Cuaresma es condenado al exilio du- Kunsthistorisches
rante un año entero, con la excepción de un periodo Museum).
de seis semanas y tres días. La temática de este en-
cuentro se reprodujo hasta el siglo XVII y, en algún
momento, el conflicto se llevó incluso al terreno de
la sexualidad. Frente a los desenfrenos de Carnaval,
la abstinencia de Cuaresma.
No solamente carne
Desde el 1500 en adelante, Carnaval no sale vic-
torioso del encuentro, al menos en la ficción litera-
ria. Sin embargo, en el carnaval de 1521, volvemos
a encontrar a estos dos personajes y su batalla en
las calles de Metz.
Carnaval representa la abundancia, hasta el exce-
so, de carne y de alimentos que hinchan el vientre
causando flatulencia. En estos días se ponían en cir-
culación toneladas de alimentos y los jóvenes reco-
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DOSSIER
Burlarse de los do tras un combate de gallos. En tidos como salvajes, montados a caballo, cubier-
fracasos conyugales siglo XV entraron en conflicto el tos con pieles de animales exóticos o con plumas
y de los que se han cabildo de San Vulfran de Abbe- de ave y armados con mazas envueltas en haces
casado en segundas ville, que dirigía la escuela, y las de cañas. En estos días de fiesta, los miembros
nupcias era una autoridades ciudadanas. Se llegó de la sociedad burlesca se desplazan de un lugar
práctica habitual en a un acuerdo, según el cual el a otro. En 1495, por ejemplo, en Cambrai fueron
carnaval. Derecha, rey de la Escuela regalaría el ga- invitados a desfilar, dar vida a escenas cómicas
personajes llo vencedor de la lucha al alcalde en las calles y beber a expensas de la ciudad que
carnavalescos de la ciudad, para que éste sirvie- les hospedaba, las sociedades de Arras, Lille,
llevando a cabo una ra de testigo en la carrera de la Douai y Saint-Quentin. Todo esto se hacía, para
cencerrada, en un cholle, el juego de valor que tenía “mantener el amor y la fraternidad” entre dife-
dibujo de la lugar todos años el martes de car- rentes ciudades.
homónima novela naval.
de Fauvel, siglo XV Más que el rey de los niños, el Llegan los Locos
(París, Biblioteca verdadero señor del carnaval era Podía suceder cualquier cosa cuando el tropel
Nacional). Abajo, el rey de la Juventud –o lo que es lo mismo, de los de los Locos llegaba a Digione. Con el gorro de so-
una mujer y un jóvenes solteros–, a veces sostenido por mujeres re- najeros en la cabeza y blandiendo el bastón de los
bufón enfrentados cién casadas que todavía no tenían hijos. Los grupos bufones de la corte, sus ejércitos desfilan detrás
en un naipe de jóvenes, muy bien organizados en la ciudad, lle- del estandarte de la compañía de la Madre Loca.
de 1545. van diferentes nombres evocando el mundo de la lo- Sus componentes hacen concursos de mentiras y
cura carnavalesca: los Tontos de Amiens, los Necios baladronadas, juegan con las palabras, denuncian
de Rouen, los Feos de Cambrai, la Madre Loca de Di- las debilidades humanas y las de la sociedad.
gione, y la Abadía del Desgobierno de Macón, en cu- Los Necios de Rouen han pasado a la historia
yo sello aparece la imagen de un doble jamón. como maestros en todas estas materias. Reco-
La función de estos grupos era siempre la de “ha- mendaban a sus súbditos que se ganasen la vida
cer el reino”, esto es, enmascararse, postular, beber, gracias al saqueo, que aprendiesen juegos amoro-
cortejar a las jovencitas, imponer multas a los cor- sos, pero sobre todo se lamentaban del mundo en
nudos y a los que se han casado de nuevo, llevar al el que están obligados a vivir. En 1541 el tema
marido que es víctima de vejaciones por parte de su del gran desfile es “el funeral de la Mercancía”.
mujer montado al revés a lomos de un asno, burlar- El Abad de los Necios es acompañado por el Pa-
se de los fracasos conyugales ocurridos en la ciudad, triarca de los Sifilíticos, por hombres salvajes, por
representándolos sobre carros que desfilan por las personajes alegóricos –la Iglesia, el Trabajo, el
calles en los días de carnaval. Riesgo, el Disimulo...–, por una especie de fan-
tasmas llamados las “sombras de la Necedad” y
Gigantesco abrazo por otros muchos. Cierran el desfile cuatro hom-
Durante la última fase de la Edad Media, en las bres, un papa, un emperador, un rey y un loco que
ciudades se inventan numerosas “tradiciones” de se pasan un balón que representa el mundo, “pa-
las que nos da noticias en su ra que de este modo sufra lo más posible”.
crónica Felipe de Vigneulles, Trasladémonos al Tribunal de los Necios, que
un burgués de Metz: gran can- ejercita su labor en los denominados días de car-
tidad de gente disfrazada por naval. Una mujer se lamenta porque su marido no
las calles, las clases sociales es capaz de satisfacer sus necesidades femeni-
mezcladas unas con otras, te- tóricos desfilando montados en caballos que han nas. Se caldea la discusión desatada en torno al
atro callejero y desfile de los sido disfrazados de animales extraños, hombres enfrentamiento entre el apetito sexual del hombre
gigantes de mimbre –un hom- famosos que tenían en común haber sido puestos y el de la mujer. El tribunal concluye que toda
bre y una mujer– llevados por en ridículo por las propias mujeres y, finalmente,
hombres que recorren las ca- una carroza que representa el “paraíso de los bo-
lles de la ciudad en un corte- rrachos”. Era una carroza sucia, sobre la que iban La esposa perfecta Arpista y bufón mujer, para poder ser satisfecha, debe disponer,
jo, acompañados por los personajes desaliñados, sentados alrededor una bailarín, en un además de un marido, de uno o dos amantes,
miembros del gobierno ciuda-
dano, por grupos de jóvenes y
por su Abad. Al final, los dos
gigantes se tienden uno junto
al otro para simular juegos
mesa, entretenidos en beber y comer con modales
groseros, que cantando y gritando torpemente em-
belesaban a los transeúntes.
En Lille y en las ciudades de la Francia sep-
tentrional, el espectáculo era todavía más gran-
E n Amiens, en la segunda mitad del siglo XV, en el
carnaval se representaba un poema del siglo XII, el
Jeu d'Audigier. La historia evoca la borrascosa exis-
tencia de un cierto Audigier, nacido en un pueblo donde la
gente vive rodeada de excrementos. Bautizado en una ti-
grabado coloreado
de G. de Genouillac,
de finales del
siglo XIX.
siempre cuando esto lo realice con gran discre-
ción, para que no sea acusada de ser una ramera.
El peculiar mundo del carnaval se hace cada
vez más crítico con la forma de vida tradicional y
con la ciudad medieval. Esto motiva que la fiesta
amorosos. dioso y el carnaval acaba por adquirir un papel ca- naja donde su madre orinaba, alimentado con huevos em- sea acusada de paganismo e inmoralidad por la
En 1510, todas las corpora- si diplomático. pollados y cebollas podridas, alcanza la edad de la inicia- Iglesia, y de perturbar el orden público por el po-
ciones de trabajadores partici- Es famosa la fiesta de La Espineta de Lille, en ción y como todo caballero parte a recorrer mundo. He- der temporal. Sin embargo, gracias a la abundan-
pan en el desfile con los uten- la que participaban señores, burgueses y artesa- cho prisionero por la vieja Grinberge es víctima de las pe- cia de símbolos y de costumbres que están liga-
silios propios de su oficio y nos. Las justas son el colofón de la fiesta. El rey ores crueldades escatológicas. Logra escapar, regresa jun- dos a él, el carnaval resiste los ataques. Muere y
una carroza transporta a los de la Espineta se presenta a caballo y armado, lle- to a su madre y finalmente se casa con una mujer perfec- renace, del mismo modo que cada año el invierno
locos, que bailan y hacen reír va vestidos lujosos y su corcel va enjaezado con la ta para él, ya que no se había lavado nunca, ni jamás ha- muere con la última luna cornuda del martes de
a los espectadores; no faltan misma ostentación. Es la ocasión adecuada para bía usado una bayeta para limpiar los suelos... carnaval, para dejar espacio al regreso de la pri-
los personajes bíblicos o his- contemplar a 24 justadores de Valenciennes ves- mavera. n
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DOSSIER
El carnaval
ibérico
En el ciclo festivo de las
mascaradas invernales,
la Península Ibérica destaca
por sus representaciones
teatralizadas, con
antiquísimos personajes
y acciones simbólicas
Derecha, en este Demetrio E. Brisset
Baile de máscaras, Antropólogo
1938, J. Gutiérrez Universidad de Málaga
Solana refleja la
E
estética de las L DOMINIO DEL INVIERNO, CON SU FRÍO,
fiestas de carnaval nevadas, oscuridad y escasez de alimen-
en la España rural tos, fue ritual y mágicamente combatido
(Madrid, Col. entre los pueblos ibéricos. Las fiestas del
Marañón). Abajo, ciclo invernal tenían diversos inicios, alrededor de
los carnavales de las calendas de enero. En la Hispania visigoda del
Cádiz recuperaron siglo VII, san Isidoro de Sevilla critica que los
su nombre tras la mismos fieles, “adquiriendo monstruosas aparien-
muerte de Franco, cias, se disfrazan a modo de fieras, otros toman
en lugar del de aspecto mujeril, afeminando el suyo masculino
fiestas de (...) hacen gritería y danzan y con torpe iniquidad
primavera, con el se unen los de uno y otro sexo formando cuadrilla,
que habían logrado y la turba de depauperados espíritus se excita con
subsistir. el vino”. Respecto al mes lunar clave del periodo
invernal, el que sigue al solsticio, su nombre pro-
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DOSSIER
El aspecto erótico y viene de que “febrero llaman a Februa, esto ras vegetales y provistos de grandes cala- máscaras de: “moros, judíos, doctores, discipli- cuadrilla de inocentes con las mismas ropas de los En muchas
burlesco de las es, de Plutón, a quien sacrificaban en aquel bazas, “hacían un torneo muy bravo de nantes, salvajes, locos, cornudos, romeros, dia- locos de Casa del Nuncio y su bacín pidiendo como localidades rurales
fiestas de carnaval, mes, a febrero consagraron los Romanos calabazas, dándose con ellas hasta que blos, hermitaños, amazonas, ninfas, cardenales, ellos andan; un cortejo carnavalesco con Santiago de España, la
que viene reflejado a los dioses del infierno”. Y estas cele- no quedaba ninguna sana”, y con un ban- monjas, Celestina, reyes, pastores, vizcaynas y armado; el juego de los naranjazos; Lutero caballe- prohibición
en las crónicas braciones apenas se alteraron durante el quete finalizaba el martes de carnesto- aún frailes (aunque la justicia lo prohibió)”. ro en una bestia vestido como ánima en cueros, con franquista de los
desde el siglo VII, paso del paganismo al cristianismo, que lendas. Es curioso que en el mismo año muchos diablos alrededor que le iban dando de ha- carnavales no llegó
mantiene su las integró a su calendario religioso, se celebrase el carnaval en la renacentis- Mujeres en hábito de hombres chazos y tizonazos”; y especialmente la “boda de a ser efectiva y se
vigencia en la marcando su final el miércoles de ceni- ta Florencia con una “batalla de bolas de Entre las máscaras que más gustaron estuvieron aldea: a pie con su tamboril y con el virgo de la no- mantuvieron en
actualidad, como za, como pórtico a la cuaresma. nieve”. “las mujeres de la mancebía en hábito de hombres via que era una sábana ensangrentada en un gran vigor costumbres de
muestra este Poco después de ser coronado, el joven en una dança a pie, bailando con panderos; una plato, y bailaron delante del Sr. Arzobispo, de que rancio abolengo.
desenfadado Torneos de calabazas Carlos I de Habsburgo, firma una ley Abajo, El carnaval
disfraz, captado por En la Hispania cristiana del siglo XIII prohibiendo disfrazarse con máscaras,
el autor en Cádiz, se empezó a llamar a estas fiestas en cas- “porque del traer de las máscaras re- LA TEATRALIZADA LUCHA DE CARNAL Y CUARESMA en la aldea (por J,
Gutiérrez Solana,
en los carnavales tellano carnestolendas –ya que a partir sultan grandes males y se disimulan Madrid, Colección
del año 2000. de ese momento no se podía comer carne
para cumplir con el precepto cuaresmal–; entroy-
do o antruejo en gallego (por influencia de los be-
nedictinos) e iñaute en vasco. En el siglo XIV sur-
ge el nombre carnal, y no será hasta el XVI cuan-
con ellas y encubren, mandamos que no
haya enmascarados en el Reyno”, siendo penali-
zados: “si fuera persona baxa, cien azotes públi-
cos; si noble, le destierren seis meses” (1523).
Las influencias renacentistas relajaron la prohibi-
D entro de los rituales mágico-re-
ligiosos, la personificación de
los elementos vitales resulta
simbólica. Los básicos principios natu-
rales opuestos relacionables con la pa-
cuaresma. Así, el Arcipreste de Hita es-
cribió en castellano en el siglo XIV su
Libro del Buen Amor, donde describe
de modo plástico y representable la ba-
talla entre Doña Cuaresma –“sierva del
Juan del Enzina ante la corte de los du-
ques de Alba en 1492. Y el mismo Lope
de Vega ayudó a organizar y actuó como
botarga (bufón) en una escenificación
de esta alegórica batalla en Valencia en
particular).
do se extienda el italianizado carnaval. ción, hasta el punto de que al desposar el prínci- reja primavera-invierno serían: la luz y Criador y por Dios eviada a todo peca- 1599, con motivo de los festejos nup-
Conocemos su celebración en la fronteriza Jaén pe Felipe a la reina María Tudor, los toledanos lo la oscuridad, el calor y el frío, el placer dor”– y Don Carnal “goloso, que nunca ciales del recientemente coronado Feli-
de 1464, gracias a la crónica del condestable celebraron con unas fastuosas fiestas “por la con- y el dolor, la vida y la muerte. Añadien- se harta”, quien acabará vencido y pri- pe III. En nuestros días, en la murcia-
Iranzo: con un “grande fuego de mucha leña”, co- versión de Inglaterra al Catolicismo”, desde me- do una visión religiosa, se podrían re- sionero tras la descomunal pelea. Ya na Águilas se sigue representando este
rrida de sortijas a caballo, danzas y el “juego de diados de febrero hasta el “Martes de Carnesto- flejar en la pareja antagónica carnaval- como texto teatral fue representado por incruento y festivo combate.
los hortelanos”, que bien defendidos con armadu- llenda”, saliendo a la calle una amplia gama de
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DOSSIER
El antroido, él se halagó mucho, y el alcalde llamaba al escri- tumbre que van en máscaras por las calles di- en la que no faltaba la litera en la que dos mozos,
nombre que recibía bano para que diese testimonio del virgo”. ciendo coplas y cosas para reir, echando huevos LAS COMIDAS DE CARNAVAL uno de ellos disfrazado de mujer, pretendían ha-
el carnaval en Fue tal la efervescencia festiva con miles de llenos de agua de colores donde ven doncellas en cer el amor, con movimientos expresivos y pala-
Galicia desde el
siglo XIII, floreció
especialmente en
Pontevedra en el
siglo XIX. Arriba,
máscaras, que hasta los ciegos sacaron la suya,
encarnando a los Diez Mandamientos y cantando
coplas alusivas “a la vuelta a la iglesia de los
ingleses”, lo cual se demostraría vana ilu-
sión de quienes creían que “Felipe cas-
las ventanas, ésta es la mayor inclinación de los
de esta tierra, que son muy deseosos de lu-
xuria (y) echan manojos de harina, o nieve si
cae, o naranjas”.
En Reus (Tarragona) las referencias a la
E l gran protagonista de los banquetes de esta época
es el cerdo, con sus múltiples derivaciones, frescas
o embutidas. Solía compartir mesa con las quesadi-
llas o tortas de queso. Entre los vascos se unían el tocino y
los huevos, así como la butifarra y los pies de puerco en-
bras obscenas”. Luego, tras hogueras y bailes,
culminaban las fiestas con el paseo nocturno ba-
jo antorchas de una piel de zorro, que “enterraban
enfrente de la iglesia, con ceremonias religiosas y
un sermón burlesco”, lo que le parecía significar
comparsa del tellano, convirtió al pueblo profano”, se- fiesta invernal se remontan al siglo XV, apa- tre los catalanes. Quizás los más elaborados ritos culina- al viajero inglés el entierro del año viejo. Otra vez,
antroido de 1888 gún la relación de Sebastián de Horozco, reciendo documentos a partir de 1613 so- rios se dan en Galicia, destacando sus filloas o tortillas de confluyen erotismo y parodias sagradas en un ri-
(Museo de 1555. Como se aprecia, tanto el aspec- bre “batallas con frutas y hortalizas”. En la leche, sangre de cerdo y harina, y su bica o bollo de maíz tual rural.
Pontevedra). to erótico como el burlesco de las mas- ciudad de Granada, el domingo de carnes- sin levadura. También se pueden señalar la puchera, con la La ruina de los carnavales culminaría con la prohi-
caradas invernales están presentes en tolendas de 1637 disfrutó de dos espectá- lengua y el lomo del cerdo, de Huelva, y la cuajada o golo- bición dictada por el Gobierno rebelde de Franco en
la imperial Toledo. Su extensión era tal, culos harto distintos: por la mañana, “auto so dulce granadino. El “jueves lardero”, que precede al 1937. En muchas localidades rurales, la prohibición
que en la visita que Felipe siendo ya rey de fe”, con seis penitenciados a la hoguera; carnaval, es un día especialmente opíparo, en el que se so- franquista no llegó a ser efectiva, manteniéndose en
efectuó a sus territorios aragoneses, en por la tarde, “celebraron los caballeros una lían depositar alimentos para los difuntos. Y respecto a las vigor costumbres de rancio abolengo. Tras la muerte
1585, coincidió en Zaragoza con las fiesta de toros y juego de cañas”. bebidas, sobresale la cuba de vino tinto gratuito en la pla- del dictador, en la mayoría de las ciudades se han re-
carnestollendas, de las que el cronista Los jesuitas combatieron los excesos carna- za Mayor de Cebreros (Ávila). cuperado, aunque en tono menor, dada la prolifera-
oficial dirá que “es en España la cos- les de estas fiestas, proponiendo como al- ción de festejos de nuestra profana sociedad, donde
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DOSSIER
E
N LA ACTUALIDAD, EL CARNAVAL POSEE en el transcurso del siglo XVI, el gobierno ciudada-
una serie de imágenes bastante precisas,
e igualmente puntuales son las caracte-
rísticas que la antropología cultural y la
historia del folclore han considerado propias de
este período: la “inversión” ritual de las jerarquí-
as sociales, gracias a la cual los pobres o los lo-
cos visten las ropas de los señores y se permiten
ridiculizarlos con bromas a menudo pesadas; el
mito del País de Cucaña, en el cual los instintos
primordiales –hambre, sexo y juego– pueden en-
contrar libre desahogo, antes de que se retome la
continencia cuaresmal o mejor, antes de que se
deba volver al orden establecido. En resumidas
cuentas, un período donde todo es lícito y que, en
estos términos, ha entrado en nuestra imaginería
incluso por medio de célebres representaciones
de algunos cuadros de Hieronymus Bosch el Bos-
co, o de Pieter Bruegel el Viejo. no intentó limitarlo con leyes suntuarias, pero En la Roma de los una armadura, que recíprocamente intentaban gol-
Pero en realidad, lo que la historia nos transmi- siempre sin éxito. La caza generalmente era segui- Papas, las fiestas de pearse la cabeza protegida por un yelmo. El vence-
te es que, más allá de los pocos tra- da por la representación de una pantomima, es- carnaval estaban dor era designado en base al número de puntos ob-
tados ligados al consumo de alimen- pectáculo típicamente veneciano, que mezclaba ligadas a las plazas tenidos, que era calculado, con reglas precisas, por
tos o al uso de la máscara, el car- con habilidad el mimo y la danza para interpretar Agone y Testaccio, los jueces del concurso. Más allá de los compo-
naval en Italia, a diferencia de fábulas de argumento mitológico y que era realiza- donde se nentes puramente técnicos de la lucha, lo que so-
cuanto sucede en algunos países do por actores enmascarados. Así sucedió en celebraban bre todo atraía la atención de los espectadores era
del Norte de Europa, era una espe- 1504, cuando fue representado el descenso de Or- combates y carreras el lujo exhibido por los caballeros durante la
cie de contenedor en el que se feo a los infiernos o, en 1515, con el juicio de Pa- de carácter “muestra”, es decir en el momento precedente al
agrupaban numerosas formas de rís. burlesco. Arriba, encuentro armado, en el cual los participantes,
espectáculo y de representación, di- En Florencia, desde mediados del siglo XV, el carnaval en Roma, acompañados por donceles y escuderos, desfilaban
ferentes de unas ciudades a otras y espectáculo tradicional del carnaval era el torneo según un óleo del por diferentes calles de la ciudad, vistiendo lujosas
en las que no siempre era clara- que tenía lugar en la plaza de la Santa Cruz, valla- siglo XVII. indumentarias y haciendo ostentación de objetos
mente reconocible su naturaleza da y adornada para la ocasión, como sabemos por de delicada factura.
“carnavalesca”. Era una diferencia algunos testimonios iconográficos de la época. Se
debida a la fragmentación política trataba del encuentro frontal entre parejas de ca- Canciones con doble sentido
de la Península, en la que repúbli- balleros, armados con una lanza y protegidos por Característicos del periodo de carnaval eran
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DOSSIER
Derecha, ilustración
de la portada de
BATALLA DE BOLAS DE NIEVE de Vespasiano, en 1499, el de Julio César, de
1500– que daban a la fiesta significados alegóri-
una colección de cos comprensibles solamente para el público más
Cantos
carnavalescos,
compuesta por
Lorenzo el
Magnífico para los
I ncluso los más inocentes juegos del carnaval podían
asumir el significado de mensajes políticos. Es el caso
de una batalla de bolas de nieve que tuvo lugar en Flo-
rencia en el mes de febrero de 1464. Aprovechando la es-
cenografía natural ofrecida por la nevada ciudad, un gru-
culto y mensajes políticos dirigidos tanto a la ciu-
dad como a los huéspedes extranjeros.
Un soplo
acémila había, de ella salió un estruendo, tan gran- pasaje del Génesis (2,7) en el que “JHWH [Yahvé]
de como un trueno: de aquel maloliente viento nace Elohim formó al hombre con el polvo del suelo, e
el villano pestilento”. La misma muerte podía de- inspiró en sus narices el soplo de la vida...”. En
pender de una “distracción” intestinal, como temía una irreverente parodia, los “estúpidos” y los “lo-
el campesino descrito por el poeta francés Retebeuf cos” medievales recorrían las calles haciendo sonar
en el siglo XIII (Pet au vilain) que, durante todo su unos artefactos con los que multiplicaban mágica-
En carnaval, las bromas to mecanismo de castigo. En el canto XXI del Infier- El testamento del asno
no (137-9) se respira un “aire carnavalesco”, cuan- Pero Carnaval, antes de morir, hace testamento,
de dudoso gusto están a do cada uno de los diablos “se había mordido la len- como hacían, antes que él, las figuras análogas del
En las viejas gua en señal de inteligencia con su jefe”, dispuestos asno o del cerdo, que eran llevadas en procesión. Es
la orden del día. Son la tradiciones para peerse. Al vulgar gesto responderá el sonoro justamente en una de estas redacciones del Testa-
medievales, el aire contrapunto de “su jefe”, que “se sirvió de su trase- mentum Asini (hacia 1470), donde aparece un lega-
inconsciente era portador de vida ro a guisa de trompeta”. Una trompeta que Dante de- do de especial interés. El animal ofrece las diferen-
y una simple bió ver, o mejor oír, en su Florencia natal, en el puen- tes partes de su cuerpo a los asistentes, especifican-
supervivencia de ventosidad podía te de La Carraia, donde en el siglo XIV todavía se re- do culum do sufflantibus. Su “dulzaina” estaba des-
tener concepciones presentaba el cortejo infernal en el que, según una tinada a los sopladores rituales (sufflantibus), que se
antiguos rituales de genéticas y descripción de Antonio Pucci (1309-1388), “las al- ocupaban en reponer la diminuta reserva de almas
escatológicas, como mas que eran puestas al tormento / Eran camisas lle- en el mundo.
denso significado las sátiras en las nas de paja / Y vejigas de buey llenas de aire”. Puesto que las almas, no lo olvidemos, son muy
que los campesinos Los diablos de Dante representan el mundo car- pocas, tal y como señalan los mitos y los rituales de
nacían de un pedo navalesco, sobre todo aquel disfraz-monigote “del todos los pueblos que viven de la caza, de la pesca
Claudio Corvino de asno. Derecha, cagón y pedorro señor Carnaval”, como todavía se le o de la cría de animales, los huesos, el cráneo y, a
Periodista juglar y flautista en llamaba a finales de la Edad Media. veces, también la piel de los animales deben ser
una miniatura conservados, en espera de un alma, de un soplo vi-
E
N CARNAVAL, LAS PAPELERÍAS Y LAS francesa del siglo XI Comer hasta reventar tal, que logre revitalizarlos.
tiendas especializadas exponen un sinfín (París, Biblioteca Cagón, es decir diarreico, no como consecuencia El alma-soplo acompaña a los seres vivos durante
juegos y bromas para chiquillos, cada vez Nacional). de un hedonismo inmoral, sino por respeto al ritual. todo su viaje terrenal hasta que, como escribe
más sofisticadas. Pero los más vendidos, François Rabelais, se muere: “los hombres ventose-
sin contar las máscaras, continúan siendo los arti- ando, las mujeres follando, de tal modo que el alma,
lugios clásicos: los ruidosos matasuegras, que se tanto en un caso como en el otro, se sale por el cu-
desenrollan aparatosamente a cada soplido, y las lo”.
inocuas bolsas de goma que, aplastadas por la víc- La vital y vertiginosa circulación de las almas tie-
tima al sentarse, emiten un ruido poco edificante y ne que ser protegida a toda costa, incluso por héro-
harto embarazoso. Por no hablar de ese líquido fé- es cristianos, como san Blas, protector de otro lugar
tido, contenido en cápsulas, que apesta indecoro- que también genera soplidos: la garganta. Por temor
samente escuelas y casas. Son las bromas de siem- El Carnaval debe comer hasta reventar, sus fauces Detalle del infierno a que el delicado mecanismo pueda ser interrumpi-
pre, en ocasiones molestas, pero toleradas y que, deben engullir el mundo para conocerlo y, así, po- en el Juicio do, en el día dedicado a él –que por similitud entre
en el fondo, son casi obligadas, quizás por ser un der dominarlo. Preferidos, más aún, obligados, son universal, de Giotto
reflejo de la historia milenaria del carnaval, en el los alimentos que aumentan la circulación de las (Padua, Capilla de
que los antiguos ritos y creencias no han perdido almas-pedo, los más flatulentos, como los guisan- los Scrovegni). Los
EL PEDO DEL OSO
del todo su significado más profundo. tes, las judías y las habas, ritualmente recomenda- demonios de la
El eufórico señor Carnaval sigue estando incons-
cientemente ligado a aquellos ruidosos soplidos, a
esa maloliente ventosidad que nos transporta a
tiempos lejanos, a un mundo medieval que queda
reflejado en las fiestas de las plazas, en los ruidos
dos a las sociedades carnavalescas.
Siguiendo una ininterrumpida tradición gastro-
nómica, hasta hace pocos años en Biella (en el Pia-
monte), el lunes de carnaval, un nutrido grupo de
cocineros, con su atuendo de trabajo, cocinaba en
Divina Comedia de
Dante se servían de
su trasero a la
manera de una
trompeta, imitando
E n los carnavales de la región de Gavarnie, en los Al-
tos Pirineos, todavía hoy se efectúa el acto de insu-
flar el alma en un animal. Aquí, un personaje que
finge ser médico, a solicitud del “domador”, hace revivir
el disfraz del oso mediante potentes soplidos en el culo del
obscenos y en la locura colectiva. ennegrecidos calderos hasta diez quintales de judí- el mundo animal.
as. Y todavía hoy, en Francia, en la fiesta de los Re- carnavalesco. De modo análogo, en Suiza, el doctor ‘Barba de Hierro’
Ventosidades pestilentes yes Magos del 6 de enero, se acostumbra a escon- devuelve la vida al disfraz de carnaval, insuflándole aire a
Era una época en la que una simple ventosidad der una haba en un dulce; el que come el pedazo través de un tubo.
podía estar impregnada de concepciones genéticas o que la contiene se convertirá en el rey de los true- Lo que vemos hoy ritualizado en estas fiestas es un mi-
escatológicas. Era un mundo en el que los campesi- nos carnavalescos. Si, como pretende una antigua to que durante el Medievo se extendió por toda Europa, el
nos podían nacer de un pedo, posiblemente del de creencia pitagórica, el haba-alma que se come se “pedo del oso”, una creencia que una mano anónima del
un asno, como cuenta en el siglo XIII Matazone de puede transformar en 40 días en un embrión, en- siglo XII esculpió lacónicamente en un capitel de la iglesia
Caligano en el Detto del villani (Dicho de los Villa- tonces, calendario en mano, también nuestro rey de Saulieu, en Francia: un hombre levanta la cola a un oso,
nos): “La historia de su nacimiento quiero que sea parirá “algo” en carnaval. dejándole expulsar lo que todos sabemos.
de vuestro entendimiento, allí en una hostería una Parece como si se repitiera ritualmente aquel
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la muerte, la resurrección y la fecundi-
dad, presentes desde el Medievo.
Según una difundida creencia, el oso
saldría de la cueva la vigilia de san Blas,
2 de febrero, día de la Candelaria. Du-
rante su hibernación en la cueva subte-
rránea, habría estado en contacto con
las almas de los difuntos, de las que se
llenaría la panza, para después expul-
sarlas ruidosamente en el momento de
despertarse, con la ayuda de algunas
plantas laxantes de las que ya habla Pli-
nio, “volviéndolas a poner en circula-
ción”, para beneficio de la humanidad.
Con una ambientación diferente, nos
encontramos frente al mismo tema que
aparece en las miniaturas que ilustran
el Romance de Fauvel, de principios del
siglo XIV. Éste muestra algunos persona-
jes “carnavalescos” –se trata de una
cencerrada, que por norma general era
un ritual de desaprobación de un matri-
monio considerado ilícito–, entre los
que están los osos. Entre los disfraces
destaca, como señala el texto, un hom-
bre que “muestra su culo al aire”, y a
los “soplos” carnavalescos se refieren
otros versos del romance. Una vez más,
Blasius y blasen (soplar) en Alemania era llamado En carnaval hay que como sostiene el historiador J.C. Schmitt, “el vien-
“día del soplido”– está tradicionalmente prohibido comer hasta to es una metáfora explícita del pedo, evocada tam-
tejer, porque los hilos utilizados podrían atar mági- reventar y son bién por las tontas canciones obscenas recogidas
camente los vientos que transportan las almas. obligados los más adelante en el manuscrito”.
Entre los testamentos de las máscaras-animales, alimentos que Seis siglos después, los mismos rituales sobrevi-
ya en el siglo IV aparece en los escritos de san Jeró- provocan flato. ven en calles y plazas de Italia, en un inconsciente
nimo (340-420), el Testamentum Grunni Corocottae Arriba, La fiesta de culto al oso que continúa, de alguna manera, trans-
porcelli (el testamento del puerco), entonado entre la judía (por Jacob portando las almas desde el mundo inferior al nues-
bromas y chistes por jóvenes escolares. Pero el cer- Jordaens, Viena, tro, con un rumor cíclico. n
do y el asno no son los únicos animales que reinaron Kunsthistorisches
en este tipo de fiestas. Existe un carnívoro que, des- Museum).
de el Medievo hasta la actualidad, parece haber te- Para saber más
nido un papel destacado en los ritos de carnaval y en BUEZO, C., El Carnaval y otras procesiones burles-
la circulación de los vientos de los que venimos ha- cas del viejo Madrid, Madrid, 1992.
blando: el oso. CARO BAROJA, J., El Carnaval, Madrid, Taurus,
1979.
La resurrección del oso CIAPELLI, G., Carnevale e Quaresima. Comporta-
En estas fechas, en Cerdeña, tienen lugar varias menti sociali e cultura a Firenze nel
representaciones, en las que Carnaval lleva un dis- Rinascimento, Roma, Storia e Litteratura, 1997.
fraz de oso. Son especialmente fascinantes las de HERNÁNDEZ, O., El Carnaval de Gran Canaria,
Samugheo (Oristano) y Fonni (Nuoro). En esta últi- 1574-1988, Las Palmas de Gran Canaria, 1988.
ma, S’Urthu –el oso, en dialecto local– está sujeto LE ROY LAUDURIE, E., Il carnevale di Romans, Mila-
con cadenas por dos individuos –en Samugheo le no, Rizzoli, 1981.
sujeta el domador–, mientras intenta, en medio de MONTESINO GONZÁLEZ, A., Fiestas populares de Can-
la hilaridad general, ensuciar a las muchachas con tabria. III. Carnavales urbanos de Santander y
hollín hecho con corcho quemado. En una apacible Santoña, Santander, 1985.
farsa de carnaval, que no es fácil de reconstruir, SADA, J. M., Carnavales donostiarras, De los oríge-
S’Urthu muere ritualmente, para después resucitar, nes a nuestros días, San Sebastian, 1991.
entre la alegría de los espectadores y los golpes de SÁNCHEZ, M. Á., Fiestas Populares, Madrid, Maeva,
cironia –una especie de látigo de clara connotación 1998.
fálica– que atizan al oso los jóvenes de la asocia- TIBERIO, P. y OTERMIN, L., Carnavales de Navarra,
ción S’Urthu, vestidos de negro y con la cara man- Pamplona, 1993.
chada de hollín. VALRIU LLINAS, C., El carnaval a Mallorca, Palma
Aquí hay presentes elementos rituales que no de Mallorca, 1995.
han podido ser ocultados por los siglos, relativos a
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