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Annas República Platón Brevísima Introducción Filosofía Antigua

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Annas, Julia, José María Fabregas (trad.).

Una
brevísima introducción a la filosofía antigua. México:
Océano, 2004. 2. ¿POR Q U É L E E M O S L A R EPÚ BLIC A
D E PLATÓ N?

*) T ) or leemos la República de Platón? La interro-


( j JL gante apunta en más de una dirección. Puede re­
ferirse simplemente a la lectura de la obra: qué se obtiene
de ella desde el punto de vista filosófico. O puede alu­
dir a las presiones históricas de diverso tipo que condu­
cen a leer una obra como ésta y no otra. Por ejemplo, yo
podría leerla porque es parte de un curso en la universi­
dad. Mucha gente hace eso. No leemos obras de filoso­
fía nada más porque sí, y se han descubierto conexiones
importantes, aunque no han sido del todo comprendidas,
entre la circunstancia en que se realiza la lectura y lo que
el lector extrae de ella.
En el primer capítulo se planteó un tema del de­
bate filosófico ancestral que no requirió (espero) de mu­
chos ajustes. Sin embargo, no todos los asuntos de la
filosofía antigua son tan accesibles para un lector mo­
derno. En este capítulo nos concentraremos en algu­
nos de los factores que nos separan de los textos y te­
mas filosóficos tradicionales. Sólo cuando confrontemos
esos factores — en especial los que nos atrapan de inme­
diato— nos percataremos de la factibilidad de leer tex­
tos de una cultura tan lejana y diferente, e interactuar
con ellos.
L a tradición y cómo llegó a nosotros En primer término, el asunto de qué momentos de
la tradición se conciben como importantes surge después
Antes de pasar a la República es necesario pensar de que la tradición ya está reconocida. Una buena parte de
en la tradición de la filosofía antigua, en cómo llegó has­ la filosofía antigua se perdió para la Europa occidental en
ta nosotros, en los cambios que ocurren cuando la reci­ el periodo de ruptura del Imperio romano de Occidente,
bimos y en el hecho de que tales cambios pueden, por debido a los cambios culturales y a la inestabilidad políti­
ejemplo, moldear nuestra lectura de Platón y de una obra ca. Además del diálogo Timeo de Platón, durante cientos
como la mencionada. de años las únicas obras filosóficas conocidas en profun­
Para empezar, la filosofía de la antigüedad es una didad fueron las de Aristóteles, quien dominó la filoso­
tradición muy larga y fecunda. Comienza en el siglo VI fía medieval. En el periodo del Renacimiento se redescu­
a.C. y termina con la caída del Imperio romano de Occi­ brió, por muchas fuentes, a un gran número de filósofos
dente y con la extinción del Imperio bizantino en el de la antigüedad. Sin embargo, por azares de la historia
Oriente. Surgió y se desarrolló en las ciudades-Estado muchas obras originales de autores ancestrales se perdie­
de Grecia, en especial Atenas, pero continuó floreciendo ron, dejándonos únicamente recuentos de segunda mano
mientras los romanos dominaron todo el Mediterrá­ de sus teorías, y fragmentos de sus ideas. Este fue el des­
neo y territorios aún más lejanos; formó parte importante tino de todos los filósofos “presocráticos” y de muchos
de la cultura de casi todo el Imperio romano y se fusio­ pensadores posteriores a Aristóteles, del llamado perio­
nó con el cristianismo, fusión que tuvo un éxito desigual. do helénico. Los descubrimientos de obras filosóficas re­
Esta filosofía está conformada por una gran diversidad motas han continuado: uno de los principales hallazgos
de textos. fueron los rollos de papiro encontrados en las secas are­
Hay en ella distintos movimientos filosóficos, des­ nas de Egipto; también se rescató un conjunto de obras
de los que privilegian la mirada mística y el dogma hasta de los epicúreos quemadas que se preservaron después de
los que favorecen el argumento riguroso, y un sinnúmero la erupción del Vesubio. No obstante, permanecen gran­
de escuelas diferentes y opuestas, como los estoicos y los des lagunas, y en el caso de algunos individuos y escuelas
epicúreos, así como una amplia gama de posiciones filo­ de filosofía dependemos de notas elaboradas con poste­
sóficas, incluidos el materialismo, el dualismo, el escep­ rioridad y, a menudo, imprecisas.
ticismo y el relativismo. En el capítulo 6 se abundará en
estas diferencias; aquí quiero concentrarme en la forma
como se recibe esta tradición — que difiere de la visión
En el año 79 de nuestra era la erupción del volcán
de esa filosofía ancestral como parte de una tradición o
Vesubio cubrió de lava muchas casas de campo de
canon— y en la razón por la que se considera importan­
aristócratas en Herculano, cerca de Nápoies. En una
tes a ciertos filósofos.

¿POR QUÉ LEEMOS LA REPUBLICA DE PLATÓN? 41


40 FILOSOFÍA ANTIGUA

de estas casas, encontrada durante excavaciones he­


chas en el siglo XVIII, se halló una biblioteca dedica­
da a las obras del filósofo Epicuro y a debates pos­
teriores de su obra por parte de sus discípulos. De
esta manera, se descorrió el velo respecto a una co­
munidad hasta ese momento desconocida, en la cual

3 . Fragmento en papiro de una obra Sobre la ira del epicúreo Filodemo.


se realizaban debates filosóficos de los epicúreos en­
tre sí y con otras escuelas. Los textos son rollos de
papiro (papel antiguo) cuyos fragmentos quemados
han sido objeto de un cuidadoso estudio por parte
de los académicos.
Gran parte de la evidencia de la filosofía anti­
gua está en condiciones similares, y nos ha llega­
do fragmentada.

Diferencias de enfoque

Esta situación plantea diferencias de enfoque. Si se


trata de autores cuya obra se ha estudiado en fragmentos
y recurriendo a fuentes posteriores, que presentan su pro­
pio punto de vista, es necesario desentrañar situaciones
históricas y de interpretación antes de convencernos de
que contamos con la posición filosófica correcta. Cuan­
do nos enfrentamos con problemas filosóficos corremos
el riesgo de adoptar una posición que refleje únicamen­
te nuestras preocupaciones en ese terreno. Es más conve­
niente acercarse a autores con cuya obra podamos esta­
blecer un diálogo. Así pues, no es de sorprender que los
autores cuyo pensamiento está más presente en los depar­
tamentos universitarios de filosofía sean Platón y Aristó-
teles, de quienes tenemos la obra completa, y no aquellos sófico, las preocupaciones filosóficas cambian según el pe­
filósofos como Epicuro, de los cuales sólo se conserva una riodo de que se trate. Hoy día los investigadores y maes­
pequeña parte. tros se interesan en un amplio espectro de temas y de
Sin embargo, tampoco hay que exagerar el contras­ filósofos, situación que no ocurría hace veinte años, cuan­
te. Platón es el único autor de quien, con toda certeza, se do Platón y Aristóteles eran más dominantes; sin embar­
poseen todas las obras que hizo públicas. En cambio, nin­ go, estos cambios han ocurrido muchas veces en el pasa­
guno de los trabajos publicados por Aristóteles sobrevive do. Como no existe una forma única de abordar la gran
completo. Lo que tenemos son sus (muy copiosas) notas tradición de la antigüedad, tal selectividad no es sorpresi­
de investigación y de clase, que plantean problemas in­ va. Y tampoco debe sorprendernos que al elegir una for­
terpretativos. Pero incluso Platón es un filósofo difícil de ma de estudiar la filosofía antigua, ésta parezca natural e
leer; por una parte, la forma dialogada distancia al autor inevitable y no percibamos sus limitaciones, que inclu­
de sus ideas, y sus interpretaciones son quizá las más va­ so pasan de maestro a alumno y se perpetúan en libros
riadas entre los filósofos ancestrales. Por eso es muy po­ y artículos.
sible que relacionemos en forma prematura a estos filó­ En ocasiones es posible insertar en un contexto
sofos con nuestros intereses filosóficos, como ocurre con intelectual el interés por distintos momentos de la an­
los presocráticos. De cualquier manera, los autores y las tigua tradición filosófica. Algunas obras de la filosofía
escuelas, de cuya obra original sólo se conserva una par­ antigua parecen estar dormidas. No presentan problemas
te, plantean temas filosóficos que nos atañen de modo di­ atractivos ni plantean preguntas para las cuales se ten­
recto, al margen del trabajo histórico e interpretativo que gan respuestas acertadas. Sin embargo, en otros tiempos
deba hacerse. En los últimos veinte años se ha visto un sí lo hicieron. Entonces, ¿qué partes de la tradición
cambio drástico en el interés por la investigación, publi­ ancestral que nos preocupan dependen, por lo menos
cación y enseñanza de la filosofía antigua, que ya no se parcialmente, de nuestros propios intereses filosóficos?
concentra casi exclusivamente en Platón y Aristóteles, (Cómo explicar esto es otro asunto.) Se puede apreciar
sino que muestra una preocupación por todos los filóso­ entonces que éste no es un camino de un solo sentido.
fos helenísticos (posteriores a Aristóteles). Adentrarnos en los textos de la antigüedad puede ayu­
darnos a aclarar nuestras ideas respecto a ciertos temas.
Intereses fluctuantes (En el capítulo 3 se ahondará en ello.) Debido a su re­
levancia en la enseñanza y desarrollo del pensamiento
¿Por qué nos concentramos en una parte de la mul- filosófico occidental desde el siglo X V III, algunas obras
tifacética tradición de la filosofía antigua y no en otra? de la filosofía antigua no sólo forman parte de la histo­
Además de las imprecisiones en la transmisión y de la ria sino que también están presentes en la tradición mo­
cuestión de si el interés que nos guía es histórico o filo­ derna.
E l cambiante destino de la R epública de Platón go del bienestar de la sociedad y sacrificar sus propios in­
tereses a esta causa.
La República de Platón es un ejemplo contundente A menudo se supone que el libro gira alrededor de
de cómo una obra de la filosofía antigua puede adquirir esta construcción política ideal; de hecho, la obra suele
interés para la filosofía contemporánea, o bien perderlo. considerarse como la respuesta por excelencia de Platón a
Éste es quizá el caso más representativo de tal situación. los problemas políticos de la época. La República contiene
Durante casi todo el siglo XVIII y parte del XIX la un sinnúmero de temas. Sin embargo, se considera que el
República fue el libro más conocido de la filosofía anti­ tema que engloba todos los demás es la visión política del
gua, y es quizá la única obra de este periodo leída por un autor, la idea de que sólo en un Estado ideal, gobernado
gran número de personas. En las universidades y escue­ en nombre de los intereses de todos, la gente puede ser
las de muchos países figura en cursos de filosofía antigua, virtuosa y, en consecuencia, feliz. En ocasiones, este go­
introducción a la filosofía, “civilización occidental”, filo­ bierno de la inteligencia se ve como una reacción a la cul­
sofía política y humanidades. Si en alguno de estos cur­ tura democrática ateniense en la que creció Platón, quien
sos tiene que abordarse la filosofía de la antigüedad, o la reacciona contra ella por lo que supone es un espíritu eli­
figura de Platón, la elección obvia es la República. En las tista y reaccionario. La relación de la República con esta
lecturas modernas de este filósofo, la República es la pie­ interpretación es tal que, al menos en las bibliotecas esta­
za central y el punto culminante de su pensamiento, la dounidenses, se le ubica en la sección de ciencia política
obra que mejor presenta los aspectos más relevantes de y no en la de historia de la filosofía. E l punto de vista con
ese corpus de ideas. el que se aborde la obra determinará cómo debe leerse. A
Hay otro elemento importante: la República se lee veces se da por descontado que el libro es una aportación
sobre todo a la luz de la breve descripción que hace de al pensamiento político; lo demás es extra.
la sociedad ideal. Platón esboza allí a una sociedad justa,
en la que habría una absoluta división del trabajo entre
los ricos por un lado y los que ostentan el poder político,
La R epública de Platón
por el otro. Los gobernantes serían “guardianes” dedica­
dos al bienestar público y a la administración del Estado.
En la República^ Platón intenta demostrar que la fe­
Las personas relacionadas con la actividad económica se­
licidad reside en ser bueno, virtuoso, y esto es algo
rían excluidas del gobierno debido a que su forma de vida
que la gente debe lograr por sí sola; la riqueza, la
no les permite ver más allá de su propio interés, y eso los
posición social y otras cuestiones son irrelevantes
descalifica para tomar parte en la arena política, donde la
para ser feliz. Esta desafiante tesis es defendida bajo
preocupación es el bien común. En contraste, la clase de
la premisa de que la virtud consiste en ordenar y es-
los guardianes está educada y entrenada para hacerse car-
tructurar con propiedad el alma, en la que impera Sin embargo, ¿debemos leer así la obra? ¿Qué más
la razón. (Véase el capítulo x.) La idea central de la podríamos extraer de ella?
República es que,· contra la creencia popular, la fe­ En el mundo de la antigüedad la República se leía
licidad debe hallarse en la virtud, el ordenamiento como uno de los diálogos de Platón, aunque se le consi­
correcto del alma, incluso en las peores condiciones deraba el más importante. Cuando los filósofos comen­
de pobreza y tortura. zaron a estudiar en forma sistemática las ideas de Pla­
Como modelo de la estructura del alma, Platón tón, el diálogo que privilegiaban era Timeo, cosmología
delinea el entramado de una sociedad ideal, con di­ escrita con un estilo poético. La República adquirió fama
ferentes tipos de personas organizadas en formas principalmente por proponer que los gobernantes ideales
mutuamente benéficas y gobernadas por “guardia­ no tuvieran vida familiar sino que “mujeres y niños sean
nes” que se dedican al bien común, al igual que la comunes”, planteamiento que llamó la atención, si bien
razón se encarga del bienestar de la persona en su más por excéntrico que por profundo. Las ideas políticas
totalidad. Platón lleva a los extremos esta devoción de esta obra de Platón, criticadas por Aristóteles, no in­
por el bienestar de la sociedad: los guardianes no gresaron a la corriente principal del pensamiento político
tendrán vida familiar ni propiedades, y gran par­ antiguo, como sí ocurrió con las ideas políticas plantea­
te del tiempo lo dedicaran a entrenarse en la teo­ das en E l Estadista y Leyes.
ría metafísica abstracta de las “formas” (véase la p. Durante la Edad Media, la República de Platón
118). Sorprende que tanto hombres como mujeres se estudió en el mundo islámico, en el cual se conside­
sean los guardias o, como ellos se llaman debido a ró como una idea sugerente del poder espiritual y secu­
su educación filosófica, “reyes filósofos” (y reinas fi­ lar unificado alrededor de líderes religiosos ideales. Esta
lósofas, por supuesto). noción no se desarrolló en el Occidente cristiano; la ten­
Esta imaginativa pintura de una sociedad ideal dencia a pensar en términos de la separación de la Igle­
se desarrolló también en forma narrativa en la his­ sia y el Estado se vio favorecida por el desconocimiento
toria de la 'Atlántida que se encuentra en Timeo de la obra durante demasiado tiempo. E l texto de Platón
y en el inconcluso Critias. La sociedad ideal, pro­ adquirió importancia durante el Renacimiento, y los pen­
yectada en la historia, se contrapone a la sociedad sadores italianos inscritos en el platonismo lo catalogaron
exótica y romántica pero corrupta de la Atlántida, como una fantasía utópica. En los siglos XVII y XVIII las
una isla en medio del Atlántico que termina sumer­ ideas de Platón fueron objeto de rechazo, y la Repúbli­
gida en é l Esta historia, que Platón nunca terminó, ca, en el mejor de los casos, se consideró una curiosidad.
, es quizá su contribución más importante a la litera- (Véase recuadro, p. 118-119.)
j tura ajena a f¡¡ tradición filosófica. En el siglo XVIII la fortuna sonrió a Platón, quien
adquirió una relevancia nunca vista dentro de la filoso­
fía antigua. La historia del resurgimiento de este filóso­ en la argumentación, la República aparece como un diá­
fo en Inglaterra es muy interesante: allí hubo tres fases, logo entre muchos, con algunas ideas políticas que no se
cada una en respuesta a una posición filosófica diferen­ consideran fundamentales dentro de la obra.
te. La primera traducción inglesa de la obra completa de Sin embargo, el Platón que pervivió fue un tercer
Platón fue realizada en 1804 por Thomas Taylor. Este era Platón, el del filósofo idealista Benjamín Jowett. Este
un autodidacta para quien Platón representaba una amo­ tradujo todas las obras del filósofo griego (publicadas en
rosa actividad en medio de una vida difícil, y es penoso 1871) de una manera tan legible que, por primera vez, éste
tener que decir que las traducciones resultaron horribles. llegó al público en general. (Nosotros damos por hecho la
Taylor concibió las ideas platónicas en el marco del neo­ existencia de traducciones, pero apenas hasta hace algu­
platonismo, una elaboración mística posterior de algunas nos años la República se tradujo a lenguas como el corea­
ideas metafísicas de Platón; el resultado se acercaba más no y el islandés; y sólo una elite educada puede leer a Pla­
bien a los escritores románticos y estaba más presente en tón en griego o en otra lengua distinta de la suya.) Jowett
los poemas de Wordsworth que en los filósofos. vio a Platón como un pensador sistemático que se inclina
E l primer intento premeditado de ver a Platón como hacia el idealismo, y para él la República es esencial en
un filósofo interesado en la argumentación se generó en cuanto a la conjunción que hace el filósofo de la ética y la
el seno de la corriente filosófica de principios del siglo metafísica con la política. Asimismo, consideró central el
X IX conocida como “utilitarismo”. Esto es muy curioso, ya ideario político, y en esto ha sido seguido por casi todos
que las ideas utilitaristas acerca de la ética y la metafísi­ los lectores del libro desde entonces.
ca se oponen casi por completo a las de Platón. No obs­ ¿Por qué se vería al Estado ideal de Platón como
tante, fue el círculo de John Stuart M ill quien revivió la una contribución seria al pensamiento político (opuesta
noción del pensador griego como un filósofo para quien a una fantasía utópica)? A mediados del siglo X IX el pen­
lo importante eran las discusiones. En el Platón (1865) del samiento político ponía su interés en temas para los cua­
filósofo utilitarista George Grote, que constituye el pri­ les la República parecía ser relevante. La democracia y el
mer estudio basado en conocimientos sólidos, se analiza voto universal, largamente menospreciados por promover
por separado cada uno de los diálogos tomando en cuen­ el gobierno de las muchedumbres, se convirtieron en una
ta su propio tema y propósito; aquí se presenta a Platón opción política real, y las ciudades-Estado de la antigua
como inmerso en una investigación filosófica abierta, al­ Grecia remplazaron a la república romana como mode­
gunas veces dogmático y otras argumentativo contra los lo de Estado para los políticos ingleses y estadunidenses,
demás sin llegar a una conclusión. Grote disiente de las así como para los pensadores políticos. Por vez primera,
ideas de Platón, pero le manifiesta simpatía como segui­ las historias de la Grecia ancestral comenzaron a presen­
dor de diferentes argumentos y direcciones. En esta ima­ tar la democracia de la antigüedad como algo positivo. Si
gen de Platón como un buscador de la verdad sustentado la República podía verse como la respuesta de Platón a la
democracia, entonces había un buen número de contri­ y, en el siglo XIX, se tomó la noción de Estado ideal como
buciones, negativas y positivas, al debate político del si­ idea rectora del libro.
glo XIX. Y así se le consideró. La interpretación de Jowett de la República ha te­
Jowett hizo de la República el elemento central de nido una larga vida. En los países de habla inglesa se ha
los estudios clásicos (un lugar que no ha abandonado des­ mantenido la moda de la filosofía idealista y de los deba­
de entonces), y esta idea de la obra como un texto idealis­ tes políticos que produce. Incluso hoy día, con frecuencia
ta, serio y desafiante se diseminó en todo el mundo aca­ se supone que el libro debe leerse como una declaración
démico. Se supone que la elite masculina del siglo XIX política idealista en la cual los temas éticos y metafísicos
que leía la República en la universidad se inspiró en ella se desarrollan dentro del marco del Estado ideal. Los aca­
para adoptar el ideal de la devoción desinteresada por el démicos difieren respecto a cuán “prácticas” pueden ser
bien público, una bandera que serviría como antídoto a estas ideas: algunos las ven sólo como una fuente de ins­
la egoísta ambición económica. La idea de los guardianes piración, mientras que otros las conciben como un pro­
se consideró meritocrática: el poder político debía obte­ grama de acción a seguir. Y durante el siglo XX la reacción
nerse por medio de la educación y el trabajo duro, y no general hacia la obra transitó del respeto a la hostilidad.
heredarse como un privilegio aristocrático. La propues­ Las batallas políticas de la era victoriana habían termina­
ta de Platón de las mujeres guardianas fue útil como ex­ do y la República era contrastada con ideas más complejas,
presión de un ideal, cuya reflexión por parte de los varo­ más modernas. A partir de los años treinta, los guardia­
nes les permitiría aceptar el concepto de la mujer con los nes se vieron como una expresión totalitarista, en ocasio­
mismos derechos políticos de voto y de educación. (Aquí nes fascista, y la insistencia de Platón en la educación y la
encontramos la angustia victoriana con respecto al sexo: cultura públicas se consideró propagandística y demagó­
Jowett se cuida muy bien de separar a las mujeres guar­ gica. (Esta idea se manejó para relacionar a Platón con la
dianas de las propuestas de Platón sobre “mujeres y niños Alemania nazi anterior a la guerra, aunque también sir­
comunes”.) La insistencia de Platón en un sistema igua­ vió a los regímenes comunistas de la posguerra. Véase el
litario de educación pública para los ciudadanos fue mo­ recuadro de las pp. 53-54.)
tivo de inspiración para el creciente movimiento en pro En nuestros días, aunque las absurdas acusaciones
de democratizar y difundir la educación, que se veía como de fascismo se han desacreditado, pocos maestros se atre­
una tarea del Estado. Las objeciones de Platón a la de­ ven a asegurar que las ideas de la República son dignas de
mocracia, así como su visión de que gobernar requiere emulación e inspiración. Es más frecuente escuchar que
de un conocimiento especializado, fueron la materia pri­ se trata de ideas políticas objetables, elitistas y exclusivis­
ma de los debates acerca de la moderna democracia repre­ tas, y los alumnos actuales, a quienes se les pide tolerancia
sentativa y el derecho de voto. La República proporcionó e inclusividad, pueden criticarlas fácilmente sin entrar en
elementos para reflexionar sobre temas contemporáneos, conflicto. Aun así, la idea subyacente permanece inaltera-
da: lo que hace el libro es plantear una comunidad política Ha sido tan útil en este sentido, y ha producido tan­
ideal cuya estructura y organización brinden una respues­ tas batallas filosóficas, que es fácil apreciar que la inter­
ta a las preguntas genuinas de los debates políticos. pretación de la República, básicamente como una teoría
política, es una idea victoriana, y que ya no compartimos
¿Es la R epública un programa político? esas razones para encontrar un modelo político evocador
en la obra. Podremos darnos cuenta de esto si reflexiona­
“¿Acaso la República no es el vehículo de tres o cua­ mos en la gran variedad de interpretaciones contrapuestas
tro grandes verdades que, para Platón, se represen­ del libro que se han producido desde el siglo XIX. La in­
tan de manera más natural en la forma del Esta­ terpretación política se ha parcializado ya que, como tra­
do?... A través del Estado griego, Platón nos revela bajo de filosofía política, la obra es fácilmente criticable.
sus propias ideas acerca de la perfección divina, que Por lo tanto, se ha convertido en una herramienta de en­
es la noción del bien, como el sol en el mundo visi­ señanza que brinda la oportunidad de realizar una demo­
ble; acerca de la perfección humana, que es la justi­ lición sin esfuerzo alguno. Sin embargo, ahora que esas
cia; acerca de la educación, que se inicia en la niñez evaluaciones del texto se han popularizado, muchos aca­
y termina años después; acerca de poetas, sofistas y démicos dirigen sus baterías hacia los fundamentos de la
déspotas que son los falsos maestros y gobernan­ interpretación misma.
tes diabólicos de la humanidad; acerca del “mundo”
quedes da cuerpo; acerca de un reino que no existe El ideal político de la R epública
en ninguna parte del planeta, sino que se ubica en
el paraíso y sirve como guía y gobierno de la vida “Platón no es un idealista, y la teoría orgánica de
humana... En consecuencia, no tenemos necesidad la sociedad, así como el totalitarismo político, es­
de discutir si un Estado como el concebido por Pla­ tán fuera de su pensamiento. É l concibe a la comu­
tón es posible o no... puesto que la viabilidad desús nidad humana no como una mera yuxtaposición de
ideas no tiene nada que ver con su verdad.” individuos atomizados ni como un superorganismo
Benjamín Jow eít,
que vive una vida propia al margen de los miem­
introducción a su traducción de Ja República.
bros individuales. Es más bien un grupo de perso­
nas unificadas por un propósito compartido, capaz
“ E l rey de la filosofía es Platón, y la Repúbli­ de realizar actos co-operativos.”
ca es el reclamo de su reino.” John Wild,\
K arl Popper;
Platos Modern Enemies and the Theory o f
La sociedad abierta y sus. enemigos, vol i.
Natural Law.
"Creo que el programa político de Platón no la estructura moral del alma del individuo; como dice al
es moralmente superior al totalitarismo; es idén­ final del argumento: el Estado ideal nos muestra la es­
tico; 5 tructura abstracta que la persona moral toma como ideal
K arl Popper, para internalizarla en su aspiración de vivir una buena
La sociedad abierta y sus enemigos, val. r. vida. Sin embargo, el Estado ideal no es la noción que
da cuerpo a la República, y las preguntas que Platón for­
mula acerca del mundo real no pueden responderse re­
Cuestionar el contexto y argumentar con el texto mitiéndose a un Estado ideal sin fracturar la argumen­
tación de la obra.
¿Es la República una obra política? Esta es una pre­ Es obvio que éste es apenas el comienzo de un exa­
gunta demasiado complicada como para dar una respues­ men del plan de la obra en su conjunto. Tal vez se quie­
ta rápida; sin embargo, ahora que el lector ya sabe que la ra saber de qué manera la noción de Estado ideal ilumina
interpretación política es una fuente muy reciente, qui­ la estructura del alma del individuo. ¿Qué seriedad tienen
zá sea el momento de preguntarse por qué (si ya leyó el las ideas políticas en comparación con las que se encuen­
libro) se animó a leerlo. Tal vez desee regresar al tex­ tran en los análisis políticos de Platón, incluidos el Esta­
to y preguntarse si el motivo de su lectura fue el correc­ dista y Leyes? De manera más radical, quizá nos pregun­
to. Un punto por demás obvio acerca de la República es temos si introducir el concepto de Estado ideal, en un
que la descripción del Estado ideal ocupa sólo una pe­ argumento acerca de la moralidad individual, fue una de
queña parte del libro. Es demasiado breve y esquemáti­ las mejores ideas de Platón. Lo que sí es cierto es que fue
ca para constituir un “programa” de acción política y no una de las más sugerentes.
se erige como el marco de referencia de la obra. E l prin­ ¿Por qué desde el siglo XIX se ha considerado con
cipal argumento del texto se plantea al inicio del segun­ tanta insistencia a la República más que nada como un
do libro y se responde al final del noveno: consiste en texto de teoría política? Es claro que hasta cierto gra­
un intento de Platón de responder la pregunta: “¿Por do los Victorianos, y las generaciones subsecuentes, apro­
qué debo ser moral?”. A l parecer, la moralidad benefi­ vecharon la República para desarrollar sus propias ideas y
cia más a los otros que a mí, así que ¿no sería mejor per­ extrajeron de ella lo que les era útil. De esta manera, los
seguir mis propios fines, ignorando o explotando a los Victorianos preocupados por crear una sociedad más jus­
demás? Platón piensa que una vida en la cual la morali­ ta catalogaron a los guardianes de Platón como funciona­
dad es el bien supremo, puede defenderse racionalmen­ rios meritocráticos, mientras que los pensadores del siglo
te como la mejor vida para un individuo, incluso en las XX, interesados en la génesis de los Estados totalitarios,
peores circunstancias del mundo real. Para ilustrar esto, los consideraron el Gran Hermano fascista. Sin embar­
introduce la noción de Estado ideal como un paralelo de go, si la República puede utilizarse para llegar a conclu-
FILOSOFÍA ANTIGUA

siones tan opuestas, ¿podemos encontrar una sola filoso­ pío la obra de Platón en su conjunto, y cómo se le recibe
fía política en ella? y estudia hasta nuestros días. Pero también es posible, de
Este puede ser un pensamiento deprimente. Puede una manera más abierta, asimilar la lección de que cuan­
alentar la idea de que no hay una base real para inter­ do analizamos una obra filosófica de la antigüedad debe­
pretar y valorar de modo objetivo al libro; que cada ge­ mos estar alerta en relación con por lo menos tres cosas.
neración, o quizá cada lector, inventa su propia Repúbli­ Una es nuestro interés por tratar de analizar el libro en su
ca, o al menos la filosofía política contenida en ella. Fuera propio contexto intelectual. La segunda alude a qué con­
de los círculos académicos posmodernos, esto se ve como sideramos sobresaliente e interesante desde el punto de
una conclusión pesimista. La obra ciertamente provoca la vista filosófico; qué vamos a encontrar como recompensa
formulación de argumentos de acuerdo con diversas pre­ intelectual. La tercera se refiere al potencial del texto es­
ocupaciones. Se presenta como un trabajo de filosofía que tudiado para propiciar en nosotros un pensamiento filo­
nos anima a hacer uso de argumentos y discusiones racio­ sófico creativo. Estos factores pueden tener diferente peso
nales como una forma de llegar a la verdad. y entrar enjuego de distintas maneras. Algo que podemos
La enorme divergencia de interpretaciones de la aprender de las experiencias de lectura de la República es
República se puede juzgar no como una razón para decre­ que la falta de conciencia respecto a esos factores puede
tar el relativismo subyacente en este rubro, sino como un llevar a una discusión estéril sobre cuál de las interpreta­
signo de la riqueza y profundidad del libro. Aun cuando, ciones, de suyo contradictorias, es la correcta.
de Jowett en adelante, el contenido político de la obra se Si pensamos en los resultados del capítulo i, nos
haya inflado en demasía, el resultado ha sido un compro­ percataremos de que, en ocasiones, cierto problema de
miso vivo y creativo con el texto, al final del cual pode­ la filosofía antigua es parte de un argumento que pode­
mos regresar la vista y ponderar el peso de algunas líneas mos relacionar de inmediato con ella. Sin embargo, ahora
de pensamiento allí expuestas. Así, es posible admirar la también es posible ver que esta actitud puede ser peligro­
presencia de la República en muchas discusiones desarro­ sa. Asimismo, debemos procurar que nuestros vacilantes
lladas en los siglos XIX y XX. Este es el mejor ejemplo de intereses filosóficos sean la base para establecer lo que es
cómo la relación con una obra de la filosofía antigua pue­ filosóficamente importante en la tradición ancestral. La
de constituirse en una calle de dos sentidos: exponerla en República es el ejemplo extremo de cómo una obra puede
una discusión puede enriquecer ésta, y al mismo tiempo pasar de marginal a central, y de ser un texto de ética a ser
nos estimula a ver la obra a la luz de dicha discusión. uno de política, bajo la presión de los cambiantes intere­
Es fácil concebir el fluctuante destino de la Repú­ ses de la audiencia. Ahora bien, no es moral pensar que
blica como un aviso de precaución: qué pasa cuando un nuestras propias interpretaciones de la República son sólo
texto de la filosofía ancestral se utiliza como algo “bue­ reflejos de nuestros prejuicios. Más bien, debemos estar
no en qué pensar” separándolo de sus raíces, por ejem- atentos a nuestros intereses ñlosóñcos y al papel que de-
sempeñan, con el fin de aminorar su influencia. Algunos 3. L A V ID A F E L IZ , A N T IG U A Y M O D E R N A
momentos de la filosofía antigua parecen demasiado aje­
nos a nuestros intereses, y otros son demasiado familiares.
A veces necesitamos distanciarlos de las preocupaciones
actuales y cuestionar nuestras interpretaciones.
En el capítulo i pudo parecer fácil abordar el pen­
samiento filosófico de la antigüedad; ahora puede sonar
más difícil. Con muchos textos, en particular los más fa­
mosos, como la República, es mejor considerar que su lec­
tura es accesible y que es posible dialogar con ellos, ade­ La necesidad de elegir
más de que constituyen, por derecho propio, la materia de
una larga tradición de compromiso frente a cuyo final nos
U
na historia que es familiar para cualquiera que haya
hallamos. Después de todo, es lo que esperamos. Cuan­ estudiado la filosofía del mundo antiguo es la elec­
do comenzamos a leer a los filósofos del pasado nos sen­ ción de Hércules relatada por Pródico, que era uno de los
timos como los primeros descubridores, pero pronto nos llamados “sofistas”, o intelectuales profesionales del si­
damos cuenta de que estamos separados de ellos no sólo glo V a.C. Dicha historia nos llegó a través de Jenofonte,
por dos mil años, sino por muchas tradiciones de lectura y quien registró las conversaciones de Sócrates.
escritura acerca de su pensamiento. A l reconocer los fac­ En una ocasión Sócrates habla con un amigo, Aris-
tores que nos distancian de los antiguos, y que hacen tan tipo, quien cree que hay que conseguir lo que se desea
cambiante el “canon” de textos que nos interesan, hace­ cuando se desea y no aplazar la gratificación. Por su par­
mos más cercana la discusión con ellos. te, Sócrates arguye que esto puede ser peligroso: si no so­
mos capaces de controlar los deseos, podemos terminar a
merced de quienes sí pueden y usan ese autodominio para
competir exitosamente con nosotros y obtener el control
de nuestras vidas. Aristipo pone esto en duda. E l afirma
que puede llevar una vida dedicada a la satisfacción propia
y evitar, al mismo tiempo, ser dominado por otros; éste es
el camino a la felicidad.
Sócrates no está de acuerdo. Piensa que no se trata
sólo de evadir la acción de los demás sobre uno, sino de
cuánto se valora la propia vida. Para reforzar el argumento
relata la historia de Pródico de cómo el semidiós Hércu-

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