Fable">
Nothing Special   »   [go: up one dir, main page]

Las Fábulas de Esopo Vol. 4

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 16

Las

fábulas. Vol. IV
Esopo

Publicado: -550
Categoría(s): Ficción, Cuentos, mitologías y leyendas
Fuente: Feedbooks
Acerca Esopo:
No está probada su existencia como persona real. Diversos autores posteriores
sitúan en diferentes lugares su nacimiento y la descripción de su vida es
contradictoria aunque Heráclides Póntico lo menciona como una persona natural
de Tracia, nacido esclavo de Jantos y posteriormente liberto. La obra de Esopo
fue recopilada primero por Demetrio de Falero, luego por Fedro, Babrio, Jean de
La Fontaine y Félix María Samaniego. Las fábulas de Esopo pertenecen a lo que
se denominó la época arcaica, éstas toman su fuente en los relatos populares y es
considerada por algunos autores como una sátira. La estructura de la fábula
esópica ha sido definida por varios autores entre ellos Nojgaard quien distingue
tres elementos imprescindibles: La situación de partida en que se plantea un
determinado conflicto, entre dos figuras generalmente animales. La actuación de
los personajes, que procede de la libre decisión de los mismos entre las
posibilidades de la situación dada. La evaluación del comportamiento elegido,
que se evidencia en el resultado pragmático, el éxito o el fracaso producido por
tal elección. En sus fábulas hay una enseñanza moral, no una doctrina. Recogen
experiencias de la vida cotidiana que forman un conjunto de ideas de carácter
pragmático.

También disponible en Feedbooks Esopo:

Las fábulas de Esopo. Volumen I. (-550)


Las fábulas de Esopo. Volumen II. (-550)
Las fábulas de Esopo. Volumen III. (-550)
Las fábulas. Vol. IX (-550)
Las fábulas. Vol. V (-550)
Las fábulas. Vol. VI (-550)
Las fábulas Vol. VII (-500)
Las fábulas. Vol. VIII (-550)

Nota: Este libro le es ofrecido por Feedbooks


http://www.feedbooks.com
Estricamente para uso personal. En ningún caso puede ser utilizado con fines
comerciales.
***
El lobo con piel de oveja

P ensó un día un lobo cambiar su apariencia para así facilitar la obtención de


su comida. Se metió entonces en una piel de oveja y se fue a pastar con el
rebaño, despistando totalmente al pastor.
Al atardecer, para su protección, fue llevado junto con todo el rebaño a un
encierro, quedando la puerta asegurada.
Pero en la noche, buscando el pastor su provisión de carne para el día
siguiente, tomó al lobo creyendo que era un cordero y lo sacrificó al instante.


El lobo flautista y el cabrito

Un cabrito se resagó en el rebaño y fue alcanzado por un lobo que lo perseguía.
Se volvió hacia éste y le dijo:
- Ya sé, señor lobo, que estoy condenado a ser tu almuerzo. Pero para no morir
sin honor, toca la flauta y yo bailaré por última vez.
Y así lo hicieron, pero los perros, que no estaban lejos, oyeron el ruido y
salieron a perseguir al lobo. Viendo la mala pasada, se dijo el lobo:
- Con sobrada razón me ha sucedido esto, porque siendo yo cazador, no debí
meterme a flautista.


El lobo harto y la oveja

Un lobo hartado de comida y ya sin hambre, vió a una oveja tendida en el suelo.
Dándose cuenta que se había desplomado simplemente de terror, se le acercó, y
tranquilizándola le prometió dejarla ir si le decía tres verdades.
Le dijo entonces la oveja que la primera es que prefiriría no haberle
encontrado; la segunda, que como ya lo encontró, hubiera querido encontrarlo
ciego; y por tercera verdad le dijo:
- ¡Ojalá, todos los lobos malvados, murieran de mala muerte, ya que, sin haber
recibido mal alguno de nosotras, nos dan una guerra cruel!
Reconoció el lobo la realidad de aquellas verdades y dejó marchar a la oveja.


El lobo herido y la oveja

Un lobo que había sido mordido por unos perros, yacía en el suelo todo
malherido. Viendo la imposibilidad de procurarse comida en esa situación, pidió
a una oveja que pasaba por allí que le llevara un poco de agua del cercano río.
- Si me traes agua para beber —le dijo—, yo mismo me encargaré de mi
comida.
- Si te llevo agua para beber —respondió la oveja—, yo misma asistiré a tu
cena.


El lobo orgulloso de su sombra y el león

Vagaba cierto día un lobo por lugares solitarios, a la hora en que el sol se ponía
en el horizonte. Y viendo su sombra bellamente alargada exclamó:
- ¿Cómo me va a asustar el león con semejante talla que tengo? ¡Con treinta
metros de largo, bien fácil me será convertirme en rey de los animales!
Y mientras soñaba con su orgullo, un poderoso león le cayó encima y empezó a
devorarlo. Entonces el lobo, cambiando de opinión se dijo:
- La presunción es causa de mi desgracia.


El lobo y el asno

Un lobo fue elegido rey entre sus congéneres y decretó una ley ordenando que lo
que cada uno capturase en la caza, lo pusiera en común y lo repartiese por partes
iguales entre todos; de esta manera ya no tendrían los lobos que devorarse unos a
otros en épocas de hambre.
Pero en eso lo escuchó un asno que estaba por ahí cerca, y moviendo sus orejas
le dijo:
- Magnífica idea ha brotado de tu corazón, pero ¿Por qué has escondido todo tu
botín en tu cueva? Llévalo a tu comunidad y repártelo también, como lo has
decretado.
El lobo, descubierto y confundido, derogó su ley.


El lobo y el caballo

Pasaba un lobo por un sembrado de cebada, pero como no era comida de su gusto,
la dejó y siguió su camino. Encontró al rato a un caballo y le llevó al campo,
comentándole la gran cantidad de cebada que había hallado, pero que en vez de
comérsela él, mejor se la había dejado porque le agradaba más oír el ruido de sus
dientes al masticarla. Pero el caballo le repuso:
- ¡Amigo, si los lobos comieran cebada, no hubieras preferido complacer a tus
oídos sino a tu estómago!


El lobo y el cabrito encerrado

Protegido por la seguridad del corral de una casa, un cabrito vio pasar a un lobo y
comenzó a insultarle, burlándose ampliamente de él. El lobo, serenamente le
replicó:
- ¡Infeliz! Sé que no eres tú quien me está insultando, sino el sitio en que te
encuentras.


El lobo y el cordero en el arroyo

Miraba un lobo a un cordero que bebía en un arroyo, e imaginó un simple pretexto
a fin de devorarlo. Así, aún estando él más arriba en el curso del arroyo, le acusó
de enturbiarle el agua, impidiéndole beber. Y le respondió el cordero:
- Pero si sólo bebo con la punta de los labios, y además estoy más abajo y por
eso no te puedo enturbiar el agua que tienes allá arriba.
Viéndose el lobo burlado, insistió:
- El año pasado injuriaste a mis padres.
- ¡Pero en ese entonces ni siquiera había nacido yo! —contestó el cordero.
Dijo entonces el lobo:
- Ya veo que te justificas muy bien, mas no por eso te dejaré ir, y siempre serás
mi cena.


El lobo y el cordero en el templo

Dándose cuenta de que era perseguido por un lobo, un pequeño corderito decidió
refugiarse en un templo cercano.
Lo llamó el lobo y le dijo que si el sacrificador lo encontraba allí dentro, lo
inmolaría a su dios.
- ¡Mejor así! —replicó el cordero— prefiero ser víctima para un dios a tener
que perecer en tus colmillos.


El lobo y el labrador

Llevó un labrador su yunta de bueyes al abrevadero.
Caminaba por ahí cerca un lobo hambriento en busca de comida.
Encontró el lobo el arado y empezó a lamer los bordes del yugo, y enseguida y
sin darse cuenta terminó por meter su cabeza adentro.
Agitándose como mejor podía para soltarse, arrastraba el arado a lo largo del
surco.
Al regresar el labrador, y viéndolo en esta actividad le dijo:
- ¡Ah, lobo ladrón, que felicidad si fuera cierto que renunciaste a tu oficio y te
has unido a trabajar honradamente la tierra!


El lobo y el león

Cierta vez un lobo, después de capturar a un carnero en un rebaño, lo arrastraba a
su guarida.
Pero un león que lo observaba, salió a su paso y se lo arrebató.
Molesto el lobo, y guardando prudente distancia le reclamó:
- ¡Injustamente me arrebatas lo que es mío!
El león, riéndose, le dijo
- Ajá; me vas a decir seguro que tú lo recibiste buenamente de un amigo.


El lobo y el pastor

Acompañaba un lobo a un rebaño de ovejas pero sin hacerles daño. Al principio
el pastor lo observaba y tenía cuidado de él como un enemigo. Pero como el lobo
le seguía y en ningún momento intentó robo alguno, llegó a pensar el pastor que
más bien tenía un guardián de aliado.
Cierto día, teniendo el pastor necesidad de ir al pueblo, dejó sus ovejas
confiadamente junto al lobo y se marchó.
El lobo, al ver llegado el momento oportuno, se lanzó sobre el rebaño y devoró
casi todo.
Cuando regresó el pastor y vio todo lo sucedido exclamó:
- Bien merecido lo tengo; porque ¿De dónde saqué confiar las ovejas a un
lobo?


El lobo y el perro

Se encontró un lobo con un corpulento perro sujeto por un collar, y le preguntó:
- ¿Quién te ha encadenado y quién te ha alimentado de esa forma?
- Mi amo, el cazador —respondió el perro.
- ¡Que los dioses nos libren a los lobos de semejante destino! Prefiero morir de
hambre a tener que cargar tan pesado collar.


El lobo y el perro dormido

Dormía plácidamente un perro en el portal de una casa. Un lobo se avalanzó
sobre él, dispuesto a darse un banquete, cuando en eso el perro le rogó que no lo
sacrificara todavía.
- Mírame, ahora estoy en los huesos —le dijo—; espera un poco de tiempo, ya
que mis amos pronto van a celebrar sus bodas y como yo también me daré mis
buenos atracones, me engordaré y de seguro seré un mucho mejor manjar para tu
gusto.
Le creyó el lobo y se marchó. Al cabo de algún tiempo volvió. Pero esta vez
encontró al perro durmiendo en una pieza elevada de la casa. Se detuvo al frente y
le recordó al perro lo que habían convenido. Entonces el perro repuso:
- ¡Ah lobo, si otro día de nuevo me ves dormir en el portal de la casa, no te
preocupes por esperar las bodas!


El lobo y la cabra

Encontró un lobo a una cabra que pastaba a la orilla de un precipicio. Como no
podía llegar a donde estaba ella le dijo:
- Oye amiga, mejor baja pues ahí te puedes caer. Además, mira este prado
donde estoy yo, está bien verde y crecido.
Pero la cabra le dijo:
- Bien sé que no me invitas a comer a mí, sino a ti mismo, siendo yo tu plato.


El lobo y la grulla

A un lobo que comía un hueso, se le atragantó el hueso en la garganta, y corría por
todas partes en busca de auxilio.
Encontró en su correr a una grulla y le pidió que le salvara de aquella
situación, y que enseguida le pagaría por ello. Aceptó la grulla e introdujo su
cabeza en la boca del lobo, sacando de la garganta el hueso atravesado. Pidió
entonces la cancelación de la paga convenida.
- Oye amiga —dijo el lobo— ¿No crees que es suficiente paga con haber
sacado tu cabeza sana y salva de mi boca?


El lobo y los pastores cenando

Un lobo que pasaba cerca de un palenque, vio allí a unos pastores que cenaban
las carnes de un cordero. Acercándoseles, les dijo:
-¡Qué escándalo habría ya si fuera yo quien estuviera haciendo lo que ustedes
hacen!


El lobo, la nana y el niño

Se hallaba hambriento un lobo, y vagaba en busca de su comida. Llegó a una
choza y oyó a un niño que lloraba y a su nana que le decía:
- No llores, mi niño, porque te llevo donde el lobo.
Creyendo el lobo aquellas palabras, se quedo esperando por mucho tiempo. Y
llegada la noche, la nana, cuando arrullaba al niño le cantaba:
- Si viene el lobo, lo mataremos.
Al oír el lobo las nuevas palabras, siguió su camino meditando:
- En esta casa dicen primero una cosa, y después quieren hacer otra muy
diferente.


***
El médico ignorante

U n médico ignorante trataba a un enfermo; los demás médicos habían


asegurado que, aunque no estaba en peligro, su mal sería de larga duración;
únicamente el médico ignorante le dijo que tomara todas sus disposiciones porque
no pasaría del día siguiente.
Al cabo de algún tiempo, el enfermo se levantó y salió, pálido y caminando con
dificultad. Nuestro médico le encontró y le dijo:
-¿Cómo están, amigos, los habitantes del infiemo?
- Tranquilos - contestó -, porque han bebido el agua del Lecteo.
Pero últimamente Hades y la Muerte proferían terribles amenazas contra los
médicos porque no dejan morir a los enfermos, y a todos los apuntaban en su
libro. Iban a apuntarte a tí también, pero yo me arrojé a sus pies jurándoles que no
eras un verdadero médico y diciendo que te habían acusado sin motivo.

El médico y el paciente que murió

Un médico tenía en tratamiento a un enfermo.
Este murió, y el médico decía a las personas del acompañamiento:
-Si este hombre se hubiera abstenido del vino y se hubiese puesto lavativas, no
hubiera muerto.
-¡Amigo, le contestaron-, no es ahora, que no sirve de nada cuando tenías que
haber dicho esto, sino antes, cuando tu consejo podía haber sido de provecho!


***
El mercader de estatuas

U n hombre hizo una estatuilla de un Hermes en madera y la llevó a la plaza


para su venta.
Como nadie llegaba a comprarla, se le ocurrió llamar la atención anunciando
que vendía un dios que obsequiaba bondades y beneficios. Entonces uno de los
curiosos le dijo:
- Oye, si tan bueno es, ¿por qué la vendes y no te aprovechas de su ayuda?
- Porque yo, contestó aquél- necesito la ayuda inmediatamente, y él nunca se
apura en conceder sus beneficios.


El mercader de sal y el asno

Llevó un mercader a su asno a la costa para comprar sal.
En el camino de regreso a su pueblo pasaban por un río, en el cual, en un hueco,
su asno resbaló mojando su carga. Cuando se levantó sintió aliviado su peso
considerablemente, pues bastante de la sal se había diluido.
Retornó el mercader de nuevo a la costa y cargó más sal que la vez anterior.
Cuando llegaron otra vez al río, el asno se tiró de propósito en el mismo hoyo
en que había caído antes, y levantándose de nuevo con mucho menos peso, se
enorgullecía triunfantemente de haber obtenido lo que buscó.
Notó el comerciante el truco del asno, y por tercera vez regreso a la costa,
donde esta vez compró una carga de esponjas en vez de sal.
Y el asno, tratando de jugar de nuevo a lo mismo, se tiro en el hueco del río,
pero esta vez las esponjas se llenaron de agua y aumentaron terriblemente su
peso.
Y así el truco le rebotó al asno, teniendo que cargar ahora en su espalda más
del doble de peso.


***
El milano que quiso relinchar

T uvo antiguamente el milano otra voz, una voz penetrante. Pero oyó un día a
un caballo relinchar admirablemente, y lo quiso imitar.
Pero a pesar de todos sus intentos, no logró adoptar exactamente la voz del
caballo y perdió además su propia voz. Así, quedó sin la voz del caballo y sin su
voz antigua.


El milano y la culebra

Raptó un milano a una culebra, elevándose por los aires.
La culebra se volvió y le mordió, cayendo ambos desde lo alto a un precipicio,
y el milano murió. Dijo entonces la culebra:
— ¡Insensato! ¿Por qué has querido hacer mal a quien no te lo hacía? En
justicia has sido castigado por haberme raptado sin razón.


El milano y la gaviota

Tragó una gaviota un pez demasiado grande y le estalló la garganta, quedando
muerta a la orilla de la playa. La vio un milano y dijo:
— Tienes tu merecido, porque sabiendo de tu capacidad, abusaste de lo que te
estaba permitido.


***
El murciélago y el jilguero

U n jilguero encerrado en una jaula colgada en una ventana cantaba de noche.


Oyo un murciélago desde lejos su voz, y acercándosele, le preguntó por qué
cantaba sólo de noche.
— No es sin razón — repuso — porque de día cantaba cuando me atraparon,
pero desde entonces aprendí a ser prudente.
— ¡ Pues no es ahora cuando debías serlo, pues ya estás bien enjaulado, sino
debió haber sido antes de que te capturaran ! — replicó el murciélago.


***
El náufrago

N avegaba un rico ateniense en una nave junto con otros pasajeros. De pronto,
a causa de una súbita y violenta tempestad, empezó rápidamente a hacer
agua el navío.
Y mientras los demás pasajeros, con su esfuerzo, trataban de salvarse a nado,
el rico ateniense, invocando a cada instante a la diosa Atenea, le prometía
efusivamente toda clase de ofrendas si por su medio lograba salvarse.
Uno de los náufragos que lo oía a su lado le dijo:
-Pide a Atenea, pero también a tus brazos.


El náufrago y el mar

Arrojado un náufrago en la orilla, se durmió de fatiga; mas no tardó en
despertarse, y al ver al mar, le recriminó por seducir a los hombres con su
apanencia tranquila para luego, una vez que los ha embarcado sobre sus aguas,
enfurecerse y hacerles perecer.
Tomó el mar la forma de una mujer y le dijo:
-No es a mí sino a los vientos a quienes debes dirigir tus reproches, amigo mío;
porque yo soy tal como me ves ahora! y son los vientos los que, lanzándose sobre
mí de repente, me encrespan y enfurecen.


***
El negro

C ierto hombre llevó a trabajar a su propiedad a un negro, pensando que su
color provenía a causa de un descuido de su anterior propietario.
Una vez en su casa, probó todas las jabonadas posibles, intentó toda clase de
trucos para blanquearlo, pero de ninguna manera pudo cambiar su color y terminó
poniendo enfermo al negro a fuerza de tantos intentos.


***
El niño ciego y su madre

U n niño ciego de nacimiento, dijo una vez a su madre:


- ¡Yo estoy seguro de que puedo ver!
Y con el deseo de probarle a él su error, su madre puso delante de él unos
granos de aromoso incienso y le preguntó:
- ¿Qué es eso?
El niño contestó:
- Una piedra.
A lo que su madre exclamó:
- Oh mi hijo, temo que no sólo estás ciego, sino que tampoco tienes olfato.


El niño y el gusano de ortiga

Un niño fue herido por un gusano de ortiga. Corrió a su casa y dijo a su madre:
- Me ortigó fuertemente, pero yo solamente lo toqué con suavidad.
- Por eso te ortigó – dijo la madre -, la próxima vez que te acerques a un
gusano de esos, agárralo con decisión, sin caricias, y entonces será tan suave
como seda, y no te maltratará de nuevo.


El niño y los dulces

Un niño metió su mano en un recipiente lleno de dulces. Y tomó lo más que pudo,
pero cuando trató de sacar la mano, el cuello del recipiente no le permitió
hacerlo.
Como tampoco quería perder aquellos dulces, lloraba amargamente su
desilusión.
Un amigo que estaba cerca le dijo: - Confórmate solamente con la mitad y
podrás sacar la mano con los dulces-.

***
FIN
***




Edición digital para Feedbooks a cargo de María del Pilar MARTINEZ
www.feedbooks.com
Food for the mind

También podría gustarte