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Padre Nuestro

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CINCO ENSEÑANZAS DE LA ORACION DEL PADRE NUESTRO

1. Reconocemos quién es Dios. (VS. 9)


2. Expresamos confianza en su voluntad (VS. 10)
3. Pedimos el sustento diario (VS. 11)
4. Pedimos perdón y nos examinamos (VS. 12)
A. “Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros
deudores” (6:12).
1. Después de la familia tenemos responsabilidades con el prójimo: amigos, vecinos,
compañeros de trabajo, y hermanos en Cristo.
2. No podemos tener una relación con Dios, si no está bien nuestras relaciones con el
hombre.
3. Eclesiastés 7:20 (RVR), “Ciertamente no hay hombre justo en la tierra, que haga
el bien y nunca peque.”
4. Hay provisiones para el cristiano que peque.
a) Al confesar el pecado, la sangre de Cristo nos lava (1Jn. 1:5 - 2:2).
b) Primero tenemos que perdonar al otro.
(1) Mateo 18:21-35 (parábola del rey y los dos siervos).
(2) Efesios 4:32 (RVR), “Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos,
perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en
Cristo.”
(3) Colosenses 3:13 (RVR), “soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos
a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os per-
donó, así también hacedlo vosotros.”
5. No tenemos que pecar. No hay ninguna tentación demasiado grande (1 Cor.
10:13), por lo tanto . . .

Llega el momento de reconocer nuestros pecados y pedir perdón a Dios. Solo él nos
perdona completamente, restaura nuestros corazones y nos da la oportunidad de un nue-
vo comienzo.
Es precisamente en este momento y con esta actitud que debemos examinar nuestros
corazones para ver cuál ha sido nuestra disposición a perdonar aquellos que han cometi-
do faltas contra nosotros. ¿Les hemos perdonado? ¿Hemos mostrado la misma miseri-
cordia y gracia que Dios ha tenido para con nosotros?
En este punto hay una variación en el manuscrito griego relacionado con el TIEMPO
del segundo uso del verbo, "perdonar". El AORISTO es encontrado en MSS ‫*א‬, B y Z,
en la Vulgata y en la Peshita. Todos los otros manuscritos griegos y antiguos tienen el
PRESENTE. El término significó "enviar lejos" o "limpiar" las dos expresan metáforas
del Antiguo Testamento relacionadas con el perdón.
- "…deudas" El paralelo en Lucas 11:4 dice "pecados". El Judaísmo del primer si-
glo usaba "deudas" (opheilemata) como un modismo para "pecados" (hamartias). Otro
término utilizado en el 6: l4-15 es "traspasar" (paraptōmata). Todos están referidos a la
rebelión contra Dios. El pecado nos pone en rebelión en contra del Dios de justicia y
santidad. ¡Hay un precio que tiene que ser pagado por la rebelión!
-"…como también nosotros hemos perdonado a nuestros deudores". Este es un
INDICATIVO AORISTO ACTIVO. ¡Así como Dios perdona al creyente, así ellos pue-
den perdonar a otros! (véase 18:35). Una señal de nuestra relación personal con Dios a
través de Cristo es que empezamos a emular Sus acciones.
6:13
NASB, NKJV "Y no nos metas en tentación"
NRSV "No nos expongas al juicio"
TEV "No nos expongas a la tentación"
NJB "y no nos dejes caer en tentación"
Este es un SUBJUNTIVO AORISTO NEGATIVO ACTIVO. Esta construcción
gramatical significó "nunca jamás empieces una acción". Ha habido mucha discusión
acerca de este versículo al compararlo con Santiago 1:13, en cuanto a la acción de Dios
en la prueba. Hay un juego de palabras en la connotación de las dos palabras Griegas
traducidas "prueba" o "probar". La de aquí y la de Santiago 1:13 tiene la connotación de
probar con el propósito de destruir [peirasmo]; la otra tiene la connotación de probar
con la intención de fortalecer [dokimazo]. Dios no prueba a los creyentes para destruir-
los sino para fortalecerlos.
Posiblemente esto se refiere a los intensos juicios gubernamentales y legales de
ese tiempo (véase 26:41; Marcos 13:8). C. C. Torrey en Los Cuatro Evangelios, páginas
12, 143 lo traduce "impídenos caer bajo juicio" (véase Lucas 22:40).
NASB "del mal"
NKJV, NRSV, JB "de la maldad"
TEV, NJB "del Maligno"
Es gramaticalmente imposible determinar si este término era MASCULINO
(véase Tópico Especial en Lucas 22:40) o NEUTRO. Esta misma forma se refiere a
satanás Lucas 22:40; 13:38 y Juan 17:15. Esta misma forma ambigua aparece Juan
17:15; 6:13; 13:19,38; Juan 17:15; 2 Tesalonicenses 3:3; 1ra.Juan 2:13,14; 3:12; 5:18-
19.
-La Doxología del versículo 13b no se encuentra en: (1) el paralelo de Lucas
11:2-4; (2) los antiguos manuscritos unciales griegos ‫א‬, B, D, o (3) los comentarios de
Origen, Cipriano, Jerónimo o Agustín. Hay varias formas de esta doxología en los dife-
rentes manuscritos griegos de Mateo. Fue probablemente agregado de Lucas 11:2-4
cuando la Oración del Señor empezó a ser usada de maneras litúrgicas por la iglesia pri-
mitiva. No era original. Los Católicos Romanos la omiten porque no está en la Vulgata.
A.T. Robertson comentó acerca de este texto en su Imágenes con Palabras en el Nuevo
Testamento, "La Doxología está puesta en el margen de la Versión Revisada. Brilla por
su ausencia en los manuscritos más antiguos y mejores manuscritos griegos. Las formas
más tempranas varían mucho, algunas son cortas, otras más largas que la de la Versión
Autorizada. El uso de una doxología se hizo necesaria cuando empezó a ser usada como
una liturgia a ser recitada o cantada en el culto público. No era una parte original de la
Oración Modelo como fue dada por Jesús", página 55. La UBS4 califica la omisión con
"A" (cierta)

5. Pedimos su protección y victoria (VS.13)

A. “Y no nos metas en tentación” (6:13).


6. “Tentación” viene del griego peirasmós y se refiere a dos cosas, una prueba, y
una influencia a cometer el pecado.
7. Una prueba (peirasmós, Sant. 1:2-4).
a) Hebreos 11:17 (RVR), “Por la fe Abraham, cuando fue probado, ofreció a
Isaac; y el que había recibido las promesas ofrecía su unigénito.”
b) Desastres, tragedias, incendios, pérdida de propiedad o trabajo, herida dolo-
rosa o debilitante, muerte de un querido.
8. Una influencia a cometer pecado (Sant. 1:13-15; peirasmós v. 12; peirazo, 13,
14).
a) Una prueba puede resultar en una tentación. Considérese la situación de Je-
sús 40 días en el desierto, tiene hambre cuando se le presenta el Diablo.
b) También uno puede ser atraído por su propia concupiscencia.
c) Necesitamos orar que no seamos tentados más allá de nuestra capacidad,
que Dios nos de la salida, y que salgamos más fuertes como resultado de la
prueba.
B. “Porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén”
(6:13).
9. Esta frase no está en algunos de los manuscritos griegos.
10. Es posible que su presencia aquí se debe a la influencia de algunos escribas
que pensaron que Jesús daba a sus discípulos una oración que recitar.
Ciertamente es una afirmación verdadera.

Somos humanos y podemos ser débiles, pero Dios no nos deja solos en nuestra lucha
frente a las tentaciones y el mal. Él está con nosotros y él es más poderoso que el malig-
no. En Dios, y en la armadura que él nos provee, tenemos la verdadera protección frente
a las artimañas del enemigo (Efesios 6:10-13). Dios pelea por nosotros y en él tenemos
la victoria final.

Y perdónanos nuestras deudas,


así como nosotros perdonamos a nuestros deudores.
Cuando oramos así le estamos pidiendo a Dios que no tenga en cuenta nuestras malas
acciones, que por esas acciones no nos niegue su perdón.
Pero además fíjense que al final del Padrenuestro Jesús explica algo sobre el perdón.
“Porque si ustedes perdonan a los hombres sus ofensas, también el Padre Celes-
tial les perdonará a ustedes. Pero si ustedes no perdonan a los demás, tampoco el Padre
les perdonará a ustedes”
Mateo 6:14-15
¿Se dan cuenta lo que esto significa? Dios nos quiere perdonar y nos perdona
cuando nos arrepentimos y nos confesamos. Pero también nos pide algo: nosotros tam-
bién tenemos que perdonar a los que nos ofenden.

No nos dejes caer en tentación


Le pedimos a Dios que nos ayude a no pecar, a que cuando seamos tentados podamos
aprovechar toda la gracia que él nos da para ser fuertes ante la tentación.
¿Saben lo que tenemos que hacer cuando estamos siendo tentados? Decir NO a
la tentación orando para que Dios nos ayude a ser fuertes y así poder decir no a lo que
no está bien.

Líbranos del Mal.


Significa que seamos librados del maligno y de todos los males del cuerpo y principal-
mente del alma.

Porque tuyo es el Reino, el poder y la gloria, por los siglos de los siglos. Amén
Cuando se dice Amén, estamos diciendo que Así sea. Que así lo deseo, que así lo espero
y así lo pido. Pero sobretodo que debemos estar seguros que Dios acepta mi oración.

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e. “Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros


deudores” (6:12)
Otra oración personal es pedir perdón a Dios por nuestras faltas. Aunque tratemos de
ser hijos obedientes, debemos reconocer que no somos perfectos y podemos fallar. Gra-
cias a la misericordia de Dios, podemos encontrar perdón y restauración en Él.
Aquí Jesús aprovecha a enseñar a sus discípulos que también ellos deben perdo-
nar a los que les han ofendido, siguiendo el ejemplo del Señor… (Mateo 6:14-15) Por-
que si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Pa-
dre celestial; mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os
perdonará vuestras ofensas.

Pablo entendió este concepto, y por eso escribió:


(Efesios 4:31-32) Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicen-
cia, y toda malicia. Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos
unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.
Si queremos recibir el perdón de Dios, nosotros debemos también perdonar a quienes
nos han fallado.

f. “Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal” (6:13)


La última petición personal es pedir ser librados del mal y de las tentaciones. Esto es
algo a lo cual todos estamos vulnerables.
(Mateo 26:41) Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad
está dispuesto, pero la carne es débil.

g. “Porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén.” (6:13)
El cierre de la oración es reconocer que Dios es poderoso y soberano, y a Él debe ser
dada toda la gloria (1 Tim. 1:17; 1 Tim. 6:15-16).

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No podemos recibir la misericordia de Dios y luego no mostrar misericordia ha-


cia los demás. No ganamos el perdón al perdonar a los demás, pero Jesús dice que nues-
tro perdón hacia otros es esencial para recibir el perdón de Dios. “Porque si perdonan a
otros sus ofensas, también los perdonará a ustedes su Padre celestial. Pero si no perdo-
nan a otros sus ofensas, tampoco su Padre les perdonará a ustedes las suyas” (6:14-15).
Cada día recibimos misericordia y perdón, y diariamente tenemos misericordia y perdo-
namos a los demás.
El tema de la misericordia también se encuentra en el corazón del Padrenuestro:
“Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros hemos perdonado a nuestros deu-
dores” (6:12).

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v12. Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros


deudores
¿Cuáles son nuestras deudas? Como leemos en Romanos 3:23, todos hemos peca-
do y hemos sido destituidos de la gloria de Dios. De hecho, todos pecamos diaria-
mente, y es por eso que debemos buscar el perdón de Dios cada día.
Pero, si no perdonamos y olvidamos los pecados que otros han cometido en contra
nuestra, no hay manera de que seamos perdonados. Como dijo Cristo, “Porque si
perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Pa-
dre celestial; mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Pa-
dre os perdonará vuestras ofensas” (Mateo 6:14-15).

v13, Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal


En la versión New King James de la Biblia, la última parte de ese enunciado se
traduce como “deliver us from the evil one” (énfasis añadido), que en español sig-
nifica “líbranos del malvado”. Esta es una clara referencia a Satanás el diablo, el
acusador de los hermanos (Apocalipsis 12:10). Satanás es un ser muy astuto e in-
genioso que odia a quienes aman a Dios y nunca dejará de tentarnos para hacernos
pecar y lograr separarnos de nuestro Padre celestial.
Pero, si pedimos ayuda a nuestro Dios Todopoderoso y nos acercamos a Él, Él
puede librarnos de este mal (Santiago 4:7-8).

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«Perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos».


Reconocemos que no siempre hemos cumplido tu Voluntad, acogido tu Reino, santi-
ficado tu Nombre, por eso te pedimos piedad. No podemos engañarnos pensando que
somos justos ante Dios, ni mucho menos sentirnos autosuficientes en su presencia.
Por el contrario, siempre necesitamos de su misericordia, por lo que suplicamos el
perdón.
Al mismo tiempo, si nos acogemos a tu misericordia, nos comprometemos a tener tus
mismos sentimientos, a perdonar nosotros también.
«No nos dejes caer en la tentación».
Literalmente dice: «No permitas que entremos en la tentación». Es como si dijéra-
mos: Haz que, frente a las pruebas y sufrimientos de nuestra existencia, nunca se de-
bilite nuestra fe, que no dudemos nunca de tu bondad, cediendo a las insidias del
Diablo. Ayúdanos a ser fuertes, porque tú conoces nuestra debilidad y sabes que por
todos los sitios se nos presenta un proyecto de vida distinto del que tú nos ofreces.
«Y líbranos del mal».
La palabra usada en el original se puede traducir por el mal, en sentido amplio (todo
lo que no es conforme a la Voluntad de Dios) o por el maligno (el enemigo, el tenta -
dor). No permitas que la última palabra en nosotros la tenga el pecado, la desobe-
diencia, el castigo. Tú palabra de bendición, de misericordia, de vida, ha de ser más
fuerte.

PERDONA NUESTRAS DEUDAS


Nuestras deudas; expresión usada comúnmente en la cultura hebrea, con el significado
de culpas o pecados cometidos. Cabe anotar que este ruego es de un hijo del reino que
ha sido perdonado cuando entro al reino. Lo que está pidiendo es que Dios perdone toda
falta como hijos del reino. Perdóname porque fallé, pero ya tengo comunión con quien
me ofendió y lo perdone.
Jn 1:6 Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos,
y no practicamos la verdad; 1Jn 1:7 pero si andamos en luz, como él está en luz, tene-
mos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pe-
cado.
1Jn 1:8 Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la
verdad no está en nosotros. 1Jn 1:9 Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo
para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. 1Jn 1:10 Si decimos que
no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros. Si deci-
mos: «No le perdonaré nunca a Fulano lo que me ha hecho;» y pasamos a tomar esta pe-
tición en nuestros labios, es-tamos deliberadamente pidiéndole a Dios que No nos per-
done.
Si pensáramos en lo que estamos diciendo cuando hacemos esta petición habría ve-
ces que no nos atreveríamos a hacerla. Nadie está en condiciones de hacer la Oración
cuando su corazón esté dominado por un espíritu de resentimiento. Si uno no ha arregla-
do las cosas con sus semejantes, tampoco las puede arreglar con Dios.
Tres elementos que llevan al perdón:
1. COMPRENDER de que todos cometemos errores;
2. OLVIDAR para poder ser sanados de raíz de amargura;
3. AMAR con el amor que cristo da. Solo el espíritu purificador de Cristo puede
quitar de entre nuestros recuerdos las viejas amarguras que debemos olvidar.

NO NOS METAS EN TENTACIÓN


Hay dos cuestiones de significado de palabras que debemos resolver antes de empezar
el estudio de esta petición en detalle.
A oídos modernos la palabra tentar siempre tiene un mal sentido; siempre quiere
decir tratar de inducir al mal. Pero en la Biblia, el verbo peirazein se traduciría mejor
por la palabra probar que por tentar. En el Nuevo Testamento, tentar a una persona no es
tanto tratar de inducirla al pecado. Es probar su fuerza y su lealtad y su habilidad para el
servicio.
Cuando leemos el relato de las tentaciones de Jesús, vemos que empieza: «Entonces
Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo» (Mat_4:1).
Si tomamos aquí la palabra tentar en el sentido de inducir al pecado, hacemos al Es-
píritu Santo un cómplice en la conspiración de obligar a Jesús a pecar. Una y otra vez en
la Biblia encontraremos que la palabra tentar contiene la idea de probar y no la idea de
tratar de hacer caer en pecado.
La tentación no está diseñada para hacernos caer, sino para hacernos más fuertes y
mejores personas; no para hacernos pecadores, sino para hacernos buenos. Puede que
fallemos en la prueba, pero no es eso lo que se pretende. Se espera que surjamos más
fuertes y más puros.
Stg. 1:12 Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resisti-
do la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman.
En toda persona hay un punto débil que, si no se tiene cuidado, puede acabar con
ella. En algún lugar de nuestra persona hay un fallo de temperamento, algún instinto o
pasión tan fuerte que puede que en cualquier momento rompa algún detalle de nuestra
naturaleza que hace que lo que es un placer para otros sea una amenaza para nosotros.
Deberíamos darnos cuenta, y no bajar la guardia. Tenemos una gran defensa frente a la
tentación, es el recuerdo de la constante presencia de Jesucristo en nuestra vida y el no
querer defraudarlo. la tentación siempre será humana y surge de nuestros deseos terre-
nales: 1Co 10:13 No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel
es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará tam-
bién juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar.
El ruego de esta oración es: NO ME ABANDONES EN MEDIO DE LA PRUEBA,
FORTALECEME Y DAME LA SALIDA, LA SALIDA ES CLAMAR POR SOCO-
RRO Y MISERICORDIA Y HALLAR GRACIA.

LIBRANOS DEL MAL


La Biblia nunca pone en duda la existencia de un poder del mal en el mundo. Y no dis-
cute el origen de ese poder del mal; pero sabe que está ahí. En hebreo, la palabra satán
quiere decir simplemente un adversario. Se usa a menudo de seres humanos. El adversa-
rio de una persona se le decía su satán. La palabra satán paso a significar uno que pre-
senta acusaciones en un juicio contra otro.
El otro nombre de Satán, o Satanás, es el Diablo; y Diablo viene de la palabra grie-
ga Diábolos, que es la palabra corriente para un calumniador. Así es como Satán llega a
ser el Diablo, el calumniador, el adversario de la humanidad, el poder que se propone
hacer fracasar los propósitos de Dios y destruir a la humanidad. De ese poder destructor
es del que Jesús nos enseña a pedirle que nos libre. Y ese poder destructor se manifiesta
a través de personas o Cosas para atacar nuestra concupiscencia o nuestro cuerpo.
Algunas veces el ataque de la tentación nos llega de fuera de nosotros. Hay perso-
nas que son una mala influencia. Hay amistades y compañías que nos pueden hacer mu-
cho daño en un mundo tentador; Los agentes del mal se manifiestan: El mundo y sus de-
seos (lo vano y pasajero), Los deseos de nuestros ojos (todo lo que nos atrae), La vana
gloria del mundo (las victorias humanas), Los ataques nos pueden venir de los que nos
aman; y esas son las tentaciones más difíciles de resistir. Vienen de personas que nos
quieren, y que no tienen la menor intención de hacernos daño.
“Los enemigos de un hombre -dijo Jesús- serán los de su casa” (Mat_10:36 Toman-
do como los de su casa también, nuestros deseos internos.
LA FRASE LIBRANOS DEL MAL DEBE TRADUCIRSE: LIBRANOS DEL
MALIGNO Y SU PODER. 1Jn 5:19 Sabemos que somos de Dios, y el mundo entero
está bajo el maligno. EL MUNDO ENTERO ESTÁ A LOS PIES DEL MALIGNO,
PERO “NO” LOS HIJOS DE DIOS QUE ESTAMOS EN ÉL.
La oración de Jesús insinúa además el deber de no ser egoísta. No debemos orar pi-
diendo “el pan mío de cada día”, sino “el pan nuestro de cada día”. Por toda la oración,
hay un énfasis en la comunidad de los cristianos. En ella no se encuentra el pronombre
personal “yo”. La oración está saturada de preocupación por los demás.

UN MODELO DE HUMILDAD
En la oración se presenta después otra petición personal: “Y perdónanos nuestras deu-
das” (Mateo 6.12a). La palabra griega que se traduce por “deudas” se refiere a lo que se
debe, pero la referencia es a las deudas de carácter espiritual, no a las financieras. En el
Nuevo Testamento, la palabra griega en singular se usa para referirse a una ofensa, falta
o pecado. En la versión de Lucas se lee: “…perdónanos nuestros pecados” (Lucas
11.4a). Al estar delante de un Dios santo, reconocemos que somos pecadores y pedimos
a Dios que nos perdone. Este es un golpe a la esencia de nuestro orgullo.
La parte que sigue de esta petición golpea aún más dolorosamente nuestro orgullo:
“…como también nosotros perdonamos a nuestros deudores” (Mateo 6.12b). ¡Es tan di-
fícil perdonar! Cuando alguien nos ofende, nuestro ego y nuestro orgullo son heridos.
Puede que tengamos la tendencia a pensar: “¡Jamás lo podré perdonar!”. ¡Qué difícil es
perdonar a esa persona de corazón! Debemos aprender a decir, en efecto: “Esto no es
tan importante; lo dejaré pasar”.
Se han hecho intentos por evadir la dura enseñanza de Mateo 6.12 (vea versos 14–
15). Algunos preguntan: “¿Podré realmente perdonar a alguien que no se arrepiente ni
pide perdón?” Hay quienes señalan Lucas 17.3 y el hecho de que Dios no perdona, sino
hasta que nos arrepentimos. No obstante, no estamos hablando de restauración de la co-
munión, sino acerca de la actitud de nuestros corazones. Cuando estaba en la cruz, Jesús
oró, diciendo: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lucas 23:34a). Aun-
que Él dijo tal oración, la culpa de los pecados de ellos siguió en sus almas hasta que se
arrepintieron (vea Hechos 2.36–38). No obstante, (y esto es lo que debemos aprender a
hacer), Jesús ya los había perdonado en Su corazón. Si alguien me hace daño, es proba-
ble
que mi relación con esa persona se mantenga tirante hasta que ella reconozca que hizo
mal; pero mi más grande preocupación debe ser asegurarme de que en mi corazón yo no
abrigue animosidad. Debo mirar que no brote ninguna “raíz de amargura” (Hebreos
12.15), que llene mi corazón y ahogue el amor que debo tener por los demás.
La versión que da Lucas de esta parte de la oración tiene esta nota positiva: “…por-
que también nosotros perdonamos a todos los que nos deben” (Lucas 11.4b). ¿Y si no-
sotros no estamos dispuestos a perdonar? Se ha dicho que el hombre que no está dis-
puesto a perdonar destruye el puente sobre el cual él mismo debe pasar. Considere las
palabras que dijo Jesús inmediatamente después de la oración modelo, y que son pala-
bras que hacen reflexionar: “Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdo-
nará también a vosotros vuestro Padre celestial; mas si no perdonáis a los hombres
sus ofensas, tampoco vuestro Padre osperdonará vuestras ofensas” (Mateo 6.14–15).

UN MODELO DE DISCERNIMIENTO
La oración continúa diciendo: “Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal”
(Mateo 6.13; vea Lucas 11.4c). La oración modelo es un modelo de discernimiento por-
que no solo se preocupa por el perdón de los pecados, sino también porque uno se man-
tenga alejado de lo que lleva a pecar.
En relación con la palabra “mal”, el texto griego tiene un artículo definido, de modo
que se lee: “el mal”. El significado puede ser “lo malo” (esto es, cualquier maldad) o “el
malo” (esto es, el diablo). En vista de que el segundo es responsable de lo primero (todo
lo que es malo), cual sea el significado que se le dé, transmite la misma idea básica.
Esta parte de la oración nos enseña a pedir la ayuda de Dios para mantenernos ale-
jados de la tentación, para poder enfrentar las tentaciones que encontremos en el camino
y para derrotar a Satanás. También nos asigna responsabilidad. Muy a menudo desea-
mos que Dios nos saque de problemas después que hemos entrado en situaciones de ten-
tación con los ojos completamente abiertos. No podemos ser consecuentes cuando deci-
mos en oración: “No nos metas en tentación”, y luego entramos deliberada y consciente-
mente en situaciones en las cuales sabemos que seremos tentados.

CONCLUSIÓN
Hemos estudiado la oración modelo. ¿Enseña ella todo lo que usted y yo necesitamos
saber acerca de la oración? No lo enseña. Por ejemplo, no se hace en el nombre de Je-
sús. La oración modelo fue dicha cuando todavía estaba en vigor la ley de Moisés, y hoy
podría ser dicha por cualquier judío consciente. Pablo enseñó que, bajo el Nuevo Pacto,
nosotros debemos “[dar] siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de
nuestro Señor Jesucristo” (Efesios 5.20; Colosenses 3.17).
Reiterando lo dicho, las peticiones de la oración modelo son de naturaleza general.
Cuando usted y yo oramos, debemos ser específicos: Debemos dar gracias por bendicio-
nes específicas; debemos confesar pecados específicos; debemos orar por personas es-
pecíficas.
No obstante, hay mucho que podemos aprender de la oración modelo. Como se
hizo notar, es un modelo de dirección, de reverencia, de énfasis, de preocupación, de
moderación, de humildad, de discernimiento y de alabanza.
Al poner punto final, debo recordarle que la oración comienza diciendo: “Padre
nuestro que estás en los cielos” (Mateo 6.9b). Uno no puede decir con verdad esta ora-
ción mientras Dios no sea su Padre. ¿Es él su Padre? ¿Es usted hijo de Él? ¿Ha nacido
usted en el seno de la familia de Dios por la fe y la obediencia? Pablo escribió: “…pues
todos sois hijos de Dios, por la fe en Cristo Jesús; porque todos los que habéis sido bau-
tizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos” (Gálatas 3.26– 27). Si usted ya fue bauti-
zado como creyente arrepentido, ¿se ha comportado como hijo de Dios? ¿O acaso ha
sido motivo de vergüenza para la familia de Dios, esto es, la iglesia? (1era Timoteo
3.15.)

¡ORE!
Muchos se preocupan por las «oraciones no contestadas»; el verdadero problema lo
constituyen «las oraciones no expresadas». ¡Dios desea que le pidamos! Él está ansioso
por proveer. La oración sin obras está muerta, pero las obras sin oración también están
muertas. Cuando las oraciones cristianas ascienden, el Poder de Dios desciende.

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