Religious Belief And Doctrine">
Padre Nuestro
Padre Nuestro
Padre Nuestro
Llega el momento de reconocer nuestros pecados y pedir perdón a Dios. Solo él nos
perdona completamente, restaura nuestros corazones y nos da la oportunidad de un nue-
vo comienzo.
Es precisamente en este momento y con esta actitud que debemos examinar nuestros
corazones para ver cuál ha sido nuestra disposición a perdonar aquellos que han cometi-
do faltas contra nosotros. ¿Les hemos perdonado? ¿Hemos mostrado la misma miseri-
cordia y gracia que Dios ha tenido para con nosotros?
En este punto hay una variación en el manuscrito griego relacionado con el TIEMPO
del segundo uso del verbo, "perdonar". El AORISTO es encontrado en MSS *א, B y Z,
en la Vulgata y en la Peshita. Todos los otros manuscritos griegos y antiguos tienen el
PRESENTE. El término significó "enviar lejos" o "limpiar" las dos expresan metáforas
del Antiguo Testamento relacionadas con el perdón.
- "…deudas" El paralelo en Lucas 11:4 dice "pecados". El Judaísmo del primer si-
glo usaba "deudas" (opheilemata) como un modismo para "pecados" (hamartias). Otro
término utilizado en el 6: l4-15 es "traspasar" (paraptōmata). Todos están referidos a la
rebelión contra Dios. El pecado nos pone en rebelión en contra del Dios de justicia y
santidad. ¡Hay un precio que tiene que ser pagado por la rebelión!
-"…como también nosotros hemos perdonado a nuestros deudores". Este es un
INDICATIVO AORISTO ACTIVO. ¡Así como Dios perdona al creyente, así ellos pue-
den perdonar a otros! (véase 18:35). Una señal de nuestra relación personal con Dios a
través de Cristo es que empezamos a emular Sus acciones.
6:13
NASB, NKJV "Y no nos metas en tentación"
NRSV "No nos expongas al juicio"
TEV "No nos expongas a la tentación"
NJB "y no nos dejes caer en tentación"
Este es un SUBJUNTIVO AORISTO NEGATIVO ACTIVO. Esta construcción
gramatical significó "nunca jamás empieces una acción". Ha habido mucha discusión
acerca de este versículo al compararlo con Santiago 1:13, en cuanto a la acción de Dios
en la prueba. Hay un juego de palabras en la connotación de las dos palabras Griegas
traducidas "prueba" o "probar". La de aquí y la de Santiago 1:13 tiene la connotación de
probar con el propósito de destruir [peirasmo]; la otra tiene la connotación de probar
con la intención de fortalecer [dokimazo]. Dios no prueba a los creyentes para destruir-
los sino para fortalecerlos.
Posiblemente esto se refiere a los intensos juicios gubernamentales y legales de
ese tiempo (véase 26:41; Marcos 13:8). C. C. Torrey en Los Cuatro Evangelios, páginas
12, 143 lo traduce "impídenos caer bajo juicio" (véase Lucas 22:40).
NASB "del mal"
NKJV, NRSV, JB "de la maldad"
TEV, NJB "del Maligno"
Es gramaticalmente imposible determinar si este término era MASCULINO
(véase Tópico Especial en Lucas 22:40) o NEUTRO. Esta misma forma se refiere a
satanás Lucas 22:40; 13:38 y Juan 17:15. Esta misma forma ambigua aparece Juan
17:15; 6:13; 13:19,38; Juan 17:15; 2 Tesalonicenses 3:3; 1ra.Juan 2:13,14; 3:12; 5:18-
19.
-La Doxología del versículo 13b no se encuentra en: (1) el paralelo de Lucas
11:2-4; (2) los antiguos manuscritos unciales griegos א, B, D, o (3) los comentarios de
Origen, Cipriano, Jerónimo o Agustín. Hay varias formas de esta doxología en los dife-
rentes manuscritos griegos de Mateo. Fue probablemente agregado de Lucas 11:2-4
cuando la Oración del Señor empezó a ser usada de maneras litúrgicas por la iglesia pri-
mitiva. No era original. Los Católicos Romanos la omiten porque no está en la Vulgata.
A.T. Robertson comentó acerca de este texto en su Imágenes con Palabras en el Nuevo
Testamento, "La Doxología está puesta en el margen de la Versión Revisada. Brilla por
su ausencia en los manuscritos más antiguos y mejores manuscritos griegos. Las formas
más tempranas varían mucho, algunas son cortas, otras más largas que la de la Versión
Autorizada. El uso de una doxología se hizo necesaria cuando empezó a ser usada como
una liturgia a ser recitada o cantada en el culto público. No era una parte original de la
Oración Modelo como fue dada por Jesús", página 55. La UBS4 califica la omisión con
"A" (cierta)
Somos humanos y podemos ser débiles, pero Dios no nos deja solos en nuestra lucha
frente a las tentaciones y el mal. Él está con nosotros y él es más poderoso que el malig-
no. En Dios, y en la armadura que él nos provee, tenemos la verdadera protección frente
a las artimañas del enemigo (Efesios 6:10-13). Dios pelea por nosotros y en él tenemos
la victoria final.
Porque tuyo es el Reino, el poder y la gloria, por los siglos de los siglos. Amén
Cuando se dice Amén, estamos diciendo que Así sea. Que así lo deseo, que así lo espero
y así lo pido. Pero sobretodo que debemos estar seguros que Dios acepta mi oración.
----------------------------------------------------------------------------------------------------------
g. “Porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén.” (6:13)
El cierre de la oración es reconocer que Dios es poderoso y soberano, y a Él debe ser
dada toda la gloria (1 Tim. 1:17; 1 Tim. 6:15-16).
----------------------------------------------------------------------------------------------------------
----------------------------------------------------------------------------------------------------------
----------------------------------------------------------------------------------------------------------
UN MODELO DE HUMILDAD
En la oración se presenta después otra petición personal: “Y perdónanos nuestras deu-
das” (Mateo 6.12a). La palabra griega que se traduce por “deudas” se refiere a lo que se
debe, pero la referencia es a las deudas de carácter espiritual, no a las financieras. En el
Nuevo Testamento, la palabra griega en singular se usa para referirse a una ofensa, falta
o pecado. En la versión de Lucas se lee: “…perdónanos nuestros pecados” (Lucas
11.4a). Al estar delante de un Dios santo, reconocemos que somos pecadores y pedimos
a Dios que nos perdone. Este es un golpe a la esencia de nuestro orgullo.
La parte que sigue de esta petición golpea aún más dolorosamente nuestro orgullo:
“…como también nosotros perdonamos a nuestros deudores” (Mateo 6.12b). ¡Es tan di-
fícil perdonar! Cuando alguien nos ofende, nuestro ego y nuestro orgullo son heridos.
Puede que tengamos la tendencia a pensar: “¡Jamás lo podré perdonar!”. ¡Qué difícil es
perdonar a esa persona de corazón! Debemos aprender a decir, en efecto: “Esto no es
tan importante; lo dejaré pasar”.
Se han hecho intentos por evadir la dura enseñanza de Mateo 6.12 (vea versos 14–
15). Algunos preguntan: “¿Podré realmente perdonar a alguien que no se arrepiente ni
pide perdón?” Hay quienes señalan Lucas 17.3 y el hecho de que Dios no perdona, sino
hasta que nos arrepentimos. No obstante, no estamos hablando de restauración de la co-
munión, sino acerca de la actitud de nuestros corazones. Cuando estaba en la cruz, Jesús
oró, diciendo: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lucas 23:34a). Aun-
que Él dijo tal oración, la culpa de los pecados de ellos siguió en sus almas hasta que se
arrepintieron (vea Hechos 2.36–38). No obstante, (y esto es lo que debemos aprender a
hacer), Jesús ya los había perdonado en Su corazón. Si alguien me hace daño, es proba-
ble
que mi relación con esa persona se mantenga tirante hasta que ella reconozca que hizo
mal; pero mi más grande preocupación debe ser asegurarme de que en mi corazón yo no
abrigue animosidad. Debo mirar que no brote ninguna “raíz de amargura” (Hebreos
12.15), que llene mi corazón y ahogue el amor que debo tener por los demás.
La versión que da Lucas de esta parte de la oración tiene esta nota positiva: “…por-
que también nosotros perdonamos a todos los que nos deben” (Lucas 11.4b). ¿Y si no-
sotros no estamos dispuestos a perdonar? Se ha dicho que el hombre que no está dis-
puesto a perdonar destruye el puente sobre el cual él mismo debe pasar. Considere las
palabras que dijo Jesús inmediatamente después de la oración modelo, y que son pala-
bras que hacen reflexionar: “Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdo-
nará también a vosotros vuestro Padre celestial; mas si no perdonáis a los hombres
sus ofensas, tampoco vuestro Padre osperdonará vuestras ofensas” (Mateo 6.14–15).
UN MODELO DE DISCERNIMIENTO
La oración continúa diciendo: “Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal”
(Mateo 6.13; vea Lucas 11.4c). La oración modelo es un modelo de discernimiento por-
que no solo se preocupa por el perdón de los pecados, sino también porque uno se man-
tenga alejado de lo que lleva a pecar.
En relación con la palabra “mal”, el texto griego tiene un artículo definido, de modo
que se lee: “el mal”. El significado puede ser “lo malo” (esto es, cualquier maldad) o “el
malo” (esto es, el diablo). En vista de que el segundo es responsable de lo primero (todo
lo que es malo), cual sea el significado que se le dé, transmite la misma idea básica.
Esta parte de la oración nos enseña a pedir la ayuda de Dios para mantenernos ale-
jados de la tentación, para poder enfrentar las tentaciones que encontremos en el camino
y para derrotar a Satanás. También nos asigna responsabilidad. Muy a menudo desea-
mos que Dios nos saque de problemas después que hemos entrado en situaciones de ten-
tación con los ojos completamente abiertos. No podemos ser consecuentes cuando deci-
mos en oración: “No nos metas en tentación”, y luego entramos deliberada y consciente-
mente en situaciones en las cuales sabemos que seremos tentados.
CONCLUSIÓN
Hemos estudiado la oración modelo. ¿Enseña ella todo lo que usted y yo necesitamos
saber acerca de la oración? No lo enseña. Por ejemplo, no se hace en el nombre de Je-
sús. La oración modelo fue dicha cuando todavía estaba en vigor la ley de Moisés, y hoy
podría ser dicha por cualquier judío consciente. Pablo enseñó que, bajo el Nuevo Pacto,
nosotros debemos “[dar] siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de
nuestro Señor Jesucristo” (Efesios 5.20; Colosenses 3.17).
Reiterando lo dicho, las peticiones de la oración modelo son de naturaleza general.
Cuando usted y yo oramos, debemos ser específicos: Debemos dar gracias por bendicio-
nes específicas; debemos confesar pecados específicos; debemos orar por personas es-
pecíficas.
No obstante, hay mucho que podemos aprender de la oración modelo. Como se
hizo notar, es un modelo de dirección, de reverencia, de énfasis, de preocupación, de
moderación, de humildad, de discernimiento y de alabanza.
Al poner punto final, debo recordarle que la oración comienza diciendo: “Padre
nuestro que estás en los cielos” (Mateo 6.9b). Uno no puede decir con verdad esta ora-
ción mientras Dios no sea su Padre. ¿Es él su Padre? ¿Es usted hijo de Él? ¿Ha nacido
usted en el seno de la familia de Dios por la fe y la obediencia? Pablo escribió: “…pues
todos sois hijos de Dios, por la fe en Cristo Jesús; porque todos los que habéis sido bau-
tizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos” (Gálatas 3.26– 27). Si usted ya fue bauti-
zado como creyente arrepentido, ¿se ha comportado como hijo de Dios? ¿O acaso ha
sido motivo de vergüenza para la familia de Dios, esto es, la iglesia? (1era Timoteo
3.15.)
¡ORE!
Muchos se preocupan por las «oraciones no contestadas»; el verdadero problema lo
constituyen «las oraciones no expresadas». ¡Dios desea que le pidamos! Él está ansioso
por proveer. La oración sin obras está muerta, pero las obras sin oración también están
muertas. Cuando las oraciones cristianas ascienden, el Poder de Dios desciende.