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FÁBULAS

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Fábula El Congreso de los ratones

Esta es una fábula de Samaniego que nos recuerda que las buenas ideas no
son nada hasta que no se llevan a la práctica.

Había una vez, hace bastante tiempo, una enorme familia de ratones que
vivía en la despensa de una casa. Hubieran vivido felices, pero el miedo a un
gran gato les impedía salir fuera, pues el animal los vigilaba día y noche.
En un momento dado, los ratoncitos realizaron una asamblea con la
intención de poner fin al problema.
El jefe de los ratones, el más viejo y sabio, tomó la palabra:
-No podemos vivir así, necesitamos soluciones.
-Yo tengo una -dijo un ratón, atento y despierto-. Si atamos un cascabel al
gato, sabremos por dónde anda. Si se acerca, escaparemos a tiempo.
El asunto fue interesante, por lo que la propuesta fue aceptada por el
congreso de ratones. Aun así, el jefe ratón tenía sus reparos al respecto:
-Silencio, amigos. Es buena idea, ahora bien, ¿quién será el valiente que
ponga el cascabel al gato?
Oído esto, todo el congreso de ratones quedó en silencio. Ninguno de ellos
pudo responder a la pregunta. De hecho, el miedo se cebó con la
congregación. Así que todos se fueron a casa con hambre y tristeza.

Moraleja: una cosa es tener grandes ideas, y otra muy diferente es poder
llevarlas a cabo.
Fábula El león que iba a la guerra

Una fábula corta de La Fontaine que nos habla sobre la manera de usar
nuestras debilidades a nuestro favor.

En algún momento, el león, rey de la selva, decidió comenzar una guerra en


las tierras vecinas. Deseaba extender su reino y gobernar en lugares más
extensos.
Para poder llevar a cabo su idea, tenía que preparar una tropa que fuera
fuerte. Dio orden de reclutar a todos los animales habitantes de su reino.
Al reunirlos todos, les habló de su idea y comenzó a asignar a cada uno un
puesto dentro de su ejército. Dio tareas según la naturaleza de cada animal.
Escogió al elefante para encargarse de llevar las armas en su lomo fuerte y
amplio; el oso por su gran tamaño fue seleccionado para ir al frente del
pelotón; al zorro le dio la tarea de encargarse de la parte diplomática; y el
leopardo, con su gran sigilo, entraría por la retaguardia para sorprenderlos.
Cuando ya la mayoría de los animales sabía cuál sería su misión, una voz se
escuchó alzarse:
¡Oh mi rey, yo recomendaría que no incluya ni a los burros, ni a las liebres en
esta guerra! ¡El burro es poco astuto y la liebre es fácil de atemorizar!
El León buscó a todos lados e interrumpió para responder:
¡Estás equivocado! Por supuesto que ellos serán parte de mi regimiento, sin
ellos no estaríamos completos. El burro será quien asuste al enemigo con sus
rebuznos y la liebre, por su rapidez, será quien entregue el correo.

Moraleja: Hasta una desventaja se convierte en virtud cuando es bien


utilizada.
Fábula La comadreja en un granero

La Fontaine en esta fábula nos muestra lo peligroso que puede ser llevar una
vida donde todo es fácil y no tenemos que hacer ningún esfuerzo para
conseguir nuestro sustento.

Deambulaba una comadreja muy hambrienta, tenía muchos días sin comer.
Logró en un momento colarse por un pequeño agujero dentro de un granero.
Allí se instaló por varios días. Se dedicó a comer con opulencia, se dio un gran
banquete.
Ya saciada su hambre, quiso salir del granero por el mismo hoyo por donde
había llegado, pero al intentarlo se dio cuenta de que ya no cabía por ese
orificio.
Una pequeña rata que habitaba en el granero, al ver a la comadreja
desesperada le dijo:
-¿Crees que lograrás salir por ese pequeño agujero?
La comadreja respondió:
-Hace unos días por ese mismo agujero llegue aquí.
-¡Claro!- dijo la ratita- cuando entraste morías de hambre y eras muy flaca,
pero ahora estás saludable y gorda.

Moraleja:  Una vida regalada, no conduce a nada bueno.


Fábula El gato y el ratón
Esta fábula de La Fontanie nos habla sobre la prudencia y no creer a ciegas
las promesas que se nos hacen en circunstancias adversas.
En distintas partes de un tronco seco, hacían vida un gato, una comadreja, un
búho y un ratón. Por necesidad ninguno abandonaba su refugio, aún cuando
eran enemigos por naturaleza.
Vivían desconfiando uno del otro, pero sin abandonar el lugar. Un día el
dueño de la granja donde se encontraban decidió eliminar a los animales
residentes en el tronco.
Para eso, colocó varias trampas y una red en la pata del tronco seco.
El gato, distraído, fue el primero en caer en las trampas del granjero.
Comenzó a dar fuertes gritos al verse en peligro.
El ratón sonreía alegre al escuchar sus alaridos. El gato estaba atrapado y él
se libraría de uno de sus enemigos.
El gato desesperado lo llamó y le dijo:
-Si me dejas morir, el búho y la comadreja te van a devorar. Ellos quieren más
que seas su alimento, que yo mismo. Pero si me ayudas, te prometo que te
protegeré de aquí en adelante.
El ratoncito lo pensó unos segundos y decidió liberar al gato. Al soltarse de la
red, huyeron del lugar, juntos. Pasado un tiempo, el gato podía percibir que
el ratón aun le temía, así que un día le preguntó:
-¿Aún me temes? ¿Crees que no recuerdo la promesa que te hice cuando
salvaste mi vida?
-¡No!- respondió el ratoncito- Pero tampoco se me olvida tu instinto y que
me prometiste eso en circunstancias desfavorables.

Moraleja:  Nunca debemos confiar en alianzas que hizo el miedo. Una vez
pasado el temor, todas las promesas se olvidan.
Fábula El león enfermo y los zorros

Una fábula corta de La Fontaine nos alerta sobre no confiar en las promesas
de personas que pueden hacernos daño.

Un día, el rey león se sintió indispuesto, sentía un gran malestar, así que hizo
llamar a su médico de cabecera: el búho.
Luego de revisarlo, el médico le indicó que debía hacer reposo durante algún
tiempo.
El león, viendo que tendría que pasar un largo período sin actividad, aburrido
y solo, invitó a que un animal de cada especie fuera a visitarlo durante su
descanso.
Para que los animales aceptaran, dio completa inmunidad, asegurando que
no usaría sus garras para atacar ningún animal visitante.
Todos los animales estuvieron de acuerdo y eligieron un embajador por
especie, para que este visitara al rey de la selva.
Los zorros no lograban ponerse de acuerdo y tardaron un poco más en elegir
su embajador. Estaban en eso cuando uno de ellos llegó interrumpiendo para
decir:
-¡Vengo de los alrededores de la cueva del león! He notado con preocupación
que las huellas de todos los animales que han ido a visitarlo, se marcan en
dirección a la entrada.
-¡Pero no hay ni una sola huella marcada en la dirección contraria! Pienso
que debemos desconfiar ya teniendo este dato. A pesar de que el león
prometió inmunidad, se nota cómo se entra al hogar del león, pero no se
puede ver cómo se sale.

Moraleja:  no creas en las promesas hechas por ávidos malvados: ni


enfermos, ni postrados, cambian su condición.
Fábula Los dos gallos

Una fábula corta de La Fontaine que le hablará a tus pequeños sobre la


arrogancia, prepotencia y la necesidad de aprender a ser modestos.

Toda la vida en la granja habían vivido dos gallos en total armonía. Nunca
habían tenido un conflicto.
Pero un día el granjero trajo al gallinero una hermosa gallina, petulante y
altanera. Ambos gallos se enamoraron de inmediato de la hermosa dama.
Esto los convirtió en rivales y enemigos. Se dedicaron a competir por el amor
de la gallina.
Tratando de resolver pronto este conflicto tomaron la decisión de
enfrentarse en un combate, El que venciera seria el merecedor del amor de
la gallinita.
Por largo rato se enfrentaron, hasta que el gallo más fuerte venció y se fue al
lado de la hermosa gallina. El otro se refundió en el corral a llorar su pena.
El gallo vencedor se subió al techo para alardear su triunfo. Comenzó a gritar
muy fuerte, quería que todos los vecinos se enteraran de que había ganado.
Pero para su mala suerte, lo escuchó un buitre y, sin pensarlo dos veces, se
abalanzó sobre él, dando fin a su vida y a su soberbia.

Moraleja:  Se debe ser humilde cuando se gana una acción.


Fábula el Ruiseñor y el Gorrión

Esta fábula pertenece a los clásicos de Tomás de Iriarte. Nos habla sobre el
aprender los unos de los otros.

«La humildad, es clave para seguir creciendo».

Con un son muy alegre escuchaba el ruiseñor, una bella melodía sonando de
vez en cuando. Del organillo se trataba, quien ahora lo acompañaba en sus
lecciones de canto.
Sorprendido el gorrión, quiso sembrar cizaña a montón. Pero el sabio
ruiseñor solamente lo escuchó.
-Ahora tienes por maestro a aquel que fue tu discípulo. Todo se lo debe a ti,
un pájaro tan diestro. El ruiseñor al instante muy presto y concordante,
respondió de manera fulgurante.
-Sí, aprendió de mí y yo de él aprendo. He conocido lo que he de corregir al él
imitarme a mí.
No hay nada de malo en aprender de quienes enseñas. Del acto de estudiar,
tiene el deber el que más ha de querer conocer.

Moraleja:  Nunca pienses que lo sabes todo. El conocimiento es algo extenso,


y siempre hay algo nuevo por explorar. Muchas cosas de seguro descubrirás.
Fábula El sol y las ranas

Esta aleccionadora fabula de La Fontaine nos habla sobre el egoísmo y el


obstáculo que representa en muchas ocasiones para llegar a nuestra meta.

Las ranas se encontraban muy angustiadas y atemorizadas. Por ello,


decidieron hacer un consejo de ranas.
El sol había informado que cambiaría su rumbo y que a partir de ahora solo
alumbraría y calentaría la tierra por seis meses durante el año. Advirtió que
los otros seis meses reinaría un ambiente frío y oscuro.
Todas las ranas en el consejo se hacían preguntas muy preocupadas.
-¿Y ahora que será de nosotras?- Preguntaban sin encontrar respuestas- Las
charcas quedarán sin agua, los ríos se secarán.
-No podremos tendernos panza arriba a tomar el sol y entrar en calor.
Morirán los insectos que son nuestro alimento ¡Esto no puede ser! Debemos
alzar una protesta contundente.
Sin pensarlo más comenzaron su protesta, elevando sus quejas. En un
momento sintieron una voz que les respondía:
-¿Solo les interesa que el sol deje de calentar y brillar durante todo el año,
por su propio beneficio?
Las ranas se miraron entre ellas confundidas y respondieron:
-¡Claro! ¿Por qué tendríamos que querer que lo haga por alguien más?

Moraleja:  El egoísmo solo nos aleja de nuestros objetivos.

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