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Introducción A La Interpretación de Daniel
Introducción A La Interpretación de Daniel
Introducción A La Interpretación de Daniel
de Daniel
LA CORRECTA comprensión o interpretación de las diversas profecías que
comprende el libro de Daniel se ha ido formando progresivamente con el correr de los
siglos. En realidad, comenzó en el tiempo de Daniel, quien fue el primer expositor de
ciertos elementos básicos de las profecías que son como un bosquejo anticipado de
la historia, que Dios dio a la humanidad por medio de él. De allí en adelante, tan
pronto como los sucesos históricos han cumplido las principales épocas o
acontecimientos de los grandes bosquejos proféticos, los piadosos estudiantes de la
profecía han reconocido los sucesivos acontecimientos mayormente a medida que se
han ido sucediendo. Este desarrollo ha sido progresivo e impresionante.
Teniendo ante nosotros esta declaración general introductoria, notemos ahora una
serie de hechos y acontecimientos históricos que proporcionarán la base y el marco
esenciales para el desarrollo de las interpretaciones específicas que se trazarán. Una
visión panorámica general de esta naturaleza hará que sean más claras y más
significativas las exposiciones de los temas particulares.
Los registros atestiguan que entre los intérpretes de Daniel se han contado muchos
de los más conspicuos y respetables eruditos de los siglos. No hay motivo alguno
para avergonzarse en cuanto al origen de la interpretación históricamente establecida.
Cada una de las principales aplicaciones de la profecía ha sido discernido, no por una
sola persona, sino por una cantidad de hombres, generalmente de diferentes países,
los cuales han dejado para la posteridad el registro de lo que entendieron, y esto en
diferentes idiomas. Dios siempre ha tenido una cantidad de personas que han dado
testimonio del desarrollo de la verdad divina.
El tiempo, junto con la perspectiva histórica que proporciona, ha permitido que los
investigadores posteriores corrigieran las inexactitudes propias de las primeras
exposiciones, aquejadas de limitaciones inevitables. Pero esos primeros expositores
deben recibir la debida honra por esa obra inicial que hemos recibido como herencia.
Y es sumamente conveniente conocer ese marco histórico y esos antecedentes.
Ribera sostenía que el anticristo era un individuo aún por aparecer, un gobernante
impío de Jerusalén que ejecutaría sus designios al fin de los siglos en tres años y
medio literales. En esto contaba con el pleno apoyo del gran polemista católico, el
cardenal Roberto Belarmino. Esta interpretación que coloca al anticristo en el futuro,
recibe con justicia el nombre de futurista. Esta idea futurista pronto se convirtió en la
interpretación habitual católico-romana en cuanto al anticristo, y es ahora la más
difundida entre los católicos.
Por otra parte, Alcázar sostenía lo que recibió el nombre de preterismo, con lo cual se
afirma que prácticamente todas las profecías terminaron con la caída de la nación
judía y con la destrucción de la Roma pagana; y que el anticristo había sido algún
emperador romano como Nerón, Domiciano o Diocleciano. La enunciación de estos
dos puntos de vista -futurismo y preterismo- mostraba el espectáculo anómalo de dos
explicaciones opuestas y mutuamente excluyentes que surgieron de la misma Iglesia
Católica; pero lograron su propósito: confundir la interpretación profético protestante.
Teniendo tal marco histórico ante nosotros, nos hallamos preparados para seguir el
desarrollo progresivo y específico tanto de la interpretación de la simbólica estatua de
metal de Dan. 2, como de las cuatro bestias, de los diez cuernos, del cuerno pequeño
de la cuarta bestia y de los tres tiempos y medio de la profecía de Dan. 7; así como
también del carnero, del macho cabrío y sus cuernos respectivos, y del más largo
período profético de Daniel, cap. 8; de las 70 semanas que llegan hasta el Mesías
Príncipe de Dan. 9, a la vez que de la profecía paralela y literal de los cap. 11 y 12 del
libro de Daniel .
A medida que avanzamos debe tenerse en cuenta un punto: las profecías de Daniel
son únicas en el AT. Los escritos de los profetas anteriores no suministraron una
cronología de sucesos futuros. A veces el primer advenimiento de Cristo y su segunda
venida parecían presentarse juntos sin indicar el tiempo que habría de separarlos y
sin hacer una diferencia entre los triunfos espirituales de la iglesia en el mundo
presente y las glorias del reino eterno de Dios en la tierra renovada. Por otro lado, los
bosquejos proféticos de Daniel presentan la secuencia y continuidad cronológica del
plan divino de los siglos.