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Quién Es El Principe de Los Ejercitos de DN 8

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¿Quién es "El Príncipe de los ejércitos"

de Daniel 8?
Dr. Alberto Treiyer
Teólogo

Introducción
Cuando nuestra hija era pequeña, me escuchó hablar de Dan 8 y se puso a reír a las
carcajadas. Su hermanito se llamaba Daniel, y ella pensó que me refería a él por Danielocho.
Algunos exalumnos y profesores de nuestro instituto teológico francés en Collonges se
acordarán de la razón que dí por ponerle el nombre Daniel. En momentos en que había un
colega de teología que rechazaba el mensaje del santuario y la interpretación adventista de
ese capítulo de Daniel, dije que si pudiera ponerle no sólo Daniel, sino como segundo nombre
también 8:14, se lo pondría...

Cuerpo
1. “¿Hasta cuándo [será] la visión [heb.: hazón]...?”

a) Traducción literal. La mayoría de las traducciones traducen este pasaje por “la visión del
continuo”, un error craso y garrafal, ya que no se puede unir gramaticalmente la visión con el
continuo. Cuando en hebreo, dos palabras seguidas contienen cada una un artículo, “el”,
nunca llevan una dependencia genitiva. Por consiguiente, la traducción correcta es: “¿hasta
cuándo [será] la visión, el continuo...?” Es como si dijéramos, por elipsis: “¿hasta cuándo
[será] la visión?, ¿hasta cuándo [será] el continuo?, ¿hasta cuándo [será] la transgresión [o
rebelión] que causa horror [o consternación]?, ¿hasta cuándo [será] el pisoteo del santuario y
del ejército?” (Dan 8:13).

b) Para explicar esa mala traducción, “la visión del continuo”, los autores modernos arguyen
que el autor supuestamente helenizado del S: II AC. que habría escrito esa parte de Daniel, no
entendía bien el hebreo y, como prueba, citan este pasaje como un error gramatical. El
problema real es, sin embargo, como lo expresara el Dr. Gerhard Hasel, que el cuadro
profético ofrecido por este capítulo de Daniel no se ajusta a lo que hizo antiguamente, en el
S. II AC, el rey seléucida Antíoco Epífanes que ofreció cerdos sobre el altar del templo de
Israel. Si quitamos a este rey de la interpretación histórica de Dan 8, no hay necesidad de
corregir el texto hebreo cuya construcción gramatical es correcta no sólo aquí, sino en otros
versículos del mismo capítulo que también han sido cuestionados. 

c) ¿Cuál es el problema de interpretación que lleva a los traductores modernos a corregir el


texto hebreo de Daniel? Que no saben qué hacer, en ese caso, con el período de tiempo
indicado en el v. 14: 2300 tardes y mañanas. Porque entre el imperio persa (S. V) donde
comienza la “visión” (hazón: v. 2), y Antíoco Epífanes (S. II) donde pretenden los críticos que
se da el quitamiento del “continuo”, hay más que 2300 días literales. Por consiguiente,
prefieren restringir “la visión” al “continuo” sacrificio que Antíoco Epífanes habría
interrumpido durante un período de tiempo no igual al de 2300 días, pero cercano (1080
días). Naturalmente, arguyen algunos, el autor de esta sección de Daniel habría escrito
cuando comenzó la revuelta Macabea, y por la fe en la victoria final anticipó una fecha que
todavía no conocía. 

d) Los judíos durante todo el medioevo, sin embargo, creyeron que esta profecía de los 2300
días se referían a años. Para ellos el hebreo les resultaba familiar y les era más fácil entender
que para Daniel esta y otras profecías se referían a años, no a días literales. Isaac Newton,
científico muy renombrado del S. XVIII, captó también con claridad, prácticamente un siglo
antes que surgiera esta interpretación, esta dimensión profética expresada por los terminos
hahazón hatamid, “la visión, el continuo”, y lo puso como prueba indiscutible de que Daniel
entendía que ese período era simbólico de años. 
e) Independientemente de Guillermo Miller, hubo otros intérpretes en Europa que anunciaron
el cumplimiento de esta profecía en torno a la década de 1840. La manera de entender su
cumplimiento varió de uno a otro autor, pero todos entendían que algo importante iba a
ocurrir en torno a esa fecha. El de mayor resonancia fue, sin embargo, el mensaje que
Guillermo Miller dio acerca de esta profecía en los EE.UU. 

2. “¿Hasta cuándo [será]... el continuo [ministerio intercesor del Príncipe de los


Ejércitos]?”

a) El “continuo” ministerio intercesor se daba cada “mañana y tarde” (Lev 24:2-4), nunca se
refiere la Biblia a “día” de esa manera, sino a “tarde y mañana” (Gén 1:5). El lugar del
ministerio sacerdotal “continuo” efectuado cada día, durante el año, se llamaba Lugar Santo
donde estaban el altar del incienso, la mesa de los panes y el candelabro 

b) Jesús es el “Príncipe de los Príncipes” que ejerce ese “continuo” ministerio sacerdotal en
el santuario que está en el cielo (Heb 8:1-5), ya que “está siempre vivo para interceder” por
los que recurren a él (7:25). 

c) ¿Hasta cuándo ejercería el “Príncipe de los Ejércitos” su ministerio sacerdotal “continuo”


en el Lugar Santo del templo celestial, sobre los candelabros (Apoc 1:12-20) y sobre el altar
del incienso (Apoc 8:3-5), en “el templo que está en el cielo” (Apoc 14:17)? Hasta que pasase
al Lugar Santísimo, como el sumo sacerdote en el antiguo templo terrenal, en el Día de la
Expiación, para completar su obra intercesora frente al arca del pacto en una obra de juicio
(Lev 16; Apoc 11:18-19). Esto debía ocurrir al concluir los 2300 años, es decir, en 1844. 

d) Si el Príncipe de los Príncipes es un personaje celestial, el santuario al que hace referencia


Daniel aquí es también el celestial. 

3. “¿Hasta cuándo [será]... la transgresión (o rebelión) que causa horror?

a) El hecho de que aquí (Dan 8:13), se hable de pesa’ somem, “rebelión asoladora” o que
causa consternación, y no de siqqus somem, “abominación asoladora” (Dan 11:31; 12:12), ha
hecho que algunos intérpretes adventistas incluyan en esos pecados (“transgresiones”), los
que Dios perdonaba asumiéndolos en el santuario gracias a la sangre expiatoria que se ofrecía
a favor de los pecadores. De esas “rebeliones” [pesa’im] perdonadas era purificado el
santuario en el Día de la Expiación (Lev 16:16). 

b) Más tarde se refiere el profeta a la “abominación” sin relación con el perdón que
obtendrían los que se arrepintiesen, lo que significa “idolatría” en su más baja y cruel
expresión. El poner el papado romano con su sacerdocio terrenal en lugar del sacerdocio de
Cristo en el templo del cielo, es una idolatría por demás abominable, que causa horror y
consternación a todo el cielo. Se dice de él en Apoc 13:6: “Y abrió su boca en blasfemias
contra Dios, para blasfemar su Nombre y su Santuario, a saber, los que viven en el cielo”. 

c) La fecha del quitamiento oficial del “continuo” ministerio celestial por el “cuerno” o
príncipe opresor, y consiguiente imposición de la “abominación” papal, es de 1290 días-años
(Dan 12:12), período que igualmente llega al “tiempo del fin” (Dan 12:9,12). 

- Esto se cumplió desde el 508 cuando el rey franco Clodoveo se bautizó al catolicismo
romano según un análisis histórico reciente, y fundó París como su capital en un sistema de
unión Iglesia-Estado. Su culminación 1290 años después tuvo lugar cuando la misma tribu (los
francos), dio su golpe de muerte al papado en 1798, separando la iglesia del estado.

- Ya estaba en los días de Pablo el origen pequeño de ese poder apóstata que, al comenzar el
S. VI, iba a obtener un reconocimiento oficial por un gobierno terrenal que se haría universal.
Ese reconocimiento implicaba una negación del ministerio sacerdotal de Cristo en el templo
celestial, y la implantación en su lugar de la “abominación que causa horror (o
consternación)” (Dan 12:12). [La traducción correcta de Dan 12:12 es: “Desde el tiempo que
sea quitado el continuo y puesta la abominación asoladora habrá 1290 días”].

- Los historiadores modernos no se cansan de destacar la importancia de la conversión de


Clodoveo al catolicismo romano y su consiguiente transformación como adalid en defensa de
la fe papal, y hasta colocan el hecho como uno de los más importantes de la historia del
mundo.

- Los 1335 días-años sirven de nexo entre la profecía de los 2300 años y los 1290 años; ambas
desembocan en el “tiempo del fin” (Dan 8:17,19; 12:9).

4. “¿Hasta cuándo [será]... el pisoteo del santuario y del ejército [pueblo de Dios]?

a) En Dan 8 tampoco se habla de la fecha en que es pisoteado [o perseguido] el pueblo de


Dios. Eso se indica en Dan 7:25, por “un tiempo, dos tiempos y medio tiempo”, es decir, por
1260 días que concluyen igualmente en el “tiempo del fin” (Dan 12:7-9). 

b) Esto es lo que encontramos corroborado también en el Apocalipsis, en una proyección


todavía futura para el apóstol Juan, que nada tiene que ver con Antíoco Epífanes que había
muerto dos siglos antes de Juan (Apoc 11:2-3). 

c) Su cumplimiento se efectuó con el decreto del emperador Romano Justiniano que dio
autoridad al papado romano sobre todas las iglesias (contexto universal indiscutible), en el
año 538. Su culminación se dio también en 1798, cuando se le quitó la “autoridad” política y
universal que se le había dado al papado romano 42 meses antes. 

d) Es el período de opresión papal que el Apocalipsis de Juan corrobora con los mismos
términos que Daniel (Dan 7:25; Apoc 12:14; 13:5,7). 

5. La purificación misma del santuario celestial (Dan 8:14)

a) Todas las fechas concluyen con “el tiempo del fin” que sería marcado por el golpe de
muerte al poder político del papado romano, y por el inicio de la vindicación del trono de
Dios en el templo celestial. Dentro de ese “tiempo del fin”, como última fecha profética que
Dios da antes de la venida del Hijo del Hombre a la tierra y la consiguiente posesión del reino
de lo redimidos, está la de 1844 que culmina los 2300 días de la visión de Daniel. 

b) Dos ángeles dialogan en la visión de Daniel, y se preguntan sobre el momento en que


culminaría la visión que Daniel estaba recibiendo. La respuesta la dan en el v. 14: “Hasta
2300” años, luego de lo cual “el santuario será purificado (o vindicado)”. Siendo que este
diálogo de los dos ángeles se da en relación con esa culminación de la visión, se ha sugerido
últimamente que son los dos ángeles que están sobre el arca del pacto en el santuario
celestial (Ex 37:6-9; Sal 99:1; 1 Sam 4:4; 2 Sam 6:2; Isa 6:11-7; 1 Rey 22:19, etc). 

c) En otras palabras, se está en un contexto final como lo era el Día de la Expiación al


concluir el año litúrgico, cuando por única vez el sumo sacerdote comparecía frente al arca,
sin velo alguno, para una obra de juicio. Se trata de la misma visión de Dan 7:9-10,12-
13,22,26, expresada ahora en el lenguaje del santuario que los israelitas podían entender,
para relacionar el plan de salvación con el evangelio que Dios había revelado en el ritual
antiguo (Heb 4:2). El “fundamento del santuario” (v. 12) o del trono de Dios, tan pisoteado
por el papado romano a lo largo de los siglos, va a ser reestablecido en “justicia y juicio”, en
un contexto de juicio final (véase 1 Crón 28:2; Sal 132:7-8). 

d) Un diálogo equivalente se da en Dan 12 en relación con el “tiempo del fin” y la


culminación del libro profético de Daniel. Allí aparece un personaje vestido de “lino” simple,
lo que era típico del sumo sacerdote en el Día de la Expiación (Lev 16:4). Mientras que
durante el año, el sumo sacerdote oficiaba al igual que los demás sacerdotes, con ropas de
“lino fino” (ses), en el Día de la Expiación oficiaba con ropas de “lino simple” (bad: Lev
16:4,23,32). En otras palabras, Daniel es llevado a ver al Príncipe Celestial vestido con las
ropas de purificación del templo, en este caso, el celestial, lo que refuerza la relación de la
purificación del Santuario con lo que hacía el sumo sacerdote en el Día de la Expiación. Algo
equivalente vemos en Ez 9, donde “el varón vestido de lino” simple (bad) tiene la tarea de
sellar en la frente a los que serán librados de la plaga final (Ez 9:1-4). 

e) La relación del juicio celestial con la purificación del santuario en el lugar santísimo del
templo celestial que debía darse al final, resalta mejor que en cualquier otro pasaje de la
Biblia en la séptima trompeta. El juicio de los muertos y los vivos (v. 18), se da en el contexto
de la puerta abierta al lugar santísimo del templo celestial (v. 19). “Feliz el que espere, y
llegue hasta 1335 días”, es decir, hasta esa fecha que debía dar inicio a la vindicación del
pueblo de Dios, tan pisoteado durante los siglos por el poder arrogante, blasfemo y opresor
(Dan 12:12). Como resultado de esa vindicación, el mismo Daniel se levantaría para recibir su
herencia junto con todos los redimidos (v. 13). 

Conclusión 
¡Bendita esperanza! ¡Maravillosa verdad! ¡Privilegio único y admirable el nuestro por haber
sido escogidos para enterarnos y dar a conocer al mundo este precioso mensaje! El Señor hará
justicia a su pueblo oprimido! No sólo lo habrá perdonado, sino que también lo vinicará
delante del mundo y delante de todo el Universo.

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