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Revista Literaria Visor - Nº 25

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V I S O R revista literaria

Nº 25- Sep. / Dic. 2022

Reseñas: Robinson Rodríguez / Marc Bloch Ensayos:


¿Es Meursault el único no-indiferente? / Hibridismo en
los arquetipos del feminismo en José Donoso Creación:
Raimundo Carrero / José Antonio Gamero Romero / Juan
Manuel Chica Cruz / Xavier Queipo / Francisco
Javier Ayala Gallardo / Germán Ramírez Lerate
© Revista Literaria Visor
ISSN 2386-5695
Revista Literaria de difusión cuatrimestral Contenido
Dirección:
Noel Pérez Brey
www.perezbrey.com
perezbrey@gmail.com

Consejo Editorial:
Vega Pérez Carmena Editorial..................................................................................3
Noel Pérez Brey
Reseñas.................................................................................. 4
Imágenes:
Portada: Fotolabyrinth / Fuente: Flickr El aliento de Pandora. Robinson Rodríguez........................5
https://www.flickr.com/photos/magnum-photos/ Apología para la historia o el oficio de historiador. Marc
Contraportada: Barry Haines/ Fuente: Flickr Bloch...............................................................................................6

Contenido: Orange Hill / Fuente: Flickr; Reseñas:
Doctor Caligari / Fuente: Flickr; Ensayos: Charles Hilderbrandt /
Fuente: Flickr; Creación: DocMadman / Fuente: Flickr. Ensayos.................................................................................. 8
Diseño: ¿Es Meursault el único no-indiferente?, por Maximiliano
Noel Pérez Brey Ranieri.............................................................................................9
Hibridismo en los arquetipos del feminismo: de la cultu-
ra occidental al mito americano en El lugar sin límites,
Esta revista se edita desde Illescas (Toledo - España) a través de la
siguiente dirección: de José Donoso, por Shaimaa Magdy Marrouf................. 21
www.visorliteraria.com
Creación.............................................................................. 30
Puede ponerse en contacto con nosotros en la siguiente dirección de
correo electrónico: El país del odio, por Raimundo Carrero............................. 31
visorliteraria@gmail.com La nueva versión del «vuelva usted mañana», por José
Antonio Gamero Romero........................................................37

@ visorliteraria @ visorliteraria
Un mundo apacible, por Juan Manuel Chica Cruz.......... 46
Murmullos de Oriente, por Xavier Queipo........................ 54
La telaraña, por Francisco Javier Ayala Gallardo........... 60
Todos los textos e imágenes publicados en este número son propiedad Largometraje, por Germán Ramírez Lerate...................... 69
de sus respectivos autores. Queda, por tanto, prohibida la reproduc-
ción total o parcial de los contenidos de esta publicación en cualquier Colaboraciones................................................................. 74
medio sin el consentimiento expreso de los mismos. Por otro lado, esta
publicación no se responsabiliza de las opiniones o comentarios ex-
presados por los autores en sus obras.
EDITORIAL

Otro cuento satánico

El pasado 12 de agosto nos levantamos con la aberrante noticia del apuñalamiento de


Salman Rushdie a manos de un hombre que cumplía la fetua iraní que lanzó Jomeini nada
menos que en 1989. Aunque parece que al escritor le quedarán secuelas graves, a día de hoy,
por suerte, evoluciona positivamente.
Y semejante violencia, ¿para qué? ¿Para castigar la blasfemia? El libro en cuestión, Los
versos satánicos, está de sobra editado y traducido, y, si la locura del ayatolá propulsó la obra
a un estrellato mundial, este ataque contra su autor ha vuelto a poner el libro en la palestra.
¡Fantástico! Como suele ocurrir con tal tipo de censura descerebrada, han conseguido que
una obra artística que hubiera tenido su más que indudable recorrido se convierta en algo
que todo el mundo, incluso aquellos que quizá nunca se hubieran acercado al texto, desee
conocer.
Por otro lado, por muy burlesca que sea la actitud del autor al redactar su obra, no es más
que un trabajo de ficción y cualquiera pensaría que estos lectores ultrajados han dedicado
más esfuerzo en ofenderse que el propio Rushdie en escribirlo (nada menos que tragarse

Re s e ñ a s
unas seiscientas páginas de algo que por lo visto los enerva). Si no te gusta lo que lees, déja-
lo, carajo, está claro que no está escrito para ti.
En este sentido, Rushdie presenta en muchas de sus palabras una moral socarrona, he-
donista, escéptica. En una entrevista para la BBC decía: «Nadie tiene derecho a que no lo
ofendan. Ese derecho no existe en ninguna declaración que haya leído. Si alguien se ofende,
es su problema y no pasa nada: muchas cosas ofenden a mucha gente. Ahora podría entrar
en una librería y señalar algunos libros que encuentro muy poco atractivos en lo que dicen.
Pero no se me ocurre quemar la librería. Si no le gusta un libro, lea otro». Pues eso, que si te
ofendes por un escrito ajeno, ajo y agua.
La libertad de expresión es primordial para un autor, para cualquier manifestación artís-
tica en realidad, y si se tiene miedo a la hora de proponerla, resultará casi con seguridad un
trabajo fallido. Sin llegar a los extremos del islamismo radical, hoy día parece que espera-
mos la mínima palabra para ofendernos (en algunos se diría que es su estado natural), pero,
aunque como bien dice la Constitución Española, la libertad de expresión también debe
contar con ciertos límites, debemos escribir desde las entrañas, sin cortapisas, sin pensar en
que esta frase molestará a unos y aquella expresión enojará al de más allá. Al fin y al cabo,
solo es literatura, demonios.
Y mira, en algo coincidimos los escritores fracasados y los consagrados: estos pueden
decir lo que quieran porque sus lectores fieles comprarán sus libros contra viento y marea;
y nosotros, porque escribamos lo que escribamos, tampoco tenemos demasiado que perder.

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RESEÑAS RESEÑAS

El aliento de Pandora ción, el estigma,


la incertidum-
presión, el desencanto, la ira, la injusticia, la
traición, la prisa, el letargo, la esperanza, la
trabajo narrativo, y a meditar sobre lo que ha
acontecido en nuestra civilización durante
Robinson Rodríguez bre, las protestas desesperanza, las trampas de la ilusión y del estos primeros meses de pandemia. También
y la convergen- destino, todo un caleidoscopio humano que puede ser oportuno aprovechar este viaje de
cia hacia formas tiene su suceso a lo largo de cada uno de los ficción literaria para imaginar y construir un
De repente, una cruel y mortal pandemia
de violencia tan relatos que componen este libro. mejor tiempo venidero.
se extiende sobre el mundo cambiando las Finalizamos entonces, con una invitación
de s gar radora s
reglas y las formas en que se relacionan y vi- a los lectores, para que se aventure a leer este @ Adriana Herrera
como irraciona-
ven los seres humanos en estos tiempos de la
les.
civilización global. A partir de ese momento,
En las páginas
la incertidumbre, el miedo y el aislamiento
de este libro, a
pasan a ser las fuerzas imperan en la socie- lo largo de cada
dad. En pocas semanas los destinos conver- El aliento de Pandora
relato, se retrata
gen hacia las escenas que suceden dentro de Robinson Rodríguez
la vida y circuns-
las islas o fortalezas en que se convierten los Editorial Vesania
tancias de una
hogares, y cambian la forma como reaccio- Costa Rica, 2020
constelación de
nan los seres que los habitan. personajes, que Apología para la historia tras ser detenido
en Lyon por la
Durante esos primeros tiempos de la pan- llevados por la vorágine de las circunstan- o el oficio de historiador Gestapo, fue fu-
demia, temerosos y siempre pendientes de cias deben adaptarse a un mundo en cambio, Marc Bloch silado. Tenía en-
las noticias, los humanos contemplan como a sus nuevas paradojas.
de repente sus planes, rutinas y formas de tonces 57 años.
Este libro posibilita una catarsis literaria
vida sufren una serie de rupturas que les van Conocer las
mediante la cual es posible ayudarnos a me- Marc Bloch se definía a sí mismo como
a cambiar para siempre. Este Armagedón o circunstancias
ditar cómo es que estos seres experimentan historiador de profesión y soldado como re-
apocalipsis tuvo su origen en un virus par- vividas por Marc
de forma íntima, cada uno de los obstáculos sultado de las circunstancias. Vivió activa-
ticular que se transmite con una facilidad Bloch es intere-
que ahora se les imponen, por causa de la mente los dos grandes conflictos bélicos del
asombrosa entre las personas, principal- sante para valo-
pandemia. siglo XX. Trabajaba en el texto que traemos
mente por las exhalaciones respiratorias. Es ahora a colación, Apología para la historia o el rar su compro-
En cada una de las historias el lector se
entonces el causante de la mayoría de los oficio de historiador, precisamente a fines de la miso personal Apología para la historia
aventura a conocer sobre los desenlaces y
accidentes, desatinos y caos que muestran las peripecias de los personajes. Participa Segunda Guerra Mundial. Por algunos pasa- con la democra- o el oficio de historiador
los noticieros las veinticuatro horas del día, de los inesperados viajes de retorno hacia jes se deduce su contexto inmediato, al enor- cia y con la his- Marc Bloch
a los que se les suman otras circunstancias los hogares, conoce sobre los mitos relati- gullecerse de haber vencido en la Gran Gue- toria. Hasta el Fondo de Cultura
trágicas, tanto humanas como naturales. El vos a las pestes y las enfermedades, sobre rra, pero dejando en duda el resultado de la final no dejó de Económica de España
mundo está en pausa y la civilización global las creencias que surgen, sobre los remedios contienda que en ese instante está sucedien- escribir e investi- Madrid, 1996
se tambalea. tan particulares que se intentaron, sobre los do. En la Primera Guerra Mundial, llegó a ser gar. Es fácil ima-
De repente, las fronteras se cierran, los discursos de los líderes, las profecías de los sargento, luego capitán y al fin se le conde- ginarlo garabateando este libro sin apoyo de
viajes se cancelan, los viajeros viven verda- apocalípticos, y también de la gran tragedia coró con la Legión de Honor. En la Segunda, documentación, debido a su difícil situación
deras odiseas para llegar a sus hogares. El que significa el cierre de las fronteras para tras la derrota francesa de 1940 frente a las en el bando de la Resistencia. Probablemente
miedo a ese virus desconocido permite que los migrantes en su tránsito amargo y dolo- tropas de Hitler, Marc Bloch se refugió en es por eso que a veces refiere citas de memo-
conforme se agotan los recursos y se restrin- roso. Conoceremos de las creencias sobre la la Francia no ocupada y, pese a disponer de ria, pidiendo excusas porque no las recuerda
gen las actividades, en los pueblos y en las muerte, el manejo de los cadáveres en cir- oportunidades para huir a Estados Unidos, de manera literal, como cuando dice «Creo
ciudades se asomen el odio, la discrimina- cunstancias de catástrofe, el flagelo de la de- decidió incorporarse a la Résistance. En 1944, que fue Renan quien escribió un día (cito solo

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RESEÑAS

de memoria y me temo que con inexactitud) ciencias humanas, allí donde van todos los
…». Verosímilmente, cuando escribía este li- hechos que no pueden analizar racionalmen-
bro contaba con poco material bibliográfico te. Sin embargo, la Historia es para Bloch un
para consultar. concepto muy importante, repleto de signi-
Bloch fue fundador de la Escuela de los An- ficados. Así pues, comenta que le parece in-
nales, la cual proviene de la revista homónima apropiado decir que «la historia es la cien-
(Annales d’Histoire Economique et Social, 1929), cia del pasado». El pasado es un espacio sin
que él mismo fundó junto a Lucien Febvre. límites que no puede ser objetivo, ya que no
Estos dos historiadores pugnaron por lograr es factible deducir un conocimiento racional
una historia sintética, opuesta a la tradición de un conglomerado de asuntos unidos solo
positivista que se atenía exclusivamente a los porque ocurrieron en un mismo momento.
hechos. Eso les llevó a investigar no solo la Bloch piensa que los historiadores del pasa-
economía, sino los fundamentos culturales do hicieron sus memorias así, con el mismo
y la psicología social que existen detrás de nivel descriptivo de una percepción infantil,
cada fenómeno histórico. pero que ya es viable establecer categorías
De la obra que comentamos ha habido mucho mejor. A lo largo del libro nos da al-
muchas ediciones desde que Lucien Febvre gunos ejemplos de cómo las disciplinas se
rescatara el manuscrito incompleto para mezclan para explicar circunstancias que, al
editarlo en 1949. La traducción española de fin, pueden ser consideradas problemas his-

E n s ay o s
los años cincuenta del siglo pasado fue del tóricos.
célebre Max Aub. Algunas ediciones en es- Debemos comprender que el objeto de
pañol optaron por llamar al libro, simple- la historia es la humanidad. De tal modo,
mente, Introducción a la historia, en tanto otras Marc Bloch añadirá una definición perso-
se acercan más al original en francés Ápologie nal del concepto: «La historia es la ciencia
pour l'Histoire ou Métier d'historien, que se po- de los hombres en el tiempo», y explicará
dría traducir como Apología para la historia que el tiempo es el plasma donde se bañan
o la profesión del historiador. Es importante los acontecimientos y permiten su legibili-
valorar cómo, efectivamente, Bloch reflexio- dad y comprensión. El presente es la esencia
na en el texto sobre el oficio del historiador y a la cual los historiadores deberían atender
trata de responder a las preguntas ¿para qué de modo cardinal, puesto que un historiador
sirve la historia? o ¿por qué nos dedicamos a debe estar pendiente de la actualidad y amar
hacer historia? las cosas vivas: para comprender el pasado
Apología para la historia es una reflexión primero hay que comprender el presente.
sobre la historia como la ciencia social más
antigua. En el libro, Bloch diserta sobre la
palabra Historia, aludiendo a que ciertos so- @ José Luis Crespo y Luisa Pillacela
ciólogos la relegan al último escalón de las

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ENSAYOS ENSAYOS

simplemente no tiene ganas de hablar? dable, el café me había recalentado y por la


Después, al llegar al asilo, lo primero que puerta abierta entraba el aroma de la noche y
quiere es ver a su madre, pero le dicen que de las flores» (Camus, 1942, p. 14). Meursault
no. ¿No muestra esto su deferencia? es un hombre, como hemos dicho, vital, re-
El director del asilo le habla sobre la ma- flexiona en torno a estas cosas de la natura-
dre y que se aburría con él, y parece ser in- leza. y es en lo único que parece sentir goce,
diferente de lo que debe sentir o querer es- en los pequeños detalles de la naturaleza.
cuchar Meursault. Tan indiferente es, que le Aunque no tiene mucho que ver con nues-
da una conversación que para alguien que tra monografía, cuando los amigos de su ma-
acaba de perder a su madre, es inadecuada: dre van a velarla junto con él, Meursault sien-
«La hemos llevado a nuestro pequeño depó- te que están allí para juzgarlo, detalle que sin
sito. Para no impresionar a los otros. Cada duda nos hace pensar en que hacia el final
vez que un pensionista muere, los otros se de la novela será juzgado justamente por ese
sienten nerviosos durante dos o tres días. Y momento. Albert Camus, como buen escritor,
dificulta el servicio» (Camus, 1942, p.10). Nos va dejando huellas de lo que va a hacer.
preguntamos, ¿qué le importa a alguien que Se cansa de escuchar llorar a una señora,
perdió a un familiar estos detalles que solo lo pone mal, y en cierto momento siente que
@ Walter Toscano atañen a la tranquilidad del director para sí y la «muerta» no es nada para ellos, pero adu-
Fuente: Pinterest
sus pensionistas? Afirmamos que está fuera ce que seguro es una impresión falsa. Pero,
de lugar. todos esos viejos ensimismados, que nunca le
Un detalle a tener en cuenta para más dirigen la palabra, ¿no son acaso también in-
adelante, su madre nunca le importó la reli- diferentes? Afirmamos que lo son.
gión mientras vivió, pero pidió ser enterrada La hora más difícil para él, es en la cual
¿Es Meursault el único Notaremos que, en definitiva, Meursault, religiosamente. se tiene que despertar para ir a trabajar. Esto
se acomoda a la sociedad y en sus interac-
no-indiferente? ciones interpersonales es libre de cualquier
Cuando conoce al portero, se maravilla de afirma, y nos demuestra que sí es humano.
por Maximiliano Ranieri sus ojos. Si hay algo que aprecia Meursault Suele decirse que no siente nada, que es in-
atadura que esté por fuera de lo vital, de lo es la belleza. Veremos en qué cosas valora la diferente, ¿entonces por qué levantarse para
que realmente importa. belleza. ir al trabajo le cuesta como a todos los mor-
Para todo esto, analizaremos la obra, El El portero también es indiferente. Mo- tales?
Introducción
extranjero, tanto para responder a la pregunta mentos antes de velar a su madre, le conversa Pérez, el «novio» de su mamá, tampoco le
Abordamos esta monografía con la pre- inicial, y otras reflexiones que surjan a medi- toda su historia. Nadie parece darse cuenta dirige la palabra. Y hasta abandona el féretro
gunta que le da título: ¿Es el único no-indi- da avancemos cronológicamente con el tex- de lo que necesita el protagonista. cortando camino por el campo, que puede
ferente? to. Lo invita «al refectorio para cenar. Pero no ser o frialdad, o recuerdos de los paseos que
L'étranger debería de llamarse L'homme vital. tenía hambre» (Camus, 1942, p.13). A lo largo tenía con la madre de Meursault. Lo dejamos
Pues si hay un rasgo que lo define es la im- Primera parte, en libertad de toda la novela, Meursault siempre sien- en una incógnita.
portancia que le da a lo vital. Pareciera ser Ya de por sí el telegrama ni bien se abre te hambre y la satisface de inmediato. Hace Antes de ponerse en marcha, observa el
un personaje de Rousseau que ha encontra- el texto, es frío, indiferente. Ese escueto «en- rato que está sin comer, pero tiene el estó- paisaje y reflexiona «Hoy, el sol desbordante
do el estado de naturaleza, que se guía por tierro mañana» podría ser más suave. Su jefe mago cerrado. ¿No es esto un indicio de que que hacía estremecer el paisaje, lo tornaba
sus necesidades biológicas y todo lo de la no le da las condolencias, se molesta por los la muerte de su madre lo ha afectado? Para inhumano y deprimente». Sin dudas, viendo
sociedad le resulta al parecer ajeno, aunque días libres. Cuando toma el autobús, a una nosotros lo es. un hermoso paisaje, siente que ante la muer-
veremos que él se preocupa y mucho por las pregunta responde lo necesario, no parece Quiere fumar, pero por su madre no lo te de la madre, es una belleza que deshuma-
convenciones sociales. tener ganas de hablar. ¿Es por la madre? ¿O hace. Reflexiona «La temperatura era agra- niza, puesto que el sol hace precioso un lu-

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ENSAYOS ENSAYOS

gar en el cual su madre ha muerto, sin que al «Recorté un aviso de las sales Kruschen y la falta de vitalidad de una unión entre hom- Más adelante tenemos lo siguiente: «Ma-
sol le importe esto. El mundo sigue girando lo pegué en un cuaderno viejo donde pongo bres que nada le dice, ni nada lo justifica. ría y yo concluimos de preparar el almuer-
después del día en que te morís. Hasta el sol las cosas que me divierten de los periódicos» En lo único que pueden ser camaradas es zo. Pero ella no tenía hambre; yo comí casi
es indiferente, la naturaleza es indiferente. Y (Camus, 1942, p.30). Aunque lo hace solo por en lo siguiente: «Me explicó entonces que se todo» (Camus, 1942, p. 51). Debido al suceso
estos pensamientos de Meursault, nos siguen «hacer algo» demuestra que él también sabe había enterado de la muerte de mamá pero violento, María parece ser interpelada como
respondiendo la pregunta que planteamos al divertirse. El procurador que lo acusa dice que era una cosa que debía llegar un día u mujer a sentirse mal porque una de su género
principio. Durante la marcha al lugar de en- que no tiene corazón, ¿qué ser sin corazón se otro. Era lo que yo pensaba» (Camus, 1942,p. haya sido golpeada, y se le cierra el estóma-
tierro, y en él, los pensamientos del persona- divierte con avisos? 45). Sí, están de acuerdo en esto, pero sabien- go; a Meursault no, porque tiene hambre y
je son oscuros, hasta asemeja un color de un En el tercer capítulo de la primera parte, do Raimundo esto, ¿por qué le habló de otra ese hecho no le importa, sin dejar de tener en
objeto con la sangre. tenemos sobre la interacción con su jefe: «Me cosa? ¿Para entretenerlo y hacerlo pensar en cuenta que creía que Raimundo tal vez tenía
Pasamos al segundo capítulo. preguntó si no estaba demasiado cansado y otra cosa? O, más bien, ¿para que le haga un razón en querer castigarla, aunque no sabía
Reflexiona en torno al patrón y al darse quiso saber también la edad de mamá. Dije favor? Le habla porque quiere un favor, lo de que lo haría a golpes, puesto que había dicho
cuenta de su molestia dice «Por supuesto, ´alrededor de los sesenta´ para no equivocar- la madre lo trae sin cuidado. Tal vez el úni- que haría otra cosa. El asunto es que puede
esto no me impide comprender a mi patrón». me y no sé por qué pareció quedar aliviado co criminal de la novela, es el único que es comer, porque eso no le compete, pero sí que
En vez de pensar en su madre, está pensan- y considerar que era un asunto concluido» considerado inocente. En este mundo que no pudo comer por su madre. Lo que encon-
do en lo que le molesta a su patrón. Esto es (Camus, 1942, p. 35). Lo que se desprende de nos plantea la novela (el mundo de esta no- tramos más irónico, es que más adelante Ma-
lo que planteamos casi al principio, que no esta cita son dos cosas, la primera y no sé si la vela) parece que aquel que golpea a su mujer ría acepte ir a la casa del amigo de la persona
es ajeno a las convenciones sociales. Se pone más importante, es que Meursault no quiere merece más vivir que alguien que no llora a que le hizo cerrarse el estómago, ¿indiferen-
en el lugar de su patrón y aunque no lo ata faltar el respeto a su difunta madre diciendo su madre. Pero a lo largo de toda la novela, cia? Por supuesto. No podemos evitar repetir
su molestia, esto no le impide entenderlo. ¿Es una edad que no es, y segundo, el jefe parece veremos que todos son unos criminales de la esta palabra hasta el hartazgo.
tan extranjero como dicen todos? Al parecer haber llegado a la conclusión de que era vieja vitalidad. Por ejemplo, Raimundo, pegándole Luego de que María se va, hablan los dos,
no. y por ende no había tanto que lamentar. Su a una mujer, va en contra de la vitalidad de la y Meursault concluye que es un momento
Ve a María, después de mucho tiempo, y jefe también es indiferente. libertad. A una mujer no se le pega, tampoco agradable. ¿Disfruta la compañía? Sí. Y aun-
admite que sintió deseo (hombre vital) por En las página subsiguientes, vemos a Sa- a un hombre. que le da igual ser testigo, lo hará.
ella en otro momento. Salen juntos y van al lamano, que golpea sin piedad a su perro Ya en el capítulo IV vuelve a aparecer Ma- Al volver al edificio, Salamano ha per-
cine y él le cuenta lo de su madre. Ella no dice (indiferencia hacia el dolor animal, vemos ría, que le pregunta si la ama, y él le dice que dido a su perro, Meursault intenta ayudar-
nada, y luego ríe en la película. ¿Es también reflejado aquí el maltrato animal, sin contar no tiene importancia. Claro, para Meursault, lo, aconsejándolo, y llegamos a lo siguiente:
María indiferente? Sí, y lo iremos demostran- que tiene sarna y no lo cura) y él también tie- como hombre vital que es, lo único que im- «Cerró la puerta. Lo oí ir y venir. La cama
do. ne costras (indiferencia hacia la propia ima- porta es el deseo, ella parece alicaída, pero crujió. Y por el extraño y leve ruido que atra-
A Meursault no le gustan los domingos, gen) y luego vemos a Raimundo, que tiene después se le pasa y ríe. Tal vez Meursault, vesó el tabique, comprendí que lloraba. No
pero en este en particular no tiene ganas de su habitación sucia y la cama deshecha (in- si hubiese seguido viviendo, la habría ama- sé por qué pensé en mamá. Pero tenía que
hacer nada, afirmamos que el desánimo no diferencia por el orden y la pulcritud). Rai- do, al casarse, pero por el momento lo único levantarme temprano al día siguiente. No te-
se debe solo al día que es, sino por su pér- mundo habla con el personaje, y le pregun- que siente es deseo. ¿Es un extranjero, o es nía hambre y me acosté sin cenar» (Camus,
dida, y no quiere ser preguntado en el restó ta dos veces si quiere que sean camaradas. honesto? Muchas veces solo sentimos deseo 1942, p. 54). ¿No vemos acaso que no puede
del Celeste. No le gusta, ¿a quién le gustaría? A Meursault le da igual, dice no tener nada y nos atrevemos a decir que a veces confun- comer cuando piensa en su madre o escucha
Cuando perdemos a un ser querido, lo menos por lo cual no hablarle, y se ahorra preparar dimos deseo con amor, o deseo con obsesión llorar? Y Salamano, que maltrató siempre al
que queremos es que nos hagan preguntas. la cena. Se convierten en camaradas. A Rai- y acostumbramiento, y a esto lo llamamos perro, ¿no es acaso un hombre que hasta que
Más adelante, cuando lo interroguen por el mundo parece importarle poco la falta de in- amor, Meursault no se miente a sí mismo ni a no pierde lo que tiene no sabe lo que quiere?
crimen que cometió, no le molestará respon- terés que demuestra Meursault. Pero no nos los demás, sabe muy bien lo que siente. María ¿Quién es el extranjero de sí mismo, Meur-
der, salvo cuando le hagan repetir las res- confundamos, Meursault no es un extranjero parece enamorada, y es ella la extranjera de sault, o Salamano y todos los demás? Todos
puestas una y otra vez. Así que no es que no porque le sea indiferente ser el camarada del ilusionarse ante un hombre que le dice que los demás.
le gusten las preguntas en sí. «guardalmacén» de lo que es extranjero es de no tiene importancia. En el capítulo V, una página adelante, ve-

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ENSAYOS

mos que él considera su vida agradable, y le da igual otro tipo de vida


en París. Esto no demuestra que sea indiferente, él es muy consciente de
que un cambio de lugar no le cambiará la vida y su forma de llevarla (o
sobrellevarla).
Veamos: «´¿No quieres saber qué tengo que hacer?’. Quería de ve-
ras saberlo, pero no había pensado en ello, y era lo que parecía repro-
charme. Se echó a reír ante mi aspecto cohibido y se acercó con todo
el cuerpo para ofrecerme la boca» (Camus, 1942, p. 58). Él tenía interés,
pero no lo pensó. María parece querer que ella le importe, y se toma de
lo más normal su falta de preguntas y su aspecto cohibido, puesto que
ríe. Olvida rápido. No es que Meursault no se interese por las cosas, es
solo que es tan práctico y, lo repetimos, vital, que ni siquiera piensa en
eso.
Antes le ofrece casarse, ella quiere casarse sin ser amada, ¿no es in-
diferente acaso de Meursault y sus deseos? Ella no parece notar nada,
solo quiere hacer lo que ella quiere hacer. Meursault no ve nada de
malo en casarse y accede.
Hacia el final del capítulo vemos a Salamano diciendo que sabe que
el protagonista quería a su madre. Pero él no se siente desdichado, se lo
toma de lo más natural.
En el capítulo VI van hacia la casa de playa que sería fatal para la
historia, sus playas. Meursault no deja de decirle a María que está her-
mosa. Piensa por primera vez en que se va a casar. «Nos alejamos con
María y nos sentimos unidos en nuestros movimientos y en nuestra sa-
tisfacción» (Camus, 1942, p. 67), otra muestra de sentimientos en el apa-
rente frío protagonista.
Luego, Masson, el amigo de Raimundo, conjunto a él y Meursault,
salen a pasear por la playa y ven a los árabes. Se pelean. Meursault ya se
siente amodorrado por el sol, como ofuscado.
Luego salen Raimundo y el protagonista, y ven a los dos árabes, en
una roca, y Raimundo le pregunta si tumba a uno de ellos, Meursault
decide decirle algo más que no, para que no haga nada. Esto demuestra
que teme que Raimundo los lastime o los mate. Meursault no siente nin-
gún deseo de dañar a nadie.
Luego sale solo, por ir a ver el manantial, y se encuentra con el ára-
be del cuchillo. El sol lo tiene confundido, se está insolando, y le duele
la cabeza. Cuando ve resplandecer el cuchillo, decide disparar, y lue-
go dispara más veces, tal vez para cerciorarse de matarlo. ¿Lo hace en
defensa propia? Se puede decir, o entendemos, que el efecto del sol, la
amenaza, no lo hacen pensar claramente. Como hemos dicho, antes no
tenía ningún deseo de matar, y cuando lo hace, tampoco tiene el deseo
de hacerlo, actúa casi como un autómata por lo que sus impulsos vita-

13 | visorliteraria.com Fuente: Babelio


ENSAYOS ENSAYOS

les lo obligan a hacer. nudo mis sentimientos. El día del entierro de le dice que van a casarse y volver a bañar- necesita. Para pasarlo bien en la cárcel se de-
Para concluir con las reflexiones y los de- mamá estaba muy cansado y tenía sueño, de se. Al parecer, que su prometido haya sido dica a recordar. Como dice, una reflexión tan
talles de la primera parte, podemos decir que manera que no me di cuenta de lo que pasa- un asesino no le importa en absoluto. Sonríe interesante y que nos interpela: «Comprendí
hemos visto la indiferencia que tienen todos ba. Lo que podía afirmar con seguridad es como si no hubiese pasado nada. Él se vuel- entonces que un hombre que no hubiera vivi-
los personajes, excepto Meursault. Todos, de que prefería que mamá no hubiese muerto» ve para mirarla antes de salir, gesto humano, do más que un solo día podía vivir fácilmen-
un modo u otro, demuestran que son indi- (Camus, 1942, p. 84). Acá él mismo lo dice, sus de querer ver lo más que se pueda a alguien. te cien años en una cárcel. Tendría bastantes
ferentes en muchos aspectos. Llegaremos a sentimientos se ven afectados por sus nece- Hasta dice que quería charlar con ella, pese recuerdos para no aburrirse. En cierto sen-
una conclusión más general, al final del pre- sidades físicas, ¿no es un hombre en estado a que le molestaban los ruidos. María lo hace tido era una ventaja» (Camus, 1942, p. 102).
sente trabajo. de naturaleza? ¿Acaso no dice que no quería feliz. No es indiferente de esa visita. Pero acá ¿Recordaríamos, si tuviéramos solo un día
que su mamá muriese? Sin embargo al abo- podemos concluir, que María es sin duda una de vida en el mundo libre, miles de detalles
Segunda parte, convicto gado esta afirmación no le parece suficien- persona extranjera. Quiere casarse con un para cien años? Puede ser. Esta reflexión a la
te. No quiere decir cosas falsas, Meursault, asesino, que le dijo que no tenía importancia, que llega Meursault, no solo nos demuestra
Tal vez debamos adentrarnos en más de-
como ya hemos visto, es muy honesto. Tan ni casarse, ni el amor. ¿Está un poco trastor- que no es un extranjero de los sentimientos,
talles que en la sección anterior, sobre todo sino que es inteligente, como ha demostrado
honesto que muere. Tal vez la persona más nada? Lo pareciera, es absurdo.
porque está pleno de contenido, y el absur- Más adelante, mientras Meursault re- en contadas ocasiones., por ejemplo a la hora
honesta de toda la novela, honesta consigo
dismo que ya se respira desde las primeras flexiona sobre el acostumbramiento de estar de hacer la carta para Raimundo.
misma y con los demás, no como Salamano
páginas, acá alcanza su punto culmine. en una celda, dice que su madre decía que Vive en vigilia seis horas, come, hace sus
que maltrataba a su perro y después llora,
Después de hablar con el juez de instruc- uno se acostumbra a todo. No hemos podido necesidades naturales, recuerda, y mira el
o Raimundo que abofetea a una mujer y no
ción, dice: «Me pareció muy razonable y sim- se siente arrepentido; tal vez la persona más ver nada de la madre, pero acá notamos que mismo relato periodístico. Sobre éste re-
pático en resumen, a pesar de algunos tics honesta recibe la pena capital, cuando no se hasta ella es absurda, llora porque va a ir un flexiona: «Por un lado era inverosímil; por
nerviosos que le estiraban la boca. Cuando la merece por nada del mundo, ni siquiera asilo, cuando se aburre con su hijo, cuando otro era natural. De todos modos, me pare-
salí, hasta iba a tenderle la mano, pero recor- por el asesinato, si es que solo fuese juzga- siempre tenía la letanía de que uno se acos- cía que el viajero lo había merecido en parte
dé a tiempo que había matado a un hombre» do por eso, cosa que no sucede. Dice Meur- tumbra a todo. Si decía eso, ¿por qué lloró y que nunca se debe jugar» (Camus, 1942, p.
(Camus, 1942, p. 82). Vuelve a demostrar que sault, ante la contrariedad hacia él del abo- por ir al asilo? Tal vez, cuando nos acostum- 103). Su vida en la cárcel se ajusta al tipo de
tiene en cuenta las convenciones sociales, su gado, «Sentí deseos de asegurarle que yo era bramos mucho a una vida, por más que se- vida que un tipo tan cabal e independiente
parte de satisfacer lo vital, que es tenderle la como todo el mundo, absolutamente como pamos que nos acostumbraremos a otra, no puede vivir, tiene todo lo que necesita, todo
mano porque lo encuentra de su agrado, se todo el mundo. Pero todo eso en el fondo no queremos el cambio. Pero Meursault, cuando lo más vital, salvo ir al mar. Y concluye que
ve eclipsado por el hecho de saberse culpa- tenía gran utilidad y renuncié por pereza.» le ofrecen ir a París, sabe que se acostumbra- no se debe jugar. No se refiere a que no hay
ble. En ningún momento ignora Meursault (Camus, 1942, p. 85) ¿Lo vemos en este pasa- rá, y por ende sabe que no significará ningún que jugar juegos, ya vimos que recorta co-
que ha cometido un crimen. je? Desea una mejor relación interpersonal, cambio, y es consciente de ello, por eso no sas divertidas y las pega en un cuaderno, se
Después tenemos su primera conversación como siempre, pero renuncia por sus impul- le gusta ni le disgusta, como casarse tampo- refiere a jugar con la gente, a engañarlas, a
con el abogado que le dice «Vamos al grano» sos vitales (otra palabra clave que repetimos co le cambiará nada. Nada puede cambiar a hacerles bromas; porque puede traer con-
(Camus, 1942, p. 83). Al parecer el hecho de y repetiremos mucho). Y su honestidad sigue Meursault, porque él acepta acostumbrarse secuencias, equívocos. Y si hay algo que no
que haya matado a un hombre solo le pare- condenándolo, cuando se rehúsa a decir que a todo, siempre y cuando pueda satisfacer define a Meursault en sus interacciones, son
ce correcto decir, «vayamos al grano», como confía en Dios y que va a volver a sus brazos. sus deseos vitales. los equívocos. Los que pueden adjetivarse
si no importase nada que había un hombre El segundo capítulo es muy interesante. Y esto es lo que lo carcome al principio así son todos los otros personajes, Salamano
muerto. El abogado le pregunta si sintió pena Primero vemos los primeros esbozos de de su estadía en la cárcel. Bañarse en el mar, maltratando a un perro que luego extrañará,
el día del velatorio de la madre, y él le res- pasarlo en una cárcel, y cómo le gusta ver el las mujeres. Admite que el castigo está jus- María amando a un hombre que le dice que
ponde que ha perdido la costumbre de inte- mar desde su celda. tamente en estar privado de mujeres. Otra no tiene importancia si la ama, todos se equi-
rrogarse a sí mismo, y que no lo sabe. Y añade Llega el día de la visita de María, «La en- cosa a la que tiene que acostumbrarse es a la vocan en su trato con las personas.
luego: «Le expliqué que tenía una naturaleza contré muy bella, pero no supe decírselo» falta de cigarrillos, hasta que se acostumbra, En el capítulo III después de saber cómo
que las necesidades físicas alteraban a me- (Camus, 1942, p. 95). Se cohíbe. Ella sonríe y la nicotina ya no recorre su cuerpo, y no lo es su vida en la cárcel, es llevado por su jui-

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ENSAYOS ENSAYOS

abanicarse. ¿Esa mujer autómata, eficaz, la muerte y escribe este libro? No, Camus
práctica, que él siguió porque algo le llamó la hizo que su personaje nos hable a nosotros,
atención, era otro igual en femenino? ¿Tenía al lector. Meursault le habla directo al lec-
Meursault sus equivalentes en los dos géne- tor, arruinando el artificio de lo verosímil;
ros? ¿Es esto lo que nos quiere decir Camus? a la vez que nos muestra que Meursault, al
¿Qué la mujer autómata debería de ser su no tener en su mundo una persona digna de
María? ¿Y el periodista joven su Raimundo? escucharla, apela a nosotros, los lectores,
Puede ser. para comprenderlo; casi con la esperanza de
Luego empieza el momento de los testi- encontrar en ese otro mundo, el nuestro, un
gos. y el presidente empieza. El procurador rayo de esperanza de difuminar tanto el ab-
ante lo que dice el director del asilo dice que surdo y el odio hacia su persona. Como ve-
no tiene nada que preguntar, y Meursault re- mos, Meursault no la considera amante, tam-
flexiona: «por primera vez desde hacía mu- poco futura esposa, sino María, con todo lo
chos años tuve un estúpido deseo de llorar que eso significa. María es María. Su deseo,
porque sentí cuánto me detestaba toda esa la mujer que lo ama, el nombre sin metáforas;
gente» (Camus, 1942, p. 114). No llora por su sin máscaras; porque es lo que intuye Meu-
madre porque le parece natural, y aunque rsault, que las personas son su nombre, que
Fuente: Rialta.org sí siente la angustia (recordemos que se le evoca quién realmente son, así como el árabe
cerró el estómago dos veces por su madre) es el árabe, sin darle importancia al nombre,
ahora tiene ganas de llorar por algo que real- porque no le importa el nombre (a nadie pa-
mente da motivos, que es ser detestado por rece importarle) de alguien que en su forma
las personas ante las que comparecés, como vital de vivir nada significa para su vida, sal-
si fueses el bicho Kafkiano. Así se siente él. vo la amenaza del cuchillo.
cio a comparecer, y dice: «Me preguntó poco lar impresión de ser mirado por mí mismo» Comprende que es culpable cuando habla Dice el procurador: «Sobre todo cuando el
después si estaba nervioso. Respondí que no. (Camus, 1942, p. 109). Primero, pero no tan el portero. El abogado parece darse cuenta vacío de un corazón, tal como se descubre en
Y aun, en cierto sentido, me interesaba ver importante de este singular pasaje, y único, de lo absurdo que es el proceso. En el cual este hombre, se transforma en un abismo en
un proceso. No había tenido nunca ocasión es que los periodistas también son indiferen- se lo juzga por su comportamiento con res- el que la sociedad puede sucumbir» (Camus,
de hacerlo en mi vida» (Camus, 1942, p. 106). tes de lo que sucede. Segundo, «la singular pecto a la madre. Para resumir todo el pro- 1942, p. 129). ¿La sociedad sucumbe por un
Como bien dice de un único día de vida para impresión de ser mirado por mí mismo», un ceso, se puede decir que es la primera vez hombre como Meursault? ¿O sucumbe por
cien años de cárcel, el proceso le dará más hombre que lo mira sin expresar nada defi- que Meursault quiere besar a un hombre, es todas las personas que lo acusan de insensi-
para recordar y, sobre todo, cosas nuevas. nible, ¿es su igual? ¿Acaso el extranjero, en decir a Celeste, por cómo lo miró; también, y ble, y de sus testigos que fueron conocidos,
Cuando está a punto de empezar su proceso, este mundo de absurdos, ha encontrado un lo inútil que son todos los demás testigos a la amigos, parejas, que no saben expresar la
sucede lo siguiente: «Los periodistas tenían semejante? ¿Será también un hombre vital hora de defenderlo, sobre todo María. verdad pura del corazón de Meursault? La
ya la estilográfica en la mano. Aparentaban que sabe leer en Meursault que está frente a El anteúltimo capítulo, es breve, y está verdad de que es un hombre que vive con el
todos el mismo aire indiferente y un poco un igual? Puede ser. Quizás Camus quiso que bien. En una parte que habla el procurador, corazón, que nada con el corazón, que aco-
zumbón. Sin embargo, uno de ellos, mucho nuestro personaje, casi al final de su crónica, Meursault nos dice: «y, por fin, el retorno con mete el sexo con el corazón, que no miente
más joven, vestido de franela gris con corba- no esté tan solo en este mundo tragicómico María. Necesité tiempo para comprenderlo con el corazón. Sin dudas, es el mundo del
ta azul, había dejado la estilográfica delante de la novela, pero podría decirse mundo de en ese momento porque decía ´su amante´ y revés.
de sí y me miraba. En su rostro un poco asi- la realidad, ya que se le asemeja mucho. Du- para mí ella era María» (Camus, 1942, p. 126), El proceso finaliza con ser condenado a
métrico no veía más que los dos ojos, muy rante el interrogatorio, ve que ese periodista digo nos dice, porque, ¿a quién le cuenta su muerte. Tanto que hablaron de su alma, y
claros, que me examinaban atentamente, y la mujer que él considera autómata, que la historia Meursault? Cuando en el final se que no pudo decir nada, y que se habló más
sin expresar nada definible. Y tuve la singu- conoció en el restó de Celeste, lo miran sin dirige hacia su muerte, ¿acaso se salva de de él que de su vida, él siente un vértigo, algo

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ENSAYOS ENSAYOS

se desmorona. Y reflexiona, y dice que no tie- que tiene el corazón seco y que rogará por él, demostrado que si hay algo de lo que no es a sí mismo, Meursault es el único no-indife-
ne nada que decir a su sentencia. Meursault estalla por segunda y última vez, extranjero Meursault es sí mismo? ¿No sabe rente de este mundo novelesco que se parece
que él siempre tuvo razón, que él eligió esto acaso mejor que cualquiera de los persona- tanto a nuestra realidad en la cual vivimos.
Y el último capítulo, Meursault grita y no aquello, que el perro de Salamano valía jes del libro lo que quiere? No podemos estar Su absurdismo del cual es víctima, podemos
lo mismo que su difunta mujer, que Celeste más en desacuerdo con esta sinopsis. Lo últi- serlo todos. Cuanto más honesto seamos, el
Llegamos al último capítulo, muy rico en
valía más que Raimundo, era mejor hombre, mo a discutirle es lo siguiente: «llega al ase- mundo más nos comerá. Cuanto menos aten-
contenido, demasiado condensado. A veces
que todos estaban condenados, que no eran sinato, a la prisión, al patíbulo, y no hay para damos a la convenciones sociales, más juzga-
tiene esperanzas de la apelación, le entra frío
sus hermanos, que todo había sido absurdo. él, en este inevitable proceso, ni rebeldía ni dos seremos.
después de pensar en sus esperanzas. Tiene
Después de hacer llorar al Capellán, al esperanza». ¿No es acaso rebeldía el no su- La enseñanza de este libro, es que hay que
miedo. Tiene esperanza de no ser condenado.
despertar de su sueño tiene tiempo de pensar cumbir a la religión cuando todo el mundo le llorar a nuestras madres, porque después
Pero trata de pensar que sí va a morir, porque
en el olor de la tierra, de la sal, sigue siendo dice que ha pecado y seguro le espera el in- pueden juzgarnos como criminales. Ser un
su espíritu práctico le dice que no va a lograr
un hombre vital. fierno por no arrepentirse?, ¿no hemos visto hombre vital no es un pecado, es una hazaña.
salir indultado de la apelación, y por ende
Nadie tenía derecho de llorar a su madre, que siente esperanzas de ser perdonado? No,
debe, como decía su madre, acostumbrarse;
porque ella había encontrado que pronto la lectura que hace la editorial es totalmente Bibliografía
en este caso a la idea de la muerte inminente. lo opuesto a lo que hemos planteado en estas
No quiere recibir al capellán. Espera el alba moriría y la felicidad con su novio, no, ¿por Camus. A. (1942), El extranjero, ed. 6°, Capital
qué llorar a alguien que va a encontrar el re- páginas. Federal, Editorial Booket.
despierto, porque no quiere que lo decapi- Volviendo a la pregunta inicial, sacando
ten sin estar prevenido. Su oído se agudiza. poso? Donde lo va a «revivir todo» (Camus,
1942, p. 154), concluye, que ante la tierna in- a la mujer autómata, a Celeste, y al hombre
Hasta él dice que se acostumbra a la muerte joven que lo mira como si se estuviese viendo
que le llegará pronto. Extraña a María, ¿no es diferencia del mundo, en una noche que ve
acaso un hombre con corazón? las estrellas, fue feliz, y lo era todavía.
El capellán aparece, él le dice que no cree
en Dios, «en cuanto a mí no queríia que me Conclusión, no a la sinopsis, y la respuesta a
ayudara y precisamente no tenía tiempo nuestra pregunta
para interesarme en lo que no me interesa- Meursault para no sentirse solo, espera
Maximiliano Ranieri (San Martín, Buenos Aires, Argentina, 1993). Es escritor desde los
ba» (Camus, 1942, p. 148). A punto de morir, ver los rostros de odio el día de su ejecución,
trece años. Estudió Letras en la Universidad de San Martín. Es escritor de novelas, poema-
¿para qué interesarse en algo que no intere- porque es ese mundo que lo rechazó todo
rios, antologías, misceláneas y ensayos. Tiene dos novelas publicadas, ocho inéditas, y algunos
sa si solo te quedan momentos de vida para el tiempo, el que puede acompañarlo como
poemas publicados en antologías de poemas del Instituto Cultural de Junín.
recordar aquello que sí te interesa? Aun no siempre lo ha hecho: sin comprenderlo.
se sabe lo de la apelación. Él no es como su Para finalizar, podemos estar de acuerdo,
madre, que cerca de la muerte pidió ser en- en que estamos en desacuerdo con la sinop-
terrada en terreno cristiano, él no falla a sus sis de la contraportada del libro que hemos
convicciones; al igual que su madre jamás utilizado para hacer esta monografía, El ex-
profesó la religión, solo que él era ateo, pero tranjero, de Albert Camus, edición Booket.
su madre sucumbió al miedo, por más que Dice así: «Extranjero en la tierra». ¿No será
él también sienta miedo, cosa que afirma. El acaso que los que moran la tierra son extran-
capellán se enoja ante este determinismo de jeros de ella y no Meursault? ¿O acaso es un
no necesitar a Dios para ser perdonado an- extranjero de la tierra en tanto que es el úni-
tes de morir, tanto lo molesta, que Meursault co no absurdo e indiferente de este mundo
grita, consultado sobre qué vida quería lle- que nos relata?
var: «¡Una vida en la cual pudiera recordar Y luego prosigue inmediatamente des-
ésta!» (Camus, 1942, p. 151) El capellán le dice pués: «extranjero de sí mismo». ¿No hemos

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ENSAYOS

Hibridismo en los arquetipos del feminismo: de


la cultura occidental al mito americano en El
lugar sin límites, de José Donoso
por Shaimaa Magdy Marruf Abd El Hady1

Resume
La novela del escritor chileno José Donoso, El lugar sin límites2 (1966),
nos presenta una serie de interrogantes en cuanto a la sexualidad y la
identidad de género, reflejando una cultura patriarcal y en un pueblo
imaginario que refleja la maldad de la realidad, a su vez creemos que
el feminismo aquí expone la cultura hispanoamericana en la época de
posmodernidad. En otras palabras, el personaje femenino en la novela
sufre la pérdida de su identidad, a su vez se simboliza la identidad his-
panoamericana y el hibridismo.
Palabras claves: Feminismo, hibridismo, posmodernidad, género,
identidad

Abstract
The novel by the Chilean writer José Donoso, The place without limits
(1966), presents us with a series of questions regarding sexuality and
gender identity, reflecting a patriarchal culture and an imaginary town
that reflects the evil of reality. At the same time, we believe that femi-
nism here exposes the Hispanic American culture in the postmodern
era. In other words, the female character in the novel suffers from the
loss of her identity, in turn symbolizing the Hispanic-American identity
and hybridity.
Key Words: Feminism, hybridism, postmodernity, gender, identity.

Introducción
José Donoso (Santiago de Chile, 1924-1996), pertenece a una familia
burguesa destacada dentro de su país. El escritor mismo lo manifestará
en una entrevista realizada en 1977 (Nora B. Leiva Silva, 2013, pp. 1-3),
en el programa español A Fondo: «el acceso a una educación bilingüe
de elite y la motivación recibida por su familia y una profesora, fueron
factores determinantes en el desarrollo de su interés por la lectura, es-
pecialmente la de autores europeos y norteamericanos» (Nora B. Leiva
Silva, 2013, p. 3).
Gracias a una beca, se va al extranjero a cursar filología inglesa en la

Fuente: Biografiasyvidas.com visorliteraria.com | 22


ENSAYOS ENSAYOS

Universidad de Princeton, más tarde ha pu- él gana el premio William Faulkner en 1962 reiterada y con renovados discursos susten- Feminismo: De la cultura occidental al mito
blicado sus dos primeros cuentos en lengua (Gloria Hervás Fernández, 2015, p. 249). Y a tan las teorías que asocian a los hombres con americano
inglesa: The blue woman (La mujer triste) y The Este domingo (1966), se destaca el contraste de la cultura y a las mujeres con la naturaleza
Las culturas latinoamericanas han sido
poisoned pastries (Las magdalenas envenenadas) puntos de vista de dos clases sociales, sucede (Justa Montero, 2016 , p. 169).
muchas veces la base para el desarrollo de
(entre 1950 y 1951) (Gloria Hervás Fernández, una de las novelas más intensas del autor: El A lo largo del siglo XX, las ciencias so-
teorías sobre mezclas culturales, sobre todo
2015, p. 249). lugar sin límites (1967), la acción transcurre en ciales en la continente trata el movimiento
en la primera mitad del siglo XX cuando se
Pocos años más tarde, su obra literaria se un miserable pueblo imaginario del centro de modernización latinoamericano como un
descubre que el «proyecto del modernismo»
inicia con la publicación de China (1954), la de Chile, donde brota una reprimida sexuali- proceso marcado por el conflicto continuo
occidental se acercaba a su final y se busca-
que se publica por la editorial Zig-Zag, su dad con una violencia de la que es víctima un entre los procesos de racionalización y secu-
ban otras alternativas mentales, en el curso
primer cuento en español, que aparece en travesti. Donoso cambia su estilo en su libro larización de la vida social, a su vez se luchan
de ese proceso de descolonización, ya que
Antología del nuevo cuento chileno. Luego, han Historia personal del boom y El lugar sin límites. los mecanismos de preservación de un orden
los europeos tienen la visión de otro y recha-
seguidos dos libros cuentisticos, Veraneo y A continuación, otro evento de importan- tradicional que sería un elemento del com-
zan la cultura de los indígenas y ponen su
otros cuentos (1955) y El Charlestón (1960) (Nora cia mundial brota, que también es determi- portamiento social. Creemos que la moder-
cultura como la base. En otras palabras, se
B. Leiva Silva, 2013, p. 5). Su narrativa mues- nante en el surgimiento del boom latinoame- nización no se concretizaría plenamente en
exponen la teoría de «nosotros» y «otro». En
tra la influencia de la literatura anglosajo- ricano o del éxito de la nueva novela: este es el continente por la tradición o hasta algu-
otras palabras, se produce el concepto de he-
na (Charles Dickens, Henry James, William el triunfo de la Revolución Cubana en 1959 nas formas premodernas. En otras palabras,
Faulkner, John Dos Passos, John Steinbeck, (Gloria Hervás Fernández, 2015, p. 249). Tres terogeneidad cultural, que se concentra en
la novela chilena refleja esta perspectiva a
Truman Capote) y otros autores europeos años después de que Fidel Castro tomara la situación social de los indígenas. En lugar
través del personaje femenino-masculino.
como Thomas Mann, Jean-Paul Sartre y Al- en sus manos el gobierno cubano, donde el de implicar una asimilación de los grupos
De allí, el personaje Manuela encuentra di-
bert Camus; tiende a explorar, en espacios primer congreso de intelectuales hispanoa- marginalizados, ahora se demanda un nuevo
ficultad para integrarse en la sociedad por
confinados, los mecanismos de la violencia y mericanos tiene lugar con colaboración con concepto de cultura nacional, lo que se coin-
su identidad del género, y su destino es la re-
los efectos del miedo. En 1957, el autor chi- Chile. A este congreso asisten los escritores puesta de la pregunta del Doctor Fausto de cide con la perspectiva de Walter Mignolo:
leno escribe, su primera novela autobiográ- Pablo Neruda, Carlos Fuentes, José Donoso y Marlowe, «Primero te interrogaré acerca del «Desde ésta perspectiva la “otredad”, en-
fica de su medio y de su familia, Coronación, Alejo Carpentier entre otros. infierno. Dime, ¿dónde queda el lugar que tendiendo en primer lugar y de manera
en 1957. Gracias a esta obra, Donoso llega a José Donoso se va de Estados Unidos para los hombres llaman infierno?», y Mefistófeles implícita la negación de la “novedad”, y
nivel internacional gracias a la iniciativa de irse a España en 1967 con la intención de y por otro, la negación implícita de la “uni-
responde a Fausto: «el Infierno no tiene lími-
versalidad abstracta” propios del proyecto
su esposa y el apoyo de Carlos Fuentes, quien terminar su novela, El obsceno pájaro de la no- tes, ni queda circunscrito / a un solo lugar, moderno y que aún hoy continúan invisi-
le indica que esta novela se publique en los che que se publica en 1970. En 1980, regresa porque el infierno / es aquí donde estamos / bilizando la colonialidad. Un paradigma
Estados Unidos. a Chile para quedarse en su país. En 1990, y aquí donde es el infierno tenemos que per- “otro” emerge en su diversidad…. Por ello
En 1956, el escritor gana el Premio Muni- recibe el Premio Nacional de Literatura y en manecer». En el caso de personaje femeni- un “paradigma otro” no es un “paradigma
cipal de Santiago con su libro de cuentos, el 1996 muere de cáncer. no-masculino, cual posee no-lugar en la so- de transición”, sino un paradigma de “dis-
cual incluye los cuentos Veraneo, Tocayos, Una Por otro lado, la novela, El lugar sin límites, ciedad, tiene espíritu femenino en el cuerpo rupción”, entroncándose por lo mismo en
señora, Fiesta en Grande, El güero, Dinamarquero transcurre el destino de los personajes y sus masculino, así su vida no tiene límites o sea la discontinuidad de la tradición clásica»
y Dos cartas. Donoso se pertenece a la Gene- historias: Manuel-Manuela, o sea su carácter (Walter Mignolo, 2000, p. 51)
es un personaje híbrido. En otras palabras,
ración de los 50 (Gloria Hervás Fernández, en la develación de su ser íntimo de mujer; este personaje refleja aspecto multicultural Donoso arroja la luz a través de El lugar sin
2015, p. 249), la cual se caracteriza por una nos interesa la relación entre el feminismo y que existe en el continente hispanoamerica- límites la necesidad del individuo de encon-
común intención de denunciar, a través de la el hibridismo que refleja el personaje de ma- na y la lucha para aceptar la diversidad. Este trar su identidad y lograr auto-realización, lo
ficción novelesca, la decadencia de las clases nuela. Este simbolismo se coincide con la fra- no significa opción entre lo nuevo y lo tradi- que se puede lograr mediante la incorpora-
aristocráticas y la alta burguesía. se célebre de francesa Simone de Beauvoir: cional, nos interesa la adaptación de coexis- ción de nuevas pautas culturales. El escritor
Su primera obra novelística ha sido Co- «mujer no se nace, se hace», ilustra el empe- tencia entre lo nuevo y lo tradicional. chileno se conoce por su angustia y rechazo
ronación (1957), en la que se refleja la deca- ño que guio y guía al feminismo por recha- por la posición de su país. A continuación,
dencia de la clase alta chilena. Con esta obra zar el determinismo biológico que de forma durante la primera mitad del siglo XX, Chile

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ENSAYOS

sufre cambios políticos extremos y a su vez «El movi-


la gente se ve afectados por las dictaduras de miento femi-
los dos gobiernos de Carlos Ibañez del Cam- nista que da
expresión a
po y el de Gabriel González Videla. Junto a la
este sujeto se
Segunda Guerra Mundial, se produce un caos configura a
en Chile en particular, y en América Latina partir de un
en general. Además, hay una persecución de doble pro-
las personas que tuvieran tendencias homo- ceso: el per-
sexuales, y se declara al Partido Comunista y sonal e indi-
vidual por el
personas como Pablo Neruda que deben irse
que, de muy
al exilio debido a sus ideas. distintas for-
A continuación, Donoso en su producción mas (todas
literaria representa una sociedad carente de ellas necesa-
valores y de ideales claros que el individuo rias, valiosas
pueda seguir. y legítimas),
se rebelan
La novela El lugar sin límites presenta una
contra as-
serie de personajes distintos que coexisten en pectos par-
un mismo ámbito y que expresan una polifo- ticulares de
nía divergente de voces que dialogan, se con- su condición
traponen o se enfrentan entre sí. Como, por y manifies-
ejemplo, el político, el dueño del espacio y de tan las situa-
ciones que
las personas que en él habitan, el patriarca,
viven y per-
la señora del patrón, el homosexual, el tra-
ciben como
vesti, los campesinos, las dueñas de casa, el injustas; y
hombre macho, el camionero, la dueña del la dinámi-
burdel, las prostitutas. A través del perso- ca colectiva
naje Manuel-Manuela simboliza al caos de que genera
América latina y da la luz a la pérdida de la identifica-
ción de unas
su identidad entre lo tradicional y lo nuevo
con otras, la voluntad de actuar colectiva-
o sea conserva su cultura indígena junto a un movimiento crítico», afirmando lo antes ferenciaciones culturales fuertemente
mente contra el sistema de prohibiciones y
integrar otras culturas nuevas sin perderse. exclusiones que las encierra en identidades citado: interiorizadas. Independientemente de
Donoso juega con estos conceptos a través de impuestas y la necesidad de abrir nuevos «Por un lado, desde posiciones que deri- estas diferencias en su definición, se la
la problemática del feminismo e hibridismo horizontes en sus vidas» (Justa Montero, van del “feminismo cultural” (corriente considera provista de valores femeni-
presentándose un código marginal. 2006, p. 169)
que surge en EEUU en la década de los nos como la ternura, entrega, paciencia
En nuestra opinión, homosexualidad de Estamos de acuerdo totalmente debido a 80, siendo Katheleen Bary y Adrianne y espíritu pacífico, asociados a su fun-
Manuel-Manuela no es nuestro interés, sino que Manuel-Manuela es, un personaje híbri- Rich algunas de sus autoras más cono- ción maternal, a una sexualidad dife-
que esto define unos conceptos particulares cidas) se establece la existencia de una renciada, o a su capacidad relacional»
do: su nombre es masculino, Manuel Gonzá-
y el hecho de que este personaje marginal in- naturaleza femenina definida bien por (Justa Montero, 2006, p. 172)
lez Astica; pero se encuentra espiritualmente
tenta encontrar su destino y su lugar en un con una identidad femenina: Manuela. Ade- la condición biológica y su proximidad Asimismo, Kant trata, en su teoría sobre
contexto sociocultural, donde convive. En más, Justa Montero trata lo que llama femi- a la naturaleza al ser generadoras de sexo, de lo bello y lo sublime, se divide la in-
otras palabras, Montero afirma que nismo cultural en su artículo, «Feminismo: vida, bien por su sexualidad, o por di- teligencia según el sexo en el siguiente:

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ENSAYOS ENSAYOS

«Existe una sola naturaleza humana y rarquía, por lo contrario, Manuela rechaza Notas Nacional de Rosario, Argentina, 2012.
“dos mitades”; ambas poseen capaci- su condición de ser la cabeza de la familia (1) Master en literatura hispanoamericana Leiva Silva, Nora B. José Donoso: Los conflictos
dad e intelecto para lo bello y lo subli- e impugna. la superioridad social del varón por la Universidad de El Cairo. PH en litera- psicológicos del individuo frente a una sociedad
me pero la proporción de ambos senti- ante la mujer, por ejemplo: tura por la Universidad de Al-Azhar. Emai- que cambia radicalmente, el Boom en Veraneo y
mientos y la proporción de las aptitudes «—¡Qué burro...! l:Shimaa.magdy@bibalex.org otros cuentos y el charlestón, tesis para obtener el
intelectuales para experimentarlos no —Mira que está bien armado... (2) José Donoso, El lugar sin límites, Editorial Master, The University of North Carolina
es la misma en el sexo masculino y en —Psstt, si éste no parece maricón.
Bruguera. S A, 4a edición, Barcelona (Espa- at Greensboro, 2013.
el femenino. Si bien la inteligencia que —Que no te vean las mujeres, que se van a Mignolo, Walter. Historias Locales /Diseños glo-
ña), 1984.
podríamos llamar genérica es similar enamorar. bales: Colonialidad, conocimientos subalternos y
La Manuela, tiritando, contestó con una
en el hombre y la mujer; sin embargo, Bibliografía pensamientos fronterizos. Madrid: Akal, 2000.
carcajada.
en el primero la expresa en la forma de —Si este aparato no me sirve nada más que Donoso, José. El lugar sin límites, Editorial Bru- Artículos
una “inteligencia profunda” que capta para hacer pipí.» (Donoso, 1984, p. 43) guera. S A, 4a edición, Barcelona (Espa-
el sentimiento de lo sublime. En cam- Montero, Justa. “Feminismo: un movimiento
Creemos que el escritor nos presenta el ña), 1984.
bio, en el segundo caso la expresa en la crítico. Feminism: a critical social move-
concepto de aceptar el otro y la coexistencia Hervás Fernández, Gloria. Comentario de textos
forma de una “inteligencia bella” apta ment”, Intervención Psicosocial, 2006, vol. 15
a través del feminismo debido a la opinión de literarios: teoría y práctica Los textos narrativos,
para captar el sentimiento de lo be- n.º 2.
Eugenio Moya sobre la mujer y sus faculta- Ediciones Universidad de La Frontera Te-
llo. La mujer puede ir muy lejos en el Moya, Eugenio. “Epigénesis y validez. El
des: muco, Chile, 2015.
estudio y la reflexión intelectual pero papel de la embriología en el programa
«En la medida en que se forma su cuerpo, Catelli, Laura. Elena Lucero, María. Términos
el recorrido de este camino borra los transcendental de Kant”. Revista Theoria,
las facultades de la naturaleza intelectiva claves de la teoría poscolonial latinoamericana:
encantos y “méritos peculiares de su N°53; 2005.
reciben también los grados convenientes despliegues, matices, definiciones, Universidad
sexo” transformándolas en “objeto de
de perfectibilidad… Se desarrollan lo sufi-
fría admiración”» ( Laura Catelli. María cientemente temprano aquellas facultades
Elena Lucero, 2012, p. 53) por las que puede satisfacer las necesida-
des impuestas por su dependencia de las
Además, es el padre biológico de la Japo-
cosas externas. Algunos hombres no llegan
nesita. Sin embargo, él no rechaza ser padre
más allá de este grado de desarrollo. La ca-
de alguien, o sea rechaza su masculinidad y pacidad de unir conceptos abstractos, de
su paternidad. En muchas ocasiones él de- dominar la tendencia a las pasiones por la
Shaimaa Magdy Marrouf (El Cairo, Egipto, 1987). Siempre le fascinó la cultura y la
clara: libre aplicación del entendimiento, se pre- literatura, ha leído muchísimo, sobre todo novelas y cuentos cortos. En 2004 decidió estudiar
senta más tarde y en algunos casos nunca literatura hispanoamericana en la Universidad de El Cairo. Luego, pese a trabajar en la Bi-
«Salió corriendo al patio. Si se salvaba de
en toda su vida» (Eugenio Moya, 2005, p. blioteca Alejandrina, continuó estudiando literatura y crítica hispanoamericana. Se ha gra-
ésta seguro que se moría de bronconeumo-
nía como todas las viejas. ¿Qué tenía que 143-166.) duado en el Máster en literatura hispanoamericana por la Universidad de El Cairo en 2016, y
ver ella con la Japonesita? Que se defendie- ha obtenido el PH en la Universidad de Al Azhar.
Estamos totalmente de acuerdos debido
ra si quería defenderse, que se entregara si a que la mujer, desde nuestro punto de vis-
quería entregarse, ella, la Manuela, no es-
ta, simboliza lo inmaterial, de allí la mujer es
taba para salvar a nadie, apenas su propio
pellejo, y menos que nadie a la Japonesita el contenido mientras que el hombre refiere
que le decía “papá, papá” cuando una tenía al pensamiento abstracto, a su vez es la for-
miedo de que Pancho viniera a matarla por ma. En otras palabras, el personaje de Ma-
loca» (Donoso, 1984, p. 54) nuel-Manuela se une entre el contenido y la
Desde nuestra perspectiva, la cultura pa- forma.
triarcal impide que el varón dude de su po-
der, piensa que el macho está en la alta je-

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Creación
CREACIÓN CREACIÓN

asesinato del padre le revolvió el corazón y pensar, recibió un golpe en la cabeza y se


tuvo que cubrirse el oído con la mano dere- arrodilló. Apenas había dado un paso en el
cha para no explotar en llanto. No había sá- jardín. Viviría el resto de su vida para olvi-
banas, y ella apretó aquel harapo que hacía dar aquel grito ronco, fuerte, estremecedor.
de cobija. Debía despertar a su madre de al- El padre había sido asesinado con un dispa-
guna forma. Los hombres estaban tramando ro en el corazón. La última imagen de aquel
algo y lo mejor sería llamarla. hombre: caído en un charco de sangre, la
El padre había vivido para amarlas, lo re- boca abierta en un grito, el rostro trastorna-
cuerda bien. Recuerda aún más cómo era el do, la muerte. Ella estaba a punto de caer en
amanecer. Él estaba allí cerca, casi siempre lágrimas, pero sus piernas se desplomaron.
en la habitación: Levántate, Amelita, ve al ¿Aquella voz sería la del delincuente?
jardín. No, ahora no. Mamá quería que fue- Sabes por qué mueres, ¿no lo sabes? Eres
ra a ayudarla en la cocina. No, las niñas son negro, negro y canalla, el negro merece mo-
para jugar, no son para trabajar, ven conmi- rir sangrando, no hace falta que haga nada,
go. Fue igual el día en que fue asesinado. Los solo basta el color.
delincuentes llegaron temprano. Como aho- Cuando despertó era todo silencio, solo
ra, dijeron levántate, hombre. Se levantó y de de instante a instante los grillos cantaban. La
@ GazetteNet inmediato pidió: No me mate delante de mi madre vino arrastrándose y cubrió sus ojos
Fuente: Flickr
hija. Deja de ser cobarde, eso no es cobardía, con las manos, no mires, hija, no mires. Voy a
es protección. Ya estaba rendido. llamar a los tíos para que entierren a tu pa-
Uno lo sujetaba del cuello y el otro le pa- dre.
saba el cuchillo en la pierna, como si lo es- Ey, niña, vamos a volver, ¿sí? Tan rápido,
tuviera afilando. Impresionaba, y mucho, la no esperaba que la vuelta fuera tan tempra-
El país del odio del padre, apenas para consumo doméstico, frialdad de la madre cuando imploraba: Solo na.
por Raimundo Carrero nada más. terminemos con esto, lo que tenga que ser, En cuclillas sobre la cama y después en el
(traducido del portugués brasileño ¿Debía esperar el sol o salir corriendo? será. Mátenlo de una vez, pero no lo mal- piso, salió de la habitación, tocó el hombro
por María Inés Simon) ¿Quién sabe ir a la habitación donde la ma- traten. El padre respiraba aceleradamente y de su madre: Mamá, volvieron para matar-
dre dormía sola en la cama grande, desde transpiraba, transpiraba mucho. La camisa nos. Despierta, le pidió: Tranquilízate, va-
que el marido había sido asesinado? Ahora empapada de sudor. Le temblaba el mentón, mos a salir, ¿cuándo vinieron? Llegaron hace
Amelia despertó. Abrió los ojos. Estaba os- ya no era más solo el olor, se movían afuera, pero no era de miedo, ni de frío. La niña creía tiempo y desparramaron querosene. Quieren
curo. Movió la cabeza sobre la almohada. Y alguien se movía, conversando. Más de una sinceramente que estaba enfadado. Muy en- quemar la casa con nosotras adentro, dijo la
respiró hondo, cada vez más hondo. Le pare- persona. Si aprovechara aquel instante en fadado, pero no con odio. Odio era algo que madre. No hables, mamá, pueden oírte. Ya
ció extraño el olor a queroseno. No era el olor que las voces se arrastraban en la oscuridad, el padre no alimentaba. Lo que tampoco era nos oyeron, hija. Organizaron la fuga y solo
que sentía todos los días al oír el cencerro de podría bajar de la cama, salir de la habita- bueno, le gustaría que el padre respondie- esperaban que llegara la hora. ¿La hora?
las reses, raras reses. Movió el brazo derecho ción y acostarse con su madre. Las dos juntas ra con la misma fuerza. Era así el padre, no ¿qué hora? Entonces huyamos. Espera, ¿no
cuidadosamente, no podía hacer ruido. Na- sería mejor. Escuchó toser, nuevamente. ¿Se- odiaba, capaz de muchas valentías, no odia- vamos a llevar nada? ¿Y qué es lo que tene-
die podía sospechar; estaba despierta. Con ría posible huir? ¿Y la madre? ¿Ella aguan- ba, distinguía muy bien una cosa de la otra. mos?
miedo, contuvo la respiración. El pecho subía taría correr? Tal vez salir corriendo hacia el Pero ahora, ahora mismo, en este instante, Ya estaban saliendo por la parte de atrás
y bajaba con dificultad. ¿Qué estaba hacien- jardín. Inmóvil, los ojos de un lado a otro en prefería que el padre odiara. La madre fue cuando escucharon el ruido de la puerta de
do? El olor del amanecer era comúnmente a la habitación oscura. El llanto en la gargan- arrastrada a los gritos hacia el jardín, y, aun adelante forzada.
maíz seco, había incluso una habitación con ta. La niña evitaba llorar para no llamar la así, logró huir. Ella, Amelia, pensó en vengar- —Negra, hija de puta.
el maíz embolsado. Poca cosa, del sacrificio atención. Ella lo sabía, pero el recuerdo del se con el cuchillo del almuerzo. Ni consiguió —Corre, hija, corre, no mires para atrás.

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CREACIÓN CREACIÓN

Salieron hacia el jardín, al principio de cupiendo fuego con avidez en una mezcla de la vida negra, negra y delgada, imposible. Decidió cambiar el rumbo y entró en el pri-
manos dadas, hasta que se soltaron y cada rojo, amarillo, azul, lanzando un humo negro Amelita sangraba, sangraba. Amelita sangra- mer callejón, esquivándose y escondiéndose,
una ganó su destino. Oyeron los tiros por la o grisáceo que se esparcía. No puede dejar de ba siempre. no podía darse el lujo de caminar tranquila
espalda. exclamar en su silencio afligido. ¡Es tan lindo! No se dio cuenta de que, a lo lejos, ya po- por la calle o por la acera, el compadre Zuza
—Sujeta a la negrita… Sujeta a la negrita… Y continuó caminando, caminando, princi- día verse Arcassanta. Era el mismo conjun- estaba en camino y bastaba que disparara de
—¡Ay!... Ayúdame, Dios mío… palmente cuando recordó en esa asustadora to de casas, jardines, calles, engrandeciendo cualquier lugar. Tan luego el compadre Zuza
El grito es de su madre, sin duda. Ameli- memoria que junto a su madre debían estar la torre de la iglesia, y, en ciertos momentos, que el padre admiraba tanto. Y, después de
ta sintió una tristeza vertiginosa mientras allí dentro, las dos abrazadas o gritando, incluso el Cristo Redentor, al que la ciudad todo, esta Amelita asustada era ahijada del
corría, si aquello puede llamarse correr. En- transformadas en carbón. Gimiendo y llo- y toda su gente reverenciaba. Disminuyó la compadre Zuza. El padre siempre le decía a
ganchándose en las ramas secas, rasgando el rando en este valle de lágrimas. Y caminaba y marcha, ahora transformada en largos pasos. la mujer, en conversaciones en la cocina: El
vestido, tropezando, cayéndose, avanzando. caminaba. Amelita caminaba en su soledad. Con mucho esfuerzo, controlando la respira- compadre Zuza es un hombre respetuoso,
Y gritando, hasta que entendió que los gri- —¡La niña, la niña! ción, todo con prisa, con mucha prisa altera- un gran trabajador. Sobre todo cuando le co-
tos atraían la atención de los perseguidores. Allí decidió aceitar las piernas y corrió, y ba el camino, siguiendo un recorrido no muy mentó a la esposa, doña Dolores, que iba a
Quería sentarse y llorar. Y llorar. Pero ahora corrió. Aquello era una advertencia para que habitual, para resguardarse en una cerca, un elegirlo como padrino de Amelita. ¿Por qué?
era necesario correr, acelerar los pasos, alte- se cuidara, porque estaba siendo perseguida. área de abundantes pastizales. Ni siquiera es tan amigo nuestro. La mujer
rando el ritmo y la dirección, siempre cam- No le es fácil continuar, aunque conozca el Ahora prácticamente caminaba, hasta en- preguntaba apoyada en la encimera de la co-
biando de dirección. Lloraba. No llores. Lo terreno palmo a palmo. No con ese dolor, no contrar más adelante Arcassanta. Ya pasan- cina, el codo apoyado en la mano izquierda,
hace aún más difícil. con ese sufrimiento, no con esas lágrimas. do por detrás del colegio, después de atrave- bebiendo café. Porque es un hombre correc-
No se controló, no logró controlarse. La Cuando le preguntó a su padre por qué eran sar la sierra del Cruzeiro, necesitaba caminar to, un hombre de bien. Me dan miedo esos
madre se lo pidió, aún escuchó aquel hilo perseguidos, a veces apedreados en la plaza, un poco más para entrar en la avenida ancha hombres de bien. ¿Por qué? Porque los hom-
de voz. Paró. Miró hacia atrás. No había ol- respondió seco y directo: y larga. bres de bien solo son hombres de bien según
vidado buscar a su madre. Escuchó un enor- —Porque somos negros, hija, porque so- Descalza, los pies le ardían, le ardían mu- les convenga.
me ruido, una explosión. Ahora ve la casa mos negros. cho, pero lo que quería era protegerse. Bus- Era difícil, lo reconocía. Era difícil, pero
ardiendo, quemándose, las llamas subiendo —¿Y nadie hace nada? caba algunos lugares que le parecían más necesario. Subir allí en el muro amparándose
en todas las direcciones. No, no había vuelto —Solo nos necesitan en la esclavitud. seguros, pero no quería pensar en su madre en la tubería. Arriba del muro, pasaba de un
para apagar el fuego, pensó todavía. Volvió —La oficial, aquella que está en el papel, atacada a tiros, aquella mujer corriendo por jardín a otro. Oye, niña, ¿qué estás hacien-
a caminar de espalda a la casa. Desde lejos, la rompieron, no vale nada. el jardín con los brazos levantados, gritando do ahí? Igual pasaba. Asustada, pero pasaba.
protegida por las ramas secas, carbonizadas, —¿Por qué la rompieron? Dios mío, ayúdame, Dios mío, ayúdame, fren- Se arañaba la blusa, se ensuciaba la blusa, se
lograba andar sin ser vista, tan pequeña y tan —Porque es una ley. te a la casa en llamas, enloquecida. Posible- rasgaba la blusa, pero pasaba. ¿Qué es lo que
delgada. Miraba por encima del hombro. Tal —¿Y la ley no sirve? mente enloquecida. quiere esa negra? El hombre gritaba, parado,
vez con indiferencia. ¿Quién sabe? —Sirve, pero es una ley. La ley no sirve, Mientras caminaba, ahora solo caminaba, en la terraza de la casa. ¿De qué estás huyen-
Su rostro tenía algo de indiferente. Inmó- hija, la ley no sirve cuando no corre en la el cuerpo se relajaba y le venían las ganas de do? Antes de que se le acercara, saltó al otro
vil, distante, quieto. A los nueve años un ros- sangre. Si no corre en la sangre, es solo un llorar. En aquel llanto de sollozo y lágrimas, lado. Corrió. En medio de las malezas man-
tro lleno de arrugas, sobre todo en la frente, papel, ¿entendiste? se limpiaba el rostro con las manos, con los tenía la prisa, donde los cerdos gruñían y las
esa fuerte frente marcada, y las cejas desta- —Entender bien, bien, no entendí. Pero si dedos sucios, que después secaba en la falda. gallinas picoteaban. Aprovecha el silencio.
cando una mirada vigorosa, pero triste, como es así, lo entiendo. Distraída, entró en la avenida, ¿sería real- Piensa que es una tregua de la persecución.
esas mujeres que no saben dónde esconder el Podía esconderse por allí, podía, pero no mente una avenida?, larga, ancha, soleada, Se apoya en el muro y escucha la bala per-
sufrimiento, que muchas veces se revela en era conveniente. La encontrarían enseguida. muy soleada, y se dio cuenta de que no sería forando la pared. Tiembla de miedo, mucho
las pupilas. Volaba, las piernas golpeando una a otra, y conveniente andar por allí porque se exponía miedo. Después de todo, pensaba que mere-
Lo veía, sus ojos lo veían: la casa de ba- casi chocándose en los árboles. Avanzaba. Se mucho, era apenas una niña asoleada cami- cía una tregua. En cuclillas, anda en cuclillas
rro ardía. Una hoguera de llamas intensas y arañaba en las piedras, se cortaba, sangraba. nando expuesta, como están expuestas las con la palma de la mano derecha amparán-
densas, hacia lo alto y hacia el más allá, es- No conocía más que el dolor, el sufrimiento, piedras y las calles. dose en la tierra rojiza, sucia de excremento

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CREACIÓN CREACIÓN

de gallina, de cerdo y, sin duda, de chivo, ani- Sacude el cuerpo y se esquiva. No quie- tres maestrías, Somos pedras na angústia, de Auríbio Farias; Raimundo Carrero e a banalização da
males que andan sueltos en esas tierras. re hablar, no puede hablar, también porque violencia, de Elcy Cruz y A vingança da culpa, de Maria dos Santos, todos por la UFPE.
Entra en un arbusto y corre sin velocidad, no sabe qué decir. Se suelta y corre entre las El cuento «El país del odio» («O país do ódio») está tomado del libro Estão matando os meninos
sobre todo porque la falda quedó engancha- personas, choca que choca, choca aquí, cho- (ed. Iluminuras, 2020, São Paulo)
da en el alambre de púas. De todos modos, ca allá, ahora llora, llora con rabia. Quisiera
debía salir rápido de allí. desaparecer. Pasa por debajo de un puesto,
Tras el corral descubre un pequeño des- se esconde entre las telas, paños coloridos,
campado y dispara, dispara como un tiro, bolsas, bolsones. Y se pregunta si debe per- María Inés Simon é Tradutora Literária e Técnico-Científica do par português-espanhol
sin olvidar permanecer agachada, ya con manecer allí. Por lo menos, es lo que preten- formada no Instituto Superior Lenguas Vivas (Misiones, Argentina) e Bacharel em Jornalismo
las pequeñas piernas exhaustas, casi parali- de. Oye voces, muchas voces, voces de feria, pela Universidad Nacional del Centro – Unicen (Buenos Aires, Argentina). Filiada à Asso-
zadas por el dolor y por el miedo. Un miedo y espera reconocer alguna de ellas, tal vez la ciação Argentina de Tradutores e Intérpretes (AATI), atua como tradutora e revisora free-
casi aniquilante. Se revuelca en el piso, gol- del compadre Zuza. lancer para empresas de Brasil e Argentina. Atualmente, é também professora de Tradução
pea con el mentón en la tierra, y se levanta, se Amelita salió. Vistió un atuendo que ha- Literária no Instituto Superior Lenguas Vivas. Entre 2004 e 2019 viveu em Santa Catarina
levanta rápidamente, no totalmente en pie, bía elegido antes, toda atolondrada, confun- (Brasil), onde trabalhou como professora de espanhol e português para estrangeiros. Hoje em
porque necesita protegerse, y protegiéndose diéndose. Se puso el gran sombrero de fiel- dia, reside alternadamente no Brasil e na Argentina.
llegó al otro lado del descampado. tro. Llegó a la acera. No ano de 2021 participou da Oficina de Criação Literária do autor pernambucano Raimundo
Así es como finalmente llega a la feria de Nadie desconfió de aquella señora bajita Carrero. É autora do conto “Além das Fronteiras” distinguido na categoria C2, no Concurso
la cebolla y se mezcla en el medio de las per- que caminaba rengueando, sandalias flojas, do Dia Mundial da Língua Portuguesa 2021, organizado pelo Instituto Camões de Portugal em
sonas, de las baratijas y los puestos. el inmenso sombrero protegiéndole el rostro. parceria com a Porto Editora.
Sigue como si nada estuviera sucediendo, Ni siquiera los ebrios que pasaban todo el día
y enseguida es interrumpida por un hombre bebiendo en el bar de la esquina, mostrándo-
que la agarra del brazo: lo a las personas que pasaban. Los ebrios no
—¿Adónde piensas que vas, jovencita? reconocen la belleza.

Raimundo Carrero (Salgueiro, Pernambuco, Brasil, 1947) Es uno de los autores más pre-
miados de Brasil. Recibió los premios Jabuti en 2000; el Premio São Paulo en 2010; el Premio
APCA (Asociación Paulista de Críticos de Artes) en 1995 y en 2015; el Machado de Assis en
1995 y en 2010; el Premio Revelación del Año, en 1997, de la Secretaría de Cultura del gobierno
de Rio Grande do Sul; el Premio José Condé en 1984 y el premio Lucilo Varejão en 1986. Fue
finalista, en 2016, del Premio Cabert, de Francia, con Sombra severa, también publicado por la
Iluminuras.
Tiene obras traducidas en Francia (Bernarda Soledade y Sombra severa), en Rumania (Bernarda
Soledade, Sombra severa y Minha alma é irmã de Deus), en Uruguay (Minha alma é irmã de Deus) y en
Bulgaria (Bernarda Soledade).
Su obra fue objeto de dos doctorados, Raimundo Carrero e a estética do redemunho, de Cristhiane
Amorim, por la UFRJ (Universidad Federal de Río de Janeiro); y Raimundo Carrero e a pulsação
narrativa, de Priscila Medeiros varjal, por la UFPE (Universidad Federal de Pernambuco), y de

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CREACIÓN

corrían malos tiempos lo que no acababa de entender era que, debi-


para ser hipocondría- do a la costumbre, necesitara escribir para
co. No mantenerse in- sentirme mejor. Estaba intentando hacer un
formado llevaba de esfuerzo, ser serio por una vez en la vida. Sin
forma ineludible al os- embargo, todo tiene que ser en su justa medi-
tracismo, pero un ex- da. Tanto es así que me estaba pasando con
ceso de información eso de la seriedad. A mí también me afectaba
también podía ser per- de otra manera el «estado agéntico». Ahora
judicial. Sobre todo me había convertido en una especie de robot
para el estado de áni- y no podía mostrar a nadie mis verdaderos
mo. ¿Por qué? Pues sentimientos. Incluso pensé en llamar al telé-
porque la mayoría de fono de la esperanza. ¿Y qué iban a decir?
las noticias eran ma- Pues que no tenía esperanza alguna. No. No
las. Eso ya se sabía era buena idea. Quizá era mejor decorar la
desde tiempo antiguo, rutina de mis últimos días con la conversa-
pero, además, ahora ción de una guapa camarera latina que había
estaba el tema de las en un bar de la esquina. Ya la había visto an-
noticias falsas, los bu- tes. De hecho, le había regalado un collar de
los y las exageraciones. plata que me encontré en el suelo. ¿Que iba
El resultado era una decirle? Era del Salvador, un país con una de
persona media bastan- las mayores tasas de delincuencia del mun-
te preocupada. Solo do. Allí el crimen organizado era casi un ejér-
había que echarme cito paralelo. Es cierto que su nuevo y joven
una mirada para com- presidente, Bukele, había bajado el número
probar que yo era un de asesinatos a la mitad en el periodo que es-
buen ejemplo. Se me taba en el poder. Pero no había que llamarse
había olvidado la ma- a engaño. Y es que llevaba a todos a la ruina
nera que antes tenía por haber invertido en criptomonedas. En
para desconectar y, sin efecto, a pesar de su belleza y de la inocencia
embargo, seguía te- que transmitía, una muchacha que se ha
La nueva versión del «vuelva mental estaba causando en la población. Me niendo apetito por la vida. Lejos quedaba la criado en un mundo con tanta violencia tiene
costaba mucho trabajo mantener mi estabili-
usted mañana» rutina llena de hedonismo que había vivido una manera de entender la vida muy diferen-
por José Antonio Gamero Romero dad emocional. Sufría de estrés. Me gustaba en el periodo anterior. El efecto multilateral te de la mía. Supongo que me animaría un
la música de Dua Lipa. Recibía con alegría la de la pandemia del coronavirus me había poco si quería comer conmigo y me contaba
vuelta del circo a la ciudad. Cumplía todos afectado mucho psicológicamente. Además, historias de su país para escribir algunos
Yo quería salir del tiempo del coronavirus los parámetros para ser una persona vulgar ya llevaba mucho tiempo trabajando. ¿A que cuentos con ellas. Me encantaba la camarera,
sin perder la cabeza y habiendo montado un que se estaba recuperando de una crisis trau- no parece posible imaginar a Van Gogh tra- pero era mejor esperar a mañana. Había que
negocio, pero al ritmo que iban las cosas mática. De repente, comencé a pensar a me- bajando de vigilante de seguridad? ¿Y a Bor- hacerlo cuando me sintiera un poco mejor.
ahora era mejor que pensara en conservar la nudo en el suicidio. Y eso se debía, en parte, ges? ¿Y a Pessoa? Pues a mí me había tocado Mis problemas iban en aumento y cada vez se
vida. Corrían tiempos difíciles y supongo que a la falta de sentido que tenía actualmente mi vivir esa enorme papeleta. Pero no me sentía me ocurrían menos cosas que me transmitie-
ya sabía bastante sobre los efectos colatera- vida. Mi mente no hacía nada y, sin embargo, inferior por ese motivo. Si era inferior, sería ran un poco de calma o paz. Apuesto a que
les de la pandemia y el deterioro que la salud estaba llena de datos. He de reconocer que por otras razones. Podía aceptar mi fracaso, tenía depresión, pero como estaban las cosas

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CREACIÓN CREACIÓN

me daba miedo darme de baja y decidí conti- sobre el aumento de la delincuencia en gene- gua, Perú, Ecuador, Brasil, Colombia, Pana- ger el toro por los cuernos cuando tuvieran
nuar trabajando. Me duché y me puse el uni- ral. Los incidentes y las agresiones hacia los má, Guatemala... También me gustaban que firmar mi sentencia de muerte? Era una
forme. Ese día tenía que ir a un nuevo sitio. Y policías, los médicos y los funcionarios en mucho Estados Unidos y Japón.... Sin duda, cuestión de humanidad, pero precisamente
eso era así porque se trataba del periodo va- todas partes iban en aumento, lo que signifi- no bastaba una vida para visitar y conocer corrían tiempos muy inhumanos, sobre todo
cacional y me mandaron a trabajar de vigi- caba que mi trabajo diario era cada vez peor. todas las ciudades que me resultaban intere- en los temas médicos. Soy una persona sin
lante a un centro oficial del Estado, en con- Mientras obligaba a la gente a que esperara santes. Pero si era maligno una cosa estaba familia. Mis padres fallecieron por enferme-
creto, se trataba de una oficina donde se su turno, en mi fuero interno sabía que esta- clara: la cultura capitalista no nos prepara dades en mi más tierna infancia y siempre he
tramitaban las prestaciones por el desem- ba enfermo y cuando llegaba a casa cada día, para la muerte. Yo no sabía cómo pasar ese soportado una carga grande de dolor añadi-
pleo. Resultaba sumamente irónico que aho- no perdía la mínima ocasión para preocu- supremo trance. Siempre había querido es- do. No obstante, nadie puede decir que sea
ra que en todas las empresas privadas esta- parme. Por supuesto, sabía que mi actitud cribir una historia de terror y nunca pensé un vago o que viva a costa de los demás. Tan-
ban haciendo recortes de oficinas debido a la tampoco era sana. Porque mi peor enemigo que el miedo estaba en las cosas cotidianas. to es así que, a pesar de todos mis defectos
tramitación digital, en la burocracia pública era yo. Es evidente que soy tan hipocondría- Ya no había que temer a los vampiros ni a paso las horas de pie mientras que las colas
los funcionarios que no cumplieran con el co que, a veces, sufro ataques de ansiedad. toda clase de monstruos. Ahora mismo no interminables de parados que vivían sus sa-
celo requerido no pudieran ser despedidos. Pero ahora estaba enfermo de verdad y des- había nada más terrorífico que un cuello de nas vidas sin ninguna ocupación laboral ex-
Los problemas que tenía España ya no se po- de luego que la pandemia ha contribuido a botella en una tramitación burocrática. Una presaban sus quejas se acumulaban delante
dían solucionar en una generación, a menos crear numerosas situaciones de estrés que cola para ser atendido por un motivo grave de mis ojos. Dicen que la procesión va por
que tuviera lugar una enorme catástrofe. han agravado de forma inconmensurable mis era lo mismo que un cuento de terror. Tal vez dentro y, en efecto, yo procuraba ser profe-
Mientras tanto, la deuda pública crecía y en tribulaciones. Tanto es así que una serie de lo más sano era lo que vulgarmente se dice: sional y que ni mis compañeros de trabajo ni
el mercado laboral las consecuencias del síntomas inespecíficos y descontrolados me no comerse la cabeza. Quizá lo más cuerdo el público en general percibieran nada de lo
paro devaluaban las condiciones y en algu- hicieron llegar a creer que mis días estaban que había hecho al respecto había sido vol- que estaba sufriendo. Sin embargo, todos so-
nos casos bajaban los sueldos a pesar de gran contados, lo que casi seguro que era cierto. ver a beber cerveza. La evasión era algo im- mos humanos y, de alguna manera, los senti-
subida de los precios. La jurisdicción laboral Me faltaba el diagnóstico. Algunos dirían prescindible. No quería ser una carga para mientos y las sensaciones con el paso del
estaba saturada. Justo acababa de terminar que esa era una pieza fundamental en mi po- mí ni para los demás. En mi suprema para- tiempo se comunican y adivinan, por lo que
el verano de 2021 y los juicios se estaban se- sible tragedia, pero eso era porque no esta- noia me descargué la solicitud de ayuda para puedo decir sin temor a equivocarme, que
ñalando para 2025. Una justicia tan lenta ban en mi pellejo. He de subrayar que soy hi- morir, o lo que es lo mismo me preparé para mucha gente que está a mi alrededor puede
sencillamente no es justicia. Y un país sin jus- pocondríaco. Me agarro a cualquier teoría que llegado el caso, me aplicaran la eutana- hacerse una idea de lo mal que lo estaba pa-
ticia es un bomba de relojería. Pero no solo sobre el fin del ser humano. Tal vez no que- sia. La muerte digna era ya un derecho en Es- sando. Entonces, cuando terminé de trabajar
era un tema de la inseguridad jurídica. El co- rían ni siquiera darme las malas noticias. No paña, sin embargo, dependiendo de las zonas aquel día, me di cuenta de que necesitaba
lapso burocrático se extendía por todos los en vano, los métodos de la medicina actual del país se aplicaba más tarde o más pronto. ayuda y cometí un grave error: dejé que la
organismos estatales, desde la sanidad públi- son demasiado invasivos y cruentos. Quieren Por supuesto que en Andalucía era el lugar nostalgia se apoderada de mi mente. Es más,
ca, hasta los temas urbanísticos. Eso, sin estar seguros. ¿Y la psicología? En mi caso la del país en el que se tardaba más en aplicar la escribí con mi teléfono a una antigua aman-
duda, iba a provocar una proliferación de la ciencia médica me ha dejado en un limbo ley. Comencé a leer los trámites. No podía te. Se llamaba Kelli y era brasileña. Vivía en
picaresca. España cada vez soportaba pro- cultural entre los vivos y los muertos. A veces creer la complejidad burocrática del proce- tierras gallegas y era muy guapa. Incluso una
blemas más similares a los de algunos países me identifico con el gato de Schrödinger. ¿Y dimiento, lo que me hizo ponerme a la defen- vez le pedí matrimonio y ella aceptó. Sin em-
latinoamericanos. Tal vez por eso los ánimos si al final es una falsa alarma? ¿Y si es algo siva. No confiaba demasiado en los funciona- bargo, al final nunca nos casamos. El juez
estaban algo caldeados. La violencia en los benigno? Pues si lo era pensaba marchaba de rios. No dudaba de la profesionalidad de los dictaminó que antes de empezar ya era un
botellones llenaba los diarios y las noticias viaje para celebrarlo. ¡Había tantos sitios que médicos de los hospitales, los que me preo- matrimonio fallido. Desde entonces, hemos
en las televisión. Los trastornos de ansiedad quería visitar! Había soñado mucho con el cupaban eran los médicos de cabecera. Es mantenido el cariño y una relación intermi-
habían aumentado mucho. El tema del racis- barrio francés de Shanghái. ¿Y Tailandia? Me más, si en el caso del aborto, los médicos de tente. Mi idea era que viniera a pasar unos
mo también iba en aumento. Y, por supuesto, gustaba tanto Latinoamérica que cualquier la sanidad pública, en la mayoría de los casos días conmigo para ver si conseguía animar-
la violencia callejera también. Mientras tan- país me resultaba interesante. Pero había al- apelaban a la objeción de conciencia... yo me me. Aunque el tipo de ayuda que yo necesita-
to, yo sospechaba que no había datos fiables gunos que tenían un lugar especial: Nicara- hacía la siguiente pregunta: ¿quién iba a co- ba era tan grande que pensaba que una visita

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de unos días no iba a ser suficiente. Es más, ni yectos. Aquellos queridos y educados veci-
siquiera se me ocurría en aquellos momentos nos y compañeros de trabajo no esperaban a
la manera en la que nadie podía sacarme del que estuviera muerto y enterrado para pos-
pozo en el que yo solo me estaba metiendo. tularse como acreedores de lo que no era
Poco después de hablar conmigo, estaba in- suyo. Estaba seguro de que la vecina de en-
gresada en el hospital. Se había intentado frente que no pagaba el alquiler y estaba a
suicidar tomándose una ingente cantidad de punto de ser desahuciada esperaba mi muer-
pastillas. Aquello me hizo más daño todavía. te para ocupar mi casa. En el trabajo, los
Yo ni siquiera tenía agallas para suicidarme nuevos y jóvenes empleados que habían sido
una vez y ella lo había hecho cientos. Le de- contratados de forma eventual hacían estra-
bía una enorme disculpa y la invité a visitar- tegias para quedarse con mi puesto y de tra-
me para llevarla a cenar a un sitio caro. bajo y, por si esto fuese poco, yo tenía un lo-
Aceptó. Desde luego que, a su manera, me cal comercial y todos los vecinos de la zona
ofreció una extraña ayuda. No sirvió de nada, no paraban de molestarme para comprarlo a
pero lo intentó. Nadie podía ayudarme, y me- precio de saldo o incluso ocuparlo por la vía
nos con el hecho de soportar el sufrimiento de los hechos. Todo eso me hizo pensar en mi
de mi propia destrucción. Evidentemente, lejana y alocada amante brasileña y me puse
© Balibalzo
cuando comprobé los datos, ni siquiera el en contacto con ella para lograr cierta paz Fuente: Flickr
testamento que había formalizado en su espiritual. No quería ganarme el cielo ni la
nombre valía para nada. Me había dado mal exoneración de mis pecados. Sabía que era
su número de identidad. Se había equivoca- de sobra un hombre condenado. Era algo
do. ¿Pero qué le importaban a ella mis bienes más terrenal. Quería recuperar algún senti-
materiales si le acababan de hacer un lavado miento piadoso y humano. En otras palabras,
blemático. Un dolor tan grande que me había —¿Y cuál fue el resultado?
de estómago? Aunque suene muy funesto, quería hacer un testamento en su nombre
llevado a la más absoluta soledad. Fue en- —El especialista dijo que hay que repetir
eso le confería una dignidad de la carecían para ayudar a alguien que realmente había
tonces cuando tuve un sueño en el que ha- la analítica y volver dentro de tres meses.
muchos seres humanos mucho más fuertes amado en un tiempo mejor. Pero me equivo-
qué en las formas. Craso error. Ni siquiera blaba con el barquero Caronte. —No me hagas perder el tiempo. ¿Por qué
que ella. La verdad era que, en cierto modo,
pretendía que ella salvara mi alma. ¿Por qué? eso podía darme ella. Pronto me daría cuen- —¿Por qué has venido hasta este remoto no te repitió la analítica el médico de cabece-
Pues porque me sentía asqueado de mí mis- ta de que la más codiciosa de todos era ella. lugar? ra? Habría sido mucho más rápido y ya hace
mo. Pero sobre todo me sentía hastiado de Es más, incluso descubrí que era muy sagaz y —Mi dolor me trajo hasta aquí. tiempo que sabrías el resultado.
mis semejantes. Yo sabía que, en el fondo ella astuta. Hasta tal punto que utilizaba la psi- —Supongo que quieres cruzar hasta la —Ya. Eso mismo pensé yo.
tampoco se merecía mis elogios y mis amo- cología inversa para despertar mi deseo por otra orilla... —Ese hombre no parece muy interesado
res, pero, tal vez, en mi interior estaba pro- ella. Pero el principal culpable era yo. Nece- —¿Crees que me servirá esta moneda para en tu caso. Tal vez se acostumbró a las con-
gramado para ser un romántico. ¿Y de qué sitaba algo a lo que agarrarme. Sentía sobre pagarte el viaje? —le pregunté sacando una sultas telefónicas y no quería hacerte el tacto
pretendía que ella salvara mi alma? De la co- mis hombros el peso de la muerte No solo de moneda oro del bolsillo. rectal.
dicia. Abrumado por el sufrimiento mundial la mía si no la de mis padres. Aquella analíti- —¿Por qué tienes tanta prisa? —replicó. —Sí. Supongo que debe ser eso.
que se extendía a mi alrededor mi espíritu ca descontrolada me había hecho conectar —Me salió una analítica descontrolada. —¿Y no vas a hacer nada?
creía que estaba herido de muerte. La llevaba con mi más tierna infancia. Ahora compren- Apunta a que tengo cáncer. —No. Los médicos de cabecera a veces
escrita en mis ojos o, simplemente, mi dolor día como el paso de los años había ido ate- —¿Te lo dijo el médico? parecen más simples médicos funcionarios,
se había extendido como la pólvora entre mis nuando un dolor que siempre había estado —El médico de cabecera me envió al es- en lugar de médicos funcionales.
enemigos y todos clamaban por apoderarse allí. Un dolor tan fuerte que me había hecho pecialista y tuve que esperar dos meses para —Hombre, meterte el dedo el en ano no
de mis bienes materiales. Sí, eran así de ab- ser un niño malcriado y un adolescente pro- que me hicieran un tacto rectal. es que sea muy agradable, pero parece que

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hay médicos a los que no les asusta evitar la nía que volver a ir a trabajar. De nuevo tenía aquel parado y quería hacerle un favor. En tación —le dije.
responsabilidad de salvar las vidas de sus pa- mis dudas. No tenía ganas de trabajar. Segu- realidad, no era. En efecto, era un servicio —Oye, Manuel —dijo con mucho cinismo
cientes. ro que era la depresión. Estaba en mitad de público. Necesitaba unos trámites para co- y hablando como si no estuviéramos presen-
—Sí. Si no fuera un asunto serio, incluso un gran ciudad como Sevilla y cada vez me brar una prestación. En cierto modo, me sen- tes, uno de los que tenían que hacer el pape-
parecería algo de broma. Creo que el espe- sentía más aislado. Algunas cosas sencillas tí identificado con el inenarrable periplo de leo—, para ese tipo de trámite es necesaria
cialista que finalmente me hizo el tacto rec- me costaban tanto trabajo que parecía que aquel pobre desempleado. Cuando llegamos una cita previa, ¿verdad?
tal era gay. vivía en el Polo Norte. Sin embargo, tampo- a la segunda planta, encontramos un grupo —Creo que sí, Joaquín. Mucho me temo
de unos diez funcionarios ociosos que char- que no podemos hacer nada y que es mejor
—Entonces, ¿tienes cáncer o no? co tenía sentido seguir quejándome. Como
laban sobre temas deportivos. Pero me llamó cumplir el protocolo. Para hacer el trámite
—No lo sé. El urólogo gay me dijo que cada estaba obligado a seguir pagando las factu-
la atención uno de ellos que leía en internet necesita una cita previa.
día le hacen menos caso a esas analíticas. ras, decidí volver a mi puesto sin rechistar. A
algo sobre Kaliningrado. Me pareció el único El colapso en la Seguridad Social era del
—Te diré la verdad. La segunda analítica primera hora, me llamaron para que atendie-
que era culto. Pocas veces salía en los me- tal magnitud que no había citas previas dis-
saldrá bien. Eres un hipocondriaco y te has ra un caso curioso. Aquel hombre se estaba ponibles. Los vigilantes de seguridad que
dios de comunicación ninguna información
intoxicado leyendo cosas en internet. No tie- quejando demasiado. Los funcionarios nada al respecto. Pero la realidad era que existía estaban en la puerta tenían que calmar a la
nes cáncer, pero a todos nos gustaba verte más le daban excusas. Sin embargo, una fun- una ciudad rusa en mitad de la Europa de la gente que perdía los nervios en las puertas
sufrir. De todas formas, volverás aquí otro cionaria razonable me dijo que acompañara OTAN. Debido al acercamiento de otras an- de las sedes de la importante institución pú-
día —replicó Caronte. a un hombre a la planta de arriba. Por lo vis- tiguas repúblicas soviéticas hacia la cultu- blica. No obstante, los embargos de Hacienda
De repente, desperté. Era un nuevo día te- to se apiadó de la situación desesperada de ra occidental, ahora Kaliningrado se había funcionaban como un reloj. Pocas expectati-
quedado aislada cerca de Alemania, entre vas para los pobres y para los emprendedo-
Polonia y Lituania, a una distancia de más de res. Y esta vez no se podía culpar a la som-
mil kilómetros de la frontera con Rusia. ¿Y bra de la dictadura de Franco, aunque era
qué había hecho Putin? Pues había creado todavía visible y larga. La naturaleza de esta
una inmensa base militar con un moderno nueva locura administrativa era un paso más
sistema antiaéreo llamado S-400 y, además, allá. Un país de servicios y planteado para
la había armado con misiles Iskander con que la organización social se perpetúe con
capacidad nuclear. ¿Por qué nadie hablaba pocos cambios. Un lugar donde lo original
nunca de eso? En otras palabras, teníamos es completamente extraordinario porque lo
una enorme amenaza en las mismas puertas que abunda es la copia. Donde los funciona-
de la Unión Europea. Mientras tanto, el hom- rios tienen hijos que, a su vez, vuelven a ser
bre que había venido a la planta de arriba funcionarios. Donde los camareros tienen
para solucionar un papeleo, palideció al ver hijos que son camareros. No es algo tan radi-
la situación. Se notaba que necesitaba el di- cal como las castas de la India, pero España
nero de la prestación. no tiene nada que ver con el sueño america-
—Buenas tardes, este señor necesita que no. Y ahora las desigualdades son cada vez
alguien lo atienda —les dije. mayores. A veces, pienso que soy demasiado
—¿Qué ocurre? —preguntó uno de los consciente. Sin embargo, mi inconsciencia
funcionarios. tampoco se queda a la zaga. Me acordé de
—¿Cómo has subido hasta aquí? Esta zona nuevo del «estado agéntico» que había leído
no es la de atención al público —dijo otro de en libros de psicología, pero no había ningu-
los funcionarios. na excusa para tratar de esa manera a la gen-
—Me han dicho abajo que acompañe a te. Estaba claro que nos esperaba un mundo
este hombre para que le tramiten una pres- cada vez más desnaturalizado. Las desigual-

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dades estaban creando una serie de injusti- tendía en alguna parte y, de alguna manera,
cias que hacían recordar lo que estaba en los yo quería forma parte de él, lo que signifi-
libros del pasado. Esa manera despótica de caba alejarme todo lo posible de esos seres
actuar de unos simples funcionarios públi- grises que se ganaban la vida poniendo mal-
cos revelaba la brecha social que se estaba vadas excusas a los pobres. Una cosa estaba
creando entre los ricos y los pobres. No había clara ahora: la burocracia en España ahora
duda. Su situación ociosa era evidente y todo era peor incluso que en el siglo XIX y la di-
aquello no había norma ni protocolo que lo gitalización era un arma para deshumanizar
soportara. Más bien parecía una burla y una más todavía la vida cotidiana. Tal vez en el
especie de malvada conciencia de clase que futuro eso se iba a traducir en un aumento
hacía gala de su desmedido poder para im- de la violencia, no lo sé. Yo veía numerosos
poner una manera de trabajar menos, a cos- síntomas de que la gente tenía deseos de to-
ta de alargar la infelicidad de los pobres. De marse la justicia por su mano. Pero aquellos
esa forma, sin ni siquiera hablarle a la cara o gestos que hacían a la gente más pobre no
mirarlo a los ojos, lo invitaron a que se mar- salían en las estadísticas. Y nadie sabía hasta
chara. Todo aquello era muy cruel. El más cuándo tenía que esperar el parado para salir
descarnado distanciamiento social había lle- del aprieto, porque no existían citas previas
© Denis Sturz
gado para quedarse. Yo no entendía por qué cercanas y, por lo tanto, el pobre hombre ni Fuente: Flickr
ninguno de aquellos funcionarios aunque siquiera iba a poder volver a casa con el pe-
fuera por humanidad, le había querido hacer queño consuelo del divertido título de Larra:
un pequeño favor. «Queremos el mundo y lo «Vuelva usted mañana».
queremos ahora», había dicho Jim Morrison.
Un mundo nuevo mucho más amplio se ex-
Un mundo apacible de noche a mansalva. Tres y, a veces, más
por Juan Manuel Chica Cruz por semana. No hacía mucho que acababa de
completar el MIR y a otros, casi recién llega-
dos como él, no tenían tantas guardias, pero
Una intensa luz cenital blanca inundaba una cosa que Daniel aprendió desde bien
el quirófano con paredes de azulejos verdes pequeño era a mantener la boca cerrada. En
José Antonio Gamero Romero (Oliva de la Frontera, Badajoz, España, 1975). Finalis- donde las voces de la enfermera y el cirujano el colegio y en el instituto por su carácter
ta del Azorín 2014. Ha publicado en diferentes revistas Culturamas, Eñe, Visor, etc. apocado, sus gafas de cristales gruesos y sus
hacían eco. La enfermera miraba con preo-
Sus libros son: La invención de los gigantes (Bucéfalo, 2016), Literatura tridimensional (Adarve, 2018), calificaciones estratosféricas se mofaban de
cupación a Daniel, el cirujano. Le veía dema-
Sócrates no vino a España (Samarcanda, 2018), La república del fin del mundo (Tandaia, 2018). él. Especialmente uno. Hasta la hartura, pero
siado pálido y dubitativo aunque se tratara
Este relato pertenece a su última obra, La bodeguita de Hemingway, un libro de relatos escritos nunca dijo nada. Ni en el colegio ni en casa. En
de una intervención de urgencia. Le ayudó a
en clave de humor. El propósito es entretener al tiempo que se denuncian algunos de los te- el colegio, por miedo a represalias y en casa
enfundarse los guantes de látex con premu-
rribles acontecimientos que han tenido lugar durante la pandemia, tanto a nivel sanitario,
ra (ignoraban cuánto tiempo había perma- porque una vez en que movido por la deses-
como político, económico y por supuesto social. El protagonista es un vigilante de seguridad
necido la víctima inconsciente con la cabeza peración se decidió a contar algo, su padre le
en un prestigioso club social. Allí será testigo del aumento de la desigualdad en la sociedad
abierta) y, después, se echó a un lado de la mandó callar llamándole nenaza y marico-
española y de muchas otras cosas más, desde fantasmas hasta narcotráfico…
mesa de operaciones para dejarle operar. na. Aquella reacción del padre selló su boca
Daniel fue el último en incorporarse a la y su corazón y la madre ya iba bien servida
plantilla médica del hospital y desde la ge- de problemas con las borracheras del padre
rencia no hacían más que asignarle guardias y la depresión de caballo que, desde que le

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abrazara el alma, nunca la soltó. Los libros da negra que dejaba ver unas piernas bonitas tivos para pasar más tiempo junto a Sonia. antes.
se convirtieron en un refugio y su prodigiosa y un suéter color crema sobre el que descan- Le gustaba llevarla a su consulta y allí, en- Se citaron en la cafetería cercana a la tien-
memoria en su única aliada. Cuando se cru- saba una larga melena rojiza. Daniel se moría tre una mesa llena de papeles, una camilla y da de ropa donde trabajaba ella y después de
zaba por la calle con un antiguo compañero de ganas por acercarse a ella, pero los pies un armario con vitrinas repletas de viales y esa cita hubo otras. Esos cafés fuera del hos-
del colegio o el instituto bajaba la cabeza o se le atornillaron al suelo como cuando no frascos explicarle, como si estuviera dando pital le daban la sensación a Daniel de estar
se entretenía en un escaparate o se cambiaba podía más y queriendo ir al despacho del di- una conferencia a médicos en prácticas, la en mitad de un rodaje de una película ro-
de acera. Aún muchos años después seguía rector del colegio se limitaba a tragar boca- evolución clínica de su madre. Era pensar en mántica. Sonia, por su parte, tenía sensacio-
avergonzado por el muñeco de trapo en que nadas de rabia y pena. Sonia y su cuerpo se convertía en un caldero nes cruzadas como las corrientes marinas. Le
lo convirtieron. Especialmente aquel hijo de Volvieron a cruzarse en los pasillos del en ebullición de emociones y deseos. decía que su madre estaba muchísimo mejor
puta que mangoneaba a los demás. hospital días después. En esta ocasión el co- Sonia entre sonrisas, unas tímidas, otras y que tenía la ilusión de regalarle, personal-
Lo que más le gustaba del hospital eran razón a Daniel se aceleró bombeando sangre atrevidas y encantos de terciopelo, iba des- mente, una botella de vino en cuanto saliera
las vistas de la ciudad desde su despacho. y deseo, pero bien sabía, de sobra, que sería plegando una alfombra roja ante la puerta del hospital. Por otro lado, pensaba en su no-
Tras acabar sus turnos de noche disfrutaba incapaz de hacer otra cosa que no fuera más de un palacio de mármol prometedor de su- vio lo cual, tampoco impedía que no pensara
viendo el despertar del sol atravesando el que el continuar con su camino y la mirada al surros y secretos con el propósito de que su en Daniel. Cantos de sirena y un despertar de
ventanal con sus rayos tímidos. Le recordaba frente a no ser que sucediera algo extraordi- madre estuviera lo mejor atendida posible. algo más que un pensamiento sobre Daniel.
a tiempos de infancia, cuando en su cuarto, nario como un «Perdone» en voz tan alta que Una cierta inflación de interés y necesidad El trasiego de clientela por el local de tres
ya despierto, mucho antes de que tuviera que fuera imposible ignorarlo seguido de una hacia la bata blanca de Daniel que luego, plantas correspondía al esfuerzo de la agre-
marcharse para el colegio, aquel mismo sol, pregunta. La que fuera. tal vez, borraría el viento, el olvido y la dis- siva campaña de rebajas de verano que había
con sus dedos de luz, acariciaba la mesa de Y lo extraordinario sucedió: tancia. La piel suave, los pequeños tatuajes, lanzado la marca de ropa donde trabajaba
su escritorio mientras él suplicaba que ese —Perdone. ¿Podría ayudarme? —dijo la los ojos dulces y la boca de esperanzas hil- Sonia. Las dependientas, cuya encargada era
día se entretuvieran con otra cosa que no mujer a Daniel al llegar a su altura por el pa- vanaban una atracción cada vez más fuerte Sonia, eran todas atractivas, delgadas, vesti-
fuera en macharlo. sillo. de Daniel hacia Sonia hasta que, como el río das de negro y camiseta blanca que iban de
Una mañana, a la salida de un turno de Se presentó como Sonia y le dijo que a su que tras las lluvias incesantes no puede con- un lado para otro, colocando prendas, do-
guardia especialmente agitado, decidió to- madre, ingresada desde hacía unos días, se tenerse más, termina desbordado. Finalizaba blándolas y sonriendo con la mirada perdida
marse un doble de café en la misma cafete- la habían llevado para hacerle unas pruebas, su turno de guardia, miró el reloj y se quedó en el vacío.
ría del hospital. Las gafas se le empañaron pero que habían transcurrido muchas horas pensativo. Hasta para un enamorado deses- En ese maremágnum, al principio, se aho-
con el vapor del café caliente cuando una sin que supiera nada de ella. Daniel sonrió perado y loco llamar a las siete de la mañana gaba un murmullo que fue in crescendo hasta
voz aterciopelada le hizo limpiar los gruesos y se ofreció a ayudarla. Desde aquel mismo se le antojaría un absurdo. dar paso a sonrisas y cuchicheos. Las depen-
cristales de las gafas apresuradamente con instante entró en oficinas de administración Unos dedos gordezuelos engarzados con dientas dieron aviso a la encargada. Un hom-
las solapas de su bata blanca para observar y pasó a las consultas médicas de otras espe- anillos dorados en forma de sello se desliza- bre con gafas, delgado y tez pálida, inmóvil
a la mujer, de una edad parecida a la suya, cialidades más veces que en todo el tiempo ban por la pantalla de un móvil que vibraba. como una estatua, estaba en mitad de las
que pedía algo al camarero. Su voz le cauti- anterior que llevaba en aquel hospital. Sonia —Joder —gruñó el hombre— te han lla- líneas de caja, con un enorme ramo de flo-
vó, pero cuando la observó detenidamente sonreía agradecida a cada trámite, a cada mado mientras estabas en la ducha. Un nú- res, aguardándola. Sonia se asomó desde la
una epifanía de carne y hueso, le hizo revivir prueba y a cada procedimiento adelantado mero largo y han cortado. tercera planta y no podía creer lo que estaba
una sensación olvidada del correr sangre por y gestionado gracias a la bata blanca de Da- —Sería del hospital —respondió Sonia viendo. Daniel se mantenía impasible soste-
sus venas. Quedó tan embobado que la mujer niel. Pasaban tiempo charlando en la cafete- mientras se secaba el cabello con una toa- niendo entre las dos manos el ramo mien-
comprendió que era el objeto de su atención. ría del hospital mientras su madre se recupe- lla—, algún papel pendiente de mi madre — tras la gente lo miraba sin reparos. Parecía
Se giró hacia él con una sonrisa y Daniel raba del grave infarto e incluso, Daniel, por precisó. un Beefeater del que sobresalía por encima de
bajó la cabeza aparentando una repentina su cuenta, le hacía exploraciones y pruebas —Vaya putas horas de llamar —resopló su cabeza un ramo de flores enorme y de co-
concentración infinita en la taza de café. Los neurológicas que, aunque no estaban rela- encendiéndose un cigarro sobre la cama. lores exóticos. Sonia se dirigió a Daniel con
pocos segundos que la había observado bas- cionadas directamente con sus dolencias de Horas después llamaron de nuevo y Sonia una sonrisa y lo condujo, llevándolo suave-
taron a Daniel para saber que vestía una fal- corazón, sí que le permitía armarse de mo- intuía que sería Daniel. El mismo que llamó mente del brazo hasta un apartado. Le dijo

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que no tenía por qué haber hecho eso y que era precioso. El ramo más
bonito que le habían regalado. Mientras decía esto no conseguía man-
tener la misma postura más allá de unos pocos segundos. Cruzaba los
brazos por delante, luego por detrás. Se acariciaba las muñecas. Echaba
el peso del cuerpo en el pie derecho, luego en el izquierdo. Su sonrisa
intermitente mostraba cierta confusión. Daniel apenas parpadeó y des-
pués de escucharla se esforzó, casi entre disculpas, en hacerle entender
que no era necesario que fuesen a cenar. «Si me lo pides, cenamos», dijo
Sonia para su sorpresa.

***

Daniel se despertó por los pitidos de su móvil anunciando la entrada


de mensajes. Solía poner el móvil en silencio para no perder el frágil
sueño durante las pocas horas en que lograba conciliarlo después de las
guardias de noche, pero en aquella ocasión lo olvidó.
Iba desplazando los ojos por la pantalla no dando crédito a lo que
leía. Todo su cuerpo se activó. Sus músculos parecían resortes dispues-
tos a hacerle saltar como un muñeco de muelles al abrirse la caja. Sonia
le esperaba en un parking de la avenida.
Daniel aparcó con casi quince minutos de antelación y salió del co-
che con cierta ansiedad. El sol en muy pocos minutos desaparecería del
horizonte y se quedaría pensativo contemplando el ocaso hasta que una
voz masculina a sus espaldas le sobresaltó. Al girarse no pudo despegar
los labios y los pies se le clavaron al suelo. Como cuando en el colegio.
—¿Qué pasa? —dijo el hombre acercando su rostro a muy pocos cen-
tímetros del de Daniel—. ¿Esperabas a alguien? —Y lo empujó contra el
capó del coche.
—¿Te gusta mi chica? —le gritó.
Daniel apenas podía sostenerle la mirada, el miedo había congelado
toda su sangre y el cuerpo se agitaba sin control como una sábana ten-
dida azotada por el aire. Aquel hombre parecía muy encabritado. Sus
aletas nasales se contraían y expandían con rabia y empezó a propinar-
le puñetazos sin descanso. El plan de Daniel sería el habitual. Dejaría
que el mundo siguiera su curso, ajeno a sus golpes, pero aquel hombre
de músculos forjados en pesas y horas de gimnasio con música a todo
volumen lejos de aplacarse se encendía más. La lluvia de bofetadas y
puñetazos no amainaba.
La primera le derribó las gafas.
La segunda, la tercera y la cuarta le hicieron correr hilos de sangre
por entre sus dientes.
La quinta le dobló y la sexta le tumbó, pero eso solo sirvió para que

@ Jack Pierce visorliteraria.com | 50


Fuente: Flickr
CREACIÓN CREACIÓN

cambiara las bofetadas por patadas hasta bata, preguntó a la enfermera si había ha- ra le enfundaba los guantes, para ver mejor o lo mataría a puñetazos directamente. Iría
que lo levantó por las solapas para volverlo a bido algún ingreso. Ella abrió una carpeta y aquel sujeto de porte hercúleo ocupando a la cárcel, paradójicamente, por una de-
derribar con más puñetazos. leyó el parte de entradas; hasta el momento toda la mesa de operaciones con la cabeza nuncia de quién más le habría destrozado
Aquel hombre golpeaba muy fuerte, pero nada relevante. destrozada. física y mentalmente; le contaría a Sonia lo
lo que más dolía eran sus grandes anillos con —¿Te traigo un bocadillo mientras empie- Aquel hombre, aún inconsciente, inofen- que aquel medicucho había intentado hacer.
forma de sello impactando en el rostro. za la función? —preguntó la enfermera. sivo y casi a punto de morir con las simples Perdería cualquier opción de estar con So-
—Medicucho de mierda —le insultó en Daniel tenía un nudo en el estómago pero iniciales de su nombre tatuadas en su piel nia. Sería permitir que su vida se desintegra-
voz baja—. Tenías que ser tú. No te bastaba movió la cabeza afirmativamente. Mientras, había hecho estremecerle. Aquellas iniciales ra mientras el mundo seguiría, apacible, su
con lo que te dábamos en el colegio, gilipo- daría una vuelta a los pacientes ingresados en letras góticas, de un nombre que él nunca curso ajeno a su desgracia.
llas. en las últimas horas para ir ganando tiem- olvidó porque lo tenía grabado a fuego en sus —Cómo lo ves —preguntó la enfermera
Daniel se quedó ovillado en el suelo escu- po. Cuando la enfermera regresó con los bo- entrañas, se curvaban como hoces clavándo- a Daniel sacándolo de su ensimismamien-
piendo sangre, dolor y pasado cuando em- cadillos y las latas de refresco se sorprendió se en el alma. to—¿Tiene probabilidades de salvarse?
pezó a sonar el teléfono de su agresor. Lo de que Daniel ya hubiera pasado revista a los Una vez más. Desde el colegio. Daniel torció la boca en un gesto que la
descolgó. Hablaba nervioso girando sobre sí pacientes ingresados durante el día. —Te encuentras bien —preguntó la enfer- enfermera interpretó como señal de dificul-
mismo y mirando si había gente que pudiera —¿Ya has dado una ronda? Ni que te fuera mera a Daniel al verle sudar y palidecer. tad para emitir un juicio sobre las probabili-
haber sido testigo de la paliza. Daniel se co- a faltar noche —dijo sonriendo. Después de tantos años, el destino de ma- dades de éxito de la operación. Sin saber que
locó sus gafas sobre su nariz y entonces vio, Daniel miró el reloj. Tamborileaba los de- nera caprichosa volvía a enredar sus vidas. lo que estaba dilucidando en aquel preciso
al lado de la rueda del coche, una piedra. Era dos sobre el envoltorio de plástico de su bo- No le bastó con humillarle hasta el hartazgo. instante era en sí cerrar un capítulo o dejarlo
grande y de forma picuda. Se incorporó con cadillo cuando por megafonía interna noti- Nunca se apiadó de él. Nunca le mostró algo abierto.
dificultad apoyando primero una rodilla y ficaron el ingreso de un paciente en estado de clemencia y, ahora, tenía que salvarle de Daniel pidió a la enfermera que le acer-
luego la otra. Tosía y escupía con dificultad grave. Se levantó al instante, dejó el bocadillo la muerte. cara un foco sobre el cráneo del paciente. Le
y cuando logró, al fin, levantarse ya tenía al sobre la mesa y salió a los pasillos. Se le vinieron a la cabeza las veces en la habían golpeado tan fuerte que parecía de
agresor frente a él riéndose con la boca des- —Traumatismo craneoencefálico en re- que en los aseos del colegio le bajaban los cristal y mientras estudiaba el alcance de las
encajada y los ojos encendidos como ascuas. gión frontoparietal —le anunció el médico pantalones y le hacían arrastrarse desnudo heridas, le dijo que saliese a buscar el parte
Daniel hinchó los pulmones, tensó el brazo que trajo al accidentado en la ambulancia. por el suelo mientras le daban patadas y le de ingreso. Necesitaba conocer qué tipo de
como el acero desde detrás de su espalda y —Casi desnucado —le apostilló el celador metían cáscaras y envoltorios entre las nal- medicación le habían administrado durante
le asestó un golpe tan fuerte como inespera- que empujaba la camilla. gas y le escupían. O le hacían beber agua del el transporte. Eso supondría que la enferme-
do en la cabeza que le hizo caer desplomado. Daniel, de un simple vistazo al individuo inodoro. O cuando lo subían a hombros y lo ra tendría que recorrer todo un pasillo ente-
Ya en el suelo siguió golpeándolo con aquella con el cráneo casi aplastado por un lado, or- estrellaban contra las paredes ante las risas ro, doblar a la derecha y recorrer otro entero.
piedra unas cuantas veces más hasta que la denó que prepararan el quirófano. de todos. Todo orquestado por aquel indivi- Cinco minutos —calculó — para estar a solas
cabeza sonaba a hueco. Después, se puso en —Ha debido de perder mucha sangre — duo a quién se suponía debía salvarle la vida. con aquel individuo. Con su infierno. Pasado
cuclillas para tomarle el pulso mientras un señaló la enfermera al notar su piel húmeda Ese mismo tipo que un poco antes (dos horas y presente.
charco creciente de sangre iba formando un y fría. y quince minutos, según el reloj de Daniel) No fue una decisión tomada en frío por-
riachuelo rojizo en la tierra que Daniel sor- —Lo encontraron tirado en un descampa- le había propinado una paliza porque era el que los recuerdos y el amor le incendiaban
teó para no mancharse mientras comproba- do. No sabemos el tiempo que ha estado así novio de la chica que él amaba más que nada la sangre; tapó su nariz con una toalla y es-
ba que aún seguía con vida. Daniel miró su —le indicaron los de la ambulancia mientras en el mundo. peró hasta que la máquina que conectaba al
reloj y pensó en el hospital. se encaminaban al quirófano. Salvarle la vida para que cuando se recu- paciente con la vida anunciase, al compás de
Tenía turno de noche. Daniel pidió a la enfermera que preparara perara aquel monstruo le volviera a destro- un estertor y un pitido, más final que nunca,
—Vienes hecho un Cristo —dijo el médi- norepinefrina y plasma sanguíneo para esta- zar la suya. Hundiría de nuevo vida como la su ajuste de cuentas.
co al que relevaba—, pero me alegra que seas bilizar al paciente. Sus órdenes retumbaban mano de un niño aburrido hundiría un cor- La enfermera cuando regresó se sorpren-
más que puntual. por el quirófano de paredes de azulejos ver- cho sobre el agua de la piscina. Si salía del dió, pero las explicaciones tranquilas y sere-
Daniel sonrió y, mientras se colocaba la des. Estiraba el cuello, mientras la enferme- coma —pensaba— le denunciara a la policía nas de Daniel la conformaron. Poco antes de

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que acabara su turno de guardia se presentó desde allí, en pie, como cuando era pequeño,
la policía. Querían recabar información que ver despuntar el amanecer del sol y recibir
les pudiera dar pistas para detener al asesi- su caricias a través del ventanal soñando en
no. Daniel les explicó la intervención fallida descorchar aquella botella de vino pendien-
y la naturaleza de las heridas en una breve te junto a Sonia mientras el mundo, apacible,
y protocolaria entrevista tras lo cual se des- continuaba su curso.
pidieron agradeciendo su tiempo y Daniel,
con paso sereno, se dirigió a su consulta para

Juan Manuel Chica Cruz (Madrid, España, 1971). Licenciado en Ciencias Biológicas,
docente y actualmente dedicado a la formación del profesorado. Ha recibido varios premios y
menciones en concursos literarios y poéticos. Algunos de sus relatos, microrrelatos, poemas y
ensayos han sido publicados en revistas literarias y diferentes antologías. Se pueden leer en: © Gies777
Fuente: Flickr
https://cogitoergosum-juanmachica.blogspot.com/

Murmullos de Oriente Otro —Miguel— camina despistado por


por Xavier Queipo las calles de Estambul.
Dos hombres nacidos en lugares distantes,
soñando una vida mejor, en varios estratos,
Todavía no saben que se van a conocer, en varios niveles de complejidad, en varios
que un día serán titanes, uno en manos del planos cóncavos, como si unos relámpagos
otro y viceversa. Todavía no lo saben y por de luz les cegaran los ojos. Esa misma noche
eso los dos caminan como autómatas, ob- los dos probaron drogas atormentadoras que
servando sin ver, modificando las rutas al los hicieron despertar en lugares nunca an-
azar de la intuición, sin otra ocupación que tes visitados.
el movimiento, el avance caótico sin pensar Los dos sufrieron en su pasado reciente
siquiera cuál es su destino o si existe todavía abusos y humillaciones, robo y estupro.
un destino en que pensar. Los dos supieron lo que significa la pa-
Uno —Mawaran— recuerda caminar en labra ignominia experimentada en primera
las dunas de nieve de las montañas que sepa- persona.
ran Siria del Líbano (¿Hay nieve en el Líba- Los dos huyen, ahora cada uno a su modo.
no? ¿Puede haberla? ¿Es esto una realidad o Mawaran en el más allá de la inconscien-
la voltereta de un sueño? ¿Importa realmen- cia, Miguel en el más acá de la reflexión.
te si hay o no hay nieve en el Líbano?). Pero quizás estas son percepciones resul-

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tado de las apariencias. El caso es que huyen tancia, canta con una voz que hace recordar por el suelo, colonizadas por las hifas de los abuela, por descontado, que le enseño a pre-
sintiendo el hedor acre del miedo besándoles a la gran Nina. A Nina Simone, por desconta- hongos que se extienden en una red subte- parar el humus y a cocinar el cordero en su
la nuca. El miedo de uno es la persecución do, sentada ante el piano y cantando I wish I rránea, húmedas, apelmazadas, comenzando punto. Le enseñaron también, al unísono, a
física, el miedo del otro es la indefinición knew (How It Would Feel To Be Free). el ciclo de las putrefacciones (varias), de la rezar en varias lenguas, a simular que cono-
personal, ese estado de extravío que a veces Flores en búcaros imposibles, invadiendo desestructuración (progresiva), de la inte- cía los rituales de las diversas religiones para
ataca las vidas de los hombres, generando al las terrazas. gración (secuencial) en los estratos del suelo. camuflarse un día si fuese necesario, para
unísono ansiedad y desasosiego. Huir de los Todo parece surgir en la noche fría. Aquí, en Tervuren, las setas surgen en los no revelar a nadie cuál era su credo. Quizás
demás o huir de un mismo, al cabo síntomas Da en llover y sopla el viento. bosques de acacias que delimitan los estan- una preocupación excesiva de los abuelos,
de una misma dolencia pandémica: el pánico Un pobre de pedir esconde la cabeza. ques magníficos. También a la sombra de los un poco paranoicos después de los conflictos
en todas sus formas y expresiones. Nada tiene y nada pide. Se conforma con el sauces llorones ya en la orilla de los estan- continuados, de las guerras larvadas, de las
An Estambul cat experimenting laziness: A man agua que le agasaja el cielo protector. ques, donde unas traviesas de madera plan- agresiones verbales...
fell in the street and nobody cares/ Crazy boys, high Los taxis hierven en reclamos y un guarda tadas en el lodo sufrieran múltiples mutacio-
on glue, throwing cushions to the crowd/ Everything contradice el juego de luces de los semáforos. nes después de décadas de sumersión parcial, Miguel trazó su camino en la otra orilla
stops, in quiet slow motion/ O vuelo estocástico de las Pensando uno en el otro por un instan- de ataque de los meteoros, del ácido de las del Mediterráneo, en las montañas del Piri-
gaviotas no ceo brillante/ Flores en búcaros im- te infinito mientras observan con sorpresa heces de los patos, del sol y del reverbero, de neo, también de familia de cabreros, también
posibles, invadiendo las terrazas/ Todo pare- como se aleja un viejo tranvía lleno a rebosar la lluvia y del frío, de las crisálidas de sexo acostumbrado a la nieve en los picos serra-
ce surgir en la noche fría. de turistas japoneses, mientras las gaviotas incierto, de las orugas que todo arrasan a su dos, a donde acudía cada verano con sus pri-
Dos hombres cruzan las miradas, viéndo- van marcando arabescos en el cielo, mientras paso en la su ansia herbívora y tantas veces mos a pasar un par de meses en la montaña,
se sin verse, mirándose duro como si fueran los estorninos navegan entre árboles desnu- xilófaga, de las huevas de mosquitos o de las con su abuelo materno, viudo de tiempo, que
miembros de bandas rivales, como si estu- dos, moviéndose caóticos, en ondas sincopa- semillas de trébol, de jacinto, de grama... po- ejercía de pastor de ganado menudo, que le
vieran allí para atacarse, para hacerse mal, das y complejas, mientras ellos —Miguel y sadas al azar del viento. enseñó a fabricar queso, a rapar carneros, a
cuando lo que quisieran, lo que los rostros Mawaran— cruzan las miradas, azul cobalto Después de meses de incerteza Mawaran vaciar cabritos, a despedazarlos, a ordeñar
no dicen pero el sexo ardiente declara sin contra verde malaquita. consiguió huir de un país en ebullición, en a las cabras. Le enseñó también a escon-
demora es que se desean como nunca antes Todavía no saben que se van a conocer y donde todo era desorden como cuando se der sus ideas, a su condición, la historia de
desearon a nadie, que se atraen como si fue- ya se desean desde hay tiempo, idealizando calienta un líquido y las burbujas anuncian la familia, los recuerdos de la guerra en la
se la primera vez que alguien en el mundo se imágenes, inventando contornas, invitando el tránsito de líquido a gas, y entonces tan ur- Vall d’Arán, todo lo que lo pudiera identifi-
sintiera atraído por un igual. adivinos y marabús llegados de África para gente huir por los intersticios de las fronteras car como miembro de una estirpe de desa-
Un gato de Estambul, definiendo la pere- que les den una pista cierta de en dónde bus- semipermeables, atravesar muros y cruzar a fectos al régimen, a la religión dominante o a
za/ unos muchachos alocados, inundados del car, uno por el otro, el otro por el uno. las islas griegas en un barco de pesca apro- la ideología invasora, que todo ensopa como
veneno de la cola de pegar, lanzando cojines Llegó el otoño en la Europa occidental. vechando unas jornadas de calma, quizás de gel pegajoso y tóxico.
de colores a la multitud, en el centro de la Aquí en Tervuren los árboles despliegan una fiesta o tregua en una podredumbre cróni- Aquí llegó después de meses de incerte-
calle que desciende de la plaza Taksim justa paleta de colores variada, verde en su mayor ca de sangre y rituales. Nació allá en el este, za, después de cargar con una mochila en la
hasta las orillas del Bósforo/ el tiempo se de- parte, de hojas perennes o procesos incipien- hace más de treinta años, pero nada entien- estación de tren de Barcelona, llegar a París,
tiene, se congela el espacio como si se movie- tes que no comenzaron todavía; amarillo jas- de de luchas y creencias. Fue educado en la caminar entre dos estaciones y arribar ahora,
ran a cámara lenta y los dos, solos, pensando peado de verde pálido, de beige, de castaño ciudad, en Beirut, pero en los veranos acudía esta tarde, a Bruselas —puerto deseado— en
uno en el otro, mientras ven pasar un viejo en pequeños puntos, de carencias minerales con sus primos a pasar un par de meses en un TGV que le mermó el dinero que no so-
tranvía lleno de turistas japoneses, mientras y anuncio de caída inminente, pardo oscuro la montaña, con su abuelo materno. El abue- braba.
las gaviotas van marcando fronteras en el de derrota hormonal, de suicidio por ausen- lo que ejercía de pastor de ganado menudo, En el camino abre os ojos después de un
cielo, mientras los estorninos vuelan en ban- cia de fluidos y dehiscencia de la cola, mo- que le enseño a fabricar queso de oveja y de sueño revuelto de casacas y batallas, de lan-
dadas enormes, mientras ellos —Miguel y rado, añil casi en algunas especies traídas de cabra, a trasquilar carneros, a vaciar cabri- zas y de sables, de húsares y lanceros, de nie-
Mawaran— cruzan sus miradas, azul cobalto las planicies de China, púrpura de depósitos tos, a despedazarlos, a ordeñar la leche o ve, de mucha nieve y un torpor generaliza-
contra verde malaquita, y alguien, en la dis- férricos, y ya entonces, las hojas esparcidas atender a los partos. También al lado de la do, como si estuviese bajo los efectos de una

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que se reflejan en el tan el aire y queman sus rostros como agujas


estanque. Cruzan las lacerantes.
miradas, azul cobalto No se sabe quién tiene el primer impul-
contra verde malaqui- so, pero ya están corriendo de manos dadas,
ta. Alrededor el tiem- cruzando los prados, entrando en el bosque
po parece detenerse de hayas, atacándose los cuellos, lamiendo
en una calma tensa, en los rincones más secretos, suspirando con
un caos calmo, en un deseo. El viento se agita ahora con intensi-
movimiento inmóvil, dad de huracán y los dos hombres rinden sus
en una agitada inac- fuerzas hasta que estalla en sus gargantas el
ción. Everything stops, in bramido del deseo, el alarido de la satisfac-
quiet slow motion y los ción, el grito ancestral del desahogo.
dos hombres giran sus Todavía no lo saben pero se van a amar
rostros para encon- de ahora en adelante para siempre jamás,
trase al fin, frente a una jornada tras otra, un ocaso seguido del
frente. Algo en su in- siguiente y del siguiente y así hasta la con-
terior les dice que no sumación de sus días. Serán héroes o titanes
es la primera vez que uno en las manos del otro y viceversa. To-
se contemplan, la pri- davía no lo saben y por eso, los dos, se de-
mera que sus miradas jan llevar por los instintos como autómatas,
se cruzan en el abismo observando sin ver, modificando las rutas del
del deseo. Uno recuer- placer al azar de la intuición, sin otra ocu-
da un tranvía plagado pación que el movimiento, el avance caóti-
de japoneses, otro el co, sin pensar siquiera cuál es su destino o si
vuelo caótico de las existe todavía un destino en que pensar.
bandadas de estorni- Todavía no lo saben y en sus mentes acu-
nos. Uno siente un es- den imágenes en milhojas: las montañas del
calofrío en los muslos, Líbano y la huida a través de la nieve, las
erizando el vello de las montañas do Pirineo y las agujas de hielo
ingles, otro las manos colgadas de los canalones, los rostros arru-
droga psicótropa. No es la primera vez que que delimitan los estanques lucen magnífi- que pierden fuerza y las piernas que quisie- gados de los abuelos —de los tres— y las ca-
sueña con un dragón de casaca roja cayendo cos con los rayos de sol de otoño. Dos hom- ran temblar. Los dos sonríen al unísono, si- lles como un hervidero de gente en Estam-
del caballo y dejando un reguero de sangre bres caminan al encuentro de su destino sin multaneously, y saludan con una palabra ex- bul, un gato que define la pereza y un rayo de
en el albor de la nieve. saberlo, sin intuirlo siquiera, con la mente tranjera prendida en los labios: ¡Hello! sol que abre el cielo.
Todavía no saben que se van a conocer y puesta en el infinito de la nostalgia. Esa daga Enseguida comienza una conversación Todavía no lo saben y recuerdan entre
ya se desean desde hace tiempo, idealizando que se clava sin herida aparente, que invade entrecortada, insegura, indecisa, de fuerzas nieblas aquella tarde y el tranvía abarrota-
imágenes, inventando contornos, convidan- humores y fluidos, que lo inunda todo, inclu- centrífugas fluctuando en todas direcciones do de japoneses, como se negaron el placer
do demonios, caracoles sagrados y ángeles so los sueños. en un temblor pánico, hasta que los dos son- y continuaron sus huidas, llevados quizás
maraqueros, para que les den una pista cier- Una hoja cae sobre las aguas y hace sur- ríen y una banda de patos cruza el horizon- por el miedo, por la represión, por el pavor
ta de donde buscar, el uno por el otro, el otro gir una onda mínima, que desvanece el refle- te próximo volando rasantes, una ráfaga de al rechazo violento. Uno recuerda un tran-
por el uno. jo del rostro de Mawaran. Cuando las ondas viento hace caer cientos de hojas de los sau- vía, otro el vuelo de los estorninos. Un siente
Aquí, en Tervuren, los bosques de hayas se calman, ya no son uno sino dos los rostros ces llorones y unas gotas de aguanieve cor- frío en las ingles, otro las manos que pierden

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fuerza y las pernas que quisieran temblar. represión, se agotó el miedo, la angustia, el
Está entrando la noche y los dos sonríen desatino. Están juntos, agotados, felices: azul
al unísono, simultaneously, y saludan con una cobalto contra verde malaquita.
palabra dulce prendida en los labios, casi
un murmullo. Finalizó la huida, se acabó la

Xavier Queipo (Santiago de Compostela, España, 1957). Biólogo y médico de formación.


Desde 1989 vive en Bélgica. Ha publicado varias compilaciones de narrativa breve: Ártico
(1990), Ringside (1993), O ladrón de esperma (2001), Os ciclos do bambú (2003), Ártico 2.0 (2011) y 55
(2014); y algunas novelas, como O Paso do Noroeste (1996), Malaria sentimental (1999), Papaventos
(2001), Extramunde (2011), Os Kowa (2016) y Corazón de Manteiga (2020). Recibió varios premios en
Galicia, entre ellos, los premios de novela Xerais (2011) y Eduardo Blanco Amor (2015). A nivel
estatal ha recibido el Premio de la Crítica española en 1991 (por Ártico) y el Premio Nacional © Chris Talbot
Fuente: Flickr
de Traducción do Ministerio de Cultura (en colaboración), por la traducción del Ulysses de
Joyce al gallego (2014). Algunos de sus libros están traducidos al español, portugués, inglés,
francés e italiano. www.xavierqueipo.gal

La telaraña en buscarlas porque sabía que no las conser-


por Francisco Javier Ayala Gallardo vaba ya. Aquella vez no le había resultado
demasiado difícil acceder a la página de la
que salieron las fotos. Después de introducir
Hubiera pagado por saber quién se escon- parte del código numérico de una de ellas,
día tras la Dolores. Se la había vuelto a en- el perfil de la chica apareció de pronto en la
contrar después de meses, tal vez de un año o pantalla. Aparentaba más o menos la misma
más, y por casualidad. Si ya casi ni se acorda- edad en todas, unos veintidós o veintitrés
ba de ella. Al ver su nombre, dudó. Dolores. años, pero el nombre de la titular de la cuen-
Sevillana. Pero la ubicación era Barcelona. ta, inscrito en la parte superior y en letras
Ese dato aparentemente contradictorio re- mayúsculas, era otro. Estaba claro que no se
sonó repentinamente como una campana en llamaba Dolores. Y seguramente las fotogra-
algún lugar indeterminado de su cerebro, y fías tampoco serían suyas. La página parecía
fue solo entonces cuando Marcos supo dibu- bloqueada y nadie publicaba nada allí desde
jar en su mente la imagen inconsistente de la hacía tiempo.
muchacha. Eran dos o tres fotografías saca- Ahora Marcos necesitaba realizar las mis-
das de un perfil de internet y que ella le ha- mas comprobaciones de un año atrás, así
bía pasado la primera o la segunda vez que que, cuando creyó encontrar el momento
habían coincidido en la red. No se molestó oportuno, le dijo a la Dolores que quería sa-

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ber cómo era, que le pasara alguna foto suya. la vecina de enfrente, una solterona sigilosa desvaneciéndose. que solo deseaban poseer ocasionalmente
Los puntos suspensivos que debían indicar y con aspecto de avispa que, al salir por las Marcos se había dado de alta en el chat su cuerpo abrasado en la lujuria, para des-
que ella estaba escribiendo, que seguía allí y mañanas, lo espiaba indefectiblemente por justo después, precisamente, de una acalo- pués olvidarlo para siempre. Todo era distin-
que tal vez accedería a su demanda, tarda- la mirilla; o la frutera de la esquina, que, con rada discusión de pareja. Al principio había to con la Dolores. La angustia generada por
ron más de la cuenta en aparecer. A Marcos su culo gordo y sus gafas de miope, no dejaba sido solo un juego esporádico, una especie de aquellos días sin ella fue como el veneno que,
aquellos minutos se le hicieron intermina- de tirarle los trastos cada vez que se acerca- travesura infantil. Sin embargo, sus ceremo- habiendo penetrado ya en su carne, corría
bles. Finalmente, cuando ya estaba a punto ba a comprarle algo a su tienda. O, por qué nias nocturnas se habían ido explayando con ahora por las venas, dirigiéndose directo al
de darse por vencido, emergieron del cuadro no, una antigua alumna del instituto. Aque- el tiempo, convirtiéndose poco a poco en ru- corazón. Cuando volvieran a coincidir, Mar-
de diálogo dos enlaces y un ridículo emoti- lla idea era la más turbadora, pero también tinarias. Solía conectarse siempre de noche, cos intentaría aclarar definitivamente todas
cono con una sonrisa estrambótica guiñan- la que más alimentaba las muchas e incon- cuando Julia ya hacía rato que se había meti- sus dudas.
do un ojo desproporcionadamente grande. fesables fantasías de Marcos. En ocasiones, do en la cama, y podía pasarse horas enteras Pasaron dos semanas hasta entonces y la
Tras abrirse los dos enlaces, aparecieron las oculta tras la identidad de la Dolores, se ima- flirteando con toda clase de mujeres. Y en- ansiedad de los primeros días se había trans-
mismas dos imágenes de la vez primera, se- ginaba a la hija de los Hurtado, una golfilla tonces, ¿qué estaba pasando ahora? ¿Acaso formado inicialmente en melancolía y luego
guramente sacadas del mismo perfil inac- que había tenido hacía dos años en cuarto y se estaba convirtiendo sin darse cuenta en en rabia. Cuando la Dolores saludó a Marcos,
tivo, un cadáver ciberespacial condenado que no llevaba nunca bragas; o a la Merche, el fetiche de una desconocida que solo ha- él ya no se anduvo por las ramas.
eternamente a vagar sin rumbo por la red. la flacucha de la segunda fila, a la que, según cía que satisfacer egoístamente sus instintos —Dime una cosa.
En efecto, la Dolores se estaba convirtiendo contaban, habían pillado en los lavabos del más primarios, y encima sin ofrecerle nada a —¿Qué quieres, cielo?
ya en una especie de falso espectro, en una gimnasio con el conserje. Y eso que parecía cambio? No, eso no lo iba a permitir. Si has- —Quiero saber cuál es tu verdadero nom-
sombra inconmensurable que, con su dulce no haber roto nunca un plato. Con lo bien ta aquel momento no le había importado no bre.
veneno, empezaba a invadir la conciencia de que nos caía a todos el conserje. verse correspondido y se había contentado La Dolores no dudó.
aquel hombre maduro que se debatía entre Y lo cierto es que Marcos no aparentaba con las insinuaciones provocativas de la mu- —Ya lo sabes… Dolores.
el recelo y la ilusión. Lo embargó la incerti- la edad que tenía. De cuello para abajo, cual- chacha, a partir de entonces todo iba a cam- —Y cómo explicarías entonces que las fo-
dumbre, sí, la incertidumbre era lo que más quiera podría haber dicho que no llegaba a biar. ¿O es que estaba dispuesto a dejar que tografías que me pasaste estén sacadas de un
inquietaba su espíritu, no saber realmente los treinta y cinco. Se notaba que hacía de- ella siguiera escondiéndose tras aquel mar- perfil falso a nombre de una tal Nuria T.
quién se escondía tras aquel simulacro de porte y, en términos generales, se conservaba co oscuro, silencioso y vacío de la pantalla? Ahora sí, en la pantalla se sucedían las
mujer con nombre de suplicio. ¿No se estaría bien. Lamentablemente, no pasaba lo mismo Bueno, tal vez sí. A fin de cuentas, no eran ráfagas intermitentes de puntos suspensi-
empezando a convertir, él precisamente, que con Julia, su mujer, que desde que se había muchas las mujeres que se atrevían a exhi- vos que indicaban que ella escribía, borraba
creía venir de vuelta de todo, en el protago- quedado menopáusica parecía, según Mar- birse en el dantesco laberinto de identidades y volvía a escribir de nuevo insistentemente.
nista de una farsa ridícula, de una broma de cos había admitido más de una vez ante un lleno de espíritus desconsolados en el que se Estuvo así durante un par de minutos.
mal gusto? Lo que se estará riendo la Dolores grupo reducido de colegas de trabajo, un había convertido la red. —¿Cómo lo has sabido? —respondió fi-
a mi costa, llegó a pensar aquella noche. globo deshinchado. La pobre nunca había La Dolores desapareció durante algún nalmente la Dolores.
Pero él tampoco iba a ser del todo sincero llegado a recuperar el tipillo de antes del tiempo. Fueron días de insomnio y de inúti- Marcos se mostró desconfiado. Lo que
con ella. Marcos también utilizaba un pseu- embarazo. Además, llevaba tiempo irascible les elucubraciones en los que Marcos consu- acto seguido le dijo la Dolores no le pareció
dónimo, y además le había dicho que era sol- y escurridiza como una serpiente de agua. mió las largas horas nocturnas esperando en sincero, ni el tono falsamente distendido que
tero y que tan solo tenía treinta años. Por eso, Aunque eso a Marcos no le importaba. Lo vano a que ella apareciera, a que al lado de de pronto adoptaba, como para quitarle hie-
cuando se desnudó por primera vez ante la agradecía y todo. De hecho, hacía tiempo su nombre, en la lista de contactos, se ilumi- rro al asunto. No tardó en reconocer que la
cámara, procuró que no se le viera la cara, ni que no soportaba aquellos orgasmos de pe- nara el puntito verde que indicaba que había habían descubierto.
la cabeza, un poco calva y entrecana. De he- rra famélica al borde de la asfixia a los que vuelto, que volvería a llenar de luz las noches —¡Me has descubierto! —le dijo.
cho, esa iba a ser una norma inquebrantable. ella lo tenía acostumbrado: ¡Guau, guau… lúgubres y silentes, su soledad. Ya no quería Pero él no cejó en su empeño. Había en-
A saber quién podía haber al otro lado del es- guau… guíííííííííííííííííííííííííí!; ni, mucho me- hablar con nadie que no fuera ella. Incluso contrado algunos otros datos sobre la su-
pejo. Quién le aseguraba a él que tras aque- nos, el insufrible armónico con el que coro- borró el resto de sus contactos, aventuras de puesta Nuria T. en internet y los fue des-
lla mujer apócrifa no se escondía en realidad naba siempre la cima, y que iba poco a poco una sola noche, decenas de mujeres febriles granando de uno en uno, regodeándose con

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aquella especie de venganza absurda. Final- sé yo.


mente, ella abandonó el chat sin despedirse. Marcos no
Marcos llegó a pensar que tras la cortina de pudo evitar sen-
humo no se escondía sino un hombre, uno de tir lástima por
aquellos individuos que en más de una oca- aquella pobre
sión lo habían acechado y que solo se hacían muchacha. Le
pasar por mujeres a modo de anzuelo. Des- llegó a ofrecer
pués se quitó aquella disparatada idea de la incluso un dinero
cabeza. Si la Dolores fuera un hombre, a es- que ella rechazó.
tas alturas ya me habría dado cuenta, se dijo. El acto la honra-
Parecía conocer muy bien las mil argucias de ba, sin duda, así
aquellas fingidas féminas. que se juró no
No habían pasado ni diez minutos cuando volver más a du-
la Dolores volvió a conectarse. dar de ella. A fin
—Lo siento, debí explicártelo… Pero tengo de cuentas, no
mis razones. tenía nada que
Y le aseguró que, aunque no la quisiera perder. Aquella
creer, a él nunca le había mentido; que era noche, Marcos
cierto que trabajaba de cajera en un super- se pudo entre-
mercado; que aunque sevillana, había venido gar como hacía
de pequeña con sus padres a Barcelona; que tiempo que no lo
después de compartir un tiempo piso con hacía.
una de sus mejores amigas, ahora ya lleva-
ba más de un año y medio viviendo sola; que Habían pasa-
con lo que ganaba, apenas tenía para pagarse do cuatro meses
el piso y que suerte de sus padres; que justo desde la conmo-
antes de mudarse acababa de dejarlo con su vedora confesión
novio y que después él le había hecho la vida de la Dolores, a
imposible; que le tenía pánico y que por eso la que él ahora
se había dado de baja de todas sus redes so- llamaba Nuria,
ciales, que no entendía cómo Marcos había y parecía que Julia seguía sin notar nada. la cama algo difuminada de fondo. Llevaba un broche dorado en un costado. Quizá por-
podido encontrar aquel perfil olvidado que Cada noche, antes de meterse en la cama, se un vestido negro ceñido y un colgante en for- que las piernas solo se le veían hasta las ro-
creía haber suprimido; que sí, que su nom- despedía de Marcos con un beso y lo dejaba ma de escobilla que casi le llegaba al escote. dillas, juveniles y huesudas, Marcos no podía
bre real era Nuria, pero que hubiera preferi- tumbado en el sofá leyendo o viendo la tele, Los pechos, tiernos y refulgentes en la ima- dejar de fantasear con sus pies. Unas veces
do mantenerlo en secreto; que esa era toda como si nada. Al cabo de un rato, cuando ce- gen que de ellos Marcos se había formado, se los representaba desnudos, tersos y feme-
la verdad y nada más que la verdad y que, lo saban los movimientos en el piso de arriba, apenas se insinuaban. Pero él completaba ninos; otras, enfundados en unas sugerentes
que a él le acababa de explicar, no se lo había él se conectaba. En las tres o cuatro veces con su imaginación los contornos de aquella medias de seda negra, abiertas las piernas y
contado nunca a nadie; que hasta que no hu- que la pareja había hecho el amor en todo fotografía diáfana, próxima a la perfección. como descuidadas sobre la mesa del escrito-
biera superado lo de su novio, quería mante- ese tiempo, Marcos no había hecho más que La otra era una instantánea tomada más de rio, mientras Nuria se masturbaba. Le había
nerse en el anonimato; que le daba vergüen- pensar en la muchacha de las fotografías. Se cerca. Ella salía con los labios pintados de dicho que lo hacía así y que dejaba la silla
za mostrar su cuerpo; que tuviera un poco de las sabía ambas de memoria. En una de ellas, rojo y un poco despeinada. Lucía una blusa empapada. Y él la creyó.
paciencia, que tal vez con el tiempo… que qué la Dolores aparecía haciéndose un selfi, con blanca de tirantes y una falda escocesa con Una noche, Marcos le volvió a insinuar

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que se desnudara, pero ella se negó en re- el reflejo de la pantalla del ordenador, dejaba por mi vientre para desabrocharme sin prisa lo has hecho nunca con una menor? Resul-
dondo. Me ofendes, le dijo. Creía que tú eras entrever el pecho hirsuto. Ahora él se encen- el pantalón. Por un momento, me ha pareci- taba inverosímil y rutinario. Algunas veces
diferente, que lo habías entendido. día un cigarrillo. La Dolores entornó los ojos do oír la puerta del almacén y eso no ha he- utilizaban un video como cebo. En la secuen-
—Perdona, no quería… No te enfades —es- cuando la refulgencia del mechero iluminó cho sino excitarme aún más. No podía dejar cia solía aparecer una niña, nunca la misma,
cribió él enseguida—. Es solo que va pasando brevemente el laxo cuello de Marcos. de pensar en ti, todo el tiempo así, tal cual te de unos doce o trece años, que hacía como
el tiempo y… Pero al menos podrías dejarme —¿Me lo vas a decir o no? —insistió él. veo ahora. ¡Buf, no sabes cómo me he pues- si fuera ella la que escribiera. En una oca-
oír tu voz. Eso no deberías negármelo. —Solo te diré que he tenido que levantar- to! He tenido que morderme fuertemente el sión, incluso le llegaron a hablar de incesto.
Ella tardó en responder. me de la caja y que no ha sido para ir preci- labio para no gritar… hasta me he hecho un La mujer en cuestión decía haber mantenido
—Ya tienes mis fotos. samente al lavabo. poco de sangre y todo. relaciones con sus dos hijos menores, un niño
Marcos no pudo disimular la frustración. —¿Ah, no? ¿Y para qué ha sido? Entonces Marcos ya no pudo contenerse. y una niña de trece y nueve años; lo más cu-
—¡Pero si ni siquiera sé si son tuyas! —¿De verdad no te lo imaginas? En el piso de arriba se oyó un leve ruido de riosos del caso es que no dejaba de hacerle
—¡Hazme el favor, no vuelvas con eso! La mano derecha de Marcos desapareció pisadas. preguntas comprometedoras.
—Pero es que no te entiendo… ¿Por qué bajo la mesa. Ahora Marcos estaba seguro de que lo vi-
no? ¿Acaso no te gusta la voz que tienes? —No, dímelo tú. Algo en la configuración del chat había gilaban de cerca, de que el chat no era sino
—No, no es eso, es que me da vergüenza… —A esa hora en el almacén no hay nunca cambiado de improviso. La web había deja- una burda tapadera para desenmascarar la
Además, no me funciona el micro. nadie y todo está completamente en silencio… do de funcionar durante un par de días y, en más cruel aberración de un mundo que se
—¡Y yo que me lo creo! Va, por favor… No Le he pedido a Ana que me sustituyera, le he cuanto Marcos pudo volverse a conectar, se precipitaba irremisiblemente a su fin. Su sola
te lo volveré a pedir. Oír tu respiración, al dicho que necesitaba ir a mear y que después dio cuenta de que la Dolores había desapa- presencia allí ya lo convertía en sospechoso,
menos. me tomaría un pequeño descanso. El alma- recido de su lista de contactos. En vano estu- en uno de esos depravados capaz de promo-
Pero la Dolores, como siempre que se sen- cén es grande, ¿sabes?, y oscuro… Solo la luz vo noches y noches buscándola, durante las ver las peores conductas. Estaba convencido
tía incomodada, cambió de tema. que entra por una pequeña claraboya ilumi- cuales constató hasta qué punto la deprava- de que, infiltrados entre los miles y miles de
—¿Sabes? Me he pasado el día pensando na el centro del recinto. En uno de los lados, ción y el vicio reinaban en aquel reducto de individuos anónimos que pululaban por la
en ti. Estaba en el super esta tarde y no hacía tras una inmensa montaña de cajas vacías, se ignominia. Pronto empezó a tener la sensa- página de contactos, se hallaban en realidad
más que mirar el reloj esperando a que llega- forma siempre un pasillo, al final del cual hay ción de que alrededor suyo se estaba tejien- los miembros de un cuerpo especializado de
ra este momento. ¿A ti no te pasa? una estantería colmada de botes de champú do una peligrosa telaraña de conspiraciones. la policía destinado a sacar a la luz los más
Marcos resopló. Miró la hora que era en y una vieja silla abandonada. Si no enciendes Nombres y ubicaciones se sucedían ininte- abyectos casos de pedofilia y abusos en la
su reloj de pulsera e inspiró profundamente, la luz, aquel rincón queda inexorablemente rrumpidamente en la pantalla como en una red. No podía seguir exponiéndose de aque-
reteniendo el aire, antes de contestar. sumido en la tiniebla más profunda. ¿Toda- ruleta. La mayoría de los usuarios eran hom- lla forma. Lo del incesto había sido la gota
—En el instituto no tengo tiempo para vía no te imaginas lo que he hecho allí, sen- bres desesperados como él que, al ver que no que colmaba el vaso y estaba firmemente
nada. Esos monstruos no me dan ni un respi- tada en aquella silla mugrienta? habían dado con la presa deseada, desapa- resuelto a abandonar definitivamente su su-
ro. Los grupos de este año son un verdadero —¡Por el amor de Dios! recían sin más. Pero otras veces el descono- brepticia vida nocturna. Y a fe de Dios que
desastre… ¡Ni te cuento! —¡Levántate, que te vea! cido permanecía allí acechante. Cuando esto lo habría conseguido si, por una de aquellas
—Pues yo no he podido dejar de pensar en Marcos obedeció. ocurría, Marcos se sentía incómodamente ironías del destino, no se hubiera vuelto a
ti —repitió la Dolores. —¡Mmmm, cariño! ¿Seguro que quieres observado. cruzar en su camino, cuando menos lo espe-
—¿Y qué pensabas? que continúe? El que últimamente no hubiera hecho más raba, la Dolores.
—¿No te lo imaginas? Pero él estaba demasiado ocupado como que encontrarse a muchachas que afirmaban Allí estaba otra vez, como aparecida de la
Marcos sonrió. Un cosquilleo agradable para molestarse en contestar. ser menores, había levantado definitivamen- nada, y justo cuando él estaba decidido a irse
empezó a recorrerle de arriba abajo la co- —Lo primero que he hecho es quitarme te sus sospechas. Se le insinuaban con des- para siempre. Marcos titubeó antes de escri-
lumna vertebral. lentamente el sujetador y acariciarme los pe- caro y le seguían en todo el juego. De vez en bir.
—No. Prefiero que me lo cuentes tú. chos con ambas manos, así, muy lentamente. cuando, insistían: tengo catorce años, no te —¡Cuánto tiempo, Nuria!
Marcos se mantenía sobre un fondo se- Cuando ya tenía los pezones a punto de es- importa, ¿verdad? Ante una respuesta nega- Insistió, al ver que ella no contestaba.
mioscuro, y su cuerpo, apenas insinuado por tallar, he ido bajando una mano poco a poco tiva, la pregunta era siempre la misma: ¿y te —Dolores, ¿estás ahí?

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CREACIÓN CREACIÓN

Y cuando la Dolores parecía que por fin trar que el individuo de las imágenes fuera Sí, ahora estaba seguro, la oía. Sentía su anhelante.
iba decirle algo, Marcos se anticipó. él. Estaban, eso sí, los muebles, las estante- respiración, notaba sus movimientos cerca —¡No pares! —escribió ella apresurada-
—No sé cómo ocurrió, pero perdí todos rías con los libros, la pequeña butaca, apenas del teclado. Debe de haber sido por el cam- mente.
mis contactos. insinuada en la oscuridad del cuarto… ¡Bah, bio de configuración. Seguro que ella no sabe Y él no paró, siguió y siguió, hasta que
—Sí, han cambiado la configuración… nada de todo aquello era determinante! Ha- nada, pensó. Le pareció oír incluso un dis-
bía centenares de butacas como la suya, mi- aquel jadeo fatigoso de animal herido se
Yo también perdí algunos de mis contactos. creto rumor de sábanas.
Además, la cámara parece que no funciona. les de estanterías iguales, millones de mue- detuvo de improviso y, después de un breve
—¿Estás en la cama?
—¿No puedes verme? bles idénticos. Y aunque así no fuera. ¿Cómo silencio, sofocada por la almohada, Marcos
—Sí, mi amor.
—No. iba a saber ella dónde encontrarle, cómo iba pudo oír por fin su voz: ¡Guau, guau… guau…
Marcos se enardeció sobremanera. Sin
—¿Y ahora? a saber dónde vivía? Hay maneras, se dijo. guíííííííííííííííííííííííííí!...
pensárselo dos veces, se levantó de la silla,
—Espera… Sí, ahora sí… —la Dolores se- Cualquier jáquer un poco avezado puede
le mostró a la Dolores su sexo erguido y em- Todo se puso a dar vueltas antes de que él
guía escribiendo—. Creía que ya me habrías infiltrarse hoy en día en tu portátil, hacerse
pezó a acariciárselo. Poco a poco, el tenue cayera al suelo. Se reía con tanta fuerza que
olvidado. con los códigos de tu tarjeta, acceder a tu in-
—¿Cómo puedes pensar eso? Me pasé no- formación personal. ¿Y si fuera este el caso? hálito de la muchacha, su respiración lenta y los ojos se le llenaron de lágrimas.
ches enteras buscándote. ¿Y si la Dolores no fuera más que una simple profunda, se fue trasformando en un resuello
—¿De veras? ¡Júramelo! estafadora? O peor aún, una chantajista… Ni
Marcos no lo hizo. siquiera podía estar seguro de que se trata-
—Yo también te estuve buscando… —pa- ra de una mujer. Es más, ¿y si no era sino un
recía que ella tanteara ahora las palabras—. agente enmascarado de la Brigada Central
¿Tienes ganas? No sabes cómo me he puesto, de Investigación Tecnológica? Marcos esbo-
solo de verte. zó un gesto de incredulidad. Tal vez estaba
Francisco Javier Ayala Gallardo (Barcelona, España, 1974). Músico y escritor. Es
doctor cum laude en Filología Española por la Universidad Autónoma de Barcelona y autor de
Marcos ya casi ni se acordaba de la deci- yendo demasiado lejos. Sí, aquella era una
diversos artículos científicos publicados en revistas y libros de investigación de alcance na-
sión tomada apenas hacía unos minutos de idea descabellada. La Dolores nunca había
cional e internacional. Además de trabajar en la poesía de la Generación del 50, lo ha hecho
abandonar definitivamente el chat, su de- insinuado nada que la pudiera hacer sospe-
también en otros campos como son el de la novela corta del siglo XVII y el de la literatura
terminación de no volver a exhibirse nunca chosa de algo así. Sin duda, de nuevo estaba
española colonial. En 2021, ha sido galardonado con el VII Premio Internacional de Investi-
más frente a la cámara, su voluntad de dejar siendo injusto con ella.
gación Literaria Ángel González por la obra Tú canción entre sus canciones. José Agustín Goytisolo y
de una vez por todas aquel juego absurdo y —¿Sigues ahí?
la música (2022), dedicada al estudio de las relaciones entre música y literatura en la obra del
demasiado arriesgado. Pero de pronto vol- Marcos tardó un poco en reaccionar.
poeta barcelonés.
vieron a él los recelos y las inquietudes de —Sí, sí, aquí sigo…
antes. ¿Y si la Dolores lo estuviera grabando —Y qué, ¿qué me dices? ¿No te apetece
todo? A estas alturas, tendría en su haber un que juguemos un ratito?
importante número de documentos video- Fue entonces cuando Marcos se dio cuen-
gráficos que sin duda lo comprometerían, y ta de algo que hasta aquel momento le había
mucho. Podría incluso hacerle chantaje, si pasado desapercibido. ¿Cómo no se había
quisiera, amenazarlo con explicárselo todo a percatado antes? Sí, estaba oyendo a la Dolo-
su mujer. Y Julia no se lo perdonaría nunca, res. No, no había oído su voz, pero podía per-
de eso podía estar seguro. cibir perfectamente el repiqueteo del teclado
Pero, un momento. Todo aquello era ri- cada vez que ella escribía. Decidió pregun-
dículo. Marcos no había desvelado ni una tarle algo. No se le ocurrió otra cosa.
sola vez su identidad. Es más, la Dolores no —¿Estás sola?
le había visto nunca la cara, así que, por más —¿Y con quién quieres que esté? —escri-
que lo hubiera grabado, no podría demos- bió ella.

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CREACIÓN

Largometraje
por Germán Ramírez Lerate

Terminaron de grabar la escena de los girasoles, ya sabéis, Daryl


se los arroja a los brazos con un ademán grosero, pero tienes que en-
fatizarlo bien, ¿vale, Mick? Sylvia debe traslucir desesperanza en ese
momento y sostener los tallos podridos como si fueran un neonato, sin
dejar de mantenerle la mirada a Daryl, ¿entendido? Veamos si esta es la
buena.
El maquillaje se evaporaba sobre sus mejillas en la atmósfera estival
de Tánger, donde estaba concluyendo la filmación de la última cinta
de un renombrado director cuyo nombre evitaré mentar, dada la con-
troversia de los acontecimientos que esta historia abarca. El apartotel
donde estaban grabando, y que debían desalojar en menos de cuarenta
y ocho horas tal como estaba prescrito por contrato, había sido elegido
por el director para rodar aquella escena tras quedar encandilado por
los singulares claroscuros de una habitación concreta donde, de doce a
doce y media de la tarde, una poderosa luz se tamizaba a través de una
amplia celosía y moteaba los rostros de los protagonistas en aquella
escena, la maldita escena de los girasoles, que solo podemos grabar en
este intervalo del mediodía, no sé cuántas veces os lo habré dicho ya, y
solo podremos repetirla una vez hoy y mañana dos o tres veces antes de
que nos echen a patadas; que no estamos en Los Ángeles, que aquí no
entienden la cultura cinematográfica y se creen que estamos grabando
una película pornográfica o preparando un atentado, y mientras voso-
tros tan tranquilos, sobre todo tú, Mick, que no sabes tirar unas flores
con desprecio, ¿qué mierdas te enseñaron en la academia?
Mick McMüller —que encarnaba a Daryl Hollow en este largometra-
je— aún no terminaba de entender qué quería el director para esa se-
cuencia de quince segundos. La habían repetido en incontables ocasio-
nes, ya había perdido la cuenta, y estaba tan desesperado que incluso se
había planteado abandonar el rodaje. Los insultos del director, a quien
había admirado desde muy joven por su trayectoria profesional, esta-
ban empezando a soliviantar su carácter, siempre apacible y comedido.
El hombrecillo que había engendrado la truculenta historia de amor
entre Daryl Hollow y Sylvia Partner —interpretada por Tiffany Men-
des— era famoso por atormentar a un actor en cada una de sus pelícu-
las, simplemente porque les exigía lo que eran capaces de ofrecerme, yo
tengo buen olfato para los grandes talentos y sé cuándo un actor está
desaprovechando sus cualidades dramáticas; no es ninguna veleidad o

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Fuente: Flickr
CREACIÓN CREACIÓN

un fetiche: una buena cinta sin buenos acto- que debía contratarlos. Es una lástima que amado en su vida, una oncóloga británica taba acabada, que se precipitaría al abismo
res es como una mujer sin pechos (estas de- la prensa haya conjurado este boicot para llamada Barbara Collingwood, de la que se oceánico desde el Golden Gate en cuanto
claraciones, posteriores a la tragedia, susci- evitar que se estrene mi película; a pesar del había divorciado después de ganar el Pulit- regresaran a América, la América que había
taron un gran escándalo en todos los medios incidente, he creado una obra de arte a la al- zer y enfermar de fama. En su viaje de novios encumbrado su literatura, la América ciega
de prensa y desmejoraron la imagen pública tura de los mejores filmes de Orson Welles. a Tánger —destino obligatorio para cual- que aplaudía sus páginas atestadas de trivia-
del director que, aun así, nunca reconoció su La humanidad se lo pierde. quier escritor de su generación—, el albur lidades, la América que le brindaba premios
parte de culpa y fue eximido de sus cargos Aquella noche tiraron a la basura cerca de quiso presentarle a la poeta beat Sylvia Part- y estatuillas de bronce que luego se herrum-
tras una larga deliberación del jurado). una docena de girasoles, pues en el trasiego ner, que estaba alojada en el mismo hotel que braban en las vitrinas polvorientas de su
La víspera de la última jornada de rodaje, de lanzarlos con ímpetu y recogerlos, la co- el matrimonio, y con la que compartió largas despacho. La escena de los girasoles sucedía
después de grabar varias tomas frustradas, el rola quedaba desportillada y marchita como conversaciones en un bonito parterre hes- la mañana en que Daryl Hollow y su esposa
director mantuvo una violenta conversación una calavera. Los responsables del hotel perio mientras su esposa dormía profunda- partían hacia San Francisco, escasas horas
con Mick McMüller en sus dependencias y donde se estaban hospedando atestiguaron mente bajo los efectos de unas pastillas que antes de que su avión despegara del aero-
le amenazó con despedirlo si no obtenían que el cuarto de Mick hubo de ser reformado necesitaba consumir por receta médica. puerto.
la escena perfecta al día siguiente. Tiffany tras lo ocurrido; fueron los únicos que no me Ya te puedes imaginar por dónde voy, ¿no? Bajo la presión del gerente del apartotel,
Mendes, que estuvo presente durante la dis- demandaron, y a ellos sí les sobraban razo- La historia no tiene nada, los grandes direc- el director y el equipo se prepararon a las
cusión, accedió a practicar toda la madru- nes. Los marroquíes son buenos anfitriones, tores sobresalimos por enarbolar la bandera doce menos cuarto para filmar las últimas
gada junto a Mick con el único propósito de qué demonios, y yo que pensaba que no salía de la sencillez sin perder de vista la virtud tomas. No podía haber errores, por mi madre
lograr que el director estuviera satisfecho y vivo de allí, todos tan morenos como los de de la armonía, los encuadres impactantes, que no: temía por el futuro de Mick, tanto
los dejara en paz. Ella no era una gran actriz, las Torres Gemelas… Realmente Mick consi- los diálogos trascendentes que son como pu- potencial desperdiciado por no enfatizar lo
por eso no le exigía lo mismo que a Mick… Se guió una espléndida interpretación final, no ñetazos de realidad en medio de la ficción, suficiente en una escena… Aunque, al final, lo
esforzaba, y ese detalle lo valoré; también se sé qué hizo por la noche, pero por la mañana no sé si me entiendes: eso es lo que conec- consiguió.
había hartado de mí, yo lo sé, estaba incó- se había transformado en otra persona. tó a Sylvia y a Daryl, y lo que debe conectar Nadie reparó en un pequeño detalle, y es
moda porque creía que yo me quería acostar La historia que el director había pergeña- al espectador con su romance. Un romance que el actor apareció vestido con las prendas
con ella, ¡qué ingenua, pobrecilla! do se construía, como todas sus tramas, so- raro, ya lo sé; nunca se tocaron y, sin embar- de Daryl Hollow y unas ojeras que no habían
Nadie sabe qué pudo desencadenar la tra- bre un argumento escueto y ordinario que la go, Sylvia desvirgó a Daryl, no textualmente, sido confeccionadas por el personal de ma-
gedia. Los demás actores del elenco, que des- mente mórbida de su creador iba revistiendo a ver si me explico: con Sylvia, nuestro escri- quillaje. El director, oculto entre las sombras
cansaban en habitaciones adyacentes a la de de pieles artificiales y obsesiones insólitas, tor descubre una literatura más allá de las rutilantes, ni siquiera lo saludó. La discusión
Mick, certificaron que, durante más de cinco alabadas por muchos críticos intelectua- novelas de aventuras y de la poesía barata, de la noche anterior todavía crepitaba en mi
horas, la única frase que se escuchó en el ho- listas y repudiadas por otros tantos que no entiende que nada de lo que ha escrito me- cabeza, y yo he sufrido un infarto hace poco,
tel, repetida cada minuto entre intervalos de comprendían la virtualización radical de las rece ser recordado, que la soledad de la que a mi edad no me puedo permitir estas ten-
incertidumbre, era una línea del guion: «¡Tú relaciones sociales que solía exponer en sus se había intentado resarcir con sus segundas siones: quería que interpretara su parte y que
me has convertido en esto!». Aunque nadie obras. ¿Pero quién entiende esa frase, seño- nupcias era una soledad metafísica, era la nos largáramos de aquel maldito país.
pudo dormir aquella noche, ninguno de sus res periodistas de folletín? No tienen pretex- soledad de su alma encarcelada e incapaz de Las cámaras enfocaron a Sylvia y a Daryl
compañeros se atrevió a entrar en la habita- tos para censurar mis películas, incluso estoy ser plasmada en el papel como hacen los ver- en la confusión asfixiante de la canícula. La
ción para pedirle a Mick que se callara: sa- seguro de que han disfrutado con su visio- daderos artistas. luz jugaba en sus semblantes y distorsionaba
bían que no lo hacía por devoción y que el nado, pero claro, todos tenemos que comer, Daryl Hollow, devastado por esta reve- sus expresiones; Sylvia le ofrecía un ramo de
yugo del director era una amenaza constante ¿no?, y mil palabras por artículo no se escri- lación, no consiguió redactar ni una línea a girasoles como obsequio de despedida, de-
que crecía como una sombra del crepúsculo ben solas. partir de entonces. Sus últimos días en Tán- clamaba sus frases del guion y sonreía con
en aquellos últimos días de rodaje. Daryl Hollow, célebre en su país tras pu- ger transcurrieron en una brumosa zozobra pesar. El director los observaba con cierto
El guion es una maravilla, era idóneo para blicar varias exitosas novelas de aventuras, que le obligó a confinarse entre las paredes desasosiego, y entonces ocurrió: ¡Cómo no
Mick y Tiffany; mientras lo escribía, vi en mi había decidido comprometerse en segundas de su cuarto sin ser capaz de confesarle a su caí!, era la rectificación ideal para mi guion,
cabeza los retratos de los personajes y supe nupcias con la única mujer a la que había esposa que no la quería, que su carrera es- ¡era lo lógico!

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CREACIÓN COLABORACIONES

En ese momento, frente a las cámaras, Ahora me arrepiento. ¿Puedo beber un poco
Daryl desgarró con sus manos los girasoles y de agua? Gracias.
se abalanzó sobre Tiffany, a la que le lanci- Desde luego, la piel se me despeluzó cuan-
nó el cuello con un alfanje mientras gritaba do llegó la policía; todavía no sé qué demo-
la reiterada frase: «¡Tú me has convertido en nios había ocurrido aquella noche mientras
esto!». ensayaban, pero aún llevo estampados en mi Colaboraciones
Al principio vi tanta sangre que pensé que mente los aullidos de Mick cuando los agen-
aquello era una improvisación tarantines- tes lo redujeron: quiero hablar con mi es-
ca del equipo de efectos especiales; aunque posa, dónde está Barbara, exijo hablar con
no me habían consultado —cómo lo iban a la embajada estadounidense, soy amigo del La Revista Literaria Visor se centra en diversos aspectos del relato corto. Está estructurada
hacer, si nadie sabía nada—, en aquel instan- presidente Eisenhower y ganador del premio en tres bloques fundamentales: reseñas literarias, ensayo y creación. Toda colaboración será
te me pareció un giro argumental orgásmi- Pulitzer… Dios mío, pensé: Daryl es real… Una bien recibida en cualquiera de estos campos siempre que sea original, inédita, escrita en es-
co, no sé cómo describirlo, realmente grité pena que no me dejaran grabar cómo lo de- pañol y relacionada con los distintos aspectos del relato breve. Los textos deben remitirse en
de excitación cuando Mick mató a Tiffany… tenían. fichero adjunto y en formato Word, junto a una breve reseña bio-bibliográfica de no más de
diez líneas, a la siguiente dirección de correo electrónico:

visorliteraria@gmail.com

El consejo editorial leerá todas las colaboraciones enviadas, reservándose el derecho a su


inclusión en la revista. No se informará en ningún caso sobre aspecto alguno del proceso de
Germán Ramírez Lerate (Cádiz, España, 1998). Narrador, poeta e ingeniero informá-
selección, y solo se mantendrá correspondencia con aquellos autores cuyos textos sean ele-
tico. Entre 2014 y 2018 dirige la revista literaria Sombra del Paraíso. Ha recibido múltiples ga-
gidos.
lardones en certámenes literarios: mención especial en el VIII Concurso de Relatos del Diario
Los autores son siempre los titulares de la propiedad intelectual de cada una de sus obras
de Cádiz (2013), primer premio en la modalidad de poesía del XIII Certamen Andaluz de Es-
y solo ceden a la Revista Literaria Visor el derecho a publicar los textos en el número corres-
critores Noveles (2014), primer premio en la modalidad de poesía del XXVI Certamen Litera-
pondiente.
rio San Juan de la Cruz (2015) y ganador del I Certamen de Relato Corto «El Pájaro de Tinta»
Además de responder a los estándares adecuados de calidad artística y de redacción, los
(2021). Sus poemas han aparecido en revistas como Estación Poesía, Ítaca, Cuadernos de Humo o La
requisitos de publicación serán los siguientes: para reseñas literarias, los textos no sobrepasa-
Página Escrita. En 2020 publica su primera novela, Historia de un fotógrafo, una camelia y un bisturí
rán la extensión de una página; para ensayos, no más de 10, y para creación, no se excederán
(Ediciones en Huida).
las 12 páginas. En todos los casos, los textos se redactarán en A4, con letra tamaño 12, doble
interlineado y, de haberlas, notas al final del documento.

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VISOR revista literaria

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