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Ficha de Religion 10 - Los Diez Mandamientos
Ficha de Religion 10 - Los Diez Mandamientos
Ficha de Religion 10 - Los Diez Mandamientos
El Decálogo se comprende ante todo cuando se lee en el con texto del Éxodo, que es el gran
acontecimiento liberador de Dios en el centro de la antigua Alianza. Las “diez palabras”, bien sean
formula das como preceptos negativos, prohibiciones, o bien como mandamientos positivos (como “honra
a tu padre y a tu madre”), indican las condiciones de una vida liberada de la esclavitud del pecado. El
Decálogo es un camino de vida:
«Si [...] amas a tu Dios, si sigues sus caminos y guardas sus mandamientos, sus preceptos y sus normas,
vivirás y te multiplicarás» (Dt 30, 16).
Esta fuerza liberadora del Decálogo aparece, por ejemplo, en el mandamiento del descanso del sábado,
destinado también a los extranjeros y a los esclavos:
«Acuérdate de que fuiste esclavo en el país de Egipto y de que tu Dios te sacó de allí con mano fuerte y
con tenso brazo» (Dt 5, 15).
Las “diez palabras” resumen y proclaman la ley de Dios: “Estas palabras dijo el Señor a toda vuestra
asamblea, en la montaña, de en medio del fuego, la nube y la densa niebla, con voz potente, y nada más
añadió. Luego las escribió en dos tablas de piedra y me las entregó a mí” (Dt 5, 22). Por eso estas dos
Las “diez palabras” son pronunciadas por Dios dentro de una teofanía
(“el Señor os habló cara a cara en la montaña, en medio del fuego”: Dt 5,
4). Pertenecen a la revelación que Dios hace de sí mismo y de su gloria.
El don de los mandamientos es don de Dios y de su santa voluntad.
Dando a conocer su voluntad, Dios se revela a su pueblo.
El Decálogo no es transmitido sino tras el recuerdo de la Alianza (“el Señor, nuestro Dios, estableció con
nosotros una alianza en Horeb”: Dt 5, 2).
Los mandamientos reciben su plena significación en el interior de la Alianza. Según la Escritura, el obrar
moral del hombre adquiere todo su sentido en y por la Alianza. La primera de las “diez palabras” recuerda
el amor primero de Dios hacia su pueblo:
«Como había habido, en castigo del pecado, paso del paraíso de la libertad a la servidumbre de este
mundo, por eso la primera frase del Decálogo, primera palabra de los mandamientos de Dios, se refiere a
la libertad: “Yo soy el Señor tu Dios, que te sacó de la tierra de Egipto, de la casa de servidumbre”»
(Ex 20, 2; Dt 5, 6) (Orígenes, In Exodum homilia 8, 1).
Los diez mandamientos enuncian las exigencias del amor de Dios y del prójimo. Los tres primeros se
refieren más al amor de Dios y los otros siete más al amor del prójimo.
El Concilio de Trento enseña que los diez mandamientos obligan a los cristianos y que el hombre
justificado está también obligado a observarlos (cf DS 1569-1670). Y el Concilio Vaticano II afirma que:
“Los obispos, como sucesores de los Apóstoles, reciben del Señor [...] la misión de enseñar a todos los
pueblos y de predicar el Evangelio a todo el mundo para que todos los hombres, por la fe, el bautismo y el
cumplimiento de los mandamientos, consigan la salvación” (LG 24).
1. “No tendrás dioses ajenos delante de mí” (Éxodo 20:3). Debemos hacer
“todas las cosas con la mira puesta únicamente en la gloria de Dios” (D. y
C. 82:19). Debemos amar y servir al Señor con todo el corazón, alma,
mente y fuerza (véase Deuteronomio 6:5; D. y C. 59:5).
7. “No cometerás adulterio” (Éxodo 20:14). En una revelación de los últimos días, el Señor no sólo
condenó el adulterio, sino toda “cosa semejante” (D. y C. 59:6). La fornicación, la homosexualidad y
otros pecados sexuales son violaciones del séptimo mandamiento.
9. “No dirás contra tu prójimo falso testimonio” (Éxodo 20:16). El dar falso testimonio es otra forma de
ser deshonesto.
10. “No codiciarás” (Éxodo 20:17). El codiciar o envidiar algo que pertenece a otra persona daña el alma.
Puede consumir nuestros pensamientos y asediarnos con constante infelicidad e insatisfacción. A menudo
lleva a otros pecados y a las deudas.
Los diez mandamientos Página 3
Aunque la mayoría de los Diez Mandamientos indican lo que no debemos hacer, también representan lo
que debemos hacer. El Salvador resumió los Diez Mandamientos en dos principios: el amor por el Señor
y el amor por nuestros semejantes:
“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma y con toda tu mente.
“Este es el primero y grande mandamiento.
“Y el segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti
mismo” (Mateo 22:37–39).
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