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Elías Palti Sobre Koselleck

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Prismas

ISSN: 1666-1508
ISSN: 1852-0499
Centro de Historia Intelectual, Departamento de Ciencias
Sociales, Universidad Nacional de Quilmes

Palti, Elías J.
Reinhart Koselleck y la temporalidad histórica
Prismas, vol. 25, núm. 2, 2021, pp. 113-118
Centro de Historia Intelectual, Departamento de Ciencias Sociales, Universidad Nacional de Quilmes

DOI: https://doi.org/10.48160/18520499prismas25.1209

Disponible en: https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=387069949001

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Reinhart Koselleck
y la temporalidad histórica*

Elías J. Palti

Universidad de Buenos Aires / Universidad Nacional de Quilmes / conicet

E l nombre de Reinhart Koselleck (Görlitz, 1923-Bad Oeynhausen, 2006) se encuentra hoy


asociado de manera estrecha con la llamada escuela alemana de “historia de conceptos”
(Begriffsgeschichte), la cual tuvo sus inicios a fines de la década del ‘60 junto con sus maes-
tros, Otto Brunner y Werner Conze. Esta escuela se orientó, básicamente, a trazar la historia de
diversos conceptos y de cómo su uso y su significado se alteró a través de los tiempos, proyecto
que cristaliza en tres grandes diccionarios: Geschichtliche Grundbegriffe. Historisches Lexikon
zur Politische-sozialen Sprache in Deutschland [Conceptos básicos de historia. Un Dicciona-
rio sobre los principios del lenguaje político-social en Alemania (Stuttgart, 1972-1997)], His-
torisches Wörterbuch der Philosophie [Diccionario de filosofía de principios históricos (Basi-
lea, 1971-2007)] y Handbuch politisch-sozialer Grundbegriffe in Frankreich, 1680-1820
[Manual de conceptos político-sociales en Francia, 1680-1820 (Munich, 1985)].
El primero de ellos, Geschichtliche Grundbegriffe, es hoy un texto de referencia clave para
los historiadores, lo que hizo de Koselleck uno de los autores más influyentes en el campo. Se trata
de una obra verdaderamente monumental, que llevó varias décadas de elaboración e involucró a un
gran número de investigadores. Paradójicamente, Koselleck no se destacó por escribir, él mismo,
obras de largo aliento.1 Tiene, en cambio, una vasta producción de artículos, que han sido reunidos
en diversas antologías, varias de ellas traducidas, de manera parcial, a nuestro idioma. La más ex-
tensa es el libro Zeitschichten (estratos del tiempo), que era parte de un proyecto editorial más
amplio que quedó inconcluso y al que el texto que aquí se reproduce sirvió como introducción.
Como indica ya el título del libro, el tema central que recorre la serie de escritos allí reu-
nidos es el análisis de las estructuras de la temporalidad.2 No se trata, pues, de un estudio de
historia conceptual; en rigor, ni siquiera es un texto histórico, aunque en él apele a ejemplos
históricos, sino metahistórico, de teoría histórica. En efecto, en sus escritos más recientes sus

* La presente sección, “Argumentos”, ha sido organizada especialmente para Prismas por Lucila Svampa, Daniela
Losiglio y Elías Palti. El texto de Koselleck fue traducido por Martín Rodríguez Baigorria, con fondos del pict 2017-
1656, titulado: “Actualidad del pasado. Búsquedas y obstáculos a través de las perspectivas de Walter Benjamin y
Reinhart Koselleck”.
1
La obra más extensa y sistemática que escribió fue su tesis de habilitación, Preussen zwischen Reform und Revolu-
tion: Allgemeines Landrecht, Verwaltung und soziale Bewegung von 1791 bis 1848, Stuttgart, Ernst Klett Verlag, 1967.
2
Reinhart Koselleck, Zeitschichten, Frankfurt am Main, Suhrkamp Verlag, 2000.

Prismas, Revista de historia intelectual, Nº 25, 2021, pp. 113-118


DOI: https://doi.org/10.48160/18520499prismas25.1209
preocupaciones históricas, o histórico-conceptuales, fueron cediendo terreno al proyecto de
comprender cuál es la naturaleza del tiempo histórico, algo que, digamos, genera ya algunas
tensiones respecto de su proyecto original. En principio, un historiador conceptual no se pro-
pondría definir qué es la historia, qué es el tiempo, etc., sino, más simplemente, comprender
cómo han sido concebidos tales conceptos por los distintos autores y en los diversos momentos
o períodos, sin pretender dictaminar al respecto (no afirma que “la historia es tal o cual cosa”,
sino, más humildemente, señala que “para tal o cual autor, la historia es tal o cual cosa”).
De hecho, habría cierta incompatibilidad entre ambos enfoques. Según asegura la expre-
sión de Nietzsche que Koselleck adoptó como una suerte de máxima, “solo lo que no tiene
historia es definible”.3 Como sostenía en los textos compilados en Futuro Pasado, lo que de-
fine a los conceptos, y los distingue de las “ideas”, es su mutabilidad, por lo que resultan siem-
pre plurívocos, indefinibles. Intentar proveer a los mismos una definición unívoca supondría
así violentar su historicidad, fijarlos en un momento dado en el cual, presumiblemente, se en-
contraría finalmente plasmado su “auténtico” sentido. En última instancia, para Koselleck pre-
tender determinar cuál es la “verdadera” entre la variedad de definiciones que cobró histórica-
mente cierto concepto significaría una intromisión ilegítima de la subjetividad del historiador
en cuestión, indicaría, simplemente, que es la que coincide con su propia idea del mismo, lo
que no viene al caso para una historia conceptual. En fin, obliga a allanar su trayectoria efec-
tiva para reducir todas las definiciones alternativas surgidas históricamente a meros anticipos
más o menos deficientes respecto de aquella a la que, en cada caso, se adhiere.
Sin embargo, ya en sus escritos tempranos Koselleck insiste, al mismo tiempo, en la ne-
cesidad de una teoría que sirva de guía para la comprensión histórica, una “anticipación teó-
rica”, según la llama, esto es, una cierta idea respecto de qué es la historia, qué es el tiempo
histórico, etc.4 Esto dará lugar a lo que se convertirá en su preocupación central: la elaboración
de una Historik, que define como una “doctrina de las condiciones de posibilidad de historias
(Geschichten)”.5 Así, en sus trabajos más recientes, Koselleck intenta desarrollar una teoría
general de las formas de la experiencia histórica. Estas ya no se relacionarán con ninguna época
singular, sino con las condiciones a priori de la inteligibilidad histórica; remiten, por lo tanto,
para él, al plano de las determinaciones antropológicas y, en última instancia, biológicas.
Como afirma en uno de los textos incluidos en Zeitschichten, “Erfahrungswandel und
Methodenswechsel. Eine historisch-anthropologische Skizze” [“Mutación de la experiencia y
cambio de método. Un esbozo histórico-antropológico” (1988)], “de lo que se trata es de des-
cubrir las condiciones antropológicas de todas las experiencias posibles”.6 Este enfoque antro-
pológico-filosófico le permite definir tres metodologías históricas fundamentales, encarnadas

3
Friedrich Nietzsche, Sobre la genealogía de la moral, cap. ii, §13.
4
Al respecto resulta ilustrativo el texto, que aparece el mismo año de lanzamiento del GG (1972), “Sobre la necesidad
de la teoría de la ciencia histórica”. Véase Reinhart Koselleck, “Über die Theoriebedürftigkeit der Geschichtswissens-
chaft”, en Werner Conze (ed.), Theorie der Geschichtswissenschaft und Praxis der Geschichtsunterrichts, Stuttgart,
Klett-Cotta, 1972, pp. 10-28. Este texto se incluye en una antología de textos de Koselleck preparada por Claudio In-
gerflom y Elías Palti, de próxima aparición en fce de Argentina, y cuyo título es Sobre el concepto de Estado y otros
ensayos de teoría histórica.
5
Koselleck, “Historia y hermenéutica”, en Koselleck y H.-G. Gadamer, Historia y hermenéutica, Barcelona, Paidós,
1997, p. 70.
6
Koselleck, “Erfahrungswandel und Methodenswechsel. Eine historisch-anthropologische Skizze”, en Zeitschi-
chten, Frankfurt am Main, Suhrkamp Verlag, 2000), p. 33.

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respectivamente en Heródoto, Polibio y Tucídides, y que se repiten en los más diversos contex-
tos históricos y conceptuales. Cada una de ellas nace –afirma– de las diversas formas humanas
posibles de relacionarse con las estructuras de la temporalidad, que hunden sus raíces en con-
diciones radicadas en un nivel biológico de la especie y expresan, a su vez, tres modos diferen-
ciales de adquisición (y pérdida) de conocimiento (“nuestro ensayo –dice– se aferra siempre a
las características formales comunes que bien podrían ser el fundamento de todas las experien-
cias y de sus enriquecimientos, de todos los métodos y de sus desarrollos diferenciales”).7
En este punto, Koselleck retoma la categorización tripartita elaborada por Braudel entre
corto, mediano y largo plazo, buscando sus fundamentos antropológicos últimos. “Los ritmos de
la experiencia específica a las generaciones”, asegura, resultan de ciertos “datos biológicos
iniciales.”8 El corto plazo expresa un modo inmediato de experimentar la sucesión de los acon-
tecimientos, propia de los contemporáneos, en su singularidad e irrepetibilidad. El mediano
plazo se liga a la experiencia generacional que permite descubrir patrones y recurrencias entre
fenómenos diversos determinados por condiciones estructurales más o menos estables en el
tiempo. Solo aquí, cuando referimos los acontecimientos a secuencias evolutivas de más largo
alcance, podemos hablar de un proceso de aprendizaje o ganancia de experiencia. El largo plazo,
finalmente, remite a las formas intergeneracionales de adquisición de conocimiento, pero tam-
bién de pérdida del mismo, que permite observar cómo las propias condiciones estructurales, a
su vez, se modifican. Estos procesos históricos de largo alcance escapan ya al ámbito de la ex-
periencia inmediata y solo pueden descubrirse mediante un esfuerzo de abstracción intelectual.
Como vemos, llegado a este punto, Koselleck se interna en el plano de los aprioris que
hacen posible la comprensión histórica, indagando en las diversas formas de la experiencia de
la temporalidad. No es tampoco exactamente a esto, sin embargo, a lo que apunta en el texto
que se presenta aquí. En él Koselleck se refiere a estructuras de la temporalidad que son obje-
tivas, que no remiten a las formas de la conciencia sino a la estructura de los propios sistemas
de interacciones sociales.
Su postura al respecto, por otro lado, supone una suerte de rebelión contra aquellos enfo-
ques centrados en la mutabilidad conceptual, lo que significa un giro importante en su pensa-
miento.9 Según afirma ahora, toda interacción social presupone cierta estabilidad significativa
que permita la repetibilidad del sentido. Retoma aquí la distinción entre langue y parole de
Saussure. Frente al carácter acontecimiental de los usos del lenguaje, que los hace siempre
únicos e irrepetibles, las estructuras lingüísticas estabilizan el orden de los sentidos, asegu-
rando así su comunicabilidad y transmisibilidad. Koselleck apela en este punto a la idea de
Arnold Gehlen, muy cara a todo el pensamiento neokantiano, de “institución”.10 Las estructu-
ras del lenguaje participan, pues, de una temporalidad distinta a la del corto plazo de la prag-
mática lingüística. En última instancia, todo uso, todo acontecimiento lingüístico, es parasita-
rio de los universos semánticos; aun cuando sea para rebelarse contra ellos, siempre los

7
Ibid.
8
Koselleck, “Erfahrungswandel und Methodenswechsel”, en Zeitschichten, p. 35.
9
Visto desde otra perspectiva, tal giro no sería realmente tal, sino que recoge una preocupación suya de larga data,
como es su rechazo de las visiones lineales del tiempo histórico, con su carga de utopismo, rechazo que, en última
instancia, denuncia cierta vena antimoderna.
10
En Urmensch und Spärkultur (1956), Gehlen introduce el término tomando su sentido de su raíz etimológica, es
decir, como “costumbre” (institutio) o conductas e ideas habituales, adoptadas acríticamente.

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presupone. Esto no quiere decir que las estructuras conceptuales sean realidades eternas, que
no se alteren con el tiempo, pero esta temporalidad operaría con mayor morosidad, proyectán-
dose sobre el mediano y el largo plazo. Y tampoco sus ritmos son uniformes, sino que, en este
plano, habrán de superponerse siempre estratos diversos de temporalidad cuyos coeficientes de
variabilidad relativos nunca, o no necesariamente, coinciden.
Con el concepto de “estratos del tiempo” pasamos así, subrepticiamente, del orden de los
a prioris de la comprensión histórica al de sus a posteriori, a las estructuras objetivas de la
temporalidad que se encuentran inscriptas en los sistemas de interacción humana, y que se
descubren como resultado del propio estudio de la historia, pero que funcionarían, a la vez,
como un a priori, como esa “anticipación teórica” que hace posible un relato histórico, es de-
cir, abre el espacio a un determinado horizonte de comprensión de la historia. Esta ambigüe-
dad, esta oscilación entre lo a priori y lo a posteriori, que surge en el momento mismo en que
se intenta reflexionar acerca de aquello que constituye la categoría histórica fundamental, que
es la del tiempo, nos enfrenta a aquella problemática clave de la disciplina, que refiere a su
estatuto epistemológico, cómo establecerlo y, en definitiva, a su impasibilidad última, que es
lo que abre, justamente, el espacio para las disputas que se suscitarán de manera recurrente en
torno del mismo. En última instancia, este triple impasse (la oscilación entre lo a priori y lo a
posteriori, entre las formas de conciencia histórica y las estructuras objetivas de la temporali-
dad, y, finalmente, entre la historia y la meta historia, que resulta de la simultánea necesidad e
imposibilidad de definiciones unívocas) no expresarían meras divergencias subjetivas, opinio-
nes, sino que pondrían de manifiesto cierta inconsistencia inherente al propio campo, esto es,
esa circularidad lógica que se establece, de manera inevitable, entre la anticipación teórica y
los productos de la investigación histórica.
Koselleck no ofrece aquí una respuesta, cuya búsqueda lo habría encerrado en una tarea
siempre ímproba, y, en última instancia, inconducente. Pero sus reflexiones nos ofrecen, en
cambio, la posibilidad de observar y analizar la serie de problemas que la cuestión de la tem-
poralidad histórica plantea a los historiadores. Problemas, en última instancia, insolubles,
pero, al mismo tiempo, ineludibles. De hecho, toda narrativa histórica presupone ya una cierta
respuesta a los mismos; en definitiva, a todas ellas subyace un concepto implícito de la tempo-
ralidad. Su lectura nos permite, en fin, tratar de hacer consciente la serie de cuestiones de ín-
dole epistemológica que se despliegan en torno de la misma.
Los comentarios que siguen al texto de Koselleck de Lucila Svampa y Faustino Oncina
Coves explican y desarrollan el planteo koselleckiano situándolo en el marco de su proyecto
histórico-conceptual más general, cómo se sitúa el mismo dentro de su teoría y el lugar que
ocupa en su obra. En ellos el lector podrá encontrar una exposición de la amplia gama de as-
pectos involucrados en la cuestión de la temporalidad, como la naturaleza metafórica de las
referencias al tiempo, la relación entre tiempo y espacio, entre el tiempo histórico y los ciclos
naturales, el vínculo entre las ideas de estratos de temporalidad y simultaneidad de lo no-con-
temporáneo, su oposición, a su vez, a la idea de la linealidad del tiempo, etc. Ellos nos permi-
ten comprender así el sentido más profundo que adquiere en Koselleck la figura de “estratos
del tiempo”, y también las razones de la centralidad que cobra esta en sus trabajos más recien-
tes, convirtiéndose en el núcleo de su proyecto de una Historik. o

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