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Pues Todos Hemos Pecado
Pues Todos Hemos Pecado
Pues Todos Hemos Pecado
Sin
embargo, en su gracia, Dios gratuitamente nos hace justos a sus ojos por medio de Cristo
Jesús, quien nos liberó del castigo de nuestros pecados». Romanos 3:23-24
Obedecer toda la ley y mandamientos del antiguo testamento era una carga muy
pesada para cualquiera que quisiera vivir según la ley. En aquellos tiempos se creía
que la salvación la obteníamos por obras (obediencia a la ley judía), pero hoy ya no
es así. No hay nada que podamos hacer para obtener la salvación que proviene de
Dios.
“Dios los salvó por su gracia cuando creyeron. Ustedes no tienen ningún mérito en
eso; es un regalo de Dios. La salvación no es un premio por las cosas buenas que
hayamos hecho, así que ninguno de nosotros puede jactarse de ser salvo.” Efesios
2:8-9
GRACIA EN LA MUERTE:
Juan 5.24 LBLA
24
En verdad, en verdad os digo: el que oye mi palabra y cree al que me envió,
tiene vida eterna y no viene a condenación, sino que ha pasado de muerte a
vida.
NO DEBEMOS MENOSPRECIAR LA
GRACIA
Hebreos 10.29 LBLA
29
¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que ha hollado bajo sus pies
al Hijo de Dios, y ha tenido por inmunda la sangre del pacto por la cual fue
santificado, y ha ultrajado al Espíritu de gracia?
INTRODUCCIÓN
“…y uno de los malhechores le injuriaba, diciendo: si tu eres el Cristo, sálvate a
ti mismo y a nosotros. Respondiendo el otro, le reprendió, diciendo: ¿Ni aun
temes tú a Dios, estando en la misma condenación? Nosotros, a la verdad,
justamente padecemos, porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos;
más éste ningún mal hizo. Y dijo a Jesús: Acuérdate de mí cuando vengas en tu
reino. Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el
paraíso” (Luc.23.32-43) Llama poderosamente la atención el hecho de que uno
de los ladrones crucificados al lado de Jesús reconociera al Señor en aquella
situación, como alguien que tenía un reino y que dicho reino se manifestaría en
el futuro. La frase no se presta a equívocos: “Y dijo a Jesús: Acuérdate de mí
cuando vengas en tu reino”. El otro ladrón actuaba como cualquiera hubiera
actuado, dada la situación de Jesús colgado en la cruz: “Si tú eres el Cristo -el
Mesías-, ¿qué haces ahí colgado?; ¡bájate de la cruz! ¡libérate a ti mismo y
libéranos también a nosotros!”.
Sin embargo hubo algo que el otro ladrón percibió que estaba oculto a su
“colega”. ¿Qué fue y por qué lo vio? Hubiera sido fácil creer en Jesús cuando dio
de comer a las 5000 personas, o cuando su ministerio estaba en su apogeo,
realizando sanidades y milagros; pero ¿colgado en la cruz, donde se manifestaba
su más terrible debilidad e impotencia, desde el punto de vista humano?. Esto
es muy importante tenerlo en cuenta, porque los milagros no garantizan por sí
mismos la fe de nadie. Al contrario, ya que con Jesús así sucedió (Mt.11.20-24)
Esto nos recuerda que en otra ocasión Jesús preguntó a sus discípulos qué
pensaba la gente de él; qué decían acerca de su persona. Ellos contestaron
dando diversas opiniones. Pero al final, Jesús los enfrentó a ellos: “Y vosotros
¿quién decís que soy yo? Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo el
Hijo del Dios viviente”. Entonces, Jesús le dijo que esa conclusión a la que Pedro
había llegado, era por revelación de Dios el Padre: “no te lo reveló carne ni
sangre –es decir, de persona alguna- sino mi Padre que está en los cielos”
(Mat.16.13-17)
El hecho de que en esta ocasión Jesús reconociera como una revelación del
Padre a Pedro sobre su persona, no significa que no lo fuera también en relación
con el ladrón en la cruz. Más todavía: Pedro reconoció que Jesús era el Mesías,
pero no alcanzó a ver su misión redentora (Mat.16.21-26) Sin embargo, el
ladrón en la cruz, en unos momentos en los cuales no había evidencia alguna del
poder de Dios sino de la debilidad de Jesús, no solo se reconoció merecedor del
castigo recibido, sino que reconoció a Jesús como el Señor de un reino, que
viviría después de la muerte y que vendría en su reino. ¡Casi nada!. Hay ahí una
fe completa de parte de un hombre que estando a sólo unos minutos de su
propia muerte, se encomendó al Salvador que estaba en una situación parecida;
pero que de alguna manera, su fe trascendió esas limitadísimas circunstancias y
se proyectó más allá de la muerte. ¿De dónde procedió dicha fe?
Quiero pensar que esos dos ejemplos son orientativos para nosotros, y que se
han repetido miles y miles (¡y millones!) de veces a lo largo de la historia. Que la
gracia de Dios salta por encima de nuestras percepciones, esquemas y
condicionamientos humanos, para, finalmente, “buscar -encontrar- y salvar a lo
que se había perdido” (Lc.19.10). Pienso que si el Señor proveyó de tal
certidumbre de fe, desde la cruz, al ladrón, ¿por qué no iba a hacerlo con todo
aquel que clama a Él, guiado por su misma gracia, en vista de que “las riquezas
de su bondad, paciencia y longanimidad… te guían al arrepentimiento”?; ¿No
está también escrito: “Y todo aquel que invocare el nombre del Señor será
salvo”? (Rom.2.4; 10.13; Hech.2.21) ¿Y acaso Dios ha dejado de ser fiel a lo que
ha prometido?.
Por otra parte, es más posible que la persona que sufre se identifique más con
ese parte de la obra salvadora de Cristo que es su muerte en la cruz, que con la
resurrección. Su muerte antecede a la resurrección. Es la muerte de Cristo
donde él carga con nuestras miserias, sufrimientos, pecados, aflicciones, etc. Es
en los sufrimientos y muerte de Cristo donde nosotros sentimos que Dios se
identifica y nos acompaña en nuestros sufrimientos, miserias morales y
espirituales y la condenación que nos acarrean… Es a través de la muerte de
Cristo que se hace remisión por nuestros pecados (Is.53.1-12); mientras que por
la resurrección y el poder del Espíritu Santo, se reivindica la muerte de Cristo en
su carácter redentor y hace eficaz en nosotros esa tan grande salvación. Por eso,
la gracia de Dios nos es otorgada desde la cruz (la muerte) de Cristo, al igual que
al ladrón que clamó al Señor, porque ella es la fuente de una salvación completa,
ya que, “sin derramamiento de sangre, no hay redención de pecados”. (He.9.22)
Y si tenemos la fuente de nuestra salvación a nuestra disposición, ¿por qué
tardarse en acudir a ella?
LA GRACIA DERRAMADA EN ESA CRUZ.
INTRODUCCION
Hoy el mundo entero se ha detenido, ha hecho una pausa, pues se celebra un aniversario
más de la aprehensión, maltrato, crucifixión, muerte y resurrección de nuestro Señor
Jesucristo.
Hoy quiero hablarles de la gracia que Jesús ganó para nosotros en la cruz, de aquí que al
mensaje de hoy le he puesto por título: La gracia derramada en esa cruz.
Usted conoce la historia, Jesús es crucificado y al tercer día resucita como él lo había
profetizado:
Lucas 9:22“22y diciendo: Es necesario que el Hijo del Hombre padezca muchas cosas, y
sea desechado por los ancianos, por los principales sacerdotes y por los escribas, y que
sea muerto, y resucite al tercer día.”
El mundo entero sabe, crea en él o no, que esto sucedió una semana como esta, pero
Jesús no pasó por todo este dolor para que recordemos solo su sacrificio y hagamos
reflexión una semana al año, el murió por mucho más que eso.
Este momento que cada año toma tanta importancia en el mundo, es la razón de lo que
anuncia Juan 3:16
Juan 3:16-17“16Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito,
para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. 17Porque no envió
Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por
él.”
El amor que Dios tiene por sus hijos, ese amor inexplicable para el hombre, ese amor “De
Tal Manera” por ti y por mí, entregó a su Unigénito Hijo Jesús, para que tú y yo gozáramos
de muchas cosas, la principal: La salvación.
La mayor parte del mundo, cristiano y no cristiano, se enfocan esta semana en el sacrificio
de la cruz, pero habla muy poco acerca de lo que ganó esa cruz para nosotros. Muchas
personas recuerdan el sacrificio pero con sus acciones hablan de que no valoran o no
entienden lo que significó ese sacrificio.
Yo creo que esta iglesia valora todo el año lo que Jesús hizo en la cruz, una semana como
esta hace casi dos mil años.
II LA ALEGRÍA DE LA SALVACIÓN NOS HACE OBEDIENTES
Para nosotros los cristianos, los hijos de Dios entendidos, la salvación debe ser un motivo
de gozo suficiente para vivir una vida nueva, una vida renovada, una vida de servicio,
bendiciendo gente, porque nos sabemos muy bendecidos con la salvación, con el sacrificio
de Jesús en esa cruz.
(NVI) Salmo 51:12-13“12 Devuélveme la alegría de tu salvación; que un espíritu obediente
me sostenga. 13 Así enseñaré a los transgresores tus caminos, y los pecadores se volverán
a ti.”
Aquí el rey David, se había olvidado de la salvación de Dios, y había pecado con Betsabé,
cuando es descubierto, clama a Dios diciendo: Devuélveme la alegría de saber que soy
salvo, que al morir estaré contigo en el paraíso para siempre, y esa alegría me dará un
espíritu obediente y entonces podré hablarles a otros que se vuelvan de sus pecados y los
pecadores se volverán a ti.
Este pequeño versículo resume el corazón del Padre y del Hijodespués de la victoria
de la cruz. Que sus hijos se alegren por la salvación, se hagan obedientes a su palabra,
que enseñen a otros lo que Jesús ha hecho en sus vidas y anhelen que más y más
pecadores se reconcilien con el Padre, porque el Padre los está esperando.
Esta debe ser la verdadera celebración de la crucifixión y resurrección de nuestro Señor
Jesús. No solo reflexionar como hemos vivido, sino reflexionar si nuestra vida se acerca a
lo que el Padre y el Hijo anhelan que la cruz signifique para nosotros.
La semana santa debería ser solo un recordatorio y un alto para revisar que Cristo
realmente esté en medio de nuestra agenda diaria y no al margen de nuestra agenda,
sufriendo los embates de nuestra acelerada y a veces desordenada vida, que todos los
días nuestras actividades giren alrededor de nuestra relación íntima con Jesús.
III JESÚS ES LA GRACIA
La cruz se trata de Jesús, en ella Jesús derramó grandes bendiciones sobre nosotros, una
de ellas, la más importante es la gracia.
Romanos 3:23-24“23por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de
Dios,24siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en
Cristo Jesús,”
Tu pecado te había apartado de la gloria de Dios, pero de repente, por el sacrificio de
Jesús en la cruz y su resurrección, se derrama una gracia sobre ti gratuita, no tuviste que
hacer nada, no te costó nada, y fuiste liberado del pecado y comprado para Dios en Cristo
Jesús, quien pagó todo el precio. Eso significa redención, liberar a alguien a cambio del
pago de algo, en este caso, Jesús pagó con su propia sangre.
Pero quiero explicarte un poco como funciona la gracia de Dios sobre nosotros que es por
medio de Cristo Jesús.
Jesús explicó con tres parábolas seguidas, acerca de la gracia del Padre.
Lucas 15:1-32“1Se acercaban a Jesús todos los publicanos y pecadores para oírle, 2y los
fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: Este a los pecadores recibe, y con ellos
come.
Entonces él les refirió esta parábola, diciendo: 4¿Qué hombre de vosotros, teniendo cien
3
ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va tras la que
se perdió, hasta encontrarla?5Y cuando la encuentra, la pone sobre sus hombros gozoso; 6y
al llegar a casa, reúne a sus amigos y vecinos, diciéndoles: Gozaos conmigo, porque he
encontrado mi oveja que se había perdido. 7Os digo que así habrá más gozo en el cielo por
un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de
arrepentimiento.
Parábola de la moneda perdida
¿O qué mujer que tiene diez dracmas, si pierde una dracma, no enciende la lámpara, y
8
barre la casa, y busca con diligencia hasta encontrarla? 9Y cuando la encuentra, reúne a
sus amigas y vecinas, diciendo: Gozaos conmigo, porque he encontrado la dracma que
había perdido.10Así os digo que hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador
que se arrepiente.
Parábola del hijo pródigo
También dijo: Un hombre tenía dos hijos; 12y el menor de ellos dijo a su padre: Padre,
11
dame la parte de los bienes que me corresponde; y les repartió los bienes. 13No muchos
días después, juntándolo todo el hijo menor, se fue lejos a una provincia apartada; y allí
desperdició sus bienes viviendo perdidamente. 14Y cuando todo lo hubo malgastado, vino
una gran hambre en aquella provincia, y comenzó a faltarle. 15Y fue y se arrimó a uno de los
ciudadanos de aquella tierra, el cual le envió a su hacienda para que apacentase
cerdos.16Y deseaba llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie
le daba.17Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen
abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre! 18Me levantaré e iré a mi padre, y le diré:
Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. 19Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme
como a uno de tus jornaleros. 20Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba
lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le
besó.21Y el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser
llamado tu hijo.22Pero el padre dijo a sus siervos: Sacad el mejor vestido, y vestidle; y
poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies. 23Y traed el becerro gordo y matadlo, y
comamos y hagamos fiesta;24porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había
perdido, y es hallado. Y comenzaron a regocijarse. 25Y su hijo mayor estaba en el campo; y
cuando vino, y llegó cerca de la casa, oyó la música y las danzas; 26y llamando a uno de los
criados, le preguntó qué era aquello. 27Él le dijo: Tu hermano ha venido; y tu padre ha
hecho matar el becerro gordo, por haberle recibido bueno y sano. 28Entonces se enojó, y no
quería entrar. Salió por tanto su padre, y le rogaba que entrase. 29Mas él, respondiendo,
dijo al padre: He aquí, tantos años te sirvo, no habiéndote desobedecido jamás, y nunca
me has dado ni un cabrito para gozarme con mis amigos. 30Pero cuando vino este tu hijo,
que ha consumido tus bienes con rameras, has hecho matar para él el becerro gordo. 31Él
entonces le dijo: Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas. 32Mas era
necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este tu hermano era muerto, y ha revivido; se
había perdido, y es hallado.”
Cuatro cosas quiero enseñar acerca de la gracia derramada en esa cruz, con estas tres
parábolas:
1.- La gracia lo hace todo.
En la parábola de la oveja perdida se entiende claramente que la oveja no hace nada, es
el pastor el que va tras ella y la encuentra. La moneda perdida es aún más claro que no
hace nada, es la mujer la que la busca y la encuentra. En la parábola del hijo pródigo, el
hijo no hace nada, es el padre el que hace todo. No es la frase que preparó la que hizo
que el padre le perdonara, el padre lo estaba esperando. Esa es la gracia. El padre corrió
hacia él, el padre te demuestra que su gracia está por encima de todo. Una oveja, una
moneda y nosotros, no podemos hacer nada para ser salvos, es su gracia.
Le hemos dado demasiada importancia a la frase del hijo, el padre ni la escuchó. La gracia
se trata de quien es él.
2.- Su gracia hace que Él siempre te esté buscando.
El padre siempre te ha estado buscando, si pecas y te apartas de Él o te has apartado por
un tiempo, tienes que saber que su gracia implica que siempre te ha estado buscando, y
cuando apenas asoma en tu cabeza la idea de volver al padre, el padre sale a tu
encuentro y te abraza y te besa y se te avienta al cuello, y prepara a algún predicador que
te ayude a volver, o pone pensamientos en tu cabeza para que vuelvas en ti.
3.- Su gracia de Ser el Padre nos hace sus hijos.
El hijo menor le dice: “Ya no soy digno de ser llamado tu hijo.” El hijo mayor hace
referencia a todos los años de trabajo junto al padre, como diciendo: “Yo soy digno de ser
llamado tu hijo por todo lo que hago”, el padre nos enseña que nadie es digno de ser o de
no ser llamado su hijo por lo que deja de hacer o por lo que hace, somos dignos de ser sus
hijos porque hemos nacido de nuevos y Él es el Padre. Y un padre es padre porque tiene
hijos. Así opera la gracia, Él es padre, entonces tú recibes por gracia la dignidad de ser su
hijo en todo tiempo.
Mi hija no necesita hacer para ser digna de ser mi hija. Ella es mi hija porque yo soy su
padre, no por lo que hace o deja de hacer.
La gracia te da la identidad correcta como hijo y es desde esa identidad que tú puedes
llevar mucho fruto.
Esta semana se celebra el sacrificio de Jesús en la cruz, y es este sacrificio el que
derramó la gracia del Padre sobre nosotros.
4.- Donde abunda el pecado sobreabunda la gracia.
El final del capítulo 5 del Libro de Romanos enseña que donde abunda el pecado,
sobreabunda la gracia, pero después el capítulo 6 dice:
Romanos 6:1-4“1¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia
abunde?2En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos
aún en él?3¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos
sido bautizados en su muerte? 4Porque somos sepultados juntamente con él para muerte
por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre,
así también nosotros andemos en vida nueva.”
Saber que la gracia está sobre ti, no te puede hacer un pecador desinteresado en el
pecado, y te vuelvas un pecador empedernido, al contrario, cuanto entiendes bien lo que
significa la gracia, y crees con todo tu corazón que fue derramada en la cruz del Calvario,
dejas de pecar y puedes andar en esa vida nueva.
Por esto el apóstol Pablo les decía:
2a Corintios 13:14" 14La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del
Espíritu Santo sean con todos vosotros. Amén.
Jesús obtuvo esa gracia para ti en esa cruz que tanto se celebra esta semana en todo el
mundo.
IV MINISTRACIÓN
Recibe la gracia derramada en esa cruz hace casi dos mil años. Pero en el tiempo de Dios
no hay pasado ni futuro, todo es un constante presente, por eso Jesús es el cordero
inmolado desde antes de la fundación del mundo.
Así que una de las cosas que debemos celebrar esta semana y todas las semanas del año
es la gracia derramada en esa cruz que nos hace salvos, nos hace hijos y nos hace
andar en vida nueva.