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AnyConv Com RECURSOS PASTORALES SERMONES D MARIO ALBERTO HERNANDEZ

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Presentación

Te damos la bienvenida a RECURSOS PASTORALES, material


que será útil para la función pastoral y el trabajo con el
liderazgo de la Iglesia. En él encontrarás tres apartados con
diferentes temas que son parte de la vida e Iglesia en una
comunidad. 1. Estudios Bíblicos. Encontrarás material
interesante y práctico para generar mejores criterios de
interpretación en tu Iglesia o grupo de estudio. 2. Eventos
especiales. Este es una serie de guías para los oficios
pastorales tradicionales dentro de la Iglesia con al- gunos
temas para celebraciones, así como protocolos de
ceremonias que pueden ser adaptados de acuerdo a la
tradición de su iglesia. 3. Sermones y prédicas. Una serie de
diversos sermones bíblicos de interés general que se pueden
ordenar a su preferencia para ser predicados en un año
según su programación.

Cuántas veces necesitamos materiales con un mínimo grado


de calidad para alimentar a la grey que Dios ha puesto bajo
nuestro encargo. Enormes rollos de información corren por
todas partes de manera desarticulada y que se tienen que
ordenar para darle cierta coherencia. Estudios demasiado
sencillos o quizá tan técnicos que no encuentra la manera
de realizar una adaptación que ayude a ponerlos en clave
congregacional. Es también un ahorro de tiempo debido a lo
difícil que resulta articular las ideas de tan grandes
cantidades de información, y que en el empeño de nuestro
servicio religioso nos distraen de tareas cotidianas que
requieren atención. Aquí encontraremos consejos que
permitan nutrir lo suficiente para generar criterios sanos,
bíblicos y actuales.

Con el presente material podría realizar un Programa Anual


de Edifica - ción para la Iglesia; Crear un aula de liderazgo
por más de un año, a la vez que tendrá herramientas para
los oficios pastorales que constantemente se requieren en
eventos especiales tengan un toque de elegancia sin dejar
de ser inspiradores.

No pretendemos quitar su estilo y modelo de presentar las


verdades bíblicas. Estos temas, estudios y guías más bien
están dispuestos para desarrollar la base y modelo de
temáticas interesantes, teológicos y vivenciales. Esperamos
que sea una herramienta útil para su Iglesia o grupo de
estudio.

Vuestro en el Señor.
Mario Alberto Hernández Alvarado
Índice
Sermones
1. 2 Corintios 4:1-18 Un tesoro en vasijas de barro
.................................................................. 5
2. 2 Corintos 10:1-12 La sencillez del Reino
.............................................................................. 7
3. Apocalipsis El Mesías Pastoral de Apocalipsis
..................................................................... 11
4. Éxodo 3:1-10 El Pastor y la zarza que ardía
........................................................................... 15
5. Éxodo 3:1-10 Un líder como Moisés
........................................................................................ 20
6. Hebreos 11:1 Lealtad y Honor
.................................................................................................. 25
7. Jeremías 3:15 Pastores conforme a mi corazón
.................................................................. 30
8. Juan 10:27-29 Jesús el Buen Pastor
...................................................................................... 34
9. Juan 17:23 Que todos seamos uno
......................................................................................... 38
10. Jueces 9:1-15 Liderazgo
...........................................................................................................
43
11. Mateo 15:13-14 Consagrados al Señor
.................................................................................. 47
12. Proverbios Notas cortas
............................................................................................................
53
13. Tito 1:5-9 La transmisión del liderazgo pastoral
.................................................................. 55 14. Jueces 13:1-4
los dones de Samson
...................................................................................... 59
UN TESORO EN VASIJAS DE BARRO
2 Corintios 4:1-18
Normalmente, cuando las personas adquieren algo muy
costoso, viene envuelto sobre un estuche muy caro también.
El estuche hace que lo que guarda en el interior se vea
elegante.

En el caso del regalo de Dios las cosas son al revés: Lo más


caro, en el estuche más barato. La grandeza de la sencillez.
Lo precioso en lo vil.
Entre más pequeños seamos nosotros, Dios será más
grande. Y será mayormente glorificado. La Gloria sublime de
Dios resplandece en la humildad de los creyentes.
El mundo reconoce y alaba la fuerza, el éxito, la riqueza;
Cristo por el contrario, reconoce la debilidad, la sencillez, la
pobreza. Incluso fue el camino que él eligió para poder
mostrar la gloria de Dios. Fue uno de los motivos que
causaron desconcierto en las personas, cómo este hijo del
carpintero puede tener esta sabiduría y hacer lo que hace.
En el tiempo de Pablo, cuando él escribe esta carta, existían
ciertos grupos con ideas totalmente contrarias a lo que el
apóstol predicaba. Uno de estos grupos eran los sofistas.
Los sofistas eran expertos en retórica, la retórica es por
decirlo en palabras sencillas, el arte de hablar bien en
público. Los sofistas con su palabrería habían alcanzado los
puestos más importantes del gobierno de las ciudades
greco-romanas, porque utilizaban la falacia, es decir que
hacían creer a las personas cosas que no son como si lo
fueran, mediante una visión fantástica que cautivaba.
Sus palabras reducían el conocimiento porque podían
convencer a las personas de cosas tan falsas con tal de sacar
utilidad de ellos. En el tiempo de Pablo, muchas cosas se
lograban hablando elocuentemente, con una palabra
brillante y persuasiva.
La persuasión era la virtud de los sofistas, podían convertir
los argumentos más débiles en argu- mentos sólidos y
fuertes. El fin era lograr ser alguien, tener la reputación de
ser grandes. Ese era el proyecto del hombre de su tiempo,
nada diferente al de hoy.
Las personas no quieren fracasar, todos huimos de la
insignificancia, de no ser nadie en la vida. Las películas que
más triunfan en taquilla, son aquellas que presentan a una
persona común, a quien la suerte le favorece, y logra
hacerse rico o famoso, o conquistar a la mujer de sus
sueños.
Ante esta tentación, el apóstol Pablo habla acerca de la
grandeza de la sencillez esta consiste en:
Renunciar a sentirse importante. Comúnmente ocurre que
las personas pensamos que los sabemos todo, hay ocasiones
que pensamos que las cosas sólo pueden funcionar si
nosotros las hacemos, que nuestro trabajo o empresa no
sería lo mismo sin nosotros.
Cuando vemos las necesidades del mundo que nos rodea: el
hambre, la violencia, las enfermedades, la pobreza, las
tragedias por catástrofes naturales, quisiéramos tener el don
de convertir las piedras en pan, de curar al que toquemos,
de impedir los huracanes, de dar bienes suficientes a todos.
Sin embargo, debemos reconocer humildemente que es una
tentación de sentirnos importantes.
La grandeza de la sencillez es que podamos renunciar
voluntariamente a ser espectacular.
Aunque Jesús tuvo poder, no vino a caminar sobre las
brasas, ni a domar serpientes, tampoco tomó veneno, ni
saltó en un despeñadero. Fueron parte de las tentaciones de
Satanás en el desierto, salir del anonimato. Construirse un
nombre de fama.
Los creyentes debemos ser prudentes, humildes, benévolos,
debemos dejar el protagonismo que se basa en lo
prodigioso, o en nuestros propios esfuerzos. No somos
equilibristas que caminan de una torre a otra esperando el
aplauso.
Nuestras más grandes virtudes son nuestras debilidades.
Somos vasijas de barro llenas de fracturas. El ministerio del
creyente es una experiencia de paradojas (ideas
encontradas) aparentes – la fuerza en la debilidad, la gloria
a través de la vergüenza, la vida a través de la muerte,
riqueza a través de la pobreza.
En una ocasión dijo Teresa de Calcuta en una entrevista: No
hemos sido llamados a tener éxito, sino a ser fieles.
El mayor logro que el creyente puede alcanzar es aprender a
ser siervos. Somos siervos sufrientes de un siervo sufriente.
El nivel de la manifestación del poder de Cristo en nosotros
depende de nuestra humildad y debilidad.
Donde hay arrogancia y jactancia del tipo equivocado, no
puede verse el poder divino. El poder para cambiar el
mundo viene a través de la cruz que refiere al sufrimiento, y
por la predicación de la misma en la vida y palabra de la
iglesia.
Es preciso vaciarnos de nosotros mismos y llenarnos de
Cristo. Solo así nos convertimos en vasijas verdaderas y
abiertas que son verdaderos conductores de poder, luz y
vida en Cristo.
Jesucristo establece algunas normas para que nosotros
podamos acceder a la bendición, estas son contradictorias
cuando las planteamos ante el razonamiento humano, pero
cuando se comprenden desde la fe, entonces cobran
significado.
Por ejemplo, las contradicciones de: El hombre salva la vida
si la pierde; El mayor es el más pequeño; El más fuerte es el
más débil. Todo esto ocurre porque así es el carácter de
Dios, siempre el actuar de Dios supera la razón.
Como siervos de Cristo estamos llamados a ser como él:
irrelevantes ante el poderoso, insignificantes ante la
sabiduría humana, Con esto Jesús nos llama a ofrecernos al
mundo como seres vulnerables, propensos a ser criticados
por lo que creemos y a los principios que nos rigen:
¿Por qué no aceptas tener una vida de desenfreno? ¿por qué
das tu dinero a la iglesia? ¿Por qué te pasas el tiempo
leyendo la biblia, asistiendo a la iglesia,…?
Algunos podemos incluso en esa lucha en contra de los
males de este mundo, sentirnos victoriosos en nuestras
propias fuerzas, y esto también es un error. Dios nos ama, no
por lo que hacemos o logramos sino porque Dios nos ha
creado y redimido por amor y nos ha escogido para
proclamar ese mismo amor a los demás. La tentación de
sentirnos importantes.
Los oponentes de Pablo en Corinto eran los sofistas,
buscaban tener la dirección política, eran los maestros de
los gobernantes, trataban de conseguir las cosas por medio
de la palabra persuasiva. Convertían los argumentos débiles
en sólidos y fuertes.
La persuasión no estaba al servicio de la verdad sino de sus
deseos de poder y gloria. Para ellos El más fuerte es el que
tiene más. Es más fácil dominar a las personas que amarlas.
Los hombres se acercan a Dios en el dolor de Dios y lo hallan
pobre, insultados, sin abrigo, sin pan, lo ven vencido y
envuelto por nuestro pecado.
LA SENCILLEZ DEL REINO
2 Corintios 10:1-12
En una ocasión, alguien se me acercó, y me comentó que
hace algunos meses se había apartado de nuestra iglesia
porque ya no le satisfacía lo que podía obtener de ella en
cuestión espiritual.

Después de una corta conversación pude entender que el


hermano había estado visitando antes algunos grupos
carismáticos que le habían hecho sentir cosas que no
experimentó en nuestra iglesia, hasta que por fin renunció a
su membresía.

1 Corintios es el documento pastoral más extenso del Nuevo


Testamento y da importantes claves sobre cómo manejar
temas pastorales difíciles. También ofrece respuestas a
problemas críticos que de una forma u otra siguen acosando
a la iglesia en la actualidad.

Uno de los problemas que vemos reflejado en la primera


carta a los Corintios, tiene que ver con los modelos de
iglesia que están operando hoy en nuestro entorno.
Las personas somos influenciadas por los modelos, y los
modelos que más seguimos son aquellos modelos que nos
hacen sentir grandes. Los modelos que prevalecen en la
sociedad, son modelos triunfalistas que buscan estar a la
altura de las exigencias.
Hoy las iglesias evangélicas viven centradas en el “Cristo
glorioso”, y la sed de ver y de oír se ha incrementado cada
vez más por la falta de fe.
Para muchos cristianos, el Señor de la Iglesia dejó de ser el
Jesús humillado y crucificado, hijo de un carpintero con todo
lo que su humanidad representó aquí en la tierra.
Esta forma de ver al Jesús triunfante, ha llegado cada vez
más a nuestras Iglesias, de tal manera que poco a poco nos
olvidamos de las debilidades que el mismo evangelio nos
muestra de Jesús de Nazareth, del Jesús histórico,
perseguido por aquellos que lo descalificaban como profeta
y como Hijo de Dios.
Sin embargo, esto que se vive en la actualidad en las
iglesias no es nada nuevo. Las escrituras nos dan testimonio
de que aún el apóstol Pablo fue duramente atacado por
muchos que a él también lo descalificaban.
En la Iglesia de Corinto particularmente, los hermanos veían
a Jesús solo en su esplendor, y a la visión del Jesús
resucitado y triunfante, le seguía una práctica triunfalista
también de toda la iglesia.
Corinto había dejado de ser la iglesia que carga su cruz y
sube a ella. Más bien, ellos pensaban ser la iglesia ya
glorificada, no se veían como extranjeros y peregrinos hacia
la tierra prometida, más bien, aseguraban ser la ciudad
santa de Jerusalén que había descendido del cielo.
Para ellos la salvación se había hecho plena y definitiva en la
experiencia carismática del Espíritu como lo era: Hablar en
lenguas, tener dones milagrosos, sanidades,…
En Corinto se hizo presente un cristianismo eufórico que no
pretendía saber nada acerca del tema de la cruz. Estaban
centrados en los destellos, en todo tipo de manifestaciones
sobrenaturales que se presentaban en la iglesia.
Pero al principio todo inició bien. Pablo fundó la iglesia c. de
50 d.C. luego de su visita a Atenas (Hechos. 18:1–7). Tuvo
sus orígenes en los sermones que predicó en la sinagoga
judía cuyo líder estuvo entre los primeros convertidos
(Hechos. 18:8 Crispo, el jefe de la sinagoga, creyó en el
Señor con toda su familia. También creyeron y fueron
bautizados muchos de los corintios que oyeron a Pablo.).
Inevitablemente, se produjo el choque entre la iglesia y la
sinagoga.
Cuando les llegó el evangelio a los griegos de Corinto,
acostumbrados a hablar de dioses y de héroes, vieron en
Jesús al gran representante de la divinidad que desbancaba
a todos sus “dioses” distantes e impersonales.
Pero a esto se añadía que a través del Espíritu de Dios se
podían ver milagros y experiencias carismáticas, entonces
no había dudas, Jesús era el Hijo de Dios.
A todo esto, con el paso del tiempo fue dando lugar a algo
nuevo y perturbador en el seno de la iglesia. En todo lugar
donde el apóstol Pablo predicaba y levantaba una iglesia,
llegaban otros falsos maestros que trataban de destruir la
obra que el apóstol realizaba.
En Corinto hicieron acto de presencia estos falsos hermanos
que eran también predicadores, pero que no congeniaban
con la forma del trabajo de Pablo ni con su apostolado.
Decían que el no podía ser del grupo de los apóstoles
porque no anduvo con Jesús, además de haber perseguido a
la iglesia.
Entre ellos había algunos misioneros que no compartían su
estilo de predicar. Fue tanto el ataque de estos predicadores,
que el apóstol Pablo se vio obligado a defenderse frente a
las acusaciones de que era objeto por parte de estos “súper
apóstoles” como les llama en 2 Corintios 11:4-5. En el texto
leído hacen eco tres acusaciones concretas contra el
apóstol:
1. Solo es atrevido y enérgico cuando está ausente (v. 1).
2. Actúa movido por criterios humanos (v.2).
3. Infunde respeto por sus cartas, pero en persona es poca
cosa, además de ser un desastre como orador (v. 9-10).
La verdad es que estas cosas que las gentes criticaban de
Pablo probablemente eran reales. Algunos lo tachaban como
alguien poco enérgico (v. 7). Incluso pudo no haberle dado
importancia al discurso pulido y elocuente a la hora de
anunciar el evangelio (1 Cor. 2:1,4; 2 Cor 11:6).
Lamentablemente por la visión triunfalista de los corintios,
todo lo habían confundido. Las aspiraciones de poder al que
querían acceder como buenos griegos, eran para tener
contacto con todo lo grande y con todo lo sublime.
Por consiguiente, quisieron ver en el mensajero del Hijo de
Dios (osea Pablo) a alguien mejor que sus grandes oradores.
Los griegos no estaban acostumbrados a los escritos como
los judíos. Ellos estaban acostumbrados a escuchar a
grandes disertadores, a los heraldos del imperio que
hablaban con elocuencia. Además, esperaban tal vez ver
muchos milagros, pero en la historia de la iglesia de Corinto
no vemos a Pablo haciendo algún milagro.
Que tuviera una personalidad atrayente, que impactaran
aún sus palabras menos profundas,… Pero cuando se
toparon con este mensajero, a sus ojos débil y temeroso,
que cuando les llevó el mensaje por primera vez estaba
temblando (v. 2:3), interpretaron las cosas desde la óptica
del modelo de grandeza.
No entendieron que Pablo quiso reproducir en su propio
ministerio, la dulzura, mansedumbre y humildad de Cristo
(2 Cor. 10:1ª). No pudieron descifrar que una conducta
amable, atenta y sobre todo sencilla, puede estar siendo
dictada por el amor y la preocupación sincera por las almas.
Hasta el mismo oficio de Pablo jugaba un papel en su
contra, los judíos veían con buenos ojos que un hombre
trabajara con sus propias manos, Pablo era un artesano al
hacer tiendas de campaña. Pero a los orgullosos griegos de
Corinto no les parecía bien este oficio.
Los griegos afirmaban que no se podía gozar de verdadera
libertad si las personas tenían que usar sus manos para
trabajar. Ellos eran intelectuales, eran artistas, pero el
trabajo manual era mal valorado por la cultura griega.
¿Cómo iban a tener un líder que no fuera verdaderamente
libre?
Hasta aquí, alguien podría pensar que la defensa que hace
Pablo de su ministerio en los capítulos 10-13 era solo para
salvar su buena reputación y su gloria personal.
Pero la verdadera razón, era que Pablo les estaba mostrando
el modelo inicial, el modelo de Jesucristo. Los cristianos de
Corinto deberían retomar las esencias más puras y
auténticas del evangelio de Jesucristo. Pablo hace una
apología (defensa) de el evangelio “original” que él había
predicado.
El apóstol traza las líneas de lo que debe caracterizar al
verdadero creyente: El misterio de la cruz (v. 2:2). Pablo le
llama al evangelio “la locura de la cruz”, porque en ella se
hace presente toda la impotencia a la cual Dios entregó a su
Hijo amado.
Esta impotencia y fragilidad que Jesús mostró en su
ministerio, fue motivo de descalificativos y de persecuciones
que lo llevaron a la muerte.
La intensión de lo que les estoy narrando, no es de hacer
una valoración sentimentalista acerca del evangelio. No
estamos sobrevalorando la conmiseración, ni diciendo que
debemos de andar con la cabeza agachada.
Tampoco se trata de presentar a Dios como el promotor de
las fragilidades humanas. Pero sí queremos decir, que Dios
nos ha llamado a nosotros, pastores de la iglesia de Dios, a
trastocar el proceder de los poderosos de la tierra.
Nos vemos en la obligación de rechazar aquellas doctrinas
que pretenden acercarse y tener como aliados a los fuertes,
a los ricos, a los sabios, a los súper pastores, a las mega
iglesias que crecen en las grandes ciudades y se enriquecen,
pero que no son capaces de ver la necesidad verdadera de
anunciar también el evangelio en las comunidades
apartadas.
Dios nos ha llamado a que conozcamos el misterio de su
misericordia, pero esto en ocasiones es lo que más dificultad
tenemos para discernirlo. El mismo Jesús al que le pidieron
señales del cielo para poder creer en él, nuevamente nos da
señales de fragilidad.
Muchos de nuestros hermanos acuden a los eventos de otras
denominaciones de nuestra iglesia, muchos se han dejado
llevar por una visión de poder, o por aspiraciones de
grandeza.
Existen otros credos, confesiones, otros formatos litúrgicos,
actividades que atraen a grandes cantidades de personas,
que cuando nuestros hermanos acuden a ellas, si no están
bien cimentados, regresan a sus localidades y se comienzan
a sentir necesitados de aquellas cosas que vieron y oyeron.
Hay hermanos que se han retirado diciendo que en nuestra
iglesia no está el Espíritu de Dios. Pero yo le digo que, si
usted se humilla delante del Señor, él le va a hacer sentir su
presencia, sin necesidad de reflectores.
Cuando hay crisis de fe en nuestro interior, miramos el
entorno que nos rodea y pensamos, me siento así porque
nuestra iglesia está pasiva, porque no tenemos avivamiento,
porque no oramos por sanidades,…
Pero yo en lo personal creo que Dios se manifiesta de
muchas formas. Pero donde mejor se ve su presencia, es
cuando nuestro corazón es sencillo. Cuando no precisamos
de grandes cosas para prender nuestra fe.
Dios sigue iniciando sus proyectos de salvación en pesebres.
y Dios sigue concluyéndolos en el madero de una cruz.
Cristo sigue enviando a sus discípulos montados en burritos,
así como él entró a la gran Jerusalén.
Pero así como Dios trabaja igual, también sigue habiendo
quién lo descalifique y desapruebe. Emmanuel sigue
quitándose su manto real para habitar entre nosotros.
Mientras muchos quieren ir hacia arriba, el quiso venir a la
tierra.
De esta manera Dios se hace accesible a todos aquellos que
viven incluso al margen de las personas que quisieran
administrar lo que Dios ha regalado como un don.
A través de la sencillez y del ropaje de cada una de las
iglesias y misiones de nuestra iglesia, nosotros pudimos
llegar a conocer el camino de salvación. Todos nosotros
como pastores deberíamos estar más empeñados en
reproducir la ternura de Cristo, en lugar de buscar las
señales deslumbrantes.
Y no digo que no existan, porque Dios nos ha usado para
realizar muchos milagros a través de la oración. Pero,
aunque el mismo Jesús realizó muchas maravillas y
milagros, el no dejó de darnos un modelo de humildad y de
obediencia hacia el Padre celestial.
El espíritu de Dios no es un agente de milagros, sino de
consolación. Es el compañero del cristiano en momentos de
angustia y tribulación. Dios sigue acompañando al débil y al
que tiembla, supliendo todo lo que haga falta.
En todas las páginas de la 2ª Corintios hay un tema central
que está presente: El ministerio del Apóstol con sus
grandezas y sus flaquezas, su esplendor y sus contra pesos.
Pablo no proclamó el evangelio con palabras persuasivas o
elocuentes, mucho menos con una filosofía cautivadora,
mas aún así tuvo éxito en una ciudad orgullosa como lo era
Corinto.
Ante todo esto, el hace su mejor síntesis de lo que es el
pastorado 2ª Corintios 4:7 “Tesoro en vasijas de barro”
Somos barro, no lo olvidemos, Dios depositó un gran tesoro
no en un cofre de piedras preciosas, sino en nuestro ser tan
frágil y efímero como el polvo de la tierra.
Esto ha dado como resultado, un evangelio de poder, lleno
de manifestaciones masivas forma de ver la vida cristiana
como la negación a los problemas reales que enfrentamos
día a día. Cada vez nos alejamos más del modelo de Jesús,
un modelo reprobado por los religiosos de su tiempo por no
tener una cotización grande del poder del dinero o de las
aspiraciones de grandeza.
El Mensaje Pastoral del Apocalipsis
Yo Juan, vuestro hermano, y copartícipe vuestro en la
tribulación, en el reino y en la paciencia de Jesucristo,
estaba en la isla llamada Patmos, por causa de la palabra de
Dios y el testimonio de Jesucristo. Apocalipsis 1:9

Desde hace algunos años, el lenguaje tradicional y la


retórica de las imágenes en los discursos ya no logran la
elocuencia suficiente para llamar la atención, la percepción
de nuestro mundo está cambiando. Nuestras experiencias
cotidianas nos hacen replantear todo tipo de axiomas que
sustentaron cada teoría, provocado por los giros tan
radicales que mueven la brújula del conocimiento hacia
todas direcciones.

En este tiempo se han replanteado los absolutos, y ahora la


vida es más pragmática, es decir, ahora el criterio de lo que
es verdadero, se cataloga como tal, en la medida de su
eficacia y valor para la vida. Lo accesorio de la vida se mira
como irrelevante, y en muchos casos, las grandes
expresiones han bajado de categoría a lo superfluo e incluso
muchas veces (y en muchas lamentablemente) se han
eliminado.

Cada día y sin poder impedirlo, se derrumban antiguas ideas


o conceptos de vida, sean estos científicos, humanísticos o
incluso teológicos. En el ámbito espiritual pasa algo similar
dentro y fuera de la iglesia. Existe una nueva forma de
buscar a Dios, sea esta muy supersticiosa y mística o todo lo
contrario, metódica y racional. Hay quienes se han atrevido
a reformular los conceptos tradicionales de cómo
entendemos a Dios, el diablo, los ángeles y demonios,
principados y potestades.
Nuestra necesidad de estar al día en estos temas, y de tener
una idea clara acerca de las nuevas cosmovisiones de las
sociedades emergentes, nos obligan a replantear lo que
creemos, no para dejar de creer, sino para afirmar nuestra fe
y hacerla actual y vigente cada día.

Un tema que continuamente es replanteado, es el tema de


los principados y potestades, de los demonios y de satanás.
Cuando las gentes oyen hablar de temas de demonios,
inmediatamente viene a la mente un pensamiento absoluto
del modus operandi de estas fuerzas: Algún espíritu invade
a una persona, le tira al suelo, hecha espuma por la boca y
cambia la tesitura de su voz.

Pero no toda la Biblia habla de este modo de operar de las


fuerzas del mal, el mal no siempre se ve de manera
grotesca. Muchas veces está infiltrado en la vida de una
sociedad pasiva o permisiva o se le ve ejerciendo otra clase
de influencias, dominando las mentes, en el comercio,
creando guerras.

Es deber de cada pastor y estudiante responsable del texto


sagrado, hacer una lectura seria cuando tratamos con temas
de difícil acceso. Cuando nos topamos con temas difíciles y
complicados encontramos una amplia diversidad de formas
en que se interpretan estas porciones bíblicas dándole
diferente enfoque y significado.

La Biblia nos exige un compromiso muy grande en el área


del “discernimiento” ¿Cómo operan los poderes? Una zona
de dificultad teológica se encuentra precisamente en temas
relacionados con el aspecto de lo intangible, lo espiritual, y
otra más en lo que se refiere al futuro, lo que no ha llegado
aún. Son estos dos temas que aparecen en la Biblia y que
difícilmente encontraremos un consenso común.
Nuestra responsabilidad es conocer el género literario en
que se desarrolla cada porción bíblica para entender las
luchas que viven cada uno de los distintos destinatarios de
cada escrito, carta, evangelio. De esta manera identificamos
más exactamente las batallas que vivía la iglesia, y cómo las
enfrentaba, cómo es que los apóstoles orientaron a la iglesia
en momentos de persecución dándoles herramientas de fe a
través de las palabras de esperanza y de la promesa de Dios
para la vida de cada creyente.

El texto que por excelencia aporta una riqueza teológica en


estas áreas, es precisamente el libro del Apocalipsis. Un
libro que se antoja enigmático, lleno de imágenes
fantásticas, las cuales muchos cineastas han intentado
reproducir con un tono marcadamente literalista.

Estos dragones, estos seres superiores que aparecen no solo


en la literatura hebrea y cristiana, sino en la mayoría de las
religiones antiguas, nos plantean la pregunta ¿Qué
diferencia tiene el Apocalipsis en comparación a las otras
cartas de los demás apóstoles? ¿Qué de diferente tiene,
siendo que es un escrito de aquel apóstol Juan, escritor
también del cuarto evangelio y de las tres cartas que
tradicionalmente llevan su nombre? ¿Será posible tratarlo
sin caer en una interpretación dualista entre lo presente y lo
futuro, y sin polarizar las luchas solo entre el bien y el mal
siempre en conflicto?

La diferencia tiene que ver básicamente con el sentido


literario del cual se reviste la carta. Este libro, carta, o
revelación, debe entenderse también como la carta de un
pastor a la comunidad. Alguien que está preocupado por lo
que ha estado pasando y que precisa tener una respuesta de
Dios para la Iglesia. Hablar de la diferencia del género
literario, entre una misiva o carta, y un género
“apocalíptico”, es tan natural como si consideráramos los
diferentes géneros entre los escritos del Antiguo
Testamento: Pentateuco, Crónicas, Salmos, Profetas,…

El “plus” que tiene el Apocalipsis es que el recurso literario


elegido es altamente atrayente. Y aunque las intensiones
son las mismas, los retratos que dibujan cada uno de los
textos de la Biblia, son en algunos casos muy coloridos a
diferencia de otros menos matizados.

Entendiendo los textos del Apocalipsis podemos decir como


dice Walter Wink en su libro “Paz, Teología para el nuevo
milenio”, que algunos judíos y cristianos del primer siglo
percibían en el imperio romano una espiritualidad
demoníaca a la que llamaron Satán (el dragón de Ap. 12)
Encontraron este espíritu en las formas institucionales de la
vida romana: legiones invasoras, gobernadores,
emperadores, crucifixiones, pago de tributos,… (La bestia de
Ap. 13).

Durante muchos años nuestra iglesia ha sabido apreciar los


significados que derivan de cada imagen en el apocalipsis,
el agua, los candelabros, los ángeles,… hemos entendido
que se trata de un código de lenguaje que los destinatarios
entienden. Hemos tenido que comprender el lenguaje de la
época para poder apreciar lo que ellos veían como una
amenaza para su fe, y para su propia vida.

Hoy la Ekklesia (asamblea) está llamada a Identificar así las


nuevas batallas que enfrenta en las luchas contra los
aspectos de mayor trascendencia. En nuestros tiempos los
ataques son más masivos y más disfrazados. Los
antagonistas contemporáneos tienen también un poder letal
que extermina la vida de muchas personas en el mundo.

Para muestra podríamos hablar de sistemas internacionales


con poder político y macroeconómico, como el
neoliberalismo. Este reduce la intervención del estado en los
temas sociales y económicos y defiende el libre mercado
capitalista; lo que origina en muchos de los casos, es lo que
vivimos hoy: Mano de obra barata, políticos que solo
acumulan riquezas, la pobreza generada por la
globalización, la desigualdad. Sin ser sociólogos o
humanistas nos podemos dar cuenta del dominio mundial
que ejercen los poderes actuales, que pregonan paz cuando
cosechan muerte.

Países del primer mundo, dominantes de los mercados, que


por intereses de las altas esferas son capaces de inventar
conflictos donde no los hay, de intervenir en problemas
internacionales por conveniencias muy lucrativas, y que sus
ciudadanos que gozan de tal prosperidad no se dan cuenta
de lo que ha costado la clase de vida que llevan. Con un
gran poder adquisitivo en la cartera, pero que es la deuda a
la humanidad presa de las grandes injusticias de que son
protagonistas sus líderes a nivel mundial.

Muchos seguimos poniendo nuestra mirada en la Roma


actual con su sistema religioso como diciendo que esa es la
única Babilonia antigua, pero la Roma del Apocalipsis a la
que se refiere Juan, no precisa de un lugar geográfico
específico e inamovible. Babilonia siempre es ese poder que
domina masivamente a nivel mundial y que goza de alta
estima. Que hace uso incluso de la religión como en la
antigüedad a través de Constantino y ahora, los que
heredaron su trono (aunque en otras latitudes), repiten la
historia.

El que se reparte el mundo es capaz de utilizar el texto


bíblico hablando de una “tierra prometida” que hay que
poseer. Donde en sus filmes más representativos puede
aparecer como el gran líder que gana batallas contra el
resto del mundo e incluso contra seres de otros lugares del
universo. El emperador de este tiempo y su ciudad, al igual
que el emperador de aquel mundo bíblico, gozaba de
mucha fama, era popular, todos querían su ciudadanía y su
moneda, pero el precio por la paz que ofrecía (eirene en
griego=ausencia de guerra), contextualizando, guerra fría y
fin de esta misma, sigue siendo demasiado costoso, lo que
llamo particularmente pecados caros.

Países que han dominado los mercados con sus productos,


que embargan a sus enemigos, que imponen su idioma a
nivel mundial, su ropa, sus comidas, que sus restaurantes
son los más conocidos, los hay de todo, comida rápida,
recetas especiales, sus autos, sus economías, sus políticas.
Nuestro bienestar en mucho depende de los planes que
tengan para nosotros. Y los que tenemos la misma
psicología masiva de colonizados, seguimos sirviendo a los
nuevos amos, esperando en el sueño de ser como ellos o
estar donde ellos están.

Tenemos sistemas injustos disfrazados de buenos al estilo


de lo que decía Jesús: “Pero él les dijo: Los reyes de las
naciones se enseñorean de ellas, y los que sobre ellas tienen
autoridad son llamados bienhechores” (Lc. 22:25).

¿Cómo se levantarán profetas de Dios para denunciar estos


poderes, si no podemos identificar a los dragones y los
faraones de nuestro tiempo? ¿Cómo ayudar a la población
de nuestra iglesia a estar alerta y actualizar lo que hoy
significara la marca de la bestia? ¿Cómo actualizar el
sentido de la idolatría y el paganismo que vivimos hoy?

La idolatría no solo tiene que ver con alguien que es ingenuo


o/e ignorante como inclinarse ante una escultura, sino más
atroz. Los “dioses” que aparecen en la Biblia eran aquellos
que se les tenía por dueños de la vida, de las cosechas, de la
protección y providencia. ¿Quién está en el poder? ¿Es un
poder intangible, o está estructurado y visible? ¿Tendremos
ojos lo suficientemente claros para verlos operando?

Los principados y potestades se dejan ver también en la


filosofía de la vida de nuestra sociedad. Un poder que
mueve a las mentes hacia el materialismo, donde vale solo
lo que es real para la vista y los sentidos. Un nuevo faraón se
ha levantado, y no solo no conoce al pueblo de Dios, sino
que no conoce al mismo Dios.

Está matando niños también, pero es más feroz porque lo


hace no solo antes de que nazcan, sino antes de que pueda
tener los tejidos más elementales necesarios para la vida. Se
ampara bajo el poder del Estado, que para algunos intereses
es laico y para otros es religioso según convenga. Es el
resultado de un materialismo duro, que rechazando la
realidad espiritual de cada individuo, decide interrumpir la
vida de un nuevo ser.

El problema es que son pocos los que tienen un sentido


crítico. Son pocos los que se han dado cuenta de que las
imágenes que fueron puestas, para que los lectores
originales entendieran bien en qué consistía el poder del
mal, para nosotros se han convertido en distractores.
Aquellos recursos con los que contaba el apóstol Juan, y que
en su momento ayudaron a clarificar de quién y de qué se
trataban las luchas de la iglesia por establecer el Reino de
Dios, aún muchos no las hemos entendido.

Seguimos luchando con el mismo enemigo que siempre ha


existido, pero hoy nuevamente se ha transformado, en el
Edén era una serpiente, en el Apocalipsis ya es un dragón, y
ahora ¿en qué se ha convertido? Sin duda en algo más cruel.
Por eso, mirar solo a la Roma como la Babilonia, es seguir
pensando en absolutos, es creer ingenuamente que el mal
no se transforma, es una señal de la falta de discernimiento
que hace limitar su acción destructiva solo a la idolatría o su
influencia pagana.

La iglesia debe ser lo suficientemente responsable para


interpretar como se deba de interpretar, y señalar como se
deba señalar, sin cambiarle de nombre a las cosas. Juan es
un atalaya de su tiempo en este sentido, avisó cuando el
enemigo estuvo cerca de sus hermanos, subió a lo alto de la
torre y tocó la trompeta cuando descubrió el peligro.

Qué interesante es replantear las cosas a la luz de la verdad


bíblica, cuando el poder del amor de Dios nos dice que Jesús
es el personaje principal, que vence a todos sus enemigos,
los pone debajo de sus pies, los encadena, los echa al lago
de fuego. Como dice Juan Stam: “En Cristo cielo y tierra se
tocan”.

Porque el es el personaje principal de todos los apocalipsis


que podamos experimentar. No importa cuan implacable
sea la fuerza del mal, el que mata el cuerpo no puede matar
nuestro espíritu, el que nos roba el empleo no puede
robarnos la esperanza. En medio de estos personajes de
siete cabezas, con diademas, con marcas para los hombres
en la frente y las manos, enfrentemos esta lucha como la
enfrentaría Jesús, no perdamos la paz, como dice aquel coro
infantil:

“Esta paz que tengo yo, el mundo no me la dio,


y como no me la dio no me la puede quitar”.
Juan Stam, Adaptación Mario A. Hernández
EL PASTOR Y LA ZARZA QUE ARDÍA
Éxodo 3 1-10
Existen palabras dentro de la gran cantidad de información
que vemos en los medios de comunicación que son de difícil
acceso a la población en general. Es necesario muchas
veces ir al diccionario para entender realmente a qué se
refiere el escritor.

No obstante, en estos momentos es fácil para todos


identificar el significado de la palabra “crisis” aun sin
entender su etimología. Vivimos en contacto permanente
con ella en todas las áreas: gobierno, trabajo, hogar,
sociedad y aún dentro de la misma iglesia. En todos estos
ámbitos enfrentamos diferentes tipos de crisis: financieras,
de inseguridad, de salud, de desintegración, en fin,
pareciera que los miedos más grandes de nuestros abuelos,
se han dado cita en nuestro presente.

El libro de los jueces, es el testimonio de un tiempo muy


vasto de numerosas dificultades para el pueblo de Israel.
Desobediencia, anarquía, violencia y fracaso son las
constantes que prevalecen en cada época que se presenta
antecedida y precedida por otra etapa nueva y diferente
cada vez, pero que hace que todo lo que algunos
construyen, otros lo derriben sin ninguna contemplación.

Una frase muy típica de este libro es: “En aquellos días no
había rey en Israel, y todo el mundo hacía lo que le parecía
bien” (Jue. 21:25). En el tiempo de los Jueces, lo que se
había logrado bajo el mando de Josué, el conquistador de
parte de Dios, se pierde casi por completo: la adoración a un
solo Dios, la unidad del pueblo, la obediencia a la alianza, el
culto a Dios en un solo lugar,… todo esto ya no domina en la
escena. Es como si el libro de Josué narrara sobre un pueblo
muy diferente al de los Jueces.

Otra frase repetida a menudo en el libro de los Jueces es:


“Por ese tiempo no había rey en Israel” (Jue. 17:6). Este es
un libro precisamente de liderazgo, que nos sirve de “criba”
para discernir lo que sí y lo que no debe hacer un líder, y en
este caso un pastor. Algunos de estos jueces sienten la
desconfianza del pueblo que los ve al frente, otros son
invadidos por su ambición personal o familiar. Y todo esto
permea en su actuar al frente de toda esta nación.

¿Cuál era la función principal de los jueces? Esta es una


lección muy peculiar de hermenéutica acerca de no mirar el
texto bíblico como lo miraría un occidental del siglo XXI,
pues veríamos a alguien al frente de la sala de un juzgado
condenando o declarando inocente a alguien. La palabra
hebrea para juez es shofét que da un significado de
libertador (Jue. 3:9,15). Es decir es un caudillo que se
levanta desde el pueblo ante la falta de un líder que le haga
frente a la acción militar de los enemigos. A la vez es un
gobernante debido a que uno de los sentidos en que es
utilizada esta palabra shofét es para gobernar, pero más que
en sentido de administrar, es usada para referirse a traer
justicia al pueblo.

Nos vamos a centrar en el texto que narra la historia de


Abimelec, y nos referiremos a él como el hombre que en
medio de la confusión quiso ser rey. El nombre de Abimelec
es un nombre construido por dos palabras Ab-padre / melec-
rey. Junto significaría “el padre del rey”. Cabe recordar que
en el tiempo de los jueces no hubo rey en Israel, sino hasta
el tiempo del profeta Samuel, cuando unge a Saúl como tal.

Usted se preguntará ¿Cómo entonces alcanzó el poder,


Abimelec? Abimelec fue el único líder de Israel que aparece
en el libro de los jueces eligiéndose a sí mismo para
proclamarse rey. Este hombre, engañosamente había
convencido al pueblo a través de su familia, para que lo
respetaran como rey, aunque no fue llamado, ni puesto en
autoridad o confirmado por Dios.

Jueces 8:31 nos dice que Abimelec era hijo de una


concubina de Gedeón su padre. Gedeón había sido un juez
muy sobresaliente desde su llamado y hasta haber vencido a
los madianitas de una forma milagrosa con solo trescientos
hombres. Esto había traído un tiempo de paz al pueblo por
un período de tiempo. El problema vino cuando murió
Gedeón. El enemigo estaba en casa, ya no eran ni filisteos ni
los medianitas ni ningún otro ejército sino que nuevamente
el pueblo era presa de la mis- ma confusión que sobrevenía
al desaparecer el líder en turno.

Después de la muerte de Gedeón, los hijos de Israel se


olvidaron de Dios y volvieron a los ídolos tomando a Baal-
Berit (señor de los pactos) como su dios. A la ausencia de un
líder que gobernara en el pueblo, Abimelec se invita a sí
mismo como rey para dirigirlos.

Fue a Siquem a los hermanos de su madre y los convenció


de que no habría mejor opción que coronar a un pariente de
ellos (Jue. 9:1-2). La motivación más importante de
Abimelec se funda en su vínculo familiar: “Recuerden que yo
soy sus huesos y su carne” (Jue. 9:2). Al parecer Gedeón
había tenido varios hijos de varias mujeres y Abimelec busca
ser elegido antes que otro se levante. Es el tipo de gente
que toma por sorpresa a todo mundo y no da tiempo para
pensar a nadie, y mata a sus 70 hermanos para no tener
rival en sus planes.

Ante este argumento de ser hijo de la familia principal de


Gedeón, y ahora hijo único, Abimelec fue elegido. Recibe
dinero del templo dedicado a Baal-Berit, “setenta siclos le
dieron, con lo que reclutó a los aventureros y bandidos que
lo siguieron” (Jue. 9:4). Y con este dinero obtenido de aquel
templo profano alcanzó el poder.

Los hombres recibieron a Abimelec como un ungido, pero no


de Dios, él se subió al poder. De esto habla la parábola del
relato: “Un día, los árboles se pusieron en camino para ungir
a un rey que reinara sobre ellos…” (Jue. 9:8-15). Esta
parábola la menciona Jotam, el único de los hijos de Gedeón
y el más pequeño que se salvó porque alcanzó a huir.

Abimelec es comparado por Jotam en la parábola como una


“zarza”, un arbusto seco del desierto en medio de grandes
árboles que sí tienen fruto, sube al gobierno por medio de
una mentira, pero también porque a aquellos que debieron
sobrevenir después de Gedeón, no les importó. El rey
impostor llamará a los hombres del pueblo bajo su sombra,
para darles protección. Pero así como la zarza es totalmente
carente de hojas para dar sombra, Abimelec es el hombre
más estéril bajo el cual el pueblo pretende cobijarse. En vez
de dar fresca sombra, Abimelec da fuego del cielo: “El zarzal
responde a los árboles: ¡… si no, salga fuego del zarzal, y
devore los cedros de Líbano!” (Jue. 9:15).

Aquí tenemos la vida de este falso rey al que nadie puso,


que se siente que tiene las capacidades suficientes para
estar en lugares de responsabilidad, aquel que es capaz de
quitar del camino a quien estorbe, aquel cuya su vanidad y
ambición es el motor para subir más en el escalafón de los
éxitos robados.

Hagamos un ejercicio de discernimiento muy especial


poniendo a este antagonista del libro de los Jueces, con el
protagonista humano del libro del Éxodo, es decir Moisés.
Hay muchas cosas en las cuales Moisés contrasta totalmente
con Abimelec que es preciso resaltar en estos tiempos de
crisis, bajo la premisa de que un buen líder puede sacarnos
de una mala crisis, para al final aprender una lección de
estos dos personajes de la biblia.

Éxodo 3:1-10 Es sencillo entender, el llamado que Dios hace


a Moisés ya que es directo. Aquí no hay parábolas de difícil
comprensión como en el caso anterior, aquí la zarza es real.
El momento que se vive dentro del pueblo hebreo era muy
desdichado, Esclavitud y muerte rodean el inicio del libro
del Éxodo. En este tiempo nació Moisés, él no contaba con
otro momento ni otras circunstancias. Muchas veces
nosotros como líderes de la iglesia nos vemos orillados a
reflexionar en esto mismo. Llega la hora en que debemos
vivir las crisis más apremiantes y darle una respuesta de fe a
cada circunstancia que encontramos al llegar a este mundo.
Y es que sean estos los mejores o los peores tiempos, es el
único con que contamos. Es un buen recordatorio para
nosotros como creyentes, pero también como líderes de
opinión dentro de la iglesia. Este es nuestro momento en la
historia. Aunque déjeme decirle algo que usted ya sabe muy
bien, no siempre acertamos al momento de dar respuestas.
Tal fue el caso de Moisés en otra época anterior a esta,
cuando mató al egipcio por defender a un esclavo hebreo
del maltrato sobre su persona. Quiso dar respuesta a un
problema mayor que era el de la esclavitud, y lo único que
consiguió es que el problema se le revirtiera en su contra.
Moisés actuó movido por un celo muy grande, era sincero al
intervenir, pero confió en sus propias fuerzas. Desde el
poder las cosas pueden parecer muy diferentes, cuando hay
dinero, salud, juventud, una carrera, una trayectoria. Esto
era lo que había sucedido con Moisés.
Sin embargo, en esta parte del capítulo 3, las cosas son muy
diferentes. Ahora en el desierto, es un hombre de visión
perdida, sin pasión, y con propósitos muy débiles para su
vida. Trabajando para su suegro Jetro, en el desierto, con el
peso de la edad las cosas no parecían iguales.
Aquel fuego interno que tenía en Egipto, en su juventud, se
había tornado en cenizas. Había sido su mayor esperanza
vengar las injusticias que recibía su pueblo de parte de los
egipcios. Sin embargo, a pesar de sus capacidades, de su
entrenamiento y educación del más alto grado, no había
impresionado ni a amigos ni a enemigos.
Recordaba cómo había sido confrontado con la acusación, y
había huido al desierto con una actitud de derrota. Aquí
tenemos el principio fundamental que tuvo que aprender
Moisés: un fuego sostenido por sí mismo nunca podrá arder
de la manera en que sea necesario.
Este principio es también para nosotros. Si no
comprendemos nuestra propia y particular historia, si no
comprende usted sus sufrimientos, sus deseos y
sentimientos dentro del llamado de Dios, si las
circunstancias que le han tocado vivir han ocultado la
pasión que sentía antes por Dios, puede que se sienta como
una zarza, un arbusto que no tiene fruto, ni da sombra ni es
bueno para sostener un buen fuego.
Esta lección la aprendió Moisés en los 40 años que divagó en
el desierto. Nosotros tal vez también hemos sido orillados a
convertirnos en una zarza como lo era la vida de Moisés al
momento del encuentro con Dios.
En este texto emerge la debilidad de Moisés, como un
hombre ya anciano, pobre y tartamudo. Sobre todo su
problema de lenguaje aflora, algo que en Egipto no se
menciona, parece que el poder y el dinero hace que la gente
no vea las flaquezas de los poderosos, como si ante los
demás pudiéramos comprarnos de muchas maneras el
prestigio y aparentar ser fuertes aunque no lo seamos.
No importa si usted se ha llenado de los bienes de este
mundo, o si la vanidad de la juventud o del buen nombre
que ha alcanzado delante de los demás es su carta de
presentación. Moisés era mayor que todos nosotros juntos
en cuanto a los bienes de este mundo, como hijo adoptivo
de la casa de Faraón, era inmensamente rico e
inmensamente poderoso.
A este hombre rico, poderoso, de gran porte, seguro de sí
mismo, Dios lo mandó al desierto por 40 años para que se
vaciara de la vanidad de la vida que hace creernos que
podemos ser alguien sin la cobertura de Dios. Al estilo del
libro de jueces, Moisés no podía ser un shofét de Dios
teniendo su confianza en el trono egipcio.
Moisés nos presenta con su vida que el hombre sin Dios no
es nada, solo un arbusto seco, una zarza a punto de morir.
Solo cuando el hombre se ha quebrantado, entonces es que
se convierte en zarza, se seca en su interior, hasta el punto
en que parece que ya no hay más camino por recorrer. Y
cuando esto pasa en nuestras vidas, en ese justo momento
en que pareciera que todo está perdido es cuando Dios nos
dice: “Cualquier zarza sirve, siempre y cuando Yo esté en
medio de ti”.
Moisés tuvo que pasar 40 años en el desierto, para darse
cuenta de que sin Dios uno no es nada para dar una
respuesta de justicia ante el ambiente hostil en que se
encontraba. No sé cuánto tiempo le ha costado a usted
aprender esta lección. Pero si todavía no lo ha entendido,
déjeme decirle que Dios ha estado tratando de comunicarle
un mensaje desde hace muchos años atrás: “Yo no necesito
una zarza bonita, educada ni elocuente. Cualquier simple
zarza sirve, siempre que esta me permita actuar dentro de
ella”. No somos nosotros haciendo algo para Dios, sino que
es Dios quien hace grandes cosas a través de nosotros”.
Moisés tuvo que quitarse las sandalias de sus pies a la orden
de Dios. ¿Por qué? Porque Cuando Dios aparece, el lugar se
inunda de santidad y hasta la tierra, la arcilla y la montaña
entera se convierten en lugares sagrados, para aquel que
confía en Dios.
Querido pastor, compañero, no hay lugar de mayor honor
que estar cerca de Dios. Tal vez Moisés añoraba sentarse
nuevamente en aquellas sillas reales, en aquellos tronos
majestuosos por su oro y sus piedras preciosas, pero en ese
momento no había lugar de mayor honor y jerarquía, que
estar pisando la tierra que el mismo Dios tocaba con su
santidad.
Cualquier lugar donde Dios pone su morada es
transformado. Dios purifica la tierra, la llena de su gloria, es
reconstruido, aún la tierra árida de un desierto se convierte
en el más fértil vergel. Así como la tierra del desierto es
insignificante, la zarza es un signo de humillación, es el
último lugar donde alguien podría hacer algo, pero es
también el lugar donde Dios puede hacer Todo.
Es necesario vaciarse de todo para poder albergar a Dios. Por
ello no es casual la elección de la zarza, ya que estamos
llamados a llevar a Dios, en medio de nuestro vacío, somos
recipientes de Dios, ánforas, vasijas de barro dice la
Escritura, que contienen el poder de Dios con que hemos
sido llenados.
Aunque nuestros días en la tierra sean cortos, pueden llegar
a ser días grandiosos en tiempos de gran crisis, en estos
momentos en que la fe se debilita en muchos de nuestros
compañeros, podemos hacer la diferencia si nos vaciamos
de lo que tantos años nos costó llenarnos, porque creímos
que con estas cosas seríamos más victoriosos. Un líder que
entienda esto realmente, puede hacer la diferencia entre
una crisis que lamentaremos toda la vida, y una etapa de
fortaleza al lado de Dios.
Querido pastor, dejemos de creernos robles fuertes a los que
el viento no puede sacudir. Tal vez ese viento fuerte lo ha
mandado Dios, para que aprendamos a humillarnos, Dios las
mandas cada vez para que nos doblemos ante sus pies, para
que dejemos de confiar en nuestras fuerzas y nos
abandonemos en sus brazos.
Ser un cristiano victorioso, un pastor de trayectoria, un buen
predicador y maestro no radica en la dependencia de
nosotros mismos, sino en la completa dependencia del
Señor Jesús. Aquel que se complace de usar zarzas secas a
punto de morir utilizará nuestros fracasos y frustraciones
más deprimentes como un bien incalculable para sus
propósitos. Aquello que pensamos que era la etapa más
negra en nuestra hoja de vida, se convierte en los motivos
más claros que impulsan a Dios a llamarnos a nosotros y no
a aquellos que se ungen a sí mismos como líderes y que
delante de Dios no prevalecen.
Espero que cuando estemos listos para aprender esta
hermosa lección del pastor y la zarza, podamos hacer como
Moisés, quitándonos de vez en cuando los zapatos en señal
de despojarnos de todo para que podamos ser usados por
Dios de la manera en que estos tiempos peligrosos lo
requieren.
UN LÍDER COMO MOISÉS
Éxodo 3:1-10
El libro del Éxodo es esencialmente una historia sobre
conocer a Dios a través de la experiencia personal.

La trama se centra en la relación que se desarrolla entre


Dios y los israelitas, a partir del dramático llamado de
Moisés en la zarza que ardía, y termina hasta cuando la
gloria del Señor llena el tabernáculo (40:34–38).

En todo esto Moisés actúa como mediador, es el primero que


da a conocer al Señor al pueblo y al mismo tiempo, juega
una importante función en el establecimiento de la relación
de pacto que facilita la morada del Señor entre los israelitas

Una de las experiencias más solemnes y trascendentes de la


vida del cristiano es cuando recibimos el llamado específico
de Dios a hacer algo.
La historia de Israel y de la Iglesia nos presenta numerosos
relatos de personas a quienes Dios llamó para cumplir una
tarea especial. Tanto el llamado, como las respuestas a este
llamado, fueron tan diversos como la cantidad de personas
que fueron escogidas por Dios.
Algunos fueron llamados a ser líderes, otros fueron llamados
a un servicio simple. Algunos huyeron, otros discutieron, y
otros respondieron obedeciendo inmediatamente.
Pero en todos estos llamados, el elemento que siempre
existió de parte de aquel a quien Dios escogía, fue tomar
una decisión.
El relato de Moisés en la zarza que ardía, nos confronta a no
vernos a nosotros mismos, sino ver más allá, ver lo
sobrenatural del llamado, y a enfocar en Dios el
cumplimiento de nuestra misión por su poder.
Un principio fundamental del liderazgo, es que la misión de
cada persona se origina en el llamado de Dios. Nadie, sean
cuales sean los talentos o la posición que tenga, podrá
sentirse digno de su llamado.
Todos los puestos de liderazgo en la iglesia son dados por
Dios desde su soberanía.
Este relato que leímos, trata de la vida de Moisés cuando
vivió en Madián (v. 1). El oficio de Moi- sés en ese momento
era el de pastor de ovejas. Estaba viviendo tranquilamente
en el exilio, lejos del puesto de príncipe que tuvo en Egipto.
La gente a menudo juzga las cualidades de los demás según
su inteligencia, habilidades, y capacidad para tomar
decisiones. Las normas que Dios usa son diferentes. Moisés
fue un hombre que mató a un egipcio y huyó al desierto.
Era una persona que no calificaba dentro de las normas
humanas para una tarea especial. Fue al- guien que huyó de
los problemas evitando enfrentarlos. Pero Dios vio algo en
Moisés que pudo usar.
Si nos damos cuenta, Dios no llamó a Moisés cuando gozaba
de los deleites del palacio de Faraón, o de su preparación en
la escuela de los egipcios. Más bien, este llamado de ser
profeta nos muestra una ruptura radical con todos los lazos
del pasado.
Cuando Moisés tuvo ese encuentro con Dios en la zarza
ardiente, no lo vemos preocupado por la situación que vivía
el pueblo hebreo, ni con un deseo de ser su libertador.
Moisés no tenía elementos de poder como en el pasado para
luchar por la libertad de los hebreos.
Este es un nuevo Moisés, alguien que es llamado cuando no
quedaban señas de la grandeza que tuvo al amparo del
poder Egipcio.
Esto nos indica durante todo el relato, que el llamado de
Moisés se presenta como algo iniciado por Dios.
Dios puede usar la preparación que mucha gente recibe aun
antes de convertirse. Pero el llamado de Dios no depende de
esto.
Dios puede usar las habilidades y la educación de nosotros
como lo hizo con Moisés, pero no juegan un papel
importante en ser llamado o usado por Dios.
Los medios y los eventos que Dios utiliza para llamar a sus
siervos son tan diversos como la gente a quien Él llama. Lo
importante de la zarza ardiente es que esto era un evento
nuevo y extraordinario en la vida de Moisés.
Algo que marcó un nuevo período en la interacción entre
Dios y Moisés. Esa Zarza ardiendo, indicaba que la vida de
pastor, para Moisés había terminado; la nueva vida de ser un
libertador y profeta estaba para comenzar.
Moisés tuvo un momento especial y sobrenatural. Estaba
ante el Dios de sus padres (v. 6).
Dios estaba muy consciente de las aflicciones de su pueblo.
Él había escuchado sus clamores y conocía sus penas.
También Moisés tenía estos sentimientos.
Cuando Moisés estuvo en Egipto, dice la Biblia que el sintió
algo muy fuerte en su corazón al ver a un egipcio
maltratando a un hebreo, esto provocó mucha ira en su
interior, tanto que mató a aquel egipcio y lo escondió.
Pero el llamado de Moisés no se basaba en lo que el sintiera
en su corazón, o en sus y pasiones por sus hermanos
hebreos; este llamado estaba basado en la compasión de
Dios por Israel.
Moisés no se iba a auto representar ante el faraón, no iba a
ir en su nombre, sino en el nombre de Dios. No era
importante lo que él sentía sino la compasión de Dios.
Los cristianos nunca debemos olvidar la responsabilidad de
ser representantes de Dios. De la misma manera, nunca
debemos olvidar que es Dios quien cumple las tareas que Él
nos asigna.
Somos sólo instrumentos en sus manos. Actuamos con
necedad cuando empezamos a confiar en nuestras propias
habilidades. Cuando esto pasa así, siempre fallamos.
Los que han sido llamados tienen ante la iglesia, un llamado
de Dios temporal, un liderazgo tal vez de uno o dos años,
dejarán de ser líderes algún día, pero nunca dejarán de ser
siervos. “¿Tendremos la capacidad de asumir este llamado
de Dios?”.
Sin duda es la pregunta que nos hemos hecho todos cuando
Dios nos llama. El llamado de Dios nos confronta a un
cambio al realizar una tarea que consideramos muchas
veces que no tenemos las capacidades suficientes.
Cuando leemos acerca de la vida de Moisés es fundamental
que aprendamos de todas las etapas por las que atravesó.
En particular, su llamamiento nos pone frente a un espejo
en el que probablemente nos miramos muchas veces al
darnos cuenta de nuestras limitaciones, antes que valorar
que es Dios quien nos asistirá con su presencia.
Moisés es visto como un gran líder, sin embargo él no nació
así. Tuvo que aprender a partir de las dificultades.
El primer paso en la larga “Escuela de Dios”, fue aprender el
valor de la espera. Después de 40 años de tenerlo todo,
sabiduría, lujos, comida, siervos,… Es orillado al exilio
durante otros 40 años en el desierto, donde no había nada,
entendiendo que las cosas se pueden perder en un instante,
y que hay una enorme brecha entre lo que anhelamos y lo
que finalmente nos da Dios.
Generalmente imaginamos nuestro futuro con detalle, pero
en la práctica las circunstancias son totalmente diferentes.
Moisés no pudo liberar al pueblo israelita con sus propias
manos cuando se sintió autosuficiente, todo lo contrario,
debió huir y lo hallamos en el desierto...
¿Habremos atravesado períodos de la vida en los que
consideramos que ya no hay sueños ni proyectos?
Moisés a sus 80 años, creía que sus días terminarían
escuchando el balido de las ovejas, que el desierto o las
rocosas montañas serían lo último que vería, pero Dios tenía
nuevos planes para su vida.
La espera había concluido. Tal vez igual ocurrió con alguien
de nosotros, creía que nada ocurrirá.
Pero recuerde que, cuando estamos en el plan de Dios,
cualquier cosa puede ocurrir. Y llega en el momento
oportuno, no cuando nosotros queremos... porque tal vez
haya alguien que esté triste por no haber quedado en algún
grupo de liderazgo.
“Es que en este año yo quería trabajar muy duro, ya tenía un
proyecto, ya tenía ideas para organizar actividades”
Acuérdese de Moisés, no es cuando usted tenga ganas, o
cuando sienta pasión por Dios, o cuando se sienta listo, sino
cuando Dios en su soberanía lo elija”.
Digo esto porque generalmente lo que no ocupan
liderazgos, comienzan a decir, si yo hubiera estado en esta
directiva, esto no hubiera pasado, habría más organización.
¡Ah si yo estuviera en el Consejo Local, yo si diría las cosas,
yo no hubiera permitido que esto ocurriera!
Espere a que Dios le muestre su propia zarza, si no va a
ocurrir como con Moisés que cuando tuvo fuerzas para
hacerlo, lo hizo solo, sin que Dios le pidiese que hiciera
justicia por su propia mano.
La idea generalizada que tenemos de un líder capaz es la
misma que nos venden las películas o tal vez las
telenovelas. ¿De dónde sacó Moisés el modelo a imitar quien
ejerciera liderazgo? Evidentemente él no figuraba entre los
elegibles.
Dios le habló desde la zarza, este es un privilegio único en la
vida de este siervo de Dios, algo que él jamás imaginó. Dios
le compartió con emoción sus planes de liberar a los
israelitas de la opresión egipcia. Le anuncia que los llevaría
a buena tierra, fértil y próspera.
“Así que disponte a partir, trae la maleta Moisés, prepara tus
cosas porque ahora mismo nos vamos a Egipto. Voy a
enviarte al faraón para que saques a tus hermanos israelitas
que son mi pueblo” Éxodo 3:6-10.
Moisés estaba emocionado porque por fin Dios liberaría a su
pueblo de la esclavitud. Se asombró frente a las noticias de
llevarlos a una tierra fértil que fluye leche y miel, Pero
cuando le dice:
“Ven, por tanto, ahora, y te enviaré a Faraón, para que
saques de Egipto a mi pueblo, los hijos de Israel. Entonces
Moisés respondió a Dios: Ah no, eso me lo hubieras dicho
desde el principio, está bien que quieras liberar al pueblo,
pero no a través de mí.
¿Quién soy yo para que vaya a Faraón, y saque de Egipto a
los hijos de Israel?
Vemos a un Moisés muy diferente, ya no era aquel hombre
seguro de sí mismo, joven, preparado, con poder y fuerza.
Quizá Moisés pensó, Señor, por qué no me hablaste cuando
yo tenía ganas de trabajar. Alguien habrá pensado en las
designaciones para los diferentes liderazgos, ahora sí me
quieren llamar a trabajar, si no es cuando ustedes quieran,
es cuando yo pueda, cuando yo tenga tiempo y cuando yo
tenga ganas.
Me quieren llamar a trabajar cuando estoy en problemas,
cuando ya no tengo fuerzas, me hubieran hablado cuando
trabajaba, ahora ya estoy jubilado. Pues así es Dios
hermanos, el llama desde su soberanía, el sabe cuándo y a
quién.
Cuando Dios llama a alguien, no mira lo que es ahora sino lo
que podría a llegar a ser en sus manos.
Moisés… “Yo estaré contigo—le respondió Dios--. (Éxodo
3:12).
Moisés solo se ve a sí mismo, ve el presente, su condición en
el desierto.
Pero Dios ya había comenzado con él y no había marcha
atrás, comenzó a prepararlo desde el momento en que le
pide que deje sus sandalias de pastor, ahora vas a caminar
conmigo. No más pastor, o como dijo Jesús, no más
pescador, ahora pescador de almas.
El llamado divino, siempre origina una respuesta humana
Éxodo 3:11 “¿Quién soy yo?” La voluntad y la iniciativa
humana también están presentes y activas. Este pasaje nos
enseña que al principio Moisés resistió el llamado de Dios en
su vida. Pero a pesar de la negativa humana. Dios puede
transformar vidas. Moisés resistió el llamado de Dios
presentando cinco razones distintas.
Y Dios no es indiferente ante la respuesta humana,
amorosamente consideró cada una de estas seriamente, y
las contestó en forma completa.
La respuesta de Dios a Moisés fue directa y poderosa; el
asunto no es quién eres tú Moisés, sino quién es Dios: “Ve
porque yo estaré contigo”.
Ante esta respuesta de Dios, Moisés lanza la segunda
pregunta: Si ellos me preguntaren: ¿Cuál es el nombre del
que me envía? ¿Qué les responderé?
Primero dice: ¿Quién soy yo? ahora dice ¿Quién eres tú? “Yo
soy el que soy” respondió Dios.
El primer nombre que le dio a Moisés, un nombre para él era
un nombre vinculado a la historia de sus antepasados: El
Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, ahora le da un
nombre que trasciende lo histórico Yo soy el que soy.
Y en su rápido razonamiento sobre la forma de salirse del
compromiso, Moisés pone un nuevo impedimento: ¿Qué
ocurriría si no me creen?
Dios inmediatamente le preguntó que tenía en su mano. Era
una vara. “Déjala caer al suelo” ordenó el Señor. Moisés la
dejó caer al suelo, y la vara se convirtió en una serpiente.
Dios mismo proveerá de los medios necesarios para que
cumplamos la tarea exitosamente. Dios es quien concede la
capacidad
Un tercer pretexto de Moisés fue su incapacidad física,
específicamente en cuanto al habla. “Se- ñor, yo nunca me
he distinguido por mi facilidad de palabra. Y esto no es algo
que haya comenzado ayer ni anteayer, ni hoy que te diriges
a este servidor tuyo. Francamente, me cuesta mucho trabajo
hablar” (Éxodo 4:10).
Tal vez usted también piense en sus limitaciones, pero Dios
no busca gente perfecta, porque quizá por el orgullo no
podrán cumplir su misión. Busca personas que permitan el
trato divino, que permitan ser tocados por Dios. Es a ellos a
quienes puede moldear y a quienes usa en sus planes.
Dios respondió que El podría suplir esa situación. Y fue
tajante: “Anda, ponte en marcha, que yo te ayudaré a hablar
y te diré lo que debas decir” (versículo 12).
“¿Por qué a mi, por qué ahora?” “Señor—insistió Moisés--, te
ruego que envíes a otra persona” (versículo 13).
Gran cantidad de personas han exagerado sus
incapacidades despreciando enormes oportunidades.
El Señor tiene grandes planes para usted. Basta que se
decida a serle útil. Es comprensible que sienta miedo, pero
recuerde que Dios está en el control de todas las cosas. No
lo dejará solo. El velará por usted, y además, le ayudará a
cumplir su misión...
Moisés huyó de Egipto y durante 40 años estuvo vagando en
el desierto. El que tenía todo tipo de relaciones con la
sociedad y el gobierno, el hombre de gran influencia, un
hombre que cambió su vida y se fue empobreciendo hasta
parecerse mucho al lugar donde vivía, el desierto, un
hombre sin fruto, inservible y desesperado.
La zarza es un arbusto seco y espinoso, sin fruto listo para
ser consumido por cualquier incendio a causa del sol
ardiente del desierto. La imagen del llamado de Moisés es la
de un hombre seco como una zarza, que parece que se ha
extinguido, pero que Dios le da nuevas fuerzas.
Esta zarza ya no tenía vida, pero estaba siendo sostenida
por Dios. Moisés no fue una persona especial porque haya
sido un gran hombre, sino porque aún cuando el no lo
entendió en un principio, Dios lo había escogido para que a
través de él, su poder fuese manifestado.
Gálatas 2:20. “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya
no vivo yo mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la
carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se
entregó a sí mismo por mí.” La clave de todo este mensaje
está allí, y el Espíritu Santo lo pone ahora muy claro en
nuestros corazones.
¿Cuál es la razón por la que no vemos fruto en la vida de
muchos líderes de nuestra iglesia? Porque todo lo tratamos
de conseguir por nosotros mismos y no en el poder de aquel
que vive dentro de nosotros.
Tenemos criterios muy humanos y carnales para determinar
el potencial de una persona, pero eso a Dios no le sirve. No
quiera impresionar a Dios con lo que es o lo que sabe.
Moisés era más que usted y yo, y sin embargo sin Dios era
como una zarza seca, sedienta, estéril. Necesitaba que esa
zarza ardiera bajo la presencia de Dios. Quiere hacer las
cosas bien, hágalas para Dios y no para usted, comience
dejando que Él arda en su interior.
La pregunta de Moisés ¿Quién eres tu Dios? No fue una
pregunta teológica. La pregunta realmente era ¿Conozco
quién es el que me está llamando? ¿Sabe usted quién es el
que lo está llamando?
Asegúrese internamente de que el poder de Dios operará en
su ministerio. La experiencia del llamado de Dios puede
traemos a una etapa de reconocer ¿Quién soy yo? y ¿Quién
es Dios? Moisés fue llamado porque Dios sabía lo que Él
podía lograr por medio de él.
Y Dios sabe que es lo que puede lograr en este año con
usted para su Iglesia.
LEALTAD Y HONOR
Hebreos 11:1
En lo personal, de todos los escritos del AT y NT, el de
Hebreos es el que más ha influenciado mi vida espiritual.
Algunos mencionan Salmos, otros los Evangelios, algunos
leen a los Profetas o el Pentateuco.

Este documento fue escrito entre el año 60 y 90 d. C.


Aunque fue incluido en el canon bíblico hasta el siglo IV d.
C. Trata de temas que nadie había tratado en ningún otro
lugar de la biblia. El Sacerdocio de Cristo, los elementos del
culto levítico, el cumplimiento de lo que era una sombra de
lo que había de venir, etc.

Hebreos fue escrito para una comunidad de creyentes que


sufría escarnios y vejaciones de parte de la sociedad.
Aunque no llegaron al martirio, como en otros momentos
ocurrirá en la mayoría de las iglesias. Además de la
situación ambiental, esta Iglesia tenía problemas internos.

Todo el discurso se mueve en torno al peligro del abandono


de la fe, y las ventajas de mantenerla sólidamente. Para el
escritor de hebreos, debe existir la HONORABILIDAD y la
LEALTAD de los miembros del cuerpo de Cristo, y esto se
logra por el ejercicio de la fe.

Por lo general, los libros de la biblia exaltan en sus páginas


alguna virtud a la que se pone mayor énfasis. Romanos,
exalta la gracia; Santiago, las obras como producto de la fe;
Corintios, la unidad lograda por Cristo. En el caso del texto
de “Hebreos”, La más grande virtud es la fe.
El origen de la fe podemos ubicarlo fuera de este mundo. La
fe es un regalo de Dios mismo, porque es la posibilidad de
creer en algo que la humanidad no tiene. Fe es la confianza
que se traduce en gratitud y lealtad.

Este documento de fe fue el instrumento utilizado para


convencer a oyentes y lectores, sobre mantener y hacer
crecer su compromiso y lealtad con Dios. Corrían el peligro
algunos de convertirse en soldados caídos en batalla.

Esta iglesia cayó en problemas cuando quiso instalarse en


este mundo. Ellos creyeron que haciéndose a un lado del
compromiso con Dios, tendrían beneficios. En lugar de esto,
estaba decayendo la fe y existía un abatimiento, algunos
estaban renunciando a la fe.

La palabra lasitud describe el debilitamiento, la falta de


lucha. Hebreos fue escrito para recuperar la obediencia y la
valentía de defender la fe.
El escritor muestra las terribles consecuencias de abandonar
la fe: 3:7,12-13 Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis
vuestros corazones. Que en ninguno de vosotros haya
corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo…
que ninguno de vosotros se endurezca con engaño de
pecado; 10:23-25 (leer).
Y para aquellos que estaban cediendo al pecado ubica sus
pensamientos diciendo: 12:14 Seguid la paz con todos y la
santidad, sin la cual nadie verá al Señor. 13:4 Honroso es en
todos, el matrimonio y el lecho sin mancilla; más a los
fornicarios y adúlteros los juzgará Dios. Son problemas
reales que ocurrían y que corrompían la vida de fe.
Hebreos es un texto que insta mucho a la fraternidad, a la
preocupación corporativa. Cierto que en una comunidad de
fe pasan muchas cosas positivas y otras negativas.
Manejamos más que la perfección corporativa, una especie
de porcentaje aceptable que deberíamos estar cuidando
todos. Si buscamos fallas las encontramos fácilmente, en
todos los tiempos hemos batallado con algo. ¿O antes no
había problemas? Claro que sí.
Qué es lo que mantiene a la comunidad de fe. Muchas
cosas, Incluyendo que ante las fallas, no nos sumemos al
descontento ni a la frialdad espiritual de alguien más. No
darle fuerza a la crítica ni a los señalamientos estériles.
Algunos no luchan o hacen un medio esfuerzo, porque como
los demás tampoco lo hacen, entonces me uno a este
relajamiento.
El profeta Elías pensó de algo similar. Señor, han matado a
todos tus profetas y sólo quedé yo. Eso creía él, el Señor le
contesta. Tengo un remanente de 7 mil varones que no han
doblado sus rodillas ante los baales. Porque las percepciones
nos hacen ver las cosas como perdidas.
Mi realidad local, familiar y particular es muy engañosa. A
veces vamos bien, otras nos detenemos, luego estamos en
luchas. Esto es propio de la vida en comunidad. Ajustes,
desajustes, tiempo de crisis, tiempo de paz. Pero tenemos
que seguir adelante.
Los hombres y mujeres de fe miran más allá de lo que pasa
en su círculo vital. De eso nos va a hablar hebreos.
Echa una mirada al pasado porque el presente puede que
sea muy cruel. Todo lo que está en la biblia habla del
pasado, del presente y del futuro.
Abraham en su presente se veía anciano. Tenía motivos más
que suficientes como para dejar de creer en las promesas de
Dios. Sin embargo no se dejó caer y le creyó a Dios.
Los más grandes valores del cristianismo, son invisibles. Son
bienes que no perecen, que se ubican en lo celestial. Y son
más reales que lo que se ve físicamente. Hay una gran nube
de testigos que no podemos ver. Pero que las escrituras los
hacen visibles.
Pensamos que sólo existimos nosotros con nuestros
problemas. Pero hay una gran iglesia a la que no vemos que
también está luchando como usted. Abraham, Noé, Enoc
nos dicen: Yo también batalle, me esforcé tratando de creer
en lo que no veía.
Fueron los grandes hombres de la antigüedad los que nos
invitan a seguir caminando. Cristo pasando frente a
nosotros, aunque no le veamos.
El escritor de Hebreos escribe en un tiempo donde muchos
ya no querían luchar. La partida de algunos líderes que
habían muerto. La nostalgia de lo que vivieron al principio y
que ahora no estaba sucediendo, la desesperanza en
muchos llegó a causar problemas con la continuidad. Se
quedaban con las añoranzas que no volverán.
Y qué sigue del abandonando la fe. Lo que sigue es que
comenzaron a incursionar en el mundo del pecado. Algunos
renunciaron a la fe de Jesús. No seamos arrastrados por el
mundo.
Las cosas eternas no pierden su vigencia, no caen en la
obsolencia. Uno agrada a Dios no siendo simpático, sino
cuidando nuestra fe en Él.
Las puertas del trono de gracia, fueron abiertas en el
bautismo. Ese fue el inicio de su carrera de la fe. Y el mayor
ejemplo de obediencia es el mismo Cristo. Quien llevó la
obediencia al extremo del sacrificio.
Pero como en una competencia, todos iniciamos partiendo
de la meta. A los primeros dos kilómetros desisten los que
es su primera carrera. Otros cinco kilómetros y se apartan
los que menos condición tienen. Más delante solo quedan
quienes se han preparado para llegar a la meta.
Cuando usted mira hacia atrás, puede preguntarse ¿dónde
están los que iniciaron al mismo tiempo que yo? Recuerde a
quienes se bautizaron con usted. Cuántos han desistido.
Y tal vez ellos sí estaban preparados, pero en las tribunas
también hay gente que te desanima, tal vez escucharon las
voces de: tú no vas a poder, cómo crees que Dios te vaya a
amar siendo como eres. Otros gritarán, para qué tanto
esfuerzo, te vas a lastimar, descansa un poco.
No haga caso a esas voces, son enemigas de nuestra
salvación. Necesitamos adueñarnos de nuestros propios
pensamientos proteja su fe en el Señor.
Hebreos habla de la iglesia como una comunidad de iguales.
Todos fuimos santificados por el mismo amor de Dios en
Jesús. La misma gracia, el mismo perdón la misma
salvación.
Todos partiendo de igualdad de condiciones. La diferencia se
da en la perseverancia de la fe. Ejercitar la fe nos da la
capacidad de resistencia. Nuestra Iglesia debe ser una
comunidad que se sepa peregrina, como lo fue el pueblo de
Israel cuando no tenía tierra. Una generación nueva en
medio de la rivalidad del mundo.
Debemos tener un espíritu de resistencia, necesitamos una
apología, es decir una defensa de los valores del reino. No
podemos ser presa fácil. Para esto, saberse peregrino ubica
todos los placeres de la vida como temporales. No son
nuestra meta, ni es nuestra última morada, vamos de paso.
En esta carrera como en todas, nadie obtiene la medalla o la
corona si no llegamos al final. Debe- mos mantener
músculos espirituales en condiciones óptimas para llegar.
Tampoco podemos hacer trampa, necesitamos respetar las
reglas establecidas para la competencia.
Hebreos hace una interpretación del culto levítico a la luz de
los acontecimientos de Jesucristo. Ubica la fe en relación con
la cristología. El tabernáculo era una gran tienda que era
movible. Así es ahora la Iglesia, caminante, que se dirige al
encuentro de Dios.
En hebreos 11: El escritor saca un catálogo de personas
llenas de fe. Con dos propósitos: 1- Exhibir la riqueza de la
fe en quienes superaron pruebas de obediencia y de
victoria; 2- Convencernos y así estimular a la perseverancia.
Se muestran dos ejemplos paralelos. La estructura en que
están acomodados los personajes es uno frente a otro:
Abraham y Moisés. Entre los dos personajes se describen
siete acciones de fe: “Por la fe…”. 4 son de Abraham, y 4 de
Moisés.
En hebreos, la fe es la máxima virtud a la que debemos
aspirar.
El cap. 11:1, inicia con una descripción lingüística. Es pues
la fe, la sustancia de las cosas que se esperan, la
demostración de las cosas que no se ven. Es la sustancia
activa de los actos portentosos. También hay cuatro
secciones en estas muestras de fe: La primera sección es
antediluviana: Abel, Enoc, Noé; La segunda sección se trata
de la fe de los patriarcas Abraham Isaac y Jacob; y la tercera
sección será de Moisés y sus continuadores; la cuarta
sección es los profetas y los mártires.
Con estas historias se nos dice que, la fe es la certeza de
que lo prometido llegará.
Pero no es la fe en el sentido controversial sobre la ley y la
gracia. La fe no está ubicada aquí como el elemento
imprescindible para salvar, sino como la virtud que hace
posible lo imposible. Es otra cara de la fe, desde otra
perspectiva.
Recordemos que se habla a una comunidad que ha estado
perdiendo la comunión con Cristo y con la iglesia por un
debilitamiento en la fe que les lleva a escapar al mundo del
pecado.
Y la advertencia definitiva es que “sin fe, es imposible
agradar a Dios”. No puedes terminar la ca- rrera sin esta
virtud. La fe nos mantiene en obediencia y en victoria. Es un
llamado a cuidar nuestros ministerios, nuestra consagración,
nuestra fidelidad.
Hebreos ofrece una sola definición lingüística, pero una gran
cantidad de testimonios: 1. Tres figuras antediluvianas:
Abel: Ofreciendo lo mejor al Señor; Enoc: Un hombre que
buscó a
Dios y le agradó caminando con él; y Noé quien creyó en
algo que no veía, predicando a un mundo
incrédulo.
2. La fe de los patriarcas: Abraham que fue a un lugar
desconocido; vivió en tiendas como forastero,
no se estableció en la tierra, porque buscaba dónde pondría
el fundamento de su casa; Sara que a
pesar de su esterilidad da a luz; el sacrificio de Isaac. Y son
mencionadas cuatro gestas heroicas
en Abraham.
3. Moisés y sus continuadores: 4 gestas heroicas en la
persona de Moisés; y otras 3 que elogian a
sus continuadores.
4. Profetas y mártires: Se hace una larga muestra de
ejemplos cortos pero destacados. Algunos con
nombre, otros anónimos. Se sustituye la frase Por la fe, e
inicia la frase Mediante la fe. Porque la
fe también se vuelve un medio. Tiene tres segmentos:
a. Hazañas políticas y militares que liberan al pueblo, esto
en época de los jueces y la monarquía.
b. La vida de los profetas
c. Tiempo de los Macabeos, porque Hebreos utiliza la
Septuaginta que incluye esta parte de la historia.
i. Profetas y Macabeos son historias llenas de persecuciones,
revueltas, muerte y resurrección.

Se termina con la admiración por todos ellos. Sin embargo


no lograron lo prometido. Proveyendo para ellos algo mejor.
Y no han sido premiados porque Dios es tan cuidadoso que
espera hasta que el último de todos los creyentes cruce la
meta.

Como lectores modernos somos alentados a luchar y no


claudicar. En medio de una sociedad dominada por valores
materiales, el culto al dinero y la adoración del placer.
Despojémonos de todo peso del pecado. Porque quien
abraza la fe, enfrenta penosos combates, se expondrá al
deshonor y a la infamia. Muchos han caído porque se
dejaron embelesar por los halagos del mundo.
Un ministro de mucha experiencia en el evangelio me dijo
hace poco. Cuidado con los aduladores, porque te pueden
convencer de cosas que sabes que no son ciertas.
Aquel que te dice que así estás bien, que no te estorba de
pecar. Aquellos que no te ponen en alerta de cuidar tu vida
espiritual.
Cuidemos nuestros ministerios ante un ambiente de pecado
desbordante. Hagamos ejercicios espirituales cada día.
Nutrámonos de la Palabra para terminar la carrera.
Apoyemos a quien está cayendo, a quien se quiere retirar, a
quién ha bajado las manos para no trabajar.
Cuando lo das todo por el Señor, esto se convierte en tu vida
y tu pasión. Y cuando alguien se acerque y te diga, como en
ocasiones me han dicho. No se cansa hermano. Claro que sí
nos cansamos. Claro que en ocasiones desfallecemos, hay
pruebas y luchas.
En una ocasión estaba trabajando y ya era muy tarde, no me
había percatado que no había comido, pero esto en el
trabajo de Dios es lo más normal. Te apasionas, y no nos
damos cuenta de cosas. Por allí alguien dijo, no es que el
hermano es solar.
Pues no tanto así, claro que descansamos, y comemos, pero
deseamos mantener viva la llama de la fe, que la Iglesia viva
las mejores experiencias espirituales. Que podamos aportar
algo que cambie la mente y los corazones.
Si queremos hacer algo que realmente se note. No tiene que
iniciar trabajando de sol a sombra. Sino orando a Dios.
Buscando su presencia. Las mejores batallas que gana el
cristiano, son aquellas en las que no interviene nuestro
esfuerzo ni capacidad. Sino la mano poderosa de Dios.
Pero esto se manifiesta solo por la fe. Debemos cultivar la fe.
Recuerde, la fe es un don de Dios. No se da en maceta, ni se
aprende en los libros. La fe viene solo por la Palabra de Dios.
Viene por el oír, por el oír la Palabra de Dios.
Es entonces que nuestras células, nuestro propio ADN nos
dice, esa montaña es la que hay que cruzar, claro que
podemos. Esos montes son los que debemos subir, claro que
podremos.
PASTORES CONFORME A MI CORAZÓN
Jeremías 3:15
Existen muchas analogías o metáforas para referirse a la
iglesia. La palabra grey significa rebaño, de ahí se deriva la
palabra congregación. Una congregación local, es una parte
del Cuerpo de Cristo. Se parece a un organismo, como a una
célula, que tiene vida, una vida proporcionada por Dios.

Las Escrituras dicen que Dios ha dado dones a los hombres


para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de
Cristo (Ef. 4:7-13). La palabra griega para don, es jaris =
carisma.
Esta palabra está íntimamente relacionada con la palabra
gracia, y se refiere a una habilidad reci- bida gratuitamente
para el servicio de la grey, es la capacidad espiritual que ha
sido impartida por Dios para la edificación de su iglesia.
Todos los que pertenecemos a la iglesia, estamos aquí para
servir.
Ninguna persona tiene todos los talentos, ni posee todas las
ideas, ni tiene toda la habilidad para ejecutar todas las
funciones del cuerpo.
Pero por qué el hermano, el joven, o el niño, desde que lo
vimos de pequeño… Desde que se convirtió al evangelio, en
lugar de conformarse con visitar, evangelizar, predicar o
dirigir la alabanza, o incluso tocar algún instrumento, quiere
ir más allá y prepararse para ser pastor.
En mi propia experiencia he notado, y he compartido con
algunos compañeros como nuestro pastor Alfonso, que los
pastores asumen este encargo por alguna de estas dos
razones que voy a exponer:
La primera es que existen hermanos que poseen una
vocación pastoral. La palabra vocación, se refiere al llamado
de Dios. Es un llamado para una tarea específica.
Conocemos a hermanos que han sido llamados
específicamente de parte de Dios, a pastorear alguna iglesia
en un momento de nece- sidad, llevando la palabra de Dios
en determinadas circunstancias.
Estos pastores son muy exitosos, hacen proyectos, tienen
don de dirección, son buenos líderes. Sin embargo, cuando
han cumplido a cabalidad la encomienda recibida, o cuando
las circunstancias cambian, o inclusive, cuando termina su
período y son enviados a un segundo o tercer pastorado.
Entonces comienzan a sufrir mucho.
Moisés fue llamado por Dios para liberar a su pueblo, para
llevarlo a la tierra prometida, Sólo hizo Moisés, ese fue su
llamado. Después Josué es llamado a conquistar esta tierra,
dando continuidad a la labor de Moisés, y aquí terminó su
labor también de este gran hombre.
Una vocación de cualquier tipo tiene un principio y un final.
Está determinada por la misión que la persona debe realizar.
Y comúnmente Dios capacita en todo a la persona para que
realice esto, sin importar cuan difícil sea. Pero terminada la
labor, se aleja de esto para servir de otra manera.
Algunos pastores que han sido llamados por alguna
necesidad específica, tienen que compren- der en algún
momento que si quieren seguir siendo pastores, deben de ir
más allá en su pastorado.
Llegará un momento en que la etapa pastoral habrá
terminado y tal vez servir en otros frentes. Dios les seguirá
llamando por el resto de su vida. Seguirán siendo exitosos,
pero en otras áreas de servicio.
De no ser así, los nuevos escenarios a los que se van a
enfrentar, quizá no responderán a su trabajo como en la
etapa inicial. Estar en una nueva comunidad de fe, tratar
con personas diferentes, enfrentar nuevos desafíos no será
fácil.
Y para que comprenda lo que quiero decir, tengo que
referirme a la otra forma en que Dios equipa a sus pastores.
Esta otra forma, tiene que ver con lo que iniciamos. Con los
dones del Espíritu. Existe el don de ser pastor. Quien tiene
este don, puede ser que pase desapercibidos ante los
demás. Será tal vez alguien que ante los demás líderes no
sea tan sobresaliente por algún talento especial.
Pero él tiene el sentido de la calidez que distingue a los
pastores. Es una persona que apropia las palabras que Dios
le da a Jeremías de enviar pastores conforme a su corazón.
¿Cómo son aquellos pastores conforme al corazón de Dios?
Son aquellos que acompañan, que saben amar. Aquel que
está apto espiritualmente para acompañar a todos los que
Dios ha puesto a su cuidado.
Alguien con el don de pastor siempre sentirá la alegría de
acompañar a cualquiera de las ovejas del rebaño. Cualquier
cosa que la iglesia le comparta, lo aprecia como la mejor de
las expresiones de gratitud.
El amor que Dios ha puesto en su corazón, le permite
disfrutar de cada momento. Cada contacto con aquellos que
están a su cuidado, es inolvidable.
Yo como usted, también tengo recuerdos muy bellos de mis
pastores. Sus liderazgos marcaron mi vida. Recorrimos
muchos momentos con los pastores que nos formaron. Ellos
nos presentaron a nuestros hijos, nos dieron la bendición
matrimonial, nos bautizaron, nos enseñaron la Palabra.
Pero lo que más ha marcado nuestras vidas, es que nos
acompañaron cuando más los necesitábamos. Nunca se nos
olvidará cuando fueron a nuestro hogar a orar por nosotros,
cuando sus manos tocaron nuestra cabeza para ungirnos.
Cuando compartieron nuestros momentos tristes porque
alguien de nuestra familia durmió en el Señor.
Los pastores de las iglesias no son los gerentes o directores
generales a la manera de una empresa. Los pastores son
guías de la grey. Son nuestros orientadores.
Siempre van adelante, marcando el paso de la
congregación. Son como quien dirige la orquesta, que
aunque no está tocando algún instrumento, su dirección
permite la armonía de todos los sonidos.
El pastorado habrá de perfeccionarse poco a poco con la
intensión de mejorar la manera en que respondemos a las
necesidades de la iglesia.
Los pastores tienen un aprendizaje intenso, y muchas veces
muy rápido. Porque tratamos con un gran número de
personas. Esto nos da el privilegio de aprender de cada uno
de ustedes. Cada vez que platico con alguien, estoy
aprendiendo, de sus habilidades, de su forma de tratar
algunos asuntos.
Ustedes mismos nos van apoyando para alcanzar la
madurez. No sé si usted se haya dado cuenta de que cuando
platica con su pastor, comúnmente le deja algo bueno. Yo
siempre admiré a mis pastores. Cuando buscaba un poco de
luz, con dos o tres minutos, me hacían comprender donde
estaba mi error, y qué hacer para solucionarlo.
No me daban la respuesta, pero me iluminaban en medio de
mi confusión. Los pastores poseen mucha sabiduría.
Esto no es algo innato, no es natural, no se nace con esta
sabiduría, ni es que posean un coefi- ciente intelectual
mayor a los demás. Es más bien, que los pastores somos
depositarios de la sabiduría de la iglesia, de lo que usted nos
ha estado regalando en la convivencia mutua desde el día
en que nos conocimos.
Algo que se espera siempre de un pastor, es que aunque
estemos todavía en formación, poseamos madurez. Madurez
en el sentido de poder equilibrar entre lo que es pasión por
las almas y la sabiduría para pastorearlas.
Algunos pastores tienen mucha empatía con las personas,
es decir, se pueden poner en la situación que esté pasando
algún hermano o familia. Y aunque al momento de
ayudarles lo hacen con mucho ánimo, sus consejos no son
tan eficaces.
Algunos otros son muy prácticos, pero también muy
impersonales, muy distantes en su trato. No sufren con la
iglesia, no les acompañan en los procesos dolorosos, los
problemas de los demás, no les perturban.
El pastorado incluirá de manera imprescindible, el trabajo
de consolación. Amada Iglesia, no todas las enfermedades
se van a curar, aunque hagamos cadenas de oración y
pidamos a Dios por la salud de algún hermano, no siempre
Dios va a responder a nuestras peticiones.
Tampoco todos los problemas serán resueltos con el consejo
del pastor. Dios permite la enfermedad, y los problemas
dentro del Cuerpo de Cristo. Es la razón de que haya
pastores, para el ministerio de la consolación y el
acompañamiento.
Además de esto, quiero hacer un paréntesis. La labor del
pastor, no siempre es reconocida. Muy a menudo el pastor
recibe actitudes hirientes.
Exageramos sus defectos y disimulamos sus virtudes. No nos
damos cuenta de las horas que pasó desvelándose para
tener una palabra fresca de parte de Dios.
Lo dejamos solo con sus planes, nos olvidamos de sus
necesidades materiales. Que también sienten soledad que
la Iglesia junto con su familia vienen a ser sus seres queridos
y más cercanos.
Cuando somos injustos, cuando ponemos una distancia
entre nuestros líderes y nosotros, no solo dañamos a
nuestros pastores. También se daña la estabilidad de la
propia iglesia.
La iglesia es el cuerpo de Cristo. Y ante esta analogía que
hace Pablo, cuando una persona mira su reflejo en el espejo
a veces no quedamos conformes con lo que vemos.
Te sobran un poco de kilitos, tus ojos están muy grandes, o
muy chicos, o porqué Dios no me dio en cabello rizado, y ahí
tenemos a las de cabello lacio rizándoselo, y a las de cabello
quebradizo alaciándoselo.
Unos hermanos quitándose el bigote, y otros que no nos
sale. Con el Cuerpo de Cristo pasa igual. A veces no
queremos lo que vemos en la iglesia, pero los que estamos
aquí somos a quienes Dios nos ha llamado.
Juntos, pastor e iglesia hemos sido aceptados por él. Dios
quiere a todos los que formamos el cuerpo de Cristo. Porque
todos hacemos que esta iglesia se embellezca cada día.
Normalmente nuestro cuerpo crece al mismo ritmo de
manera natural. Si usted permite que su pastor crezca, que
su hermano o hermana se edifique por la sinergia que se
consigue al unir nuestras fuerzas, no solo la Iglesia va a
crecer. Usted también lo hará.
El pastor es parte del cuerpo de Cristo, también es una oveja
del redil. No es alguien a mi servicio, ni estará disponible a
la hora que yo quiera y para las más pequeñas necesidades.
La Palabra de Dios nos exhorta a honrar, imitar y sostenerlos
en sus necesidades. Alguna vez se ha acercado a su pastor y
le ha dicho. Hermano Muchas gracias. Gracias porque el día
en que me enfadé con usted, no recibí conforme a mi
maltrato.
Gracias porque cuando estuve enfermo ahí estuvo usted.
Gracias porque cuando estaba a punto de perderme, fue por
mí y no permitió que me perdiera.
Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos; porque
ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar
cuenta; para que lo hagan con alegría, y no quejándose,
porque esto no os es provechoso.” Hebreos 13:17.
JESÚS EL BUEN PASTOR
Juan 10:27-29
La imagen más antigua de Jesús es la del buen pastor. La
oveja es un animal manso y dulce. Nosotros estamos más
familiarizados con las vacas y las cabras. Los españoles
trajeron primero vacas y cabras. Las ovejas llegaron
después. La diferencia entre las vacas y cabras.

La diferencia que tienen estos animales con las ovejas, es


que las primeras tienen cuernos. Son animales que no solo
se defienden sino que atacan. Las ovejas no tienen picos en
su cabeza.
Las ovejas tienen que caminar hacia los pastos llevadas por
su pastor. El pastor es una persona que se desliga de su
familia durante unos 8 o 10 meses del año, comiendo con
las ovejas, bebiendo con las ovejas porque su vida es andar
con las ovejas.
Jesús es el buen Pastor que dejó el cielo para dedicar su vida
a nuestro cuidado. Dentro de la historia de este capítulo 10
hay 3 personajes: El lobo, que es el diablo que se come a las
ovejas.
No se menciona realmente al lobo, pero es de quién cuida el
pastor a las ovejas. Y el asalariado que no es dueño de la
oveja, por lo tanto no la quiere, la oveja significaun salario o
una posición, pero no amor.
Las heridas son dejadas muchas veces por personas que
buscaban algo más. Nosotros tenemos a Jesús. Las ovejas
conocen su voz y la escuchan. No es lo mismo oír que
escuchar. Se oye con el tímpano, se escucha con el corazón.
El Señor dice que somos ovejas en tanto que escuchamos.
Un oído atento que oye y obedece. Hablamos mucho del
buen pastor, pero también habría que hablar de la buena
oveja. Las buenas ovejas son obedientes. Tienen en sus
manos permanentemente la Biblia. Qué es lo que tenemos
en nuestras manos la mayor parte del tiempo. La mayoría de
las veces el celular y el control de la TV.
Hoy los médicos pueden sondear el interior del cuerpo a
través de aparatos que distinguen los órganos sanos de los
enfermos. Pero no pueden conocer el interior de nuestro
espíritu.
Solo Dios sabe y conoce nuestros secretos. Sabe cuándo
estamos tristes y cuando hay gozo en nuestro corazón. Dios
tiene un conocimiento absoluto de nosotros.
Jesús dice que cuando oremos no usemos vanas palabrerías,
podemos presentarnos sin máscaras. Sin maquillar las
palabras. También Jesús dice mis ovejas son mías y nadie
puede arrancarlas de mi mano porque mi padre me las dio.
Por eso, aunque decidamos irnos, si nos entregamos a Jesús
de corazón, el va por nosotros y nos trae en sus brazos. A
nosotros muchas personas nos dejan de querer. Por una
calumnia, por algún error, por una mala actitud.
Y así también podemos decir, todos podrán dejar de
quererte, pero yo no lo haré. Qué palabras cuando alguien
dice: yo te quise, pero ya no te quiero. Lo nuestro se
terminó.
Difícilmente escucharemos a una madre decir a su hijo lo
nuestro se acabó. Algunas todavía después de los 30, 40
años los siguen cuidando en casa.
La vida cristiana es un proceso que durará el tiempo que
Dios nos deje en esta tierra. Si al final de los tiempos hemos
de ser salvos, no será porque nunca caímos, sino porque a
pesar de haber tenido caído, creímos en Jesucristo, nos
levantamos y seguimos adelante.
En la Biblia hay dos tipos de personas. Personajes como
Enoc. Su vida está resumida en 14 palabras, caminó Enóc
con Dios. No se registra una caída o una separación de Dios.
Historias como la de José que delante del pecado dijo: cómo
podría hacer esto contra mi Dios. Vidas como la de Daniel
que delante de la adversidad no tuvo temor de seguir
confesando su fe delante de amenazas de muerte.
Pero también encontramos historias como la de David que
cayó de una manera muy triste. Adulteró, mando matar al
esposo de la mujer para que nadie supiese. Guerra sangre,
abuso de autoridad, etc.
Pedro, convivió tres años con Jesucristo y tuvo el valor de
negarlo. De decir no lo conozco.
Lo interesante es que al final de la carrera, allí estarán Enóc,
José, Daniel, pero también David y Pedro. Por qué Daniel y
Pedro. Porque aunque cayeron, creyeron en Jesucristo. Se
levantaron y continuaron. Juan 10:11-14 Yo soy el buen
pastor…
Aquí está el secreto de la vida cristiana. El buen pastor su
vida da por las ovejas. La cruz fue la más extraordinaria
declaración de amor de Dios al hombre. Es el más grande
poesía de Amor de Dios, el más grande himno.
La cruz es dolor, sangre, sacrificio, entrega. Porque es el tipo
de amor de Jesús. Un amor que se sacrifica. No podemos
hacer nada para que Dios nos ame. Porque sin hacer nada,
ya Dios nos ama.
Las cosas que salen mal en la vida, no tienen que ver con
que Dios nos haya dejado de amar. Dios irá por sus hijos al
punto más distante, y nos va a seguir amando. Porque Juan
declara Dios es amor. Y si el amor acaba, Dios acaba. Si Dios
es eterno, su amor también lo es.
Yo estoy hablando del amor infinito de Dios, pero no estoy
hablando de la salvación. Dios te ama, pero no por eso
quiere decir que seas salvo. Dice Juan 3:16 Dios nos ama,
para que todo aquel se salve… no para que todo el que crea
no se pierda. Porque hay la posibilidad de perdernos.
Como ser humano, eres lo más precioso en la vida. No
importa si tienes educación, o dinero, o si eres de cierto tono
de piel. Jesús no vino para destruir al ser humano.
Él viene a destruir al pecado. Cuando Jesucristo venga por
segunda vez, no quedará raíces ni ramas del pecado. La ira
de Dios se levanta contra toda impiedad. Y los únicos seres
humanos que serán destruidos, serán quienes se aferraron a
esta vida.
El día llega y esta tierra y el pecado serán consumidos. Y ay
de aquellos que en este tiempo de gracia y misericordia se
quedaron en sus pecados. Pero Dios te ama. Eres lo más
precioso que Dios tiene en esta tierra.
Ahora, por este amor, es que el buen pastor da su vida por
las ovejas. El Señor Jesucristo ya obró por nuestra redención.
El amor de Dios cuando es recibido por el ser humano
genera amor. Y el ser humano ama como un reflejo del amor
que está recibiendo.
El amor genera amor. Ame a su marido y él la va a amar. Si
vivimos una vida de comunión diaria con Jesús, una vida
devocional profunda. Entonces estamos muy cerca del Señor
y podemos conocerlo. Juan llegó a Jesucristo siendo llamado
hijo del trueno. No una mansa palomita.
Era violento, rudo, formado en la calle quizá. Llegó así a
Jesucristo. Porque los que más siguen a Jesucristo, son
aquellos que más entienden los defectos de su propio
carácter y su temperamento. Pero Juan pasó mucho tiempo
con Jesucristo. Llegó a ser el discípulo amado. No porque era
el más chico de edad entre los doce. Porque era rudo, no era
un joven dócil.
Pero llegó a amar a Jesús porque supo cultivar su amistad
con él más que nadie. Cuando piensas que eres bueno, que
eres perfecto, que no hay nadie tan santo como nosotros,
entonces no tienes necesidad de Jesús.
Pero cuando vemos la monstruosidad de nuestro ser interior.
Sientes que Jesús es tu única salida. Y vas a Jesús y entonces
el carácter de Jesucristo va moldeando nuestras vidas.
A qué hora cambió Juan de ser hijo del trueno, por ser el
discípulo del amor. Tú no te vas a dar cuenta del cambio,
pero los demás sí. El carácter maravilloso de Jesucristo se va
reproduciendo en nuestra vida.
Entonces no se vea a usted, vea a Jesús. Tome tiempo para
platicar con él. De pronto las personas que conviven con
usted se dan cuenta que algo está sucediendo.
Juan utiliza mucho el verbo conocer. Uno de los versículos
más grandes es: Aquel que dice yo lo conozco pero no
guarda sus mandamientos el tal es un mentiroso. Expresión
dramática.
Para decir los griegos el conocimiento era algo así. Si
querían conocer una flor la tomaban, estudiaban sus
funciones, su reproducción etc. Y entonces ya podían decir
que la conocían. Juan diría que para decir conocer la flor, era
necesario tomarla, sentirla, olerla, disfrutarla y pasar tiempo
con ella.
El buen pastor conoce a sus ovejas y sus ovejas lo conocen a
él. El cristianismo no son normas, es una relación con él., va
en este sentido. Aprender a ser con Jesús un compañero de
24 hrs. Caminar con Jesús, conocer a Jesús.
Entonces aprendes a confiar en él. Aquel que nos lleva por
pastos verdes, pero también por som- bras de muerte. Los
cristianos queremos que el Señor nos lleve a aguas
tranquilas, pero no al valle de las sombras.
En primer lugar él nos acompaña por esos valles. No nos
lleva. Simplemente en este mundo hay valles oscuros. Las
personas nos van a fallar, van a cometer injusticia con
nosotros. Porque estamos en el valle de dolor.
Jesús nos dice que en el valle de la muerte no estaremos
solos. Sintiendo el brazo poderoso de Jesús. Yo no sé qué es
lo que está pasando, pero sé que estás conmigo. Fui un
buen esposo, una buena esposa y mi hogar terminó de esta
manera.
Pero yo sé que estás conmigo. Algún día vamos a entender
los misterios del dolor y la muerte. Debemos aprender que
Dios es creador de todas las cosas.
Estamos viviendo momentos difíciles, un familiar enfermo
de muerte, un hijo difícil que se destruye a sí mismo. Todo lo
que ocurre en esta tierra pasa para que crezcamos. Pero él
está con nosotros. Una iglesia estaba marcada por una
tragedia que ocurrió hace varios años.
El coro de la Iglesia salió para dar una presentación. Iban en
dos vehículos, el que iba adelante chocó con alguien que
quiso rebasar. En ese accidente murieron dos hermanos muy
queridos, y otros quedaron mal heridos.
Uno de los miembros del coro era una joven que tenía poco
tiempo de convertida. Cuando los padres supieron lo que
pasó, porque fue una de las personas heridas. Ellos le
dijeron, jamás vuelves a esa Iglesia.
Ella les dijo. Mira papá, yo los amo y los respeto. Pero es mi
decisión. Yo amo a Jesús. No solo voy a estar en la Iglesia,
sino que he decidido bautizarme. Ellos no entendieron nada.
Se enfadaron tanto que le dejaron de hablar. Cuando
comían, si ella se sentaba a la mesa, ellos se levantaban y la
dejaban sola.
No es que la dejaran de amar, pero estaban en contra de su
fe. Una ocasión les dijo, papá voy a ir a un congreso. Y qué
me avisas, si tú haces lo que quieres. ¿Si te digo que no, me
harás caso? claro que no.
La joven quiso darle un beso para despedirse, y el padre se
quitó. La joven murió en un accidente cuando regresaba. En
el funeral el padre estaba muy agresivo. Quiso golpear al
pastor, ustedes tienen la culpa.
Y al momento del entierro aquel hombre lamentaba no
haber recibido el beso de su hija. El hombre se quedó allí
después de que todos se fueron. La mejor amiga de su hija
en la iglesia se regresó con él.
Yo sé que usted está sufriendo. Y dijo, yo no sé cómo son
ustedes. Cómo son capaces de cantar en medio de este
dolor. Ella le dijo, Señor, no solo estábamos cantando,
también llorábamos.
Cantábamos porque tenemos esperanza. ¿Qué esperanza?
Sabemos que su hija va a resucitar y la volveremos a ver.
¿Cómo que va a resucitar? Dice la Biblia que a la final
trompeta los muertos en cristo resucitarán primero.
¿Entonces la volveré a ver? No sé. ¿Cómo no sé? ¿No dice
que va a resucitar? Sí, ¿entonces la volveré a ver de nuevo?
No sé. ¿Cómo que no sé? ¿No acabas de decir que ella
resucitará? Sí, ella lo hará, pero la Biblia dice que los
muertos en Cristo.
Su hija murió en Cristo. Pero usted ¿ya aceptó a Jesús? Si
usted no acepta entonces no volverá a ver a su hija. ¿Y qué
tengo que hacer para ver a mi hija? Aceptar a Jesús.
Imagine usted todas las lágrimas de aquella familia, dice
Juan en apocalipsis que serán enjugadas, que se secarán,
que dejarán de sufrir su ausencia. Porque aunque pasó por
valles de sobra y de muerte, él nunca la dejó.
Yo sé que habrá muchos momentos de sufrimiento, pero
también sé que habrá un día de la resurrección. Donde
todos los males sufridos serán consolados.
Allí estarán Enoc, José y Daniel. Pero también estará alguien
como este padre que decidió cambiar su camino de
perdición por un camino de vida eterna.
En esta vida vamos a tener muchos problemas. Vamos a
fallarnos unos a otros. Vamos a sentir la ausencia de la paz y
del gozo muchas veces. Porque este no es el momento de
mayor bendición. Queda todavía un reposo que el príncipe
de los pastores nos dará en su momento.
No dejemos de luchar y de creer profundamente. No nos
conformemos con que Dios nos ame. Él así como te ama a ti,
ama al más grande asesino que puedas conocer. Pero él
entregará la salvación a aquellos que le buscan con pasión.
QUE TODOS SEAMOS UNO
Juan 17:23
“Yo en ellos y tú en mí, para que sean perfectos en unidad,
para que el mundo conozca que tú me enviaste, y los has
amado a ellos como también a mí me has amado”.

El evangelio de Juan, a diferencia de los otros, no comienza


con el Jesús histórico. Y cuando hablo del Jesús histórico me
refiero a que no vemos los aspectos biográficos descritos en
los otros evangelios como su genealogía, ni su nacimiento
de una virgen, el anuncio del ángel que habla a José y todo
lo demás que se incluye en los otros tres evangelios.

El primer capítulo de este evangelio, es de todos conocido,


nos relata del Principio, trasladándonos al principio del
Génesis cuando Dios hizo los cielos y la tierra, pero a
diferencia de Génesis, el escenario ya no es la tierra
desordenada y vacía, sino el cielo mismo.

Es en ese cielo, donde en el principio era el Verbo, y el Verbo


era con Dios y el Verbo era Dios. Sin embargo, este Verbo
que estaba en el cielo, ha sido encarnado en la tierra, por
eso decimos que en Cristo cielo y tierra son uno.

Existe también el tema de la luz y de las tinieblas como en


el Génesis, pero si en el Génesis Dios hizo la luz el primer
día, en el evangelio de Juan, Jesús es la luz verdadera que
alumbró a nuestra humanidad que vivía en tinieblas.

A partir de los evangelios, Dios deja de hablar desde una


zarza ardiente que no se consume, tampoco lo hace desde
la nube de humo que desciende sobre el templo o el
tabernáculo, ni a través de los ángeles ni profetas.
Más bien, en este evangelio, aquella gloria del Sinaí, lo que
los hebreos llamaban “Shekiná”, ahora es el mismo hijo de
Dios que ha abierto un camino desde el cielo hasta la tierra
para hacer su morada con los hombres.

Atrás quedó la vara de los profetas, los labios de Isaías que


tuvieron que ser quemados para que Dios hablara a los
hombres. Ahora Dios en su hijo, se viste de hombre y forma
una sola persona. En esta ocasión Dios no lleva de la mano
al hombre, sino que lo lleva dentro de sí mismo.

Es el Hijo encarnado, con forma de hombre, el centro de


todo el mensaje de este evangelio. El evangelio según Juan,
es la presentación misma de Jesucristo como el Mesías y el
Hijo de Dios. Esto no es diferente a lo que presentan los
otros tres evangelios de Mateo, Marcos y Lucas. Pero el
evangelio de Juan es un evangelio de características muy
particulares:

En el evangelio narrado por Mateo, Marcos y Lucas, los


relatos de innumerables milagros manifiestan la llegada del
Reino de Dios, en el evangelio de Juan, solo se mencionan
siete a los que no les llama milagros sino “señales”, Señales
de que Jesús es el Hijo de Dios. Estas señales son: 1. El agua
se convierte en vino.
2. La curación del hijo del funcionario del Rey. 3. La curación
del cojo del estanque de bethesda. 4. La multiplicación de
los panes.
5. El caminar sobre las aguas.
6. La curación del ciego de nacimiento. 7. Y la resurrección
de Lázaro.
Todas estas señales son precedidas son acompañadas de
grandes discursos que avalan la autenticidad de Jesús como
el enviado de Dios. Y los textos que son indicados para las
señales son estos rápidamente:
Juan 2:11 Este principio de señales hizo Jesús en Caná de
Galilea, y manifestó su gloria; y sus discípulos creyeron en
él.
Juan 3:2 Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos
que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede
hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él.
Juan 20:30 Hizo además Jesús muchas otras señales en
presencia de sus discípulos, las cuales no están escritas en
este libro.
Otro dato que hace peculiar a este evangelio, es que en él
no existen endemoniados ni poseídos, en lugar de eso, es a
Jesús al que le dicen que tiene demonio después de sanar al
ciego de nacimiento.
Se menciona también que el diablo había puesto en Judas
Iscariote lo que iba a hacer para entregar a Jesús. Además
de que en la confrontación con los líderes religiosos Jesús les
dice: “vosotros de vuestro padre el diablo sois”. Pero no hay
relato alguno de posesiones ni liberaciones como en los
otros evangelios.
Hoy quiero hablar de la oración de Jesús del capítulo 17. La
oración sacerdotal del capítulo 17, junto con el capítulo 1,
que habla del Verbo encarnado, constituyen las cumbres de
la revelación de Dios en este evangelio. Después de esta
gran introducción, y ya habiendo explicado todo esto, quiero
hablar de la oración sacerdotal.
El marco de esta oración es durante la Última Cena y antes
de la Pasión de Cristo.
Vr. 6-8 Jesús se presenta como el revelador del Nombre de
Dios. En la tradición judía el nombre era representante de lo
que era una persona, entonces la frase “manifestar tu
nombre” significa dar a conocer a Dios mismo. Había en
Israel todo un debate con respecto al nombre de Dios.
Desde el relato de Ex 3:14 donde Dios revela su nombre a
Moisés hasta los días de Jesús habían pasado muchas cosas.
En aquellos tiempos el nombre de Dios se expresaba
libremente como una forma de identidad sobre el Pueblo de
Dios.
En tiempos de Jesús se había creado una tradición que
omitía nombrar a Dios y que evitaba su pronunciación
reemplazándolo por “el Señor” (Adonai) con el argumento
de que no debía nombrarse a la divinidad en vano.
Esta tradición había nacido del temor de pronunciar
indebidamente el nombre de Dios. La tradición había
levantando una barrera que impedía pronunciarlo en
cualquier momento, aún cuando no fuese en vano ni con
fines inapropiados. Esto provocó un distanciamiento no solo
del nombre de Dios sino de Dios mismo en la vida regular
del pueblo.
Dios se había quedado en los pergaminos, en el templo,
custodiado por los sacerdotes y escribas, convirtiendo a Dios
en alguien lejano e innombrable al que hay que temer.
Jesús anuncia que él viene a colocar el nombre de Dios en
medio de la vida y el lenguaje de las personas de su tiempo.
Como en tantas otras cosas Jesús viene a rescatar un vínculo
que se había perdido por la exagerada acción humana, por
eso la frase de “el Verbo se hizo carne, revela la acción de
Dios de darse a conocer no desde el papiro que era el papel
de aquel tiempo, sino desde la misma encarnación de Jesús.
(Usted quiere conocer a Jesús, no solo lo busque en la Biblia,
no nos vaya a pasar lo mismo).
No todos recibirán la revelación de Dios en Jesús, solo sus
verdaderos discípulos. Los discípulos de Jesús son aquellos
que han sido sacados del mundo.
El mundo del que han sido sacados es del odio, de las
tinieblas, de la oscuridad en que viven los que no
reconocieron en Jesús al Mesías. Ellos han guardado su
palabra porque han creído con fe y han venido a la luz de
Cristo.
Vrs 9-11. Son los Discípulos los beneficiarios de las
oraciones de Cristo. No es el mundo, aunque no está
excluido de la redención, pero en este momento Jesús se
centra en los que creen en Él porque estos llevarán su
mensaje al mundo de incredulidad y tinieblas.
En estos textos se da fe de la divinidad de Jesús, quien es
uno con el Padre. Además Jesús se glorifica en sus discípulos
al reconocer su divinidad. Entonces Jesús dice: “yo ya no
estoy en el mundo, pero ellos sí están en el mundo y yo voy
a ti (vr. 11ª).
Vr. 11b-15. “Cuando yo estaba en el mundo yo los guardé,
ninguno se perdió sino el que estaba escrito que se perdiera,
yo les he dado tu palabra y el mundo los aborreció porque
no son del mundo”.
Con estas frases, Jesús quiere resumir la tarea a punto de
concluir con los discípulos y la encomienda difícil de
predicar con la misma palabra con la que el mundo rechazó
a Jesús. Jesús va al Padre, y ahora los verdaderos discípulos
van al mundo, pero con la Palabra. “Les di tu palabra y el
mundo los aborreció”.
Los discípulos han recibido de Jesús la Palabra misma del
Padre. Esta palabra es de amor y salvación. En cambio el
mundo, dominado por el odio homicida, odia a los discípulos
porque al igual que Jesús, no pertenecen al ámbito del odio
y de las tinieblas.
Por eso Jesús dice: No te pido que los quites del mundo, sino
que los guardes del Maligno, y esto no es otra cosa sino la
tentación de odiar como el mundo lo hace.
Vr. 17:16-18 Los que son llamados por Jesús no son del
mundo, como tampoco Jesús es de este mundo, nuestros
pies pisan esta tierra y fuimos formados del polvo, pero
ahora, el tener la palabra y a Jesús en nuestros corazones,
agrega la realidad divina a nuestra vida, y lo divino no es de
este mundo. No se trata de que haya cambiado nuestra
naturaleza, sino de tener la Palabra que no es de este
mundo.
Entonces Jesús pide para sus discípulos la santificación en la
verdad. La acción de santificar significa que el Padre haga
suyos a los discípulos uniéndolos y acercándolos hacia él a
través de la Palabra, porque la Palabra santifica todas las
cosas.
Existen dos cosas que provoca la Palabra revelada de Dios:
Por un lado, despierta el odio del mundo, por eso el mundo
nos aborreció, y por otra parte, la Palabra es un instrumento
de santifica- ción. Esta santificación en la Palabra va unida a
la misión. La cercanía de la misión y la santificación en los
versos 17 y 18, nos indica que para ser enviados a la misión,
antes seremos santificados, y el vr. 19 dice Jesús: Yo por ellos
me santifico a mi mismo para que sean santificados en la
verdad.
¿Qué quiere decir todo esto? La Santificación no solo incluye
la limpieza de todo pecado, sino la unión con Dios a través
de su Palabra. Usted no puede tener la santificación solo con
evitar lo malo, es necesaria la unión con Dios. Así mismo, si
usted sale a la misión sin la presencia de Dios en su vida, la
Palabra se reduce a la lectura simple de un pedazo de papel
porque no hay relación con Dios.
Recordemos que los dirigentes israelitas quienes
escrupulosamente habían escondido el nombre de Dios para
no convertirlo en algo de uso común, y esto había provocado
una relación con Dios distorsionada, por eso cuando Jesús
llegó a sus vidas no lo pudieron reconocer como el Verbo
encarnado. Solo aquellos que se abrieron a Dios pudieron
decir: “y vimos su gloria, gloria como la del unigénito del
Padre, lleno de gracia y de verdad”. 1:14
Esto nos previene a todos, porque el Verbo mismo estando
encarnado no fue reconocido, dice el cap. 3:19, que “la luz
vino al mundo y los hombres amaron más las tinieblas que
la luz porque sus obras eran malas”.
Vr. 20-23 El horizonte se abre más allá del ámbito de los
judíos, más allá del tiempo presente de Jesús abarcando a
todos los futuros creyentes. Aquí estamos incluidos todos
nosotros. Esta sección de la oración está llena del término
“ser uno”.
No ruego solamente por estos, sino también por aquellos
que, por medio de la palabra predicada, creerán en mí. Jesús
pide anticipadamente por aquellos que creerían y que
somos nosotros y los demás que creerán.
“Para que sean uno, así como nosotros somos uno”. La
unidad que se pide, no es a semejanza de la unidad del
mundo, el mundo se une en torno a pensamientos afines,
convivir con los que piensan igual que yo. Esta unidad es a
la medida de la unidad entre el Padre y el Hijo.
La fuente de la comunión entre los creyentes se remite a la
comunión entre el Padre y el Hijo. La unidad es un
testimonio de credibilidad en favor de que Jesús ha sido
enviado por el Padre. Es decir, para que el mundo
verdaderamente crea que Jesús es enviado de Dios,
debemos estar por encima de cualquier barrera de odio y
discrepancia en cualquier tema de cualquier índole.
No hacerlo es negar la autenticidad de la relación de Jesús
con el Padre, y en cascada, es negar que podemos estar
unidos a ellos. En otras palabras, si no podemos estar unidos
entre nosotros, cómo podemos estar unidos con el Padre y el
Hijo.
La unidad que Jesús pide para sus discípulos, no se la
encomienda al hombre, porque nos hemos dado cuenta en
múltiples ocasiones cuán invadidos del mundo estamos. Por
eso se requirió esta oración sacerdotal hecha por el mismo
Jesús, porque es difícil que el mismo hombre con sus
recursos mantenga la unidad.
Vr. 22-23, La gloria que tú me diste, se las he dado para que
sean uno. No es un recurso terrenal lo que nos une sino una
gracia divina, es la misma gloria que el Padre dio a Jesús lo
que nos debe unir. “Yo en ellos y tú en mi, para que sean
perfectos en unidad”.
Nuestra unidad no es perfecta si es unidad solo entre
nosotros, porque entonces Jesús queda fuera, y Dios
también. Yo en ellos dice Jesús. Ante este texto yo me
pregunto, de qué le serviría al pueblo de Israel la Ley dada
en el Sinaí sin la presencia de la gloria de Dios en esos
momentos. El monte humeaba, la presencia de su gloria
estaba allí.
A nosotros de que nos sirve estar unidos con los que piensan
como yo, si por más personas que seamos, la presencia de
su gloria está ausente. No hace así el mundo que vive en
tinieblas.
El propósito de este evangelio es para los creyentes
originales, y para los que habrían de creer por su
predicación. Juan 20:30-31 “Hizo además Jesús muchas
otras señales en presencia de sus discípulos, las cuales no
están escritas en este libro. Pero éstas se han escrito para
que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que
creyendo, tengáis vida en su nombre”.
Desde su inicio, la iglesia estuvo formada por judíos,
samaritanos y gentiles, no fue fácil convivir entre ellos, sus
problemas eran étnicos, ni siquiera litúrgicos o doctrinales,
todas estas fueron categorías humanas que provocaron el
distanciamiento entre hermanos. Y todas ellas fueron
superadas por un amor superior, un amor que no es de este
mundo, que vino desde el cielo, en aquel que estaba desde
el principio, que estaba con Dios, y que era Dios.
Dios en Jesús ha bajado de las nubes para que lo llevemos al
lugar donde usted trabaja. Que lo llevemos al mundo, donde
los intereses personales están antes que cualquier amistad.
Muchas veces cometemos el mismo error que pasaron los
judíos. Para ellos el templo y las cosas que hacían en el
Templo, perdió su propósito principal de encontrarnos con
Dios y con nuestro hermano. Aquello que consideraron
sagrado, también lo consideraron intocable, y la reverencia
desmedida hacia Dios, se convirtió en una barrera que puso
a unos del lado privilegiado, es decir, del de los que podían
acceder a Dios, el resto fue ubicado a distancia.
Los pobres no tenían lo suficiente como para purificar sus
pecados con los costosos ritos del templo, ellos junto con los
pecadores quedaron excluidos no solo del templo sino de
Dios y la comunidad.
Jesús vino a manifestar el nombre de a Dios, lo sacó del
ámbito de lo prohibido y lo privado. “No hagas esto porque
Dios se molesta” ¿Quién les dijo a ellos que Dios se
molestaba por ayudar al pobre aún en sábado? Las últimas
palabras de Jesús en esta oración fueron: “Y les he dado a
conocer tu nombre, y lo daré a conocer aún, para que el
amor con que me has amado, esté en ellos, y yo en ellos”.
Juan 17:26
El mundo no ha conocido a Dios, Pero Jesús si lo ha conocido
y lo ha manifestado a sus verdaderos discípulos a través de
su Palabra. Aquel que puede reconocer en la Palabra a su
hermano a sí mismo se reconoce.
Ya hay demasiado fango en el sendero, No le amontones
más.
Que ingrata tarea,
El hacer resbalar a los demás.

Ya hay demasiado barro por la vida Para que tú eches más.


Se tú de los que aparten ese barro Para no salpicar a los
demás.

Ya hay demasiadas sombras por el mundo, Ya no le pongas


más.
Haz tu vida tan clara y luminosa.
Que evites tropezar a los demás.

Hay tantas guerras donde quiera Que no es justo que la


aumentes más; Echa a andar tu pureza sin temores, Y
entonces vivirás...
LIDERAZGO
Jueces 9:1-15
Una frase repetida a menudo en el libro de los Jueces es:
“Por ese tiempo no había rey en Israel” Jueces. 17,6. La
palabra jueces más que referirse a aquellos con ropas de
magistrados en el sentido actual, debe hacer referencia más
a un líder que es a la vez un caudillo libertador

Acabamos de leer una porción acerca de Abimelec, el


hombre que quiso ser rey. El nombre de Abimelec es un
nombre construido por dos palabras Ab-padre / melec-rey. Es
decir el padre del rey. En el tiempo de los jueces no había
rey en Israel, sino hasta el tiempo del profeta Samuel,
cuando unge a Saúl por rey.

Cómo entonces alcanzó el poder, Abimelec? Abimelec fue el


único líder de Israel que aparece en el libro de los jueces
que se eligió para postularse como rey por sí solo. Él había
convencido engañosamente al pueblo, pero no fue llamado,
ni puesto en autoridad o confirmado por Dios.

Jueces. 8,31 nos dice que Abimelec era hijo de una


concubina de Gedeón su padre. Gedeón había sido un juez
que había vencido a los madianitas y había traído un tiempo
de paz al pueblo por un período de tiempo. El problema vino
cuando terminó la historia de Gedeón al morir. El enemigo
estaba en casa, ya no eran ni filisteos ni medianitas ni
ningún otro ejército el que estaba haciéndoles frente, sino el
mismo hijo del anterior juez de Israel.

Después de la muerte de Gedeón, los hijos de Israel se


olvidaron de Dios y volvieron a los ídolos tomando a Baal-
Berit como su dios. A la ausencia de un líder que gobernara
en el pueblo, Abimelec se ofrece como rey como leímos ya:

“Abimelec, hijo de Jerobbaal (Gedeón) fue a Sichem a los


hermanos de su madre y les hablo a ellos y a toda la familia
del padre de su madre y dijo: digan a los de Sichem, de
manera que todos oigan:¿Qué cosa será mejor para ustedes,
que setenta hombres, todos hijos de Jerobaal, reinen sobre
ustedes, o que solo uno reine sobre vosotros?” (Jueces. 9,1-
2).

La motivación más importante de Abimelec se funda en su


parentesco: “Recuerden que yo soy sus huesos y su carne”
(Jueces. 9 ,2). Al parecer Gedeón había tenido varios hijos de
varias mujeres y Abimelec busca ser elegido antes que otro
se levante. Es alguien que toma por sorpresa a todo mundo
y mata a sus 70 hermanos en una misma piedra.

Ante este argumento de ser hijo de la familia principal de


Gedeón, Abimelec fue elegido. Los hermanos de su madre
hablaron de él repitiendo a los de Sichem todas aquellas
palabras; y el corazón de ellos se inclinó a favor de
Abimelec, porque dijeron: Es nuestro hermano. Entonces se
congregaron todos los de Sichem y toda la casa de Millo y
fueron a proclamar como rey a Abimelec, cerca del
monumento de roble que se encuentra en Sichem”. (Jueces.
9,3.6).

Abimelec hace recibe dinero del templo dedicado a Baal-


Berit, “el señor de los pactos”: “setenta siclos le dieron, con
lo que reclutó a los aventureros y bandidos que lo siguieron”
(Jueces. 9,4). A través de este “dios” y el dinero obtenido de
su templo, alcanzó el poder.

Los hombres recibieron a Abimelec como un Mesías, pero no


de Dios, él se subió al poder. De esto habla la parábola del
relato: Un día, los árboles se pusieron en camino para ungir
a un rey que reinara sobre ellos… Esta parábola la menciona
Jotam, el único de los hijos de Gedeón que se había salvado
porque alcanzó a huir.

Abimelec es comparado por Jotam como una “zarza”, sube


al gobierno por medio de una mentira. Llama a los hombres
bajo su sombra, como diciendo, vengan que yo les daré
protección.
Pero se trata de una mentira, porque la sombra de una zarza
es inexistente ya que no tiene follaje, no tiene hojas, solo
son ramas y todas estas secas. Abimelec es el hombre sin
sombra bajo el cual el pueblo pretende cobijarse.
En vez de dar fresca sombra, Abimelec da fuego del cielo:
“El zarzal responde a los árboles: ¡… si no, salga fuego del
zarzal, y devore los cedros de Líbano!” (Jueces. 9,15).
Quiero este día comparar la vida de este rey al que nadie
puso, que se siente que tiene las capacidades suficientes
para estar en esos lugares de responsabilidades, aquel que
es capaz de quitarse del camino a quien estorbe, con la vida
de un siervo de Dios anterior a él.
Me refiero a Moisés. Hay muchas cosas en las cuales Moisés
contrasta totalmente con Abimelec que es preciso resaltar
hoy, para al final aprender una lección de estos dos
personajes de la biblia.
Éxodo 3:1-10 Es sencillo entender, el llamado de Dios a
Moisés, ya que es directo, y aquí no hay parábolas que solo
algunos pueden interpretar como en el caso anterior, aquí la
zarza es real.
El momento de Israel era muy desdichado en ese entonces,
pero era el tiempo con que contaba Moisés. A veces nosotros
tenemos que reflexionar en esto mismo, en lugar de
quejarnos de lo que pasa en nuestro tiempo, debemos
vivirlo y darle una respuesta de fe a cada circunstancia que
nos ha tocado vivir.
Sean estos los mejores o los peores tiempos, es el único
tiempo con que contamos. Es un buen recordatorio para
nosotros como creyentes. Este es nuestro momento en la
historia. Debemos servir al Señor cada día durante el tiempo
que tenemos. ¿Pero cómo podemos servir a Dios? ¿Cómo
podemos ser victoriosos para Cristo? ¿Qué es lo que
caracteriza a un cristiano genuino y triunfante?
Muchos creen que si trabajan arduamente y oran lo
suficiente, entonces serán victoriosos. O que si hacemos
grandes hazañas o evangelizamos a toda la colonia nuestro
nombre va a ser importante para los demás. Tal fue el caso
de Moisés en otra época antes que esta, cuando mató al
egipcio que había golpeado a un esclavo hebreo.
Nosotros como Moisés podemos ser sinceros en lo que
estamos haciendo, Moisés fue sincero en sus intenciones,
pero estaba confiando en sus propias fuerzas, sus manos.
Moisés era un hombre en cuyo corazón había ardido del celo
de realizar la gran misión de Dios cuarenta años antes.
Ahora es un hombre de visión perdida, sin pasión, y con
propósitos muy débiles para su vida.
Aquel fuego interno que tenía en Egipto en su juventud, se
había tornado en cenizas. Había sido su mayor esperanza
vengar las injusticias que recibía su pueblo de parte de los
egipcios. Pero, a pesar de sus capacidades, de su
entrenamiento y educación del más alto grado, no había
impresionado ni a sus amigos ni a sus enemigos.
Recordaba cómo había sido confrontado con la acusación, y
había huido al desierto sin cumplir su misión con una
actitud de derrota. Un fuego sostenido por sí mismo nunca
podía arder de la manera en que Dios quiere que arda.
Por eso, si no comprendemos nuestra propia y particular
historia, si no comprende usted la escritura, si los
sentimientos, sufrimientos, deseos, han ocultado la pasión
que sentía antes por Dios, si nos sentimos como una zarza,
un arbusto que no tiene fruto, ni da sombra ni es bueno para
la leña, entonces debemos aprender a convertirnos en una
zarza como la que vio Moisés.
En este texto aflora la debilidad de Moisés, como un hombre
ya anciano, tartamudo, pobre. Sobre todo su problema de
lenguaje aflora, algo que en Egipto no se menciona, parece
que el poder y el dinero hace que la gente no vea las
flaquezas de los demás, parece que nos podemos comprar
de muchas maneras el prestigio de los demás y aparentar
ser fuertes aunque no lo seamos.
No importa si usted se ha llenado de los bienes de este
mundo, o si la vanidad de la juventud o del buen nombre
que ha alcanzado delante de los demás es su carta de
presentación. Moisés era mayor que todos nosotros juntos
en cuanto a los valores de este mundo, era hijo adoptivo de
la casa de Faraón, inmensamente rico y poderoso.
Pues a este hombre rico, poderoso, de gran porte, Dios lo
mandó al desierto por 40 años para que se vaciara de la
vanidad de la vida que hace creernos que podemos ser
alguien sin la cobertura de Dios.
El hombre sin Dios no es nada, solo un arbusto seco, una
zarza a punto de morir. Pero cuando el hombre se ha
quebrantado, entonces se convierte en una zarza, se seca la
vida, parece que ya no hay más por qué caminar. Pero
cuando pasa esto en nuestras vidas, Dios nos dice:
“Cualquier zarza sirve, siempre y cuando Dios esté en medio
de nosotros”.
Moisés tuvo que pasar 40 años en el desierto para darse
cuenta de que era nada. No sé cuánto tiempo le ha costado
a usted aprender esta lección. Y si todavía no lo ha
entendido, déjeme decirle que Dios ha estado tratando de
comunicarle un mensaje desde hace mucho tiempo: “Yo no
necesito una zarza bonita, educada ni elocuente. Cualquier
simple zarza sirve, siempre que Yo esté en la zarza”.
Porque no somos nosotros haciendo algo para Dios, sino que
es Dios quien hace grandes cosas a través de nosotros”.
Moisés tuvo que quitarse las sandalias de sus pies a la orden
de Dios. ¿Por qué? Porque Cuando Dios aparece, el lugar se
inunda de santidad y hasta la tierra, la arcilla y la montaña
entera se convierten en lugares sagrados, para aquel que
confía en Dios.
Y hermano, no hay lugar de mayor honor que estar cerca de
Dios. Tal vez Moisés añoraba sentarse nuevamente en
aquellas sillas reales, en aquellos tronos majestuosos por su
oro y piedras preciosas, pero en ese momento no había
lugar de mayor honor y jerarquía, que estar pisando la tierra
que pisaba Dios con su santidad.
Donde Dios pone su morada es transformado. Dios purifica
la tierra, la llena de su gloria, es re- construido, aún la tierra
árida de un desierto se convierte en un paraíso. Así como la
tierra del desierto es insignificante, la zarza es un signo de
humildad, es el último lugar donde alguien podría hacer
algo, pero es a la vez el lugar donde Dios puede hacer Todo.
Es necesario vaciarse de todo para albergar a Dios. Por ello
no es casual la elección de la zarza, ya que estamos
llamados a llevar a Dios, en medio de nuestro vacío, somos
recipientes de Dios, ánforas, vasijas de barro dice la
escritura, que contienen el poder de Dios con que Jesús nos
ha llenado.
Aunque nuestros días en la tierra sean cortos, pueden llegar
a ser días grandiosos en tiempos de gran crisis, en estos
momentos en que la fe se debilita en muchos de nuestros
hermanos, podemos hacer la diferencia si nos vaciamos.
Vacíate de todo, hazte zarza, deja de creerte un roble fuerte
al que el viento no puede sacudir. Porque tal vez ese viento
fuerte lo ha mandado Dios, para que aprendas a humillarte,
Dios lo mandó para que te doblaras ante sus pies, para que
dejes de confiar en tus fuerzas y te abandones en sus
brazos.
Gálatas 2:20, Dile al Señor lo que dijo Pablo, aquel que
pudiendo sentirse el más grande predicador de todos los
tiempos y sentirse indispensable, y que sin su trabajo nadie
podría salvarse dijo “Con Cristo estoy juntamente
crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí: y lo que
ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el
cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.”Ser un
cristiano victorioso no radica en la dependencia de nosotros
mismos sino en la completa dependencia del Señor Jesús
quien está en nuestro corazón. Dios tomará el control de
nuestra zarza.
CONSAGRADOS AL SEÑOR
Mateo 15 13-14
Después de algunos años de caminar en la fe, me he dado
cuenta de que solamente quienes pueden percibir de
manera palpable, la realidad del Espíritu de Dios, van a
poder vivir en plenitud su vida Cristiana.

La vida cristiana no es producto del razonamiento, de los


discursos, ni de las conclusiones lógicas, sino de percibir a
Dios moviéndose entre nosotros a través de su Espíritu. El
Espíritu de Dios nos santifica, nos Cristifica y nos capacita
para un estilo de vida diferente llamado: Consagración.

Espíritu de Dios tiene un predicado que es la Santidad. En la


Biblia se habla más de la santidad teniendo como sujeto a
los creyentes que a Dios y a Jesucristo.
La Santidad le pertenece al Señor. Sólo él es Santo y fuente
de Santidad. Nosotros somos santos como consecuencia de
tener un Dios santo. Todas las leyes rituales, el sacerdocio, el
templo, todo en el AT estaba en función de la santidad del
pueblo de Dios. Sed santos porque yo vuestro Dios soy santo
Lev. 19:2; 20:26.
La santidad se convirtió en señal de pertenencia a Dios para
el pueblo de Israel. En el NT, la palabra Hágios, “santo” es el
termino más mencionado sustituyéndolo de hiéros que
quiere decir “sagrado”. Es decir que Jesús y luego la Iglesia
primitiva, al hablar de santidad, no pensaban ya en el
aspecto del ámbito sacro-cultual, como es manifestado la
guarda del sábado y otras leyes.
Para Jesús, hablar de santidad tiene que ver más con un
asunto del corazón. Es una de las grandes diferencias entre
el culto de la Iglesia Romana y la cristiana. Tiene que ver con
hacer justicia, ayudar al desvalido, pero sobre todo amar a
Dios. Hay un cambio en el paradigma de la santidad, ahora
está en función de la llegada del Reino, y no de una
adoración estática y vertical.
Jesús acentúa la dimensión horizontal, porque él mismo se
pone en nuestro horizonte. La santidad en el NT tiene que
ver más con nuestra realidad terrena que con un estado de
arrebatamiento espiritual, tratando por el contrario de
escapar de la tierra para acceder al cielo.
Por esta razón la expresión que acuñó la iglesia al referirse a
los creyentes no fue la de “fieles piadosos” como el AT
nombra a quienes cumplían la ley, sino con la palabra
“Santos”.
Pero no vamos a hacer una disertación teológica sobre la
santidad, sino aterrizar esto a nuestra vivencia diaria. Quiero
compartir hoy el texto de Mateo 18:12-14 y Lucas 15:3-7.
Estas dos lecturas, parecen paralelas, pero cuando uno
revisa bien, nos damos cuenta de que en Lucas, la oveja
perdida está fuera de la Iglesia.
Lucas 15:7 dice: Os digo que así habrá más gozo en el cielo
por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve
justos que no necesitan de arrepentimiento. (Un pecador
que está fuera)
Mateo 15:13-14 dice: Y si acontece que la encuentra, de
cierto os digo que se regocija más por aquélla, que por las
noventa y nueve que no se descarriaron. Así, no es la
voluntad de vuestro Padre que está en los cielos, que se
pierda uno de estos pequeños. (De los que están aquí).
¿Cómo es que alguien puede estar perdido dentro de la
Iglesia? Los perdidos del texto de Mateo están dentro y a la
vez, siguen sin ser hallados.
Había un joven muy especial. Gran director de jóvenes,
organizador de actividades, brazo derecho del pastor, el
muchacho modelo que todos los papás decían a sus hijos,
cómo quisiera que fueras como él. Consagrado, atento,
trayendo gente a los pies de Cristo hombre ejemplar. Era la
persona ideal para cualquier familia de la Iglesia.
Un día llegó a la oficina del pastor llorando: “Pastor,
ayúdeme por favor”, estoy completamente perdido. El
pastor en su interior no podía creerlo.
De cualquier otro tal vez lo entendería, pero no de él.
Explícame a qué te refieres con esto de que estás perdido.
Pastor acabo de salir de un lugar al que jamás debería
entrar,… y no es la primera vez. Todos me creen un buen
cristiano, pero no es así. Sólo que en esta ocasión me dio
tanta tristeza mi vida que salí llorando de ese lugar.
Quise matarme, y entonces corrí y corrí a buscar un lugar
dónde terminar con mi vida. En ese momento me acordé de
usted, ¡Por favor ayúdeme!
Perdido dentro de la Iglesia…, perdido siendo el muchacho
ideal…, perdido predicando…, cantando.
Hay personas que también se encuentran perdidas dentro
de la Iglesia. Sin hacer todo lo malo que este y otros
creyentes han hecho, pero que están perdidos. ¿Cómo? Es
que para ser salvo no basta estar en la Iglesia. Marcos 10
registra la historia del joven rico. Una persona anónima, no
sabemos su nombre, sí su condición.
Lo que motivaba a obedecer, lo que los hacía cumplir y
guardar los mandamientos, no era el amor por Dios. El joven
rico no amaba a Dios. Él amaba su dinero y se amaba a sí
mismo. Y aquí lanzo la primera advertencia. Todo lo que
hagamos en la Iglesia, si no es fruto del amor, no tiene valor.
Puedes cumplir con muchas cosas: la Iglesia va a estar feliz,
tus padres van a estar felices, pero no Dios. Aquel hombre se
fue triste y no regresó. Porque cumplir como se debe hacer,
puede ser más fácil que entregarle el corazón a Dios.
Cualquier cosa que se aloje en el corazón que no sea Dios,
nos robará el amor por el Señor.
Escuche bien esto: Podemos estar en la Iglesia, pero si no
estamos “perdidamente apasionados por Cristo”, la vida va a
ser gris, triste, rutinaria, cansada y asfixiante.
Hay quienes se van de la Iglesia porque no les parece las
cosas que Dios pide. ¿Dios se va a meter con mi dinero, con
mi sexualidad? Y cuando Dios comienza a exigir, quienes no
lo aman comienzan a sentir el peso de su mirada. Mejor me
voy. ¿Por qué debo de hacer las cosas que no me gustan?
Y aún muchos de los que se quedan, hacen las cosas por
inercia, sin vibrar por dentro, sin sentir ni apasionarnos por
Dios. Nuestra oración NO debe ser: Señor. Ayúdame a hacer
todas las cosas que te gusta que yo haga. Nuestra primera
oración debe ser: Señor. Dame un corazón capaz de
enamorarse de ti. Porque el día que te enamores de Cristo se
acabó todo.
Aquellas cosas que no has podido realizar: Por falta de
voluntad, por falta de tiempo, de dinero, porque la tentación
es mucha.
Los que son convertidos dicen: Ustedes que tienen toda su
vida en la Iglesia no sabe lo que es venir del mundo.
Justificando su falta de amor por Dios. Y los que nacen en un
hogar cristiano deci- mos: Ustedes que llegaron adultos,
nosotros siempre hemos vivido aquí y justificamos nuestra
falta de pasión y amor por Dios a causa de la rutina.
Ninguna de las dos se justifica.
Hace unos años, cuando iniciaba como pastor, había un
joven muy capaz de muchas cosas.
Un líder muy entusiasta que tenía dones y talentos, para la
música, para los jóvenes. Y de repente se le ocurrió que
quería dejarse crecer el cabello.
Todo iba bien hasta que se incomodaron algunos hermanos
de ver que nunca se lo cortaba.
Entonces, como si tuviéramos que contentar a griegos y a
troyanos, unos estaban a favor de que siguiera así, otros
querían que se lo cortara. Claro que ambos decían tener la
razón.
Pastor, este joven no puede pasar al frente con ese cabello. Y
qué vamos a hacer dije yo. Pues usted es el pastor así que es
su labor decirle que se lo corte. Allá voy: Oye mira los
hermanos quieren que te cortes el cabello, un poquito: Pero
No, a mí me gusta así, sí pero estás causando problemas.
Pero a mí me gusta, el problema es de ustedes no mío.
Ahí voy de regreso con los hermanos: Él no quiere, y dice
uno de ellos, dígale pastor que lo vamos a quitar de la
directiva juvenil, de seguro que así va a acceder. Ahí voy de
regreso. Mira dicen que si no te cortas el cabello te vamos a
tener que quitar de la directiva juvenil. Ah sí, pues ahí está
su directiva juvenil, yo no voy a cambiar.
Dijo otro hermano. Dígale que le vamos a quitar del
ministerio de alabanza, ahí sí que tendrá que ceder porque
su mundo es la alabanza. Oye mira ahora me dicen que si
no te cortas tu cabello entonces te quitan de la alabanza.
Pues tengan su alabanza, pero yo no me corto el cabello.
Lo bueno es que al mes siguiente me cambiaron de Iglesia y
ya no volví a saber más de ese asunto.
Hasta que recientemente, en un congreso de jóvenes me
topo con alguien que me saluda con toda alegría, Un joven
gallardo, con saco y corbata bien peinado, cabello corto y de
buen porte. Pastor, pastor, se acuerda de mí.
No, discúlpame pero no te recuerdo. Acuérdese que yo era
de tal Iglesia. Ah sí ya te recordé, pero no te reconozco,
estás muy cambiado, y qué pasó con tu cabello. Quién te
convenció de cortártelo, tanto problema que tuvimos con
eso, no que no te gustaba cortártelo. No pastor, no me
gusta, pero es que comencé a salir con una muchacha y a
ella sí le gusta, le encanta como me veo.
A lo que voy con esto es que si en lugar de disciplinar a
nuestros jóvenes nos preocupáramos porque se enamoraran
por Cristo, otra cosa sería. Los problemas desaparecen. El
problema es que los mayores tampoco entendemos la vida
cristiana. Estamos enamorados de la Iglesia, de sus
enseñanzas, de sus mandamientos y ordenanzas, pero no de
Jesús, y no de Dios.
El joven rico estaba enamorado de la disciplina, de las reglas
pero no de Dios. Cuáles son los mandamientos. Estos, ya los
he cumplido. Pero una vida cristiana sin estar enamorado de
Jesús no es lo que Dios espera de nosotros.
El trabajo pastoral consiste en enamorar a la Iglesia de
Jesús. En que la Iglesia se desviva por su Palabra. Que los
pastores estén totalmente enamorados y que a toda prueba
puedan disponerse en las manos de Jesús.
Predicando en otra iglesia, después del culto una hermana
se me acercó. Pastor, ve a aquel hombre de cabello blanco,
sí lo veo. Él es mi esposo, tenemos 50 años de matrimonio.
Pregúntele a él si en algún momento le he fallado.
He sido una esposa perfecta, he cumplido con todas mis
obligaciones. Ropa limpia y planchada, comida a sus horas,
casa limpia, hijos bien criados, todo lo he hecho bien, he
sido una esposa perfecta. Pero nunca he sido una esposa
feliz… ¿Por qué? Porque yo no amo a mi esposo.
Pero hermana, cómo es que ahora ha dejado de amar a su
esposo, ¿¿Después de 50 años?? No pastor, yo no dejé de
amar a mi esposo,… nunca lo amé. Entonces por qué se
casó. Comenzó a llorar diciendo. Cuando yo era niña,
nosotras no escogíamos al esposo, sino nuestros papás.
Un día llegó mi papá y me dijo, hija te vas a casar con el hijo
de mi compadre. Comenzaron a hacer los preparativos para
una semana después. Yo no conocía al que sería mi esposo.
Faltando dos días para la boda, mi papá me llevó a la
estación del tren para recibirlo. Yo temblorosa, pensando si
me gustaría. Cuando lo vi,… no me gustó, no me sentía
atraía, pero me tuve que casar.
Mi madre me dijo que una esposa perfecta debe hacer esto,
esto y esto, y una esposa perfecta debe evitar hacer esto,
esto y esto. He cumplido pero no lo amo. Si hay alguien que
está en noviazgo con alguien que no ama, termine esa
relación. Si estás para casarte con quien no amas, termina la
relación. Mejor es que lo hagas sufrir un mes, a que la hagas
sufrir toda la vida.
Lo que nos tiene que llevar al matrimonio es el amor. No se
casa porque él tiene dinero, no se casa porque ella canta
bonito, no se casa porque ella toca piano. Me tocó ver a
algunos compañeros del seminario que antes de graduarse,
en el último año andaban buscando novia para casarse, la
evangelista, la maestra de niños, la predicadora.
Pero nadie buscaba a la chica que amo. Porque cuando
alguien se casa con amor verdadero, le pueden decir al
esposo, te vamos a cambiar de tu trabajo a un lugar
diferente, con un clima diferente, y la pareja se va ¿Van a ser
felices sí o no? Sí porque se aman.
Pero si ella no lo ama, cualquier cosa que haga mal va a ser
motivo para regresarse: Por qué te viniste, porqué me
levantó la voz. Mentira, ese es el pretexto. La causa es que
tú no lo amas.
En la Iglesia es igual. Oye por qué ya no vas a la Iglesia. Es
que ya no es lo mismo de antes, es que a mí me gustan los
estribillos y ahora están poniendo puros himnos. Mentira,
eso es pretexto, la verdad es que tú no estás enamorado de
Jesús. Porque si tú estuvieras enamorado de Jesús tú lo vas a
seguir hasta la muerte, suceda lo que suceda.
Por qué te fuiste de la Iglesia, porque ya no siento a la
Iglesia como antes sentía,… porque no me dejaron tocar un
instrumento. Y la razón es el amor. Yo no amo a mi esposa
porque está escrito en un papel del Registro Civil con
nuestras firmas. La amo porque la estoy amando, en este
momento, y mañana la voy a amar más que ayer.
Con Jesús es lo mismo. El problema es que muchos no
vivimos con el propósito de hacer feliz a Dios. Son tiempos
de humanismo donde el centro de la experiencia religiosa
ha dejado de ser Dios y nos hemos puesto nosotros mismos.
Dios tiene que girar en torno al ser humano. Dios tiene que
ajustarse a lo que al ser humano le agrada. El culto para
muchos, lamentablemente es uno más de los muchos
gustos que me doy en la vida, como ira a tomarme un
helado.
Porque lo importante de mi experiencia religiosa es ira a
tomarme un café con los amigos, pasarla bien en el
momento de la alabanza, y ya quien predica que diga lo que
quiera. Mi experiencia religiosa no gira en torno de Jesús.
Eso nos deja un gran vacío. Y cuando llega la noche, y
cuando se acumulan los problemas estamos ahí sin poder
dormir: “Dios mío, algo me falta,… por qué no he logrado la
paz,… por qué no he logrado ser feliz, qué hago con mi
vida… LO QUE TE FALTA ES ENAMORARTE FIRMEMENTE DE
JESÚS.
Porque cuando tú amas a Jesús, eres capaz de hacer cosas
que no imaginarías. Anécdota de pastor.
Un pastor de otra iglesia contaba una anécdota que tal vez
algunos conoce. Nació en Brasil. Brasil tiene tres regiones
diferentes: Costa, Montaña y Selva. Cada región con su
cultura, comida y costumbres. El pastor era de la zona de la
montaña, su esposa de la zona selvática. En la montaña la
gente acostumbra comer carnes, son ganaderos, comen
mucha proteína, poca verdura y pocas frutas.
La esposa, era todo lo contrario, comía frutas, verduras,
ensaladas, etc. Se conocieron, él se enamoró, y se casó con
ella. El primer desayuno después de la noche de bodas ella
había preparado la ocasión especial. Una mesa con mantel
blanco, flores, y en el centro una enorme papaya que
dominaba toda la escena. La esposa con una grande sonrisa.
Primer desayuno, primer día de casados, una novia
queriendo agradar al esposo. Al esposo le provocaba
nauseas la papaya. Cómo decirle que nunca le había
gustado esa fruta, pero al ver los ojos de su esposa, llenos de
emoción, se contuvo sin decir una sola palabra. Será que mi
amor no es más grande que esta enorme papaya.
Dice el pastor. Nos sentamos, hicimos la oración, ella tomó
el cuchillo y la partió, pero no por cuadritos o rebanadas,…
por la mitad. Esta es tu parte y esta la mía. Qué hago pensó,
le digo que no me gusta, no pero yo la amo, cómo dejarla
triste.
Con todo el esfuerzo del mundo, conteniendo la respiración,
con una sonrisa medio forzada se terminó aquella mitad de
la fruta… Miró la alegría de su amada, y compensó el
malestar del desayuno.
Al siguiente día, misma escena, mesa blanca, flores, y otra
enorme papaya. Oye mi vida, te gusta mucho la papaya. Me
encanta dice ella, no concibo un desayuno sin papaya. El
pastor cerró sus ojos imaginando el resto de su vida.
Este pastor comió el tercer día, cuarto día, quinto día. Hoy
tienen 43 años de (comer papaya) no, de casados, y
pregúntenle cuál es su fruta favorita. Pero la gran lección
que él da es cuando dice: Yo no sé cuándo fue el día en que
me comenzó a gustar la papaya. Pero esa fruta formó parte
de su ser y de su estilo de vida. Y ahora es parte de su
historia.
Yo no creo hermanos, que nosotros con esta carne
pecaminosa, con las ofertas de vida que se ofrecen en el
mundo en que estamos. No creo que nos vaya a gustar todo
lo que a Jesús le gusta. Claro que no. Pero si amas a Jesús,
aunque no te guste, por amor las haremos.
Y al siguiente día, voy a hacerlo de nuevo, y al siguiente
hasta que voy a comenzar a sentir el sabor de las cosas que
hoy no me agradan.
Una hermana me decía, hermano a mí no me gustaba la
oración. Meno el culto de oración de los domingos. Pero
comencé a venir a la Iglesia, y no sé cuándo me comenzó a
gustar. Ahora es una líder de intercesión en su Iglesia.
Por qué si hacemos las cosas con el mismo entusiasmo con
que las hacemos por los que amamos, las cosas van a ser
sencillas.
Qué hace para amar a Jesús. Cuando una persona está mal
del corazón, el médico no le receta cambiar su dieta, hacer
una caminata diaria, evitar emociones fuertes. Eso era
necesario en otro momento. Lo que necesitamos ahora es un
trasplante.
Este corazón con el que nacimos, es egoísta, solo ama las
cosas vanas de esta vida. Necesitamos que Dios meta su
mano dentro de nosotros, arranque este corazón y nos de
uno nuevo.
Esto es lo que promete el profeta. Quitar el corazón de
piedra y darnos uno de carne. Necesitamos decirle a nuestro
Dios: quiero un corazón que sea capaz de amarte.
Aquel joven que llegó a la oficina del pastor que su vida
estaba perdida, le preguntó el pastor: Cuándo naciste de
nuevo, cuándo Dios te dio un nuevo corazón. “Yo siempre he
sido de la iglesia, supongo que ya estoy convertido”. No, eso
no es así, no te pregunté si creciste en la Iglesia, la pregunta
es cuándo naciste de nuevo, cuándo le pediste a Dios un
nuevo corazón capaz de amarle. Nunca lo he hecho pastor,
yo estoy en la Iglesia pero no conozco quién es Jesús.
Entonces vamos a hacerlo ahora, esta es tu oportunidad,
vamos arrodillarnos y a decirle al Señor, Dios dame un
nuevo corazón. Hoy día, este hombre es un grande pastor
dentro de la Iglesia, un ganador de almas, un hombre
poderoso en la Palabra. Porque hizo un alto en su vida.
Y le aseguro que si nosotros necesitamos también hacer un
alto en nuestra vida, le decimos al Señor: Dame un nuevo
corazón, uno que sea capaz de amarte.
Hoy es nuestra oportunidad, hoy es nuestro momento de
doblar nuestras rodillas y decirle al Señor que nos enseñe a
amarlo. El día en que no nos cueste obedecerle, cuando
rindamos nuestro orgullo al Señor, entonces le habremos
estaremos amándole de verdad.
Termino diciendo esto: Sabe por qué Dios nos sigue
bendiciendo a pesar de que nosotros le fallamos
constantemente. Porque Él nos ama, con un amor
apasionado. Correspondamos al grande amor de nuestro
Dios. Rinde tu vida al Señor y dale todo lo que eres.
NOTAS CORTAS
Proverbios
El libro de Proverbios no contiene historia. Es puramente
didáctico. Es un libro de explicaciones evidentes. Al igual
que los otros libros de sabiduría del antiguo

Testamento, Job y Eclesiastés, este no contiene referencias a


las leyes de Israel, los rituales, los sacrificios ni las
ceremonias.
Trata principalmente con la filosofía de la vida. Las otras
filosofías comienzan con una pregunta. La filosofía hebrea,
comienza con una afirmación. Esta afirmación básica es que
Dios existe.
La afirmación fundamental es la sagacidad de la filosofía
hebrea (1:7). Hay una premisa en esta declaración. Esta es
que Dios es toda sabiduría. Solo podemos encontrar
sabiduría en Dios.
No es temor de que Él vaya a lastimarme a mí, sino temor
de que yo vaya a lastimarlo a Él. Al reconocimiento
emocional le precede una comprensión intelectual, y le
sigue una sumisión voluntaria a la voluntad de Dios.
Cuando una persona llega a este reconocimiento entusiasta
de Dios, él o ella llega a esta condición por ser sabios, no
que esto los haga sabios (1:7).
Dios reveló aquí sobre las tres esferas de la vida y que trata
en el libro: el hogar, la amistad y el mundo. En el hogar, el
niño debe aprender sabiduría. En la amistad, el joven debe
aplicar sabiduría. En el mundo, el adulto debe mostrar
sabiduría.
La primera esfera es el hogar (1:8,9). Dios no enseña aquí la
responsabilidad del padre y de la madre sino que da por un
hecho que ellos deben instruir al niño. El niño necesita oír la
enseñanza de los padres para vivir en el temor de Dios.
La segunda esfera de la vida es la amistad (1:10-19). Vendrá
el día cuando el niño, en el proceso natural del desarrollo, se
mudará a un círculo de experiencias más amplio.
La tercer esfera de la vida es el mundo, simbolizado en el
mundo por las calles, las puertas y la ciudad (1:20-33; cf.
caps. 2—9).
La primera palabra de advertencia a los jóvenes que dejan el
hogar para entrar al mundo por sí mismos es esta. Esté
alerta ante las maneras del maligno que no teme al Señor
(1:20-32).
La sabiduría no dice que nos retiremos del mundo. La
sabiduría dice que recordemos el destino de aquellos que se
olvidan de Dios. La sabiduría promete que aquellos que
viven en el temor del Señor estarán tranquilos y seguros en
el bullicio del mundo.
La serie de discursos, “Hijo mío,” representa la voz del hogar
que suena en los oídos del joven que ha dejado la casa y
vive en el mundo (caps. 2—7).
A medida que el hombre joven escala posiciones más altas
en la vida, la sabiduría viene a él de nuevo con instrucciones
concernientes a cómo puede evitar las trampas de las
etapas de la vida (cap. 8).
A través de un reconocimiento emocional de Dios, es decir,
tomando a Dios en cuenta “Nosotros vivimos en la era de la
información, ‘pero definitivamente no en la era de la
sabiduría”.
“El libro de Proverbios trata sobre la sabiduría divina, cómo
adquirirla y cómo usarla. Trata sobre prioridades y principios.
“El libro de Proverbios tiene dos propósitos: dar habilidades
morales y discernimiento mental. La sabiduría es “El orden
establecido por Dios para la vida, un orden opuesto al caos y
a la muerte. “Ya no se puede definir la sabiduría como
simplemente ‘la aplicación práctica del conocimiento.”
En este sentido, debe ser enseñada como aun un más
extenso concepto teológico que denota un determinado y
correcto orden al cual el hombre sabio somete su vida”
“‘Sabiduría’ (hokmah) básicamente significa habilidad”.
“. . . sabiduría significa estar habilitado y ser exitoso en sus
propias relaciones y responsabilida- des. Esto involucra
observar y seguir los principios universales de orden y moral
del Creador”.
“Las páginas de la historia están llenas de nombres de
personas brillantes y dotadas que fueron lo suficiente
inteligentes para llegar a ser ricas y famosas pero no lo
suficientemente sabias para tener una vida satisfactoria y
exitosa.
Antes de su muerte, uno de los hombres más ricos del
mundo dijo que él hubiera dado toda su riqueza con tal de
que uno de sus seis matrimonios hubiera tenido éxito.
Los hebreos creían que la gente podía adquirir conocimiento
de tres maneras. Una manera era a través de observar la
naturaleza y el comportamiento humano. Otra manera era
extrayendo analogías de las creencias tradicionales (p. ej.
credos) y la realidad. Una tercera forma era a través de un
encuentro con el Dios trascendental
La frecuente repetición de la frase “hijo mío” en esta parte
de Proverbios indica que la instrucción está dirigida a
jóvenes. La vida de esta persona está frente a él y enfrenta
decisiones importantes que marcan el resto de su vida de
ahí en adelante.
Aunque todo el libro de Proverbios ayuda a los jóvenes, los
capítulos 1—7 pueden ser de particular interés para
ustedes. “El padre y la madre están colocados en la misma
situación como maestros de los hijos. “Obtener sabiduría
espiritual no es un pasatiempo de una vez por semana, es
una disciplina diaria de toda la vida. Pero en esta era de
hornos de microondas, comida rápida, compendios y
numerosos libros ‘hechos para facilitar’, mucha gente no
tiene el hábito de invertir diariamente tiempo y energía para
buscar profundamente en las Escrituras y aprender la
sabiduría de Dios.
4. Estímulo para obedecer estas instrucciones cap. 4. “Este
capítulo consiste en tres discursos sobre el valor de la
sabiduría. Enseñar el amor a la sabiduría 4:1-9
La primera sección de estos versículos en este capítulo
muestra cómo los padres pueden pasarles a sus hijos el
amor a la sabiduría, mayormente a través de la influencia
personal.
Los dos caminos 4:10-19. En los versículos 10-19 de nuevo
yacen dos caminos, el camino de la sabiduría (vv. 10-13) y la
vereda de los impíos (vv. 14-17)
Veredas “rectas” (v. 11) son los caminos correctos de
comportamiento moral y práctico. El camino de Dios es la
mejor ruta para tomar a través de la vida. Ofrece menos
baches, desvíos y peligros.
Los mandamientos de Dios son similares a las líneas de las
autopistas modernas. Estas ayudan a los viajeros a
permanecer en la parte apropiada del camino de manera
que ellos no tengan accidentes.
La importancia de la persistencia 4:20-27. El último
fragmento de este capítulo enfatiza lo importante que es
persistir en las buenas prácticas que dirigirán la vida. Por lo
general el éxito llega a aquellos que se mantienen
concentrados y perfeccionan los principios de su trabajo.
LA TRANSMISIÓN DEL LIDERAZGO
PASTORAL
1 Tito 1:5-9
En la Iglesia de Dios, hay todo un ejército de «héroes»
anónimos, servidores de Cristo que abnegadamente, han
dado lo mejor de sí mismos en beneficio de la congregación
en que Dios les encomendó. Para mí, como para muchos de
ustedes, el ejemplo del apóstol Pablo es asombroso. Si
alguna vez nos quedamos deslumbrados con el ejercicio
pastoral de algunos siervos de Dios, imagine usted, cómo
habría quedado la iglesia del primer siglo al escuchar al
apóstol Pablo predicando la Palabra.

Pablo fue un hombre de Dios, no por sus propias fuerzas,


pero lo que le distinguió fue su obediencia radical al
llamado de predicar a todos los hombres el mensaje de
salvación.
Estas palabras de Cristo camino a Damasco le retumbaban
en los oídos todo el tiempo, en varios textos de sus cartas
alcanzamos a mirar no solo la proclamación de fe, sino
también su propio testimonio que lo mantenía vivo,
incansable, persistente, soportando todos los sufrimientos
por amor a Cristo.
Nos conmueven las declaraciones autobiográficas del
apóstol Pablo en sus cartas, así como las historias de sus
viajes y de las persecuciones que enfrentó descritas en el
libro de los hechos de los apóstoles.
Todas estas virtudes con que Dios adiestró a Pablo, como
dijimos, llaman mucho la atención. Pero a mí en lo
particular, hay algo que me deja impactado aún más. Y esto
es que el apóstol Pablo supo tener la suficiente humildad
como para permitir que otros fueran sus discípulos, y más
tarde, quienes los sustituyeran.
Son tres los escritos de Pablo a los que se les ha designado
como Cartas Pastorales: I y II de Timoteo y la carta a Tito.
Estos documentos son el reflejo de la forma en que la iglesia
se ajustó a la sucesión de los diferentes líderes de las
iglesias que ya estaban constituidas.
Estos dos discípulos de Pablo, fueron a pastorear iglesias
donde los líderes eran mayores que ellos, o sabían más. Pero
a mayor conocimiento, no siempre le sigue un mayor
privilegio. Pablo conocía los corazones de estos dos pastores
a quienes había estado preparando, y quienes incluso le
habían acompañado a algunos de sus viajes.
Nunca es suficiente lo que nuestros maestros nos puedan
enseñar. Siempre vamos a seguir necesitando de sus
consejos. Por eso es que estas cartas llamadas pastorales, a
diferencia de las demás cartas que dirigidas a comunidades
enteras, estas son a la vez cartas personales.
En estas cartas, el apóstol nos da una descripción de cómo
se organizaban las iglesias del primer siglo en ausencia del
apóstol Pablo o de cualquier otro de ellos.
Encontramos aquí advertencias y disposiciones de una
primitiva institución eclesial. Son los inicios de la
estructuración de las comunidades cada vez más grandes y
por lo mismo, que iban adquiriendo más complejidad para
su cuidado.
La carta centra en gran medida su preocupación por la lucha
contra los falsos maestros. Tito recibe la tarea de establecer
presbíteros en las comunidades de Creta (1, 5-9), y Timoteo,
quien fue convertido por Pablo en Listra, hijo de padre
pagano y madre judía Hch 16, 1-4 fue enviado a pastorear
una de las más grandes iglesias de la época, la iglesia de
Éfeso.
Hay datos importantes que se entrelazan entre estos dos
discípulos, en primer lugar, Timoteo es un judío de la
diáspora, pero por ser hijo de padre pagano, no había sido
circuncidado.
Pablo, que tanto luchó porque no se impusiera a los gentiles
la circuncisión, contrario a su pensamiento inicial, hace que
Timoteo se circuncide, porque de no hacerlo, como era
conocido en Derbe y Listra, permite esto para que pudiera
entrar a las sinagogas judías. Pablo permitió la imposición
de manos a Timoteo a pesar de su juventud.
En el caso de Tito, él es un cristiano de origen pagano, al
que Pablo llevó consigo a Jerusalén según Gál 2:3 cuando el
debate sobre la circuncisión de los paganos convertidos
estaba en pleno apogeo, Pablo se negó enérgicamente a
circuncidarlo.
Con esto se demuestra que Pablo sabía hacerse judío con los
judíos para ganarlos para Dios (1 Cor 9, 20-23). Cuando no
estaba en discusión la doctrina, manifestaba la libertad que
tenemos en Cristo.
Cuál es la situación de las iglesias que van a pastorear
Timoteo en Éfeso, y Tito en Creta. Estas iglesias son
comunidades ya establecidas. En los inicios del trabajo
misionero del apóstol Pablo, el centro de su predicación
estaba en el ministerio de Jesús.
Este no lo basaba en sus milagros o sus enseñanzas, vemos
pocas referencias a esto en los escritos de Pablo. Más bien
predicaba de su encarnación, muerte y resurrección. Estos
eran los temas centrales de su enseñanza.
Pero junto a estos temas, Pablo predicaba con mucha pasión
sobre el retorno de Cristo. Así lo transmite en la primera
carta a los Tesalonicenses, que según los estudiosos, fue la
primera que escribió I Tes. 4:13-18; 5:1-3.
En esta carta a los tesalonicenses, transmite con energía la
doctrina de la parusía, que es la doctrina de la segunda
venida de Cristo. Realmente el apóstol Pablo y toda la
comunidad de creyentes pensaron en su tiempo, así como
nosotros hoy, la venida de Jesús estaba a unos cuantos
meses o años de que esto sucediera.
Cuando pasaron los años y a medida que los líderes
envejecían, se hizo necesario poner atención ya no tanto en
la segunda venida, sino en la fidelidad a la Palabra recibida
por Jesucristo y transmiti- da por los apóstoles. Había que
conservar la Iglesia y la doctrina sin mancha ni arruga.
Aunque Timoteo y Tito eran muy jóvenes, como estamos
mirando, no eran improvisados. Tito había recibido el
encargo delicado de organizar la colecta de Corinto (2 Cor 8,
16-23).
Timoteo y Tito son considerados como los “hijos verdaderos”
de Pablo en la fe (1 Tim 1:2; Tit 1:4); por tanto, son los
herederos del apóstol, encargados de atender y conservar
sus enseñanzas.
Estas comunidades tienen ya todo un pasado detrás de sí.
La preocupación por la preservación de lo recibido se
presenta en esta carta como una preocupación mayor a la
evangelización. Hay un término que caracteriza a esta
situación: hay que conservar el depósito que se ha recibido”
II Tim. 1:12-14
Esta figura que utiliza Pablo del depósito, era conocida en el
mundo griego. El cuidador del de- pósito era alguien a quien
el propietario de un bien, deposita este en una persona de
confianza que tendrá que restituirlo cuando se le exija.
Se comprende por qué este término fue empleado en
sentido metafórico por el apóstol Pablo para designar una
doctrina. El empleo de la palabra «depósito» pone de relieve
la obligación estricta de conservar en buen estado lo que se
ha recibido, sin modificaciones ni alteraciones.
El depósito confiado a Timoteo es la enseñanza de Pablo,
establecido por Dios como «heraldo y apóstol, doctor de las
naciones en la fe y la verdad» (1 Tim 2, 7).
La labor de Timoteo, es que a su vez tendrá que transmitir
este mismo depósito a hombres con el mismo sentido de
fidelidad. Como cuando pasamos una llama de un lugar a
otro, sea a través de una vela, o de un papel encendido.
Aunque el combustible utilizado sea diferente, la llama
deberá tener las mismas propiedades. Pero ¿dependerá
solamente de los hombres a conservación del depósito?
Sería entonces muy grave el peligro de corrupción con el
tiempo; las personas no pueden conservar por tanto tiempo,
como más de dos mil años unas palabras que han
atravesado continentes, idiomas y edades. Gracias a Dios,
aparece el Espíritu Santo como guardián supremo junto con
los líderes de la Iglesias 2 Tim 1, 14.
Pasando a otro punto, de todos los documentos del Nuevo
Testamento, las cartas pastorales son indudablemente las
que encierran información más abundante sobre la
organización de las comunidades cristianas.
A Tito y a Timoteo se les asignan sobre todo dos tareas: la
lucha contra los falsos maestros, y la organización de las
comunidades. Sobre este particular, cabe destacar que
aunque se habla en dos ocasiones de la imposición de
manos sobre Timoteo; ni él ni Tito reciben el nombramiento
de apóstoles, lo cual nos permite afirmar que el apostolado
como tal no es transmisible.
Los apóstoles fueron los enviados por Jesucristo
directamente, Pablo tuvo problemas con algunas
comunidades cristianas, por no ser de los doce.
Pero él estaba convencido de su apostolado, pues Jesús se le
había aparecido camino a Damasco, y de allí lo había
enviado a predicar el mensaje de salvación.
Pero más allá de los doce y de Pablo, a ningún otro se le dio
este título de apóstol. La misión de Timoteo y de Tito no era
fácil. Era necesario que la Iglesia fuera capaz de enfrentarse
con la prueba del tiempo ante la tardanza de la segunda
venida.
Esta es, por tanto, la razón profunda de las instrucciones
personales que reciben Timoteo y Tito. Pablo inicia hablando
acerca de estos líderes que habrán de precederle y los llama
presbíteros y obispos. “Palabra fiel, si alguno apetece
obispado, buena obra desea (1 Tim 3, 1).
El calificativo de presbítero significa anciano. En el mundo
antiguo, los jefes de los clanes o de las grandes familias
desempeñaban un papel de primer orden. Así pasó también
en Israel. Según los Hechos de los apóstoles, en la
comunidad cristiana de Jerusalén hubo muy pronto
presbíteros, sin que sepamos cómo ni cuándo fueron
nombrados (cf. Hch 11, 30; 15,2.4.6...).
En los Hechos de los apóstoles, el término episcopos
aparece una sola vez, en el discurso de despedida que Pablo
reúne a los presbíteros de Éfeso para despedirse de ellos, y
les dice que probablemente ya no le verían más Hec 20:17-
38.
Los presbíteros y los obispos tienen que dirigir a la
comunidad para mantener su cohesión y disponer el
alimento espiritual que le preserve de los errores
propagados por hombres perversos, incluso de ellos mismos
(v. 30).
En este contexto de organización ministerial se habla varias
veces de la imposición de manos (1 Tim 4:14; 5:22; 2 Tim
1:6). En los Hechos de los apóstoles, la imposición de manos
fue para recibir el don del Espíritu Santo (Hch 8, 17; 19, 6), y
aparece como un acto de investidura para los siete diáconos
helenistas (Hch 6, 6).
Cuando la Iglesia del primer siglo se fue institucionalizando,
la Imposición de manos, tuvo el significado de transmisión
de potestad. El gesto tiene la finalidad de transmitir un don
estable, permanente, no una vocación como ya dijimos la
diferencia entre ser llamado por Dios o tener el don de
pastor.
El pastor debe recordar siempre, que a quienes dirige,
incluido él mismo, es a la Casa del Dios viviente. A veces los
pastores le tienen un amor muy grande a las paredes que
edificamos juntos, por motivos muy válidos. Tal vez nos tocó
formar parte en su construcción.
Pero de mayor estima son aquellos a quienes pastoreamos.
Tenga en cuenta que nosotros que somos la iglesia, ahora
somos esa casa donde el Dios viviente desea habitar 1 Tim
3:15.
La conservación del depósito doctrinario y de fe que deben
de hacer los pastores y los ancianos de la iglesia, son porque
así la Iglesia pone en evidencia ante el mundo, la verdad no
adulterada del mensaje que ha recibido.
Mantener a las comunidades en la sana doctrina,
preservarlas de la influencia corrompida del mundo,
aseguran su resplandor en este mundo oscuro.
La consigna para nosotros sigue siendo la de perdurar, pero
no como nosotros queramos, sino cuidando el depósito de fe
que se nos ha conferido.
Pasando a otro tema, las iglesias que el apóstol Pablo fundó
en el mundo gentil, tenían algunas particularidades que
enriquecieron el cristianismo. Como la comunidad fraterna.
Pablo lucha contra el espíritu partidista, las glorias vanas y
los intereses particulares.
Los miembros de las comunidades son invitados
constantemente a revestirse con los sentimientos de Cristo y
a vivir con «los mismos sentimientos, compartiendo un
mismo amor, viviendo en armonía y sintiendo lo mismo»
(Flp 2,1-11).
Esta fraternidad que une a los bautizados se expresa en la
superación de las separaciones sociales, esta fraternidad se
traduce en una comunión y una solidaridad vividas de
manera permanente y cotidiana.
Y por último, Pablo pide que se respete y se obedezca a los
pastores y ancianos. Incluso pide que se tenga por ellos «la
más alta estima, con amor, en razón de su trabajo» 1 Tes
5:12-13.
LOS DONES DE SAMSON
Jueces 13:1-4
Quiero recordarles una historia que debieron escuchar por
primera vez hace algunos años. Es la historia de Sansón.
Esta historia nace junto con la de otros personajes del libro
de los jueces. Todos ellos fueron libertadores, caudillos que
Dios levantó en medio del pueblo para liberarlos de mano de
los filisteos.

Los filisteos eran un pueblo de guerreros, vivían para la


guerra. Desde niños no había mayor or - gullo para los
padres que ver a sus hijos adiestrarse para la guerra.
Además los filisteos eran buenos navegantes. En sus
diferentes expediciones por todo el mundo conocieron los
mejores avances de la ciencia. Una de las cosas que
descubrieron fueron las mejores tecnologías para la guerra.
Aprendieron la técnica para forjar sus armas de hierro y no
de bronce.
Mientras que todos los pueblos de la región tenían espadas y
escudos de bronce, los filisteos estaban más avanzados. Sus
espadas de hierro rompían fácilmente las débiles espadas
de los demás ejércitos.
Además en sus familias había gigantes como Goliat, o como
una tribu famosa que era la familia de Anac. Los jueces
fueron héroes de un movimiento de resistencia para librar a
su pueblo y conquistar la libertad del opresor.
Sansón fue un hombre fuerte y valiente. Sin embargo la
fuerza de Sansón no estaba en él mismo. No era que Sansón
pasara las horas de entrenamiento en algún gimnasio. Su
fuerza era la fuerza del Espíritu.
Los filisteos tendrán armas poderosas, pero el Israel tenía a
Sansón, un hombre que han sido consagrados desde el
vientre de su madre y que luchará con la fuerza del Espíritu
de Dios.
Sansón nació de una mujer estéril (Jue 13,2). La naturaleza
humana le decía a esta mujer, tú no puedes tener hijos, tu
vientre está seco. Pero para Dios no hay nada imposible. La
esposa de Manoa fue bendecida por Dios.
Ella debía consagrarse todo su embarazo sin contaminarse
de vino ni sidra ni comer cosas inmundas. Este hijo sería un
hombre muy especial.
Sansón significa “pequeño sol”, es decir: “fuego del cielo”.
Así fueron los inicios. Sansón había lle- vado una vida como
hombre consagrado a Dios durante toda su niñez. Y cuando
entro a cierta edad, el Espíritu de Dios se comenzó a
manifestar en él.
Todas las esperanzas estaban puestas en él. Se había
convertido en el terror de los filisteos. Un gran talento y
poder había en su interior. Pero es difícil para algunos
mantener la pureza de su corazón.
A Sansón le gustó una mujer de los filisteos. Era una mujer
prohibida para él. Si quieres identificar a una persona
vanidosa y egoísta, casi siempre optamos por aquello que
está prohibido para todos. Y decimos, prohibido para ti, para
mí no. Yo merezco esto y más.
Sansón no la amaba, pero le gustaba, dejarse llevar por sus
propios intereses. Sus padres trataron de disuadirlo, lo
desalentaron con mil palabras: ¡Es que ella me gusta! ¡Esta
mujer agradó a mis ojos! Su padre, como todo buen hombre
de autoridad, allá va, acompañándolo a pedir a su futura
esposa, metiéndose a una ciudad filistea. En el camino les
apareció un león. ¡El Espíritu del Señor vino sobre Sansón! y
¡Despedazó a aquella fiera con sus propias!
Algunos días después, Sansón fue a ver aquel león muerto.
Como su trofeo, así comenzó a lesionar su consagración. No
debía estar donde un cuerpo muerto. Al llegar vio un
enjambre de abejas y un panal de miel de manera extraña
dentro del cuerpo muerto del león.
Tomó el panal y se fue comiendo por el camino. Como parte
del protocolo de la fiesta, Sansón hizo un banquete, con 30
hombres filisteos de su edad. Para retarlos y decir, yo soy
mejor que uste- des, les propuso un enigma y al que lo
descubriera le daría una recompensa.
Del devorador salió comida, del fuerte salió dulzura. Pasaron
tres días y no pudieron descifrarlo. Amenazaron a su esposa
de Sansón: “Hey tú, sacale la respuesta a tu marido o te
vamos a asesinar ¿O quieres que nos despoje? Entonces su
mujer le rogaba llorando que le descifrara el enigma. Hasta
que luego de 7 días declaró la respuesta.
Aquellos hombres fueron con Sansón y le dijeron que habían
conseguido la respuesta: “¿Qué cosa más dulce que la MIEL,
y qué cosa más fuerte que el LEÓN?” Sansón les reclamó
haber sacado la respuesta de su mujer. El Espíritu de Dios
cayó sobre él y mató a 30 hombres de ellos y pagó la
apuesta con sus pertenencias.
Cuando Sansón buscó a su mujer, su suegro la había
entregado a uno de sus compañeros.
Enfurecido cazó 300 zorras, las amarró de dos en dos por la
cola y puso una antorcha en cada par y las soltó en los
campos filisteos. Toda la cosecha de los filisteos se perdió.
Mataron a su esposa y su suegro. Y nuevamente hirió a una
cantidad grande de filisteos. Sansón era el más buscado por
los filisteos. Un grupo muy grande fueron a buscarlo a Judá.
Venimos por Sansón, y los de Judá enviaron 3 mil hombres
para apresarlo.
Entonces lo ataron prometiendo que no lo matarían. Cuando
iban llegando al campamento de los filisteos, se alegraron
de que estuviera atado. Entonces el Espíritu de Dios llegó
nuevamente a él, y se liberó fácilmente. Tomó una quijada
de asno y con ella mató a mil filisteos. Y compuso una
cancioncita:
Con la quijada de un asno un montón, con la quijada de un
asno dos montones, con la quijada de un asno maté mil
hombres. Casi así como “Brinca la tablita yo ya la brinqué…”
Sansón era tan atrevido, y le gustaba tanto provocar a sus
enemigos que después de haber matado a tantos, fue a
Gaza, ¡El mismo corazón del pueblo filisteo! Se fue de fiesta
con una mujer.
Los filisteos se dieron cuenta, así que sigilosamente,
cerraron las puertas de la ciudad, las puertas de una
fortaleza. “Cierren…, Sansón está dentro, está durmiendo…,
Casi como “El león duerme”
“Mañana temprano lo capturamos, no va a saber ni cómo
cuando ya estará amarrado”. Claro que Sansón se levantó a
media noche, y mientras ellos habían dicho, esconde las
llaves, cierra con cadenas las puertas, que no haya forma de
salir por esa puerta.
Sansón tomó las puertas con toda la estructura y la
cerradura, se las echó al hombro y se fue sin que nadie se
diera cuenta muchos kilómetros hasta la cima de una
montaña y allá las dejó.
Y como el corazón de Sansón no era fácil de dominar, se
enamoró de la mejor estilista de la Biblia llamada Dalila.
Cuando descubrieron los filisteos que estaban en una de sus
ciudades, le dijeron, descubre en donde radica su fuerza, y
le prometieron pagarle una fortuna.
Cómo es que lo podemos vencer para que lo podamos atar y
dominar. Y le ofrecieron una fortuna. Si me amas dime en
donde radica tu fuerza y cómo puedes ser dominado. Al
principio Sansón pensó, ándale sí, ahorita te voy a decir.
Y tres veces la engañó: Si me ataren con este tipo de
cuerdas, Si me ataren el cabello, y así tres veces. Pero llegó
el momento en que se sintió angustiado y por el amor que le
tenía a Dalila le descubrió no solo su secreto, sino que le
abrió la puerta de su corazón.
“Nunca mi cabello ha sido cortado porque soy consagrado al
Señor desde el vientre de mi madre”. “Si cortaran de mí
todo mi cabello, la fuerza se apartará de mí y seré como
todos los hombres”.
Cuando Sansón se durmió, aquella mujer trajo a un hombre
que le rapó las siete enormes trenzas de su cabello.
Comenzó a sentir que la fuerza se le retiraba.
Al despertar y ver que los filisteos venían contra él, pensó,
esta vez me libraré como las otras ve- ces. Pero el Señor se
había apartado de él. La fuerza con la que peleaba eran las
fuerzas del Señor. No es que no tuviera fuerzas, era que no
tenía a Dios en su corazón.
Ante esto, los filisteos lo capturaron, lo golpearon, le sacaron
los ojos, lo llevaron a Gaza, y se bur- laron de él. El pueblo
estaba feliz. Un día de fiesta, mandaron traer a Sansón para
que los divirtiera y les sirvió de juguete. Ustedes saben el
final.
Lo pusieron entre las columnas, y este clamó a Dios. Señor
quiero vengarme de tus enemigos, y Dios le concedió la
fuerza nuevamente, así que derribó aquellas columnas, pero
Sansón murió junto con ellos.
Esta es la historia de un hombre Fuerte, pero débil de
espíritu. Esa fuerza no era para que él la disfrutara, era para
salvar a Israel de los filisteos.
Debemos recordar que poder sin integridad no se llevan.
Una persona con unción, pero sin santidad, tarde o
temprano va a caer. Un hombre lleno de poder, pero vacío
de verdad. Abusando de sus dones y derrochando el poder
que el Espíritu Santo le dio.
La esperanza de Israel se había esfumado. Fueron muchas
demostraciones de poder, pero sin un propósito liberador:
Mató un león con sus propias manos. Quemó sembradíos,
Mató mil filisteos. Pero, nadie fue liberado por ningunos de
estos actos.
Después de veinte años, que fue el tiempo de su ministerio,
Israel estaba igual que al inicio de la historia de Sansón. El
secreto de la fuerza no estaba en su cabello, sino en su
corazón. Y cuando abrió su corazón, dejó ver que Dios
estaba ahí dentro (v.17 a).
Es en el corazón en donde comienzan los problemas. Quién
se adueña del corazón, se adueñará del secreto y del tesoro
de su poder (Mateo 6.21). Sansón tenía enemigos, muy
interesados en el secreto de su corazón.
Habían hecho muchos intentos, todos fallidos. Pero esta vez
encontraron cómo llegar al corazón de Sansón; por su más
grande debilidad: una mujer. Alguien experta en abrirse
paso en el corazón de los hombres
¿En dónde está la fuerza de Sansón? ¿En su pelo? NO. Su
fuerza estaba en su corazón (v.17; 19; 20): «no sabía que
Jehová ya se había apartado de él».
El pelo era sólo un símbolo externo de lo que se albergaba
en el corazón de Sansón: Dios habita allí. El enemigo ha
puesto precio a tu corazón, porque sabe que allí habita Dios.
Mientras Dios habite dentro.
Mientras Dios esté en tu corazón, tienes todo el potencial de
convertirte en el hombre o la mujer más poderosa. El
enemigo no puede hacerte frente cuando Dios está de tu
lado. Si Dios ocupa el primer lugar en tu corazón, eres
especial, diferente. Si Dios ocupa el primer lugar de tu
corazón, en ti habita todo el poder del universo. El poder de
su amor.
Tú has nacido como Sansón, con el propósito de ser alguien
especial. Todos estamos esperando que a través de esta
nueva generación que viene detrás de nosotros, sea llena
del Espíritu de Dios.
No queremos que abras tu corazón al mundo. Nos daría
mucha pena que después de que Dios te ha dado dones
para la alabanza, para transformar el mundo, los utilices
para tus propios fines sin rendir tu vida al Señor.
No termines tus días como Sansón. Has que la Iglesia, tu
familia, y todo tu entorno sean un mejor lugar por la
influencia del Espíritu que trabaja en ti. Guarda la pureza de
tu corazón. No dejes de estudiar la Palabra, no dejes la
influencia del Espíritu de Dios en tu vida.
Queremos que te consagres más cada día. Conserva tus ojos
limpios, que tus manos sigan purificándose en el Señor.
Ayúdanos a liberar a nuestro pueblo, al lugar donde tú vives
de otro tipo de filisteos que también tienen armas
poderosas, nosotros confiamos en las armas de Dios.

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