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Glosario de Conceptos - Bases Metodológicas de La Investigación Literaria - TERESA LARA MARTOS

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GLOSARIO DE CONCEPTOS

Bases metolodógicas de la investigación


literaria y teatral

impartida por
Antonio Chicharro

Máster en Estudios literarios y teatrales


Teresa Lara Martos
UGR
ÍNDICE
El glosario de conceptos expuesto a continuación
se ha servido en su mayoría de los diccionarios
proporcionados en la asignatura con el objeto de
conciliar las diferentes visiones de cada idea
con el máximo rigor posible.

BLOQUE I
Análisis y síntesis......................................................................................................................págs 3-5
Inducción y deducción..............................................................................................................págs 5-7
Intuición e investigación.........................................................................................................págs 7-10
Subjetividad, intersubjetividad y objetividad.......................................................................págs 10-12

BLOQUE II
Ficcionalidad verbal y verosimilitud...........................................................................................pág 13
Géneros y subgéneros literarios dramáticos................................................................................pág 13
Nuevas formas literarias y teatrales.............................................................................................pág 14
Poiesis, poesía y poética.........................................................................................................pág 14-16

BIBLIOGRAFÍA.......................................................................................................................pág 17
BLOQUE I

Análisis y síntesis

ANÁLISIS

Del griego análysis, “disolución de un conjunto en sus partes”, derivado de analýō “desato” y
este a su vez de lýō “yo suelto” (Corominas,1987:49). Además haciendo referencia a la primera idea
de disolución, ana – separación – y lysis, disolución.

La primera acepción define el análisis como “distinción y separación de las partes de algo
para conocer su composición” (Real Academia Española, s.m., def.1). La segunda atañe a su sentido
de “estudio detallado de algo, especialmente de una obra o de un escrito” (s.m., def.2). El concepto
se encuentra relacionado también con la idea de “diálisis”, perteneciente al ámbito de la medicina y
la química. Sin embargo, y aunque hallamos más acepciones que podrían ser de interés, nos
centraremos en algunas extraidas de algunos diccionarios específicos.

En el Diccionario de Teatro encontramos una amplia sección que realiza un análisis, válgame
la redundancia, de la noción del relato en el teatro. En lo referente al estado de la investigación el
estudio del relato comenzó por las fórmulas breves –que como sabemos son el cuento, la leyenda, el
relato corto– antes de pasar a un segundo escalón donde entra la novela o la tira cómica. El teatro
por lo contrario ha tardado en hacerse sitio en este espacio pues aún es asociado por la crítica a la
mímesis y no a este campo que sería el de la diégesis. Entendamos que el género teatral es en este
análisis algo totalmente diferente y cuya composición se nutre de diferentes aspectos, por ello en
esta indagación el objeto de estudio no son los personajes sino la “el estudio de la narratividad del
teatro” (Pavis, 1998:25).

El término “análisis” perteneció casi exclusivamente a las matemáticas durante toda la Edad
Antigua y buena parte de la Edad Moderna. Bien por resolución, bien por regresión se llega a un
resultado. Este método recibe el nombre de “método de resolución” y será utilizado más tarde en la
Modernidad por varios hombres célebres como Descartes. Este en concreto lo confecciona como un
producto de ecuaciones y acaba generalizando su uso convirtiéndolo en una especie de mathesis
universalis. Aunque este uso del término análisis no es el que tenemos actualmente en el ámbito
literario y/o filosófico. Aquí se entiende esta “descomposición del todo en partes” en un sentido
lógico o mental. Digamos que el método analítico supone de un modo general que el todo se obtiene
a través de la descomposición de sus partes. Por otro lado el sintético alude a la irreductibilidad del
todo a sus partes. Por ello la concepción analítica se suele ver enfrentada a no solo este método, sino
también a otros como el sinóptico, que recibe a su vez el nombre de “sinóptica”. Aunque pueda
sonar contradictorio la metodología analítica no impide que se haga uso de la sintética,
precisamente pueden complementarse y conformar una visión más completa del objeto de estudio
(Ferrater Mora, 1951:93).

En el S. XVII el análisis se concibe como la descomposición de fuerzas. El nuevo significado


que ya hallaba algunas premisas en Descartes es nombrado por algunos autores como L. J. Beck la
regla de análisis. También por análisis (lógico) se entiende un movimiento filosófico antimetafísico
cuya cuna reside en Cambridge y que está relacionado con el positivismo lógico, empirismo lógico
o científico, etc. Su pensamiento conlleva un “desmascaramiento” basado en la adopción de una
actitud crítica que resuleve los problemas tradicionales alterados por “las complejidades del
lenguaje ordinario” (1951:94).

SÍNTESIS

Es evidente que este binomio guarda una estrecha relación, como ya sospechábamos en las
palabras de Ferrater Mora en su Diccionario Filosófico. Sin embargo conviene comenzar por el
principio, o sea, por el origen etimológico que como haremos a lo largo de esta memoria por regla
general, será extraido del Breve Diccionario Etimológico de Lengua Castellana de Corominas. El
primer origen que encontramos en “síntesis” es la voz azteca zenzóntli íd., propte 'cuatrocientos' que
corresponde a una abreviatura de 'cuatrocientas lenguas', pues este pájaro imita todo ruido que oiga.
De ahí que la raíz que comparte dé lugar a: sinsustancia, sustancia, sintáctico, sintaxis, táctica. Y
con este grupo lo que nos interesa: síntesis, sintético, sintetizar, tesis (1987:537). No con el objeto
de poner en duda esta información sino con la intención de completarla, hallamos en la voz de
Ferrater Mora que proviene del griego σ6νθσ:ς y significa “descomposición”, o sea, “posición de” x
con otra. Por ello hemos de relacionar este significado primeramente con la idea de unión,
integración, y con el proceso de pasar de lo simple a lo complejo (1950:685).

Hablamos de una unión de elementos que conforma algo más complicado en en el sentido de
su confección. Pero esto puede entenderse de dos formas atendiendo a si entendemos la síntesis
como método, método sintético, o la encasillamos en el significado de operación. Hemos de tener
en cuenta lo ya expuesto en el apartado del análisis, donde veíamos la relación con este término.
Entendamos que ese paso de lo simple a lo más universal o complejo como definición de análisis
ponía al silogismo como síntesis. Es en la Edad Moderna cuando este método comienza a
denominarse “compostivo”: la síntesis es una composición porque aúna partes elementales y forma
algo más intrincado, en palabras textuales “compone lo complejo a través de lo simple”.
Básicamente partiendo de x premisas se llega a x conclusiones. O bien determinados pensamientos
u ojetos llegan a una forma más compleja.

Según la segunda acepción, la síntesis como operación consiste en la unión de dos o más
elementos en un compuesto. Aunque aquí también tenga lugar una composición como la de antes,
esta se diferencia de la primera porque puede lucir un aspecto totalmente contrario. Evidentemente
la unión no presenta mayor dificultad de entendimiento en el ámbito químico aunque en el campo
filosófico la trama cambia. Se trata de la unión de sujeto y predicado. Digamos que en este proceso
de sintetización hallamos algo más simplificado. La visión descrita se corresponde con la de Kant,
para el cual la síntesis es algo fundamental. Sus palabras textuales recogidas por Ferrater Mora son
las que siguen (1951): "Por síntesis, en su sentido más general, entiendo el acto de reunir las
diferentes representaciones unas con otras, y de aprehender lo diverso de ellas en un solo acto de
conocimiento". Esta es llamada pura cuando se concibe a priori.

Inducción y deducción

INDUCCIÓN

El término que definimos a continuación guarda relación con la pareja de conceptos anterior.
De hecho según el Diccionario de retórica y poética, inducción es análisis (Beristáin, 1995:258). En
cuanto al origen etimológico este término procede del latín inductio, y viene a ser la acción o efecto
de inducir, tomamos el significado del verbo “incitar [a alguien] a algo”, “causar o provocar
indirectamente [algo]” y “extraer [un principio general o una conclusión] a partir de hechos o datos
particulares” (Real Academia Española, s.f., def. 1).

Es objeto de nuestro interés su amplia definición en el ámbito filosófico. En palabras de


Ferrater Mora, una inducción es en un sentido estricto, “la inferencia de una generalización a partir
de sus instancias”. En un sentido más amplio la encontramos como “cualquier inferencia
ampliativa” cuya conclusión resulta ir más allá de las premisas propuestas en el inicio. De entre los
casos más importantes en el campo de estas interferencias ampliativas, nos encontramos con la
argumentación por analogía, la interferencia predictiva, la inferencia de las causas –a través de los
signos y síntomas– y la confirmación de leyes y teorías científicas (1951:535).

El caso en que no es ampliativo es en el de la inducción matemática. La generalización de las


premisas es necesaria puesto que esta implica su conclusión. Por otro lado la lógica inductiva se
entiende a grandes rasgos como la teoría encargada de la evaluación de la inferencia ampliativa.
Concibiéndolo desde este aspecto forman parte de esta lógica gran parte de la estadística teórica, de
la teoría de la computación y la probabilidad. Digamos que lo concerniente a esta lógica inductiva
se ha reducido al enfoque planteado por los científicos Bayes, Laplace, De Morgan y Carnap. Hay
un procedimiento típico de esta visión que consiste en medir el nivel de ignorancia en base a la
forma de plantear el problema con diferentes lógicas que equivalen a premisas distintas. En el caso
del último mencionado lo que determina totalmente el resultado es la evidencia total. Carnap toma
esta como una regla que ha de asumirse sin más (1951: 536)).

En el caso de Mill la búsqueda inductiva se realiza a partir de la eliminación de posibilidades,


reduciendo a cero las que podrían dar lugar a conclusiones erróneas. Tomando una óptica más
general el tratamiento hipotético-deductivo de la ciencia afirma que sus teorías se confirman así, por
consecuencias observacionales. Hablamos de la “inducción por eliminación” –presentada como una
alternativa a los tratamientos probabilitarios de la inducción–. Pero es conveniente aclarar que en la
generalización universal se debe partir de una probabilidad positiva como es el caso de los sistemas
propuestos por Hintikka y Niiniluoto. No se satisface este requisito, por ejemplo en los establecidos
por Carnap. Las instancias de una generalización universal son en realidad consecuencias lógicas de
ella. Esto nos desplaza hacia la discusión entre Carnap y Hempel, cuyo propósito es resolver la
paradoja de la confirmación (536).

DEDUCCIÓN

Al igual que “dedo” y derivados –dedal, dedis, deductivo, aducir– cultismo tomado de
'digitalis' relativo a los dedos, por la forma de dedal que tiene la corola de esta planta. A principios
del siglo XVIII se empieza a llamar “dígito” a los números, relacionado con la idea de poder contar
con las manos (1987:203). Tomando como referencia las palabras de Ferrater Mora (1951:234)
recibe el nombre de “deducción” toda secuencia finita de enunciados llevan a un último enunciado
que es el resuelto; en este sentido es sinónimo directo de derivación. El concepto en cuestión es
relativo a un sistema. Por ello es coherente asumir que una deducción solo lo es en un sistema
particular de axiomas y reglas de inferencia concreto. Digamos que cada una de estas derivaciones
son la solución de un sistema determinado. El último enunciado de la sucesión de ideas recibe el
nombre de teorema. Pero si el concepto de deducción se pone en contraposición con el término
consecuencia hemos de comprender la diferencia. El primero es sintáctico, el segundo semántico.
Cuando S es una consecuencia de K hace que la premisa S sea deducible. Pero tras contemplar K
como una secuencia finita de premisas es necesario demostrar la propiedad de compacidad. Sin
embargo hay un tipo de sistemas que no tienen axiomas: los de deducción natural. Las
demostraciones de teoremas dentro de este tipo de sistemas son supuestamente más sencillas (234).

Uno de los usos de este término que nos interesa es el de la deducción metafísica de las
categorías según Kant. Esta intenta mostrar el origen de los conceptos – a priori – puede resultar
fundamental y la lista que los reúne, completa. Sin embargo la lista kantiana, por sí sola, no muestra
de forma clara las categorías de juicios ni los significados específicos que cada uno de ellos asume
en nuestro modo de experiencia concreto. Aunque primero de todo cuando se sostienen estas
experiencias y estos juicios es necesario al menos una de las formas generales y el uso de cualquier
forma de juicio participa de un concepto puro; a saber realidad, negación, limitación por un lado;
los binomios posibilidad-imposibilidad, existen-no existencia y necesidad-contingencia por otro
(1951:572).

No es que esto demuestre que las formas relacionales complejas y sus respectivas categorías
de causalidad sean esenciales. Solo lo son en el caso de que se haya mostrado ya esa forma
específica de juicio en nuestra experiencia. Porque, precisamente, esto en ningún momento se da
por sentado a priori, puede parecer que la validez de alguna de las categorías más complejas no
pueda ser probada de forma tan sencilla, como sucede en cambio con las formas de intuición.
Además el pensador alemán no quiere probar la objetividad de las categorías modales tradicionales
más bien los principios que usan estas como definiciones relacionadas con nuestra experiencia. Así
un juicio problemático es usado cuando algo se considera posible, es decir, “se halla conforme a las
condiciones de la intuición y de los conceptos”. (1951: 572-3)
Intuición e investigación

INTUICIÓN

Del latín tardío intuitio, -ionis (imagen, mirada), en el latín escolástico adquirió una connotación
más filosófica. “adivinación, comprensión penetrante y rápida de una idea (1987:339). A día de hoy
entendemos una “intuición” como una visión directa de la realidad o la rápida comprensión de una
verdad. Es necesario que no haya intermediarios que faciliten este entendimiento de la cosa x.
Existen varios binomios preestablecidos que contraponen el pensar intuitivo al discursivo; otros
como Descartes la posicionan enfrente de la deducción, mientras que Kant la posiciona frente al
concepto. Sea como fuere muchos de ellos tienen muy en cuenta el papel de la intuición y la sitúan
en un punto fundamental por encima de otras que se verían solapadas por esta. Por otro lado hay un
gran número de pensadores que no comulgan con esta teoría puesto que la intuición en su opinión
no es fiable y conduce a falsas premisas. Para Platón esta era solo un auxilio que podía ayudar a
alcanzar la que bajo su óptica era superior: la deducción; en antítesis Aristóteles tanta importancia a
lo intuitivo como a lo deductivo estableciendo un equilibrio entre ambos.

Otro punto importante fue determinar la diferencia entre la intuición, que se explicaba como
“la que es recibida inmendiatamente por la presencia real de la cosa conocida” y la abstractiva cuya
recepción necesita de más tiempo.

Según el Diccionario de Filosofía «tipo de conocimiento o aprehensión no


inferencial, como el de una proposición, concepto o entidad, que no está basado en la percepción,
memoria o introspección» (1951:550). También aplicado a la virtud que provee a aquel que es
capaz de averiguar a través del método. En el campo de la intuición también entran ciertos modelos
morales que son indefinibles. Porque es el conjunto de afirmaciones autoevidentes el que es
considerado verdadero: una vez que la persona lo juzga lo entiende (en un sentido interferencial).
Por otro lado podemos ver cómo se desarrolla el término como movimiento en diferentes corrientes
filosóficas, tenemos las propuestas de Kant –intuición sensible–, Husserl –intuición eidética– o el
movimiento promovido en el S. XX por el matemático L. E. G. Brower.

Nos interesa la visión husserliana de la intuición que la propone como el binomio que abarca
el vacío y lo repleto junto a la relación intenciones sígnicas frente a la intuición. Vinculada a la que
muestra la conciencia frente a las cosas, bien cuando estas vienen dadas, bien cuando son
nombradas en base a su ausencia. La óptica del pensador alemán hace alusión también a la
identidad de las cosas dada cuando vemos que el objeto que hemos propuesto vacuamente es el
mismo que ahora nos es dado ante nosotros. Esto se produce incluso en la dimensión de la
experiencia perceptual del mismo modo que se conciben en reunión las distintas facetas de las cosas
–uno y el mismo objeto–. Esto de forma más explícita, apunta Husserl, se da en la intuición
categorial cuando vemos por un lado la identidad parcial entre la cosa y sus características o cuando
centramos nuestra atención en la relación del objeto en cuestión consigo mismo. Es lo que viene a
ser el concepto identidad-síntesis (1951: 515).

En lo referente a la intuición bajo la perspectiva kantiana (Annschauung) no hay cabida para


los juicios sintéticos. En opinión del pensador es una noción técnica cuyo propósito es hacer
referencia al conjunto de representaciones que tienen vinculación inmediata con su objeto. Las
intuiciones humanas –pasivas o sensibles– cuyo carácter es singular y no universal. Sin embargo
estas son aspectos menos esenciales puesto que la intuición que interesa al filósofo es de tipo
“intelectual” o no sensible, se trata de una intuición no humana. Tengamos en cuenta que una de las
características más valiosas de este concepto es su inmediatez precisamente porque es lo que la
aleja de los conceptos que realmente son significantes de significantes, o sea, normas que enumeran
los rasgos comunes que hay en un conjunto de representaciones (570).

INVESTIGACIÓN

De nuevo comenzamos con la naturaleza etimológica que aparece sujeta a la entrada de la


palabra “evasión” procedente del latín “penetrar violentamente (en alguna parte)”. Aparece junto a
un elenco de términos que comparten como decimos el mismo origen: vestir, investidura, invención,
invalidez, entre otras muchas (Ferrater,1987:339). Complementamos esta información con la
extraida de una fuente de etimologías chilena que propone su origen latino de investigare que a su
vez viene de vestigium, que significa “en pos de la huella de” o sea perseguir la pista de algo
(Etimología de Chile, def. 1).

En el Diccionario de la RAE encontramos como sinónimo principal en la primera acepción


indagar. La segunda alude a la connotación de esta indagación con el fin de conseguir la verdad por
parte de personas que son sospechosas de haber cometido algún acto ilegal (Real Academia
Española, v., def. 2). La tercera acepción está relacionada con la idea de la investigación como
realización de actividades de carácter experimental o científico con el objeto de saber más sobre una
determinada materia (def. 3).
A falta de resultados en los diccionarios ya mencionados a lo largo de este trabajo hemos
hecho una recopilación de ideas a partir de otros diccionarios. En el Oxford Dictionary, el verbo se
define como “hacer las diligencias necesarias para descubrir algo” (Oxford Languages, v., def. 1).
La segunda acepción en el curso que toma la primera lo resume desde la idea de profundizar en el
estudio de una disciplina (v., def. 2).

Subjetividad, intersubjetividad y objetividad

SUBJETIVIDAD

La voz etimológica de Corominas recoge el origen de este término en subito, del latín subitus;
es el participio del verbo subire, que significa “penetrar furtivamente”, “acercarse desde abajo”. Lo
que viene a ser subir. Por una asimilación de sordez se da la variante súpito cuyo uso estuvo muy
extendido durante los siglos XV y XVI. También el término “sopetón” se ha relacionado con esta
palabra aunque en el sentido de 'golpe', poniendo la primera como una aplicación figurada del
significado convencional de trozo de pan empapado de aceite. (1951:545)

En la óptica de Ferrater Mora el subjetivismo se reconoce como una doctrina filosófica que
tiene como propósito concebir de forma subjetiva lo que a priori parece responder a un tipo de
juicios que son objetivamente verdaderos o falsos sin tener en cuenta lógicamente deseos o
intenciones. Tenemos dos formas de ser subjetivista. Por una lado una que dice que esos juicios
tienen por objeto de análisis las emociones o actitudes. Por otro se puede negar que dicho juiciso
sean verdaderos o falsos en tanto que son órdenes o expresiones “de actitudes camufladas”. Es el
caso de la moral en la ética, donde diríamos que los juicios morales son expresiones, positivas o
negativas, de nuestras propias actitudes. Acabamos de definir el emotivismo. En el segundo tipo
también encontramos el prescriptivismo, que entiende los juicios morales como órdenes pues se
establece en base a ellos qué se debe hacer y qué no (1951:915).

En otro orden de cosas el subjetivismo no necesita de la ética, bajo la óptica de la racionalidad


epistémica. En este caso diríamos que la concepción subjetiva de la ética condiciona en función de
las preferencias del sujeto qué proposiciones son verdaderas y cuáles falsas. En una concepción
análoga diremos que los fenomenalistas son defensores de una descripción subjetiva de lo dicho en
una dimensión material que es filtrada por una visión más compleja – esta modifica inevitablemente
la percepción de las mismas debido a nuestras experiencias–. (914-915)

INTERSUBJETIVIDAD

Según la Real Academia Española este término se define como lo que tiene lugar en la
comunicación intelectual o afectiva entre sujetos (adj., def. 1). Conformado por raíces latinas se
define como “que comunica entre dos o más sujetos” (Etimología de Chile, def. 1). Es inevitable
hablar de intersubjetividad y que salga el nombre del francés Maurice Merleau-Ponty. El pensador
fue –junto al pensador también francés Sartre– el encargado de introducir en su país el método
fenomenológico que como sabemos tiene su máximo representante en Husserl.

La noción de la intersubjetividad nace con el idealismo alemán y surge con una necesidad de
fundamentar social y ontológicamente al otro sujeto. Aunque es como decimos el pensador alemán
quien le otorga un significado más amplio y sistemático. Por eso el concepto de intersubjetividad
puede ser utilizado en el campo de la psicología, las ciencias, etc. En la filosofía de 1905 se
comienza a afianzar la visión fenomenológica husserliana que necesita de la reducción para llegar a
su meta. En esta hay una convención entre el objetivismo, la subjetividad y el supuesto del en sí,
hay un límite que no se alcanza si no es a través de la intersubjetividad. Lo que Merleau-Ponty
otorga a la filosofía es la relación sujeto-objeto como diferenciación, no de realidad sino
simplemente de una “única y masiva adhesión al Ser que es la carne”. Entendamos el ser en este
ámbito como naturaleza. Mediante esta idea el francés fue capaz de vencer el solipsismo moderno,
creía que había encontrado la base para una intersubjetividad genuina. Digamos que esta se entiende
como una “intercorporeidad”. (1951: 666-667)

Por otro lado resulta de nuestro interés la concepción de la obra entera de Merleau-Ponty
que,ha sido considerada como un todo aun siendo muy fragmentaria. Precisamente este ha sido un
discurso que ha suscitado la controversia. De hecho a día de hoy no podría afirmarse que su
pensamiento se haya solidificado al nivel de poder formarse una escuela que estudie y difunda su
obra y su concepción del mundo. Bien esto no quiere decir que su figura no haya tenido
trascendencia, es más su persona ha sido fundamental para la posterior formación filosófica de
grandes pensadores como Foucault o Derrida. Se extiende más por territorios alemanes, ingleses y
más especialmente en la zona estadounidense. Lo que lo ha hecho pasar a la historia es su actitud
interrogante –zetetic– ante las cuestiones filosóficas de tono existencial. (667)
OBJETIVIDAD

Corominas recoge en la entrada de óbito, tomado del latín obitus, derivado de “obire” que
significa fallecer y este a su vez de ir(se). Junto al elenco de derivados donde encontramos también
el término en cuestión hallamos: objeción, objeto, abyecto, oblación u ofrecer, entre otros
(1978:419). Referida también al término en el diccionario de Ferrater Mora la raíz obiectum quo, de
la voz latina que significa “objeto por el que” y que en ámbitos medievales y escolásticos asumía el
sentido de “objeto por el que se conoce a un objeto” (1951:720). Esta ha de concebirse como
contraposición al objeto conocido –obiectum quod–. La presencia religiosa logra aquí una relación
entre todo objeto reconocido y nombrado por el hombre –somos seres receptivos en tanto que
necesitamos de los conceptos para tener conocimiento– y el el Dios que es un ser productivo que
crea lo que conoce. (1951:720)

En el plano filosófico, como venimos generalmente haciendo, extraído de Ferrater Mora


recurrimos a la entrada del objetivismo ético. Según esta perspectiva los propósitos más
fundamentales de la ética existen en un modo real y objetivo –traduzcamos aquí por
indiscutiblemente– de tal forma que los enunciados éticos compuestos por las mismas palabras,
aunque sean pronunciados por diferentes personas son lo mismo, admiten los mismos hechos. Por
tanto que un hecho sea objetivo equivale a este se produzca. Esto se podría vincular a la concepción
utilizada en el S. XVII que ahora entenderíamos por status. En contraposición con ello un hecho o
la mera existencia de algo es subjetivo solo si existe. Aunque suene paradójico tiene sentido: un
hecho se da intersubjetivamente si su reconocimiento está vinculado a los sujetos pensantes. O sea,
que existe cuando se piensa en ello al margen de que pueda existir independientemente de ello.
(1951:720)

Ahora bien este objetivismo puede ser de dos tipos, a saber naturalista o no naturalista. El
primero concibe como fruto de la introspección y la inferencia científica los valores y deberes que
de esta forma adquieren la etiqueta de fenómeno natural. El segundo por otro lado –que no quiere
que se le relacione con el concepto acuñado a Moore “falacia naturalista”– toma los valores u
obligaciones existen sin tener en cuenta cualquier hecho ordinario detectable con cualquiera de los
métodos especificados anteriormente u otros, sino que tiene su lugar en el mundo debido a la
relación entre la intuición ética y los fenómenos naturales. (720)
BLOQUE II

Ficción verbal y verosimilitud

Para comprender el concepto de ficción verbal primero hemos de ver qué es y cómo funciona
la concepción de la verosimilitud. Pero antes de nada veamos de dónde provienen estas palabras.
Ficción, que a su vez procede del verbo fingir tiene su etimologia en la voz latina fingere que se
traduce como heñir, amasar o como modelar, representar. Entre los derivados de esta encontramos
uno interesante: el de finta como 'amago de un golpe' que en la primera mitad del siglo XVIII su uso
se vuelve muy reiterado (Corominas, 1978:274).
Se ha mantenido hasta la actualidad aunque significado se ha modulado y hoy la fórmula “far
finta [di qlc.]” significa fingir. Se ha trasladado el sentido del amago como algo que se hace como
pretensión pero no se llega a realizar como fingimiento. Para que sea coherente el proceso hasta
llegar a la idea de ficción hemos de entender la conexión entre este fingimiento y el concepto actual
de ficción donde a través de varios medios –en este caso proponemos la de tipo verbal por tanto la
capacidad de hacer verosímil, que no quiere decir que sea real, aquello de lo que hablamos–.

La voz etimológica de verosimilitud viene de “vernáculo”, término procedente del latín


recuperado en el S. XIX. Se traduce como indígena o nacido en casa del dueño (Corominas, 1987).
Sin embargo esta palabra con connotaciones filosóficas se introduce en los sesenta gracias a Popper
que explica una idea que consiste en poner una teoría por delante de otra en base a la cercanía que
tenga con la verdad. Tenemos también en la década sucesiva la aportación de este término por
Graham Oddie o de Niiniluoto. Por último vemos la verosimilitud en un sentido epistémico como
manera de evaluación racional del grado de cercanía de la verdad dependiendo de la información
disponible para llegar a ella. (Ferrater, 1951:1012)

Géneros y subgéneros literarios y dramáticos

Lo primero que hemos de aclarar es la confusión que ha existido a lo largo del tiempo en lo
concerniente al propio término “género” en el campo teatral. Pavis expone que hablamos de género
dramático o teatral, género de la tragedia o de la comedia o del género de la comedia de costumbres
pero esto no es correcto. Este error que abarca más de la cuenta se debe a la multitud de criterios
que han logrado desorganizar los modelos que pueden ser definidos con claridad. Estos no suelen
ser eminentemente literarios, cosa que explicaría la equivocación. El problema tiene dos causas
fundamentales: la histórica y la estructural. La solución parece estar entre la tragedia y la comedia,
aunque luego existan medias tintas como una tragedia de final optimista (Corneille) o la tragedia
doméstica que se consolida por un momento y aborda con seriedad los temas cotidianos que se
abordarían en la comedia (Diderot). De lo que prescinde esta sin embargo es de la forma estética,
tengamos en cuenta que deja atrás los dos fuertes del género, es decir, lo cómico y lo trágico. Es así
como pierda toda su vitalidad. (Pavis, 1998:239)

Nuevas formas literarias y teatrales

Sin embargo estamos tratando visiones que quedan obsoletas frente a las nuevas fórmulas
dramáticas. Si nos proponemos localizar la funciónque a día de hoy determina qué obras pertecen al
género, hablaríamos del grado de verosimilitud. Quizá podríamos hacer una recapitulación de lo
que consideramos el nuevo abanico de obras dramáticas actuales. Nombraríamos por supuesto la
tragedia, el que probablemente sea el subgénero más tradicional que suele narrar historias de
carácter mitológico protagonizado por héroes y semihéroes. El final de estas es por tendencia
fatídico. En el otro extremo hallamos la ya mentada comedia, cuya base es el humor y cuyo fin
eminentemente lúdico pretende entretener al espectador. Hermanado a la tragedia encontraríamos el
drama. Este es digamos un propósito de mostrar el lado más cruel de la realidad a través de la
cotidianidad –puede tener un tono humorístico pero es en realidad una sátira de verdaderos retratos
de la sociedad, ya sea en un plano individual o colectivo–. Y si hacemos una combinación de estos
dos, tenemos la tragicomedia. Seguidamente tenemos los musicales cuya base es la parte cantada y
bailada alternada con interpretación. Continuando en esta línea hay también otro subgénero basado
en esta arbitrariedad de música, canto e interpretación. Digamos que este es en realidad el origen: la
ópera. En últimas se ha considerado el monólogo uno de los subgéneros recientemente añadidos.
Por regla general un actor o actriz –sea en un tono dramático o humorístico– interpreta un discurso
que suele ser una pequeña reflexión.
Poiesis, poesía y poética

POESIS | POESÍA

Los tres términos responden al origen etimológico, una vez más expuesto por Corominas, de
la palabra de raíz latina “poeta”. Del griego poetes, en términos generales se define como autor
literario también vinculado a la noción de “creador, hacedor” (1978:465). La idea de la poiesis
viculada a la creación, retrata el ente de la poético como potencia creadora. Y es que de hecho en
griego se traduce como producción, según Ferrater Mora “conducta orientada a un fin externo”.
Bajo la perspectiva aristotélica contemplamos una relación de contrarios donde posiciona en un
extremo la poiesis y en otro la praxis, reconocida como acción. Junto a esta imagen de la poeisis
como potencia creadora eminentemente implicada con las artes tenemos otra noción que es también
inherente a ella, la kinesis (proceso). Es conveniente aclarar, sin embargo, que para el pensador
griego no concibe como poeisis el conocimiento que supone una verdad por ende las artes a las que
nos referimos son aquellas que no concebimos como pertenecientes al ejercicio de las virtudes.
(1951:773)

Es interesante contrastar la visión general del término poesía propuesto por la Real Academia
Española, que viene a ser la manifestación de la belleza o del sentimiento estético utilizando como
medio la palabra, bien en prosa, bien en verso (Real Academia Española, s.f., def. 1). No obstante
no se limita solo a esto, también es el nombre de uno de los géneros literarios de la triada junto a la
narrativa y el teatro, nomenclaturas que en un primer momento recibieron el nombre de poesía
épica, lírica y dramática. La acepción descrita al inicio del párrafo se contrapone con la sexta si bien
es verdad que también expone esta tendencia hacia lo estético, este lirismo cuya meta es un hondo
sentimiento de belleza; en lo que se diferencian es en que esta prescinde del lenguaje como medio
hacia la belleza meta (def. 6).

El poema es un tipo de composición de carácter poético normalmente escrito en verso aunque


existen obras en prosa –conocida como prosa poética–. Obviando lo ya comentado acerca de los
géneros literarios hemos de admitir el uso generalizado que designa a los ejemplos líricos, como ya
sabemos promovidos por la subjetividad y los problemas humanos universales. La composición
poética sigue por regla general los patrones del ritmo y la métrica. En el caso de la prosa poética no
hay versos medidos pero sí una cierta estructuración convenida por la sintaxis y la semántica.
(Beristáin, 1995:395)
POÉTICA

Del diccionario de Teatro extraemos varias ideas en torno al concepto de poética. Como es
lógico estas tienen como objeto reflejar qué aplicaciones toma este término en el ámbito teatral. Por
un lado tenemos el poema dramático, la composición destinada a la representación reinante en los
siglos XVII y XVIII en Francia. El uso de “poema” rebate el carácter peyorativo de la imagen del
espectáculo entonces. La diferencia con este es que el poema dramático es autosuficente no tiene la
obligación ni la necesidad de ser representado en escena. La época clásica desune la percepción de
la obra representada como espectáculo y la del texto como objeto literario. La escenificación de la
obra en cuestión no puede prescindir de los elementos clave: las reglas de la dramaturgia –por las
cuales el espectador entiende qué está viendo–, la retórica y la puesta en escena. (1998:367)

En cuanto a la poética teatral, diremos que es un concepto referido aristotélico –conocido


también por poéticas o artes poéticas– cuya función es la recopilación de reglas y pautas que han de
seguirse para conformar una obra teatral adecuada. Entendamos por adecuada la que se adapta a las
exigencias de cierto público y que resulta verosímil. La que se toma como modelo es la de
Aristóteles. (368-369)
BIBLIOGRAFÍA

— Beristáin, H. (1995). Diccionario de retórica y poética. (7ª ed.) México: Editorial Porrúa.

— Corominas, J.(1987). Análisis. Breve Diccionario etimológico de la Lengua Castellana (3 ed.).


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(adj.) Intersubjetivo. Recuperado el 21/02/2022, de http://etimologias.dechile.net/

— Ferrater Mora, J. (1951): Diccionario de Filosofía. Tomo I A-K. (5ª ed.). Editorial
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