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Manual Misión Provincial 2019 Parrq. San Juan Bautista Jalupa
Manual Misión Provincial 2019 Parrq. San Juan Bautista Jalupa
Manual Misión Provincial 2019 Parrq. San Juan Bautista Jalupa
1
OBJETIVO
MISIONES PROVINCIALES 2019
Primera Parte
Artículos sobre la Comunión Eclesial
Segunda Parte
Mensajes del Papa Francisco sobre la Iglesia
1. El aire de la Iglesia
2. El agua que corre en la Iglesia
3. Para qué se va al templo
4. Entre Cristo y la iglesia ninguna dicotomía
5. Cristianos sin maquillaje
6. La comunidad cristiana en tres pinceladas
7. Quien tiene sitio en la Iglesia
8. ¿Cristianos? Sí, pero...
9. Un encuentro para cada uno
10. La unidad no se hace con pegamento
11. ¿A qué grupo pertenecemos?
12. Huérfanos o discípulos
13. La Iglesia no es de los tibios
14. Dio a luz la Iglesia
15. Como una Familia
Tercera Parte
Catequesis sobre los Sacramentos
1. Sacramentos
2. Bautismo
3. Confirmación
4. Eucaristía
5. Matrimonio
Tercera Parte
Temas sobre el KERIGMA
Cuarta Parte
Temas Misioneros Juveniles
Pasos a seguir:
1-. Elección del sector o zona de misión.
2-. Mapeo del sector o zona.
3-. Aviso e invitación a las personas del sector o zona.
4-. Encuentros preparatorios para los misioneros.
5-. Envío de los misioneros.
Ejemplo:
Invitación a la Misión Parroquial ―Nueva Evangelización Diocesana‖.
Es Jesús quien nos dice a cada uno y a cada una: Mira que estoy a la puerta
llamando. Si uno escucha mi llamada y abre la puerta, entraré en su casa y cenaré
con él y él conmigo (Apocalipsis 3, 20). Por eso, les invito a abrir de par en par su
corazón a Cristo, ya que Él no nos quita nada, al contrario, nos lo da todo. Sólo Él
es el Camino que nos conduce a la Verdad y nos da Vida plena. Les espero a
todos y todas con su familia para que vivamos juntos estos días de gracia y
bendición.
Cada parroquia invitará a todos los fieles a buscar espacios de diálogo y acogida
que continúen con su Formación del Itinerario Cristiano para la madurez de la fe.
Liturgia de la Palabra;
· monición a la primera lectura
· Salmo
· monición a la segunda lectura
· monición a la presentación de los discípulos misioneros
Pónganse en pie los que van a ser enviados a anunciar el Kerigma a las casas de
muestra Parroquia.
Conforme se llaman por nombre se ponen en pie y dicen (en el caso de tratarse de
muchos, se pueden llamar por sector o zona de misión, se ponen de pie y a una
voz dicen):
Monición al Evangelio.
Canto del Aleluya
Homilía
Credo en preguntas
Te pedimos ahora, Señor, que dirijas tu mirada bondadosa sobre estos servidores
tuyos que, fortalecidos por el signo de la cruz, enviamos como mensajeros de
salvación y de paz. Con el poder de tu brazo, guía Señor sus pasos, fortalécelos
con la fuerza de tu gracia, para que el cansancio no los venza. Que sus palabras
sean eco de las palabras de Cristo para que sus oyentes presten oído al Kerigma.
Dígnate, Padre, infundir en sus corazones el Espíritu Santo para que, hechos todo
para todos, atraigan a muchos hacia ti, que te alaben sin cesar en la Santa Iglesia.
Por Jesucristo, nuestro Señor. Todos: Amén.
Entrega de la cruz:
Se reparten las cruces. Cada discípulo misionero toma su cruz en las manos y la
levanta:
El presidente bendice las cruces diciendo:
Señor, Padre santo, que hiciste de la cruz de tu Hijo fuente de toda bendición y
origen de toda gracia, dígnate bendecir estas cruces y haz que quienes las lleven
a la vista de los hombres se esfuercen por irse transformando a imagen de tu Hijo.
que vive y reina por los siglos de los siglos.
Todos: Amén.
Reciban este signo del amor de Cristo y de nuestra fe; prediquen a Cristo, y éste
crucificado, fuerza de Dios y sabiduría de Dios.
Y luego cada uno besa la cruz y se la coloca. En este momento se canta ―Alma
misionera‖.
Liturgia eucarística
Avisos
Bendición final: * Dios Padre, que en Cristo ha manifestado su verdad y amor, les
haga mensajeros del Evangelio y testigos de su amor en el mundo. R/ Amén. *
Jesús, el Señor, que prometió a su Iglesia que estaría con ella hasta el fin del
mundo, dirija sus pasos y confirme sus palabras. R/ Amén. * El Espíritu del Señor
esté sobre ustedes, para que, recorriendo los caminos del mundo, puedan
anunciar el Evangelio a los pobres y sanar los corazones desgarrados. R/ Amén.
- LA COMUNIÓN
ECLESIAL-
Sin embargo, la expresión ―los creyentes vivían unidos‖ continúa viva, no sólo en
el libro de los Hechos, sino en los verdaderos discípulos de Cristo. ―Vivir unidos‖,
es signo de la bendición divina que produce tantos y tan buenos resultados en las
familias y en el pueblo, como signo distintivo de su identidad ―para que el mundo
crea‖ (Jn 17, 21) y la sociedad se pueda realizar en paz y armonía.
―Si dos de ustedes se ponen de acuerdo para pedir algo, mi Padre que está en el
cielo se lo concederá. Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí
estoy yo en medio de ellos‖ (Mt 18,19-20).
En el capítulo 17 nos presenta los hechos realizados por Jesús la tarde anterior a
su pasión: lava los pies a sus discípulos, ora por ellos para que sean UNO como lo
son el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo y cumple lo que les había prometido: la
institución de la Eucaristía, el Pan de vida. ―El que coma de este pan permanece
en mí y yo en él‖ (Jn 6, 56).
Espiritualidad de comunión
―La comunión es la manifestación del amor que surge del corazón del Padre y se
derrama en nosotros a través del Espíritu de Jesús resucitado‖ (cf. Rom 5,5); la
comunión hace de nosotros ―un solo corazón y una sola alma‖ (Hech 4,32)‖. La
―Como tu, Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para
que el mundo crea que tú me enviaste‖ (Jn 17,21).
El camino de la comunidad pasa siempre cerca del hermano y sus necesidades. El
catequista que hace de su vida un ―servicio‖, una diaconía, es el más grande en el
Reino de Dios. No se trata de una actitud servil, sino del amor que conlleva
preocupación, interés vigilante y atención solícita por el bien físico y espiritual de
los demás. Se trata de servir al hermano en todas las circunstancias, así me caiga
bien o mal. El discípulo de Jesús integra a los excluidos, está al lado de los
pobres, de los marginados, comparte con cariño sus problemas, recibe a los
necesitados (ver Mc 1,40-45). De igual manera, la comunidad cristiana debe estar
abierta para recibir al hermano o a la hermana ignorantes de Dios, al enfermo o al
anciano.
http://espac.org.co/wp-content/uploads/2013/11/KOINONIA-O-COMUNIDAD-CRISTIANA.pdf
1. Es el lema escogido este año para la "Semana de Oración por la unidad de los
cristianos" que se está celebrando en todo el mundo. La anual "Semana de
Oración" implica cada vez más a los cristianos: católicos, ortodoxos, anglicanos y
protestantes se reúnen en asambleas comunes para invocar el perdón por el
pecado de la división, y el don de la unidad. Esta celebración común resulta
espiritualmente dinámica; anima desde dentro el movimiento hacia la unidad; lo
sostiene en los momentos difíciles; lo mantiene constantemente orientado al justo
fin. El tema elegido para este año pide que nos fijemos en la raíz última de la
unidad eclesial: la unión en Cristo.
A los primeros cristianos de Corinto, afligidos por divisiones internas, San Pablo,
en su segunda Carta, recuerda con fuerza que lo viejo ha pasado. Y lo viejo es: el
odio, el antagonismo, las divisiones, el pecado. Pablo también les recuerda que ha
nacido lo nuevo: la reconciliación, la caridad, la solidaridad, la unidad. Y añade
una frase lapidaria y densa: "El que es de Cristo se ha hecho una criatura
nueva” (2 Cor, 5, 17).
Desde las perspectivas surgidas del encuentro de Asís, la oración por la unidad de
los cristianos puede recibir un nuevo impulso y un reforzado compromiso.
4. Para desarrollar en nuestro tiempo el ministerio de la reconciliación (2 Cor 5, 18)
hace falta estar plenamente reconciliados con Dios y con el prójimo, y antes que
nada con los que compartimos la fe en el Dios Trino y estamos unidos por el único
bautismo.
Concluimos estas reflexiones, dirigiendo a Dios nuestra oración por todos nuestros
hermanos en la fe:
Oh Dios, que por medio del agua y del Espíritu Santo, nos has hecho renacer a la
vida eterna en la nueva creación, continua, con tu bondad, derramando tus
bendiciones a tus hijos y a tus hijas; mantennos siempre y en todas partes
miembros fieles de tu pueblo, unidos por un bautismo común, y confesando juntos
la única fe heredada de los Apóstoles, para que demos testimonio en un mundo
dividido y busquemos la unidad plena que Cristo quiso para su Iglesia.
Él es Dios, y vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo por todos los
siglos de los siglos. Amén.
https://es.catholic.net/op/articulos/17242/cat/684/la-union-con-cristo-y-la-unidad-eclesial.html#modal
Por medio de las pequeñas comunidades nos encontramos con nosotros mismos,
con los demás y con la realidad de nuestras vidas. Nos ayudan a descubrir
quiénes somos en éste país.
¿Quiénes pertenecen?
Ahí crece la calidad humana a la vez que la calidad de vida. Ahí encontramos un
balance, sintiéndonos queridos, útiles con sentido de pertenencia, y esto nos da
estabilidad emocional. El crecimiento espiritual ocurre cuando estudiamos el
Evangelio para conocer más a Jesús y desarrollar una relación más íntima con El,
al mismo tiempo que lo aplicamos a la vida diaria, respetando a nuestros
semejantes y al medio ambiente.
http://es.catholic.net/op/articulos/13333/la-pequena-comunidad.html#modal
Pero sí tuvo voluntad directa de reunir un grupo, que contara a toda la tierra: ―lo
que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que contemplamos y
tocaron nuestras manso acerca del Verbo de la vida‖ ( 1, Jn, 1-1). Y este grupo se
inició con Los Doce y otros más, a quienes Jesús escogió, llamó, preparó y envió.
La razón numérica de Los Doce, tiene que ver con toda la historia de Israel. Desde
la reconquista de la Tierra Prometida, aquel pueblo peregrino se organizó
geográfica, social y religiosamente en torno a las doce tribus, nacidas de los hijos
de Jacob.
Llegada la plenitud de los tiempos, cuando Dios habló al pueblo por medio de su
Hijo (Hb 1, 1-3), quiso el Maestro significar que empezaba una época nueva, una
Nueva Alianza. De allí el llamado a doce hombres, sobre los cuales iba a
fundamentarse toda la Iglesia. Los apóstoles tuvieron conciencia de esto, de tal
modo que cuando Judas se fue a su lugar, como dice san Pedro, (Hch 1,25)
decidieron completar el grupo y echando suertes entre José apellidado El Justo y
Matías, salió éste elegido ( Hch 1, 15-26).
2) El término Misión
De Los Doce escogidos por el Señor, once provenían del norte de la provincia de
Galilea. Solamente el Iscariote venía de Judea. Eran los galileos gentes buenas,
muy conservadores en política. De ahí los grupos de celotes armados contra la
invasión romana, muchos de ellos nacidos en aquella región. En lo religioso eran,
por lo contrario, abiertos. Su comarca había merecido el nombre de Galilea de los
gentiles, como anota san Mateo (4,15). En parte por la apertura de sus habitantes
hacia los vecinos del norte, como Tiro y Sidón. En parte por su cercanía a las
ciudades gentiles próximas a próximas al Genesaret.
Desde esa mentalidad era lógico que, luego de la resurrección, los apóstoles
guiados por Pedro, recelaran de cuantos venían de la gentilidad. Por lo tanto, a
quienes aceptaban a Jesús, los obligaban a ciertos ritos judíos antes de
integrarlos a la Iglesia.
En este momento es llamado por Dios Pablo de Tarso, judío piadoso, pero a la vez
ciudadano romano. Nacido en Tarso de Cilicia, actualmente Turquía, pero formado
a los pies del gran rabio Gamaliel en Jerusalén, e integrante además del grupo de
los fariseos.
Leemos también en Los Hechos (2, 14-41), que luego de aquel discurso de Pedro,
―los que acogieron su palabra fueron bautizados. Aquel día se les unieron una tres
mil personas‖. Más tarde, el mismo apóstol toma la palabra en el sanedrín, ―y el
número de los creyentes creció hasta cinco mil‖ (Hch 4, 4).
Nacía entonces para la Iglesia una tarea no menos obligante: Acompañar a este
numeroso grupo, hacia una madurez en la fe. Así se explica que los apóstoles
tuvieran necesidad de llamar a siete jóvenes, los llamados diáconos, para el
servicio de la comunidad (Hch 6, 1-7).
Este nuevo programa hacia los ya convertidos no obstaculizó, sin embargo, el
anuncio a quienes no conocían al Señor, lo cual llevó a cabo la primitiva Iglesia
por todo el mundo conocido entonces.
Nace pues la Iglesia con una auténtica vocación Ad Gentes, la cual realiza durante
varios siglos, con la intervención casi visible del Espíritu Santo. Aquel que san
Lucas llama el Espíritu de Jesús, es entonces el gran protagonista de la Misión Ad
gentes. Es Él quien llama, envía, orienta, ordena.
Luego, durante las persecuciones, la Iglesia ese primer anuncio del Señor se hizo
por el testimonio de la sangre. Un himno litúrgico, en la fiesta de los Santos
Inocentes, resalta que aquellos niños predicaron a Cristo, no con sus labios, sino
entregando su vida. Estas son entonces las primeras etapas de la Misión Ad
Gentes, en la historia de la Iglesia: La Misión del Espíritu y la Misión de la Sangre.
Hacia el siglo VI, cuando nace en occidente la vida monástica, son enviados por
los papas los discípulos de san Benito a evangelizar en Irlanda y en el norte de
Llamamos esta etapa la Misión de los Institutos religiosos. Siglos más tarde
enriquecieron a la Iglesia muchas otras familias, entre cuyos variados carismas
estaba también aquel del Primer Anuncio.
Ante una Iglesia que madura misioneramente, han de reconocer el lugar teológico
que le corresponde a la Iglesia Particular, como responsable primordial de la
misión hacia todas las naciones de la tierra.
Nacidas durante el siglo XIX, por el celo de unas seglares en Francia (La
Propagación de la fe, San Pedro Apóstol, La Santa Infancia) y en el siglo XX en
Italia, la Unión Misional del Clero por iniciativa del padre Pablo Manna), fueron
desde su inicio las más eficaces despertadoras de celo en servicio de los no
cristianos.
Hoy también ellas han buscado resituarse frente al despertar misionero de las
Iglesias Particulares. Dependen, a nivel universal de la Congregación para la
Evangelización de los Pueblos y, a nivel local de cada obispo, (RM, 84) y deberían
ser ellas las mejores animadores del pueblo de Dios en cuanto a la Misión Ad
Gentes, a las vocaciones misioneras ad vitam, sin quedarse como
superestructuras aisladas, en la vida de las diócesis.
Hasta el presente, parece que nos hubiéramos dividido aquellos tres compromisos
evangelizadores que nacen del mandato de Cristo:
Pero desde una auténtica teología, es necesario volver a la Iglesia de Los Hechos ,
donde cada uno de quienes recibían el bautismo sentía la necesidad de anunciar
aquí y más allá el mensaje de Jesús. Podemos leer el capítulo 16 de la carta a los
Romanos. San Pablo se refiere allí a veintisiete personas: Jóvenes y adultos,
hombres y mujeres, soldados, esclavos y libres, pobres y ricos, que una vez
conocieron a Jesucristo, se comprometieron con todas sus fuerzas, a compartir su
experiencia con otros hermanos.
Una comunidad que no sea misionera, ha dicho Juan Pablo II, no es ni siquiera
cristiana.
Urge que todos los bautizados identifiquen los grupos humanos que existen a su
alrededor, donde el mensaje de Jesús no ha empezado a transformar las
personas y los grupos. Del mismo modo, conozcan la obra misionera de la Iglesia
en toda la tierra y se responsabilicen con ella por el acompañamiento fraterno, la
oración y la financiación de proyectos.
IV. Así mismo, una comunidad cristiana donde florece el espíritu misionero,
procura por todos los medios despertar, cultivar, preparar, enviar y
acompañar vocaciones específicas para la Misión Ad Gentes, bien sea
dentro de los institutos misioneros, o en equipos propios de cada Iglesia
Local.
Las ventajas de esta experiencia, más allá de las propias fronteras, serían entre
otras:
2) ―Id por todo el mundo‖. Es un mandato que nos proyecta sobre la geografía
del mundo. En un comienzo Jesús había ordenado a sus discípulos no
franquear ciertas fronteras (Mt 10,5). Pero al subir al cielo, los envía a toda
la tierra, el mundo conocido hasta entonces. Luego de las grandes
expediciones de Magallanes, Sebastián de Elcano y Cristóbal Colón, ese
mundo amplió sus dimensiones. Y hoy, por los medios electrónicos, es
posible hacer llegar el mensaje de Cristo a todos los hombres.
5) ―He aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo‖.
Una dimensión escatológica. Mientras avanza por los siglos la historia de la
salvación, el Señor Jesús está presente por su Palabra, por la Eucaristía y
por la comunidad creyente, en todos los rincones del mundo. Toca a
nosotros hacer más viva y consciente esa presencia.
http://es.catholic.net/op/articulos/8891/la-comunidad-cristiana-responsable-de-la-
mision.html#modal
226. […] Nuestros fieles buscan comunidades cristianas, en donde sean acogidos
fraternalmente y se sientan valorados, visibles y eclesialmente incluidos. Es
necesario que nuestros fieles se sientan realmente miembros de una comunidad
eclesial y corresponsable en su desarrollo. Eso permitirá un mayor compromiso y
entrega en y por la Iglesia.
278. No puede haber vida cristiana sino en comunidad: en las familias, las
parroquias, las comunidades de vida consagrada, las comunidades de base, otras
pequeñas comunidades y movimientos. Como los primeros cristianos, que se
reunían en comunidad, el discípulo participa en la vida de la Iglesia y en el
encuentro con los hermanos, viviendo el amor de Cristo en la vida fraterna
solidaria. También es acompañado y estimulado por la comunidad y sus pastores
para madurar en la vida del Espíritu.
Familia
Para que la familia sea ―escuela de la fe‖ y pueda ayudar a los padres a ser los
primeros catequistas de sus hijos, la pastoral familiar debe ofrecer espacios
formativos, materiales catequéticos, momentos celebrativos, que le permitan
cumplir su misión educativa. La familia está llamada a introducir a los hijos en el
camino de la iniciación cristiana [...]
Parroquia
304. […] Las Parroquias son células vivas de la Iglesia y lugares privilegiados en
los que la mayoría de los fieles tienen una experiencia concreta de Cristo y de su
Iglesia. Encierran una inagotable riqueza comunitaria porque en ellas se encuentra
una inmensa variedad de situaciones, de edades, de tareas. Sobre todo hoy,
cuando la crisis de la vida familiar afecta a tantos niños y jóvenes, las parroquias
brindan un espacio comunitario para formarse en la fe y crecer c omunitariamente.
306. Si queremos que las Parroquias sean centros de irradiación misionera en sus
propios territorios, deben ser también lugares de formación permanente.
174. Los mejores esfuerzos de las parroquias en este inicio del tercer milenio
deben estar en la convocatoria y en la formación de laicos misioneros. Solamente
a través de la multiplicación de ellos podremos llegar a responder a las exigencias
misioneras del momento actual.
176. […] La inmensa mayoría de los católicos de nuestro continente viven bajo el
flagelo de la pobreza. Esta tiene diversas expresiones: económica, física,
espiritual, moral, etc. […] Cada parroquia debe llegar a concretar en signos
solidarios su compromiso social en los diversos medios en que ella se mueve, con
toda ―la imaginación de la caridad‖. […]
Comunidades pequeñas
Movimientos eclesiales
311. Los nuevos movimientos y comunidades son un don del Espíritu Santo para
la Iglesia. En ellos, los fieles encuentran la posibilidad de formarse cristianamente,
crecer y comprometerse apostólicamente hasta ser verdaderos discípulos
misioneros. [...] Convendría animar a algunos movimientos y asociaciones que
muestran hoy cierto cansancio o debilidad e invitarlos a renovar su carisma
original, que no deja de enriquecer la diversidad con que el Espíritu se manifiesta y
actúa en el pueblo cristiano.
313. Para aprovechar mejor los carismas y servicios de los movimientos eclesiales
en el campo de la formación de los laicos deseamos respetar sus carismas y su
originalidad, procurando que se integren más plenamente a la estructura originaria
que se da en la diócesis. A la vez, es necesario que la comunidad diocesana acoja
la riqueza espiritual y apostólica de los movimientos. [...] Conviene prestar especial
acogida y valorización a aquellos movimientos eclesiales que han pasado ya por el
reconocimiento y discernimiento de la Santa Sede, considerados como dones y
bienes para la Iglesia universal.
336. Por lo tanto, la meta de la escuela católica se propone respecto de los niños y
jóvenes, es la de conducir al encuentro con Jesucristo vivo, [...] Lo hace
colaborando en la construcción de la personalidad de los alumnos, teniendo a
Cristo como referencia en el plano de la mentalidad y la vida. [...] Como
consecuencia, maduran y resultan connaturales las actitudes humanas que llevan
a abrirse sinceramente a la verdad, a respetar y amar a las personas, a expresar
su propia libertad en la donación de sí y en el servicio a los demás para la
transformación de la sociedad.
Universidades católicas
https://es.catholic.net/op/articulos/23458/cat/789/aprendamos-a-formar-
comunidad.html#modal
Fuente:
Carta Apostólica Mane Nobiscum Domine, Juan Pablo II, 2004.
(http://elsacramentodelaeucaristia.blogspot.com/2014/10/eucaristia-y-comunion-
eclesial.html)
El mensaje del Papa Benedicto XVI para la 84° Jornada Misionera Mundial que
este año se celebra el domingo 24 de octubre bajo el lema: "La construcción de
la comunión eclesial es la clave de la misión".
"Sólo a partir del encuentro con el Amor de Dios, que cambia la existencia –afirma
el Papa– podemos vivir en comunión con Él y entre nosotros. Y ofrecer a los
hermanos un testimonio creíble. Una fe adulta, capaz de confiar totalmente en
Dios con postura filial, nutrida por la oración y el estudio de la verdad de la fe, es
condición para poder promover un humanismo, fundado sobre el Evangelio de
Jesús".
Benedicto XVI explica luego que es "el Padre, quien nos llama a ser hijos amados
en su Hijo, el Amado, y a reconocernos todos hermanos en Él, don de salvación
para la humanidad dividida por la discordia y el pecado".
"En una sociedad multiétnica en la que cada vez más hay formas de soledad y de
indiferencia preocupantes, los cristianos deben aprender a ofrecer signos de
esperanza y de hermandad, cultivando los grandes ideales que transforman la
historia", dice el Santo Padre.
Como los peregrinos griegos de hace dos mil años, también los hombres de
nuestro tiempo, piden a los creyentes no sólo hablar de Jesús, sino "hacer ver a
Jesús", hacer resplandecer su rostro Redentor, ante las generaciones del nuevo
milenio. Y especialmente ante los jóvenes de todos los continentes destinatarios
privilegiados y sujetos del anuncio evangélico.
"Una conciencia –indica el Papa– que nos alimenta a través de la obra de los
sacerdotes fidei donum, los consagrados, los catequistas, los laicos misioneros en
una búsqueda constante de promover la comunión eclesial.
"Tiene que ser comunicado a todos". Es por ello "que la Eucaristía no es sólo
fuente y culmen de la vida de la Iglesia, sino también de su misión: una Iglesia
auténticamente eucarística es una Iglesia misionera".
https://www.aciprensa.com/noticias/construccion-de-comunion-eclesial-es-clave-para-la-mision-
recuerda-benedicto-xvi
- LA IGLESIA-
Los episodios de referencia proceden del libro de Zacarías (8, 1-8) —con la
profecía de las calles de Jerusalén que se llenarán de ancianos apoyados en el
bastón, para manifestar el valor de su longevidad, junto a jóvenes que juegan
felices, para mostrar la alegría del pueblo de Dios— y del pasaje del Evangelio de
Lucas (9, 46-50) que narra la disputa surgida entre los apóstoles sobre quién era
el más grande entre ellos.
En los dos pasajes el Pontífice ve una especie de discusión, o mejor, un
intercambio de opiniones sobre la organización de la Iglesia. Pero —recordó — «al
Señor le gusta sorprender» y así «desplaza el centro de la discusión»: toma a un
niño a su lado y dice: «El que acoge a este niño en mi nombre, me acoge a mí. El
más pequeño de vosotros es el más importante». Y los discípulos no entendían.
Los discípulos querían naturalmente «que la Iglesia fuera adelante sin problemas.
Pero esto —advirtió el Pontífice— puede convertirse en una tentación para la
http://w2.vatican.va/content/francesco/es/cotidie/2013/documents/papa-
francesco_20130930_aire-iglesia.html
Es necesario rezar para que la Iglesia pueda siempre hacer correr el agua de la gracia,
esté siempre fundada en Cristo y le sea fiel, y sus miembros se dejen convertir cada día
por Jesús. Lo recomendó el Papa Francisco a los fieles que participaron en la misa
celebrada el sábado 9 de noviembre.
De la primera lectura (Ezequiel, 47, 1-2.8-9.12) y del Salmo 45, la imagen del río que
brota del Templo y que alegra a la ciudad de Dios, figura de la gracia que sostiene y
alimenta la vida de la Iglesia. De la segunda lectura (I Corintios, 3, 9-11.16-17), la imagen
de la piedra, que es Jesucristo, fundamento sobre quien está construida la Iglesia. Del
Evangelio de la purificación del Templo (Juan, 2, 13-22), la imagen de la reforma de la
Iglesia: Ecclesia semper reformanda, la Iglesia siempre tiene necesidad de renovarse
porque sus miembros son pecadores y tienen necesidad de conversión.
http://w2.vatican.va/content/francesco/es/cotidie/2013/documents/papa-
francesco_20131109_agua-iglesia.html
Para el Papa Francisco el mensaje de fondo «es muy importante: el templo como
un lugar de referencia de la comunidad, lugar de referencia del pueblo de Dios». Y
en esta perspectiva el Pontífice hizo también revivir «el itinerario del templo en la
historia», que «comienza con el arca; luego Salomón realiza su construcción;
después llega a ser templo vivo: Jesucristo el templo. Y terminará en la gloria, en
la Jerusalén celestial».
«Consagrar de nuevo el templo para que se le dé gloria a Dios» es por
consiguiente el sentido esencial del gesto de Judas Macabeo, precisamente
porque «el templo es el lugar donde la comunidad va a orar, a alabar al Señor, a
dar gracias, pero sobre todo a adorar». En efecto, «en el templo se adora al
Señor. Este es el punto más importante» ratificó el Papa. Y esta verdad es válida
para todo templo y para toda ceremonia litúrgica, donde lo que «es más
importante es la adoración» y no «los cantos y los ritos», por bellos que sean.
«Toda la comunidad reunida —explicó— mira al altar donde se celebra el sacrificio
y adora. Pero creo, humildemente lo digo, que nosotros los cristianos tal vez
hemos perdido un poco el sentido de la adoración. Y pensamos: vamos al templo,
nos reunimos como hermanos, y es bueno, es bello. Pero el centro está allí donde
está Dios. Y nosotros adoramos a Dios».
Además, prosiguió el Pontífice, «san Pablo nos dice que somos templos del
Espíritu Santo: yo soy un templo, el Espíritu de Dios está en mí. Y también nos
dice: no entristezcáis al espíritu del Señor que está dentro de vosotros». En este
caso, precisó, podemos hablar de «una especie de adoración, que es el corazón
que busca al Espíritu del Señor dentro de sí. Y sabe que Dios está dentro de sí,
que el Espíritu Santo está dentro de sí y escucha y le sigue. También nosotros —
afirmó— debemos purificarnos continuamente porque somos pecadores:
purificarnos con la oración, con la penitencia, con el sacramento de la
reconciliación, con la Eucaristía».
Y así, explicó el Santo Padre, «en estos dos templos —el templo material lugar de
adoración y el templo espiritual dentro de mí, donde mora el Espíritu Santo—
nuestra actitud debe de ser la piedad que adora y escucha; que ora y pide perdón;
que alaba al Señor». Y «cuando se habla de la alegría del templo, se habla de
esto: toda la comunidad en adoración, en oración, en acción de gracias, en
alabanza. En oración con el Señor que está dentro de mí, porque soy templo; en
escucha; en disponibilidad».
El Papa concluyó la homilía invitando a orar para que «el Señor nos conceda este
sentido auténtico del templo para poder ir adelante en nuestra vida de adoración y
de escucha de la Palabra de Dios».
http://w2.vatican.va/content/francesco/es/cotidie/2013/documents/papa-
francesco_20131122_templo.html
Le sugirió la reflexión la lectura del salmo 132 (131) que, dijo el Pontífice, «nos
abre la puerta para reflexionar sobre la Palabra de Dios en la liturgia de hoy». Dice
el texto: «Señor, tenle en cuenta a David todos sus afanes». Por lo tanto, explicó
el Papa, he aquí «el rey David como modelo; el rey David como el hombre que
trabajó mucho, que se entregó en gran medida por el reino de Dios».
Un pensamiento que se relaciona con el «pasaje del segundo libro de Samuel (7,
18-19.24-29) que hemos escuchado hoy, continuación del de ayer», destacó el
Santo Padre. El texto relata el pensamiento de David, que reflexiona: «yo vivo en
un palacio, pero el arca del Señor está aún en una tienda: hagamos un templo».
La respuesta del Señor es negativa: «No, tú no, lo hará tu hijo». Y «David acepta,
pero acepta con alegría», presentándose ante Dios y hablándole «como un hijo a
un padre».
David empieza así: «¿Quién soy yo, mi Dueño y Señor, y quién la casa de mi
padre, para que me hayas engrandecido hasta tal punto?». Él, destacó el Papa,
ante todo se pregunta: «¿Quién soy yo?». Recuerda bien haber sido «un joven
pastor de ovejas, como dice en otro pasaje, tomado de entre las ovejas» y que se
convirtió «en rey de Israel». He aquí, entonces, el sentido de la pregunta de David:
«¿Quién soy?».
Una pregunta, afirmó el Pontífice, capaz de revelar que «David tenía precisamente
un sentimiento fuerte de pertenencia al pueblo de Dios». Y esto, dijo, «me hizo
reflexionar: sería hermoso preguntarnos hoy cómo es nuestro signo de
pertenencia a la Iglesia: el sentir con la Iglesia, sentir en la Iglesia». En efecto,
continuó, «el cristiano no es un bautizado que recibe el bautismo y luego sigue
adelante por su camino». No es así, porque «el primer fruto del bautismo es hacer
que pertenezcas a la Iglesia, al pueblo de Dios». Por lo tanto, precisó, «no se
comprende un cristiano sin Iglesia. Por ello, el gran Pablo VI decía que es una
dicotomía absurda amar a Cristo sin la Iglesia; escuchar a Cristo pero no a la
Iglesia; estar con Cristo al margen de la Iglesia. Es una dicotomía absurda».
En efecto, añadió el Papa Francisco, «el mensaje evangélico lo recibimos en la
Iglesia y nuestra santidad la hacemos en la Iglesia. Nuestro camino está en la
Iglesia». La alternativa, dijo, «es una fantasía» o, como decía Pablo VI, «una
dicotomía absurda».
El Pontífice profundizó luego el significado «de este sentir con la Iglesia. En latín
se dice sensus Ecclesiae: es precisamente sentir, pensar y querer dentro de la
Iglesia». Y «reflexionando en este pasaje de David, sobre la pertenencia al pueblo
http://w2.vatican.va/content/francesco/es/cotidie/2014/documents/papa-
francesco_20140130_cristo-iglesia.html
El cristiano que piensa que puede salvarse por sí solo «es un hipócrita», un
«cristiano maquillado». La Cuaresma es el tiempo propicio para cambiar de vida y
acercarse a Jesús pidiendo perdón, arrepentidos y dispuestos a testimoniar su luz
ocupándose de los necesitados. Una nueva reflexión cuaresmal propuso el Papa
Francisco el martes 18 de marzo en la misa celebrada en Santa Marta.
«Esto es la Cuaresma —así, en efecto, introdujo la homilía—, es un tiempo para
acercarnos más al Señor». Por lo demás, explicó, lo dice la palabra misma, ya que
Cuaresma significa conversión. Y precisamente con una invitación a la conversión,
destacó refiriéndose al pasaje de Isaías (1, 10.16-20), «comienza la primera
lectura de hoy. El Señor, en efecto, llama a la conversión; y curiosamente llama a
dos ciudades pecadoras», Sodoma y Gomorra, a las que dirige la invitación:
«Convertíos, cambiad de vida, acercaos al Señor». Esta, explicó, «es la invitación
de la Cuaresma: son cuarenta días para acercarnos al Señor, para estar más
cerca de Él. Porque todos nosotros necesitamos cambiar la vida». Y es inútil decir:
«Pero, padre, yo no soy tan pecador...», porque «todos tenemos dentro alguna
cosa y si miramos en nuestra alma encontraremos alguna cosa que no funciona,
todos».
La Cuaresma, por lo tanto, «nos invita a ajustar, a acomodar nuestra vida» indicó
el Pontífice. Es precisamente esto lo que nos permite acercarnos al Señor.
Al respecto, el Papa citó una vez más las palabras de la primera lectura: «Aunque
vuestros pecados sean como escarlata, quedarán blancos como nieve». Y
continuó: «―Yo te cambio el alma‖: esto nos dice Jesús. ¿Y qué nos pide? Que nos
acerquemos. Que nos acerquemos a Él. Dios es Padre; nos espera para
perdonarnos. Y nos da un consejo: ―No seáis como los hipócritas‖». Para
explicarlo, el Papa Francisco luego hizo referencia al pasaje del Evangelio de
Mateo (23, 1-12) poco antes proclamado: «Lo hemos leído en el Evangelio: este
tipo de acercamiento el Señor no lo quiere. Él quiere un acercamiento sincero,
auténtico. En cambio, ¿qué hacen los hipócritas? Se maquillan. Se maquillan de
buenos. Ponen cara de estampa, rezan mirando al cielo, haciéndose ver, se
sienten más justos que los demás, despreciando a los demás». Y presumen de
ser buenos católicos porque tienen conocidos entre bienhechores, obispos y
cardenales.
Por lo tanto, la Cuaresma sirve para «cambiar nuestra vida, para ajustar la vida,
para acercarnos al Señor». Mientras que la hipocresía es «el signo de que
estamos lejos del Señor». El hipócrita «se salva por sí mismo, al menos así
piensa», continuó el Santo Padre. Así, la conclusión: «Que el Señor nos dé a
todos luz y valor: luz para conocer lo que sucede dentro de nosotros y valor para
convertirnos, para acercarnos al Señor. Es hermoso estar cerca del Señor».
http://w2.vatican.va/content/francesco/es/cotidie/2014/documents/papa-
francesco_20140318_cristianos-sin-maquillaje.html
Son las «tres peculiaridades —explicó el Santo Padre— de este pueblo renacido:
la armonía entre ellos, la paz; el testimonio fuerte de la resurrección de Jesucristo
y los pobres». Sin embargo, «no siempre funcionó así», añadió. En efecto, con el
paso del tiempo «llegaron las luchas internas, las luchas doctrinales, las luchas de
poder entre ellos. Incluso en la relación con los pobres surgieron problemas; las
viudas se lamentaban de que no se las atendía bien»: en resumen, no faltaban
dificultades.
Sin embargo, esta imagen muestra cómo deber ser realmente «el modo de vivir de
una comunidad cristiana», de quienes creen en Jesús. Ante todo, destacó el Papa
Francisco, es necesario construir un clima en el que reine «la paz y la armonía.
―Tenía un solo corazón y una sola alma...‖. La paz, una comunidad en paz. Esto
significa —añadió— que en esa comunidad no había espacio para las
murmuraciones, las envidias, las calumnias, las difamaciones», sino sólo para la
paz. Porque «el perdón, el amor, lo cubría todo».
Para calificar a una comunidad cristiana de este modo —especificó el Papa
Francisco— «debemos preguntarnos: ¿cuál es la actitud de los cristianos? ¿Son
mansos, humildes? ¿En esa comunidad hay luchas entre ellos por el poder,
conflictos por la envidia? ¿Se critica? Entonces no van por la senda de
Jesucristo». La paz en una comunidad, en efecto, es una «peculiaridad muy
importante. Tan importante porque el demonio trata de dividirnos, siempre. Es el
padre de la división; con la envidia, divide. Jesús nos hace ver este camino, el
camino de la paz entre nosotros, del amor entre nosotros».
Por último, el Pontífice habló de los pobres y del lugar que ellos ocupan entre
nosotros. Al respecto se debe hacer un examen de conciencia que, precisó, se
puede subdividir en dos partes: «¿Cuál es tu actitud, o la actitud de esta
comunidad hacia los pobres?»; y después, «¿es pobre esta comunidad? ¿Pobre
de corazón y pobre de espíritu? ¿O pone la confianza en las riquezas, en el
poder?».
Como conclusión, el Papa reafirmó las tres características que identifican a una
comunidad cristiana: «Armonía, testimonio, pobreza y estar atentos a los pobres».
Precisamente esto —recordó— es lo que Jesús explicaba a Nicodemo»,
destacando que todo es obra del Espíritu Santo, «el único que puede hacer esto».
Porque «el espíritu construye la Iglesia. El Espíritu construye la unidad; el Espíritu
te impulsa hacia el testimonio; el Espíritu te hace pobre, porque Él es la riqueza; y
lo hace para que tú puedas ocuparte de los pobres. Por ello Jesús dice: «El viento
sopla donde quiere y oyes su voz, pero no sabes de dónde viene y adónde va».
Así es quien ha nacido del Espíritu.
http://w2.vatican.va/content/francesco/es/cotidie/2014/documents/papa-
francesco_20140429_tres-pinceladas.html
En la Iglesia no hay sitio para quien sigue a Jesús sólo por vanidad, por deseo de
poder y por deseo de acumular dinero. Sólo hay sitio para quien lo ama y lo sigue
precisamente porque lo ama.
Ha sido muy claro el Papa Francisco al reafirmar la actitud justa del cristiano que
se pone en camino por la senda del Señor. Y el lunes 5 de mayo, por la mañana,
en la misa que celebró en la capilla de Santa Marta, pidió que nos preguntemos de
qué modo seguimos a Jesús.
El Pontífice partió del pasaje de san Juan (6, 22-29) en el que se dice que la
multitud, que comió gracias al milagro de la multiplicación de los panes y de los
peces realizado por Jesús, al no verlo ya, lo va a buscar «a la otra orilla del mar».
Jesús, dijo el Papa, «llama la atención de la gente sobre algunas actitudes que no
son buenas y, es más, hacen mal».
Después de la multiplicación de los panes «la gente estaba alegre» por lo que
había hecho Jesús, hasta el punto que «querían convertirlo en rey». Pero Él
«huyó, solo. Fue a rezar al monte. Luego, esta gente, que lo seguía con el
corazón, lo amaba, al enterarse que Jesús estaba en la otra orilla, fueron a
buscarlo. Jesús los reprende por esta actitud: ―En verdad os digo: vosotros me
buscáis no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta
saciaros‖». Es como si dijese: «Vosotros me buscáis por un interés». Y «creo —
añadió el Pontífice— que nos hace siempre bien preguntarnos: ¿por qué busco a
Jesús? ¿Por qué sigo a Jesús?».
Esta es una de las cosas que Jesús reprocha. Y del mismo modo reprende a
quien busca el poder. «Algunos siguen a Jesús porque inconscientemente buscan
el poder», explicó el Santo Padre. Y recordó las peticiones de Juan y Santiago, los
hijos de Zebedeo, que querían un sitio de poder cuando llegase el reino prometido.
«En la Iglesia hay trepadores, y son muchos...», comentó el Papa. Pero sería
mejor, añadió, que fuesen «hacia el norte e hicieran alpinismo. Y más sano. Pero
no vengan a la Iglesia para trepar». Jesús, recordó también, «reprende a esos
trepadores que buscan el poder. A Santiago y a Juan, a quienes tanto quería, que
buscaban el poder, les dijo: pero vosotros no sabéis lo que pedís, no lo sabéis».
El deseo de poder por parte de los discípulos de Jesús, recordó una vez más el
Santo Padre, se prolongó hasta el último instante, hasta el momento en el que
Jesús estaba a punto de subir al cielo. Ellos pensaban que estaba casi llegando el
momento del reino y su pregunta al Señor era: «¿Ahora llega el reino, el momento
de nuestro poder?». Sólo cuando desciende sobre ellos el Espíritu Santo, explicó,
los discípulos comprenden y cambian de actitud. En nuestra vida cristiana, sin
embargo, «el pecado —destacó el obispo de Roma— permanece. Y por ello nos
hará bien hacernos la pregunta: ¿cómo sigo yo a Jesús? ¿Sólo por Él, incluso
hasta la cruz, o busco el poder y uso a la Iglesia, a la comunidad cristiana, a la
parroquia, a la diócesis para tener un poco de poder?».
Y aquí el Santo Padre repitió las preguntas: «¿Cómo sigo yo a Jesús? ¿Hay
vanidad en mi seguimiento de Jesús? ¿Hay deseo de poder? ¿Hay deseo de
http://w2.vatican.va/content/francesco/es/cotidie/2014/documents/papa-
francesco_20140505_quien-tiene-sitio-iglesia.html
¿Cuántos se dicen cristianos pero no aceptan «el estilo» con el cual Dios quiere
salvarnos? Son a quienes el Papa Francisco definió como «cristianos sí, pero...»,
incapaces de comprender que la salvación pasa por la cruz. Y Jesús en la cruz —
explicó el Pontífice en la homilía de la misa que celebró en Santa Marta el martes
24 de marzo— es precisamente «el núcleo del mensaje de la liturgia de hoy».
En el pasaje evangélico de san Juan (8, 21-30), Jesús dice: «Cuando levantéis en
alto al Hijo del hombre...» y, anunciando su muerte en la cruz, recuerda la
serpiente de bronce que Moisés hizo elevar «para curar a los israelitas en el
desierto», como se lee en la primera lectura tomada del libro de los Números (21,
4-9). El pueblo de Dios esclavo en Egipto —explicó el Papa— había sido liberado:
«Ellos habían visto verdaderos milagros. Y, cuando tuvieron miedo, en el momento
de la persecución del faraón, cuando estuvieron ante el mar Rojo, vieron el
milagro» que Dios había realizado para ellos. El «camino de liberación» comenzó
con la alegría. Los israelitas «estaban contentos» porque fueron «liberados de la
esclavitud», contentos porque «llevaban consigo la promesa de una tierra muy
buena, una tierra sólo para ellos» y porque «ninguno de ellos había muerto» en la
primera parte del viaje. También las mujeres estaban contentas porque tenían con
ellas «las joyas de las mujeres egipcias».
Una actitud que encontramos aún hoy. Incluso «entre los cristianos», se preguntó
el Papa Francisco, ¿cuántos están «un poco envenenados» de esta
insatisfacción? Oímos decir: «Sí, verdaderamente, Dios es bueno, pero cristianos
sí, pero...». Son los que, explicó, «no terminan de abrir el corazón a la salvación
de Dios» y «piden siempre condiciones»; los que dicen: «Sí, sí, sí, yo quiero ser
salvado, pero por este camino». Es así que «el corazón se envenena». Es el
corazón de los «cristianos tibios», que tienen siempre algo de qué lamentarse:
«―pero el Señor, ¿por qué me ha hecho esto?‖ –―pero te ha salvado, te ha abierto
la puerta, te ha perdonado muchos pecados‖– ―Sí, sí, es verdad, pero...‖». El
israelita en el desierto decía: «Yo quisiera agua, pan, eso que me gusta, no esta
comida tan ligera. Estoy hastiado». Y también nosotros «muchas veces decimos
que estamos hastiados del estilo divino». Destacó el Papa Francisco: No aceptar
el don de Dios con su estilo, ese es el pecado, ese es el veneno; lo que envenena
el alma, quita la alegría, no deja seguir».
Y «¿cómo resuelve todo esto el Señor? Con el mismo veneno, con el mismo
pecado»: es decir, «Él mismo toma sobre sí el veneno, el pecado y es elevado».
Así sana «esta tibieza del alma, ese ser cristianos a medias», ese ser «cristianos
sí, pero...». La curación, explicó el Papa, llega sólo «mirando la cruz», mirando a
Dios que asume nuestros pecados: «mi pecado está allí». Sin embargo, «cuántos
cristianos mueren en el desierto de su tristeza, de su murmuración, de su no
querer el estilo de Dios». Esta es la reflexión para cada cristiano: mientras Dios
«nos salva y nos muestra cómo nos salva», yo «no soy capaz de tolerar un poco
un camino que no me gusta mucho». Es «ese egoísmo que Jesús reprochaba a su
generación», la que decía acerca de Juan Bautista: «No, es un endemoniado». Y
la que cuando vino el Hijo del hombre lo definió como un «comilón» y un
«borracho». «¿Pero quién os entiende?» dijo el Papa añadiendo: «También yo,
con mis caprichos espirituales ante la salvación que Dios me da, ¿quién me
entiende?».
He aquí entonces la invitación a los fieles: «Miremos a la serpiente, el veneno ahí
en el cuerpo de Cristo, el veneno de todos los pecados del mundo y pidamos la
gracia de aceptar los momentos difíciles; de aceptar el estilo divino de salvación;
de aceptar también esta comida tan ligera de la que se lamentaban los judíos»: la
gracia, o sea, «de aceptar los caminos por los cuales el Señor me conduce hacia
adelante». El Papa Francisco concluyó deseando que la Semana Santa «nos
ayude a salir de esta tentación de llegar a ser ―cristianos sí, pero...‖».
http://w2.vatican.va/content/francesco/es/cotidie/2015/documents/papa-francesco-
cotidie_20150324_cristianos-si-pero.html
Luego, explicó el Papa, «sucedió lo que hemos escuchado y que todos sabemos:
la visión, y él cayó del caballo». En ese punto, recordó el Papa Francisco, «el
Señor le habla: ―Saúl, Saúl, ¿por qué me persigues?‖ —―¿Quién eres, Señor?‖—
―Soy Jesús‖». Se da así «el encuentro de Pablo con Jesús».
Hasta ese momento Pablo «creía que todo lo que decían los cristianos eran
historias». Pero «he aquí que se encuentra con Él y jamás olvidará ese encuentro:
le cambia la vida y lo hace crecer en el amor al Señor que antes perseguía y ahora
ama». Un encuentro, añadió el Papa, que lleva a Pablo «a anunciar el nombre de
Jesús al mundo como instrumento de salvación». Así es como sucedió y lo que
significó «el encuentro de Pablo con Jesús».
El Papa Francisco quiso también que se reviviera «el encuentro del leproso, uno
de los diez curados, que regresa para agradecer». Y, además, «el encuentro de la
mujer enferma desde hacía dieciocho años, que pensaba: ―Si al menos lograra
tocar el manto estaría curada‖ y encuentra a Jesús». Y también «el encuentro con
el endemoniado del que Jesús expulsa tantos demonios que se dirigen hacia los
cerdos» y después «quiere seguirlo y Jesús le dice: ―No, vete a casa con los tuyos
y anúnciales lo que el Señor ha hecho contigo‖».
Y así, prosiguió el Papa Francisco, si uno se dice a sí mismo «no me acuerdo» del
encuentro con el Señor, es oportuno que pida la gracia: «Señor, ¿cuándo fui
consciente de encontrarte? ¿Cuándo me dijiste algo que cambió mi vida o me
invitaste a dar aquel paso hacia adelante en la vida?». Y, recomendó el Papa,
«esta es una bonita oración, hacedla cada día». Y cuando después «te acuerdes,
regocíjate en ese recuerdo que es un recuerdo de amor».
«Otra bonita tarea», propuso el Papa, «sería tomar los Evangelios» y releer las
muchas historias que existen para «ver cómo Jesús encuentra a la gente, cómo
He aquí entonces las dos sugerencias prácticas y concretas del Papa, «que nos
harán bien». En primer lugar «rezar y pedir la gracia de la memoria» y
preguntarnos: «¿Cuándo, Señor, fue ese encuentro, ese primer amor?». Para «no
escuchar el reproche que el Señor hace en el Apocalipsis: ―Pero tengo contra ti
que has abandonado tu amor primero‖».
La segunda sugerencia del Papa es, precisamente, «tomar el Evangelio y ver los
numerosos encuentros de Jesús con muchas personas diversas». Resulta
evidente, explicó, que «el Señor quiere encontrarnos, quiere que la relación con
nosotros sea cara a cara». Seguramente «en nuestra vida hubo un encuentro
fuerte que nos guió a cambiar un poco la vida y a ser mejores».
http://w2.vatican.va/content/francesco/es/cotidie/2015/documents/papa-francesco-
cotidie_20150424_encuentro-cada-uno.html
El Papa Francisco hizo notar que «Jesús rezó por nosotros, en ese momento, y lo
sigue haciendo». Se lee, en efecto, en el Evangelio: «Padre, ruego por ellos pero
también por los muchos otros que vendrán». Un detalle no irrelevante hacia el
cual, tal vez, no estamos lo suficientemente atentos. Y sin embargo, reafirmó el
Papa, «Jesús rezó por mí» y esto «es precisamente fuente de confianza».
Podríamos imaginar a «Jesús ante el Padre, en el cielo», que ruega por nosotros.
Y «¿qué ve el Padre? Las llagas», o sea el precio que Jesús «ha pagado por
nosotros».
Jesús, explicó el Papa Francisco, sabe bien que «el espíritu del mundo, que es
precisamente el espíritu del padre de la división, es un espíritu de división, de
guerra, de envidias, de celos», y que esto está presente «también en las familias,
incluso en las familias religiosas, en las diócesis, en toda la Iglesia: es la gran
tentación». Por ello «la gran oración de Jesús» es «asemejarse» al Padre: o sea,
«como tú, Padre, en mí, y yo en ti», en la «unidad que Él tiene con el Padre».
Alguien podría decir entonces: «Pero, padre, con esta oración de Jesús si
queremos ser fieles, ¿no podemos hablar mal del otro? O bien: «¿No podemos
etiquetar a este de..., este es así, este es...?». ¿Y «ese otro, que fue tachado
como revolucionario...?». La respuesta del Papa fue clara: «No». Porque, añadió,
«debemos ser uno, uno solo, como Jesús y el Padre son uno». Y este es
precisamente «el desafío de todos nosotros los cristianos: no dar lugar a la
división entre nosotros, no dejar que el espíritu de división, el padre de la mentira
entre en nosotros». Debemos, insistió el Papa, «buscar siempre la unidad». Cada
uno, naturalmente, «es como es», pero debe buscar vivir en la unidad: «¿Jesús te
ha perdonado? Perdona a todos».
El Señor rogó para que lográramos esto. Explicó el Pontífice: «La Iglesia tiene
mucha necesidad de esta oración de unidad, no sólo la de Jesús; también
nosotros tenemos que unirnos a esta oración». Por lo demás, desde los orígenes
La unidad es tan importante que, destacó el Papa, «en el pasaje que hemos leído»
esta palabra se repite «cuatro veces en seis versículos». Una unidad que «no se
construye con pegamento». No existe, en efecto, «la Iglesia construida con
pegamento»: la Iglesia se hace una con el Espíritu. He aquí, entonces, que
«debemos hacer espacio al Espíritu, para que nos transforme como el Padre está
en el Hijo, en uno solo».
Para alcanzar ese objetivo, añadió el Papa Francisco, existe un consejo dado por
el mismo Jesús: «Permaneced en mí». También esta es una gracia. En su oración
Jesús pide: «Padre, este es mi deseo: que los que me has dado están conmigo
donde yo estoy» para que «contemplen mi gloria».
http://w2.vatican.va/content/francesco/es/cotidie/2015/documents/papa-francesco-
cotidie_20150521_unidad-pegamento.html
El Papa Francisco inició la homilía hablando el episodio relatado por san Marcos
en el pasaje evangélico (10, 46-52) propuesto por la liturgia. «Jesús estaba con
sus discípulos y con la gente —dijo— que lo seguía porque Él hablaba como un
maestro, con autoridad propia». Bartimeo, un hombre ciego, «escuchó bullicio y
preguntó: ―¿Qué sucede?‖. Era Jesús». Y así Bartimeo «comenzó a gritar, y
gritaba con fuerza haciendo un acto de fe: ―Jesús, Hijo de David, ten piedad de
mí‖». Sus palabras son «precisamente un acto de fe», destacó el Pontífice.
Pero «entre la gente que estaba allí con Jesús, cada uno tenía su personalidad, su
modo de ver la vida, de sentir la vida», explicó el Papa. Y, así, ante todo, «había
un grupo de gente que no escuchaba el grito» del hombre ciego. Es «ese grupo de
gente que, incluso hoy, no percibe el grito de los muchos que tienen necesidad de
Jesús». En definitiva, es «un grupo de indiferentes: no escuchan, creen que la vida
es sólo el grupito allí; están contentos, son sordos al clamor de tanta gente que
necesita salvación, que necesita ayuda de Jesús y de la Iglesia». Pero, destacó el
Papa Francisco, «esa gente es egoísta, vive para sí misma» incapaz «de escuchar
la voz de Jesús».
«Luego están los que escuchan ese grito que pide ayuda, pero quieren
silenciarlo», continuó el Pontífice. Y, en efecto, san Marcos en su Evangelio dice
que muchos reprendieron a Bartimeo para hacerlo callar, diciéndole que «no
gritase» y que dejase al maestro «tranquilo». Lo hicieron «también los discípulos».
Y el Papa recordó además «cuando los discípulos alejaron a los niños»,
precisamente «para que no incomodaran al maestro». Así, pues, también los
discípulos trataron de hacer callar a Bartimeo «porque el maestro estaba con ellos,
era para ellos, no era para todos». Actuando así «esta gente aleja a Jesús de los
que gritan, que tienen necesidad de la fe, que tienen necesidad de salvación».
Existe también, afirmó el Papa Francisco, otro grupo, formado por los
«especuladores: eran religiosos, parece, pero Jesús los expulsó del templo porque
hacían sus negocios allí, en la casa de Dios». Se trata de personas «que no
escuchan, no quieren escuchar el grito de ayuda, sino que prefieren hacer sus
negocios y usan al pueblo de Dios, usan a la Iglesia, para hacer sus propios
negocios». También «estos especuladores alejan a la gente de Jesús» y no
permiten que las personas «pidan ayuda».
Y, también, «están los rigoristas», añadió el Papa: «aquellos a los que Jesús
reprende» porque «cargan muchos pesos sobre los hombros de la gente». Y
«Jesús les dedica a ellos todo el capítulo 23 de san Mateo». Les dice «¡hipócritas,
explotáis a la gente!». En efecto, «en lugar de responder al grito que pide
salvación alejan a la gente».
El «primer grupo», resumió el Pontífice, está formado por «los que no escuchan».
Del segundo, en cambio, forma parte «mucha gente diversa, diferente» que
«escucha la llamada, pero aleja» de Jesús. Y «está también un tercer grupo», son
«los que ayudan a acercarse a Jesús» y que dicen a Bartimeo: «―Ánimo, levántate,
te llama‖». Es «el grupo de los cristianos que son coherentes entre lo que creen y
lo que viven» y ayudan a acercarse a Jesús «a la gente que grita pidiendo
salvación, pidiendo la gracia, pidiendo la salud espiritual para su alma».
http://w2.vatican.va/content/francesco/es/cotidie/2015/documents/papa-francesco-
cotidie_20150528_grupo-pertenecemos.html
Para la meditación, Francisco partió del pasaje de san Juan (10, 22-30) propuesto
por la liturgia. «Jesús se confronta otra vez con los sacerdotes, los doctores de la
ley», destacó de forma inmediata. Y «ellos le hicieron la pregunta: ―¿Hasta cuándo
vas a tenernos en vilo? Si tú eres el Cristo, dínoslo abiertamente‖». Por lo demás,
aquellos doctores «volvían siempre al mismo tema: ¿quién eres tú? ¿Con qué
autoridad haces esto?‖».
El Evangelio nos dice que «Jesús les respondió: ―Ya os lo he dicho, pero no me
creéis. Las obras que hago en nombre de mi Padre son las que dan testimonio de
mí; pero vosotros no creéis‖».
No creen, sin embargo «han visto muchas cosas, muchos milagros». Y es así que
«cuando Jesús curó al ciego de nacimiento —en el noveno capítulo del Evangelio
de Juan— hicieron todas las investigaciones posibles e inimaginables: llamaron a
los padres, llamaron a los que lo conocían, lo llamaron a él, y luego otra vez...».
En definitiva, «estaba claro que era un ciego de nacimiento, pero no creyeron».
Y fue entonces que «Jesús dijo dos palabras sobre la ceguera espiritual: ellos, que
creían poder ver, los ilustres que sabían todo —toda la ley—, no veían porque
eran ellos los ciegos, los ciegos de nacimiento».
«Pero vosotros no creéis» dice Jesús a los doctores de la ley. Y explica por qué:
aquí está también «la novedad de este pasaje del Evangelio» afirmó el Papa.
«Vosotros no creéis porque no sois de mis ovejas» dice el Señor. En esencia,
continuó Francisco, alguien podría pensar que «para creer debo decir ―creo‖ y así
entro a formar parte de las ovejas de Jesús». En cambio no, «es al revés: sólo
aquellos que forman parte de las ovejas de Jesús pueden creer».
Pero, dijo el Pontífice, «¿estas ovejas estudiaron para seguir a Jesús y luego
creyeron? No». La respuesta definitiva la da Jesús mismo: «El Padre, que me las
«En cambio —puso de relieve Francisco— los doctores de la ley tenían el corazón
cerrado, se sentían dueños de sí mismos, pero, en realidad, eran huérfanos
porque no tenían una relación con el Padre». En verdad, «hablaban de sus padres
—nuestro padre Abrahán, los patriarcas— pero como figuras lejanas». Pero «en
su corazón eran huérfanos, vivían en una condición de huérfanos y preferían esa
condición antes de dejarse atraer por el Padre».
Estamos ante el «drama del corazón cerrado de esta gente —afirmó el Papa—:
creían haber sido creados por ellos mismos porque lo sabían todo, y, por esto, su
corazón era incapaz de creer, porque no se dejaban atraer por el Padre hacia
Jesús y, así, no formaban parte de las ovejas de Jesús».
Por ello «ni siquiera ante esa prueba, los testigos que habían visto la resurrección
—destacó Francisco— se dejaron atraer por el Padre hacia Jesús». Por esto «no
pueden creer, porque no son de las ovejas de Jesús: son huérfanos», porque
«renegaron de su Padre».
Refiriéndose a la primera lectura, tomada de los Hechos de los apóstoles (11, 19-
26), el Papa destacó cómo se puede reconocer «la actitud opuesta: los discípulos,
después de la persecución que se había desatado en Jerusalén tras de la muerte
de Esteban, llegaron hasta Fenicia, Chipre y Antioquía, y proclamaban la palabra a
los judíos: algunos creían, otros no, pero la fe seguía adelante». Y «algunos de
ellos comenzaron a predicar, a anunciar a Jesucristo también a los paganos, a los
griegos, y esto era un cambio muy fuerte: era una transformación de su
concepción del acceso a la salvación».
«Jesús nos invita a ser sus discípulos —explicó el Papa— pero para serlo
tenemos que dejarnos atraer por el Padre hacia Él».
Y «la oración humilde del hijo, que nosotros podemos hacer, es: ―Padre, atráeme
hacia Jesús; Padre, condúceme a conocer a Jesús‖». Y «el Padre enviará al
Espíritu a abrir nuestro corazón y nos llevará hacia Jesús». En efecto, «un
Como conclusión, Francisco sugirió dirigirse «al Padre como nos enseñó Jesús —
―Padre nuestro, que estás en el cielo...‖— y pedir la gracia de ser atraídos hacia
Jesús».
http://w2.vatican.va/content/francesco/es/cotidie/2016/documents/papa-francesco-
cotidie_20160419_huerfanos-discipulos.html
La Iglesia no debe ser nunca «tibia» y está llamada, así como cada cristiano, a un
camino de «conversión diario». Es necesario de hecho prestar atención a no
adecuarse a un estado «tranquilo», «mundano», y estar siempre abiertos al
«anuncio alegre que Jesús es el Señor». Como hizo, por ejemplo, el arzobispo
Óscar Arnulfo Romero, recordado por el Papa Francisco en el segundo aniversario
de la beatificación, durante la misa celebrada en Santa Marta el martes 23 de
mayo.
El Pontífice tomó la primera lectura (Hechos de los Apóstoles 16, 22-34) y,
explicando de que se trata del pasaje final de una historia más amplia, resumió
toda la evolución. Es un momento importante de la predicación de Pablo y Silas
que, llegados a la ciudad de Filipos, encuentran «una esclava que practicaba la
adivinación» y que gracias a su actividad hacía ganar mucho a sus amos. Esta
mujer, al ver a los dos que «iban a rezar», comenzó a gritar: «¡Estos son siervos
de Dios!».
Y precisamente en este punto se inserta el pasaje propuesto por la liturgia del día
en la cual se lee que «los pretores les hicieron arrancar los vestidos y mandaron
azotarles con varas. Después de haberles dado muchos azotes, los echaron a la
cárcel y mandaron al carcelero que los guardase con todo cuidado. Éste, al recibir
tal orden, los metió en el calabozo interior y sujetó sus pies en el cepo». Pero a
este punto, dijo el Papa, «intervino Dios» y así, mientras «hacia media noche
Pablo y Silas cantaban, alababan a Dios y los otros prisioneros escuchaban»,
llega un «fuerte terremoto y se abren todas las puertas». Y frente a un evento tan
excepcional, el carcelero, temiendo la fuga de los reclusos, quería matarse porque
«la ley de aquel tiempo» preveía que cuando los prisioneros escapan se juzgaba
al custodio.
Entonces «Pablo gritó: ―No te hagas ningún mal, que estamos todos aquí‖. Y ese
no entendió: ―Pero ¿cómo sucede esto? ¿Estos delincuentes en vez de
aprovechar la oportunidad de escapar están aquí?‖. El carcelero, dándose cuenta
que había sucedido «algo extraño y que era algún signo de Dios, tanto el temblor
como las puertas abiertas y que ninguno de ellos había escapado», se pr ecipitó
dentro «y temblando cayó a los pies de Pablo y Silas y después les llevó fuera y
dijo: ―señores, ¿qué tengo que hacer para salvarme?‖». Evidentemente, señaló
Francisco, era «un hombre al que el Espíritu había tocado el corazón». La
Una situación, subrayó el Papa, que «se repite» más veces «en la historia de la
salvación»: de hecho, «cuando el Pueblo de Dios estaba tranquilo o servía a la
mundanidad, no digo a los ídolos, no, a la mundanidad y estaba en la
mediocridad», el Señor «enviaba a los profetas». Es más: «a los profetas les
sucedió lo mismo que a Pablo: eran perseguidos, golpeados, ¿por qué? Porque
incomodaban».
De hecho, «el mal espíritu siempre entra por el bolsillo» y, sugirió el Pontífice
«cuando la Iglesia es tibia, tranquila, toda organizada, no hay problemas, mirad
Por eso el Papa sugirió a los presentes releer el capítulo 16 de los Hechos de los
Apóstoles, para comprender mejor «este recorrido» y cómo «el Señor con sus
testigos, con sus mártires, hace ir adelante a la Iglesia». Nos daremos cuenta que
«una Iglesia sin mártires da desconfianza; una Iglesia que no corre el riesgo da
desconfianza; una Iglesia que tiene miedo de anunciar a Jesucristo y expulsar los
demonios, los ídolos, al otro señor, que es el dinero, no es la Iglesia de Jesús».
Concluyendo la meditación, Francisco recordó cómo en la liturgia del día hay una
oración en la que se da gracias «al Señor por la renovada juventud que nos da
con Jesús». También la Iglesia de Filipos, dijo, «fue renovada y se convirtió en una
Iglesia joven».
Por tanto, debemos rezar para que «todos nosotros tengamos esto: una renovada
juventud, una conversión de la forma de vivir tibios al anuncio alegre de que Jesús
es el Señor».
http://w2.vatican.va/content/francesco/es/cotidie/2017/documents/papa-francesco-
cotidie_20170523_no-de-los%20tibios.html
Por otro lado, María, hizo presente Francisco, estaba «siempre detrás de su Hijo:
por esto decimos que es la primera discípula». Y «siempre con la inquietud que
hacía nacer en su corazón este signo de contradicción». Siempre, insistió el
Pontífice, hasta «el final está allí, de pie, mirando al Hijo». Y «quizá, ella escuchó
los comentarios: ―Mira, esa es la madre de uno de los tres delincuentes‖». Pero se
quedó «callada: es la madre, no renegó del Hijo, dio la cara por el Hijo».
«Esto que yo digo ahora —confió el Papa— son pequeñas palabras para ayudar a
contemplar, en silencio, este misterio: en ese momento, ella nos dio a luz a todos
nosotros, dio a luz a la Iglesia». Y repitiendo las palabras del Evangelio de Juan, el
Pontífice hizo notar que Jesús llama a su madre «mujer» y le dice «ahí tienes a tus
hijos». Sí, Jesús «no dice ―madre‖, dice ―mujer‖». Y María es una «mujer fuerte,
valiente: una mujer que estaba allí para decir ―este es mi Hijo: no lo reniego‖».
http://w2.vatican.va/content/francesco/es/cotidie/2017/documents/papa-francesco-
cotidie_20170915_dio-luz-iglesia.html
Un gesto, aquel de Jesús, que restituye «el concepto de familiaridad con Dios, de
familiaridad con Jesús». De hecho, dijo Francisco, «nosotros podemos ser
discípulos, podemos ser amigos, pero ser familia es aún más». Es un salto de
calidad si se piensa en el «primer mandamiento que hemos recibido en la persona
de nuestro padre Abraham», o sea: «Camina en mi presencia y sé irreprochable».
Hoy aquel mandamiento «ha crecido y es más grande y largo: ―Escucha la palabra
de Dios. Ponla en práctica, así serás mi familia, tendrás familiaridad conmigo‖».
De aquí, sugirió el Pontífice, cada uno puede valorar su propia relación con Jesús
y preguntarse: «¿Es una actitud formal, educada?. Yo voy a rezar, después voy
con mis cosas, me olvido de Jesús y hago mis cosas, vuelvo a rezar». ¿Es, por
tanto, una actitud diplomática»? O ¿«es una actitud familiar», en la que se siente
«familiaridad con el Señor»? Para responder hay que comprender «qué significa
esta palabra que los padres espirituales en la Iglesia han usado tanto y nos han
enseñado: la familiaridad con Dios». A este respecto, el Papa dio indicaciones.
Antes de nada, significa «entrar en la casa de Jesús: entrar en esa atmósfera, vivir
aquella atmósfera que hay en la casa de Jesús. Vivir allí, contemplar, ser libres,
allí». De hecho, aquellos que «habitan la casa del Señor», ya que son «hijos» y
«tienen familiaridad con Él», son también «libres». Hay una diferencia sustancial
con quien no tiene esta familiaridad: Francisco reclamó una expresión bíblica, o
sea «los hijos de la esclava» y la aplicó a aquellos que «son cristianos pero no
osan acercarse, no osan tener esta familiaridad con el Señor y siempre hay una
distancia que los separa del Señor».
Pero más allá de «estar con el Señor», añadió Francisco, es importante «quedarse
con el Señor», como Él mismo aconsejó en «el discurso de la última cena». El
pensamiento, dijo el Pontífice, va al inicio del Evangelio, cuando Juan indica: ―este
es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo‖. Y Andrés y Juan fueron
tras Jesús: ―Maestro, ¿dónde estás?‖ —―venid y veréis‖» Los dos discípulos lo
siguieron y, dice el Evangelio con una «frase hermosa: ―se quedaron con él todo el
día y toda la noche‖».
Por tanto, concluyó el Papa, hay que, proceder «con esta actitud de familiaridad
con el Señor» y no quedarse como cristianos que se conforman con tener una
«actitud buena con el Señor, pero tú allí y yo aquí». La invitación del Señor está
clara y es más atrayente: «Somos familia, vosotros sois mi familia si escucháis mi
palabra y si la ponéis en práctica».
Hay que tener el estilo de quien, con sus problemas, durante el día «va en el bus,
en el metro e interiormente habla con el Señor o al menos sabe que el Señor lo
mira, le es cercano: esta es la familiaridad, es cercanía, es sentirse de la familia de
Jesús».
http://w2.vatican.va/content/francesco/es/cotidie/2017/documents/papa-francesco-
cotidie_20170926_como-una-familia.html
- SACRAMENTOS-
de Dios.
El jarro familiar
Es un jarro de aluminio, de aquel aluminio antiguo, bueno y brillante; tiene rota el
asa, pero esto mismo le da cierto aire de vejez. En él bebieron los once hijos,
desde pequeños hasta grandes, porque acompañó a la familia en todas sus
mudanzas: del campo a la aldea, de la aldea al pueblo, del pueblo a la ciudad…
Conversemos
Sacramento
Si buscamos en la Biblia la palabra "sacramento" no la encontraremos, por lo
menos en el sentido que hoy le damos. Pero, a pesar de eso, su fundamento es
bíblico. Más aún los sacramentos fueron instituidos por el Señor Jesús. La palabra
sacramento es de origen latino, los cristianos la usaron desde los primeros años
para significar lo que se refería a los signos litúrgicos, celebraciones eclesiales y a
los hechos sacros. Es decir, a los actos de culto.
Con el correr del tiempo, esta palabra se dejó para referirse exclusivamente a los
signos sagrados instituidos por Jesucristo. San Agustín, que vivió en el siglo IV,
fue quien más contribuyó a la clarificación del concepto de "sacramento" y en el
siglo XII, se fijó el número de sacramentos como siete.
Toda religión posee una estructura sacramental. La religión nace del encuentro del
ser humano con la Divinidad, que se realiza y se celebra en el mundo, en una
piedra, en la montaña, en una persona. El medio del encuentro se torna
sacramental. En la tradición judeo-cristiana, la historia es el lugar principal del
encuentro con Dios. La historia es historia de salvación o de perdición. Y toda la
historia, desde Adán hasta el último elegido es considerada como signo
sacramental. Jesucristo, punto culminante de la historia de salvación, es por
excelencia… ―el sacramento primordial de Dios‖. La Iglesia, prolongación de
Cristo, recibe el nombre de Sacramento universal de Salvación.
Si la Iglesia es sacramento, todo lo que hay en ella y todo lo que ella hace, posee
un significado sacramental.
Dentro de este sacramento que es la Iglesia, juegan un papel esencial los siete
sacramentos. Son signos que significan y realizan la gracia de Dios a través de la
fe. Jesucristo es el autor de los sacramentos; El les da eficacia a los mismos. Hay
en cada sacramento una presencia infalible de la gracia. Ese sí de Dios no corre
peligro por la indignidad humana, sino que es definitivamente victorioso. La gracia
del sacramento solamente se torna eficaz cuando el ser humano tiene el corazón
abierto y preparado a través de la fe. ¡Cuidado! Todo signo s e puede transformar
en anti-signo.
a: el Bautismo
―Los siete sacramentos corresponden, pues, a todas las etapas y todos los
momentos importantes de la vida cristiana: dan nacimiento y crecimiento, curación
y misión a la vida de fe de los cristianos. Hay aquí una cierta semejanza entre las
etapas de la vida natural y las etapas de la vida espiritual.‖ (Cat. 1210) En el
fundamento de la vida cristiana están los sacramentos de iniciación, que son el
Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía.
Conversemos
Celebremos
-5
Durante la semana
Durante la semana los miembros del grupo harán un listado de signos usados en
la vida diaria y sus significados. ¿Qué valor tienen?
Para recordar
Los sacramentos son signos eficaces de la gracia de Dios, expresión de su
amor. Ellos acompañan los momentos importantes de la vida, dando
nacimiento, crecimiento y sustento, curación y misión para el servicio a la
comunidad, fortaleciendo la fe, la esperanza y el amor con la fuerza del
Espíritu Santo.
Los sacramentos son siete: Bautismo, Confirmación, Eucaristía, Penitencia,
Matrimonio, Orden Sagrado y Unción de los enfermos.
Los sacramentos confieren la gracia de Dios, pero también preparan para
recibir con fruto la gracia del Señor.
Los sacramentos presuponen la fe personal y comunitaria, pero al mismo
tiempo la alimentan, la robustecen y expresan.
Los sacramentos son signos que, al mismo tiempo que simbolizan, realizan
lo que en ellos se significa.
Qué es el Bautismo
El Catecismo de la Iglesia Católica define de la siguiente manera este sacramento:
―El santo Bautismo es el fundamento de toda la vida cristiana, el pórtico de la vida
en el espíritu y la puerta que abre el acceso a los otros sacramentos. Por el
Bautismo somos liberados del pecado y regenerados como hijos de Dios;
llegamos a ser miembros de Cristo y somos incorporados a la Iglesia y hechos
partícipes de su misión.‖ (No. 1213).
El bautismo, más que un rito, es un compromiso que involucra toda la vida. Es una
alianza que me libera de todas las ataduras y pasiones que amarran a los seres
humanos y al mismo tiempo me capacita para ser agente de liberación al romper
con el pecado que se ha hecho cultura de la muerte en el mundo.
Reflexión Bíblica:
Romanos 6,1-6
Breve Celebración:
Oración:
Señor, renueva en nosotros nuevos deseos para que, como bautizados podamos
vivir los valores del Reino, de tal modo, que seamos promotores de la justicia,
especialmente entre los más pobres y débiles. Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén.
Abrazo de la Paz.
Compromiso
Visitar en grupo un hospital, cárcel u orfanato con los cuales compartan la alegría
de la vida cristiana que engendra el bautismo. Esto lo pueden hacer con
canciones, oraciones experiencias personales de fe....
Qué queremos
Queremos comprender el significado del sacramento de la Confirmación, para vivir
de acuerdo a las inspiraciones del Espíritu Santo y comprometernos como testigos
misioneros del Señor, para que en El nuestro pueblo tenga vida en abundancia.
Dialoguemos
El grupo responde a las siguientes preguntas:
Qué relación tiene con la confirmación?
recibimos el Espíritu Santo cuando fuimos bautizados?
testigos misioneros de
Jesús?
Cuáles dones da el Espíritu Santo?
Qué hay que hacer con esos dones del Espíritu Santo?
La Confirmación
La Iglesia nace del Espíritu Santo y es El quien la va fortaleciendo e iluminando a
través de la historia. Como miembro de la Iglesia, cada cristiano debe caminar en
el Espíritu, dejándose guiar por sus divinas inspiraciones. Jesús quiso quedarse
en la Iglesia para siempre y por eso envió el Espíritu de la Verdad sobre ella.
cristiana
de pertenencia a ella.
obligamos con mayor compromiso a ser testigos misioneros de Jesucristo
de palabra y de obra.
.
Hoy también, siguiendo esa tradición apostólica, el obispo impone las manos
sobre la cabeza del cristiano e invoca y comunica el Espíritu Santo. El obispo unge
Dialoguemos
1- ¿Quiénes en el grupo han sido confirmados? ¿Cuál ha sido su experiencia?
2- ¿Cuáles son las características de quien camina bajo la inspiración del Espíritu
Santo?
3- ¿Cómo hacer para prepararse a recibir el sacramento de la Confirmación?
4- Leer y comentar Hechos 8, 14-25.
Breve celebración
El grupo tendrá un momento de oración, con cantos, lecturas (1 Cor. 2, 6-16) y
plegarias espontáneas, invocando la fuerza del Espíritu Santo.
Compromiso
El grupo realizará una pequeña encuesta para ver cuándo celebran en las distintas
parroquias de la localidad el Sacramento de la Confirmación. Los que no están
confirmados es bueno que se comprometan a recibir este Sacramento.
como un
regalo del Señor.
Amor a la Eucaristía
Oigamos este testimonio de Van Thuan, Arzobispo de Vietnam que estuvo desde
1975 hasta 1988 prisionero por defender su fe en el Señor:
"Cuando me arrestaron, tuve que marcharme en seguida, con las manos vacías.
Al día siguiente me permitieron escribir a los míos, para pedir lo más necesario:
ropa, pasta de dientes... Les puse: Por favor, envíenme un poco de vino como
medicina contra el dolor de estómago. Los fieles comprendieron en seguida.
Me enviaron una botellita de vino de misa, con la etiqueta: medicina contra el dolor
de estómago, y hostias escondidas en una antorcha contra la humedad.
La policía me preguntó:
– ¿Le duele el estómago?
–Sí.
–Aquí tiene una medicina para usted.
Nunca podré expresar mi gran alegría: diariamente, con tres gotas de vino y una
gota de agua en la palma de la mano, celebré la misa. ¡Éste era mi altar y ésta era
mi catedral! Era la verdadera medicina del alma y del cuerpo: Medicina de
inmortalidad, remedio para no morir, sino para vivir siempre en Jesucristo, como
dice Ignacio de Antioquía.
A cada paso tenía ocasión de extender los brazos y clavarme en la cruz con
Jesús, de beber con Él el cáliz más amargo. Cada día, al recitar las palabras de la
consagración, confirmaba con todo el corazón y con toda el alma un nuevo pacto,
un pacto eterno entre Jesús y yo, mediante su sangre mezclada con la mía. ¡Han
sido las misas más hermosas de mi vida!"
La belleza de la Eucaristía
Los documentos de Aparecida, en la sección que se refiere a la juventud invita a
―implementar una catequesis atractiva para los jóvenes que los introduzca en el
conocimiento del misterio de Cristo y buscar mostrarles la belleza de la Eucaristía
dominical, que los lleve a descubrir en ella a Cristo vivo y el misterio fascinante de
la Iglesia.‖ (No. 446d)
Sentido de la Eucaristía
Para comprender el sentido de la Eucaristía es conveniente tener en cuenta los
siguientes puntos:
Para recordar
Quien recibe a Jesús en la comunión:
Debe estar bautizado
Estar en gracia y amistad con Dios
Acercarse a comulgar con mucha dignidad, alegría y recogimiento espiritual
(con un vestido decente, sin masticar chiclets, con un silencio respetuoso,
con el celular apagado…). El momento de los saludos están contemplados
en la misma liturgia, no es bueno aprovechar el momento de la comunión
para hacerlo. Tampoco proceden los saludos cuando se llega tarde a la
celebración, pues son origen de distracción de la comunidad.
Si está unido en matrimonio, debe estar casado por la Iglesia.
No debe vivir en unión libre o concubinato.
Es importante comulgar cada vez que vamos a la celebración eucarística. Ir
a un banquete y no comer no tiene sentido completo.
Si no se puede comulgar por cualquier razón y no es posible resolver la
dificultad que lo impide, es mejor ir a la Misa que no hacerlo. Tiene mucho
valor compartir la fe con la comunidad, escuchar la Palabra de Dios y orar
al Señor unidos en una misma fe, esperanza y amor.
Es importante asumir el compromiso de participar todos los domingos (Día
del Señor) en la Eucaristía. También es bueno hacerlo algún otro día de la
semana.
Para pensar
Analicemos en el grupo los siguientes pensamientos sobre el matrimonio:
Esta alianza o unión entre el hombre y la mujer fue elevada por Cristo Nuestro
Señor a la dignidad de sacramento. Dos propiedades esenciales del matrimonio
son la unidad y la indisolubilidad; es decir, que sólo es posible el matrimonio con
una persona y, una vez realizado, debe permanecer para siempre. Sólo hay
matrimonio entre un hombre y una mujer; unión entre personas del mismo sexo
puede ser cualquier cosa menos matrimonio. Se trata de cosas aberrantes que se
nos quieren hacer pasar como si fueran un derecho.
Por su gran significado el matrimonio no debe ser improvisado, tanto bajo el punto
de vista de la maduración psicológica como de la firmeza en la fe. Hay personas
que se preparan con grandes esfuerzos y por muchos años (a veces más de
quince años) para ser médicos, abogados o cualquier otra profesión. Pero cuando
se trata del matrimonio lo resuelven en cuestión de una noche, de días o de
algunos pocos meses.
Una pareja que no se conozca bien, lo cual sólo se logra a través de un tiempo
prudencial y un trato razonable, no puede garantizar el éxito en el matrimonio. Las
parejas deben preparar su matrimonio, tomando conciencia de sus futuros
deberes y dejándose orientar por personas prudentes. La celebración del
matrimonio debe ser anunciada en la parroquia correspondiente con bastante
tiempo de anticipación, para que se puedan tener los cursillos y charlas
preparatorias de lugar y se hagan las amonestaciones o proclamas, a través de
Conversemos
1- ¿Cuáles son los elementos más importantes del sacramento del matrimonio?
2- ¿Cómo debe ser el noviazgo y la preparación del matrimonio?
3- ¿Qué importancia tiene la fe en el matrimonio?
4- Qué quiere decir la expresión: ―Lo que Dios ha unido, no lo separe el hombre‖
(Mc. 10, 9).
5- ¿Qué quiere decir que el matrimonio es uno e indisoluble?
Celebremos:
Los miembros del grupo invitarán a una pareja de la comunidad con más de diez
años de casados por la Iglesia, para compartir un poco su experiencia y renovar al
final su consagración matrimonial.
Comuniquemos el mensaje
Los jóvenes del grupo promoverán una pequeña campaña de visita a las familias
de la parroquia para hablarles sobre el sentido cristiano del matrimonio y la familia.
Para recordar:
El sacramento del matrimonio se realiza entre un hombre y una mujer
bautizados.
Es indispensable el consentimiento, libre de violencia o de temor,
voluntario, consciente, sin coacción.
El sacerdote o el diácono asisten a los esposos y reciben su
consentimiento, bendiciendo en el nombre del Señor esa unión
sacramental.
La celebración del sacramento del matrimonio es una acción litúrgica
pública de la Iglesia.
Quienes contraen matrimonio deben estar bautizados, confirmados y haber
hecho su primera comunión. Previo a la celebración es recomendable
acercarse al sacramento de la reconciliación.
Previo a la celebración del matrimonio es muy importante que los novios
reciban una adecuada catequesis preparatoria.
El matrimonio es uno e indisoluble. La pareja debe guardarse fidelidad
mutua, siendo uno para el otro. Es preciso también perseverar en el
compromiso matrimonial asumido, sin romper la unión realizada en el
nombre del Señor.
El matrimonio cristiano debe estar abierto a la fecundidad, aceptando los
hijos como un regalo de Dios.
En la Iglesia no hay divorcio, es decir ruptura voluntaria de la unión
matrimonial. Sólo en casos en que haya fallado alguna de las condiciones
necesarias para la realización del matrimonio, puede la Iglesia anularlo,
para lo cual existen los tribunales eclesiásticos.
entreguen
con generosidad al servicio del Señor y de la Iglesia.
Carta a Peter
Querido Peter: ¡Cuánto me alegró tu carta ¿Sabes? Me hizo hasta llorar de
alegría, de sorpresa. ¡Qué sorpresa!
Bueno te diré que no puedo entender eso de que algunas amistades tuyas no
pudieron entender tu decisión de hacerte sacerdote; a mí me causa admiración,
respeto, orgullo tener un amigo que esté tan cerca del Señor.
Peter, yo pienso que tu decisión es buena. Lo único que importa es que estés
seguro del paso que vas a dar y que siempre cuentes con la gracia de Dios que no
te va a faltar. Aquello de que debas privarte de tantas cosas no te debe preocupar,
en su lugar tendrás otras tantas satisfacciones.
¡Qué cosa más linda es ser feliz teniendo a Dios cerca y ser útil ayudando a los
necesitados ¡Sigue adelante! No le tengas miedo a las dificultades. Cuenta con mi
apoyo y con mi oración sincera. En mí siempre tendrás una amiga.
(Francia)
En primer lugar este carácter del sacerdote hay que entenderlo en cuanto a
participación, presencialización y continuación del mismo y único sacerdocio de
Cristo, que continúa realizándose en la historia.
Conversemos
- ¿Cómo describirían ustedes la vocación sacerdotal?
- ¿Qué es lo específico del sacramento del 0rden?
- Enumeren diez cualidades positivas que debe tener el sacerdote.
- ¿Cómo debe tratar el sacerdote a la gente y cómo debe la gente tratar al
sacerdote?
Reflexión bíblica
Leer las siguientes citas: tratando de ver que al origen de toda vocación está Dios,
que es quien llama. La vocación luego se construye, así de don pasa a ser tarea.
Es don y tarea a la vez…
- 1 Sam. 3, 1-10
- Jer. 1, 4-10
- Is 6, 5-9
- Lc. 18, 18-23
Trabajemos
- Escenificar actitudes positivas de un sacerdote (uno del grupo hace el papel
del sacerdote).
- Escenificar uno de los pasajes anteriores.
- Expresar un testimonio positivo de algún sacerdote conocido.
Nos comprometemos
unidad para orar por los sacerdotes
y por las vocaciones sacerdotales.
Para recordar
El Orden Sagrado es un sacramento de servicio a la comunidad, es el
Sacramento del ministerio apostólico, porque continúa en la Iglesia la
misión confiada por Cristo a sus apóstoles.
El sacramento del Orden Sagrado se ejerce en tres grados: Obispos,
presbíteros y diáconos.
Los obispos participan de la responsabilidad apostólica y la misión de toda
la Iglesia en comunión con el Papa, sucesor de Pedro.
Los presbíteros (=sacerdotes) realizan su servicio pastoral en comunión con
los obispos y forman en torno al Obispo el presbiterio que asume la
responsabilidad de la Iglesia particular.
Los diáconos son ministros ordenados para diferentes servicios en la Iglesia
(predicar, bautizar, celebrar matrimonios).
Reconciliación, para motivar en los jóvenes la vida de amistad con Dios, con los
demás y con la naturaleza.
y con los vicios que rompen la armonía con Dios e impiden la acción de su Gracia.
Leamos el Evangelio
Leer Lucas 15,11-32
ayudar a ubicar el personaje con el que se siente más identificado cada uno y
pedirle que explique por qué se identifica más con ése.
Algunas preguntas
¿Qué les merece este hecho relatado por Jesús? ¿Conocen algún caso parecido
que haya sucedido en su vecindario en el barrio?
¿A quién se parece el personaje del ―padre bueno‖, que perdona y acoge a su hijo
cuando decide regresar a su casa, después de malgastar todos los bienes? ¿Con
quién identificarías ese personaje? ¿Por qué?
No se puede comulgar cuando con una culpa grave se ha roto la unión con la
Iglesia y la amistad con Dios. La Iglesia desempeña un papel irreemplazable en el
perdón de los pecados. A ella le fue dado el poder; ―A quienes ustedes perdonen,
queden perdonados‖ (Juan 20,22).
Por este poder los apóstoles y sus sucesores (los obispos y sacerdotes) poseen
una particularísima plenitud del Espíritu Santo para perdonar los pecados en el
nombre del Señor. ―En el sacramento de la penitencia los fieles que confiesan sus
pecados a un ministro legítimo, arrepentidos de ellos y con el propósito de
enmienda, obtienen de Dios el perdón de los pecados cometidos después del
bautismo, mediante la absolución dada por el mismo ministro, y, al mismo tiempo,
se reconcilian con la Iglesia, a la que hirieron al pecar.‖ (CDC 959).
Celebración
Preparar una celebración penitencial con los miembros del grupo, con la
posibilidad de acercarse al Sacramento de la Reconciliación.
Compromiso
Para recordar
Al confesar nuestros pecados en forma arrepentida, recibimos del
sacerdote la absolución
Cristo santifica todos los momentos más importantes de nuestra vida a través de
los sacramentos. Hay también un sacramento para las personas enfermas que
caen en peligro de muerte o para quien tiene una edad avanzada. Este
sacramento se llama ―Unción de los Enfermos‖. Tan pronto como se ve que la
persona está gravemente enferma, se debe llamar al sacerdote para que le
administre la Santa Unción. A veces se dilata demasiado para no impresionar al
enfermo.
Tenemos que lograr que nuestra persona, nuestro estar junto a la persona
enferma, especialmente en las situaciones más delicadas, sea expresión y fiel
imagen de Jesús, el Señor, de quien nuestra presencia también es sacramento.
Como los demás sacramentos, también el de la unción de los enfermos tiene una
relación íntima con la eucaristía. De ahí que se recomienda que, de ser posible,
después de la unción, reciba la persona enferma la sagrada Eucaristía. Esta
comunión, tal vez última de la vida, se llama ―viático‖, es decir, provisión para el
viaje hacia la casa del Padre.
Para recordar
Con la Unción, la Iglesia recomienda al Señor a las personas que están
gravemente enfermas, para que los alivie y salve. Las unge con óleo y les
dice: ―Por esta santa unción y por su bondadosa misericordia te ayude el
Señor con la gracia del Espíritu Santo. Para que libre de tus pecados te
conceda la salvación y te conforte en tu enfermedad.‖
Las personas a quienes se administra la Unción son los enfermos graves,
las personas de edad avanzada, los niños y niñas enfermas con uso de
razón. También se administra a personas adultas que han perdido el uso de
los sentidos y que se presume que la recibirían con agrado.
El ministro de la Unción es el sacerdote
Es importante aprovechar el momento de la Unción para dar una oportuna
catequesis a la persona enferma sobre el sentido del Sacramento que se
administra.
Es conveniente algunas veces administrar este sacramento en una
celebración común para enfermos y personas ancianas.
Con el cuidado pastoral de los enfermos la Iglesia sigue el ejemplo de
Jesús, manifestando una especial gracia de Dios a quienes están
atribulados por la enfermedad, para que no desfallezca su ánimo y se
fortalezcan en la fe, la esperanza y el amor.
- KERIGMA-
Reglas prácticas
El tema no tiene que durar más de media hora, veinte minutos es suficiente. Es
muy testimonia, ya se porque se narren cortos hechos, testimonio o porque la
manera como se habla es testimonial: se nota que se está viviendo el amor de
Dios. Son importantes las citas bíblicas como palabras del que ama y que
trasmitimos fielmente. No importa si se es repetitivo, pues toda declaración de
amor lo es.
(Luego de esta pregunta – respuesta se les pide a las personas que mediten un
rato buscando en su propia vida la respuesta e interiorizando esta declaración de
amor que Dios les ha hecho).
Reglas prácticas:
Debe evitarse carga la tinta melodramáticamente en el pecado como separación
de Dios. La vida que se vive es suficientemente confirmadora de lo que dice la
palabra de Dios.
Nos hemos alejado de la casa del Padre, hemos despilfarrado nuestra herencia y
estamos bajo el poder del príncipe de ese mundo que nos manda a cuidar
puercos. Lc 15, 11-32
“Vuestras iniquidades han hecho una separación, vuestros pecados hacen que El
oculte su rostro”. Isaías 59, 2
Sólo Dios tiene la solución al problema del hombre; ya la ha dado y nos la ofrece a
cada uno, ahí encontraremos la salvación. La solución de Dios es la única, porque
sólo esta es total, radical, definitiva y auténtica.
Reglas prácticas:
El tema dura media hora. A las personas debe quedarles claro que el Cristianismo
no son ideas, sino relación con una persona viva, y toda relación comienza con un
momento de encuentro y de aceptación. Es distinto conocer a alguien que conocer
sobre alguien.
A partir del encuentro vivo con Jesús, comienza una vida nueva que se expresa y
manifiesta en un comportamiento moral y en una vida cultural y religiosa como
fruto y consecuencia normal de la presencia viva de Jesús y de la acción poderosa
del Espíritu.
―Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre la puerta,
entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo‖. Ap. 3, 20 Escuchemos el
llamado que nos hace Jesús y abrámosle la puerta; recibámoslo en nuestro
corazón para que nos salve. Cristo es el que está a la puerta y llama al corazón de
todo hombre, sin coartar su libertad, tratando de sacar de esa misma libertad el
amor. DM 5, 8 Es un acato de la voluntad que dice ―sí‖ a Jesús y a su salvación.
Se necesita una invitación explícita a que entre a nuestro corazón y a nuestra vida.
Es una opción lúcida por Cristo, una adhesión personal a Jesús como Salvador.
REGLAS PRÁCTICAS:
No es fácil que quede claro en las personas el Señorío de Jesús. Es este tema ya
no se trata solamente de dejar hacer lo malo y hacer lo bueno, sino que de entre
eso bueno debemos tratar de descubrir lo que Él quiere.....
No significa tampoco que dejaremos nuestro trabajo o familia, para hacer cosas
religiosas, sino lo que Él quiera. Lo importante no es tanto qué vamos a hacer,
sino, si soy capaz de aceptar lo que el quisiera darme, ya sea lo mismo o
diferente. Es importante describir ejemplificando un poco el Señorío de Jesús en
las diferentes áreas: trabajo, descanso, vocación, etc.
“Que toda lengua confiese que Jesús es Señor para Gloria de Dios Padre…
Y al nombre de Jesús se doble toda rodilla. Porque Dios lo exaltó y le otorgó el
Nombre que está sobre todo Nombre”. Fil 2, 9-9 63
“Exulta sin medida, hija de Sion, lanza gritos de júbilo, hija de Jerusalén! He aquí
que viene tu Rey a ti, victorioso, humilde y montado sobre un asno! Zac 9, 9.
“Pero nadie puede decir: “Jesús es Señor!, sino por influjo del Espíritu Santo”. 1
Cor. 12, 3.
“Así dice el Señor Yahvé: Que cada uno vaya a destruir sus ídolos; después Yo
juro que me escucharéis”. Éxodo 20, 39
Hacer a Jesús centro de nuestra vida es la manera concreta de amar a Dios sobre
todas las cosas.
Sólo el Espíritu Santo nos hace capaces de reconocer y proclamar a Jesús como
Señor; y sólo el Espíritu Santo hará que esto vaya siendo más y más real en
nuestra vida.
“Ninguno de nosotros vive para sí mismo; como tampoco muere nadie para sí
mismo. Si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos.
Así que, ya vivamos, ya muramos, del Señor somos. Porque Cristo murió y volvió
a la vida para eso, para ser Señor de muertos y vivos”. Rom 14, 7-9.
Hay un momento inicial, pero todo esto debe seguir como actitud permanente y
como realización progresiva a la luz y bajo la moción del Espíritu Santo.
Con la luz del Espíritu Santo iremos abriendo y descubriendo cada área, cada
rincón y cada aspecto de nuestra vida, y con su poder seremos capaces de
entregárselo y consagrárselo, haciendo a Jesús realmente Señor de todo.
Analicemos cada aspecto de nuestro ser y nuestra vida, individual, familiar y
social, y veamos cuáles son las motivaciones de nuestra actuar, cuál el centro de
intereses y cuál la meta de nuestros anhelos.
- JUVENIL-
Objetivo: Sensibilizar a los jóvenes sobre la realidad en la que viven hoy para que
descubran los desafíos que se plantean en la Misión y se comprometan, como
bautizados, a colaborar en la comunicación de su fe en Jesucristo, rostro de Dios
Padre que nos ama, nos perdona, nos acoge y da sentido a nuestras vidas, y en la
respuesta comprometida a ese amor en la construcción de un mundo mejor, según
su voluntad.
Preparación
En el salón de reunión, disponer de periódicos, revistas, tijeras y pegamento; con
estos materiales, invitar a los jóvenes a elaborar un mural sobre la cultura de la
vida y la muerte.
Oración
Padre Bueno, vivimos en un mundo donde la vida está diariamente amenazada
por la violencia, el hambre, la destrucción de la naturaleza. Te pedimos que abras
nuestros ojos y oídos a esta triste realidad que vivimos para que podamos ver,
escuchar y discernir tu llamado a ser servidores de la vida. Amén.
Reflexionemos y Dialoguemos
¿Cuáles son, a su parecer, los signos de cultura de la vida y de la cultura de la
muerte que descubrimos en nuestro país y luego en el mundo?
¿Cómo podemos compartir valores auténticos de una cultura de la vida? y ¿Cómo
podemos luchar para superar una cultura de la muerte en nuestras comunidades o
barrios?
¿Qué tiene que ver la fe en todo esto?
Comentar cómo el hecho de conocer la realidad que estamos viviendo nos permite
valorar lo que somos para colaborar en la construcción de un mundo mejor.
ILUMINACIÓN
El grupo juvenil es ciertamente un espacio de acogida, de cariño, de
intercambio, de crecimiento personal, de encuentro con Cristo y de profundas
relaciones de amistad y de amor.
Frente a esta tentación surge del envío que Jesús hace a sus discípulos
para anunciar y proclamar la Buena Nueva (Mt 10,5-8). Estamos en procesos de
catequesis, de grupos, de movimientos porque hemos conocido al Señor y
deseamos saber más de Él y estar con Él, pero esto que vivimos y sentimos no
puede quedarse cerrado en el grupo y en la sala de catequesis…. Tenemos que
ANUNCIARLO, CONTARLO, TRANSMITIRLO a todos… y en el ―todos‖ está
incluida nuestra familia.
Jesús los devuelve al valle, allí donde están los paralíticos, los que sufren,
los excluidos. El valle es el lugar de la misión. Jesús no evadió la realidad de la
pobreza, de la exclusión, y de muerte que vivía su pueblo. Él asumió la misión de
liberar. ―El Espíritu del Señor me envió a traer la Buena Nueva a los pobres, a
anunciar a los cautivos su libertad y a los ciegos que pronto van a ver‖ (Lc. 4, 18).
El Reino de Dios acontece cuando las víctimas de una cultura de muerte logran
participar de la vida.
―Yo he venido para que tengan vida y vida en abundancia‖ (Juan 10,10).
Jesucristo es la plenitud de la vida. Desde nuestros grandes anhelos, podemos
participar en la obra misionera de Jesús y colaborar a la renovación del mundo.
Viviendo en coherencia con los valores que Jesús nos enseña y asumiendo
nuestra vocación de transmitir a otros jóvenes la abundancia de vida obtenida por
Jesucristo, podremos ser ―columna‖ del mundo nuevo: Mundo sin pobreza, ni
exclusión, y donde todos se podrán beneficiar de la vida en plenitud.
Joven anuncia
Durante estos días, observa la vida alrededor, lee los periódicos y mira las
noticias. Haz una lectura cristiana de lo más te llame la atención y cómo eso te
está afectando a ti o a quienes te rodean. Conviértelo en oración. Y luego
comparte con otros jóvenes tu reflexión por medio de una entrada en Factbook, o
frase en twitter, o fotografía y mensaje en wasapt, etc.
Preparación
Una Biblia, una vela, una imagen de Cristo, unas semillas y una Cruz. Colocar los
signos en distintas áreas del salón o lugar de reunión.
Oración
Señor, queremos escuchar tu Palabra. Permite que ella llegue no solamente a
nuestra mente, sino hasta lo más profundo de nuestro corazón para que podamos
conocerte cada día más. Amén.
El vendedor de semillas.
Un joven soñó que estaba en un supermercado recién inaugurado y, para
su sorpresa, descubrió que Jesucristo se encontraba detrás del mostrador. ―¿Qué
vendes aquí?‖, le preguntó.- ―Todo lo que tu corazón desee‖, respondió Jesucristo.
Sin atreverse a creer lo que estaba oyendo, el joven emocionado decidió pedir lo
mejor que un ser humano podía desear; ―Quiero tener amor, felicidad, sabiduría,
paz de espíritu y ausencia de todo temor. Deseo que en el mundo se acaben las
guerras, el terrorismo, el narcotráfico, las injusticias sociales, la corrupción y la
violaciones a los derechos humanos‖. Cuando el joven terminó de hablar,
Jesucristo le dijo: ―Amigo creo que no me has entendido, aquí no vendemos frutos;
solamente vendemos semillas‖, ―convierte en frutos las semillas que hay en ti‖.
ILUMINACIÓN
El vendedor de semillas… se hizo semilla de un mundo nuevo. ―He venido
para que tengan vida en abundancia‖ (Juan 10.10). Jesús desea que lo sigamos
para que nos convirtamos en semillas del Reino.
Joven anuncia
ORACIÓN FINAL
Terminamos con una oración espontánea con Padre Nuestro… Ave María…
Gloria al Padre…Canto Final: Envíame a mi.
Preparación
Fotografías de las diversas vocaciones y actuaciones de jóvenes laicos en el
mundo y en la Iglesia. En el salón a vista de todos, colocar estas fotografías.
Oración
Padre, en tus manos me pongo.
Haz de mi lo que quieras; por todo lo que hagas en mi, te doy gracias.
Estoy dispuesto a todo, lo acepto todo con tal que tu voluntad
se haga en mí y en todas tus criaturas.
No te pido más, Dios mío. Amén.
ILUMINACIÓN
Dios en su infinito amor nos ha elegido desde toda la eternidad. Hoy Jesús
nos llama como lo hizo a sus discípulos: ―Sígueme y te haré pescador de
hombres‖ (Marcos 1,17). A los que llama, Jesús les exige desapegarse y un
desprenderse hasta de sí mismo: ―si alguno quiere venir en pos de mi, que
renuncie a si mismo, que cargue con su cruz y que me siga‖ (Marcos 8, 34).
Jesús nos llama para estar con él ―Para andar en el amor y estar en su
presencia‖ (Ef 1,4). Somos ―elegidos‖, antes de nada, para unirnos íntimamente en
Joven anuncia
1. Estudiar entre todos los del grupo la forma de realizar un vídeo en el que
se refleje lo que la fe en Jesucristo nos aporta a nuestra vida de jóvenes:
en nuestra realidad del pueblo, de relaciones, de impulso a la
solidaridad, de amistad, etc. Elaborarlo y subirlo a Youtube.
2. (Para los de ciudad o poblaciones grandes) Preparar la Convivencia
Juvenil Misionera.
Oración Final
Tómame, Señor, con todo lo que soy y lo que tengo, lo que hago, lo que
pienso y lo que vivo. Toma mi espíritu para que yo me adhiera totalmente a ti y así
en lo más íntimo de mi corazón te amé sólo a ti y te sirva en la misión de tu Iglesia.
Amén.