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El Gran Libro Del Petricor Jaime Rubio Hancock
El Gran Libro Del Petricor Jaime Rubio Hancock
El Gran Libro Del Petricor Jaime Rubio Hancock
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Jaime Rubio Hancock
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No sabemos si se permite o no la reproducción parcial de este libro, ni su copia y
transmisión en cualquier forma o por cualquier medio. Creemos que no, pero nos da
bastante igual. Nosotros no os vamos a denunciar por copiarlo, compartirlo o regalarlo, y
menos teniendo en cuenta que es gratis. Además, es un refrito. Ya lo habíamos publicado
todo en la web. Sólo lo hemos puesto bonito. Eso sí, siempre que podáis, citad la fuente,
que queda agradecido y elegante. O qué sé yo, pensad en nosotros con cariño, qué menos.
Ya sabéis, como decía Pablo Motos: Verne, la cosita verde de El País, abajo a la derecha.
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Introducción
Verne es una web de El País que nació el 24 de septiembre de 2014. Nos dedicamos
a hablar de lo que ocurre en redes sociales e internet, además de recordar historias
asombrosas, desmentir bulos y responder a preguntas que pueden parecer tontas, pero que
no lo son, ya que sus respuestas son fascinantes. Incluyendo, claro, qué fue primero: el
huevo o la gallina (1), pregunta clásica que nos lleva de la filosofía de Aristóteles a la
evolución, la genética y Richard Dawkins. En Verne escribimos, además de un montón de
colaboradores, Lucía González (redactora jefa), Mari Luz Peinado, Jaime Rubio, Ana
Marcos y Pablo Cantó. Guillermo López es el jefe de producto y Delia Rodríguez, la
directora. Los fines de semana son de María Sánchez; la estrategia en redes sociales, de
Anabel Bueno; y la newsletter, de Carmen Pacheco.
En este pequeño libro incluimos una buena muestra de todos esos datos que
llevamos recogiendo y compartiendo desde hace ya un año. Son explicaciones muy breves,
pero con enlaces, por si alguien quiere profundizar en cualquiera de los temas. Al fin y al
cabo, ¿quién no quiere saber más sobre el estudio que demostró que, efectivamente, la
tostada siempre cae por el lado de la mantequilla (121)? ¿O que el petricor (41), término
que aparecía en uno de los artículos con los que estrenamos la web, es el nombre del olor
de la lluvia sobre la tierra seca?
¿Y para qué sirve esta miscelánea? Mucho nos tememos que para poco: para
cambiar de tema cuando alguien hable de política en la cena de Navidad, para romper un
silencio incómodo, para evitar que tus amigos discutan sobre fútbol en el bar o, por añadir
otro ejemplo, para que todo el mundo te odie por marisabidillo cuando les digas, muy serio,
que no es verdad que los lemmings se suiciden arrojándose en masa al mar (61).
Pero eso es lo de menos: no todo tiene que servir para algo. En Por qué leer a los
clásicos, Italo Calvino explica que Sócrates aprendía a tocar una pieza para flauta mientras
le preparaban la cicuta. ¿Para qué quieres aprender eso?, le preguntaron. Y él contestó,
simplemente, para saberla antes de morir. Además, leer podría ayudar a prevenir el
alzheimer (40), igual que el café (123).
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Citas
Un comentarista que ha vuelto a comentar varias veces «You have time to create
something beautiful.
You have time to read the comments section.
You do not have time to do both».
@AvoidComments
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GRANDES PREGUNTAS DE LA HUMANIDAD
La forma se deriva del proceso de puesta, que deforma la cáscara antes de que
calcifique, tal y como se explica en el libro Why Don’t Penguins’ Feet Freeze? Aparte de
eso, los huevos son bastante más prácticos de lo que puede parecer. Éstas son algunas de las
ventajas: si tuvieran esquinas o bordes, la estructura sería más débil; una esfera sería aún
más resistente, pero la ventaja de un huevo es que si rueda, tenderá a hacerlo en círculo, al
tener un extremo más delgado, por lo que es difícil que caiga del nido o se aleje demasiado;
la forma también es más cómoda que un cilindro o una esfera a la hora de empollar; cuando
hay varios huevos, se pueden guardar de forma eficiente en el nido, dejando poco aire entre
ellos y conservando el calor.
Como recogen en Xataka, citando 100 mitos de la ciencia, de Daniel Closa i Autet,
«la Tierra pesa diez billones más que todos sus habitantes humanos junto», por lo que
«sería como si una mosca saltara sobre la superficie de un barco». Por tanto, no pasaría
gran cosa: ni se alteraría el eje de rotación del planeta ni se desencadenaría un terremoto.
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4. Si orino en la piscina, ¿el agua se volverá roja?
Según Snopes, este mito se remonta como mínimo a 1958, pero lo cierto es que no
hay ningún compuesto que pueda actuar solo contra la orina y no contra otros componentes
orgánicos similares. Snopes también recuerda que muchos niños incluso orinarían
voluntariamente sólo para ver el tinte. En el blog de la tienda de piscinas Gunitec, Marcos
Gisbert explica que incluso ha preguntado a proveedores por este tinte para acabar de
confirmar si se trata de una leyenda urbana: nadie lo tenía. Así que puedes hacerlo sin
riesgo a quedar en evidencia. Pero no lo hagas. Por favor.
El color del huevo depende del tipo de gallina, pero no hay más diferencia. Ni
siquiera en el sabor. Si notamos un color diferente en la yema, es por la alimentación de la
gallina, no por el color de la cáscara, cuyo grosor, además, depende de la edad de la madre.
En España cuesta encontrar los blancos porque hace años se comenzaron a asociar los
pardos con los de corrales tradicionales, tal y como explican en el blog Directo al paladar.
No matarías a nadie. Los céntimos pesan muy poco y son aplanados, por lo que
caerían casi (CASI) como una hoja, explica Scientific American. Incluso aunque cayeran en
el vacío, no serían capaces de atravesar un cráneo. Aunque dolería.
8. ¿Por qué lavamos las toallas? ¿Acaso no estamos limpios cuando salimos de
la ducha?
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Nosotros sí, pero las toallas quedan mojadas, y la humedad ayuda a que las bacterias
y hongos se sientan a gusto y se muden. Además, cuando nos secamos, dejamos en las
toallas células muertas. Si quieres secarte con un trapo lleno de moho y escamas, adelante.
9. ¿Cómo podemos saber si una palabra del diccionario está mal escrita?
En los diccionarios también hay errores y erratas. Samuel Johnson, autor del
diccionario en inglés más influyente hasta que se publicó el de Oxford 173 años más tarde,
definió la cuartilla del caballo como su rodilla, cuando es su primera falange (Samuel, por
favor, qué vergüenza). Cuando le preguntaron cómo había podido cometer tal
equivocación, respondió: «Ignorancia, señora, pura ignorancia». Hay más casos de errores
en los diccionarios, como el niño que vio una errata en una definición del Larousse
(«vigégima» en lugar de «vigésima») o el que detectó un australiano en el Oxford English
Dictionary, que decía que un sifón hidráulico funciona por la presión atmosférica, cuando
es por la gravedad. El diccionario llevaba 99 años arrastrando este error.
Es decir, los diccionarios son una referencia de normativa, pero también recogen el
uso que los hablantes hacemos de la lengua, por lo que si publican un error, alguien se
acabará dando cuenta. Y en caso de duda, la Real Academia de la Lengua responde a
preguntas tanto a través de su web como en su cuenta de Twitter.
Ésta es la paradoja por excelencia de los viajes en el tiempo, que incluso se usa
como prueba de que viajar al pasado es imposible. Ha habido muchas propuestas para
resolver esta cuestión, como la del acceso restringido, en la que las leyes naturales
impedirían que se llevara a cabo este asesinato, o la de los universos paralelos. Scientific
American publicó en noviembre la más sofisticada: una simulación de viajes en el tiempo
con modelos que usan fotones. En esta simulación, una partícula viaja al pasado y apaga la
máquina generadora de partículas que la creó. Como la mecánica cuántica no es
determinista, sino probabilística, es posible que la partícula no viaje en el tiempo y no
apague la máquina. El proceso podría incluso revertirse para devolver las partículas al
estado anterior.
12. ¿Por qué los pilotos kamikaze llevaban casco protector, si sabían que iban a
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una misión suicida?
13. ¿Cómo se acuerdan los camareros de quién ha pedido café con leche, té con
limón y uno solo, pero con sacarina?
14. ¿Por qué los aviones no están hechos del mismo material que la caja negra?
El resumen más claro lo dan en Quora, la red social dedicada a hacer preguntas y
contestarlas: los aviones están construidos para volar, no para estrellarse. Si el avión
estuviera hecho del acero de la caja negra, sería demasiado pesado para despegar. Además,
también hay que tener en cuenta que las cajas negras no son indestructibles: el 10% quedan
tan dañadas que no se pueden utilizar para investigar el accidente.
Esta pregunta del cómico Luis Piedrahita también tiene respuesta, aunque
lamentablemente chafa el chiste. Viven en otros países. Como explican en Planthogar, la
mayor parte «son plantas que en sus países de origen, por su clima, se dan de forma
espontánea y natural». Cuando las importamos, se cuidan en interiores porque es necesario
crear un ambiente «que recuerde al máximo el de origen para de esta forma favorecer su
desarrollo, pues con los climas normales en el exterior morirían». Se trata, por ejemplo, de
plantas de los sotobosques perfumados de Japón (fatsias) de las lagunas de México y las
selvas del Amazonas (caladium, philodendron) y de las islas volcánicas de Canarias
(phoenix, solanum), entre otras. En esta misma web también se puede encontrar una breve
historia de las plantas de interior.
16. ¿Por qué los dibujos animados van siempre con la misma ropa?
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Encontramos la respuesta de nuevo en Quora. La escribe Valerie Fletcher, directora
de animación que ha participado en series como South Park, Padre de Familia y Padre
made in USA. Primero, en muchos casos resultaría muy difícil identificar a los personajes,
como en South Park, donde todos tienen casi la misma cara. Segundo, porque cada cambio
en un personaje se tiene que diseñar y aprobar, por lo que no merece la pena hacerlo si no
ayuda a la trama.
17. ¿Por qué en películas y series nadie se despide cuando cuelga el teléfono?
Porque es una pérdida de tiempo. Pongamos por ejemplo un capítulo de The Good
Wife, donde los personajes pueden contestar al móvil cada cinco minutos. ¿Realmente
necesitamos oír también «bueno, pues hasta luego, ya hablamos más tarde» al final de cada
una de estas conversaciones? No. Puede que sea realista, pero por lo general es aburrido e
innecesario. Además, los guionistas pueden aprovechar esos segundos para añadir más
elementos a la trama. En este hilo de Reddit y en este otro de Quora comentan el tema y
aportan más detalles.
18. ¿Por qué bajamos el volumen de la radio cuando buscamos sitio para
aparcar?
La atención que podemos prestar es limitada, «un juego de suma cero», como
explican en Sharpbrains. Para dedicar más atención a una actividad (buscar aparcamiento)
debemos restar atención de otra (escuchar la radio). En cambio, antes de buscar
aparcamiento es muy probable que hayamos necesitado atender menos al camino y más a la
música porque cada día hacemos la misma ruta al volver de la oficina. Otro ejemplo,
sacado de Pensar rápido, pensar despacio: podemos caminar y hablar al mismo tiempo sin
problemas, pero si caminamos y a la vez intentamos resolver un cálculo complicado,
pasaremos a caminar más lentamente. Es decir, no somos multitarea.
20. Cada generación es más alta, pero ¿hay algún límite? ¿Acabaremos siendo
monstruos de seis metros de alto? Por favor, que la respuesta a esta pregunta sea «sí».
Hemos crecido unos 10 centímetros en los últimos 100 años, más o menos y según
recoge Martin Gent en 70 preguntas sobre el mundo que nos rodea y sus asombrosas
respuestas, gracias sobre todo a «una alimentación más sana y una mejor asistencia
médica». Pero este crecimiento está próximo a acabarse, según recoge este libro: «Los
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genes fijan a cada persona un límite máximo de aumento de estatura. En condiciones de
vida óptimas este margen genético se puede utilizar entero, pero no superar». El cuerpo
humano tiene sus límites: una altura excesiva puede provocar problemas cardiovasculares y
en las articulaciones.
Cuando hacemos ejercicio físico, la temperatura del cuerpo comienza a subir y las
glándulas sudoríparas se activan, como explican en Muy Interesante. Eso sí, si el agua está
fría, sudaremos menos.
22. ¿Por qué los caramelos de menta hacen que el aliento parezca frío?
Se trata de una ilusión térmica: el mentol engaña a nuestro cerebro, como explican
en Mental Floss. Nuestros receptores TRPM8 responden a los estímulos del frío, como al
comernos un helado o al beber un refresco. En presencia de sustancias como el mentol y el
eucaliptol, estos receptores también se estimulan, dando esta impresión y potenciando la
sensibilidad al frío. Como añaden en Hipertextual, el mentol provoca además cierta
sensación anestésica, lo que unido al frescor, nos ayuda a respirar. Y eso que ni siquiera
abre las vías respiratorias.
23. ¿Por qué las galletas se ponen blandas y el pan se pone duro?
Las galletas contienen más azúcar y sal que las barras de pan, como explican en
Why Don’t Penguins’ Feet Freeze?, por lo que la galleta absorbe más humedad del
ambiente, humedad que su textura densa ayuda a mantener. Una barra de pan tiene menos
azúcar y sal, además de una estructura más abierta, por lo que no solo no absorbe, sino que
pierde humedad. Por cierto, poner el pan en la nevera no frena este proceso.
25. ¿Por qué los pares de calcetines siempre van de dos en dos antes de entrar a
la lavadora y de uno en uno al salir de ella?
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Esta ley viene explicada por la teoría de probabilidades y combinatoria, según
escribió Robert Matthews en Scientific American. Con independencia de qué ocurre con
estas prendas en la lavadora (un misterio que está más allá de las humildes pretensiones de
este texto), «la pérdida aleatoria de calcetines siempre es más probable que cree el número
máximo posible de calcetines impares».
Si perdemos sólo un calcetín, ya tendremos uno suelto. Como ya no nos pondremos
ese calcetín suelto, el próximo que perderemos al hacer la colada será otro que tenga pareja,
por lo que ya tendremos dos calcetines desparejados.
Y si perdemos más de uno a la vez, lo más fácil es que sean de pares diferentes,
como explica el estadístico Victor Niederhoffer en Daily Speculations. «Si tienes 20
calcetines —10 pares diferentes—, después de perder el primer calcetín, las posibilidades
de que el segundo que pierdas deshaga otro par son de 18 sobre 19, frente a 1 sobre 19 de
que sea un calcetín del mismo par». Es decir, si no compramos pares nuevos para
reponerlos, corremos el riesgo de acabar con un cajón lleno de calcetines desparejados.
Nos ha pasado a todos. Entramos en la cocina y nos quedamos de pie, con la boca
entreabierta, los ojos entornados y sin saber por qué hemos ido a hacer ahí. O peor,
entramos en la cocina, cogemos agua y nos vamos. Justo cuando nos sentamos en el
comedor nos damos cuenta de que habíamos ido en busca de un cuchillo. Obviamente, esto
puede pasar con cualquier habitación de la casa y, por supuesto, con esa pestaña del
navegador que acabamos de abrir.
En este caso, gran parte de la culpa es de las puertas, según nos explican en
Scientific American. Nuestra memoria considera que el cambio de habitación es, en muchos
casos, excusa suficiente para purgar información antigua en favor de la que pueda llegar.
No es sólo por el contexto: uno de los experimentos citados por la revista registraba esta
pérdida de memoria cuando se pasaban dos puertas y se volvía a la habitación original.
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TU CEREBRO Y TÚ
The Guardian dice que este bulo es «el mayor mito sobre el cerebro de la historia»:
un 48% de los profesores británicos aún lo cree. Según Snopes, ni siquiera está claro su
origen. Lo cierto es que usamos todas las áreas de nuestro cerebro, incluso cuando estamos
descansando. Es verdad que el cerebro es muy plástico (podemos vivir con medio) y que no
usamos todo a la vez, ya que algunas zonas están especializadas: cuando caminamos, por
ejemplo, las partes centradas en la actividad motora son más activas que otras. Pero no hay
una parte del cerebro que no haga nada y que esté esperando a que la activemos para tener
superpoderes.
Sólo vemos una porción muy pequeña del espacio. Tenemos que mover los ojos
para leer porque la mayor parte de la página en realidad la vemos borrosa. No nos damos
cuenta de esto porque en el momento en el que sentimos curiosidad por alguna parte del
mundo, nuestros ojos se mueven para completar los detalles que faltan. Mientras nuestros
ojos están en movimiento, deberíamos ver una mancha borrosa, pero nuestros cerebros
editan y completan esta imagen.
Podemos engañar a nuestro cerebro para hacerle creer que un brazo de goma o una
mano de realidad virtual forma parte de nuestro cuerpo. Hay gente que sufre un síndrome
(desorden de identidad de la integridad corporal) que le hace creer que una de sus
extremidades no le pertenece: un hombre estaba convencido de que los médicos le habían
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cosido un miembro de un cadáver para gastarle una broma.
Nos parece que pensamos más rápido que los ordenadores, pero las neuronas sólo
envían señales unas pocas veces por segundo y las ondas beta del cerebro tienen entre 14 y
30 ciclos por segundo. En comparación, las computadoras hacen mil millones de
operaciones por segundo.
No es verdad que uno de los hemisferios del cerebro sea dominante y esto determine
si somos más artísticos o más racionales. Sí que es cierto que hay zonas del cerebro que
están especializadas: el lenguaje se procesa en el hemisferio izquierdo, por ejemplo. Pero
no es cierto que uno sea más influyente que el otro en nuestra personalidad, con
independencia de lo bueno que sea uno con las palabras.
Quienes padecen el síndrome de Capgras ven extraños los objetos y las personas
familiares (lo contrario al déjà vu). Una señora mayor que vivía sola se hizo amiga de una
mujer que aparecía siempre que se miraba en un espejo. Pensaba que esta otra señora no se
parecía en nada a ella, excepto en que vestían igual. Otra mujer creía que la seguía una
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señora que se le aparecía en espejos, pero que no se le parecía en nada. Por lo demás, estaba
perfectamente.
Los horóscopos nos resultan creíbles por culpa del efecto Barnum o Forer, ya que
tendemos a tratar las descripciones vagas y generales como si fueran descripciones
específicas y detalladas, cosa que les ocurre especialmente a los géminis, a pesar de ser
pensadores independientes y de no aceptar las afirmaciones de los demás sin pruebas.
Aunque la soledad extrema puede ser perjudicial para la salud, la soledad nos
permite desconectar con más facilidad y centrarnos en nuestros pensamientos. También nos
ayuda a controlar mejor nuestro tiempo y dedicarlo a lo que realmente queremos hacer:
escribir, leer, descansar… Y aunque la cooperación y el diálogo son importantes, estar solo
también es indispensable para estimular la creatividad, ya que ayuda a trabajar sin
interrupciones y con libertad, sin sentirnos juzgados.
La lectura es tecnología para acceder a otros puntos de vista, como escribe Steven
Pinker en Los ángeles que llevamos dentro. Leer nos permite acceder a «mundos que sólo
pueden ser vistos a través de los ojos de un extranjero, de un explorador o de un
historiador», lo que puede llevarnos a que una norma que no nos cuestionamos («así es
como se hace») pase a ser una observación explícita («así es como nosotros lo hacemos»),
susceptible de replantearse («¿no podríamos hacerlo de otra forma?»).
Esto es especialmente válido para la ficción, que nos permite acceder a la forma en
la que piensan y sienten personas muy diferentes. Según varios estudios, hay un
solapamiento sustancial en las redes del cerebro que se usan para entender historias y las
redes usadas para interactuar con otros individuos; en particular, las interacciones en las
que intentamos entender los pensamientos y sentimientos de los demás. Los individuos que
leen ficción a menudo parecen mejores a la hora de entender a otra gente, empatizar con
ellos y ver el mundo desde su perspectiva.
Practicar ejercicio hace que nos sintamos mejor y también nos proporciona energía
extra, mejora nuestra capacidad de atención, el ánimo, la memoria y el control de los
impulsos, tal y como recoge este artículo de Forbes.
43. Caminar (sorpresa) activa el cerebro
The Atlantic resume muy bien por qué nos olvidamos de los nombres, algo muy
común, pero aun así nos hace sentir culpables:
Los nombres no quieren decir nada. Son etiquetas arbitrarias: un Jaime no tiene cara
de Jaime.«No significan mucho y como consecuencia tendemos a olvidarlos o
confundirlos», escribe Joseph T. Hallinan en Las trampas de la mente. Por eso una forma
de recordar con más facilidad los nombres es crear asociaciones, como se sugiere en The
Psychologist. Por ejemplo, «Jaime se parece a ese otro Jaime al que conocí de niño». O
«Jaime comienza por J, como mi nombre».
El efecto «el siguiente de la cola». Cuando nos presentan a mucha gente
desconocida a la vez, nuestro cerebro está más preocupado por ensayar cómo nos vamos a
ir presentando que de acordarse de todos esos nombres. Demasiada información en muy
poco tiempo.
También puede que no seamos muy sociales o que no estemos interesados en
establecer nuevas relaciones con otras personas. Si queremos corregir esto, podemos pedir
información personal cuando nos presenten a alguien, como el clásico «a qué te dedicas».
Los sujetos que participaron en un estudio citado por Hallinan y a quienes se les dio a leer
unas biografías, recordaron los empleos de esas personas el 69% de las veces; sus hobbies,
un 68%; la ciudad en la que vivían, un 62%. El porcentaje bajaba al 31% para los nombres.
La memoria a corto plazo puede fallar si no nos concentramos lo suficiente como
para retener la información. Por eso, es buena idea repetir mentalmente el nombre poco
después de que nos lo digan y volverlo a recordar pasado algún intervalo de tiempo.
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47. ¿Por qué nunca recuerdo dónde dejé las llaves?
O las gafas. O la cartera. O al bebé. Lo que ocurre, según nos cuentan en The Wall
Street Journal, es que no prestamos atención a lo que estamos haciendo. Cuando dejamos
las llaves sobre la mesa lo hacemos con el piloto automático puesto. Si queremos
acordarnos, tenemos que hacerlo de modo consciente. Incluso decirlo en voz alta («dejo las
llaves sobre la mesa»), en caso de que seamos propensos a estos olvidos o si queremos
asegurarnos de que nos vamos a acordar («dejo al bebé en la cuna»).
Por lo general, estos despistes son muy comunes y se ven especialmente favorecidos
por el estrés, la multitarea y la fatiga (de hecho, tanto dormir bien como hacer ejercicio
ayudan a mantener la memoria en forma). La edad puede influir y también hay gente
genéticamente más propensa que otra a estos despistes, según un estudio también citado en
The Wall Street Journal.
El acto de volver sobre nuestros pasos física y mentalmente puede ayudar. Vuelve a
caminar desde la puerta al comedor. ¿No tenías hambre al volver? Quizás pasaste por la
cocina. Efectivamente: las llaves están dentro de la nevera y al lado del chocolate.
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TU CUERPO Y TÚ
Aunque es algo que muchos aprendimos de niños, los receptores de sabor están
distribuidos por toda la lengua. Como recoge el New York Times, sí podría haber
diferencias en cómo hombres y mujeres detectamos los sabores amargos, salados y ácidos.
Además de eso, hay un quinto sabor, umami, que significa «sabroso» y que está presente en
las proteínas.
Los licores dan sensación de calor, pero el alcohol baja la temperatura del cuerpo,
con lo que realmente es peligroso tomar estas bebidas cuando hace mucho frío. Lo mismo
pasa con el café, según Mental Floss.
Aunque algunas mañanas parezca que los gintonics de la noche anterior hayan
arrasado nuestro cerebro, el alcohol no llega a matar neuronas. Eso sí, el consumo excesivo
durante mucho tiempo puede dañar las conexiones entre estas células y causar atrofia y
degeneración (reversibles).
Los resfriados vienen provocados por un virus que viaja por vía aérea «a través de
las gotitas originadas al hablar, toser o estornudar», no por el frío en sí. Como añade la
OCU, cuando hace frío, pasamos más tiempo en espacios cerrados y en zonas comunes
(colegios y oficinas). Además, en las regiones con poca humedad, las fosas nasales se secan
más fácilmente, con lo que es más fácil que el virus se haga fuerte en nuestro cuerpo.
Además, el frío puede debilitar el sistema inmune, lo que facilitaría el contagio. Todo esto
contribuye, pero no causa el resfriado: en ausencia del virus, da igual la temperatura que
haga.
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52. La vitamina C no ayuda a prevenir los resfriados
No hay ninguna prueba que confirme esta relación, si bien es cierto que una
alimentación sana nos ayuda a mantenernos sanos y una alimentación sana incluye fruta y
vitamina C. Esta vitamina sí podría ayudar a reducir el tiempo que dura la enfermedad,
según algunos estudios.
Un cadáver no puede producir nuevas células. BBC explica que la piel que rodea las
uñas se deshidrata y por eso parecen más largas. Lo mismo ocurre con la piel de la barbilla,
lo que lleva a que parezca que la barba crece. Da miedo igual.
Ese ruido en los nudillos se forma por burbujas de gas que se acumulan en las
articulaciones de los dedos y no tiene efectos nocivos. Tampoco puede provocar artritis.
Esta advertencia que todos oímos de niños (con sus variantes) es falsa: los chicles
no se quedan pegados al estómago o a los intestinos, ni tardan más en ser eliminados, a
pesar de que, como recuerda Snopes, «llegan al otro lado sin cambios sustanciales».
Aparte de los cinco sentidos tradicionales que ya catalogó Aristóteles, tenemos unos
cuantos más: entre 9 y 20, dependiendo de la definición que usemos. Estos incluyen la
propiocepción, que nos permite saber dónde están las diferentes partes de nuestro cuerpo,
los sensores de temperatura (termocepción), del dolor (nocicepción) e incluso el sentido del
equilibrio. Algunos apuntan que lo más fácil es dividirlos en tres grupos: mecánicos (tacto,
oído y propiocepción), químicos (gusto, olfato y los sentidos internos) y los relacionados
con la luz.
Aunque lo parece por un tiempo, ya que cada cabello acaba en punta y cuando lo
cortamos o afeitamos, lo hacemos por el tallo.
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58. El estrés no hace que se te vuelva el pelo blanco
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BESTIARIO
Estas aves bajan la cabeza a ras de suelo para pasar desapercibidas y parecer un
arbusto, aunque lo más normal es que corran.
Como explica Io9, estos roedores del ártico pasan por ciclos de población en los que
se multiplican por 100 o incluso por 1.000, para luego descender hasta casi la extinción, ya
que dependen de climas muy fríos para reproducirse. En los picos de población, muchos
grupos de lemmings se ven obligados a emigrar y, ocasionalmente, caen por acantilados.
Pero por accidente. No se arrojan al vacío.
Estos ciclos de población tan bruscos llevaron a varias leyendas, incluida la de que
se arrojaban al mar. Un documental de Disney (sí, Disney) de 1958 dio esta leyenda por
cierta y los autores decidieron comprar un camión lleno de lemmings y empujarlos por un
barranco para simular lo que en su opinión la naturaleza habría hecho de todas formas. Este
vídeo recoge el aterrador fragmento.
Un extendido mito asegura que según las leyes de la física, un abejorro no debería
poder volar. La abeja era el insecto de la historia original, que se habría originado en la
Alemania de los años 30 (fíate tú). Como recogía en su blog Javier Armentia, director del
Planetario de Pamplona, «en movimiento, la abeja crea una serie de turbulencias que
explican sus sustentabilidad». Aunque no se trata de un proceso sencillo, ningún científico
—ni cualquier otra persona sobria, añado— ha dudado jamás de que un abejorro pueda
volar, ya que todos han visto a alguno volando.
El mito asegura que la memoria de los peces dorados dura sólo unos segundos. Pero
parece que estos peces pueden aprender, retener información y usarla posteriormente, como
muestra un experimento en el que tras unas semanas dejando comida en el mismo sitio, el
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pez se acercaba a ese lugar antes de ver la comida y poco antes de que se la sirvieran.
También pueden aprender a distinguir y recordar música. Lo explica Mental Floss.
Los perros regulan la temperatura sobre todo con la respiración, jadeando con la
boca abierta. También sudan, pero menos: la mayor parte de sus glándulas sudoríparas
están en las plantas de sus patas.
Es cierto que el toro embiste por el brillo y el movimiento del capote, pero estos
animales sí distinguen el color rojo. Este color no hace que se enfaden.
Ven casi tan bien como los humanos. Se orientan gracias a sus ojos, al sónar de
ultrasonidos, que les ayuda a cazar insectos en la oscuridad, y a una brújula interna.
A pesar de lo que se suele decir, un año de perro no son siete años de humano. Al
menos, no siempre. Los perros envejecen a otro ritmo, pero esta famosa equivalencia no es
exacta: crecen mucho más rápido durante los dos primeros años y, de hecho, alcanzan la
madurez sexual ya en el primero, lo que equivaldría a unos quince años humanos.
Priceonomics publica una tabla que da la equivalencia, que también depende del tamaño
del perro.
68. ¿Por qué los pájaros no se caen de las ramas cuando duermen?
De nuevo recurrimos a Why Don’t Penguins’ Feet Freeze?, donde se explica que los
pájaros cuentan con un ingenioso sistema de tendones en sus patas: «El tendón flexor va
desde el músculo del muslo hasta la rodilla, sigue por la pierna, rodea el tobillo y llega
hasta debajo de los dedos». Esto implica que, en descanso en una rama o en una percha, el
mismo peso del pájaro hace que «doble su rodilla y el tendón quede firme, cerrando las
garras».
A pesar de que hemos leído muchas veces que los delfines son los animales más
inteligentes después de los humanos, esta afirmación se ha puesto en duda. Tal y como
relata Jessa Gamble, estos mamíferos acuáticos comprenden signos, como los primates y
los loros, pero recuerdan menos que muchos perros. Se reconocen en los espejos, pero
también lo hacen muchos animales.
Hay debate al respecto, ya que resulta difícil hacer una observación adecuada, pero
parece que los animales notan los eclipses solares y reaccionan ante ellos. Un estudio
llevado a cabo en Zimbabwe observó que muchos, como los hipopótamos, confunden el
eclipse con la puesta de sol y se retiran a dormir. Eso sí, los leones, elefantes y cocodrilos
no mostraron actitudes diferentes. Otros animales, como las abejas y las ardillas, actúan con
más nerviosismo, en lugar de responder al patrón habitual de confundir el eclipse con el
anochecer y retirarse. Y en otro estudio se vio cómo unos chimpancés en cautividad
simplemente se limitaron a observar el fenómeno.
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HISTORIA(S)
A pesar de lo que se suele decir, sobre todo respecto a sus malos resultados en
matemáticas, Einstein empezó a estudiar cálculo tres años antes que el resto de sus
compañeros. Sí es cierto que recibió ayuda de otros matemáticos a la hora de desarrollar su
trabajo, incluida Mileva Maric, su primera esposa, pero estamos hablando de las ecuaciones
que sustentan la teoría de la relatividad, no de los problemas del bachillerato.
74. ¿Es verdad que no hay Nobel de Matemáticas porque la mujer de Alfred
Nobel le fue infiel con el matemático Gosta Mittag-Leffler, que hubiera podido ganar
el premio?
Como recuerda Snopes, aunque Nobel tuvo tres amores importantes, nunca se casó.
Por otro lado, había más candidatos que podrían haberle disputado el premio a Mittag-
Leffler, como Henri Poincaré y David Hilbert.
No se sabe por qué no hay Nobel de Matemáticas, pero podría deberse a que el rey
de Suecia ya financiaba el que concedía la revista Acta Mathematica (fundada por Mittag-
Leffer) y Nobel quizás no quiso competir con un soberano. También es posible que
considerara que era una ciencia demasiado teórica o que simplemente no le interesara.
La ley de Murphy dice que si algo puede salir mal, saldrá mal. Este Murphy era el
ingeniero aeroespacial Edward Aloysius Murphy y formuló su ley en 1949 después de
descubrir que estaban mal conectados todos los electrodos de un arnés para medir los
efectos de la aceleración y deceleración en pilotos. Al parecer (este punto no está claro), el
enunciado original dice que «si hay dos o más maneras de hacer algo y una de ellas puede
resultar en una catástrofe, alguien se decidirá por ésta».
76. Charles Darwin no inventó lo de «la supervivencia del más apto» o «la
supremacía del más fuerte».
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edición de El origen de las especies, citando a Herbert Spencer, que la había acuñado en su
Principios de biología después de leer la primera edición del libro de Darwin. Darwin
escribió que había usado el término selección natural, «pero la expresión utilizada a
menudo por el Sr. Herbert Spencer de la supervivencia del más apto es más exacta, y es a
veces igualmente conveniente».
Como recuerda Umberto Eco en Historia de las tierras y los lugares legendarios y
en su novela Baudolino, los evangelios solo hablan de magos, sin indicar cuántos eran,
cómo se llamaban y si eran reyes. Aunque sí había tres regalos, las tradiciones hablan de
entre dos y doce, con nombres como Hormidz, Jazdegard, Hor, Basander, Karundas… En
el siglo V, el papa León I dejó el número en tres y en el siglo siguiente se les asignaron sus
nombres. Además, Baltasar no fue negro hasta finales del gótico, cuando se decidió que
serían un blanco, un árabe y un africano, «para sugerir la universalidad de la redención».
Recordemos que en esa época se conocían tres continentes: Asia, África y Europa.
Este sarcófago con clavos en su interior es una invención del arqueólogo Johann
Siebenkees, que la fabuló en 1793 basándose en cuentos tradicionales.
Nos parece tan obvio que los mapas estén orientados hacia el norte que olvidamos
que es una convención y que norte y arriba no son sinónimos. «No hay ninguna razón
puramente geográfica por la que una dirección sea mejor que otra, o por qué los mapas
occidentales modernos han naturalizado la asunción de que el norte debería estar arriba»,
escribe Jeremy Brotton en Historia del mundo en 12 mapas.
De hecho, en los mapas medievales judeocristianos y hasta finales del siglo XV, la
Tierra se representaba orientada hacia el este, con Asia arriba, Europa abajo a la izquierda y
África abajo a la derecha. Al fin y al cabo, «orientar» viene de «Oriente».
El este se prefería en muchas culturas por ser la dirección por la que salía el sol,
siendo el sur la segunda dirección en preferencia. El oeste se asociaba con la decadencia y
la muerte, y el norte, «con la oscuridad y la maldad». No en todas partes: los mapas
babilonios y chinos, por ejemplo, se orientaban al norte, igual que los propuestos por el
astrónomo Ptolomeo en el segundo siglo después de Cristo. Sí parece sensato que los
mapas para navegar tengan en cuenta el eje norte-sur, dado el uso de brújulas, pero Brotton
nos recuerda que se podría haber optado por el sur con la misma facilidad.
«Todos los estudiosos de la Edad Media sabían que la Tierra era una esfera»,
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explica Umberto Eco en Historia de las tierras y los lugares legendarios, citando a Dante,
Orígenes, Ambrosio, Alberto Magno, Tomas de Aquino e Isidoro de Sevilla, que incluso
calculó la longitud del Ecuador. De hecho, las dudas sobre la ruta que proponía Colón no se
debían al temor a que cayera por un abismo, sino porque se creía que Colón se basaba en un
cálculo optimista acerca del tamaño de la Tierra y que su ruta no era tan corta como
pensaba (y no lo era). El mito nació como una operación de propaganda protestante del
siglo XVII, con tal de dejar a la iglesia católica en mal lugar, y se popularizó especialmente
a finales del XIX y principios del XX.
81. Tu mapa está mal
Es imposible proyectar una esfera en una superficie de dos dimensiones sin que
haya algún tipo de distorsión en la forma o en los ángulos, y por eso los mapas muestran
cambios en los tamaños y distancias entre países.
Por ejemplo, la mayoría de mapas actuales se basa en la proyección de Mercator,
original de 1569. Mercator «trató el globo como un cilindro y mantuvo los ángulos
cuidadosamente en su superficie», explica Jeremy Brotton en Historia del mundo en 12
mapas. Los meridianos no convergen como deberían y por eso la Antártida parece tan
grande y Groenlandia tan extensa como Sudamérica, a pesar de tener sólo una octava parte
de su superficie. Además, Europa parece el doble de amplia que Sudamérica, cuando
realmente es la mitad. Eso, entre otras distorsiones.
Pero el resto de mapas muestra otros problemas: por ejemplo, en la proyección de
Peters, países como Nigeria y Chad aparecen más grandes, y en la de Goode, se mantienen
los tamaños, pero las direcciones y distancias no son fidedignas.
Cada mapa tiene sus usos y sus ventajas, y también sus inconvenientes. El de
Mercator era muy útil para navegar, ya que mantiene los rumbos marinos en líneas rectas.
Y, por ejemplo, Google Maps, Bing y OpenStreetMap usan una variante del Mercator para
sus planos a gran escala, ya que sus «rectángulos simétricos se adecúan perfectamente a los
mosaicos de píxeles que conforman un mapa digital», explica Simon Garfield en En el
mapa.
El barcelonés Joan Pujol García fue condecorado por los nazis y por los aliados.
Pujol trabajó como agente doble, pasando información falsa a los nazis durante la II Guerra
Mundial. Incluso se inventó una red de 27 confidentes ficticios, llegando a obtener una
pensión de viudedad para la esposa de uno de ellos. Fue condecorado con la Cruz de Hierro
por los nazis y, tras la guerra, con un MBE del Reino Unido. En 1949 y con ayuda del MI5
británico, viajó a Angola y simuló su muerte por malaria. Murió (imaginamos que esta vez
de verdad) en 1988 en Caracas, a los 76 años.
Petrov era un teniente coronel que el 26 de septiembre de 1983 estaba a cargo del
búnker Serjupov-15, donde se coordinaba la defensa aeroespacial rusa. A las 00:14 horas
un satélite dio la alarma: Estados Unidos había lanzado un misil balístico intercontinental
desde una base de Montana. Alcanzaría la Unión Soviética en 20 minutos. El protocolo
obligaba a Petrov a responder poniéndose en contacto con sus superiores e informando del
ataque para que la Unión Soviética pudiera emprender contraatacar.
Este ataque era creíble: los soviéticos habían derribado hacía poco un avión
surcoreano que volaba en espacio aéreo ruso y la OTAN había respondido con ejercicios
militares. La guerra fría seguía en pie.
Pero Petrov tenía sus dudas: ¿por qué un solo misil? Lo normal sería que el ataque
fuera total, motivo por el que siguió sospechando que se trataba de un error después de que
los ordenadores indicaran que había otros cuatro misiles volando hacia el país. Informó a
sus superiores de que había habido un error, a pesar de que no las tenía todas consigo.
Como recoge la BBC: «23 minutos más tarde me di cuenta de que nada había ocurrido. Si
hubiera sido un ataque real, ya lo sabría. Fue un verdadero alivio».
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88. Drogba puso fin a una guerra
El futbolista Drogba puso fin a la guerra civil de Costa de Marfil, que tuvo lugar
entre 2002 y 2007. Tras un partido de clasificación para el Mundial de Fútbol de 2006,
Drogba y sus compañeros pidieron públicamente y en televisión el fin del conflicto, tras lo
que se llegó a un alto el fuego. El siguiente partido se jugó en una ciudad controlada por los
rebeldes, que invitaron al gobierno a ayudar a mantener el orden durante el encuentro.
Pablo Cantó explicó esta historia y las dos siguientes en Verne: en 1977, once años
después de asesinar a Martin Luther King, James Earl Ray logró escapar de la cárcel de
Brushy Mountain State, en Tennesse, aunque no llegó muy lejos en su intento de huida: las
montañas lo detuvieron. En los tres días que tardaron en encontrarlo, desnutrido y con
síntomas de hipotermia, sólo logró avanzar 14 kilómetros. Cuando descubrió la noticia un
sádico corredor de fondo de la zona, de nombre Gary Cantrell, pensó: «¿Y qué pasa si hago
una carrera de 100 millas (160 kilómetros) ahí?».
Dicho y hecho: Cantrell fundó la Barkley Marathon, una carrera de ultrafondo y
orientación que, desde su estreno en 1986, sólo han logrado finalizar 16 personas. Además
de ser un recorrido duro, marcado por el frío, el barro y las espinas, la propia inscripción a
la competición resulta, de por sí, una aventura. Los participantes deben enviar una carta de
motivación a Cantrell, que, por supuesto, no tiene ni web ni email a la vista, y que este dé el
visto bueno, cosa que rara vez sucede o sucede cuando queda poco tiempo para la
celebración de la prueba.
Aunque sea considerada la prueba más dura del mundo, la Barkley Marathon no es,
ni de lejos, la más larga: este honor lo ostenta la Self Trascendence Run, una carrera de —
ojo— 3.100 millas, casi 5.000 kilómetros, que hay que recorrer en un tiempo máximo de 52
días, lo que supone que para acabarla se han de realizar aproximadamente unos 100
kilómetros diarios. ¿Lo peor de esta competición? Su circuito: una vuelta de 800 metros
(una manzana en el distrito de Queens, Nueva York) que hay que completar 5.649 veces, lo
que acaba suponiendo un reto no sólo físico sino también psicológico. Si hablamo s de la
prueba con el recorrido más largo, el récord está en manos de Yukon Arctic, 724 kilómetros
en Whitehorse, Canadá, que además se han de realizar en autosuficiencia (sin
avituallamientos ni ayuda externa) y con temperaturas que llegan a los 40 bajo cero. Ideal
para apuntar a tu cuñado.
Además de ser la prueba de 42 km más longeva del planeta que se sigue realizando,
el Boston Marathon puede presumir de ser el primero en el que participó una mujer con
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dorsal, aunque no gracias a su organización: en 1967, año en el que las chicas todavía
tenían prohibido competir, Kathrine Switzer, de 22 años, logró apuntarse a la carrera como
«KV Switzer», de modo que nadie en la organización sospechó que era una mujer hasta que
comenzó la carrera. Cuando se percataron, intentaron sacarla de la competición por la
fuerza, pero el resto de participantes que había a su alrededor —entre ellos, su novio—
lograron protegerla hasta su llegada a meta. Consiguió terminar en cuatro horas y veinte
minutos.
Aunque la gloria de ser la primera mujer en competir en un maratón con dorsal —es
decir, inscrita como participante— es para Switzer, hubo otra corredora que se le adelantó:
Roberta Gibb, que participaba desde 1966 en el maratón de Boston como «pirata», es decir,
colándose a la prueba sin dorsal y, por tanto, sin aparecer en el registro de corredores.
Para responder a esta pregunta nos tenemos que remontar al calendario romano, que
tenía diez meses y sólo contaba con 304 días. No incluían los 61 días de pleno invierno
porque al fin y al cabo no los necesitaban para trabajar en el campo, como recuerdan en
Mental Floss. Estos dos meses se introdujeron en el calendario en el siglo VIII a. C. con el
objetivo de llegar a los 355 días al año. Para eso necesitaban que uno de esos meses tuviera
28 días y le tocó al último en llegar. Cada cierto tiempo, se ajustaba este calendario con un
mes extra de 27 días llamado Mercedonius. Finalmente, Julio César introdujo el calendario
egipcio de 365 días, para lo que, por cierto, el año 46 a. C. tuvo que ser de 445 jornadas.
Había algunos errorcillos que cuadrar.
Para ajustarlo aún más, se añadió un día cada cuatro años después del 24 de febrero,
que era el día sexto antes de las calendas de marzo. Este día sexto se contaba dos veces, por
lo que era «bis sextus», es decir, bisiesto, como relata Virgilio Ortega en Palabralogía.
Para saber por qué hacemos esto tenemos que remontarnos al siglo XVIII. Tal y
como se explica en National Geographic, Benjamin Franklin propuso que aprovecháramos
que amanecía antes en verano para madrugar y ahorrar así aceite de lámparas. El astrónomo
y entomólogo neozelandés George Vernon Hudson hizo una primera propuesta formal del
cambio de hora oficial a finales del siglo XIX, al darse cuenta de que salir antes de la cama
en primavera y verano le era útil para recoger insectos. El primer país en hacer caso a
Hudson fue Alemania, que durante la Primera Guerra Mundial aprobó el cambio de hora
para reducir el consumo de carbón. Esta iniciativa se estableció en Estados Unidos también
durante la guerra y se generalizó en Europa y Norteamérica a partir de 1974, con la c risis
del petróleo.
Por cierto, España seguía el huso del meridiano de Greenwich (el del Reino Unido y
Portugal) hasta el 2 de mayo de 1942, cuando se adaptó a la hora de Europa Central, en una
medida en principio provisional que también tomaron otros países durante la Segunda
Guerra Mundial. Por ejemplo, el Reino Unido lo hizo para poder coordinarse mejor con sus
aliados. España, al contrario que Inglaterra, se mantuvo con el horario de Berlín al final del
conflicto. Consecuencia: tenemos horario de verano en invierno y una hora extra en verano.
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94. ¿Por qué el rosa es de niñas y el azul de niños?
En Pink and Blue: Telling the Girls From the Boys in America, la historiadora Jo B.
Paoletti explica que en Estados Unidos no se usaron los tonos pastel para los bebés hasta la
Primera Guerra Mundial: antes se optaba simplemente por el blanco. Además, por aquel
entonces el rosa era el color de los niños, al ser «más decidido y fuerte», mientras que las
niñas debían vestir el azul, «más delicado y amable». El rosa se asociaba al rojo, el color de
la sangre y del vigor.
En 1927 Time publicaba un cuadro que detallaba cuál era la oferta preferente de
colores en grandes almacenes estadounidenses, que también recoge Paoletti: el 60% de los
grandes almacenes prefería el rosa para los niños. El rosa no sería un color de niñas en
Estados Unidos hasta pasada la Segunda Guerra Mundial.
En el caso de Europa, los tonos pastel (tanto azul como rosa) también se acabaron
convirtiendo en los habituales para los bebés, pero cuando se diferenciaba, no siempre se
seguía el criterio actual. Los orfelinatos franceses utilizaban el azul para los niños y el rosa
para las niñas, pero en Bélgica, Suiza y parte de Alemania era al revés. De hecho, Eva
Heller explica en su libro Psicología del color que en Alemania esta distinción no nace
hasta los años 20 y no se generaliza hasta los 70. En los años 80, el rosa se impuso
definitivamente en la paleta de colores en miles de productos para niñas, desplazando a
otras alternativas.
¿Por qué 15 a nada y no 1 a 0? ¿De dónde vienen esos «15, 30, 40, juego»? En
inglés además ni siquiera se dice «nada», sino «love». A eso hay que añadir el deuce y la
ventaja. Este lío tiene su origen en la Francia del siglo XV, cuando posiblemente se usaban
los relojes como marcadores, siendo cada punto un cuarto de hora. El cambio de 45 a 40 se
añadiría para ir sumando después puntos de diez en diez en caso de empate a tres (el deuce)
y poder contar así la ventaja (50) y el juego (60) con el objetivo de que se ganara con una
diferencia de al menos dos puntos. Si de ventaja se pasaba de nuevo a deuce, el reloj volvía
a 40.
No es la única explicación propuesta: esta puntuación también se asocia al jeu de
palme (similar, pero sin raqueta y con la mano). Se jugaba en un campo que medía 90 pies
en total, con 45 en cada lado. Si quien sacaba marcaba, podía adelantar 15 pies para el
siguiente saque. La tercera vez sólo adelantaba 10 pies, llegando a los 40.
El hecho de que los ingleses digan «love» en lugar de «nada» es posiblemente una
mala pronunciación de «l’oeuf», el huevo en francés. Sí, los franceses solían decir «huevo»
porque se parecía a un cero.
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CIENCIA Y VIDA COTIDIANA
El color del cielo se debe a la dispersión de Rayleigh, tal y como se puede leer en
Why Don’t Penguins’ Feet Freeze? («¿Por qué no se congelan las patas de los
pingüinos?»), de Mick O’Hare. La luz que llega del sol entra en la atmósfera y se dispersa
en todas las direcciones. La luz azul tiene una longitud de onda más corta, por lo que se
dispersa más que las luces rojas y amarillas, dándonos la impresión de que ocupa todo el
cielo.
Este proceso también explica que veamos el cielo rojo al anochecer y el amanecer.
Como el Sol está bajo en el horizonte, la luz ha de atravesar un tramo mayor de la
atmósfera para llegar a nosotros, por lo que la luz azul se pierde antes y nos llega la roja.
En Why Don’t Penguins’ Feet Freeze? se explica que cuando las nubes parecen
blancas es porque la luz blanca se dispersa gracias a las pequeñas partículas de hielo y agua
que las componen. Antes de llover, estas partículas son mayores, por lo que absorben más
luz y reflejan menos, apareciendo de un color más oscuro.
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99. ¿Por qué a veces vemos la Luna cuando es de día?
Como saben todos los lectores de Julio Verne, un rayo verde es un fenómeno
atmosférico que ocurre poco después de la puesta de Sol o poco antes de su salida, en el
que se puede ver un punto verde por encima de la estrella, siempre que contemos con un
horizonte distante y un día claro.
Encontramos la causa de este fenómeno en la refracción de la luz, como explican en
Astrofísica y física: «La luz se mueve más lentamente en el aire bajo, más denso, que en el
aire en capas superiores, menos denso». Por este motivo, los rayos solares siguen una
trayectoria ligeramente curva. «La luz de alta frecuencia (verde/azul) se curva más que la
luz de baja frecuencia (roja/naranja), así que los rayos verdes y azules de la parte superior
del sol en el horizonte permanecen visibles mientras que los rayos rojos están tapados por
el horizonte». El efecto se puede ver en otros cuerpos celestes brillantes, como la Luna,
Venus, o Júpiter, pero es más sutil, según escribía Jovi Esteve en El País: «Eso sí, no
pestañee. Apenas tiene uno o dos segundos para verlo o poderlo fotografiar».
A pesar de que en muchas películas los personajes que hacen eso explotan, la forma
de morir (porque morirías) es bastante más aburrida: la falta de oxígeno nos haría perder la
conciencia en sólo 15 segundos. No podemos coger aire y aguantar la respiración: no hay
presión atmosférica y si tuviéramos aire en los pulmones, éste se expandiría y los
destrozaría. Una vez inconscientes, aguantaríamos vivos durante un par de minutos y
moriríamos por falta de oxígeno, por la radiación o, probablemente, de un infarto. No
moriríamos congelados porque el vacío ayudaría a mantener el calor en el cuerpo.
Este relato es muy bonito y edificante, pero no es auténtico, como cuenta Snopes.
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En los primeros vuelos, los astronautas rusos y también los americanos usaban lápices, pero
no eran una herramienta apropiada: la punta se rompe, lo que es incómodo sin gravedad, y
además son inflamables, por lo que suponen un riesgo en caso de incendio. El boli espacial
lo desarrolló una empresa privada por su cuenta, la Fisher Pen Co., y la NASA los compró,
después de probarlos, a un precio razonable.
La gran muralla sólo tiene unos metros de ancho, tanto como una carretera o un
aeropuerto. Además, es de un color similar al del suelo que la rodea. Sí hay construcciones
humanas que se pueden ver desde el espacio, como los invernaderos de Almería y la mina
de cobre de Kennecot.
En realidad, son minerales con carbono que se han expuesto a estas altas presiones.
Los diamantes tienen entre tres mil millones y mil millones de años de antigüedad. El
carbón tiene unos 300 millones de años.
El agua pura es un buen aislante. Lo que conduce la electricidad son las impurezas,
como las distintas sales, que es como la encontramos habitualmente, así que mejor sigamos
comportándonos como hasta ahora en lo que atañe a este punto.
Darwin nunca dijo tal cosa. Lo que dijo es que monos y hombres tenemos un
ancestro común, que, como explican en ABC Science, fue un primate. Decir que venimos
del mono es como decir que somos hijos de nuestros primos, tal y como apuntan en The
Guardian.
108. ¿El agua del fregadero gira en sentido contrario en el hemisferio sur?
El famoso experimento de 1993 que dio con un efecto Mozart en bebés menores de
tres años se ha repetido varias veces sin éxito: la música del austriaco no nos hace más
inteligentes. Lo cual no quita que escuchar a Mozart esté bien, sólo faltaría.
Esta frase no es sólo una excusa para publicar fotos de gente guapa que tiene un
libro entre las manos casi por casualidad. Tiene base científica: por un lado, leer aumenta la
inteligencia, como explica en The Guardian Dan Hurley, autor de Smarter: The New
Science of Building Brain. Leer incrementa nuestra capacidad de comprensión, de
solucionar problemas y de detectar patrones. También mejora la inteligencia emocional y la
empatía. Por otro lado, la inteligencia es un atributo que deseamos en nuestras parejas.
Según el psicólogo evolutivo Geoffrey Miller, autor de un estudio al respecto: «Rasgos
como el lenguaje, el humor y la inteligencia han evolucionado en ambos sexos porque son
sexualmente atractivos». Por tanto, leer es sexy.
111. No hay diferencia entre los libros en papel y los electrónicos. Casi
Los e-books son exactamente igual que los físicos. Excepto por el pequeño detalle
de que no son físicos. Parece algo obvio y que no tiene importancia, ya que lo que leemos
son las palabras y no el papel, pero tiene sus implicaciones, especialmente a la hora de
estudiar: leer en un e-book es como leer de una página infinita y nos resulta más difícil
recordar lo que hemos leído si no tenemos referentes como la posición del texto en la
página o si estaba en la página izquierda o derecha, por ejemplo. Cuantas más asociaciones
de este tipo podamos hacer, más fácil resultará memorizar un texto, tal y como recoge
Time. Por eso agradecemos que el lector de libros electrónicos nos dé toda la información
que pueda, como el número de página o incluso el porcentaje leído. Nos ayuda a
orientarnos.
Aparte de este detalle, no hay motivo para tenerle manía al libro electrónico: sólo
tardamos siete días en adaptarnos a su uso, como a cualquier otra tecnología.
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113. Puedes despertar a un sonámbulo
En la BBC probaron el tiopentato sódico para poner el mito a prueba. Es cierto que
desinhibe, como el alcohol, y vuelve más sugestionable, pero no es fiable. De hecho y
durante el interrogatorio simulado, el periodista comenzó explicando (entre carcajadas) que
era «un cirujano cardíaco mundialmente famoso». Cuando se le incrementó la dosis,
admitió su verdadera profesión. Pero estos sueros apenas tienen efecto en quien no quiera
contar nada.
Depende del arma, pero el disparo se seguiría oyendo y no sería un débil silbido,
como en las películas, tal y como explican en Quora. Estos silenciadores se usan sobre todo
para cazar.
Un estudio de los años 90 sugería que los bebés se parecen más a sus padres porque
así es como la naturaleza les recuerda que son realmente suyos: esto les ayuda a crear un
vínculo. Sin embargo, otros estudios no han encontrado esta relación e incluso sugieren que
en realidad los bebés se parecen menos a sus padres que a sus madres porque así habría más
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seguridad de que el padre cuidaría de este bebé, ya que asumiría que es suyo, se le parezca
o no.
Como explica Ramón Peco en Verne, muchas de las cámaras frontales de los
móviles que se han lanzado desde que se difundió esa foto cuentan con objetivos de en
torno a los 21 mm, capaces de abarcar hasta 90 grados de visión. Paradójicamente, estas
ópticas súper gran angular son ideales para hacer fotografía de paisajes, pero nefastas para
retratos. La razón es muy sencilla: distorsionan el rostro. Sobre todo si captamos un primer
plano o un plano medio. Que son justamente los que vemos en la inmensa mayoría de los
selfis.
Lo aconsejable es alejarnos de la cámara y luego recortar la imagen. Para eso
conviene que dispongamos de buena luz. También es posible usar un pequeño trípode de
bolsillo, un palo para selfis o, simplemente, pedir que alguien nos haga la foto.
Tienes (más o menos) una posibilidad entre 140 millones de que te toque la lotería
Primitiva, como escribió el matemático residente de Verne, Joseángel Murcia. ¿Quiere
decir esto que si compras 140 millones de boletos para el mismo sorteo te toca sí o sí? En
efecto, y no sería la primera vez que alguien lo hace. El problema lo vas a encontrar a la
hora de rellenar los 140 millones de boletos y al adelantarle al estado 140 millones de
euros.
En cuanto al resto de sorteos, las combinaciones posibles del Euromillón so n
116.531.800. Si jugaras a la quiniela al azar, tendrías 14.348.907 posibles resultados. Los
sorteos del cupón de la ONCE se hacen entre 100.000 números (los que van del 00000 —se
lee «cero»— al 99.999) por lo que parecen más probables. Pero si quieres llevarte el premio
gordo tienes que acertar también la serie (y hay 150) el resultado de considerar todos los
números con todas sus posibles series nos deja un total de 15 millones de cupones distintos.
La cafeína aumenta la atención y los niveles de energía, sin efectos adversos cuando
los consumos son moderados. Los efectos de la cafeína en el cerebro ayudan a mejorar el
estado de ánimo, el tiempo de reacción, la memoria a largo plazo y las funciones cognitivas
en general. También incrementa el ritmo del metabolismo y ayuda a quemar grasas. Es
más, puede ayudar a mejorar el rendimiento deportivo y, de hecho, dos tercios de los atletas
olímpicos toman cafeína (está permitida). Además, es la principal fuente de antioxidantes
para los estadounidenses. De hecho, el sabor amargo proviene de estos antioxidantes y no
de la cafeína. Estos antioxidantes también te harán sonreír: quienes beben al menos cuatro
tazas de café al día tienen un 10% menos de posibilidades de deprimirse. Ojo, este estudio
también indica que en el caso de los refrescos light con cafeína es al revés. El café ayuda a
prevenir las enfermedades cardiovasculares y las neurodegenerativas, como el parkinson y
el alzheimer. También reduce el riesgo de piedras en el riñón y es bueno para el hígado, al
protegerlo de enfermedades, incluyendo el cáncer, tanto de hígado como el colorrectal. El
café proporciona protección frente a la diabetes de tipo 2 (que a su vez puede provocar
alzheimer) e incrementa la resistencia al dolor físico crónico. Sólo oler el café ya reduce los
efectos de la falta de sueño (al menos entre las ratones de laboratorio). Ni seis tazas diarias
(a 100 miligramos de cafeína por taza) supondrían un riesgo para tu salud.
No es sólo una impresión: 1) la cola más lenta es por lo general la que tiene más
gente y, en consecuencia, es la cola en la que es más fácil que estemos y 2) si sólo
escogemos una cola y hay, por ejemplo, tres, hay un 66,7% de posibilidades de que al
menos una de las otras colas sea más rápida que la nuestra. Por tanto, la mayor parte de las
veces habrá al menos otra cola que sea más rápida.
Lo mismo se aplica al tráfico, como se explica en Principia Marsupia. En este caso
hay que añadir que pasamos más tiempo en el carril lento precisamente porque es el más
lento y además pasamos más tiempo siendo adelantados que adelantando.
Según escribía el matemático Joseángel Murcia, hay dos razones fundamentales que
explican los atascos: los embudos y los acordeones.
Podemos imaginar los vehículos como un líquido dentro de una cañería que tiene
una sección (diámetro) determinada. No olvidemos que es una metáfora ya que si
perforamos los embudos abriendo nuevas vías —y transformándolos en «coladores»— el
problema parecería que va a mejorar, pero si hay más vías, también habrá más usuarios que
se animen a usar su vehículo.
El tráfico es mejor que circule por una sección uniforme a lo largo de su recorrido a
que tenga una sección muy variable, con zonas de muchos carriles, pero con cuellos de
botella, como los carriles adicionales o para vehículos lentos, que acaban suprimiéndose.
Por eso muchos recomiendan que las carreteras no tengan esos carriles adicionales. La
combinación de una elevada densidad de tráfico junto con diferencias de sección explican
las retenciones diarias en las vías de entrada y de circunvalación de las grandes ciudades
como las que se dan en la M30 madrileña.
La comparación con los acordeones viene dada por las diferencias de velocidad
entre los vehículos y los frenazos que provocan. Una carretera es un sistema complejo en el
que se van añadiendo vehículos a distintas velocidades, se incorporan al tráfico, se
adelantan, frenan… Respetar la distancia de seguridad, e incluso un poco más que la de
seguridad, es una buena idea: así se pueden absorber los pequeños cambios de velocidad.
Murcia explica el dilema que supone encontrar una velocidad de compromiso —por
debajo de la máxima de la vía— para que todos podamos circular más rápido y evitar los
acordeones que se producen cuando un vehículo frena repentinamente, provocando un
efecto que se magnifica, se propaga y se prolonga en el tiempo. El dilema se puede resolver
si más que «recomendar» una velocidad, se prohíbe circular a velocidades superiores, y
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mejoraría más aún si no sólo ponemos una velocidad máxima sino también una mínima,
prohibiendo la circulación de vehículos lentos en horarios de previsible gran afluencia.
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FUENTES
Además de los enlaces que incluyen los textos, aquí están los artículos en los que se
publicaron en Verne estos 128 datos (y alguno más):
El olor de la lluvia sobre la tierra seca y otras 28 cosas que no sabías que tenían
nombre (24/9/2015).
Guía para luchar contra tu cerebro: los sesgos cognitivos (29/9/2014)
Las guerras y batallas más ridículas de la historia (12/10/2014)
Cómo se puso en hora el primer reloj y la respuesta a otras 13 grandes preguntas de
la humanidad (14/1/2015)
El eclipse de Sol no te va a traer nada malo (a no ser que seas alemán) (19/3/2015)
7 datos sobre tu cerebro que a tu cerebro le costará creer (2/4/2015)
7 datos sobre tu cerebro que a tu cerebro le costará creer (2/4/2015)
Todos tenemos un lado bueno de la cara, como Isabel Preysler (8/4/15)
Todos los mapas que conoces están mal (20/4/2015)
58 mitos que nos seguimos creyendo (9/5/2015)
10 personajes históricos que salvaron el mundo (12/5/2015)
Por qué salimos tan mal en los selfis (18/5/2015)
8 leyes de Murphy que tienen base científica (21/5/2015)
Este pulpo se construye una casa con un coco (4/6/2015)
Las zapatillas de Bikila, la carrera más larga del planeta y otras 6 increíbles historias
sobre running (6/6/2015)
Billón, trillón, cuatrillón… ¿Cuál es el número «más grande» que te sabes?
(12/6/2015)
16 preguntas que nunca te atreviste a hacer en voz alta (y sus respuestas)
(23/6/2015)
23 palabras que puedes aprender ahora mismo para parecer más culto (30/6/2015)
Embudos y acordeones: por qué se forman los atascos (31/7/2015)
Por qué nunca nos acordamos de los nombres y otras traiciones cotidianas de la
memoria (9/8/2015)
¿Qué probabilidad tienes de que te toque la Primitiva? (10/9/2015)
Algunas historias personales que parecen mentira y son verdad (en serio)
(27/9/2015)
44
JAIME RUBIO HANCOCK. Redactor de El País.
45
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