TDAH y TEA
TDAH y TEA
TDAH y TEA
Hasta hace poco, la cuarta edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de los
Trastornos Mentales (DSM-IV-TR) afirmaba que una persona no podía tener autismo y
también TDAH. Pero la edición más reciente (DSM-5) permite que una persona sea
diagnosticada con ambos trastornos. Así, el TEA y el TDAH están relacionados de
varias maneras. Comparten algunos síntomas y tener una de esas condiciones aumenta
el riesgo de tener la otra.
Diagnostico
niveles de severidad. La severidad de los síntomas del TEA está descripta en Niveles de
severidad de 1, 2 o 3, siendo el nivel 3 el de mayor apoyo (ver tabla 1).
El DSM-5 también reduce el número de dominios sintomáticos, de los tres que recogía
el DSM-IV, a dos dimensiones de síntomas:
· Comportamientos, intereses y actividades repetitivos y restringidos.
· Alteraciones sociales combinadas con alteraciones en la comunicación.
Se elimina por tanto el retraso en la adquisición del lenguaje por considerarse poco
específico y se incluyen en la primera dimensión (Comportamientos, intereses y
actividades repetitivos y restringidos) las alteraciones sensoriales dentro del
diagnóstico.
C. Los síntomas deben estar presentes en las primeras fases del período de desarrollo.
D. Los síntomas causan un deterioro clínicamente significativo en lo social, laboral u
otras áreas importantes del funcionamiento habitual.
E. Estas alteraciones no se explican mejor por la discapacidad intelectual o por el
retraso global del desarrollo. La discapacidad intelectual y el trastorno del espectro
del autismo con frecuencia coinciden; para hacer diagnósticos de comorbilidades
de un trastorno del espectro del autismo y discapacidad intelectual, la
comunicación social ha de estar por debajo de lo previsto para el nivel general de
desarrollo.
Además, es necesario especificar también si estos síntomas cursan:
· Con o sin déficit intelectual acompañante.
· Con o sin deterioro del lenguaje acompañante.
· Asociado a una afección médica o genética, o aun factor ambiental conocido (por
ejemplo Síndrome de Rett).
· Asociado a otro trastorno del desarrollo neurológico, mental o del
comportamiento.
· Con catatonia.
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espectro del autismo): Cormobilidad y Diagnóstico Diferencial
Las personas con TEA tienen una presentación diversa de síntomas, por ejemplo,
algunas personas evitan el contacto social, mientras que otros son excesivamente
sociales e intrusivos, también varía el nivel de funcionamiento cognitivo (por ejemplo,
de la discapacidad intelectual grave a muy por encima de la inteligencia promedio) y su
capacidad para funcionar en situaciones de la vida real. La edad de aparición de los
TEA es antes de los tres años, y se convierte en una condición crónica, a pesar de que
los síntomas pueden mejorar a través del tiempo de las intervenciones (Hervás, 2016).
Las entrevistas diagnosticas recomendadas en investigación y practica clinica, como la
entrevista diagnostica para el autismo (Autism Diagnostic Observational Schedule 2),
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Algunos de los signos de alarma que pueden identificarse en niños de manera temprana
que pueden tener TEA son (Salvadó-Salvadó, 2005):
· No observar sonrisas u otras expresiones placenteras a partir de los 6 meses.
· No responder a sonidos compartidos, sonrisas u otras expresiones a partir de los 9
meses.
· No balbucear a los 12 meses.
· No hacer o responder a gestos sociales (señalar, mostrar, decir adiós con la mano,
etc.) a partir de los 12 meses.
· No decir palabras sencillas a partir de los 16 meses.
· No hacer frases espontáneas de dos palabras con sentido (no ecolalia) a partir de
los 24 meses - Cualquier pérdida de lenguaje o habilidad social a cualquier edad.
Las personas con diagnóstico de TEA, tienen problemas de socialización como: evitan
el contacto visual, prefieren jugar solos, son inexpresivos o tiene expresiones faciales
inapropiadas, no entienden los límites en el espacio personal, evitan o rechaza el
contacto físico. También presentan problemas de comunicación de forma variada,
algunas personas hablan bien, otras hablan muy poco, y en algunos casos no hablan
nada. Cerca del 40% de los niños con TEA no hablan. Cerca del 30% de los niños dicen
algunas palabras hacia los 18 meses y posteriormente pierden esta habilidad. Otros
problemas relacionados con la comunicación son: invierten los pronombres, no señalan
ni reaccionan cuando se les señala algo, no usan ningún gesto o utilizan muy pocos,
hablan en un tono monótono, no entienden los chistes, el sarcasmo o las bromas que le
hacen. Otra característica importante en las personas con TEA, es que tienen conductas
e intereses poco comunes como: colocar juguetes u otros objetos en línea, juegan con
los juguetes de la misma manera todo el tiempo, se interesan por las partes de los
objetos, generalmente son muy organizados, se irritan con cambios mínimos, tienen
intereses que pueden considerarse obsesivos, siguen rutinas, hacen movimientos
repetitivos, estereotipias. De manera asociada, algunos niños pueden presentar otros
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El TDAH es mucho más frecuente que los TEA, solo una pequeña minoría de los
pacientes con TDAH tiene también algún TEA, mientras que es más frecuente que los
pacientes con TEA tengan también TDAH. La prevalencia de los síntomas de TDAH en
individuos con un diagnóstico primario clínico de TEA oscila entre un 30% (Simonoff
et al., 2008) y un 80% (Lee & Ousley, 2006; Sinzig, Morsch, Lehmkuhl, 2008). A su
vez, los niños con TDAH pueden tener rasgos autistas, los más prevalentes de los cuales
son las dificultades sociales y de comunicación (Kochhar et al., 2011).
Una revisión reciente de estúdios empíricos (Miranda-Casas et al., 2013) sugiere que
tanto el TDAH como los TEA presentan alteraciones de la función ejecutiva, aunque
con matices distintos. En concreto, los dos trastornos parecen mostrar una disociación.
Así, los niños con TDAH experimentan déficit notables en el control inhibitorio
mientras que los niños con TEA tienen problemas con especial gravedad en la
flexibilidad cognitiva y en la planificación, aunque por lo general conservan las
habilidades de inhibición.
Los mismos autores, concluyen que estos hallazgos, tienen implicaciones para el diseño
de los programas para el tratamiento de las dificultades sociales de los dos trastornos.
Sugieren que, para los niños con TEA con escasa flexibilidad y planificación, la
propuesta se centraría en intervenciones que les proporcionen práctica abundante con
actividades de cambio, organización y monitorización sistemática del comportamiento.
Por otra parte, potenciar el control inhibitorio mediante la enseñanza de
autoinstrucciones o técnicas para el control de la ira sería una meta fundamental en el
tratamiento de los niños con TDAH (Miranda-Casas et al., 2013).
Las dificultades de diagnóstico de TDAH y TEA son más difíciles en los casos
fronterizos, entre TDAH y TEA de nivel 1 (que en el DSM-IV-TR incluya el síndrome
de Asperger). Estas dificultades, se extienden en la orientación de la intervención y
sobre todo en matizar la información que van a recibir la familia y los educadores. A la
hora de planificar una intervención el hecho de que un niño con TEA presente o no un
TDAH asociado, cambia en gran medida la dirección a seguir en el tratamiento.
Todavía, el DSM-5 (APA, 2013) recomienda que cuando los criterios para TDAH como
para TEA se cumplan, ambos diagnósticos deberán ser asignados.
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