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Colletti, L., El Marxismo y El Derrumbe Del Capitalismo
Colletti, L., El Marxismo y El Derrumbe Del Capitalismo
Colletti, L., El Marxismo y El Derrumbe Del Capitalismo
Introducción
I
Si bien no siempre se tiene conciencia de ello, esta definición de "capital” que hoy
tiene tan amplia cabida en el lenguaje común, está caracterizada por dos
requisitos muy importantes. El primero es que no considera el capital como un
conjunto de cosas sino como una relación social. Vale decir no considera capital al
simple instrumento de producción o a la materia prima como tal, sino que por el
contrario, considera que el capital es la propiedad privada y, más, no sólo esta
propiedad (ya que el artesano medieval también puede disponer de ella), sino esta
propiedad en cuanto se produzca y se incremente mediante la compraventa de la
fuerza de trabajo, vale decir mediante el obrero a jornal. EI segundo es que -
considerando el capital como una relación social- esa distinción expone por lo
mismo la idea de que el modo de producción capitalista es un fenómeno histórico,
vale decir un modo de producción particular y surgido en el tiempo, que así como
comenzó a existir en cierta época, mientras que antes no existía, también podría
volver a no existir en el futuro. (p13)
II
La diferencia es tan patente que mientras en el primer caso la ley del valor
constituye una teoría de "equilibrio general" que sirve para explicar el
funcionamiento del sistema, en el segundo constituye la teoría que enuncia las
razones por las cuales si los hombres quieren liberarse de la fatalidad del
mercado y dominar sus propias relaciones deben subvertir el sistema, vale decir
eliminar la producción de mercancías y proceder a la plena socialización. Y no por
casualidad, es en este contexto, vale decir a la luz de este sentido particular de la
teoría del valor, donde Engels, justamente, habla del "salto de la humanidad desde
el reino de la necesidad al reino de la libertad". Además, mientras en el primer
caso la ley expresa la racionalidad y el orden automáticos del sistema, en el
segundo no sólo expresa su contradicción fundamental, a través de la cual el
trabajo, que es la fuente del capital, termina dominado por su producto, sino que
también contiene de modo patente la indicación de que la única fuerza apta para
subvertir el sistema no es un factor mecánico sino la capacidad del proletariado de
transformarse de elemento subordinado e interno al capital en agente, subjetivo y
político externo a él y antitético dc todo el sistema. (p. 32)
Por lo demás, es esta unidad la que más contribuye, como se sabe, a ese
extraordinario efecto de corporeidad y de "integridad" que se desprende de El
capital de Marx, sobre todo cuando se lo confronta con la linealidad esquelética y
exangüe de obras como la Positive Theorie des Kapitals de Bohm-Bawerk. “La
síntesis de Marx", observó Schumpeter, "abarca todos aquello acontecimientos
históricos -tales como las guerras, las revoluciones, los cambios legislativos- y
todas aquellas instituciones tales como la propiedad, las relaciones
contractuales, las formas de gobierno que los economistas no marxistas
acostumbran tratar como factores perturbadores o como datos […]. El rasgo
peculiar del sistema de Marx es que somete estos acontecimientos históricos y
estas instituciones sociales al proceso explicativo del análisis económico o, para
expresamos en lenguaje técnico, los trata no como datos, sino como variables” (P.
35)
III
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caracterización política con una u otra de esas posiciones. Pero otra
complicación que gravita sobre el problema de la teoría del derrumbe es que
ésta divide a los intérpretes pasando ya sea a la "derecha" o bien a la
"izquierda". Tanto Bernstein, el padre del "revisionismo", como Rosa
Luxemburg, su más feroz e intransigente adversaria, están en favor de que
se atribuya a Marx una "teoría del derrumbe". Por el contrario, ya sea
Kautsky o bien Lenin, y tanto el socialdemócrata Hilferding como el
entonces bolchevique de izquierda Bujarin, se oponen a esa atribución. (p.
35)
Ahora bien, la convicción que nos hemos formado a propósito de esto es que en la
obra de Marx hay una "teoría del derrumbe" pero que allí, por otra parte, también
hay razones para refutar, en principio, la validez de cualquier teoría de esta
especie. Dejamos de lado la cuestión de la periodicidad de las crisis y de su
progresivo agravamiento que, en la obra de Marx es una cuestión quizás
Según nuestro parecer,
elaborada de manera menos concluyente.
una cabal y auténtica "teoría del derrumbe” es, por lo
menos, "la ley de la caída tendencial de la tasa de
ganancia. Aquí la palabra "'tendencial" no debe inducir a engaño. En
efecto, esa palabra está indicando por cierto que "la ley en cuanto tal" es frenada
por la acción de causas antagónicas que "contrarrestan y neutralizan los efectos
de esta ley general, dándole simplemente el carácter de una tendencia''. Pero ello
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no quiere decir que la ley quede anulada o suprimida, sino que su "vigencia
absoluta se ve contenida, entorpecida"; vale decir que la ley tiene vigencia, pero
en un arco más largo de tiempo y a través de un proceso más complicado. En
efecto, si así no fuese, ni siquiera se comprendería porqué que hablar de ley.
(p.36)
Ahora bien, por su misma estructura esta ley nos permite comprender qué
entiende Marx cuando en el Prólogo a El Capital habla de "leyes naturales", es
decir de procesos naturales objetivos del modo de producción capitalista. En
efecto, como la ley delinea un proceso en el curso del
cual el aumento de la “composición orgánica" del capital
no puede ser compensado a la larga por el aumento de la
tasa de explotación o tasa de plusvalor, termina
expresando una relación donde no sólo las magnitudes
que cuentan son exclusivamente el "capital constante" y
el "capital variable", o sea elementos internos al mismo
capital, en vez de las clases sociales, vale decir los
agentes histórico-subjetivos (capital y clase obrera), sino
donde la efectivazación de la ley no puede dejar de
asumir el comportamiento de un proceso mecánico. (pp.36-
37)
Dejamos de lado todas las hipótesis que aquí vuelven a afluir a la mente: Marx
"joven" y Marx "viejo”; el discurso esbozado por Korsch en Marxismo y
filosofía acerca del distinto carácter histórico de los dos períodos en que se
desarrolló su reflexión: el primero, dominado por el clima revolucionario del 48; el
segundo, por la estabilización del capitalismo y la ausencia de cualquier iniciativa
obrera. Y también dejamos de lado la cuestión, nuevamente planteada por Carr en
1917, acerca de la posibilidad de definir al leninismo como "un retorno al primitivo
Marx”. Lo que ahora interesa destacar si bien en términos de interpretación
aproximativa es que la conciencia de lo que se dijo parece relampaguear a
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trechos desde las mismas páginas de Marx, cuando en el capítulo 15 del libro III
de El capital, vale decir precisamente en la sección sobre la "baja tendencial de la
tasa de ganancia", escribe evocando las inquietudes de Ricardo al respecto: "Lo
que desasosiega a Ricardo es que la tasa de ganancia acicate y condición de la
producción capitalista, así como impulsora de la acumulación se vea puesta en
peligro por el propio desarrollo de la producción. Y en este caso, la proporción
cuantitativa lo es todo. De hecho ello se basa en algo más profundo, que Ricardo
sólo vislumbra. Aquí se revela de una manera puramente económica, es decir
desde el punto de vista burgués, dentro de los límites de la comprensión
capitalista, desde el punto de vista de la propia producción capitalista, su
limitación, su carácter relativo, el hecho de no ser un modo de producción
absoluto, sino solamente modo de producción histórico, correspondiente a cierta
época de desarrollo limitado de las condiciones materiales de producción." (p. 39)
Con otras palabras, las tendencias objetivas como la caída de la tasa de ganancia
sólo tienen sentido cuando aparecen como condiciones y premisas reales de la
lucha de clases, es decir del choque a nivel subjetivo. Por sí solas no pueden
tener valor resolutivo. La ilusión de que tienen tal valor genera las diversas “teorías
del derrumbe”. Por otra parte, si las verdaderas contradicciones del capitalismo
son siempre contradicciones de clase, también es cierto que el desenlace del
choque no se puede prefigurar por anticipado. Se objetará que los factores
subjetivos son siempre, a su vez, momentos de la realidad. Pero entonces el
problema termina en esto: o el mismo dato subjetivo es calculable como un dato
objetivo, y entonces volvemos a estar en la Zusammenbruchstheorie, o bien no lo
es, y entonces jamás la ciencias social se puede cerrar con la predeterminación
del desenlace del proceso. Pero en tal caso subsiste el problema de si al quedar
inconclusa se puede llamar verdaderamente ciencia: esto está ejemplificado en el
discurso de Sweezy, cuando al oponerse a la ley de la caída tendencial de la tasa
de ganancia supone que "tanto la composición orgánica del capital como la tasa
de plusvalor son variables", a fin de concluir que "la dirección en que la tasa de la
ganancia cambiará se hace indeterminada". En éste caso, en efecto, es cierto que
el curso del proceso histórico vuelve a estar "abierto", vale decir a ser no
predeterminado, pero la proposición que afirma la posible equivalencia entre el
aumento de la composición orgánica y el de la tasa de plusvalor tiene toda la
apariencia de ser una simple enunciación del problema, y no su solución. (pp. 39-
40)
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y la intervención subjetiva, la conciencia de los protagonistas, comenzando por la
misma conciencia de clase, "puede abreviar y mitigar como se dice en el Prólogo
a El capital “los dolores del parto, pero “no puede saltearse fases naturales del
desarrollo ni abolirlas por decreto”. (p. 40)
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capitalista y la maraña de los antagonismos que brotan de su desarrollo, se cuida
esmeradamente de indicar una de tales contradicciones como la causa capaz de
determinar por sí sola el derrumbe automático del sistema. La enunciación que
expresa del modo más fiel esta actitud es la que se encuentra en El imperialismo y
la acumulación de capital de Bujarin. “La sociedad capitalista –escribe- es una
‘unidad de contradicciones’. El proceso de movimiento de la sociedad capitalista
es un proceso de continua reproducción de las contradicciones capitalista”. “El
proceso de reproducción ampliada es un proceso de reproducción ampliada de
esas contradicciones. Y si es así, es evidente que dichas contradicciones harán
estallar todo el sistema capitalista en su conjunto”. En qué sentido estas
proposiciones no comprometen en modo alguno a Bujarin a sustentar ninguna
“teoría del derrumbe”, lo demostró en su época, y con razón, Henryk Grossmann.
(p. 42)
En general, sobre todo después de 1917, la posición bolchevique, que siempre fue
más bien reacia a comprometerse con alguna teoría del derrumbe, tiende a
considerar el problema bajo otra luz y otra perspectiva. “Actualmente escribe
Bujarin, siempre en El imperialismo estamos en condiciones de observar el
proceso del colapso capitalista, y no meramente en base a construcciones
abstractas y perspectivas teóricas. El colapso del capitalismo ha comenzado. La
revolución de octubre es la expresión más convincente y viva de ello” (p. 42)
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constituyó el estado soviético y una sexta parte del mundo comenzó a producir
según una economía planificada, aquí la visión es la de un derrumbe político del
capitalismo, tal cual lo entreviera Hilferding por vez primera, y no la de un
derrumbe por razones económicas. Resulta importante tener bien en claro este
punto porque, si es cierto que en las nuevas condiciones también se reproducirá la
división dentro del campo marxista entre los tenedores del "derrumbe" del
capitalismo y los sostenedores de su "evolución" pacífica e indolora, es igualmente
cierto (y el hecho no podría dejar de ser apreciado) que esta vez la alternativa se
plantea en un terreno profundamente distinto al originario, es decir en el terreno
político de las relaciones entre los estados, y no en el de la disolución más o
menos destructiva y más o menos automática de las contradicciones económicas
internas al mecanismo de la acumulación y del desarrollo capitalista. (p. 44)