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Resumen Psicopatología II (A

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Psicopatología II: Apuntes y Resúmenes.

MODULO 1: Marco histórico, epistémico e institucional

LANTÉRI - LAURA. ENSAYO SOBRE LOS PARADIGMAS DE LA PSIQUIATRÍA (PSICOPATOLOGÍA) MODERNA

Concepto de paradigma (T.S.Kuhn): Conjunto de conocimientos transmitidos que constituyen la ciencia normal
en tanto que desempeñan bien su papel y que sirve de referencia fundamental y eficaz a todos los saberes y a
todas las cuestiones que se plantean en su seno.

Consecuencias:
● No se alcanza un saber definitivo en las ciencias (relativismo del saber).

Paradigma en psicopatología:

● Trabaja sobre un conjunto articulado de datos semiológicos y clínicos, articulados entre sí.
● Unifica durante un período de mayor o menor duración toda una serie de representaciones teóricas y
prácticas que se acomodan entre sí o que, en otros casos, se excluyen, mientras ese paradigma funcione
de manera efectiva.

Paradigma de la alienación mental (1793-1850)

● En el Medioevo la patología se asociaba a la religión. Posteriormente se da la designación de Pinel para


el Hospicio de Bicêtre. Concepto social y cultural de los hospitales y de la locura hasta ese momento.
● El campo propio de la psiquiatría entraña una Enfermedad única denominada “alienación mental”. Esta
unidad de la afección fue la característica esencial de este primer periodo. La alienación era un proceso
morboso único compuesto por alteraciones del comportamiento y el entendimiento: Melancolía o delirio
parcial; manía o delirio generalizado; demencia e idiotismo (en orden de gravedad).
● La alienación contaba con un tratamiento también único, el “Tratamiento Moral”: Moderar las pasiones y
destruir los delirios a través del trato amable, la persuasión y el respeto por la autoridad del médico,
hacer del loco un buen ciudadano, un sujeto productivo y auto disciplinado. Estaba dirigido a lo que
“resta” de razón en el alienado y a ocuparlo en un trabajo que pudiera alejarlo de su padecimiento.
● Realizaban un trabajo provechoso para su bien y para el de la institución. Para Cabanis, a fines del siglo
XVIII, el tratamiento sobre lo físico y lo moral equivale al trabajo sobre lo consciente, que hacia fines del
siglo XX será el tratamiento psicológico.
● Pasaje de la noción socio-cultural de “locura” a la concepción médica.
● Nace el dispositivo de internación (aislar al alienado de sus lazos familiares y de los problemas del
mundo). El asilo se concibe entonces como un ambiente racional que podría devolverle la razón al
alienado.
● A medio camino entre la Ilustración y la medicina anatomo-clínica (autopsias y clínica de la mirada).
● Esquirol, discípulo de Pinel, plantea la existencia de 4 tipos de locuras: Manías; Monomanías (delirio en
un solo objeto), lipemanias, demencia (la razón se pierde a causa de una pérdida de energía de los

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órganos) e imbecilidad o idiocia (imposibilidad de razonar, órganos no bien formados). Locuras parciales
y función de responsabilidad en el loco. Articulación con temas jurídicos.
● Alucinación como percepción sin objeto y delirio como sensaciones, pensamientos, juicios, decisiones e
ideas que se encuentran desarticulados entre sí.

Paradigma de las enfermedades mentales (1854-1926)

● En 1854 J.P. Falret, adversario de la unidad de la patología mental, publica “De la no existencia de las
monomanías”. Él notó que se precisaba establecer como enfermedades ciertos síntomas de forma
descriptiva, con hipótesis causales extrañas. Surgen entonces las enfermedades mentales.
● Las enfermedades mentales designan dos modificaciones radicales en relación a lo que significaba
“alienación mental”: La patología mental considera que debe aplicarse para distinguir cierto número de
afecciones irreductibles entre sí cuyo conjunto escapa a la unificación; y por otro lado, esta misma
patología mental renuncia a constituir una extraterritorialidad respecto a la medicina y quiere formar
parte de ella.
● T. Syndenham en el siglo XVII, reformula el concepto de enfermedad a través de la observación, la
especificidad clínica de cada acceso y su evolución. Establece la práctica del diagnóstico positivo y el
diagnóstico diferencial.

Paradigma de las grandes estructuras psicopatológicas (1926-1977)

● En 1926 E. Bleuler presenta en Ginebra el grupo de las esquizofrenias, con evolución crónica o por brotes
y sin restitutioadintegrum. Se caracterizan por una escisión más o menos clara de las funciones
psíquicas. Trastorno de las asociaciones y de la afectividad (autismo). Estas esquizofrenias solo pueden
abordarse desde el concepto de estructura psicopatológica.
● A partir de ese momento, bajo las influencias de varias corrientes (psicoanálisis, fenomenología de
Jaspers, Gestalt, etc.), el nuevo paradigma se impone de una forma bastante concreta como el que va a
conciliar un cierto retorno a la unidad, manteniendo ciertas subdivisiones. Esto es lo que lograba el
paradigma de las grandes estructuras psicopatológicas.
● El término estructuralismo aparece en 1945 ligado a la antropología y se entiende por estructura una
organización de elementos irreductible a la suma de sus partes. Relación entre psicopatología con el
estructuralismo desde la antropología, la literatura y la lingüística.
● Se trata de conocer al paciente como sujeto.
● Sincronía y diacronía. Clérambault y el automatismo mental.
● Crisis del paradigma: Para dominar la diferenciación entre psicosis y neurosis es imprescindible manejar
el segundo paradigma. Totalidad del hombre vs. Categoría de lo contingente. Alejamiento de la clínica.

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Problemas del paradigma actual

● Sistemas de clasificación (DSM y CIE) y el eclecticismo generalizado (conciliar opiniones sacadas de


sistemas diferentes). Los síndromes que no remiten más que a sí mismos.
● Diáspora contemporánea. Ateoricidad. Lugar de las neurociencias.

MODULO 2: Las psicosis

J.M. Álvarez, “Los fenómenos elementales de las psicosis”. En el apartado, llamado “Modelos de la psicosis”, el
autor plantea una serie de antecedentes históricos en cuanto a la comprensión de la psicopatología, y más
específicamente de la psicosis. Ésta es la serie que presenta:

🞲 En 1899, Emil Kraepelin propuso dividir el conjunto sintomático de la demencia precoz en un síndrome
nuclear y unos síntomas accesorios. Los primeros estaban constituidos por los elementos propiamente
deficitarios (debilitamiento afectivo, indiferencia, apatía, desorganización del pensamiento y de la
psicomotricidad, etc.), y los segundos, compuestos por las ideas delirantes, alucinaciones, síndrome
catatónico, etc., proporcionaban la especificidad de las formas clínicas.
🞲 Contribuciones de Chaslin y Clérambault, inscritas en una orientación general que pretende acceder a la
esencia de la psicosis a través de un minucioso análisis de los fenómenos más sutiles. Ellos buscaron, cada
uno a su manera, unos mecanismos generales que pudieran explicar la génesis y las características clínicas
de la psicosis.
🞲 Persiguiendo una visión global del funcionamiento mental trastornado, y ya más alejados de la semiología,
se encuentran H. Ey y E. Bleuler. Inspirándose en Jackson y Janet, Henri Ey brindó un modelo jerárquico de
los niveles de desintegración funcional. En esta orientación órgano-dinámica la patología mental es
concebida como una combinación de signos negativos deficitarios. En relación a la esquizofrenia, Bleuler
describió el mecanismo de la “Spaltung” de las funciones psíquicas, proponiendo un modelo
sintomatológico según el cual los síntomas fundamentales (trastornos de las asociaciones y de la
afectividad, etc.) se oponían a los accesorios (alucinaciones, ideas delirantes, etc.).
🞲 Freud se orientó por la búsqueda de un mecanismo que organice el conjunto de las manifestaciones.
Desde sus primeros escritos psicopatológicos se evidencia esa persistencia en despejar un mecanismo
específico de la psicosis, un mecanismo defensivo que junto con la modalidad del retorno de “eso” que fue
radicalmente rechazado, conformarían dos de los grandes principios en los que se asienta su
psicopatología.

El psicoanálisis plantea la existencia de tres grandes estructuras psíquicas, cada una con su modo particular de
sufrir y unas que conllevan más sufrimiento que otras: NEUROSIS, PSICOSIS y PERVERSIÓN.

Las tres estructuras chocan “con la roca viva de la castración”, pero el mecanismo de defensa utilizado frente a
esto definirá la estructura psíquica.

Freud funda el psicoanálisis con un amplio estudio en el campo de las neurosis, con la REPRESION como su
mecanismo de defensa fundante, y en su trayectoria teórica intenta definir los procesos de las psicosis. La

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represión, VERDRANGUNG, consiste en mantener alejados de la consciencia aquellos aspectos dolorosos o
vergonzosos reprimiendo del contenido psíquico (representación + catexia: energía) su representación. Esto
reprimido retornará mediante diferentes modalidades (síntomas, formaciones inconscientes, etc.).

Para el mecanismo de la Psicosis, Freud realiza un recorrido teórico en relación a lo que llamamos
“VERWERFUNG”: DESESTIMACIÓN, REPUDIO, RECHAZO.

Antecedentes y recorrido freudiano para definir la Psicosis

1895: “Manuscrito H”.

En este texto (anexo de una carta del 24 de enero de 1895) Freud explica el proceso de la PARANOIA (uno de los
tipos de PSICOSIS): “La paranoia crónica en su forma clásica es un modo patológico de la defensa, como la
histeria, la neurosis obsesiva y la confusión alucinatoria. Uno se vuelve paranoico por cosas que no tolera,
suponiendo que uno posea la predisposición psíquica peculiar para ello”. Establece que el mecanismo de
defensa propio de esta afección es la PROYECCIÓN: “…algo era reprimido (…) Luego hubo de oírlo desde afuera.
El contenido positivo se conservó entonces imperturbado, pero algo varió en la posición de toda la cosa. Antes
era un reproche interno, ahora era una insinuación que venía desde afuera (…) Algo se ganaba con ello. Al juicio
pronunciado desde adentro habría debido aceptarlo; al que llegaba desde afuera podía desautorizarlo. Con esto,
el juicio, el reproche, era mantenido lejos del Yo.
La paranoia tiene, por tanto, el propósito de defenderse de una representación inconciliable para el yo
proyectando al mundo exterior el sumario de la causa que la representación misma establece”.
A la pregunta sobre cómo se llega a ese traslado Freud responde: “se trata de un ABUSO de un mecanismo
psíquico utilizado con harta frecuencia dentro de lo normal: El traslado o PROYECCIÓN (…) eso que se sabe de
nosotros y que nosotros no sabemos, no podemos admitirlo. Por tanto, abuso del mecanismo de proyección a
los fines de la defensa”.
Por otro lado, en todos los casos de paranoia sucede lo mismo y rige la misma concepción. “En todos los casos, la
idea delirante es sustentada con la misma energía con que el Yo se defiende de alguna otra idea penosa
insoportable. Así, pues, aman al delirio como a sí mismos”. De esta manera:

● Contenido y afecto de la representación inconciliable se conservan, pero son proyectados al mundo


exterior.
● Hay ALUCINACIONES que se generan de varias formas y que son HOSTILES AL YO pero permiten SOSTENER
LA DEFENSA; por lo cual hay una “defensa permanente sin ganancia”.

Vemos entonces que idea y afecto se proyectan desapareciendo del aparato psíquico y retornando desde afuera
(no desde lo reprimido como en las neurosis). El resultado es una Idea delirante, que implica una transformación
en lo contrario (ama al delirio con la misma intensidad con la que odió la representación inconciliable). Los temas
de las ideas delirantes permiten diagnosticar delirio celotípico, de persecución, megalomaníaco, hipocondríaco,
etc. En la paranoia muchas funciones psíquicas se ven afectadas: Pensamiento, juicio, lenguaje, etc.
Recordar: La representación inconciliable está siempre en relación con un deseo inconsciente sexual e infantil.

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1894: “Las neuropsicosis de defensa”.

Freud propone una teoría psicológica de ciertas psicosis alucinatorias (además de la histeria adquirida y de fobias
y representaciones obsesivas) o bien de la “CONFUSIÓN ALUCINATORIA”. Dice: “Existe una modalidad defensiva
mucho más enérgica y exitosa, que consiste en que el Yo DESESTIMA (VERWERFEN) la representación
insoportable junto con su afecto y se comporta como si la representación nunca hubiera surgido. Sólo que en el
momento en que se ha conseguido esto, la persona se encuentra en una psicosis que no admite otra clasificación
que “confusión alucinatoria”.

Agrega luego de un ejemplo que: “El contenido de una psicosis alucinatoria consiste justamente en REALZAR
aquella representación que estuvo amenazada por la ocasión a raíz de la cual sobrevino la enfermedad. Así, es
lícito decir que el Yo se ha defendido de la representación insoportable mediante el refugio en la psicosis; el
proceso por el cual se logró esto (…) corresponde verlo como expresión de una predisposición patológica de
grado más alto (…): El yo se arranca de la representación insoportable, pero esta se entrama de manera
inseparable con un fragmento de la REALIDAD OBJETIVA, y en tanto el yo lleva a cabo esa operación, se desase
también, total o parcialmente de la realidad objetiva. Esta última es la condición bajo la cual se imparte a las
representaciones propias una vividez alucinatoria, y de esta suerte, tras una defensa exitosamente lograda, la
persona cae en confusión alucinatoria”.
Aclara luego una estimación interesante: Que los tres modos de la defensa pueden estar reunidos en una misma
persona. En lo que respecta a la psicosis, es común que interrumpa episódicamente la trayectoria de una
neurosis histérica o mixta.
Vemos entonces que esta desestimación de la representación implica una defensa exitosa porque logra evitar
totalmente el contenido rechazado. La consecuencia en este caso es que el sujeto debe también desprenderse
de la porción de la REALIDAD que se asocia con aquella representación y afecto. Todo eso es rechazado: Se
pierde la representación pero también información de la realidad. Se trata de un estado de Irrealidad y de
Perplejidad porque la representación retorna como Alucinación. (El paranoico dirá “no soy yo, es él”, mientras
que el esquizofrénico dirá “eso no existe”).

HIPOTESIS AUXILIAR: Freud propone una de sus tesis más importantes que sirven de base a toda su elaboración
posterior: “En las funciones psíquicas cabe distinguir algo (monto de afecto, suma de excitación) que tiene todas
las propiedades de una cantidad; algo que es susceptible de aumento, disminución, desplazamiento y descarga, y
se difunde por las huellas mnémicas de las representaciones como lo haría una carga eléctrica por la superficie
de los cuerpos”.

1911: “Puntualizaciones psicoanalíticas sobre un caso de paranoia descrito autobiográficamente”.

“Acerca del mecanismo paranoico”. Luego de la descripción que Freud hace del caso Schreber, argumenta en esta
sección que “el carácter paranoico reside en que para defenderse de una fantasía de deseo homosexual se
reacciona con un delirio. Ocurre que en la paranoia la etiología sexual no es evidente; en cambio, en su
causación resaltan de manera llamativa mortificaciones y relegamientos sociales, sobre todo en el varón”. Esto
significa que la cualidad de la paranoia está determinada como una DEFENSA frente a un deseo homosexual. Lo
proyectado es el deseo y retorna como idea delirante persecutoria de esa clase.

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TODAS las formas principales de la paranoia pueden figurarse como unas contradicciones a una sola frase: “YO
LO AMO”:

🞲 Delirio de persecución: “Yo no lo amo, pues yo lo odio”. Esta contradicción no puede devenirle
consciente, porque el mecanismo de la formación de síntoma en la paranoia exige que la percepción
interna, el sentimiento, sea sustituida por una percepción de afuera. Así la frase “pues yo lo odio” se
muda en proyección en: “Él me odia (me persigue) lo cual me justificaría después para odiarlo”. El
sentimiento inconsciente que pulsiona aparece como consecuente de una percepción exterior: “Yo no lo
amo –pues yo lo odio- porque él me persigue”.
🞲 Delirio de Erotomanía: “Yo no lo amo, pues yo la amo”. Esto se muda en “yo noto que ella me ama”, lo
que luego será: “yo no lo amo, yo la amo, porque ella me ama”. Todos estos enamoramientos no se
instalan con la percepción interna del amar, sino con la de ser-amado, que viene de afuera.
🞲 Delirio de Celos:
El deliro de celos del alcohólico: El alcohol como medio de goce cancela inhibiciones y deshace
sublimaciones. No es raro que el varón sea empujado al alcohol por el desengaño de la mujer, así
ingresa a la taberna y en la sociedad de los varones, donde halla satisfacción. Y si estos varones
devienen objetos de una investidura libidinosa más intensa en su inconsciente, se defiende de ella
mediante: “yo no amo al varón, ella es quien lo ama”, y sospecha de la mujer con todos los hombres
a quienes está tentado de amar. En este caso, que la mujer ame a los hombres sigue siendo asunto de
la percepción exterior.
El delirio de los celos en las mujeres: “Yo no amo a las mujeres, sino que él las ama”. La mujer celosa
sospecha del hombre con todas las mujeres que a ella misma le gustan, en consecuencia de su
narcisismo predisponente, devenido hiperintenso, y de su homosexualidad.
🞲 Delirio de grandeza: Es la cuarta variedad de la contradicción que consiste en una desautorización en
conjunto de la frase íntegra: “Yo no amo en absoluto, y no amo a nadie”. Esto se podría concebir como
una sobrestimación sexual del yo propio.

Mecanismo de formación del síntoma y el de la represión.

La formación del síntoma en la paranoia es llamativo, sobre todo la proyección: Una percepción interna es
sofocada y como sustituto de ella adviene a la consciencia su contenido, luego de experimentar cierta
desfiguración, como una percepción de afuera. Hay que considerar que la proyección no desempeña el mismo
papel en los diferentes tipos de paranoia, y no ocurre solo en tal afección.
El estudio se centrará en el mecanismo de la Represión en la paranoia: En la consideración psicoanalítica
hacemos derivar universalmente de la represión los fenómenos patológicos. Podemos descomponer el proceso
en tres fases:

1. Primero la fase de Fijación, precursora y condición de cada represión. Una pulsión o componente
pulsional no recorre el desarrollo previsto como normal y a consecuencia de esa inhibición, permanece
en un estadio más infantil.
2. Represión propiamente dicha: Parte de los sistemas del yo de desarrollo más alto, susceptibles de
consciencia y puede ser descrita como un “esfuerzo de dar caza”.

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3. La más sustantiva para los fenómenos patológicos es el fracaso de la represión, la irrupción o retorno de
lo reprimido. Esta se produce desde el lugar de fijación y tiene por contenido una regresión del
desarrollo libidinal hasta ese lugar. Aquí se da lugar a la formación del síntoma.

El enfermo ha sustraído de las personas de su entorno y del mundo exterior en general la investidura libidinal
que hasta entonces les había dirigido. Con ello todo se le ha vuelto indiferente y sin envolvimiento para él, y
tiene que explicarlo mediante una racionalización secundaria. El sepultamiento del mundo es la proyección de
esta catástrofe interior: su mundo subjetivo se ha sepultado desde que él le ha sustraído su amor.
El paranoico reconstruye este mundo, para al menos poder volver adentro de él. Lo edifica mediante el trabajo
de su delirio. Lo que nosotros consideramos la producción patológica, la formación delirante es en realidad el
intento de restablecimiento, de reconstrucción.

1923-1924: “Neurosis y psicosis”.

En el momento en que Freud escribió esta obra, ya había sido publicado su texto “El yo y el ello” (1923), donde
expone una articulación del aparato anímico a partir de tres grandes instancias: Yo, Ello y Superyó. Ahora, en
Neurosis y Psicosis, Freud pretende utilizar aquella división para explicar la génesis y otros aspectos de la
psicosis.
Así, la fórmula que presenta para describir lo que “quizás es la diferencia genética más importante entre neurosis
y psicosis” es la siguiente: “La neurosis es el resultado de un conflicto entre el Yo y su Ello, en tanto que la psicosis
es el desenlace análogo de una similar perturbación en los vínculos entre e Yo y el mundo exterior”.

Mecanismo de la Neurosis descripto en “El yo y el ello”.

Las neurosis de transferencia se generan porque el yo no quiere acoger ni dar trámite motor a una moción
pulsional pujante en el ello, de la cual se defiende mediante el mecanismo de la Represión. Pero lo reprimido se
rebela contra ese destino y se procura una subrogación sustitutiva que se impone al yo por vía del compromiso:
El síntoma. Éste amenaza y menoscaba la unicidad del yo, por lo cual éste prosigue la lucha contra el síntoma tal
como se había defendido de la moción pulsional. Esto da por resultado el cuadro de la neurosis. Cabe agregar
que el yo, cuando emprende la represión, obedece a los dictados del superyó, cuyos reclamos poseen en él más
fuerza que las exigencias pulsionales del ello. Entonces, el yo ha entrado en conflicto con el ello, al servicio del
superyó y de la realidad.

Mecanismo de la Psicosis.

En la confusión alucinatoria aguda (“amentia de Meynert”) el mundo exterior no es percibido o su percepción


carece de eficacia. Normalmente, el mundo exterior gobierna al ello por dos caminos:
🞛 Por las percepciones actuales.
🞛 Por el contenido mnémico de percepciones anteriores.

En la confusión alucinatoria aguda no sólo se rehúsa a admitir nuevas percepciones, sino que también resta valor
psíquico al mundo interior. El yo se crea un nuevo mundo exterior e interior, y hay dos hechos indudables:

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♦ Que el nuevo mundo se edifica en el sentido de las mociones de deseo del ello (el yo se pone al servicio del
ello, contra la realidad).
♦ Que el motivo de esa ruptura con el mundo exterior fue una grave frustración (denegación) de un deseo
(posteriormente agrega “deseos de la infancia”) por parte de la realidad. Se trata de una frustración
insoportable y que además es siempre una frustración “externa” (en el caso individual puede partir del
superyó).
♦ El efecto patógeno depende de lo que haga el yo en esa tensión conflictiva: si permanece fiel a su vasallaje
hacia el mundo exterior y sujeta al ello, o si es avasallado por el ello y se deja arrancar de la realidad.

Con respecto a la génesis de las formaciones delirantes decimos que el delirio se presenta como un parche
colocado en el lugar donde originariamente se produjo una desgarradura en el vínculo del yo con el mundo
exterior. Con esta afirmación pensamos desde el psicoanálisis que los fenómenos delirantes patológicos son un
medio de curación y reconstrucción.
Frente a este panorama, Freud se pregunta cuáles son las circunstancias y los medios con los que el yo logra salir
sin enfermar de aquellos conflictos que se presentan siempre. En este sentido se pueden destacar dos aspectos:

❖ El desenlace depende, por un lado, de “constelaciones económicas”, de las magnitudes de las


aspiraciones en lucha.
❖ Además, el yo podrá evitar la ruptura hacia cualquiera de los dos lados deformándose a sí mismo,
consintiendo menoscabos a su unicidad y eventualmente, segmentándose.

1924: “La pérdida de realidad en la neurosis y psicosis”.

Como se había dicho en el texto anterior, en la neurosis existiría una hiperpotencia del influjo objetivo en
desmedro de las pulsiones del ello, mientras que en la psicosis existiría una hiperpotencia del ello, en desmedro
de un segmento de la realidad. Así, la pérdida de la realidad estaría en la psicosis, mientras que la neurosis la
evita.
Sin embargo, cada neurosis perturba de algún modo el nexo del enfermo con la realidad, es para él un medio de
retirarse de ella y, en sus formas más graves, implica directamente una huida de la vida real. Esto se explica por la
existencia de dos momentos en la neurosis:

1. El yo reprime la moción pulsional al servicio de la realidad.


2. Proceso de resarcimiento (compensación o reparación) a los sectores perjudicados del ello, lo que
significa una reacción contra la represión y un fracaso de ella. La consecuencia de este segundo paso en la
formación de la neurosis es un aflojamiento del nexo con la realidad.

Ahora bien, en la génesis de la psicosis ocurre algo análogo. Se perfilan en ella dos pasos:

1. En el primer paso se arranca al yo de la realidad.


2. Reparación: Se intenta indemnizar los perjuicios y restablecer el vínculo con la realidad. Pero en este
caso, a diferencia de la neurosis, en la psicosis se intenta compensar la pérdida de la realidad, pero NO a

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expensas de una limitación del ello (como la neurosis lo hacía a expensas del vínculo con lo real), sino
POR CREACIÓN DE UNA REALIDAD NUEVA.

Con esto vemos que tanto en neurosis como en psicosis el segundo paso tiene las mismas tendencias: Sirve al
afán de poder del ello. Se diferencian mucho más en la primera reacción introductoria, que en el siguiente
ensayo de reparación. Esa diferencia inicial se expresa en el resultado final del siguiente modo:

En la neurosis se EVITA, a modo de huida, un fragmento de la realidad, mientras que en la psicosis se lo


RECONSTRUYE. La neurosis no desmiente la realidad, se limita a evitarla y no querer saber de ella, mientras que
la psicosis la DESMIENTE y procura SUSTITUIRLA.

Este remodelamiento de la realidad en la psicosis tiene lugar en las huellas mnémicas, representaciones y juicios
que se habían obtenido de aquella realidad hasta el momento. Pero el vínculo con la realidad nunca había
quedado concluido, sino que se enriquecía y variaba mediante percepciones nuevas. De igual modo, en la
psicosis se plantea la tarea de procurarse percepciones que correspondan a la realidad nueva, lo cual se logra por
la ALUCINACIÓN.
Vemos que en psicosis y neurosis los acentos caen en diferentes aspectos: En la psicosis el acento cae sobre el
primer paso, que es en sí patológico y sólo puede llevar a la enfermedad; en la neurosis, el acento recae en el
segundo paso que es el fracaso de la represión, mientras que el primer paso se logra innumerables veces en el
marco de la salud.
Al final de su texto Freud establece una analogía interesante entre ambas situaciones, porque a pesar de las
diferencias, en la neurosis tampoco faltan intentos de sustituir la realidad por una más acorde al deseo. Esto es
posible gracias a un “mundo de fantasía” que si bien es accesible al yo, sólo mantiene una dependencia poco
rigurosa respecto de él. De este mundo de fantasía toma la neurosis el material para sus neo-formaciones de
deseo y comúnmente lo halla por el camino de la regresión a una prehistoria más satisfactoria. La diferencia con
la psicosis en este sentido es que en ella el nuevo mundo exterior quiere reemplazar la realidad exterior,
mientras que el de la neurosis gusta de apuntalarse en un fragmento de la realidad, le presta un significado
particular y un sentido secreto (simbólico). Así, para ambas, psicosis y neurosis, no sólo cuenta el problema de la
pérdida de la realidad, sino el de un sustituto de realidad.

Psicosis como estructura: articulación de casos clínicos.

Al hablar de psicosis hablamos de un “desencadenamiento” de la misma, lo cual indica que anteriormente hubo
algo “encadenado”. De manera que la psicosis tiene una lógica y un punto de quiebre así como la neurosis.
Mientras que la psicología y la psiquiatría ven al delirio como déficit, el psicoanálisis lo toma como un dispositivo
para mantener un cierto sentido. Al sujeto psicótico se le impone el delirio, por lo tanto se debe prescindir
(alejar) de la realidad, que poco importa en estos casos; se debe interpretar en lo simbólico y no en lo real. El
psicótico no INTERPRETA, es pasivo frente a lo que se le impone, quedando PERPLEJO.
Una distinción clave en este sentido es el hecho de que mientras que el neurótico CREE, el psicótico TIENE LA
CERTEZA (“sujeto de la certeza”).
En la neurosis también hay delirio pero lo que hace sufrir a ese sujeto es la irracionalidad del mismo (como en el
caso del Hombre de las Ratas); en cambio, el psicótico no intenta escapar de su delirio porque no tiene la

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posibilidad de hacerlo. En la psicosis la alucinación y el delirio son incapaces de DIALECTIZARSE; la creencia del
neurótico sí. Que sea dialectizable significa que hay algo dirigido al otro y la posibilidad de que eso se
resignifique (“¿Qué dice usted con eso?”). En cambio el psicótico quedará estancando allí y aparecerá la ironía
psicótica. Esto es así porque en el psicótico no hay DESEO, no hay direccionalidad al OTRO y, por lo tanto
tampoco existe Transferencia; si un sujeto psicótico consulta, efectivamente no viene a Demandar.
Por otro lado, en el sujeto psicótico tampoco existe la posibilidad de hacer BIOGRAFÍA y no hay variación en el
recuerdo: La historia pasa desapercibida, no existe prehistoria. Por esto, se dice que mientras que el neurótico
posee ‘historia’ pasible de resignificación, el psicótico tiene ‘pasado’, desafectivizado y desimplicado.

Fenómeno Elemental: Son manifestaciones privilegiadas que pueden ayudarnos a develar la estructura general
de la psicosis.

Fenómeno propio de la estructura psicótica que es lo que las formaciones inconscientes para el neurótico. Se
trata de una discontinuidad: Marcan un punto de inflexión en la vida de una persona, es un momento en esa vida
en el que todo cambia abruptamente. Son casi imperceptibles y tienen que ver con la posición que tiene el
sujeto frente a determinados hechos.
Los fenómenos elementales aparecen como un VACÍO DE SIGNIFICACIÓN, como UN significante solo que no
significa nada: Hay algo que pasa, el sujeto está seguro de que eso pasó y de que lo concierne, pero no sabe qué
es o qué significa. Esto es la perplejidad.
El delirio aparece en un segundo momento: Es una significación de significación que viene a llenar aquel vacío,
llega como un S2, que restituye al S1 para reconstruir algo de SENTIDO:

Pero, a pesar de esto, el Delirio sigue siendo un fenómeno elemental, solo que con otra lógica.
Es importante en la clínica arribar a un diagnóstico presuntivo en las Entrevistas Preliminares para saber qué tipo
de intervenciones realizar. Existen varios rasgos que permiten hablar de fenómenos elementales:
Los fenómenos elementales se pueden clasificar en tres grandes grupos; ellos son:

⎯ Primero, los fenómenos de automatismo mental: Los cuales aluden fundamentalmente a “la
irrupción de voces, del discurso de otros, en la más íntima esfera psíquica”. En estos casos el sujeto
dice escuchar una voz, que viene de afuera, que viene del Otro, que le dice cosas, le ordena hacer
algo o lo insulta.
⎯ Segundo, fenómenos que involucran el cuerpo: “Fenómenos de descomposición, de
despedazamiento, de separación, de extrañeza, con relación al propio cuerpo”. Es decir que el sujeto
psicótico tiene un delirio en el que su cuerpo es percibido como extraño o fragmentado. También es
posible encontrar una distorsión en la percepción del tiempo y el espacio: El sujeto no sabe dónde se
encuentra y en que período del tiempo se halla.
⎯ Tercero, “fenómenos que conciernen al sentido y a la verdad”: En estos casos, el sujeto testimonia
tener experiencias inefables (que no se pueden explicar, no están dichas, no se ponen en palabras) o
experiencias de certeza absoluta, ya sea con respecto a su identidad -“Yo soy Simón Bolívar”-,
hostilidad de un extraño -“Mi familia me quiere envenenar”-, o “Expresiones de sentido o
significación personal.

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Fenómeno elemental desde J.M. Álvarez

Álvarez se propone el marco clínico de los fenómenos elementales. Allí es donde encontraremos ciertos
fenómenos sutiles de los cuales podemos puntuar las siguientes características:

1. Son experimentados por el sujeto de una forma particularmente conmocionante. A partir de esa
experiencia advertimos la plasticidad que el fenómeno posee y el impacto que éste causa en el sujeto.
Así, es en la confluencia de la fenomenología y de la subjetividad donde habremos de apuntar la
detección de los fenómenos elementales.
2. Se pueden captar esencialmente en tres ámbitos: El pensamiento, la vivencia del cuerpo y los
sentimientos, especialmente los enigmáticos y de perplejidad, los de inefabilidad y las autorreferencias.
3. Por ser consustanciales a la psicosis, su discreta presencia nos indica la existencia de una estructura
psicótica, cuyo desencadenamiento clínico puede o no haberse producido.
4. Pueden hallarse de una forma constante o recurrente y pueden asimismo estar enmascarados o
ensombrecidos por otras cristalizaciones sindrómicas o por formaciones del carácter y rasgos de
personalidad.
5. El valor esencial de estos fenómenos viene dado por la relación que el sujeto mantiene con ellos, la cual
nos muestra inequívocamente a un sujeto sumido en la perplejidad o en un inquietante vacío de
significación.
6. La utilidad clínica de estos fenómenos no se limita al diagnóstico, sino que nos indican la posición de
salida y la orientación con la que el sujeto encara la experiencia de su locura. Son indicadores veraces de
los posibles modos de estabilización hacia los que se pueden orientar a los pacientes psicóticos.
7. El autor considera pertinente por la razón anterior establecer una clasificación de los fenómenos
elementales en relación a los tres grandes polos de la psicosis: El paranoico, el esquizofrénico o
xenopático y el melancólico-maníaco.

En relación a los aportes de los autores clásicos en esta materia, me interesa resaltar a Neisser, a quien Álvarez
también da mucha importancia. Este autor enfatiza como no se había hecho hasta la fecha (1892) el papel
determinante de lo que él llamó “Autorreferencia mórbida” o “significación personal mórbida”. Se trata de una
experiencia de certeza en la que el sujeto se siente aludido o designado por algo que no alcanza aún a pesquisar;
es un mensaje enigmático dirigido a su persona.

Características

1 - Se presentan como una discontinuidad en la experiencia subjetiva

2 – El sujeto lo experimenta con convicción o certeza

3 – Siempre son vividos como teniendo relación con el sujeto (se sienten concernidos)

4 – Remiten a un vacio de significación

5 – No guardan ninguna relación con el humor, estado de ánimo

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Como identificarlos

Hay coagulación de sentido

Hay certeza o convicción de estar concernido por ello. Como experiencia o axioma.

Dificultad para historizar

Los fenómenos elementales en la obra de Lacan

Metonimia impotente.

La preocupación de Lacan por describir y teorizar el desencadenamiento y la arquitectura de la psicosis está


presente desde sus primeros ensayos psicopatológicos, en especial desde su Tesis Doctoral sobre la paranoia. En
su Seminario dedicado a la psicosis plantea una teoría general sobre la estructura y clínica de tal afección.
Algunas consideraciones que aportaron a tal teoría son:

1. Que la estructura general de la psicosis está ya contenida en el fenómeno elemental. Es decir que la
presencia del fenómeno elemental psicótico nos indicaría infaliblemente la existencia de una psicosis.
Metáfora: Esos fenómenos “son elementales de la misma manera que lo es, respecto a la planta,
cualquiera de sus hojas, pues en todas ellas los detalles de la inserción e imbricación de las nervaduras
revelan el conjunto de la planta”.
2. Fenómeno se lo puede describir como inicialmente neutro y atemático, y solo más tarde adquirirá una
significación delirante ligada al sujeto.
3. No se trata, por lo tanto, de un sentido o significación que se impone abruptamente, sino, por el
contrario, de una experiencia inicial de perplejidad o bien de una suspensión de la significación. Es por
esto que la importancia de estos fenómenos no radica en la significación que adquiera con el trabajo
delirante, sino en el hecho de que el sujeto se siento por completo concernido en esa experiencia por la
significación enigmática que se le impone.
4. En ese sentido, la sistematización delirante servirá esencialmente para rellenar de sentido ese
angustioso vacío de significación, sentido que seguirá el itinerario del fenómeno elemental.
5. Otro polo del fenómeno elemental se sitúa en la certeza inherente a esa experiencia: “Pero, a diferencia
de un sujeto normal para quien la realidad está bien ubicada, él tiene una certeza: Que lo que está en
juego le concierne”. Esto es a lo que se refería Neisser con esa certeza que se filtra desde lo real y que no
encuentra ninguna pared simbólica con la que hacerle frente.
6. En “De una cuestión preliminar…”, Lacan agrega que en el fenómeno elemental se aprecia siempre la
anticipación de una significación que adquiere una dimensión proporcional al vacío de significación
inicial, es decir que a mayor perplejidad o ausencia de significación, mayor consistencia de la certeza de
sentirse concernido.

Psicosis para Lacan

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Lacan retoma el concepto de la VERWERFEN (desestimación, rechazo, repudio) freudiana para trasladarlo al su
concepto de FORCLUSIÓN. Utiliza el caso de El hombre de los lobos, una historia de una neurosis obsesiva
infantil, para hablar de aquel término. Forclusión es un concepto proveniente del ámbito jurídico que significa la
pérdida de un derecho cuando no se presentan las evidencias, pruebas o trámites a tiempo. La analogía en este
caso es la forclusión del Significante Nombre del Padre, porque como no se inscribió a tiempo se pierden ciertos
derechos con los que el sujeto no cuenta.
Es el RECHAZO o expulsión de un primer significante primordial que a partir de ese momento va a faltar en la
cadena. A nivel psíquico un significante es rechazado, que es el significante de la LEY, el significante que da lugar
al deseo.
El NP viene a sustituir al Deseo de la Madre enigmático, significante del goce enigmático de la madre que
pregunta “¿Qué quiere el Otro?”. El Nombre del Padre va a dar una Respuesta: Lo que quiere el Otro es el Falo.
Es por esto que decimos que en ese momento se instala una significación fálica, se produce la sustitución y
aparece el “Hijo”. Fórmula:
En la Psicosis queda un agujero y el sujeto queda entonces no develado, no se le atribuye una significación y
queda atrapado en el NP; el sujeto no adviene, no se ha predicado sobre él, no hay significación (que también lo
indicaría como hombre o mujer). Sin embargo, esto no significa la muerte del sujeto. Los sujetos psicóticos
encuentran formas de significarse tomando identificaciones prestadas que le permiten funcionar como hombre
o como mujer. Es un “como si” e incluso pueden estar estabilizados sin que aparezca esa carencia de significante.
En estos casos se trata de una ‘psicosis ordinaria’ en la que los remiendos o prótesis son lo suficientemente
estables en el tiempo.
No sabemos por qué un sujeto psicótico desencadena. La hipótesis es que se trata de un momento en que se
enfrenta con una situación que le exige tener ese significante NP para responder de manera que, al no tenerlo,
se devela esa carencia. En este desencadenamiento los remiendos imaginarios se rompen porque son
insuficientes para las exigencias de la realidad.
Posteriormente aparecen los fenómenos elementales, que pueden observarse a partir del efecto clínico, del
comportamiento del sujeto: Primero pueden aparecer neologismos, frases ininterrumpidas (no utiliza pausas),
olofrases (significantes sin espacios entre uno y otro), etc. Todo esto es consecuencia del NP forcluido: Se pierde
la intencionalidad del significante, no tiene el límite de abrochamiento del significante promovido por el NP, la
cadena se desarma y los significantes están sueltos, por lo que no hay metáfora ni metonimia (el NP es como la
“tanza de un collar” que une la cadena significante). El sujeto nota estos primeros fenómenos pero no sabe por
qué suceden: sabe que le conciernen pero no se devela el significado final de eso. Como otros fenómenos
elementales pueden darse las alucinaciones (auditivas, visuales, etc.), los pensamientos impuestos, etc.
Todos aquellos fenómenos elementales son un intento del psicótico de dar sentido, apresarlo y organizarlo,
busca la manera de unir los significantes, es la búsqueda de un significante que permita una sustitución de la
cadena significante que no será la del NP, sino una posible. El delirio será un segundo momento.
Matema de la Forclusión: P0. Es el cero del significante de la función paterna que, en este caso, no sirve. Esto
tiene efectos en dos grandes sentidos:
☼ A nivel de la CADENA SIGNIFICANTE. Nivel Simbólico.
☼ A nivel de la REGULACIÓN DEL GOCE. Nivel Real.

Consecuencias: Cuando falla lo imaginario que hacía de parche aparecen los efectos a nivel de la cadena
significante y a nivel de la regulación del goce. En este último caso se refiere a una regulación del sufrimiento.

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Los neuróticos pueden regularlo gracias al NP: Está acotado gracias a nuestro fantasma que dirá cómo vamos a
sufrir y objeto de qué seremos (por eso siempre sufrimos por lo mismo). Pero si no está el NP el goce está
DESREGULADO: El nivel de sufrimiento es de un nivel descomunal. Además, el goce se DESLOCALIZA: No hay una
lógica anatómica, aparece en cualquier parte del cuerpo, el sujeto siente que flota, que se le sale la cabeza, etc.
en los neuróticos la angustia es localizable (pecho, garganta, estómago) y puede anudarse en el discurso.
Por otro lado, el sujeto psicótico se percibe y se identifica como objeto de goce del gran Otro, como objeto a,
como “desecho”. A partir de la elaboración delirante el sujeto busca restablecer el orden de la cadena
significante y una regulación de ese goce.

Jean Claude Maleval: “La forclusión del Nombre del Padre”.

De la estructura evolutiva delirio surge una lógica regida por la sucesión ordenada de 4 fases. Se trata de una
evolución de la relación del sujeto con el goce:
1) P0: “Período de INCUBACIÓN”:
Período de malestar, de inquietud, de perplejidad,
1. correlacionado con trastornos hipocondríacos,
2. revelador de una carencia paterna fundamental,
3. tiene su principal característica en una deslocalización del goce.
4. angustia extrema, una posición de decadencia y un sentimiento, más o menos confuso, de muerte del
sujeto. Se trata de lo que Freud trata de circunscribir como una ruptura primordial entre el yo y la
realidad, y que Lacan llama en 1955 "la entrada en juego del enigma del Otro absoluto".

2) P1: “Etapa PARANOIDE”: Con el fin de remediar lo insoportable de la situación anterior,


1. se desarrolla un trabajo de movilización del significante que le permite al delirante construir una
explicación propia para justificar lo que le está ocurriendo.
2. Para conseguirlo, con frecuencia recurre a una función paterna capaz de atemperar el goce deslocalizado.
3. Sin embargo, el sujeto sigue perplejo, el delirio no consigue suturarse, de forma que, por lo general, se
presenta bajo una forma paranoide. La llamada a un principio paterno cuenta con encarnaciones muy
variables, aunque las figuras del poder, de la Ley y de lo divino sean las más privilegiadas a este respecto.
De hecho, lo que demuestra ser crucial para el psicótico es la búsqueda de un fundamento adecuado para
que se llegue a producir una completud del Otro.
4. Hay certidumbre y no certeza. Creencia de que es algo, pero tengo que confirmármelo todo el tiempo, la
certeza es todo lo contrario.
3) P2: “Etapa PARANOICA”: el sujeto logra identificar el goce del Otro (característica esencial de este
periodo), es decir, una vez trasladado al significante, el sujeto revela ser capaz de recuperar un cierto
punto de apoyo, a partir del cual se convierte en el organizador de lo que le está ocurriendo. Sin
embargo, en el seno del delirio que se sistematiza subsiste un eco de la violencia ejercida por las
iniciativas del Otro, eco que adquiere la forma de perseguidores que ahora están ya localizados.

4) P3: “Fase PARAFRÉNICA.MEGALOMANÍACA”:

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1. El psicótico ya no tiene aquellas preocupaciones: sS encuentra en pleno acuerdo con la neo realidad que
ha conseguido construir.
2. Consiente al goce del Otro porque tiene la certeza de que, gracias a esta experiencia, accede a un saber
esencial.
3. A menudo, este saber le ha sido librado por una omnipotente figura paterna de quien se sabe portavoz,
incluso su encarnación. El acceso al conocimiento supremo demuestra ser inseparable del desarrollo de
temas megalomaníacos y del surgimiento de construcciones más o menos fantásticas, mientras que,
gracias a la desaparición de los perseguidores, el sujeto ya no se ve empujado a cometer actos
médico-legales. Lo que el parafrénico gana en pacificación, lo pierde en credibilidad frente a sus
interlocutores. En este punto el sujeto entiende lo que le pasó como algo excepcional y privilegiado. El
sujeto se convierte en Dios, o un gran personaje y es “elegido” para trasmitir el mensaje. Hay algo del lazo
social restituido e incluso el sujeto puede querer testimoniar y comunicar su experiencia. El delirio
parafrénico induce menos que cualquier otro una demanda terapéutica, y presenta la particularidad de
desarrollarse bastante naturalmente fuera del manicomio.

No cabe duda de que estos diversos fenómenos se interpenetran más o menos, por lo que las letras P0, P1, P 2,
P3 parecen más adecuadas para subrayar que se trata de una sucesión ordenada, la cual tiene una única fuente,
escrita de forma precisa por Lacan P0, o sea, la forclusión del Nombre del Padre. Estas notaciones designan
sintomatologías psicóticas que se traducen en posiciones subjetivas que en su mayoría son poco estables. No
sólo el desarrollo del delirio raramente llega hasta P3; además, se producen movimientos retrógrados de P2 a P1,
de P1 a P0, incluso de P3 a P0. La letra P resulta estar, pues, abierta a diversas lecturas, aunque principalmente
designe cuatro posiciones subjetivas propias del psicótico. Si P0 connota la carencia paterna, P1 evoca hasta
cierto punto "paranoide", P2 “paranoico" y P3; "parafrénico".

Estudio sobre las psicosis – Colette Soler - ¿Qué lugar para el analista?

Collete Soler presenta en este texto el caso de una psicosis estabilizada bajo transferencia. Se trata de la psicosis
de una mujer revelada desde 12 años, con un automatismo mental marcado.
La demanda de análisis se produjo al estallar el primer episodio delirante y entonces Soler se pregunta a qué
lugar es llamado el analista tras ese estallido. Responde que “es llamado a suplir con sus predicaciones el vacío
súbitamente percibido de la forclusión. La paciente demanda que el analista haga de oráculo y legisle para ella
(…) Dicho de otro modo, ella le ofrece al analista el sitial de perseguidor (…) Si el analista se instala en él,
sobrevendrá entonces la erotomanía mortífera”.
Así, Soler presenta la maniobra de la transferencia que permitió evitar esa emergencia. No operó con la
interpretación, pues esta no tiene cabida cuando se está ante un goce no reprimido (éste solo puede elaborarse).
1. Un primer modo de intervención fue un “silencio de abstención” cada vez que el analista es solicitado
como el Otro primordial del oráculo. Este silencio, esta negativa a predica sobre su ser, tiene la ventaja
de dejar el campo a la construcción del delirio. El analista es un testigo, lo cual es poco y mucho porque
un testigo es un sujeto al que se supone no saber, no gozar, y presentar, por lo tanto, un vacío en el que
el sujeto podrá colocar su testimonio. Debemos ser precavidos en nuestras intervenciones para no
convertirnos en perseguidores y no ser un obstáculo en la formación del delirio. Esta es una forma de
transferencia a la que Lacan llamó “Erotomanía mortificante transferencial”.

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2. Un segundo tipo de intervención la denomina “Orientación del goce”, de dos tipos: una limitativa que
intenta hacer de prótesis a la prohibición faltante (que en su caso consistió en decir no cuando la sujeto
estaba tentada de dejarse estrangular por un hombre que la pretendía); y otra positiva que sirvió para
impulsar un proyecto (en este caso artístico).
En este caso el analista se hace guardián de los límites del goce, sin los cuales lo que hay es el horror
absoluto. El analista no puede hacerlo sino sosteniendo la única función que queda: hacer de límite de
goce, esto es, la de significante ideal, único elemento simbólico que, a falta de la ley patena, puede
constituir una barrera al goce.
3. La tercera intervención tuvo un alcance decisivo en su caso en tanto provocó un viraje en la relación
transferencial tanto como en la elaboración de la cura. En esta fase es importante lo que llamamos
“Apuntalamiento de los significantes” que el sujeto usa para la depuración y construcción del delirio que
tenga valor de metáfora para construir el lazo social (ej. del excombatiente).
MODULO 3: Melancolía vs. Trastornos del estado de ánimo

Freud: Duelo y Melancolía

El autor busca explicar todos los actos psíquicos desde un punto de vista tópico, dinámico y económico. En este
texto puntualmente, Freud se propone dilucidar la naturaleza de la Melancolía comparándola con un afecto
normal, el Duelo.

Definición de Duelo: “Reacción frente a la pérdida de una persona amada o de una abstracción que haga sus
veces, como la patria, la libertad, un ideal, etc.”. A pesar de que el duelo trae consigo graves desviaciones de la
conducta normal, no se considera un estado patológico y se espera que pasado cierto tiempo se lo superará. Por
esto es inoportuno e incluso dañino perturbarlo.

Definición de Melancolía: Se singulariza en lo anímico por:

♦ Una desazón profundamente dolida (hay tristeza vital; pudo haber un suceso pero es desproporcionado
en relaciona la debacle subjetiva),
♦ Una cancelación del interés por el mundo exterior (repliegue libidinal de los objetos),
♦ La pérdida de la capacidad de amar,
♦ La inhibición de toda productividad (abulia)
♦ Y una rebaja en el sentimiento de sí que se exterioriza en AUTOREPROCHES y auto denigraciones y se
extrema hasta una delirante expectativa de castigo.”

Lo interesante en este punto es que, según Freud, el duelo muestra los mismos rasgos que la melancolía,
excepto por uno: Falta en él la perturbación del sentimiento de sí.

¿En qué consiste el trabajo que el duelo opera? El examen de realidad ha mostrado que el objeto amado ya no
existe más, y de él emana ahora la exhortación de quitar toda libido de sus enlaces con ese objeto. A ello se
opone una comprensible renuencia que puede alcanzar tal intensidad que produzca un extrañamiento de la
realidad y una retención del objeto por vía de una psicosis alucinatoria de deseo. Lo normal es que prevalezca el

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acatamiento a la realidad pero esto se ejecuta poco a poco con un gran gasto de tiempo y energía de
investidura. Cada uno de los recuerdos y las expectativas en que la libido se anudaba al objeto son clausurados,
sobre-investidos y en ellos se consuma el desasimiento de la libido y su transferencia a otros objetos (por
desplazamiento y condensación).
La Melancolía también parte de una pérdida; puede reconocerse que esa pérdida es de naturaleza más ideal y,
en otras circunstancias, no se puede discernir con precisión lo que se perdió. Es por eso que en estos casos el
enfermo sabe “a quién perdió” pero no “lo que perdió en él”. Esto nos lleva a referir la melancolía a una pérdida
de objeto sustraída de la consciencia, a diferencia del duelo, en el cual no hay nada inconsciente en lo que atañe
a la pérdida.
Consecuentemente a esta pérdida aparece un tipo de delirio con el objetivo de explicarse esa catástrofe, pero
éste no tiene un efecto apaciguador (como en el paranoico o esquizofrénico que logra una reparación simbólica
y real). Esa función curativa y reparadora del delirio no se desarrolla en este caso. El delirio propio de la
Melancolía es el DELIRIO DE INSIGNIFICANCIA. Esta es otra de las diferencias que podemos marcar entre este
fenómeno y el Duelo normal. En la melancolía existe una extraordinaria rebaja en el sentimiento yoico, un
enorme empobrecimiento del yo. En el duelo el mundo se ha hecho pobre y vacío; en la melancolía eso le
ocurre al yo. El enfermo describe a su yo como indigno, estéril y moralmente despreciable; se denigra y espera
repulsión y castigo. Este cuadro se acompaña de un desfallecimiento de la pulsión a aferrarse a la vida, es decir,
de la pulsión de vida, lo cual se traduce en una desvitalizacion o inhibición vital: hay insomnio y dificultades para
conciliar el sueño y repulsa al alimento.
Una de las características propias de la melancolía es que no hay correspondencia alguna entre la medida de
la auto-denigración y su justificación real. Esto se acompaña también de una franqueza que se complace en el
desnudamiento de sí mismo. Es decir que el melancólico no muestra vergüenza en presentar ante otros su
situación.
La cuestión de la melancolía, dice Freud, nos pone ante una contradicción: El sujeto ha sufrido una pérdida de
objeto; pero de sus declaraciones surge una pérdida en su YO. Pero escuchando al paciente se puede discernir
que las quejas más fuertes se adecúan muy poco a su propia persona y muchas veces se ajustan a otra persona a
quien el enfermo ama, ha amado o amará. Así, se entiende que los autorreproches son reproches contra un
objeto de amor, que desde éste han rebotado sobre el yo propio.
Explicación de dicho Proceso: Hubo una elección de objeto, una ligadura de la libido a una persona
determinada; por obra de una afrenta real o un desengaño de parte de la persona amada sobrevino un
sacudimiento de ese vínculo de objeto. La investidura de objeto fue cancelada, pero la libido libre no se
desplazó a otro objeto sino que se retiró sobre el Yo. Esto sirvió para establecer una IDENTIFICACIÓN del yo con
el objeto resignado: “La sombra del objeto cayó sobre el yo”. De esa manera, la pérdida de objeto hubo de
mudarse en una pérdida del yo, y el conflicto entre el yo y la persona amada, en una bipartición entre el Yo
crítico y el Yo alterado por la identificación.

Sin embargo, existen cuestiones implícitas que permiten esclarecer ese proceso:
♣ Tiene que haber existido una fuerte fijación en el objeto de amor.
♣ Tiene que haber existido, contradictoriamente, una escasa resistencia de la investidura de objeto.

Esta contradicción exige que la elección de objeto se haya cumplido sobre una base narcisista, de forma que la
investidura de objeto pueda regresar al narcisismo si tropieza con dificultades. Así, la identificación narcisista con

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el objeto se vuelve sustituto de la investidura de amor. Esta sustitución es un mecanismo importante para las
afecciones narcisistas y corresponde a una regresión desde un tipo de elección de objeto al narcisismo originario
y, con él, a la fase oral de la libido.
De esta forma vemos cómo la melancolía es una reacción frente a la pérdida del objeto de amor pero que
depende de una condición que falta al duelo normal: la ambivalencia de los vínculos de amor. Es por esto que las
ocasiones de la melancolía abarcan todas las situaciones de afrenta en virtud de las cuales puede instalarse una
oposición entre amor y odio o reforzarse una ambivalencia preexistente. Esta ambivalencia no debe pasarse por
alto: Si el amor por el objeto se refugia en la identificación narcisista, el odio se ensaña con ese objeto sustitutivo
insultándolo, denigrándolo, haciéndolo sufrir y ganando en ese sufrimiento una satisfacción sádica. Ese
automartirio de la melancolía, inequívocamente gozoso, implica la satisfacción de tendencias sádicas y
tendencias al odio que recaen sobre un objeto y experimentan una vuelta hacia la propia persona. Así, la
investidura de amor del melancólico en relación con su objeto ha experimentado un destino doble:
→ Ha regresado a la identificación
→ Bajo la influencia de la ambivalencia, fue trasladada hacia atrás, hacia la etapa del sadismo más
próxima a ese conflicto.

Explicación del suicidio: Ese sadismo del cual hablamos permite revelar algo de la inclinación por el suicidio. El
análisis de la melancolía demuestra que el yo sólo puede darse muerte si en virtud del retroceso de investidura
de objeto puede tratarse a sí mismo como objeto, si le es permitido dirigir contra sí mismo esa hostilidad que
recae sobre un objeto y subroga la reacción originaria del yo hacía objetos del mundo exterior.

Explicación de la Manía: En ocasiones la melancolía puede volverse manía, aunque no toda melancolía tiene ese
destino. Otros casos muestran una alternancia de fases melancólicas y maníacas. La manía no tiene un contenido
diverso de la melancolía, ambas afecciones pugnan con el mismo “complejo”, al que el Yo sucumbe en la
melancolía, mientras que en la manía lo ha dominado o lo ha hecho a un lado. En todos los estados de alegría o
júbilo entra en juego un influjo externo por el cual un gasto psíquico grande se vuelve por fin superfluo, de
suerte que queda disponible para múltiples aplicaciones y posibilidades de descarga. La manía no es otra cosa
que un triunfo así, sólo que en ella otra vez queda oculto para el yo eso que él ha vencido y sobre lo cual triunfa.
Así, resulta lo siguiente: En la manía el yo tiene que haber vencido la pérdida del objeto y entonces queda
disponible el monto de contra investidura que la melancolía había atraído sobre sí desde el yo.

Lacan

Para Lacan la melancolía es una psicosis y un efecto de la forclusión del significante NP. No la desencadena el
encuentro de un padre en lo Real sino una Pérdida que va a producir efectos de MORTIFICACIÓN (perplejidad,
angustia extrema, hipocondría, etc., todo lo cual da muerte al sujeto).
En “De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis” Lacan expresa respecto de la
melancolía que “se produce un trastorno en la articulación más íntima del sentimiento de la vida”, se trata de los
efectos mortíferos que tiene la falta de la significación fálica.
Lacan sigue a Freud en cuento al repliegue narcisista y habla de los efectos de la inhibición vital: indiferencia,
anorexia, insomnio, abulia, etc. La subjetivación de esta pérdida es captada como “dolor moral” porque hay la
presencia de un superyó juzgando al propio Yo (lo que Lacan le llama “el puro dolor de existir”).

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Por otro lado, Lacan destaca la diferencia entre Melancolía y Paranoia en relación a cómo se subjetiva en cada
afección la pérdida o el daño: como desencadenamiento o como muerte subjetiva:
☼ El melancólico asume la culpa de ese daño. Es este caso hay una CERTEZA de que se es culpable: “hay
una idea de responsabilidad delirante, toma la culpa a su cargo, hay certeza causal, no dialéctica y
psicótica que lo convierte en el más grave culpable de todos los tiempos” (es irreductible,
incomprensible e inderivable).
☼ El paranoico culpa al otro (proyección).

Es por esto que se habla de la “indignidad melancólica” y de la “inocencia paranoica”.

Colette Soler: Estudio sobre las psicosis

Pérdida y culpa en la Melancolía

La exposición de Soler tiene la intención de tratar la melancolía como efecto de la forclusión. Lacan hizo de la
forclusión, en tanto ella es “rechazo del inconsciente", la causa primera de la psicosis. De esta forma Soler
intenta dar a entender que los diferentes fenómenos de la melancolía, si se los toma desde la perspectiva de este
rechazo del inconsciente, pasan a ser Inteligibles.
¿Cómo se desencadena el episodio melancólico? Todos los clínicos concuerdan en un punto: hay una pérdida,
invocada u observable en los hechos. Como psicosis, la melancolía no se desencadena tanto por el encuentro de
un padre como por el de una pérdida. Esta pérdida introduce al sujeto en algo que va mucho más allá del
sentimiento de pérdida; esto es a fenómenos de mortificación bien reales. Sabemos de sujetos que un buen día
no quieren levantarse más de la cama, presos de indiferencia y abulia. La modificación libidinal se traduce en
conductas de desapego respecto de los objetos, en repliegue sobre la persona, como si el vector de la apetencia,
que va del sujeto hasta sus objetos, diera media vuelta en su trazado, en un verdadero movimiento de involución
sobre el cuerpo propio (ver esquema).
Aunque el repliegue de la libido no es exclusivo de la melancolía, en ella se añade un daño que se extiende
más allá de la libido de objeto y que involucra a la vida misma y a la conservación del organismo (insomnio,
anorexia, etc.). Estos aspectos participan de una mortificación que afecta a la homeostasis vital y conduce al
sujeto a diversas formas de petrificación.
¿Cómo se refieren estos fenómenos a la causa del lenguaje y al mecanismo de la forclusión?
Hay que partir de lo que Lacan enfatizó: la negatividad esencial del lenguaje, que procede al asesinato de la
cosa. El nombre de esta negativización, tal como es revelada por la neurosis, es castración, que se significa como
renuncia al goce masturbatorio. Se trata de una mutilación de goce, en efecto, pero de una mutilación parcial y,
además, compensada: es una pérdida que reclama una “condición de complementariedad”, promoviendo ésta al
objeto, precisamente en su valor compensatorio.
En la melancolía se observa que la instancia de la sola pérdida se ha desencadenado y absolutizado. La inercia
estuporosa del melancólico no es sino el estado de un sujeto para quien ya no opera la condición de
complementariedad y que cae bajo la exclusiva acción de la negatividad del lenguaje. El lazo con la forclusión se
deja adivinar: lo que retorna en lo real es la castración forcluida. Lo que la melancolía acentúa en forma exclusiva
es el retorno en lo real del "filo mortal del lenguaje". La melancolía, al absolutizar esa instancia, nos permite
distinguir, con mayor claridad, que la forclusión del falo condiciona una doble serie de fenómenos: de

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negativización y de positivización del goce. La función fálica tiene precisamente el efecto de articularlas, de
combinarlas, mientras que la psicosis las disocia.
Esto lleva a una característica que Freud entiende como esencial en la melancolía: el “dolor moral”. Es un
sujeto para quien la falta adopta la significación de la culpa, y por eso es adecuada la expresión "delirio de
indignidad". Es más que Al "delirio de pequeñez", pues se le suma una idea de responsabilidad delirante. El
sujeto eleva la falta a la culpa y toma la culpa a su cargo. Esta es la definición misma de la culpabilidad. De ahí
que sea lo opuesto del paranoico, siempre fundamentalmente inocente pues, incluso cuando se hace reproches,
se imputa nada más que errores.
Lacan no utiliza la expresión "dolor moral"; habla del “dolor de existir”, diciéndonos en "Kant con Sade" que
en el melancólico se encuentra en estado puro. Claro está que el dolor de existir no es patrimonio del sujeto
melancólico, pues este dolor reside en el hablante ser, pero casi nunca se encuentra en estado puro sino mixto o
dividido, y ello por una razón estructural concreta: el Falo, significante del goce, que no va sin la con castración,
hace también las veces de significante de la vida, y al constituir una mediación entre la falta del Otro y el ser del
sujeto, alivia a éste, por lo menos en parte, del pathos de sudasein.
Entre este pathos de existir y el sentimiento de culpa opera exactamente la incidencia de una posición
subjetiva: la que hace asumir el mal.
En el delirio de culpa está obrando una certeza causal, no dialéctica, psicótica. El sujeto no sólo sitúa al mal en
posición de causa, reduciendo todo el registro del sentido al de la culpa, culpa casi siempre oscura, primordial y
que él cree encarnar, sino que no duda de que se trata también de una culpa de excepción, inmensa y única que
a veces lo convierte en el más grande culpable de todos los tiempos. El sujeto melancólico trata a su ser como la
hediondez del mundo en el que él reconoce el goce malo (ese que el paranoico identifica en el lugar del Otro), y
en este sentido podemos decir que se identifica con la cosa. Es a ella a quien insulta dentro de sí.
La diferencia entre melancolía y paranoia se impone en la etapa siguiente, en la subjetivación de este daño
primario. El melancólico asume la culpa, el paranoico la carga sobre el Otro. El primero se difama, el segundo
dice, por ejemplo, "asesinato del alma".

Inocencia paranoica e indignidad melancólica

La búsqueda del culpable es una de las formas mayores del pensamiento causalista. El sentimiento de
culpabilidad es una respuesta que consiste en hacerse cargo de la culpa. No es la única respuesta posible: otra es
la persecución. Esta plantea un “a causa del Otro", del Otro malvado; es decir que la persecución supone un Otro
que existe, ella hace existir al Otro.

Paradojas del sentimiento de culpabilidad:


✔El sentimiento de culpabilidad va mucho más allá de la responsabilidad factual.
✔Presencia de un hiato patente que la experiencia indica entre los actos culpables y el sentimiento de
culpabilidad.
✔La culpabilidad es impotente. No entraña garantía alguna de que el sujeto hará frente a sus
responsabilidades y muchas veces sucede lo contrario.
✔La culpabilidad empuja al crimen. Freud lo descubrió muy pronto: hay delitos cuya finalidad es el castigo
efectivo que procura un alivio en el sentimiento inmotivado de culpabilidad.

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Precisiones sobre el estatuto del sentimiento de culpabilidad:
Este sentimiento es el único que Freud consiente llamar inconsciente. No se trata de una culpabilidad “vivida"
sino una culpabilidad deducida, deducida precisamente de las conductas de fracaso. Todo se presenta como si
determinado sujeto buscara fracasar; de ahí la noción freudiana de una necesidad de castigo, que él refiere a un
sentimiento inconsciente de culpabilidad. En realidad, estos últimos fenómenos atestiguan sólo lo siguiente: que
el sujeto no quiere sólo su bien, sino que hay un goce más allá del principio de placer que lo cautiva más allá de
sus intenciones. En cuanto a la culpabilidad propiamente dicha, no es tanto un sentimiento como una posición
del sujeto que acepta considerarse responsable de lo que le sucede. Es la condición misma del psicoanálisis.
A partir de esto Colette Soler se propone diferenciar estos fenómenos de la culpabilidad. Para esto se
pregunta ¿de qué es uno culpable? La culpa es una culpa de goce, el goce que cargamos en la cuenta de lo real,
frente al límite, que cargamos en la cuenta de lo simbólico.
Dos polos extremos: el paranoico inocente y el melancólico culpable. El paranoico se siente víctima, no se
siente culpable. Perseguido, afirma en todos los tonos su inocencia, y acusa. Es un sujeto habitado por la
convicción de su bondad. No cesa de afirmar su "natural amante y tierno", y se postula como "el mejor de los
hombres". Esto es lo que Freud llama el Unglauben del paranoico. Es decir que el paranoico no cree, en cierto
modo, en los reproches que a él apuntarían; no cree en la cosa que lo habita. Lacan relaciona este
Unglaubenfreudiano con la forclusión. Este rechazo de la culpabilidad es la negativa a admitir en lo simbólico a
los significantes que constituirían la huella de la Implicación del sujeto: negativa a responder de ellos.
El melancólico es aparentemente todo lo contrario de un paranoico. A la postulación de inocencia de éste él
opone su postulación de culpabilidad. Mientras que el paranoico arroja la culpa sobre el Otro, el melancólico se
la apropia toda. Ambos absolutizan un extremo de lo que en la neurosis se dialectiza y se mixtura: reivindicación
y culpabilidad. Pero el postulado de la culpabilidad no es toda la melancolía, es solo su vertiente delirante. Lo
prioritario en la melancolía es la inhibición vital y la convicción poderosa y dolorosa de pérdida.
Estos fenómenos deben ser distinguidos de las elaboraciones delirantes, a las que ellos más bien motivan, y
bien podemos suponer, según la vía indicada por Lacan, que se trata de fenómenos de retorno en lo real. El
“rechazo del inconsciente” se trata de ese trastorno en “la articulación más íntima del sentimiento de la vida”,
pues el rechazo del inconsciente descubre la incidencia mortificante del lenguaje. Es ésta, según Colette Soler, la
que se impone aquí en lo real a través de fenómenos que van de la inhibición vital del melancólico a la excitación
maníaca, que perturba la homeostasis del organismo.
Diferencia entre el delirio de pequeñez del delirio de infamia. El primero, desplegando toda la paleta de la
falta-en-tener y de la falta-en-valer, supone siempre la medida de los significantes ideales del Otro. El segundo
importa un reproche más radical, no sometido a los valores del Otro, y que apunta a otra cosa: al corazón mismo,
invisible e invaluable, de "la Cosa". Para sorpresa de Freud, el melancólico es el que se reconoce como infame.
Pero único. El es excepción, pero en la indignidad.
Pero, ¿cómo definir un deber que no esté dictado por el Otro? el psicoanálisis, en lo que le compete, define
un deber sin Otro, pues ahí donde el Otro no responde, esto es, sobre el goce, sólo el sujeto puede responder, y
a él le incumbe la carga del goce. Así pues, ¿de ese goce cuya falta hace al Otro inconsistente, tengo yo la carga?
Si. Ahora bien, si la forclusión implica el rechazo de la regulación fálica y de la castración de goce que ella implica,
se plantea la cuestión de lo que el sujeto psicótico hace con el goce así liberado, sobre el cual el Otro no ha
tenido influjo. El paranoico inocente es el que se niega a responder de él y lo elabora como persecución por
imputación al Otro.

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En el melancólico, su posición en cuanto tal es la opuesta y va más bien al contrario de la elaboración
sublimatoria. El delirio de indignidad en sí mismo, que es todo lo que resta de elaboración simbólica en la
melancolía, se propone en la fijeza de la conciencia culpable, cuya inercia contrasta con el dinamismo
Interpretativo del delirio paranoico.
MODULO 4: Perversiones, violencias y perspectivas sobre nuevas presentaciones de la sexualidad

La concepción clásica de las perversiones

El acceso al universo de las perversiones requiere siempre una prudencia muy grande, ya que en verdad aun se
inscriben en esta categoría consideraciones a veces muy extrañas al campo propiamente psicopatológico.
Sería un error pensar que el referente psicoanalítico subvirtió de una vez por todas las concepciones etiológicas
clásicas que conciernen al proceso perverso. En el mejor de los casos, cuando el referente freudiano se introduce
en la comprensión del proceso perverso, a menudo queda expurgado o purificado de sus implicaciones más
originales.
Retengamos, como ilustración, el conjunto de argumentos propuesto. Detenerse en ellos un momento es la
ocasión de situar el aporte extraordinariamente fecundo que el psicoanálisis en la comprensión del lugar
estructural donde se organiza y se despliega el proceso perverso. Primero hay que distinguir entre “perversión” y
“perverso”.
La PERVERSIDAD se refería a un tipo de malignidad actuante en el individuo, en algunos de sus actos y sus
conductas. Se nos remite al lugar de las apreciaciones morales del comportamiento. ¿Qué se entiende por
perversidad? Según Henry Ey, se trataría de una elección inmoral en las reglas normativas del comportamiento:
“El perverso no solo se abandona al mal, sino que lo desea”.

Este desajuste desarrollado con respecto a las normas se explicaría por una inmadurez de la persona “fijada en
un estadio del desarrollo cuya estructura afectiva se convirtió en la ley de su existencia”. Parecería como si la
perversidad resultara de una orientación episódica del comportamiento, limitada pero identificable incluso en
los individuos “normales”. Por ejemplo, actos de crueldad física y/o moral cometidos bajo el imperio de las
pasiones, actos de vandalismo diverso, gusto por la subversión, la provocación, el escándalo, etc. La perversidad
queda subordinada a una discriminación que se funda exclusivamente sobre criterios sociales
Henry Ey va más lejos ya que centra directamente el problema de la perversidad en la cuestión de la libertad,
al plantear el espinoso dilema de la intencionalidad deliberada o no del acto perverso correlativa del designio,
premeditado o no, de dañar, en el sentido de una “liberación voluntaria de varias tendencias de la naturaleza”.
Las PERVERSIONES entran en un campo de aptitudes patológicas permanentes del ser, es decir una
desviación de las tendencias normales. Se remite a esa vertiente del inconsciente que se conviene en llamar
instinto, y de allí las definiciones genéricas de “perversiones instintivas”. Pero desde que el campo de las
perversiones se asocia a los procesos de desviación de los instintos, el problema surge al tener que circunscribir
su naturaleza.
Las perversiones estarían igualmente con mucha frecuencia combinadas con déficits intelectuales del tipo de
estados de retraso mental o a desequilibrios constitucionales (hipermotividad, inestabilidad). También podrían
exteriorizarse por medio de psicosis intercurrentes.
El comportamiento social del perverso parecería depender igualmente de su nivel intelectual: Su grado de
adaptación social variará en función de su carácter. Una serie de otros componentes patológicos podrían

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interferir favorablemente en el sentido de las perversiones. Sería tanto el caso de las epilepsias que agravarían
peligrosamente las reacciones perversas, como el de la histeria que constituiría un catalizador importante en
razón de la anomalía de los instintos y de las crisis que le son específicas.
El proceso perverso se detectaría muy temprano en la evolución de la personalidad, dada la presencia de
signos precursores tales como: malignidad, crueldad, violencia de carácter, indisciplina, disimulación y la mentira.
El perverso regula su conducta sobre la realización de sus deseos, sin consideración por lo que se puede
llamar el sentimiento de la dignidad individual y el respeto del otro, o por carencia de estos elementos
moderadores habituales. En realidad el sentido moral no existe ciertamente como tal. El individuo se adapta más
o menos bien a la vida social, es más o menos apto para conocer y comprender las restricciones que se le
imponen, otorga más o menos consentimiento a sus restricciones.
La perversión se aprehende así en un registro idéntico al de la delincuencia. En este sentido le corresponde el
mismo tipo de “cuidados”.
Henrry Ei: Consideraba que toda conducta sexual anormal tenía que tener la característica de que se apartara
del objeto y de su meta. El objeto considerado normal: el acoplamiento fisiológico (unión de los genitales) el
objeto debe ser un sujeto de la misma especie y de sexo opuesto y con fines de la reproducción, tiene que ser
genésico maduro. (Parafilias)
Subsiste un aspecto de las perversiones que todavía no es abordado: Las perversiones sexuales: “toda
tendencia a buscar la satisfacción sexual fuera del acoplamiento fisiológico de un sujeto de la misma especie y de
sexo opuesto”. Se podrían ordenar en 3 géneros:
❖Perversiones con respecto a su objeto (homosexualidad, pedofilia, necrofilia y bestialismo).
❖Perversiones con respecto a su medio (fetichismo, sadismo, masoquismo).
❖Perversiones que obtienen su satisfacción sexual “completa” con los actos preliminares de acoplamiento
(voyeuristas, exhibicionistas y menoseadores).

Los autores parecen concordar sobre la hipótesis de una etiología psicogenética de las perversiones sexuales.
Hipótesis: fijación en particular en la etapa de maduración de la pubertad, en donde el sujeto al experimentar
una activación masiva de la pulsión instintiva sexual, puede dejar de seguir su orientación normal por el recuerdo
de experiencias infantiles que asocian los elementos más variados a una emoción fundamentalmente ligada a la
sexualidad polimorfa, incierta o inconsciente.
A veces la perversión es aceptada sin lucha interior por el sujeto que es entonces un depravado y que se
organiza para satisfacerla haciendo más o menos concesiones a las reglas morales y a las leyes. Muy a menudo es
vivida como una condición dolorosa, como una obsesión.
Esta concepción de las perversiones, por más contemporánea que sea, constituye una ilustración ejemplar de
la inconsciencia clínica que a menudo acompañan no solamente el enfoque del proceso perverso, sino también a
su comprensión. Todo este análisis de las perversiones mantiene una evidente confusión entre rasgos perversos
y manifestaciones perversas.
Las perversiones no pueden ser aprehendidas de otro modo que por referencia a un universo de normas. Esta
debilidad clínica demuestra el desconocimiento evidente del único lugar de inteligibilidad en el que pueden
circunscribirse las perversiones: el campo psicosexual.
Laplanche y Pontalis no dejan de recordar que no se puede hablar de perversiones sino en relación a la
sexualidad. Aun si Freud distingue un cierto número de pulsiones, sin embargo se refiere a la dinámica del

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proceso perverso siempre con respecto a las pulsiones sexuales. La concepción psicoanalítica de las perversiones
se revela más económica y más rigurosa por su carácter operatorio e instrumental.
La teoría analítica de las perversiones se funda sobre una organización de conceptos que remiten a
elaboraciones metapsicológicas. Ésta abre una posibilidad de reflexión realmente clínica y teórica.

El concepto de pulsión en el proceso perverso

El concepto de pulsión, central en la metapsicología freudiana, es un elemento decisivo de la economía


psíquica característica de las perversiones; porque la pulsión es una pieza clave constitutiva de la evolución de la
sexualidad infantil; por otra, porque es el vector psíquico que actualizará el proceso perverso. El concepto de
pulsión le permitirá a Freud definir específicamente el lugar de las aberraciones sexuales (“Tres ensayos sobre
teoría sexual”, 1905) según una doble determinación:
🞛 Desviación respecto al objeto (inversión, impúberes y animales como objeto)
🞛 Desviación relativa al fin sexual (transgresiones anatómicas, fijación de los fines preliminares).
Sobre el enfoque se pueden hacer observaciones:
▪ En primer lugar, bajo el título de “aberraciones sexuales” Freud retoma una perspectiva de enfoque
absolutamente clásica: “Las perversiones se dividen en dos grandes grupos: primero, aquellas en las que el
fin de la acción es perverso (sadismo, masoquismo, fetichismo, exhibicionismo) y aquellas en las que el
objeto es perverso y en las que la acción es generalmente una consecuencia (homosexualidad, pedofilia,
zoofilia y autoerotismo). La originalidad freudiana reside en el hecho de que desde un principio, las
aberraciones sexuales se apoyan en el concepto de pulsión.
▪ En segundo lugar, el término perversión solo lo introduce Freud explícitamente en el capítulo de las
desviaciones relacionadas con el fin sexual: “como fin sexual normal se considera la conjunción de los
genitales en el acto denominado coito, que conduce a la solución de la tensión sexual y a la extinción
temporal de la pulsión. Pero aun el acto sexual más normal integra visiblemente aquellos elementos cuyo
desarrollo conduce a las desviaciones que hemos descrito como perversiones. Las perversiones son o a)
transgresiones anatómicas de los dominios corporales destinados a la realización de la unión sexual; o b)
detenciones en aquellas relaciones intermedias con el objeto sexual que, normalmente, deben ser
rápidamente recorridas para alcanzar el fin sexual definitivo”. La perversión no solo se le presenta a Freud
como un proceso que se manifiesta por una desviación del fin de la pulsión, sino también como una
inflación del fin sexual normal. Freud se separa de modo decisivo de todas las concepciones clásicas de las
perversiones entendidas como desviaciones con respecto a normas. Para Freud la perversión se inscribe
directamente en la norma misma. Para Freud no deja de señalar una cierta plasticidad del proceso de la
pulsión sexual. Además, esta modificación en el fin del proceso pulsional encuentra un lugar casi legitimo en
la vida sexual normal de los sujetos.
El psicoanálisis nos muestra que los síntomas no se desarrollan nunca a costa de la pulsión sexual
denominada sexual, sino que representan una conversión de aquellas pulsiones que deberían ser llamadas
“perversas”. Los síntomas se originan en parte, a costa de la sexualidad anormal. La neurosis es, por decirlo
así, el negativo de la perversión.
▪ En tercer lugar, confirma el carácter complejo de la pulsión sexual: “podemos deducir que la pulsión
sexual no es, quizás, algo simple sino compuesta, y cuyos componentes vuelven a separarse unos de

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otros en las perversiones”. El estudio de las perversiones conduce a Freud a la idea de la pulsión parcial.
En los neuróticos como en los niños, las pulsiones parciales dialectizan el conjunto de la dinámica sexual.
La famosa perversidad polimorfa se instituye en el núcleo de la organización sexual infantil porque la
sexualidad perversa está sujeta a la predominancia de las pulsiones parciales.
Estos componentes pulsionales de la sexualidad, en un principio autónomo, se organizaran secundariamente, en
el momento de la pubertad, bajo el primado de la zona genital. En razón del funcionamiento de sus
componentes parciales, la sexualidad del niño es necesariamente perversa puesto que el juego de las actividades
sexuales parcelarias impone otros objetos y otros fines que el objeto y el fin sexual normal. Estas pulsiones
parciales pueden sin embargo persistir como tendencias perversas en el acto sexual normal bajo la forma del
placer preliminar. La organización de las perversiones en el adulto encuentra entonces su explicación legítima en
la reaparición de uno o varios componentes de la sexualidad infantil. Estas resultan de una regresión a un estado
anterior de la evolución libidinal donde el sujeto quedaría electivamente fijado.
En la perspectiva freudiana la sexualidad perversa es, algo que está en el fundamento mismo de la sexualidad
normal como disposición inevitable en el desarrollo psicosexual de todo sujeto. De esta manera se sustrae de las
apreciaciones ideológicas en la medida que ya no es considerada como una deviación o aberración de este
proceso sexual.
En 1905 en su texto “pulsiones y destinos de pulsiones” Freud define muy rigurosamente el fin y el objeto de
la pulsión. Estas nuevas consideraciones permiten comprender las manifestaciones perversas de la sexualidad,
especialmente desde el punto de vista de la plasticidad de los modos de la satisfacción pulsional: “el fin de la
pulsión es siempre la satisfacción que sólo puede ser alcanzada por la supresión de estado de excitación de la
fuente de la pulsión”. Y además introducirá otra precisión con respecto al objeto de la pulsión sexual, un objeto
totalmente variable y solo se elige como objeto de satisfacción posible en función de la historia del sujeto: “el
objeto de la pulsión es aquel en el cual, o por medio del cual, la pulsión puede alcanzar su satisfacción. Es lo mas
variable y no necesariamente algo exterior del sujeto. Es susceptible de ser sustituido indefinidamente. Este
desplazamiento de la pulsión desempeña la función más importante; cuando un objeto aparece ligado de un
modo especialmente intimo y estrecho a la pulsión se habla de una fijación.
El estudio de la sexualidad infantil es la prueba de que no existe esa especificidad sino más bien una pluralidad
de objetos y fines; “las pulsiones sexuales, son muy numerosas, proceden de múltiples y diversas fuentes
orgánicas, actúan al principio independientemente unas de otras y solo ulteriormente quedan reunidas en una
síntesis más o menos perfecta. El fin al que cada una de ellas tiende es la consecución del placer orgánico y solo
después de una síntesis entra al servicio de la procreación, con lo cual se evidencian entonces como pulsiones
sexuales. Se caracterizan por la facilidad con la que se reemplazan unas de otras y por su capacidad de cambiar
indefinidamente de objeto”.

Freud determina cuatro tipos de destinos pulsionales:


❖ La represión;
❖ La sublimación;
❖ La transformación en lo contrario: La cual se resuelve en dos procesos diversos por una lado la vuelta de
una pulsión de la actividad a la pasividad (solo atañe a las metas de la pulsión en donde la meta activa es
reemplazada por la pasiva) y el trastorno en cuanto al contenido (es el caso de la mudanza del amor en odio);
❖ Orientación contra la propia persona: Lo esencial en este proceso es entonces el cambio de vía del
objeto, manteniendo inalterada la meta.

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Las últimas dos constituyen dos vicisitudes pulsionales directamente activas en las perversiones. Con esta
distinción se suprime la de Inversiones sexuales y perversiones sexuales planteadas en las aberraciones sexuales
en relación a la desviación ya sea del objeto como del fin.
La elaboración conceptual del concepto de pulsión será en el origen de una pluralidad de explicaciones
fundamentales en el campo de las perversiones. Todo el conjunto de concepciones ideológicas y normalizadoras
asociadas a las perversiones se ve invalidado. En este estadio de las elaboraciones freudianas, las perversiones
son especificadas en la medida en que aparecen como la contrapartida de las neurosis. Deja entender que las
perversiones actualizan en la realidad, modos de satisfacciones sexuales bastante idénticos a los que actúan en
todas las psiconeurosis. El perverso no reprimirá, puesto que actuaría directamente en la realidad, lo que el
neurótico refrena en beneficio de la formación sustitutiva de los síntomas patológicos.

“Pulsiones y sus destinos”

Freud: Un concepto básico convencional es el de PULSION, desde el lado de la fisiología se proporciona el


concepto de del estimulo y el esquema del reflejo en donde el estimulo aportado al tejido vivo desde afuera es
descargado hacia afuera mediante una acción. En este sentido, la pulsión seria un estimulo para lo psíquico. El
estimulo pulsional no proviene del mundo exterior, sino del interior del propio organismo. Por eso opera
diversamente sobre el alma y se requieren diferentes acciones para eliminarlo. La esencia de la pulsión se halla
en su proveniencia de fuentes de estimulo situadas en el interior del organismo y su emergencia como fuerza
constante y de ahí derivamos uno de sus ulteriores caracteres, que es su incoercibilidad por acciones de huida.
Algunos términos relacionados con el de pulsión son:
● Esfuerzo (Drang) es el factor motor, la suma de fuerza o la medida de la exigencia de trabajo que ella
representa. Es una propiedad universal de las pulsiones y aun su esencia misma.
● Meta (Ziel) siempre es la satisfacción, que solo puede alcanzarse cancelando el estado de la estimulación
en la fuente de la pulsión. Los caminos pueden ser diversos, para una pulsión pueden presentarse metas
más próximas o intermediarias, también se puede hablar de pulsiones de “meta inhibida”.
● Objeto (Objekt) aquello en o por lo cual puede alcanzar su meta. Es lo más variable, no necesariamente
es un objeto ajeno.
● Fuente (Quelle) es aquel proceso somático, interior a un órgano o a una parte del cuerpo cuyo estimulo
es representado en la vida anímica por la pulsión.

“Negación de la realidad, negación de la castración y escisión del yo”

En primer momento introduce le termino negación en relación directa con la castración, “el niño llega a
descubrir que el pene no es un atributo común a todos los seres semejantes a él. Ya es conocido cómo
reaccionan a la primera percepción de la falta del pene en las niñas negando la falta, creen ver el miembro y
salvan la contradicción entre observación y el prejuicio pretendiendo que el órgano es todavía pequeño y
crecerá, poco a poco van llegando a la conclusión de que la niña poseía al principio un órgano análogo al suyo,
del cual fue luego despojada. La carencia de pene es interpretada como el resultado de una castración,
surgiendo entonces en el niño el temor a la posibilidad de una mutilación análoga”. En este pasaje se supone que
la negación se presenta aquí como un proceso de defensa respecto a la castración. La negación no parece ni rara
ni peligrosa para la vida mental de los niños pero en los adultos introduciría una psicosis, en este sentido la

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negación actúa sobre la realidad exterior, “la neurosis desvaloriza la modificación de las circunstancias reales,
reprimiendo la pulsión de que se trataba; la reacción psicótica hubiera constituido en negar el hecho real”. La
negación se pone en paralelo con la represión: la represión aparece como el mecanismo inductor de las neurosis
y la negación la describe como un proceso inductor de la psicosis. La represión se refiere selectivamente a
formaciones psíquicas que se presentan como exigencias del Ello, mientras que la negación es una recusación de
ciertos aspectos de la realidad.
En su análisis del “Fetichismo” de 1927 Freud pone a prueba ciertas conceptualizaciones metapsicológicas
decisivas sobre la cuestión de las perversiones. Acá plantea que la negación de la realidad no es específica de las
manifestaciones psicóticas, puesto que se la encuentra ilustrada de una manera ejemplar en una perversión
como el fetichismo. Así mismo, él asociara la negación de la realidad con otro proceso metapsicológico: la
escisión del yo. En el caso del fetichismo, la negación de la realidad actúa electivamente sobre la ausencia del
pene en la madre (mujer), en este sentido se remite a la negación de la castración. En esta perversión, lo que
reina es la persistencia de esta actitud infantil. Esta idea viene así a reforzar la hipótesis de la persistencia del
funcionamiento de las pulsiones parciales. El proceso era: el niño se había negado a tomar conocimiento de la
realidad de su percepción “la mujer no posee pene”. No eso no puede ser verdad, porque si la mujer esta
castrada, una amenaza pesa sobre la posesión de su propio pene, contra lo cual se rebela esa porción de
narcisismo .
El proceso pulsional, se agrupa esencialmente con el de la negación. Una pulsión no puede nunca ser
conocida por el sujeto sino en la medida en que se sostiene en una representación. Puesto que al representante
de la pulsión es una doble entidad: el representante-representación asociado a un quantum de afecto, en el caso
del fetichismo, hay que convenir en que la negación apunta electivamente al representante-representación. En
este caso, se trata de una moción representativa que recusa la falta de pene. La negación, específicamente
centrada en la realidad de la castración en el fetichismo, inaugura así una actitud contradictoria con la que tiene
en cuenta la realidad.
La elaboración del objeto fetiche es la formación de compromiso que interviene entre dos fuerzas psíquicas
en conflicto: en el conflicto entre el peso de la percepción no deseada, y la fuerza del deseo opuesto. “la mujer
posee pene, pero este no es el que era antes. Otra cosa ocupo su lugar como un sustituto y se volvió heredera
del interés que el pene había tenido antes”.
Freud propone como función de la negación en el fetichismo lo siguiente: “esta anomalía se basa en el hecho
de que el paciente, se rehúsa a creer en la falta de pene en la mujer, siéndole esta falta muy penosa porque
representa la prueba de la posibilidad de su propia castración. Por eso rehúsa admitir y se aferra a la convicción
opuesta. Pero la percepción, aunque negada, ha actuado lo mismo y el sujeto, a pesar de todo, no osa pretender
que vio verdaderamente un pene. ¿Qué hace? Elige alguna otra cosa, un objeto al que atribuye el rol de ese
pene del que no puede prescindir. El sujeto se ha creado un fetiche a fin de descubrir toda prueba de una
posibilidad de castración y para escapar así al temor de esta castración”.
Otro aspecto importante respecto del fetichismo es la escisión psíquica del sujeto, en razón de la existencia
de dos representaciones inconciliables entre sí, esta escisión no se le presenta como un proceso activo
solamente en el fetichismo, Freud introduce esta dimensión de la escisión en la descripción metapsicológica de
los estados psicóticos: en lugar de una actitud psíquica, hay dos: una la normal que tiene en cuenta la realidad,
mientras que la otra bajo la influencia de las pulsiones, separa el yo de esta última.
La negación de la realidad en el fetichista pone en evidencia de manera irrecusable que dos actitudes
persisten a lo largo de la vida sin influenciarse mutuamente. Decir que coexisten dos contenidos psíquicos sin

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influencia reciproca, es admitir que el perverso no llega totalmente a separar su yo de la realidad exterior. Si la
perversión es una persistencia de uno o de varios rasgos de la perversión polimorfa del niño, ella no impide de
ninguna manera que el proceso sexual pueda encontrar por otro lado soluciones satisfactorias al nivel del
comportamiento normal. La perversión no se explicita solamente como una fijación de la evolución sexual en un
estadio infantil. Según Freud el fetichismo no determina enteramente la elección de objeto, pero autoriza en
mayor o en menor medida, un comportamiento sexual normal.
Freud insiste en que la distinción radical entre las perversiones y las neurosis supone una diferencia de orden
topográfico y estructural. En la neurosis estamos en el seno de una topografía intersistémica puesto que las
representaciones inconciliables se sitúan entre el yo y el ello. Con el fetichismo y más generalmente en las
perversiones, nos situamos en una topografía intrasistémica porque las representaciones inconciliables
cohabitan en el interior de un mismo sistema, en este caso el proceso de defensa es la negación.
Desde la negación de la realidad, de la castración hasta la escisión del yo, todo ocurre como si, en las
perversiones, los sujetos lograran mantener esa paradoja psíquica que consiste en saber algo de la castración, al
mismo tiempo que no quieren saber nada. La negación de la castración sostenida por la escisión que se le asocia,
inscribe directamente la organización del proceso perverso en la problemática fálica.

Fetichismo (1927) Freud

El fetiche es discernido como una anormalidad por sus adictos pero rara vez lo sienten como un síntoma que
provoque padecimiento. El fetiche es un sustituto del pene. No es el sustituto de uno cualquiera, sino de un pene
determinado, que ha tenido gran significatividad en la primera infancia, pero se perdió más tarde. Para decirlo
con mayor claridad: el fetiche es el sustituto del falo de la mujer (de la madre) en que el varoncito ha creído y al
que no quiere renunciar. El varoncito rehusó darse por enterado de un hecho de su percepción, a saber qué, que
la mujer no posee pene. Si la mujer esta castrada, su propia posesión de pene corre peligro, y en contra de ello
se revuelve la porción de narcisismo a ese órgano. A diferencia de la represión, el fetiche hace una desmentida
(Verleugnung) de la percepción que tuvo. La percepción permanece pero realiza una acción muy enérgica para
sustentar su desmentida.
En lo psíquico la mujer sigue teniendo un pene, pero este pene ya no es el mismo que era antes. Algo otro lo
ha reemplazado, fue designado su sustituto que entonces se hereda el interés que se había dirigido al primero.
Ese interés experimenta un extraordinario aumento porque el horror a la castración se ha erigido un monumento
recordatorio con la creación de este sustituto.
Permanece la enajenación respecto de los reales genitales femeninos que no falta en ningún fetichista.
Perdura como el signo del triunfo contra la amenaza de la castración y de la protección contra ella, y le ahorra al
fetichista el devenir homosexual, en tanto presta a la mujer aquel carácter por el cual se vuelve soportable, como
objeto sexual. El fetichista cree gozar todavía de otra ventaja de su sustituto genital. Los otros no disciernen la
significación del fetiche, y por eso no lo rehúsan, es accesible con facilidad y resulta cómodo obtener la
satisfacción ligada con él. Lo que otros varones requieren y deben empeñarse en conseguir, no depara al
fetichista trabajo alguno.
En la instauración del fetiche parece serlo la suspensión de un proceso. Se detiene como a mitad de camino;
se retiene como fetiche la última impresión anterior a la traumática, la ominosa. Entonces, el pie o el zapato
deben su preferencia como fetiches a la circunstancia de que la curiosidad del varoncito fisgoneó los genitales

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femeninos desde abajo, desde las piernas. Pieles y terciopelo fijan la visión del vello pubiano. Las prendas
interiores detienen el momento del desvestido.
Hay numerosas e importantes pruebas de la bi-escindida actitud del fetichista frente al problema de la
castración de la mujer. En la construcción del fetiche mismo se han encontrado cabida tanto la desmentida como
la aseveración de la castración. La ternura y la hostilidad en el tratamiento del fetiche se mezclan en diferentes
casos en proporciones desiguales.
Enunciado: El modelo normal del fetiche es el pene del varón, así como ese órgano inferior, el pequeño pene
real de la mujer, el clítoris.

Fundamentos de la perversión (Miller)

El cazador de fantasmas. El perverso puede presentarse como capaz de revelar la verdad del goce al
no-perverso. Y a veces, un perverso sufre al detentar un conocimiento del goce sexual que no `puede comunicar.
Esta perversión, esta vuelta al padre, en ningún lugar es más patente, más explícita, que en las homosexuales
femeninas, quienes constantemente vienen con el testimonio de una intensa relación de amor con el padre que
legitima, en este caso, el uso de la palabra freudiana “fijación”, eterna fijación de la homosexual femenina. Una
fijación con una memoria de insatisfacción encontrada por este amor del padre, encontrada con el padre como
objeto de amor, una insatisfacción de este amor seguido por un alejamiento del objeto de amor que se tronca en
identificación con él.
Cuando el sujeto se define a sí mismo como homosexual puede esperar un cambio de elección de su objeto o
puede esperar curar sus síntomas, o sea varias insatisfacciones, angustia, depresión, que él cree que se deben a
esta elección de objeto. El analista no puede prometer un cambio de objeto.
El neurótico está en la incertidumbre fundamentalmente sobre la gratificación sexual; el neurótico no sabe
dónde atraparla, lo que mejor sabe es que hay una dificultad en algún lado a este respecto, que hay un déficit en
algún lado acerca de la gratificación sexual. Así que el neurótico busca el objeto perdido en una persecución
laberíntica y esto es lo que llamamos deseo, la verdadera palabra deseo, en su origen. El perverso ha encontrado
el objeto, éste es su problema, él tiene certidumbre sobre su modo de obtener gratificación sexual pero, cuando
viene a análisis, quizás siente que no es lo que debería ser, ha encontrado la gratificación sexual y no es bueno.
Así que, o no la encuentran o la encuentran y no es bueno. Ellos no vienen a vernos para buscar el objeto
perdido, de algún modo lo han encontrado y no tienen nada que esperar del análisis, podemos decir que la
perversión se eclipsa en el diván o el paciente abandona el diván. Con el verdadero perverso, el efecto conocido
desde Lacan como sujeto supuesto saber no surge. El efecto llamado SSS siempre surge en lugar del goce sexual.
El perverso tiene la respuesta, la respuesta que se produce de lo real de su constitución subjetiva. Tiene una
constante inmutable, una acción siempre lista para ser usada “un goce a mano”.
El deseo supone una tolerancia de la ausencia, un no tener, y el deseo, en este sentido, es esencialmente una
pregunta.
El perverso expresa certidumbre respecto de los modos y medios de su goce sexual y eventualmente sufre de
esta certidumbre; al mismo tiempo argumenta la cuestión de su deseo. Como si a otro nivel no estuviera
satisfecho con su cabal satisfacción.
Ésta es la paradoja del perverso analizante: Alguien que tiene, en un cierto nivel, una respuesta segura y que,
sin embargo, está perplejo y trabaja, es su perplejidad.

29
La perversión es un empuje instintual básico, es una estructura altamente compleja, tan sofisticada como
plena de intrincaciones como una neurosis. Reconocemos al perverso como un sujeto. La perversión es un
concepto clínico acompaña toda clase de comportamiento sexual aberrante o anormal. No llamamos perversión
a todos los problemas de la relación con el otro sexo.
Diría que la perversión involucra la noción de acción. Los neuróticos tienen fantasías perversas pero que esto
no es similar ni es un diagnóstico de perversión. Lo que necesitamos es una dimensión del acto, es decir, un sexo
más amplio. Diría que la fantasía no es suficiente para ningún diagnóstico de perversión.
Si es concepto biológico de sexo implica una complementariedad de los dos sexos, en una tesis de libido
sexuada, la perversión es un testimonio de que los seres humanos, los sujetos, pueden buscar la gratificación
sexual fuera del normal acoplamiento biológico del sexo. Freud creo con la libido un concepto para la
gratificación sexual que puede ser realizada de varias maneras, no diría de infinitas maneras, pero sí de muchas
maneras.
Objeto de libido, es un objeto de libido para el objeto libidinal. Al objeto de libido podemos creer que lo
vemos materialmente, el fetichismo significa que esta belleza no es nada, sino es sostén para el objeto de libido y
hasta el punto de que este objeto de libido tomara el lugar de este objeto de la elección. Primero, la mujer con
tacos altos y luego sólo los tacos altos. Debemos distinguir entre objeto de la elección y objeto de libido.
El objeto a de Lacan es satisfacción como objeto, o sea, al mismo tiempo que distinguimos entre instinto y
pulsión, debemos distinguir entre objeto de la elección de objeto de libido que es la satisfacción como objeto.
La perversión polimorfa del niño como algo que ya sabemos, significa que para Freud la perversión es
“natural”, o sea, que la perversión es primara, que la perversión es más primitiva que la norma, que la norma es
secundaria, eventualmente cultural para Freud (no para Lacan). Pero esto no tiene sentido si no admitimos que
la pulsión es perversa como tal y que la perversión es la norma de la pulsión. La tesis de Lacan sobre esto es que
no hay pulsión hacia el otro sexo como tal, sólo hay pulsión hacia el objeto de libido, sólo hay satisfacción parcial
como objeto. Entonces, tomar a una persona entera como objeto no se relaciona con la pulsión, sino que
introduce el amor.
Lacan va a decir: si no hay relación sexual, si no hay fórmula sexual fija, hay perversión en el lugar de lo que
no existe como fórmula sexual fijada. Y eso es la perversión, es decir: innovación, invención de caminos de
relación con el otro sexo; la perversión es también un camino para relacionarse con el otro sexo.
Si decimos que las pulsiones son esencialmente perversas, tenemos un nivel de perversión generalizada, de
una perversión primaria y generalizada, perversión para todos.
El fin de al cura según Lacan no es completar la normalización o reabsorber los residuos no normalizados, el
fin de la cura es soberanía para la perversión. El normalizador del psicoanálisis es presentado como el complejo
de Edipo. La perversión está ligada a la pulsión que no ha pasado por el normalizador. Y diría que la perspectiva
psicoanalítica clásica sobre la perversión se opuso a cualquier aproximación biológica a la perversión, pero
también a muchos enfoques psicoanalíticos crípticos.
El enfoque psicoanalítico clásico es que el operador “n” funciona siempre (es decir en la perversión), o sea,
que la perversión se enfoca fundamentalmente desde el complejo de Edipo, así como el complejo de castración.
Cuando no se tiene más nada para interpretar podemos decir surge la pulsión, la cual es el instrumento de
interpretación. Y la pulsión no pregunta el camino, por eso se puede decir que la perversión es cuando no piden
permiso, a diferencia del neurótico, que para el deseo pedir es esencial, tiene que preguntar su camino, el objeto
“a” más esencial es la neurosis es la demanda. El deseo es el que va planeando, mientras que la pulsión conoce
su camino. Pero en verdad, la pulsión sabe su camino hacia la satisfacción como objeto.

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Podemos conectar satisfacción y castración, ¿qué es castración en Freud? Es un sacrificio de satisfacción. Y,
precisamente, es el sacrificio de la satisfacción a mano, es precisamente el sacrificio de la masturbación como
pre condición de la apertura al otro sexo.
Lacan situó precisamente la castración como el efecto fundamental del lenguaje sobre la satisfacción. Cuando
hablamos de la perversión como restringida, como una estructura clínica, la presentamos primeramente como
un modo especial de negar la castración, es decir, rechazo del necesario sacrificio de la satisfacción. Lacan califica
la operación perversa como retornar el goce al Otro, o sea devolver el objeto “a” al Otro. La perversión puede
ser referida como miedo a la castración, miedo a la castración del Otro.
Para Lacan hay dos modos que el distingue en la perversión, califica estos elementos necesarios para
suplementar al Otro: primero, en el registro del deseo; segundo en el registro del goce. O sea, primero ser el falo
que falta al Otro y esto es el tópico de la identificación al objeto imaginario del deseo como falo, segundo en el
nivel del goce y es fórmula para la perversión; la primera es ser el falo, la segunda fórmula en el nivel del goce es
ser el objeto “a”.
Si ustedes toman la fórmula de que hay negación del Otro en la perversión, es una falsa aproximación; por el
contrario, el perverso necesita que el otro exista. Por ejemplo, el perverso necesita al otro mucho más que un
obsesivo, un neurótico obsesivo no necesita a nadie y es muy difícil para un obsesivo abrirse. Y el obsesivo pasa
mucho tiempo hablando consigo mismo, por ejemplo, intrasubjetividad diría y no intersubjetividad.
EL exhibicionista necesita al otro. Es interesante mostrar los propios genitales a una mujer y tratar de producir
vergüenza en el otro, la vergüenza por no ser igual. Asique el exhibicionista trata de hacer existir a la mujer,
podemos decir que la mujer solo existe para el exhibicionista.
El voyeurismo es tratar de ver a la mujer dedicada al goce de su propio cuerpo y sabiendo que aun sola es
mirada por otro.
La interpretación lacaniana del exhibicionismo y del voyeurismo es así: el exhibicionismo es hacer aparecer en
el otro la mirada, hacerla aparecer en el otro.
El voyeur pone la mirada para obstruir el agujero del otro, pone la mirada para ser el todo del otro. Si la
sublimación supone que le objeto no existe y se puede crear algo, y la perversión, al contrario, debe hacer existir
al otro para ser el instrumento de su goce. Por eso la sublimación a menudo es la salvación de la perversión.

Apuntes de clase: Perversión

Según Freud: En relación a la psiquiatría clásica la idea de perversión estaba en relación a la sexualidad desviada
de los fines normales. Cualquier desviación del objeto o meta sexual definía el tipo de perversión.

● Normal: Aquello en relación a un objeto determinado, del sexo contrario y maduro y la meta era la
reproducción sexual.
● Desviación: Respecto al objeto, no como una estructura sino como una animalia en lo sexual (pedofilia,
homosexualidad zoofilia, necrofilia). Con respecto a la meta en donde no se unían los genitales
(fetichismo, voyeurismo, sadismo).

Existiría un objeto y una meta especificado que sería un instinto diferente de lo que Freud planteaba como
pulsión, concepto fronterizo entre lo psíquico y lo somático representante de los estímulos que provienen del
interior. El concepto está compuesto por una meta y un objeto, y una fuente.

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No tiene un objeto determinado, hay una soldadura entre la pulsión y el objeto, no es una unión natural sino
contingente y hace que el objeto sea incierto, este depende de que ese deseo surja y se enlace y así se suelde a
la pulsión.
En el apartado de las aberraciones sexuales se plantea otra característica que es que la pulsión en un
comienzo es parcial y se satisface con objetos parciales hasta que después en algún momento estas se sinteticen
en una total, cerca de la pubertad, para formar el placer previo de la relación sexual.
Para Lacan lo que permite salir de la perversión es el amor, el yo elige al otro porque tiene algo que a mí me
falta y esto se llama condición fetichista del amor, esto hace que totalicemos en un mismo objeto se podrían
sintetizar las corrientes de amor y la sexual. “el amor es dar lo que no se tiene a quien no lo es”
Según Freud tendríamos que considerar patología si hay fijeza y exclusividad, siempre eso y exclusivamente
eso. No hay otra cosa que cause placer. Lo contingente se hizo necesario, exclusivo y fijo. El desarrollo de la
pulsión requiere que diferentes partes del cuerpo vallan tomando protagonismo. Lo sexual es lo que va en busca
de la satisfacción. Lo que es imposible se vuelve posible: el goce, el perverso goza de verdad.
El perverso tiene certeza en relación a su goce sexual.
En “Fetichismo” plantea que el mecanismo propio de la perversión es el de la desmentida, no significa en el
sentido psicótico sino que acepta la falta pero la desmiente y a partir de este momento se crea una escisión para
toda la vida. Por un lado el Yo sostiene la realidad y por otro plantea lo contrario. Él acepta la ley pero sostiene el
deseo opuesto: clivaje del yo. El acepta pero desmiente y como consecuencia se produce la escisión del yo
Lacan en el seminario V dice que la perversión tergiversa quien es el que dicta la ley. La madre usurpa la ley
paterna y hace las dos cosas, interdicta y lo convoca para su propio deseo, lo seduce. Por otro lado el niño elige
entre quedarse en esa ambivalencia o no. Lacan ya habla de una posición del ser y no de características de la
sexualidad para hablar de un modo de subjetivar o resolver la castración.
Fantasma: es la primera respuesta que el sujeto se da cuando se enfrenta a la castración.
Lacan en un primer momento conceptualiza sobre el matema de la perversión. Lo que completa al otro es el
falo, lo que haría que la madre sea fálica:

En un segundo momento plantea que el perverso se hace objeto a instrumento para el goce del Otro. Lo que
busca es el goce del Otro, trabaja para el goce del otro.

El perverso va más allá del goce. El perverso sabe como instrumentar cual es la necesidad del gran Otro. Busca
que el gran Otro goce pero esto causa angustia. El efecto es siempre en el Otro sino la angustia se vuelve hacia
él. Lo que quiere sacarse de encima es la división subjetiva por eso divida al Otro

Fantasma de la perversión: Algunas características: El perverso sabe y sabe hacer, hay desafío y transgresión, mas
saben de la ley para poder transgredirlas.
Voluntad de goce: Es el nombre que recibe el deseo en la perversión: cómo este se las arregla para saber que
él no desea sino que está dirigido por una voluntad de hacer gozar al Otro. Es la forma perversa de desmentir
que estaría habitado por algún deseo. Intenta asimilar el deseo a una voluntad, el que sujeto se dirige siguiendo
esa voluntad, por ello no se hacen responsables ni sienten culpa. Se intenta ir más allá del placer hacia una
experiencia de dolor.
MODULO 5: Las Neurosis y la ansiedad

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NEUROSIS

FREUD

Conflicto de instancias entre el Yo y el Ello. Actúa como amo el Súper Yo (cuyas exigencias son más fuertes que
las del Ello).

El Yo no puede permitir la descarga motriz a una exigencia del Ello y se defiende de estas fuertes exigencias
instintivas mediante la REPRESION. Lo REPRIMIDO se vuelve contra su destino y se procura una forma de
SATISFACCION SUSTITUTIVA que se le impone al Yo, el SINTOMA. Las dos fuerzas enemistada (el deseo y al
defensa) coinciden en el síntoma (es sostenido por ambos)

El Yo ahora lucha también con el síntoma lo que da por resultado la NEUROSIS. Esta entonces una lucha contra el
Ello al servicio del Súper Yo.

⎯ LOS OTROS: Hay lazo social. El otro como S.


⎯ CUERPO: Hay registro del cuerpo
⎯ HUIDA: Modo en el que se evita la realidad, se limita a no querer saber de ella. Escapa a la FANTASIA.
Hay según Freud un aflojamiento del nexo con la realidad.

Nos remite a un conflicto infantil de índole sexual, entre deseo y defensa.

La libido insatisfecha emprende un camino de REGRESION donde es cautivada por fijaciones dejadas en el
desarrollo. Las fijaciones corresponden a montos de energía libidinal que se adhirió a representaciones de las
fantasías primordiales (infantiles)

Hay un RETORNO DE LO REPRIMIDO: Hay una nueva embestida de lo reprimido hacia la Cc, y si estos han
distanciado mucho del representante reprimido (desplazamientos de la representación - metonimia) o por los
eslabones intermedios que se intercalaron, tiene acceso a lo consciente

SINTOMA: Actos perjudiciales, nocivos o al menos inútiles para la vida en su conjunto. Conllevan displacer o
sufrimiento para la persona y es un signo de proceso patológico, aunque pueden aportar siempre un beneficio
secundario.

⎯ Como fenómeno: Es algo que se puede describir, se debe preguntar el cómo, cuando, ante que
situaciones, etc.
⎯ Como dinámico: Siempre muestra un deseo incc (Ello) en conflicto con una prohibición (Súper Yo).
Funciona como parte de una estructura o sistema familiar, ocupa el lugar de una verdad no dicha por lo
tanto es necesario explorar el contexto actual, el lugar que ocupa en la familia, etc.
⎯ Como medico: Fracaso o ruptura del equilibrio, el síntoma lo mantiene como una solución

En el sentido del incc puede traducirse por una letra, no un significante. Es particular y único para cada sujeto.

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⎯ Si falla, aparece la angustia.

Se da por efecto de la REPRESION, la cual difiere en los 3 tipos de NEUROSIS, en las consecuencias/formaciones
sustitutivas/formaciones de síntoma:

⎯ HISTERIA DE CONVERSION: Por condensación o desplazamiento (metáfora o metonimia) el afecto


desligado de la representación se refleja en el cuerpo, es derivado en INERVACIONES SOMATICAS. El
lenguaje del incc se expresa en y por el cuerpo. La energía va a una determinada parte del cuerpo y
produce allí fenómenos motores o sensitivos. Coinciden síntoma y sustitución y el punto de fijación está
en la fase fálico-genital, donde se vive de manera especial el complejo de Edipo.

⎯ HISTERIA DE ANGUSTIA (FOBIAS): El síntoma central es la FOBIA (misma base de la histeria). El afecto
liberado/desligado no inviste otra representación, sino que la descarga como angustia. Luego en la
formación de un síntoma fóbico, la energía (angustia) se intenta ligar por desplazamiento a una
representación sustitutiva, a un objeto (fóbico).

⎯ NEUROSIS OBSESIVA: Es el resultante de la lucha contra impulsos hostiles. La ejecución de un acto


suspende la angustia.
⎯ El afecto logra investir representaciones sustitutivas por desplazamiento. La libido es puesta al servicio
de la FORMACION REACTIVA (comportamiento, actitud o hábito que marcha en la dirección opuesta a la
de un deseo reprimido.) Por fortalecimiento de un opuesto, provocando una alteración del Yo en forma
de escrúpulos de Cc extremos.

LACAN

El Incc estructurado como LENGUAJE, como DISCURSO DEL OTRO conceptualiza al SINTOMA como un mensaje
(de un Otro). Lacan asegura que el síntoma se resuelve en análisis del lenguaje porque es allí donde está
estructurado y donde debe ser liberado. El síntoma entonces tiene un sentido a descifrar. Tiene una
permanencia y una temporalidad de lo que se repite (el etcétera del síntoma) que dice siempre lo mismo

Detrás del síntoma hay FANTASMAS, engramas de experiencias del encuentro con un GOCE donde quedo fijado
un monto de energía pulsional. Son escenas que aparecen en la imaginación y dramatización del deseo incc.
Lacan dice que el fantasma es un axioma lógico en relación con el Otro tachado (falta de significante en el campo
del Otro S). Es la castración del Otro. Por lo que el fantasma es la posición del neurótico frente al Deseo del Otro.
Tiene como función la protección frente al deseo del Otro, ve la castración del Otro y representa la necesidad de
su refrenamiento por la ley. Su tarea es transformar la posibilidad de goce angustiante en placer.

Sus síntomas consisten en una transacción por lo que se obtiene un beneficio.

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[3 tiempo del Edipo: El padre está muerto. No es la ley si no que la representa. Prohíbe, pero habilita, pone
límites.]

NEUROSIS HISTERICA

Neuropsicosis de defensa: Conocida por Breur como HISTERIA DE DEFENSA. La define como que llega al Yo una
experiencia, sensación, representación que despierta un afecto penoso (representación inconciliable), que
mueve al S a querer olvidarlo. Lo que hace es TRANFORMAR la magnitud de estimulo en excitación somática. La
HISTERIA tiene como factor característico la CONVERSION

RETORNO DE LO REPRIMIDO ----- El afecto desligado de la representación se refleja en el cuerpo. Regresión


pulsional hacia los primeros objetos sexuales

Intenta ubicarse siempre como objeto causa del deseo del otro. Busca acaparar la mirada, desea lo deseado,
para eso hace uso de los semblantes del cuerpo y si no puede llamar la atención así lo hará por medio de un
síntoma corporal. Se ubica como capaz de causar deseo, reconociendo en el Otro que hay algo que falta pero con
la idea de que puede seducir al incastrable. Hace de objeto del fantasma de seducción para a la vez ofrecerse y
rehusarse. Se hace representar en el lugar del otro para sustraerse (levantarse la mano, el vestido y bajarse con
la otra)

Entonces la estrategia histérica es que el beneficio de la sustracción es que produce un vacio en el otro y hace
vibrar esta falta para que tenga que completarse en ella, utiliza la falta del otro para obturar la propia.

Por eso su punto de angustia no es que falte un significado en el otro (porque en ese lugar se aloja el) si no que
en ese lugar podría producirse un cierto goce, a la manera de otro que supone querer gozar de él,
manifestándose como horror o asco por el propio cuerpo. Se hace ajena a la división pagando inclusive con sus
bienes y confort para asegurarse contra él A no borrado:

Apunta al otro sin falta y se le ofrece como objeto para volverlo completo, no se ubica como S, sino que se hurta
como objeto en la llamada bella indiferencia de la histeria

La pregunta ¿Qué es ser mujer? hay un enigma del sexo. Pregunta sabiendo que no va a encontrar respuesta
pero otorga algún saber al otro y por eso pregunta, va a insistir para concluir que no hay nadie que pueda
responderle.

Se coloca en lugar de absoluta falta, esperando al del otro. ¿A quién se le puede pedir sino al amo? Pero al
mismo tiempo que lo hace amo (poseedor de un saber) le demuestra que es incapaz de hacer algo por ella. Lo
constituye como amo para al mismo tiempo demostrarle que a partir de su falta, ella es más poderosa a pesar de
lo que el otro tenga. Cuestiona el saber del otro exigiendo su perfección para encontrarse con el límite del otro.
Busca un amo pada dominarlo

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Se pregunta identificándose al padre como impotente y procura la respuesta a través de otra mujer, esa
respuesta le permitirá mantener al padre como hombre potente

El deseo es INSATISFECHO. Poniendo en su horizonte un real del padre como posible, busca a ese padre absoluto,
perfecto. Y en cada encuentro los hombres no llenan esos estándares porque ninguno escapa a la castración, no
hay padre completo.

MECANISMOS PRINCIPALES

⎯ Represión
⎯ Conversión
⎯ Seducción
⎯ Identificación con el síntoma
⎯ Pregunta por la mujer
⎯ Dese de un deseo insatisfecho

Principal importancia a la IDENTIFICACION, que no es imitación sino apropiación. Se identifica en sus síntomas
con las personas con quienes han tenido comercio sexual. Freud

Se identifican con el hombre y su deseo toma el lugar de deseo del otro (ser el falo). Lacan

NEUROSIS OBSESIVA

Neuropsicosis de defensa: Cuando no hay actitud hacia la CONVERSION y el S debe rechazar una representación
inconciliable luego de debilitar la representación queda apartada de todo acceso a la cc, pero su afecto devenido
libre se adhiere a otras representaciones no intolerables en sí, a lo que este FALSO ENLACE convierte en
representación obsesiva

La ejecución de un acto suspende la angustia

Le interesa la pulcritud y la seriedad y pasar lo mas desapercibido posible

El deseo es IMPOSIBLE. El imposibilita su deseo, exigiéndose la perfección en cada movimiento, asegurándose el


toparse con los limites (el no es Dios) y mantenerlo así como imposible, es todo o nada, entonces nada. Evita su
propio deseo --- En el primer acercamiento del obsesivo con su deseo y el paso por el filtro del Otro, su deseo fue
destruido, anulado. Por eso experimenta esa sensación

MANIOBRA OBSESIVA: El deseo del Otro encierra un enigma que angustia, hay una idealización del Otro. Quiere
ser el falo que es capaz de taponar todo deseo, lo hace siendo obediente y respondiendo a las demandas del
Otro. Hace surgir en el Otro la GRAN DEMANDA, que él tiene que responder a la perfección, ofrece el objeto que
el Otro demanda.

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Elige un AMO del cual recibir demandas para satisfacer. Vive esperando la muerte del amo para empezar a vivir.
Esto es una coartada para no jugarse el propio deseo y librarse de la obligación de vivir.

La fórmula del FANTASMA es la fórmula de la pulsión, ya que ubicado en el lugar del S hace surgir en el Otro la
gran demanda. Reduce su deseo a una demanda y así la evita. Usa la demanda porque no hay cuestionamiento
personal.

Cuando el obsesivo no puede dominar el deseo aparece la DUDA como síntoma (postergación del acto)

⎯ Identificación del S con el padre muerto. Esta aun vivo pero no debería
⎯ REGRESION: Separación de pulsiones antes integradas en la NO la regresión es hacia fases anteriores de
la organización sexual
⎯ Se habla de placer con el sadismo. Agresiones sexuales ejecutadas con placer.

LA PREGUNTA: ¿Ni esto ni aquello, ni hombre ni mujer, vivo o muerto? No dirige la pregunta al Otro, se pregunta
a sí mismo. Busca al Otro para que lo escuche, pero rechaza las interpretaciones del Otro y hace la propia. No
espera respuesta más que del mismo, es paradójico: Él no sabe la respuesta, pero tiene que a la vez darla, al
mismo tiempo inmovilización, trabajo, procastinación.

La pregunta es sobre la existencia Estoy vivo o muerto. Es haciendo de muerto que formula la pregunta (siendo
obediente y respondiendo a las demandas del Otro)

Hay sentimientos ambivalentes (hacia las figuras paternas) e incapacidad para resolverlos, culpa concomitante.

Las actitudes paternas severas son internalizadas en un Súper Yo estricto con características de autocritica y
sadismo

Punto de fijación: Etapa anal (control esfinteriano) para protegerse del peligro de la CASTRACION.

Las obsesiones se definen por:

⎯ Pensamientos, impulsos o imágenes recurrentes y persistentes que se experimentan en algún momento


del trastorno como intrusos e inapropiados y causan ansiedad o malestar significativo.
⎯ No se reducen a simple preocupaciones excesivas sobre problemas de la vida real
⎯ La persona intenta ignorar o suprimir o bien intenta neutralizarlos mediante otros pensamientos u actos
⎯ La persona los reconoce como productos de su mente

Las compulsiones se definen por:

⎯ Comportamientos o actos mentales de carácter repetitivo que el individuo se ve obligado a realizar en


respuesta a una obsesión o con arreglo a ciertas reglas que debe seguir estrictamente

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⎯ El objetivo de esto es la prevención o reducción de malestar o la prevención de algún acontecimiento o
situación negativa. Estos o bien no están conectados de forma realista con aquello que pretende
neutralizar o prevenir o bien resultan claramente excesivos
⎯ En algún punto el S lo reconoce como excesivo o irracional
⎯ Estas provocan un malestar clínico significativo, significan una pérdida de tiempo, energía o interfieren
en la rutina diaria, relaciones laborales o su vida social

Identificar: Un patrón general de preocupación por el orden, el perfeccionismo y lo personal, a expensas de la


flexibilidad, espontaneidad y la eficiencia.

NATURALEZA Y MECANISMOS

Las representaciones obsesivas son siempre reproches referidos a una acción sexual de la primera infancia
ejecutada por placer

Retorno de los recuerdos reprimidos a causa de perturbaciones sexuales actuales

Posibles manifestaciones del afecto obsesivo: Reproche, vergüenza, angustia, hipocondría, angustia social,
angustia religiosa, etc.

NEUROSIS FOBICA

FOBIAS: La angustia se enlaza a una representación, con un mecanismo que puede ser obsesivo o histérico.

Desde Juanito (Hans) cuatro momentos de la fobia:

⎯ Angustia
⎯ Emergencia del síntoma (problema y solución)
⎯ Elaboración de la angustia mediante construcciones míticas
⎯ Desaparición del síntoma

Lacan: No es estructura sino síntoma

El síntoma fóbico es un llamado a la función paterna, función separadora del DM que ha fallado. Con su síntoma
se defiende de la angustia pero queda atrapado allí. La fobia queda a mitad de camino de la MP, el padre real
hace de padre simbólico y esto es fallido. Se crea entonces un objeto fóbico para reemplazar la FP, para ello se
identifica con el padre potente.

El deseo es PREVENIDO con el síntoma. Se previne de tener que responder al DM. El deseo esta presentado
como temor porque lo ve POSIBLE (incesto, goce absoluto)

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El contenido original que se desplaza sobre el objeto fóbico es la CASTRACION PATERNA. Es una medida
defensiva contra la actualización de la angustia.

El objeto fóbico es sustitutivo, es un disfraz simbólico.

Punto de fijación: Fálico uretral

MECANISMOS

⎯ Desplazamiento
⎯ Proyección
⎯ Evitación
⎯ Contra fobia

En la PSICOSIS según Neuropsicosis de defensa la forma más eficaz de defensa es el rechazo tanto a la
representación inconciliable como al afecto que produce. Como esta se haya unida a un pedazo de realidad el Yo
también rechaza esa porción (total o parcial)

Neurosis obsesiva

Las neurosis obsesivas son parte de las psiconeurosis freudianas. En ellas reconducimos el síntoma a un conflicto
inconsciente: un síntoma de un sujeto histérico u obsesivo es reconducible a un conflicto psíquico por la vía de
las palabras. Si alguien habla podemos llegar a un conflicto inconsciente gracias a que alguien habla de ese
síntoma y cuando lo hace se deja llevar, es decir que no lo hace solo desde el Yo y la consciencia (cuando esto
sucede estamos ante un mecanismo de racionalización).

Fenomenología de la neurosis obsesiva (síntomas)


En la neurosis obsesiva existe la presencia de una IDEA OBSESIVA (p. ej. “Cada vez que veo un perro tengo que
decir de qué raza es porque sino algo malo le sucederá a mi novia) parasitaria, es decir, que se le impone al
sujeto sin que él lo predisponga y que puede conllevar ANGUSTIA y ser verdaderamente displacentero. Cuando
el sujeto siente que esto dificulta demasiado su vida cotidiana y la situación se hace insostenible, lleva a cabo un
ACTO OBSESIVO para que esa idea no aparezca (“Ahora, cada vez que veo un perro, para que esa idea no se me
ocurra, tengo que atarme los cordones”). Esto forma parte de lo que llamamos COMPULSIÓN porque mediante
ese acto se logra conjurar, disolver, evitar o evadirse de aquella idea obsesiva. Entonces, ante el temor de que
ésta aparezca, se lleva a cabo el acto obsesivo. Ambos se constituyen como síntomas.
Es importante resaltar que la idea se le IMPONE al sujeto en la consciencia pero pertenece a su Yo, proviene
‘desde dentro de su yo’, la persona reconoce esa idea como propia. Si esa idea proviniera ‘desde fuera del yo’
hablaríamos de un Fenómeno Elemental (una Alucinación), por eso es importante poder diferenciarlos. Otro
aspecto que debemos tener en cuenta para hacer esta distinción es si esa idea comporta una CERTEZA o no. Si
comporta una certeza el sujeto que la padece no solo la va a vivir como que viene de afuera del yo sino que le
resulta totalmente natural y obvia la situación: no hay DUDA.
En el DSM esto se denomina TRASTORNO OBSESIVO COMPULSIVO (TOC). “Obsesivo” por las ideas,
“Compulsión” por el acto que se le impone y que no puede evitarse. Aunque esta fenomenología no esté tan

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marcada, sí tiene que haber una DUDA instalada a nivel del pensamiento que implique un GOCE en el
pensamiento muy superior a cualquier otra manera de gozar: el goce del pensamiento de un neurótico obsesivo
es significativo, crucial y está determinado por la duda. Es un sujeto que duda de todo lo que puede aunque no
tenga estrictamente la forma fenomenológica de la neurosis obsesiva. Freud adelanta esto en su texto sobre el
hombre de las ratas con su frase “Quien duda de su amor duda de todo”: esto es lo que el sujeto neurótico
obsesivo más padece.
En cuanto al tratamiento de un sujeto neurótico obsesivo, no se le puede proponer, por ejemplo, que
sustituya un pensamiento por otro más adecuado, porque eso produciría una asunción cada vez mayor en la
escalada de pensamientos: si nos ponemos a pensar con él nunca saldrá de la maraña de pensamientos que él
mismo se propina porque goza con eso.
Entonces en cuanto a la neurosis la idea sería que teniendo en cuenta estos y otros elementos, logramos que
una persona reconduzca sus ideas o sus cavilaciones hacia lo REPRIMIDO. Una de las posibles formas de llegar a
ese contenido inconsciente (que ya forma parte de la clínica) sería asociando las palabras de aquella idea
obsesiva que se le impone (p. ej. “¿qué se te ocurre con ‘perro’?”). Una de las maneras sería, según Freud, a
partir de una “asociación por el sentido” o “asociación externa” (“Soy un perro jugando al fútbol), donde se
produce asociación por el sentido de la palabra. Cuando es una “asociación por el sonido” o “asociación interna”,
el sujeto debe evocar aquello que le suena en relación con la palabra (p. ej. perro: “erro”; siempre me equivoco,
cuando tengo que hacer las cosas bien me salen mal, etc.). Esto sirve para advertir que en la neurosis, tanto
histérica como obsesiva, esto es posible gracias a que el síntoma se constituye con el mecanismo de la
REPRESIÓN y por eso también podemos intentar hacer ese trabajo de desciframiento. Cuando hablamos de
“levantar la represión” hacemos alusión a esta serie de asociaciones que se pueden ir dando. Por ejemplo, que la
primera asociación sea “me decían que soy un perro jugando al fútbol” (erro, errar, etc.), pero que luego
aparezca otra escena sádica con un exceso de satisfacción que también pone en escena el significante “perro”; p.
ej. Una escena infantil sádica con un exceso de satisfacción que consistió en tomar a un perro y golpearlo
fuertemente. Esto, en su inconsciente quedó grabado con un exceso de satisfacción pero que debió reprimirse.
Entonces se debió producir una separación de la REPRESENTACIÓN (perro) y el AFECTO (satisfacción). Entonces la
representación quedará libre mientras que el afecto se desplaza a la angustia en la idea obsesiva o (…): no están
unidos porque eso se torna insoportable, el sujeto no puede contactarse fácilmente con su sadismo. Esto se da
en la neurosis obsesiva.

● En la neurosis histérica en la escena primordial existe un menos de afecto, un déficit de satisfacción:


el menos implica que el exceso está del otro lado, que se goza del sujeto, que se siente satisfacción
cuando se goza de ella y se la toma como objeto. Ambas se reprimen. Posteriormente, cada
representación que entra en contacto con ese núcleo va a ser reprimida.
En el texto de 1896 “Nuevas puntualizaciones sobre neuropsicosis de defensa” Freud va a explicar la neurosis
obsesiva mediante 4 pasos (apartado “Naturaleza y mecanismo de la neurosis obsesiva”).

1. Primer episodio, Escena primordial.


2. Cómo el sujeto se defiende de eso.
3. Estabilización
4. Sobrevienen los síntomas y cómo se intenta conjurarlos nuevamente (en el hombre de las ratas esto es el
“desencadenamiento”). A cada descompensación de la vida psíquica el sujeto le responde intentando

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defenderse de eso, pero defendiéndose enfermo. Con la primera defensa se forman los rasgos de
carácter y con la segunda, los síntomas.

 En la etiología de la neurosis obsesiva tienen las experiencias sexuales de la temprana infancia la misma
significación que en la histeria; pero no se trata ya de la pasividad sexual, sino de agresiones de este orden,
llevadas a cabo con placer o de una gozosa participación en actos sexuales; esto es, de actividad sexual.
Por otra parte, en el fondo de todos mis casos de neurosis obsesiva he hallado síntomas histéricos, que el análisis
demostraba dependientes de una escena de pasividad sexual anterior a la intervención sexual activa. A mi juicio,
esta coincidencia es regular y la agresión sexual prematura supone siempre una experiencia pasiva anterior (la
hipótesis será entonces que el factor que decide si de los traumas infantiles ha de surgir una histeria o una
neurosis obsesiva se halla relacionado con las circunstancias temporales de la libido).
La esencia de la neurosis obsesiva puede encerrarse en una breve fórmula: las representaciones obsesivas son
reproches transformados, retornados de la represión, y referentes siempre a un acto sexual de la niñez ejecutado
con placer. Para explicar esta fórmula será necesario describir el curso típico de una neurosis obsesiva:

1)  Los sucesos que contienen el germen de la neurosis se desarrollan en un primer período, al que podemos
dar el nombre de «la inmoralidad infantil». Primero, en la más temprana infancia, tienen efecto las
experiencias pasivas, que más tarde hacen posible la represión, sobreviniendo luego los actos de agresión
sexual contra el sexo contrario, los cuales motivan más tarde los reproches.
2) A este período pone fin la iniciación de la «maduración» sexual. Al recuerdo de aquellos actos placenteros se
enlaza entonces un reproche, y la conexión en que se hallan con las experiencias iniciales de pasividad hace
posible luego su represión y sustitución por un síntoma primario de defensa.
3) Los escrúpulos, la vergüenza, la consciencia moral, la desconfianza en sí mismo son síntomas de este orden
(síntomas primarios de la defensa), con los cuales comienza el tercer período: el de la salud aparente y, en
realidad, de la defensa conseguida. [Esto ya puede observarse como signos de carácter en algunos sujetos;
por eso son defensas “logradas”, porque son muy funcionales en la vida de un individuo, por supuesto que
al precio de una rigidez notable].
4)  El período siguiente -el de la enfermedad- se caracteriza por el retorno de los recuerdos reprimidos, o sea,
por el fracaso de la defensa. Los recuerdos reanimados y los reproches de ellos surgidos no pasan nunca a la
consciencia sin sufrir grandes alteraciones, y así, aquello que se hace consciente como representaciones y
afectos obsesivos, sustituyendo para la vida consciente el recuerdo patógeno, son transacciones, las
FORMACIONES DE COMPROMISO entre las representaciones reprimidas y las represoras.

Esta formación de compromiso es el resultado de dos tendencias contrapuestas (la formación de compromiso es
una de las tantas maneras por las que Freud define el síntoma).
Al lado de estos síntomas transaccionales, que significan el retorno de lo reprimido, y con ello el fracaso de la
defensa primitivamente conseguida, forma la neurosis obsesiva otros, de un origen totalmente distinto. El yo
intenta, en efecto, defenderse de las ramificaciones del recuerdo, inicialmente reprimido, y crea en esta lucha
defensiva síntomas que podríamos reunir bajo el nombre de «defensa secundaria». Son estos síntomas, en su
totalidad, «medidas preventivas», que prestan buenos servicios en la lucha contra las representaciones y los
afectos obsesivos. Si estos elementos auxiliares consiguen efectivamente en la lucha defensiva reprimir de nuevo
los síntomas del retorno, impuestos al yo, la obsesión se transferirá a las medidas preventivas mismas, y creará

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una tercera forma de la «neurosis obsesiva»: los actos obsesivos. Estos actos no son nunca primarios ni contienen
otra cosa que una defensa y jamás una agresión. 
Esto está relacionado al acto obsesivo y a la “Manía de duda” (término psicopatológico muy importante en esa
época), por ejemplo, la manía de dudar siempre lo mismo (cerré o no el auto, etc.). Freud propone que en cada
una de esas manías habría que preguntarse por qué se duda con eso y conformar una narrativa que reconduzca a
la cadena de pensamientos inconscientes.

Neurosis Obsesiva desde Lacan (años ’50 aproximadamente). Texto: “El mito individual del neurótico” (Apartado
2-año 1952).

Uno de los puntos que destaca Lacan en este texto es que, al igual que la psicosis, la neurosis es un
“desencadenamiento”. En el caso del Hombre de las Ratas el desencadenamiento se produce cuando el padre lo
empuja a casarse con una mujer rica y actualiza el conflicto en el propio paciente respecto de si esta con una
mujer rica o con una mujer pobre. Esto se relaciona entonces con aquella frase “Quien duda de su amor, duda de
todo”: el conflicto sobre casarse con la mujer rica o la mujer pobre que lo desencadena da perfectamente en ese
blanco que es la duda respecto del AMOR, aquello más evidente que puede tener alguien. Entonces aquel
empuje del padre a casarse con una mujer actualiza este conflicto y se desencadena la neurosis. Así, ciertos
momentos o acontecimientos de la vida desencadenan una neurosis por activar un conflicto inconsciente; por
eso, para comenzar a tratar algo de esa neurosis debemos preguntarnos qué suceso o hecho propició ese
desencadenamiento y a qué conflicto inconsciente remite.
Lacan también habla de DOS PLANOS que se superponen: el plano de la deuda que contrae el padre, el
significante “ratten” y de lo que le pasa al padre con las mujeres y el plano de cómo el mismo sujeto reproduce
esas cosas: hay una NOVELA FAMILIAR del padre que este muchacho calca, al menos en lo que atañe a la relación
al dinero (deuda) y a las mujeres. Estas cosas pueden verse en un sujeto neurótico obsesivo: está el plano de la
novela familiar y el plano de lo que el mismo sujeto vive. Los primeros pasos del inconsciente siguen este
camino, pero el dilema del sujeto neurótico obsesivo es que, a pesar de darse cuenta de esto, no lo puede
reconocer. Esto resulta paradójico pero es una característica en la neurosis obsesiva: el sujeto razona tanto y goza
tanto en el pensamiento, que el afecto se escinde y entonces, a pesar de sacar conclusiones muy lógicas respecto
de su vida, eso no lo toca, no tiene efecto sobre él.
Dice Lacan: “Para esquematizar, tratándose de un sujeto de sexo masculino su equilibrio moral y psíquico
exige la asunción de su propia función. Hacerse reconocer como tal, es decir, como hombre con su función viril y
con su trabajo; asumir los frutos de ese trabajo sin conflicto, sin tener el sentimiento de que es algún otro quien
lo merece o que él mismo no lo tiene más que de carambola, sin que se produzca esta división interior que hace
del sujeto el testigo alienado de los actos de su propio Yo”.
En este fragmento encontramos varios temas a atender, entre ellos, la función viril del hombre. Es un tema
que ya podemos encontrar en Freud respecto de la sexualidad del hombre y de la distinción que hace entre la
“Mujer” y la “Puta”: tiene que ver con que por razones edípicas el niño se ‘enamora’ de la madre, reprime lo
sexual y queda el lazo meramente afectivo. Luego, en su relación de pareja reproduce el lazo afectivo y la parte
más sexual la canaliza con otras mujeres. Entonces, el Edipo escindiría, al menos en los neuróticos, la corriente
sexual por un lado y la corriente tierna por el otro. Se pone en un lugar de admiración y veneración a una mujer
que se ama pero con la cual no se goza; para poder descargar la libido sexual se debe buscar a otra mujer

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diferente, en términos de goce. Entonces aquí se produce la escisión entre quien queda en el lugar de la madre y
a quien el varón ama, y aquella con la cual goza (amante, etc.).Esa escisión es parte de la misma operación: no
tomar contacto con lo reprimido, siendo lo reprimido la figura de la madre (fórmula). Esto es casi una separación
tajante entre el amor y la libido. Entonces cuando Lacan habla de asumir la virilidad del sujeto neurótico
obsesivo empieza a poner en danza todas estas cuestiones en torno a cómo ama ese sujeto: el conflicto de la
mujer pobre y la mujer rica no es exactamente esto pero podemos pensar que también se juega esto en el sujeto
neurótico obsesivo. [Esto “puede” ser así, pero de todas maneras siempre podemos pensar que un hombre no
quiere tener tan escindida su vida amorosa y que padece de esto; es decir, alguien puede trabajar sobre sí mismo
para reunir en un mismo objeto el amor y el goce].
Otro de los temas importantes es la cuestión de “asumir los frutos de su trabajo”. El sujeto neurótico obsesivo
puede hacer muchas cosas pero no sentirlas como propias, no valorarlas, no sentirse lo suficientemente bien
luego de haber adquirido ese logro. Puede trabajar muchísimo para obtener determinadas cosas y cuando lo
obtiene se separa de eso que quería. Hay varias formar de explicar esto: puede sentir que no lo merece, que lo
obtuvo de casualidad, etc. Es decir, esa obra, ese producto, ya no es de él. Se trata de la relación del sujeto
neurótico obsesivo con sus producciones o con sus “objetos”. Es por esto que Lacan dice que “se produce una
división interior que hace del sujeto el testigo alienado de los actos de su propio yo”: es testigo de algo que
parece que lo hubiera hecho otro, toma distancia de ello.
El otro aspecto es lo que Lacan expresa como: “un goce que puede ser calificado de apacible y unívoco del
objeto sexual una vez que este es elegido y se une a la vida del sujeto”: la vida sexual del sujeto se desdobla
Ser capaz de mirar lo que no se mira, pero que merece ser mirado, las pequeñas, las minúsculas cosas de la
gente anónima, de la gente que los intelectuales suelen despreciar. Ese micro mundo donde yo creo donde de
veras se alienta la grandeza del universo. Y al mismo tiempo ser capaz de contemplar el universo desde el ojo de
la cerradura, o sea, desde las cosas chiquitas, asomarme a las cosas que son más grandes, a los grandes misterios
de la vida (…)
al misterio del dolor humano, pero también al misterio de la humano persistencia en esta manía a veces
inexplicable de pelear por un mundo que sea la casa de todos y no la casa de de poquitos y el infierno de la
mayoría y otras cosas más… (…)

(Mujer/puta). Esto podría enmarcarse dentro de la “clínica de la sexuación”. Se trata de una persona que al
momento de amar tiene problemas para amar y gozar en un mismo lugar.
De una manera u otra el sujeto neurótico obsesivo se desdobla (a la hora del amor, a la hora de obtener lo
que quiere, etc.), se divide. Primero está de un lado y luego está del otro. A esto Lacan le llama “desdoblamiento
narcisista del drama neurótico”, porque todos estos temas están ligadas al narcisismo (quiero eso para mí), se
juegan al nivel del yo: la libido esta puesta en tal lado en tanto que es libido yoica, libido que se lleva muy bien
con la propia imagen y los propios objetos; si me desdoblo y le quito importancia a lo que obtuve, aquella libido
pasan a otro lado.
Texto: “El estadio del espejo como formador de la función del yo tal como se nos revela en la experiencia
psicoanalítica” (1949).
Con ese texto Lacan entra al psicoanálisis, caracterizado en esa época por una atención a lo imaginario. En
este texto, a respecto del sujeto neurótico obsesivo dirá: “Correlativamente, la formación del yo [je] se simboliza
oníricamente por un campo fortificado, o hasta un estadio, distribuyendo desde el ruedo interior hasta su
recinto, hasta su contorno de cascajos y pantanos, dos campos de lucha opuestos donde el sujeto se empecina

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en la búsqueda del altivo y lejano castillo interior, cuya forma (a veces yuxtapuesta en el mismo libreto) simboliza
el ello de manera sobrecogedora”.
“La formación del yo [je] se simboliza por un campo fortificado”: el sujeto obsesivo forma su yo a modo de
campo fortificado que lucha con otro y el sujeto se empecina en esa lucha por buscar un lejano y altivo castillo
interior. Esto significa que en ese castillo que el sujeto busca podemos ubicar al ello, y por consiguiente, al ello y,
por lo tanto, al goce. Por eso, esa búsqueda por el lejano y altivo castillo interior es una lucha por intentar
GOZAR, por permitirse acceder al goce; es la famosa indicación clínica de decirle al sujeto obsesivo“¿Por qué no
lo hace?”. Entonces, el goce lo ubica en ese lejano castillo interior.
Posteriormente prosigue: “Y parejamente, aquí en el plano mental, encontramos realizadas estas estructuras
de obra fortificada cuya metáfora surge espontáneamente, y como brotada de los síntomas mismos del sujeto,
para designar los mecanismos de inversión, de aislamiento, de reduplicación, de anulación, de desplazamiento,
de la neurosis obsesiva”. Aquellas estructuras de obra fortificada son los mecanismos de defensa que utiliza el
sujeto neurótico obsesivo, y se defiende de una manera muy fuerte. El aislamiento (del afecto, del mismo sujeto
respecto de sí mismo, de los otros, etc.); anulación (mecanismo del “pero”); desplazamiento.

Texto: “El informe de Roma” o “Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis” (1953)
Aquí Lacan entra en la teoría del significante.

“El histérico cautiva a su objeto en una intriga refinada, y su yo, su ego, está en el tercero por cuyo intermedio el
sujeto goza de ese objeto en el cual encarna su pregunta”. Entonces el sujeto histérico arma una pregunta (como
en el triángulo de Dora y de la bella carnicera), su ego está en un tercero (perfectamente puede estar en
identificación con el varón de la escena); la última frase alude a que la identificación con la otra es poner su yo
en la otra o, en la identificación con el varón, permite gozar del objeto en el cual encarna su pregunta. ¿Cuál es
esa pregunta? La pregunta por el ser mujer, por la femineidad, qué es ser mujer, cómo se es mujer, los enigmas
de la femineidad. Eso puede ser puesto en juego desde la identificación con un varón, por supuesto. Pero si
abrimos un poco más el campo, rápidamente se pone en juego la triangulación, la cual puede ser también una
triangulación edípica: padre-madre-sujeto histérico: se identifica con uno para formular la pregunta por la
femineidad en relación a la mujer de la escena y es condición es que se arme esa escena sino no puede formular
este conjunto de preguntas, debe tejer, armar esa intriga. La pregunta histérica es un concepto más lacaniano
(¿qué es ser una mujer?); el anclaje freudiano tiene que ver con el hecho de que no hay una representación de
qué es ser mujer en el inconsciente, por lo tanto el sujeto histérico tiene que armar de alguna manera una
escena para poder hacer algo con ese enigma. También al hombre le pasan cosas debido a que no existe tal
representación.
Ante la pregunta de por qué una mujer se relaciona con otra mujer, e imaginando la situación hipotética en la
que el marido de una mujer la engaña con su mejor amiga, enojándose aquella mucho más con su amiga que con
su marido, cabe preguntarnos por qué esto se da así y qué tipo de lazo une a las dos mujeres para que la
situación se desenvuelva de esta manera. Entonces Lacan se hace la pregunta de por qué se precisa, en la
neurosis histérica, armar esa triangulación en la que no solo es importante el objeto amoroso sino también el
tercero. Tiene que ver con la novela familiar, pero ese triángulo entraña algo más. Debemos partir de la idea
principal de que una MUJER no es lo mismo que un HOMBRE (por eso la preeminencia de histéricas y de
obsesivos). Debemos atender al “ser mujer” para captar la pregunta del sujeto neurótico histérico. Primero
contamos con esto: no hay en el inconsciente algo que diga qué es ser una mujer; tampoco lo hay respecto del

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hombre, PERO el hombre se identifica mucho más fácilmente en todos los avatares del falo, entra rápidamente
por la vía del goce fálico a contestar las cosas de su virilidad, y si no se detiene un poco cree que efectivamente
hay una representación de qué es ser un hombre, pero en realidad tampoco la hay; cada hombre debe construir
su posición viril. Pero teóricamente, para Lacan, decir que no hay representación de LA mujer significa que todo
lo que pase por el lado del goce consiste en un goce que se llama “goce fálico”, son goces contables, significables,
que pueden ser articulados entre el goce y la palabra, que pueden ser sintomatizados, porque están bajo la
SIGNIFICACIÓN FÁLICA, la cual es responsable, luego de la metáfora paterna, de articular el cuerpo con las
palabras por la vía del inconsciente. Se abrocha el Edipo, queda la significación fálica que permite aquella
articulación palabras-cuerpo (somatización); entonces el goce en juego es el goce fálico. Cuando tenemos una
relación neurótica al FALO todo aquello es posible. PERO ese goce fálico hace referencia al FALO, al pene
simbólico; pero cuando alguien no tiene esa referencia al goce fálico, cuando NO-TODO ES FALO, definitivamente
nos lleva a decir que no todo el goce es fálico y esto para Lacan tiene que ver con una MUJER, pero al no estar
regulado por la significación fálica, NO LO PODEMOS DECIR, y al no poderlo decir no tiene representación, pero
sin embargo ES. Esto significa que no hay una representación en el inconsciente para alguien que puede gozar de
otra manera que no es la manera fálica. Quien no goza de manera fálica se llama MUJER. Esto está puesto en
juego en esta básica intriga; la identificación con la otra es, como no hay en el inconsciente una representación
que diga cómo es ser mujer y como goza una mujer, nos prendemos a la otra para preguntarle cómo es ser una
mujer, que queda parcialmente respondida. Entonces la pregunta histérica remite a este principal hecho. La
forma clínica que adopta esto tiene que ver con la intriga y la pregunta de qué es ser mujer, así como para el
sujeto neurótico obsesivo la pregunta sobre la existencia es la base de todo su dudar.
La lógica del obsesivo en términos de “jaula” es que cuando el objeto está fuera de la jaula, el sujeto lo quiere
obtener y eso lo pone como objeto imposible, pero cuando está dentro de la misma, eso deja de interesarle. Este
sujeto goza de ese objeto en el cual encarna su pregunta.
“La coartada multiplicada de figuras mortales (son figuras en las cuales puede suscitarse la agresión
imaginaria o puede suscitarse el conflicto entre la vida y la muerte) y domesticando su alta voltereta (esto, en
términos de Lacan es hacer algo acrobático como una especie de prueba, de gran demostración para el otro)
dirige su homenaje ambiguo hacia el palco donde él mismo tiene su lugar, el del AMO que no puede verse”. Esto
último es: eso que se quiere demostrar se dirige hacia otro que está en un lugar elevado que observa, que mira
la escena, pero ese otro ES ÉL MISMO. Entonces toda esa prueba es dirigida a uno mismo para verse desde otro
lugar al cual pasas una vez que la realizaste; todo ese trabajo y esa hazaña para él mismo, que se está viendo
desde el palco, palco al cual pasa una vez que ha realizado todo, por lo tanto no toma contacto con todo aquello
que hizo y perdió relación con esa hazaña. Después puede querer volver a esa posición, con lo cual se abre el
círculo nuevamente. Ese homenaje y proeza que se hace a él mismo en posición de otro es AMBIGUO: lleva amor
y lleva odio; es un homenaje pero también implica odio porque “estoy haciendo todo esto para vos”. Esta
también es una figura clásica del sujeto neurótico obsesivo: hay una extrema obediencia a ese “él mismo”
superior pero también hay un rechazo por estar haciendo todo eso por él. Finalmente, en la última parte de la
frase tenemos una indicación precisa de la DIVISIÓN DEL SUJETO OBSESIVO: cuando hace todo ese trabajo NO
PUEDE VERSE; está en el fragor de la batalla dirigiéndose a ese amo que al mismo tiempo no puede verse.
¿Cuándo puede verse? Cuando perdió contacto con todo aquello que estaba haciendo. Esta es la forma de hacer
jugar la división en el campo del narcisismo en el obsesivo, esa es su división: por un lado trabajar para el Amo y
no verse en ese mismo trabajo y luego ser ese amo y no tomar contacto con todo lo que se hizo; y el trabajo para
el amo comporta una ambigüedad en términos de amor-odio. Entonces podemos adelantar la relación que

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tendrá el sujeto neurótico obsesivo con ese amo, con la autoridad en general, que también se relaciona con la
relación que tiene el sujeto neurótico obsesivo con el padre. Este conflicto de relación ambigua con un amo y
estando el padre en ese lugar de amo, si lo remitimos a esa escisión y llevándolo al historial del Hombre de las
Ratas, tiene que ver con una relación amor-odio con ese padre y con cómo se erige ese padre en AMO estando
MUERTO. El hombre de las ratas hablaba de su padre como si estuviera vivo e incluso presentaba aquellas ideas
delirantes cuando se miraba frente al espejo y se le ocurría que estaba el padre viéndolo, etc. Ese gran peso que
tiene el sujeto obsesivo con el padre está dado por la figura del padre muerto, porque esa figura de alguien que
muere puede darse como idealización (se queda todo lo bueno) o como superyó, a la manera del peso de ese
padre muerto, de los imperativos de lo que esa persona hubiera querido. Entonces el padre muerto tiene este
lugar de amo, pero tiene que estar MUERTO (tomar las características del padre muerto en tanto puede bajar los
ideales con el peso del superyó en la figura de un amo al que se tiene que responder y para el cual se debe
trabajar). Es un peso que solo puede tener un muerto porque al vivo se le ven las fallas, se le ve el deseo, etc.
Todo esto explica una figura importantísima para el sujeto neurótico obsesivo que es su amo, porque se
trabaja a destajo para ese amo. Pero ese amo, si bien se explica por la figura del padre muerto, si lo ponemos en
términos de narcisismo es un lugar que el propio sujeto tiene y se mira desde ahí, solo que no advierte que ese
lugar de amo es de él. Está su propia mirada en un palco, es decir, arriba, en su posición de amo funcionando
imperativamente.
En relación a la transferencia, podemos pensar que si se trata de un sujeto neurótico obsesivo varón, puede
ponernos en el lugar de amo con mucha facilidad; de cualquier manera, la forma de hacerle llegar el hecho de
que “no soy su padre” debe ser cauta, pues si lo decimos de esa forma respondemos queriendo corrernos de ese
lugar transferencial, pero al mismo tiempo respondiendo un poco desde allí y quedando en un plano
particularmente imaginario. El manejo de la transferencia tiene más que ver con lo que uno puede actuar desde
el semblante y no con decir determinadas cosas que son también una pauta muy imaginaria.
Posteriormente, en el texto, Lacan presenta una frase en latín que significa “a cada uno lo arrastra su pasión”,
tanto para la neurosis histérica como para la obsesiva. “Uno se identifica al espectáculo, el otro hace ver”;el
sujeto histérico ‘se identifica con el espectáculo’ mientras que el sujeto neurótico obsesivo hace ver desde el
lado del amo. “En cuanto al primer sujeto tenéis que hacerle reconocer dónde se sitúa su acción (hacerle
reconocer qué es lo que hace, cuál es su acto, su movimiento en todo el tejido de esa escena ‘de la cual se
queja’); al otro teneis que hacerlo reconocer en el espectador invisible de la escena a quien le une la mediación de
la muerte” (es decir, el lugar del palco, ese espectador que es él mismo, lo cual habla de su disociación, de no
estar donde está).
Pág. 302: Lacan habla del trabajo forzado para el sujeto neurótico obsesivo y dice: “En ese sentido está
sostenido (el trabajo forzado) por su relación subjetiva con el amo en tanto lo que espera es su muerte (la del
amo). El obsesivo manifiesta en efecto una de las actitudes que Hegel no desarrolló en su dialéctica del amo y el
esclavo. El esclavo se ha escabullido entre el riesgo de la muerte donde viera ofrecida la ocasión de (…) por una
lucha de puro prestigio. El esclavo es esclavo porque no soportó una lucha a muerte por puro prestigio; esto es
Hegel. Pero puesto que sabe que es mortal sabe también que el amo puede morir; desde ese momento puede
aceptar trabajar para el amo y renunciar al propio gozo mientras tanto. Y en la incertidumbre del momento en
que se producirá la muerte del amo, espera. “Trabajo para vos, renuncio a mi gozo, pero hasta que te mueras,
luego voy a gozar”. Entonces vemos que no es que el sujeto no tiene idea de cómo gozaría, sino que eso es
puesto en un futuro en el que el amo se va a morir, entonces allí podrá gozar. Tal es la razón intersubjetiva tanto
de la duda como de la procrastinación; dos características del sujeto neurótico obsesivo. Este trabajo es

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doblemente enajenante pues no solo la obra del sujeto le es arrebatada por otro sino que el reconocimiento por
el sujeto de su propia esencia de su obra donde este trabajo encuentra su razón también se le escapa; porque él
no está en ese momento sino que está anticipando la muerte del amo. Entonces esto también remite de los
juegos de la vida y la muerte en el neurótico obsesivo: “viviré cuando el amo se muera”.

Texto: “La dirección de la cura” (1958)

Apartado 2 (“Cuál es el lugar de la interpretación”) - Punto 7 - Pág. 576: “He subrayado desde hace mucho el
procedimiento hegeliano de la inversión de las posiciones del “alma bella” en cuanto a la realidad que acusa”. El
alma bella hegeliana es “me quejo de todos los desórdenes del mundo y quien tiene la posta soy yo”; es un
movimiento dialéctico, es decir, yo me quejo de lo mal que andan las cosas y en ese mismo movimiento se
entiende que yo sé cómo deberían ser; a esto último se le llama la “alma bella”. A esto, Lacan lo ubica en Dora:
“no se trata de adaptarla a ella sino de demostrarle que está demasiado bien adaptada (a ese desorden del cual
se queja) puesto que concurre a su fabricación” (arma esa escena en la cual se instala como alma bella).

Aclaración: mientras que en el sujeto obsesivo opera más la escisión Amor/Goce, en el sujeto histérico opera
más bien la escisión Deseo/Goce. El deseo para él es bastante asequible, funciona, son necios con el deseo, es un
deseo insatisfecho, tiene más claro por dónde va ese deseo. Todo esto se complica en el obsesivo por su duda y
por el tipo de escisión. El punto en el histérico es que Pueda gozar (remite a la frase: “¿Qué pretende usted de
mí?”; sería como decirle que vea lo que está armando y se desentiende). A más histeria, más armado de la
escena con más desconocimiento de lo que se está armando. El deseo está y se mueve, pero no goza.
Aclaración: al mismo tiempo, para la mujer histérica no es nada sencillo ser objeto de goce de un varón,
rechaza quedar como objeto de goce del fantasma de un varón. Entonces este conflicto sucede para ambos: en
el varón se trata de unificar en un mismo partener el amor y el goce, y por el lado del partener femenino se trata
de cómo consentir ese goce (tiene que ver con el goce de privación).

♦ El gran apego libidinal de la madre hacia el hijo tuvo como consecuencia el “falicismo materno”. Del lado del
hijo ese es el lugar ocupado por la madre: “ella lo tiene, y más largo que el padre”. Juanito, según Lacan
queda posicionado como el falo de la madre: “mi madre está castrada, no lo tiene a no ser que vaya yo a su
lugar”. Con esto, va a completar la falta del Otro.
MODULO 6: Introducción a la Psicopatología Infanto Juvenil

Lo primero que cabe preguntar a este respecto es si los cuadros psicopatológicos son similares o iguales en
niños y adolescentes y adultos, y en caso contrario, en qué se diferencian. Efectivamente, hay diferencias. La
primera de ellas parte de dos instancias dentro del desarrollo donde se juegan coordenadas que son
determinantes para la vida psíquica de los sujetos:
✔ Complejo de Castración: momento en torno a los 4 o 5 años en donde se juegan las condiciones de la
elección de objeto, aquello por lo cual fantasmáticamente un sujeto se dirigirá al otro sexo. Esto, por
supuesto, se inscribe en una trama edípica.
✔ Pubertad: metamorfosis que Freud describe en 1905 en los tres ensayos que después retoma lacan en el
despertar de primavera. Que dice cómo después de la etapa de latencia, cuando se despierta lo real de
los órganos, que empujan al sujeto a una elección u otra. Esto implica que se reelabore todo ese trabajo

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de la elección de objeto que se había hecho a la altura del Edipo, para encontrar la manera de acercarse
al Otro sexo. En ese momento se apela al fantasma para ver qué se hace con eso (los títulos en el bolsillo,
la función del padre se pone en juego). Fragmento del seminario V, del año 45.

El hecho de que estén presentes los dos momentos o uno solo, son factores a tener en cuenta para el
diagnostico. Siempre que hablemos de psicopatología infantil debemos tener en cuenta estas dos coordenadas,
es fundamental no soslayar la edad del niño siempre hay que tenerla en cuenta. Y no dejar de lado que implican
para cada sujeto estas dos coordenadas.
Otra nota que se puede tener en cuenta es pensando en la Psicosis, los síntomas en ésta no son los mismos
que en la psicosis adulta porque no tienen tanto tiempo de elaborar aquello que se ve en los adultos.
Los síntomas en la psicosis infantil son mínimos, razón por la cual hay que estar muy preparados para poder
diagnosticar. La formación para esto es muy fina, prestar atención tanto en la escucha como en la mirada.
Cuando se presenta algo insoportable, inquietante que viene del exterior y que tiene que ver con el propio
sujeto, el delirio va a construir algo con eso. En una escala temporal un sujeto psicótico adulto va elaborando el
delirio, ha tenido el tiempo suficiente para elaborarlo en el caso de que ese desencadenamiento haya sido
cuando niño, en cambio en sujetos psicóticos niños esto no sucede entonces es difícil, aunque no imposible,
observar construcciones delirantes más bien es posible observar fenómenos elementales que no deben
evaluarse bajo un criterio de realidad sino mas bien en las características de certeza, justamente porque en el
niño prima el pensamiento mágico, etc.
Otro indicador clínico de la psicosis infantil, que los primeros psiquiatras pensaban como un imaginación
demasiada frondosa e inconexa, son casos en donde el discurso del chico va de un lado al otro sin conexión y es
muy difícil anclarlo a un sentido, es muy difícil que puede decir qué está diciendo; es un dificultad para significar
lo que dicen. Estos no son fenómenos elementales pero podrían ser considerados en la puntuación que sirve
para el análisis.
Por otro lado tenemos todos los fenómenos imaginarios que son fenómenos de no reconocimiento en el
espejo, que habla de una dificultad en la formación del yo. Esto daría una pauta de una psicosis infantil
esquizofrénica en donde lo que está más afectado es la conformación del cuerpo, y cómo el lenguaje puede
afectar este. Es cuando el cuerpo en algún o algunos puntos no está regulado por el lenguaje.
Un campo atendible son las dificultades con el lazo que puede tener un niño psicótico, el aislamiento y que
puede tener que ver con algo de lo persecutorio al estilo delirante, como se ve en los adultos, jugado en el lazo al
otro. El otro campo se podría pensar en relación a los trastornos de conducta.
Un punto importante es saber qué hacer con este diagnostico frente a padres y maestros, se debe tratar con
mucho trato porque puede tener rasgos estigmatizantes para el niño.
La estructura psicótica en los niños, aunque no acabada, no se puede modificar pero puede ser muy distinto
el destino del niño que realizó un análisis del que no. Por ejemplo el análisis puede ayudar a que no
desencadene, se le puede facilitar su relación con el lenguaje, con sus compañeros, en el aprendizaje, escritura,
etc. Si el niño desencadenó el trabajo estará orientado a reconstruir esa relación con el lenguaje, cambia la
relación del cuerpo con las palabras.
Tanto psicosis como autismo se encuentran en el CIE 10 y DSM como Trastornos Generalizados del Desarrollo,
y en el DSM V con la sigla Trastornos del Espectro Autista.
El rechazo al Otro es una característica fundamental del Autismo pero no significa que sea un rechazo a todos
y que no se pueda establecer un vínculo particular con Otro. Es un rechazo a la enunciación.

48
Dos notas sobre el niño – Jacques Lacan

En este texto Lacan presenta tres posiciones que el niño puede adquirir:
🞲 Puede ser objeto del fantasma materno. El cuerpo mismo del niño está tomado como objeto en el
fantasma de la madre sin que medie representación alguna. Esto hace a una Psicosis infantil. “Cuando la
distancia entre la identificación con el ideal del yo y el deseo de la madre no tiene mediación (lo que
asegura normalmente la función del padre), el niño queda expuesto a todas las capturas fantasmáticas.
Se convierte en el “objeto” de la madre y su única función es entonces revelar la verdad de este objeto.
El niño realiza la presencia de eso que Jacques Lacan designa como objeto a en el fantasma”.
🞲 Puede ser el falo de la madre. En este caso el niño queda tomado en el lugar de falta de la madre (no
necesariamente ese es el lugar de una perversión). Lacan deja planteado en el Seminario 4 que, desde
este punto de vista, la clínica con niños es una clínica de la sexualidad femenina, en relación con el lugar
que la madre le da al niño y éste a aquella.
🞲 Puede ser síntoma de la pareja parental. El niño queda en un lugar de síntoma entre los padres, en el
punto de conflicto entre ambos, el niño hace síntoma. Este es el caso de los niños neuróticos, en cuyo
análisis es crucial investigar la relación entre los padres. la dirección de la cura en estos casos se orienta a
que el niño fabrique “su propio síntoma”. “El síntoma del niño está en posición de responder a lo que
hay de sintomático en la estructura familiar. El síntoma, y este es el hecho fundamental de la experiencia
analítica, se define en este contexto como representante de la verdad. El síntoma puede representar la
verdad de la pareja familiar. Este es el caso más complejo pero también el más abierto a nuestras
intervenciones”.

Lacan y la psicosis en la infancia

Apartado 2: El “autismo” de Kanner

En 1943 Leo Kanner introdujo el término “autismo infantil precoz” para nombrar los casos de retraimiento en
niños menores de un año. A pesar del parecido con la esquizofrenia infantil, distingue este cuadro por su
existencia desde el nacimiento. El innatismo que postula no es orgánico sino que constituye un déficit intelectual
(no “debilidad mental”) y añade en la causalidad la relación particular con sus padres (padres obsesionados por
los detalles pero poco afectivos).
Se caracterizan por:
℘ Imposibilidad de establecer conexiones ordinarias con personas y situaciones desde el inicio de la vida.
℘ Inclinación a la soledad autista, alejando todo lo externo que se acerca al niño. El exterior es vivido como
una amenaza no localizable que se vuelve el estatuto propio de lo exterior. Toda acción del otro es vivida
como una intrusión (incluso alimentación, cuidados corporales, o la simple presencia de otro).
℘ En este cuadro el déficit se impone fenomenológicamente: no hablan, manipulan objetos
estereotipadamente, y rechazan cualquier intrusión en su “juego”. No entran en contacto con su entorno,
las coordenadas espacio-temporales están alteradas, se golpean no tienen noción del peligro, actúan
como si carecieran de cuerpo, cualquier cambio introducido en su rutina los desespera.

49
℘ Presentan también fenómenos “positivos”, como una memoria prodigiosa, con la cual suplen la
incapacidad para utilizar el lenguaje con otras funciones.

Apartado 4: Autismo y psicosis

Debate del medio analítico de orientación lacaniana: ¿el autismo es una forma de psicosis o debe ser
diferenciado? Posturas:
🞖 Rosine y Robert Lefort distinguen el autismo de la psicosis: dado el fracaso masivo de de la metáfora paterna en
el autismo no hay Otro ni objeto a (no hay inscripción de la falta). El niño autista se encuentra en relación a otro
masivo y total, por lo que queda un lazo “cuerpo a cuerpo” sin división de un lado ni del otro. El Otro se reduce
a una ausencia y también falta la imagen especular. El niño “está por entero en el sitio del objeto a en tanto
que no especularizable”.
En el autismo el goce se dirige al Otro (voluntad de goce) que apunta a dividir al Otro. La psicosis manifiesta un
goce masoquista que intenta completar al Otro (es instrumento de goce del partenaire). En la psicosis el niño
ocupa un lugar en el fantasma materno, en el autismo no: el niño es un objeto autoerótico, fuera del fantasma,
por lo que queda excluido el lugar del padre. La salida del autismo es por el lado de la paranoia o de la
debilidad.
🞖 Pierre Brunonno distingue autismo de esquizofrenia: el autismo infantil precoz es una esquizofrenia
desencadenada tempranamente. El autismo es para él una “forma extrema en el sentido de variante de la
esquizofrenia, sin que se pueda hablar de una diferencia cualitativa de estructura entre esquizofrenia y
autismo”.
🞖 Colette Soler opina que no existen autismos puros. Deben ser más bien considerado como un polo, “un rechazo
de entrar en la alienación, deteniéndose en el borde”, que hace que los autistas aparezcan como “significados
del Otro” (hablan por ellos y buscan un significado a su conducta). Pero tanto en autismo como en
esquizofrenia es legítimo hablar de forclusión del Nombre-del-Padre.
🞖 La posición de Eric Laurent consiste en plantear la acción de la forclusión del Nombre-del-Padre también en el
autismo (lo cual explica sus estados alucinatorios) y la estabilización posible, sin la necesidad de un pasaje hacia
la paranoia. En el autismo el significante Nombre-del-Padre no solamente está forcluido, sino que todo lo
simbólico se vuelve real. Sin embargo, en cierto sentido Laurent incluye el autismo en la esquizofrenia, porque
en ambos casos se pone en juego el retorno del goce en el cuerpo.
🞖 De forma general, podemos considerar que en cierta manera el autismo es una forma extrema de la
esquizofrenia infantil. De ahí la utilidad de plantearlo como un polo en tanto que nombra un “estado” más que
una posición en relación a la estructura. Esto explica por qué estos niños pueden salir de su retracción autista y
entrar en contacto con su analista.

Apartado 5: Los fenómenos psicóticos en la infancia

La descripción del fenómeno psicótico en niños se asemeja a la del adulto: a partir de la emergencia de
fenómenos elementales y de alucinaciones se construye el delirio. Muchas veces las fabulaciones ideativas que
no se organizan como delirio dificultan el diagnóstico diferencial. El problema se agudiza cuando se intenta
establecer un diagnóstico en niños autistas. Es por ello que, junto a las características enumeradas por Kanner

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para los autistas, hay que apuntar también a detectar los fenómenos elementales: orden monolítico de la cadena
significante (frases fijas usadas para cualquier ocasión); palabras que poseen un sentido originario y unívoco (no
cambia su significado al unirse a otras); alucinaciones que, aunque son más difíciles de captar dado el
aislamiento de los niños autistas, numerosas descripciones permiten suponer su existencia.
MODULO 7: Trastornos de personalidad. Patologías del consumo. Trastornos de alimentación

TOXICOMANÍA

La tesis freudiana sobre la adicción (Fabián Naparstek)

En la “Carta 79” Freud plantea: “Se me ha abierto la intelección de que la masturbación es el único gran
hábito que cabe designar ‘adicción primordial’ y las otras adicciones solo cobran vida como sustitutos y relevos
de aquella” (alcoholismo, morfinismo, tabaquismo, etc.). La tesis más fuerte en Freud es entonces que hay una
sustitución de la masturbación por esas adicciones segundas.
¿A qué se refiere Freud con esta masturbación como adicción primordial? Lo primero que indica es que esa
adicción está en íntima relación con el AUTOEROTISMO.
En “Fantasías histéricas y su relación con la bisexualidad” Freud plantea que: “el acto masturbador se dividía
por entonces en dos partes: la evocación de la fantasía, y, llegada ésta a su punto culminante, los manejos
activos conducentes a la satisfacción sexual. Esta composición es más bien una soldadura. En un principio la
acción presentaba un carácter puramente autoerótico; más tarde esta acción se fusionó con una representación
optativa”. Por lo tanto, lo que encontrábamos en algún tiempo eran solo los movimientos activos mecánicos, a lo
cual él llama “puro autoerotismo”, y que sería un tocamiento sin ninguna connotación significante, momento
previo a que el significante mueva el órgano; en un segundo momento, a eso se le fusiona o se le agrega la
fantasía. Esta fusión tiene que ver con un momento que podemos llamar “cero” respecto de un momento “uno”,
un momento que se deduce a partir de la fusión:

Tiempo 0 Tiempo 1
Puro autoerotismo Onanismo como soldadura

Posteriormente Freud plantea que para que haya SÍNTOMA hacen falta tres condiciones necesarias:
♣ Primero hay que dejar de masturbarse: no hay masturbación y síntoma a la vez; sigue la lógica de la teoría
energética.
♣ En segundo lugar hace falta que esa energía no sea derivada de otra manera o sustituida por otra cosa, es decir
que no haya una satisfacción sustitutiva (sublimación).
♣ En tercer lugar, hace falta que la fantasía pase a ser inconsciente.

Tiempo 0 Tiempo 1 Tiempo 2

Puro autoerotismo Onanismo como soldadura Síntoma

51
Entonces la tesis de Freud se puede entender ubicando la adicción en el lugar de sustitución de un puro
autoerotismo sin sentido alguno, sin que esté aún articulado a la fantasía o a la palabra. Por otro lado, no parece
seguir el camino del síntoma, ya que hemos destacado que masturbación y síntoma son respuestas
estructuralmente diferentes. Más bien, Freud plantea una ecuación directa entre adicción y autoerotismo.

La tesis lacaniana sobre la droga (Fabián Naparstek)

La tesis fuerte de Lacan sobre la droga es: “La droga es lo que permite romper el casamiento del cuerpo con el
‘pequeño pipí’”.
Para poder comprender, es necesario partir de varios puntos. En primer lugar puntuar qué significa la
“inscripción del falo”. Según Lacan, “el falo es la conjunción de ese parásito, el pequeño cabo de cola en cuestión,
con la función de la palabra”. Se trata de que el pene responda al significante, eso es lo que comúnmente
llamamos “falo”. Para que el falo esté inscripto no alcanza con que alguien tenga pene, hace falta además que
ese órgano responda en cierta manera a la palabra. Entonces, la inscripción del falo coincide, con esa relación
entre un órgano y la palabra. Esto es lo que Lacan después llamó “hacer de un órgano un instrumento”. Esto
responde a que el órgano pueda ser utilizado como herramienta, en este caso podría ser relacionarse con el otro
sexo.
Hay un “error común” en confundir lo real del órgano con su articulación al significante en tanto
instrumento”. Para diferenciar claramente órgano e instrumento, pene y falo, podemos escribirlo de la siguiente
manera dentro del cuadro:
Tiempo 0 Tiempo 1 Tiempo 2

Puro autoerotismo Onanismo como soldadura Síntoma

Pene, órgano Inscripción del falo, instrumento

Otro rasgo que permite identificar al falo es la posibilidad del órgano (pene) de tumescencia y detumescencia,
es decir que posea capacidad de erección. Entonces si en lo real hay un órgano que tiene esa alternancia real,
eso encaja muy bien imaginariamente con la alternancia simbólica de la presencia y ausencia, característica
esencial del falo. Lacan señala que el falo es más importante por su ausencia que por su presencia; ya que a
partir de esa ausencia se instala el complejo de castración. Consecuentemente, y a partir del Edipo, esa
alternancia del órgano es leída como falo-no falo o como presencia-ausencia.
Lo que para Freud es el puro autoerotismo, Lacan lo llama “Goce Real”, que no se encuentra anudada al falo,
es una satisfacción fuera de la regulación fálica. El autor considera que esta sería la verdadera toxicomanía,
donde efectivamente, la droga permite romper con el falo y se pierde toda medida. El exceso propio de la
toxicomanía muestra muy bien ese fuera de regulación fálica; si hay una función que tiene el falo es poner
medida a las cosas. La sobredosis habría que pensarla como fuera de la medida fálica.
De este modo, se pueden considerar diferentes usos de la droga:

52
♦ Hay un uso de la droga que permite mantener una satisfacción onanista estancada, conservando el
casamiento con el órgano.
♦ Hay otro uso que permite tomar coraje y enfrentar al Otro sexo y poner en función el falo. En este caso
parece más bien una muleta para el falo.
♦ Por último, aquello que puede empezar en un intento de mantenerse casado con el falo, o en un intento de
ponerlo en función, finalmente se desamarra, se suelta del falo y provoca la manía por el tóxico.

Tiempo 0 Tiempo 1 Tiempo 2


Puro autoerotismo Onanismo como soldadura Síntoma
Pene real. La pulsión más Inscripción del falo Puesta en función del falo
elemental
Goce real Goce fálico: estancado Goce fálico: desplazamiento

Los goces y la toxicomanía (Fabián Naparstek)

En esta sección el autor se propone especificar qué tipo de satisfacción se encuentra en la toxicomanía y el
alcoholismo, ya que constituye un dato clínico el hecho de que se obtiene algún tipo de satisfacción en el
consumo. También presenta el concepto de goce y sus diferentes implicancias.
Si bien lo que Lacan llama “goce” no figura en tanto tal como un concepto en Freud, es de él de quien extrae
esa idea y la hace un concepto central de su enseñanza. Freud sostiene, rompiendo con la idea del hedonismo,
que hay muchas cosas que nos dan satisfacción y que no implican ningún bien para el individuo. A partir de esto
Lacan se pregunta qué es el goce, respondiendo que “se reduce aquí a no ser más que una instancia negativa”. El
goce es lo que no sirve para nada, se trataría de un plus de satisfacción que no sirve para nada. Lo que Lacan
llama goce no es más que la pulsión de muerte freudiana.
Otra noción de goce proviene del discurso jurídico y es la de Usufructo, lo cual implica el disfrute de la cosa en
tanto se transforma en un objeto de apropiación. Uno puede gozar como quiere, jurídicamente hablando, de
aquello que posee; por supuesto, con ciertas restricciones, siempre y cuando no invada el campo de los otros.
Entonces se plantea la cuestión de qué es lo primero de lo cual uno puede hacer usufructo. Freud pone de
manifiesto toda la gama del goce, incluso su cuerpo, es decir que hay una relación estrecha entre el goce y el
cuerpo. La idea de Lacan es que el lugar del goce es el cuerpo. En este sentido, Lacan define el goce como la
relación del ser parlante con su cuerpo.
En el recorrido de Lacan se plantean diferentes tipos de goce, entre ellos el goce sexual y el goce a secas.
Al tratar de situar de qué satisfacción se trata en la toxicomanía y el alcoholismo, el primer planteo de Miller
es la idea de que hay cierto goce del toxicómano y del alcohólico que no pasa por el Otro, que no pasa por el
campo del Otro. En la toxicomanía no se pasa por el Otro sexo, que supone tener que pasar por el encuentro con
el cuerpo del otro y que implica la diferencia. A su vez, ese pasar por Otro supone poner en función al falo.
Finalmente, Miller agrega que “existe otro tipo de goce que no pasa por el cuerpo del Otro sino por el propio
y que se inscribe bajo la rúbrica del autoerotismo, digamos que es un goce cínico, que rechaza al Otro, que

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rehúsa que el goce del cuerpo propio sea metaforizado por el goce del cuerpo del Otro y que opera como un
cortocircuito llevado a cabo en el acto de masturbación, que precisamente asegura al sujeto su casamiento con
el pequeño pipí”. No pasa por el otro y tampoco por un otro semejante en el sentido de la homosexualidad, se
queda consigo mismo y asegura su casamiento con el pequeño pipí. Así, vemos desprenderse la especificidad del
goce toxicomaníaco, que en efecto no pasa por el Otro, pero tampoco por el goce fálico. El goce de la
toxicomanía rompe con lo fálico, es la “huída” ante el hecho de plantearse problemas sexuales; es un goce que
lleva a la muerte literalmente, es el goce a secas.
Se puede hacer uso de la droga para:
→ Insubordinarse al servicio sexual, lo cual es considerado como la verdadera toxicomanía, cuando se suelta
del Otro y de lo fálico y va a parar a un sin límites maníaco.
→ Para mantenerse estancado en el goce del onanismo como soldadura.
→ Para tratar de acceder al otro sexo como una muleta, cuando el falo tiene sus limitaciones y el sujeto no
soporta estas e intenta levantarlo para acceder al otro sexo.
Son diferentes usos, diferentes funciones de la droga que hay que tratar de situar en cada caso clínico. En la
clínica es necesario que hagamos un diagnóstico de lo que ubicamos como la función que cumple esa droga para
el sujeto. Esto es independiente de neurosis, psicosis o perversión, aunque se va a articular de modos diferentes
en cada estructura. Hay que poder articular estas dos cuestiones: estructura y función de la droga.
La tesis lacaniana de la ruptura retoma la idea freudiana de la masturbación como adicción primordial y la
especifica con su concepción de goce. Precisamente, con la aclaración de Miller en términos de un goce que
prescinde del Otro y de lo fálico. Esto muestra una satisfacción que no sirve para nada, que el sujeto no puede
soltar y que lo lleva a la muerte. La toxicomanía y el alcoholismo son dos modos patológicos que exhiben esa
característica del goce a secas de una manera terrible y con consecuencias funestas para quien lo padece.

Tres observaciones sobre la toxicomanía (Eric Laurent)

ANOREXIA Y BULIMIA

Apuntes de clase: trastornos alimenticios

1. Según Lacan cuando el bebé llora la mamá transforma eso en demanda, a partir de esto comienza a
incorporarlo en el lenguaje. La interpretación desencuentra deseo y necesidad.
2. En la anorexia y bulimia la interpretación esta alrededor del alimento y esto genera no un vacio, sino algo
que está lleno por eso el mismo sujeto procura el vacio. El contexto cultural influye en lo síntomas de
cada época, ahora hay una pérdida de limite.
3. La bulímica AUN (incluso) MÁS, nunca es suficiente, la demanda no tiene fondo, no se encuentra en el
consumo. La bulímica no come comida sino de lo que la comida hace singular. Esto tiene que ver con la
demanda de amor diferente en
4. la anorexia reclama su derecho a su amor en donde ningún objeto lo alcanza jamás. No tiene que ver con
el objeto sino con el vacio, está en juego el objeto simbólico no real y las maneras son la bulimia y la
anorexia.

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El síntoma es en relación al otro. Le da un triunfo al yo imaginario. Podría pensarse que en la anorexia puede
perderse al gran Otro y el síntoma se pensaría como una certeza más ligado a lo psicótico. Los síntomas
contemporáneos (anorexia, bulimia, etc.) tiene un efecto de división, esto genera sufrimiento y obstaculiza
contiene un enigma, el síntoma se presenta como un mensaje simbólico, esta demanda está en la transferencia
simbólica. También puede ser un síntoma en la psicosis acompañando una idea delirante o una certeza con la
imagen del cuerpo.
Es la demanda de amor lo que moviliza a estos sujetos. La dirección de la cura: el bebe hace y el gran Otro
sanciona eso como demanda, es necesario que el bebé entienda que eso que él hace es una demanda, esta
también luego se convierte en una demanda de la madre: demandas cruzadas. El amor está relacionado con la
madre en trastornos alimenticios.
El gran Otro real luego se transforma en omnipotente, no siempre se puede satisfacer la demanda: desde
ahora las demandas si son de presencia o ausencia van a ser siempre demanda de amor. Es importante que el
otro este (no es tanto la necesidad sino la demanda de amor ejemplo ya no importa la leche sino que la madre
este).
¿Por qué se produce un trastorno? Puede que la madre confunda sus cuidados con el don del amor, la
demanda del niño es siempre de alimento, siempre se le da todo y el niño juega con el rechazo como un deseo:
anorexia si no hay lugar para lo que no se responde (siempre alimentándolo) al negarse a satisfacer la demanda
de la madre, el sujeto con el síntoma se niega a eso para salvaguardar su deseo. Para que la madre tenga un
deseo fuera de él: clínica del estrago.
No es una estructura sino un síntoma: anorexia mental. No es un no comer es COMER NADA, esto existe en el
plano simbólico por otro es un lugar que se trata hacer equivaler a un deseo. Se saborea ese nada y gracias a
esto ella depende de él, relación dirigida al gran Otro.

La última cena: anorexia y bulimia (Recalcatti)

Apartado 1: Aun más.

1- Aun más… es la demanda que insiste sin palabras y en una forma desesperada en el ataque bulímico. El
“mal infinito” de la demanda bulímica (no existe nunca otro suficiente que pueda colmarla) muestra en su
punto extremo, la intersección con la demanda de amor en cuanto tal.
2- Lo que sabe la anoréxica es que eligiendo comer la nada rechaza el mundo del tener y reclama su derecho
a ser, su derecho al amor.
3- La demanda de amor no tiene fondo. Es ésta una de las verdades que la bulímica encarna. En el caso de la
protesta
4- de la anoréxica ningún objeto vale el amor, ningún objeto puede retener eso que no está en el orden del
tener, ningún objeto puede colmar el vacío de ser del sujeto, ningún objeto alcanza jamás. Es ésta la
función de la “nada” en la anoréxica: nada vale si no es signo del amor. Nada, ni siquiera el objeto-comida
puede suturar la falta que habita al sujeto. No obstante, el “todavía más” de la bulímica indica la
presencia en el objeto comida de algo de lo real que no es posible simbolizar, indica el resto puramente
pulsional del objeto oral. Indica la cifra del goce de la pulsión oral, goce enlazado no a la realidad de la
sustancia sino al vacío, porque la pulsión oral no se resuelve en la absorción del objeto, sino en bordearlo,
circundando la falta dejada por la pérdida del objeto. Porque cuando la bulímica come no come comida

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sino come aquello que no se puede comer, como eso de lo que la comida hace simulacro, el objeto
perdido, come el vacío, esa cosa que padece del significante.
El punto donde esta búsqueda sin aliento del tener, encuentra la inconsistencia del ser; el vacío otra vez, en
lugar de la plenitud.

Apartado 2: El último banquete

La última cena es un drama donde el consumo comunitario del alimento está suspendido en el cumplimiento
de un destino fatal; después caerá la noche fría de la soledad. Se rompe el pacto con el Otro. Es el lamento
constante de la anoréxica bulímica: el Otro traiciona, abandona, es el Otro del no-amor. La noche de la anorexia
bulímica es la noche de una soledad infinita.
El espiritualismo de la anoréxica está vinculado a la estética de la imagen, al culto mundano y moderno del
cuerpo delgado. Esto responde a la exigencia de un dominio de un control integral del ideal sobre la pulsión.
Es por esto que la bulimia es obscena porque muestra el resto real del goce que la acción sublimatoria de la
cocina y de la comensalidad (disposición o gusto de sentarse a comer a la mesa con alguien) no logran jamás
inscribir en su totalidad dentro del campo del lenguaje. Porque la pulsión apunta a satisfacerse, apunta a comer
no la comida sino el vacío como cavidad, como residuo.
La última cena no es jamás verdaderamente la última. La mesa del Otro es abandonada y se ofenden sus
reglas: la anoréxica con su rechazo radical de la comida y la bulímica con su voracidad sin límites, resaltan la
ruptura de la comensalidad con el otro. La anoréxica-bulímica acepta la oferta del Otro pero solo para rechazarla,
para decir que no. ¿A quién? Al Otro que no la quiso, aquel que la inscribió en modo forzado en un orden ya
escrito.
La anoréxica-bulímica, a diferencia de lo que cree, no traiciona solo a los otros que, como ella están invitados
al banquete, sino que traiciona sobre todo al Otro. Quiere sustraerse al Otro del lenguaje y a sus leyes para
preservar la propia integridad en modo absoluto. La anoréxica-bulímica imputará siempre al Otro la causa de su
mal. Se transformará en un esqueleto viviente para hacérsela pagar al Otro, para chantajear su voluntad, para
extorsionar al Otro de cuyo amor se sintió privada, a ese Otro que la echó de su mesa.

“El cuerpo en la clínica psicoanalítica”-Tizio, H.

Anorexia y bulimia.
El aspecto variable del síntoma es lo que nos lleva a hablar de nuevas formas de síntoma y ubicar algo en la
época. Para tomar una de las envolturas actuales del síntoma hablaremos de una forma de malestar: anorexia y
bulimia.
Estamos acostumbrados a manejar la referencia de Lacan “la anorexia come nada”. El primer paso es
contextualizar, este fragmento se extrae del seminario IV, pero cuando se recorta se pierda de vista cómo hace
funcionar Lacan, en ese momento, este sintagma “la anorexia come nada”. Y luego ¿qué es esa nada?
Cuando Lacan dice “come nada” lo hace porque hay predominio de lo simbólico. Este nada existe solamente
en el plano de lo simbólico como tal, es algo absolutamente diferente a la negación de la actividad. ¿Cómo hace
funcionar ese comer nada? Frente a lo que tiene delante, es decir la madre de quien depende, hace uso de esa
ausencia que saborea y gracias a este nada consigue que ella dependa de él. Es decir que este comer nada lo

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hace funcionar en relación al Otro. Es un “nada” porque la función del significante, en ese momento, es anular
borrar la sustancia. Entonces, este objeto nada es producido como anulación simbólica del objeto real.
En el seminario VIII toma esta misma frase pero con un matiz diferente porque lo hace en relación con la
doble demanda: la demanda de ser nutrido que es la demanda de amor y por otro, la demanda de dejarse nutrir,
que es la demanda que viene del Otro y que pone en primer plano la cuestión del objeto.
La conducta anoréxica testimonia de la presencia ciega del deseo, deseo innombrado y ciego. ¿Qué es este
deseo? Lacan dice que en la realidad la demanda oral tiene un trasfondo que es demanda sexual y que Freud la
remitió al tema del canibalismo.
He visto varios episodios anoréxicos en adolescentes que aparecen como un impasse a lo que se podría
llamar el segundo tiempo freudiano de la sexualidad, el encuentro con el Otro sexo.
Otra referencia es la relación de anorexia- saber. En donde en el seminario XXI Lacan aborda la cuestión de
que no hay deseo de saber sino horror a saber; primeramente hay un deseo de saber atribuido al Otro. Freud
pone en evidencia que no hay deseo de saber. Que se trata de la construcción de una respuesta, mejor dicho, de
una respuesta que se construye. El sujeto no pregunta para saber sino porque supone que el Otro quiere saber.
Existe el desalentar el saber, porque hay horror de saber sobre el goce. No es una relación con el saber en el
sentido que le damos al término, sino que es una relación de conocimiento, un conocimiento que trabaja para no
saber, un conocimiento que pone obstáculos al saber.
Cuando hablamos de anorexia o bulimia tenemos que ubicar su funcionamiento.
Referencia de Miller y Laurent: El otro que no existe.
Miller ubica la anorexia del lado del sujeto y se podría decir que es la estructura misma de todo deseo,
mientras que la bulimia pone en primer plano la función del objeto. Desde esta perspectiva podemos pensar en
la anorexia el rechazo del otro. Tanto la bulimia como la anorexia se pueden pensar en relación con la alienación
y la separación. La bulimia del lado de la alienación y la anorexia como rechazo, del lado de la separación.
La bulimia, es decir, la ingesta y el vomito es una lógica de positivar y negativizar el objeto. Abordar estas,
parece obligado cuando se toma el síntoma como acontecimiento del cuerpo, pero podemos ver que tiene una
complejidad interesante.
Lacan de bulimia en uno de sus seminarios hace referencia a la frase: “el que come no está solo”. Se puede
pensar esto en una observación de la clínica, en relación con el vacio.
A partir del estudio de estos casos se podría pensar que en realidad muchos de estos síntomas son llamados
al Otro, como regulador en un momento, donde hay un encuentro con el goce. Son adolescentes que están en
un momento de impasse del encuentro con el Otro sexo, donde hay una gran oferta de goces auto eróticos y
serias dificultades de pasar por el Otro. Estos síntomas plantean las modalidades actuales de la evitación o
postergación del cuerpo a cuerpo.

Valor del diagnóstico para cada sujeto (casos clínicos)

Caso G.

En la primera presentación de G. él menciona expresamente que es alcohólico, luego de lo cual relata la


historia de su adicción y las consecuencias que ha tenido en su vida. Pudimos notar que ese diagnóstico de
“alcohólico”, a pesar de provenir del ámbito médico/psiquiátrico, realmente representa al sujeto, o mejor dicho,
él se deja representar por ese significante, se identifica con él y le da paso al momento de nombrar su síntoma.

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Es decir que detrás de esa palabra hay un malestar que aqueja fuertemente al sujeto y que tiene relación directa
con el consumo de alcohol y con la imposibilidad de controlarlo. Creemos que G. sabe qué dice cuando dice que
es alcohólico (a pesar de que como categoría diagnóstica no signifique nada en cuanto a lo particular) ya que
todo el valor que él pone en esa palabra tiene un correlato vivencial cargado, como dijimos, de mucha angustia.
Esto se puede notar en el hecho de que decide internarse por su problemática.

Caso L.

A diferencia del caso anterior, L. no llega por cuenta propia a consulta sino por imperativo de su madre; de
hecho al llegar menciona que no quiere estar allí. Lo interesante de este caso es cómo la adolescente responde
ante la pregunta de qué significa ser anoréxica: se ríe y luego de unos instantes en silencio comienza a hablar,
pero no de la comida ni de su condición de “anoréxica”, diagnóstico emitido desde el paradigma médico.
A partir de esto podemos considerar que esta chica no se identifica con ese diagnóstico a pesar de que sus
síntomas coinciden con los criterios de tal afección. Ese significante, proveniente del campo del Otro, no la
representa, no dice nada de ella en su singularidad. Ella decide hablar de otras cosas, menciona la presencia de
una madre asfixiante y deja claro que su familia está “encima de ella” con respecto a la comida. Pero el
diagnóstico en sí mismo tiene poco valor al momento de funcionar como identificación.
MODULO 8:

Singularidad

Teniendo en cuenta los casos clínicos vistos en clase en relación a toxicomanías y trastornos alimenticios,
resulta importante tanto como interesante dar cuenta de cómo un nombre o denominación sirve para
identificarse con él y cómo influye eso en el diagnóstico que se está emitiendo. Es decir que en este caso
tratamos de pasar desde el nombre común, universal propio de las clasificaciones, a algo más particular y
acotado, propio de cada cual. Todos los sujetos podemos ubicar algo de uno mismo que es completamente
diferente a los demás.
En este mismo sentido Miller desarrolla su conferencia inaugural del ICBA, denominada “El ruiseñor de
Lacan”. En ella da cuenta de esta cuestión de la SINGULARIDAD, partiendo de la idea de que en la clínica y su
transmisión debemos priorizar lo singular, más que lo general o universal: “Quizás en este aspecto somos clínicos
posmodernos. Si privilegiamos el caso particular, el detalle, lo no generalizable, es en la medida en que ya no
creemos en las CLASES (las de los sistemas de clasificación)”.
Existen varios fundamentos por los cuales Miller, en representación del psicoanálisis, sostiene esta tesis:
♦ Nuestros sistemas de clasificación son MORTALES porque son HISTÓRICAS. Sabemos que estas
clasificaciones tienen algo relativo, artificial, artificioso, que son solamente SEMBLANTE; esto es, no se
fundamentan ni en la naturaleza, ni en la estructura, ni en lo real. Foucault ya lo propuso en el prólogo a
“Las palabras y las cosas” en la década del 60. A partir de un cuento de Borges demuestra hasta qué punto
las clasificaciones son irrisorias. Las ciencias las utilizas y en algún punto son instrumentales y funcionales,
pero en sí mismas son irracionales.
Estas clases solo se presentan hoy fundamentadas en la verdad, que VARÍA. Es decir que nuestras
clasificaciones producen efectos de verdad, pero el fundamento en ella no es el fundamento en lo real. La
verdad siempre es de un lugar, un tiempo y un proyecto particular. Estamos en una cultura del
HISTORICISMO, que muestra que cada categoría que utilizamos tiene una historia.

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♦ En estas clasificaciones a partir de signos patológicos podemos ubicar una clase a la cual se pertenece. De
manera que es inherente a toda práctica del diagnóstico que el individuo se vuelva un EJEMPLAR dentro de
una clase.
♦ También existe el logicismo o las paradojas de la lógica que nos hacen dudar de las clases, que ridiculizan la
inducción. Además, las clasificaciones no se construyen puramente a nivel teorético y contemplativo, donde
se puede dar lugar a esas paradojas, sino que siempre refieren a una práctica efectiva que ya existe:
tenemos confianza en los predicados que permiten predicciones que ya se han verificado hasta hoy. Es decir
que elegimos nuestras teorías de clasificación no en función de lo datos sino de nuestra práctica lingüística.
Esta no es una garantía absoluta sino específicamente pragmática.
En este sentido lo que distingue a nuestra época es que sabemos de esto, sabemos del artificio de estas
categorías y de su fundamento en la práctica lingüística.
♦ Miller indica que el espíritu del DSM se caracteriza por una alianza entre el nominalismo (que afirma que
solo existe el individuo particular y que todos los nombres son artificiosos) y el pragmatismo, ya que en él la
nosografía evoluciona en función de nuestros modos de actuar. Esto habla de un semblante, de un
“atificialismo absoluto y un pragmatismo constante”. Consecuencia: el individuo se encuentra APARTADO,
disyunto de este juego y juega su partida, hace sus cosas, al lado de este caos artificioso.
♦ Lo universal de la clase nunca está completamente presente en un individuo: éste puede ser el ejemplo de
una clase, pero siempre será un ejemplo con una “laguna”. Este déficit de toda clase universal en un
individuo es el rasgo que hace que justamente este sea SUJETO. Hay sujeto cada vez que el individuo se
aparta de la especie, del género, de lo universal. Esto es algo que hay que recordar en la clínica, para no
aplastar al sujeto con las clases que utilizamos. A partir del cuento borgeano que plantea la cuestión del
ruiseñor de Keats, Miller afirma nuevamente que “llamamos sujeto al efecto que desplaza sin parar el
individuo, que aparta al individuo de la especie, que aparta lo particular de lo universal, y el caso de la
regla”. “Hoy estamos en un mundo donde las ovejas se clonan y en el cual no es imposible que las gallinas
tengan dientes. Es entonces la clínica para nuestra época, en un mundo que podemos experimentar que ha
vuelto a la contingencia y a sus sorpresas. En este, un caso particular no es nunca el caso de una regla o de
una clase. Solo hay excepciones a la regla: he aquí una fórmula universal, paradójica, que creo poder
formular”.
♦ Diferencia entre el diagnóstico como un arte, el arte de juzgar un caso sin regla y sin clase prestablecida, y
un diagnóstico automático que refiera cada individuo a una clase patológica. Esta es, de alguna manera, la
utopía del DSM.
¿Cuáles son las reglas, las clases, los universales que se inventan en el psicoanálisis? El sujeto analizante inventa
la manera según la cual él subsume su propio caso bajo la regla universal de la supuesta especie de los sujetos.
Esta regla se trata de un universal muy particular: la AUSENCIA DE UNA REGLA. Éste es el universal negativo, es la
ausencia de un programa, la ausencia de una programación sexual: es lo que Lacan llamó al NO RELACIÓN
SEXUAL. Y esto se deduce también de lo que permitió acumular como dato la experiencia freudiana. El sujeto
está siempre obligado a inventar su modo de relación con el sexo, sin estar guiado por una programación natural.
Ese modo de relación particular y peculiar, es el SÍNTOMA y viene al lugar de esa programación natural que no
hay. Por esto el sujeto se constituye siempre como excepción a la regla, y esa invención de la regla que le falta la
hace bajo la forma del síntoma.

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El síntoma en este sentido sería la regla propia de un sujeto, según la cual se distribuye su libido. En el
transcurso de la experiencia analítica el síntoma se purifica hasta ser desinvestido al final. Sin embargo, siempre
queda un residuo investido del síntoma, lo que Lacan llamaba el OBJETO PEQUEÑO a.

Este planteo de Miller tiene consonancia con lo que hemos visto en clase en relación el punto de falla de
cualquier estructura: ese es el punto donde se aloja lo particular, un punto que no se deja definir ni detectar por
ninguna estructura, de otra manera todos los sujetos seríamos igualmente estructurados. Lo que clasificamos no
da singularidad, eso nos sirve justamente para saber donde NO BUSCAR.
¿Qué es eso que no entra en las categorías? Es lo que llamamos lo “singular por la vía positiva” (ya que
permite identificarlo), es aquello que no se puede modificar, aquello que será SIEMPRE así, algo de lo que no se
puede escapar. Es lo que podemos llamar “LO INVARIABLE”.
Lacan intenta llegar hasta donde estaba eso singular. Cerca de los años 60 trabaja con el “Estilo”, concepto
proveniente del campo literario y que designaba el modo de escribir de alguien. Lacan dirá que “el estilo hace al
hombre”, y que el estilo es el OBJETO a.
En el Seminario X el objeto es entendido como CAUSA, a partir del cual se BUSCA. En la constitución subjetiva
este objeto debe ser cedido al Otro (le cedo el pecho, pero luego se buscará en el campo del Otro, luego se lo
pido). Si este objeto no es cedido, ese agujero real queda tapado, por lo tanto si se cede deja abierto un lugar
para seguir buscando en el campo del otro; esto es lo que determina el circuito de la pulsión. El ESTILO entonces
será la relación que cada uno tiene con sus OBJETOS: allí aparece lo singular porque toca lo REAL, que afecta
también al cuerpo.
Del Seminario I al IX Lacan trabajó otro concepto en este mismo sentido: el NOMBRE PROPIO, que será
entendido como el punto de máxima singularidad de alguien. En el Seminario I es conceptualizado como aquello
que alguien puede ubicar al final de la cura. En el seminario IX el Nombre Propio hace una “marca” que por un
lado deja una inscripción inaugural inscrita en el cuerpo y para siempre, pero por otro lado deja un vacío.
Ese nombre llega a partir del Otro y es por eso que el Nombre Propio tiene connotaciones del deseo de la
madre, de la novela familiar, del mito individual del neurótico. Sin embargo, esto no alcanza a ser lo que Lacan
denomina el RASGO UNARIO, que es aquello variante en cada sujeto.
Al final de su enseñanza, Lacan dirá que lo que NO CAMBIA ES EL SÍNTOMA: esto incluye un significante que
dice sobre la manera de gozar y, a su vez, incluye significaciones. Cada sujeto encontrará ese rasgo unario
representado por el síntoma en el transcurso del Análisis. De esta forma, el Nombre Propio ES EL NOMBRE DEL
SÍNTOMA; es un punto en el que, durante el tratamiento, algo se detiene, está fijado y es inamovible.
La pregunta que surge es: si es invariable, ¿qué se debe hacer con eso? Sabemos de ese goce (satisfacción en
la insatisfacción) pero cómo se lo tratará. Justamente el final de análisis consiste en poder “Arreglárselas” con
eso, es decir, SABER HACER ALLÍ CON ESO. Se trata de poder hacer que eso implique menos sufrimiento, lo cual
de todas formas incluye los puntos de falla.

DSM IV

Criterios para el diagnóstico de Esquizofrenia

A. Síntomas característicos: Dos (o más) de los siguientes, cada uno de ellos presente durante una parte
significativa de un período de 1 mes (o menos si ha sido tratado con éxito):

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1. Ideas delirantes 
2. Alucinaciones 
3. Lenguaje desorganizado (p. ej., descarrilamiento frecuente o incoherencia)
4. Comportamiento catatónico o gravemente desorganizado 
5. Síntomas negativos, por ejemplo, aplanamiento afectivo, alogia o abulia

Nota: Sólo se requiere un síntoma del Criterio A si las ideas delirantes son extrañas, o si las ideas delirantes
consisten en una voz que comenta continuamente los pensamientos o el comportamiento del sujeto, o si dos o
más voces conversan entre ellas.

B. Disfunción social/laboral: Durante una parte significativa del tiempo desde el inicio de la alteración, una o más
áreas importantes de actividad, como son el trabajo, las relaciones interpersonales o el cuidado de uno mismo,
están claramente por debajo del nivel previo al inicio del trastorno (o, cuando el inicio es en la infancia o
adolescencia, fracaso en cuanto a alcanzar el nivel esperable de rendimiento interpersonal, académico o laboral).

C. Duración: Persisten signos continuos de la alteración durante al menos 6 meses. Este período de 6 meses debe
incluir al menos 1 mes de síntomas que cumplan el Criterio A (o menos si se ha tratado con éxito) y puede incluir
los períodos de síntomas prodrómicos y residuales. Durante estos períodos prodrómicos o residuales, los signos
de la alteración pueden manifestarse sólo por síntomas negativos o por dos o más síntomas de la lista del
Criterio A, presentes de forma atenuada (p. ej., creencias raras, experiencias perceptivas no habituales).

D. Exclusión de los trastornos esquizoafectivo y del estado de ánimo: El trastorno esquizoafectivo y el trastorno
del estado de ánimo con síntomas psicóticos se han descartado debido a: 1) no ha habido ningún episodio
depresivo mayor, maníaco o mixto concurrente con los síntomas de la fase activa; o 2) si los episodios de
alteración anímica han aparecido durante los síntomas de la fase activa, su duración total ha sido breve en
relación con la duración de los períodos activo y residual.

E. Exclusión de consumo de sustancias y de enfermedad médica: El trastorno no es debido a los efectos


fisiológicos directos de alguna sustancia (p. ej., una droga de abuso, un medicamento) o de una enfermedad
médica.

F. Relación con un trastorno generalizado del desarrollo: Si hay historia de trastorno autista o de otro trastorno
generalizado del desarrollo, el diagnóstico adicional de esquizofrenia sólo se realizará si las ideas delirantes o las
alucinaciones también se mantienen durante al menos 1 mes (o menos si se han tratado con éxito).

Criterios para el episodio depresivo mayor

A. Presencia de cinco (o más) de los siguientes síntomas durante un período de 2 semanas, que representan un
cambio respecto a la actividad previa; uno de los síntomas debe ser 1 estado de ánimo depresivo o 2 pérdida de
interés o de la capacidad para el placer.

Nota: No se incluyen los síntomas que son claramente debidos a enfermedad médica o las ideas delirantes o
alucinaciones no congruentes con el estado de ánimo.

1. Estado de ánimo depresivo la mayor parte del día, casi cada día según lo indica el propio sujeto (p. ej., se
siente triste o vacío) o la observación realizada por otros (p. ej., llanto). En los niños y adolescentes el estado de

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ánimo puede ser irritable
2. Disminución acusada del interés o de la capacidad para el placer en todas o casi todas las actividades, la mayor
parte del día, casi cada día (según refiere el propio sujeto u observan los demás)
3. Pérdida importante de peso sin hacer régimen o aumento de peso (p. ej., un cambio de más del 5 % del peso
corporal en 1 mes), o pérdida o aumento del apetito casi cada día. Nota: En niños hay que valorar el fracaso en
lograr los aumentos de peso esperables
4. Insomnio o hipersomnia casi cada día
5. Agitación o enlentecimiento psicomotores casi cada día (observable por los demás, no meras sensaciones de
inquietud o de estar enlentecido)
6. Fatiga o pérdida de energía casi cada día
7. Sentimientos de inutilidad o de culpa excesivos o inapropiados (que pueden ser delirantes) casi cada día (no
los simples autor reproches o culpabilidad por el hecho de estar enfermo)
8. Disminución de la capacidad para pensar o concentrarse, o indecisión, casi cada día (ya sea una atribución
subjetiva o una observación ajena)
9. Pensamientos recurrentes de muerte (no sólo temor a la muerte), ideación suicida recurrente sin un plan
específico o una tentativa de suicidio o un plan específico para suicidarse

B. Los síntomas no cumplen los criterios para un episodio mixto.

C. Los síntomas provocan malestar clínicamente significativo o deterioro social, laboral o de otras áreas
importantes de la actividad del individuo.

D. Los síntomas no son debidos a los efectos fisiológicos directos de una sustancia (p. ej., una droga, un
medicamento) o una enfermedad médica (p. ej., hipotiroidismo).

E. Los síntomas no se explican mejor por la presencia de un duelo (p. ej., después de la pérdida de un ser
querido), los síntomas persisten durante más de 2 meses o se caracterizan por una acusada incapacidad
funcional, preocupaciones mórbidas de inutilidad, ideación suicida, síntomas psicóticos o enlentecimiento
psicomotor.

Criterios para el diagnóstico de Trastorno depresivo mayor, episodio único

A. Presencia de un único episodio depresivo mayor.

B. El episodio depresivo mayor no se explica mejor por la presencia de un trastorno esquizoafectivo y no está
superpuesto a una esquizofrenia, un trastorno esquizofreniforme, un trastorno delirante o un trastorno psicótico
no especificado.

C. Nunca se ha producido un episodio maníaco, un episodio mixto o un episodio hipomaníaco.

Nota: Esta exclusión no es aplicable si todos los episodios similares a la manía, a los episodios mixtos o a la
hipomanía son inducidos por sustancias o por tratamientos o si se deben a los efectos fisiológicos directos de
una enfermedad médica.

Criterios para el diagnóstico de Trastorno depresivo mayor, recidivante

A. Presencia de dos o más episodios depresivos mayores.

Nota: Para ser considerados episodios separados tiene que haber un intervalo de al menos 2 meses seguidos en
los que no se cumplan los criterios para un episodio depresivo mayor.

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B. Los episodios depresivos mayores no se explican mejor por la presencia de un trastorno esquizoafectivo y no
están superpuestos a una esquizofrenia, un trastorno esquizofreniforme, un trastorno delirante o un trastorno
psicótico no especificado.

C. Nunca se ha producido un episodio maníaco, un episodio mixto o un episodio hipomaníaco.

Nota: Esta exclusión no es aplicable si todos los episodios similares a la manía, a los episodios mixtos o a la
hipomanía son inducidos por sustancias o por tratamientos, o si son debidos a los efectos fisiológicos
directos de una en

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