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Sermones de Esperanza

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Sermones de

Esperanza
Sermones de Esperanza

La Cura de
un Leproso
"Cuando descendió Jesús del monte, le seguía mucha gente. Y he aquí vino un leproso y se postró ante él,
diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme. Jesús extendió la mano y le tocó, diciendo: Quiero, sé limpio. Y al
instante su lepra desapareció. Entonces Jesús le dijo: Mira, no lo digas a nadie; sino ve, muéstrate al sacerdote, y
presenta la ofrenda que ordenó Moisés, para testimonio a ellos". (Mateo 8: 1-4).
Había algo maravilloso en Jesús. Las personas iban a donde Él estaba. Había algo extraordinario en el mensaje y
en las palabras del Maestro de Galilea. Multitudes lo buscaban. No tenía un momento de tranquilidad. Las
personas querían escucharlo, porque sus palabras traían esperanza, perdón, vida y seguridad. Ya pasaron dos
mil años desde que Jesús anduvo por las calles de Jerusalén, pero, aún hoy las multitudes continúan
siguiendo a Jesús.
Hoy, tú lo estás siguiendo a través del mensaje. Tal vez, nunca leíste la Biblia, pero en este momento te estás
encontrando con las palabras de Jesús. Hoy abriremos la Biblia, porque la mejor manera de que Jesús te hable,
es a través de las Sagradas Escrituras. El predicador es simplemente un instrumento.
Puedo verte rostro en este momento, pero no puedo ver tu corazón. ¿Quizás estás viviendo un momento difícil
en tu relación familiar, y tal vez pensando hasta en el divorcio? ¿Tal vez estas desempleado y ahogado en
deudas? ¿Estás preocupado por la vida de tu hijo? ¿Te sientes solo, rechazado, o abandonado? ¿Estás enfermo
o tienes un ser querido en el hospital y no sabes qué hacer? Pues hiciste lo mejor que podrías haber hecho: Venir
a este lugar para escuchar y ver lo que la Palabra de Dios te quiere decir.
El texto bíblico dice: "Y he aquí vino un leproso y se postró ante Él , diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme"
(Mat. 8:2). En la época en que Cristo vivió, los leprosos no podían andar libres en la calle. Eran aislados en "el
valle de los leprosos". Tenían prohibido salir y andar libremente por la calle a causa del peligro de contagio para
las personas que no estaban contaminadas. Pero el texto bíblico dice que el leproso se aproximó al Señor Jesús.
¿Qué podemos decir? Este hombre estaba desesperado, su carne estaba completamente podrida, cayéndose a
pedazos. Estaba aislado, rechazado, olvidado por los amigos y por los seres más queridos. No tenía futuro, ni
esperanza. Su única salida era Jesús, porque oyó hablar que tenía el poder de curar. Entonces, aquel leproso
venció muchas dificultades para llegar a Jesús. Sin duda, las personas lo rechazaron, le pidieron que se apartase,
le prohibieron acercarse, en fin, crearon una montaña de dificultades. Pero el texto bíblico dice que el leproso se
acercó al Señor Jesús. Yo no sé qué dificultades has vencido para venir a este lugar y comenzar a escuchar y
leer la Biblia. La verdad es que, a lo largo de la historia, los seres humanos que quisieron tener un encuentro
personal con Cristo, tuvieron que vencer dificultades y, tal vez, la más grande de todas sea el prejuicio.
Seguir a Jesús no es fácil, pero la recompensa es grandiosa.
Seguir a Jesús no es fácil, pero la recompensa es grandiosa. Veremos al final de la historia de este leproso, cómo
valió la pena que él haya vencido todas las dificultades. Tú también tendrás dificultades si quieres acercarte a
Cristo. Tendrás montañas de problemas. Pero en el nombre de Jesús, no te desanimes. Vence todas las barreras
que tengas que vencer, porque la recompensa de tu encuentro con Cristo será muy grande.
El texto bíblico sigue diciendo que el leproso se acercó a Jesús y lo adoró. La primera cosa que el leproso hizo no
fue pedirle a Jesús que lo curara; lo primero que hizo fue adorar al Señor Jesús. Millones y millones de personas
buscan al Señor Jesús por carencia. Lo buscan porque lo necesitan, porque están desesperados, porque no
saben qué hacer, porque no saben a dónde ir, pero ¿cuántos buscan a Jesús para adorarlo y reconocerlo como el
Dios Todopoderoso, Creador del cielo y la tierra? Jesús podrá hacer maravillas en tu vida, a medida que lo
reconozcas y lo aceptes como tu Dios y como tu Salvador, y a medida que estés listo para adorarlo.

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Sermones de Esperanza

Después de esto, viene el pedido del leproso: "Señor, si quieres, puedes limpiarme" . No dice: "Señor purifícame,
cúrame". Dice: "Si quieres".
En la oración que Jesús enseñó a sus discípulos en el Sermón del Monte, enseñó a los seres humanos que
cuando oramos debemos decir siempre: “Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra” . (Mat.
6:10) El sermón del Monte fue pronunciado en los capítulos 4 a 7 de San Mateo. Ahora, en el capítulo 8 se narra
el encuentro del leproso con Jesús. ¿Será que el leproso había escuchado ya el Sermón del Monte y había
aprendido a pedir, colocando todo en las manos y voluntad del Señor Jesús? Pues el leproso hizo eso. No dijo:
"Señor, haz esto conmigo, ¡cúrame o límpiame! Él dice: "Señor, si quieres". En otras palabras: "Hágase tu
voluntad".
Jesús conoce el fin de tu vida desde el principio.
Mi amigo, Jesús conoce el fin de tu vida desde el principio. Jesús sabe lo que es mejor para ti. A veces, piensas
que este camino es el mejor, y lo escoges, pero al final, acabas golpeándote. Pero, a través de la lectura de la
Biblia, aprendemos que el mejor camino para nosotros, no es el que nos parece que es correcto, sino el camino
que Dios sabe que debemos seguir. La voluntad de Dios es soberana, y cuando nosotros como seres humanos,
ajustamos nuestra vida a Su voluntad, sólo vamos a ganar.
¿Qué planes tienes? ¿Qué sueños tienes? ¿Qué necesidades tienes? te pregunto: ¿Ya colocaste todo eso en las
manos de Dios y ya le dijiste: "Señor, Hágase tu voluntad' ? Si quieres, dame ese empleo. Si quieres, ayúdame a
pasar ese examen. Si quieres, ayúdame a encontrar una novia. Si quieres, sana a mi hijo.
La Biblia nos enseña que lo mejor que puede pasar con el ser humano, es aquello que Dios quiere para el propio
ser humano. Lo maravilloso de este texto bíblico es que: "Jesús extendió la mano y le tocó" (Mat. 8:3). Jesús
siempre está dispuesto a extender la mano, y cuando lo hace, no es para maldecir, ni para herir, ni para matar;
cuando él extiende su mano es para sanar, curar y transformar.
Y en este momento, Jesús está a tu lado, aunque no lo puedas ver.
En los tiempos de Jesús, la ley de Moisés prohibía tocar a un leproso. Jesús aquí, por amor al ser humano, va
contra todo lo que era tradición del pueblo judío. Ellos decían: "No se puede tocar a un leproso", pero Jesús
extendió la mano y lo tocó. Y en este momento, Jesús está a tu lado, aunque no lo puedas ver. No puedes verlo
porque Jesús no está en cuerpo, está en la persona de su Santo Espíritu. Mas, Jesús quiere extender Su mano
en tu dirección. Él conoce las luchas que enfrentas, tus problemas, tus dificultades y tus necesidades. Y si en tu
corazón abres tus sentimientos y pensamientos a Jesús, y le dices: "Jesús, necesito de Ti, si es Tu voluntad,
ayúdame a resolver este problema". Entonces, Jesús extenderá su mano, con toda seguridad, y te tocará. Y al
terminar este mensaje estarás completamente transformado.
Jesús exclamó: "Quiero, sé limpio" (Mat. 8:3). Ah, querido, la voluntad de Dios no es que vivamos sucios en el
pecado. La voluntad de Dios no es que vivamos arruinando nuestra familia con alcohol, con cigarros o con otras
cosas. La voluntad de Dios no es que vaguemos por la vida sin esperanza y sin sentido, no es que pasemos las
noches llorando acostados en la cama, sin saber por qué, sintiendo un vacío en el corazón. La voluntad de Dios
no es que vivamos esclavizados por algún vicio del cual no podamos librarnos. Por eso, Jesús dice: "Quiero, sé
limpio".
¿Será que en este momento estás clamando por ser limpio, purificado, curado por el Señor Jesús? El texto bíblico
dice: "Y al instante su lepra desapareció".
La lepra en aquellos tiempos era símbolo de pecado. El pecado arruina la vida de las personas. Delante de Dios,
todos somos pecadores. San Pablo dice: "Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios"

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Sermones de Esperanza

(Rom. 3:23) La palabra de Dios confirma: "No hay justo ni aun uno” . (Rom. 3:10) Pablo agrega: "Porque la paga
del pecado es muerte". (Rom. 6:23) todos nosotros, desde que nacemos, vinimos a este mundo con pecado. El
pecado es la naturaleza pecaminosa. Todos nacemos con propensiones, con tendencias, con inclinaciones al
pecado. Cuando crecemos, luchamos para no seguir los instintos de nuestro corazón salvaje, pero no lo
conseguimos. Podemos disfrazar, podemos aparentar que todo está bien, la sociedad puede creer que somos
buenos ciudadanos, la familia puede creer que somos buenos padres, buenos esposos, buenas esposas, buenos
hijos, pero en el fondo de nuestro corazón sabemos que somos pobres esclavos de nuestra naturaleza
pecaminosa. Esa naturaleza pecaminosa está simbolizada por la lepra. El pobre leproso de los tiempos de Cristo
no podía arrancar la lepra de su cuerpo porque estaba mezclada en sus propias células, en su propia carne.
Intentar arrancar la lepra sería intentar arrancar su propia carne. Era necesario un milagro. Y Jesús es el Jesús de
los milagros. Jesús apareció en la vida de aquel pobre leproso. El creyó que Jesús podía hacer algo en su vida.
Venciendo las dificultades, se aproximó a Él, y Dios hizo maravillas en la vida del leproso.
Puedes ir a Jesús, y decir: "Señor, si quieres, puedes purificarme”.
No importa quién seas. No importa cuáles son las luchas o los dramas que estás viviendo. Puedes ir a Jesús, y
decir: "Señor, si, quieres, puedes purificarme". Y puedes tenerla seguridad de que el brazo poderoso de Jesús se
extenderá y curará completamente tu vida. Esa cura se extenderá a tu familia. Tendrás un hogar feliz, mejores
hijos, serás un mejor esposo, una mejor esposa, las cosas pasadas quedarán atrás, todo será hecho de nuevo.
El texto bíblico termina diciendo que Jesús miró al leproso curado y le dijo: "Mira, no lo digas a nadie; sino ve,
muéstrate al sacerdote, y presenta la ofrenda que ordenó Moisés, para testimonio a ellos" . (Mat. 8:4).
En aquel tiempo, cuando un leproso era curado tenía que ir al sacerdote llevando una ofrenda, y entonces, el
sacerdote públicamente, lo declaraba limpio. Hoy no existe más esa costumbre. ¿Qué hace hoy un pecador
cuando es curado por el Señor Jesús? Va a la iglesia y lleva la ofrenda que es su propio corazón. Participa del
bautismo que es un testimonio público de que aceptó a Jesús y fue curado.
El siguiente paso es ir a la iglesia y pasar por la experiencia del bautismo.
Por lo tanto, si Jesús está operando milagros en tu vida, si desde que comenzaste a estudiar la Biblia ya viste las
maravillas que Dios hizo contigo, el siguiente paso es ir a la iglesia y pasar por la experiencia del bautismo. San
Marcos 16:16 dice: "El que creyere y fuere bautizado, será salvo..." . Si crees en Jesús, ya hiciste la mitad del
camino, pero aún no llegaste; tienes que bautizarte. Si abres la puerta de tu corazón y aceptas el bautismo,
entonces serás como el leproso que fue curado y se presentó delante del sacerdote llevando una ofrenda. La
ofrenda que Jesús quiere de ti es tu corazón, tu cuerpo; que entres en las aguas del bautismo para que toda tu
historia pasada sea lavada y que renazcas a una vida completamente nueva.
No hay tiempo que perder, hoy es el día de tu decisión.

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Sermones de Esperanza

La Cura del
Criado de un
"Entrando Jesús en Capernaum, vino a él un centurión, rogándole, y diciendo: Señor, mi criado está postrado
en casa, paralítico, gravemente atormentado. Y Jesús le dijo: Yo iré y le sanaré. Respondió el centurión y dijo:
Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; solamente di la palabra, y mi criado sanará. Porque también yo
soy hombre bajo autoridad, y tengo bajo mis órdenes soldados; y digo a éste: Ve, y va; y al otro: Ven y viene: y a
mi siervo: Haz esto, y lo hace. Al oírlo Jesús, se maravilló, y dijo a los que le seguían: De cierto os digo, que ni
aun en Israel he hallado tanta fe. Y os digo que vendrán muchos del oriente y del occidente, y se sentarán con
Abraham e Isaac y Jacob en el reino de los cielos, más los hijos del reino serán echados a las tinieblas de afuera;
allí será el lloro y el crujir de dientes. Entonces Jesús dijo al centurión: Ve, y como creíste, te sea hecho. Ysu
criado fue sanado en aquella misma hora". (Mateo 8: 5-13).
La salvación también es para los buenos ciudadanos.
El milagro que estudiamos en el primer capítulo fue la cura de un leproso. En este capítulo, quien se acerca a
Jesús no es un leproso, sino un centurión. Es un militar que tiene bajo su comando 100 soldados. Quiere decir
que éste era un militar con "rango". Profesionalmente progresó. Era un líder. Un hombre respetado. Era un
hombre que tenía dinero y posesiones. Un hombre importante. En el primer capítulo, quien se acercó a Jesús
fue un leproso, un pordiosero, un limosnero, un hombre sin posesiones, rechazado, abandonado y solitario.

Ahora, se aproxima a Jesús un hombre completamente diferente. Lo que Jesús está queriendo decir es que la
salvación no es solamente para los drogadictos, para los delincuentes, para las prostitutas, para los leprosos y
para los miserables de esta vida; la salvación también es para los buenos ciudadanos, para los hombres ilustres,
bien educados, para los buenos padres de familia. Este centurión se aproximó a Jesús con un pedido: "Señor, mi
criado está postrado en casa, paralítico, gravemente atormentado ". (Mat. 8:6).

Ninguna profesión puede ser argumento para que dejes de seguirlo.


Hay algo que debemos destacar en la vida de este centurión: era un militar. Generalmente, los militares tienen
fama de ser hombres duros. Pero aquí hay un centurión que cree en Jesús. Una lección que aprendemos de
esto es que la profesión que una persona tiene, no es impedimento para seguir a Jesús. Tú puedes ser un
soldado, puedes ser un ingeniero, un arquitecto, un abogado, puedes ser un político. La profesión que ejerces,
aunque algunas tengan la fama de ser duras y que no combinan con una vida cristiana, aun así, lo que Jesús te
está diciendo es que ninguna profesión puede ser argumento para que dejes de seguirlo. Este centurión estaba
preocupado por su criado. Él estaba en su casa, acostado en una cama, enfermo y sufriendo horriblemente.

¿Eres tal vez un padre o una madre cuyo hijo está en casa, enfermo espiritualmente? ¿Eres una esposa cuyo
marido no quiere saber nada de la Palabra de Dios? Puedes clamar como lo hizo el centurión. Él clamó por su
siervo. Clama tú por tú esposa, por tu esposo, por tu hijo.

Este siervo estaba paralítico. La parálisis es una enfermedad terrible, en el sentido de que mentalmente, el ser
humano puede hacer cualquier cosa, puede caminar y saltar. Pero, cuando sale de su mundo de imaginación,
descubre que su cuerpo no puede; está muerto. Su mente puede subir montañas, pero su cuerpo no. Su mente
puede saltar y correr, pero su cuerpo no. Su cuerpo está muerto.

Esto me recuerda a San Pablo, cuando dice en el capítulo 7 a los Romanos, hablando de su situación espiritual:
"Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago ". (Rom. 7:15).

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Sermones de Esperanza

Y después, en el versículo 24, exclama: "¡Miserable de mí!¿quién me librará de este cuerpo de muerte?" (Rom.
7:24). ¿Quién me librará de este cuerpo muerto? El cuerpo muerto es la naturaleza pecaminosa. Tú tienes esa
naturaleza, yo también, todos los seres humanos la tenemos y, por lo tanto, somos paralíticos espirituales. A
nuestra mente le gustaría servir a Dios, a nuestro corazón le gustaría alabar el nombre de Dios, andar en sus
caminos, dar el paso del bautismo, unirnos a la Iglesia, servir al Señor, pero nuestro cuerpo nos arrastra a la vida
de pecado, al vicio, a la bebida, al cigarrillo, a la promiscuidad. El paralítico es un hombre que tiene una lucha
terrible entre su mente y su cuerpo; y como resultado de eso, sufre horriblemente. ¿Tu marido está sufriendo
horriblemente? ¿Tu esposa, tu hijo o tú están sufriendo horriblemente porque quieren seguir a Jesús, pero no
lo logran a causa del cuerpo de muerte que están cargando, un cuerpo que no quiere servir a Jesús?

Gracias a Dios, el centurión fue a buscar ayuda en la única persona capaz de proporcionarla de verdad. Porque
muchas personas de nuestros días están buscando ayuda en los lugares equivocados. Pero tú viniste a buscar
ayuda al lugar correcto. El centurión fue a Jesús, era el único que podía ayudarlo de verdad. Y Jesús dijo al
centurión: "Yo iré y le sanaré" (Mat. 8:7). Resolveré el problema de tu siervo.

Jesús continúa viniendo, entrando en las casas.


Un día, allá en el reino de los cielos, cuando el ser humano estaba condenado por su pecado a perdición y
muerte eterna, Jesús se presentó delante de su Padre y le dijo: "Yo iré y lo sanaré. Iré a la Tierra para salvar al
ser humano. Iré para transformarlo, está sufriendo horriblemente, es un pobre paralítico, con su mente quiere
servir, pero su cuerpo no lo logra, pero Yo iré y le sanaré".

Desde aquel día, Jesús continúa viniendo, entrando en las casas, entrando en los corazones para curar a las
personas. ¡Es una pena que no pueda derrumbar la puerta de un corazón para entrar a la fuerza! Tú debes abrir
tu corazón. Y si lo abres, Él entrará y te sanará. La especialidad de Jesús es sanar; Él quiere sanarte ahora. Si
no decidiste dar el paso del bautismo todavía, es porque tal vez tienes miedo de no poder cumplir, pero Él puede
sanarte.

Tal vez te estás preguntando que no puedes bautizarte porque todavía fumas y piensas que vas a dar mal
testimonio en la iglesia o quizás tienes problemas que resolver, tienes cosas que vencer y arreglar. Pero, todo lo
que tienes que hacer es abrir tu corazón, porque este Jesús que dijo un día: “Yo iré y lo sanaré". Quiere entrar en
tu corazón y sanarte.

Los versículos 8 y 9 dicen: "Respondió el centurión y dijo: Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo;
solamente di la palabra y mi criado sanará. Porque también yo soy hombre bajo autoridad y digo a éste: Ve, y va;
y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace" (Mat. 8:8-9). ¿Comprendes la fe de ese centurión? Él
dice: "Si yo que tengo autoridad sobre cien soldados, y cuando ordeno, hacen lo que les pido, tú que tienes
autoridad no solamente sobre cien soldados, sino sobre el mar, el cielo, la tierra y todo lo que existe, tú puedes
hacer maravillas. Por lo tanto, gracias porque quieres ir a mi casa, pero sé que tienes otras personas para ayudar
y curar, no necesitas perder tiempo yendo a mi casa, simplemente ordena, porque tu voz, tu palabra basta".

Querido, hoy necesitamos aprender la lección del centurión


Y la Biblia dice: "Al oírlo Jesús, se maravilló, y dijo a los que le seguían: De cierto os digo, que ni aun en Israel he
hallado tanta fe" (Mat. 8:10). La fe del centurión estaba depositada en la palabra del Señor Jesús, porque él
pensó: "Si la palabra de Dios tuvo poder para crear, ¿no tendrá poder para sanar?". Cuando no había nada, Dios
dijo: "Sea la luz y fue la luz" (Gen. 1:3) hoy existe algo, por lo menos un cuerpo paralítico. Si Dios pudo hacer de
la nada todo lo que existe, ¿no puede hacer de un cuerpo paralítico uno saludable? Por eso, el centurión dijo: "No

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Sermones de Esperanza

necesitas ir a mi casa, ¡basta que lo digas!" Querido, hoy necesitamos aprender la lección del centurión.

En una ocasión una persona digo “No me siento salvo". No necesitas sentir que estás salvo. Los sentimientos
humanos son traidores. Cuando las cosas van mal, nos hacen sentir que estamos bien, y cuando están bien, nos
hacen sentir lo contrario. Si quieres ser dirigido por tus sentimientos, puedes terminar muerto. El libro de
Proverbios dice que: "Hay camino que al hombre le parece derecho; pero su fin es camino de muerte” (Prov.
14:12). No creas en tus sentimientos, cree en la palabra creadora y redentora de Jesús. Si Él te dice en este
momento: "Yo puedo curarte como curé al siervo del centurión", entonces, cree en la palabra redentora.

Éste es el momento de entregarle el corazón a Jesús.


Dios tuvo poder para crear. A lo largo de la Biblia vemos el poder de Dios manifestado de muchas maneras: abrió
el Mar Rojo, cerró la boca de los leones, curó leprosos, abrió los ojos a los ciegos, hizo andar a los paralíticos,
¿qué puede haber en tu vida que Dios no pueda sanar? Pero, por otro lado, pregunto: ¿Cómo puede Jesús
hacer alguna cosa en tu vida si tú no quieres, si no lo aceptas? Por lo tanto, éste es el momento de entregarle el
corazón a Jesús.

El texto continúa diciendo: "Y os digo que vendrán muchos del oriente y del occidente, y se sentarán con Abraham
e Isaac Jacob en el reino de los cielos; más los hijos del reino serán echados a las tinieblas de afuera; allí será el
lloro y el crujir de dientes" (Mat. 8:11-12). Al contemplar la fe del centurión, Jesús dijo: Muchos hombres que
hoy están perdidos, que no saben nada de Jesús y que viven sufriendo, cuando vean ese testimonio, vendrán
corriendo para sentarse a la mesa del reino.

La mesa del reino de los cielos está lista, esperándote. ¡Acepta la invitación divina! No seas como aquellos
que aun habiendo estado en la iglesia, habiendo oído la palabra de Dios, finalmente, se perderán por no haber
creído. No es suficiente el hecho de que estés estudiando la Biblia. No es suficiente el hecho de ir siempre a la
iglesia. Debes creer, aceptar. Debes abrir tu corazón. Debes dar el paso del bautismo. Únete a la iglesia de Dios.
Y entonces, tú también te sentarás a la mesa servida por el Rey, allí en el reino de los cielos.

Debes dar el paso del bautismo.


El Espíritu de Dios está llamándote. Él está trabajando en tu corazón. ¡Este es tu momento! ¡Hoy es el día de las
buenas nuevas! ¡Hoy es el día de la salvación! Mañana puede ser demasiado tarde. Es ahora que el Espíritu de
Dios te dice: ¡Ven!

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Sermones de Esperanza

La Cura de la
Suegra de Pedro
"Vino Jesús a casa de Pedro, y vio a la suegra de éste postrada en cama, con fiebre. Y tocó su mano, y la fiebre
la dejó; y ella se levantó, y les servía." (Mateo 8: 14, 15).
A Jesús le gustaba entrar a la casa de las personas.
Un día, Zaqueo se sentía despreciado y rechazado. Era un ladrón, y su conciencia le decía que no merecía
acercarse a Jesús. Subió a un árbol y desde allí miraba al Maestro y cuando Jesús lo vio le dijo: "Zaqueo, date
prisa, desciende, porque hoy es necesario que pose y o en tu casa" . (San Lucas 19:5).
Jesús siempre quiere entrar en las casas.
En el pasaje bíblico, vemos a Jesús entrando en la casa de Pedro. Como tú puedes ver, a Jesús le gustaba visitar
la casa de las personas. Pero este pensamiento va más lejos, San Pablo dice que nuestro cuerpo es el templo del
Espíritu Santo. Nuestro corazón es un templo, nuestro cuerpo es la casa de Dios. Jesús quiere vivir en nosotros a
través de su Santo Espíritu. Jesús siempre quiere entrar en las casas. A veces, no puede entrar porque la casa
está llena de basura por todos lados: polvo en los muebles; las paredes todas manchadas, sucias, ¡la casa es un
desastre!.
Jesús podría transformar toda esa situación, en un segundo; sólo que no puede entrar sin el consentimiento de la
persona. Jesús nunca entra por el techo, ni por la ventana; Jesús entra por la puerta, no la derrumba. Espera que
la puerta sea abierta, y la única persona que puede abrirla es el dueño del corazón. La puerta se abre del lado de
adentro. En Apocalipsis, Jesús dijo: "He aquí, yo estoy a la puerta y llamo" . (Apoc. 3:20). En el griego original
dice: "He aquí yo estoy a la puerta llamando". El verbo llamar está en gerundio. Jesús no deja de llamar, está
siempre haciéndolo. El Señor llama a la puerta de tu corazón diciendo: "Hijo, quiero entrar en tu casa. Y si tú lo
permites, voy a poner todo en orden y en armonía, voy a darte paz. Paz entre tú y tu esposa. Entre tú y tus hijos.
Salud, bendiciones materiales, todo. Yo quiero entrar en tu casa, pero no puedo entrar a la fuerza".
Muchos hijos están muriendo literalmente en vida.
Pedro abrió su casa y Jesús entró. Y cuando Jesús entra, no encuentra las cosas limpias y ordenadas, casi
siempre encuentra tragedias, problemas y luchas. Jesús encontró, en la casa de Pedro, a la suegra enferma
consumida por las llamas de la fiebre. Hoy, muchas veces en nuestras casas, nuestros hijos están ardiendo en
fiebre, no es fiebre física. Las llamas que están consumiendo las vidas de nuestros hijos son las llamas de la vida
moderna, de los mensajes diabólicos que vienen a través de la televisión, del cine, de la música, de la literatura,
del sexo antes del matrimonio. "Todo está permitido" dicen. Esas llamas vienen en forma de filosofías modernas,
como el cigarro, bebida embriagantes. Muchos hijos están muriendo literalmente en vida, ardiendo en fiebre,
consumidos por las llamas del secularismo.
¿Qué es el secularismo? El hombre secular no niega la existencia de Dios. El ateo niega a Dios, el secular lo
acepta, pero en la vida del secular, Dios es poca cosa, casi nada, vale muy poco, no influye en nada. El secular
es miembro de iglesia, pero eso no modifica su vida. Dios es apenas un detalle. Dios sirve, en el mejor de los
casos, en ocasiones de peligro. Cuando está pasando por momentos difíciles, allí el secular clama: ¡Ay, mi Dios,
sálvame! Después que pasa el peligro, Dios no cuenta para nada. Eso es secularismo. Y esto está devorando la
vida de nuestros hijos.
Las llamas del secularismo están quemando la vida de nuestros hijos. Pero, si abres la puerta de tu casa y dejas

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Sermones de Esperanza

entrar a Jesús, las cosas pueden ser diferentes. El texto bíblico dice en el versículo 15: "Y tocó su mano, y la
fiebre la dejó; y ella se levantó, y les servía" . (Mat. 8:15) ¿De qué vale que Jesús te salve si continúas en la vida
de pecado? ¿De qué sirve que Jesús entre en tu casa y te cure si continúas viviendo una vida de pecado que te
lleva de nuevo a la enfermedad? ¿De qué sirve que Jesús entre en tu vida si continúas atado a los vicios de
antes? ¿De qué sirve que Jesús entre en tu casa, si vas a continuar peleando con tu marido o tu mujer, haciendo
escándalo delante de todo el vecindario? No, cuando Jesús sana, lo hace para toda la vida. Cuando te salva, lo
hace para que vivas una vida de santidad.
El texto bíblico dice que cuando Jesús curó a la suegra de Pedro, "ella se levantó, y les servía". Hoy fuiste curado
por Jesús. Entonces, inmediatamente, tienes que levantarte y comenzar a servir a Jesús. Tal vez, te estés
preguntando: ¿Cómo puedo servir a Jesús?.
Primero, tienes que bautizarte. Tienes que pasar por las aguas del bautismo y dar testimonio público de que
entregaste tu corazón a Jesús.
En segundo lugar, tienes que buscar inmediatamente a otras personas que no conozcan a Jesús, y comenzar a
ayudarlas. Si miras a tu alrededor, en el vecindario, ¡encontrarás tantos buenos vecinos que no conocen la Biblia!
En el salón de clases, ¡tantos jóvenes que no conocen a Jesús! En tu lugar de trabajo, ¡tantas personas que
nunca oyeron hablar de Cristo!.
Jesús quiere que vivas como un hombre completamente nuevo.
Hoy fuiste curado. Levántate inmediatamente y sirve al Señor. Entra a la Iglesia a través del bautismo, comienza a
cantar, sé un diácono, comienza a servir, comprométete con la iglesia, participa de la vida de la iglesia. Si fuiste
curado y permaneces acostado, la fiebre volverá. Fuiste curado, ¡vive como un hombre saludable! Fuiste
transformado. Tu pasado no existe. Las cosas viejas fueron hechas nuevas. Jesús quiere que vivas como un
hombre completamente nuevo.
Se cuenta la historia de un perro sarnoso, pulguiento, flaco, con una pata quebrada que un día fue encontrado por
un médico. Tuvo compasión del perro y lo llevó a su casa, le curó la pata, le sacó las pulgas, lo alimentó, y en
pocos meses, el perro estaba gordo y lleno de vida. Un día, el médico dejó la puerta abierta y el perro
desapareció. El hombre pensó: ¡Qué perro ingrato! Hice de todo por él, ahora dejo la puerta abierta y se va. Al día
siguiente, alguien estaba arañando la puerta. El médico la abrió y vio a su perro de vuelta, pero no estaba solo,
había traído otros cinco perros pulguientos, sarnosos, flacos y con las patas quebradas.
Yo creo que esta historia fue inventada por alguien, seguramente no debe ser verdad. Pero nos enseña una
lección maravillosa: Todos nosotros, un día cuando no conocíamos a Jesús, vivíamos en la lepra del pecado.
Vivíamos en la parálisis de nuestra incapacidad. Estábamos quemándonos con la fiebre de este mundo. Jesús
entró en nuestra casa y nos curó. Entonces, lo único que resta es levantarnos y servir al Señor Jesús, tomar la
decisión del bautismo y después, seguir buscando a otras personas que no conocen a Jesús, para traerlas al
Maestro.
¿No te gustaría decirle a Jesús: "Señor, yo quiero servirte, quiero bautizarme, quiero ganar a otras personas para
ti, quiero enseñar la Biblia a otros"?.

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Sermones de Esperanza

El Poder de
la Palabra Divina
"Y cuando llegó la noche, trajeron a él muchos endemoniados; y con la palabra echó fuera a los demonios, y sanó
a todos los enfermos; para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, cuando dijo: El mismo tomó nuestras
enfermedades, y llevó nuestras dolencias". (Mateo 8: 16, 17).
Él, simplemente con la palabra. ¡Qué poder extraordinario tiene la Palabra de Dios! La primera vez que
encontramos mencionada la palabra de Dios fue en la creación, en Génesis, capítulo 1. Por el poder de su
palabra apareció la luz, por el poder de su palabra fueron creados los animales, las plantas y todo el mundo. Su
palabra, al principio tuvo poder creador. Después vino el enemigo de Dios y arruinó la obra de la creación,
destruyó la vida de la criatura. El ser humano pasó a ser una caricatura. Cuando Jesús vino a esta tierra, encontró
la obra de la creación destruida: leprosos, paralíticos, endemoniados.
¿Qué es un endemoniado? Un hombre poseído completamente por el enemigo.
Dominado por otra fuerza mayor que la propia. No habla lo que quiere, no hace lo que quiere, no va a donde
quiere, es llevado por un espíritu inmundo.
Hoy, hay millones de seres humanos dominados por el espíritu del enemigo. Jesús vino a esta tierra para liberar a
los esclavizados por el poder del mal. Y el texto dice que "con la palabra echó fuera a los demonios" (Mat. 8:16).
Simplemente con la palabra. La palabra creadora del jardín del Edén ahora tiene un poder restaurador y salvador.
En el inicio Dios creó. Ahora ese mismo Dios en la persona de Jesús, salva, transforma, libera y cura. En el
versículo 17 continúa diciendo: "para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, cuando dijo: Él mismo tomó
nuestras enfermedades, y llevó nuestras dolencias" (Mat. 8:17).
¿Qué quiere decir el texto cuando afirma que Jesús liberó a los oprimidos del diablo, únicamente con el poder de
Su palabra? ¿De qué manera esto confirma lo que dijo Isaías cuando el profeta afirma que Jesús "tomó nuestras
enfermedades, y llevó nuestras dolencias” .
El vino a esta tierra para mostrarnos el camino de la libertad.
Para comprender esto tendríamos que leer el evangelio según San Juan, capítulo 1, versículo 1: "En el principio
era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios" (Juan 1:1).
Aquí está la palabra. En el principio era la palabra y la palabra era con Dios y la palabra era Dios. En el versículo
14, San Juan dice: "Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros y vimos su gloria, gloria como del
unigénito del Padre, lleno de grada y de verdad" (Juan 1:14).
"Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros" , o sea, la palabra se hizo carne y habitó entre nosotros.
Ahora viene Isaías y dice: Él mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras dolencias". Éste fue un acto de
amor. No fue fácil para Jesús, el Dios Creador de los Cielos y la Tierra, el Príncipe Eterno adorado por millones y
millones de ángeles convertirse en carne, transformarse en ser humano. Cuando Pablo escribe a los
Tesalonicenses, dice que Cristo se humilló a sí mismo y no le importó el hecho de ser semejante a Dios , sino que
se humilló tomando la forma de hombre y muriendo tan horrendamente en la cruz. ¡Qué amor maravilloso!
"El Verbo se hizo carne". "El mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras dolencias" . El vino a esta tierra
para mostrarnos el camino de la libertad. Cuando estuvo personalmente en la tierra, liberó a los que estaban
prisioneros del diablo. Y hoy, a través del poder de Su Espíritu, quiere continuar liberando a los esclavos del
enemigo. Para eso, para liberar, para salvar, para pagar el precio de nuestro rescate, el Verbo tuvo que hacerse

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Sermones de Esperanza

carne. Jesús mismo tuvo que tomar nuestras enfermedades y llevar nuestras dolencias. Pero, ¿por qué? ¿No
podría habernos salvado como Dios, sin necesidad de hacerse hombre? No, no podía. Para salvarnos era
necesario que Jesús tomase nuestras enfermedades y llevase nuestras dolencias.
"La paga del pecado es muerte" . (Rom. 6:23), dice Pablo. Todos nosotros habíamos pecado, por lo tanto, todos
merecíamos morir. Pero ahora viene Jesús, y viene para salvar. El diablo dice: "Tú no puedes llevarlos porque me
pertenecen. Se entregaron a mí voluntariamente. Son míos. Tú no tienes derecho sobre ellos. A no ser que estés
dispuesto a pagar el precio del rescate".
¿Cuál es el precio del rescate? "La paga del pecado es muerte" . Ellos pecaron, tiene que haber muerte. Tiene
que haber derramamiento de sangre. ¿El hombre no quiere morir? Muy bien, Cristo ama al hombre y no quiere
que éste muera. Entonces, Él se dispone a pagar el precio del pecado del hombre. Cristo se dispone a morir. Sólo
que Dios nunca muere. Por eso fue necesario que el Verbo se hiciese carne. Por eso fue necesario que Jesús
mismo tomase nuestras enfermedades v llevase nuestras dolencias.
No era un loco suicida que estaba muriendo.
Aquella tarde en la cruz del Calvario cuando Jesús murió, no era un loco suicida que estaba muriendo. Era un
Dios de amor que sabía que la única manera de rescatar al ser humano de la miserable situación en la que se
encontraba era morir por él. Y Cristo fue clavado en la cruz del Calvario. Murió de la forma designada para los
peores seres humanos, para los parias de la sociedad, para los asaltantes y delincuentes. Cristo, cuyo único
delito fue amar al ser humano, aceptó la muerte del peor de los delincuentes. Y de esta manera, se cumplió la
palabra del profeta Isaías.
Hoy, el precio ya está pagado. Hoy, las cadenas ya fueron rotas. Hoy, estás libre para salir al encuentro del Señor
Jesús, al encuentro de la felicidad, de la vida plena, sin vicios, sin perturbaciones, sin culpas, sin pasado. Estás
listo para vivir la vida en su plenitud. Pero, de nada vale que Cristo haya pagado el precio por ti, si tú no aceptas
voluntariamente la invitación de Jesús.
En la Biblia encontramos muchos milagros del Señor Jesús, donde la participación humana es indispensable.
Cuando transformó el agua en vino, el texto bíblico dice que antes, Jesús dio una orden a los hombres: "Llenad
estas tinajas de agua", (Juan 2:7) Mi pregunta es: ¿Si Él tenía poder para transformar el agua en vino, no lo tenía
para llenar las tinajas de agua? Claro que sí. Pero no lo hizo, porque Él sólo operará el milagro en la vida de aquel
que llena las tinajas de agua.
Si no abres tu corazón, Jesús no puede hacerlo por ti.
Tal vez te estés preguntando: ¿Pero qué quiere decir llenar las tinajas de agua? Esta es la participación humana.
Es decir: Sí. Es decir: Señor, acepto. Es decir: Señor, yo quiero. Es decidir. Si no haces eso, si no abres tu
corazón, Jesús no puede hacerlo por ti.
En otra ocasión, Jesús encontró un muerto, un cadáver. Yantes de resucitarlo, le dijo a los hombres: "Quitad la
piedra". (Juan 11:39) Si Jesús tenía poder para resucitar a Lázaro, ¿no tenía poder para retirar la piedra? Claro
que sí, pero no lo hizo. Porque el milagro divino solamente acontece cuando los hombres hacen su parte. Y la
parte de los hombres es abrir el corazón y aceptar que Dios haga la obra que tiene que hacer.
En otra ocasión, Jesús encontró a un ciego. Colocó barro en sus ojos y le dijo: "Ve a lavarte en el estanque de
Siloé". (Juan 9:7) Si Jesús tenía poder para abrir los ojos del ciego, ¿no tenía poder para lavarle los ojos? Claro
que sí, pero Jesús no va a hacer lo que el hombre debe hacer. La participación del hombre, es abrir el corazón.
Es decir: acepto.
Tú ya estás estudiando la Biblia. Tus ojos se han abierto a las grandes verdades bíblicas. Hay cosas de las cuales

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Sermones de Esperanza

no puedes huir. Sientes una voz en tu corazón que te dice: "Éste es el camino, transita en él" . Por otro lado,
escuchas otra voz diciendo: "¡Huye! ¡Corre!" Esa voz, con seguridad, no es de Dios.
Deja que las aguas del bautismo te den vida nueva.
Jesús ya hizo su parte. Su palabra ya sanó corazones. Su muerte ya pagó el precio. El Verbo ya se hizo carne.
Ya llevó sobre sí nuestras enfermedades y dolencias. No necesitas continuar viviendo desesperado, vacío, triste,
con tu familia hecha pedazos. No necesitas continuar viviendo esclavizado, dominado por el poder del enemigo.
El precio ya fue pagado. Toma tu decisión ahora. Ven al tanque de Siloé y lávate. Deja que las aguas del
bautismo te den vida nueva. Hoy es el día. No lo dejes para mañana.

Jesús Pone a Prueba


a los que Quieren
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Sermones de Esperanza

"Viéndose Jesús rodeado de mucha gente, mandó pasar al otro lado. Y vino un escriba y le dijo: Maestro, te
seguiré adondequiera que vayas. Jesús le dijo: Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos mas el Hijo
del Hombre no tiene dónde recostar su cabeza. Otro de sus discípulos le dijo: Señor, permíteme que vaya primero
y entierre a mi padre. Jesús le dijo: Sígueme; deja que los muertos entierren a sus muertos". (Mateo 8: 18-22).
En este texto encontramos la experiencia de dos personas: el primero es un escriba que quería seguir a Jesús:
"Maestro, te seguiré adondequiera que vayas" (Mat. 8:19), dice este hombre dirigiéndose a Jesús.
Este escriba decidió seguirlo después de ver los grandes milagros que hizo Jesús. Él había curado a un leproso,
había sanado al criado del centurión, había curado a la suegra de Pedro. Ya vimos que Jesús había libertado por
el poder de su palabra a muchos endemoniados. En fin, todo eso tocó profundamente el corazón del escriba. A
pesar de que los escribas eran hombres intelectuales, y no se dejaban llevar por la emoción, los milagros de
Cristo fueron tan impresionantes que tocaron los sentimientos del escriba. No lo pensó dos veces y dijo: "Maestro,
te seguiré adondequiera que vayas" (Mat. 8:19).
Sin embargo, Jesús que conoce todo, que ve el fin desde el principio, que conoce hasta los pensamientos más
íntimos del ser humano, sabía que la decisión de ese escriba no era verdadera. No era una decisión consciente.
Estaba movido o impresionado por los actos milagrosos que Jesús había operado. Su decisión era de "arena"; en
poco tiempo desaparecería. Por eso, para probarlo, Jesús le dijo: "¿Tú quieres seguirme? ¡Muy bien! Pero quiero
que sepas que hasta, las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos, más el Hijo del Hombre no tiene dónde
recostar su cabeza". El resultado fue que ese escriba dio media vuelta y se fue.
¿Qué tiene que ver eso con nosotros hoy? Tal vez, tú ya tomaste la decisión de seguir a Jesús. Ya has abierto el
corazón y aceptado a Jesús como tu Salvador, ya has expresado tu deseo de pasar por la experiencia del
bautismo. Pero debes tener la seguridad de que tu decisión no es simplemente, el fruto de la emoción del
momento.
Aquel hombre que decidió seguir a Jesús dio media vuelta y se fue, cuando vio las dificultades que el Maestro le
presentó. Nunca más tenemos registro de ese escriba en la Biblia.
Hay muchas iglesias que predican sobre milagros.
La pregunta que debes hacerte es: ¿Cuáles son los motivos que te están llevando a Jesús?
Hay muchas iglesias que predican sobre milagros, hacen milagros, hablan de milagros y están llenas. Es que los
seres humanos hoy, corren atrás de milagros y de cosas impresionantes.
La pregunta es: ¿Cuál es la motivación por la cual estás queriendo seguir a Jesús? ¿Estás esperando solamente
milagros, cosas impresionantes, curas milagrosas? ¿O, como el leproso que vimos en el primer capítulo, estás
viniendo para adorar a Jesús, independientemente si realiza milagros o no? ¿Estás yendo a Jesús para entregarle
tu corazón? Ésta es una pregunta que debes responder antes de pasar por la experiencia del bautismo. "Maestro,
te seguiré adondequiera que vayas" . Pero cuando Jesús dijo: "Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo
nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar su cabera" , el hombre desapareció.
La vida cristiana está llena de dificultades. Cuando tú decides seguir a Jesús, muchas veces los seres más
queridos te van a dar la espalda. A veces, tendrás que perder el empleo por causa del sábado. ¿Por qué hay
muchas iglesias que guardan el domingo? No solamente porque ignoran la verdad bíblica. Muchas veces, hasta la
descubren, solamente que no es fácil guardar el sábado. Prueba ahora que estás conociendo la Palabra de Dios;
pide permiso a tu jefe para tener el sábado libre. Vas a ver que las dificultades comienzan a aparecer.
Hay muchas personas que pierden el empleo por causa del sábado. Esposos que perturban la vida de la esposa
cuando ésta decide seguir a Jesús. Hijos que tienen vergüenza de los padres cuando éstos deciden seguir a

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Sermones de Esperanza

Jesús. Y también hijos que son perseguidos por sus padres porque decidieron seguir a Jesús. Amigos que antes
tenias ahora ya no lo serán más, hoy que entregaste tu corazón a Jesús, no estarán más; te dejarán, te
abandonarán. Pensarán que estás loco, que te están engañando. Te ridiculizarán porque andas con la Biblia.
Pero no tengas miedo. Esos amigos, tal vez, nunca lo fueron. En compensación, tú que estás entregando tu
corazón a Jesús, tú que vas a pasar por la experiencia del bautismo, estás ganando una familia mundial.
La Iglesia Adventista tiene más de 20 millones de miembros en el mundo entero.
La Iglesia Adventista tiene más de 20.008.779 millones de miembros en el mundo entero, en 215 países
diferentes, predica en 1002 lenguas y dialectos. Si vas a Japón, encontrarás hermanos adventistas que piensan y
creen como tú y alaban al mismo Dios. Si vas a Argentina, encontrarás también hermanos con la misma fe. En
Perú, Bolivia, Estados Unidos, Islandia, Gran Bretaña, Alemania, España, donde vayas, encontrarás una Iglesia
Adventista que espera a Cristo y que guarda el sábado. Encontrarás siempre una familia con los brazos abiertos
esperándote.
Algunos comentaristas bíblicos afirman que el escriba de nuestro estudio de hoy fue Judas y que, a pesar de eso,
lo siguió, pero no tenemos pruebas bíblicas ni históricas para afirmar esto. Lo que podemos ver es que este
hombre quería seguir a Jesús por intereses terrenales; quería un buen sueldo, salud, dinero, bendiciones.
Pensaba solamente en las cosas que podía recibir de Jesús. En ningún momento pensó en las cosas a las que
tenía que renunciar por causa del Maestro.
La vida del cristiano es una vida de entrega, de sacrificio y de renuncia.
La vida del cristiano es una vida de entrega, de sacrificio y de renuncia, pero en compensación, la paz que Cristo
coloca en el corazón, no tiene precio. Y las personas que ya pasaron por esa experiencia pueden contarte lo que
significa vivir la vida con Jesús.
Otro incidente que menciona el texto, comienza con el versículo 21, diciendo así: "Otro de sus discípulos le dijo:
Señor, permíteme que vaya primero y entierre a mi padre . Jesús le dijo: Sígueme; deja que los muertos entierren
a sus muertos" (Mat. 8:21). Este es otro caso. Aquí hay un discípulo que quiere seguir a Jesús, pero dice:
"Primero voy a sepultar a mi padre y después te seguiré".
El pensamiento bíblico no es el hecho de que sepultar al padre esté bien o mal, ¡claro que está bien! Tenemos el
deber cristiano de preocuparnos por nuestros padres. Pero el pensamiento en cuestión aquí es la disculpa de ese
discípulo para aplazar la decisión. Y a lo largo de la historia, ha habido hombres que escucharon el llamado del
Espíritu Santo. La voz de Dios estaba llamándolos e invitándolos a seguir a Jesús definitivamente. Tal vez, en
este momento, tú mismo estés sintiendo el llamado de entregar el corazón a Jesús y de prepararte para su
regreso, porque estamos viviendo en el fin de los tiempos.
Cuando contemplas todo lo que está sucediendo a tú alrededor, la delincuencia, la violencia, las guerras, los
terremotos, hambre, pestes, todo es evidencia de que Cristo está regresando. No hay mucho tiempo para perder,
tú lo sabes. Sientes al Espíritu de Dios llamándote, pero te resistes, no quieres aceptarlo, aplazas la decisión,
como aquel discípulo: "tengo que enterrar a mi padre". Dijo. "Voy a entregar mi corazón a Jesús cuando me
jubile". "Cuando me gradúe, ya no tendré problemas con el sábado, entonces voy a entregarle mi corazón a
Jesús". "Cuando me case". "Cuando crezca" "Cuando sea más viejo". "Cuando sea un adulto". "Cuando esto,
cuando aquello".
El ser humano vive inventando disculpas para no entregar el corazón a Jesús.
El ser humano vive inventando disculpas para no entregar el corazón a Jesús. Pero la invitación de Jesús es:
¡Hoy, hijo! No tienes por qué entregar tu vida de aquí a cinco años, tiene que ser hoy, ahora. El Espíritu de Dios

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Sermones de Esperanza

está trabajando en tu corazón en este momento, y es ahora cuando tienes que decidir.
¡Éste es el momento de tu decisión!
Jesús le replicó a aquel hombre: "Deja que los muertos entierren a sus muertos" . Jesús no estaba hablando en
contra del padre muerto de ese discípulo. Lo que estaba diciendo era: Deja las cosas de esta tierra. Por favor,
deja de pensar solamente en tu trabajo. Deja de pensar solamente en tus estudios, en las cosas terrenales. Las
cosas de este mundo son pasajeras y finalmente, desaparecen. ¡Piensa en Mí; piensa en la Vida Eterna; no
pienses en los 40 años que vas a vivir en esta tierra! ¡Este es el momento de tu decisión!.
Ya lo viste anteriormente. Jesús ya pagó el precio. Él está dispuesto a hacer maravillas en tu vida, pero no hará
nada si no le entregas el corazón y no tomas tu decisión.
¿Te gustaría levantarte y expresar tu deseo de pasar por la experiencia del bautismo? "¡Ah!", dirás tú: " Yo
todavía bebo alcohol". Eso tiene solución. "Yo fumo todavía". Eso también tiene solución. Todo tiene solución.
¡Nada es motivo para aplazar la hora del bautismo!.

Jesús Calma la
Tempestad
"Y entrando él en la barca, sus discípulos le siguieron. Y he aquí que se levantó en el mar una tempestad tan

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Sermones de Esperanza

grande que las olas cubrían la barca, pero él dormía. Y vinieron sus discípulos y le despertaron, diciendo: ¡Señor,
sálvanos, que perecemos! Él les dijo: ¿Por qué teméis, hombres de poca fe? Entonces, levantándose, reprendió a
los vientos y al mar; y se hizo grande bonanza. Y los hombres se maravillaron, diciendo: ¿Qué hombre es éste,
que aun los vientos y el mar le obedecen?" (Mateo 8:23-27).
El texto de hoy comienza diciendo que los discípulos siguieron al Señor.
Discípulo es aquel que sigue al Señor.
¿Estás seguro que ya eres un discípulo? Cuando Jesús estaba en esta tierra, había mucha gente que escuchaba
sus mensajes y veía sus milagros.
Muchas veces, hasta eran beneficiados con los actos de Cristo. En aquel milagro de la multiplicación de los panes
y peces, por ejemplo, fueron alimentadas, por lo menos 15 mil personas. Pero, la pregunta es: ¿Cuántos de ellos
lo siguieron?
¿Tú ya decidiste seguir al Señor Jesús?
El pensamiento bíblico es: hay mucha gente a la que le gusta oír la Palabra de Dios, pero son pocos los que
deciden seguirlo. ¿Tú ya decidiste seguir al Señor Jesús? ¿O solamente quieres beneficiarte con los milagros y
las bendiciones, pero no quieres comprometerte, no quieres entregar tu vida definitivamente, no quieres rendir tu
corazón a Jesús?
Dice el versículo 24: " Y he aquí que se levantó en el mar una tempestad tan grande que las olas cubrían la barca;
pero él dormía." (Mat. 8:24). En ese barco estaban Jesús y sus discípulos. Y de repente, todo se puso oscuro,
comenzó una tempestad y el barco quedó cubierto por las olas. Quiere decir que en la vida de quien tiene a
Cristo, también puede haber momentos oscuros. El hogar de aquel que aceptó a Jesús puede pasar también por
turbulencias. Hay mucha gente que piensa que cuando Cristo está con ella no tendrá dificultades. Pero Jesús
nunca prometió que sus hijos no tendrían problemas. Lo que sí prometió es que, en medio de los problemas, sus
hijos nunca estarían solos.
David escribió algunos Salmos con pensamientos maravillosos. En el Salmo 23, por ejemplo, dice: "Aunque ande
en valle de sombra de muerte... tú estarás conmigo" . No dice: "Nunca pasaré por el valle de sombra de muerte",
sino "aunque ande en valle de sombra de muerte". Jesús nunca prometió que tú no pasarías por el valle de
sombra de muerte, sino que cuando eso aconteciese, Él estaría contigo.
En el Salmo 46, David dice: "Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones" . La
promesa de Dios no es que nunca tendrás tribulaciones. La promesa es: "Seré vuestro pronto auxilio en las
tribulaciones". Tal vez te preguntes: "¿Cuál es entonces el mérito de amar a Jesús y seguirlo?" Yo pensaba que si
entrego mi vida a Jesús, nunca más tendría dificultades." Estás equivocado. Recuerda el capítulo anterior, cuando
el escriba decidió seguir a Jesús porque pensaba que si le entregase su vida nunca tendría dificultades, Jesús le
dijo: Un momento, "las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene donde
recostar su cabera" (Mat. 8:20).
Lo que Jesús estaba diciendo era: "Si tú me sigues, no quiere decir que tu vida no tendrá dificultades. Pero, si me
sigues, no estarás solo". Él nunca prometió que no llorarías, sino que cuando las lágrimas corriesen por tus
mejillas, Él las secaría. Y si Jesús personalmente puede secar mis lágrimas, entonces, ¡bienvenido sea el dolor!
Vivimos en un mundo de tristeza y dolor. Lo que el enemigo más desea es destruir la vida de los hijos de Dios,
perturbar la paz de la familia del Señor; por eso trae cáncer, enfermedades, traición, accidentes de tránsito,
pérdida de empleo, bancarrota. El enemigo soltó una carcajada porque sabía que aquel discípulo era un
interesado, que cuando llegasen las sombras, se iría. Por eso, debes tener la seguridad de que lo que te está

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Sermones de Esperanza

trayendo a Jesús no es solamente el interés por las bendiciones y por los milagros, sino el amor por el Señor
Jesús.
Él se hizo hombre de carne y hueso como tú y yo.
Había tormenta en aquella noche, Jesús estaba presente, pero dormía. ¡Qué cosa maravillosa! ¿Por qué Jesús
dormía? No me digas que porque era Dios y podía resolver el problema en cualquier momento, no. "El Verbo se
hizo carne". (Juan 1:14) "Él mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras dolencias" . (Mat. 8:17).
Él se hizo hombre de carne y hueso como tú y yo. También tenía temor y expectativas. Muchas veces, hasta
podía tener dudas en su corazón, pues era un ser humano. Sin embargo, era un ser humano que vivía en paz con
Dios. Cuando llegaba la noche, antes de dormir, se arrodillaba y conversaba con su Padre, recibía la paz del
Padre, y después se acostaba y dormía. Afuera podía estar soplando el viento, podía haber oscuridad, el agua
podía estar entrando en el barco, pero Él dormía porque había conversado con su Padre.
Cuando aprendas a conversar con tu Padre antes de dormir, no tendrás más miedo de nada. Por favor, no
pienses que, simplemente orando, los problemas van a desaparecer; es necesario que te levantes, que, como
Jesús, seas despertado, es necesario que salgas al frente y reprendas los vientos y el mar; es necesario todo
esto, pero no vale de nada si no hablaste con tu Padre, si no oraste, si no abriste la Palabra de Dios, si no te
alimentaste. Jesús dormía porque estaba en paz con Dios. Y cuando estás en paz con Dios, no tienes miedo a la
muerte, ni a la vida, ni al pasado, ni al futuro; no tienes miedo de pasar por debajo de una escalera, no tienes
miedo del viernes 13, ni de un gato negro, ni de la hechicería, de nada, porque Jesús está contigo.
Existe mucha gente que no tiene fe en el Señor, mas confía en los hombres.
El texto bíblico dice en el versículo 25: "Y vinieron sus discípulos y le despertaron, diciendo: ¡Señor, sálvanos, que
perecemos!” (Mat. 8:25) Jesús es el único que puede salvarte. No es San Pedro, ni San Juan, ni San Mateo, por
más hombres buenos que hayan sido, son sólo seres humanos como tú que dependieron del Señor Jesucristo.
No es la virgen María, por más santa y buena que haya sido, no tiene poder para salvar. Los discípulos estaban
en lo correcto. El único que podía salvar era Jesús. Si entre los discípulos quienes dijeron: "¡Señor, sálvanos!",
estaban Pedro y Juan, ¿Cómo puede alguien hoy, arrodillarse delante de la imagen de Pedro o de Juan? Si
cuando estaban vivos, ¡no tenían poder para salvarse a sí mismos! ¿Cómo podrían ayudar a otros hoy, estando
muertos? Ellos necesitaron de Jesús. Nosotros también necesitamos de Él. Jesús es el único que puede resolver
nuestros problemas. El único que puede curar nuestras heridas, el único que puede perdonar nuestros pecados.
Y Jesús se levantó y dijo: "¿Por qué teméis, hombres de poca fe?" (Mat. 8:26). Jesús estaba diciendo que la vida
del cristiano es una vida de fe. Tiene que serlo. Fe es creer en aquello que no se ve. Creer sin tocar, simplemente
porque Jesús lo dijo. Y la Biblia está llena de promesas. Hay más de 3.000 promesas en la Biblia. Cada una de
ellas sería capaz de revolucionar el mundo, si el ser humano se apoderara de esas promesas con fe. ¿Qué es fe?
Fe es confiar. Necesitas confiar en Dios. Existe mucha gente que no tiene fe en el Señor, mas confía en los
hombres.
Hoy existe gente que no cree en Dios porque no puede verlo ni tocarlo, mas fe es confiar. Confiar en las cosas
que no se ven, que no pueden tocarse. Y si piensas un poco, tú tienes fe en personas que no conoces, pero, a
pesar de eso, crees en ellas. Por ejemplo: subes a un avión y viajas. Nunca viste al piloto, nunca viste a las
aeromozas, no sabes si el avión va a caer en el Triángulo de las Bermudas, y sin conocer a esas personas, crees,
te sientas dentro del avión y duermes, sabiendo que cuando te despiertes estarás llegando al destino que querías.
Confiaste en esos hombres, pero no quieres confiar en Dios.
Cuantos más lo conozcas, más vas a confiar en Él.
Cuando te duele la cabeza, entras en una farmacia y pides un analgésico. El hombre de la farmacia puede darte

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Sermones de Esperanza

un comprimido de veneno. Tú nunca lo viste antes, no sabes quién es, pero confías en que te está dando un
remedio y lo tomas, pero no quieres confiar en Dios. Así somos los seres humanos, confiamos en hombres y
después nos damos contra una pared, nos amargamos y sufrimos. Por eso, la Biblia dice: "Maldito el hombre que
confía en el hombre". (Jer. 17:5) A pesar de eso, confiamos en los hombres, pero no queremos confiar en Dios. Y
la vida cristiana es una vida de confianza en Dios. Sin embargo, para que puedas confiar en Él, necesitas
conocerlo. Para conocerlo, necesitas pasar tiempo con Dios, y para eso, debes estudiar la Biblia y orar. Y no
solamente eso, sino además, debes buscar a otras personas y contarles de Jesús. Cuando hagas estas tres
cosas: estudiar la Biblia, orar y contarles a otros, estarás conociendo a Jesús, y cuanto más lo conozcas, más vas
a confiar en Él.
Y cuanto más confíes en Él, más fe tendrás. Entonces, cuando lleguen las pruebas en tu vida, no tendrás miedo
porque sabes que Dios no falla. El barco puede dar la impresión de que se hundirá, pero tú sabes que no porque
Jesús está contigo. Aprenderás a dormir en medio de la tempestad, de la turbulencia, porque conversaste con tu
Padre, y Él colocó paz en tu corazón.
Quiero invitarte a una vida de fe. La vida del cristianismo es una vida de confianza en Dios. Ya confiaste en los
hombres y te fallaron. Dale una oportunidad a Jesús.
Te invito una vez más a decidir, entregando tu confianza a Dios, y diciendo: "Señor, me voy a bautizar y aunque
vengan turbulencias, no voy a tener miedo; voy a dormir en paz porque tú estás conmigo. Y si tú estás conmigo,
nada puede derrotarme".

La Cura de Dos
Endemoniados
18
Sermones de Esperanza

"Cuando llegó a la otra orilla, a la tierra de los gadarenos, vinieron a su encuentro dos endemoniados que salían
de los sepulcros, feroces en gran manera, tanto que nadie podía pasar por aquel camino. Y clamaron diciendo:
¿Qué tienes con nosotros, Jesús, Hijo de Dios? ¿Has venido acá para atormentarnos antes de tiempo? Estaba
paciendo lejos de ellos un hato de muchos cerdos. Y los demonios le rogaron diciendo: Si nos echas fuera,
permítenos ir a aquel hato de cerdos. Él les dijo: Id. Y ellos salieron, y se fueron a aquel hato de cerdos; y he aquí,
todo el hato de cerdos se precipitó en el mar por un despeñadero, y perecieron en las aguas". (Mateo 8: 28-32).
Jesús se dirigió a la tierra de los gadarenos. Él siempre se está dirigiendo a los lugares más difíciles, remotos o
distantes, a los lugares más poblados o desérticos. Donde existe un hijo necesitándolo, el Señor siempre está allí,
listo para prestar auxilio.
A veces, nos asalta el pensamiento de que Dios se olvidó de nosotros, que no nos ama, que nos dio la espalda. Y
puede ser que en esta vida, hasta los mejores amigos nos abandonen, y los seres más queridos nos dejen, pero
la promesa de Jesús es: "Yo nunca te dejaré, iré contigo hasta el lugar más distante de la tierra". Fue por eso que
Jesús, en aquella ocasión, de acuerdo con el texto bíblico, atravesó el mar, fue a la otra orilla, a la tierra de los
gadarenos, porque sabía que había allí dos hijos desesperados, viviendo una vida triste.
El texto bíblico dice que estos hombres estaban endemoniados. Un endemoniado es un hombre completamente
dominado por el enemigo de Dios.
Lo interesante es que hay dos tipos de personas controladas por el enemigo de Dios, dos tipos de endemoniados.
Nosotros, a veces, pensamos que un endemoniado es aquel que grita, cae al suelo y hace escándalo. Pero hay
mucha gente que está poseída por el enemigo y no hace escándalo, no cae, no grita ni llora. Aquellos que caen y
tienen manifestaciones exteriores, además de ser dominados por el enemigo, son débiles física, mental y
emocionalmente. Pero aquellos que son fuertes, pueden también ser poseídos por el enemigo, y nunca
manifestarlo exteriormente.
Aquellos que son fuertes, pueden también ser poseídos por el enemigo, y nunca manifestarlo
exteriormente.
El texto bíblico es bien claro cuando el Señor Jesús afirma: “El que no es conmigo, contra mí es" . (San Lucas
11:23). Sólo existe una manera de salir del terreno del enemigo: Es decidir seguir a Jesús. El Maestro dice: "El
que no está conmigo, ya está contra mí" . Quiere decir, en la vida espiritual, no existen tres grupos: aquellos que
están con Cristo, los que están con el enemigo, y aquellos que están en el terreno neutro, pensando en lo que van
a hacer. No, en la vida espiritual. Solamente existen dos terrenos: o estás con Cristo, o estás en el terreno del
enemigo.
"Lo voy a pensar. Voy a ver si me decido o no". Este tipo de actitud, ya es una decisión contra Cristo. Es una
verdad dolorosa, terrible, pero es una verdad bíblica como muchas otras que son difíciles de aceptar. Está escrito
en la Palabra de Dios y no tenemos otro remedio, sino predicar aquello que la Palabra de Dios afirma.
El texto bíblico dice que esos endemoniados vivían en sepulcros. ¿Quiénes están en los sepulcros? ¿Quiénes
habitan allí? Los cadáveres. Lo que el texto bíblico quiere decir es que aquellos que no toman la decisión de
seguir a Jesús y no se comprometen con Cristo, de manera casi natural, al estar en las manos del enemigo, están
muertos. Pueden respirar, pueden andar, trabajar, estudiar, correr, comprar, vender, pero están muertos, no
tienen vida. Porque la vida para Jesús, no es simplemente respirar. La vida para Jesús es otra cosa. Él mismo
dijo, cuando estuvo en esta tierra: "Yo soy el camino, y la verdad, y la vida" . (Juan 14:6) Jesús es la vida. Y
solamente aquellos que viven en comunión con Jesús están realmente vivos.
Todos aquellos que no quieren comprometerse con Jesús, de manera natural, ya están muertos.

19
Sermones de Esperanza

Todos aquellos que no quieren comprometerse con Jesús, de manera natural, ya están muertos. Pueden estar
respirando y caminando, pero están muertos, porque la vida de ellos, no es vida. Una vida sin Cristo es un
infierno, es una confusión, es un pozo sin fondo, un túnel sin salida.
Algunos dicen: "Prefiero morir, porque esta vida que llevo no es vida". Efectivamente, la vida sin Cristo no es vida.
Por eso, tienes que levantar las manos al cielo y agradecer a Dios que su Palabra llegó a tu vida. Porque hoy tus
ojos se abren a las verdades que no conocías y comienzas a vivir la verdadera vida.
Hay personas que no tienen brazos, ni piernas, pero han entregado su vida Jesús, lo han aceptado como su
Salvador y viven felices, cantan, transmiten optimismo, son de pensamientos positivos, dan palabras de ánimo y
valor a otras personas. Mucha gente se admira y dice: ¿Por qué este hombre que no tiene brazos ni piernas, es
tan optimista? Simplemente, porque él vive de verdad. Porque está en comunión con la Persona Vida que es
Cristo.
Por otro lado, hay personas que tienen, brazos, piernas, salud, familia, todo y dicen: "Esta vida no es vida". ¿Por
qué? Porque no están con Cristo. Y cuando no estás con Cristo, todo lo que tengas, no tiene sentido. Cuando
estás con Cristo, las cosas por insignificantes que sean, cobran sentido. Por eso es que esos endemoniados
vivían en los sepulcros; porque estaban muertos, aunque estuvieran vivos. Y ahora, el texto bíblico dice que
vinieron al encuentro de Jesús. Aunque Jesús se dirigió a la tierra de los gadarenos, estos hombres no esperaban
que Jesús los buscase; ellos lo buscaron. Pero no lo buscaron para pedir ayuda, pues estaban furiosos. Hay
mucha gente que entra en la Iglesia para criticar y agredir, pero en el fondo es gente que necesita a Jesús.
Los endemoniados no buscaron a Jesús para que los ayudara, lo buscaron para insultarlo y agredirlo. El versículo
29 dice: ''Y clamaron diciendo: ¿Qué tienes con nosotros, Jesús, Hijo de Dios? (Mat. 8:29).
“¿Qué estás haciendo aquí?" ''Ahora soy adventista".
Existen personas que al principio fueron agresivas, agredían al Señor Jesús, no querían saber nada de Él, pero
con el tiempo, el Espíritu de Dios trabajó en el corazón de esas personas y venció. Estos endemoniados también
salieron gritando contra el Señor Jesús.
Yo no sé si tú estás asistiendo a la iglesia con otro tipo de interés que no sea conocer y aprender de Jesús. No sé
si tomaste la Biblia por curiosidad o para analizarla con espíritu de contradicción. La verdad es que lo estás
leyendo. Entraste en el perímetro divino y el Espíritu de Dios ahora va a trabajar en tu corazón.
El diablo está derrotado, pudo haberte dominado, pudo haber destruido a tu familia, pero ahora él
está derrotado.
Estos endemoniados estaban con miedo, ahora no eran ellos quienes hablaban, era el espíritu del demonio.
Porque, atrás de todos esos gritos e insultos que las personas muchas veces profieren contra Cristo, no son ellas
que están hablando sino el espíritu que está dentro. Y esos espíritus inmundos le dijeron a Cristo: "¿Has venido
acá para atormentarnos antes de tiempo?" ¿Por qué "atormentarnos antes de tiempo" ? Porque, cuando Cristo
vuelva por segunda vez, ellos serán atormentados, y el diablo lo sabe. Será atormentado no solamente con la
presencia de Jesús, no solamente con la salvación de los justos, no solamente con su derrota completa, sino
también con fuego y azufre.
Es por eso, que ahora el diablo se dirige a Jesús y dice: "¿Por qué me estás atormentando antes de tiempo? No
llegó el tiempo del fin todavía". El diablo ya conoce su fin. Está condenado. Es por eso que tienes que ser
optimista, no hay un vicio que no puedas vencer, no hay hábito que no puedas dejar, no hay decisión que no
puedas tomar a favor de Cristo. Porque el diablo está derrotado, pudo haberte dominado, pudo haber destruido a
tu familia, pero ahora él está derrotado. Tienes que convencerte de eso.

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Sermones de Esperanza

"¿Has venido acá para atormentarnos antes de tiempo?” La presencia de Cristo atormenta a las personas.
Atormenta porque cuando Cristo llega a tu vida, no puedes continuar viviendo erróneamente como hasta ese
momento. Atormenta porque cuando no quieres comprometerte con Cristo, su presencia "es como una
persecución diaria; de mañana, de noche, en el trabajo.
La voz de Dios está siempre incomodando, tocando tu corazón, golpeando la puerta de tu corazón. Por eso la
presencia de Jesús atormenta.
El texto bíblico dice en los versículos 30-32: "Estaba paciendo lejos de ellos un hato de muchos cerdos. Y los
demonios le rogaron diciendo: Si nos echas fuera, permítenos ir a aquel hato de cerdos. Él les dijo: Id. Y ellos
salieron, y se fueron a aquel hato de cerdos; y he aquí, todo el hato de cerdos se precipitó en el mar por un
despeñadero, y perecieron en las aguas" (Mat. 8:30-32). Cuando los espíritus inmundos entraron en la manada
de cerdos, éstos no pudieron controlarse a sí mismos, y se precipitaron al despeñadero y murieron ahogados en
las aguas.
Cuando una persona está dominada por el espíritu inmundo, en realidad reacciona como un pobre animal, ¡como
un cerdo! No tiene control de su voluntad. No tiene control de sus pasiones. ¿Y qué es lo que hace el diablo?
Conduce a las personas y animales despeñaderos abajo. Hay hogares donde el esposo está cayendo porque
Cristo no está en su vida. Hay hogares donde los hijos están cayendo despeñaderos abajo porque nunca
entregaron el corazón a Jesús. Hay países, hay naciones que están cayendo porque sus líderes nunca abrieron
su corazón a Jesús. Es por eso que debes tomar la decisión de entregar el corazón a Jesús.
Jesús también vino a tu casa hoy. Está tocando la puerta de tu corazón
Hoy es el día de la invitación. Así como Jesús entró en la vida de estos hombres para transformarlos y liberarlos,
para devolverles la dignidad, para sacarlos de los sepulcros, y darles la vida de verdad. Jesús también vino a tu
casa hoy. Está tocando la puerta de tu corazón diciendo: "Hijo, quiero entrar en tu vida. Quiero colocar las cosas
en orden. Quiero limpiar lo que debe ser limpio. Quiero purificar lo que tiene que ser purificado. Quiero corregir lo
que tiene que ser corregido. Si estás esclavizado, yo te libero. Si estás desanimado, yo te animo. Si estás
desesperado, yo te doy esperanza. Pero, ¿qué puedo hacer si tú no me entregas tu corazón? ¿Qué puedo hacer
por ti si no me entregas tu vida?" Por eso, ahora, una vez más, voy a pedirte que entregues tu corazón a Jesús.
Ésta es la hora, éste es el momento para decidirte por el bautismo. No más indecisión, no más "lo voy a pensar",
"todavía no estoy preparado". Tienes que correr a los brazos de Jesús. Ya no hay más tiempo que perder.

¿Cuánto Vales
"Y los que los apacentaban huyeron, y viniendo a la dudad, contaron todas las cosas, y lo que había pasado con
los endemoniados. Y toda la ciudad salió al encuentro de Jesús; y cuando le vieron, le rogaron que se fuera de
sus contornos". (Mateo 8: 33, 34).
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Sermones de Esperanza

Después que los endemoniados, se curaron completamente, las personas se maravillaron, y también se
asustaron. Entonces, dice el versículo bíblico, que corrieron hacia la ciudad y contaron todas esas cosas que
acontecieron con los endemoniados.
Naturalmente, en la ciudad estaban los dueños de la manada de cerdos. Seguramente, había también otras
personas que tenían otras manadas de cerdos, otras cosas materiales, haciendas, autos, casas, dinero. Esas
personas se asustaron porque, pensaron así: "Jesús es una amenaza. Ya perdimos una manada entera de
cerdos. Si Jesús continúa en esta ciudad, ¿qué más vamos a perder? De repente, toda la ciudad va a ser
destruida. Van a derrumbarse las casas, acabarse el ganado, las haciendas. No podemos permitir que Jesús
continúe en esta ciudad".
¿Cuánto vales tú? ¿Cuánto vale un ser humano?
Esas personas en ningún momento pensaron en las dos vidas que habían sido liberadas. Aquellos pobres
hombres eran hijos de esa ciudad, habían crecido, estudiado en las escuelas de la ciudad, tal vez eran hijos de
los mejores amigos. Un día fueron poseídos por el enemigo y ahora vivían en los sepulcros, gritando, haciendo
escándalo, vistiendo trapos de inmundicia, vidas destruidas, sin sueños, sin futuro, acabados completamente. De
repente, Jesús llega a la ciudad. Transforma la vida de esos hombres, les devuelve sus sueños, les devuelve el
futuro, las ganas de vivir, los cura, los limpia, los libera. ¿No era motivo para que el pueblo se sintiese feliz? ¿No
era motivo para que el pueblo se alegrase? ¿Dios no había hecho maravillas en la vida de esas personas? Pero,
para las personas de la ciudad, la vida de esos dos jóvenes no importaba lo que les importaba era : "Perdimos una
manada de cerdos". Quiere decir que para esas personas valía más la manada de cerdos que la preciosa vida de
dos jóvenes. Queridos, aquí hay una lección extraordinaria para nosotros ¿Cuánto vales tú? ¿Cuánto vale un ser
humano? A veces, en esta vida, las personas pueden despreciarte. A veces, haciendo colas para conseguir un
empleo de sueldo mínimo, puedes llegar a la conclusión de que no vales mucho.
Tu valor depende de la cruz del calvario.
Pero, ¿por qué? Porque vives para agradar a las personas y tienes miedo que te rechacen, te desprecien o te
marginen. Pero quiero decirte una cosa: Tu valor no depende del dinero que tienes. No depende de los títulos que
tienes. Tu valor no depende de, la opinión de las otras personas. Tu valor depende de la cruz del calvario.
Cuando la sangre de Jesús fue derramada en la cruz, fue el precio con el cual estaba comprándote. Su sangre
fue el precio que pagó por tu rescate. Si tú no valieras nada, Jesús nunca hubiera muerto por ti.
Por lo tanto, levanta la cabeza. No te dejes acomplejar por lo que las personas dicen. No importa el color de tu
piel, la forma de tu rostro, el tipo de cabello, tu tamaño. No importa lo que las personas piensan de ti, importa lo
que Jesús piensa de ti. Y sabes, fingiendo, aparentando y creando una falsa imagen frente a las personas, nunca
serás feliz. Pero cuando te arrodilles, contemples la cruz del calvario y veas al Señor Jesús muriendo en la cruz,
vas a entender cuánto vales.
Para los seres humanos, el valor de una persona se mide de otra manera. Los cerdos valen más que los seres
humanos. Para los padres, a veces, el dinero vale más que los propios hijos. Conozco gente que guarda dinero,
mientras los hijos luchan para poder estudiar en la universidad. Y uno de ellos argumentó un día: "Yo tengo que
pensar en mi vejez, tengo que comprar una casa". Para él, las cosas valían más que las personas. Y si tú eres un
esposo, te pregunto: ¿Qué vale más dentro de tu casa, las cosas o las personas? ¿Qué prefieres: pasar un
momento de alegría con tu esposa e hijos paseando, o comprar un auto nuevo, último modelo? ¿Qué es más
importante: el sentimiento de aquellos que viven a tú alrededor o las cosas materiales que puedas comprar?
Jesús vino a este mundo para enseñarnos a valorar al ser humano. En nombre de Jesús, quiero que te sientas
importante. ¡Bienvenido a la familia de Dios! Los brazos de la Iglesia están abiertos para recibirte. Puedes perder
amigos y seres queridos en esta tierra. Puedes perder hasta cosas materiales, pero esta familia es tu nueva
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Sermones de Esperanza

familia. Esta iglesia es tu nueva iglesia. Los brazos de cada miembro de iglesia están abiertos para recibirte. No
tengas miedo de tomar la decisión de bautizarte. No tengas miedo de unirte a la familia de Dios.
En el versículo 34, el texto dice: "Y toda la ciudad salió al encuentro de Jesús" (Mat. 8:34). Si el versículo
terminase aquí, podrías pensar: "¡Qué maravilla, toda la ciudad salió para encontrarse con Jesús! ¡Todo el pueblo
se convirtió!" ¡Mentira! Salieron para encontrarse con Jesús, sí, es verdad, pero... "y cuando le vieron, le rogaron
que se fuera de sus contornos" . ¿Por qué? Porque Sermones
cuando Jesús llega a tu vida, tienes que renunciar a cosas.

Esperanz
Por ejemplo, si Jesús llegó a tu vida, tienes que renunciar al alcohol, al cigarrillo, a las drogas, a la promiscuidad,
a los vicios, a los malos hábitos. Pero hay gente que aun destruyéndose con el cigarrillo, con el alcohol y los
vicios, aun cuando su matrimonio se está cayendo a pedazos, cuando sus hijos están totalmente destruidos, sin
tener paz y felicidad en el corazón, están
a
de contentos con la vida sin sabor que están viviendo. Prefieren decirle a
Jesús: "Señor, sigue tu camino. Ve a otra ciudad.
Ve a tocar la puerta de otro corazón, yo no quiero. Tu presencia me molesta. Prefiero seguir con mis cigarrillos,
con mi alcohol, con mis drogas, con mis mujeres. No te quiero en mi vida. No quiero comprometerme". Pero, voy
a decirte una cosa: Cuando Jesús te pide que renuncies a algo, nunca va a pedirte que renuncies a aquello que
vale la pena, a algo que te hace feliz, o algo que te construye; solamente pedirá que renuncies a las cosas que
están arruinando tu vida, perjudicando a tu esposa, a tus hijos y a ti mismo. Jesús te ama. Él quiere lo mejor para
ti. Él no desea tu mal. Cuando te dice: "Deja esa amante", no es porque desea tu mal, sino porque quiere que
tengas un hogar feliz. Cuando Jesús dice: "Deja la droga", no es porque quiere tu mal, sino porque quiere cuidar
tu cuerpo.
¿Te levantarás y vendrás al encuentro de Jesús?
Por lo tanto, mi pregunta es: ¿Te levantarás y vendrás al encuentro de Jesús? Y si vienes a su encuentro, ¿será
para aceptarlo o será para pedirle que se retire hacia otras tierras? ¿Para pedirle que no te incomode más, pues
su voz te incomoda? ¿Cuál será el camino que vas a elegir? La Biblia dice: “A los cielos y a la tierra llamo por
testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge,
pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia" . (Deuteronomio 30:19).
Hay dos caminos delante de ti en este momento. El Espíritu de Dios ha trabajado en tu corazón. Tú ya conoces la
Palabra de Dios. ¿Cuál será la decisión final que vas a tomar? ¿Vendrás al encuentro del Señor Jesús para
reconocerlo como tu Salvador? ¿O vendrás para pedirle que se vaya a otras tierras, porque no puedes perder los
"cerdos" que tienes en casa? Los "cerdos" de tu vida, tus pensamientos inmundos, tus sentimientos inmundos, los
hábitos que están destruyendo tu matrimonio.
Ven a Jesús ahora. Este es el último mensaje, te suplico en el nombre de Jesús, ¡levántate y ven! No tengas
miedo. Dios te dará fuerzas para vencer lo que no puedes vencer. Dios te dará el poder que necesitas para dejar
las cosas que no puedes dejar, pero no aplaces tu decisión. No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy.
¡Hoy es el día de las buenas nuevas! ¡Hoy es el día de salvación!.

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