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La Ética en Caso de Inmoralidad

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LA ÉTICA EN CASO DE INMORALIDAD

(1Co.5:1-13)

INTRODUCCIÓN

Muchos estudiosos han señalado como prueba adicional de la veracidad de la Biblia, el que no
oculta los defectos y aún pecados de los hombres de Dios cuyas vidas y hechos relata. Este
capítulo 5 que estudiaremos hoy es uno de esos casos, pero refiriéndose a la iglesia cristiana;
ya que nos muestra los terribles defectos y pecados de la iglesia cristiana en Corinto, al mismo
tiempo que destaca sus abundantes dones espirituales dados por Dios, tal como Pablo
menciona en el primer capítulo: "porque en todas las cosas fuisteis enriquecidos en él, en toda
palabra y en toda ciencia; así como el testimonio acerca de Cristo ha sido confirmado en
vosotros, de tal manera que nada os falta en ningún don, esperando la manifestación de
nuestro Señor Jesucristo" (1Co.1:5-7).

Uno de los pecados que la iglesia en Corinto estaba tolerando o permitiendo era un caso de
incesto. De la exhortación de Pablo a los líderes corintios, podemos sacar varias enseñanzas y
principios que debemos aplicar en situaciones similares, a la vez que encontramos una de las
declaraciones enigmáticas de la Biblia en los vs.4-5.

Estudiemos con ayuda del Espíritu Santo 1Co.5:1-13.

A. EL PECADO ATRAE MÁS PECADO

Lee nuevamente con atención 1Co.5:1-2 y 6-7

1. “Y vosotros estáis envanecidos… No es buena vuestra jactancia”, son palabras


duras que se añaden a lo dicho en 4:18-19: “Mas algunos están envanecidos…
Pero iré pronto a vosotros… y conoceré, no las palabras, sino el poder de los
que andan envanecidos”. ¿Cuál piensas que era el pecado que había entrado
en la iglesia de Corinto, y por qué?

2. No hay duda de que cuando la gracia y el poder de Dios comienzan a


manifestarse en la vida de un creyente o de una iglesia, crece el peligro de
problemas. Más adelante, al estudiar el capítulo 12, veremos cómo algo tan
extraordinario como los dones espirituales llegaron a ser motivo de contiendas
y divisiones entre los hermanos. Según 1Co.3:1-2, ¿cuál era la causa
fundamental de que hubieran problemas de celos, contiendas y divisiones?
3. Vemos que el problema de Corinto era básicamente la inmadurez espiritual, la
carnalidad de muchos hermanos, quienes ante los dones espirituales que se
manifestaban en la iglesia se envanecieron, cayeron en soberbia espiritual,
que produjo a su vez ceguera espiritual y permisividad a otras formas de
pecados más groseros como el incesto, ante el cual no supieron responder
como debieron.

4. Lee 2Sam.11:2-15. Según el relato ¿cómo se manifestó el principio que “el


pecado atrae más pecado” en la vida de David?

5. ¿Cuál debe ser, entonces, nuestra actitud ante el pecado?.

B. ENFRENTANDO EL PECADO CON FIRMEZA Y AMOR

1. Leemos en 1Co.5:4-5: “En el nombre de nuestro Señor Jesucristo, reunidos vosotros y


espíritu, con el poder de nuestro Señor Jesucristo, 5el tal sea entregado a Satanás para
destrucción de la carne, a fin de que el espíritu sea salvo en el día del Señor Jesús”.

2. Este es uno de los pasajes enigmáticos en el relato bíblico, para el cual se han dado
varias explicaciones, algunas bastantes fantasiosas. Pero antes de analizarlo. Veamos
otros tres

3. Vemos que en todos los casos el propósito era didáctico, para corregir y para bien del
disciplinado, incluyendo la salvación de su alma: cosa que efectivamente ocurrió en el
primer caso concreto mencionado, para alegría de todos, aunque parece que no fue
así en el caso de Alejandro e (2Tim.2:17; 4:14). Himeneo

4. Esta es la lección más importante de este pasaje: Cuando hay graves casos de pecado
en la iglesia, hay que ser drásticos en aplicar la disciplina que la justicia de Dios
demanda; pero la justicia divina es justicia en amor o por amor. Por tanto el propósito
final siempre debe ser la restauración del hermano y no destrucción; su salvación y no
su condenación.

C. JUZGANDO EL PECADO CON JUSTICIA

Lee 1Co.5:9-13
1. Evidentemente Pablo les había escrito previamente con instrucciones que los
corintios había mal interpretado, aislándose del mundo fuera de la iglesia.
Ahora les explica lo que debe ser una norma ética de los cristianos, quienes
inevitablemente tienen que tener algún tipo de relación con la sociedad y el
mundo. Cabe aquí recordar la oración de Jesús:

“No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal. 16No son del mundo, como
tampoco yo soy del mundo. 17Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad. 18Como tú me
enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo” (Jn.17:15-18).

2. Responde las siguientes preguntas:

a. A la luz de 1Co.5:9-10, ¿debemos aislarnos y no tener ningún tipo de


relación con las personas que menciona Pablo, para no
contaminarnos de su pecado?

b. Siguiendo el ejemplo de Jesús, ¿qué debemos pedir a Dios al estar


en el mundo, y relacionarnos con personas como aquellas?

c. ¿Por qué crees que Pablo nos manda no aislarnos de los pecadores
del mundo y Jesús no ora para que Dios nos saque del mundo,
sabiendo que podemos ser tentados y caer?

d. ¿Con quiénes es que no debemos tener comunión, ni siquiera


comer?

3. Finalmente, en 1Co.5:12-13 Pablo establece un principio ético importante:


“Porque ¿qué razón tendría yo para juzgar a los que están fuera? ¿No juzgáis
vosotros a los que están dentro? Porque a los que están fuera, Dios juzgará”.

4. Aquí Pablo corrige un defecto muy común entre los cristianos: el estar
juzgando a los no cristianos, llamándolos peyorativamente “mundanos”,
“pecadores”, etc., muchas veces menospreciándolos por no seguir nuestros
principios o nuestra fe. No tenemos derecho a juzgarles o menospreciarles,
porque nosotros también estábamos en su condición, y lo seguiríamos estando
si no fuera por la gracia y misericordia de Dios.
5. El juzgar “a los que están dentro”, es decir, a los hermanos, no quiere decir que
les estemos criticando, o hablando mal de ellos, porque las palabras de Jesús
en Mt.7:1-5 son concluyentes. Aquí el juzgar tiene que ver con lo dicho
anteriormente, de aplicar disciplina cuando sea necesario, pero siempre con
amor, para restaurar y no para destruir.

6. Jesús nos ha “enviado al mundo” con un propósito: ser sus testigos y


embajadores para llevar a los que están todavía perdidos el mensaje redentor
del evangelio y del amor de Dios. No defraudemos al Señor quien nos salvó a
precio de derramar su sangre en la cruz del Calvario “Porque de tal manera
amó Dios al mundo, que dio a su Hijo Unigénito, para que todo aquel que en él
cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Jn.3:16).

RESUMIENDO

1. En este capítulo, el apóstol Pablo nos hace ver lo grave que es un solo pecado
consentido en nuestras vidas y en la iglesia, porque cuando le abrimos la puerta, ese
pecado inevitablemente atraerá más pecados.

2. Por eso tenemos que ser drásticos para extirpar el pecado, actuando con justicia,
disciplinando al pecador, pero al mismo tiempo sin dejar de mostrar el amor de Dios,
que es un amor compasivo y redentor; por lo cual el propósito final de la disciplina
debe ser la restauración del pecador y no su destrucción. No olvidar que Dios detesta
el pecado pero ama al pecador. Y así debemos actuar también nosotros.

3. Finalmente, el hecho de vivir con estándares muy altos de moral y conducta tal como
nos demanda la Palabra de Dios, no nos da derecho a juzgar y mirar con menosprecio a
las personas que no comparten nuestra fe ni nuestros estándares, ni nos debe llevar a
aislarnos de ellas como si tuvieran alguna enfermedad altamente contagiosa.
Justamente el Señor nos ha “sembrado” en el mundo para llevarles el mensaje
redentor del evangelio, tal como enseñó Jesús en la parábola del trigo y la cizaña
(Mt.13:24-30 36-38).

4. De los que sí debemos aislarnos es de los que llamándose hermanos viven


desordenadamente, siendo piedras de tropiezo para los hermanos débiles en la fe, y
dando mal testimonio hacia fuera. Con ellos sólo cabe la disciplina de la iglesia, y la
oración por su arrepentimiento; y si esto se da, entonces alegrarnos, perdonarle y
restaurarle a la comunión plena.
VERSÍCULO PARA MEMORIZAR

“Limpiaos, pues, de la vieja levadura, para que seáis nueva masa, sin levadura como sois;
porque nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros” (1Co. 5:7).

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