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Reunión 3 de Octubre

Familias Santa Mónica

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Puntos 138-139-140-141
138 ¿Cómo está estructurada la Iglesia una,
santa, católica y apostólica?
• En la Iglesia hay laicos y clérigos (clero). Como hijos de Dios tienen la misma dignidad. Tienen misiones de igual
valor, pero diferentes. La misión de los laicos es orientar el mundo entero hacia el reino de Dios. Junto a ellos están
los ministros ordenados (clérigos) con los ministerios del gobierno de la Iglesia, de la enseñanza y de la santificación.
En ambos estados de vida hay cristianos que, en castidad, pobreza y obediencia, se ponen de modo especial al
servicio de Dios (por ejemplo, los religiosos).
• Todo cristiano tiene la misión de testimoniar el evangelio con la propia vida. Pero Dios traza un camino propio para
cada persona. A unos los envía como Laicos, para que construyan el reino de Dios en medio del mundo, en la familia y
en el trabajo. Para ello cuentan con los dones necesarios del Espíritu Santo en el bautismo y la Confirmación. A otros les
encomienda el ministerio pastoral; tienen que gobernar, enseñar y santificar a su pueblo. Nadie se puede atribuir este
encargo; es el Señor mismo quien lo concede y confiere la fuerza divina mediante el orden sagrado. De este modo pueden
actuar en lugar de Cristo y dispensar los Sacramentos.
• LA IGLESIA ES UNA:
• 811 "Esta es la única Iglesia de Cristo, de la que confesamos en el Credo que es una, santa, católica y apostólica" (LG 8). Estos cuatro
atributos, inseparablemente unidos entre sí (cf. DS 2888), indican rasgos esenciales de la Iglesia y de su misión. La Iglesia no los tiene
por ella misma; es Cristo, quien, por el Espíritu Santo, da a la Iglesia el ser una, santa, católica y apostólica, y Él es también quien la llama
a ejercitar cada una de estas cualidades.

• 812 Sólo la fe puede reconocer que la Iglesia posee estas propiedades por su origen divino. Pero sus manifestaciones históricas son
signos que hablan también con claridad a la razón humana. Recuerda el Concilio Vaticano I: "La Iglesia por sí misma es un grande y
perpetuo motivo de credibilidad y un testimonio irrefutable de su misión divina a causa de su admirable propagación, de su eximia
santidad, de su inagotable fecundidad en toda clase de bienes, de su unidad universal y de su invicta estabilidad"
• La Iglesia es Una debido a su origen. “El modelo y principio supremo de este misterio es la unidad de un solo Dios Padre e Hijo en el
Espíritu Santo, en la Trinidad de personas”.
• La Iglesia es Una debido a su fundador. “Pues el mismo Hijo encarnado por su cruz reconcilió a todos los hombres con Dios,
restituyendo la unidad de todos en un solo pueblo y en un solo cuerpo”.
• La Iglesia es Una debido a su “alma”: El Espíritu Santo que habita en los creyentes y llena y gobierna a toda la Iglesia, realiza esa
admirable comunión de fieles y une a todos en Cristo tan íntimamente que es el Principio de la unidad de la Iglesia” Por tanto, pertenece
a la esencia misma de la Iglesia ser una. (CIC, 813).
• La Iglesia es Una. Cristo no fundó muchas, sino UNA Iglesia, dijo que quería formar un solo rebaño bajo la guía de un solo pastor (Cfr.Jn. 10)
• La única Iglesia de Cristo, Nuestro Salvador, después de su resurrección, la entregó a Pedro para que la pastoreara. Le encargó a él y a los demás Apóstoles que la
extendieran la gobernaran. Esta Iglesia, constituida y ordenada en este mundo como una sociedad, subsiste en la Iglesia católica, gobernada por el sucesor de
Pedro y por los obispos en comunión con él.
• La unidad de la Iglesia consiste en una unidad en la fe, en la caridad y en la liturgia, bajo el gobierno de los apóstoles y sus sucesores. Algo que aparece expresado
en los Hechos de los Apóstoles: “Eran constantes en escuchar la enseñanza de los apóstoles y en la comunidad de vida, en el partir el pan y en las oraciones”
(Hch 2,42)

• En este sentido, el Concilio Vaticano II ha hablado del triple vínculo de la unidad: La profesión de fe, los sacramentos y el gobierno y comunión eclesial. Esta
unidad no debe ser confundida con uniformidad, ya que la Iglesia no podría unir a hombres de todos los pueblos, razas y culturas, con muy diferentes
mentalidades y costumbres, si no se diera en su seno una diversidad que enriquece la unidad.
• Sin embargo, esta diversidad tiene unas fronteras que, si se traspasan anulan la unidad. Así aparecen los cismas y las herejías. Cuando se rompe la comunión vital,
especialmente en la comunión en el culto, estamos hablando de un cisma. Si la ruptura se produce en el ámbito de la unidad de la fe, que a su vez provoca una
escisión en el culto, nos encontramos ante una herejía.
• Las separaciones y escisiones sufridas por la Iglesia a través de la historia, se han debido a disensiones en el ámbito de la fe, que se han profundizado al incidir
también factores no religiosos (tensiones nacionales, políticas, culturales, etc.) y disposiciones personales (espíritu de contradicción, rivalidad, orgullo…) sin
embargo, tras estas escisiones había también un sincero afán de mantener la autenticidad del mensaje cristiano, por lo que el camino hacia la unidad se debe
realizar mediante el esfuerzo común por entender rectamente el Evangelio.
• Las dos separaciones más importantes se produjeron en 1054, al escindirse la Iglesia Oriental y Occidental tras un largo período de disensiones y enfrentamientos,
y la ruptura que la Reforma introdujo en la Iglesia Occidental, y que a su vez originaría nuevas rupturas.
• Estamos buscando la unidad
• Así como notamos la diversidad de comunidades cristianas, también constatamos que la mayor parte de lo que somos y de lo que anunciamos es lo mismo. Más
son los aspectos que nos unen que los puntos diversos. Y la Iglesia busca la unidad, porque siempre le han dolido las divisiones por ser contrarias al pensamiento
del fundador.
• Un esfuerzo muy notable por encontrar la unidad de los cristianos comenzó con el Concilio Vaticano II. La Iglesia quiere la unidad, la busca y se revisa a sí
misma para quitar todo lo que por culpa humana impide llegar a esa unidad. En las denominaciones no católicas también se ha emprendido esta búsqueda.
• Los cristianos de las diferentes Iglesias y comunidades eclesiales, sienten la necesidad de la unidad que Jesús expresa en su oración al Padre. “Que sean
todos uno, como tú, Padre, estás conmigo y yo contigo que también ellos estén con nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste”. Este
movimiento por la unidad de todas las Iglesias se llama “ECUMENISMO”, antes a los no católicos los solíamos llamar protestantes, calvinistas,
anglicanos…. Hoy ya se ha hecho común llamarlos mejor “hermanos separados”, porque en verdad son hermanos nuestros y están separados de nuestra
fe católica.
• El deseo de volver a encontrar la unidad de todos los cristianos es un don de Cristo y un llamamiento del Espíritu Santo. Para responder adecuadamente a
este llamamiento se exige:

• Una renovación permanente de la Iglesia en una fidelidad mayor a su vocación. Esta renovación es el alma del movimiento hacia la unidad.
• La conversión del corazón para llevar una vida más pura según el Evangelio. Porque la infidelidad de los miembros al don de Cristo, es la causa de las
divisiones.
• La oración en común, porque esta conversión del corazón y santidad de vida, junto con las oraciones privadas y públicas por la unidad de los cristianos,
deben considerarse como el alma de todo el movimiento ecuménico, y pueden llamarse con razón ecumenismo espiritual.
• El fraterno conocimiento recíproco.
• La formación ecuménica de los fieles y especialmente de los sacerdotes.
• El diálogo entre los teólogos y los encuentros entre los cristianos de diferentes iglesias y comunidades.
• La colaboración entre cristianos en los diferentes campos de servicio a los hombres.
• Es muy difícil lograr en un futuro próximo la unidad de todos los cristianos, tener una sola Iglesia, porque las divisiones han perdurado siglos. Pero la tarea
no es imposible. Si somos de veras cristianos que deseamos permanecer fieles al Evangelio, debemos poner de nuestra parte lo que podamos, poner toda la
esperanza “en la oración de Cristo por la Iglesia, en el amor del Padre para con nosotros, y en el poder del Espíritu Santo.”
• II. La Iglesia es santa
• 823 «La fe confiesa que la Iglesia [...] no puede dejar de ser santa. En efecto, Cristo, el Hijo de Dios, a quien con el Padre y con el Espíritu se proclama "el
solo santo", amó a su Iglesia como a su esposa. Él se entregó por ella para santificarla, la unió a sí mismo como su propio cuerpo y la llenó del don del
Espíritu Santo para gloria de Dios» (LG 39). La Iglesia es, pues, "el Pueblo santo de Dios" (LG 12), y sus miembros son llamados "santos" (cf Hch 9, 13; 1
Co 6, 1; 16, 1).
• 824 La Iglesia, unida a Cristo, está santificada por Él; por Él y en Él, ella también ha sido hecha santificadora. Todas las obras de la Iglesia se esfuerzan en
conseguir "la santificación de los hombres en Cristo y la glorificación de Dios" (SC 10). En la Iglesia es en donde está depositada "la plenitud total de los
medios de salvación" (UR 3). Es en ella donde "conseguimos la santidad por la gracia de Dios" (LG 48).

• La Iglesia es Santa, porque Cristo “la amó y dio su vida por ella”. Esto lo hizo para consagrarla. En Ella dejó el Señor todo el tesoro de su santidad
adquirido por su muerte y resurrección y así la Iglesia es dispensadora de santidad y santifica a todos sus miembros desde el bautismo hasta la última
despedida, luchando siempre por purificarla del pecado.
• Esta propiedad de la Iglesia parece contradecir la experiencia concreta, que nos manifiesta una comunidad con deficiencias en las actuaciones de sus
miembros, y en sus propias acciones comunitarias. Sin embargo, podemos afirmar su santidad desde el misterio de su ser.

• Cuando la Sagrada Escritura habla de santidad, está haciendo mención a algo que es propiedad y pertenece a Dios, al solo Santo. Por tanto, la santidad no
expresa en la Biblia una actitud ética primordialmente, sino una apropiación por parte de Dios que santifica una realidad profana. De ahí que podamos
afirmar que la Iglesia es santa porque:
• Es de Dios y para Dios. El la elige y crea un pueblo santo, al que es incondicionalmente fiel y no abandona a los poderes de la muerte y de la
contingencia del mundo (Mt 16,18).
• Jesucristo, el Hijo amado de Dios, se entregó por la Iglesia para hacerla santa e inmaculada (Cfr. Ef 5,27), uniéndose con ella de forma
indisoluble (Cfr. Mt 28,20).
• El Espíritu Santo, prometido por Jesucristo (Jn 14,26; 16,7-9), está presente en ella, actuando con poder y haciéndola depositaria de los bienes de la
salvación que debe transmitir; la verdad de la fe, los sacramentos de la nueva vida, los ministerios.
• La Iglesia es católica
• 830 La palabra "católica" significa "universal" en el sentido de "según la totalidad" o "según la integridad". La Iglesia es católica en un doble sentido:
• Es católica porque Cristo está presente en ella. "Allí donde está Cristo Jesús, está la Iglesia Católica" (San Ignacio de Antioquía, Epistula ad Smyrnaeos 8,
2). En ella subsiste la plenitud del Cuerpo de Cristo unido a su Cabeza (cf Ef 1, 22-23), lo que implica que ella recibe de Él "la plenitud de los medios de
salvación" (AG 6) que Él ha querido: confesión de fe recta y completa, vida sacramental íntegra y ministerio ordenado en la sucesión apostólica. La Iglesia,
en este sentido fundamental, era católica el día de Pentecostés (cf AG 4) y lo será siempre hasta el día de la Parusía.

• 831 Es católica porque ha sido enviada por Cristo en misión a la totalidad del género humano (cf Mt 28, 19):
• «Todos los hombres están invitados al Pueblo de Dios. Por eso este pueblo, uno y único, ha de extenderse por todo el mundo a través de todos los siglos,
para que así se cumpla el designio de Dios, que en el principio creó una única naturaleza humana y decidió reunir a sus hijos dispersos [...] Este carácter de
universalidad, que distingue al pueblo de Dios, es un don del mismo Señor. Gracias a este carácter, la Iglesia Católica tiende siempre y eficazmente a reunir
a la humanidad entera con todos s
• Porque la salvación que Cristo nos trajo se dirige a todos los hombres sin excepción. Es Universal. Por esto la Iglesia es Católica. A partir de la Ascensión
del Señor, se rompieron las fronteras de Israel para “ir por todo el mundo y anunciar el Evangelio a todas las gentes” Y en orden histórico los apóstoles
serían los testigos de Jesús en Jerusalén en Judea y Samaria y hasta las regiones más lejanas de la tierra (Hch 1,8).
• La palabra “Católico” no se encuentra en el Nuevo Testamento. Será Ignacio de Antioquia quien, hacia el año 110, aplique por vez primera este calificativo
a la Iglesia (Carta a los de Esmirna 8,2). Originalmente significaba “la que expresa todo”, “la plenitud de la fe”, pero con el tiempo ha pasado también a
denominar su extensión por todo el mundo.
• Consecuentemente, al reconocerse la Iglesia como católica, dice de sí misma que predica la Fe en su integridad a todo hombre, cualquiera que sea su raza,
nación o clase social.
• La catolicidad de la Iglesia se realiza de forma concreta por:
• a) La misión que ha recibido del Señor para anunciar la Buena Noticia a todos los hombres (Mc 16,15; Mt 28, 19-20); esta tarea la realiza enriqueciendo las
diversas culturas, llevándolas a su plena humanización, al tiempo que ella misma se enriquece con las riquezas de todos.
• b) Su enraizamiento en un pueblo, localidad o ambiente, donde hace presente la plenitud de la Iglesia de Jesús que es al mismo tiempo Iglesia Universal,
extendida por todo el mundo.
• c) La abundancia de grupos que realizan la existencia cristiana de un modo diferente, ya sea como religiosos, laicos, célibes, casados o clérigos.
• La catolicidad de la Iglesia es un don de Dios, pero al mismo tiempo es una labor permanente, no exenta de tensiones y dificultades, debido a la diversidad
de culturas, costumbres, formas de vida y vocaciones.

• El Concilio Vaticano II en la Lumen Gentium 13 dice: “Todos los hombres están invitados al nuevo Pueblo de Dios. Por eso este pueblo, uno y único, ha
de extenderse por todo el mundo a través de todos los siglos, para que así cumpla el designio de Dios, que en el principio creó una única naturaleza
humana y decidió reunir a sus hijos dispersos…Este carácter de universalidad, que distingue al pueblo de Dios, es un don del mismo Señor.
• Gracias a este carácter, la Iglesia Católica tiende siempre y eficazmente a reunir a la humanidad entera con todos sus valores bajo Cristo como Cabeza, en
la unidad de su Espíritu”
• Sus valores bajo Cristo como Cabeza, en la unidad de su Espíritu» (LG 13).
• LA IGLESIA ES APOSTÓLICA
• 857 La Iglesia es apostólica porque está fundada sobre los apóstoles, y esto en un triple sentido:

• — fue y permanece edificada sobre "el fundamento de los Apóstoles" (Ef 2, 20; Hch 21, 14), testigos escogidos y enviados en misión por el
mismo Cristo (cf. Mt 28, 16-20; Hch 1, 8; 1 Co 9, 1; 15, 7-8; Ga 1, l; etc.).

• — guarda y transmite, con la ayuda del Espíritu Santo que habita en ella, la enseñanza (cf. Hch 2, 42), el buen depósito, las sanas palabras oídas
a los Apóstoles (cf 2 Tm 1, 13-14).

• — sigue siendo enseñada, santificada y dirigida por los Apóstoles hasta la vuelta de Cristo gracias a aquellos que les suceden en su ministerio
pastoral: el colegio de los obispos, "al que asisten los presbíteros juntamente con el sucesor de Pedro y Sumo Pastor de la Iglesia" (AG 5):

• «Porque no abandonas nunca a tu rebaño, sino que, por medio de los santos pastores, lo proteges y conservas, y quieres que tenga siempre por
guía la palabra de aquellos mismos pastores a quienes tu Hijo dio la misión de anunciar el Evangelio (Prefacio de los Apóstoles I: Misal
Romano)
• Apóstol quiere decir enviado. Los cuatro evangelios señalan que Dios, el Padre, ha enviado a Jesús, su hijo como Salvador del mundo. A su vez,
Jesucristo confió a los apóstoles la misión que había recibido del Padre, encargándoles predicar en su lugar el Evangelio a todos los pueblos,
con el poder del Espíritu Santo, hasta la consumación del mundo:
• “Se me ha dado plena autoridad en el cielo y en la tierra, Id y haced discípulos de todas las naciones, bautizadlos y consagrárselos al Padre y al
hijo y al Espíritu Santo, y enseñadles a guardar todo lo que os he mandado, mirad que yo estoy con vosotros cada día hasta el fin del mundo”
(Mt 28, 18-20; Mc 16, 15-20; Lc. 24, 47-48; Hch 1,8).
• Su función apostólica intransferible, consistió precisamente en ser:
• Testigos inmediatos de la Resurrección del Señor
• Fundamentos de la Iglesia
• Hoy como ayer y siempre, el Espíritu Santo mantiene a la Iglesia en comunión con los Apóstoles y, gracias a esta comunión, en
comunión con el Padre y con su Hijo Jesucristo. El Espíritu Santo es el principio de la comunión de todos los miembros de la Iglesia
en la fe y en el testimonio de vida de los Apóstoles. En este sentido toda la Iglesia es apostólica, manteniéndose en ella la vitalidad
del Evangelio.

• Al servicio de la apostolicidad de todos los miembros de la Iglesia está la sucesión apostólica de los Obispos que garantiza en cada
momento que esta Iglesia nuestra es la Iglesia misma de los apóstoles. La verdadera Iglesia de Jesucristo está allí donde los creyentes
son fieles a la fe de los apóstoles, al mismo tiempo que se adhieren a la sucesión apostólica de los obispos.
• En el Nuevo Testamento hay indicios claros de cómo la misión apostólica, en los tiempos inmediatamente posteriores a los
Apóstoles, se transmitió a otros discípulos. En efecto: Los Apóstoles no sólo tuvieron en vida diversos colaboradores en su
ministerio, sino que:
• Confiaron a algunos el encargo de continuar, llevar a término y consolidar la obra que ellos habían comenzado.
• Establecieron colaboradores al frente de las comunidades cristianas y les encomendaron que proveyesen para que otros
hombres probados se hiciesen cargo, más tarde, del ministerio apostólico.

• La misión de los apóstoles se ha transmitido hasta nuestros días a través de los obispos y del Papa, sucesor del apóstol
Pedro. Los obispos son sucesores de los Apóstoles no en lo que a éstos les fue propio y exclusivo: ser testigos de Cristo
Resucitado y ser fundamentos de la Iglesia. Los obispos suceden a los Apóstoles en su función de Pastores de la Iglesia; a
través de ellos se manifiesta y se conserva en el mundo entero la Tradición Apostólica.
• No es necesario que cada obispo, en particular, sea sucesor de un determinado Apóstol. Para garantizar la sucesión apostólica, basta
con que el Colegio (o conjunto) de los obispos suceda al Colegio (o conjunto) de los Apóstoles. Cada obispo, como miembro de
todo el Colegio Episcopal, ocupa un puesto en la sucesión apostólica. Esto es lo que quiere decir el hecho de que, para ordenar a un
presbítero como obispo, está establecido que le ordenen, por lo menos, tres obispos, como señal de que se admite al candidato en el
Colegio de los obispos.
• Desde los orígenes de la Iglesia hasta hoy, y así sucederá hasta siempre, la Fe y la misión de los Apóstoles se han mantenido íntegras
y vivas mediante la sucesión apostólica de los obispos, asistida por el Espíritu Santo.
• Un antiguo texto de la Tradición de la Iglesia resume esta realidad diciendo: “Los apóstoles salieron al orbe entero a predicar la
misma doctrina de la misma fe a todas las naciones. En cada ciudad fundaron Iglesias, que vinieron a ser como retoños o semillas de
la fe y de la doctrina para las demás iglesias de entonces y ahora. Por eso, nuestras Iglesias deben ser consideradas como brotes de
las Iglesias apostólicas. Aun siendo tantas Iglesias, no forman más que una sola. Tertuliano, siglo III
• 5. ¿POR QUÉ DECIMOS QUE LA IGLESIA ES ROMANA?
• Un hecho histórico vino a poner esta nota en la Iglesia de Cristo: San Pedro, el primero entre los Apóstoles, fue a Roma y ahí murió.
En los Evangelios aparece San Pedro con un lugar muy importante entre sus compañeros apóstoles, esta primacía es confirmada
por Cristo resucitado. En los Hechos es quien tiene la dirección principal de la Iglesia naciente. Así se le consideró como signo de
ser la Iglesia de Cristo el estar en comunión con Pedro. San Pablo mismo que tiene una parte tan importante en la propagación del
cristianismo primitivo, confiesa que después de su conversión fue a estar unos 15 días con Pedro, no fuera a suceder que su mensaje
no estuviera de acuerdo con él.

• Este puesto importante de Pedro en toda la Iglesia lo sigue teniendo el sucesor de Él en Roma, porque ahí murió en el año 67 dando
su vida por Cristo como testimonio final de su amor al Maestro. Conocemos los nombres de todos los sucesores de Pedro hasta el
presente. Hoy también los cristianos conservamos la comunión con la Iglesia de Roma. Por eso decimos que la Iglesia es Romana.
YOUCAT Pregunta n. 139. Parte X ¿En qué consiste la
vocación de los laicos?

Los laicos son enviados para comprometerse en la sociedad, para que el reino de Dios pueda crecer entre los hombres.

(C.I.C 941) Los laicos participan en el sacerdocio de Cristo: cada vez más unidos a Él, despliegan la gracia del Bautismo y la de la
Confirmación a través de todas las dimensiones de la vida personal, familiar, social y eclesial y realizan así el llamamiento a la santidad dirigido
a todos los bautizados.

Un laico no es un cristiano de segunda clase, porque participa del sacerdocio de Cristo (sacerdocio común). Se ocupa de que las personas de su entorno (en el colegio, la
formación, la familia y el trabajo) conozcan el Evangelio y aprendan a amar a Cristo. Mediante su fe influye en la sociedad, la economía y la política. Respalda la vida
eclesial, asumiendo por ejemplo servicios de acólito o lector, se ofrece como responsable de grupos, participa en consejos y comisiones eclesiales (por ejemplo el consejo
pastoral parroquial o el consejo económico). Los jóvenes deben reflexionar especialmente sobre el lugar que Dios quiere que ocupen.

Gracias a su misión profética, los laicos, "están llamados a ser testigos de Cristo en todas las cosas, también en el interior de la sociedad
humana" (Gaudium et spes, 43). (C.I.C 943) Debido a su misión regia, los laicos tienen el poder de arrancar al pecado su dominio sobre sí
mismos y sobre el mundo por medio de su abnegación y santidad de vida (cf. Lumen gentium, 36).
• https://www.vatican.va/archive/hist_councils/ii_vatican_council/documents/vat-ii_decree_19651118_apostolicam-actuositatem_sp.html
• Desde el Concilio Vaticano II, se destaca cada vez más que el laico en la Iglesia católica es una auténtica vocación. El contenido de esta vocación es la santificación de
las obligaciones ordinarias del cristiano y, en primer lugar, las familiares. Así, la Constitución Dogmática Lumen Gentium afirma que su vocación consiste en "iluminar y
organizar todos los asuntos temporales a los que están estrechamente vinculados, de tal manera que se realicen continuamente según el espíritu de Jesucristo y se
desarrollen y sean para la gloria del Creador y del Redentor" (n. 31). El Decreto conciliar Apostolicam Actuositatem indica que forma parte de esta vocación el
apostolado, entendido como deber de acercar almas a Dios.
• […] ejercen el apostolado con su trabajo por evangelizar y santificar a los hombres, y por perfeccionar y saturar de espíritu evangélico el orden temporal, de tal forma
que su actividad en este orden dé claro testimonio de Cristo y sirva para la salvación de los hombres. […] Dios llama a los seglares a que, con el fervor del espíritu
cristiano, ejerzan su apostolado en el mundo a manera de fermento.8
• Apostolicam Actuositatem, 2
• El Código de Derecho Canónico indica:
• Por institución divina, entre los fieles hay en la Iglesia ministros sagrados, que en el derecho se denominan también clérigos; los demás se denominan laicos.
• Código de Derecho Canónico, 207 § 1.
• Los cánones 224 y siguientes establecen el estatuto de los fieles laicos al dar una lista de derechos y deberes de los fieles laicos. De ellos destaca el canon 225 porque de
él se puede extraer una definición positiva del fiel laico: según este canon, los laicos son aquellos que tienen la obligación general de trabajar para que el mensaje divino
de salvación sea conocido y recibido por todos los hombres en todo el mundo. Esta obligación les apremia todavía más en aquellas circunstancias en las que solo a
través de ellos pueden los hombres oír el Evangelio y conocer a Jesucristo.
• Puesto que, en virtud del bautismo y de la confirmación, los laicos, como todos los demás fieles, están destinados por Dios al apostolado, tienen la obligación general y
gozan del derecho tanto personal como asociadamente, de trabajar para que el mensaje divino de salvación sea conocido y recibido por todos los hombres en todo el
mundo; obligación que les apremia todavía más en aquellas circunstancias en las que sólo a través de ellos pueden los hombres oír el Evangelio y conocer a Jesucristo.
• Código de Derecho Canónico, 225 § 1.
• Por lo tanto, en el lenguaje católico, el estado laical es uno de los estados en los que el cristiano puede ejercer su misión dentro de la iglesia, además del clerical y del
religioso. El laico es aquella persona bautizada, perteneciente a la Iglesia que no ha recibido el sacramento del orden sacerdotal ni ha hecho votos dentro de alguna
comunidad religiosa. La Constitución dogmática Lumen gentium aprobada en el Concilio Vaticano II establece "a los laicos corresponde, por propia vocación, tratar de
obtener el Reino de Dios gestionando los asuntos temporales y ordenándolos según Dios". El Compendio de doctrina social de la Iglesia señala -a su vez- "Es tarea
propia del fiel laico anunciar el Evangelio con el testimonio de una vida ejemplar, enraizada en Cristo y vivida en las realidades temporales..." (Comp DSI, 543); "Los
fieles laicos están llamados a cultivar una auténtica espiritualidad laical, que los regenere como hombre y mujeres nuevos, inmersos en el misterio de Dios e incorporados
en la sociedad, santos y santificadores"
• En este último siglo la Iglesia ha considerado necesario analizar cuidadosamente los fundamentos de la vocación y de la misión de
los fieles laicos en la Iglesia y en el mundo, cosechando la siembra de la “promoción del laicado”, iniciada ya en el siglo XIX. Las
enseñanzas del Concilio Ecuménico Vaticano II dieron un impulso significativo a este estudio, ofreciendo una sabiduría
indispensable para el desarrollo de la teología del laicado
YOUCAT Pregunta n. 140. Parte I ¿Por qué la
Iglesia no es una organización democrática?

• (Respuesta YouCat) El principio de la democracia es: todo poder emana del pueblo. Pero en la Iglesia todo poder emana de Cristo. Por eso la Iglesia tiene
una constitución jerárquica. Al mismo tiempo Cristo le otorgó, sin embargo, una estructura colegial.
• El elemento jerárquico en la Iglesia consiste en que es el mismo Cristo quien actúa en ella cuando los ministros sagrados por gracia de Dios hacen y dan lo que no podrían hacer ni dar
por sí mismos, es dedr, cuando dispensan, en lugar de Cristo, los Sacramentos y enseñan con su autoridad. El elemento colegial en la Iglesia consiste en que Cristo ha confiado la
totalidad de La fe a una comunidad de doce Apóstoles, cuyos sucesores, bajo el primado de Pedro, dirigen la Iglesia. Partiendo de este enfoque colegial los condlios son un elemento
irrenundable de la Iglesia. Pero también en otros órganos colegiados de la Iglesia, en sínodos y consejos, pueden fructificar la multitud de Los dones del Espíritu y la universalidad de
la Iglesia de todo el mundo.
• (Comentario CIC) (C.I.C 874) El mismo Cristo es la fuente del ministerio en la Iglesia. Él lo ha instituido, le ha dado autoridad y misión, orientación y
finalidad: “Cristo el Señor, para dirigir al Pueblo de Dios y hacerle progresar siempre, instituyó en su Iglesia diversos ministerios que están ordenados al
bien de todo el Cuerpo. En efecto, los ministros que posean la sagrada potestad están al servicio de sus hermanos para que todos los que son miembros
del Pueblo de Dios [...] lleguen a la salvación” (Lumen gentium, 18)
• (Comentario CIC) (C.I.C 876) El carácter de servicio del ministerio eclesial está intrínsecamente ligado a la naturaleza sacramental. En efecto,
enteramente dependiente de Cristo que da misión y autoridad, los ministros son verdaderamente "siervos de Cristo" (cf. Rm 1, 1), a imagen de Cristo que,
libremente ha tomado por nosotros "la forma de siervo" (Flp 2, 7). Como la palabra y la gracia de la cual son ministros no son de ellos, sino de Cristo que
se las ha confiado para los otros, ellos se harán libremente siervos de todos (cf. 1Co 9, 19).
• El principio de la democracia es: todo poder emana del pueblo. Pero en la Iglesia todo poder emana de Cristo. Por eso la
Iglesia tiene una constitución jerárquica. Al mismo tiempo Cristo le otorgó, sin embargo, una estructura colegial.
• El elemento jerárquico en la Iglesia consiste en que es el mismo Cristo quien actúa en ella cuando los ministros sagrados por gracia
de Dios hacen y dan lo que no podrían hacer ni dar por sí mismos, es decir, cuando dispensan, en lugar de Cristo, los Sacramentos y
enseñan con su autoridad. El elemento colegial en la Iglesia consiste en que Cristo ha confiado la totalidad de la fe a una comunidad
de doce Apóstoles, cuyos sucesores, bajo el primado de Pedro, dirigen la Iglesia. Partiendo de este enfoque colegial los concilios son
un elemento irrenunciable de la Iglesia. Pero también en otros órganos colegiados de la Iglesia, en sínodos y consejos, pueden
fructificar la multitud de los dones del Espíritu y la universalidad de la Iglesia de todo el mundo.

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