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Ganaderia Tropical en El Peru

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Universidad Nacional Del Altiplano Puno – FMVZ.

Javier Manrique Salamanca

GANADERIA TROPICAL EN EL PERU

El Perú cuenta con el 11,74% de costa, 27,94% de sierra y 60,32% de selva (entre alta y
baja); de ellos, 14 millones de ha. son de pasto natural, con una biodiversidad biológica en
flora y fauna envidiable por muchos paises dado sus 84 zonas de vid. Es por ello la gran
fragilidad de sus suelos cuando no son manejados integralmente en las producciones
agropecuarias. De ellos existe 14 millones de ha. de pasto natural.
La situación actual de los sistemas ganaderos de nuestras regiones tropicales, está
caracterizada por bajos índices reproductivos por ende baja rentabilidad, e impactos
negativos para el ambiente. El deterioro de los ecosistemas ganaderos requiere de profundas
transformaciones en su explotación, basadas en principios agroecológicos, donde los
sistemas ganaderos se consideran como un ecosistema y no como una simple gestión técnico-
económica.
Esta nueva visión requiere del conocimiento de las leyes que rigen el funcionamiento de cada
uno de los elementos y procesos que forman el sistema, con el propósito de maximizar el
flujo de energía y el reciclaje de materiales. Las experiencias sobre los sistemas
silvopastoriles constituyen una estrategia para mejorar los indicadores económicos, sociales
y ambientales en los sistemas ganaderos. Asimismo, la recuperación de ecosistemas
degradados de pasturas por medio de los sistemas silvopastoriles permite la recuperación de
nuestros sistemas ganaderos. También tienen un potencial de adaptación al cambio climático
tanto en sequías prolongadas como en periodos de mucha lluvia, variables que aumentan el
grado de vulnerabilidad económica y ambiental de las fincas ganaderas.
En los trópicos húmedos americanos se cría ganado bovino, aves, cerdos, búfalos y ovejas.
La ganadería ha suscitado opiniones tan controvertidas como la agricultura, por sus efectos
secundarios negativos de naturaleza "ambiental".
Por otra parte, los países amazónicos necesitan utilizar los trópicos húmedos para alimentar
a su creciente población (el Perú, por ejemplo, debe importar leche y carne para satisfacer la
demanda nacional) (Cuadro 10-1) e incrementar los ingresos de divisas mediante la
explotación y la exportación de los bienes y servicios provenientes de los ecosistemas
tropicales. Con este fin, la política de desarrollo del Perú incluye el fortalecimiento de la
producción agropecuaria, asignando prioridad a la producción de alimentos (INIPA, 1982)
Cada año la humanidad consume más carne y productos lácteos. La producción mundial de
carne se incrementará de los 29 millones de TM en 1999/2001, a 465 millones de TM en
2050. La producción lechera se incrementará en ese período de 580 a 1`043 millones TM.
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VOLUMEN Y VALOR DE LA LECHE Y LA CARNE EN EL PERU EN (1981)

Fuente: Empresa Nacional de Comercialización de Insumos (1981)


Todos los países que poseen selvas amazónicas han indicado su firme intención de colonizar
y promover su explotación (PNUMA-MARNR, 1979; SUDAM, 1975; Ministerio de
Agricultura del Perú, 1974). Sin embargo, estas decisiones deben estar ahora acompañadas
de la tecnología que permita poner en práctica esas políticas.
Existen pocos estudios concretos que describen la forma de establecer operaciones ganaderas
estables en los trópicos húmedos. Los sistemas estables de producción necesitan mejorar las
condiciones sociales y económicas y ocasionar un daño mínimo a la capacidad de la tierra
para proporcionar un ambiente apropiado a las futuras generaciones.
El país debe satisfacer la demanda de productos ganaderos mediante la explotación de sus
recursos naturales. Debido a la escasez de agua y a que resulta más lucrativo dedicar las zonas
irrigadas a las actividades agrícolas que a la ganadería, la producción de animales resulta
difícil en la Costa peruana. En la Sierra, el 70 por ciento de la población animal está
restringida a ciertas regiones y, aunque la producción podría incrementarse mediante un
mejor manejo, sólo existen limitadas posibilidades de expansión de las actividades de
producción ganadera. Según el Ministerio de Agricultura (1974), ello sólo deja a la Selva
como la región con capacidad para un desarrollo ganadero de importancia.
Siempre se ha considerado que los trópicos húmedos americanos tienen capacidad para
sustentar un excepcional crecimiento de la flora natural, debido a las temperaturas favorables
(de un promedio de 24°C, o más en la Selva baja y a los altos niveles de precipitación de más
de 1 500 mm) (Parsons, 1975). Existen variaciones mínimas de menos de 5°C en las
temperaturas promedio mensuales entre los meses fríos y calurosos. Más aún, gran parte de
esta región es mayormente plana con abundante agua y una amplia diversidad de
características topográficas, pluviométricas y edafológícas, que en conjunto, dan origen a una
gran variedad de regiones que pueden explotarse. Por ejemplo, según ONERN (1981), de los
75.7 millones de hectáreas de la región de Selva peruana, 10.3 millones (13.65%) son aptas
para actividades pecuarias. Aún si se limitara el desarrollo ganadero a aquellas tierras más
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aptas para pastos (5.7 millones de hectáreas), puede esperarse un incremento de alrededor de
3 millones de animales (Staver, 1981).

APTITUD DE USO DE LA TIERRA EN EL TROPICO HUMEDO PERUANO


En zonas de 2 000 a 4 000 mm de precipitación anual, caracterizadas por una distribución
irregular de las lluvias, el pastoreo durante el período de abundantes lluvias ocasiona una
fuerte lixiviación de nutrientes y una severa erosión de los suelos expuestos (Tosi, 1975). En
regiones húmedas, el pastoreo también puede producir una rápida declinación de la
productividad debida a la compactación de los suelos arcillosos saturados de humedad al ser
pisoteados por el ganado. Además, como el control de las malezas mediante la quema se hace
imposible, las tierras comienzan a ser invadidas por otras plantas más tolerantes que el pasto
a los suelos ácidos e infecundos. Por ejemplo, en la zona de Villa Rica, las praderas onduladas
que han estado cubiertas de Milinis minutiflora durante los últimos 40 años, están siendo
invadidas por helechos, por la falta de medidas de protección de la fertilidad del suelo.
Debido a la invasión de las malezas y la baja fertilidad natural de los suelos, dichas tierras
sólo pueden sustentar a alrededor de 0.7 animales por hectárea. Con el tiempo, la situación
se deteriora a tal punto, que los pobladores deben emigrar y buscar nuevas tierras para sus
operaciones ganaderas.
En zonas o épocas de alta precipitación se presentan problemas de drenaje en las tierras bajas
(várzeas), en las márgenes de los ríos. Se incrementan las epidemias y las enfermedades, se
dificulta el empleo de equipos mecanizados y se acelera el desgaste de máquinas y equipos
agrícolas (Alvim, 1978). El calor y la luminosidad se combinan con la precipitación para
crear condiciones inapropiadas para la ganadería. Por ejemplo, en zonas húmedas y muy
húmedas', en las que las temperaturas no bajan de 20°C durante la noche, la nubosidad reduce
la fotosíntesis y, en consecuencia, la productividad de las plantas (Tosi, 1975).
El calor, por su parte, hace que el ganado se sienta incómodo, reduciendo el consumo de
alimentos y la productividad lechera, y aumentando el gasto de energía para liberarse del
calor excesivo. Los vientos fuertes pueden reducir indirectamente la productividad del
ganado por su efecto de deshidratación de los suelos y pastos.

Fuente: ONERN (1981)


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Factores adversos a la actividad ganadera


En zonas de 2 000 a 4 000 mm de precipitación anual, caracterizadas por una distribución
irregular de las lluvias, el pastoreo durante el período de abundantes lluvias ocasiona una
fuerte lixiviación de nutrientes y una severa erosión de los suelos expuestos (Tosi, 1975). En
regiones húmedas, el pastoreo también puede producir una rápida declinación de la
productividad debida a la compactación de los suelos arcillosos saturados de humedad al ser
pisoteados por el ganado. Además, como el control de las malezas mediante la quema se hace
imposible, las tierras comienzan a ser invadidas por otras plantas más tolerantes que el pasto
a los suelos ácidos e infecundos. Por ejemplo, en la zona de Villa Rica, las praderas onduladas
que han estado cubiertas de Milinis minutiflora durante los últimos 40 años, están siendo
invadidas por helechos, por la falta de medidas de protección de la fertilidad del suelo.
Debido a la invasión de las malezas y la baja fertilidad natural de los suelos, dichas tierras
sólo pueden sustentar a alrededor de 0.7 animales por hectárea. Con el tiempo, la situación
se deteriora a tal punto, que los pobladores deben emigrar y buscar nuevas tierras para sus
operaciones ganaderas.
En zonas o épocas de alta precipitación se presentan problemas de drenaje en las tierras bajas
(várzeas), en las márgenes de los ríos. Se incrementan las epidemias y las enfermedades, se
dificulta el empleo de equipos mecanizados y se acelera el desgaste de máquinas y equipos
agrícolas (Alvim, 1978). El calor y la luminosidad se combinan con la precipitación para
crear condiciones inapropiadas para la ganadería. Por ejemplo, en zonas húmedas y muy
húmedas', en las que las temperaturas no bajan de 20°C durante la noche, la nubosidad reduce
la fotosíntesis y, en consecuencia, la productividad de las plantas (Tosi, 1975).
El calor, por su parte, hace que el ganado se sienta incómodo, reduciendo el consumo de
alimentos y la productividad lechera, y aumentando el gasto de energía para liberarse del
calor excesivo. Los vientos fuertes pueden reducir indirectamente la productividad del
ganado por su efecto de deshidratación de los suelos y pastos.
DISTRIBUCION TOPOGRAFICA DE LOS PRINCIPALES SUELOS DE LA CUENCA
AMAZONICA (Millones de hectáreas)

Fuente: Sánchez, et al, (1982).


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PRINCIPALES LIMITACIONES DE LOS SUELOS AMAZONICOS DEBAJO DE LA


VEGETACION NATURAL

Fuente: Sánchez et al. (1982)


Cuando los suelos están cubiertos por varios estratos de vegetación natural, la erosión es
mínima. Por otra parte, cualquier uso de la tierra que exponga porciones significativas de los
suelos a la acción directa de la lluvia y el viento, acelera notablemente la erosión y produce
panoramas de desnudez de las laderas tan comunes en la vertiente oriental de los Andes. La
cría de ganado en pendientes pronunciadas (mayores de 30 por ciento) puede ocasionar
problemas de erosión de los suelos; las sendas que dejan pueden formar pequeños embalses,
y el sobrepastoreo y los cultivos anuales pueden exponer los suelos
Claramente, la ganadería puede resultar perjudicial. Sin embargo, un buen manejo de pastos
y animales puede reducir la tasa de erosión al nivel de las que se observan en los bosques
situados en terrenos ondulados (IVITA, 1981).
Interacción de la ganadería con otros sectores
La actividad ganadera interacciona con otras actividades de desarrollo en los trópicos
húmedos. Estas interacciones pueden ser de naturaleza positiva y complementaria
(sinergismo), o negativa y conflictiva (antagonismo), dependiendo de la categoría de
actividad ganadera que se considere: ganadería migratoria de carne (sistema inestable);
ganadería sedentaria de carne (sistema estable o potencialmente estable); ganadería intensiva
de carne o leche (sistema estable), y porcicultura y avicultura.
Ganadería y Piscicultura
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En la actualidad, los campesinos y los aborígenes que crían ganado utilizan cada vez más
tierras marginales. La tala y el desbroce de áreas boscosas para establecer actividades
ganaderas puede causar cambios en el régimen de los ríos y afectar negativamente la
producción y crecimiento de los peces. Por otra parte, la ganadería sedentaria e intensiva
tiende a proteger las zonas aguas abajo donde abundan los peces. Otra ventaja de la ganadería
intensiva (especialmente la producción de leche), es que permite la utilización del estiércol
resultante como fertilizante. Cuando esta materia orgánica es arrastrada hasta los ríos y
lagunas durante la estación de lluvias, puede resultar beneficiosa para los peces. Sin embargo,
un exceso de fertilizantes puede originar un crecimiento excesivo de algas que a su vez puede
reducir el suministro de oxígeno en lagunas y otros cuerpos pequeños de agua, perjudicando
la piscicultura.
La producción de cerdos y aves no tiene actualmente interacciones obvias con la piscicultura
en los trópicos húmedos, pero en China, las Filipinas y la India las interacciones sinergéticas
se han incrementado cuando la producción de aves y cerdos está asociada con la piscicultura.
En estas situaciones, la cría de aves y cerdos se realiza en condiciones de confinamiento
(sistemas intensivos), lo que facilita la recolección de estiércol, el que luego se coloca en
cámaras en que la fermentación anaeróbica lo convierte en gas metano. Este gas se utiliza a
su vez para calentar, refrigerar, alumbrar y proporcionar calefacción a las crías de cerdos y
pollos.
El residuo sólido (lodo) que queda en los tanques de producción del biogás se aplica en forma
directa en los campos como abono, mientras que el residuo líquido (caldo) se utiliza para
cultivar algas fijadoras de nitrógeno que producen un alimento rico en proteína para los
cerdos y las aves. Los asiáticos también crían peces que pueden ser alimentados con este
alimento enriquecido: construyen sobre los estanques corraletas con pisos de rejilla donde se
crían pollos o patos, depositándose el estiércol directamente en los estanques.
Ganadería e Hidroenergía
La regulación de los caudales por medio de represas puede entorpecer o favorecer las
actividades ganaderas. Por ejemplo, los embalses pueden reducir las pendientes suaves para
el pastoreo del ganado cuando los ríos depositan limo al crecer detrás de las represas. Por su
parte, las actividades ganaderas sedentarias e intensivas llevadas a cabo aguas arriba, cuando
están deficientemente manejadas, originan erosión de los suelos, lo que incrementa la
cantidad de sedimentos que penetra en los embalses.
La reducción y la regulación de los caudales mediante embalses también pueden amenazar
la continuidad de las operaciones de búfalos de agua, al secar zonas que antes se inundaban
periódicamente.
Por otra parte, tanto la ganadería intensiva como la sedentaria se benefician de las obras
hidroeléctricas, al asegurar un flujo continuo de agua que disminuye el peligro de
inundaciones, asegura la disponibilidad de agua para el ganado durante todo el año, y
proporciona agua, para el riego de los pastizales durante los períodos de sequía. En particular,
la ganadería intensiva de leche se asegura agua para la limpieza de las instalaciones, equipos
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y animales, así como para la energía eléctrica requerida para operar las instalaciones de
acopio de leche y las máquinas ordeñadoras.
Ganadería y Agricultura
Tanto la ganadería intensiva como la porcicultura y la avicultura no constituyen actividades
antagónicas con la agricultura, excepto por la competencia por el uso del espacio. En realidad,
con bastante frecuencia se complementan, como cuando los cultivos se destinan parcial o
totalmente a la alimentación de los animales. Esta situación se observa en la Selva Alta del
Perú, donde la yuca, el maíz, el arroz y el trigo regional (Coix lacrima) se utilizan para la
alimentación de las aves (Blasco et al. 1977). Otro ejemplo es el uso de cultivos forrajeros,
como el sorgo, el maíz, la caña de azúcar y las raíces tropicales, para suplementar la dieta de
las vacas lecheras en Oxapampa.
Existe un creciente interés en la búsqueda de otras formas de combinar la ganadería con la
agricultura tropical, siendo las más importantes la utilización de cultivos tropicales, residuos
de cosechas y subproductos agroindustriales. Por ejemplo, el ganado alimentado
periódicamente con yuca, puede triplicar el rendimiento de forrajes ricos en proteínas (20 por
ciento de proteína) sin afectar la producción de yuca (Ruiz, no publicado). El camote puede
emplearse igualmente para ganar de 600 a 700 gramos de peso por día (Backer et al. 1980).
El uso de residuos de cosechas y otros subproductos se describe en varias publicaciones en
las que se demuestra que el cogollo de la caña de azúcar, las melazas y la úrea pueden
sustentar una producción intensiva de carne de 800 a 1,000 gramos por día (Ruiz, 1976).
Ruiloba y Ruiz (1978) también encontraron que la paja de arroz puede utilizarse para la
producción de carne, produciendo hasta 1 000 gramos de ganancia de peso por día.
La producción ganadera no se complementa tanto con los cultivos permanentes como con los
cultivos anuales. No obstante, en Veracruz, México, la cría de ovejas está asociada con el
cultivo de cítricos. Las ovejas se alimentan de la vegetación de cobertura en los huertos,
ahorrando así gastos de control manual o químico de plantas que obstaculizan la cosecha de
la fruta. En el Departamento de Ciencia Animal de la Universidad de Florida, Estados
Unidos, se han desarrollado técnicas para utilizar la pulpa de cítricos en la alimentación de
animales que podrían aplicarse en los trópicos húmedos, donde el procesamiento industrial
de cítricos y otras frutas tropicales produce importantes cantidades de residuos
potencialmente utilizables.
La asociación de leguminosas con cultivos anuales y perennes es otro medio de combinar la
agricultura y la ganadería. Al analizar este tema, Sánchez et al. (1982) señalan que el uso del
kudzú (Pueraria phaseoloides) como fertilizante, produce rendimientos de cultivos similares
a los que se obtienen mediante fertilización completa, aunque el costo de cosechar,
transportar y aplicar el kudzú crea limitaciones a la utilización de esta técnica. Sin embargo,
las leguminosas no sólo producen un forraje rico en proteínas, sino que también fijan
nitrógeno en los suelos a través de las rizobias, pudiendo utilizarse por lo tanto en la
alimentación de animales rumiantes, cuyas heces pueden luego emplearse como fertilizante.
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En Costa Rica está investigándose la posibilidad de cultivar maíz junto con leguminosas
forrajeras, lo que podría proporcionar residuos de leguminosas y de maíz que serían más
nutritivos que los residuos de maíz solo, Estos métodos pueden triplicar las proteínas
disponibles en los forrajes animales y aumentar en un 50 por ciento la calidad energética de
los residuos agrícolas.
Sin embargo, el uso de los residuos de cultivos en la alimentación de los animales también
incrementa el riesgo de erosión, ya que su remoción de la tierra reduce la cobertura que la
protege de la lluvia y el viento.
Ganadería y Sector Forestal
Las tierras que se han cultivado por espacio de dos o tres años, se convierten con frecuencia
en pastizales en vez de dejarse en barbecho. Es obvio, entonces, que la ganadería puede
obstaculizar la regeneración de bosques. En laderas con más de un 30 por ciento de pendiente,
la ganadería incrementa la erosión de los suelos y, en consecuencia, cuando el pastoreo en
estas laderas representa un conflicto forestal, debe asignarse precedencia al sector forestal.
En las laderas de menor pendiente, sin embargo, la resolución del conflicto depende de
consideraciones edafológicas. Ambas actividades pueden combinarse en sistemas
silvopastoriles. Pero los principales conflictos entre los intereses ganaderos y forestales se
presentan cuando ambos sectores pueden explotar lucrativamente las mismas tierras.
La iniciación de actividades ganaderas sedentarias e intensivas presenta un conflicto con los
intereses forestales al desbrozar áreas boscosas para el establecimiento de pastos y para la
obtención de madera para construcciones ganaderas (cercas, corrales, establos, mangas,
portones, viviendas para los peones y para el dueño, jaulas y otras). Otra interacción negativa
es la convicción de muchos ganaderos de que el ganado no requiere sombra en las praderas.
Por ello, muchos ganaderos prefieren tener pastizales completamente libres de árboles, ya
que creen que la sombra de los árboles impide el crecimiento del pasto. Esta generalización,
sin embargo, no siempre es cierta, precisamente por la variabilidad de las especies de árboles
y de pastos, los tipos de suelos y de ganado.
Otro conflicto entre la ganadería y la silvicultura se produce cuando el ganado penetra en las
zonas boscosas pisando los árboles nuevos. Kirby (1976) relata experiencias en Nueva
Zelandia, en las cuales ovejas y terneros han pastado bajo estrecha supervisión en zonas
reforestadas con Pinus radiata cuando los árboles habían alcanzado un metro de altura. Los
novillos pueden pastar en tales campos si los árboles han alcanzado de 2 a 2.5 m de altura.
Las actividades ganaderas y forestales, sin embargo, más frecuentemente se complementan
que compiten entre sí. Por ejemplo, es común encontrar fundos ganaderos en los que diversos
árboles vivos (como Erythrina sp., Gliricidia sepium y Leucaena leucocephala) se utilizan
como postes. Los árboles también proporcionan al ganado sombra y protección contra los
vientos, mientras que varias especies forestales proporcionan forraje a los animales
rumiantes, como Erythrina glauca y E. poeppigiana, Glyricidia sepium, Leucaena
leucocephala, Guazuma ulmifolia, Psidium guajava y Cecropia. En Costa Rica, la Erythrina
poeppigiana se utiliza para sombra en los cafetales, a una densidad que puede producir
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alrededor de 4 TM de forraje de Erythrina (peso seco) cada 6 meses. Otros estudios


realizados en Costa Rica ilustran la riqueza proteica de esta planta (20-24 por ciento), la
digestibilidad (alrededor de 65 por ciento) y su aceptabilidad por parte de cabras y ovejas
(3.1 -3.5 por ciento del peso vivo del animal) (CATIE, 1978). En resumen, los datos sobre el
valor nutricional de las especies forestales indican que es técnicamente factible desarrollar
sistemas eficientes que integren la silvicultura con la ganadería.

Ganadería y Fauna Silvestre


La fauna nativa de los trópicos húmedos depende, por supuesto, de los bosques. Por lo tanto,
las actividades ganaderas compiten con la fauna silvestre lo mismo que con los intereses
forestales. Más aún, los ganaderos procuran impedir que el ganado esté en contacto con
animales salvajes. Los felinos, como el otorongo, y las serpientes, como el shushupe, pueden
diezmar a la población ganadera. Los insectos herbívoros pueden reducir notablemente la
biomasa de los pastizales. No existen datos sobre la importancia de este fenómeno en los
trópicos húmedos, pero en la región ovejera de los Estados Unidos se ha estimado que las
pérdidas de pastos a causa de los insectos pueden llegar hasta el 50 por ciento. Asimismo,
varias especies como el armadillo, algunos roedores y víboras consumen los huevos de
gallinas y patos. Los bosques son refugio de vectores de los huevecillos de tórsalo
(Dermatobia), y los vampiros se alimentan de la sangre de los animales domésticos
exponiéndolos a infecciones e infestaciones. Por ello, los productos pecuarios no tienen
interés en la convivencia del ganado con la fauna silvestre. Su afán de controlar la fauna
silvestre no se limita a su propia tierra, sino también se manifiesta fuera de ella.
Por otra parte, se conocen algunos casos de convivencia de la ganadería con la fauna silvestre.
Un ejemplo es la aparición en la América tropical de la garza, que sigue al ganado para
alimentarse de los insectos, garrapatas y otros ácaros que viven en el lomo de los animales o
caen al pastizal, reduciendo así el parasitismo y las enfermedades del ganado. Los pollitos
que se crían en las casas casi siempre deambulan libremente alrededor de la casa, donde
encuentran una gran variedad de insectos que consumen vorazmente.
Ganadería y Asentamientos Humanos
Como lo clasifica Dourojeanni (1979), en la Selva Alta del Perú viven cuatro grupos de
habitantes: los serranos, los costeños, y los inmigrantes europeos y asiáticos. En la Selva Baja
se reconoce otro grupo: los ribereños, descendientes de los primeros colonos, generalmente
de raza blanca, que se mezclaron con los nativos. Los nativos, los ribereños y los serranos
practican la agricultura migratoria y trabajan para los otros grupos. También los serranos y
los otros grupos practican otras formas de explotación agrícola, pecuaria, forestal, minera y
comercial.
Aún a falta de estudios detallados sobre las interacciones existentes entre los asentamientos
humanos y la ganadería, pueden efectuarse algunas observaciones. En primer lugar, es
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evidente que, de todas las actividades de explotación agropecuaria, la ganadería tropical es a


la que han estado menos expuestos los nativos y los habitantes de la Selva y de la Sierra. Los
nativos raramente habían practicado la cría de ganado hasta que aprendieron a hacerlo
trabajando para los colonos. Los serranos, por otra parte, tenían algunos conocimientos sobre
la cría de ovejas para la producción de lana. Por lo tanto, no es de extrañar que estos grupos
tiendan a practicar actividades ganaderas inestables por la falta de técnicas básicas, y que al
hacerlo ocasionen la rápida destrucción de los suelos y otros recursos naturales de la Selva.
Los otros grupos practican actividades ganaderas sedentarias extensivas o semiintensivas.
Los pobladores provenientes de la Costa han llevado consigo prácticas como el
confinamiento del ganado y alimentación con forrajes de corte. Los descendientes de
inmigrantes tienden a establecerse en las tierras altas y producir carne y productos lácteos
donde la topografía lo permite.
De todo lo que antecede puede deducirse que las personas que se dedican a actividades
ganaderas sin los conocimientos tecnológicos fundamentales pueden ocasionar problemas
que tanto afectan al hombre como a los ecosistemas que lo sustentan. La única solución es
educar a los pobladores en los fundamentos de la producción animal y establecer canales
comerciales que les permitan romper el ciclo de la pobreza, obtener un beneficio de sus
esfuerzos, asegurando así un continuo y consistente interés en el trabajo.
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Referencias

Dourojeanni, M.J. 1979. "Desarrollo rural integral en la Amazonía peruana con especial referencia a
las actividades forestales". En: Seminario FAO-SIDA sobre el papel de la silvicultura en el
desarrollo rural de la América Latina, Oaxtepec, México, pp. 109-128.

Empresa Nacional de Comercialización de Insumos. 1981. Anuario estadístico 1981, Tomo I. Lima,
Perú.

Herrera, R., C.F. Jordán, H. Klinge y E. Medina. 1978. "Amazon Ecosystems. Their Structure and
Functioning with Particular Emphasis on Nutrients". Interciencia 3 (4): 223-231.

(IVITA) Instituto Veterinario de Investigación Tropical y Alturas-Perú. 1981. Informe anual.

Kirby, J.M. 1976. "Forest grazing". World Crops 28 (6): 248-251.

Knowles, R.L, B.K. Klomp y A. Gillingham. 1973. "Trees and Grass: An Opportunity for the Hill-
Country Farmer". New Zealand Farmer, Sept. 13.

(MAA) Ministerio de Agricultura. 1974. Documento de la delegación del Perú a la reunión


internacional sobre sistemas de producción para el trópico americano (IICA-Trópicos, 10-15 de
junio de 1974, Lima.

(MARNR) Ministerio del Ambiente y de los Recursos Renovables. 1978. Seminario sobre
Ambiente y Desarrollo. Documento resumen. Serie de informes técnicos DGSPOA/17/26. Caracas,
Venezuela.

McNeil, M. 1964. "Lateritie Soils". Scientific American. 211 (5): 96-102.

(ONERN) Oficina Nacional de Evaluación de Recursos Naturales. 1981. Inventario nacional de


tierras del Perú. Lima, Perú.

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