Alonso Jorge - Repensar Los Movimientos Sociales
Alonso Jorge - Repensar Los Movimientos Sociales
Alonso Jorge - Repensar Los Movimientos Sociales
Jorge Alonso
4®
QËSAS
303.484098
A676r Alonso, Jorge.
Repensar los movimientos sociales / Jorge Alonso, prefacio
Rafael Sandoval Álvarez.—México : Centro de Investigaciones
y Estudios Superiores en Antropología Social, 2013
136 p.; 23 cm.—(Publicaciones de la Casa Chata)
ISBN 978-607-486-231-7
ISBN 978-607-486-231-7
Prefacio................................................................................................................................. 11
Prólogo................................................................................................................................. 21
Introducción........................................................................................................................ 27
9
10 Jorge Alonso
Apéndice................................ 119
Una reseña para profundizar en los movimientos sociales............................................ 119
Bibliografía.............................................................................................................................. 125
Prefacio
El libro Repensar los movimientos sociales conduce a reflexionar sobre uno de los
problemas fundamentales que sufren las ciencias sociales: la repetición de los mar
cos interpretativos con base en teorías obsoletas. Debería cuidarse que la investi
gación y la docencia no se convirtieran en un catálogo de aplicación de conceptos
y técnicas a realidades y sujetos que no corresponden a dichas adaptaciones inter
pretativas.
En este libro se muestra claramente cómo hacer un recuento descriptivo de los
libros y estudios que analizan a los movimientos sociales, algunos de los cuales
aplican la metodología de la conversación dialógica con descripción etnográfica
densa de la observación participante realizada durante algún tiempo, que no sig
nifica necesariamente apropiarse de la perspectiva de los sujetos estudiados. De
esta forma de hacer, el autor nos da un amplio panorama.
Por supuesto, los académicos con este enfoque interpretan lo observado en los
sujetos que analizan, es decir, la reflexividad propia de un sujeto que analiza a otro
de manera que sus protocolos regularmente están llenos de conceptos y teorías
seleccionados apriori, desde los cuales plantean hipótesis y preguntas. Algo dife
rente hace Jorge Alonso en el cuarto capítulo de la presente obra, donde da cuenta
de las formas de hacer política y el pensar de los sujetos que crean movimientos de
resistencia anticapitalistas, anteponiendo a su propia interpretación los discursos
manifiestos de dichos sujetos. Tal vez lo haga en concordancia con ellos, con lo cual
logra mostrar la conceptualización que hacen los propios sujetos.
En el primer capítulo encontramos un recuento de lo que para el autor son los
principales textos académicos publicados sobre movimientos sociales. Parte de ese
capítulo corresponde a una corriente de pensamiento teórico que muestra en lo
fundamental los tratamientos teóricos y metodológicos de los principales acadé
micos europeos y latinoamericanos, y se da una ejemplificación amplia de los
conceptos ordenadores utilizados. En la segunda parte se expone otra corriente de
pensamiento, que reivindica el reconocimiento a los sujetos de la resistencia anti
capitalista.
Considero que en los autores citados en la primera parte de dicho capítulo
prevalece la perspectiva positivista y estructuralista, que implica un desconocimiento
11
12 Jorge Alonso
i
Jorge Alonso, busca de la convergencia, México, Ediciones de la Casa Chata, ciesas, 1990.
14 Jorge Alonso
2 Ibidem, p. 13.
3 Ibidem, p. 14.
Prefacio 15
que surgirán nuevos actores con otras formas de hacer política. Cabe señalar que
cuando surge el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (ezln), Alonso inicia
un proceso de ruptura epistémica y política respecto a teorías y posturas que había
reivindicado.
En el tercer capítulo de esta obra se mencionan las luchas y movimientos
sociales que el autor considera fundamentales para entender el proceso de transi
ción a formas de organización y movilización al margen del corporativismo y la
división entre dirigentes y ejecutantes: el movimiento estudiantil popular del 68,
el movimiento de la sociedad del Distrito Federal ante el sismo de 1985, la rebelión
del ezln en 1994, la manifestación de los altermundistas en 2004, la resistencia
ciudadana contra el fraude electoral de 2006 y la rebelión de la Asamblea Popular
de los Pueblos de Oaxaca (appo) en 2006.
Los capítulos hasta aquí reseñados contrastan con el final del libro, en el que
se ofrece un ejemplo sobre un sujeto social conformado por un conjunto de
colectivos y personas que se plantean como sujetos de la resistencia anticapitalista,
los cuales cuestionan la misma noción de movimiento social y se asumen como
sujetos anticapitalistas. Asimismo, se describe cómo dichos sujetos crean un espacio
desde el que ejercen la reflexión y promueven la idea de pensar con base en una
constante problematización, cuestionamiento, crítica y autocrítica, es decir, evi
tando repetir teorizaciones y formas metodológicas, como las que se reseñan en el
primer capítulo.
En el cuarto capítulo se ofrece una reseña sobre sujetos, colectivos y singulares,
que construyen un espacio de comunidad para la resistencia, desde el cual
reflexionan sobre sus formas de hacer política y conciben la autonomía como
proyecto. El autor logra dar cuenta, de manera compendiada, del quehacer político
de estos sujetos (inscritos en la perspectiva del zapatismo), y de la metodología de
su caminar preguntando. Al respecto, en la lectura que el autor hace de la práctica
de estos sujetos, puede identificarse que tienen la capacidad de ser sus propios
historiadores, analistas, antropólogos y epistemólogos. Incluso reivindica cómo se
esfuerzan por reconocer que son sujetos que habitan la contradicción entre formas
tradicionales de hacer política y nuevas formas en perspectiva anticapitalista. Da
cuenta de un discurso que intenta ser consecuente con las formas de hacer política
en perspectiva zapatista: los sujetos se obligan a problematizar, cuestionar, criticar
y ejercer la autocrítica, promueven la apropiación del método del caminarpregun
tando y la comunidad de consenso, se plantean el pensar para generar rupturas
epistemológicas, políticas y éticas respecto a la perspectiva del sujeto del Estado y el
capital; y al mismo tiempo, el autor señala cómo entran en contradicción y vuelven
a cuestionarse.
16 Jorge Alonso
He tenido relación con Jorge Alonso durante los últimos veinte años. En 1987
coincidimos en la firma de un desplegado para convocar a impedir el fraude electo
ral que se llevaría a cabo en 1988. Pero fue en 1992, al conformarse el Movimiento
Ciudadano Democrático Jalisciense (mcd-j), cuando tuve contacto directo con él.
El mcd-j estaba integrado por cerca de noventa participantes: a decir de sus pro
motores, dos personas representativas (mas no representantes) de diversos sectores
sociales. A mí se me invitó en calidad de sindicalista; a Alonso, en calidad de aca
démico. El objetivo fue impulsar algunas iniciativas políticas en el contexto de la
crisis de aquella coyuntura.
Luego vendría una convivencia política más cotidiana en el espacio de la
Alianza Cívica Jalisciense (acj), a la que fuimos convocados para participar en
nombre del mcd-j. Nos reuníamos todos los martes en el café del hotel María
Isabel, ubicado en el barrio de San Antonio, donde discutíamos las tareas de la acj,
la cual se mantuvo hasta 1998, cuando decidimos dar por terminada la relación
con ésta, luego de que en una asamblea nacional, los activistas de algunas ong
intentaron convertirla en asociación política nacional partidaria, pero logramos
impedirlo por votación mayoritaria. Entre ambas experiencias surgió lo que con
tinuaría durante todos estos años: un debate sobre las nuevas formas de hacer
política en Jalisco, inspiradas por el zapatismo.
Jorge Alonso ha sido un intelectual, un académico honesto y consecuente con
un pensamiento crítico, aun de su propia postura política y teórica; una cualidad
que no es fácil conservar, como lo ha hecho él. Ello lo hace un interlocutor autén
tico, independientemente de que se coincida con su posición.
Debido a su honestidad intelectual —que implica siempre cumplir con su
deber: leer, escribir, criticar, cuestionar— y a su congruencia política y teórica ha
llevado a la práctica lo que piensa y ha sido, a su modo, un activista político, un
4
Al ser el presente libro producto de una reflexión acerca del “Seminario sobre Movimientos Socia
les, Sujetos y Prácticas”, en este apartado se destacan aspectos de las discusiones entabladas en él.
18 Jorge Alonso
5 Me refiero al escrito que presentó a propósito del vigésimo aniversario de la creación del doctorado
en ciencias sociales del cual fue fundador en la Universidad de Guadalajara y en ciesas Occidente,
el cual está publicado en el libro colectivo Hacer política para un porvenir más allá del capitalismo,
editado por Grietas Editores en 2012.
Prólogo
21
22 Jorge Alonso
1 Robert J.C. Young, Postcolonialism. An historical introduction, USA, UK, Australia, Blackwell Pu
blishing, 2001.
24 Jorge Alonso
aporta el repaso del autor por los principales movimientos sociales surgidos entre
los años cincuenta y setenta del siglo xx en México y a una academia activista cuyo
conocimiento se construye en colaboración con las mismas organizaciones (como
la generada en torno a Jorge Alonso), es posible organizar lo que algunos críticos
—como Atilio Borón y Sergio Zermeño, también mencionados en este libro—
califican como expresiones espontáneas, de fragilidad política y dispersión, propias
de la multitud.
Si la identificación de las expresiones orgánicas de los movimientos sociales re
sulta importante para organizar la dispersión, la apertura de un seminario integra
do por colectivos plurales jaliscienses —a cuyos resultados se dedica una parte de
este libro— es del todo pertinente. En este seminario se reúnen, entre otros, colec
tivos de campesinos, comuneros, jóvenes, periodistas y estudiosos de los movi
mientos sociales. Y desde una perspectiva epistémica alterna a la convencional, la
integridad sociedad-naturaleza no aparece únicamente como un derecho de los
pueblos indígenas que permanecen en sus territorios originarios, sino como un
derecho que ejercen sujetos plurales en los muros, las calles, los lotes baldíos y los
barrios urbanos. Estos movimientos convergen y se hermanan en prácticas comu
nes porque —ya sea por la defensa de los bosques, los ríos y las tierras comunales,
los espacios urbanos o el cuerpo y la sexualidad— se identifican como sujetos
antisistémicos que practican la autonomía, la autogestión y la autodeterminación
en sus territorios; además, reconstruyen en la vida cotidiana el tejido social, al
margen del Estado y del capital; por sí mismos aprenden y colectivizan saberes;
impulsan imaginarios sociales instituyentes desde la perspectiva del sujeto; forta
lecen redes de solidaridad y apoyo mutuo; y desde una posición altermundista
construyen desde abajo poderes colectivos y comunitarios, como sostiene en ese
libro Raúl Zibechi.
En la presente obra destaca el potencial no sólo teórico, sino derivado de la
producción de metodologías colaborativas y libertarias que posibilitan la coteori-
zación entre sujetos plurales. Esto, cuando en este seminario se considera el estudio
de las resistencias, rebeliones y revoluciones que se reportan en la historia política
de Jalisco, desde la época colonial hasta el presente, gracias a lo cual los actores ahí
reunidos se inscriben en un proceso diacronico a partir del cual se construye desde
abajo una autonomía defacto, marcada por la resistencia y la crítica antisistémica.
El carácter persistente de las luchas, expresado en las 355 acciones colectivas iden
tificadas en el presente, también contribuye a la identificación de las acciones que
distinguen a estos movimientos de los anteriores. Los movimientos actuales luchan
a partir de medios inéditos como performances, trabajo autónomo y acciones de
autodefensa y, en este sentido, repensar los movimientos sociales supone que los
Prólogo 25
sujetos colectivos pueden apropiarse de su destino, de cara a las crisis de los parti
dos políticos y de la democracia representativa.
La búsqueda de convergencias en la diversidad, en alusión a Samir Amin, se
expresa sin duda en el Foro Social Mundial y el Foro Mundial de Alternativas,
como sostiene nuestro autor. Y la territorialización, autonomía, subversión episté-
mica y construcción de otro mundo caracterizan a estos movimientos alternativos:
desde el acotamiento al poder egoísta sobre los territorios ancestrales en los Cara
coles Zapatistas; la resistencia a la violencia, organizada por el Movimiento por la
Paz con Justicia y Dignidad, que se articula en torno a Javier Sicilia; hasta la lucha
por la democratización de los medios de comunicación y el freno a la mentira y el
fraude electoral, desde el movimiento #YoSoyl32.
Para concluir, considero que esta valiosa contribución se dirige en primer lugar
a las organizaciones sociales que desean repensarse a la luz de los nuevos movimien
tos sociales, pero también se destina a una academia donde los paradigmas hege-
mónicos se están transformando, a una academia no conformista y rebelde, en la
que los intelectuales orgánicos están dispuestos a desobedecer los designios del pro-
ductivismo científico. El científico no comprometido con las causas sociales repro
duce el neocolonialismo a partir de sus procedimientos metodológicos y sus resul
tados de investigación objetivos, neutrales y aparentemente distanciados. La
desobediencia posindustrial a la que alude Alonso, remitiéndose a Garretón, invo
lucra también a los académicos. Y, en este sentido, este libro no sólo se teje como
resultado de la rigurosa triangulación entre nociones teóricas, experiencias empí
ricamente validadas y categorías acuñadas por su autor, sino a partir de pistas que
permiten construir un mundo libre de imposición donde el poder no se toma,
sino se ejerce en la vida cotidiana, como sostiene Raquel Gutiérrez en sus páginas.
Este es un buen año para la publicación de esta obra porque, más allá del signifi
cado profundo que pudo tener para el pueblo maya el cambio del ciclo Oxlajuj
Bak’tun a otro que implica renovación, somos muchos los que estamos dispuestos
a construir un mundo muy otro, después de sentir, aprender y actuar en colabora
ción con quienes protagonizan estos nuevos movimientos sociales.
1 Boaventura de Sousa Santos ha advertido que las ciencias sociales que heredamos no dan cuenta
de nuestro tiempo adecuadamente y se queja de que se sigan repitiendo marcos interpretativos
obsoletos (Santos, 2005).
27
28 Jorge Alonso
1 Siguiendo el concepto de marco planteado por Goffman, se ha buscado qué esquemas de interpre
tación permiten a los individuos ubicar, percibir y clasificar eventos, así como otorgarles significa
do, encaminar la acción y sintetizar la experiencia (Chihu, 2006).
31
32 Jorge Alonso
sus singularidades y tienen raigambre en los saberes de la gente, los cuales van
circulando (Prada, 2005).
Se han indagado los condicionantes, la formación, la movilización y el éxito o
fracaso de los movimientos. Se ha propuesto que debería distinguirse entre accio
nes colectivas y movimientos sociales propiamente dichos. En las primeras habría
que destacar los vínculos que propician la creación de un agrupamiento que de
fiende activamente intereses comunes por medio de actos reivindicativos. El mo
vimiento social sería un tipo especial de esa acción colectiva, pues además de la
actuación voluntaria a favor de una causa hay una identificación de adversarios, y
se dinamiza un proceso de formación de identidades en la disputa por lo que re
sulta central a la sociedad en turno.
Se ha profundizado en los movimientos teniendo en cuenta las oportunidades,
es decir, el grado de represión o de permisividad que el poder constituido mani
fiesta respecto a determinadas actividades contestatarias. Hay investigadores que
resaltan que la acción política surge cuando se dan las oportunidades para la inter
vención de agentes sociales que normalmente carecen de éstas. Los cambios en la
estructura de oportunidades y las restricciones políticas crean los principales in
centivos para iniciar nuevas etapas de acciones colectivas, las cuales, a su vez,
configuran nuevas oportunidades. Se advierte que los movimientos no son conse
cuencia automática de agravios, y que la gente se alza en acciones colectivas, aun
en circunstancias desalentadoras, mientras reconozca intereses colectivos, pueda
unirse con otros y piense que existe oportunidad de que su protesta tenga éxito. Se
aclara que los cambios en la estructura de oportunidades y las restricciones no son
elementos exclusivos de los movimientos sociales, pero se insiste en que desempeñan
un papel fundamental para impulsar la acción colectiva. Los agravios y las capaci
dades se combinan de múltiples maneras (Neveu, 1996).
Se ha tratado de avanzar en las categorizaciones, por ejemplo, definiendo la
palestra como un sistema organizado de instituciones, procedimientos y protago
nistas, en el que las fuerzas sociales pueden hacerse oír y utilizar recursos para ob
tener respuesta a los problemas que enfrentan. En esta forma, la palestra resulta un
espacio en el que se hace visible y se enfrenta un asunto considerado como proble
ma social. Los movimientos pueden utilizar palestras sociales institucionalizadas
(medios de comunicación, tribunales, parlamentos...) o crear palestras específicas.
Se enfatiza que los movimientos son las armas de los débiles, traducen malestares
sociales y muestran el nacimiento de la solidaridad colectiva, pero se advierte que
dichos movimientos no nacen mecánicamente por acumulación de frustraciones.
Se advierte que éstos, siendo una constante, son cambiantes (Neveu, 1996).
Aproximaciones a los movimientos sociales 33
Se ha llamado la atención en lo que respecta a las reacciones del poder ante los
movimientos sociales, éstas son complejas y conllevan como respuestas tanto el
aspecto represivo como la aceptación de ciertos planteamientos emanados de abajo.
También se apunta que los movimientos se desgastan y tienen ciclos. Sin que haya
una rígida normatividad pendular existen tendencias a la organización y a la des
organización.
Dependiendo de las teorías elegidas para la interpretación de los movimientos
sociales se dan diferentes énfasis. Muchas investigaciones privilegian la perspectiva
de la movilización de recursos para la cual toda acción es racional, por lo que los
actores sociales se encuentran continuamente calculando costos y beneficios de
cada actuación, y relacionando medios con fines. Hay una intencionalidad previa
a la acción. Se presenta a los individuos agrupándose para defender con mejores
medios sus intereses egoístas (Zald, 1987). No obstante, muchas investigaciones
concretas han cuestionado esa aproximación, pues no existen los fines por un lado
y los medios por otro, sino que se imbrican. Dewey ya había señalado que los fines y
los medios no existen separados (Dewey, 1967). Se esbozan los fines en función de los
medios que se perciben. No existe una relación lineal, sino más bien circular
(Ibáfiez, 2005).
Otros estudios apuntan hacia la explicación cultural, pues se recalca que las
personas se movilizan en universos de sentido y se destaca la formación de identi
dades. Melucci ha planteado que se han ido estableciendo lazos de solidaridad en
tanto los actores colectivos son capaces de reconocerse y de ser reconocidos (iden
tidad) frente a la presencia de un conflicto que produce un antagonismo que se
dirige a la ruptura de los límites del sistema. Al anunciar cambios posibles en el
presente, los movimientos se convierten tanto en medios como en mensajes (Me
lucci, 1999). Los movimientos se fincan en derechos culturales (tanto individuales
como colectivos); en la búsqueda de dar sentido a la existencia, logran la combi
nación de lo personal y lo colectivo, de lo singular y lo general, y promueven otros
modos de vida y de consumo (Wieviorka, 2003).
Hay quienes señalan que escasas pero poderosas empresas, controladoras de
influyentes medios de comunicación, tienen la capacidad de difundir una visión
restringida del mundo excluyendo otras miradas. Ante esto han surgido movimien
tos que incorporan en su lucha las modernas tecnologías de la información. Quie
nes investigan estas modalidades aconsejan considerar la acción colectiva como
acontecimiento, y proponen pasar de la idea de movimiento social como dato al
concepto de sistema de acción como logro. En esta forma, los movimientos no son
productos episódicos, sino procesos, dinámicas que transitan de lo latente a la re
solución innovadora. Se trata de dimensiones creativas de la realidad que trastocan
34 Jorge Alonso
La aproximación toureniana
2 En uno de sus libros, Boaventura de Sousa Santos reflexiona sobre su trabajo de campo en Brasil
para hacer su tesis doctoral en Yale a finales de los años sesenta y principios de los setenta. Primero
se encontró con el hecho de que todo lo que había aprendido en los libros de metodología le servía
muy poco y le estorbaba mucho para hacer la investigación en una favela. Este autor afirma que
la mayor parte de los libros de metodología “aunque se ocupaban de las diferentes técnicas para
evitar la inducción de respuestas, dejaban fuera la fuente fundamental de esa inducción, al propio
científico social como estereotipo viviente que reproducía un horizonte de expectativas” (Santos,
2009: 236). Había “informantes clave” adiestrados, que se habían convertido en un casi sujeto de
la ciencia social, un “objeto” elevado a la categoría de “sujeto”. “El grupo de los objetos (informa-
38 Jorge Alonso
dores) adiestrados y especializados podrían, si se ponían de acuerdo, actuar sobre la ciencia como
grupo de presión, negociando una participación en los beneficios de la producción científica o,
incluso, una participación en la configuración de los resultados de la investigación. Este escenario
no es tan utópico como podría parecer. En antropología, quienes realizan trabajo de campo hace
tiempo que se han visto ante problemas que apuntan en esta dirección [...]. Desarrollé un respeto
menos que moderado por las reglas de la ciencia convencional, en especial, por las que llenaban
los gruesos manuales sobre la observación participativa, a la sazón, el método más de moda para
la investigación empírica. Llegué a creer que era mediante la violación de las reglas como mejor
entendía la realidad social. Cuanto mayor era la violación, tanto más profunda era la comprensión”
(Santos, 2009: 236). “No obstante, guardé al mismo tiempo la regla de oro de la observación
Aproximaciones a los movimientos sociales 39
participativa, y lo hice de una manera casi compulsiva: escribí acerca de mi vida cotidiana, hasta el
mínimo detalle [...]. Fue en el uso de largas conversaciones con líderes radicales de la favela donde
más aprendí acerca de la opresión social y política bajo la dictadura militar” (Santos, 2009: 237).
“Sólo más tarde (y nunca del todo) entendí cómo deberían alimentarse los dos proyectos el uno
al otro [el científico y el político] si quería evitar el tan extendido síndrome esquizofrénico de los
científicos sociales del momento: ser revolucionarios como activistas políticos y reaccionarios como
científicos” (Santos, 2009: 238-239). “La construcción de una práctica social alternativa justificaba
a mi entender la inevitable violación de las reglas del método científico” (Santos, 2009: 239). Y
pone dos ejemplos: ¿conversación natural o la orientación deliberada?, ¿plena participación o sólo
observación de los hechos? “En cuanto a la primera de mis preguntas, yo era reacio a sacar a cola
ción el tema de mi investigación mientras tenía la sensación de que sería una decisión unilateral,
extraña al contexto del encuentro verbal y a la que forzaba a la persona con la que estaba hablando
sobre la base de mi superior estatus social [...]. Esta actitud se basaba en mi negativa a ver a los
sujetos de la interacción abierta como objetos de una interacción secreta (entre mí y el mundo de
la ciencia’). Empecé a pensar que la función de control social que desempeñaba la ciencia moderna
comenzaba con el carácter represivo del discurso verbal que imponía a sus objetos tanto en los
cuestionarios como en las entrevistas [...]. Estaba llegando a la conclusión de que, sobre la base de
las mismas premisas de la producción material —esto es: la propiedad privada y la productividad
orientada hacia el beneficio—, la producción de la investigación científica expropiaba el discurso
autónomo del lenguaje cotidiano de sus objetos para construir su propio patrimonio de discurso cien
tífico que luego se utilizaba como una forma de poder social [...]. Posteriormente, cuando anali
zaba los datos, me vi ante una especie de dilema retrospectivo: mi intento de adoptar una postura
políticamente correcta, y el grado de violación de las reglas de la investigación de campo que ello
implicaba, me habían convertido en científico social convencional en mayor medida de lo que
40 Jorge Alonso
estaba dispuesto a admitir entonces [...]. Una distancia (mal) calculada respecto a la metodología
convencional y a la política científica hegemónica había acabado por mejorar mi ‘capacidad extrac
tiva y había enriquecido mis archivos con abundante y preciosa información” (Santos, 2009: 239).
Después hallaba consuelo al pensar “en que el conocimiento cuyo secreto se guardaba tenía una
importancia crucial para la construcción del conocimiento que me permitía a mí mismo publicar”
(Santos, 2009: 239). “La mistificación estructural sobre la que se base la observación participante
tenía que revelar su dilema con plena claridad: si observas, no ves; si participas, no recuerdas” (San
tos, 2009: 241). Boaventura narra cómo se dio cuenta de que “la ciencia social establecida en las
sociedades capitalistas avanzadas reproduce, de un modo muy específico, la estructura de domina
ción clasista” (Santos, 2009: 246). Santos escudriña los dilemas y las ambigüedades de los métodos
de investigación de campo. El conocimiento escrito “parecerá ser un conocimiento rumiado, o más
bien, aplazado. Se basaba en una distancia temporal entre el cognoscente y el objeto conocido, y
carecía en consecuencia de la intensidad del conocimiento instantáneo (el conocimiento práctico
en el momento mismo que se ejercita)” (Santos, 2009: 248). “Escribir acerca de algo significa escri
bir desde el lateral de ese algo, nunca desde el centro” (Santos, 2009:249). Reflexiona sobre cómo
adoptó una metodología transgresora; quiso después discutir los resultados de su investigación con
los residentes de la favela: “devolver el estudio a la comunidad, el sueño más acariciado por los
científicos radicales a finales de la década de 1960 y comienzos de 1970” (Santos, 2009: 252), pero
no pudo porque se había incrementado la represión. Y reflexiona que aunque hubiera sido posible
“habría resultado ser un ejercicio absurdo. En el curso de las pocas discusiones que tuve en privado
con mis amigos de la comunidad se puso claramente de manifiesto que mis hallazgos eran para ellos
evidentes o irrelevantes [...]. Mis teorías nada decían de la cuestión omnipresente sobre qué hacer
[...]. Habiendo decidido evitar el análisis político por temor de que mis recomendaciones, una vez
redactado fuera de contexto, pudieran utilizarse contra los favelados, eliminé la única base sobre
la que los resultados de mi investigación podrían haber sido entendidos, y discutidos en concreto
en términos prácticos, dentro de la favela [...]. Al convertirme yo en científico, los favelados se
convertían en objetos” (Santos, 2009: 252).
Aproximaciones a los movimientos sociales 41
Para entender tanto el meollo de los movimientos sociales como sus modificaciones
más radicales muchos autores han puesto sus ojos en el movimiento altermundista.
La globalización neoliberal ha implicado transnacionalización de la economía; dis
minución del volumen de trabajo activo necesario para la producción de bienes;
gran movilidad y deslocalización de los procesos productivos; confiscación de de
rechos que eran considerados inalienables; destrucción del medio ambiente y
aumento de los riesgos. No se puede olvidar que el capitalismo neoliberal ha pre-
carizado el empleo y los salarios; ha aumentado el desempleo; ha degradado los
derechos a la vivienda, a la salud y a la educación; ha extendido la marginación
social; ha producido una gran variedad de parias; y ha desatado la inestabilidad
social y la violencia. Encima se ha criminalizado a la protesta social; crecen las
privaciones en los hogares; se aflojan y achican las redes sociales; aparecen la anomia
y la desorganización. Se ha producido una grave decadencia social que ha exacer
bado el enfrentamiento lento y corrosivo de pobres contra pobres. Se ha disparado
la desigualdad social (Wacquant, 2001). En el anteriormente llamado tercer mun
do se ha retornado a una cuasi servidumbre en la manufactura, y se han desvalori
zado los saberes. Las finanzas organizadas, la empresa industrial y el crimen orga
nizado forman parte de un mismo conjunto; y no hay membrana entre dinero
sucio y dinero limpio. Los estados, limitados ante los poderes fácticos, temen y
enfrentan los estallidos por la pobreza y la desigualdad; y desde abajo han apareci
do resistencias populares. Si bien no es posible dominar inmediatamente el orden
caótico neoliberal, es factible que los oprimidos se defiendan solidariamente (Joxe,
2003).
42 Jorge Alonso
3 Una de esas crisis es el entrampamiento del llamado capitalismo especulativo. Hay una voracidad
de ese capital frente a una limitada expansión del capital sustantivo. El capital especulativo se apro
pia crecientemente de un excedente cuya producción no contribuye en nada; el capital sustantivo
ve limitada su expansión. Pero la etapa especulativa no puede mantener por mucho tiempo la
contradicción producción-apropiación, tiene límites. Las ganancias ficticias están constituidas por
la valorización especulativa de diversos tipos de activos y por el crecimiento de la deuda pública
de los estados. El problema es que las crisis financieras conllevan también la destrucción de capital
sustantivo (Carcanholo y De Souza, 2007).
Aproximaciones a los movimientos sociales 43
4
El repone de esta reunión se encuentra en las lecturas semanales correspondientes a septiembre
de 2007 recopiladas en <www.insumisos.com >.
Aproximaciones a los movimientos sociales 45
5 Como una muestra de las investigaciones latinoamericanas sobre movimientos sociales se pue
den consultar las siguientes publicaciones de Clacso: Filgueira, 1985; Calderón, 1986; Verdesoto,
1986; Seoane, 2003; Garza, 2005; Mirza, 2006; Boron y Lechini, 2006; Prada, 2008; Negri, 2008;
García Linera, 2009; Favela y Guillen, 2009; Almeyra, 2009; y Tapia, 2009.
Aproximaciones a los movimientos sociales 47
6
Conviene revisar los números 2 y 4 de la revista Altematives Sud, que corresponden a 2005 y 2006,
Aproximaciones a los movimientos sociales 49
7 Estos autores coinciden en muchos planteamientos, pero tienen sus diferencias; comparten una
tradición autonomista, pero Holloway apunta que cuando Negri y Hardt hablan del imperio como
paradigma actual del capitalismo hacen lo que la tradición autonomista rechazaba: empezar desde
arriba, Holloway insiste en que el cambio debe hacerse desde abajo.
50 Jorge Alonso
afirma que hay que considerar al movimiento como variación en los estados del
sistema. Se pregunta si no se podría pensar lo político de una manera similar al
principio fisicoquímico que postula que a mayor desorden molecular se incrementa
el número de configuraciones posibles, es decir, de relaciones posibles entre los
elementos del sistema. Así, se podría considerar lo político como un tipo de actos
humanos individuales o colectivos, múltiples y variados, que transgreden el orden
imperante, la configuración institucional del sistema. Ante esto, el pequeño o gran
desorden es reabsorbido por el propio sistema y queda sólo como energía disipada
que a la larga refuerza el orden inicial, o bien, se incrementa de tal modo la energía
interna del sistema que el orden previo de éste se trastoca y alcanza un punto de
bifurcación, pasado el cual se abre la posibilidad de nuevos órdenes y vinculaciones
(no uno, sino numerosos, diversos); entonces el proceso se hace irreversible. Hay
relación de orden y desorden en tensión. Siguiendo esta analogía, Gutiérrez pro
pone un aumento permanente de energía desordenadora en lo social, pues la
energía social es capacidad humana en estado de fluidez. Las luchas atentan contra
el orden imperante. Existe una lucha desordenada que trastoca el orden conven
cional. Se necesita vencer el apego a la seguridad conocida, pero insatisfactoria. La
acción común emancipadora es el despliegue de la autodeterminación y su expan
sión, y no la postulación de un orden nuevo, sino el acercamiento al umbral donde
todo desorden es posible. Hay que luchar contra el orden que impone la explota
ción, la opresión y la dominación. Para ello se requiere una unidad sin rigidez, no
anuladora, sino respetuosa; una libre asociación de individuos, grupos y movimien
tos, donde no se pierda energía en mantener el estado de unificación. Con prácticas
coercitivas no se puede construir un mundo libre de imposición. Los espacios de
la autoafirmación se tienen que construir de manera solidaria y cooperativa. Es
necesario establecer relaciones distintas, modos diversos de estar en relación, pensar
desde el poder-hacer para romper lafetichización del poder como imposición nor
mativa. Se trata de un proceso de autoorganización de la sociedad para decidir y
ejecutar sus acciones de manera voluntaria y libre, sin suplantación de la voluntad;
así, el poder no se toma. Gutiérrez insiste en que hay que contraponer al poder el
poder-hacer, en tanto acción fluida de insubordinación, de creación libre y común
de espacios de autonomía. En la perspectiva de la construcción de autonomía
desde abajo, apunta que los movimientos sociales y populares han resurgido y han
logrado impedir la implementación de planes de capital; han puesto en entredicho
las relaciones de explotación en su conjunto y han bosquejado intermitentemente
un horizonte de deseo común. En general, han ensayado una gran diversidad de
posibilidades políticas. La construcción de espacios de autonomía desde abajo ha
sido una de las principales maneras de proceder de los movimientos sociales en su
Aproximaciones a los movimientos sociales 51
esta forma, hay un poder que descansa en el colectivo; ganan vitalidad relaciones
sumergidas. Zibechi precisa que los poderes no estatales se encuentran lejos de ser
estáticos, tienen mucha movilidad.
Al examinar las tradicionales prácticas de las juntas vecinales en Bolivia,
Zibechi descubre que se reproduce el Estado, pero también atisba la existencia de
contradicciones y, por lo tanto, de mecanismos para conjurar al Estado. El problema
surge cuando los dirigentes se separan de los dirigidos. También observa que la
unidad orgánica verticalizada, institucionalizada, de los movimientos, separada de
la vida cotidiana, es una forma estatal, pero a esto se le puede contraponer la unidad
horizontal por confluencia desde abajo. En la forma estatal de los movimientos se
observa a los actores colectivos como homogéneos, con intereses definidos y formas
de acción racionales adecuadas a sus fines. Pero persisten voces sumergidas de los de
abajo, los cuales saben muy bien lo que hacen cuando se sublevan. Zibechi sostiene
que los movimientos no articulados y no unificados son capaces de hacer muchas
cosas, que liberan amplias zonas y regiones de la presencia estatal, que crean formas
de vida diferentes a las hegemónicas y que dan la batalla cotidiana para la sobrevi
vencia de los oprimidos. Defiende la tesis de que el cambio social no necesita ni
articulación, ni centralización, ni unificación; que el cambio social emancipatorio
va a contracorriente del tipo de articulación que se propone desde el Estado, los
partidos y la academia. Cuestiona el significado de dispersión o fragmentación, pues
decir que un movimiento o sujeto social está fragmentado implica verlo desde una
lógica estadocéntrica que presupone la unidad-homogeneidad de lo social y de los
sujetos. Ciertamente, desde la izquierda y desde la academia se ha asegurado que
sin articulación no hay la menor posibilidad de triunfo o que éste es efímero. Pero
un repaso histórico permite llegar a conclusiones contrarias, pues la unificación y
la centralización de los movimientos permitieron al Estado y al capital neutralizar
los y domesticarlos; en cambio, las victorias populares de los últimos años no han
estado convocadas por articulaciones o estructuras formales o establecidas.
Las investigaciones de Raúl Zibechi le han permitido apreciar que hay un
problema clave: el de los dirigentes. Estos le deben fidelidad tanto a sus bases como
al Estado, se encuentran condicionados a ser intermediarios entre los movimientos
y aquél. En el movimiento-institución reinan los dirigentes; esto se agudiza en
tiempos de desmovilización. Los estudios del proceso vivido por un movimiento
social hacen hincapié en su crecimiento acumulativo; pero si se observa desde otro
lugar (desde el tiempo largo y desde el movimiento-deslizamiento), se llega a la
conclusión de que se tiene que descartar el concepto de acumulación y del proceso
como desarrollo.
Aproximaciones a los movimientos sociales 53
si no es algo más imaginario que real pensar que se pueden crear espacios separados
del Estado Esto se tratará de responder en el texto que aparece en el apéndice.
10 Boron, refutando las concepciones de Hardt y Negri, advierte cómo el imperialismo ha reforzado
sus mecanismos de dominación económica, política, militar y social sobre los pueblos. Apunta
que dichos autores producen una visión desfigurada e idealizada del imperialismo convertido en
imperio, pues, contra las pruebas fácticas proponen que el papel de Estados Unidos es secundario
y también sin sustento en lo que acontece; sostienen que la superación del imperio será obra de
multitudes orgánicas que espontáneamente pondrán fin a su existencia (Boron, 2004).
Aproximaciones a los movimientos sociales 57
bloque plural en lo ideológico, lo religioso y en las políticas del corto plazo. Los
movimientos antisistémicos no están en la disposición de hacer concesiones que
limiten su fuerza autónoma y la del movimiento emancipador. El diálogo y la
unión de los muchos no sólo implica problemas de suma de fuerzas, sino también
de combinación de éstas; no se trata tanto de una suma, más bien, de una combi
nación de combinaciones. Se propone la creación de nuevos bloques y frentes
mezclando organizaciones de todo tipo, combinando representación, participa
ción, consenso y sufragio en la toma de decisiones. No habría que perder de vista
que se trata de procesos no lineales (González Casanova, 2006).
11 Touraine tituló Después de la crisis a un libro que publicó en 2011, cuando Europa estaba convul
sionada por crisis de sus deudas. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico
(ocde) apuntaba en agosto de 2011 que había desaceleración en las zonas del euro y de China,
y el economista Óscar Ugarteche señalaba que los países ricos, altamente endeudados, habían
ingresado a un periodo de crecimiento lento y hasta de estancamiento, y recomendaba a los países
sudamericanos desconectarse del mundo endeudado (véase una entrevista publicada en La Jomada
el 4 de agosto de 2011). Zibechi apuntó que a mediados de 2011 hasta el conservador presidente
de Colombia había advenido en la cumbre de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) que
62 Jorge Alonso
tos sociales. Reconocía que su hipótesis de que las principales fuerzas mundiales
estaban en las mujeres no se había cumplido. Tal vez no lograba percibir cómo
cotidianamente las mujeres han luchado contra el patriarcado y han ido acotando
las relaciones de poder machistas. Insistía en que el tema de los derechos era moral
y no social. Veía que los actores sociales afectados por la crisis se transformaban en
desempleados y excluidos incapaces de reaccionar políticamente. En un mundo
global la única respuesta con sentido debía ser también global; aquí veía una opor
tunidad para los ecologistas. Consideraba que el altermundismo era un movimiento
de opinión y que no tenía un asidero político. Planteaba que todos debían contri
buir a la reconstrucción de una sociedad en la que los factores económicos se vieran
obligados por el Estado a tener en cuenta las consecuencias de sus acciones y los
intereses de la población. Insistía en que había una situación postsocial (Touraine,
2011). En una de las presentaciones de su más reciente libro se le preguntó qué
pensaba de los indignados españoles y respondió que ésta era una manifestación
desesperada de una izquierda abandonada y engañada, pues había una conciencia
de “no estar representados”, y que la ausencia de propuestas para salir de la crisis
causaba su indignación.12 No obstante, los indignados no sólo españoles, sino
griegos y de otros países, gestaban un nuevo movimiento organizándose de manera
horizontal y desconectándose de la clase política para crear imaginativamente du
raderas y potentes movilizaciones que discutían en asambleas la situación y el qué
hacer, sin jefes ni burocracias (Alonso, 2012).
Morin señala que el problema radica en la desenfrenada y fanática búsqueda
de la ganancia, y que ante eso había acciones solidarias, formas de agricultura ur
bana, diferentes expresiones de una economía social y solidaria. Llama a conocer
la cantidad de iniciativas que surgen desde abajo. Si bien el capitalismo no sería
reemplazado de golpe, se irían limitando sus zonas de dominio, desde experiencias
de democracia de base (Morin, 2011).
Por su parte, Badiou acusa a los gobiernos de ser los apoderados del capital.
Precisa que no ha habido un solo ejemplo en todo el mundo de un verdadero
cambio político producido por el voto, pues siempre se reemplaza a un esclavo del
capital por otro. Recalca que el tiempo de las elecciones es el tiempo del capital, y
lo que existe es el voto en el mercado. Define el movimiento social como esa acción
colectiva que no está prevista ni regulada por el poder dominante y sus leyes, de
los países de la región debían contrarrestar los efectos nocivos de las crisis económicas por las que
atravesaban Estados Unidos y Europa (Zibechi, 2011c).
12 Entrevista a Alain Touraine publicada el 12 de junio de 2011 en Barcelona, disponible en <www.
correo-ciudadano. net>.
Aproximaciones a los movimientos sociales 63
modo que tiene algo de imprevisible y rompe la repetición colectiva o social, y que
además da un paso hacia delante en lo concerniente a la igualdad. Advierte que no
puede llamarse propiamente movimiento social a lo que es una simple defensa
egoísta de un interés. También llama la atención respecto a que el movimiento no
debe ser grande; independientemente de su tamaño, el auténtico movimiento
social es aquel que interrumpe el curso común de las cosas. Convoca a considerar
el tema de la política a partir de los movimientos y su confrontación con el poder
del Estado y de los partidos. Defiende que la crisis de la política es una crisis de la
idea del partido. Recalca que la política de emancipación va en un sentido distinto
al del Estado, los partidos y la economía capitalista, y se pronuncia por evitar la
tentación del poder. Habría que tener la capacidad de ver cómo la gente se orga
niza con una lógica distinta a la del poder. La política de emancipación no podía
estar dentro del tiempo comercial, ni en los lugares oficiales, sino que tenía que
crear espacios propios. Considera que habría que liberarse de la barbarie de un
mundo sometido a la dictadura de la economía. Advierte que el movimiento surge
como un hecho inesperado, algo que no estaba en la lógica de la situación impe
rante y que se dirige más allá del grupo involucrado. Tendría que liberarse de los
aparatos para organizar nuevos trayectos, inventar, crear... (Badiou, 2009).
Una importante región en donde han surgido movimientos sociales potentes
e innovadores es América Latina. No obstante, no todos los tratamientos al respecto
logran librarse de visiones colonialistas. Hay autores que captan que hay nuevas
formas culturales de hacer política, pero siguen dándole un papel preponderante
al Estado como coordinador sociocultural (Calderón, 2009). Hay pujantes movi
mientos populares, sobre todo indígenas, que han cambiado gobiernos en América
del Sur. Se ha dado una gran capacidad de movilización que ha producido rupturas
institucionales. Han destacado los movimientos indígenas, los de piqueteros, et
cétera. Hay agravios, identidades y nuevas formas que van más allá de lo que
acostumbrábamos reflexionar (Revillo, 2010). De manera particular, en Bolivia y
Ecuador hay gobiernos que se reconocen como emanados de los movimientos
sociales. No obstante, por sus políticas económicas, sobre todo extractivistas, han
entrado en contradicción con los movimientos. Las protestas antiminería están
fundadas en las dinámicas comunitarias de base indígena y campesina (Ramírez,
2010). Juliana Flórez ha resaltado que los movimientos sociales latinoamericanos
han retado los límites de la modernidad, y que tienen capacidades para suscitar
transformaciones difíciles de imaginar para los partidos y los gobiernos. Esta au
tora ha llamado a llevar a cabo una lectura no eurocéntrica de los movimientos
sociales latinoamericanos y detectar que apuntan a ir más allá del capitalismo
64 Jorge Alonso
región. Los movimientos no quieren que esos bienes sean degradados por acciones
sustentadas en una lógica mercantil (Seoane, 2011).
John Holloway a principios del siglo xxi, recalcó cómo había movimientos que
ya no querían tomar el poder del Estado para cambiar un mundo injusto en uno
más humano (Holloway, 2002). Esto propició una polémica con Atilio Boron,
quien decía que Holloway proponía un cambio sin sujeto y sin nueva construcción,
y que su propuesta no tenía futuro, pues el Estado seguiría siendo un componente
básico de cualquier sociedad clasista (Bor n, 2003). Holloway respondió que la
revolución no podía considerarse ya como una serie de etapas al estilo leninista,
que el sujeto de cambio no necesitaba que alguien le llevara desde fuera la
conciencia, sino que extraía su conocimiento de su propio presente, aunque en
forma embrionaria y contradictoria. Ese nuevo sujeto defendía su dignidad y pro
pugnaba una autodeterminación colectiva, en contra de las organizaciones jerár
quicas (Holloway, 2004). Al terminar la primera década del siglo xxi, Holloway
reforzó sus puntos de vista en otro libro basado en el examen de los nuevos tipos
de movimientos sociales. En esa publicación escudriñó los momentos y espacios
vitales en que los de abajo han desafiado la lógica del sistema llevando a cabo ac
ciones en contextos donde el capitalismo no entra. Insiste en que esos movimientos
están agrietando, Asurando, al capitalismo por medio de resistencias de todo tipo
en la vida cotidiana. No ve a la revolución en la toma del aparato estatal, sino en
los actos diarios de rechazo a la sociedad capitalista. Sostiene que la sociedad no
puede cambiar radicalmente por medio de la toma del poder del Estado, porque
éste es una forma específica de organización capitalista desarrollada con el propó
sito de dominar. Detecta cómo las personas han estado produciendo grietas en el
capitalismo y estableciendo relaciones de otro tipo. Estos movimientos van Asu
rando la trama de las relaciones sociales capitalistas. Un ejemplo claro de ello es lo
que han estado haciendo de manera autónoma los zapatistas. El autor ve a mucha
gente desconectándose del capitalismo, dejando de reproducirlo en su vida coti
diana. Recalca que se trata de resistencias desde muy pequeñas e invisibles hasta
masivas que terminan convirtiéndose en grandes movimientos sociales. A partir
de la negación se van creando nuevas formas, se trata de actividades que no están
determinadas por las reglas del dinero y del poder. No se trata de algo mecánico,
pues la gente va creando sus espacios de dignidad, pero están amenazados externa
y hasta internamente. Las nuevas creaciones son pacientes y no rutinarias, se van
generando diferentes socializaciones. Holloway plantea que la horizontalidad, la
dignidad, la economía alternativa, los bienes comunes, son territorios en donde se
explora y se construyen formas diferentes de convivencia. No se destruye de un
golpe el capitalismo, sino que se agrieta con actividades que no contribuyen a la
Aproximaciones a los movimientos sociales 67
reproducción del capital. Constata que en este sentido hay millones de experimentos
que hacen que estos movimientos pequeños y grandes se desplacen dentro, en
contra y más allá del capital y del Estado. Recalca que los movimientos anticapi
talistas se construyen en confluencias de luchas particulares que vienen desde abajo,
en ese caminar juntos sin estructuras formales. Son impulsos desde lo particular
hacia la autodeterminación, que van buscando integraciones informales de co
nexiones en una cambiante constelación de particularidades (Holloway, 2010).
Fernando Martínez observa que el capitalismo está siendo negado o desafiado en
muchos terrenos por las resistencias de los abajo desde sus propias realidades. Percibe
que el potencial de liberación de los movimientos sociales es grande. Advierte que ya
no se puede mandar a estos movimientos que son creativos (Martínez, 2011).
Por otra parte, en una entrevista postuma, Bolívar Echeverría defiende la po
sibilidad de construir un mundo diferente al del capitalismo y a su modernidad.
Observa un impulso anticapitalista en la cotidianidad y el descontento creciente
respecto al modo de vida del capitalismo. Enfatiza que se busca el valor de uso
frente al valor de cambio. Bolívar Echeverría evidenció cómo la modernidad capi
talista es enajenante y devoradora de la naturaleza. Frente a aquélla hay sujetos
concretos con capacidad de definirse de manera autónoma y de conectarse libre
mente con otros (Echeverría, 2011). En este sentido, no sin contradicciones, han
proliferado esos movimientos sociales. Las acciones, pequeñas o grandes, cuyo
propósito consiste en “arañar” la dominación del capital y del Estado se enmarcan
en la dinámica de los innovadores movimientos sociales latinoamericanos. Zibechi
ha considerado que las acciones erosionadoras del sistema, llevadas a cabo por los
movimientos, no necesariamente desembocan de inmediato en una situación me
jor. Lo importante es la bifurcación que pueden propiciar, para así echar a andar
por un derrotero menos injusto que el actual en profunda crisis. Zibechi ha recal
cado: “El tránsito en curso no es más que una ventana de oportunidades para que
los "indignados del mundo’ aceleren sus "¡Ya basta!’ y consigan abrir una grieta
profunda en la dominación. [...] Ahora es el momento de empujar, de exigir más
y más, de recargar el edificio del sistema con nuestras demandas para hacer que sus
vigas maestras comiencen a ceder. Sólo sobre sus ruinas podemos construir un
mundo nuevo” (Zibechi, 201 Id). No obstante, las urgencias no necesariamente
llevarán a un cambio de golpe que implique primero una caída y luego una cons
trucción. Las erosiones y las construcciones van de la mano y el cambio pudiera
ser paulatino y menos espectacular, sólo apreciable después de mucho deambular.
68 Jorge Alonso
Algunas pistas
Para entender los movimientos sociales no hay una sola aproximación, sino muchas
y muy diversas, apoyadas también en una gran gama de opciones teóricas. No hay
teoría que sea la única válida y que se erija sobre las demás. Los fenómenos y pro
blemas son muy complejos y no pueden ser explicados por fórmulas simplificadoras.
Afirmar esto no implica necesariamente asumir la posición extrema relativista que
proclama que todas las teorías tienen el mismo valor. Todas privilegian una mirada
desde un observatorio elegido, aunque algunas sean más explicativas que otras. Sin
caer en eclecticismos que se entramparían en contradicciones, conviene arriesgarse
a construir coherentemente cuerpos teóricos híbridos. Hay que estar atentos a las
condiciones en que emergen los movimientos, a su desarrollo y proceso. Conviene
profundizar en elementos como sentirse con otros, actuar con otros, compartir ex
periencias, defenderse de agravios, enfrentar adversidades y hostilidades, defender
derechos, conjugar intereses particulares con colectivos, tejer redes sociales, pro
ducir identidades y plantearse transformaciones. Los movimientos tienen etapas
que corresponden a su origen, auge, descalabros, victorias y fracasos. La muerte de
un movimiento no conlleva que su influencia desaparezca por completo; éste va
dejando marcas en la vida social, y los repertorios tácticos colectivos se enriquecen
en consecuencia. Hay que tener agudeza para advertir cómo existe una latencia que
posibilita importantes irrupciones poderosas en determinadas coyunturas; así, se
producen resistencias y se construyen autonomías. Las expresiones orgánicas de
los movimientos son determinantes. Hay que estar atentos a la diversidad y a la
multidimensionalidad, sobre todo, debemos saber escuchar lo que dicen los mo
vimientos de sí mismos, y descubrir qué alianzas establecen y por qué lo hacen. Se
deben buscar definiciones, pero hay que evitar las reificaciones. Un avance impor
tante consistiría en transponer la etapa actual, pues el mismo término de movi
miento no es análogo, sino equívoco. Es muy acertada la llamada de atención
respecto a que hay un amplio movimiento de mujeres que es eminentemente
cultural; pero eso no impide que sigan surgiendo de manera efervescente muchos
movimientos sociales, sobre todo, por la existencia de una gran cantidad de opri
midos y excluidos que buscan remediar sus terribles condiciones de vida. En el
conjunto tan variado de los movimientos existe una gran gama de temas que los
dinamizan; entre sus múltiples raíces, muchos de ellos tienen como motivación las
búsquedas anticapitalistas. No se puede dejar de advertir que resistencias particu
lares y grupales han existido persistentemente contra los opresores, pero que los
momentos que han permitido romper con el dominio de determinados poderes se
han dado por la capacidad convergente y orgánica de los de abajo. Aunque esta
Aproximaciones a los movimientos sociales 69
Contra las concepciones de autores clásicos europeos sobre los movimientos socia
les se ha llamado la atención en torno a que más que un horizonte posmaterial, en
América Latina, los movimientos hacen demandas relacionadas con graves proble
mas en el consumo, enormes carencias que impiden una vida digna, ausencia de
servicios públicos fundamentales o graves deficiencias en éstos, bajos salarios y
falta de empleos, y por el respeto a muchas diferencias básicas para la convivencia
tolerante.1 Se ha destacado que muchos de esos movimientos están constituyendo
una profunda crítica al neoliberalismo y al capitalismo. En este capítulo se intenta
realizar una revisión de planteamientos que han estado impulsando dos discusiones
fundamentales en torno a los movimientos sociales: la relativa al poder y la que
tiene que ver con las convergencias.12
Habría que tener en cuenta una advertencia inicial. Es común que en diálogos
y en discusiones se utilicen las mismas palabras, pero cada interlocutor entienda
cosas muy diferentes, lo cual provoca ruido, confusión y entrampamiento.3 Con
vendría recurrir a la ancestral definición de términos, para delimitar cada elemento
con que construimos argumentos. Sin embargo, la definición de conceptos va más
1 En una investigación colectiva en la que participó Sergio Zermeño y que está rescatada en un disco
compacto que se ha distribuido en Zermeño, 2010 (Cien historias. Estrategias contra la adversidad
en el México de nuestros días) se puede apreciar que hay una gran cantidad de movilizaciones en tor
no a temas medioambientales, de salud, contra la delincuencia urbana y la violencia generalizada,
por el agua, por la sustentabilidad agrícola, por el comercio justo, por el autofinanciamiento o el
microfinanciamiento, contra la construcción de grandes presas que inundan pueblos, etcétera. En
otros estudios sobresalen los diversos movimientos de mujeres, por la defensa de los derechos de
la diversidad sexual, contra múltiples desposesiones, y por defensa del planeta contra las enormes
destrucciones que ha estado llevando a cabo la forma capitalista de vida, etcétera.
2 Una versión de este capítulo apareció en el libro colectivo en torno al Primer Coloquio Internacional
In Memoriam Andrés Aubry, ciDECi-Unitierra Ediciones, Chiapas, México, 2009, pp. 111-127.
3 A eso se agrega la dificultad de que los grupos de poder no han ido sólo vaciando de contenido
palabras clave, sino que las han corrompido y denominan con ellas realidades ajenas y la mayoría
de las veces contrarias a su significado original. Así pasa cuando los grupos de poder hablan de
democracia, legalidad, justicia, solidaridad, convergencia, etcétera.
71
72 Jorge Alonso
Movimientos anticapitalistas
4 El capitalismo cambia de forma, pero mantiene su esencia, que es la explotación y la opresión. Aun
que haya quienes presenten al capitalismo como algo que perdurará para siempre, tuvo su origen y
acabará. Algunos han pensado que lo mejor sería esperar que fenezca; pero otros se han planteado
buscar que termine lo más pronto posible. Habría que aclarar que tanto el capitalismo como el
mercado (que es más longevo que el primero) no son esencias en sí que “hacen’o “producen” co
sas, sino que no pueden existir sino encarnados en la interactuación humana. Que el capitalismo
prosiga o termine no depende de supuestas leyes naturales, sino de la correlación de las fuerzas
entre los que lo mantienen y los que lo impugnan. Siguiendo con la abstracción que personifica
Movimientos sociales y convergencias 73
a los capitalistas concretos, podemos decir que el capitalismo, para explotar, va configurando una
gran gama de modalidades; la que se llamó acumulación originaria de capital implicó —nos dicen
los estudiosos de este modo de producción— despojo acelerado y violento. Parecería que después los
capitalistas seguirían explotando con moderación; pero su voracidad tras la ganancia sólo ha sido
frenada por los movimientos que también propició. Fue aglutinando trabajadores en la llamada
era industrial, los cuales fueron sometidos a una mecánica aturdidora de tiempos y movimientos.
Los trabajadores al estar juntos se fueron conociendo e idearon formas organizativas de defensa.
Creció el movimiento obrero y la correlación de fuerzas consiguió la instauración de una jornada
laboral acotada, mejor nivel de salarios y algunas prestaciones. Pero los capitalistas también se
organizaron para contrarrestar la ofensiva obrera. El capital revirtió conquistas obreras y combinó
formas de capitalismo salvaje con otras formas de extracción de plusvalía. Además, el capitalismo
ha llegado a una crisis más profunda y definitiva que sus anteriores crisis cíclicas, y encima está
amenazando la vida en el planeta. La situación actual es de un desempleo masivo, subempleo, bajos
salarios, destrucción de las prestaciones, recorte de los servicios sociales, incremento de la pobreza y
aumento escandaloso de la desigualdad. El militarismo ya no está siendo suficiente para estimular
el crecimiento económico y remediar la crisis. La crisis aumenta la rebelión; ésta y el callejón sin
salida del capitalismo presagian una etapa poscapitalista (Goldstein, 2012). Así surgieron nuevos
movimientos anticapitalistas. Estos movimientos también son complejos, pues el anticapitalismo
tiene muchas expresiones. Hay anticapitalismos que añoran todavía una solución consistente en un
socialismo democrático, donde el papel del nuevo Estado implique resolver las necesidades de las
mayorías y poner fin al grave deterioro ambiental. Existen otros anticapitalismos de corte libertario
que no buscan la solución desde perspectivas jerárquicas y estatales, y que plantean búsquedas de
convivencia social horizontales lejanas a la heteronomía (Sandoval, 2012).
74 Jorge Alonso
5 Hay una nueva revolución copernicana que va más allá de ver la vida del hombre en el planeta
como lo central y atiende la defensa de la vida en general, con lo cual no sólo humaniza, sino vita
liza las relaciones entre los habitantes del planeta.
6 Como precisa Naomi Klein, los movimientos contemporáneos latinoamericanos, aunque beben de
una larga historia de militancia, no son réplicas idénticas de sus antecesores (Klein, 2007: 589).
Movimientos sociales y convergencias 75
7 Por eso una de las tácticas importantes de la contrainsurgencia es atentar contra los territorios
autónomos.
76 Jorge Alonso
8
Uno de los grandes problemas es si el gran poder concentrado y ubicuo del capital puede caer por
las resistencias de poderes dispersos.
Movimientos sociales y convergencias 77
9 Enrique Dussel al referirse a los zapatistas dice que los más pobres entre los pobres, los más distin
tos entre los diferentes, nos permiten recortar con mayor precisión desde abajo y desde fuera todos
los estratos restantes del nombrado pueblo. Enfatiza que el zapatismo pone en cuestión muchas
categorías de la filosofía política y del marxismo estándar, y que, como ningún movimiento revo
lucionario anterior, exige mayor creatividad teórica. Afirma que el zapatismo es una revolución
dentro de las revoluciones, y que la revolución de las mujeres zapatistas es una revolución dentro
del zapatismo. Resalta que los zapatistas preguntan y no dicen qué hacer; han borrado el vanguar
dismo; nos han recordado la existencia de la dignidad como el fundamento de todos los valores.
Otro de sus aportes ha sido el reconocimiento del otro, que es algo fundamental para el diálogo.
En todo este tratamiento, Dussel destaca que los zapatistas han replanteado el problema del poder
entendido como la unidad de voluntades de los miembros de la comunidad por el acuerdo. En esta
forma, el poder reside en la comunidad; el que ejerce delegadamente el poder lo hace obedeciendo
al poder de la comunidad, manda obedeciendo. Se trata de una autoridad obediente, lo que consti
tuye una inversión de la definición del poder. En este sentido, el poder no se puede tomar, sino que
se ejerce delegadamente en una estructura de relaciones humanas. Advierte que no es una reedición
del anarquismo, sino una nueva concepción del poder (Dussel, 2007).
Movimientos sociales y convergencias 79
El paso que se quería avanzar en estos planteamientos es que más que un movi
miento social por cada época y sociedad, a inicios del siglo xxi se han venido
dando muchos movimientos anticapitalistas. No hay uno que pueda exigir que los
demás se le subordinen; predomina el rechazo a las jerarquías. No obstante, hay
un “cemento” que es necesario saber encontrar para que el conjunto de los movi
mientos tenga la capacidad de construir una sociedad alterna al capitalismo, el cual
tiene grandes capacidades de dominio, y una de ellas es la de fragmentar a sus
oponentes. La capacidad aglutinadora de los movimientos sociales anticapitalistas
tiene que ver con las convergencias.
El capitalismo de la era industrial aglutinó en las fábricas a las masas de obreros,
los cuales tuvieron contacto entre sí y pudieron construir sus instrumentos de
defensa, que fueron los sindicatos y los movimientos obreros. El capitalismo de la
globalización neoliberal ha producido una gran masa de depauperados a los que
fragmenta y dispersa. Diversos núcleos se defienden con las armas de la resistencia
local; pero para contrarrestar el poder concentrado del dinero y de la dominación
cultural requieren nuevas formas de lucha y de maximización de sus potencialidades
de defensa y de construcción de alternativas. Las formas locales son múltiples y
diversas. Además de la construcción de sus propios territorios, necesitan ensayar
otro tipo de espacios en los que puedan encontrarse, comunicarse y reflexionar
sobre sus experiencias, encontrar lo que los diferencia, pero también los sustratos
comunes. Las convergencias resultan los instrumentos para dinamizar sus
potencialidades.
Las convergencias se inscriben en un proceso donde ya no se puede decir que
exista un actor privilegiado del cambio, sino “una calidoscópica panoplia de
agentes, y en vez de un resultado único de tipo universal y homogeneizador, hay
una distribución más amplia de efectos” (Alonso, 1990: 41). Las convergencias
incluyen a ese conjunto de sujetos plurales que van coincidiendo, que se van iden
tificando, que van planteando una meta común de transformación. Se trata de una
10 Cuando me refiero a las convergencias, sobre todo en el caso mexicano, no estoy pensando en
convergencias de partidos, sino en convergencias de movimientos anticapitalistas con otros que
tengan esa misma orientación, tanto local como mundialmente. Los partidos, como lo muestran
muchas encuestas, han caído en un gran descrédito, porque piensan en sus propios intereses y se
encuentran de espaldas a la gente; además, son formas que responden a la organización industrial.
Los zapatistas tienen razón en esforzarse por encontrar nuevas formas de hacer política.
80 Jorge Alonso
11 Los convocantes han sobrepasado los mil organismos y movimientos mundiales, entre los que
están la Vía Campesina, el Foro Mundial de Alternativas, la Unión Sindical Solidaria de Francia,
la Marcha Mundial de Mujeres, la Nueva Alternativa para el Desarrollo, attac, Europa Solidaria
Sin Fronteras, el Movimiento Boliviano por la Soberanía y la Integración Solidaria de los Pueblos
contra el TLC y el alca, y muchísimas organizaciones más de todo el mundo.
84 Jorge Alonso
queo a los pueblos de todo el planeta, tiene como finalidad el control de los recursos
naturales. Los desplazamientos forzados, las expropiaciones, son consecuencia de
hacer negocio con la tierra, el agua y los demás recursos. Ante esto, las acciones de los
movimientos sociales contra dicho estado de guerra permanente consisten en crear
nuevas formas de solidaridad internacional con los pueblos que están resistiendo.
Cuando los movimientos se oponen a la privatización de los recursos naturales en
pro de las compañías trasnacionales se les tilda de terroristas. Este se plantea que
los movimientos han detectado sin problemas a sus enemigos directos, como el
G8, el Banco Mundial, la omc y el fmi, que están al servicio de las transnacionales.
Se insiste en que los movimientos sociales tienen que lograr una convergencia de
las movilizaciones globales contra sus enemigos tanto en los países en desarrollo
como en los desarrollados, cuyos habitantes sufren los efectos de las políticas
neoliberales. Este llamamiento empezó a buscar firmas de muchos más grupos y
movimientos en noviembre de 2007.12 En esta búsqueda de convergencias se
recalcó que los movimientos que ya estaban comprometidos habían puesto toda
su pluralidad, diversidad y riqueza de propuestas alternativas contra el neoliberalismo,
el colonialismo, el racismo y el patriarcado, los cuales generan violencia, explotación,
exclusión, pobreza, hambre, desastre ambiental y negación de los derechos humanos.
Estos movimientos han puesto el énfasis en reforzar la solidaridad y conseguir
convergencias entre sus luchas, con vista a la construcción de alternativas (cadtm,
2007). Muchos movimientos sociales están convencidos de que para acceder a otros
mundos posibles en los que imperen la justicia, la libertad, la igualdad y el respeto a
la vida misma se requiere la construcción de convergencias.13
Uno de los teóricos del Foro Social Mundial, Boaventura de Sousa Santos, ha
avanzado en los planteamientos sobre la convergencia. Reflexionando sobre la
movilización global contra el capitalismo, la injusticia social y la opresión, ha de
tectado que se necesitan “convergencias densas e intensas a partir de las diversidades
y diferencias plenamente asumidas” (Santos, 2008). Ha defendido que los movi
mientos sociales y cívicos fuertes son un camino para la democracia participativa.
Está convencido de que las categorizaciones hechas en otros tiempos y para otras
realidades poco pueden ayudar a entender lo que está sucediendo en América
Latina. Critica fuertemente tanto lo que llama epistemicido (relegar el conocimiento
12 A este movimiento le gustaría, por ejemplo, que las comunidades zapatistas discutieran esta pro
puesta; y si les pareciera, que diseñaran las acciones que acordaran e hicieran saber que las realizarán
conjuntamente con muchos movimientos en el mundo entero. Esta iniciativa es propiciadora de
convergencias.
13 La reflexión sobre los movimientos sociales anti capitalistas ofrece pistas sobre los temas en los que
hay que pensar y, de manera eminente, sobre las acciones que convendría emprender.
Movimientos sociales y convergencias 85
propio de los pueblos) como el eurocentrismo. Por esto mismo, en lugar de ver
dispersión y falta de identidad en muchos movimientos nuevos latinoamericanos,
trata de encontrar una nueva oportunidad para otros tipos de agregación y rein
vención de identidades. Alaba a La Otra Campana zapatista porque percibe que
está construyendo una contrahegemonía, una nueva cultura política y una nueva
política de alianzas. Analizando la tensión existente en el Foro Social Mundial
entre los que defienden que éste debe ser más un espacio cultural y quienes
demandan que sea propiamente un movimiento, destaca que en las dos tendencias
hay herencias del pensamiento del pasado que no permiten descubrir que se trata
de un espacio abierto al tiempo que un movimiento. Esto lo sintetiza expresando
que es “un espacio en movimiento”. Exhorta a este movimiento a que aprenda de
los pueblos indígenas latinoamericanos que deciden por consenso en esa base están
organizando movimientos portentosos, como el de las comunidades indígenas de
Bolivia. Recomienda al Foro Social Mundial que tome decisiones por consenso en
áreas donde se prevean bajos niveles de conflictividad para seguir conjuntándose.
Insiste en que el Foro Social Mundial no es un parlamento o un partido; invita a
abrir, y no a cerrar, debates. En los debates sobre representatividad y democracia
se debería estar pensando en nuevas formas de organización y de legitimidad
política. También recomienda que no haya desmoralización por el silencio de los
grandes medios controlados por importantes empresas. Dice que sería un error
pensar que ese silencio es un indicador de la pérdida de importancia del espacio en
movimiento, pues es lo contrario: precisamente por el potencial del foro se ha
hecho el silencio. Lo que habría que buscar es construir medios alternativos inde
pendientes. Aconseja también aprender lecciones de experiencias históricas, pues
las grandes luchas han sido el resultado de alianzas entre grupos sociales más
oprimidos con otros menos oprimidos y con gente que se solidariza con ellos al
considerar injusto que su propio bienestar se asiente en el malestar de los oprimidos.
Y en cuanto al papel de los académicos como él en ese espacio en movimiento, el
citado autor considera que debe ser de acompañantes solidarios y críticos que
faciliten la articulación de las experiencias y acciones que ocurren en las diferentes
escalas (locales, nacionales, regionales y globales), y que han estado combinando
diferentes agendas transformadoras, tales como la indígena, la de mujeres, la de
campesinos, la de derechos humanos, la de la ecología, etcétera. En este punto es
donde destaca la importancia de las convergencias (Santos, 2008). Sus planteamientos
interpelan, retan y suscitan un pensamiento nuevo. Cualquier teorización sobre
las convergencias tiene que emanar del análisis penetrante de lo que se está mo
viendo desde abajo en América Latina.
3. Repaso de los principales movimientos sociales mexicanos
87
88 Jorge Alonso
entendiendo que esto se debe a que tienen en común ser otros, excluidos, perse
guidos, discriminados y temidos. Entre diversos movimientos por todo el país han
impulsado la llamada Otra Campaña, que busca construir desde abajo sus propias
autonomías. Este movimiento ha ido constatando que las soluciones tendrían que
darse al margen del capitalismo y del Estado. El ejemplo zapatista de no esperar
nada de los de arriba, sino de desatar la creación de los de abajo, ha sido una fuer
te inspiración para este amplio y plural movimiento.
En la primavera de 1999 irrumpió un vigoroso movimiento estudiantil. Fue
un movimiento eminentemente cultural y simbólico. No se trató una simple lucha
estudiantil; fue un signo más de la resistencia a un modelo económico excluyente
y otro grito de protesta ante el neoliberalismo. Sus demandas eran la derogación
del reglamento de pagos y la creación de un espacio de diálogo para la reforma
integral de la Universidad Nacional Autónoma de México (unam), así como el
cese de la relación con el organismo de evaluación. La demanda central pasó a ser
la gratuidad de la educación en todos sus niveles y en todo el país. Pese a la dura
represión que sufrió, detuvo pasos iniciales en torno a la privatización de la educa
ción pública.
Por otra parte, movimientos mexicanos contrarios al neoliberalismo se con
centraron en tratar de impedir la privatización de la industria eléctrica y del petró
leo en la primera década del siglo xxi. También en esa década se manifestaron otros
movimientos en contra del neoliberalismo. Por ejemplo, como las autoridades no
habían tenido en cuenta a los habitantes en donde se pretendía construir un aero
puerto, el descontento surgió con fuerza y apareció un movimiento en defensa de
las tierras de la comunidad de Ateneo. Esta afrenta la cobró años después el
gobierno con una represión despiadada. Si la expoliación de la tierra campesina ha
sido un elemento importante en la acumulación de capital, esto se vuelve
compulsivo en esta etapa neoliberal. Se trató de un movimiento más de los expo
liados en contra del neoliberalismo y sus poderes.
En 2004 se manifestó un movimiento altermundista en la ciudad de Guada
lajara: el 28 de mayo hubo una marcha para clausurar los trabajos de los foros al
ternativos, en ella participaron obreros, campesinos, indígenas, estudiantes y co
lectivos internacionales, tapatíos y del resto del país. La marcha fue brutalmente
reprimida. Hubo exceso de violencia en la represión policial y detenciones arbitra
rias. Al día siguiente, organismos de jóvenes denunciaron la persecución de la que
habían sido objeto y organizaron manifestaciones en Guadalajara y en México
demandando la liberación de los detenidos. Abogados de organizaciones indepen
dientes que participaron en la contracumbre denunciaron que la policía incurrió
Repaso de los principales movimientos sociales mexicanos 91
inventada. Con una mirada de largo aliento previenen acerca de que el éxito de los
movimientos sociales no es algo que se note a primera vista. Aclaran que nadie
tiene el monopolio de la expresión movimiento social, y que los elementos que
conforman a estos movimientos evolucionan. No obstante, la visión de estos au
tores es que los movimientos presentan ante las autoridades sus reivindicaciones
colectivas (Tilly y Wood, 2009).
Lo que se desprende de esta clase de interpretaciones es que los movimientos
sociales son una importante forma de lucha contra el capitalismo. La agudización
del despojo y de la opresión por parte del capitalismo neoliberal ha propiciado que
los movimientos sociales emerjan con fuerza al despuntar el siglo xxi; éstos han ido
pasando de la resistencia hasta propuestas de nuevas formas de convivencia
social. Otro énfasis de los estudios de Tilly y Wood es el carácter global que han
ido adquiriendo los movimientos sociales del siglo xxi. En esta vertiente se
encuentran los escritos de Geoffrey Pleyers, quien destaca las novedades de los
movimientos de indígenas y de jóvenes que buscan defender sus experiencias y sus
autonomías. Recalca que los jóvenes no buscan el impacto político, sino la expe
riencia vivida y creativa frente a las lógicas mercantiles en sus barrios, y critican la
idea del poder. No obstante, Pleyers, desde la perspectiva de las definiciones clási
cas de los movimientos sociales, en lugar de destacar sus aportes los pone en esa
cama de Procusto para descalificarlos, y en ellos ve muchas ilusiones. Los acusa de
“romantizar” sus redes horizontales y los espacios autónomos. Sentencia que esos
espacios no podrán librarse totalmente de los poderes políticos y del sistema eco
nómico, y opina que los cambios locales no contribuirán a una transformación
global (Pleyers, 2009 y 2010). En lugar de dar seguimiento a las potencialidades
de esas formas que viven su propia contradicción, pero que van innovando, se
queda en las viejas interpretaciones que no permiten vislumbrar la forma en que
fisuran el poder del Estado y del capital (Holloway, 2010).
Un acercamiento a los movimientos sociales mexicanos de los últimos tiempos
realizado por un equipo que comandó Massimo Modonesi plantea que hay una
gran diferencia entre los movimientos sociales mexicanos y aquéllos surgidos en el
resto de los países latinoamericanos. Mientras que en países como Bolivia, Ecuador
y Brasil, los movimientos han modificado a su favor la correlación de las fuerzas,
en México se les ve arrinconados en la resistencia. Este equipo analiza tanto ei za-
patismo, por una parte, como el denominado obradorismo, por otra, al que califican
como una expresión masiva de rechazo al neoliberalismo. Asimismo, destaca que
hay muchos conflictos locales en defensa de los recursos naturales frente a las
políticas de despojo, y en defensa de los derechos humanos frente a la represión y
94 Jorge Alonso
97
98 Jorge Alonso
los medios oficiales de comunicación. Por medio de sus textos plantea influir en los
imaginarios sociales y descolonizarlos. Hay otro tipo de colectivos, como el que se
denomina Crónica de la Lucha, el cual se ha propuesto dar cuenta de la resistencia
y la lucha que se dan al margen del Estado y el capital, sin que se desconozca la
propia perspectiva de los sujetos que las generan. Este colectivo ha hecho una ra
diografía de la indignación en Jalisco y ha involucrado a los otros colectivos en el
estudio de los movimientos.5
Precisamente se configuró el seminario para reflexionar sobre la práctica
política como sujetos de colectivos participantes en movimientos y procesos
sociales. En este esfuerzo, los colectivos no sólo han estado atentos a los movimientos
jaliscienses, sino también a las acciones de los de abajo en todo el país, cuidando
de destacar la posibilidad de que las diferentes luchas y resistencias provoquen una
ruptura que violente el ritmo de la actual dominación capitalista. Asimismo, estos
colectivos han ido detectando las políticas de la acumulación por despojo. El se
minario no es un colectivo más, sino un espacio de reflexión crítica y autocrítica
sobre las prácticas de los colectivos que participan en él. Promueve el uso crítico
de formas conceptuales para pensar desde la perspectiva del sujeto. Impulsa el ser
parte del imaginario social instituyente como sujetos anticapitalistas que constru
yen proyectos de autonomía. Promueve el análisis de la realidad desde la perspectiva
de inhibir y desarticular la represión, el despojo y el desprecio que imponen el
Estado y el capital; y desde la perspectiva de la necesidad de los sujetos de ser au
tónomos e independientes.
Los colectivos llevan al seminario la discusión de sus formas de hacer política,
de la construcción de su autonomía intentando resolver necesidades sin depender de
gobiernos, partidos, organizaciones no gubernamentales o instituciones; ensayando
la reapropiación comunitaria del territorio y el ejercicio de ser sujetos sociales
dignos. Han analizado la perspectiva de mantener y fortalecer los lazos de apoyo
mutuo y solidaridad con los colectivos y organizaciones con quienes se relacionan,
desde la autogestión, desde lo que cada quien puede aportar. Los colectivos traba
jan en diversas iniciativas políticas generadas por los sujetos y colectivos zapatistas.6
5 Este capítulo lo hice con base en la revisión de las actas mensuales del seminario, de mi diario de
campo, de la consulta de una gran cantidad de escritos que se produjeron en el seminario a lo largo
de cuatro años y de los abundantes materiales preparados para todas las sesiones por el Dr. Rafael
Sandoval.
6 Un análisis crítico con rigor y profundidad sobre este seminario se encuentra en la tesis doctoral de
Rocío del Carmen Salcido Serrano El trabajo a favor de la autonomía, elaboración de experiencia y
afirmación anticapitalista, presentada en la Universidad de Guadalajara en 2013.
100 Jorge Alonso
7 Para profundizar al respecto, véase la publicación Seminario Movimientos Sociales, Sujetos y Prácticas,
2011.
102 Jorge Alonso
cedh, plantones de clase media, trabajo autónomo, performances, flash move, “re
corridos del horror”, informes no oficiales de derechos humanos... Se identificaron
tendencias en las formas de despojo que se están intensificando: a comunidades
indígenas y a ejidos de la costa (82% de las playas de Jalisco ya están privatizadas),
venta de casas nuevas que resultan defectuosas, etcétera. Se examinaron las princi
pales estrategias del capital para lucrar: la minería depredadora que se encuentra
en el tercer sitio entre las fuentes de ingresos capitalistas, las inversiones inmobi
liarias que reordenan la ciudad desplazando a los pobres de los barrios céntricos a
la periferia, y la represión de los movimientos sociales por medio de la relación de alto
nivel que existe entre capitalistas y gobiernos. Se observó tanto el campo de resis
tencias como la red de solidaridades que se han venido dando. Se examinó la
centralidad de luchas socioambientales y se distinguió entre las que eran impulsadas
por integrantes de organizaciones no gubernamentales y las que llevaban a cabo
los autonomistas o comunitarios. Los colectivos eran conscientes de que muchos
movimientos no aparecían en la prensa y por lo tanto no se consideraban en el
recuento que estaban haciendo, pero que existían en procesos cotidianos de resis
tencia y autonomía. El seminario destacó la existencia de una potencialidad de ser
rebelde, constató que donde hay dominación hay resistencia. Asimismo, planteó
el reto de diseñar instrumentos y métodos para lograr registrar lo que no es visible.
Los colectivos dieron cuenta de las luchas —que se expresaron como rebeliones,
revueltas y revoluciones— de los pueblos y comunidades contra los colonizadores
y capitalistas en la región de Jalisco. Esto implicó un esfuerzo por recuperar la
perspectiva de los movimientos en la lucha anticolonial y la rebeldía. Se hizo un
esfuerzo por ver su resistencia para confrontar a los conquistadores y luego a los
dominadores, que en alguna medida representan la expansión capitalista. Los co
lectivos trataron de no caer en la tentación de teorizar sobre las formas y contenidos
de las luchas anteriores como clave para formularlas en el presente cual si fueran
recetas para la resistencia actual. Captaron que el recuento de las formas y conte
nidos de las luchas sólo les proporcionaba la parte de la recuperación histórica de
la memoria que estaba plasmada en las fuentes escritas, y advirtieron que muchas
de estas fuentes contenían, fundamentalmente, la versión de la historia desde la
perspectiva de los dominadores. Plantearon que el recuento de una parte de la lucha
—la que corresponde a lo que señalaron como sus movilizaciones-síntesis—, mu
chas veces estaba recubierta desde la mirada que generaban las fuentes; pero cayeron
en la cuenta de que se podía construir una mirada que permitiera examinar la
contradicción que encarnaban los pueblos y comunidades en contra del despojo
de la colonización. Sus reflexiones se encaminaron a tratar de detectar lo que en
señaba toda esa lucha condensada, para el presente. Hubo un esfuerzo doble: tratar
104 Jorge Alonso
sivos para ricos, a los que llaman desarrollos turísticos, centros de descanso y recreo,
ciudades del primer mundo, etcétera. Los colectivos también se han dado cuenta
de que la lucha de muchos pueblos y comunidades ha sido férrea, y que se está
generalizando un estado de ánimo que permea toda la subjetividad de quienes
sufren el despojo, así como la de quienes se encuentran en resistencia frente al
despojo de su territorio y de sus formas de vida. Estos colectivos han ido descu
briendo la emergencia de la posibilidad de la promoción de espacios de comunidad
y encuentro para que la resistencia tenga resonancia de manera que los ecos se
correspondan en tiempo de lucha para la defensa de la tierra y la vida digna, pues
a diferencia de la lucha por la toma del poder estatal, la posibilidad de dirigir el
destino de la propia vida y la emancipación social dependen de la capacidad de
autonomía y autogobierno de cada comunidad y pueblo.
Los colectivos han priorizado colocarse en la posición de los de abajo y no en
la del Estado, y han indagado cómo esos de abajo nombran la autonomía y el au
togobierno que se teje desde las propias comunidades y barrios, cómo nombran el
apoyo mutuo que están practicando para resolver la autogestión en lo relativo a la
producción y la distribución de alimentos, la vivienda, el trabajo, la salud, la edu
cación, la comunicación, entre otras necesidades. Los colectivos también han exa
minado la crisis de los partidos políticos y de la democracia representativa.
Los colectivos se han dado cuenta de lo difícil que es que la gente se reconozca
como sujeto. No han cejado en la insistencia de asumirse ellos mismos como
sujetos. Piensan desde el sujeto del movimiento social, al cual consideran producto
de la propia reflexividad. Por lo tanto, una de las preguntas que ha estado presente
en casi todos los intercambios, debates y discusiones ha sido qué significa pensar
desde el sujeto. Las implicaciones de esta pregunta los han llevado a debatir sobre
aspectos no sólo ético-políticos, epistémico-metodológico y teóricos, sino funda
mentalmente prácticos. En este sentido, ha estado presente la exigencia de reflexio
nar sobre el decir y hacer propios, así como la necesidad de la autocrítica, como
elementos indispensables del ejercicio cotidiano del pensar-hacer. Los colectivos
se acercan a la realidad desde la perspectiva del sujeto, considerando que es la plu
ralidad de sujetos quien la genera, a partir del despliegue de su subjetividad. Han
considerado el contexto del conjunto de intersubjetividades en conflicto producido
por el hacer de los diferentes sujetos. Los colectivos reconocen que dicha realidad
se va generando desde la incertidumbre, que va tejiéndose en el tiempo y en el
106 Jorge Alonso
Los colectivos aseguran que el caminar preguntando es ese método zapatista que
implica estar desde y con la gente, que parte del quiénes son, qué hacen, en dónde
y cómo actúan. Los colectivos precisan que uno de los objetivos del caminar pre
guntando es no suplantar ni imponer, ni cooptar ni dirigir (esto último correspon
de a la forma de hacer política que se asienta en la idea de ser vanguardia, de llevar
desde fuera la conciencia de clase y de controlar los aparatos del Estado-poder
para sólo entonces cambiar y emanciparse). Dicen los colectivos que el caminar
preguntando más que una forma de enseñar es aprender con el intercambio, y más
que una forma de interpretar al otro es propiciar una interpretación conjunta; es
una constante reflexión, autocrítica, de lo que se dice y se hace en relación con los
otros. Los colectivos anotan que se debe distinguir entre discurso público y discurso
oculto, mirando el largo plazo en el corto. Este método no elude el factor subjetivo
que implica la propia realidad psíquica, de manera que la reflexión debe atender la
inconsecuencia entre lo que se dice y aquello que se hace.
Una experiencia reflexiva de movimientos sociales de nuevo tipo en Jalisco 107
Los colectivos están muy atentos a romper (epistémica y políticamente) con las formas
de hacer y pensar instituidas, para poder-hacer el cuestionamiento de las significa
ciones imaginarias sociales prevalecientes. Específicamente, hacen una ruptura con
la tentación de convertirse en representantes de alguien más, con la de interpretar
y dar línea de qué hacer. Critican la visión de que desde una posición vanguardis
ta se deba tomar el poder estatal para cambiar las cosas a favor de los explotados.
Los colectivos se han esforzado por colocarse más allá de los espacios y tiempos que
imponen los sujetos del poder y el capital. Piensan en iniciativas sociales que ope
ren desde lo local y cotidiano, pero que, al ser socialmente implementadas, generen
un impacto de dispersión en los sujetos de la dominación. Los colectivos se ubican
entre quienes se declaran anticapitalistas; en consecuencia, se niegan a participar
en acciones y procesos políticos que tengan como objetivo la reproducción del
sistema y su modelo de relaciones sociales. Critican los procesos electorales porque
los consideran la mejor vía reproductora y legitimadora del sistema. Critican todo
tipo de vanguardismo y de usurpación de la representación popular; se sitúan en
una tendencia autonomista que no pretende dirigir a nadie. Plantean que cada
comunidad o colectivo debe desarrollar su propia capacidad para tomar decisiones
y no depender de nadie en forma alguna. Rechazan el protagonismo y el activismo
que no contribuya a fortalecer los movimientos, esto lo sintetizan en la frase ‘ca
minar en silencio”. En la tendencia autonomista no se asume que la existencia, el
crecimiento o la fortaleza de los movimientos dependa de su aparición en los
medios protestando por cualquier tipo de demanda. Los colectivos rechazan el uso
de la violencia como vía para la transformación social; no quieren atacar ni destruir
a nadie, pero sí están dispuestos a defenderse. Reconocen los saberes locales (terri
torial y comunalmente). Consideran que el núcleo duro de la propia emancipación
es la reflexión problemática y autocrítica en colectivo.
Estos colectivos tratan de mostrar que es posible prescindir de la relación social
capitalista —alternativas a la propiedad privada de la tierra y de los bienes de pro
ducción, al dinero como forma dominante, a la acumulación de capital—, sin que
ello quiera decir que se pueda lograr repentinamente. Insisten en llevar a cabo su
práctica en los márgenes del mercado y el Estado. Procuran ir viviendo otro mundo
dentro de este sistema capitalista en crisis; otro mundo que no sólo se encuentra
en estado embrionario, sino que ya se está manifestando en muchos lugares. Re
flexionan que ir más allá del Estado y del capital implica mostrar cómo sujetos
anticapitalistas, consciente o inconscientemente, han instituido relaciones que les
han permitido sobrevivir y oponer resistencia a la dominación política, a la expío-
108 Jorge Alonso
La búsqueda de autonomía
8 Los movimientos sociales no son homogéneos ni tienen una dinámica unidireccional. Sufren ten
siones y pugnas internas (Carretero, 2012). Tampoco son angelicales; se mueven entre muchas
mezquindades, envidias y pugnas internas por imponer puntos de vista, por el prestigio, por el
reconocimiento y por el control de recursos materiales y simbólicos. Colectivos y aun sujetos in
dividuales “habitan sus propias contradicciones”. En la lucha por instaurar espacios autónomos y
poscapitalistas hay expresiones de hábitos heredados que evidencian pugnas por direcciones y ma
neras de hacer propias del capitalismo. No es que la lucha por la autonomía ponga límites precisos.
Hay tensiones internas por superar las maneras capitalistas y heterónomas de actuar, que no las
conjuran totalmente.
Una experiencia reflexiva de movimientos sociales de nuevo tipo en Jalisco 109
Otra discusión que han entablado los colectivos se refiere a qué conviene comunicar,
y han concluido que cada colectivo debe decidir esto.
Los colectivos han procurado la construcción de convergencias entre sujetos
anticapitalistas. Realizan sus intercambios considerando la ética y la perspectiva
epistémica de una subjetividad anticapitalista. En este ejercicio de reflexión colec
tiva se destacan cuestiones significativas del proceso de constitución instituyente
de su subjetividad como pluralidad de sujetos que van caminado en una dirección
común. Ensayan en la cotidianidad de su práctica política un discurso que reivin
dica la perspectiva del hacer y el pensar al margen del Estado y el capital, de tal
manera que han ido consiguiendo que se posicione dicha visión política en dife
rentes ámbitos donde ellos se mueven. Contribuyen desde su localidad con un
discurso sustentado en la práctica política, que, aunque incipiente, hace resonancia
de la que realizan otros en regiones donde evidentemente se experimentan
proyectos de autonomía y resistencia anticapitalista.
Los colectivos que han impulsado el seminario se inscriben en el conjunto de
movimientos que no sólo no buscan el poder, sino que lo repelen; que no se orga
nizan verticalmente, sino que buscan la horizontalidad; que no intentan mejorar
el sistema actual, sino cambiarlo; que no consideran que ese cambio ocurrirá tras
acciones rápidas y contundentes, sino que se irá produciendo paulatinamente. Se
consideran movimientos sociales porque van erosionando la dominación estatal y
la explotación capitalista mediante formas cotidianas de convivencia al margen del
Estado y el capital. No se desvinculan totalmente, sino que ensayan espacios de
desvinculación. No deja de haber discontinuidades y contradicciones. Los
colectivos ensayan también resonancias, vinculaciones y convergencias a partir de
la transmisión de experiencias, y no desdeñan estas últimas por minúsculas que
parezcan. Rompen con la perspectiva de los grandes embates, y en silencio van
sentando las bases de futuribles en utopías concretas que van dándose.10
10 Habría que tratar de percibir la importancia de un nivel “nano” —haciendo una analogía con la
nanociencia— en el ámbito social, el cual tiene repercusiones en el todo. En el rango de la nanoes-
cala, los materiales presentan propiedades que pueden ser totalmente diferentes de las encontradas
en moléculas individuales o en muestras macroscópicas. Análogamente, en lo social podría hablarse
de una “nanoescala” cuando comportamientos en la vida cotidiana van impactando al todo social.
Esto sólo puede ser tratado de manera transdisciplinar.
Hacia algunas conclusiones
113
114 Jorge Alonso
119
120 Jorge Alonso
hay que romper con la lógica del capital, y constata que esto se logra de múltiples
formas, que es necesario desfetichizar las relaciones y restaurar la creatividad
humana. Hay que luchar contra el trabajo abstracto, alienado. No es cuestión de
liberar al trabajo, sino de liberarnos del trabajo, pues nuestras capacidades
productivas exceden al capital. Holloway precisa que las grietas son revueltas del
hacer en contra del trabajo. Sostiene que en el capitalismo nuestro hacer está su
bordinado al trabajo abstracto, a una fuerza que no se controla y que está determi
nada por la expansión del valor y la búsqueda interminable de la ganancia. La re
volución consiste en actos cotidianos de rechazo a la sociedad capitalista. Se van
haciendo grietas en el sistema de dominación capitalista. El autor nos invita a
descubrir que son muchas las maneras en que las personas están creando estas
grietas, apartándose de la lógica del capital y estableciendo relaciones sociales de
otro tipo. La gente empieza por el rechazo al capitalismo, pero en el mismo rechazo
va creando otras formas de convivencia, al hacer las cosas de manera distinta, al
inventar nuevos modos de llevarlas a cabo.
El libro examina momentos y espacios vitales en que los de abajo desafían la
lógica del sistema y hacen las cosas por sí mismos y en su propio beneficio, en
contextos donde el capitalismo no entra, donde éste es agrietado, fisurado. El autor
recalca que esos momentos de otro hacer son grietas en el sistema de dominación
capitalista. Acepta que las grietas son un concepto negativo e inestable, que son una
ruptura de la lógica de la cohesión capitalista y un desgarre en el tejido de la domi
nación. Vuelve a decirnos que las grietas no pueden estar quietas, que corren, se
extienden, se juntan, desaparecen, reaparecen, se multiplican. Recalca que se trata
de romper y crear, y que las grietas en la dominación capitalista existen por todas
partes, que son movimientos antisistémicos y, por lo tanto, anticapitalistas. La
creación de municipios autónomos zapatistas donde se manda obedeciendo a los
de abajo, las radios comunitarias, los centros sociales y muchas otras experiencias de
los de abajo propician esas rupturas. El autor destaca la fragilidad de la dominación
y expone que hay muchas posibilidades de romper con ella.
Su metáfora de las grietas es muy gráfica. Explica que es algo así como un lago
congelado en el que se van formando grietas que pueden volverse a congelar, y no
hay un punto de ruptura, sino múltiples. Además, hay grietas que se juntan y hacen
fisuras mayores. Los movimientos anticapitalistas están poniendo la cuestión del
cambio radical en términos de la confluencia no estructurada de luchas desde
abajo, el caminar juntos de luchas particulares. Este caminar juntos es visto en
términos de formas organizativas sin estructuras formales. El impulso desde abajo
va desde lo particular hacia la autodeterminación más amplia. Al moverse desde lo
particular no queda reducido a una micropolítica. Hay búsquedas de conexiones
Apéndice 121
3 Massimo Modonesi, “El concepto de autonomía en el marxismo”, en Varios, Pensar las autonomías,
México, Bajo Tierra, 2011, pp. 23-51.
122 Jorge Alonso
Ahora bien, este proceso se expresa en dos principales niveles: en diacopes si
lentes y en diácopes estridentes. Las primeras tienen que ver con lo “nanosocial”, la
vida cotidiana incluso personal. Las segundas son acontecimientos reveladores “que
condensan experiencias previas en una manifestación colectiva mayor, que poten
cian las dinámicas de la vida cotidiana y que propician resonancias con reconoci
mientos mutuos. No son indispensables para esa continua erosión del sistema que
se logra en lo diario, pero producen fisuras de mayor calado. En esta forma, la
pregunta de si los movimientos desaparecerán no es tan cierta, pues lo que sucede
es que dichas expresiones masivas pueden dejar de estar presentes, pero sus
influencias vuelven a la vida cotidiana de muchos con nuevos saberes, se hacen
referentes en la reflexión e impactan la conciencia. Es un diverso bullir realizando
diácopes en las estructuras vigentes y debilitándolas. Lo transversal de las diácopes
es porque, pese a que se manifiestan con un énfasis particular, impactan de una
manera integral, es decir, puede ser una expresión económica con repercusión en
lo político, social y cultural, o que parta de cualquiera de esos ámbitos y conlleve
a los demás. El dinamismo podría circunscribirse a reacomodos, pues conlleva otro
modo de vida cotidiana que se va desacoplando de las estructuras económicas y
políticas. Se trata de rupturas de todos los tamaños en diversas profundidades,
pero que van en el sentido de otro modo de vida y convivencia”.6 Y todavía me
atrevo a plantear algo más, obviamente para discutir, sobre lo que percibo del
concepto revolución en Holloway. No se trataría de un movimiento masivo, y
menos armado, que tomara el poder para intentar, desde ahí, producir cambios
sociales estructurales que conduzcan a un nuevo modo de producción. Tal vez las
críticas que se le hacen en relación a que no ve la especificidad del antagonismo y
no ilumina la nueva vía que todos tendríamos que andar para el cambio, se en
manifestaciones fuertes e intermitentes. Son movimientos que a veces irrumpen y tienen visibili
dad, pero que por periodos se mantienen soterrados. Emergen cuando se llega al hartazgo de un
agravio, cuando la situación injusta se siente intolerable, entonces se dejan actitudes aparentemente
pasivas y se lleva a cabo una actividad abierta. Prevalece una aspiración que suele identificar a cada
movimiento y que lo destaca (pero que no es la única que lo anima). Con su acción, los movimien
tos pretenden propiciar un cambio. Los dominantes, contra los que se levantan los movimientos,
suelen perseguirlos, cooptarlos y aun reprimirlos. Pese a la derrota de algunos movimientos en
determinada coyuntura, éstos siempre mellan al poder. Pero los movimientos también obtienen vic
torias de diverso tamaño; esas victorias nunca son definitivas ni finales, y pueden ser revenidas. Su
impronta se nota porque los movimientos trastocan y modifican las relaciones sociales. Más allá
de derrotas y victorias puntuales, los movimientos siempre están en búsqueda de una vida digna, y
no dejan de conformarse y expresarse.
6 Jorge Alonso, “Cavilaciones sobre movimientos de indignados sociales”, en Varios, Jorge Alonso,
maestro emérito, Zapopan, El Colegio de Jalisco, 2012, pp. 35-167.
124 Jorge Alonso
7 Sylvarin Lazarus advierte que revolución no es un término genérico que pueda describir cualquier
clase de derrocamiento, y que el modelo es la Revolución francesa [“Lenin y el partido, 1902-no-
viembre de 1917”, en Sebastián Budgen et al. (coords.), Lenin reactivado. Hacia una política de
verdad, Madrid, Akal, 2010, pp. 245-256].
Bibliografía
125
126 Jorge Alonso
Calderón, Fernando
1995 Movimientos sociales y política, México, Siglo xxi.
2009 Movimientos socioculturales en América Latina. Ambientalismo, feminismo,
pueblos originales y poder empresarial, Buenos Aires, Siglo xxi.
Calderón, Fernando (comp.)
1986 Los movimientos sociales ante la crisis, Buenos Aires, Clacso.
Camacho, Daniel y Rafael Menjívar
1985 Los movimientos populares en Centroamérica, San José, Flacso.
Carcanholo, Reinaldo y Mauricio de Souza
2007 Capitalficticioy gananciasficticias, disponible en <http://next.o-paris 1O.fr >.
Carretero, José Luis
2012 “La situación actual: posibilidades y propuestas”, Madrid, diciembre, dis
ponible en <www.trasversales.net>.
Carrillo, Ricardo
2003 Movimientos socialesy hegemonía, Programa Andino de Derechos Humanos,
Universidad Andina Simón Bolívar, Quito, julio, disponible en <www.uasb.
edu.ec/padh>.
Castells, Manuel
1997 La era de la información: economía, sociedady cultura, Madrid, Alianza.
2009 Comunicación y poder, Madrid, Alianza.
2011 “El poder tiene miedo de Internet”, en Política comunicada.
2012 Networks ofOutrage and Hope, Cambridge, Polity Press.
Chihu, Aquiles
2006 El‘análisis de los marcos”en la sociología de los movimientos sociales, México, uam.
Cisneros, Armando
2001 Crítica de los movimientos sociales, México, uam.
Clastres, Pierre
1962 La societé contre PEtat, París, Les Editions de Minuit.
Colectivo Situaciones
2006 “Epílogo a Dispersar el poder”, Buenos Aires, disponible en <www.edicio-
nessimbioticas. infc».
De la Garza, Enrique (comp.)
2005 Sindicatosy nuevos movimientos sociales en América Latina, Buenos Aires, Clacso.
Dewey, John
1967 Democracia y educación, Buenos Aires, Losada.
Durand, Jorge (coord.)
2002 Movimientos sociales, Guadalajara, Universidad de Guadalajara.
Dussel, Enrique
2007 Política de la liberación. Historia mundialy crítica, Madrid, Trotta.
128 Jorge Alonso
Echeverría, Bolívar
2011 “Modernidad, ethos barroco, revolución y autonomía”, entrevista publicada
en Crítica y emancipación, núm. 5, primer semestre, pp. 79-89.
Eckstein, Susan
2001 Poder y protesta popular, México, Siglo xxi.
Eder, Klaus
1993 The newspolitics ofclass. Social movements and cultural dynamics in advanced
societies, Londres, Sage.
Escobar, Arturo
2005 Más allá del tercer mundo. Globalization y diferencia, Bogotá, icah.
Escobar, Arturo y Sonia Álvarez
1992 The making ofsocial movements in Latin America, Boulder, Wetview Press.
Favela, Margarita y Diana Guillén
2009 América Latina. Los derechos y las prácticas ciudadanas a la luz de los movi
mientos populares, Buenos Aires, Clacso.
Fernandez, Arturo
1991 Movimientos sociales en America Latina, Buenos Aires, Rei.
Filgueira, Carlos (comp.)
1985 Movimientos sociales en el Uruguay de hoy, Montevideo, Clacso.
Fillieule, Olivier et al.
2010 Penser les mouvements sociaux, Paris, La Découverte.
Flórez, Juliana
2009 Los movimientos sociales y la crisis del desarrollismo, Buenos Aires, Clacso.
Fougier, Eddy
2004 Altermundisme, le nouveau mouvement demancipation?, Paris, Lignes de
Repères.
Foweraker, Joe yTodd Landman
1997 Citizenship rigths and social movements, Nueva York, Oxford University Press.
Frei Betto
2007 Entrevista, Buenos Aires, noviembre, disponible en <www.insumisos.com>.
Gadea, Carlos
2004 Acciones colectivas y modernidad global, México, uaem.
Gallegos, Cristián
2004 Desciudadanización, democracia y movimientos sociales en América Latina,
disponible en <www.rebelion.org>.
García Linera, Álvaro
2009 La potencia plebeya, Bogotá, Clacso.
Bibliografía 129
Neveu, Erik
1996 Sociologie des mouvements sociaux, París, La Découverte.
Núñez, Orlando
2005 La sociedad civil, Panamá, Ruth Casa Editorial.
Offe, Claus
1988 Partidos políticos y nuevos movimientos sociales, Madrid, Editorial Sistema.
Ouvina, Hernán
2004 Movimientos sociales frente a las políticas neoliberales, Mímeo.
Pleyers, Geoffrey
2009 “Autonomías locales y subjetividades en contra del neoliberalismo: hacia un
nuevo paradigma para entender los movimientos sociales”, en Francis Mes-
tries, Geoffrey Pleyers y Sergio Zermeño (coords.), Los movimientos sociales.
De lo local a lo global, Barcelona, Anthropos, pp. 126-153.
2010 “El altermundismo en México. Actores, culturas políticas y prácticas contra
el neoliberalismo”, en lian Bizberg y Francisco Zapata (coords.), Los grandes
problemas de México, Tomo VI, Movimientos Sociales, México, El Colegio de
México, pp. 361-397.
Pont, Josep
1998 “La investigación de los movimientos sociales desde la sociología y la ciencia
política. Una propuesta de aproximación teórica”, Papers 56, pp. 257-272.
Porta Della, Donatella y Mario Diani
2011 Los movimientos sociales, Madrid, Editorial Complutense.
Prada, Raúl
2005 Nomadismo y excedencia en los movimientos sociales, disponible en <www.
forociudadano. com>.
2008 Subversiones indígenas, La Paz, Clacso.
Ramírez, Franklin
2010 “Desencuentros, convergencias, polarización (y viceversa). El gobierno
ecuatoriano y los movimientos sociales”, en Nueva Sociedad, núm. 227,
mayo-junio, pp. 83-101.
Ramírez, Juan Manuel
2006 Ciudadanía Mundial, Tlaquepaque, ITESO.
Regalado, Jorge y José Gómez
2007 Hacer política desde la sociedad, Guadalajara, Universidad de Guadalajara.
Revillo, Marisa
2010 “América Latina y los movimientos sociales: el presente de ‘la rebelión del
coro’”, en Nueva Sociedad, núm. 227, mayo-junio, pp. 51-67.
132 Jorge Alonso
Riechmann, Jorge
1994 Redes que dan libertad. Introducción a los nuevos movimientos sociales,
Barcelona, Paidós.
Robinson, William
2004 A Theory of Global Capitalism: Production, Class and State in Transnational
World, Baltimore, Johns Hopkins University Press.
Rossanda, Rossana
2007 “La izquierda debe ser ante todo anticapitalista”, disponible en <www.sin-
permiso.ifc».
Saint Upéry, Marc
2005 “Movimientos sociales: hipótesis para el debate”, disponible en <www.lain-
signia.org>.
Salazar, Robinson
2007a Los caminos de la política en América Latina, Mímeo.
2007b “Reconstruyendo la política de los movimientos sociales”, en Theomai, núm.
16, segundo semestre, disponible en <www.revista-theomai.unq.edu.ar>.
Salazar, Robinson et al.
2006 Paradigmas emancipatoriosy movimientos sociales en América Latina, Buenos
Aires, Insumisos latinoamericanos.
Sandoval, Hugo
2012 Prácticas libertariasy movimientos anticapitalistas, Guadalajara, Editorial Grietas.
Santos, Boaventura de Sousa
1998 De la mano de Alicia, Bogotá, Siglos del Hombre Editores.
2000 Crítica de la razón indolente. Contra el desperdicio de la experiencia, Bilbao,
Descléc de Brouwer.
2001 “Los nuevos movimientos sociales”, en OSAL, septiembre, pp. 177-184.
2003 La caída del ángelus novus: ensayos para una nueva teoría socialy una nueva
práctica política, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia.
2004 Democracia de alta intensidad, La Paz, uaiaeccne.
2005 El milenio huérfano, Madrid, Trotta.
2008 “Toda movilización debe caminar al ritmo de sus militantes”, en Lecturas,
4 de febrero, disponible en <www.insumisos.com>.
2009 Sociologíajurídica crítica. Para un nuevo sentido común delderecho, Madrid, Trotta.
2010a Para descolonizar Occidente, Buenos Aires, Clacso.
2010b Entrevistado por Jesús Agiló Bonet, en Revista Internacional de Filosofía,
núm. 35, octubre, pp. 117-147.
2011 Entrevistado por Bárbara Schijman, disponible en <www.revistadebate.
com.ar>, 1 de julio.
Bibliografía 133
Scott, James
2009 The Art ofnot Being Govemed, New Haven, Yale University Press.
Seminario Movimientos Sociales, Sujetos y Prácticas
2011 “Las luchas sociales en Jalisco 2010”, en Cuadernos de la Resistencia, núm.
4, Guadalajara.
Seoane, José
2011 “La disputa por los bienes comunes naturales en Argentina y América
Latina. Significación, experiencias de lucha y estrategias de neutralización
política”, en Rebelión, junio.
Seoane, José (comp.)
2003 Movimientos sociales y conflictos en América Latina, Buenos Aires, Clacso.
Smelser, Neil J.
1989 Teoría del comportamiento colectivo, México, fce.
Stavenhagen, Rodolfo
2010 Los pueblos originarios: el debate necesario, Buenos Aires, Clacso.
Stiglitz, Joseph E.
2006 Cómo hacer quefuncione la globalización, Madrid, Taurus.
Svampa, Maristella
2007 Movimientos sociales y escenario político, Venezuela, Clacso, disponible en
<www.cumbresocial.org. ve>.
2010 “ Hacia una gramática de las luchas en América Latina: movilización plebeya,
demanda de autonomía y giro eco-territorial”, en Revista Internacional de
Filosofía Política, núm. 35, octubre, pp. 21-46.
Tamayo, Eduardo y Gisela Caicedo
2007 “Ecuador: comunicación, movimientos y políticas públicas”, noviembre,
disponible en <www.servindi.org>.
Tapia, Luis
2009 “Movimientos sociales, movimientos societales y los no lugares de la política”,
en Cuadernos del Pensamiento Crítico Latinoamericano, núm. 17, febrero.
Tarrow, Sidney
1994 Power in movement. Social movements collective action andpolitics, Cambridge,
Cambridge University Press.
Thwaites Rey, Mabel
2010 “Después de la globalización neoliberal. ¿Qué Estado en América Latina?”,
en Cuadernos del Pensamiento Crítico Latinoamericano, núm. 32, Clacso,
julio.
Tilly, Charles
1978 From mobilization to revolution, Reading Massachussets, Addisson-Wesley.
134 Jorge Alonso
Zibechi, Raúl
2007d “Entrevista a Immanuel Wallerstein”, octubre, disponible en <www.insu-
misos.com>.
2010a “Movimientos-estados-movimientos ”, en La Jornada, 16 de julio.
201 Ob “Le ‘bien vivre comme un autre monde posible”, en Entropía, núm. 9, otoño.
201 Oc “Políticas sociales, gobiernos progresistas y movimientos antisistémicos”, en
Revista Internacional de Filosofía Política, núm. 35, octubre, pp. 5-20.
2011a “La estrategia del arriba”, en La Jornada, 23 de mayo.
2011b “La revolución de la gente común”, en La Jornada, 3 de junio.
2011c “Una agenda para la desconexión”, en alai, 9 de agosto.
201 Id “Recargar el edificio del sistema”, en La Jomada, 12 de agosto.
REPENSAR LOS MOVIMIENTOS SOCIALES
CIESAS