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Trigger Bruce La Historia Del Pensamiento Arqueologico

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LA ARQUEOLOGÍA CLÁSICA Y EL ANTICUARISMO 37

cuencia a una esfera sobrenatural y desempeñan el papel de estatuto mítico que


regula las relaciones políticas y sociales del presente, como es el caso del con-
cepto de tiempo-sueño de los aborígenes australianos (Isaacs, 1980). En otros
casos, la tradición oral sirve para preservar viva en la memoria durante genera-
ciones historias sobre ciertas actividades humanas (Vansina, 1985).
En las primeras civilizaciones existió también un enfoque diferente repre-
sentado por los registros escritos, los cuales proveían de un marco cronológico
y de cierta información sobre acontecimientos ocurridos en el pasado pero in-
2. LA ARQUEOLOGÍA CLÁSICA dependientes de la memoria humana. Incluso así, la compilación de anales no
dio lugar a la escritura de una narrativa histórica ni en el Mediterráneo ni en
Y EL ANTICUARISMO China hasta después del 500 a.C. (Van Seters, 1983; Redford, 1986). Además,
el desarrollo de la historia como género literario no desembocó en el surgimiento
de un interés disciplinado por los restos materiales de los tiempos pasados.
Conocer el pasado es tan fascinante como conocer las estrellas. Algunas sociedades tribales recogieron artefactos procedentes de un pasa-
GEORGE KumLER, The Shape of Time (1962), p. 19. do ignoto. En los yacimientos iroqueses de los siglos xv y xvi del este de Nor-
teamérica se han hallado puntas de flecha, pipas de piedra y objetos de cobre
Algunos de los trabajos sobre la historia de la arqueología realizados re- nativo hechos hacía miles de años. Estos objetos se hallarían y se recogerían
cientemente han sugerido que el corriente interés por la interpretación es un seguramente durante la realización de las actividades cotidianas de los iroque-
hecho moderno (Willey y Sabloff, 1980, pp. 9-10). Se alega que hasta la década ses (Tuck, 1971, p. 134), al igual que los campesinos europeos de la época me-
de los sesenta no se dispuso de un cuerpo de teoría establecido, ya que cada dieval recogían las «piedras del trueno» (pedernal), que se vendían a los orfe-
investigador gozaba de libertad para reconstruir la disciplina según sus propias bres (Heizer, 1962a, p. 63) o los «cerrojos de los duendes» (puntas de flecha
ideas. Así, antes de que naciese la disciplina de la arqueología, ya se habían de piedra). Aunque carecemos de un registro directo de cómo contemplaban
producido ideas generales sobre el origen y el desarrollo humanos que poten- los iroqueses estos hallazgos, con seguridad se trataría de amuletos que, al ser
cialmente podían ser puestas a prueba con datos arqueológicos. Conceptos como piedras de formas particulares, habrían sido olvidadas por los espíritus en los
estos fueron los que constituyeron, ya fuese implícita o explícitamente, las pri- bosques (Thwaites, 1896-1901, vol. 33, p. 211). En muchas culturas se creía que
meras teorías de nivel alto que proporcionaron unos objetivos y una dirección estos objetos poseían un origen más sobrenatural que humano y se les atribuían
al hecho de coleccionar y estudiar datos arqueológicos. Por lo tanto, la arqueo- ciertos poderes mágicos, circunstancia por la cual seguramente se recogían.
logía, como cualquier otra disciplina científica, atravesó una etapa en que los Los restos del pasado eran contemplados de manera similar en las prácticas
datos se empezaron a recoger por ninguna razón en concreto o bien con la es- religiosas de las primeras civilizaciones. En el siglo xvr, los aztecas llevaban a
peranza de que en el futuro se sabría lo suficiente como para formular las cues- cabo regularmente rituales en las ruinas de Teotihuacán, ciudad que había es-
tiones convenientes. Cuando los datos arqueológicos se convirtieron en un ob- tado habitada en el primer milenio d.C. y en la que se creía que los dioses ha-
jeto serio de estudio, los investigadores procedieron a su examen con la esperanza bían restablecido el orden cósmico al principio del ciclo más reciente de exis-
de que su tarea arrojaría luz sobre los problemas que se consideraban significa- tencia (Heyden, 1981). En las ofrendas y depósitos rituales que periódicamente
tivos desde un punto de vista filosófico histórico o científico. se colocaban en los muros del Gran Templo de Tenochtitlán, se incluían figuri-
llas olmecas procedentes de todos los lugares del imperio, ya que eran conside-
radas un bien muy valioso (Matos, 1984). Pero el hecho de considerar tales ac-
EL MUNDO ANTIGUO tividades como arqueología, aun «arqueología indígena», significa ampliar el
sentido de la palabra más allá de limites razonables.
Todo grupo humano parece poseer cierto grado de curiosidad por el pasa- En los últimos períodos de las civilizaciones antiguas, los artefactos se con-
do. Durante gran parte de la historia humana, este interés se satisfacía median- sideraban de gran valor por haber pertenecido a dirigentes determinados, por
te mitos y leyendas concernientes a la creación del mundo y de la humanidad, ser propios de las etapas de grandeza nacional, y también porque aportaban
y crónicas tradicionales sobre las aventuras vividas por grupos étnicos indivi- información sobre el pasado. En Egipto, en la construcción de las tumbas rea-
duales. Entre grupos de organización tribal, estos relatos se refieren con fre- les de principios de la dinastía XII (1991-1786 a.C.) se añadía conscientemente
LA ARQUEOLOGÍA CLÁSICA Y EL ANTICUARISMO 39
38 HISTORIA DEL PENSAMIENTO ARQUEOLÓGICO

cierto toque de arcaísmo (Edwards, 1985, pp. 210-217). Durante la dinastía XVIII y los romanos conservaban valiosas reliquias del pasado como ofrendas voti-
(1552-1305 a.C.) los escribas inscribían sus graffiti en los monumentos antiguos vas en sus templos y las tumbas se profanaban con frecuencia en busca de reli-
o abandonados para dejar constancia de su visita, mientras que en una paleta quias de «héroes». Pausanias advirtió que la hoja de la supuesta lanza de Aquiles
predinástica fragmentada se ha hallado inciso el nombre de la reina Tiye que se conservaba en el templo de Atenea en Phaselis era de bronce, cosa que
(1405-1367 a.C.). En la dinastía XIX (1305-1186 a.C.), Khaemwese, un hijo de corroboraba la evidencia literaria que decía que los guerreros de la edad homé-
Ramsés II cuya fama como mago y sabio duraría hasta la época grecorromana, rica usaban armas de bronce (Levi, 1979, vol. 2, p. 17). La importancia de estas
llevó a cabo un estudio detallado de los cultos asociados a los monumentos inferencias históricas radica en su rareza. Los bronces y los recipientes antiguos
antiguos que existían cerca de la capital, Menfis, con el propósito de reinstau- que se hallaban accidentalmente o se saqueaban se vendían a altos precios a
rar tales creencias (Kitchen, 1982, pp. 103-109), y durante el período saíta ricos coleccionistas de arte (Wace, 1949). Con todo, los investigadores no ha-
(664-525 a.C.) los grandes conocimientos adquiridos acerca de los relieves del cían ningún esfuerzo por recuperar de una manera sistemática estos artefactos,
Imperio Antiguo permitieron realizar un intento de restablecimiento estilístico ni siquiera intentaron hacer de estos objetos una materia digna de especial es-
(W. Smith, 1958, pp. 246-252). Una hija del rey Nabonidus,-Bel-Shalti-Nannar, tudio, a pesar de algunas voces clasicistas que abogaban por lo contrario (Weiss,
que vivió en el siglo vi a.C., formó una pequeña colección de antiguos artefac- 1969, p. 2). No existía en absoluto conciencia clara de que los restos materiales
tos babilonios, incluyendo inscripciones, que ha sido considerada como el pri- del pasado podían ser de utilidad para probar las numerosas y conflictivas es-
mer museo de antigüedades conocido (Woolley, 1950, pp. 152-154). Esta toma peculaciones filosóficas sobre los orígenes humanos y las ideas generales de la
de conciencia creciente por los restos materiales del pasado formaba parte del historia humana que caracterizó la civilización clásica.
elevado interés por los tiempos pasados que existía entre las clases letradas, in- Si-ma Qien, el primer gran historiador chino, que escribió en el siglo u a.C.,
-Ierés que, por otra parte, poseía un fuerte componente religioso. Se creía que visitó muchas ruinas antiguas y examinó reliquias y textos del pasado para la
los dioses o los héroes habían establecido una forma perfecta de civilización compilación del Shi Ji, un importante relato sobre la historia de la China anti-
en el principio de los tiempos, pero las generaciones posteriores de seres huma- gua. El estudio sistemático del pasado era muy valorado por los investigadores
nos habían fracasado en el mantenimiento de aquel estatus ideal. Los monu- del tiempo de Confucio como una guía moral de comportamiento y desempe-
mentas y los registros escritos del pasado constituían el vínculo tangible con ñó una función muy poderosa dentro del proceso de unificación de la vida po-
etapas más cercanas al tiempo de la creación y por tanto eran considerados me- lítica y cultural china por el hecho de poner de relieve un patrimonio común
dios por los cuales poder aproximarse al prototipo sagrado de civilización. De- que se remontaba hasta de dinastía Xia (2205-1766 a.C.) (Wang, 1985). Duran-
bido a su más estrecha relación con el drama cósmico de la creación, a estos te casi un milenio, aunque los historiadores chinos continuasen basándose en
artefactos se les atribuían poderes sobrenaturales inusuales. los registros históricos para confeccionar sus libros, la atención hacia los reci-
En la civilización grecorromana, la sustancial producción de narrativa his- pientes de bronce, relieves en jade u otras obras de arte antiguas sólo tenía un
tórica basada en los registros escritos y en las tradiciones orales, así como el carácter de curiosidad o de reliquia familiar, como sucedía en las civilizaciones
interés por las prácticas religiosas, las costumbres locales y las instituciones ci- clásicas del Mediterráneo.
viles del pasado, raramente se acompañaba de una preocupación por los restos A pesar de que unos pocos investigadores del mundo antiguo utilizaron de
materiales de ese pasado. El historiador griego Tucídides se percató de que al- manera ocasional algunos artefactos para complementar los conocimientos so-
gunos de los enterramientos hallados en Delos, cuando la isla fue purificada bre el pasado que aportaban los registros escritos, no se desarrollaron técnicas
en el siglo v a.C., pertenecían a los carios, ya que contenían armamentos muy _ específicas de recuperación o estudio de estos artefactos y fracasaron por com-
parecidos a los de los carios de su tiempo. En su opinión, esto confirmaba la pleto en el establecimiento de una tradición en este sentido. En ninguna de las
tradición que decía que los carios habían vivido en algún tiempo pasado en civilizaciones conocidas existió una disciplina parecida a lo que ahora entende-
la isla (Casson, 1939, p. 71). En su Descripción de Grecia, escrita en el siglo mos por arqueología. Aunque algunos filósofos se esforzasen en reemplazar
H d.C., el físico Pausanias describió de una manera sistemática los edificios pú-
las creencias religiosas por explicaciones estáticas, cíclicas o evolucionistas so-
blicos, obras de arte, ritos y costumbres de diferentes regiones del país, junto bre los orígenes del hombre y de la civilización, éstas se mantuvieron en un
con las tradiciones históricas asociadas a ellos. Así, aunque describió breve- nivel puramente especulativo.
mente las celebradas ruinas de la Edad del Bronce de Tirinto y Micenas, tanto
para él como para otros escritores clásicos de libros-guías, los edificios en rui-
nas «apenas valía la pena mencionarlos» (Levi, 1979, vol. 1, p. 3). Los griegos
40 HISTORIA DEL PENSAMIENTO ARQUEOLÓGICO LA ARQUEOLOGíA CLÁSICA Y EL ANTICUARISMO

EL PARADIGMA MEDIEVAL DE LA HISTORIA

En la Europa medieval, los túmulos y los monumentos megalíticos eran ob-


jeto de interés local, y en ocasiones los clérigos hacían recopilaciones de los
cuentos populares que a ellos se referían. Pocos de estos monumentos escapa-
ron al saqueo realizado, ya por señores, ya por siervos, con el convencimiento
de que contenían tesoros (Klindt-Jensen, 1975, p. 9). Las edificaciones antiguas
también se violaban con el objetivo de obtener material de construcción, reli-
quias sagradas y tesoros (Kendrick, 1950, p. 18; Sklená"r, 1983, pp. 16-18). Se
creía que las únicas noticias sobre tiempos pasados-estaban contenidas exclusi-
vamente en la Biblia, en los libros de la antigüedad grecorromana que habían
sobrevivido, y en los registros históricos que incorporaban tradiciones de épo-
cas más oscuras. Esta visión cristiana sobre el pasado que existía en la Edad
Media ha influido en la interpretación de los datos arqueológicos hasta el pre-
sente. Este enfoque puede ser resumido en seis puntos:
1. Se creía que el mundo tenía un origen sobrenatural y relativamente re-
ciente, y que no era probable que durase más allá de unos pocos miles de años
más. Las autoridades rabínicas calculaban que había sido creado sobre el 3700
a.C., mientras que el papa Clemente VIII dató la creación en el 5199 a.C., y
en una época tan tardía como el siglo XVII el arzobispo James Ussher colocó
el hito en el 4004 a.C. (Harris, 1968, p. 86). Estas fechas, computadas a partir
de genealogías bíblicas, coincidían en asignarle al mundo unos pocos miles de
años de antigüedad. De la misma manera se pensaba que este mundo finaliza-
ría con el retorno de Cristo, y aunque no se conociese exactamente cuándo se
produciría ese evento, se creía que se estaban viviendo los últimos días de vida
de la Tierra (Slotkin, 1965, pp. 36-37).
2. El mundo físico, según se creía, se hallaba en avanzado estado de dege-
neración y los cambios naturales eran signos de la decadencia de la creación
divina original. Como la Tierra iba a durar poco tiempo más, no había ningu-
na necesidad de que la divina providencia se molestase en contrarrestar las mer-
mas producidas por los procesos naturales y por la explotación humana de es-
tos recursos. La documentación bíblica sobre la mayor longevidad humana en
los tiempos pasados era una garantía para sostener la creencia de que los seres
humanos, así como su entorno, habían sufrido un proceso de deterioro físico-
y mental desde que fueron creados. La decadencia y el empobrecimiento del
mundo físico apoyaban igualmente la idea de transitoriedad de todas las cosas
materiales (Slotkin, 1965, p. 37; Toulmin y Goodfield, 1966, pp. 75-76).
3. La humanidad fue creada por Dios, se pensaba, en el Jardín del Edén,
situado en el Próximo Oriente. Desde allí, los hombres se extendieron a otras
partes del mundo, no sin antes haber sido expulsados del Jardín y haber sufri-
do el diluvio de Noé. En una segunda diáspora se habría producido la diferen- 3. Merlín erigiendo Stonehenge, de un manuscrito británico del siglo xiv.
ciación de las lenguas, que fue impuesta por Dios a la humanidad, tras su pre-
sunción de construir la Torre de Babel. El centro de la historia del mundo
42 HISTORIA DEL PENSAMIENTO ARQUEOLÓGICO LA ARQUEOLOGÍA CLÁSICA Y EL ANTICUARISMO

permaneció en el Próximo Oriente durante largo tiempo, donde la Biblia regis- los seres humanos fuesen capaces, sin la ayuda de Dios, de conseguir ningún
traba el desarrollo del judaísmo y desde donde el cristianismo se difundió por hecho de significación histórica (Kendrick, 1950, p. 3; Toulmin y Goodfield,
Europa. Los investigadores trataron de vincular la Europa occidental con la his- 1966, p. 56). Entre las intervenciones periódicas de Dios, los asuntos humanos
toria registrada en el Próximo Oriente y el mundo clásico, construyendo capri- continuaban su curso de forma estática o cíclica.
chosas genealogías que identificaban a algunos personajes bíblicos o conoci- 6. Finalmente, los eruditos medievales eran todavía menos conscientes de
dos a través de otros relatos históricos, como los fundadores de las naciones los cambios históricos en la cultura material que los griegos o los romanos. Unos
europeas o como sus primeros reyes (Kendrick, 1950, p. 3). Así, y casi siempre cuantos papas y emperadores, como Carlomagno y Federico Barbarroja, co-
por etimología popular, se atribuía a uno de los hijos de Noé, Gog, el origen del leccionaron monedas y gemas antiguas, reutilizaron elementos de la arquitec-
pueblo godo (Klindt-Jensen, 1975, p. 10), y a Brutus, el príncipe troyano, se tura romana e imitaron su escultura (Weiss, 1969, pp. 3-15). Pero en general
le reconocía como el primer rey de Bretaña después del aniquilamiento de la ra- no se era consciente de una manera explícita de que en los tiempos bíblicos o
za de gigantes que en un principio vivía allí. Las deidades paganas se interpre= clásicos se llevaban ropas o se construían casas significativamente diferentes
taban a menudo como mortales deificados que se identificaban con personajes a las de la Edad Media. Cuando se descubrían estatuas de deidades paganas,
bíblicos menores o con sus descendientes (Kendrick, 1950, p. 82). De la misma eran con frecuencia destruidas o mutiladas ya que se consideraban indecentes
manera, los monjes de Glastonbury, en 1184 d.C. afirmaron que José de Ari- u objetos de adoración del demonio (Sklenái, 1983, p. 15). Casi universalmen-
matea había llevado allí el Santo Grial en el año 63 d.C. (Kendrick, 1950, p. 15). te, los tiempos bíblicos se veían como algo cultural, social e intelectualmente
4. Se consideraba como algo natural que el modelo establecido de con- idéntico a los de la Europa medieval.
ducta humana degenerase. La Biblia afirmaba que Adán y sus descendientes Durante la Edad Media, el interés por los restos materiales del pasado fue
habían sido granjeros y pastores, y que el trabajo del hierro se había empezado mucho más restringido que durante la época clásica, estando limitado a la co-
a practicar en el Próximo Oriente sólo algunas generaciones más tarde. Los pri- lección y conservación de reliquias sagradas. Esto no estimuló en absoluto el
meros humanos gozaban y compartían revelaciones divinas directas. El cono- desarrollo de un estudio sistemático de los restos materiales del pasado, pero
cimiento de Dios y de sus deseos se fue manteniendo y elaborando a través de la visión que de éste se tenía constituyó el punto de partida conceptual a partir
los patriarcas y los profetas hebreos. Esto, junto con las revelaciones conteni- del cual se desarrollaría en Europa el estudio de la arqueología, cuando las con-
das en el Nuevo Testamento, se convirtieron en el patrimonio de la Iglesia cris- diciones sociales cambiasen.
tiana, la cual heredó la responsabilidad de mantener los modelos ideales de con-
ducta humana. Por otra parte, los grupos que habían abandonado el Próximo
Oriente habían fracasado en la renovación periódica de su fe a través de las EL DESARROLLO DE LA ARQUEOLOGÍA HISTÓRICA
revelaciones divinas o de las enseñanzas cristianas, y se habían arrojado en brazos
del politeísmo, la idolatría o la inmoralidad. La teoría de la degeneración se En el siglo xrv, los rápidos cambios sociales y económicos que marcaron
utilizaba también para dar razón de las primitivas tecnologías de los cazadores- el fin del feudalismo en el norte de Italia, llevaron a los investigadores a inten-
recolectores y de las tribus de agricultores cuando llegaron a las tierras euro- tar justificar las innovaciones políticas aduciendo que tales hechos tenían sus
peas. Aplicado a la esfera de la tecnología y de la cultura material, el concepto precedentes en tiempos anteriores. Los intelectuales del Renacimiento empeza-
de degeneración entró en liza con la visión alternativa, abanderada por histo- ron a tener en cuenta la literatura clásica que había sobrevivido con el objetivo
riadores romanos de la talla de Cornelio Tácito, de que la prosperidad material de proveer de un pasado glorioso a las emergentes ciudades-estado italianas y
acelera la depravación moral. Los eruditos medievales se preocupaban mucho--- para justificar la creciente secularización de la cultura italiana (Slotkin, 1965,
más de poder explicar la decadencia moral y espiritual que la del progreso tec- p. x). Los enfoques de estos intelectuales reflejaban generalmente los intereses
nológico. de una nueva nobleza y una naciente burguesía, de cuyo mecenazgo dependían.
5. La historia del mundo se interpretaba como una sucesión de eventos Aunque la utilización de precedentes históricos que justificasen las innovacio-
únicos. El cristianismo alentó la institución de un enfoque histórico de los asun- nes hunde sus raíces en el pensamiento de la Edad Media, es en estos momen-
tos humanos, ya que la historia del mundo se veía como una serie de aconteci- tos cuando la búsqueda de precedentes se hace más intensa, cosa que permite
mientos que poseían un significado cósmico. Estos se interpretaban como el la constatación de que la vida social y cultural de aquel tiempo no se parecía
resultado de intervenciones predeterminadas de Dios, la última de las cuales en nada a la de la antigüedad clásica. Como consecuencia de esté proceso, los
pondría fin a la lucha entre el bien y el mal. Por tanto, no tenía ningún sentido textos históricos y literarios referidos a la antigüedad, desconocidos o poco es-
pensar que el cambio o el progreso fuese intrínseco a la historia humana o que tudiados en la Europa occidental desde la caída del Imperio romano, se van
HISTORIA DEL PENSAMIENTO ARQUEOLÓGICO
LA ARQUEOLOGÍA CLÁSICA Y EL ANTICUARISMO

haciendo más familiares, y los investigadores van cayendo en la cuenta de que


algo muy diferente del presente, de que cada época ha de ser estu-
diada según sus propias premisas, y de que el pasado no puede ser juzgado
a partir de los modelos del presente (Rowe, 1965). Los logros culturales de Gre-
cia y Roma se interpretaban como una evidencia que apoyaba la degeneración
cultural producida desde aquel tiempo, visión que a su vez reforzaba el concep-
(to cristiano tradicional sobre la historia humana. El objetivo de los estudiosos
renacentistas era comprender e intentar emular lo mejor posible los gloriosos
I
logros de la antigüedad. En un principio no se creía que, en su estado de dege-
neración, los seres humanos pudiesen abrigar alguna esperanza sobre la conse-
cución de logros semejantes. Sólo había una esfera en la que el hombre, sin
lugar a dudas, había superado a la antigüedad, y era en la posesión de una reli-
gión basada en revelaciones divinas, y eso era lo único que importaba.
El aprecio por la antigüedad clásica no se reducía sólo a la literatura, sino
que rápidamente se extendió a las artes y a la arquitectura. Pronto, los nobles
y los ricos mercaderes rivalizarían entre ellos como patrocinadores de las artes.
En este sentido, se rechazaba el estilo gótico, y se prefería optar por emular
el arte y la arquitectura de la antigua Roma. Este desarrollo provocó enseguida
que empezasen a considerarse importantes no sólo la palabra escrita, sino tam-
bién los objetos materiales supervivientes de aquel pasado, como fuentes de
información decisivas sobre las civilizaciones clásicas.
Ambas facetas se hallan expresadas en el trabajo de Ciríaco de Ancona (Ci-
riaco de'Pizzicolli, 1391-1452 d.C.), cuyas investigaciones lo convierten en el pri-
mer arqueólogo conocido. Era un mercader italiano que viajó regularmente por
Grecia y el Mediterráneo oriental durante un período de veinticinco años. Al-
gunos de estos viajes tenían el objetivo específico de recavar información sobre
monumentos antiguos. En el curso de estas visitas copió cientos de inscripcio-
nes, hizo dibujos de monumentos, coleccionó libros, monedas y obras de arte.
Su interés principal fueron las inscripciones públicas, que recogió y comentó
en seis volúmenes, algunos de los cuales se han conservado, siendo los restan-
tes pasto de las llamas (Casson, 1939, pp. 93-99; Weiss, 1969, pp. 137-142).
A finales del siglo xv, los papas, como Pablo II y Alejandro VI, los carde-
nales y los miembros de la nobleza italiana, se dedicaban a coleccionar y mos-
trar obras de arte antiguas, al mismo tiempo que comenzaban a patrocinarla -
búsqueda y la recuperación de tales objetos (Taylor, 1948, pp. 9-10). En una
fecha tan temprana como 1462, el papa Pío II promulgó una ley de preserva-
ción de las edificaciones antiguas de los estados papales y, en 1471, Sixto IV
prohibió la exportación de bloques de piedra o estatuas de sus dominios (Weiss,
1969, pp. 99-100). Durante un largo período, aunque no se realizó ninguna ex-
cavación arqueológica en el sentido que hoy conocemos, se cavó en busca de
objetos que tuviesen un valor estético y comercial. Las excavaciones que se ini-
ciaron en los bien preservados yacimientos romanos de Herculano y Pompeya
en la primera mitad del siglo xvm, las llevaban a cabo buscadores de tesoros
46 HISTORIA DEL PENSAMIENTO ARQUEOLÓGICO LA ARQUEOLOGÍA CLÁSICA Y EL ANTICUARISMO 47

de este tipo, aunque gradualmente se fue adquiriendo un interés por la arqui- estudios clásicos, la historia del arte fue mucho más allá de la mera ilustración
tectura doméstica romana junto al deseo de recuperar estatuas y otras obras de los datos que se extraían de los documentos escritos.
de arte. Sea como fuere, había poco interés por comprender el contexto en el Los estudios clásicos conformaron un modelo para el desarrollo de la egip-
que se hallaban los objetos. Los propietarios de las tierras en las que se halló tología y de la asiriología. A finales del siglo xvm no se sabía casi nada sobre
enterrada Pompeya acordaron con algunos contratistas la excavación por me- las antiguas civilizaciones de Egipto y del Próximo Oriente excepto que habían
tro cúbico (Leppmann, 1968). sido registradas por la Biblia y por los escritores griegos y romanos. Los ma-
El interés por la antigüedad clásica se fue extendiendo lentamente por toda nuscritos de estas culturas no pudieron leerse, y todos sus escritos y obras de
Europa. Con el tiempo, los miembros de la nobleza se convirtieron en ávidos arte permanecieron enterrados y sin estudiar durante un gran período de tiem-
coleccionistas de arte griego y romano, que les era proporcionado por sus agentes po. Las investigaciones sistemáticas sobre el antiguo Egipto empezaron con las
destacados en el Mediterráneo. A principios del siglo xvn, Carlos 1, el duque primeras observaciones hechas por los estudiosos franceses que acompañaron
de Buckingham y el conde de Arundel llegaron a rivalizar amistosamente por a Napoleón Bonaparte cuando invadió Egipto entre 1798 y 1799 y que elabora-
la importación a Inglaterra de tales objetos. En 1734; un grupo de caballeros ron una Description de 1 Égipte de varios volúmenes comenzada en 1809. Otro
ingleses que habían viajado a Italia formaron en Londres la Sociedad de Dile- resultado de esta campaña militar fue el descubrimiento accidental de la Piedra
tantes para estimular el gusto por el arte clásico. En los siguientes ochenta años, Rosetta, una inscripción bilingüe que constituyó un acontecimiento primordial
esta sociedad patrocinó algunas investigaciones arqueológicas en la región del para que Jean-Francois Champollion (1790-1832) descifrase los escritos del an-
Egeo (Casson, 1939, pp. 202-205). Las inscripciones clásicas, los monumentos tiguo Egipto, tarea que empezó a producir resultados sustanciales hacia 1822.
y las obras de arte romanos hallados en Inglaterra, Francia, Alemania occiden- Los egiptólogos, como Champollion y Karl Lepsius (1810-1884), iniciaron sus
tal y otros lugares que habían sido conquistados por el Imperio romano, empe- visitas a Egipto para registrar los templos, las tumbas y las inscripciones mo-
zarán a ser estudiados sistemáticamente por los anticuarios locales, como Wi- numentales a ellos asociadas. Utilizando estas inscripciones, fue posible esbo-
lliam Camden (1551-1623) en la Inglaterra de comienzos del siglo xvi. El gran zar una cronología y una historia esquemática del antiguo Egipto, a partir de
valor monetario atribuido a las obras de arte de gran calidad tendió a restringir la cual los egiptólogos pudieron rastrear el desarrollo del arte y la arquitectura
la investigación de estos materiales y de la arqueología clásica a la nobleza o egipcios. Al mismo tiempo, surgieron los aventureros, como el artista de circo
a aquellos investigadores que podían permitirse el lujo del mecenazgo (Casson, y «hombre forzudo» Giovanni Belzoni y los agentes del cónsul general francés
1939, p. 141). Bernardino Drovetti, que luchaban encarnizadamente por reunir grandes co-
El establecimiento de la Historia del Arte como una rama diferente de los lecciones de obras de arte egipcias para su exhibición pública en Francia e In-
estudios clásicos llegó con el trabajo del investigador alemán Johann Winckel- glaterra (Fagan, 1975). Este saqueo de las tumbas y templos egipcios no finali-
mann (1717-1768). Su Geschichte der Kunst des Altertums (Historia del arte an- zó hasta que el egiptólogo francés Auguste Mariette (1821-1881), que había sido
tiguo) (1764) y otros de sus escritos proporcionaron la primera periodización nombrado conservador de los monumentos egipcios en 1858, puso coto a todo
de los estilos escultóricos de Grecia y Roma, así como una descripción meticu- trabajo no autorizado. Incluso las propias excavaciones que él realizaba esta-
losa de algunos trabajos individuales y discusiones sobre los factores que influ- ban destinadas a adquirir material para la colección nacional más que a estu-
yen en el desarrollo del arte clásico, como el clima, las condiciones sociales y diar y registrar las circunstancias de los hallazgos.
la artesanía. Igualmente intentó definir modelos ideales, y, en su opinión, eter- A pesar de que ya se tenían noticias de la escritura cuneiforme en la Europa
namente válidos, de belleza artística. El trabajo de Winckelmann fue el germen de 1602, el primer intento por traducirla con éxito lo hizo Georg Grotefend
del desarrollo futuro de los estudios clásicos, los cuales hasta la época actual (1775-1853) en 1802. No fue hasta 1849 que Henry Rawlinson (1810-1895) halló
han continuado basándose en la investigación dual de documentación escrita la ocasión de publicar un estudio de la versión en persa antiguo del largo texto
y obras de arte. Los registros escritos se veían como el factor esencial que pro- trilingüe que el rey aqueménida Darío 1 (que reinó desde el 522 al 486 a.C.)
veía del relato indispensable de la historia y del desarrollo del pensamiento en había hecho grabar en la roca en Bisitun, Irán. En 1857, fue él quien descifró,
la Grecia y Roma antiguas. La historia del arte, aunque dependía de los regis- junto a otros investigadores, la versión que de este texto se había compuesto
tros escritos para la datación y la contextualización requerida para estudiar los en lengua babilónica, mucho más antigua, poniendo así las bases para desen-
cambios en los estilos artísticos, extendía el estudio del pasado a la esfera de trañar la historia de Asiria y de la antigua Babilonia. Las excavaciones esporá-
la cultura material, la cual, a su vez, no podía ser investigada de una manera dicas en busca de tesoros en Irak dieron paso en 1840 a las intervenciones de
sistemática utilizando exclusivamente los datos proporcionados por las fuentes Paul-Émile Botta (1802-1870) en las ruinas de Nínive y Khorsabad y las de Aus-
literarias. A pesar de que no constituyera una disciplina independiente de los ten Layard (1817-1894) en Nimrud y Kuyunjik. Estas excavaciones de los elabo-
LA ARQUEOLOGÍA CLÁSICA Y EL ANTICUARISMO 49
48 HISTORIA DEL PENSAMIENTO ARQUEOLÓGICO

radísimos palacios neoasirios proveyeron de grandes cantidades de esculturas


e inscripciones. Estas últimas despertaron un gran interés, al referirse a las pri-
meras historias explicadas en la Biblia. Finalmente, como sucedió para Egipto,
se pudo esbozar una cronología para la civilización mesopotámica que permi-
tió a los eruditos estudiar los cambios producidos en los estilos artísticos y en
la arquitectura monumental desde los primeros estadios de la escritura.
El desarrollo de la egiptología y de la asiriología durante el siglo xix añadió
tres mil años de historia a dos áreas del mundo que revestían un especial interés
en lo que se refería a los estudios bíblicos, ya que hasta entonces no se había
dispuesto de documentación directa. Ambas disciplinas se fueron moldeando
como lo habían hecho los estudios clásicos. Para suplir los datos cronológicos,
los datos históricos y la información acerca de las creencias y los valores del
pasado, se basaron en los escritos, aunque también se interesaron por el desa-
rrollo del arte y de la arquitectura monumental que iba revelando la arqueolo-
gía. Es más, tanto la egiptología como la asiriología dependieron mucho más
de la arqueología que los propios estudios clásicos, ya que la gran mayoría de
textos que se conseguían tenían que ser previamente desenterrados. Así, mien-
tras que la investigación sobre la historia del arte continuó basándose en los
registros escritos para la ordenación cronológica de sus datos, los problemas
que presentaba la aplicación de este método a períodos más antiguos con poca
o nula escritura provocó que creciese el número de arqueólogos que adquirieron
conciencia de la importancia que revestían los objetos recuperados mediante
la arqueología para conocer los logros humanos. El desarrollo de la arqueolo-
gía clásica, que empezó en el Renacimiento, incentivó los estudios arqueológi-
cos aplicados a los tiempos prehistóricos. Es importante señalar que algunos'
arqueólogos clásicos, como D. G. Hogarth (1899, p. vi), continuaron conside-
rando como algo inferior y sin importancia el estudio arqueológico de los pe-
ríodos que podían ser perfectamente conocidos a través de los registros escritos.
En China, como ya hemos anotado anteriormente, los textos históricos se
conformaron como género literario gracias a la tarea de Si-ma. Qien, a princi-
pios de la dinastía Han. Durante la dinastía Song (960-1279 d.C.), el hecho de
que se desenterrasen unas vasijas de bronce de la dinastía Shang provocó un
nuevo interés por la antigüedad hasta el punto de desviar el curso del río Ama-
rillo. Estas vasijas formaron el núcleo de una colección imperial de antigüeda-
des que todavía se conserva en Beijing (Elisseeff, 1986, pp. 37-39). Los investi-
gadores contemporáneos a la dinastía Song se afanaron en publicar detalladas
descripciones y estudios sobre objetos antiguos de bronce y jade, especialmen-
te los que presentaban inscripciones. Uno de los trabajos más antiguos que han
sobrevivido, el Kaogutu de Lu Dalin, describe con palabras y dibujos doscien-
tos diez artefactos de bronce y trece de jade, que datan desde la dinastía Shang
a la Han, y que pertenecían a la colección imperial y a otras treinta privadas.
Las inscripciones sobre estos objetos se estudiaban como fuentes de informa-
ción acerca de la epigrafía y de la historia antigua, y los objetos en sí eran mi-

4.—ra,o C.
50 HISTORIA DEL PENSAMIENTO ARQUEOLÓGICO LA ARQUEOLOGÍA CLÁSICA Y EL ANTICUARISMO

(1644-1911) y son éstos los que conforman la base indígena del desarrollo de
la arqueología en la China moderna. Estos trabajos incluyeron los primeros
estudios sobre las inscripciones en los huesos del oráculo Shang, que fueron
desenterrados en Anyang a principios de 1898 (Chang, 1981). Pero no fue hasta
los años veinte que los investigadores chinos empezaron a sentir interés por las
excavaciones, y el anticuarismo permaneció como una rama de la historiogra-
fía tradicional, sin evolucionar hacia una disciplina por derecho propio, como
ocurrió en Occidente con los estudios clásicos, la egiptología o la asiriología.
En Japón, durante el próspero período Tokugawa (1603-1868), caballeros
estudiosos de la clase de los samurai y de los comerciantes coleccionaron y des-
cribieron artefactos antiguos y registraron túmulos funerarios y otros monu-
mentos del pasado como datos para confeccionar la historia local y nacional.
Al final del período Tokugawa, estos investigadores iniciaron minuciosos exá-
menes de yacimientos y artefactos incluso en áreas remotas de los centros urba-
nos (Ikawa-Smith, 1982). Michael Hoffman (1974) ha sugerido que estas acti-
vidades surgieron a partir del estímulo de los influjos occidentales, cosa que
no es en absoluto cierta. Es posible que en Japón, como ocurrió en China y
en Italia, el interés por los estudios históricos a través del examen de los textos
se extendiese a los restos materiales.
Por lo que respecta a la India, no se desarrolló un movimiento de interés
sistemático por el pasado hasta la época colonial. A pesar de haber alcanzado
impresionantes logros en otras esferas, la civilización india no generó una fuer-
te tradición de estudios históricos (Chakrabarti, 1982), quizás porque la reli-
gión hindú utilizó otros métodos para comprender el sentido de la vida huma-
na y los hechos históricos, como la cosmología (Pande, 1985). Tampoco se
desarrolló un interés de este tipo en el Próximo Oriente, donde los pueblos islá-
micos vivían rodeados de impresionantes monumentos de la antigüedad. Aun
así, en la región existió un fuerte interés por la historia y se intentó explicar
la historia en términos naturalistas, especialmente por parte de Abu Zayd Abd
al-Rahman ibn Jaldun (1332-1406), investigador a quien en la actualidad se le
asigna uno de los primeros lugares entre los estudiosos de la historia de todo
el mundo (Masry, 1981). El fracaso del anticuarismo en el mundo árabe quizás
6. Vasija ritual shang de bronce fundido, ilustrada con el calco de sus inscripciones deba atribuirse a su rechazo de las civilizaciones paganas preislámicas, sumi-
y su transcripción a caracteres convencionales del catálogo Bogutu, del siglo mi d.C. das según ellos en una Era de Ignorancia, o bien por atribuir un carácter cícli-
co a su historia, junto con un desdén de origen religioso por toda obra de arte
nuciosamente ordenados en categorías en un esfuerzo por recavar información figurativa. Los casos de la India y del mundo árabe ilustran el tipo de factores
sobre formas rituales antiguas y otros aspectos de la cultura que no figuraban individuales que siempre deben tenerse en cuenta cuando se intentan explicar
en los textos antiguos. Las inscripciones, los motivos decorativos y las formas los orígenes de la investigación arqueológica en cualquier cultura.
generales de los objetos se utilizaban como criterios cronológicos y para asegu- A pesar de todo, los paralelos entre Europa, China y Japón sugieren que
rarse de la autenticidad de éstos, y muy pronto los investigadores dispusieron allí donde han existido tradiciones historiográficas sólidas, también han habi-
de un criterio exclusivamente formal a través del cual se fechaban las vasijas. do buenas oportunidades para complementar el estudio de documentos escri-
Aunque el anticuarismo tradicional sufrió una acentuada decadencia tras la di- tos con una investigación sistemática de la paleografía y de la historia del arte.
nastía Song, los estudios sistemáticos se reemprendieron durante la dinastía Qing El hecho que haya sido Europa, aunque más tarde que en China, en donde se
52 HISTORIA DEL PENSAMIENTO ARQUEOLÓGICO
LA ARQUEOLOGÍA CLÁSICA Y EL ANTICUARISMO 53

hayan desarrollado extensiva e intensivamente estos estudios puede atribuirse,


forma, estimularon un renovado y más secular interés por la historia de esos
al menos en parte, a la gran importancia que el cristiano medieval concedía
países, interés que era evidente en el siglo xvl. Este patriotismo era especial-
a los episodios históricos como elementos de aprendizaje de la condición hu-
mente fuerte entre la clase media urbana, cuya prosperidad creciente, ya estu-
mana. El redescubrimiento de la antigüedad clásica era visto como un medio
viese basada en los servicios prestados a la realeza ya en sus propios méritos
para obtener información sobre el glorioso pasado de Italia, que había recibi-
profesionales, estaba vinculada a la decadencia del feudalismo y al desarrollo
do poca atención en los relatos bíblicos, mientras que el deseo por conocer Egipto
de los estados nacionales. En Inglaterra, la dinastía Tudor fue glorificada a tra-
y Mesopotamia en el siglo xrx estuvo especialmente motivado por un deseo de
vés de renovados estudios históricos sobre leyendas artúricas, que reflejaban
saber algo más sobre las civilizaciones registradas por el Antiguo Testamento. el pasado bretón —no inglés— de la familia. También se produjo un marcado
Este sentimiento de discontinuidad y diversidad en el origen de las civilizacio-
interés por estudiar la historia de Inglaterra antes de la conquista normanda
nes europeas estimuló un interés por la arqueología como fuente de obtención
ypor maquillar los registros de manera que pareciese que el protestantismo,
no sólo de artefactos sino también de documentación escrita. Esta situación,
lejos de ser una innovación, era en realidad una restauración del verdadero cris-
muy diferente de la gran continuidad que se registraen_las_historias china y
tianismo, que había sido destruido o desfigurado por el catolicismo romano
japonesa, actuó como acicate para el desarrollo de la arqueología como una (Kendrick, 1950, p. 115).
fuente principal de información sobre las antiguas civilizaciones literarias. Así, T. D. Kendrick (1950) ha interpretado el resurgimiento del interés por
la historia en Inglaterra durante el siglo xvi como un triunfo del Renacimiento
sobre el pensamiento medieval. Algunos historiadores, como Polidoro Virgilio,
ANTICUARISMO EN LA EUROPA SEPTENTRIONAL
rechazaron el enfoque acrítico de los cronistas medievales e intentaron basar
su trabajo en documentos realmente fiables, hecho que implicaba negar la his-
Sin embargo, ¿qué significado tuvo el desarrollo de la arqueología comple- toricidad de muchas leyendas nacionales que no se sostenían como elemento
mentada por textos antiguos para la mayoría de los países de la Europa central de comparación con registros históricos de otros países (ibid., p. 38).
y septentrional? Se ha de tener presente que en estos países los registros escri- En Inglaterra, ya en el siglo xv, John Rous (1411-1491) y William de Worces-
tos más antiguos se remontan raras veces a la época romana y normalmente ter (1415-1482) eran conscientes de que el pasado había sido algo materialmen-
no existen hasta el 1000 d.C. Se creía que el mundo se había creado en el 4000 te muy diferente del presente. William trabajaba en una descripción de Gran
a.C., y la Biblia proporcionaba una crónica fiable de los eventos acaecidos en
Bretaña que implicaba la medición y la descripción de los antiguos edificios
el Próximo Oriente, que servía para explicar el pasado de toda la humanidad; (Kendrick, 1950, pp. 18-33). Esta preocupación por los restos materiales del pa-
por tanto, el alcance de los textos escritos o del estudio de las tradiciones se
sado se reforzó con la disolución de los monasterios durante el reinado de En-
consideraba bastante reducido. Durante la Edad Media, los cronistas, casi to-
rique VIII. El desmantelamiento de estos hitos geográficos seculares y la dis-
dos hombres de la Iglesia, construyeron un cuadro colorista del pasado remoto
persión de sus bibliotecas incitó a los investigadores a registrar todo lo que se
de cada uno de los pueblos europeos. Estos relatos estaban basados en leyen- destruía junto con los monumentos del más remoto pasado. Así, el estudio de
das e invenciones. En un clima donde la crítica brillaba por su ausencia, los
los restos materiales empezó a complementar el de los registros escritos y las
investigadores podían fraguar nuevos documentos que tuvieran muy poco fon-
tradiciones orales, dando lugar a la figura del anticuario, una figura distinta
do de verdad (Sklenát, 1983, p. 14). Los estudiosos ingleses proclamaban orgu-
del investigador puramente histórico. Estos anticuarios, personas con mucho
llosos que Arturo y antes que él Brutus habían conquistado la mayor parte del
tiempo libre aunque no ricas, procedían de las clases medias administrativas
mundo (Kendrick, 1950, pp. 36-37). En numerosas ocasiones, las crónicas se-
y profesionales, que conocieron su expansión y prosperidad bajo el gobierno
confeccionaban para apoyar a uno u otro grupo dirigente. Por ejemplo, Geof- más centralizado de los Tudor (Casson, 1939, p. 143). Para estos ingleses pa-
frey de Monmouth, escritor del siglo xn, ensalzó el pasado bretón de Inglaterra trióticos, las antigüedades locales eran un sustituto muy aceptable de las pro-
frente al componente anglosajón, para poder contentar a sus amos normandos cedentes de Grecia y Roma. Visitaban monumentos que databan de la época
(ibid, p. 4). No es extraño que en estas crónicas se mencionen los monumentos
medieval, romana o prehistórica y los describían como parte de la historia y
prehistóricos. Geoffrey de Monmouth asociaba Stonehenge con las leyendas
la topografía del condado. También se preocupaban de registrar las leyendas
artúricas, mientras que en Alemania los sepulcros megalíticos y los túmulos
y las tradiciones locales que giraban alrededor de los yacimientos. Además, al-
se asignaban a los hunos, que habían invadido Europa en el siglo v d.C. (Sklenái gunos anticuarios se dedicaron a coleccionar curiosidades locales o exóticas.
1983, p. 16).
John Twyne, fallecido en 1581, coleccionó monedas, vidrios y cerámicas romano-
Las inquietudes patrióticas de la Europa septentrional, que llevaron a la Re- británicas, y estudió megalitos y terraplenes (Kendrick, 1950, p. 105). Una co-
54 HISTORIA DEL PENSAMIENTO ARQUEOLÓGICO LA ARQUEOLOGÍA CLÁSICA Y EL ANTICUARISMO 55

lección más variada y extensa, pero menos arqueológica, la del jardinero real
John Tradescant, iba a formar el núcleo del Ashmolean Museum, que se esta-
bleció en Oxford en 1675. Hasta ese momento, las colecciones de antigüedades
consistían en reliquias religiosas o pertenecientes a familias nobles.
En un principio no existía una distinción clara entre las curiosidades de ori-
gen humano y las de origen natural. Los estudiosos; al igual que la gente no
versada, creían que las hachas de piedra eran «piedras del trueno» (creencia
apoyada por el naturalista romano Plinio [Slotkin, 1965, p. x]) y que las puntas
de proyectil de piedra eran «cerrojos de los duendes», mientras que en Polonia
y en Europa central se creía que las vasijas de cerámica crecían bajo la tierra
por generación espontánea (Abramowicz, 1981; Sklenaz, 1983, p. 16). En un
mundo totalmente ajeno a la evolución biológica no era nada evidente que una
hacha prehistórica fuese un producto humano mientras que un fósil fuese una
formación natural. La mayoría de estas curiosidades se hallaban al labrar los
campos y no existía ninguna tradición de excavación en busca de restos prehis-
tóricos.
John Leland (1503-1552) fue nombrado Anticuario Real en 1533, desempe-
ñando una importante labor respecto a los libros dispersos de las bibliotecas
monásticas. Asimismo viajó por Gales e Inglaterra registrando restos visibles
de yacimientos prehistóricos, topónimos, genealogías y objetos de interés his-
tórico. De todas maneras, su interés mayor era el hecho de viajar y ver cosas 7. Planta de Avebury, de Aubrey, de su Monumenta Britannica, c. 1675.
más que registrar estilos arquitectónicos o simplemente estudiar los registros
escritos (Kendrick, 1950, pp. 45-64). William Camden, el autor de la primera
planimetría topográfica global de Inglaterra, hizo sobre todo hincapié en los tones, es decir, a los habitantes que había en las islas cuando llegaron los roma-
restos romanos y medievales. Su Britannia, publicada en 1586, conoció muchí- nos, o a los sajones y los daneses, los cuales habían invadido Gran Bretaña des-
simas reediciones póstumas. Camden fue igualmente miembro fundador, en
pués de la caída del Imperio romano.
1572, de la Society of Antiquaries, una sociedad londinense garante de la pre-
Las investigaciones sistemáticas protagonizadas por anticuarios se desarro-
servación y estudio de las antigüedades nacionales. Esta sociedad fue suprimi -
llaron en Escandinavia algo posteriormente que en Inglaterra y fueron en parte
da por Jacobo 1 en 1604, presumiblemente porque el monarca, escocés de naci-
producto de la rivalidad militar y política que siguió a la separación de Suecia
miento, temía que pudiese estimular el nacionalismo inglés y, en consecuencia,
y Dinamarca en 1523. En esa región, los historiadores del Renacimiento se in-
actuase en menoscabo de sus intereses (Taylor, 1948, p. 10; Joan Evans, 1956,
teresaron por los respectivos patrimonios nacionales tan pronto como en In-
p. 14). John Aubrey (1626-1697), el más famoso de todos los anticuarios del
siglo xvn, trabajó principalmente en la zona de Wiltshire. Confeccionó descrip- glaterra. Los reyes Cristián IV de Dinamarca (que reinó durante los años 1588
ciones de Stonehenge y de Avebury, y aportó la idea de que estos grandes mo- a 1648) y Gustavo Adolfo II de Suecia (que reinó desde el año 1611 al 1632)
numentos prehistóricos podían ser templos druídicos (Hunter, 1975). Las in- estimularon el estudio de los registros históricos y del folklore para crear un
vestigaciones de estos primeros anticuarios fueron continuadas por una sucesión cuadro de grandeza y valor que enorgulleciese a la nación. Este interés se exten-
de historiadores y topógrafos que siguieron trabajando en su mayoría a un ni- dió rápidamente al estudio de los monumentos antiguos. El patronazgo real
vel local, sin realizar una gran actividad excavadora y careciendo de un sentido hizo posible la aparición de anticuarios destacados que los registraron de una
de la cronología que no fuese el que les proporcionaba el registro escrito. Al manera sistemática. Johan Bure (1568-1652), un funcionario sueco, y Ole Worm
igual que los arqueólogos clásicos, intentaban explicar los monumentos anti- (1588-1654), un médico danés, documentaron gran número de ruinas. Las ins-
guos mediante su asociación con los pueblos mencionados en los relatos histó- cripciones pétreas halladas, que datan del final de la Edad del Hierro, permi-
ricos. Esto significaba que todo aquello que ahora reconocemos como restos tieron cotejar con la arqueología clásica los últimos tiempos prehistóricos y el
prehistóricos se atribuía generalmente de manera bastante arbitraria a los bre- comienzo de la era histórica. Estos anticuarios recogieron igualmente informa-
56 HISTORIA DEL PENSAMIENTO ARQUEOLÓGICO LA ARQUEOLOGÍA CLÁSICA Y EL ANTICUARISMO

ción sobre tumbas megalíticas y pinturas rupestres. Tanto Bure como Worm
aprendieron de sus mutuos trabajos a pesar de las tensas relaciones políticas
entre sus países y a pesar de su compromiso para promover el sentimiento pa-
triótico respectivo (Klindt-Jensen, 1975, pp. 14-21). Parte de su trabajo se reali-
zó por medio de cuestionarios que se distribuyeron por toda la nación. Tam-
bién se crearon museos donde se exponían curiosidades naturales u objetos de -
fabricación humana. En Dinamarca, uno dedos primeros fue el museo particu -
lar de Worm, el cual se convirtió en la base de la Kunstkammer, o Colección
Real, que fue abierta al público en 1680. En Suecia, en 1666, se estableció un
Colegio de Anticuarios en Uppsala, con el fin de estimular la investigación,
y se promulgaron leyes que aseguraban la protección de los monumentos anti-
guos,. El rey proporcionaba una recompensa a todo aquel que le entregaba un
hallazgo valioso. Olof Rudbeck (1630-1702) hizo trincheras y dibujó secciones
verticales de gran número de túmulos de la época vikinga en la vieja Uppsala,
determinando de esta manera la edad relativa de los enterramientos individua-
les en túmulo. Rudbeck creía que el grosor del césped acumulado sobre las tum-
bas podía utilizarse como indicador de los siglos que habían pasado desde que
se había practicado el enterramiento (Klindt-Jensen, 1975, pp. 29-31). Desgra-
ciadamente, la investigación de los anticuarios languideció tanto en Suecia como
en Dinamarca debido a las ambiciones políticas de estos estados y a los titu-
beos de su economía a finales del siglo xvu.
También en Europa central y occidental se desarrolló, aunque menos inten-
so, un interés por los restos físicos del pasado. En la Francia medieval, las rui-
nas romanas y prehistóricas se adscribían a los héroes, como Carlomagno y
Roland, y a los santos locales. Con el Renacimiento, las antigüedades romanas
fueron pronto identificadas como tales y Francisco l (que reinó durante
1515-1547) y Enrique IV (que reinó durante 1589-1610) reunieron sustanciosas
colecciones de estatuas de mármol y bronces locales e importados. La mayoría
de los estudios se concentraban en las inscripciones romanas, mientras que a
las antigüedades prehistóricas se les concedía poco valor. No fue hasta el siglo
xvm que se desarrolló un interés por los primeros habitantes celtas de Francia
y sus orígenes, razón por la cual se practicaron algunas excavaciones en yaci-
mientos prehistóricos. En el último tercio de ese siglo surgió un deseo creciente
de demostrar los logros culturales de los celtas, que eran reconocidos como 1ós - --
ancestros de los franceses, y en consecuencia se inició el estudio de los tiempos
prerromanos de manera independiente a la arqueología clásica. Este movimiento,
que continuó durante el siglo xtx, estaba ligado a un creciente nacionalismo,
y al igual que los primeros estudios ingleses sobre restos prerromanos, más que
ayudar al desarrollo de la arqueología, engendró especulaciones fantasiosas
(Laming-Emperaire, 1964).
En Alemania, el redescubrimiento en 1451 de la obra Germania, del histo-
riador romano Cornelio Tácito (c. 56-120 d.C.), la cual contenía una detallada
descripción de las costumbres de los antiguos germanos, llevó a los investiga-
58 HISTORIA DEL PENSAMIENTO ARQUEOLÓGICO LA ARQUEOLOGÍA CLÁSICA Y EL ANTICUARISMO 59

dores a utilizar fuentes clásicas y no leyendas medievales para sus estudios de visión alternativa, que, entre otras cosas, sirvió para esbozar paralelos entre esos
historia antigua. Este hecho puso los cimientos para la realización del primer pueblos primitivos «modernos» y los pueblos prehistóricos que habían habita-
estudio histórico general sobre la Alemania antigua, Germanice Antiquae, de do Europa. Pero aún tenía que pasar mucho tiempo para que se aceptara esta
Philip Klüver, publicado en 1616 (Sklenár, 1983, pp. 24-25). Este estudio con- comparación de forma general y aún más para que se desarrollaran todas sus
dujo a un refuerzo del interés por los restos materiales del pasado. La excava- implicaciones.
ción de túmulos en Marzahna (Sajonia) en 1587, fue una de las primeras en El primer paso en este proceso se dio cuando los investigadores empezaron
toda Europa que se realizó no a la búsqueda de tesoros o para enriquecer co- a considerar la idea de que los instrumentos de piedra hallados en Europa se
lecciones, sino para hallar la respuesta a un interrogante específico, a saber, debían a la manufactura humana y no a causas naturales o sobrenaturales. Hasta
si las vasijas halladas en tales estructuras eran manufactura humana o eran pro el siglo xvn, los cristales, los fósiles de animales, los instrumentos de piedra
ducto de la generación espontánea natural (ibid., p. 38). No se llevaron a cabo y otros objetos de piedra trabajada se habían considerado como fósiles en ge-
demasiadas iniciativas encaminadas a clasificar megalitos o vasijas funerarhi' .eral. En 1669, Nicolaus Steno (1638-1686) comparó algunos fósiles con conchas
según su forma y uso (ibid., p. 33). de moluscos actuales, dándose cuenta de que se parecían casi tanto como los
Desarrollos análogos tuvieron lugar en Hungría y en los países eslavos. Fi- cristales inorgánicos. En consecuencia, concluyó que las conchas fosilizadas eran
guras de la esfera política, hombres de la Iglesia y estudiosos varios incorpora- los restos de animales que una vez estuvieron vivos. Las comparaciones etno-
ron hallazgos arqueológicos a sus colecciones de curiosidades. En algunasng áficas desempeñaron un papel similar en el establecimiento del origen huma-
lecciones principescas, los hallazgos locales que se consideraba poseían cierto no de los utensilios de piedra (Grayson, 1983, p. 5). La posibilidad de que en
mérito artístico eran mostrados junto a estatuas y vasijas pintadas importadas un pasado hubiesen vivido en Europa grupos humanos que no conocían el uso
de Italia y Grecia. Ocasionalmente se efectuaba algún trabajo de excavación del metal fue sugerida por vez primera a principios del siglo xvi por Pedro Mártir
para conseguir objetos y se promulgaban leyes para proteger las antigüedades de Anglería, cuando relacionó los nativos de las Indias Occidentales con las
y para asegurar los nuevos hallazgos a las colecciones nacionales (Sklenái, 1981, tradiciones clásicas de una Edad de Oro primigenia (Hodgen, 1964, p. 371).
pp. 32-33). Si por una parte, aunque de manera caprichosa, los hallazgos ar- El geólogo italiano Georgius Agricola (1490-1555) expresó la opinión de que
queológicos se intentaban asignar a pueblos históricamente conocidos, por otra los instrumentos de piedra tuviesen muy probablemente un origen humano (Hei-
no se hacía ningún esfuerzo por crear un sistema de datación del conjunto de zer, 1962a, p. 62), mientras que Michel Mercati (1541-1593), superintendente de
artefactos prehistóricos europeos. Así, ante la ausencia de inscripciones, no es- los Jardines Botánicos del Vaticano y físico del papa Clemente VII, sugirió en
taba nada claro qué hallazgos se databan antes o después de los primeros regis- su Metallotheca que, antes de la utilización del hierro, seguramente los utensi-
tros escritos conocidos en una área en concreto. lios de piedra habían sido «extraídos del más duro pedernal para ser usados
en la locura de la guerra» ([1717] Heizer, 1962a, p. 65). Citaba testimonios bí-
blicos y clásicos que probaban el liso de utensilios de piedra y procuró familia-
LA IDENTIFICACIÓN DE UTENSILIOS DE PIEDRA rizarse con los especímenes etnográficos del Nuevo Mundo que habían sido en-
tregados al Vaticano como regalos. Ulises Aldrovandi (1522-1605) también
Los siglos xvi y xvi marcaron el inicio de la exploración y la colonización reconocía en su Museum Metallicum, publicado en 1648, que los instrumentos
de todo el mundo por parte de los países de la Europa occidental. Los marinos de piedra eran de origen humano. En 1655, el francés Isaac de La Peyrére, uno
empezaron a familiarizarse con los grupos de cazadores-recolectores y las tri- de los primeros escritores que se atrevió a poner en tela de juicio los relatos
bus de agricultores de las Américas, de África y del Pacífico. Empezaron a cir- bíblicos sobre la creación de la humanidad, adscribió las «piedras del trueno»
cular por Europa descripciones sobre estas gentes y sus costumbres y, a modo a la raza «preadamita», la cual según él había existido antes de la creación del
de curiosidad, se mostraban sus instrumentos y sus ropas, traídos por los via- primer hebreo descrito en el libro del Génesis.
jantes. En un principio, el descubrimiento de grupos humanos que no sabían En Gran Bretaña, el conocimiento creciente de los pueblos nativos que po-
trabajar los metales y que practicaban costumbres totalmente contrarias a las blaban el Nuevo Mundo desembocó en una convicción cada vez mayor de que
enseñanzas cristianas pareció confirmar la tradicional visión medieval de que los instrumentos de piedra eran producto de seres humanos. En 1656, el anti-
aquellos grupos que se habían alejado más del Próximo Oriente, la cuna de cuario William Dugdale (1605-1686) atribuyó la manufactura de tales objetos
la humanidad, eran los que más lejos se hallaban de la revelación divina y, por a los antiguos bretones, añadiendo que éstos habían empleado utensilios de pie-
tanto, los más degenerados moral y tecnológicamente. Pero gradualmente se dra antes de aprender a trabajar los metales. Robert Plot (1640-1696), yerno
empezó a tomar conciencia de estas gentes y de su tecnología, naciendo una de Dugdale y conservador del Ashmolean Museum, compartía la opinión de
60 HISTORIA DEL PENSAMIENTO ARQUEOLÓGICO LA ARQUEOLOGÍA CLÁSICA Y EL ANTICUARISMO 61

su suegro hasta el punto de que en 1686 escribió que los antiguos bretones ha- del Nuevo Mundo (ibid., p. 23). Sin embargo, en el siglo xvu eran ampliamente
bían utilizado la piedra como primer material antes que los instrumentos de aceptados en Europa el origen humano de los utensilios de piedra y su conside-
hierro y que sería perfectamente posible dilucidar la creación de tales instru- rableantigüedad.
mentos pétreos a partir de la comparación de éstos con los de los indios de Con todo, la progresiva toma de conciencia en Europa de que los instru-
Norteamérica observados en sus construcciones de madera. En 1699, su asis- mentos de piedra se habrían usado seguramente antes que los de metal no ha-
tente Edward Lhwyd llevó a cabo comparaciones específicas entre las puntas cía todavía necesaria la adopción de una perspectiva evolucionista (cf. Rodden,
de flecha hechas de lascas de los indios de Nueva Inglaterra y las flechas que 1981, p. 63), ya que los de piedra seguían siendo utilizados durante las épocas
se decían de los duendes. Una iniciativa similar la emprendió el anticuario es- en las que se conocían y usaban los metales. A través de la Biblia, Mercati pudo
cocés sir Robert Sibbald en una fecha tan temprana como 1684. Alrededor de colegir que el trabajo del hierro se practicaba desde los primeros tiempos, cosa
1766, el obispo Charles Lyttelton especuló con la posibilidad de que los instru- que le llevó a pensar que el conocimiento de estas habilidades metalúrgicas se
mentos de piedra hubiesen sido realizados antes de que se conociese el trabajo perdió entre los pueblos que migraron hacia áreas donde no había mineral de
del metal y que, por tanto, fuesen anteriores a la conquista romana (Slotkin, hierro ([1717] Heizer, 1962a, p. 66). Parecidos enfoques degeneracionistas tam-
1965, p. 223). Una década después, el escritor Samuel Johnson ([1775] 1970, bién estaban muy extendidos. Otros anticuarios mantenían que los instrumen-
p. 56) comparó las puntas de flecha de piedra halladas en Gran Bretaña con tos de piedra se usaban al mismo tiempo que los de metal, pero los de metal
las de los habitantes coetáneos de las islas del Pacífico, llegando a la conclu- sólo los podían poseer aquellas comunidades más ricas. En una fecha tan tar-
sión de que las primeras habían sido manufacturadas por una nación que no día como 1857, se argüía, en oposición a la teoría que anteponía el uso de los
conocía ciertamente el uso del hierro. En el siglo xvm, estas observaciones lle- utensilios de piedra a los de metal, que los de piedra eran imitaciones de los
varon a la creencia general en Gran Bretaña de que las antigüedades podían de metal, que habían sido los prototipos originales (O ' Laverty, 1857; Trevel-
ser una fuente de información sobre el pasado a la vez que curiosidades dignas yan, 1857). Careciendo de los conocimientos cronológicos adecuados y de la
de mencionarse en las topografías locales. información arqueológica de muchos lugares del mundo, era posible que la pre-
En Francia, en 1719, dom Bernard de Montfaucon (1655-1741), quien vein- sencia o la falta del conocimiento del trabajo del hierro coexistieran a lo largo
ticuatro años antes había publicado una memoria de la excavación de una tum- de la historia humana. Hasta el siglo xix no existió una evidencia factual que
ba megalítica que contenía hachas de piedra pulimentadas, adscribió ese tipo permitiese un enfoque evolucionista más plausible que las visiones degenera-
de tumbas a una nación que no conocía la utilización del hierro. Para llegar cionistas. Las fuertes sanciones religiosas impuestas por los degeneracionistas
a esa conclusión había sido influido por el conocimiento de las investigaciones hizo que muchos anticuarios evitasen desafiarlo.
arqueológicas que se llevaban a cabo en Gran Bretaña y Escandinavia (Laming-
Emperaire, 1964, p. 94). Cinco años después, el investigador francés Antoine
EL PARADIGMA ILUSTRADO
de Jussieu (1686-1758) efectuó detalladas comparaciones entre los utensilios de
piedra europeos y las piezas de interés etnográfico traídas de Nueva Francia
y del Caribe. Constató que «la gente de Francia, Alemania y otros países del El desarrollo de la visión evolucionista del pasado no fue fruto solamente
norte, si no hubiesen descubierto el hierro, se asemejarían a los salvajes de hoy de la acumulación de evidencia arqueológica sino, sobre todo, de la transfor-
día, ya que hasta entonces compartieron los mismos instrumentos y las mismas mación gradual que sufrió desde el siglo xvu el pensamiento en la Europa sep-
necesidades que ellos, es decir, aserrar madera, extraer corteza, cortar ramas, tentrional, región que se configuraría rápidamente como el centro económico
matar animales salvajes, cazar para comer y defenderse de los enemigos» ([1723] de la economía de un nuevo mundo (Wallerstein, 1974; Deláge, 1985). Este en-
Heizer, 1962a, p. 69). En 1738, Kilian Stobeus, profesor de Historia Natural foque estaba basado en la rápida y creciente confianza adquirida con respecto
en la Universidad de Lund, afirmó que los implementos de pedernal eran ante- a las habilidades de los seres humanos por mejorar y desarrollarse, tanto eco-
riores a los de metal, al menos en Escandinavia, y los comparó con los especí- nómica como culturalmente. A principios de ese siglo, el filósofo y político in-
menes etnográficos traídos de Louisiana, opinión que recoge en 1763 el investi- glés Francis Bacon protestó contra la idea de que la cultura de la antigüedad
gador danés Erik Pontoppidan (Klindt-Jensen, 1975, pp. 35-39). En una fecha clásica había sido superior a la de los tiempos modernos. En Francia había te-
tan tardía como 1655, el distinguido anticuario Ole Worm continuaba pensan- nido lugar una confrontación similar a finales del siglo xvll entre los Moder-
do que las hachas de piedra pulimentada poseían un origen celestial y no se nos y los Antiguos. Los primeros propugnaban que el talento humano no esta-
trataba de herramientas de hierro o de piedra fosilizadas, a pesar de que poseía ba en absoluto en decadencia y que, por tanto, los europeos actuales estaban
en su colección ejemplos etnográficos de instrumentos de piedra procedentes en condiciones de producir obras que igualasen o sobrepasasen a las de los an-
62 HISTORIA DEL PENSAMIENTO ARQUEOLÓGICO LA ARQUEOLOGÍA CLÁSICA Y EL ANTICUARISMO

tiguos griegos o romanos (Laming-Emperaire, 1964, pp. 64-66). A pesar de que ción de que el hombre y el orangután pertenecen a la misma especie (Bryson,
Raleigh y otros escritores isabelinos seguían creyendo, a la manera medieval, 1945; Schneider, 1967).
que el mundo se acercaba a su fin, en la segunda mitad del siglo xvn, en mu- Los filósofos de la Ilustración combinaron una comprensión más naturalis
chos países de la Europa occidental se tenía esperanza en el futuro (Toulmin ta del progreso social con la firme creencia de que éste produciría un conjunto
y Goodfield, 1966, pp. 108-110). Las razones para este optimismo creciente abar- integrado de conceptos que llevarían a la explicación del cambio social. Tam_I
caban las revoluciones científicas de los siglos xvi y xvii que protagonizaron bién crearon una metodología que ellos creían capaz de estudiar el curso gene-
Galileo y Newton, la aplicación de los descubrimientos científicos al desarrollo ral del desarrollo humano desde los primeros tiempos. En Inglaterra y los Paí-
de la tecnología y el extendido reconocimiento de las creaciones literarias de ses Bajos, donde el poder político estaba todavía en las manos de una clase
los escritores ingleses y franceses que habían desempeñado su tarea durante los media mercantil, la actividad intelectual se dirigió hacia el estudio de la signifi-
reinados de Isabel 1 y de Luis XIV. Estos desarrollos, sobre todo entre las clases cación política y económica de ese cambio. La creciente debilidad de la clase
medias, estimularon el nacimiento de una fe creciente en el progreso y en la media francesa frente al poder autocrático de los Borbones parece haber servi-
creencia de que los seres humanos eran los dueños en gran medida de sus pro- do de estímulo a los intelectuales franceses para iniciar un más amplio debate
pios destinos. Esto también hizo caer en la cuenta a los habitantes de Europa sobre la naturaleza del progreso. El gran impacto que estas ideas tuvieron sobre
occidental sobre los modos de vida de los pueblos tecnológicamente menos avan- los investigadores de Edimburgo refleja no sólo los estrechos lazos culturales
zados que habían sido descubiertos en muchos lugares del mundo y que empe- existentes entre Francia y Escocia sino también la prosperidad y el poder cre-
zaron a ser tomados como los supervivientes de una condición humana primi- ciente que había adquirido la clase media escocesa tras su unión con Inglaterra
genia, más que como productos de una degeneración. en 1707.
Ni el descubrimiento durante el Renacimiento de que el pasado era algo muy Los puntos siguientes son las ideas principales de la Ilustración que se ha-
diferente del presente, ni la toma de conciencia sobre el desarrollo tecnológico llan en la base del pensamiento evolucionista popular que existía entre las cla-
que se estaba produciendo en Europa occidental condujeron de una manera ses medias europeas:
directa a pensar que el progreso era un tema general en la historia humana. 1. Unidad psíquica. Se creía que todos los grupos humanos poseían en esen-
En el siglo xvn, los períodos históricos sucesivos eran vistos como una serie cia el mismo nivel y la misma clase de inteligencia, y que compartían las mis-
de variaciones caleidoscópicas de un conjunto de temas pertenecientes a una mas emociones básicas, a pesar de que los individuos que formaban esos gru-
naturaleza humana fija, y no como una secuencia de desarrollo digna de estu- pos fuesen muy diferentes los unos de los otros en lo que respecta a estas
dio en sí misma (Toulmin y Goodfield, 1966, pp. 113-114). El filósofo italiano características. Por tanto, se consideraba que no existían barreras biológicas que
Giambattista Vico (1668-1744) creía que la historia poseía unas características impidiesen a cualquier raza o nacionalidad beneficiarse de los nuevos conoci-
cíclicas y afirmaba que todas las sociedades humanas evolucionan cumpliendo mentos o bien contribuir al desarrollo de éstos. Igualmente se pensaba que to-
unos estadios similares de desarrollo y decadencia que reflejan las acciones uni- dos los grupos humanos aspiraban por un igual a perfeccionarse. Esta idea,
formes de la providencia. Pero, prudentemente, puso también de manifiesto que en su faceta más etnocéntrica, constituía la convicción de que todos los seres
esta visión de la historia humana como algo gobernado por unas leyes estrictas humanos podían beneficiarse de la civilización europea, pero también implica-
no se podía aplicar a los hebreos, cuyo progreso estaba guiado por mediación ba que la posesión de una tecnología avanzada no estaba destinada a ser exclu-
divina. A pesar de que no fuese un evolucionista, su enfoque ayudó al naci- siva de los europeos. Las diferencias culturales se explicaban generalmente en
miento de la creencia de que la historia puede ser entendida en términos de términos climáticos o de influencias medioambientales o bien se despachaban
regularidades análogos a los que se proponían paracas ciencias naturales (ibid., --- simplemente como accidentes históricos (Slotkin, 1965, p. 423). -
pp. 125-129). 2. El progreso cultural se consideraba la característica dominante de la his-
La filosofía ilustrada del siglo xvm formuló una visión evolucionista de la toria humana. El cambio se entendía como algo continuado, no episódico, y
historia humana que fue suficientemente global como para poner en entredi- se adscribía a causas naturales, no sobrenaturales. Se creía que la principal mo-
cho el esquema medieval en su totalidad. Este movimiento empezó en Francia, tivación para el progreso era el deseo de los seres humanos por mejorar su con-
donde estuvo asociado a filósofos que actuaron como los líderes, como Mon- dición, principalmente por medio de la obtención de un mayor control sobre
tesquieu, Turgot, Voltaire y Condorcet, pero también floreció en Escocia, en la naturaleza (Slotkin, 1965, p. 441). Muchos filósofos ilustrados estaban con-
la escuela de los llamados pensadores «primitivistas», que incluía a John Loc- vencidos de que el progreso es inevitable, o incluso llegaban a considerarlo una
ke, William Robertson, John Millar, Adam Ferguson y el excéntrico James Bur- ley de la naturaleza, mientras que otros lo veían como algo bueno que cabía
nett, quien, bajo el nombre de lord Monboddo, se hizo famoso por su afirma- esperar (ibid., pp. 357-391; Harris, 1968, pp. 37-39).
64 HISTORIA DEL PENSAMIENTO ARQUEOLÓGICO LA ARQUEOLOGÍA CLÁSICA Y EL ANTICUARISMO 65

3. El progreso caracteriza no sólo el desarrollo tecnológico sino también ro la economía agraria o la pastoril, se creía que tales secuencias podían tomar-
todos los aspectos de la vida humana, incluyendo la organización social, la po- se perfectamente como históricas y podían ser utilizadas para examinar el de-
lítica, la moralidad y las creencias religiosas. Los cambios producidos en todas sarrollo de toda clase de instituciones sociales. En los escritos del historiador
estas esferas del comportamiento humano se contemplaban como sucesos con- William Robertson y otros, las secuencias aparentemente similares de las cultu-
comitantes y, de una manera general, como consecutivos en una única línea ras del hemisferio oriental y de las Américas se interpretaban como prueba de
de desarrollo. Como resultado de maneras de pensar similares, los seres huma- la validez general del principio de unidad psíquica y de la creencia de que aque-
nos que se hallan en un mismo nivel de desarrollo tienden a encontrar solucio- llos seres humanos que se hallaban en el mismo nivel de desarrollo responde-
nes uniformes a sus problemas y por tanto sus formas de vida evolucionan pa- rían de la misma manera a los mismos problemas (véase Harris, 1968, pp. 34-35).
ralelamente (Slotkin, 1965, p. 445). El cambio cultural era con frecuencia Generalmente se reconoce que mucho antes de la publicación por Darwin
conceptualizado en términos de una serie universal de estadios. Los europeos -- de El origen de las especies, ya existía una - amplia aceptación del enfoque cultural-
habían evolucionado a través de todos estos estadios, mientras que las socieda- evolucionista de la historia humana. Glyn Daniel (1976, p. 41) duda de la im-
des tecnológicamente menos avanzadas sólo habían pasado por algunos de los portancia de la filosofía ilustrada para el desarrollo de la arqueología, con al-
primeros. gunas excepciones (Harris, 1968, p. 34), ya que los investigadores ilustrados ig-
4. El progreso perfecciona la naturaleza humana, no modificándola sino noraron los datos arqueológicos en sus escritos. Este hecho es escasamente
procediendo a la eliminación de la ignorancia, la pasión y la superstición (Toul- sorprendente debido a que, ante la ausencia de medios establecidos para datar
min y Goodfield, 1966, pp. 115-123). El nuevo enfoque evolucionista del cam- los materiales prehistóricos, la arqueología poco podía contribuir a sus discu-
bio cultural no negaba la idea cristiana tradicional ni la idea cartesiana de una siones sobre la evolución cultural. Esto no significa que las obras de la Ilustra-
naturaleza humana fija e inmutable. Sin embargo, ésta se pudo liberar pronto ción no influyesen sobre el pensamiento de los anticuarios, sino al contrario,
de la preocupación medieval acerca del pecado o de la dependencia individual su convencimiento de un desarrollo humano evolucionista estimuló un conoci-
de la gracia divina como los únicos medios de adquirir la salvación. miento global de los tiempos prehistóricos.
5. El progreso es el resultado del ejercicio de un pensamiento racional en- En particular, la Ilustración propició un renovado interés por los enfoques
caminado a mejorar la condición humana. De esta manera, los seres humanos materialistas y evolucionistas del desarrollo cultural que ya habían sido expues-
han ido adquiriendo gradualmente una mayor habilidad para controlar el me- tos por el filósofo epicúreo romano Tito Lucrecio Caro (98-55 a.C.) en su poe-
dio ambiente, hecho que revierte en una mayor riqueza y tiempo libre, condi- ma De rerum natura (Sobre la naturaleza de las cosas). Afirmaba Lucrecio que - j
ciones necesarias para formar sociedades más complejas o para desarrollar un los primeros implementos fueron las manos, las uñas, los dientes, así como las
conocimiento de la humanidad y del universo más profundo y objetivo. Hacía piedras y trozos de madera. Sólo después se dispuso de instrumentos de bronce
tiempo que este ejercicio del raciocinio venía siendo considerado la caracterís- y de hierro. A pesar de que su esquema está apoyado en escritos referidos a
tica crucial que distinguía a los seres humanos de los animales. Muchos filóso- una época en la que los utensilios y las armas de bronce todavía no habían sido
fos ilustrados también enfocaron el progreso cultural teleológicamente, como reemplazados por los de hierro, se ha de reconocer que sus ideas se basan en
la toma de conciencia y el conocimiento por parte de la humanidad de los pla- gran medida en especulaciones evolucionistas, que postulaban que el mundo
nes de una deidad benévola. Más que creer en Dios, todos aquellos que estu- y todas sus especies vivientes se habían desarrollado a partir de partículas de
diaban las sociedades humanas, tenían fe en la existencia de leyes benévolas materia irreducibles y eternas, que llamó átomos, que se fueron combinando
que guiaban el desarrollo humano. de una manera cada vez más complicada. Ni Lucrecio ni cualquier otro estu-
El filósofo escocés Dugald Stewart hablaba de historia «teorética» o «con--- dioso romano pudo probar su teoría y permaneció sólo como uno dedos mu-
jetural» cuando se refería a la metodología que los filósofos de la Ilustración chos esquemas especulativos propuestos por los romanos. Una alternativa más
utilizaban para trazar el desarrollo de las instituciones humanas (Slotkin, 1965, popular postulaba la degeneración moral de la humanidad a través de sucesi-
p. 460). Este hecho abarcaba el estudio comparativo de los pueblos contempo- vas edades de oro, plata, bronce y hierro.
ráneos cuyas culturas se decía estaban en niveles de complejidad diferente con A principios del siglo xvm, los investigadores franceses se familiarizaron
el objetivo de identificar en ellas una secuencia lógica, usualmente unilineal, con las ideas de Lucrecio y con la evidencia creciente de que los instrumentos
de más simple a más complejo. Estos estudios se basaban principalmente en de piedra se habían usado en toda Europa. También conocían los textos clási-
la información etnográfica derivada de relatos de los exploradores y misione- cos y bíblicos que sugerían que los instrumentos de bronce se habían utilizado
ros que trabajaban en diferentes lugares del mundo. A pesar de que existían antes que los de hierro. En 1734, Nicolás Mahudel leyó un artículo en la Aca-
diferencias sobre algunos detalles, por ejemplo si se había desarrollado prime- démie des Inscriptions de París, en el cual citaba a Mercati y proponía la idea

s.—T.00ER
66 HISTORIA DEL PENSAMIENTO ARQUEOLÓGICO
LA ARQUEOLOGÍA CLÁSICA Y EL ANTICUARISMO 67

de tres edades sucesivas de piedra, bronce y hierro como una secuencia plausi- Royal Society rechazaron la idea medieval de que las obras eruditas de la anti-
ble del desarrollo humano. Bernard de Montfaucon y muchos otros estudiosos güedad eran la fuente más completa de conocimiento científico e iniciaron el
repitieron esta idea a lo largo de todo el siglo xvm. En 1758 Antoine-Yves Go- estudio de las cosas, y no de lo que se había dicho o escrito sobre ellas. De
guet (1716-1758) apoyó la teoría de las tres edades en un libro que fue traducido todas maneras, muchos investigadores se alegraban al ver que muchos de sus
al inglés tres años después con el título The Origin of Laws, Arts, and Sciences, experimentos más recientes se hallaban ya explicados en los más grandes trata-
and their Progress among the Most Ancient Nations. Creía que los salvajes mo- dos científicos de la antigüedad. Los anticuarios empezaron a ser elegidos miem-
dernos nos proporcionaban un sorprendente retrato de la ignorancia reinante bros electos de la Royal Society, excepto durante la época en que Isaac Newton
en el mundo antiguo y de las prácticas de los tiempos primitivos ([1761] Heizer, fue su presidente, entre 1703 y 1727. Aunque Newton era un gran físico, su inte-
1962a, p. 14). Para poder conjugar este enfoque evolucionista con la afirma- rés en la historia humana era de carácter decididamente místico y casi medieval.
ción bíblica de que el trabajo del hierro se había inventado antes del Diluvio, Los miembros de la Royal Society elaboraron muchas descripciones deta-
explicó, siguiendo a Mercati y a otros evolucionistas contemporáneos, que «aque- lladas y precisas de hallazgos arqueológicos. Identificaron los huesos animales
lla terrible calamidad privó a la mayor parte de los seres humanos de esta y de los yacimientos arqueológicos e intentaron dilucidar cómo se confecciona-
de otras artes», y por tanto, tuvo que ser reinventado. Glyn Daniel (1976, p. ban y utilizaban los instrumentos. El tipo de investigación que la Royal Society
40), advirtió correctamente sobre la exageración que la influencia de la teoría se dedicó a estimular queda ejemplificado en los primeros trabajos de William
de las tres edades pudo ejercer en el pensamiento de los anticuarios durante Stukeley (1687-1765). Como hizo Camden antes que él (Daniel, 1967, p. 37),
el siglo xvm. Así, a medida que el interés sobre el progreso cultural se hacía se percató de que las huellas geométricas que los agricultores de toda Inglate-
cada vez más fuerte, la teoría de las tres edades ganaba en apoyo popular. En rra venían hallando desde tiempos medievales en los cultivos (y que siempre
Dinamarca esta idea fue expuesta por el historiador P. F. Suhm en su Historia habían sido interpretadas como fenómenos sobrenaturales) no eran más que
de Noruega, Dinamarca y Holstein (1776) y por el anticuario Skuli Thorlacius los cimientos enterrados de estructuras desaparecidas (Piggott, 1985, p. 52).
(1802), así como por L. S. Vedel Simonsen en su libro de texto sobre la historia Agrupó en varios conjuntos tipos de monumentos según la forma, como restos
danesa publicado en 1813. Con todo, a pesar de poseer un número creciente alineados de terraplenes o túmulos funerarios, con la esperanza de poder inter-
de seguidores, la teoría de las tres edades permaneció como algo tan especula- pretarlos a la luz de la magra evidencia histórica de que se disponía. Stuart Pig-
tivo como no probado, como en los tiempos de Lucrecio. En comparación, la gott (1985, p. 67) ha apuntado que Stukeley fue uno de los primeros anticua-
observación de que alguna vez en un pasado remoto algunos europeos hubie- rios británicos en reconocer la posibilidad de una larga ocupación prerromana,
ran usado instrumentos de piedra se aceptaba más ampliamente. durante la cual se construyeron muchas clases de monumentos prehistóricos
en épocas diferentes y por parte de varios pueblos que habitaron sucesivamente
el sur de Inglaterra. Pero este hecho ya se hallaba indicado en la documenta-
ANTICUARISMO CIENTÍFICO
ción de Julio César sobre una invasión belga del sureste de Inglaterra poco an-
tes de la conquista romana. Al mismo tiempo, Stukeley y otros anticuarios die-
El estudio de las antigüedades prehistóricas recibió también el influjo del ron los primeros pasos en el descubrimiento del concepto de cronología relativa
desarrollo general de la metodología científica, la cual a su vez estaba íntima- de todos los hallazgos para los que no se disponía de registros históricos. Stu_I
mente relacionada con la habilidad creciente de los europeos para manipular keley observó los niveles de construcción en los túmulos y apuntó que Silbury
tecnológicamente su entorno. El filósofo René Descartes (1596-1650), como part-e Hill, el montículo artificial más grande de Europa, se había construido antes
de sus esfuerzos por explicar todo fenómeno natural en términos de un sistema que una calzada romana vecina, la cual describía una abrupta curva para evitar
simple de principios mecánicos, expuso la idea de que las leyes que gobernaban ese obstáculo (Daniel, 1967, pp. 122-123). También observó que las calzadas
la naturaleza eran universales y eternas. La existencia de Dios se consideraba romanas cortaban en varias localidades algunos túmulos circulares («druídi-
aparte de la existencia del universo, que El había creado como una máquina , cos») de la Edad del Bronce (Piggott, 1985, p. 67) y utilizó como evidencia al-
capaz de funcionar sin ninguna otra intervención (Toulmin y Goodfield, 1966, gunas lascas de un tipo de piedra azulada aparecida en algunos túmulos fune-
pp. 80-84). Las ideas aportadas por Descartes, junto con el énfasis puesto por rarios cerca de Stonehenge para inferir que aquellos enterramientos eran
Francis Bacon sobre la metodología inductiva y la exclusión de los casos nega- contemporáneos a la construcción del templo (Marsden, 1974, p. 5). En 1758
tivos, produjeron un nuevo espíritu de investigación científica reflejado en la su hija Anna dató la figura incisa sobre rocas cretosas de White Horse en el
importancia que la Royal Society of London, fundada por Carlos II en 1660, período prerromano, según sus concomitancias. estilísticas con los caballos que
dedicó a la observación, clasificación y experimentación. Los miembros de la aparecían en las monedas bretonas prerromanas, descartando lo que hasta en-
9. Panorámica de Avebury, de Stukeley, publicada en Abury, 1743.
LA ARQUEOLOGÍA CLÁSICA Y EL ANTICUARISMO 71
70 HISTORIA DEL PENSAMIENTO ARQUEOLÓGICO

Lafitau (1685-1740), que había trabajado entre los indios canadienses, publicó
tones se había dicho sobre la adscripción sajona del monumento (Piggott, 1985,
su obra Moeurs des sauvages ameriquains comparées aux moeurs des premiers
p. 142). En 1720 el astrónomo Edmund Halley calculó la edad aproximada de
temps. Aunque con frecuencia se haya descrito este libro como la primera con-
Stonehenge entre 2.000 o 3.000 años de antigüedad, según el examen del des-
tribución a la antropología evolucionista, Lafitau afirmaba que las religiones
gaste de las piedras, y una comparación llevada a cabo posteriormente por Stu-
y costumbres de los amerindios y de los grecorromanos poseían un gran pareci-
keley del grado de desgaste de las piedras de Avebury llevó a este investigador
do pues se trataba de versiones corruptas y distorsionadas de la verdadera reli-
a decir que el citado monumento era anterior a Stonehenge (Lynch y Lynch,
gión y de la verdadera moralidad que había sido revelada por Dios a Adán y
1968, p. 52). En Dinamarca, en 1744, Erik Pontoppidan excavó cuidadosamen-
sus descendientes en el Próximo Oriente. Estos enfoques, que resucitaban la
te una tumba megalítica en el subsuelo de un palacio real en el noroeste de Sjae-
doctrina del degeneracionismo, eran similares a los que sostenía Stukeley, quien
lland, la principal isla danesa. La memoria de esta excavación, de sus estructu-
al final de su vida se obsesionó con la creencia de que la religión de los anti-
ras y de sus hallazgos, se halla en el primer volumen de Proceedings of the Danish
guós druidas era una supervivencia relativamente pura de un monoteísmo pri-
Royal Society, donde llega a la conclusión de que los enterramientos de incine-
mordial y, por tanto, muy próximo al cristianismo. Stukeley asociaba todos los
ración hallados cerca de la parte superior del túmulo eran más recientes que
principales monumentos prehistóricos de Gran Bretaña con los druidas y basó
los que se hallaban en la cámara de piedra inferior y que el mismo túmulo
sus extravagantes interpretaciones sobre esta premisa. Sus escritos estaban diri-
(Klindt-Jensen, 1975, pp. 35-36). Cuando en 1776 se abrieron tres tumbas me-
gidos contra los deístas, quienes opinaban que los pueblos con una mínima ca-
galíticas que contenían artefactos de piedra y bronce pero no de hierro, O.
pacidad de raciocinio podían comprender a Dios sin necesidad de ninguna re-
Hoegh-Guldberg, el excavador, supuso que se trataba de un hallazgo de mucha
velación, enfoque que tenía mucho en común con la Ilustración.
antigüedad (ibid., pp. 42-43). El pensamiento de Stukeley también Ieflejaba una creciente tendencia hacia
Estudios de este tipo contribuyeron al avance de la investigación sobre los
lo que será el romanticismo. Este movimiento intelectual, que comenzó a fina-
tiempos prehistóricos y estimularon una más precisa observación y descripción
les del siglo xvm, estaba ya anticipado en la filosofía de retorno a la naturaleza\
de los artefactos y monumentos antiguos, así como una aproximación mucho
de Jean-Jacques Rousseau. A pesar de que creía en la importancia de la razón,'
más disciplinada y esforzada, con el objetivo de datar, ya fuese en términos
enfatizó igualmente la importancia de la sensibilidad como aspecto del com-
relativos o absolutos. De todas maneras, estos estudios eran demasiado frag-
portamiento humano. También puso de relieve la bondad inherente de los seres¡
mentarios y sus resultados a menudo se producían de forma inconexa, hecho
humanos y atribuyó la codicia y la envidia a influencias corruptas y a la artifi
que no ayudaba mucho a que se pudiese constituir una disciplina que tratase
cialidad de la civilización. En Alemania e Inglaterra, el romanticismo floreció'"
la arqueología prehistórica, aunque ayudó a poner los cimientos para el desa-
en parte como una rebelión contra la dominación cultural francesa y las res-
rrollo de esa materia. Karel Sklenár (1983, p. 59) se ha percatado de que en
tricciones literarias y artísticas del neoclasicismo. En su preferencia por las emo-
las investigaciones de los anticuarios de la Europa continental del siglo xvm
ciones fuertes, el romanticismo hacía una mixtura de la preocupación por el
sucedió algo similar. Este investigador ha observado que «el hecho de que los
horror y el mal con el gusto por la belleza natural. Los individuos inclinados
arqueólogos de la Europa central prefiriesen la descripción analítica de los he-
hacia este movimiento desarrollaron un gran interés por las ruinas de las aba-
chos a la formación de un cuadro sintético del pasado» muestra qué poco con-
días, por las tumbas y otros símbolos de la muerte y de la decadencia del cuer-
tribuyó el nuevo enfoque científico al mejor conocimiento de la prehistoria.
po, como los esqueletos humanos sonriendo «en cadavérica mueca» (Marsden,
Esta constatación no puede aplicarse a Inglaterra y a Escandinavia, donde los
1974, p. 18). También se interesaban por las sociedades «primitivas» o «natu-
anticuarios habían llevado a cabo un progreso sustancial en la conceptualiza-
rales» y por el «espíritu» de las naciones europeas preservado en sus monu-
ción de los problemas a que debe hacer frente el estudio de los tiempos prehis -
mentos y tradiciones, especialmente los de la época medieval, período ideal para
tóricos, habiendo recorrido ya algo de camino en ese sentido.
la inspiración artística y literaria (K. Clark, 1962, p. 66). En esta dirección, el
romanticismo se relacionó estrechamente con el nacionalismo, el cual se dirigía
a las capas más conservadoras de las clases medias, que identificaban el neo-
ANTICUARISMO Y ROMANTICISMO
clasicismo con los valores de la aristocracia y relacionaban el racionalismo con
el ateísmo y el radicalismo político. De manera significativa, la Society of An-
La influencia creciente del pensamiento evolucionista-cultural durante el si-
tiquaries of London, fundada en 1717 y que recibió carta de legalidad en 1751,
glo xvm produjo una reacción conservadora que en aquel tiempo ejerció un
siempre estuvo muchísimo más interesada en la Inglaterra medieval que en la
mayor influjo incluso que el evolucionismo sobre la investigación que desarro-
Gran Bretaña prehistórica o romana (Piggott, 1985, pp. 43-44). El movimiento
llaban los anticuarios. En 1724, el misionero jesuita francés Joseph-Francois
72 HISTORIA DEL PENSAMIENTO ARQUEOLÓGICO LA ARQUEOLOGÍA CLÁSICA Y EL ANTICUARISMO 73

romántico se afianzó entre los círculos conservadores en los años que siguieron EL NUEVO MUNDO
a la Revolución francesa, cuando se culpó a la Ilustración de alentar la libertad
popular y el republicanismo. Durante la restauración conservadora que siguió Las primeras cuestiones históricas que los europeos se preguntaron sobre
a la derrota de Napoleón Bonaparte, se realizó un esfuerzo concertado en Europa los nativos de América fueron quiénes eran y de dónde habían llegado. Entre los
central y occidental para suprimir las ideas ilustradas. siglos xvi y xvm, los estudiosos especulaban que los indios podían ser descen-
El final del siglo xvm se ha visto como un período de decadencia intelec- dientes de los iberos, cartagineses, israelitas, cananeos o incluso de los tártaros.
tual en lo que se refiere a los estudios históricos en Gran Bretaña (Piggott, 1985, Escritores todavía mucho más imaginativos afirmaban que eran los descendientes
pp. 108, 115-117, 154-155). Con todo, el romanticismo parece haber sido el ins- de los supervivientes de la Atlántida. La mayoría de estas especulaciones res-
trumento que estimuló un mayor interés por las excavaciones, y especialmente pondían a los intereses de los diferentes grupos de colonizadores. Algunos de
por las excavaciones de tumbas, hecho que contribuyó al desarrollo del anti- los primeros colonos españoles negaron que los indios tuviesen alma, hecho
cuarismo en la última parte de este siglo. Entre 1757 y 1773, el reverendo Bryan que significaba que no se les reconocía como seres humanos. En realidad, lo que
Faussett (1720-1776) excavó más de setecientos cincuenta túmulos funerarios an- les interesaba era justificar la explotación inhumana a la que los sometían. A
glosajones en el sureste de Inglaterra. James Douglas (1753-1819), en su Nenia pesar de ello, la corona de España prefirió esperar a tener la seguridad eclesiás-
Britannica, or Sepulchral History of Greca Britain, publicada por partes entre tica de que los indios no tenían alma, ya que de esta manera el gobierno espa-
1786 y 1793, y basada en una exhaustiva compilación de la información deriva- ñol no perdía por el momento su derecho sobre aquellas tierras frente a las an-
da de las excavaciones de túmulos en toda Inglaterra, sugirió que las tumbas sias de independencia de algunos colonizadores. Cuando la Iglesia católica
que contenían sólo artefactos de piedra eran más antiguas que las que conte- romana proclamó que los nativos eran seres humanos, ese hecho implicaba que
nían metal (Lynch y Lynch, 1968, p. 48). Algunos de los mejores trabajos he- los cristianos debían aceptar que los indios eran también descendientes de Adán
chos durante este período se debieron a William Cunnington (1754-1810) y a y Eva y, por tanto, originarios del Próximo Oriente (Hanke, 1959).
su rico patrón sir Richard Colt Hoare. Juntos, prospectaron una gran zona de Algunos de los líderes de las colonias asentadas en el siglo xvn en la bahía
Wiltshire, localizando numerosos yacimientos arqueológicos y llevando a cabo de Massachusetts eran proclives a pensar que ellos, en su condición de coloni-
la excavación de 379 túmulos. Se preocuparon de registrar cuidadosamente to- zadores, emulaban un nuevo Israel, donde los indios eran los cananeos, cuyas
das sus observaciones, clasificaron los túmulos en cinco tipos y emplearon la posesiones habían llegado a manos de los colonizadores a través de Dios, de
estratigrafía para distinguir entre enterramientos primarios y secundarios. Igual- la misma manera que El había dado Palestina a los antiguos hebreos. Esto fue
mente utilizaron las monedas para datar algunos túmulos del período histórico interpretado como la concesión del derecho a los puritanos para poder insta-
y, como Douglas, pensaron que las tumbas que contenían sólo artefactos de larse allí y esclavizar a los indios. En una época tan reciente como 1783, Ezra
piedra podían ser anteriores a los enterramientos prehistóricos que fuesen acom- Stiles, el presidente de la Universidad de Yale, promovió la idea de que los in-
pañados de objetos de metal. Pero, a pesar de estas avanzadas tentativas, fue dios de Nueva Inglaterra eran descendientes directos de los cananeos huidos
ron incapaces de demostrar «a cuál de los sucesivos pueblos que habitaron» de Palestina en el tiempo de la invasión de Josué, como registraba la Biblia (Ha-
Gran Bretaña se adscribía cada clase de monumentos y si éstos eran producto ven, 1856, pp. 27-28).
del trabajo de uno o más pueblos. Además, Cunnington no pudo descubrir una A medida que fue pasando el tiempo, empezó a hacerse popular la idea ex-
regularidad suficiente en las clases de ajuar funerario asociadas a un estilo par- puesta en 1589 por el sacerdote jesuita José de Acosta en su Historia natural
ticular de túmulos que pudiese ilustrar la idea del anticuario Thomas Leman y moral de las indias, que sugería que los indios habían cruzado el estrecho
de que la aparición de armas de piedra, bronce y hierro podía utilizarse para de Bering como cazadores nómadas procedentes de Siberia (Pagden, 1982, pp.
distinguir tres edades sucesivas (Chippindale, 1.983, p. 123). Así, en palabras 193-197). Aunque Acosta creía que los indios habían perdido el conocimiento
de Glyn Daniel (1950, p. 31), «fracasaron en encontrar un medio para derribar de la vida sedentaria a lo largo de sus migraciones, algunos protoevolucionistas
la aparente idea de contemporaneidad de todos los restos prerromanos». In- posteriores constataron en América la evidencia de lo que podía haber sido la
cluso al nivel más elemental, siempre hubo anticuarios preparados para argu- infancia de la humanidad. A finales del siglo xvl, se había llegado a afirmar
mentar que las tumbas que sólo contenían instrumentos de piedra no tenían que en los tiempos antiguos los nativos de Gran Bretaña habían sido tan primi-
que ser necesariamente más antiguas que las demás, sino que podían pertene- tivos como los indios modernos de Virginia (Kendrick, 1950, p. 123). Por otra
cer a tribus más rudas o a grupos sociales más pobres. Nunca hubo un con - parte, los degeneracionistas veían las culturas nativas como las supervivientes
traargumento satisfactorio para esta afirmación. corruptas de un modo de vida patriarcal de revelación divina como el que se
describía en el libro del Génesis. También les pareció advertir entre estas cultu-
74 HISTORIA DEL PENSAMIENTO ARQUEOLÓGICO LA ARQUEOLOGÍA CLÁSICA Y EL ANTICUARISMO 75

ras la evidencia de unas enseñanzas casi olvidadas que habían recibido de los EL IMPASSE DEL ANTICUARISMO
primeros misioneros cristianos. En el siglo xvu, la inferioridad tecnológica y
la supuesta degeneración cultural de las culturas nativas americanas en compa- En Norteamérica, al igual que en Europa, los anticuarios interesados en lo
ración con las europeas, se interpretaban en términos teológicos como mani- que ahora se llama restos prehistóricos, confiaban tanto como los arqueólogos
festaciones del enojo divino (Vaughan, 1982). Durante el siglo siguiente, algu- clásicos en los registros escritos y en las tradiciones orales con la intención de
nos de los eruditos europeos más prestigiosos sugirieron el argumento, mucho hallar un contexto histórico para sus hallazgos, incluso en el caso de que no
más naturalista, de que el Nuevo Mundo era climáticamente inferior a Europa hubieran registros escritos de restos prehistóricos. En su libro sobre las anti-
y Asia y que ello determinó la inferioridad de las culturas indígenas así como güedades de la isla de Anglesey, publicado en 1723, el reverendo Henry Row-
de su vida animal y vegetal (Haven, 1856, p. 94). lands advirtió que «en estos inextricables recesos de la antigüedad, debemos
En México y Perú, durante los siglos xvI y xvn, los monumentos arqueoló- hacernos guiar por otra luz o contentarnos con avanzar a oscuras» (Daniel,
gicos con frecuencia se ignoraban o destruían en un intento por eliminar de 1967, p. 43). Proseguía declarando que «las mejores autoridades en las que po-
la memoria de los pueblos nativos su pasado precristiano (Bernal, 1980, pp. demos confiar para esta materia, cuando reina el silencio con respecto a otras
37-39). Se hizo un importante esfuerzo para borrar los símbolos de la sobera- relaciones o registros de más garantía, son las similitudes de nombres y pala-
nía azteca y de su identidad nacional. Sólo un pequeño número de viajeros euro- bras antiguas, una coherencia basada en la razón y una congruencia de las co-
peos trataron y estudiaron antes del siglo xxx los grandes monumentos prehis- sas, unas inferencias naturales y simples y unas deducciones basadas en todo
pánicos de México y Perú. lo anterior». Generalmente, la explicación de un monumento consistía en in-
Antes de que el siglo xvm tocase a su fin todavía no se había prestado de- tentar identificar aquello que los pueblos o los individuos mencionaban en los
masiada atención a los restos prehistóricos de Norteamérica, excepto en refe- registros antiguos, y la razón de su construcción. Este enfoque permitió a Cam-
rencias ocasionales a los grabados y a las pinturas rupestres que normalmente den especular si Silbury Hill había sido erigido por los sajones o por los roma-
se atribuían a los pueblos nativos modernos. En Norteamérica se descubrieron nos y si se había construido para conmemorar la muerte de un gran número
pocas colecciones de artefactos arqueológicos y las excavaciones de yacimien- de soldados en una batalla o bien para servir de límite de demarcación. Aun-
tos eran sumamente raras. Pero, a modo de excepción, se ha de citar la esplén- que Stukeley demostró estratigráficamente que el montículo en cuestión era más
dida colección de instrumentos de piedra pulimentada del período arcaico re- antiguo que la calzada romana vecina, su conclusión de que se trataba de la
ciente hallada cerca de'Iiois-Riviéres, en Quebec, en 1700, que se ha conservado tumba del rey británico Chyndonax, el fundador de Avebury, no era más que
hasta el presente en un convento (Ribes, 1966). Igualmente excepcional fue la una mera concesión a la fantasía (John Evans, 1956, p. 121). Stonehenge era
detallada excavación y memoria que Thomas Jefferson llevó a cabo en un tú- alternativamente atribuido a los daneses, a los sajones, a los romanos, a los
mulo funerario indio en Virginia en 1784 (Heizer, 1959, pp. 218-221) y la su- bretones o más específicamente a los druidas.
puesta exploración llevada a cabo en otro túmulo funerario en Kansas una Como resultado de su dependencia de los textos escritos, a lo largo del siglo
década antes (Blakeslee, 1987). A lo largo de este período, un recalcitrante et- xvm y principios del xlx, los anticuarios generalmente se desesperaban por co-
nocentrismo llevaba a los europeos a dudar de que pudiera aprenderse algo de nocer más sobre el período antes de que se dispusiera de tales registros. En 1742,
la historia de los pueblos que ellos llamaban salvajes, y que lo único que se me- Richard Wise comentó que «allí donde la historia es silenciosa y los monumen-
recían era la desaparición, o en raros casos la asimilación, por el avance de la tos no hablan por sí mismos, no podemos esperar poder demostrar nada; lo
civilización europea. Debido a los escasos datos arqueológicos, muchas de único es la conjetura apoyada por la probabilidad» (Lynch y Lynch, 1968, p.
las discusiones sobre la historia nativa tenían que basarse en tradiciones orales 57). Colt Hoare concluía que «poseemos evidencia de la más lejana antigüe-
(a menudo falseadas por la larga transmisión y tomadas de manera descontex- dad testimoniada por los túmulos de Wiltshire, pero no sabemos nada acerca
tualizada), en la etnología comparada y en las similitudes físicas. Una excep- de las tribus a los que pertenecieron, eso es lo único sólido». Posteriormente,
ción notable viene representada por el naturalista y explorador William Bar- en su Tour in Ireland añadió: «Como las historias de los increíbles templos de
tram, quien en 1789 estudió las estructuras ceremoniales contemporáneas Avebury y Stonehenge ... permanecen envueltas en oscuridad y olvido» (Da-
pertenecientes a los indios creek del sureste de los Estados Unidos como base niel, 1963a, pp. 35-36). En 1802, el anticuario danés Rasmus Nyerup expresó
para la interpretación de los yacimientos prehistóricos de la región. Jan Brown un desespero similar: «todo lo que nos ha sido legado del paganismo está en-
(s.a.) ha apuntado que este es uno de los primeros ejemplos conocidos de em- vuelto en una espesa niebla; pertenece a un espacio de tiempo que no podemos
pleo de un enfoque histórico directo para interpretar los restos arqueológicos medir. Sabemos que es más antiguo que la cristiandad pero no sabemos si esa
de Norteamérica. antigüedad es un par de años o un par de siglos, o incluso más de un milenio,
76 HISTORIA DEL PENSAMIENTO ARQUEOLÓGICO

no podemos hacer más que conjeturas» (ibid., p. 36). El ensayista y lexicógrafo


inglés Samuel Johnson, que tenía poca paciencia con los anticuarios, expuso
de una manera mordaz el poco futuro que les esperaba: «Todo aquello real-
mente conocido sobre el estado pasado de Gran Bretaña se puede contener en
unas pocas páginas. Nosotros no podemos conocer más que aquello que nos
cuentan los escritores antiguos» (ibid., p. 35). Incluso J. Dobrovsky, «el padre
de la prehistoria checa», quien en 1786 afirmó que los hallazgos arqueológicos
eran «documentos parlantes» que por ellos mismos podrían iluminar períodos
desconocidos de la historia nacional, no tuvo demasiado éxito cuando intentó LOS COMIENZOS DE LA
poner en práctica estas ideas (SklenáY 1983, p. 52).
Los anticuarios continuaron pensando que el mundo había sido creado en ARQUEOLOGÍA CIENTÍFICA
el 4000 a.C. También creían que debían existir registros escritos en la región
más decisiva para la historia humana que se remontasen al tiempo de la crea-
ción. Si la humanidad se había extendido desde el Próximo Oriente al resto del En un período no demasiado lejano, el estudio de las antigüe-
mundo, en la mayor parte de las regiones era probable que el período que iba dades ha pasado, arropado por la estima popular, del desprecio a
un honor relativo.
desde la más temprana ocupación humana hasta el alba de la historia hubiese
E. OLDFmLD, «Introductory Address»,
sido bastante breve, siempre teniendo en cuenta esa supuesta fecha de creación. Archaeological Journal (1852), p. 1.
Los anticuarios no estaban demasiado seguros sobre si el curso general de la
historia humana respondía a un desarrollo, a una degeneración o a una serie
de ciclos. El desarrollo independiente y el estudio sistemático de la prehistoria, como
Con todo, la situación no era de estancamiento como normalmente se cree. algo diferente al anticuarismo de los primeros tiempos, abarcó dos movimien-
Entre los siglos xv y xvm los anticuarios europeos habían aprendido a descri- tos distintos que tuvieron su comienzo a principios y a mitad del siglo xix res- ■
bir y a clasificar monumentos y artefactos, a excavar y registrar los hallazgos, pectivamente. El primero se originó en Escandinavia y estaba basado en la in- i
y a usar varios métodos de datación, incluida la estratigrafía, a estimar la edad vención de nuevas técnicas para la datación de los hallazgos arqueológicos que
de algunos hallazgos. Algunos de ellos habían llegado a la conclusión, a través hiciesen posible un estudio global de los últimos períodos de la prehistoria. Este
de la evidencia arqueológica, que probablemente existió una edad en que sólo desarrollo marcó el comienzo de la arqueología prehistórica, la cual pronto al-
se utilizaban en Europa instrumentos de piedra, y eso fue antes de aprender canzaría una importancia paralela a la de la arqueología clásica como compo-
el uso del metal, y que la utilización del bronce había precedido a la del hierro. nente significativo dentro del estudio del desarrollo humano. La segunda co-
Estos desarrollos representaban el progreso genuino y llevaron el estudio de los rriente, que tuvo sus inicios en Francia e Inglaterra, fue la pionera del estudio
restos prehistóricos más allá de lo que se había hecho en China, Japón y otras del período paleolítico, añadiendo una vasta profundidad temporal, hasta en-
partes del mundo antes de que sufrieran la influencia occidental. El más serio tonces inimaginable, a la historia humana. La arqueología del paleolítico tra-
obstáculo en el establecimiento de una cronología relativa de los tiempos pre- taba problemas referentes a los orígenes humanos que habían llegado a ser de
históricos, y por tanto en la adquisición de un conocimiento más sistemático importancia crucial para toda la comunidad científica y de las inquietudes del
de los más tempranos desarrollos humanos, fue la creencia de que los artefac- público en general como resultado de las polémicas entre evolucionistas y crea-
tos y los monumentos meramente ilustraban los acontecimientos históricamen- cionistas que siguieron a la publicación del Origen de las especies en 1859.
te registrados sobre el pasado. Este hecho estaba basado en la creencia compar-
tida por los arqueólogos clásicos de que el conocimiento histórico podía ser
adquirido exclusivamente a través de documentos escritos o tradiciones orales LA DATACIÓN RELATIVA
mínimamente fiables y que si no se disponía de ellos no era posible conocer
los tiempos más antiguos. La. creación de la arqueología prehistórica requirió El investigador danés Christian Jürgensen Thomsen (1788-1865) intentó la
que los anticuarios hallasen los medios para liberarse de esa restrictiva con- creación de una cronología controlada, aunque no basada en los registros es-
vicción. critos. El principal móvil de Thomsen era el patriotismo, como sucedía con la
mayoría de los primeros anticuarios. La investigación de sus colegas del si-
78 HISTORIA DEL PENSAMIENTO ARQUEOLÓGICO LOS COMIENZOS DE LA ARQUEOLOGÍA CIENTÍFICA

glo xvm y los conceptos evolucionistas de la Ilustración fueron precondiciones pasado espoleados por razones nacionalistas, aunque estos intereses no excluían
indispensables para el éxito de su trabajo. Pero estos precedentes habrían sido un enfoque evolucionista. Para ellos, historia y evolución eran conceptos, más
de poco valor si Thomsen no hubiese desarrollado una nueva y poderosa técni- que antitéticos, complementarios.
ca de datación de los hallazgos arqueológicos sin necesidad de recurrir a los En 1806, Rasmus Nyerup, el bibliotecario de la Universidad de Copenha-
registros escritos. Desafortunadamente, Thomsen no fue nunca demasiado dado gue, publicó un libro protestando contra la destrucción incontrolada de monu-
a poner sus investigaciones por escrito, hecho que ha provocado que la impor- mentos antiguos y abogando por la creación de un Museo Nacional de la Anti-
tancia de sus logros haya sido subestimada por historiadores y detractores. Se güedad, inspirado en el modelo del Museo de Monumentos Franceses,
impone, por tanto, clarificar en qué consistió en realidad su tarea. establecido en París tras la Revolución. En 1807, nace la Real Comisión Dane-
Thomsen nació en Copenhague en 1788. Hijo de un rico comerciante, estu- sa para la Preservación y Colección de Antigüedades, siendo Nyerup su secre-
dió en su juventud en París y, tras la vuelta a casa, empezó a organizar una tario, el cual inició una colección de antigüedades de todo el territorio de Dina-
colección local de monedas romanas y escandinavas, afición que durante el si- marca. Ésta pronto se convirtió en una de las más grandes y representativas
glo xvm se había convertido en algo muy corriente entre las clases acomodadas de Europa. En 1816 la Comisión propuso a Thomsen que la catalogara y pre-
(McKay, 1976). A partir de las inscripciones y las fechas vio que era posible parara para ser expuesta. Las mejores cualidades que reunía Thomsen para el
ordenarlas en series según el país o el reino en el cual habían sido acuñadas. puesto, que en modo alguno era remunerado, eran su gran conocimiento de
También vio que aquellas monedas cuya leyenda era ilegible podían asignarse numismática y su carácter independiente. El resto de su vida, Thomsen la divi-
a las series ya establecidas a través de unos meros criterios estilísticos. Traba- diría entre los negocios familiares y la investigación arqueológica.
jando con su colección de monedas, Thomsen debió de caer en la cuenta de El principal problema con el que se enfrentó fue el de exhibir la colección
los cambios estilísticos y de su valor para la datación relativa de los artefactos. de la manera más eficaz. Desde el principio decidió proceder de manera crono-
Los comienzos del siglo xrx presenciaron un período de nacionalismo cre- lógica, subdividiendo el período prehistórico-o pagano en edades sucesivas de
ciente en Dinamarca, que se vio reforzado cuando los británicos, luchando con- piedra, bronce y hierro. Presumiblemente tuvo conocimiento del esquema de
tra Napoleón y sus renuentes aliados continentales, destruyeron gran parte de las tres edades de Lucrecio a través del trabajo de Vedel Simonsen, si no por
la armada danesa en el puerto de Copenhague en 1801 y bombardearon la ciu- los escritos de anticuarios franceses tales como Montfaucon y Mahudel. Tam-
dad en 1807. Worsaae, poco tiempo más tarde, argumentó que estas calamida- bién parece haber sido consciente de la evidencia arqueológica que sugería la
des estimularon a los daneses a estudiar sus glorias pasadas a modo de consue- existencia de una época en la que se usaba la piedra pero no los instrumentos
lo y coraza con la que afrontar el futuro. También apuntó que la Revolución de metal, así como de los textos clásicos y bíblicos que afirmaban que el bronce
francesa provocó un mayor respeto por los derechos políticos de un más am- se había usado antes que el hierro. La idea de las tres edades sucesivas de pie-
plio espectro de la población, despertando en Dinamarca un nuevo interés po- dra, bronce y hierro no se trataba, por tanto, de mera especulación (como con
pular —como concepto opuesto a dinástico— por el pasado (Daniel, 1950, frecuencia se ha mantenido), sino de una hipótesis para la cual ya se disponía
p. 52). Muchos europeos occidentales de la clase media, faltos de derechos po- de algún tipo de evidencia.
líticos, vieron en la Revolución primero, y en Napoleón después, una esperanza Se ha de reconocer que el intento de clasificar el material prehistórico de la
para su progreso político y económico, mientras que aquellos que gozaban de colección en tres períodos sucesivos, se presentaría ante Thomsen como una
poder político la vieron como una amenaza para sus intereses. tarea ciertamente desalentadora. Desde el principio constató que tanto para los
Dinamarca estaba en aquellos momentos política y económicamente me- objetos de piedra como para los de metal no resultaría una clasificación mecá-
nos avanzada que el resto de la Europa occidental; por tanto, los ideales de - nica. Los artefactos de piedra y de bronce habían continuado fabricándose du-
la Revolución francesa eran muy atractivos para muchos de los daneses perte- rante la Edad del Hierro, al igual que los de piedra durante la Edad del Bronce.
necientes a las clases medias. Estos mismos daneses habían sido igualmente muy El reto consistía en diferenciar los instrumentos de bronce hechos durante la
receptivos a las enseñanzas de la Ilustración, la cual se hallaba en el pensamiento Edad del Hierro de aquellos fabricados en la Edad del Bronce, así como distin-
popular muy cerca de los ideales de la Revolución francesa (Hampson, 1982, guir los instrumentos de piedra de cada una de las edades. Junto a ello estaba
pp. 251-283). Dinamarca poseía una tradición anticuarista muy arraigada, aun- el problema de a qué época asignar los objetos de oro, plata, vidrio y otras sus-
que en las últimas décadas no había sido tan floreciente como la inglesa. La tancias. Los artefactos de manera individual no tenían nada que aportar a esta
gran mayoría de los anticuarios ingleses eran individuos conservadores que ha- tarea. En la colección existían conjuntos de artefactos que habían sido halla-
bían rechazado los ideales de la Ilustración, refugiándose en un nacionalismo dos en la misma tumba, en el mismo tesoro o en cualquier otro contexto donde
romántico. Por contraste, los arqueólogos escandinavos iniciaron su estudio del era lícito suponer que habían sido enterrados en una misma fecha. Thomsen
80 HISTORIA DEL PENSAMIENTO ARQUEOLÓGICO LOS COMIENZOS DE LA ARQUEOLOGÍA CIENTÍFICA

los denominó «hallazgos cerrados» y pensó que, a través de la comparación 93e1gesirater: a?ingairatu:
minuciosa de los varios objetos de cada hallazgo de este tipo, sería posible de- ......................
terminar clases de artefactos característicos de diferentes períodos (Gráslund,
1974, pp. 97-118; 1981).
Thomsen clasificó y sistematizó los artefactos en varias categorías de uso,
como cuchillos, azuelas, recipientes de cocina, fíbulas y collares. Dentro de cada
categoría hizo divisiones según el material de que estaba hecho cada objeto y
por sus formas específicas. Una vez llegado a este punto, empezó a examinar
más de cerca cada uno de los hallazgos cerrados con el objetivo de determinar
qué tipos se encontraban o no juntos. Sobre la_base de la forma y la decorar
ción, Thomsen pudo distinguir los objetos de bronce hechos durante la Edad
del Bronce y los fabricados durante la Edad del Hierro. También fue capaz de epiratairater: Zob6eltjyirataivater:
demostrar que los grandes cuchillos de pedernal y las puntas de lanza que po-
seían una forma similar a los de bronce, estaban hechos en la Edad del Bronce.
Finalmente, pudo asignar cada artefacto individual a un sector de su secuencia
según sus similitudes estilísticas. De esta manera, Thomsen esbozó una secuen-
cia cronológica a grandes rasgos de toda la prehistoria danesa.
Thomsen fue más allá, cuando procedió al examen del contexto en que, se-
gún los registros, habían sido hallados los artefactos. Así, confeccionó una se-
cuencia de desarrollo que comprendía cinco estadios. El primero era la Prime-
ra Edad de la Piedra, donde sólo se habrían utilizado instrumentos de piedra.
A ella seguiría una Segunda Edad de la Piedra, descrita como la etapa en que etangesirater: Zrageaicatec:
el metal empieza a utilizarse y en que los muertos se inhuman en tumbas mega-
líticas acompañados de burdas vasijas de cerámica con decoración incisa. En
la plena Edad del Bronce las armas y los instrumentos cortantes se harían de
cobre o bronce, los muertos se incinerarían y sus cenizas serían guardadas en
urnas enterradas bajo pequeños túmulos junto a artefactos decorados con mo-
tivos circulares. En la Edad del Hierro, los instrumentos y las armas se harían
de hierro templado, mientras que el bronce se continuaría usando para orna-
mentos y bienes de lujo. La Edad del Hierro se dividiría en dos períodos, el
primero caracterizado por motivos curvilíneos y serpenteantes y el segundo por
dragones y otros animales fantásticos. Las formas de ornamentación iniciadas 10. Estilos sucesivos de ornamentación, de la obra de Thomsen Ledetraad til Nordisk
durante este período se prolongarían en la época histórica ([1837] Heizer, 1962a, Oldkyndighed (arriba, las formas más antiguas).
pp. 21-26).
En el pasado, pocos arqueólogos se habían atrevido a subdividir los mate-
riales prehistóricos en diferentes segmentos temporales. Posiblemente, el más se, era insuficiente formar una secuencia con una sola clase de datos. Al con-
elaborado de estos intentos lo protagonizó Pierre Legrand d'Aussy (1737-1800), trario, todas las características de los artefactos individuales y de aquellos ha-
cuando ordenó las prácticas funerarias en seis períodos, desde los primeros tiem- llados en conjuntos cerrados habían de ser ordenadas en una secuencia en que
pos a la Edad Media (Laming-Emperaire, 1964, pp. 100-101). Estos esquemas tanto el material, el estilo, la decoración y el contexto de su descubrimiento
se basaban principalmente en la intuición y no convencieron a demasiada gen- formasen un modelo coherente de variación. La aparición de discrepancias en
te. Thomsen superó este desafío mediante el desarrollo de una forma de seria- cualquier parte del modelo (como el descubrimiento de instrumentos de hierro
ción tosca pero efectiva, que proveyese la evidencia científica en la que apoyar decorados con modelos circulares de la Edad del Bronce) habría provocado el
la validez histórica de sus series cronológicas. Para que este esquema funciona- desmoronamiento del esquema en su totalidad. La suposición hecha por Thom-

6. rrnGGER
HISTORIA DEL PENSAMIENTO ARQUEOLÓGICO LOS COMIENZOS DE LA ARQUEOLOGÍA CIENTÍFICA 83
82

sen de que la secuencia correcta era de piedra a hierro y no al revés quedaba


corroborada por las continuidades decorativas entre el último estadio de la Edad
del Hierro y los primeros tiempos históricos. A pesar de que muchos anticua-
rios se burlaron de él por no contemplar edades del vidrio, de la madera o del
oro, y de que otros intentasen adscribir los objetos de piedra, bronce o hierro
a diferentes economías que habrían existido de forma paralela, ninguno de ellos
pudo decir que la clasificación hecha por Thomsen fuese el resultado de una
acción mecánica, ya que se basaba en el análisis convergente del estilo, la deco-
ración y el contexto, tres elementos que se reforzaban entre sí y producían como
resultado una cronología, aunque basta, efectiva. -
El Museo de Antigüedades del Norte, de Thomsen, con las colecciones or-
denadas según el nuevo sistema, abrió sus puertas al público-en 1819, aunque
el primer escrito que recogía sus investigaciones no apareció hasta 1836, en Le-
detraad til Nordisk Oldkyndighed (Guía de Antigüedades Escandinavas), tra-
ducido al alemán al año siguiente y al inglés en 1848. Como mínimo, parte del
atractivo que ofrecía el trabajo de Thomsen era que aportaba un sostén inde-
pendiente para un enfoque evolucionista del primer desarrollo humano, enfo-
que que lentamente fue ganando popularidad, sobre todo en Inglaterra, a me-
dida que el temor a la Revolución francesa y a Napoleón fue decreciendo. Ni
Thomsen ni sus sucesores quisieron caracterizar esta teoría como la secuencia
evolucionista propia de Escandinavia. Al contrario, se apresuraron a argumentar
que el conocimiento del trabajo del bronce y del hierro fue llevado a la región
por varias olas migratorias procedentes del sur, o bien fue el resultado de la «re-
lación con otras naciones» (Daniel, 1967, p. 103). Pero, sea como fuere, suponían
que ese desarrollo evolucionista se habría dado en algún lugar de Europa o del
Próximo Oriente. La arqueología decimonónica no contempló los conceptos de
migración o difusión como algo antitético a la evolución, sino como dos facto-
res que contribuyeron a promover los cambios evolutivos (Harris, 1968, p. 174).

EL DESARROLLO Y LA DIFUSIÓN DE LA ARQUEOLOGÍA ESCANDINAVA

Incluso durante sus primeros trabajos, Thomsen no se interesó de manera 11. Thomsen mostrando a los visitantes el Museo de Antigüedades del Norte.
exclusiva por los artefactos y su desarrollo a lo largo del tiempo sino también
por los contextos en los que éstos se hallaban, aspecto que podía revelar ciertos
cambios en las costumbres funerarias o en cualquier otra faceta de la vida pre- en el desarrollo de las economías de subsistencia más que en la tecnología. Como
histórica. Durante la primera mitad del siglo xrx, la arqueología continuó de- muchos de los filósofos del siglo xvm, pensaba que el incremento poblacional
sarrollándose en Escandinavia como la disciplina que trataba de la evolución había sido el principal factor que obligó a los cazadores-recolectores escandi-
de las formas de vida a través de los tiempos prehistóricos. Estos progresos con- navos a convertirse primero en pastores y después en agricultores. Su aporta]
taron con la importante contribución de Sven Nilsson (1787-1883), discípulo ción más importante al estudio de la prehistoria fue su esfuerzo sistemático por
del gran paleontólogo francés Georges Cuvier y durante muchos años profesor determinar el uso que se había hecho de los artefactos de piedra y hueso por
de Zoología en la Universidad de Lund. Nilsson aceptaba sin titubeos la evo-' : medio de detalladas comparaciones con especímenes etnográficos de todo el
lución cultural pero, al contrario que Thomsen, estaba sobre todo interesado; mundo. Muchos de los artefactos escandinavos habían formado parte de obje-
84 HISTORIA DEL PENSAMIENTO ARQUEOLÓGICO
LOS COMIENZOS DE LA ARQUEOLOGÍA CIENTÍFICA 85
tos compuestos, algunas de cuyas partes no se habían conservado, y llegar a
dilucidar las varias clases de estos objetos compuestos era tarea no precisamen-
te fácil. Como exponentes de una evolución unilineal, creía que los especíme-
nes etnográficos recogidos en Norteamérica, el Ártico y las islas del Pacífico
podrían arrojar luz sobre las culturas prehistóricas escandinavas que se encon-
traban en el mismo nivel de desarrollo. También recomendaba verificar parale-
los etnográficos a través del estudio de los modelos de uso de los artefactos
prehistóricos (Nilsson, 1868, p. 4). Así, intentó inferir directamente de los datos
arqueológicos modelos prehistóricos de caza o pesca. Su estudio más impor-
tante sobre la Edad de la Piedra se publicó en cuatro partes entre 1836 y 1843
y fue traducido al inglés como The Primitive Inhabitants of Scandinavia en 1866.
Una figura aún más influyente en el desarrollo de la arqueología escandi-
12. Worsaae perforando uno de los grandes túmulos de Jelling, y explicando el proce-
nava fue Jens J. A. Worsaae (1821-1885). Fue el primer arqueólogo prehistoria- dimiento al rey Federico VII de Dinamarca.
dor profesional y la primera persona en ser preparada para tal disciplina, aun-
que de manera informal, como voluntario que trabajaba con Thomsen. Fue
nombrado Inspector para la Conservación de Monumentos Antiguos de Di- 1837, en Sjaelland se habían observado a poca distancia tierra adentro de la
namarca en 1847 y el primer profesor de arqueología en la Universidad de Co- actual línea de costa, montones de conchas de berberechos y ostras que conte-
penhague en 1855. Al contrario que Thomsen, quien siempre investigó en los nían numerosos artefactos prehistóricos. Con el deseo de ampliar sus conoci-
museos, Worsaae se reveló como un prolífico arqueólogo de campo. Sus exca- mientos sobre los cambios geológicos, en 1848 la Real Academia Danesa de Cien-
vaciones ayudaron a la confirmación de la cronología de Thomsen mediante cias designó una comisión para estudiar estos concheros. Esta comisión estaba
el descubrimiento y estudio de más hallazgos cerrados y gracias a las excava- encabezada por Worsaae, el biólogo Steenstrup y J. S. Forchhammer, el padre
ciones estratigráficas, que ofrecían una demostración mucho más concreta que de la geología danesa. A principios de la década de 1850 estos investigadores
la que aportaba la seriación del cambio cultural a lo largo del tiempo. Las exca- publicaron seis volúmenes sobre sus estudios de estos «concheros-cocina». Su
vaciones del biólogo Japetus Steenstrup en las turberas de Dinamarca, llevadas investigación interdisciplinaria demostró que estos elementos tenían un origen
a cabo con el objeto de trazar los cambios producidos en los modelos de fauna humano y trazó los modelos de acumulación. También determinó que, una vez
y flora desde el final de la última glaciación, también aportaron una importan- que los concheros se habían formado, el entorno paleoambiental estaba forma-
te evidencia estratigráfica que apoyaba la teoría de las tres edades. Se hallaron do por bosques de pinos y abetos, con algunos robles, que el único animal que
muchos artefactos en el curso de esas excavaciones. Éstas mostraron cómo los quizás estuviese domesticado fuese el perro, y que los concheros se ocupaban
bosques de pinos iniciales correspondían a la ocupación de la Edad de la Pie- durante el otoño, el invierno y la primavera, pero no durante el verano. La dis-
dra, mientras que la Edad del Bronce había sido coetánea de los bosques de tribución de hogares y artefactos dentro de los concheros fue igualmente estu-
robles, y la Edad del Hierro de los bosques de hayas. Los hallazgos de Steens- diada con el objetivo de conocer más a fondo las actividades humanas que se
trup fueron confirmados por los arqueólogos, que relacionaron sus propios des- desarrollaban en semejantes yacimientos. Incluso se llevaron a cabo experimen-
cubrimientos con estos cambios ambientales (Morlot, 1861, pp. 309-310). tos, como alimentar a algunos perros con huesos de animales, para poder des-
Worsaae fue un escritor prolífico y en su primer libro Danmarks Oldtid (Las cifrar incógnitas como el hecho de haber encontrado numerosísimos huesos lar-
antigüedades primitivas de Dinamarca), publicado en 1843 (traducción inglesa gos de pájaros, a los que les faltaban los extremos, hecho que contrastaba con
en 1849), utilizó los hallazgos de Thomsen como base para una prehistoria de el escaso número de los demás huesos del esqueleto (Morlot, 1861, pp. 300-301).
Dinamarca. En 1846-1847, con el apoyo financiero del rey Christian VIII, visi- El único aspecto en el que Worsaae y Steenstrup no estaban de acuerdo era
la datación de los concheros. Steenstrup mantenía que eran neolíticos, y por
tó Gran Bretaña e Irlanda, principalmente para estudiar los restos vikingos de
aquellos países. Sus observaciones sobre los hallazgos vikingos allí encontra- tanto, contemporáneos de las tumbas megalíticas, pero al no contener suelos
de ocupación claros ni instrumentos de piedra pulida, Worsaae creía, con ra-
dos lo convencieron de que el esquema de las tres edades de Thomsen era apli-
zón, que eran anteriores (Klindt-Jensen, 1975, pp. 71-73).
cable a grandes regiones —si no a la totalidad— de Europa.
La arqueología que se estaba desarrollando en Escandinavia proporcionó
Worsaae también desempeñó un importante papel en el desarrollo de la in-
un modelo aplicable en todo el mundo. Por ejemplo, fue a partir del contacto
vestigación interdisciplinaria en arqueología. En una fecha tan temprana como
con Worsaae que el anticuario escocés Daniel Wilson (1816-1892) se inspiró en
LOS COMIENZOS DE LA ARQUEOLOGÍA CIENTÍFICA
86 HISTORIA DEL PENSAMIENTO ARQUEOLÓGICO

la teoría de las tres edades para reorganizar una gran colección de artefactos mangos de madera, esteras, cestería, y un amplio abanico de cacharros para
pertenecientes a la Society of Antiquaries of Scotland de Edimburgo. Esta ta- contener alimentos. Estos yacimientos del Neolítico y de la Edad del Bronce
proporcionaron a los arqueólogos suizos la oportunidad de estudiar los cam-
rea constituyó la base de su libro The Archaeology and Prehistoric Annals of
bios producidos en el medio ambiente, en la economía y en las formas de vida
Scotland publicado en 1851. En esta primera síntesis científica sobre los tiem-
pos prehistóricos escrita en lengua inglesa, Wilson organizaba los datos arqueo- de aquellas gentes. Los hallazgos suizos no sólo pusieron al descubierto mu-
lógicos en una Era de la Piedra (Primitiva), una del Bronce (Arcaica), una del chos tipos de artefactos de materias perecederas que normalmente no apare-
Hierro y una Cristiana. Con todo, su estudio no era una servil imitación del cían ni en Escandinavia ni en Escocia, sino que también sirvieron para verifi-
trabajo del escandinavo. Demostró que, mientras que Escocia y Escandinavia car las reconstrucciones de instrumentos de piedra y hueso que habían hecho
Nilsson y otros. Suiza era ya en aquellos momentos un gran centro turístico
habían pasado por los mismos estadios de evolución durante los tiempos pre-
históricos, los artefactos escoceses diferían estilísticamente de los escandina- y el estudio continuado de estos restos prehistóricos era una atracción que des-
vos, sobre todo en la Edad del Hierro. En su libro, Wilson acuñó el término pertaba un gran interés. Este hecho fue primordial para que los europeos occi-
dentales se convenciesen de la evolución cultural y de que los tiempos antiguos
Prehistoria, que definió como el estudio de una región antes del primer docu-
mento escrito que a ella se refiera. Puso de relieve que el conocimiento sobre podían ser estudiados utilizando exclusivamente la evidencia arqueológica (Mor-
el pasado que puede extraerse de los artefactos es muy diferente a la informa- lot, 1861, pp. 321-336).
La arqueología prehistórica, de esta manera, se había ya desarrollado antes
ción que brindan los registros escritos. Asimismo expresó el deseo de que en
de 1859 en Escandinavia, Escocia y Suiza como una disciplina bien definida.
un tiempo no muy lejano los arqueólogos estuviesen en condiciones de saber
más sobre la vida social y las creencias religiosas de los tiempos prehistóricos. La base en la que se apoyaba esta nueva disciplina era la capacidad de cons-
truir cronologías relativas a partir de los datos arqueológicos, utilizando la se-
En su compromiso con el enfoque evolucionista, Wilson demostró ser un fiel
heredero de la Ilustración escocesa. Entre los anticuarios ingleses había mucha riación y la estratigrafía. Thomsen había sido un pionero de la seriación, que
más resistencia a aceptar el enfoque escandinavo (Daniel, 1963a, pp. 58-59) y había aplicado a su extensa y representativa colección, mostrada en su museo,
el deseo expresado por Wilson de reorganizar todas las colecciones del British mientras que Worsaae había utilizado la estratigrafía para confirmar sus ha-
Museum según el nuevo sistema fue durante mucho tiempo desoído. Desgra- llazgos. Por primera vez, se ofrecían cronologías relativas dentro de las cuales
ciadamente para la arqueología británica, aunque Wilson ostentaba el honor poder colocar los datos prehistóricos ya conocidos. Esto demostraba que los
de haberse doctorado en la Universidad de St. Andrews, no consiguió ningún artefactos procedentes de contextos arqueológicos más o menos bien documen-
tados podían ser usados como base para el conocimiento de la historia humana.
trabajo satisfactorio en Escocia, por lo que en 1855 decidió enseñar inglés e
El desarrollo de la arqueología prehistórica se ha venido relacionando des-
historia en el University College de Toronto, en Canadá.
de hace tiempo con la influencia ejercida por las ideas de la evolución geológi-
La arqueología escandinava también sirvió de modelo en Suiza. En este país,
como consecuencia de una sequía durante el invierno de 1853, los lagos baja- ca y biológica. Se ha aceptado que las cronologías del tiempo geológico estrati-
gráficamente obtenidas construidas por los geólogos y los paleontólogos
ron a unos niveles sin precedentes, revelando así la existencia de antiguos asen-
tamientos que se habían preservado sumergidos bajo las aguas. El primero de constituyeron un modelo para el desarrollo de las cronologías arqueológicas
de la prehistoria. Con todo, en los trabajos pioneros de Thomsen se aprecia
estos asentamientos, un yacimiento de la Edad del Bronce en Obermeilen, fue
estudiado el verano siguiente por Ferdinand Keller (1800-1881), profesor de in- una cronología de la prehistoria humana basada en la seriación e inspirada en
las teorías ilustradas de la evolución social; combinadas con los datos aporta-
glés y presidente de la Sociedad de Anticuarios de Zurich. Su estudio inicial _
dos por los primeros anticuarios y con un conocimiento implícito de los cam-
permitió la identificación de otros cientos de yacimientos, incluyendo el pobla-
bios estilísticos probablemente derivado del estudio de la numismática. La ar-
do neolítico de Robenhausen, que sería excavado por Jakob Messikommer a
principios de 1858 (Bibby, 1956, pp. 201-219). Estos llamados «poblados lacus- queología prehistórica no fue el resultado de tomar prestados mecanismos de
datación de otras disciplinas, sino que tuvo su inicio en el desarrollo de una
tres» se interpretaron como asentamientos construidos sobre pilones hincados
nueva técnica de datación relativa adecuada al material arqueológico.
en el fondo de los lagos, basándose en las descripciones del viajero C. Dumont
El tipo de historia producida por la arqueología escandinava también esta-
d'Urville de los poblados de ese tipo existentes en Nueva Guinea (Gallay, 1986,
ba basada en la perspectiva de evolución cultural de la Ilustración. Tradicional-
p. 167). Actualmente se cree que habrían estado construidos en las zonas pan-
mente, la historia se había ocupado de los pensamientos y las acciones de indi-
tanosas que rodeaban el lago en aquel tiempo.
viduos famosos. Incluso la egiptología y la arqueología clásica, por más que
Estas excavaciones pusieron al descubierto pilones de madera y platafor-
intentasen. interesarse por la cultura material, y no exclusivamente por la epi-
mas domésticas, instrumentos de hueso y piedra que todavía conservaban los
88 HISTORIA DEL PENSAMIENTO ARQUEOLÓGICO LOS COMIENZOS DE LA ARQUEOLOGÍA CIENTÍFICA 89

grafía, trataban de obras de arte que explicaban en relación a la historia docu- evidencia arqueológica permitiese sobre los modelos de vida de cada período
mentada por escrito. Aun así, Worsaae apuntó que en muchos casos, los ar- y sobre cómo esos modelos habían cambiado y se habían desarrollado a lo lar-
queólogos de la prehistoria no podían llegar a saber por qué la gente había go del tiempo. Para poder entender el significado relativo al comportamiento
confeccionado los instrumentos que estaban estudiando. Tanto él como Wil- de los hallazgos arqueológicos, realizaban comparaciones de datos arqueológi-
son no estaban de acuerdo con la idea de que los primeros pueblos menciona- cos y etnográficos y experimentos para determinar cómo se habían fabricado
dos en las fuentes escritas se correspondiesen verdaderamente con los primeros y utilizado esos instrumentos y cómo se habían manipulado los huesos que se
habitantes de Europa (Daniel, 1950, p. 50). Una cronología que ofreciese una hallaban en los yacimientos arqueológicos. También aprendieron a cooperar con
confirmación independiente del desarrollo de la sociedad europea desde la Edad geólogos y biólogos para reconstruir los paleoambientes y determinar las die-
de la Piedra sólo interesaba a aquella gente dispuesta a aceptar la evolución tas prehistóricas.
cultural como una tema digno de tomar en consideración. Las primeras semi- Lo que no hicieron los arqueólogos de esta época fue desafiar la cronología
llas de ese interés habían sido sembradas por la Ilustración con su enfoque de bíblica tradicional, que calculaba unos 6.000 años para la totalidad de la histo-
la naturaleza humana. Hacia principios delsiglo xix ya pesar de las etapas ria humana. Para Thomsen, Worsaae y otros, era suficiente con varios miles
de recesión económica, como la que duró desde 1826 hasta 1847 (Wolf, 1982, de años para reflejar los cambios que el registro arqueológico revelaba. Worsaae
p. 291), muchos miembros de la cada vez mayor clase media empresaria se ima- dató la llegada de los primeros humanos a Dinamarca alrededor del 3000 a.C.
ginaron a ellos mismos como las puntas de lanza del desarrollo que aspiraba y el comienzo de la Edad del Bronce entre el 1400 y el 1000 a.C. Por una irónica
a crear un mundo nuevo y mejor para todos. Por medio de la identificación coincidencia, Escandinavia, Escocia y Suiza habían estado todas cubiertas por
del progreso moral y social como algo paralelo al desarrollo tecnológico, sien- glaciares durante la glaciación de Würm y hasta la fecha han proporcionado
do este último una característica fundamental del avance de la historia huma- pocos datos sobre su ocupación humana antes del Holoceno. Por esa razón,
na, la Ilustración les reafirmó a las clases medias de la Europa occidental la la cronología ideada por los escandinavos, escoceses y suizos para sus hallaz-
significación cósmica y, por tanto, el éxito inevitable de su papel en la historia, gos no estaba tan lejos de la realidad como normalmente se tiende a creer.
retratando sus ambiciones personales y las de su clase como promotoras del
bien social general. El progreso tecnológico también se atribuía a la iniciativa
de los seres humanos individuales por utilizar sus capacidades intelectuales in- LA ANTIGÜEDAD DE LA HUMANIDAD
natas para controlar la naturaleza. Este era un enfoque optimista, apropiado
para las clases medias, en el nacimiento de una era en la que éstas verían crecer La arqueología prehistórica iniciada por los escandinavos influyó sobre la
su poder y su prosperidad en toda la Europa occidental. Así, proveyendo de arqueología de algunos países más pequeños de la Europa septentrional y occi-
lo que parecía ser la confirmación material de la realidad del progreso a lo largo dental, pero fue en gran parte ignorada por los anticuarios de Francia e Ingla-
de la historia humana, la arqueología que siguió el estilo escandinavo fue un terra, quienes, aunque estuviesen perfectamente preparados para traducir a su
reclamo para aquellos que se estaban beneficiando de la Revolución industrial. lengua los trabajos de Thomsen y Worsaae, eran reacios a seguir el ejemplo
Mientras que la arqueología danesa continuaba siendo fuertemente nacionalis- de los colegas de un país periférico como Dinamarca. Su actitud conservadora
ta y seguía avanzando bajo los auspicios de generaciones sucesivas de la fami- provocó que el estudio científico de la prehistoria no diese comienzo en estos
lia real, sus innovadores y la audiencia, cada vez mayor, de que disponía, eran países antes de finales de la década de 1850, desarrollándose de manera bas-
miembros de una clase media que iba en aumento (Kristiansen, 1981), para quien tante independiente de la arqueología de estilo escandinavo. Al contrario que
el nacionalismo y el evolucionismo representaban conceptos muy atractivos. -Por en Escandinavia, la primera arqueología científica en Inglaterra y Francia se
contraste, en el ambiente políticamente reaccionario de la Alemania posnapo- preocupó sobre todo del Paleolítico y de dilucidar la antigüedad de la humani-
leónica, los arqueólogos, inspirados por el nacionalismo, tendieron a rechazar dad. La presencia en el sur de Inglaterra y en Francia de cuevas y depósitos
el enfoque escandinavo en parte porque su evolucionismo se alineaba demasia- glaciales con indicios de actividades humanas que se remontaban al Paleolítico
do con la filosofía ilustrada (Bóhner, 1981; Sklenáír, 1983, pp. 87-91). inferior brindaba a los arqueólogos de esos países la oportunidad de estudiar
Los arqueólogos escandinavos y los que seguían esa corriente no limitaron las primeras fases de la existencia humana, las cuales no se daban en Escandi-
sus esfuerzos a demostrar la realidad de la evolución cultural. También intenta- navia, Escocia o Suiza.
ron conocer las tecnologías y las economías de subsistencia de los pueblos pre- El desarrollo de la arqueología referida al período paleolítico dependía de
históricos y el medio ambiente en el que habían vivido, así como su vida social que previamente surgiese una perspectiva evolucionista en geología y también
y sus creencias religiosas. Su objetivo era extraer todo el conocimiento que la de algún conocimiento paleontológico. Fue necesario el desarrollo de esos cam-
90 HISTORIA DEL PENSAMIENTO ARQUEOLÓGICO LOS COMIENZOS DE LA ARQUEOLOGÍA CIENTÍFICA 91

pos para que se plantease un estudio científico de los orígenes humanos que
estuviese en condiciones de poner en tela de juicio los relatos bíblicos tradicio-
nales. Así como los principales avances arqueológicos en el estudio de la anti-
güedad de la humanidad precedieron, aunque con poca distancia, a las prime-
ras manifestaciones del evolucionismo darwiniano, la arqueología del Paleolítico
pronto se vio inmersa en las controversias que acompañaron el trabajo de Dar -
win y fue fuertemente influida por los conceptos derivados de la evolución bio-
lógica.
Cuando se halló una hacha de sílex cerca de un esqueleto de lo que proba-
blemente había sido un mamut bajo una calle de Londres a finales del siglo
xvn, el anticuario John Bagford interpretó el hallazgo como un elefante del
ejército llevado a Gran Bretaña por el emperador romano Claudio en el año
43 d.C., que había sido matado por un antiguo bretón armado con una lanza
con enmangue de piedra (Grayson, 1983, pp. 7-8). Esta interpretación estaba
claramente en el ámbito de la tradición arqueológica textual. Por otra parte,
en 1797 John Frere describió una colección de hachas achelenses halladas jun-
to con huesos de animales desconocidos a una profundidad de cuatro metros
en el este de Inglaterra. Argumentó que los estratos que las cubrían, que in-
cluían una probable incursión marina y la formación de medio metro de tierra
vegetal, se habrían creado a lo largo de un extenso período, concluyendo que
«la situación en que se hallaron estas armas nos tienta a datarlas en un período
muy remoto, incluso más allá del mundo presente» ([1800] Heizer, 1962a, p.
71). Con esto, quería poner de manifiesto que quizás tenían una antigüedad
de más de 6.000 años. La Society of Antiquaries creyó su artículo digno de pu-
blicación, aunque no despertó ninguna discusión en su tiempo. El ambiente
intelectual era claramente contrario a asignar una gran antigüedad a la huma-
nidad, y Donald Grayson (1983, p. 58) ha apuntado que el fracaso de Frere en
identificar los huesos o las conchas hallados en la estratigrafía lo hicieron in-
merecedor de estar o no de acuerdo con su conclusión.
En el curso del siglo xviii, científicos como Georges Buffon empezaron a
proponer que el mundo tuviese un origen natural y a especular que tuviese de-
cenas de miles o incluso millones de años de antigüedad. Esto, a su vez, sugirió
la necesidad de interpretar la Biblia simbólicamente, sin tomar al pie de la letra 13. Hacha de mano achelense hallada por Frere en Hoxne, publicada en Archaeolo-
el relato que se refería a los siete días de la creación. El zoólogo francés Geor -- gia, 1800.
ges Cuvier (1769-1832), quien proporcionó a la paleontología su rango de disci-
plina científica, utilizó sus conocimientos de anatomía comparada para recons- habían ido dando forma a la moderna configuración geológica del planeta.
truir esqueletos completos de cuadrúpedos fósiles, hasta entonces desconocidos. Mientras que él creía que las zonas devastadas habían sido repobladas por mi-
De esta manera, pudo darse cuenta de que muchas especies animales se habían graciones de animales procedentes de otras áreas, otros geólogos, como Wi-
extinguido. También observó que cuanto más antiguos eran los estratos geoló- lliam Buckland (1784-1856), un sacerdote anglicano, profesor de Mineralogía
gicos, los restos animales que contenían eran menos parecidos a las especies de la Universidad de Oxford, veían en esas catástrofes un carácter universal que
conocidas en la actualidad. Al aceptar un lapso de tiempo relativamente corto barrió a la mayoría de las especies. Eso requería que Dios crease nuevas espe-
desde la creación del mundo, tuvo que concluir que especies enteras de anima- cies para reemplazar a las desaparecidas. La complejidad creciente de la vida
les habían sido destruidas por una serie de catástrofes naturales que, a su vez, animal y vegetal observada en los estratos geológicos sucesivos se veía, por tan-
92 HISTORIA DEL PENSAMIENTO ARQUEOLÓGICO LOS COMIENZOS DE LA ARQUEOLOGÍA CIENTÍFICA

to, como una secuencia de desarrollo y no como una serie de creaciones más tado moderno, antes de proceder a la creación de la especie humana. A partir
complejas. Este científico concebía la evolución como algo que ocurría en la de la década de 1830 se empezó a aceptar de manera generalizada que todo
mente de Dios y no en el mundo natural. el material del Diluvio no se había depositado al mismo tiempo. También se
En la primera mitad del siglo xix, naturalistas y anticuarios hallaron restos creía que, al ser anterior a la inundación, no podía contener restos humanos
humanos asociados a instrumentos de piedra y restos de animales extinguidos (Grayson, 1983, p. 69).
en depósitos de cuevas por toda Europa occidental. La tarea más importante Los problemas intelectuales del momento se hallan claramente ejemplifica-
fue la realizada por Paul Tournal (1805-1872) cerca de Narbona y Jules de Chris- dos en la obra de Jacques Boucher de Crevecoeur de Perthes (1788-1868), direc-
tol (1802-1861) en el noreste de Montpellier, ambos en Francia, Philippe-Charles tor de la parroquia de Abbeville, en el valle del Somme, en la Francia norocci-
Schmerling (1791-1836) cerca de Lieja, en Bélgica, y el reverendo John Mac- dental. En 1830, Casimir Picard, un médico local, localizó en la región unos
Enery (1796-1841) en Kent's Cavern en Inglaterra. Cada uno de estos hombres hallazgos consistentes en instrumentos de piedra y de cuerna. Boucher de Pert-
creyó que sus hallazgos podían constituir una evidencia de la contemporanei- hes inició el estudio de estos hallazgos en 1837. Poco después, en las excavacio-
dad de los seres humanos y especies animales extinguidas, pero sus técnicas de nes para la construcción de un canal y de una vía férrea, encontró hachas del
excavación no estaban suficientemente desarrolladas como para excluir la posi- Paleolítico inferior asociadas a huesos de mamuts y rinocerontes extinguidos,
bilidad de que el material humano fuese intrusivo procedente de depósitos más enterrados a gran profundidad en las graveras estratificadas de las terrazas del
modernos. Los hallazgos de MacEnery se hallaban incluidos en un nivel de tra- río, de datación anterior a las turberas locales.
vertino que tardó muchísimo tiempo en formarse. Buckland mantenía que los Las observaciones estratigráficas de Boucher de Perthes le convencieron de
antiguos bretones habían cavado hornos en la tierra, atravesando el travertino que los instrumentos de piedra y los animales extinguidos tenían la misma an-
y que sus instrumentos de piedra se habían así infiltrado en depósitos mucho
más antiguos que contenían los huesos de animales fósiles. MacEnery, aunque
rechazaba esta afirmación, aceptaba que los huesos humanos, aunque antiguos,
no tenían por qué ser contemporáneos de los animales extinguidos. Se argu-
mentaba que todos los depósitos contenían mezclas de huesos de animales y
artefactos de diversos períodos que habían rodado hasta las cuevas y se habían
mezclado en tiempos más o menos recientes (Grayson, 1983, p. 107). Algo que
se hizo obvio fue que en las cuevas no se hallarían los datos concluyentes, ya
que sus depósitos presentaban numerosas dificultades para ser datados y era
muy difícil averiguar si los huesos humanos se habían mezclado con los huesos
de animales extinguidos en época reciente como resultado de la actividad hu-
mana o geológica.
El hecho de poder encontrar asociados restos físicos y materiales humanos
con mamíferos ya extinguidos fue una cuestión muy debatida. Los huesos de
mamut y rinocerontes lanudos se hallaban frecuentemente en los depósitos gla-
ciales que cubrían Francia y el sur de Inglaterra. A principios del siglo xrx se
creía en general que esto era el resultado del Diluvio Universal, la última gran
catástrofe que había convulsionado la faz de la Tierra. Como la Biblia registra-
ba la existencia de seres humanos antes de esa fecha, parecía posible hallar res-
tos humanos en depósitos diluviales. Con todo, los cristianos fundamentalistas
creían en la Biblia cuando se refería a que, como resultado de la intervención
divina, todas las especies animales habían sobrevivido al Diluvio; así la presen-
cia de especies extinguidas en esos niveles indicaba que databan de antes de
la creación de la Humanidad, y no simplemente de antes del Diluvio. Incluso
los paleontólogos que optaban por interpretar la Biblia de una manera menos
literal creían que un Dios benevolente había conducido a la Tierra hacia su es-
94 HISTORIA DEL PENSAMIENTO ARQUEOLÓGICO LOS COMIENZOS DE LA ARQUEOLOGÍA CIENTÍFICA 95
tigüedad. Así, como catastrofista, decidió que esos intrumentos pertenecían a rechazaba, pero por el que Jean-Baptiste Lamarck (1744-1829) se había ya pro-
una raza humana antediluviana que había sido completamente aniquilada por nunciado en favor.
una gran inundación «anterior al Diluvio bíblico». Después de un largo perío- Esta nueva visión de la historia geológica requería una respuesta empírica
do de tiempo, Dios creó una nueva raza humana, la de Adán y Eva y sus des- para la antigüedad de la humanidad. La favorable acogida dispensada al libro
cendientes (Grayson, 1983, pp. 126-130). No sorprende demasiado que cuando de Lyell reflejaba la gradual apertura de los investigadores y del público britá-
estas fantásticas ideas se publicaron en el primer volumen de su Antiquités cel- nico a las ideas evolucionistas. Hacia la mitad del siglo xlx, Gran Bretaña se
tiques et antédiluviennes en 1847, no fuesen tomadas en consideración ni por había convertido en el «taller del mundo» y el crecimiento del industrialismo
los investigadores franceses ni por los ingleses. Ni siquiera cuando sus observa- había reforzado en gran medida el poder político y la propia confianza de las
ciones de campo fueron corroboradas por el físico Marcel-Jéróme Rigollot clases medias, que se veían a sí mismas como una de las fuerzas principales
(1786-1854) en Saint Aucheul y en otro yacimiento cercano a Amiens, a cuaren- de la historia del mundo. Esta nueva actitud se reflejaba en los escritos de Her-
ta kilómetros de Abbeville, y los depósitos fueron datados ponlos geólogos, bert Spencer (1820-1903), quien en 1850 empezó a liderar un enfoque evolucio-
incluyendo a Edmond Hébert de la Sorbona, en la «época. del Diluvio», tanto nista general para los problemas filosóficos y científicos. Argumentaba que el
geólogos como anticuarios continuaron expresando su convencimiento de que desarrollo del sistema solar, de la vida animal y vegetal y de la sociedad huma-
los artefactos pudieran ser intrusivos. Grayson (1983, p. 207) ha llegado a la na había empezado desde una homogeneidad uniforme y simple hasta llegar
conclusión de que el rechazo de la sólida evidencia de Rigollot «provenía de a entidades crecientemente complejas y diferenciadas. El énfasis que ponía so-
la creencia absoluta de que tales cosas no podían ser» y de que Rigollot no per- bre el individualismo y la iniciativa privada como las fuerzas motrices de la
teneciese a la elite científica de aquel tiempo. evolución cultural, rescató a esta última de sus primeras asociaciones revolu-
La resolución de estas controversias sobre la antigüedad de la humanidad cionarias y contribuyó a reforzar una gran parte de la ideología de las clases
requería un mejor conocimiento del registro geológico. En 1785, el físico de medias británicas, cuya fe en el progreso había sido ya expresada en la Exposi-
Edimburgo James Hutton (1726-1797), propuso una visión uniformista de la ción Universal de Londres en 1851 (Harris, 1968, pp. 108-141). De esta manera,
historia geológica, en la que la lenta erosión de las rocas y del suelo quedaba las clases medias, excepto los miembros más religiosamente conservadores, se
compensada por la elevación de otras superficies terrestres. Creía que todo es- inclinaron y empezaron a ver con buenos ojos los argumentos cercanos a la
trato geológico podía explicarse en términos de fuerzas continuadas que ope- evolución geológica y a la antigüedad de la humanidad.
ran durante largos períodos de tiempo. En los años siguientes, William (Strata) En 1858, William Pengelly (1812-1894) excavó Brixham Cave cerca de Tor-
Smith (1769-1839) en Inglaterra y Georges Cuvier y Alexandre Brongniart en. quay en el suroeste de Inglaterra. Se trataba de un yacimiento de descubrimien-
Francia, reconocieron que los estratos de diferentes épocas poseían cada uno to reciente conocido por contener huesos fosilizados. La Geological Society of
su conjunto característico de fósiles orgánicos, llegando a la conclusión de que London patrocinó estos trabajos, los cuales fueron supervisados de cerca por
estos conjuntos podían ser utilizados para identificar las formaciones de los un comité de prestigiosos científicos, que incluía a Charles Lyell. Durante el
depósitos de las cuevas de una gran área. Smith, al contrario que Cuvier, acep- curso de sus excavaciones se hallaron instrumentos de piedra y huesos fósiles
tó el principio de la deposición ordenada de las formaciones rocosas a lo largo humanos bajo un depósito estalagmítico intacto de 7,5 centímetros de grosor,
de grandes períodos de tiempo. dato que sugería una considerable antigüedad (Gruber, 1965). Como resultado
Entre 1830 y 1833, el geólogo inglés Charles Lyell (1797-1875) publicó Prin- del interés creciente en la antigüedad de la humanidad, en la primavera y el
cipies of Geology, donde presentaba una cantidad abrumadora de datos, mu- verano de 1859, en primer lugar el geólogo John Prestwich y después el arqueó-
chos de ellos procedentes de sus observaciones de la zona del Etna en Sicilia,--- logo John Evans y un gran número de otros científicos británicos, incluyendo
apoyando la visión uniformista de que los cambios geológicos habían tenido a Charles Lyell, visitaron los yacimientos del valle del Somete. Todos estos cien-
lugar en el pasado como consecuencia de los mismos agentes geológicos que tíficos estaban convencidos de la validez de los hallazgos de Boucher de Per-
actuaban durante largos períodos y aproximadamente con la misma cadencia thes y de Rigollot, y los geólogos reconocieron que los estratos en que se halla-
que lo siguen haciendo en la actualidad. El libro de Lyell provocó muy pronto ron estos restos se debieron haber depositado mucho antes del 4000 a.C. En
múltiples adhesiones a la visión uniformista en geología, la cual, contrariamente los informes entregados a las principales asociaciones británicas, entre las que
al catastrofismo, indicaba que el pasado había sido un período largo y geológi- se hallaba la British Association for the Advancement of Science, la Royal So-
camente ininterrumpido durante el cual pudieron haber sucedido muchos acon- ciety of London y la Geological Society of London, se llegaba a la conclusión
tecimientos. Esta idea abonó el terreno para que muchos investigadores empe- de que existía una sólida evidencia de que los seres humanos habían coexistido
zasen a pensar en la posibilidad de la evolución biológica, concepto que Lyell con mamíferos extinguidos en algún tiempo muy lejano al presente en años de
HISTORIA'DEL PENSAMIENTO ARQUEOLÓGICO LOS COMIENZOS DE LA ARQUEOLOGÍA CIENTÍFICA 97

calendario (Chorley et al., 1964, pp. 447-449; Grayson, 1983, pp. 179-190). Este tancia de los descubrimientos de Boucher de Perthes en 1860. Apoyado econó-
nuevo enfoque sobre la antigüedad de los seres humanos se convirtió en algo micamente por el banquero inglés Henry Christy, empezó a explorar algunas
oficial a partir del libro de Lyell The Geological Evidentes of the Antiquity of cuevas de la Dordoña en 1863. No tardó en darse cuenta de que el Paleolítico
Man (1863). no era una simple fase del desarrollo humano, sino una serie de fases que po-
El origen de las especies de Charles Darwin fue publicado en noviembre dían individualizarse a través de los diferentes tipos de artefactos y su asocia-
de 1859. Este libro, que resumía los resultados de casi treinta años de investiga- ción con animales prehistóricos. Prefería una clasificación basada en criterios
ciones inspiradas en el enfoque geológico uniformista, significó para la biolo - paleontológicos, como la que realizó en cuatro períodos o épocas, de más mo-
gía evolucionista lo que Principies of Geology de Lyell para la geología. El con- derno a más antiguo: 1) uros o bisontes; 2) ciervos, yacimientos típicos: La Ma-
cepto de Darwin sobre la selección natural fue aceptado por muchos científicos deleine y Laugerie Basse; 3) mamuts y rinocerontes lanudos, y 4) osos de las
y por el público en general, ya que suponía un mecanismo que hacía posible cavernas, aunque reconocía que estos últimos dos períodos quizás no tuviesen
creer en un proceso de evolución biológica para las especies modernas y expli- una distinción cronológica. El yacimiento de Le Moustier fue designado como
caba los cambios observados en el registro paleontológico. La implicación ob- típico de los períodos 3 y 4. A los tres períodos de Lartet, Félix Garrigou aña-
via de que la humanidad había evolucionado a partir de un primate antropoide dió un período todavía más temprano de los Hipopótamos, cuando los seres
no sólo convirtió el tema de la antigüedad de la especie humana en un tema humanos habían habitado sobre todo en yacimientos abiertos y que no estaba
candente que tenía que ser empíricamente estudiado, sino que también signifi- representado en las cuevas del sur de Francia (Daniel, 1950, pp. 99-103).
có una parte vital de una encendida controversia, más general, sobre la teoría La obra de Lartet fue continuada por Gabriel de Mortillet (1821-1898), un
de la evolución biológica de Darwin. Así, la arqueología dedicada al Paleolíti- geólogo y paleontólogo que se convirtió en arqueólogo. Fue ayudante del con-
co pronto se colocó cerca de la geología y de la paleontología en los debates servador del Museo de Antigüedades Nacionales de Saint-Germain-en-Laye du-
sobre una materia que provocaba un creciente interés público. rante diecisiete años, tras lo cual desempeñó el cargo de profesor de Antropo-
logía Prehistórica en la Escuela de Antropología de París en 1876. Aunque
admiraba el trabajo de Lartet, creía que una subdivisión arqueológica del Pa-
LA ARQUEOLOGÍA DEL PALEOLÍTICO leolítico tenía que estar basada en criterios más culturales que paleontológicos.
A este respecto, prefirió seguir el ejemplo de Lubbock y Worsaae.
El nombre de arqueología paleolítica apareció por primera vez en 1865 cuan- A pesar de todo, su visión de la arqueología estaba muy influida por sus
do, en su libro Pre-historie Times, el banquero y naturalista inglés John Lub- conocimientos de geología y paleontología. Intentó distinguir cada período por
bock dividió la Edad de la Piedra en un primer Paleolítico o Arqueolítico (Pie- medio de la especificación de un número limitado de tipos de artefactos carac-
dra Antigua) y en un más reciente Neolítico (Piedra Nueva). Estaba meramente terísticos exclusivamente de aquel período. Estos artefactos específicos eran el
nombrando de manera formal una distinción que ya era obvia, es decir, un pe- equivalente arqueológico a los fósiles-tipo que los geólogos y los paleontólo-
ríodo inicial cuando todos los instrumentos eran de piedra tallada y un segun- gos habían utilizado para identificar los estratos pertenecientes a un período
do momento en que algunos instrumentos de piedra, como las hachas y gubias geológico particular. Mortillet también siguió la costumbre de los geólogos de
habían sido amoladas y pulimentadas (Daniel, 1950, p. 85). Después de 1860, llamar cada período o subdivisión a partir del yacimiento-tipo utilizado para
los principales avances en arqueología paleolítica tendrían lugar en Francia, don- definirlo. Al igual que los paleontólogos, confió en la estratigrafía para esta-
de las terrazas de los ríos en el norte y los abrigos rocosos del sur proporciona- blecer una secuencia cronológica. En la investigación sobre el Paleolítico que
ban una evidencia mucho mejor que la inglesa. Los principales objetivos de- se llevó a cabo durante el siglo xtx, la seriación desempeñó un papel menor
estos estudios eran determinar durante cuánto tiempo los seres humanos ha- como medio para el establecimiento de la cronología. Sin duda esto era en par-
bían estado en el área y si los rasgos evolucionistas podían detectarse ya en el te debido a que las secuencias estilísticas y tecnológicas eran más difíciles de
período paleolítico. La teoría evolucionista predecía que a lo largo del tiempo definir en los instrumentos de piedra del Paleolítico que en artefactos posterio-
los seres humanos se habían ido haciendo más complejos tanto morfológica res y porque los elementos que se discutían eran tan controvertidos que univer-
como culturalmente. El primer objetivo de los paleolitistas era, por tanto, or- salmente sólo se habrían aceptado secuencias temporales conclusivas basadas
denar sus yacimientos cronológicamente. en la más clara evidencia estratigráfica. La confianza en la estratigrafía tanto
La figura principal de estos primeros tiempos de investigación del Paleolíti- de Mortillet como de Lartet, era un reflejo de su gran bagaje en ciencias naturales.
co fue Édouard Lartet (1801-1871), un magistrado que se había inclinado por La Edad de los Hipopótamos de Lartet se convirtió en la época Chelense,
el estudio de la paleontología y que había reconocido públicamente la impor- llamada así por un yacimiento cercano a París, y la Edad de los Osos de las

7.-TRIGGER
HISTORIA DEL PENSAMIENTO ARQUEOLÓGICO LOS COMIENZOS DE LA ARQUEOLOGÍA CIENTÍFICA

cavernas y de los Mamuts de Lartet fueron, con Mortillet, el Musteriense, aun-


TEMPS AGES P1iRIODES ]'FOQ CES
que este último investigador situó en una época Auriñaciense los hallazgos de
Aurignac que Lartet había emplazado en su Edad de los Osos de las cavernas \Vabenienne.
\léroringimme.
y de los Mamuts. La Edad de los Ciervos de Lartet fue dividida en una primera (Nnben, Pns-de-Celeis.)

época Solutrense y una posterior época Magdaleniense. Mortillet no estaba muy = Champ lalicu ue.
seguro de la fecha de la época Auriñaciense. Finalmente, la colocó después de (Chentpdolent, Seine-el-0ise.)
la Solutrense, aunque acabó por suprimirla en su clasificación de 1872. Tam - Lugdunienne.
bién añadió una época Robenhausiense que representaba el período neolítico, ( Lyon , Munir.))
d uFer. -
yen posteriores estudios, como en su Formation de la nailon franpaise(1897), Bou rray,siea u e.
todavía añadió más épocas, correspondientes a la Edad del Bronce y a la Edad (.11onl-Deurra^, Sucre.)

del Hierro. Pero no está claro que creyese seriamente en la universalidad de este i. Marnieune.
_' Galalienne '
sistema de períodos distintivos en gran medida de la Europa occidental (CM- (Déparlement de la .11ame.) ,
de, 1956a, p. 27). i. lialhlatl.ienne.
Mortillet también inventó la época Thenaisiense y la Puycourniense para -^ ----- (IádlsfalF harite Autriche.)
o =
cubrir los hallazgos pre-Chelenses. Entre 1863 y 1940 los arqueólogos descu- L;ruaudienne.
brieron los eolitos, o posibles artefactos de manufactura excepcionalmente tos- (Lernead, Jara.)
, dti Bronzc. Tsi _m nienar .
ca, en los más antiguos depósitos del Pleistoceno, y en los aún más antiguos Mnrgieaue.
del Plioceno y Mioceno en Francia, Inglaterra, Portugal y Bélgica. La teoría ( llorges, canton de l'aud, Saisse.;

evolucionista implicaba que los hallazgos más antiguos debían ser tan rudimen- _--.- Roheuhausiunue.
tarios que casi no se distinguirían de las piedras transformadas por los agentes (Robenhansen, Znrirh.)

naturales; así, ante la ausencia de huesos humanos u otras pruebas convincen- N éolithigne. . Campignyenne.
tes de presencia humana, se ponía en entredicho la autenticidad de estos ha- (Camping, Seine-Lt/i'rieure.)
llazgos. A finales de la década de 1870, Mortillet y otros investigadores que Tarde noisieune
defendían el estatus artefactual de los eolitos empezaron a desarrollar un con- (Fé e-en-Te,-denoi.n, Aisne-)
junto de criterios que pudiesen usarse para distinguir el trabajo intencional de Tu urassienue.
la piedra del rompimiento puramente natural. Los desafíos a estos criterios se ILa Tuara.sse. Haule-Goionne.)
Anejen Miaus.
alternaban con los esfuerzos por realizar pruebas nuevas y más convincentes.
Se llevaban a cabo estudios experimentales y comparativos de eolitos y rocas Magdalénienne.
(La Moda/cine, Dordogne.)
procedentes de formaciones de hace cientos de millones de años, incluyendo
las observaciones hechas por S. H. Warren (1905) sobre las estrías de las pie- Solutrúenne.
- de la
1'tdéolilhigne.
(Soltaré, Satine-et-Loire.)
dras seccionadas por presión mecánica, el estudio de Marcelin Boule (1905) de Fierre.
las piedras sometidas al desgaste en una máquina mezcladora de cemento, y Mauslérienne.
(Le dtouslier, Dünlogae.)
los análisis cuantitativos de A. S. Barnes (1939) sobre aristas en piedra hechas
por la mano humana y por procesos naturales. En el curso de estos estudios Aehouléenne.
(.Saint-Acheul, Somrne.)
se pudo aprender mucho sobre el trabajo de la piedra y se descartaron muchos
yacimientos como proveedores de evidencia humana (Grayson, 1986). Fuese por Chelléenne.
(Chales, Seine-et-Mnrne.)
coincidencia o como resultado de una influencia directa, estas investigaciones
se desarrollaron a partir de la tradición de experimentación arqueológica esta- Puycournienne.
(Png-Coaray, Cantal.)
blecida en Escandinavia a partir de 1840. _ ]iolilhignc.
La formación en ciencias naturales de Mortillet se reflejaba más allá de su - Theuaysienne.
Irhenny, Loir-el-Cher.)
enfoque clasificatorio. Tanto él como la mayoría de los arqueólogos que estu-
diaban el Paleolítico estaban interesados en primer lugar en establecer la anti-
güedad de la humanidad. Dentro de su marco de trabajo evolucionista, esto 15. Las épocas de la prehistoria según Mortillet, de Formation de la nailon franpaise, 1897.
100 HISTORIA DEL PENSAMIENTO ARQUEOLÓGICO
LOS COMIENZOS DE LA ARQUEOLOGÍA CIENTÍFICA 101
significaba intentar encontrar en el registro arqueológico pruebas de evidencia fundamentales de la arqueología evolucionista era que el desarrollo cultural de
humana tan antiguas como fuese posible y demostrar que las culturas primige- la humanidad podía representarse por medio de una secuencia simple y podía
nias eran más primitivas que las posteriores. La secuencia que Lartet y Morti- ser leído en la sección de una cueva, de la misma manera que las secuencias
llet establecieron estratigráfica y paleontológicamente cumple muy bien esa mi- geológicas en los perfiles del terreno.
sión. Al comparar los estadios más recientes del Paleolítico con los más antiguos, Mortillet recibió asimismo la influencia del gran interés etnológico que du-
cada vez crecía más el número de instrumentos, la precisión de su factura, el rante la segunda mitad del siglo xtx despertó la evolución cultural. En 1851,
número de estadios y la cantidad de instrumentos de hueso. Esto demostraba el etnólogo alemán Adolf Bastian (1826-1905) realizó una serie de viajes alrede-
que el progreso tecnológico ilustrado por Worsaae y Thomsen con su clasifica- dor del mundo con la intención de iniciar la colección del Museo Real de Etno-
ción desde la Edad de Piedra hasta la Edad del Hierro, se cumplía igualmente logía de Berlín. Impresionado por las similitudes culturales que pudo constatar
dentro del Paleolítico. en regiones muy distanciadas, apoyó la doctrina ilustrada de la unidad psíqui-
A pesar de que los paleolitistas discutían sobre la alimentación de las socie- ca aduciendo que, como resultado de unas «ideas elementales» (Elementarge-
dades primitivas en cada una de las épocas y de que, a raíz de ciertos objetos danke), universalmente compartidas, los pueblos que se hallen en un mismo
artísticos hallados, se debatía si los caballos ya se domesticaban desde el Mag- nivel de desarrollo y con problemas similares que afrontar, dentro de los condi-
daleniense (Bahn, 1978), el interés hacia las formas de vida de las sociedades cionantes impuestos por su medio ambiente, tenderán a plantear soluciones pa-
prehistóricas era mucho menor del que habían hecho gala los arqueólogos es- recidas.
candinavos. En este sentido, los paleolitistas se asemejaban a los paleontólo- A partir de 1860, se produjo un resurgimiento de la historia teórica, ya que
gos, quienes estaban en aquel tiempo mucho más preocupados por demostrar los etnólogos intentaron, a través de la comparación de sociedades modernas
las secuencias evolucionistas que por estudiar las relaciones ecológicas dentro que se hallaban en niveles diferentes de desarrollo, averiguar los estadios a tra-
de las formaciones geológicas de cada período individual. Las principales uni- vés de los cuales las sociedades europeas habían pasado en los tiempos prehis-
dades de excavación arqueológica eran los estratos, excavados la mayoría de tóricos. Estos estudios iban desde la investigación dedicada a temas específi-
las veces de manera muy rudimentaria. Los yacimientos se excavaban normal- cos, como la teoría de Johann Bachofen (1861) de que todas las sociedades
mente con una supervisión mínima, hecho que implicaba la pérdida de elemen- habían evolucionado a partir de unos inicios marcados por premisas matrili-
tos menores dentro de los niveles principales y una absoluta indiferencia hacia neales hasta la de John McLennan (1865) de que las más antiguas sociedades
la estratigrafía cultural detallada. Especialmente en los abrigos rocosos donde humanas habían sido poliándricas, y las ideas más generales de desarrollo des-
se habían preservado niveles de ocupación, se perdía impunemente toda la in- de el salvajismo a la civilización de E. B. Tylor (1865) y Lewis H. Morgan (1877).
formación concerniente al modo de vida. Los artefactos que se recuperaban Al contrario que las historias «teóricas» del siglo xvm, estas formulaciones et-
para su estudio en museos se reducían con frecuencia a aquellos que podían nológicas eran presentadas como teorías científicas más que como especula-
ofrecer datos para determinar la cronología y las afinidades culturales del yaci- ciones filosóficas. Estos trabajos, aunque eran un reflejo de la tendencia gene-
miento. Los restos de talla y los objetos que no se consideraba que aportasen ral de mediados del siglo xix hacia las ideas evolucionistas y normalmente se
ningún dato en este sentido, se desechaban la mayoría de las veces. Esto alentó referían a cuestiones que los datos arqueológicos no podían tratar con comodi-
una visión no cultural de los artefactos como elementos de dotación y como dad, basaban mucha de su autoconfianza en una evidencia arqueológica que
pruebas de progreso muy diferente al enfoque escandinavo. Ni siquiera la críti- hacía pensar cada vez más que los avances tecnológicos habían constituido un
ca que Boyd Dawkins hizo de Mortillet por su excesiva preocupación por el elemento importante de la historia humana. Recíprocamente, estas formula-
desarrollo evolucionista y por su incapacidad para reconocer que algunas-de-- - ciones etnográficas llevaron a los arqueólogos a interpretar sus datos desde una
las diferencias entre los diversos conjuntos paleolíticos podrían corresponder perspectiva unilineal.
a variaciones tribales o étnicas o bien a un. acceso desigual a los recursos, no En la guía realizada para las colecciones arqueológicas de la Exposición de
produjo ningún análisis alternativo satisfactorio (Daniel, 1950, pp. 108-109). París de 1867, Mortillet declaraba que los estudios sobre la prehistoria revela-
Mortillet, como los geólogos y los paleontólogos del siglo xtx, se hallaba ban que el progreso humano era una ley de la naturaleza, que todos los grupos
inmerso en el entusiasmo evolucionista que caracterizaba la investigación del humanos pasaban por estadios similares de desarrollo y que la humanidad era
momento. Veía su secuencia paleolítica como un puente entre la evidencia geo- muy antigua (Daniel, 1967, p. 144). Los dos primeros conceptos hundían sus
lógica y paleontológica de la evolución biológica anterior al Pleistoceno y la raíces en la filosofía de la Ilustración y el tercero era el resultado de las investi-
documentación, ya establecida, del progreso cultural de Europa en los tiempos gaciones realizadas anteriormente a la publicación de El origen de las especies.
pospaleolíticos. Como ha apuntado Glyn Daniel (1950, p. 244), una de las ideas Así, a pesar de que la arqueología del Paleolítico reivindicaba un origen evolu-

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