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Profecía Padre Pío

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Profecía Padre Pío

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<josemanuel@ortuzarpropiedades.cl> dom., 12 de jul. de 2020 a la hora 23:12


Para: José Manuel Ortúzar U. <jou@ortuzarpropiedades.cl>

El fraile italiano Pío de Pietrelcina (1887-1968), sacerdote católico de la Orden de los Hermanos
Menores de los Capuchinos, es considerado el santo más popular de Italia. Además de los
numerosos milagros que realizó durante todo su ministerio y de tener la capacidad de ver
apariciones de ángeles, demonios, personas fallecidas, la Virgen María y Jesucristo, poseía una
serie de sorprendentes dones como la clarividencia y la capacidad de leer las conciencias, la
curación de enfermedades mediante el poder de la oración, la levitación, la xenoglosia y la
bilocación o la capacidad de estar en dos lugares al mismo tiempo (cuyos detalles puede revisar
en una nota publicada en este mismo canal).

El Padre Pío de Pietrelcina, canonizado el año 2000, con uno de los estigmas pasionarios en una de sus manos.

Sin embargo, este sacerdote italiano se haría famoso, sobre todo, por sufrir los estigmas de
Jesucristo en sus manos, pies y costado, heridas que, según numerosos testigos, desprendían una
inexplicable fragancia de flores (el denominado “olor a santidad”). Según se sabe hoy, el Padre Pío
recibió de Dios los estigmas pasionarios el 20 de Septiembre de 1918, llevándolos consigo
visiblemente durante 50 años, desapareciendo éstos sin dejar cicatriz alguna 3 días antes de su
fallecimiento.

El cadáver incorrupto del Padre Pío, el cual es visitado anualmente por miles de fieles en San Giovanni Rotondo (sur
de Italia).
El Padre Pío, cuyo cadáver todavía permanece incorrupto pese a haber fallecido hace casi 50 años,
envió en 1950 una misteriosa carta dirigida a la Comisión de Heroldsbach -creada por el Vaticano-
en la que detallaba y anunciaba la inminente llegada del fin de los tiempos sobre la tierra. El
contenido de esta carta, por cierto, tenía una gran particularidad: le habría sido revelado al Padre
Pío por Jesucristo en persona, para prevenir a los fieles y a los impíos cómo se iba a producir el fin
de los tiempos y el inminente castigo a la humanidad.

Según informó en su momento el Padre Pío, para comprender mejor esta carta, había que
remitirse a lo que dice San Pedro en la Sagrada Biblia (Cap.3, vs.2-12), cuando afirma que “…en los
postreros días vendrán burladores, andando en sus propias concupiscencias, y diciendo: ¿Dónde
está la promesa del advenimiento de Dios? …Más, oh amados, no ignoréis esto: que para el Señor
un día es como mil años, y mil años como un día. El Señor no retarda su promesa, según algunos
la tienen por tardanza, sino que es paciente con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino
que todos procedan al arrepentimiento. Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en
el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la
tierra y las obras que hay en ella serán quemadas. Puesto que todas estas cosas han de ser
deshechas, ¡Como no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir, esperando y
apresurandoos para la venida del día de Dios, en el cual los cielos, encendiéndose, serán
deshechos, y los elementos siendo quemados, se fundirán!”.
 

El extracto de la carta que el Padre Pío envió al Vaticano, y cuyo contenido le habría sido dado por
el mismísimo Nazareno, es el siguiente:

“…Perseverad en la oración para que el adversario no tenga dominio sobre vos. Decid al pueblo
que esté preparado en todo momento porque Mi juicio caerá sobre ellos repentinamente y cuando
menos lo esperen. Nadie escapará de Mi mano, los encontraré a todos. Protegeré al justo.

Observad el sol, la luna y las estrellas de los cielos y cuando aparezcan indebidamente alterados y
revueltos, debéis saber que no está lejano el día. Permaneced unidos en la oración y vigilantes
hasta que el ángel de la destrucción haya pasado de vuestras puertas. Rogad para que esos días
sean acortados.

Una y otra vez he avisado a los hombres y a menudo les he dado oportunidades especiales para
volver al verdadero camino, pero ahora la perversidad ha alcanzado su punto máximo y el castigo
no puede aplazarse por más tiempo…Decid a todos los hombres que ha llegado el tiempo en que
todas estas cosas se cumplirán. Mi bien amado, tened confianza que estoy entre vosotros. Mi
reino será glorificado, y Mi nombre será bendito desde la salida hasta la puesta del sol y Mi reino
no tendrá fin. Rogad, haced reparación, sed fervientes y mortificados. Muchas cosas están en
peligro. Rogad….Mantened las ventanas bien cubiertas. No miréis fuera. Encended una vela
bendita que bastará para muchos días. Rezad el Rosario, leed libros espirituales y haced actos de
amor que tanto Nos agradan. Rezad con los brazos extendidos o postrados sobre el suelo de
manera que se puedan salvar muchas almas.

Los hombres corren hacia el abismo del infierno, dedicados a las diversiones y a pasarlo bien,
como si fueran a un baile de máscaras o a las fiestas de una boda del mismo diablo. La medida
del pecado está colmada y el día de la venganza, con sus terroríficos sucesos, está cerca, más
cerca de lo que os podéis imaginar, y el mundo duerme en una falsa seguridad.
El juicio Divino los golpeará como una descarga de rayos. Este pueblo sin Dios y perverso será
destruido sin piedad como los habitantes de Sodoma y Gomorra de la antigüedad. Sí, Yo os digo
que su perversidad no fue tan grande como la de los seres humanos actuales.

No salgáis de casa. Haced acopio de alimentos. ¡Se desatarán las fuerzas de la naturaleza y una
lluvia de fuego hará temblar de miedo a las gentes! Tened valor, estoy entre vosotros.

Cuidad de los animales en esos días. Soy el Creador y preservador de todos los animales, así
como del hombre. Os daré de antemano algunos signos para que en ese tiempo pongáis más
alimento delante de los animales. Preservaré la propiedad del escogido, incluyendo los animales,
pues ellos necesitarán sustento después. Que nadie atraviese los recintos ni salga incluso para
alimentar a los animales. El que dé un paso fuera perecerá. Cubrid las ventanas cuidadosamente.
Mi escogido no deberá ver Mi ira.

Tened confianza en Mí. Yo seré vuestra protección. Vuestra confianza me obliga a ir en vuestra
ayuda. La hora de Mi llegada está cerca, pero mostraré misericordia.

Los tiempos serán testigos de los más terribles castigos. Mis ángeles, que serán los ejecutores de
este trabajo, están preparados con sus afiladas espadas. Tendrán especial cuidado en aniquilar a
todos aquellos que se burlan de Mí y no creen en mis revelaciones.

Huracanes de fuego se derramarán a través de las nubes y se extenderán por toda la tierra durante
dos días; una lluvia ininterrumpida de fuego tendrá lugar. Empezará durante una noche muy fría, y
todo esto para probar que Dios es el dueño de la creación. A aquellos que estén en estado de
gracia no les sucederá ningún mal, ni tampoco a los que busquen la protección de Mi bendita
Madre María Santísima.
 

Para que estéis preparados para éstas visitas os daré los siguientes signos e instrucciones:

-La noche será muy fría. El viento rugirá y a continuación se oirán rayos y centellas. Cerrad
vuestras puertas y ventanas, y no habléis a nadie fuera de la casa.

-Arrodillaos delante de un crucifijo, arrepentíos de vuestros pecados y pedid la protección de Mi


bendita Madre María Santísima. No miréis durante el terremoto porque la cólera de Dios es Santa.
 

El viento traerá consigo gases envenenados que serán difundidos sobre la tierra entera.

Aquellos que sufran y mueran inocentemente serán mártires y estarán conmigo en Mi Reino.

Satanás triunfará, pero al cabo de tres noches el terremoto y el fuego cesarán. Después de estos
días el sol volverá a brillar y los ángeles descenderán del cielo y extenderán el espíritu de paz
sobre la tierra. Un sentimiento de inmensa gratitud tomará posesión de aquellos que sobrevivan a
ésta terrible prueba, el castigo más amenazador con que Dios haya visitado la tierra desde la
creación.
 

Pronto caerá sobre el mundo entero el más terrible castigo, como nunca antes ha sido testigo, un
castigo terrible que nunca antes se ha experimentado. Con que indiferencia miran los hombres
estas cosas que tan pronto caerán sobre ellos, contrariamente a lo que esperaban. Con que
indiferencia se preparan para estos inauditos hechos por los cuales tendrán que pasar en breve. El
peso de la Divina balanza ha alcanzado la tierra.

La ira de Mi Padre se derrama sobre el mundo entero. Estoy de nuevo avisando al mundo a través
vuestro, como a menudo he hecho en otros tiempos.

Los pecados de los hombres se han multiplicado sin medida; las irreverencias en la Iglesia, orgullo
pecaminoso cometido en fingidas actividades religiosas, falta de amor fraterno… ¡El mundo está
lleno de iniquidades!
 

Esta catástrofe caerá sobre la tierra como un chorro de luz, en cuyo momento la luz del sol de la
mañana será reemplazada por profunda obscuridad. Nadie deberá abandonar la casa ni mirar a
través de la ventana desde aquel momento en adelante.

Yo mismo vendré entre el trueno y el relámpago. El perverso contemplará Mi Divino Corazón.

Habrá gran confusión a causa de esta profunda oscuridad en la cual la tierra será envuelta, y
muchos morirán de miedo y desesperación. Aquellos que hayan luchado por Mí recibirán gracias
de Mi Divino Corazón, y el grito de: ¡Quien como Dios! servirá de medio de protección para
muchos.

Sin embargo, muchos se quemarán en los campos como hierba seca. Los sin-Dios serán
aniquilados, de manera que el justo, después, podrá empezar de nuevo.

Durante el día, tan pronto como la completa oscuridad se haya introducido, nadie abandonará la
casa, ni deberá ver a través de la ventana. La oscuridad durará un día y una noche, seguida por
otro día y otra noche, y otro día; pero en la noche siguiente el sol se levantará y será primavera.

En los días de oscuridad, Mi escogido no deberá dormir como los discípulos en el Huerto de los
Olivos. Orarán incesantemente y no serán defraudados por Mí. Reuniré a mis escogidos.

El mismo infierno se creerá estar en posesión de toda la tierra, pero Yo la reclamaré. ¿Pensáis
quizá, que Yo permitiría a Mi Padre que tan terribles castigos cayeran sobre el mundo, si el mundo
volviera de la iniquidad a la justicia? Pero, a causa de Mi gran amor, será permitido que estas
aflicciones caigan sobre el hombre; aunque muchos renegarán de Mí, aún millares de almas serán
salvadas por ellos. Ningún entendimiento humano puede sondear la profundidad de Mi Amor.
 

Rezad, rezad, deseo vuestras oraciones. Mi querida Madre María Santísima, San José, Santa
Isabel, San Conrado, San Miguel, San Pedro, Santa Teresa y vuestros ángeles custodios serán
vuestros intercesores, implorad su ayuda.

Valientes soldados de Cristo, a la vuelta de la luz, dad cada uno gracias a la Santísima Trinidad por
su protección.

La devastación será grande, muy grande, pero Yo vuestro Dios habré purificado la tierra. Estoy con
vosotros, tened confianza en Mí. Pensad que no sois eternos. Pensad, el tiempo es breve. Sí,
pensad que esto es para que cambiéis, para que vuestra vida sea amor. Pensad que podéis morir
dentro de un momento. Que tal vez muchos de vosotros que leéis estas líneas no amaneceréis…
 

Tomad todo esto como misericordia y amor del Dios que es amor y por amor ya no permitirá que
os perdáis más. ¡Cambiad!

No penséis más en lo vano, pensad en lo eterno, que para eso fuisteis creados, para vivir
eternamente.

Rogad, sí, para que se os conceda la gracia de tener el alma preparada para recibir la muerte en
gracia de Dios. ¡Esto es lo más importante! “. †

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