Estereotipos y Prejuicios
Estereotipos y Prejuicios
Estereotipos y Prejuicios
1. ESTEREOTIPOS Y PREJUICIOS
Todos los seres humanos tendemos a categorizar el mundo que nos rodea para poder
manejarlo y entenderlo mejor. Por ejemplo, si entramos en un centro comercial y necesitamos
información sobre un producto, buscamos una persona que encaje dentro de la categoría de
dependiente y la encontramos fácilmente consiguiendo así, de forma rápida, aquello que
deseábamos.
El problema es que la clasificación social hace que se exageren las diferencias entre
grupos y que los veamos como muy homogéneos, de manera que todos sus miembros nos
parecen iguales. Por ejemplo, ¿qué imagen viene a tu mente cuando piensas en un contable,
un abogado o un albañil?
- Información acertada pero exagerada. Por ejemplo, los hombres son, efectivamente,
más agresivos que las mujeres, pero estas diferencias son bastante pequeñas, aunque
tiendan a verse como mayores y sólo se dan en la agresividad física, no habiendo
diferencia en la verbal.
- Información errónea. Los estereotipos sobre homosexuales, por ejemplo, definen a los
hombres como afeminados y a las mujeres como masculinas. La realidad es que
hombres afeminados y mujeres masculinas se dan por igual tanto entre homosexuales
como entre heterosexuales.
Los prejuicios, por su parte, son juicios y creencias de carácter negativo con relación a
un grupo social. Los estereotipos serían los componentes cognitivos (juicios, creencias) de los
prejuicios (que son siempre de carácter negativo).
Debemos tener en cuenta que, aunque existe una relación entre estereotipos
negativos y prejuicios, hay estereotipos que no van asociados a prejuicios.
- Con un componente afectivo negativo, es decir, con una orientación y evaluación negativa
de su objeto.
1. Experiencia personal
a) Correlación ilusoria
Imaginemos una situación. Este verano caminaba por una calle céntrica cuando me
encontré con una mujer de unos sesenta años. Llevaba un vestido estampado, de colores
llamativos y con muchos volantes, un sombrero de flores, un paraguas multicolor abierto bajo
un sol radiante y un puro humeando en la comisura de sus labios. Si la recuerdo a ella, entre
toda la gente que se movía por las calles esa mañana, es debido a que lo inusual, inesperado o
sobresaliente llama nuestra atención de forma especial. Supongamos ahora que sabemos que
Cuando dos características distintivas se dan juntas, tienden a asociarse, de modo que
tendremos tendencia a percibir a los habitantes de "Zetania" como algo extravagantes. Del
mismo modo, si observamos algunos inmigrantes de raza negra cometer actos delictivos,
prestaremos más atención a esta información y podremos concluir que la delincuencia es
mayor entre los inmigrantes negros. Mientras que prestaremos menos atención a otra
información que contradiga esta idea pero que no sea tan llamativa como un hecho delictivo.
c) El miedo a lo desconocido
Cuando las personas salen de su grupo entran en una zona desconocida formada por
grupos que desconocen. Esto puede hacer que sientan incertidumbre, preocupación e incluso
desagrado. No saber qué hacer, qué decir o cómo reaccionará la otra persona a menudo
genera torpeza y frustración. A su vez, estas emociones pueden influir en la formación de
estereotipos. De hecho, muchas veces el estereotipo refleja la emoción que siente el grupo
Si además dos grupos se amenazan mutuamente, compiten por los mismos recursos o
consideran que el otro grupo viola sus valores, las emociones negativas serán mucho más
intensas, pudiendo llegar a un odio extremo.
2. Aprendizaje
Muchas veces, los estereotipos se aprenden sin ningún contacto con miembros del grupo
estereotipado. En un estudio realizado en Estados Unidos se observó que a los cinco años la
mayoría de los niños ya tienen actitudes racistas que han aprendido de sus padres, profesores,
compañeros, medios de comunicación, etc. No es necesario que los padres enseñen a odiar de
forma directa; a menudo basta con comentarios peyorativos o bromas desagradables sobre un
determinado colectivo que provocan risas de complicidad y aprobación.
Entre los servicios que desempeñan los estereotipos, el primero y más importante es su
valor funcional y adaptativo, pues simplifican y ordenan nuestro medio social, lo que facilita
una comprensión más coherente del mismo e, incluso, su predicción, a la vez que ahorramos
esfuerzo analítico y tiempo.
- Aumentar la autoestima: Una de sus funciones es hacer que las personas se sientan bien al
compararse con un grupo al que consideran inferior o menos competente. Tendemos a
pensar que nuestro grupo es único y sobreestimamos sus cualidades positivas (somos los
más inteligentes, los más limpios, los más honestos, etc.), mientras que las características
negativas las compartimos con los demás y las vemos como algo que todo el mundo tiene
o hace (si robamos y pensamos que todo el mundo roba, nos parece que somos menos
ladrones).
El hecho de que exista un estereotipo no significa que sea cierto. Lo que suele ocurrir es
que las personas, generalmente, buscamos selectivamente la evidencia o la prueba de la
exactitud de los mismos. Esto es lo que se ha denominado efecto de autocumplimiento de los
estereotipos y que nos viene a decir que mostramos una atención selectiva hacia aquello que
confirma el estereotipo, no prestando atención a aquello que lo desmiente.
2. La discriminación puede beneficiar al grupo que discrimina. Por ejemplo, impedir a las
mujeres el acceso a un trabajo remunerado deja libres para los hombres más puestos de
trabajo.
3. Prestamos más atención a aquello que corrobora nuestros puntos de vista. Cuanto más
intensamente mantengamos un estereotipo, más tenderemos a fijarnos y a recordar la
información que lo apoya, la cual, a su vez, los hace más fuertes. Por ejemplo, la persona
que piensa que los gays son afeminados, tenderá a fijarse sólo en aquellos cuyo aspecto
avale su teoría mientras que no prestará atención al resto.
5. La hipótesis del mundo justo: cada uno tiene lo que se merece. Mucha gente piensa que
si un país está sumido en la pobreza es porque sus habitantes son unos vagos indolentes.
Este tipo de pensamiento permite que persista la discriminación institucionalizada. Por
ejemplo, podría tolerarse el maltrato policial a los inmigrantes si se piensa: "si la policía los
trata así será porque son unos delincuentes agresivos que se lo merecen". La persona que
cree esto puede quedarse tranquila sintiendo que vive en un mundo justo donde las malas
personas obtienen cosas malas y las buenas personas obtienen cosas buenas.
2. ACTITUDES
En principio, todos poseemos una idea general de lo que son las actitudes. Cuando
afirmamos que tenemos cierta actitud hacia un determinado objeto social (algo o alguien),
estamos, de alguna forma, comunicando que poseemos sentimientos y pensamientos
agradables o desagradables sobre dicho objeto, que lo aprobamos o lo desaprobamos, que les
aceptamos o les rechazamos, que nos atrae o nos repulsa, etc.
2. Afectivo (“lo que sentimos”): sentimientos que ese individuo tiene sobre el objeto
de la actitud y la valoración que hace de él (positiva o negativa).
Las relaciones entre los diferentes elementos deben basarse en la consistencia, es decir,
que debe haber determinada coincidencia entre lo que sentimos ante determinado objeto, lo
que pensamos sobre él y nuestras tendencias al interactuar con el mismo. En este principio se
sustentan las teorías del equilibrio cognitivo (en el apartado sobre “Cambio de actitudes”
ampliaremos este asunto).
a. Expresión de valores:
Las personas tienen la necesidad de expresar actitudes que reflejen sus propios valores.
Esta expresión de valores no está tan dirigida a influir en los demás como a confirmar la validez
del concepto que tenemos de nosotros mismos.
Las actitudes ayudan a las personas a alcanzar objetivos deseados, como las recompensas,
o a evitar objetivos no deseados, como el castigo. Una actitud favorable facilita a la persona la
consecución de objetivos deseables, por el contrario una actitud desfavorable conduce al
sujeto a evitar la consecución de objetivos indeseables.
Por ejemplo, tener una actitud favorable hacia los puntos de vista o política de una
empresa, facilita el ascenso a puestos directivos.
Así, ante situaciones nuevas, nuestras actitudes nos permiten, sobre la base de
nuestras experiencias pasadas, predecir qué podemos esperar de esa situación. Tener una
actitud ante un objeto es más práctico que no tener ninguna, puesto que puede orientarnos
sobre cómo actuar, lo que es conveniente hacer y lo que es preferible evitar en todo lo
relacionado con el objeto de la actitud.
Las teorías del equilibrio cognitivo afirman que una persona necesita que sus creencias,
afectos y conductas ante determinados objetos sean consistentes, lo cual quiere decir que si
en un momento determinado y atendiendo a unas circunstancias el sujeto encuentra que
existe algún tipo de incongruencia entre sus creencias, afectos y conductas actuará de alguna
forma para reducir esa discrepancia, consiguiéndolo a través de la modificación de sus
creencias o de su conducta, o de las dos cosas.
Existe disonancia cognitiva cuando dos o más de nuestras actitudes son incoherentes las
unas con las otras o con nuestro comportamiento, produciendo un malestar.
Ejemplos:
- Estoy en contra del racismo y la discriminación, pero no quiero una minoría viviendo en mi
barrio.
Ejemplos:
Ejemplo:
Las personas que fuman podrían buscar pruebas tales como que los efectos dañinos de este
hábito son mínimos o no mortales.
Ejemplo:
Cambio actitudinal o
de conducta
Trivialización: quitar
importancia a las
actitudes o conductas
inconsistentes