El Magnetismo para El Dinero - Swami Kriyananda
El Magnetismo para El Dinero - Swami Kriyananda
El Magnetismo para El Dinero - Swami Kriyananda
Portada
Introducción
¿Qué es la claridad cristalina?
APÉNDICES
Técnica Sencilla de Meditación
Ejercicios de Energetización
Visualización
PARAMHANSA YOGANANDA
SWAMI KRIYANANDA
ANANDA
ANANDA EDICIONES
Créditos
Notas
EL MAGNETISMO PARA EL
DINERO
J. DONALD WALTERS
Este libro revolucionario cambiará para siempre tu forma de concebir la
riqueza. Por medio de los consejos prácticos y el fascinante relato de las
experiencias del autor, comprenderás que la riqueza disponible es infinita y que
también tú posees la capacidad de atraer cuanta desees.
“El magnetismo para el dinero” te ayudará a asumir el control de tu vida. A
través de este pequeño gran libro podrás encontrar la verdadera abundancia,
tanto material como espiritual,.”
- John Ernst, Richloand Finalcial Services, USA
“A pesar de su aparencte simplicidad y brevedad, este pequeño libro tiene el
poder de producir grandes cambios en la vida de quien lo lee, con un estilo
sincero y sin pretender resultar brillante en cada palabra”.
-Bookpaper
“… presenta con claridad verdades eternas que van más allá de la satisfacción
de las necesidades materiales. Estas técnicas cambiarán tu vida, tanto material
como espiritualmente”.
- Cliff Kushler, AOL, Inc.
¿Qué es la claridad cristalina?
Claridad Cristalina significa verse a uno mismo, y a todo cuanto existe, como
aspectos de una realidad más amplia; tratar de sintonizarse conscientemente con
ella; y considerar todo cuanto te rodea como un canal para la expresión de esa
realidad.
Significa comprender la verdad como sencillez; buscar siempre guía en la
verdad, no en las opiniones, y ser guiados por lo que es, no por nuestros deseos o
prejuicios.
Significa esforzarse por ver todo en relación a su mayor potencial.
En las relaciones con los demás, significa tratar siempre de incluir sus
realidades en la nuestra.
PRIMERA PARTE
LOS PRINCIPIOS
CAPÍTULO UNO
Cuántas veces hemos oído decir que el dinero es la raíz de todos los males.
Este dicho popular está basado, sin duda, en el hecho de que muchas personas
imaginan erróneamente que el dinero ¡es la fuente de todo bien! Pues cuando
esperamos demasiado de alguna cosa, vemos que finalmente, como si
adoráramos a un ídolo, el objeto de nuestra dependencia no tiene capacidad para
responder a nuestras plegarias ni satisfacer nuestras expectativas.
Así pues, esa antigua máxima quizá debería corregirse para que dijera: “El
amor al dinero es la raíz de todos los males”.
Después de todo, el dinero no es dañino en sí mismo, como la dinamita no es
dañina en sí misma. La dinamita puede utilizarse de forma constructiva para
abrir carreteras o destructiva para demoler edificios. Del mismo modo, el dinero
puede utilizarse para cosas magníficas. Es la codicia humana la que con tanta
frecuencia emplea el dinero en fines indeseables.
El dinero representa sencillamente un flujo de energía. El daño se produce
cuando se ama el dinero y se acumula para nuestro propio beneficio. Pues al
acumularlo se bloquea el flujo de energía.
En una ocasión un niño acompañó a sus padres a una excursión por la
montaña. Encontraron un manantial, y el niño bebió el agua fría. Le gustó tanto
su frescura que llenó una botella en el manantial y se la llevó a casa. Allí bebía
sólo un sorbo cada día, deseando que le durara todo lo posible.
Cuál no sería su desilusión cuando pocas semanas después comprobó que el
agua de la botella se había descompuesto.
También el dinero se descompone cuando lo “embotellamos”, es decir, cuando
lo acumulamos. Para atraer una corriente continua de dinero a nuestra vida
debemos aprender a considerar el dinero, no como una simple cosa, sino como
una expresión de la energía. En última instancia, como una expresión de nuestra
energía.
Por tanto los tres conceptos que sugiere el título de este libro están
interrelacionados; son interdependientes.
Desarrollar magnetismo para el dinero depende en gran medida de
comprender cómo utilizarlo de forma adecuada.
Utilizar el dinero de forma adecuada depende de entender que adquiriendo
dinero no ponemos simples fuerzas materiales a nuestro favor; depende también,
y quizá en mayor medida, de entender que adquirir dinero no es una cuestión de
suerte. Muy al contrario, nosotros atraemos el dinero. Del mismo modo, la
incapacidad para conseguir dinero es en esencia un acto de repulsión por nuestra
parte, sin duda inconsciente. Podemos apartarlo de nosotros incluso cuando
imaginamos que estamos haciendo todo lo posible por conseguirlo.
Estos dos conceptos, aprender a atraer dinero y utilizarlo de forma adecuada,
dependen por último de comprender cuáles son realmente nuestras necesidades,
es decir, cuál es nuestro bien más elevado y el de los demás. Pues es una ley de
la vida que cuando malgastamos un recurso llega un momento en que ya no
podemos reponerlo. Piensa en la gran cantidad de bosques que se han cortado sin
repoblarlos; o los terrenos agrícolas que se han desertizado por no recuperar
nunca sus suelos. Piensa en todas las estrellas de cine que, en vez de utilizar su
dinero con buen criterio, lo despilfarraron hasta quedar sin nada.
¿Dónde está la riqueza? La mayoría de las personas equipara riqueza con
inversiones, ahorros, ganancias, propiedades. Pero todos conocemos personas
que viven dignamente con muy poco dinero. Por contraste, conocemos a otras
que apenas pueden arreglárselas, aunque ganan mucho más que las anteriores.
Curiosamente, las personas capaces de vivir con muy poco se las ingenian para
sacar más provecho de lo que tienen, ir de vacaciones con más frecuencia, y
hacer más cosas a todos los niveles.
Entonces, ¿cuál de los dos grupos es realmente más rico? No se trata sólo de
lo que tienes, sino de cómo lo utilizas. ¿Conoces la canción “Tengo mucho de
nada y esa nada es suficiente para mí” de la obra Porgy and Bess de Gershwin?
En última instancia somos tan ricos o tan pobres como creemos serlo. La riqueza
no puede identificarse con una cantidad fija. Si somos ricos mental o
espiritualmente necesitamos muy pocas posesiones materiales para sentirnos
totalmente satisfechos con la vida. Si, por el contrario, sólo consideramos
nuestra riqueza en términos de bienes materiales, podemos sentirnos pobres
incluso con cincuenta millones de dólares en nuestro haber, quizá únicamente
porque un antiguo compañero de clase tiene noventa millones.
Recuerdo una época, en 1963, en que una falta de ingresos combinada con la
determinación de escribir un libro (más tarde se publicó con el título Crises in
the Modern Thought[1]) me llevó a tener que vivir durante tres meses con sólo
diez dólares mensuales. Hoy, en vez de recordar ese periodo de mi vida como un
tiempo de privación y miseria, lo recuerdo con satisfacción como una época de
reto y aventura.
Durante esos tres meses aprendí toda clase de trucos para vivir sin gastar.
Cultivé brotes de alfalfa. Hice pan indio, chappati, en vez de comprar pan.
Entrené a mi paladar para que disfrutara de la leche en polvo, mucho más barata
que la leche normal, y me contenté con una simple prueba del postre, en vez de
tomar un buen plato. Aproveché las ofertas de los ultramarinos. Y me concentré
en preparar alimentos baratos pero ricos en energía, como puré de guisantes, que
me duraba varios días. Sin duda podría decirse que en aquel tiempo fui pobre.
Sin embargo yo no me sentía especialmente pobre. No quiero decir que me
sintiera rico, pero lo importante es que, como no pensaba obsesivamente en las
cosas de las que carecía, realmente no era pobre. Todavía más, en todo lo que
realmente importa, era rico.
Hay una historia encantadora de un indio americano que era feliz cultivando
una pequeña finca de apenas mil metros cuadrados. Un vecino rico entabló
amistad con él. Un día su amigo le ofreció una hectárea para que tuviera más
terreno que cultivar. “Gracias por el gesto”, contestó el indio. “Pero si tuviera
que trabajar más tierra, ¿cuándo encontraría tiempo para cantar?”.
Por el contrario he conocido personas con mucho dinero que ni siquiera se
tenían por gente acomodada. Recuerdo un amigo de la India, científico y
profesor de una respetada universidad. Era dueño de la casa donde vivía. Su
familia comía bien, se vestía bien y vivía razonablemente bien. Pese a ello se
consideraba un infeliz. Se quejaba de no poder permitirse comprar algunos
costosos aparatos que había visto y disfrutado en Occidente, como el último
modelo de televisión. Le recuerdo sollozando una tarde y diciéndome: “¡Soy
pobre! ¡Soy pobre!”.
Riqueza es conciencia de abundancia. Y pobreza conciencia de su falta.
Riqueza y pobreza son estados mentales. Eres tan rico o tan pobre como crees
serlo.
No piensen mis lectores que les he embarcado a leer un tratado sobre cómo
atraer dinero sólo para sustituirlo (¡una vez su dinero seguro en mi bolsillo!) por
la filosofía de la privación. El dinero es importante en este mundo. Un escritor
necesita dinero para mantenerse mientras escribe. Un fotógrafo necesita lentes
caras para sacar las mejores fotografías. No hay campo de actividad en que el
dinero no participe de una forma u otra. Ni creo que yo hubiera podido vivir
mucho tiempo con sólo diez dólares al mes.
Sin embargo, para el tema que trato es de esencial importancia una actitud
mental correcta, no sólo para definir los parámetros de felicidad de una forma
inteligente, sino también para atraer riqueza.
El objetivo de este libro es ayudarte a atraer dinero de forma que esto no
suponga una carga para tu paz mental, sino por el contrario una puerta de entrada
a verdaderas oportunidades. Es ayudarte a comprender el uso adecuado del
dinero, obteniendo los mayores beneficios posibles para ti y para los demás.
CAPÍTULO DOS
Hay una historieta en la cual se cuenta que un hombre murió y San Pedro le
llevó a dar un paseo por el cielo. Llegaron a lo que San Pedro llamó el “trastero
celestial”.
“Aquí encontrarás todos los regalos celestiales que la gente de la tierra
rechazó”, le explicó.
“¡Cómo, eso es imposible!”, exclamó el recién llegado. “Algunas de estas
cosas son muy bellas. Fíjate en aquel Cadillac. ¿Quién pudo rechazarlo?”.
“Es curioso que precisamente tú preguntes por ese coche”, contestó San
Pedro. “Pues sucede que la persona que rechazó ese Cadillac fuiste tú”.
“¡Imposible!”, protestó el otro. “Yo jamás rechazaría un regalo tan
maravilloso”.
“Sea como sea, fuiste tú. El Cadillac estaba listo y esperando para serte
entregado. Pero siempre que orabas pidiendo un coche, visualizabas un
Volkswagen”.
La mayoría de los libros que conozco para enseñar a la gente a materializar
sus ideas, inciden en la importancia de visualizar claramente la descripción
exacta, incluyendo el tamaño y forma, de aquello que se desea. ¿Queremos un
coche? Entonces debemos ver exactamente su modelo, color, forma; debemos
visualizarlo aparcado en el garaje, quizá incluso con las llaves puestas en el
contacto.
La moraleja del cuento anterior es que no podemos prever todas las
oportunidades que la vida nos reserva. Pidiendo una puerta concreta por donde
entrar quizá, inadvertidamente, desatendamos otra.
Ya describimos el dinero como un flujo de energía. Un flujo, de cualquier tipo,
es incompatible con la rigidez, ya sea de ideas o de comportamiento. El
pensamiento dogmático es un pensamiento frágil. Las ideas preconcebidas sobre
cómo deben suceder las cosas pueden resultarnos útiles mientras todo se
desarrolle según modelos predecibles. Pero nos traicionan cuando nos
enfrentamos con nuevos retos. Un esquiador se caerá cuando, habiendo decidido
girar a la izquierda, se ve en la necesidad repentina de girar a la derecha.
En un flujo de energía no se puede pensar en puntos fijos de detención. Se
piensa en un movimiento continuo, yendo más allá de lo conocido y visible hacia
lo desconocido e invisible. No se piensa en metas fijas, sino en un progreso
continuo, en una continua expansión hacia objetivos que se pierden en el
infinito.
En mi vida he tenido que poner en práctica estos principios con frecuencia.
Pocas veces me ha sido útil pensar en algo muy preciso. En su lugar visualizaba
la dirección en que necesitaba ir. Desde luego era necesaria claridad, pero
también no ceñir esa claridad demasiado estrechamente a lo material.
Por tanto, si deseara un coche, lo que haría, lo que he hecho, es visualizar
claramente el servicio que podría darme un coche, y no el vehículo concreto.
Pues los principios que estamos tratando no son principios materiales. Se
basan en el hecho de que la materia es sólo energía, y en el concepto más amplio
de que la energía es sólo una manifestación de la conciencia.
En ciertos momentos he necesitado una suma concreta de dinero. En tales
casos, naturalmente, visualizaba la suma específica que necesitaba. Pero, incluso
entonces, no visualizaba el dinero apilado: verdes billetes de cien dólares sobre
mi escritorio, esperando a que los contara. Visualizaba el objetivo concreto para
el que iba a servir este dinero. Me concentraba en el flujo de energía del que el
dinero formaba parte, no en el dinero como una realidad aislada.
En una ocasión, en la comunidad donde vivía se nos solicitó donar distintas
cantidades de dinero con objeto de embellecer “el centro”, como le llamábamos.
Se nos pedía que hiciéramos donativos para proyectos específicos: 100 dólares
para un árbol, 25 para un parterre de flores, etc. Uno de los donativos solicitados
eran 2000 dólares para mejorar la carretera. Observando la suma pensé: “Nadie
podrá comprometerse a dar una suma tan grande”. Yo mismo no tenía suficiente
dinero para ese proyecto. Pero pensé: “Desde luego la carretera necesita
repararse. Me comprometeré con esa cantidad”. No tenía ni idea de dónde
vendría el dinero.
Tras escribir mi compromiso en un papel y meterlo en un sobre, no dije nada a
nadie. El pago tenía que realizarse al cabo de dos semanas. Una semana más
tarde todavía no tenía ni idea de cómo conseguiría el dinero, me desperté una
mañana y encontré un sobre bajo mi puerta. Contenía la carta de un amigo a
quien no había visto desde hacía mucho tiempo; decía: “Estoy de paso. Mi
madre murió hace unos meses y deseaba darte algo en su nombre, en
agradecimiento por la ayuda que me has proporcionado a lo largo de los años”.
Junto con la carta había un cheque de 2000 dólares.
Si este tipo de cosas sucedieran sólo una vez, se podrían achacar a la
coincidencia. Pero las he visto suceder continuamente, hasta un punto en que la
coincidencia debe ser excluida. Están en juego principios claros. De hecho este
libro es un intento de exponer principios que he puesto a prueba, y verificado,
durante muchos años.
Sé flexible en tus expectativas. En caso contrario te darás cuenta de que,
incluso cuando tus expectativas se cumplan, no atraerás lo que realmente
necesitabas, o bien lo alcanzado estará muy por debajo de lo que podrías haber
conseguido.
Haz tus expectativas direccionales. No pienses en metas fijas, sino en
términos de desarrollo direccional.
Y después, tal como dije en el capítulo anterior, pon tu energía en una
visualización creativa. La energía fluye con más fuerza cuando piensas en ella
como una corriente, sin metas fijas e inamovibles.
CAPÍTULO CUATRO
Si le quitas las cuerdas a una guitarra, las tensas entre dos palos y las pulsas,
conseguirás sólo un débil sonido. La riqueza tonal de las cuerdas de una guitarra
se debe a la caja de resonancia de la guitarra, que amplifica el sonido.
Lo mismo sucede con el ego humano. Si pensamos en nosotros mismos como
islas solitarias en un vasto e indiferente océano, nos sentiremos amenazados por
la vida, no sustentados por ella. Quizá sintamos que tenemos que luchar con
uñas y dientes, desesperadamente, para salvar la más pequeña colina de
dificultad que se presente en nuestro camino, y enronquecer a fuerza de gritar
ante la indiferencia general para alcanzar la más pequeña meta.
Por eso, al llegar a la cuarentena muchas personas han agotado ya sus fuerzas,
están psicológicamente exhaustas, con su energía debilitada, enfermas la mayor
parte del tiempo, y se muestran cínicas respecto a sus posibilidades de éxito
futuro: todo porque han tensado sus egos entre dos puntos fijos, su casa y su
trabajo, en vez de fijarlos, con una conciencia más amplia, en la inmensidad de
la vida y el universo. Sus intereses se centran en el estrecho “Yo, mi, mío”.
Piensan únicamente qué pueden obtener de la vida, no qué pueden compartir con
la vida y con los demás en la gran aventura de la existencia.
Si todo esto parece demasiado vago para ser comprendido, concretémoslo en
un ejemplo. Si te mueves por la vida pensando sólo en tus propios intereses,
tienes muchas menos posibilidades de atraer ayuda de otras personas que si
tienes en cuenta a los demás. Si tienes en cuenta a los demás sólo para tu propio
beneficio, tienes menos posibilidades de atraer su interés que si te interesas
también en el beneficio de los demás. Y si emprendes proyectos sólo desde un
punto de vista de intereses egoístas, sean tuyos o de otras personas, tienes menos
posibilidades de estimular el sentido de entrega en ti mismo o en los demás, que
si tomas como referencia principios e ideales elevados.
Cuanto más amplia sea nuestra visión, más poderosa será.
Tuve una pequeña demostración de esta verdad en París, hace unos años. En
este caso la visión “más amplia” fue casi trivial, pero, quizá por ello, fácil de
comprender.
Era mi cumpleaños y quería celebrar la ocasión de una forma especial. En los
periódicos se anunciaba un concierto, que decidí se ajustaba a mi idea de
celebración. Pero llegué a la iglesia donde se ofrecía el concierto sólo para ver
cómo el encargado cerraba la puerta ante un grupo de unas cincuenta personas;
todos los asientos, anunció, estaban ocupados.
Consternado al ver mi celebración en peligro de convertirse en un fiasco,
exclamé en voz alta: “¡Pero si es mi cumpleaños!”.
El encargado, al ver que mi súplica se refería a una cuestión general, en la que
cualquiera puede reconocerse, me llamó: “Alors, Monsieur,entre usted. ¡Y feliz
cumpleaños!”. Es un pequeño ejemplo, pero ilustra con cuánta frecuencia,
cuando enfocamos las cosas desde una perspectiva amplia, podemos abrir
puertas que permanecerán cerradas mientras sólo nos concentremos en nuestros
propios y estrechos objetivos.
Pero algo más entra en juego.
Quizá has leído el libro, o visto la película, “El Manantial” de Ayn Rand, que
fueron populares hace algunos años. Su filosofía, considerada superficialmente,
es atractiva: un hombre se mantiene firme en sus convicciones, fiel a sus ideales,
solo contra todos. Pero teniendo en cuenta lo que hemos dicho hasta aquí, esa
filosofía no es válida.
Sí, debemos ser fieles a nuestros ideales. Pero aquí nos referimos al concepto
de ideal como algo que va más allá de nosotros. La verdad en sí misma es
infinitamente más amplia que nosotros. Si la verdad es la caja de resonancia en
la que vibra nuestro ser, ¿qué importancia tiene que los demás se levanten contra
nosotros? Frente a la fuerza de la Verdad, eterna, infinita, ¿qué es el género
humano sino una colonia de hormigas? Los grandes hombres y mujeres que
vivieron con principios elevados adquirieron un poder mucho mayor del que
hubieran adquirido comprometiéndose con las opiniones e intereses de los
demás.
Si El Manantial es en el fondo un alegato tan frágil, se debe a la actitud de su
héroe, el valiente arquitecto piensa tan sólo en sus propias opiniones sobre
arquitectura, en sus deseos y logros personales. La verdad tiene que percibirse,
no puede ser creada. Las opiniones son algo totalmente distinto de la percepción.
Y los deseos que excluyen el bienestar de los demás son egoístas, de pequeñas
miras por definición.
La filosofía de Ayn Rand nunca se elevó por encima del nivel del egoísmo:
“Mis opiniones y deseos, firmemente defendidos, contra las débiles opiniones y
deseos de los demás”. El poder de atraer dinero, y éxito de cualquier clase,
aumenta en proporción directa a nuestra capacidad para reconocer una realidad
más amplia que nosotros, y sintonizarnos con ella.
CAPÍTULO CINCO
Muchas personas piensan que los ricos consiguen sus posesiones a costa de la
prosperidad de otros. Uno de los supuestos del pensamiento social moderno es
que existe una cantidad limitada de dinero para cada persona. Si una persona
tiene una cantidad mayor, necesariamente otras tienen una menor.
Esta forma de pensar es típica de la conciencia materialista por la que se rigió
la humanidad hasta hace muy poco tiempo, pero de la que el género humano está
comenzando a salir. Si pensamos que la materia es la realidad fundamental,
vivimos forzosamente en un mundo de rígidas limitaciones. Y, como
consecuencia, todo existe en cantidad fija, ya sea dinero, energía u
oportunidades.
Pero si pensamos en la conciencia como la realidad subyacente a todo, la
cantidad se revela como algo que no está circunscrito sino a las limitaciones de
nuestro pensamiento.
De hecho, como es bien conocido, la riqueza es algo que creamos. No está
simplemente ahí, esperando a que la encontremos y la reclamemos. Así pues, no
sólo atraemos dinero, atraemos energía, que después se manifiesta en forma de
dinero. Y las disponibilidades de energía son de dimensiones cósmicas. La
riqueza no se obtiene del suelo o de una fábrica. Se obtiene del “suelo” cósmico
del ser, de la “fábrica” infinita de las ideas.
En este volumen ni siquiera he abordado uno de los asuntos más frecuentes en
los tratados sobre cómo hacerse rico: concentrarse en hacer dinero tal como un
artista se concentra en crear sus obras; en otras palabras, hacer de la ganancia
una forma de arte. Ni tampoco he prestado la atención que suele prestarse a la
acumulación de riqueza. Esto se debe a que tal énfasis, si bien es un medio de
adquirir y conservar riqueza, en última instancia es contraproducente.
Por una parte, tal como señalé más arriba, la riqueza es mucho más que
dinero. Es felicidad, paz mental, ricas relaciones interpersonales, una vida
sencilla y ordenada, sabiduría, amor. Dedicar demasiada energía a la búsqueda
de dinero puede convertirte en un “ricacho”, pero no te hará rico en el sentido
auténtico.
Por otra parte, la excesiva acumulación de dinero nos lleva a perder
conciencia del mismo como energía, y refuerza nuestra conciencia de él como
una realidad material fija, limitada en cantidad por mucho que obtengamos, y
por tanto en peligro de agotarse, ser robada o perderse en una caída de la bolsa.
Normalmente, cuanto más tiene una persona, más temerosa se vuelve a perder lo
que tiene. Acumula dinero para conseguir seguridad, y con mucha frecuencia,
con toda su riqueza se siente menos segura que cuando poseía tan poco, que el
apego a lo que tenía no era una tentación. La mejor postura, por lo que se refiere
al dinero, es intentar atraer lo que se necesita, pero no querer convertirse en
multimillonario. No merece la pena. Sin un equilibrio en todo, incluyendo la
búsqueda de prosperidad material, pronto llegamos al punto de rendimiento
decreciente.
Mientras tengamos conciencia de acumular, de tomar para nosotros y no
permitir nunca que la energía fluya hacia los demás, bloquearemos la corriente
de energía; que al fin puede llegar a detenerse. Una fuente que no se utiliza deja
de manar. Lo mismo sucede con nuestra espiritualidad. Quien no utiliza su
energía creativamente, ve cómo su flujo disminuye y gradualmente se seca. A
esto se refería Jesús al decir que la persona que entierra su talento en vez de
utilizarlo contraría a su amo. La moraleja es: Si acumulamos para nosotros en
vez de permitir que la energía interior fluya hacia fuera, contrariamos a Dios,
que reside en nuestro interior.
Hablando en una ocasión con un familiar acomodado, señalé mi asombro
respecto a la gente que gasta todo su dinero en sí misma. No estaba pensando en
la riqueza de mi pariente, y no había segundas intenciones en mis palabras.
Nuestra charla simplemente había recaído sobre una casa de lujo descrita en el
periódico. Pero su respuesta me sorprendió. “¡Vaya!”, dijo, “¡eso sí que es un
pensamiento original!”. El contraste entre nuestras actitudes totalmente opuestas
y la sorpresa que esto nos produjo a los dos, puso de relieve para mí la diferencia
entre las leyes del Espíritu y las del mundo.
Una persona que recibe de Dios la bendición de una gran fortuna, pero la
gasta sólo en sí misma, antes o después verá cómo su riqueza se va, o su fuente
se seca. Debemos tomar todo cuanto se nos ha dado en este mundo, ya sea
dinero, popularidad o talento, como una oportunidad de servir. No se nos ha
puesto sobre la tierra con objeto de vivir para nosotros. Se nos ha dado la
bendición de un cuerpo humano para que entremos en una conciencia más
amplia de la vida.
Las personas materialistas suelen pensar, no sólo con respecto a la materia
sino también a la energía, que son cantidades limitadas. Pero en realidad cuanto
más utilizamos nuestra energía, más energía generamos. Muchas personas
piensan: “Pero debo conservar mi fuerza”. Se equivocan.
Sí, por supuesto necesitamos descansar periódicamente. Sí, por supuesto no
debemos excedernos; sería absurdo llegar a un punto en que nuestra fuerza de
voluntad se agotara, pues la desgana corta también nuestro suministro de
energía. Pero recuerda: La energía que se utiliza con alegría y buena voluntad
no se agota; genera más energía.
Por tanto, si quieres ganar dinero, considéralo un punto focal del flujo de tu
energía y utilízalo para generar un flujo de energía mayor. Recuerda, el dinero es
sólo un símbolo de la energía. Considéralo energía. Y recuerda el principio: “A
mayor fuerza de voluntad, mayor flujo de energía”. No tienen por qué existir
límites a la corriente de tu abundancia. Los únicos límites serán los que tú
pongas a esa corriente al bajar la compuerta de tu apego emocional.
CAPÍTULO SIETE
El otro día alguien me refería los comentarios de unos amigos suyos sobre el
divorcio. Me dijo que habían recalcado: “No debes preocuparte por los hijos.
Sólo por ti mismo. Si el divorcio es lo que tú quieres, no pienses en lo que
significa para nadie más. Las únicas necesidades que tienes que satisfacer son las
tuyas. Los niños se las arreglarán de una forma u otra”. Actualmente se oye
hablar muchas veces en esos términos; semejante idea se encuentra incluso en
muchas enseñanzas que supuestamente deberían aportar luz, como seminarios de
“autorrealización” y similares. El best seller más popular hace unos años se
titulaba, Looking Out for Number One (“Cómo pensar antes de nada en uno
mismo”).
Pero éstas son enseñanzas falsas. Y lo son principalmente por una razón, todo
cuanto repliegue nuestra conciencia sobre nosotros mismos y concentre nuestra
atención en nuestros pequeños cuerpos y egos, en vez de expandirla hacia los
demás, a la larga no nos producirá satisfacción, sino dolor.
¿Por qué sucede así? Porque el instinto básico de la vida es el deseo de
expandir nuestra identidad, nuestra conciencia, nuestro ámbito, si se desea
llamar así; pero malinterpreta este instinto quien cree satisfacerlo aumentando
sus posesiones. Queremos saber más, por eso leemos, estudiamos, viajamos, por
eso nos interesamos por lo nuevo y escuchamos la radio para conocer lo que
hace la gente de otros lugares del mundo. El impulso fundamental de la vida es
desplegarse, y todo lo que vaya en contra de ese impulso, a la larga va en contra
de la auténtica realidad de nuestra naturaleza. Por eso, aunque durante un tiempo
pueda experimentarse placer con la ganancia personal a expensas de los demás,
al final esta clase de “placer” conduce siempre al sufrimiento.
Todo repliegue de nuestra identidad, simpatía o conciencia, va acompañado de
dolor. Y toda expansión produce inevitablemente alegría. Por eso Jesús dijo: “Es
mayor bendición dar que recibir”, mayor bendición porque trae mayor dicha.
Dar aporta felicidad al dador. Si realmente deseas satisfacción, si realmente
quieres “pensar antes de nada en ti mismo” de la mejor forma posible, incluye en
tu bienestar el bienestar de los demás.
Así pues, la capacidad para ganar dinero, como todo talento, debe ofrecerse
como un servicio; un servicio a Dios y a la presencia de Dios en nuestros
semejantes. Recuerda, este consejo va dirigido a tu satisfacción personal. No
creas que te privas de algo cuando te identificas con una realidad mayor. Por el
contrario, comprobarás que servir a un ideal elevado te asegura la mayor
felicidad posible.
¡Es extraño que tantas personas equiparen el servicio con humillación y dolor!
¡Que tantas consideren satisfactorio “aprovecharse de los demás”! ¡Que tantas
utilicen el dolor como prueba de virtud! Quizá una mujer consuma sus días
sirviendo a su marido y sus hijos, y su amargura le produzca una especie de
placer morboso, ¡como si eso fuera la verdadera prueba de su bondad! Bien,
desde su punto de vista, ése es su deber y tal vez cumplir con él sea lo correcto.
Y desde luego, poniéndonos de su parte, debemos aferrarnos a la acción correcta
a cualquier precio. Pero aún así continua siendo cierto que la prueba definitiva
de la virtud es que ésta produce alegría, no pesar. Y la prueba del pecado es que,
al final, trae dolor. Nuestra dicha reside en compartir nuestra abundancia, dar,
servir. ¡Ésa es nuestra dicha!
CAPÍTULO OCHO
EL MÉTODO
CAPÍTULO DIEZ
La necesidad de concentración
El poder de la afirmación
Así debemos actuar con el subconsciente. No basta con ignorar sus mensajes
contradictorios. Debemos impulsarlo a adherirse a nuestras resoluciones
conscientes.
He observado a muchas personas decir por ejemplo: “No debería poseer esas
características; por lo tanto, no las tengo. No debo enojarme, por lo tanto, no fue
ira lo que expresé, sólo fue impaciencia justificada. No debo ser moralmente
débil, por lo tanto, no soy culpable. Los demás fueron débiles y me impusieron
su debilidad”.
Al decirme a mí mismo que por fin había dejado de fumar dicté, sin saberlo,
una orden al subconsciente. Pues el subconsciente está particularmente abierto a
las resoluciones conscientes en el momento de irse a dormir y de despertar.
Cuando quieras afirmar algo, pon especial atención en hacerlo al irte a dormir.
Lleva este pensamiento al subconsciente. Al despertar a la mañana siguiente,
mientras el subconsciente todavía está abierto, haz de nuevo la afirmación. De
esta forma puedes conseguir rápidamente un cambio positivo en tu vida.
La meditación es uno de los mejores caminos para alinear el subconsciente
con nuestras resoluciones conscientes. La paz de la meditación penetra en
estratos de conciencia más profundos que el consciente. Además, la práctica de
la meditación produce la consciencia de la mente en su totalidad: a nivel
subconsciente, consciente y también superconsciente (esa región donde residen
nuestras más elevadas inspiraciones).
Internarse en estos terrenos es rebasar el tema del presente libro, por tanto
aconsejo al lector interesado estudiar otras obras mías, en especial el curso The
Art and Science of Raja Yoga.[2]
De momento, para nuestros objetivos actuales, basta una regla sencilla. Repite
una y otra vez tu afirmación; primero en voz alta para atraer la atención del
pensamiento; después en voz más baja para despertar su interés; a continuación
susurrando para obtener la cooperación del subconsciente; después sólo
mentalmente, atrayendo los pensamientos y tendencias del subconsciente a este
acto de voluntad; por último, en silencio interior profundo, ofrece tu resolución a
la superconsciencia, a tu naturaleza más elevada, a tu alma.
He escrito el título de este capítulo entre comillas por ser un consejo que me
dio en una ocasión Paramhansa Yogananda. Y he descubierto que es un buen
consejo.
Pues la energía debe dirigirse hacia logros prácticos. No es suficiente “Deseo
más energía”. Tiene que ser “Deseo más energía, dirigidos hacia la realización”.
Una dirección ineficaz de la fuerza de voluntad, al final la colapsa. La
ineficacia quita empuje a la voluntad.
Con mucha frecuencia nos marcamos metas imposibles. Sería mucho mejor
intentar lo posible, aun si lo consideramos muy lejos de nuestros ideales más
elevados. Pues los pequeños éxitos nos fortalecerán y nos prepararán para lograr
finalmente las grandes y verdaderas victorias de la vida.
Hace años, unos amigos me demostraron la importancia de ir paso a paso y no
afirmar un éxito que está muy lejos de la realidad. Una buena norma es no llevar
la fe hasta un punto demasiado alejado de nuestra experiencia real. Estos amigos
comenzaron un negocio que iba a hacerles ricos a ellos y a todos sus conocidos.
Durante un tiempo todo parecía maravilloso, casi demasiado bueno para ser
cierto. Firmes creyentes en el poder del pensamiento positivo, afirmaban tener
millones cuando todavía estaban endeudados. Se decían a sí mismos que, de una
forma u otra, pasarían sobre los problemas inmediatos a que debían hacer frente,
gracias al puente de su entusiasta fe.
Bien, poco a poco fui dándome cuenta de la realidad. Los problemas de su
negocio debían ser tratados con algo más que afirmaciones y pensamiento
positivo. Por último, preocupado por la supervivencia de su empresa, les invité a
mi casa para una consulta. Allí les hice varias sugerencias prácticas para salvar
la situación. Por entonces todos eran conscientes de que el negocio estaba al
borde de la ruina.
Desgraciadamente, a cambio de mis esfuerzos sólo obtuve hostilidad. Y desde
luego el negocio fracasó. Se diría que subconscientemente deseaban el fracaso.
O tal vez les bastaba la satisfacción de haberlo intentado, sin la carga de
administrar una empresa de éxito. En otras palabras, quizá su intento fue sólo un
medio de tranquilizar su conciencia.
En cualquier caso, he contado esta historia por lo que aprendí de ella. La
primera lección fue, como dije, la importancia de combinar la afirmación y el
pensamiento positivo, con ser prácticos. La segunda, la comprensión de que los
soñadores inveterados tienden a sentirse amenazados por la necesidad de ser
prácticos.
Quizá consideran el realismo una ofensa a sus ideales. En otras palabras,
mientras su sueño no se vea corrompido por los hechos, sienten que pueden
mantenerlo puro y noble. No comprenden que hacer realidad una idea no la
mancilla necesariamente, ni que la realidad no pone necesariamente en peligro el
idealismo. Por el contrario, sólo luchando a brazo partido con la realidad y
poniéndola al servicio de nuestros objetivos más elevados, puede lograrse todo
lo bueno que nos corresponda lograr en esta vida.
En resumen, ¿quieres atraer dinero? ¿Quieres alcanzar el éxito en tus
empresas? Entonces ten claro qué deseas realmente. Ten clara, mental y
emocionalmente, la dirección que deseas tomar. En otras palabras, esfuérzate por
desarrollar claridad cristalina.
La Biblia nos dice: “En todo cuanto adquieras, adquiere entendimiento”. Todo
cuanto hagamos en la vida debe hacerse conscientemente, no automáticamente,
como un simple hábito o como una simple expresión de lo esperado por los
demás.
En conclusión, espero que este pequeño libro te resulte útil en tus esfuerzos
por desarrollar entendimiento, pues sólo él te dará lo que realmente deseas en la
vida.
APÉNDICES
Técnica Sencilla de Meditación
En el Capítulo 11 “Cómo desarrollar la concentración”, Swami Kriyananda
propone la meditación como la preparación más efectiva, no sólo para
enfrentamos a los retos, sino para superarlos.
La Técnica de meditación que vamos a presentar es una práctica antigua,
ampliamente usada en toda la India, conocida como la Técnica de Concentración
Hong-So.
Hong-So utiliza la observación de la respiración en conjunción con un mantra
para aquietar la mente y enfocarla en un único punto.
Esta técnica es muy simple y puede aprenderse en cinco minutos. Vamos a
explicarla siguiendo estos pasos: Postura, Relajación, Respiración medida,
Técnica de concentración Hong-So y Meditación.
Postura:
Primero, siéntate derecho con la columna vertebral recta, separado de la parte
posterior de la silla. Pon los pies planos en el suelo y las palmas de las manos
hacia arriba, apoyadas en las ingles.
Respiración Medida:
Inspira lentamente, contando ocho. Retén el aire contando ocho y espira
lentamente contando ocho. Sin pausa, inspira de nuevo - retén - espira, contando
ocho cada vez.
Este ejercicio se llama Respiración Medida. Repítelo de tres a seis veces.
Se puede variar el número de cuentas de acuerdo con la capacidad pulmonar,
pero la duración debe ser la misma para la inspiración, retención y espiración.
Termina tu práctica inspirando profundamente y espirando completamente.
WWW.ANANDAESPANOL.ORG
Si desea más información sobre Ananda puede visitar la página web:
WWW.ANANDAES.ORG
ANANDA EDICIONES es una editorial creada para ayudar a dar respuesta a
las necesidades de realización profunda de los seres humanos. Un número de
personas cada vez mayor, siente el deseo de vivir de forma armoniosa, serena,
centrada. Cada vez son más quienes se acercan al mundo espiritual, y en especial
al yoga, en busca de alivio al estrés, de comprensión de nuestra realidad
cambiante, en busca de bienestar físico, psíquico y espiritual.
WWW.ANANDAEDICIONES.ES
EL SÍMBOLO DE LA DICHA
representa el vuelo del alma,
que se libera en los cielos de la dicha
para regresar y traer esa z
dicha a la vida cotidiana.
Título original: Money Magnetism
Primera edición española: Octubre 2010
Diseño: Ananda
Ananda Ediciones
C/Arriba, 6
Villarrodrigo de las Regueras, Léon
ISBN: 978-84-941968-6-7