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Fracturas de Meseta Tibial

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Facultad de Medicina

Departamento de Cirugía, Oftalmología, Otorrinolaringología


y Fisioterapia

TRABAJO FIN DE GRADO

Bases anatomorradiológicas de los abordajes


quirúrgicos para
fracturas posteriores de la meseta tibial

Autores: Arroyo Ruiz, Ramón y Ramos Soto, Marina

Tutor:
Héctor J. Aguado Hernández
Bases anatomo-radiológicas de abordajes quirúrgicos para fracturas posteriores de
meseta tibial

ÍNDICE

RESUMEN ...................................................................................................................................... 2
INTRODUCCIÓN ............................................................................................................................. 3
MATERIAL Y MÉTODOS ................................................................................................................. 6
RESULTADOS ................................................................................................................................. 9
DISCUSIÓN................................................................................................................................... 11
CONCLUSIÓN ............................................................................................................................... 16
BIBLIOGRAFÍA .............................................................................................................................. 17

1
Bases anatomo-radiológicas de abordajes quirúrgicos para fracturas posteriores de
meseta tibial

RESUMEN
Introducción y objetivos: Las fracturas de la meseta tibial en cirugía
ortopédica son una de las más complejas en abordaje y planificación. El
objetivo de este trabajo es realizar un estudio anatomoradiológico de las
relaciones anatómicas entre las estructuras de la meseta tibial posterior con el
fin de sugerir modificaciones en los abordajes actuales que disminuyan el daño
iatrogénico.

Materiales y métodos: Análisis prospectivo de 50 resonancias magnéticas


para realizar mediciones de las relaciones de las estructuras anatómicas entre
sí en la región posterior de la rodilla. Con el programa visor de resonancias
magnéticas del HCUV y el software de diseño AutoCAD® llevamos a cabo una
serie de mediciones utilizando los criterios de Ninomya.

Resultados: La distancia entre la bifurcación de la arteria poplítea (BAPo) y la


superficie articular tibial (SAT) fue 47,1 mm (33,5-57,6; SD:5,6), la distancia
entre la BAPo y la punta de la cabeza del peroné (PCP) fue 37,1 mm (20,8-
54,2; SD:6,7), la distancia del nervio peroneo común (NPC) rodeando el cuello
del peroné a la SAT fue 45,9 mm (36,2-62.3; SD:5,3) y la distancia del NPC
rodeando el cuello del peroné a la PCP fue 35,2 mm (23,1-58,9; SD:6). La
distancia mínima de la arteria poplítea a la perpendicular (CA) a la línea más
ancha medial-lateral de la meseta tibial (TA) fue 6 mm (0-12,8; SD:3), la
distancia mínima de la arteria poplítea al borde posterior de la meseta tibial 6,5
mm (2,6-11; SD:1,9), la distancia mínima del NPC a TA fue 30,1 mm (17,4-
48,5; SD:7,7) y distancia mínima del NPC a la meseta tibial fue 17,9 mm (11,1-
34; SD:5,3).

Conclusión: Para evitar las lesiones iatrogénicas, se propone limitar la


disección distal en los abordajes laterales debido a la distancia de la bifurcación
de la arteria tibial anterior respecto a la superficie de la meseta tibial media 47,1
mm (SD: 5,6 33,5-57,6), teniendo especial cuidado en las mujeres. Además al
encontrar que el NPC rodea la cabeza del peroné a una distancia media de
35,2 mm (SD: 6 23,1-58,9) se propone una incisión curvilínea que siga el
trayecto del nervio en el abordaje lateral. Planteamos el abordaje de medial

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Bases anatomo-radiológicas de abordajes quirúrgicos para fracturas posteriores de
meseta tibial

hacia lateral como el más seguro y recomendamos un estudio radiológico


previo con la extremidad en la posición deseada para su posterior abordaje.

Palabras clave: abordaje quirúrgico, anatomía, arteria poplítea, fracturas de la


meseta tibial, nervio peroneo común, radiología.

INTRODUCCIÓN
Las fracturas de la meseta tibial son lesiones de creciente importancia.
El incremento de la realización de actividades deportivas de riesgo en las que
la integridad física se ve más comprometida y el envejecimiento de la población
actual ha supuesto un aumento de la incidencia de este tipo de fracturas.1
Jentzsch et al2 establecen su prevalencia en “el 2% de todas las fracturas, un
8% de todas las fracturas en pacientes ancianos, y un 10% de todas las
fracturas de la tibia”. Para Weimann et al1 suponen un 5-8% de las fracturas del
miembro inferior. A su vez, para Purnell et al3 dentro de las fracturas de la
meseta tibial, un 55-70% de las fracturas involucran a la meseta lateral, un 10-
23% ocurren en la meseta medial y el 30% son bicondilares.

El mecanismo de producción de este tipo de fracturas varía según la


edad del paciente. En pacientes jóvenes predominan fracturas por mecanismos
directos generalmente correspondientes a impactos de alta energía (accidentes
de tráfico, actividades deportivas...) frente a grupos de edades más avanzadas
en que los la osteoporosis hace que la etiología principal sean la caídas.1,2

En la cirugía ortopédica, se trata de una de las fracturas más complejas


y la mala planificación de su tratamiento tanto pre como postoperatoria puede
dar lugar a múltiples complicaciones. Éstas varían desde el desarrollo de una
artrosis post-traumática, infecciones, lesión del nervio peroneo, trombosis
venosa profunda, hasta falta de consolidación de la fractura.1,4,5,6

Dada la heterogeneidad de estas fracturas y en busca de una manera de


simplificar tanto su nomenclatura como la planificación del abordaje terapéutico
han surgido numerosas clasificaciones de las mismas.

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Bases anatomo-radiológicas de abordajes quirúrgicos para fracturas posteriores de
meseta tibial

Dos son las más utilizadas en la actualidad, la propuesta por Schatzker


en primer lugar, y el sistema de clasificación de la Association for
Osteosynthesis/Orthopaedic Trauma Association (AO/OTA).

En 1979 el doctor Joseph Schatzker propuso su clasificación basada en


la localización, morfología y tratamiento de las fracturas de la meseta tibial.7

Partiendo de una radiografía antero-posterior de la rodilla clasifica las


fracturas de la meseta tibial en:

o I: Fracturas desplazadas de la meseta tibial lateral.


o II: Fracturas desplazadas de la meseta tibial lateral con fragmento
deprimido.
o III: Fracturas de la meseta tibial con depresión central.
o IV: Fracturas del cóndilo medial.
o V: Fracturas bicondilares.
o VI: Fracturas con disociación metáfiso-diafisiaria.

Figura 1. Clasificación
de Schatzker.8

La clasificación AO por su parte describe tres tipos principales, cada uno


de los cuales se subdivide a su vez en 3 grupos, según la afectación articular y
3 subgrupos, según el patrón de fractura.9

Samaraji R. et al10 identificaron, con el fin de disminuir la variabilidad


diagnóstica, que la clasificación de Schatzker ofrece menor variabilidad
interobservador que la clasificación AO/OTA. Sin embargo, y pese a lo común

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Bases anatomo-radiológicas de abordajes quirúrgicos para fracturas posteriores de
meseta tibial

de esta clasificación y tras años de aplicación clínica, se ha visto que la


clasificación de Schatzker no es capaz de definir correctamente las fracturas de
la meseta tibial localizadas en el plano posterior, lo que supone que no tengan
ni un diagnóstico ni un tratamiento completamente adecuado. Por esta razón, la
búsqueda de una nueva clasificación más completa ha sido objeto de estudio
en los últimos años.

De los nuevos métodos de clasificación, destaca el propuesto por Luo et


al11, que divide la meseta tibial en tres compartimentos: columna medial,
columna lateral y columna posterior. A su vez, la columna posterior está
dividida en dos mitades: una medial y otra lateral.

Figura 2. Representación esquemática del sistema de clasificación de 3


columnas. El punto A representa la tuberosidad tibial, el punto B la zona más
anterior de la cabeza de la tibia, el punto C es la cresta posteromedial de la
tibia proximal y el punto D es el surco posterior.12

Tanto la nueva clasificación como la correspondencia con la de


Schatzker quedan reflejadas en la siguiente tabla (tabla nº1).
Tipo de Correspondencia con Columnas implicadas
Fractura Schatzker
Tipo 1 III Fractura de cero columnas
(depresión articular central pura)
Tipo 2 I y II Fractura de una columna
Tipo 3 IV Fractura de dos columnas
Tipo 4 V y VI Fractura de tres columnas

Tabla nº1: Correspondencia Schatzker-Luo

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Bases anatomo-radiológicas de abordajes quirúrgicos para fracturas posteriores de
meseta tibial

Además, Subba Rao et al13 describieron una mayor y más simple


reproducibilidad tanto intra como interobservador, medida con el
correspondiente estadístico kappa, de mayor calidad en las fracturas
clasificadas según la clasificación de las tres columnas con respecto a la de
Schatzker.

Esta gran diversidad de patrones de fractura ha propiciado que la


búsqueda de un abordaje quirúrgico óptimo se haya convertido en el objeto de
estudio de muchos autores en los últimos años. Las fracturas de la columna
posterior, a pesar de ser una minoría y no haber sido contempladas hasta hace
poco, deben ser tratadas como parte de la fractura articular con un abordaje
quirúrgico seguro que permita su correcta consolidación.

Por ello nuestro objetivo es realizar un estudio anatomo-radiológico de la


meseta tibial para poder aportar nuevas ideas para futuros abordajes y poner
de manifiesto las limitaciones de los actuales.

MATERIAL Y MÉTODOS

Análisis prospectivo de 50 resonancias magnéticas tomadas en el


Servicio de Radiodiagnóstico del Hospital Clínico Universitario de Valladolid
durante los meses de marzo, abril y mayo de 2017.

Las imágenes fueron tomadas con equipos de Resonancia Magnética de


1,5 Teslas de GENERAL ELECTRIC® (Boston, Massachusetts, EEUU),
incluyendo entre las secuencias solicitadas la secuencia 3D-TOF (Three-
dimensional time-of-flight) para poder apreciar con mayor claridad la bifurcación
de la arteria poplítea.

Analizamos las imágenes en estaciones barco, utilizadas habitualmente


en el Servicio de Radiodiagnóstico del Hospital Clínico Universitario de
Valladolid. Sólo seleccionamos aquellos cortes que tuvieron una adecuada
visualización de las estructuras a analizar.

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Bases anatomo-radiológicas de abordajes quirúrgicos para fracturas posteriores de
meseta tibial

Excluimos de nuestro estudio las resonancias procedentes de pacientes


que presentaran quiste de Baker (ya que en algunos casos, si el quiste es de
gran tamaño puede desplazar lateralmente la arteria poplítea) o rotura del
ligamento cruzado posterior (la inestabilidad articular puede aumentar la
distancia entre la superficie de la meseta tibial con respecto a la arteria
poplítea).

Partiendo de un corte axial en secuencia 3D-TOF a nivel de 5-10 mm de


la superficie articular aplicamos los criterios de Ninomya.14 Se trazaron dos
líneas tangentes a los bordes anterior y posterior de la meseta tibial y se
calculó la bisectriz del ángulo que formaba la intersección de dichas rectas.
Hallamos la paralela a esta bisectriz en el punto más ancho medial-lateral (TA)
y en su punto medio trazamos una línea perpendicular (CA) (Fig. 3).

Figura 3. Corte axial en secuencia


3DTOF de rodilla derecha. Las dos
líneas verdes son tangentes a los
bordes anterior y posterior de la
meseta, que forman el ángulo al
cortarse que determina la bisectriz.
La TA (línea azul) es la paralela a
esta bisectriz en el punto ms ancho
de la meseta tibial. La CA (línea
roja) pasa perpendicular en el
punto medio de la TA.

Una vez hecho, se localizó la arteria poplítea (APO), su bifurcación en


tibial anterior y tibial posterior, y el nervio peroneo común (NPC).

Con el de software de diseño asistido por ordenador utilizado para dibujo


2D y modelado 3D AutoCAD® llevamos a cabo una serie de mediciones, tales
como: longitud de segmento TA, distancia mínima de arteria poplítea a CA,
distancia mínima de arteria poplítea a borde posterior meseta tibial, distancia

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Bases anatomo-radiológicas de abordajes quirúrgicos para fracturas posteriores de
meseta tibial

mínima de nervio peroneo común (NPC) a TA y distancia mínima de nervio


peroneo común (NPC) a la meseta tibial.

De manera paralela, con el programa visor de resonancias magnéticas


del HCUV y utilizando los cortes coronales de las resonancias disponibles,
tomamos cuatro mediciones: distancia entre la bifurcación de la arteria tibial
anterior y la superficie articular tibial, distancia entre la bifurcación de la arteria
tibial anterior y la punta de la cabeza del peroné, distancia del NPC rodeandoel
cuello del peroné a la superficie articular tibial y distancia del CPE rodeando el
cuello del peroné a la punta de la cabeza del peroné (figura nº4). Para una
realización más exacta de estas alturas, siempre estuvimos un mínimo de dos
observadores realizando el análisis, además de comprobar que las estructuras
se encontraban al mismo nivel tanto en los cortes axiales como coronales.

Figura 4. Corte axial y coronal rodilla derecha.


A: Nervio peroneo común rodeando cuello del peroné.
- B: Distancia de A a la superficie articular tibial.
- C: Distancia de A a la punta de la cabeza del peroné.

D: Bifurcación de la arteria tibial anterior.


- E: Distancia de D a la superficie articular tibial
- F: Distancia de D a la punta de la cabeza del peroné.

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Bases anatomo-radiológicas de abordajes quirúrgicos para fracturas posteriores de
meseta tibial

Se contactó telefónicamente con los pacientes de los que no se


disponían datos a cerca de su peso y altura, para el cálculo del IMC.

Las variables numéricas se resumen con medias, desviaciones típicas,


mínimos y máximos. Las variables cualitativas con porcentajes. Se dividen los
pacientes según el sexo.

Se resumen con medias las variables numéricas. Se contrasta si existe


relación de estas variables con la edad y el sexo usando modelos de análisis
de la covarianza.

Se calculan los coeficientes de correlación parciales, por la edad y el


sexo, para la relación entre parejas de variables numéricas.

Se consideran como estadísticamente significativos valores de p


menores a 0.05. Los cálculos se realizan utilizando el paquete estadístico R v
3.3.1.15

RESULTADOS

Fueron analizadas un total de cincuenta resonancias magnéticas. De


éstas, se excluyeron siete: dos no tenían el estudio completo al carecer de la
secuencia 3D-TOF, cuatro presentaban patología que podía alterar la anatomía
objeto de estudio (tres presentaban un quiste de Baker y en una había rotura
del ligamento cruzado posterior) y una resonancia estaba tomada de forma
incorrecta por lo que no era posible visualizar la bifurcación de la arteria tibial
anterior.

De las cuarenta y dos resonancias restantes, 19 correspondían a


mujeres y 23 a varones, resultando un total de 20 rodillas derechas y 22 rodillas
izquierdas. La edad media de los paciente fue 50,6 años (rango 17-75;
SD:14,2). Se presentan los resultados de las mediciones anatómicas de las 42
resonancias de rodillas en la tabla 1, expresadas en medias, desviación
estándar y valores mínimo y máximo.

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Bases anatomo-radiológicas de abordajes quirúrgicos para fracturas posteriores de
meseta tibial

Media SD Min Max Edad Sexo IMC


p-valor p-valor p-valor
EDAD 50,6 14,2 17 75 - - -

IMC 26,3 3,8 19,1 35,2 0,0997 0,538 -

TA 73,1 4,8 64,3 83,6 p<0,001 p<0,001 0,663

APO-CA 6 3 0 12,8 0,562 0,36 0,033

RATIO 0,1 0 0 0,2 0,369 0,201 0,032

APO-MT 6,5 1,9 2,6 11 0,359 0,065 0,16

NPC-TA 30.1 7,7 17,4 48,5 0,698 0,08 0,995

NPC-MT 17,9 5,3 11,1 34 0,333 0,057 0,86

BAPo-SAT 47,1 5,6 33,5 57,6 0,625 0,469 0,555

BAPo-PCP 37,1 6,7 20,8 54,2 0,363 0,167 0,985

NPC-SAT 45,9 5,3 36,2 62,3 0,775 0,084 0,2

NPC-PCP 35,2 6 23,1 58,9 0,676 0,064 0,191

Tabla nº2: Descripción de las mediciones anatómicas expresadas en


medias, desviación estándar y valores mínimo y máximo
n: número de observaciones; SD: desviación típica; min: mínimo; max: máximo
IMC: índice de masa corporal; TA: máximo diámetro medial-lateral de la meseta tibial;
APO-CA: distancia entre arteria poplítea y línea media articular; RATIO: Relación
APO-CA/TA; APO-MT: distancia entre arteria poplítea a la meseta tibial; NPC-TA:
distancia entre el nervio peroneo común y el punto lateral del máximo diámetro medial-
lateral de la meseta tibial; NPC-MT: distancia entre el nervio peroneo común y la
meseta tibial; BAPo-SAT: distancia entre la bifurcación de la arteria poplítea y la
superficie articular tibial; BAPo-PCP: distancia entre bifurcación arteria poplítea y punta
de la cabeza del peroné; NPC-SAT: distancia entre nervio peroneo común rodeando el
cuello del peroné y superficie articular tibial; NPC-PCP: distancia entre nervio peroneo
común rodeando el cuello del peroné y punta de la cabeza del peroné.

La arteria poplítea se localizó lateral con respecto a la línea media (CA)


de la TA (diámetro máximo medial-lateral transverso de la meseta tibial en
corte axial) en el 95,24% de los casos y coincidente en el 4,76% (2 casos de
42). No se observaron resonancias en las que la localización de la arteria fuera
medial.

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Bases anatomo-radiológicas de abordajes quirúrgicos para fracturas posteriores de
meseta tibial

Se encontraron diferencias estadísticamente significativas en varias de


las medidas realizadas:
- Longitud de la TA con respecto el sexo, con una mayor longitud en el
sexo masculino (75,8 mm; SD:4,4) con respecto al femenino (69,8 mm;
SD: 2,7).
- Distancia de la arteria poplítea con la línea media con respecto al IMC
(r:-0,337; p=0,033), es decir, con una asociación débil a mayor IMC
menor distancia de la arteria poplítea con la línea media.
- Distancia mínima entre la bifurcación de la arteria poplítea con la
superficie articular tibial y la longitud de la TA (r:0,411; p=0,009), es
decir, con una asociación débil a mayor longitud de TA hay una mayor
distancia entre la bifurcación y la superficie articular tibial.
- Distancia mínima entre el nervio peroneo común y el límite más lateral
de la línea TA con respecto al sexo (p=0,008). Se observó que esta
distancia era mayor en hombres (32,8 mm; SD: 7,5) con respecto a
mujeres (26,8 mm SD:6,6).
- Distancia mínima entre el nervio peroneo común rodeando el cuello del
peroné y la punta de la cabeza del peroné con respecto al sexo
(p=0,034), encontrando de nuevo una mayor distancia en hombres (36,7
mm SD: 6,7) que en el mujeres (33,4 mm; SD:4,6)

No se obtuvieron diferencias estadísticamente significativas en el resto


de las variables medidas con respecto a talla, sexo o IMC.

DISCUSIÓN

Los objetivos del tratamiento de la fractura de la meseta tibial son la


obtención de la congruencia articular, la consolidación ósea, y conseguir una
articulación estable, alineada, móvil e indolora, además de la reducción al
mínimo del riesgo de artrosis postraumática y de lesiones iatrogénicas.

Desde 1980 se han conseguido resultados fiables en las


intervenciones, lográndose grandes avances en las vías de abordaje, las
técnicas de fijación y reducción.
11
Bases anatomo-radiológicas de abordajes quirúrgicos para fracturas posteriores de
meseta tibial

En general, la elección de la vía de abordaje idónea viene determinada


por el patrón de fractura y la localización del paquete neurovascular,
últimamente mejorada gracias a la utilización del TAC.16

El que denominaríamos “abordaje perfecto”, sería aquel que nos


permitiera ver la máxima superficie articular, combinado con un daño mínimo
de los tejidos blandos y estructuras vitales.17

Una mala planificación y elección del abordaje nos puede llevar al daño
de la arteria poplítea durante el acto quirúrgico.

En nuestro estudio, la arteria poplítea presentó una localización lateral a


CA en el 95,2% de los casos y coincidente en el 4,76% sin observarse ninguna
resonancia en la que su localización fuese medial. Estos datos son similares a
los estudios realizados por Ninomya14 con un 95%, Keser18 con un 94,3% o
Sanz-Pérez19 con un 94,1%. Además, Matava et al, tras realizar un estudio en
14 cadáveres, localizó la arteria poplítea en posición anterior con respecto a la
vena y el nervio y posterior y lateral con respecto a la inserción del ligamento
cruzado posterior.18

Cuando estudiamos la distancia de la arteria poplítea al borde posterior


de la meseta tibial obtuvimos una medida media de 6,5 mm (2,6-11 SD:1,9). A
lo largo del tiempo esta medida ha sido objeto de estudio de múltiples autores,
que han obtenido resultados similares a los nuestros. Ezamin et al20 analizando
cortes axiales de la meseta tibial con la extremidad con 0º de flexión obtuvo
una media de 9,9 mm en el miembro derecho y 10,24 mm en el miembro
izquierdo. Resultados parecidos obtuvieron Sanz-Pérez et al19 al medir la
distancia de la arteria poplítea con el muro posterior del menisco externo con
una media de 10,1 mm. El estudio con ultrasonidos en rodillas con osteoartritis
de Erikson et al21 mostró una distancia media de 8 mm. Araujo Goes et al22
realizaron medidas a diferentes niveles obteniendo una media de 9,54 mm a
nivel de la línea articular y 6,59 a 9 mm de la articulación. Zaidi et al23 también
realizaron varias medidas pero difiriendo en el grado de flexión de la pierna
obteniendo unos resultados de 3,9-10,8 mm, 4,0-8,1 mm y 4,2-7,6 mm a 0, 60 y
90º de flexión respectivamente.

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Bases anatomo-radiológicas de abordajes quirúrgicos para fracturas posteriores de
meseta tibial

Tanto en los trabajos de Farrington et al como en el de Yang et al la


distancia de la arteria poplítea con respecto a la superficie articular tibial fue
menor de 10 mm. Resultados similares obtuvieron Bisicchia et al.20 Las medias
con los valores más pequeños los obtuvieron los estudios de Mitshuiro et al,
con una media de 4,9±0,3 mm, y de Kim et al que, al medir esta distancia a 2
cm de la línea articular en cadáveres, obtuvieron una media de 6,2±4,2 mm.20

Aunque similares, en nuestro estudio hemos podido apreciar que la


medida de la arteria poplítea al borde posterior de la meseta tibial varían en
función del nivel al que se realice dicha medición (de ahí que nuestros
resultados sean más parecidos a los obtenidos por Araujo Goes et al a 9 mm
de la superficie articular) y de la posición en flexión o extensión de la
extremidad del paciente, tal y como apuntaron en su estudio Kim et al24
difiriendo de lo dicho en 1995 por Zaidi et al23 quienes en su estudio
concluyeron que la flexión de la rodilla no separaba la arteria de la tibia.

En nuestro estudio, la distancia de la arteria poplítea a la CA tuvo una


media de 6 mm (3-12,8 SD:3). La misma medida realizada por Keser et al18 en
rodillas con una flexión de 10º obtuvo una media de 6,7 mm. Al igual que
realizaron en sus estudios Ninomya14 y Keser18, calculamos en cada paciente
el ratio con respecto a la TA para así poder eliminar el efecto de los diferentes
tamaños de meseta tibial en cada paciente. La media de nuestro ratio fue de
0,1 (0-0,2 SD:0) no encontrándose diferencias estadísticamente significativas
(p>0,05) de la misma manera que ocurre en el estudio de Keser et al18 donde
su ratio tuvo una media de 0,090 en varones (SD:0,043) y de 0,090 en mujeres
(SD:0,046).

El abordaje posterolateral estaría indicado en aquellas fracturas en las


que exista una línea de fractura coronal con un fragmento posterolateral
desplazado.18

Este abordaje fue descrito por primera vez por Lobenhoffer et al25 en
1997 y numerosas variaciones han aparecido desde entonces, siendo las
principales diferencias la presencia o la ausencia de la cabeza del peroné y la
forma de realización de la incisión inicial.26 Sin embargo este enfoque no está

13
Bases anatomo-radiológicas de abordajes quirúrgicos para fracturas posteriores de
meseta tibial

exento de complicaciones tales como rigidez, lesión iatrogénica del CPN o


lesión de la arteria tibial anterior.

Hui Sun et al27 realizó un estudio para la evaluación del abordaje


postelorateral mediante la medida de distancias de estructuras vitales de la
región poplítea en 8 rodillas de cadáver. En éste, la longitud media del NPC
expuesto fue de 56,48 mm, mientras que la distancia desde que el nervio
peroneo rodea el cuello del peroné hasta la superficie de la meseta tibial fue de
42,18 mm. En nuestro estudio la altura del NPC rodeando el cuello del peroné
a la superficie de la meseta tibial tuvo una media de 45,9 mm (36,2-62,3 SD:
5,3) siendo un resultado similar.

Por tanto las intervenciones en las que se realiza una osteotomía del
peroné, aunque consiguen una mayor exposición, son potencialmente más
dañinas. Además las modificaciones propuestas tanto por Shi-Min Chang et
al28, con una incisión lineal desde la parte medial de la cabeza del peroné
desde unos 8-10 cm, como la propuesta por Tao et al29, con una incisión en
forma de L medial al gastrocnemio lateral, pueden causar daños. Por ello, la
incisión ideal podría ser una en L curvilínea, como la propuesta por Hui Sun et
al27, que quizá mejoraría si en su parte más distal se cerrarse a hacia el interior,
siempre que su extensión no alcanzara la bifurcación de la arteria tibial anterior
en la parte profunda del abordaje.

En cuanto a la bifurcación de la arteria tibial, encontramos que existe


una distancia de 47,1 mm a la superficie de la meseta tibial (33,5-57,6 SD: 5,6)
y 37,1 mm (20,8- 54,2 SD: 6,7) a la punta de la cabeza del peroné. En otros
estudios, como el de Heidari et al30, calculaban la distancia existente desde la
apertura de la membrana interósea a la superficie de la meseta tibial, siendo
ésta de 46,3±9.0 mm (27–62 mm). El hecho de que la arteria tibial anterior
pase del compartimento posterior de la rodilla al anterior a través de la
membrana interósea justo tras su bifurcación hace comprender que estas
medidas tengan valores tan próximos.

La limitación en la extensión distal de la incisión en el abordaje lateral se


determinó entre 5-7 cm por debajo de la interlinea articular, para evitar la lesión

14
Bases anatomo-radiológicas de abordajes quirúrgicos para fracturas posteriores de
meseta tibial

de la arteria tibial anterior26. Sin embargo, estos valores se determinaron sin la


realización de un estudio anatómico. Seg, es recomendable acotar un poco los
límites de la extensión, dado que los establecidos podrían facilitar la lesión
iatrogénica.

También se debe tener especial cuidado con el tamaño del material de


osteosíntesis, ya que placas para estabilizar fracturas posteriores podrían llevar
a la lesión del paquete vascular en su porción distal.

Dadas estas complicaciones que pueden resultar del abordaje


posterolateral, no sorprende que múltiples autores hayan buscado otros
abordajes alternativos.

Yu et al31 proponen un abordaje anterior para solucionar las


complicaciones relacionadas con el abordaje posterolateral. Con la adición de
una resección parcial de la cabeza del peroné consiguen una buena exposición
del foco de fractura, útil para la reducción y fijación de las mismas. Con el
mismo objetivo Hsieh et al32 realizan una incisión en forma de L-invertida de
comienzo en el polo superior de la rótula hasta el margen inferior del foco de
fractura, consiguiendo estabilizar la columna posterolateral con un abordaje
anterolateral no extendido. Un abordaje parecido fue planteado por Bermudez
et al33 pero fracasó a la hora de tratar fracturas con mucha intestabilidad
metafisiaria.

Sin embargo, Solomon et al34 en un estudio comparativo de ambos


abordajes falló a favor del posterolateral como mejor abordaje para la
reducción, estabilización y funcionalidad de las fracturas posterolaterales.
También Chen et al35 compararon ambos abordajes y aunque obtuvieron
resultados satisfactorios con un abordaje anterolateral extendido concluyeron
que para las fracturas posterolaterales era mejor el abordaje tradicional
posterolateral.

Bhattacharyya et al36 por otro lado, valoraron en 13 pacientes el


abordaje posteromedial para el tratamiento directo de las fracturas laterales,
realizando la disección de medial a lateral, siempre debajo del musculo

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Bases anatomo-radiológicas de abordajes quirúrgicos para fracturas posteriores de
meseta tibial

poplíteo, para proteger el paquete vasculonervioso. Concluyeron que el


abordaje era seguro y fiable para tales fracturas.

Sin embargo más adelante, Zhu et al37 sugirieron que debido al bloqueo
por la cabeza gastrocnemio medial era necesario, en algunos casos, su
desinserción para poder exponer la tibia posterolateral. Pero este hecho hace
más difícil la recuperación postoperatoria.

Finalmente Xianfeng He et al38 propuso un abordaje similar al de


Bhattacharyya, pero realizando una incisión en L invertida, que permitía una
mayor visualización, siendo capaces de realizar la retracción del grastrocnemio
medial sin su liberación. Ellos mismos admitían que existían ciertas limitaciones
en su técnica, como la dificultad para la visualización de la región lateral en
pacientes con sobrepeso o muy musculados.

CONCLUSIÓN

Hay numerosas estructuras que son subsidiarias de una posible lesión


iatrogénica en la reparación de las fracturas posteriores de la meseta tibial.

Teniendo en cuenta los resultados de nuestro estudio concluimos que,


por seguridad, no se debe ampliar distalmente la disección más de 4 cm en la
región lateral dado que la bifurcación de la arteria tibial se encuentra una
distancia media de 47,1 mm. Además, ya que la longitud de la TA es mayor en
el sexo masculino que en el femenino y es directamente proporcional a la
distancia entre la superficie de la meseta tibial y la bifurcación de la arteria
tibial, en las mujeres se debe tener especial cuidado a la hora de ampliar la
disección.

Viendo que el nervio peroneo común rodea el cuello del peroné a una
distancia media de 35,2 mm desde la superficie de la meseta tibial, las
incisiones rectilíneas que no sigan el contorno del nervio pueden conllevar un
daño del mismo. Un nuevo enfoque de disección y evitar la osteotomía de la
cabeza del peroné puede evitar lesiones iatrogénicas neurovasculares.

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Bases anatomo-radiológicas de abordajes quirúrgicos para fracturas posteriores de
meseta tibial

Podemos decir por tanto que a pesar de que no exista abordaje perfecto,
si la fractura lo permite, hay menos probabilidad de dañar estructuras vitales en
un abordaje medial extendido a lateral.

Al variar la distancia de la arteria poplítea a la superficie articular tibial en


función de la posición del miembro, recomendamos un estudio radiológico
previo con la extremidad en la posición deseada para su posterior abordaje.

Con todo esto el daño iatrogénico puede ser evitado en mayor medida.

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